La doctrina de la justicia en La República de Platón

June 14, 2017 | Autor: Alejandro Ledesma | Categoría: Law, Philosophy
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Voces: FILOSOFIA DEL DERECHO Título: La doctrina de la justicia en La República de Platón Autor: Ledesma, Alejandro Lionel Publicado en: La Ley Online; Cita Online: AR/DOC/4334/2013 Sumario: 1. Introducción. — 2. Platón y su obra. — 3. Discusión sobre la Justicia. — 4. Resumen. 1. Introducción En primer lugar se realizará una semblanza del filósofo Platón. Luego se podrá de relieve la influencia de su pensamiento. Por último, se definirá qué es la justicia según la doctrina de su diálogo la República. 2. Platón y su obra Platón nació en una familia noble, en Atenas en 429 ó 427 A.C., y falleció en la misma ciudad en 348 ó 347 A.C.. Llamado Aristocles fue apodado Platón - el de espaldas anchas -. Luego de dedicarse a la poesía se abocó a la filosofía. Siguió en un primer momento las enseñanzas del heracliteano (1) Cratilo. A los veinte años entró en contacto con Sócrates, quien influiría determinantemente en su pensamiento (2), tanto que en su boca puso gran parte de su doctrina (3). En el año 385 fundó la Academia, en la cual se enseñaba filosofía, como así también matemática, geometría y geología; puede ser considerada como la primera universidad del mundo. La Academia fue así llamada en honor al héroe Academo, por funcionar en el parque y gimnasio consagrado a él. Tuvo una larga existencia, más de 900 años, hasta que fue cerrada por orden del emperador Justiniano en el año 629 D.C. Entre sus alumnos estuvo el gran filósofo Aristóteles. Platón también participó, sin mucho éxito, en política, al intentar que sus ideas prosperaran en Sicilia. Fue tres veces a la isla, en la primera visita terminó como esclavo - bajo el gobierno de Dionisio I -, en la segunda fue desterrado y la tercera encarcelado, estas dos últimas bajo la regencia de Dionisio II. Por suerte, pese a los contratiempos, siempre pudo regresar a Atenas donde murió a la edad aproximada de 80 años. Fue uno de los filósofos que más influyó en la historia, quizás el que más. Además se interesó en las matemáticas, astronomía, física, sociología y política. Fue uno de los más grandes escritores de todos los tiempos; sobre el particular Adolfo Carpio afirma: "... Se ha dicho que la grandeza del arte griego reside en haber sabido armonizar de manera perfecta la claridad, la racionalidad y la seriedad, por un lado, con la imaginación, la pasión y el brillo, por el otro. En este sentido, Platón es el artista griego por excelencia; su estilo es perfecta combinación de prosa y poesía, con infinita variedad de modos, que van desde lo gracioso a lo suntuoso, del humor a la solemnidad, de lo cotidiano al entusiasmo más noble y al fervor religioso, del rigor lógico más exigente a las metáforas y alegorías más poéticas e imaginativas..."(4). Platón creó un nuevo género literario: el diálogo filosófico en prosa (5). El diálogo tiene la virtud de permitir discernir la evolución de los conceptos expuestos. Por suerte, sus obras han llegado en forma íntegra hasta nuestros días, por la labor de esmerados copistas y del azar. La República, libro sobre el que versará este artículo, es un diálogo de la adultez del filósofo, y, junto con el Fedón, el Fedro, el Banquete y el Menón, se considera por los historiadores como la doctrina tradicional donde se consolidan y exponen sus principales ideas filosóficas y políticas (6). Platón escribió la República aproximadamente a sus 40 años. Es uno de los diálogos en que más extensamente expone su doctrina sobre la justicia, considerada tanto en su faz social como individual. Además el texto desarrolla varias de las principales doctrinas del gran pensador: lo relacionado con la organización de la polis; las formas de gobierno; la educación; del mundo sensible y el inteligible; las virtudes; el mito de la caverna; la inmortalidad del alma y su destino final. 3. Discusión sobre la Justicia La República comienza cuando Sócrates junto con Glaucón, Adimanto, Nicerato y Polemarco van a la casa de este último. Allí se encontraron con Lisias, Eutidemo, Camántides, Clitofonte, Céfalo y Trasímaco (7). Ya en el lugar, Sócrates y el anciano Céfalo intercambiaban opiniones sobre la condición de la vejez y la utilidad de las riquezas. Céfalo sostiene que el mayor servicio que presta la riqueza es que ayuda a no engañar ni a mentir (8). A

