La divulgación de las ciencias a través de los medios y la literatura de ficción

September 9, 2017 | Autor: Ricardo Mansilla | Categoría: Science Fiction, Divulgation of science
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Descripción

La divulgación de las ciencias a través de los medios y la literatura de ficción

Ricardo Mansilla Corona*

Introducción

Probablemente el mayor regalo que le hizo Prometeo a la humanidad no fue el fuego, sino la información. Como puede leerse en la obra de Esquilo, Prometeo encadenado (Weir Smyth, 1926): 1 Sí, y los números también Lo más principal de las ciencias Yo los inventé para ellas Y las combinaciones de letras Madre creativa de las artes de las Musas Con las cuales tener todas las cosas en la memoria.

Guardar información, sacar conclusiones adecuadas de ella y utilizar estas últimas a favor nuestro, forma parte del quehacer de nuestra civilización desde tiempos remotos. De igual forma, ha influido en la concepción y desarrollo de algunas áreas científicas. Ann Blair, una especialista en estudios culturales de la Europa Antigua afirma * Doctor en matemáticas. Investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, unam. 1 La traducción es responsabilidad del autor de este capítulo.

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que la botánica surgió como respuesta a una sobrecarga informativa (Blair, 2010). Este último concepto se ha definido por vez primera en la edición del 2009 del Oxford English Dictionary como sigue: apatía, indiferencia o agotamiento mental que surge de la exposición a demasiada información. O también como el estrés inducido por los intentos de asimilar una cantidad excesiva de información proveniente de los medios masivos, internet, etc.2 David Foster Wallace la ha definido nítidamente como el tsunami de hechos disponibles, contextos y perspectivas que constituyen nuestro Ruido Total (Wallace, 2012). Según la mitología griega Prometeo regaló a su hermano Epimeteo una caja donde estaban encerrados todos los males del mundo. Fue Pandora, esposa de este último, quien no pudo vencer su curiosidad y abriendo la caja los dejo escapar a todos. De igual forma, la indagación original por la búsqueda del conocimiento abrió una esclusa de la que brota una cantidad enorme de información, que pone al eventual consumidor de la misma en la disyuntiva de elegir y sacrificar contenidos, dada la limitación de tiempo disponible. Esa brecha de insatisfacción se ha vuelto mayor en nuestros tiempos, donde la extraordinaria capacidad de almacenamiento alcanzada por las computadoras, la ubicuidad de los medios masivos de comunicación y la preeminencia de la Internet nos abruman con un caudal de datos de todo tipo, rindiendo nuestras posibilidades de atención a asimilar meros retazos del enorme tejido informativo. En esta ecología de objetos culturales, la sobrevivencia depende del atractivo.3 Entran aquí a jugar un papel relevante los medios económicos que garantizan el adecuado maquillaje de estos memes. Así, larguísimas telenovelas, que se enroscan cual anacondas amazónicas le ganan la batalla a contenidos más serios. Una polarización excesiLa traducción es responsabilidad del autor de este capítulo. No confundir atractivo con pertinencia. Vivimos en una era de apología al narcisismo, oportuno contrapeso al anonimato que inflingen nuestras sociedades a sus miembros. En este contexto exhibicionista, Facebook y Twitter son los espejos más conocidos. Pero no los únicos. La construcción de “líderes de opinión” a partir de “figuras públicas” genera una notable contribución al Ruido Total de D. F. Wallace. De esta forma, deviene sensato convertir en canon la opinión de un Premio Nobel de Literatura sobre un conflicto armado que discurre a miles de kilómetros de su residencia, o tomar en cuenta la opinión de una frívola socialité acerca del manejo de la crisis generada por un tsunami en el Pacífico asiático. 2 3

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va y distorsionadora en la formación de valores, que asocia el éxito con el nivel económico alcanzado, promueve como paradigmas a estrellas de rock, artistas de tv, etc., en detrimento del reconocimiento social que científicos y otros pensadores sin duda merecen. Las grandes perdedoras en esta batalla son las ciencias.4 La inadecuada presentación de las mismas en los sistemas educativos, la poca visibilidad que reciben en los medio masivos y el escaso reconocimiento social de sus protagonistas las convierten en un castigo más que en una satisfacción para las nuevas generaciones de ciudadanos, que son los que más expuestos quedan a ellas en las diferentes etapas del proceso de enseñanza. La tarea de divulgarlas entre los diferentes sectores poblacionales pasa por mostrarlas atractivas, con la capacidad de competir por un trozo razonable de la sobrecarga informativa a la cual todos estamos expuestos. En este trabajo, pretendemos mostrar algunos ejemplos, los cuales incluyen la experiencia personal del autor de este capítulo, que ilustran vías de divulgación del hecho científico por medio de la literatura de ficción y los dibujos animados. Nos permitimos introducir aquí el concepto de ficción responsable para clasificarlos. Entenderemos por ficción responsable cualquier acto narrativo donde la historia contada discurra sin desacato al conocimiento científico admitido en la época de su producción. Podemos desafiar las leyes humanas, pero no podemos resistirnos a las naturales Jules Verne

Jules Gabriel Verne nació el 8 de febrero de 1828 en Nantes, Francia.5 Su padre era un abogado que hizo grandes esfuerzos para que su hijo 4 El propio concepto de “divulgación de las ciencias” implica que el proceso de apropiación por parte de la sociedad del conocimiento científico discurre con resistencias y sobresaltos. 5 Su casa natal se encontraba en una isla artificial sobre el río Loira, donde su abuela materna, Sophie Allotte de la Fuÿe, tenía una residencia. Ver (Butcher, 2006: 5-6).

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le siguiera los pasos. En 1834, Jules fue enviado a un colegio de internado6 como primera etapa de su formación que culminaría con la obtención de un título en leyes por la Universidad de París en 1851. A la edad de 11 años, Jules se alistó como grumete en la nave Coralia que partiría a América desde el puerto de Paimboeuf. La cándida intención de Jules era regresar de su viaje con un collar de corales para su prima Carolina, de la cual estaba enamorado por entonces7 y por la cual no fue correspondido. Su padre logró abortar la aventura y le exigió que “a partir de ese momento sus viajes fueran solo imaginarios”. Nadie pudo prever la precisión con la que cumplió este mandato. La relación de Jules con la intelectualidad y la alta sociedad parisina se inicia de la mano de su tío Francisque de Chatêaubourg, quien lo introduce en los salones literarios,8 lugares de reunión muy comunes de la intelectualidad en la época. En uno de estos salones, conoce en 1849 a Alejandro Dumas (hijo) (Evans, 1988), quien por intermedio de su padre y su propia autoridad literaria lo ayuda a integrarse en la vida intelectual parisiense. 6 El padre de Jules no podía adivinar que con esta acción comenzaría el alejamiento de su hijo de la carrera de abogado y el inicio de su interés por los viajes de navegación y aventuras. Mme. Sambin, quien fue profesora de Jules en esta escuela, les contaba a sus alumnos la historia de que su esposo había desaparecido en el mar y que ella esperaba que un día regresara como un Robinson Crusoe. Ver (Fuÿe, 1956). 7 La vida de Jules Verne estuvo matizada por varios desencantos amorosos. Su prima Carolina, inspiradora de su fuga de casa y de quien estuvo por algún tiempo enamorado, terminó casándose con Émile Dezaunay, un hombre un poco mayor que ella con quien tuvo 5 hijos. Más adelante, habiendo terminado su primer año de la carrera de leyes, conoció en Nantes a Rose Herminie Arnaud Grossetière de quien también se enamoró. Finalmente, la joven fue obligada por su familia a desposar a un rico terrateniente llamado Armand Terrien. Estos incidentes parecen haber marcado permanentemente al autor y sus obras pues en sus novelas se observa un número significativo de mujeres jóvenes casadas contra su voluntad (Gérand en Maestro Zacarias, Sava en Matias Sandorf, Ellen en La ciudad flotante). Ver (Martin, 1973). 8 Las reuniones de salón tuvieron su origen en Italia en el siglo xvi y florecieron en Francia durante los siglos xvii y xviii. En las mismas se discutían no sólo temas de literatura sino también de ciencias. En uno de estos salones, cuyo anfitrión era el matemático francés M. Mersenne, fue donde A. Gombaud, también conocido como Caballero de la Méré planteó por primera vez el problema que dio inicio al desarrollo de la teoría de las probabilidades. Ver (Mansilla, 2013).

