La divulgación del conocimiento bibliotecológico para la construcción de ciudadanía

July 17, 2017 | Autor: Verónica Araiza Díaz | Categoría: Ciudadanía, Bibliotecología y Ciencias de la Información
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Descripción

XLVI Jornadas Mexicanas de Biblioteconomía Pachuca de Soto, mayo de 2015

La divulgación del conocimiento bibliotecológico para la construcción de ciudadanía Verónica Araiza Díaz1

Introducción

Se ha hablado mucho de la importancia del rol social del bibliotecólogo en tanto mediador entre la información y la sociedad, lo que pone el acento en la práctica bibliotecaria como tal. También se ha apuntado la significación del bibliotecario y de las unidades de información en la formación ciudadana (Ríos, 2013), dado que supone que una población educada e informada es más justa y democrática. Esto adquiere una exigencia mayor en el contexto de la sociedad de la información toda vez que ella ha implicado (entre otras cosas): 1) crecimiento exponencial, diversificación y especialización de la información de distinta índole, 2) sofisticación de las tecnologías de procesamiento de información, lo que a su vez ha permitido un mayor y más eficiente flujo de la misma, 3) incremento y especificidad de las necesidades de información, y 4) una ciudadanía más activa y participativa2. Ahora bien, en este contexto el rol del bibliotecólogo no sólo debe pensarse como servidor social, sino también como científico; por ello sostenemos que la divulgación del conocimiento bibliotecológico puede aportar mucho a la construcción ciudadana, debido a que esa ciudadanía activa no sólo demanda información sino conocimiento sobre distintas cuestiones para resolver problemas

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Profesora de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM y estudiante del Doctorado en Bibliotecología y Estudios de la Información, UNAM. 2 Lo que quiere decir que, a partir del uso de las TIC’s, de Internet y más específicamente por las características de la web 2.0 cuya cualidad principal es la interactividad, la ciudadanía ha adquirido más responsabilidad en distintos ámbitos de la vida y sus demandas son más complejas. De ahí la idea de ciudadanía 2.0.

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en su vida cotidiana, en la cual todo individuo utiliza información, la que requiere de una gestión adecuada para poder ser aprovechada oportunamente.

Sociedad actual y ciudadanía 2.0 Existen varias formas de denominar a esta era de la información, ellas tienen que ver con el valor estratégico de la información y el conocimiento -en términos económicos, políticos, sociales, culturales, etc.-, con el aumento de la participación de la gente en distintos procesos, con la digitalización de la información, con el uso de tecnologías de información y comunicación (TIC’s) y con la conformación de redes sociotécnicas (Castells, 2008; Lash, 2005). Así, se habla de sociedad de la información/conocimiento, capitalismo cognitivo, sociedad de la participación, sociedad digital o sociedad red. Todas estas son características fundamentales del mundo en que vivimos y significan una transformación social de gran envergadura que incluso implica la ruptura de ciertos paradigmas con respecto del mundo moderno en los ámbitos filosófico, político, social, etc. Lo que aquí nos interesa son los cambios relacionados con la ciudadanía, que en -términos generales- ha propiciado el paso de un modelo de relación Estado-ciudadano a uno de ciudadanos entre sí (y con el Estado como uno más de los interlocutores). Esto se debe por un lado al desmantelamiento del Estado de Bienestar y la reconfiguración del capitalismo en su modalidad neoliberal y global (Castells, 2008); y por el otro lado a que la incorporación de las TIC’s en distintos ámbitos de la vida ha dado más autonomía3 a los ciudadanos, en lo que hace a la información y el conocimiento, y ha posibilitado la creación de redes sociopolíticas. Así pues, hoy se habla de ciudadanía digital (o ciudadanía 2.0) para referirse a los usos políticos de Internet, más precisamente a: 1) la defensa de los derechos, 2) la relación con la administración pública, 3) la participación política institucional, y 4) activismo político (Robles, 2009, p.55). Consideramos que es necesario agregar a esta definición muchas otras prácticas colectivas (para las cuales se utilizan TIC’s) que realizan las personas para resolver problemas 3

Autonomía significaría mayor capacidad de acción e involucramiento en la toma de decisiones.