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raíz de esta afirmación se desarrolla el tema principal del libro: qué debe entenderse por la justicia. Sócrates empieza a interrogar a sus interlocutores sobre qué es la justicia. Para Céfalo la justicia consiste en decir la verdad y en devolver a cada uno lo que hemos recibido de él (9). Luego opina Simónides, para quien consiste en hacer el bien a los amigos y devolver el mal a los enemigos (10), pero Sócrates refuta esta afirmación sosteniendo que no es propio de un hombre justo hacer daño ni siquiera al enemigo (11). La charla se desarrollaba en un tono amable hasta que interviene Trasímaco, hombre de carácter irascible. Luego de criticar a Sócrates imputándole que sólo se limitaba interrogar a otros sin aventurar él a decir qué era la justicia, Trasímaco afirma que en realidad la justicia no era otra cosa que lo que le convenía al más fuerte (12). El más fuerte en la polis era el gobierno, así la justicia consistiría en hacer lo más conveniente para el gobierno establecido (13). Sócrates refuta a su interlocutor sosteniendo que en realidad el gobernante que ejerce bien su tarea gobierna en beneficio de los gobernados y no de sí mismo. De este modo la justicia más que ser el beneficio para el gobernante lo sería para los gobernados (14). Sobre el final del primer libro Platón va adelantando que la justicia es una virtud del alma y que la injusticia un vicio (15). Que el hombre justo es feliz, que el injusto es desgraciado (16) y que nunca la injusticia es más ventajosa que la justicia (17). Dado la complejidad que presentaba la indagación sobre la naturaleza de la justicia, Sócrates propone un método de análisis consistente en descubrir primeramente cual es la naturaleza de la justicia en la ciudad para luego estudiarla en los individuos. Luego se vería las semejanzas que pudiera haber entre la justicia en la polis y en el hombre (18). Con el propósito indicado, Sócrates crea idealmente una ciudad justa, la Politeia (19). En primer término será necesario que cada habitante se ocupe de una sola función, de la que sea más capaz (20). Esta distribución del trabajo hace que la ciudad y sus ciudadanos sean más eficientes (21). En primer término, Platón prevé la existencia de varias ocupaciones para satisfacer las necesidades de la ciudad (22), como labradores, artesanos, albañiles, comerciantes, tejedores, zapateros, etc. Como necesariamente existirán guerras, habrá una clase que se dedique a estos menesteres: los guardianes. Han de tener la sagacidad para descubrir al enemigo y el valor y la fuerza para combatirlo (23). Deberán ser mansos con sus conciudadanos y ásperos con los enemigos, a semejanza de los buenos perros que son dóciles con los de su casa y duros con los extraños (24). El perfecto guardián necesariamente deberá ser una persona de virtudes extraordinarias, será "... filósofo, valeroso, ágil, y fuerte por naturaleza..."(25). Deberán ser educados en la gimnasia y en la música. Se los instruirá con fábulas, pero seleccionadas para evitar que historias "inmorales" contaminen su alma en la juventud (26). Se les enseñará que deben honrar a los dioses, a sus padres y apreciar de sobremanera la amistad (27). Platón propone censurar a poetas - como Hesíodo y Homero - cuando sus historias no sean convenientes para la educación del pueblo; sobre todo cuando caractericen "erróneamente" la naturaleza de dioses y héroes (28). Por supuesto que los guardianes no podrán darse a la embriaguez, a la molicie o a la pereza (29). A los guardianes también se los denomina auxiliares y ejecutores y obedecen las órdenes de quienes detentan el mando (30). Todavía quedaba pendiente determinar quién sería él o los gobernantes de la ciudad. Platón sostiene que los gobernantes habrán de ser los mejores entre los guardianes (31). Los gobernantes serán seleccionados rigurosamente. Desde niños se los estará observando, sometiéndolos a pruebas y sopesando su comportamiento (32). De jóvenes se los llevará a lugares donde presencien hechos terribles, después se los lanzará en medio de los placeres y se verá quienes se pueden dominar. Las pruebas serán sucesivas hasta la edad madura y los que demuestren ser dignos serán designados gobernantes (33). Los gobernantes deben ser difíciles de engañar (34) y sólo a ellos les será lícito mentir, mas sólo en beneficio de la ciudad, para engañar a los enemigos o ciudadanos (35). Para mantener elevada la moral de los gobernantes y guerreros Platón inventa una fábula, la cual se les relatará primero a los gobernantes, luego a los auxiliares y por fin al resto del pueblo. Se les dirá que la educación e instrucción que han recibido en realidad ha sido un sueño; y que ellos y lo que les pertenece ha sido formado en la tierra. Como consecuencia, cuando ataquen a su polis estarán atacando a su madre. Los que forman parte de la