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Así, en 1851, conoce a P.M.F. Chevalier, editor en jefe de la revista Museo de Familia, una publicación fundada en 1833 por E. de Girardin y que tenía a escritores de la talla de A. Dumas, T. Gautier y H. Balzac como contribuyentes más notables. A esta publicación, Verne entregó la narración de aventuras El primer barco de la Armada Mexicana (Lottmann, 1966: 37) historia que narra un motín en dos naves españolas. En la narración, los jefes de la revuelta intentan vender los barcos al gobierno mexicano. Por tal motivo, arriban al puerto de Acapulco e inician un viaje hacia la Ciudad de México que tendrá funestas consecuencias para ellos.9 Pero sin duda alguna, la persona más influyente en la formación de su fama literaria fue el editor y publicista francés P.J. Hetzel. Este abogado había fundado una casa editorial en 1837, y tenía entre sus clientes más famosos a H. Balzac, V. Hugo y E. Zola. Hetzel tenía planeado en 1862 el lanzamiento de una revista donde el entretenimiento de ficción se combinara con la educación científica. Conocía de Verne su inclinación por las historias de ficción con una escrupulosa fundamentación de los hechos narrados desde el punto de vista de las ciencias.10 Por esta razón, le invitó a participar en el proyecto. Jules le ofreció el relato Cinco semanas en globo, el cual fue publicado en 1863 en la Revista de Educación y Recreación, que era el nombre de la publicación. La fuente básica del conocimiento de Jules eran sus lecturas. En una entrevista concedida al periodista R.H. Sherard del McClure’s Magazine, en enero de 1894, Verne comenta: 11 La historia también es conocida como Un drama en México. Un lector sagaz podría preguntarse cómo Hetzel podía estar al tanto de las proclividades de Verne por la adecuada fundamentación científica de sus relatos. Cabe recordar al respecto que además de El primer barco de la Armada Mexicana, Verne había publicado la historia Un viaje en globo en la revista Museo de Familia el propio año de 1851. Por otra parte, en aquella época, Verne pasaba mucho tiempo en la Biblioteca Nacional de Francia, alimentando su pasión por la ciencia y los descubrimientos científicos recientes, en especial en la geografía. Fue en este periodo donde Verne conoce al ilustre geógrafo y explorador Jacques Arago, el cual había continuado viajando extensamente a pesar de su ceguera (había perdido la vista por completo en 1837). Los dos hombres se convirtieron en buenos amigos, y Arago le cuenta a Verne sobre sus viajes, lo cual llevó a este último al desarrollo de una especie nueva de la literatura: la literatura de viajes. Ver Dekiss y Dehs (1999: 30-31). 11 La traducción es responsabilidad del autor de este capítulo. 9

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Puedo decir que nunca he estudiado ciencias, aunque en el curso de mis lecturas he recogido una gran cantidad de notas que me parecieron útiles. Puedo decirte que soy un gran lector, y que siempre leo con un lápiz en la mano. Siempre llevo un cuaderno conmigo y anoto inmediatamente, cualquier cosa que pueda ser de utilidad en mis libros.

No obstante, es conocida la amistad de Jules con el fotógrafo Félix Nadar.12 Este último le fue presentado a Verne por el propio Hetzel. Nadar era aficionado de la construcción de globos aerostáticos y un firme convencido de que objetos más pesados que el aire poblarían los espacios del planeta en el futuro. Aún cuando no se puede asegurar que Nadar haya contribuido con alguna idea al relato Cinco semanas en globo, es un hecho conocido que le presentó a Verne su círculo de amigos científicos.13 Verne obtuvo de Hetzel un contrato de larga duración que lo obligaba a entregar tres textos al año (J. Jules-Verne, 1976: 56-57). En el año 1864, publicó en esta revista Las aventuras del capitán Hatteras. A partir de ese momento, la obra de Verne comenzó a ganar un reconocimiento que desbordó las fronteras de Francia. Ya en 1976, era el escritor más traducido de la historia después de A. Christie.14 En cada una de las obras de Verne, constatamos una meticulosa observancia de la ficción responsable. Más aún, el autor dedica un espacio notable dentro de todas sus novelas para explicar los hechos científicos que sostienen su relato. Lo hace de forma amena y no forzada, logrando que la apropiación de los mismos sea esencial en el seguimiento y disfrute de la trama. Por ejemplo, en la novela De la Tierra a la Luna, Verne describe con cuidadoso detalle muchos aspectos técnicos y científicos del eventual lanzamiento de un proyectil al espacio. La velocidad necesaria para que un proyectil logre vencer la gravedad terrestre 12 Félix Nadar es el seudónimo del fotógrafo, periodista, caricaturista y novelista Gaspard-Félix Tournachon. 13 No obstante, existe bastante evidencia de que fue el inspirador del personaje Michael Ardan en la novela de Verne De la Tierra a la Luna. 14 Unesco. .

