La dominación carismática

September 8, 2017 | Autor: Katia Gorostiaga | Categoría: Ciencia Politica, Ciencias Sociales
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Descripción



Katia Gorostiaga Guggiari
En relación con dicho concepto, se puede destacar que numerosos autores –Lukes entre ellos- consideran que el concepto de poder ofrecido por Max Weber es uno de los más importantes de la historia de la sociología política, debido a que cubre las diversas facetas del mismo (Weber, 2014).
Anthony Giddens se refiere también a la dominación, pero desde una perspectiva ligeramente diferente. En efecto, dicho autor, cuando refiere que el poder se sirve de recursos materiales –allocative- y de autoridad –authoritative-, expresa que estos últimos son medios de dominación sobre las actividades de los seres humanos. El citado autor, respecto de la dominación, hace una aclaración de importancia al decir que no es un concepto que acarrea una connotación intrínsecamente negativa. Expresa, además, que en organizaciones o asociaciones, la dominación se expresa a través de modos de control (Giddens, 1987).
Castells se refiere también a la relación que existe entre el poder y la dominación, al decir que "La capacidad relacional del poder está condicionada, pero no determinada, por la capacidad estructural de dominación" (Castells, 2009:33). En tal sentido, se diferencia del concepto que tiene Weber, ya que pone el acento en la estructura.
Conviene apuntar que para que el ejercicio de la violencia física sea legítimo, este tiene que estar sustentado en el orden jurídico vigente y debe ser implementado por quienes tienen competencia para ello, es decir, las fuerzas de seguridad del Estado.
En la conferencia "Politik als Beruf" realizada en el año 1919, Weber definió al Estado como "Aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio, reclama con éxito para si el monopolio de la violencia física legítima". En tal conferencia, utiliza expresamente el concepto de violencia, aunque, posteriormente y para su obra cumbre, ya la cambia por coacción física.
Francisco Gil Villegas es comentarista de la edición 2014 de Economía y Sociedad, y refiere lo dicho en la nota al pie número 5 del Capítulo III – Los tipos de dominación.
Ejemplo de ello constituyen las numerosas manifestaciones que ocurrieron en Paraguay durante el supuesto juicio político llevado a cabo contra Fernando Lugo, donde participaron numerosas personas contrarias al gobierno, o por lo menos, no de la misma línea política, que salieron a las calles a expresar su repudio contra el golpe parlamentario, fundados en su profunda creencia en la democracia (Boccia, 2012).
Esta inestabilidad no se opone a la rutinización de la dominación carismática, que ocurre cuando se racionaliza o se tradicionaliza dicho tipo de dominación. No obstante, a pesar de la importancia de este proceso, el mismo no será analizado en el presente ensayo a fin de ajustarse, en lo posible, a la extensión permitida. Además de esto, y dado el golpe de Estado ocurrido en el 2012, tal rutinización no se dio en Paraguay, debido al poco tiempo –cuatro años- que duró Fernando Lugo al frente del Ejecutivo.
En relación con esto, se puede apuntar que Lugo, cuando aceptó candidatearse a la Presidencia, solicitó la dispensa papal al efecto. La misma le fue denegada, con la advertencia de que podría ser sancionado. A pesar de ello, no claudicó en sus esfuerzos para lograr una concertación, lo que le valió, finalmente, una sanción o suspensión a divinis. Esto significa que, aunque no perdió su estatus de hombre consagrado, a partir de dicha fecha está impedido de ejercer los sacramentos de confesión, entre otros.


La Dominación Carismática
Introducción
En el ensayo a ser desarrollado, se propondrá el análisis de un objeto de estudio que constituye uno de los elementos centrales, no solo de la propuesta teórica de Max Weber, sino, del conocimiento de las ciencias sociales en general. Este objeto es la dominación. En relación con esto, se buscará repasar el concepto, las características y otros elementos que revisten importancia a la hora de abordar el objeto de estudio propuesto.