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ciudad son hermanos, pero el dios que los formó hizo entrar oro en el alma de los gobernantes, plata en la de los auxiliares, y hierro y bronce en la de los labradores y artesanos. Más allá de esta división, como todos tienen un origen común es posible que de los que tienen alma de oro surja un descendiente de plata o de bronce; y de la plata o el hierro surgir un hijo que tenga alma de oro o de plata. Por lo tanto se deja abierta la posibilidad de movilidad social entre las distintas clases (36). Los gobernantes tienen la especial obligación de velar para que no lleguen a gobernar quienes tengan alma de hierro o bronce, aunque sean sus hijos, porque si ello ocurre será el fin de la ciudad (37). Los guardianes no tendrán nada que les pertenezca, excepto objetos de primera necesidad, nadie tendrá una casa o despensa que no puedan ser vistas por el pueblo. Los guardianes tendrán sólo bienes comunitarios, así no podrán distraerse de la administración pública atendiendo sus quehaceres privados (38). También tendrán comunidad en la posesión de las mujeres y en la procreación, teniendo esposas e hijos comunes (39). Se puede observar que los guardianes no son una clase arbitrariamente privilegiada, sino que tienen los beneficios y limitaciones necesarios para lograr el bienestar de la ciudad. Los gobernantes deberán evitar la riqueza y pobreza de la población, ya que la misma perjudica a las artes y a quienes las ejercen. La riqueza engendra la ociosidad y el afán de novedad, y la pobreza el afán de novedad, la vileza y el deseo de hacer el mal (40). En cuanto a la extensión de su República perfecta, Platón seguía el modelo de Ciudad Estado en el que se organizaban las polis griegas. Así aquella sería autosuficiente y sólo una (41). Se les inculcará a los niños una disciplina rigurosa, inclusive en los juegos, lo que los hará respetuosos de las leyes cuando sean mayores (42). También se debe enseñar a los más jóvenes reglas de conducta que impliquen un trato respetuoso con los mayores y en cuanto a reglas de urbanidad (43). Ya fundada la ciudad, Platón empieza directamente a considerar el tema de la justicia en la misma. Al ser la ciudad perfecta, por fuerza será "... prudente, valerosa, temperante y justa..."(44). Sócrates propone definir a la prudencia, valentía y temperancia y así sería más fácil descubrir la virtud que falta, es decir la justicia. La ciudad descripta es prudente cuando es acertada en sus deliberaciones, lo cual es una especie de ciencia (45). La prudencia reside en los menos numerosos de la ciudad, es decir en los gobernantes (46). El valor es la fuerza que preserva en todo momento "... el criterio justo y legítimo sobre las cosas que deben y las que no deben..."(47), esta virtud es propia de la clase de los guerreros. La templanza es una especie de armonía, es "... un orden que el hombre pone en ciertos placeres y pasiones y un dominio que ejerce sobre ellos..."(48). La templanza se encuentra extendida en toda la ciudad (49). Una vez definidas las otras virtudes se ocupa de la justicia, que "... consiste en hacer cada uno lo suyo y no ocuparse en muchas actividades..."(50), reside "... en asegurar a cada uno la posesión de su propio bien y el ejercicio de la actividad que le es propia..."(51). Por la justicia cada uno tiene que hacer lo que le corresponde. Será un crimen que pretenda gobernar una persona que no tiene las cualidades para ello. La injusticia es el mayor crimen contra la polis (52). La ciudad justa será aquella en la que cada uno cumple con la función que le es propia (53). Una vez determinado qué es la justicia en la ciudad, Platón pasa a analizar la justicia en el hombre. El hombre justo será semejante a la ciudad justa (54). Se denominó justa a la ciudad cuando cada una de sus clases cumplía con la función que le era propia, también se llamó a la ciudad temperante, valerosa y prudente en relación a ciertas "... disposiciones y cualidades correspondientes a esas mismas clases..."(55). Si en el alma del hombre se encuentran las partes que corresponden a las clases de la ciudad entonces aquel merecerá el mismo calificativo que ésta. A partir de los impulsos contradictorios que tiene el ser humano llega a la conclusión que el alma tiene diferentes partes (56). En un primer momento sostiene que el alma tiene dos partes, una, que denomina parte razonable y es la que discierne, y la parte irracional o concupiscente, que es aquella que desea y siente hambre y sed, que es presa de apetitos y se inclina hacia ciertos placeres y satisfacciones (57). Luego llega a la conclusión que existe una tercera parte del alma, la colérica, que es la que se irrita contra la parte concupiscente y por tanto es