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es conocida como velocidad de escape. Verne le dice a sus lectores correctamente que la misma era aproximadamente de 11 km/s. Sólo para poner este número en perspectiva, vale mencionar que la velocidad de las naves Apolo luego del encendido de la sección sivb del Saturno v que era su cohete portador era de 10.83 kms/seg. Existe un punto en la trayectoria de una nave que viaje entre la Tierra y la Luna donde las gravedades de estos dos cuerpos se igualan y ocurre el fenómeno de ingravidez, el cual fue muy bien descrito por Verne en esta novela. Por último, queremos señalar que la fuerza necesaria para escapar de la gravedad terrestre se consigue en la novela por medio de introducir la nave en un cañón, cuyas dimensiones y propiedades fueron cuidadosamente descritas en total apego al conocimiento científico de la época. Debido a este cuidadoso tratamiento de los hechos científicos que sostienen la trama, se han producido muchas coincidencias con hechos reales a un siglo de distancia. En la novela, los promotores del lanzamiento eran unos entusiastas de las armas que al final de la Guerra de Secesión deciden construir un cañón para lanzar proyectiles a la Luna. Consideraron al menos 12 sitios para el lanzamiento entre Texas y Florida. Es notable que este último estado es el seleccionado en la novela de Verne. En los vuelos de la nasa, cien años más tarde, se consideraron 7 sitios para los lanzamientos entre Texas y Florida nuevamente. Notemos que los vuelos de los Apolo, eran lanzados desde Cabo Cañaveral en Florida, pero monitoreados y rastreados desde Houston, Texas. Entre las razones para seleccionar el sitio de lanzamiento, se requería una latitud menor a los 28 grados (un hecho científico pródigamente discutido dentro de la trama) y un buen acceso al mar, hecho que describe Verne en su novela. Eso lo tiene justamente Cabo Cañaveral. La nave de Verne fue lanzada en diciembre, desde los de 27 grados y siete minutos de latitud norte y los 82 grados y nueve minutos de longitud oeste. Luego de un viaje de 242 horas con 31 minutos, incluyendo 48 horas en órbita lunar, la nave espacial cae en el Océano Pacífico a 20 grados 7 minutos latitud norte y 118 grados 39 minutos latitud oeste, siendo rescatada por el buque naval de la Marina “Susquehanna”.

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La tripulación del Apolo viii fue lanzada al espacio cien años después, desde los 28 grados y 27 minutos de latitud norte y los 80 grados y 36 minutos de longitud oeste (a apenas 213 kms del sitio de Verne). Luego de un viaje de 147 horas y un minuto, incluyendo 20 horas y 10 minutos de órbita lunar, la nave espacial amariza en el Océano Pacífico a 8 grados 10 minutos latitud norte y 165 grados 0 minutos longitud oeste y es recuperada por el buque de la Marina de Estados Unidos “Hornet”. Hechos como éste han justificado la fama de visionario que ostenta Verne. Vale la pena señalar que sus acertadas visiones son producto del apego de sus relatos a los datos que las ciencias podían aportar en su época. Otra de las novelas de Verne, notable por sus visiones y la cuidadosa argumentación científica de la trama es Los quinientos millones de la Begún,15 del año 1879. En la misma, el autor se adelanta casi por cien años a las armas de destrucción masiva, a los misiles balísticos intercontinentales y al propio ambiente paralizante de la Guerra Fría. En la novela, dos herederos de una enorme fortuna, el francés Dr. Sarrasin y el alemán Dr. Schultze, deciden invertir los recursos heredados en proyectos antagónicos. El primero dedica su fortuna a construir en Oregon (Estados Unidos) France-Ville, una utópica y moderna ciudad, caracterizada por la limpieza, la ausencia de enfermedades, dotada de los más modernos medios de comunicación. El segundo construye una ciudad fortaleza, que bautiza como Stahlstadt, la ciudad del acero, en cuyas fundiciones se producen todo tipo de armas para cualquier país o potencia que pueda pagarlas. La beligerancia que Dr. Schultze manifiesta hacia el proyecto del Dr. Sarrasin atemoriza no sin razón a los habitantes de FranceVille. Los poderosos cañones producidos en Stahlstadt y los proyectiles rellenos de anhídrido carbónico podrían hacer desaparecer de la faz de la Tierra el proyecto del Dr. Sarrasin. 15 También conocida como los Quinientos millones de la princesa india. La idea original no es de Verne sino del escritor André Laurie, quien vendió sus derechos en 1,500 francos a los editores de Verne, la obra terminó siendo revisada y totalmente rescrita por este último.

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Verne es muy minucioso en los detalles físicos del lanzamiento de los proyectiles en esta novela. En particular, los aspectos referidos al ángulo de lanzamiento y la consideración de la fricción de los proyectiles con las diferentes capas de la atmosfera por donde estos misiles deberían viajar y en las cuales se tienen densidades variables. También llaman la atención los detalles del funcionamiento de los proyectiles de anhídrido carbónico uno de los cuales termina matando por un descuido al Dr. Schultze. Buena parte del placer que produce la lectura de los libros de Verne reside en la cuidadosa articulación del hecho científico dentro de la trama. Con su obra ha transmitido a muchas generaciones de jóvenes el amor por las ciencias y la investigación a través de relatos que mezclan en adecuada armonía las situaciones de aventuras y los hechos científicos. Como nos dice Michael Crichton, lo que Verne hace en cada uno de sus libros es contarnos una aventura fantástica con verosimilitud.16

El mayor reto que tiene que afrontar la humanidad es el reto de distinguir la realidad de la fantasía, la verdad de la propaganda Michael Crichton

John Michael Crichton nació el 23 de octubre de 1942, en Chicago. Hijo de un periodista, desarrolló una precoz habilidad como escritor que lo llevó a tener, a los 14 años de edad, una columna sobre viajes en el New York Times. Desde muy joven ya había decidido dedicarse a la literatura, razón por la cual matriculó en el Harvard College, en 1960, para estudiar literatura. Terminó graduándose con honores de esa institución en antropología biológica.17 Más adelante, simul16 Introducción a la traducción al inglés de Viaje al centro de la Tierra hecha por W. Butcher, 2001. 17 Una interesante advertencia para quienes dirigen círculos literarios. Un profesor de literatura con frecuencia le daba calificaciones muy bajas y criticaba constantemente su estilo literario. Crichton tomó un texto de G. Orwell y se lo en-

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táneamente a su ingreso a la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard comenzó a escribir relatos de ficción bajo el seudónimo de John Lange (Crichton, 1989: 73). En 1966, publica su primera novela Odds on, en la cual ya se pueden percibir tres de las características más observadas en toda su obra: los capítulos son nombrados por fechas, lo cual ayuda a crear el ritmo de la acción; su fascinación por las computadoras y el hábito de empezar cada libro con alguna sentencia atribuida a una persona famosa. La frase con la que comienza Odds on es debida al político británico B. Disraeli:18 existen tres tipos de mentiras: mentiras, mentiras malditas y estadísticas. La historia narrada en Odds on se refiere a un intento de robo que ocurre en un hotel de la Costa Brava española. El atraco es planeado usando una técnica matemática llamada método de la ruta crítica, utilizada en investigación de operaciones para optimizar procesos. Al igual que Verne, en la obra de Crichton encontramos referencias constantes al estado del arte de las ciencias y la tecnología de su época. Es la inserción y protagonismo de estos hechos científicotecnológicos en la trama lo que mantiene al lector cautivado y no las moderadas dosis de suspenso y temor que aderezan sus narraciones (McGrath, 2008). Es considerado por esto como uno de los fundadores del genero llamado techno-thriller. Por ejemplo, en su novela The Andromeda strain, Crichton hace gala de sus conocimientos de biología molecular y medicina. Un satélite militar que ha regresado a la Tierra contiene un microbio altamente letal, que no tiene adn ni arn, muta cada ciclo de vida y tiene la capacidad de transformar materia en energía y viceversa. Su única limitación es que debe vivir en ambientes con un estrecho margen de variación del pH (entre 7.39 y 7.43) el rango de la sangre humana precisamente. Los hechos científicos que sostienen esta trama están cuidadosamente descritos en apego al nivel de conocimiento científico del año 1969. tregó como propio para cumplir una de sus obligaciones en el curso. El profesor tuvo a bien darle una baja calificación y exponerlo como un ejemplo de pésima redacción. Lo demás es historia, terminó como se sabe estudiando antropología. 18 Incorrectamente atribuida a M. Twain.