Conviene señalar, además, que este trabajo se dividirá en dos partes. En la primera, se abordarán, además de los temas expresados en el párrafo precedente, las asociaciones de dominación –específicamente las de carácter político- y los tipos puros de dominación, haciendo énfasis en la dominación carismática.
Ya en la segunda parte, se tratará de analizar el tipo de liderazgo de Fernando Lugo Méndez, quien ejerciera la presidencia de la República del Paraguay durante el periodo 2008-2012 y fuera derrocado a través de un golpe de Estado parlamentario, vestido con el ropaje de un juicio político.
En tal sentido, debe decirse que lo que se busca es analizar –a fin de confirmar o rechazar- la idea de que el citado político, en cierta forma, ejercía un liderazgo carismático, según la tipología del autor referido anteriormente.
Así pues, el iter que se pretende seguir inicia con un repaso conceptual de la dominación y del tipo puro de dominación carismática, para luego contrastarla con el tipo de dominación ejercida por Lugo, a fin de verificar –o no- la propuesta hecha en esta introducción.





Dominación
Tal y como se dijo, lo primero a ser analizado es la dominación en la propuesta teórica de Max Weber. A fin de abordar dicho tema, deviene interesante iniciar con un repaso acerca de la idea del poder que tiene el autor de referencia. En tal sentido, debe decirse que Weber sostiene que el poder "significa la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad." (Weber, 2014:183). Expresa también este autor que el "el concepto de poder es sociológicamente amorfo" (Weber, 2014:184), refiriéndose con esto a que existen un sinnúmero de cualidades y situaciones que pueden hacer que una persona se halle en la posición de imponer su voluntad.
Ahora bien, más allá de la riqueza del concepto transcripto ut supra, el autor analizado en este ensayo centra su reflexión en la dominación, más que en el poder, en atención a que admite una mayor precisión y tiene la cualidad de "trascender las relaciones personales y voluntaristas al dar cabida a las restricciones estructurales que generan organizaciones como la burocracia…" (Weber, 2014:184).
Weber entiende por dominación "la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de determinado contenido entre personas dadas" (Weber, 2014:184). Se ve con claridad que el autor agrega una característica importante en este concepto al referirse a la obediencia, apartándose así, en relación con lo referido respecto del poder, de la cualidad de "imposición" –o probabilidad de la misma- que caracteriza a este último. Esto pude ser entendido como que el poder se concentra en la persona que lo ejerce, mientras que la dominación en las personas que reciben –o están dispuestos a recibir- los efectos de la misma. Se advierte también que ya no se refiere a la voluntad de quien ejerce el poder, sino a un mandato, esto es, a una orden que se espera sea cumplida o ejecutada.
Ahora bien, dicho autor profundiza el análisis del objeto de estudio de este ensayo al referirse a la situación de dominación. En tal sentido, expresa que "La situación de dominación está unida a la presencia actual de alguien mandando eficazmente a otro, pero no está unida incondicionalmente ni a la existencia de un cuadro administrativo ni a la de una asociación, por el contrario, sí lo está ciertamente – por lo menos en todos los casos normales- a una de ambas." (Weber, 2014:184).
Se advierte de lo dicho que la situación de dominación, entonces, sería la concreción o cristalización de la dominación, dado que esta última –según el autor- es una probabilidad de obediencia, mientras que la situación de dominación constituye un hecho efectivo o fáctico, donde ya existe un actor ejerciendo la dominación, es decir, mandando y, a su vez, está apoyado por un cuadro administrativo o por una asociación para asegurar dicha obediencia.
En atención a esto último, el apartado siguiente se referirá a la asociación de dominación y al cuadro administrativo.
Asociación de dominación y cuadro administrativo
En atención a lo dicho hasta ahora, se advierte que una situación de dominación tiene que estar respaldada por un cuadro administrativo o por una asociación, o bien, por ambos. En caso de que dicha situación esté sustentada en una asociación, se está ante lo que Weber denomina una asociación de dominación. En atención a esto, es importante comprender a qué se refiere Weber con este nuevo objeto.