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aliada de la parte racional. Por lo expuesto Platón considera que en el alma existen las mismas partes que en la ciudad y en igual número (58). La parte racional se corresponde con la de los gobernantes, la colérica con la de los auxiliares o guerreros y la concupiscente con la de los labradores y demás artesanos. El hombre será justo de la misma manera que la ciudad es justa. La ciudad es justa en la medida que cada una de sus clases o partes hagan lo que le corresponde, de la misma manera el hombre será justo si cada una de las partes del alma hace lo que le es propio (59). A la parte racional le corresponde mandar, a la parte colérica obedecer a la primera; y estas dos deberán gobernar a la concupiscente, la cual es naturalmente insaciable y que puede llegar a esclavizar al hombre si no se la controla. Si las partes del alma cumplen con sus funciones adecuadamente también el individuo será valeroso, prudente y templado, como lo será analógicamente la ciudad (60). La justicia es una virtud que no sólo se aplica a las acciones externas del hombre sino que se proyecta hacia su interior sin permitir que ningunas de las partes del alma haga otra cosa que no sea lo que le corresponde. Contrariamente, la injusticia es un vicio que provoca disensión entre las tres partes del alma, una usurpación de funciones de una u otra parte contra la que está destinada a gobernarla. La injusticia es el origen de la cobardía, imprudencia e intemperancia. La acción justa será aquella que mantenga o contribuya a lograr el estado perfecto del alma y será injusta la que procure destruirlo (61). Las buenas acciones contribuyen a que nazca en nosotros la virtud y las malas el vicio (62). La justicia es una especie de belleza o salud del alma, al existir una relación de subordinación conforme corresponde por naturaleza. Por el contrario la injusticia se emparenta con la fealdad y la enfermedad (63). La virtud es una sola, mientras el vicio es múltiple. Sólo se es justo de una manera e injusto se puede ser de muchas. Así la polis será justa cuando responda al modelo descrito ya sea gobernado por uno - monarquía - o por varios - aristocracia -, en cambio las formas corruptas de gobierno son varias - la timocracia, la oligarquía, la democracia y la tiranía (64). 4. Resumen De acuerdo a lo expuesto podemos destacar las siguientes conclusiones respecto de la doctrina de la justicia expuesta por Platón en su libro La República: 1) La justicia es una virtud que tiene tanto un aspecto social como individual. 2) En su faz social la justicia "... consiste en hacer cada uno lo suyo y no ocuparse en muchas actividades..."(65), reside "... en asegurar a cada uno la posesión de su propio bien y el ejercicio de la actividad que le es propia..."(66). 3) La ciudad justa será aquella en la que cada uno y cada clase social cumple con la función que le es propia. 4) En el alma existen las mismas partes que en la ciudad y en igual número. El hombre será justo de la misma manera que la ciudad es justa. 5) El hombre será justo si cada una de las partes del alma hace lo que le es propio. A la parte racional le corresponde mandar, a la parte colérica obedecer a la primera y estas dos deberán gobernar a la concupiscente. Si las partes del alma cumplen con sus funciones adecuadamente también el individuo será valeroso, prudente y templado, como lo será de la misma manera la ciudad. 6) La justicia no sólo se aplica a las acciones externas del hombre sino que se proyecta hacia su interior sin permitir que ningunas de las partes del alma haga otra cosa que no sea lo que le corresponde. Contrariamente, la injusticia es un vicio que provoca disensión entre las tres partes del alma, una usurpación de funciones de una u otra parte contra la que está destinada a gobernarla. La injusticia es el origen de la cobardía, imprudencia e intemperancia. 7) La justicia es una especie de belleza o salud del alma, al existir una relación de subordinación conforme corresponde por naturaleza. Por el contrario la injusticia se emparenta con la fealdad y la enfermedad. 8) Sólo se es justo de una manera e injusto se puede ser de muchas. (1) Seguidor del filósofo Heráclito.