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concretos al interior de sus comunidades; con ello queremos decir que la noción de ciudadanía en el mundo actual no debe ser concebida únicamente en función de la relación con el Estado o a partir de acciones abiertamente políticas o ideológicas sino que en última instancia ella tiene que ver con la búsqueda del bien común y la defensa de los recursos comunes (materiales e inmateriales). Por ello entendemos que las claves del mundo actual y de la ciudadanía 2.0 son la participación, la colaboración, la inteligencia colectiva y la horizontalidad; todos ellos son a su vez elementos fundamentales de la cultura digital (libre) en tanto que sistema sociotécnico cultural complejo, conformado por comunidades, símbolos y tecnologías (Medina, 2007). Todo ello implicaría una ciudadanía proactiva y dinámica, ante la cual el trabajo de los profesionales y de los científicos debe estar a la altura.

El conocimiento bibliotecológico y su importancia social Podemos decir que hay una convención en que la bibliotecología estudia la información contenida en un soporte, la cual se inserta en un proceso que abarca producción, selección-adquisición, organización, diseminación y formación de usuarios de la misma. De manera más amplia: La ciencia bibliotecológica y de la información estudia la información y su relación con la sociedad, desde diversos enfoques como la organización de la información y el desarrollo de colecciones en diversos soportes; las conductas y las necesidades de la información; las aplicaciones de las tecnologías de información y comunicación para los servicios y productos de información; los sistemas de información; la información en las sociedades del pasado y del presente, etc. Con esas bases fundamenta una prospectiva para planear los sistemas y servicios de información y diseminación de contenidos, y estudia a las sociedades contemporáneas en sus relaciones con la información y los grupos de usuarios correspondientes a diversos sectores sociales (Almada, 2012, p. 5). Independientemente de la discusión aún abierta sobre el objeto de estudio de la bibliotecología, las líneas de investigación de nuestra disciplina tienen que ver con uno o varios aspectos de ese universo. Así, se crea conocimiento teórico (prescriptivo) sobre ellos, los cuales forman parte de la práctica bibliotecaria, orientada a resolver las necesidades de información de los usuarios; a su vez, se 3

produce conocimiento metateórico sobre cuestiones más abstractas de la ciencia de la información, que pretende explicar los fenómenos considerados de orden bibliotecológico (Ríos, 2008). Ambos tendrían importancia social en función de que -en principio- todo trabajo científico debe estar orientado a resolver problemas de la sociedad en su conjunto, pero evidentemente es más palpable el impacto de los conocimientos prácticos, sobre todo en las ciencias sociales que de por sí adolecen de una cierta invisibilidad de cara al ciudadano común. Para este caso, nos centramos en el conocimiento práctico de nuestra disciplina pues es -en principio- el de más utilidad social, toda vez que los problemas empíricos de la bibliotecología se derivan precisamente de las necesidades sociales, pero que implica conductas/acciones ordenadas y con fines específicos (Ríos, 2008). Dicho de manera sencilla, este conocimiento se traduce en una sistematización de la información, muy conveniente en una era en que la información y el conocimiento son estratégicos. En tal sentido, de la mano de Melucci (2001, p. 57) podemos afirmar que en esta era el poder/contrapoder se ejerce por medio del control de los códigos que fundan y dan sentido a la información/comunicación, los cuales pueden ser de orden lingüístico, informático, comunicacional o bibliotecológico. Por lo anterior, consideramos que el conocimiento prescriptivo de nuestra disciplina es susceptible de ser popularizado, ya que forma parte precisamente de los códigos que permiten entender, vivir y transitar este mundo que hoy está determinado por un orden informacional (Lash, 2005). Así, los códigos bibliotecológicos de la información se entenderían como el know how que tienen los profesionales de la información y que ponen en práctica a gran escala (nacional, local, institucional) y que se circunscriben a: 1) el diseño de políticas de información (que determinan -entre otras cosas- la selección y adquisición), 2) la organización de los documentos (catalogación, clasificación y normalización) para que ellos puedan ser recuperados, y 3) la diseminación (a través de oferta de servicios de información orientados a garantizar el acceso).