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En su conocidísima novela Jurassic Park, Crichton al igual que Verne se adelanta a su tiempo y propone la posibilidad de reconstrucción in vitro de organismos a partir de secuencias de adn. La trama alcanza un alto nivel de autenticidad a partir de introducir documentación científica (ficticia) en forma de códigos de adn, listados de programas de computadoras o bibliografía apócrifa. Este tipo de técnicas alcanza en Crichton una gran sofisticación, pues en ningún momento se aleja de los cánones de la ficción responsable. No obstante, en otras novelas el recurso de usar documentación científica real es usado para darle también autenticidad a la trama como en The terminal man y State of fear, donde se pueden encontrar notas a pie de páginas con citas a trabajos científicos reales que sostienen perfectamente la trama. Crichton fue sin duda el primer escritor en introducir la teoría de los sistemas complejos al gran público a través de relatos de ficción. De manera recurrente, sus tramas se sustentan en una propiedad de muchos sistemas complejos conocida como dependencia sensitiva con respecto a las condiciones iniciales. La misma se refiere a la posibilidad de que pequeñas variaciones en las condiciones iniciales de un fenómeno produzcan cambios catastróficos en su evolución futura.19 Las formas en que estos cambios catastróficos se manifiestan en sus relatos son disímiles. Así, en Jurassic Park ocurre por medio de una mutación genética, en The Andromeda strain por una imprevisión técnica y en Prey por un simple descuido. En todos los casos los desenlaces catastróficos de sus tramas ocurren con perfecto apego al conocimiento científico. Otro aspecto en el cual existen puntos de contacto entre la obra de Verne y Crichton es el referido al debate moral. En su novela Next, Crichton desata una aguda crítica contra las controvertidas patentes de genes, explorando en la trama las consecuencias de una eventual legitimización de las mismas. En la novela State of fear sus críticas están dirigidas contra los que medran con las protestas sobre el cambio climático.

19 Con frecuencia a esta propiedad se le denomina vagamente como efecto mariposa.

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En tiempos de Verne, el avance de las ciencias tenía un paso incomparablemente más lento que en la actualidad. Por ello, muchas de la visionarias ideas de Verne tardaron casi un siglo en realizarse. A Crichton le tocó vivir una explosión del conocimiento científico y del avance tecnológico. Es por ello que el lapso entre muchas de sus fantasías y la realización de las mismas se redujo a años. Por otra parte, Crichton, a diferencia de Verne, se benefició de la ubicuidad de los medios masivos de comunicación. Su obra fue llevada al cine de inmediato, se produjeron series de televisión20 y existen referencias a él mismo en otras series como The Simpsons. En el episodio titulado The joy of sect, que salió al aire el 8 de febrero de 1998, se observa en el aeropuerto de la ciudad de Springfield una librería llamada Just Crichton and King Bookstore en referencia obviamente a Crichton y a Stephen King.

H. Moleman: Do you have anything by Robert Ludlum? Just Crichton and King Bookstore owner: Get out The Simpsons

La serie Los Simpsons es sin duda la más exitosa serie televisiva de la historia. Desde sus inicios, el 17 de diciembre de 1989, se ha mantenido hasta la fecha con una elevada audiencia, se han trasmitido más de 500 capítulos y la temporada número 25 comenzó en septiembre de 2013. Por sus capítulos han desfilado personalidades de todo tipo: políticos, estrellas de rock, científicos, entre muchos otros. La serie fue concebida por Matt Groening como una sátira al estilo de vida de la clase media norteamericana. Cuenta una leyenda que inventó el concepto completo de la serie y sus personajes en los minutos previos a una entrevista con J.L. Brooks mientras esperaba en la antesala del despacho de este último. Brooks era un afamado productor de la recién creada Fox Network y estaba interesado en 20

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los servicios de Groening. Quería agregar pequeños cortos de dibujos animados al programa El show de Tracey Ullman, que era uno de los segmentos de más alta audiencia en la época. La actuación de Ullman dependía fuertemente de su maquillaje y el uso de máscaras y otros aditamentos. El artista debía migrar entre sus consecutivas caracterizaciones en los breves minutos dedicados a los comerciales. La intención de Brooks era que los cortos de Groening le dieran un alivio al actor. Brooks quería usar un personaje de Groening (el conejo Binky) que aparecía en la serie Vida en el infierno, con la cual este artista se había hecho famoso. La idea de Brooks no era del agrado del dibujante. Para salvar la situación le ofreció la súbitamente creada familia Simpsons. El éxito fue tal que a finales del año 1989 se comenzó la producción de la serie de manera independiente. La serie ha logrado una alta y sostenida aceptación que le ha permitido permanecer activa por casi un cuarto de siglo. Esto ha motivado varias investigaciones académicas que pretenden establecer relaciones entre los argumentos de la series, los personajes y sus diálogos, con áreas del conocimiento humano como por ejemplo la filosofía.21 Otras investigaciones se han enfocado en los aspectos espirituales de la serie.22 Sin embargo, todos estos estudios han dejado de lado un aspecto recurrente en buena parte de los capítulos de esta famosa serie: las alusiones a temas matemáticos. Los creadores de Los Simpsons han expuesto a los televidentes durante más de dos décadas a pequeños trozos de matemáticas superiores, muchas veces introducidos de manera subliminal. Es notable que la mayoría del equipo de escritores de la serie tuviese formación en áreas de las matemáticas: J. Stewart tenía una 21 W. Irwin, M. Conard, A. Skoble, The Simpsons and the philosophy (2001). Los autores afirman que se pueden encontrar en muchos capítulos de la serie aspectos de la obra de grandes pensadores de la talla de Aristóteles, Sartre y Kant, por sólo citar algunos. Los capítulos de este libro tienen títulos tan sugerentes como: Las motivaciones morales de Marge, El mundo moral de la familia Simpsons: una perspectiva kantiana, Así habló Bart: sobre Nietzsche y las virtudes de ser malo. 22 M. Pinsky, The Gospel according to The Simpsons (2002). Este libro resulta sorprendente toda vez que los personajes (en particular, Homero) parecen rechazar de manera consistente los temas religiosos.