En tal sentido, el autor sostiene que "Una asociación se llama asociación de dominación cuando sus miembros están sometidos a relaciones de dominación en virtud del orden vigente." (Weber, 2014:184). Este concepto, resulta claro, es bastante amplio, por lo que el autor citado agrega otras características que permiten delimitarlo un poco más. Así, Weber sostiene que las asociaciones de dominación se presentan "cuando y en la medida en que su existencia y la validez de sus ordenaciones, dentro de un territorio geográfico determinado, estén garantizadas de un modo continuo por la amenaza y aplicación de la fuerza física por parte de su cuadro administrativo" (Weber, 2014:185). Aquí, claramente, el énfasis está puesto en el orden vigente, esto es, el conjunto de reglas, normas o mandatos que rigen a la asociación, así como en la amenaza y la aplicación de la fuerza física, que no son otra cosa que los medios a través de los cuales la asociación se asegura la obediencia.
De esto último, conviene resaltar algunos aspectos. En primer término, cuando Weber habla de la validez de las ordenaciones, puede entenderse que se refiere a un orden jurídico vigente. Seguidamente se refiere al territorio geográfico, es decir, al espacio territorial donde ese orden jurídico impera como rector de las relaciones sociales. Se refiere también a la amenaza y a la aplicación de la fuerza física, esto es, dicho de otro modo, el monopolio de la coacción. Y, finalmente, habla del cuadro administrativo, que, como ya se dijo, es el conjunto de personas encargadas de hacer cumplir los mandatos u órdenes de quien ejerce la dominación. Estos cuatro conceptos no son otra cosa que los elementos fundamentales que constituyen el Estado Moderno, es decir, orden jurídico, territorio, monopolio legítimo de la violencia y autoridades.
Así pues, resulta cristalino que Weber considera al Estado como una situación de dominación. En efecto, el autor define al Estado como "un instituto político de actividad continuada, cuando y en la medida en que su cuadro administrativo mantenga con éxito la pretensión al monopolio de la coacción física legítima para el mantenimiento del orden vigente." (Weber, 2014:185).
Ahora bien, en el principio de este apartado se sostuvo, siguiendo a Weber claro está, que la dominación tiene que estar respaldada por una asociación – a la cual ya se hizo referencia- o por un cuadro administrativo. Corresponde entonces referirse a este último concepto. En tal sentido, Weber expresa que "…toda dominación sobre una pluralidad de hombres requiere de un modo normal…un cuadro administrativo…es decir, la probabilidad, en la que se puede confiar, de que se dará una actividad dirigida a la ejecución de ordenaciones generales y mandatos concretos, por parte de un grupo de hombres cuya obediencia se espera."(Weber, 2014:335).
Deviene de lo dicho que el cuadro administrativo, soporte de la dominación, es, como se dijo previamente, el conjunto de personas o actores responsables de hacer cumplir las órdenes de quien ejerce la dominación. Se espera, además, obediencia de parte de este cuadro. Por obediencia, en la propuesta teórica de este autor, se entiende "…que la acción del que obedece transcurre como si el contenido del mandato se hubiera convertido, por sí mismo, en máxima de su conducta…" (Weber, 2014:337).
Ahora bien, esta obediencia del cuadro administrativo puede fundarse en diversos motivos. Vale decir, puede estar basada en la costumbre, en cuestiones o situaciones afectivas, en necesidades materiales o por motivos ideales, entre otros. De la razón que fundamenta la obediencia, dependerá, en efecto, el tipo de dominación que se ejerza sobre el cuadro administrativo. Ahora bien, independientemente del motivo que sustente la obediencia, cabe destacar que ninguno de ellos será suficiente si no están unidos a la "creencia de legitimidad". (Weber, 2014:335).