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(2) Inclusive Néstor Cordero ha sostenido que "... Toda la filosofía de Platón es un intento de explicación y superación de la muerte de Sócrates ...", véase: CORDERO, Néstor Luis, La invención de la filosofía. Una Introducción a la filosofía antigua, (Biblos, Buenos Aires, 2008), p. 136.

(3) Tal es el caso del libro la República en el que el principal interlocutor y expositor de las tesis de Platón es Sócrates.

(4) CARPIO, Adolfo, Principios de Filosofía. Una introducción a su problemática, (Glauco, Buenos Aires, 1995), p. 80.

(5) CORDERO, Néstor Luis, op. cit., p. 137.

(6) Ídem, p. 139.

(7) Platón, República, traducción de Antonio Camarero, (Eudeba, Buenos Aires, 2007), 327 c y 328 b.

(8) Ídem, 331 b.

(9) Ídem, 331 c - d.

(10) Ídem, 332 d.

(11) Ídem, 335 d.

(12) Ídem, 338 c.

(13) Ídem, 338 e.

(14) Ídem, 346 d y 347 a.

(15) Ídem, 353 e.

(16) Ídem, 354 a.

(17) Ídem, 354 a.

(18) mÍdem, 369 a.

(19) Platón no describe una ciudad que haya existido sino un modelo, un ejemplo para quien quiera gobernar con justicia. En este sentido Platón, por boca de Sócrates, dijo "... Pero tal vez - repliqué - haya un modelo de esa

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ciudad en el cielo para el que quiere contemplarlo y gobernarse de acuerdo con él. Por lo demás, poco importa que esa ciudad exista o deba existir algún día..." (Ídem, 592 b).

(20) Ídem, 369 e y 370 a.

(21) Ídem, 370 b - c.

(22) La politeia es una ciudad austera, virtuosa, y por lo tanto no necesita de ciertas profesiones propias de ciudades "malsanas", ver ídem, 373 c.

(23) Ídem, 375 a.

(24) Ídem, 375 c - e.

(25) Ídem, 376 c.

(26) Ídem, 377 c.

(27) Ídem, 386 a.

(28) Ídem, 377 d - 383 a.

(29) Ídem, 398 d.

(30) Ídem, 414 b.

(31) Ídem, 412 c.

(32) Ídem, 413 c.

(33) Ídem, 413 d - 414 a.

(34) Ídem, 413 c.

(35) Ídem, 389 b.

(36) Platón quiere que gobiernen los mejores, más allá de su origen.

(37) Ídem, 414 d - 415 a.

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(38) Ídem, 416 d - 417 a.

(39) Ídem, 423 e - 424 a.

(40) Ídem, 421 e.

(41) Ídem, 423 c - d.

(42) Ídem, 424 e - 425 a.

(43) Ídem, 425 b.

(44) Ídem, 427 e. A estas virtudes también se las conoce como las virtudes cardinales.

(45) Ídem, 428 b.

(46) Ídem, 428 e - 429 a.

(47) Ídem, 430 b.

(48) Ídem, 430 e.

(49) Ídem, 432 a.

(50) Ídem, 433 b.

(51) Ídem, 434 a.

(52) Ídem, 434 c.

(53) Ibídem.

(54) Ídem, 435 b.

(55) Ídem, 435 d.

(56) A este respecto Platón brillantemente pregunta "... ¿Y no te parece que si en alguna ocasión hay en ella algo que la retiene cuando tiene sed, será porque también habrá en ella algo diferente de lo que excitaba su sed y la

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impulsaba como a una bestia a beber? Porque, como lo hemos reconocido, una misma cosa no puede producir al mismo tiempo efectos contrarios en la misma parte de sí con respecto al mismo objeto..." (ídem, 439 a - b).

(57) Ídem, 439 d.

(58) Ídem, 441 c.

(59) Ídem, 441 e.

(60) Ídem, 442 b - d.

(61) Ídem, 443 e.

(62) Ídem, 414 e.

(63) Ídem, 414 e.

(64) Sobre las formas de gobierno en Platón se puede consultar BOBBIO, Norberto, La teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento político, (Fondo de Cultura Económica, México, 1996), pp. 21 - 32.

(65) Platón, op. cit., 433 b.

(66) Ídem, 434 a.

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