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Estos códigos son aptos para ser transferidos a los ciudadanos para que éstos los incorporen en sus prácticas cotidianas.

Divulgación científica y construcción de ciudadanía Podemos decir que la divulgación o popularización de ciencia es parte de la comunicación científica pero no entre miembros de las comunidades de conocimiento sino de ellos frente a la sociedad. Se trata de adoptar discursos sobre teorías y hallazgos que sean comprensibles para todo público. La función de la divulgación sería entonces, por un lado, hacer comprender a la sociedad la importancia del quehacer científico y con ello darle legitimidad, y por el otro, permitir que las personas hagan suyo ese conocimiento para mejorar su vida o por el simple goce que implica entender el mundo en que se vive. Existen diversos medios de divulgación científica, tales como prensa común, revistas dedicadas exclusivamente a ello, medios audiovisuales o sitios de Internet. Se dice que la divulgación debe ser echa para públicos específicos: niños, adolescentes, adultos, grupos minoritarios o a partir del nivel de escolaridad. Suele asociarse la divulgación con el conocimiento de las ciencias duras, pero las ciencias sociales también tienen la obligación de hacer esta tarea, toda vez que ella implica la democratización de la ciencia en un sentido amplio. Es decir, en general -por lo menos en el caso de México- la mayor parte de la investigación científica (de todas las áreas del conocimiento) es realizada en instituciones públicas, lo que significa que es financiada por los contribuyentes; en ese sentido, lo menos que pueden hacer los y las investigadoras es rendir cuentas a la ciudadanía, para lo cual deben utilizar un lenguaje adecuado para cada sector de la población al que vaya dirigida y al mismo tiempo debe ser adaptada a las necesidades de ella para que le sea útil. La divulgación entonces debe ser pertinente en cuanto a los temas que le importen al público, le afecten y tengan relación con su contexto específico, y que “la traducción del lenguaje esotérico propio de la ciencia sea accesible a la estructura cognitiva del público” (Olmedo, 2011, p. 137). 5

Una cuestión primordial, en términos de información y conocimiento en general, y de divulgación en particular, es que finalmente hablamos de comunicación o mediación (entre los científicos y la sociedad). Podemos decir que las mediaciones son elementos esenciales para todas las sociedades, el lenguaje mismo es una mediación, y han cambiado a lo largo de la historia. En el contexto actual, de la era de la información y la posmodernidad la comunicación/mediación se convierte en un fin en sí mismo4, de ahí la necesidad de pensarla conforme al mundo en que vivimos, uno en el que la ciudadanía ha adquirido, no sólo herramientas más complejas de procesamiento de información (TIC’s), sino un papel más activo y participativo. Así, “no sólo están cambiando la comunicación de masas, sino también los modos de mediar entre la administración y los ciudadanos, así como las características de los mediadores que pueden cumplir eficazmente esta función” (Bernete, 2012, p. 172). En este sentido, el bibliotecólogo tendría un papel de doble mediador, uno como científico (divulgador) y otro como profesional que se encarga de hacer llegar todo tipo de información a la ciudadanía. Otro punto importante cuando hablamos de información y conocimiento (como parte de la divulgación) es la apropiación que va completamente de la mano del concepto de mediación que ya hemos referido. Así, entendemos, con Almeida (2009) que la mediación es todo acto de interferencia del profesional de la información que promueva la apropiación de la información que cumpla total o parcialmente una necesidad de información, con lo que la mediación bibliotecaria estaría dada en cualquier punto del proceso informativo Lo que quiere decir que no se trata de un modelo lineal y pasivo de comunicación, sino que implica una acción por parte del usuario, receptor o destinatario, el cual no sólo recibe información (de divulgación de la ciencia) sino que tiene la posibilidad y capacidad de apropiarse de ella para hacer el uso que le convenga, ya sea para resolver sus problemas cotidianos o para intervenir en la toma de decisiones en los grupos a los que pertenezca y en su relación con el Estado. 4

Recordemos, con McLuhan, que “el medio es el mensaje” porque el discurso está contenido en el medio.