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licenciatura en matemáticas obtenida en la Universidad de Harvard y una maestría también en matemáticas por la Universidad de California en Berkeley, D. Cohen era licenciado en física por Harvard y tenía además una maestría en computación por la Universidad de California en Berkeley, A. Jean fue un niño prodigio que era licenciado en matemáticas, K. Keller tenía una licenciatura en matemáticas obtenida en Harvard y un doctorado en matemáticas aplicadas por la misma universidad, por último, J. Westbrook tenía una licenciatura en física por la Universidad de Harvard y un doctorado en computación por la Universidad de Princeton. Uno de los primeros escritores de la serie fue M. Reiss, un niño prodigio, participante en olimpiadas de matemáticas, que terminó estudiando literatura inglesa en Harvard. Este grupo de escritores diseñó un estilo de presentación del conocimiento científico dentro de la serie en la cual la divulgación del mismo ocurría de manera subliminal. A diferencia de Verne y Crichton, en Los Simpsons se observa la ciencia cubriendo pizarrones,23 en juegos de palabras que aderezan los diálogos de los protagonistas,24 en alusiones indirectas a científicos destacados,25 En conclusión, los escritores de esta serie televisiva encontraron una original manera de acercar a su público a conceptos de las matemáticas superiores. Si bien en cierta medida lo hicieron como un homenaje a su querida ciencia, tuvo un efecto colateral muy satisfactorio. D. Cohen fue entrevistado en cierta ocasión sobre sus 23 En el capítulo El genio de Evergreen Terrace del año 1998, aparece un pizarrón con cuatro líneas escritas. En la primera aparece una fórmula para el cálculo de la masa del bosón de Higgs obtenida por el físico de la Universidad de Columbia D. Schiminovich en 1964. La segunda línea es una referencia al Teorema de Fermat en la cual aparece una igualdad (imposible) entre números enteros. La tercera línea está referida a la densidad del universo y la última es una alusión a conceptos de topología. 24 En el episodio Gone Maggie gone del año 2009, el cual es una parodia de la novela de D. Brown, El código Da Vinci. En el mismo, Homero se pregunta ¿cómo hace el tonto para cruzar el río con su carga de tres? En referencia a un acertijo que aparece en el libro medieval Propositiones ad acuendos juvenes, escrito por el Arzobispo de Eckbert, Alcuin de York, alrededor del año 799. 25 En el episodio La última tentación de Homero del año 1993, se hacen referencias a I. Newton. Existen a lo largo de toda la historia de la serie más de 40 referencias a P. Fermat.

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sentimientos por haber dejado una vida académica para convertirse en escritor de la serie. Su respuesta fue: Para mí, el más esencial uso de la educación es permitir el descubrimiento de cosas nuevas. La más noble manera de dejar una huella en este mundo es expandir la comprensión del hombre acerca del mismo. ¿Lo habré logrado yo? Probablemente no, pero en cualquier caso creo que tomé una decisión sabia.26

Any sufficiently advanced technology is indistinguishable from magic Arthur Clarke

Cuando empecé a sentir la pulsión por escribir, ya había devorado buena parte de la obra de J. Verne, R. Bradbury, I. Asimov, A. Clarke, K. Capek y S. Lem por sólo citar algunos.27 Un tema reincidente en la obra de éstos y otros muchos autores es la existencia de la vida inteligente más allá de nuestro planeta. El interés por este asunto ha desbordado la literatura de ficción y como es conocido se han realizado muchos estudios académicos intentando analizar el problema desde un enfoque interdisciplinario.28 Muy cercano a este tema están los avistamientos reportados de los llamados ovni. ¿Son naves extraterrestres? ¿Tienen alguna relación con los representantes de otras civilizaciones? A riesgo de ser refutado en el futuro, quiero afirmar aquí que no lo creo y mi argumentación siempre ha seguido poco más o menos la siguiente línea 26 Hay un excelente libro titulado The Simpsons and their mathematical secrets, escrito por el divulgador de la ciencia S. Singh, y publicado en 2013 por la Editorial Bloomsbury. La frase de D. Cohen está tomada del epílogo de este libro. La traducción es responsabilidad del autor de este capítulo. 27 Aunque no es considerado un autor de ciencia ficción, he sentido mucha influencia de J. L. Borges. Sus cuentos El jardín de los senderos que se bifurcan, El Aleph y La biblioteca de Babel (una lúcida anticipación de Internet) me son muy cercanos y queridos. 28 Uno de los primeros trabajos de este tipo es el de I. S. Shklovsky y C. Sagan, Universo, vida, intelecto (1977).

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de razonamiento: la estrella más cercana a nuestro planeta después del Sol es Próxima Centauri, situada a 4.4 años luz de distancia de nuestro planeta en la constelación del Centauro. Una civilización cercana a esa estrella tardaría por lo tanto más de cuatro años para poder acercase a las inmediaciones de nuestro sistema solar viajando a una velocidad fantástica para nuestros estándares.29 Para poner este hecho en perspectiva, vale la pena comentar que a mediados del año 2012 se empezó a organizar un proyecto de colonización de Marte conocido como Mars One, que intenta establecer la primera colonia permanente en el planeta rojo.30 Los candidatos a “colonos” son advertidos de que el viaje es sólo de ida, es decir, los seleccionados deberán vivir en Marte por el resto de sus vidas. La nave que llevará a los primeros colonos tardará aproximadamente 6 meses en llegar a su destino. Luego, se impone la siguiente pregunta ¿cuál es la diferencia tecnológica entre una civilización que puede viajar desde Próxima Centauri hasta la Tierra y nosotros mismos? Su tecnología sería tan sofisticada que nos parecería magia. Por tanto, si existen extraterrestres que nos rondan, seguro no cometerían el error de dejarse ver involuntariamente. Todas las teorías de conspiración como la del Área 51 en el desierto de Nevada o similares quedan pues descartadas. No obstante, podrían existir formas de interacción mucho más sofisticadas. Así, en el año 1996, apareció publicado mi cuento titulado Biografía en la revista Ciencias de la unam.31 La intención del mismo era describir una situación donde extraterrestres muy sofisticados interactuaban con los seres humanos brindándoles apoyo. En el relato, un enviado de otra civilización cuya naturaleza no se hace explícita nunca en la historia se introduce en el cerebro de Isaac Newton y le comunica las teorías que hicieron famoso a este científico. 29 Admitiendo que los huecos de gusano espaciotemporales no puedan ser utilizados y descartando también la teleportación. 30 Éste es un proyecto privado organizado por los magnates Bas Lansdorp y Arno Wielders. Se organizará un gran proceso de inscripción de candidatos, entre los cuales será seleccionado un pequeño grupo de ‘colonos’. Parte del financiamiento del proyecto se obtendrá de las ganancias de un reality show televisivo que acogerá el proceso de selección. Al lector interesado se le recomienda . 31 Revista Ciencias, núm. 42 (abril-junio) 1996: 53.

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Sólo para concluir quisiera dedicar un poco de espacio a otro de mis relatos titulado Tal vez en el eco. En 2005, la unam organizó muchas actividades para celebrar el centenario del llamado Anno mirabilis de Albert Einstein, éste es, 1905. En ese año, el joven Einstein publicó tres trabajos que cambiaron nuestra civilización: uno sobre el efecto fotoeléctrico, otro sobre el movimiento browniano y el referido a la teoría especial de la relatividad. Entre las actividades de la celebración estaba un concurso de cuentos de ciencia ficción. El único requisito para las obras participantes era que su trama tuviese algo que ver con la física. El concurso entregaba un premio y tres menciones. Tal vez en el eco recibió una de las menciones.