La legitimidad, explica Francisco Gil Villegas, "…siempre se basa en creencias socialmente compartidas. La legitimidad… es así fundamentalmente una cuestión sociológica por basarse en creencias compartidas que operan en el ámbito de la realidad social empírica…" (Weber, 2014:336). En relación con esto, conviene apuntar que legitimidad y legalidad se refieren a cuestiones diferentes. La legalidad –uno de los conceptos preferidos por los juristas- se refiere a un cuerpo jurídico, específicamente, al sistema normativo sobre el cual descansa una determinada acción o decisión, que, a su vez, reviste de validez a dicha acción o decisión, independientemente del acuerdo –o no- que exista respecto de las mismas. Se advierte así que, mientras la legitimidad, corresponde al fuero interno del individuo, la legalidad puede ser considerada como una externalidad.
Ahora bien, nada impide que la legalidad, transcurrido un cierto tiempo e internalizada en el fuero interno de los individuos que habitan un determinado territorio, pueda convertirse en fuente de legitimidad. En efecto, en el Estado de Derecho moderno, la democracia, más allá de ser una figura jurídica normativa que regula la forma de ejercicio del poder del Estado –o del gobierno, para mayor precisión- es considerada hoy en día como la mejor forma de gobierno por la mayoría de los actores sociales. Dicho de otro modo, la democracia, que inició siendo un concepto inserto en la esfera de la legalidad, hoy en día es una creencia compartida y, por tanto, fuente de legitimidad.
Finalmente, en este apartado se mencionará –escuetamente- a la asociación de dominación hierocrática. Respecto de esta, Weber expresa que "Por asociación hierocrática debe entenderse una asociación de dominación, cuando y en la medida en que aplica para la garantía de su orden la coacción psíquica, concediendo o rehusando bienes de salvación (coacción hierocrática)." (Weber, 2014:185). Se refiere, además, a la iglesia, que debe ser entendida como "…un instituto hierocrático de actividad continuada, cuando y en la medida en que su cuadro administrativo mantiene la pretensión al monopolio de la coacción hierocrática legítima." (Weber, 2014:185).
Tipos puros de dominación
Como se dijo en el apartado anterior, el tipo de dominación depende, a su vez, del tipo de legitimidad que tenga la persona que ejerce la dominación. Es decir, de los motivos que fundan la obediencia a sus ordenaciones, tanto por parte del cuadro administrativo, como de las demás personas que cumplen con las mismas. La legitimidad, a decir de Weber, puede ser de carácter racional, tradicional o carismático. Esto se traduce en que la propuesta teórica del autor analizado existen tres tipos de dominación: legal, tradicional y carismática. (Weber, 2014)
Explica el autor que la legitimidad de carácter racional es aquella "que descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando de los llamados por esas ordenaciones a ejercer la autoridad" (Weber, 2014:338). Este tipo de legitimidad constituye la dominación legal. Agrega que "…se obedecen las ordenaciones impersonales y objetivas legalmente estatuidas y al superior por ellas designado, en mérito de la legalidad formal de sus disposiciones dentro el ámbito de su competencia." (Weber, 2014:338). Se advierte con claridad que este tipo de dominación tiene más que ver con la validez del orden jurídico que le otorga legitimidad a quien ejerce la dominación. Dicho de otro modo, la obediencia se da fundada en que la persona que imparte las órdenes fue puesta en ese lugar por el sistema jurídico vigente. Este tipo de dominación es que el que en la actualidad se advierte en los Estados de Derecho.
Por su parte, la legitimidad de carácter tradicional "…descansa en la creencia cotidiana en la santidad de las tradiciones que rigieron desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados por esa tradición para ejercer la autoridad." (Weber, 2014:338). En este tipo de dominación –tradicional-, "…se obedece a la persona llamada por la tradición y al señor vinculado por ella…" (Weber, 2014:338). Este tipo de dominación, podría decirse, es el que, en la actualidad, se advierte en los Estados Monárquicos, es decir, en aquellos países donde aún existe la monarquía, independientemente de que los cargos políticos electivos sean decididos por los ciudadanos y ciudadanas.