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A partir de lo anterior, podemos identificar un nivel superior o una etapa posterior a la divulgación que sería la alfabetización científica, la cual tiene todo que ver con la apropiación de la información/conocimiento y que, de acuerdo con Negrete (2008, p. 29) se define como el conocimiento que uno requiere para comprender los asuntos públicos relacionados con un campo determinado. Actualmente, a manera de ejemplo, podemos reconocer de forma muy clara en nuestro país un asunto público que tiene que ver con la disciplina bibliotecológica y es el derecho de acceso a la información, el cual -dicho sin rodeos- no se puede garantizar sin la organización de los archivos. Sobra decir que, esta cuestión es de altísimo interés público toda vez que dicho acceso hoy es -al menos en el idealcondición insoslayable del ejercicio ciudadano.

Conclusiones De las ideas anteriores, podemos concluir que es necesario hacer notar el valor social del conocimiento bibliotecológico en el contexto actual, en el cual no sólo debemos pensar como profesionales cuya labor está orientada a resolver problemas y necesidades de la ciudadanía, sino que ésta -o al menos una parte de ella- ha ganado tal autonomía que en todo caso habría que mostrarle cómo resolver sus asuntos de orden informativo. Aquí hemos propuesto que una manera de hacerlo sería a través de la divulgación del conocimiento bibliotecológico, para -si se puede- alcanzar un cierto grado de alfabetización científica en materia bibliotecológica. Ello tendría un doble beneficio: en primer orden para la sociedad pues ello contribuiría a una mayor agencia de los individuos pues conocimiento es empoderamiento; en segundo término favorecería a nuestra disciplina el reconocimiento (de utilidad) de nuestros saberes para la vida cotidiana individual y colectivamente, lo que sin duda es un tema sensible para los bibliotecarios ya que a pesar de nuestra vocación (gusto) por el servicio siempre quedamos con la impresión de que no se valoran lo suficiente nuestro trabajo y conocimientos. En todo caso restaría pensar en distintas estrategias de divulgación, ponernos creativos para difundir nuestro quehacer teórico-práctico a distintos 7

sectores de la población. El reto entonces sería pensar como científicos que se proponen explicar para qué sirve la bibliotecología y qué herramientas de esa disciplina sirven para mejorar la calidad de vida de las personas; de entrada la justificación fundamental de tal empresa es partir de que la vida, para vivirse, se gestiona, pues en el transcurrir de la existencia hay producción, adquisición, almacenamiento, organización, procesamiento e intercambio de información y conocimiento.

Referencias

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Negrete Yankelevich, A. (2008). La divulgación de la ciencia a través de formas narrativas. México: UNAM. Olmedo Estrada, J.C. (2011). Educación y divulgación de la ciencia: Tendiendo puentes hacia la alfabetización científica. Revista Eureka sobre Enseñanza y Divulgación de la Ciencia. 8 (2), 137-149 p. Ríos Ortega, J. (2013). El acceso abierto a la información y la formación ciudadana. En Morales Campos, E. (coord.) Regulaciones que impactan la infodiversidad y el acceso abierto a la información en la sociedad global y multicultural. México: UNAM-IIBI. Ríos Ortega, J. (2008). La bibliotecología como disciplina. Didáctica de la bibliotecología: Teoría y principios desde la enseñanza de la ciencia, México: UNAM-CUIB. Robles, J. M. (2009). Ciudadanía digital. Una introducción a un nuevo concepto ciudadano. Barcelona: Editorial UOC. 119 p.

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