Tal vez en el eco Ricardo Mansilla Corona

Lo que había sido una oscura y terrible sospecha, era ahora certeza inobjetable: el Universo se contraía. En épocas ya muy lejanas, casi todos los sistemas inteligentes habían observado cómo las líneas espectrales de la radiación proveniente de sus galaxias más lejanas estaban desplazadas hacia las longitudes de onda más largas. Unos antes, otros después, infirieron la explicación correcta: el Universo se expandía. Eso nos llevó a la comprensión de que en el pasado, todo el espacio–tiempo estuvo acumulado en una singularidad desde la cual en algún momento, si es que la palabra tiempo tuviera sentido, la totalidad de la materia se expandió. Algunos sistemas inteligentes llamaron a esto La Gran Explosión. Ingenua metáfora que reflejaba nuestras limitaciones frente al más brutal suceso de la historia conocida del Universo. Las primeras preocupaciones aparecieron cuando las líneas espectrales tomaron su posición correcta. Presas de un angustiado optimismo, elaboramos entonces las más disímiles explicaciones. Tal vez nuestra gran mansión se aproximaba al estado asintótico que algunas teorías vaticinaron. Tal vez cierto efecto gravitatorio no había sido tomado en cuenta. Tal vez era un misterio que acla-

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raríamos en el futuro. Nuestro desasosiego reflejaba lo efímero de nuestra propia existencia. Todo ser inteligente, al final de su ciclo vital se enfrenta a la desaparición contingente, pero inexorablemente cierta. El ocaso está siempre plagado de síntomas premonitorios que queremos soslayar, interpretando con ligereza su implacable aparición. Ahora enfrentábamos el fin de todo. Las evidencias llegaban desde cualquier dirección. Las líneas espectrales seguían su curso hacia longitudes de onda cada vez más cortas. El Universo había comenzado su camino de regreso hacia la singularidad inicial, donde todo, de manera inevitable se destruiría. Nuestra existencia colectiva avizoraba su fin. En contra de lo que algunas teorías alguna vez postularon, la flecha del tiempo no se invirtió. No habíamos vuelto a vivir los momentos aciagos y felices que formaban nuestro pasado. No se repitieron ante nosotros los hallazgos de nuestras infancias individuales. No hacíamos un viaje a la semilla. Viajábamos hacia el fin de los tiempos. La consternación sumía a todos los seres inteligentes del Universo. ¿No lo podíamos evitar? ¿Todo el conocimiento acumulado sobre nuestra casa común no era suficiente para hallar la manera de detener esta catástrofe? En el largo camino de nuestra existencia inteligente, ¿no habíamos logrado entender con suficiente claridad la esencia misma de la materia que nos forma, como para conjurar este dramático final? La búsqueda se tornaba febril. Escudriñábamos en los rincones de nuestro conocimiento tratando de encontrar un indicio, un dato, una teoría que nos ayudara a revertir el curso de los acontecimientos. Todos los sistemas inteligentes mantenían ahora comunicación asidua. Desde que aprendimos a usar los huecos negros y blancos como mecanismos de teleportación de información, evitando así la inviolable limitación de la velocidad luz, esto fue más fácil. Usar los atajos de la geometría del espacio–tiempo había acercado a comunidades de seres inteligentes que de otra manera estarían prácticamente aisladas. Con frecuencia, una ráfaga de esperanza nos sacudía. En algún lugar del Universo, alguien proponía una manera de evitar el desas-

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tre. Las visitas se producían de inmediato. Todos queríamos saber cuanto antes si el método era factible. Lamentablemente, todos habían sido abandonados por inoperantes. Ahora me encamino a uno de estos hallazgos. Como en anteriores ocasiones, una mezcla de optimismo y desasosiego me acompaña. Por esta vez, algo bien diferente me espera. No se trataba de un descubrimiento novedoso, ni de la inesperada aplicación de una reciente teoría. En un viejo sistema estelar creen tener un método de trascender la catástrofe, que se enraizaba en los orígenes mismos de su civilización. Antes de iniciar el viaje, me insertaron un implante que almacena información sobre estos seres inteligentes. Su historia es notable. Habitaban un sistema planetario cuyo centro era una pequeña estrella. A su alrededor orbitaban nueve planetas. Los dos más cercanos a la misma eran incapaces de albergar cualquier clase de vida. En el tercero, había nacido esta civilización. Estos seres tenían una larga tradición de luchar contra adversidades enormes. En épocas ya muy lejanas, la estrella central se había colapsado lentamente sobre sí misma, convirtiéndose en una enana blanca, forma en que ellos suelen designar este estadio de la evolución estelar. El calor irradiado hizo inhabitable su planeta. Más aún, todo su sistema, calentado por la radiación de su agonizante estrella fue incapaz de albergarlos. Hubieron de marcharse a otro sistema planetario. Una historia muy común en nuestro Universo. Otros no tuvieron tanta suerte. Si su estrella central hubiera sido más masiva, la explosión hubiera sido súbita y demoledora. Ellos mismos conocían desde épocas remotas estos eventos a los cuales designan por supernovas. Lo notable en este caso es que una nostalgia colectiva los hizo regresar. Sólo encontraron su estrella central y las cenizas de los nueve planetas, orbitando en estrechos anillos, que cubrían lo que otrora fuera su sistema planetario. La estrella central irradiaba mucho menos energía. En un alarde de tecnología construyeron una enorme esfera que contenía los restos del sistema. La cubrieron en su interior de dispositivos que absorbían toda la radiación de la enana blanca. Con esta energía se dieron a la tarea de reconstruir minuciosamente su sistema planetario, en especial su tercer planeta.

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Al decir de muchos visitantes, un hermoso lugar. Todo lo dejaron intacto. Tras muchas generaciones regresaron a su antigua casa. Para acercarme a este grupo planetario, tomé un vehículo de teleportación que me envió a un hueco blanco cercano a este sistema. Un cuásar, en el lenguaje nativo. Desde allí, abordé otra nave que descendió en la superficie de la esfera construida por estos seres. Una obra realmente majestuosa. La última etapa del viaje la realicé en una tercera nave, más lenta, que me depositó sobre la superficie del tercer planeta. Antes de descender de la nave tomé algunas precauciones. La capa de gases que rodea este planeta es rica en una sustancia, mortal para mí. Vestido con un traje protector, salgo al encuentro de tres de estos seres, que aguardan fuera de la nave. En nada nos parecemos. Poseen cuatro extremidades, dos de las cuales utilizan para sostenerse perpendiculares a la superficie. Con las otras dos, desde tiempos inmemorables, desarrollaron notables habilidades. De acuerdo con la información en mi implante, su inteligencia se desarrolló básicamente por el increíble uso que hacen de las mismas. En la parte superior de sus cuerpos poseen una protuberancia casi esférica con siete orificios. En dos de ellos poseen receptores de cierta banda de la radiación electromagnética. Éste es tal vez el más importante de sus sistemas de percepción. Otros dos, situados uno a cada lado de la protuberancia esférica, les permiten captar las ondas mecánicas que se propagan por los gases que cubren el planeta. Estos sensores son vitales para el sistema de comunicación entre ellos. Por otros dos pequeños orificios inhalan gases que utilizan en sus procesos energéticos. El último orificio tiene un doble uso: ingerir las sustancias de las cuales obtienen energía y emitir ondas mecánicas, lo cual constituye su mejor sistema de señales. Mi traje protector posee una interface que traduce estas ondas mecánicas articuladas por ellos. —Bienvenido, ¿cómo debemos llamarte? —Alk —emitieron los sensores de mi traje. Ha sido una experiencia única percibir mi nombre en este sistema de comunicación. —Yo soy Pedro. Estos son mis compañeros Alan y Tan Li. Como lo entendemos, vienes a conocer nuestro hallazgo.