En el tercer tipo de dominación, la legitimidad "…descansa en la entrega extracotidiana a la santidad, heroísmo o ejemplaridad de una persona y a las ordenaciones por ella creadas o reveladas." (Weber, 2014:338). Esta es la dominación carismática. En este tipo puro de dominación "…se obedece al caudillo…carismáticamente calificado por razones de confianza personal en la revelación, heroicidad o ejemplaridad dentro del ámbito en que la fe en su carisma tiene validez." (Weber, 2014:339). Esta forma de dominación, aunque no obviamente pura, se advierte en los liderazgos ejercidos por Hugo Chávez –quien fuera presidente de Venezuela-, Luiz Inácio Lula Da Silva –quien ejerciera la presidencia de la República Federativa de Brasil por dos períodos consecutivos- y Cristina Fernández –quien actualmente ejerce su segundo período al frente del ejecutivo de Argentina, por citar algunos ejemplos.
Obviamente, como el propio Weber lo advierte, los tipos de dominación indicados en este apartados son tipos ideales, es decir, no se dan en la realidad. Su importancia se sostiene en que permiten analizar con mayor facilidad las situaciones con las que nos encontramos cotidianamente. En efecto, hoy en día, es difícil pensar en algún tipo de dominación que no esté sustentado, aunque sea en apariencia, en la legalidad, es decir, en un orden jurídico vigente.
Corresponde ahora, siguiendo el iter propuesto en la introducción, referirse con mayor detalle a la dominación carismática.
Dominación carismática
Weber expresa que "Debe entenderse por carisma la cualidad, que pasa por extraordinaria…de una personalidad, por cuya virtud se la considera en posesión de fuerzas sobrenaturales o sobrehumanas –o por lo menos específicamente extracotidianas y no asequibles a cualquier otro-, o como enviado del dios, o como ejemplar y, en consecuencia, como caudillo…" (Weber, 2014:364). En atención a esto, la dominación carismática puede ser entendida, en cierto sentido, como una suerte de dominación irracional, en atención a que descansa en ciertas cualidades o capacidades poco comunes que los dominados o seguidores reconocen al líder. Estas pueden ser de cualquier tipo, desde su entrega absoluta a una causa, hasta la pura demagogia. Al ser extraordinaria, y por tanto, inestable, se opone a la estabilidad de la dominación legal como de la tradicional.
Ahora bien, es importante que esas cualidades –constitutivas del carisma- sean valoradas o reconocidas por quienes están bajo dicho dominio, es decir, los "adeptos" (Weber, 2014:364). Agrega el autor que "Sobre la validez del carisma decide el reconocimiento…por parte de los dominados; reconocimiento que se mantiene por corroboración de las supuestas cualidades carismáticas…" (Weber, 2014:365). Expresa, además, que "Este reconocimiento es, psicológicamente, una entrega plenamente personal y llena de fe surgida del entusiasmo o de la necesidad y la esperanza." (Weber, 2014:365).
A fin de comprender un poco más en qué consiste la dominación carismática, conviene retomar algunos aspectos analizados en apartados anteriores. En tal sentido, se había dicho que toda situación de dominación descansa en una asociación, o bien, en un cuadro administrativo. En el caso de la dominación carismática, ambos respaldos tienen características peculiares.
En relación con lo dicho, expresa el autor que la relación que se da entre los miembros de la asociación y su líder es un proceso comunitario de carácter emotivo (Weber, 2014). Así, el cuadro administrativo no está integrado por funcionarios profesionales o de carrera, ni por meros burócratas, sino por personas de confianza del líder carismático, investidos, a su vez, de cierto grado de carisma reconocido por este último. Para este cuadro administrativo, según Weber, "No hay sueldo ni prebenda alguna, sino que los discípulos o el séquito viven (en principio) con el señor en comunismo de amor o camaradería, con medios procurados por mecenas" (Weber, 2014:366). Quienes integran el cuadro administrativo, al igual que el líder, están cumpliendo con su misión.
En lo que respecta al orden normativo, "No existe reglamento alguno, estatutos jurídicos abstractos, ni aplicación racional del derecho…" (Weber, 2014:366). La solución de las eventuales controversias se analiza caso por caso, pero no en el sentido del sistema jurídico romano, fundado primariamente en la equidad, sino sostenido en revelaciones.
Finalmente, uno de los aspectos que caracteriza a la dominación carismática es, por llamarlo de algún modo, la pérdida de la investidura del líder, cuando sus cualidades son puestas en duda por los adeptos, en los casos en que éstos ya dejan de percibir la bondad o los beneficios de tal adhesión. En tal situación, los adeptos, habitualmente, buscan nuevos líderes.
Fernando Lugo como líder carismático
Para entender los motivos que fundamentan el argumento del liderazgo carismático de Fernando Lugo, otrora Presidente de la República del Paraguay y actual senador, conviene referirse, aunque sea someramente, a su vida. Lugo nació en el seno de una familia de extracción humilde. Pronto le surgió la vocación religiosa, por lo que en 1970 ingresó en el noviciado de los Misioneros del Verbo Divino y en 1977 se ordenó como sacerdote. Inmediatamente después, fue enviado de misión a la provincia ecuatoriana de Bolívar. En 1982 regresó al Paraguay, pero tuvo que partir al poco tiempo, obligado por el gobierno dictatorial. En atención a esto, la congregación lo envió a la Pontificia Universidad Gregoriana, de donde egresó en 1987 con la licenciatura en Sociología y la especialidad en Doctrina Social de la Iglesia. En 1992 fue nombrado superior provincial de los Misioneros del Verbo Divino en Paraguay y en el año 1994, fue ordenado como obispo de la Diócesis de San Pedro.
Es desde ese lugar donde Lugo adquirió notoriedad al ponerse al frente de las Comunidades Eclesiales de Base, uno de los sectores más progresistas de la Iglesia Católica paraguaya. Allí, además de actuar en favor de los sectores más vulnerables, realizó numerosos pronunciamientos públicos instando al gobierno a adoptar una política agraria orientada a solucionar los problemas de la tierra en Paraguay. En el 2005 dimitió del obispado, alegando motivos de salud. Aceptada su resignación por la Santa Sede, Lugo conservó la condición de obispo emérito de San Pedro.
Su entrada a la palestra política se dio el 29 de marzo de 2006, cuando encabezó una marcha multitudinaria en contra de la posible modificación de la Constitución Nacional a fin de permitir la reelección del Presidente Nicanor Duarte Frutos. La plataforma Resistencia Ciudadana, convocante de la marcha, estaba integrada por numerosos partidos políticos, centrales sindicales y organizaciones sociales. El carisma y la popularidad de Lugo opacaron a todos los demás líderes políticos. Esto derivó en que se le solicitara que lidere una "amplia concertación nacional" de todos los sectores que habían integrado la plataforma mencionada, a fin de construir una fuerza política que fuera capaz de derrocar al Partido Colorado, luego de más de 60 años de gobierno. Así las cosas, encabezó la chapa presidencial de la Alianza Patriótica para el Cambio, con la cual ganó las elecciones del 20 de abril de 2008.
Se advierte de lo dicho que, para la gente, Lugo representaba un sinnúmero de cosas. Por un lado, venía de la Iglesia Católica, es decir, de una asociación hierocrática de dominación, desde la cual, había liderado numerosos procesos dirigidos a mejorar las condiciones de vida de los grupos más vulnerables. En tal sentido, presentaba cualidades poco frecuentes en la anodina vida religiosa del país. Había demostrado su compromiso claro con estos grupos, lo cual, en cierta medida, lo convirtió en un caudillo en dichas comunidades, hecho que, desde la última expulsión de los Jesuitas del Paraguay, no había ocurrido con tanta notabilidad en una persona proveniente de la Iglesia.