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—Sí— —Deberemos tomar otra nave que nos llevará donde habita uno de nuestros sabios. Así, de paso, veras algo de nuestro planeta. —Adelante— contesté. Abordamos una nave pequeña, que ha sido habilitada para darle comodidad a mi cuerpo. Despegamos, manteniendo una altura inferior a la capa de vapores que rodea al planeta. Bajo la nave se observan grandes acumulaciones de líquido. Cruzamos sobre enormes protuberancias sólidas que emergen de la superficie. Lentamente, nos acercamos a una de ellas. —Eso que ves, es la mayor elevación de la superficie del planeta— dijo Tan li. Accedí a la información de mi implante. —¿Everest?— dije. —Sí, en efecto— dijo Alan. Su orificio de comunicación se extendió a ambos lados. Supuestamente es una señal de satisfacción. Dejamos atrás el Everest y descendemos poco después en una planicie. A lo lejos se observa un grupo de seres vivos. Éstos utilizan las cuatro extremidades para sostenerse. De la protuberancia esférica colgaba un largo apéndice que mecen lentamente. —¿Son seres inteligentes?— pregunté. —No como nosotros— respondió Tan Li. De acuerdo con mi implante, en este planeta existen muy diferentes formas de vida. Algunas de ellas, no poseen la capacidad de desplazarse y obtienen las sustancias vitales para su subsistencia de la superficie del planeta. Una de las formas de designarlas es vegetación. El grupo de seres que se observa a lo lejos usa su apéndice colgante para arrancar de la superficie porciones de la misma e introducirlas por uno de sus orificios. En dirección opuesta a éstos se levanta una protuberancia como el Everest, pero muchísimo menor. Nos dirigimos hacia ella. La gravedad de este planeta me agota. Llego casi exhausto a la cima, donde hay una edificación con una enorme puerta. Las paredes estaban cubiertas de símbolos. Algunos representan a seres como los que me acompañan, otros no tienen sentido para mí.

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Cruzamos la puerta y en el interior del edificio había una suerte de jardín interior, cubierto de fina y baja vegetación. Al centro, sobre una manta clara, estaba sentado un terrícola. —Srinivasa, tienes un visitante— dijo Pedro. —Bienvenido— dijo Srinivasa volviéndose. ¿Cómo debo llamarte? —Alk— dije. —¿Quieres saber lo que hemos obtenido?— dijo Srinivasa. —En efecto— respondí. Estoy ansioso de saber si podemos conjurar la catástrofe que se avecina. Srinivasa me miró en silencio. —Tal vez conjurar tenga un sentido distinto para nosotros— dijo finalmente. —¿Por qué?— dije. —Creemos que el proceso es irreversible, pero existe una manera de trascender— dijo Srinivasa. —¿No podemos evitar la contracción?— dije ansioso. Entonces, ¿qué podemos hacer? —Trascender, simplemente, trascender— dijo lacónicamente Srinivasa. Mi perplejo silencio debió ser mi mejor respuesta. —Comenzaré por recordarte algunas partes de la historia de nuestra civilización— dijo Srinivasa. Estoy seguro de que tu implante contiene suficiente información, pero no la manera de usarla correctamente. —Adelante— dije. —Nuestro conocimiento de la realidad se desarrolló de manera tempestuosa— dijo Srinivasa. Cuando la capacidad de comprender algún fenómeno era insuficiente, construimos mitos para calmar nuestra ignorancia. Así, conocimiento real y explicación ficticia marcharon juntos durante una etapa muy larga de nuestra historia, con frecuencia en franca disputa y contradicción. En cierto estadio, estos mitos alcanzaron una fuerte organización institucional. —¿Las religiones?— dije. —Sí— dijo Srinivasa. Sin embargo, algunas partes de este conocimiento místico tenían un sustento real. —¿Te refieres a Jesús?— dije.

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Srinivasa extendió hacia los lados su orificio de comunicación. Pero en esta ocasión no me pareció una señal de satisfacción. Más bien, parecía divertirle mi confusión. —No, no me refiero a Jesús— dijo. Su existencia y suplicio están fuera de toda duda. Es todo. Pero no me refiero a él. Seguro sabes de los Vedas. —Algo hay sobre ellos en mi implante— respondí. —Los Vedas son escrituras muy antiguas— dijo Srinivasa. Supuestamente manifiestan la Palabra Divina en uno de nuestros lenguajes naturales. Contienen una concepción del Universo basada en procesos de creación y destrucción. Ambos marchan siempre de la mano. Son como diferentes caras de una misma entidad. Por ejemplo, la destrucción de la mañana es la creación del mediodía. La destrucción del mediodía es la creación de la noche. De igual forma, la destrucción de la infancia es la creación de la juventud y la destrucción de esta última es la creación de la adultez y vejez en nuestros seres vivientes. Supuestamente tres entidades guían este proceso: Brahma, Vishnu y Siva. La creación, el mantenimiento y la destrucción. —Es un modo de representación— dije. —En efecto— replicó Srinivasa. Lo importante ahora es que estos procesos ocurren en ciclos. Uno de ellos se denomina Día de Brahma. —¿Qué duración tienen?— pregunté. —Como seguro sabes, una de nuestras maneras de medir el tiempo es utilizar el periodo que tarda nuestro planeta en completar una rotación alrededor de nuestra estrella central. —Un año— dije. —Sí. Sólo lo utilizamos para medir intervalos de tiempo muy largos— agregó Srinivasa. De hecho, los Vedas fueron compilados 3,500 años antes de que naciera Jesús. —¿Cuántos años son un Día de Brahma?— insistí. —Un Día de Brahma son 14,320 millones de años— respondió Srinivasa. Este valor proviene de una reinterpretación de las escrituras originales. También existen las noches de Brahma de igual longitud.