Por otro lado, al servirse del púlpito para hacer reclamos claros al gobierno, había demostrado, a tenor de lo que se había vivido en Paraguay en períodos no muy lejanos, gran valentía. Tal situación, claro está, le significó sanciones de distintos tipos, tanto de la Conferencia Episcopal Paraguaya, como de la propia Santa Sede. A pesar de ello, no paró con las exigencias al gobierno, lo que lo convirtió en una suerte de mito y de abanderado de los pobres.
Más allá de eso, cuando inicia su entrada a la política, consiguió acuerdos y alianzas que, hasta ese momento, habían sido inviables. En efecto, consiguió sentar a la misma mesa a partidos políticos tradicionales de derecha, con los sindicatos más radicales; a personas provenientes de las más altas clases sociales del país, con los más humildes trabajadores. Es decir, revolucionó el modo de hacer política en Paraguay, logrando, por lo menos ab initio, una concertación sin precedentes. Así pues, llegó a la Presidencia de la República, logrando la tan anhelada alternancia política, luego de 63 años de hegemonía colorada.
En atención a lo dicho, se advierte con claridad que Fernando Lugo Méndez, más allá del mito, reúne las cualidades necesarias para ser considerado un líder carismático. Esto, claro está, no en el sentido de un mesías o enviado de un dios, sino, en el sentido de poseer capacidades extracotidianas o poco asequibles para muchas personas. En efecto, demostró en reiteradas ocasiones su compromiso inclaudicable –hasta ese momento- con las clases más desfavorecidas, su valentía para enfrentarse con estructuras sumamente poderosas y el don de la palabra, que permitió que grupos histórica y tradicionalmente enfrentados, pudieran dialogar en pos de la construcción de un país más justo e inclusivo.
Finalmente, ya desde la titularidad del ejecutivo, ejerció un tipo de dominación poco frecuente sobre su cuadro administrativo. Fomentó la cercanía entre sus carteras ministeriales, propició el trabajo conjunto entre el Estado y la sociedad civil e impulsó numerosas reformas de carácter social. Ese cuadro administrativo, más allá de que recibían los salarios que le correspondían, demostró en todo momento un compromiso, no solo con su líder, sino con la misión que éste le había encomendado. Dicho de otro modo, quienes integraban los cuadros administrativos, no lo hacían por prebendas o privilegios, sino porque creían que estaban construyendo el país con el que soñaron toda su vida.
Por todo lo dicho, resulta claro que Lugo, más allá de estar revestido de la legalidad –dominación legal- ejercía una dominación carismática.


Conclusión
En este trabajo se hizo un repaso por los conceptos fundamentales de la dominación expresados en la propuesta teórica de Max Weber, quedando claro, principalmente, las características que revisten a la dominación carismática.
Así, se advirtió con claridad que el carisma del líder radica en cualidades que son poco frecuentes en los seres humanos. Asimismo, se expresó que tales cualidades deben ser reconocidas por los dominados, es decir, los seguidores de ese líder. En efecto, cuando éstos dejan de percibir tales cualidades, o los beneficios de dicho liderazgo, la persona otrora investida con el carisma, pierde el reconocimiento y, por tanto, es obligada a dar un paso al costado.
En efecto, esto fue lo que sucedió, en cierto sentido, con Fernando Lugo. El mismo, fue investido como un líder carismático –con soporte legal, claro está-, pero una vez que su liderazgo dejó de ser visto como beneficioso para la comunidad, a través de un simulado juicio político, fue forzado a ceder su dominación.







Bibliografía
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Castells, Manuel (2009). Comunicación y Poder, Madrid, Alianza Editorial.
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Weber, Max (2014). Economía y Sociedad, México, Fondo de Cultura Económica.

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