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—¿Qué relación hay entre este mito y el problema que nos ocupa?— pregunté algo ansioso. —El año es una medida de tiempo un poco imprecisa— explicó Srinivasa. Después agregó: existen varias razones para esto. La primera es la influencia gravitatoria de los demás planetas. Pero ésta es conocida y controlada desde hace muchísimo tiempo, aproximadamente 1900 años después de nacer Jesús—. Dicho esto, su orificio de comunicación volvió a extenderse hacia los lados. —Pero existe otra más sutil— dije. —En efecto— respondió Srinivasa— el semieje mayor de nuestra órbita planetaria rota también muy lentamente. En nuestro planeta ese efecto gravitatorio fue predicho teóricamente de manera brillante por uno de nuestros mejores sabios— dijo Srinivasa. La parte delantera de la protuberancia esférica de Srinivasa cobró un aspecto inusual. Mi implante no tenía información al respecto, pero inferí que se sentía orgulloso de lo que me había dicho. —¿Einstein?— pregunté. —Sí— respondió Srinivasa— Albert Einstein. Tras un breve silencio, agregó: —Recientemente, uno de nuestros sabios calculó la longitud de un Día de Brahma teniendo en cuenta este sutil efecto gravitacional. Puro divertimento intelectual. Pero el resultado fue muy interesante. La longitud de un Día y una Noche de Brahma es el tiempo que transcurrirá entre la Gran Explosión y el colapso final del Universo. Según esto, ha comenzado una Noche de Brahma. Después de aquellas palabras hubo un silencio absoluto. Incluso las corrientes gaseosas que azotaban mi traje protector y sus cuerpos me parecieron haberse detenido. Srinivasa permaneció inmóvil. Tampoco Pedro, Alan y Tan Li se movieron. Yo no daba crédito a lo que había expresado. —¿Sugieres que en los Vedas está la solución de nuestras angustias?— pregunté. —En parte sí— respondió. Tras una breve pausa continuó: — nuestro sabio, sorprendido por su hallazgo, decidió leerlos cuidadosamente y encontró ciertos indicios más inquietantes aún. Existe en los Vedas sugerencias claras de cómo transferir información de cada Noche de Brahma al Día siguiente.

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Esto era demasiado. Empecé a sospechar que había hecho mi viaje en vano a esta lejana civilización. —¿Hay alguna evidencia real de que esto puede hacerse?- pregunté sin perder la calma. —Ése es el punto— contestó Srinivasa— sí existe tal evidencia. Antes de exponértela es preciso que conozcas otras particularidades de nuestra civilización. —Muy bien— dije solamente. —Nuestra forma de comunicación condicionó nuestra inteligencia— comenzó diciendo Srinivasa. Elaborar las ideas para transmitirlas por medio del lenguaje limitó nuestro desarrollo intelectual. Nuestro pensamiento abstracto en particular. El más prístino resultado del mismo, al cual llamamos matemáticas, no escapó a estas limitaciones. —Como lo entiendo, uno de sus más notables sabios estableció esas limitaciones hace mucho —dije. —¿Hablas de Kurt Gödel?— preguntó Srinivasa. —Sí— respondí. —A diferencia de otras civilizaciones, nuestra percepción de la realidad estuvo coartada por estas carencias de expresión— continuó Srinivasa. Se nos hizo imprescindible el recurso de calcular. En algún estadio ya muy lejano de nuestro desarrollo logramos construir aparatos que se encargaran de hacerlo. —Computadoras— dije. —En efecto— dijo Srinivasa— pero éstas tampoco escaparon a las limitaciones de sus creadores. Sabes de Alan Turing, ¿verdad? —Sí— respondí. Es uno de sus más importantes sabios. También sé que logró demostrar que las limitaciones expuestas por Gödel se extendían de cierta manera a las computadoras. —Exacto— dijo Srinivasa. A pesar de que su lenguaje tenía menos caracteres que los lenguajes naturales y sus expresiones eran completamente libres del contexto, también tenían limitaciones. —Muy bien— dije— pero, ¿qué relación existe entre lo que me cuentas y la tragedia que se avecina? —Poco tiempo después— dijo Srinivasa, no dándose por aludido con mi pregunta— comprendimos que todo el Universo se comportaba como una inmensa computadora. Primero logramos demostrarlo sólo para los huecos negros. En su horizonte de sucesos

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se producen procesos de cálculo similares a los que desarrollaban nuestras computadoras. —¿Fue Hawking quien estableció ese resultado?— pregunté. —No sólo él— contestó Srinivasa. Más adelante quedó claro que esto ocurría con todo el Universo. ¿Sabes de Seth Lloyd y Jack Ng? —No— respondí— no hay nada sobre ellos en mi implante. —Curioso— dijo Srinivasa, volteando su protuberancia esférica hacia Pedro, Alan y Tan Li. Me pareció percibir una ligera irritación en él. —Ellos mostraron que todo el Universo se comportaba como una gran computadora— dijo tras un corto silencio— muy recientemente hemos logrado entender algo relevante de la información que nos ofrece. —¿Qué es exactamente?— pregunté con curiosidad. —Como sabes, hasta hace muy poco desde todas las direcciones del Universo se recibía una tenue radiación producto de la Gran Explosión. Una suerte de eco de la misma. Dejó de existir cuando las líneas espectrales ocuparon su posición correcta. —Lo sé— dije. —Nosotros la llamamos radiación relicta— agregó Srinivasa. En la época que la descubrimos ya era muy débil. —Según entiendo, en este planeta fue un hecho fortuito— agregué. —Cierto— dijo Srinivasa— Arno Penzias y Robert Wilson, dos de nuestros sabios de la época, hicieron el hallazgo de manera fortuita. Srinivasa hizo una larga pausa y después agregó: —La radiación relicta es también un producto de la computadora universal. Eso es obvio. Pero recientemente hemos descubierto que había un mensaje encriptado en ella. Por un momento pensé que los sensores de mi traje se habían descompuesto. Quise pedirle que me repitiera lo que había expresado, pero me contuve. Le había entendido bien. Las protuberancias esféricas de Pedro, Alan y Tan Li estaban dirigidas hacia mí. No necesitaba de mi implante para saber que reflejaban ansiedad. —¿Han logrado descifrar el contenido?— pregunté.

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—Tenemos una ancestral experiencia en ello— dijo Srinivasa. Lo hemos descifrado completamente. Guardábamos larguísimos registros de esta radiación. A pesar de que ya era una emisión muy débil, hace algún tiempo observamos que contenía ciertas regularidades que se repetían periódicamente. Al analizarlas, concluimos que contenían información relevante. Más adelante logramos decodificarla. Se imponía una pregunta, pero casi no me atrevía a hacerla. Finalmente, dije: —Básicamente, ¿quién envió el mensaje?—. —Aparentemente, seres inteligentes anteriores a la Gran Explosión— dijo gravemente Srinivasa. Lo extraordinario es que a pesar de que la radiación relicta se originó 100,000 años después de la Gran Explosión, encontraron la manera de insertar el mensaje en la misma. Fueron los primeros programadores de la computadora universal. —¿Qué información contiene el mensaje?— pregunté. —Contiene información de todo el conocimiento que lograron acumular en el ciclo anterior— dijo Srinivasa. Toda su ciencia y cultura aparece descrito en el mismo. Es una lástima que lo hayamos conocido tan tarde, créeme. —Pero eso no basta para salvarnos de la catástrofe que se avecina— dije algo desesperanzado. —Como te dije al principio de nuestra conversación— dijo Srinivasa— no podemos evitar lo que se avecina. Sólo podemos trascender, al igual que ellos. —¿De qué manera?— pregunté. —Como sabes, en el instante mismo de la Gran Explosión diferentes conjuntos de leyes físicas son posibles— dijo Srinivasa. El mensaje contiene información de cómo generar una asimetría en la materia original que permita un conjunto de leyes físicas a partir de las cuales se desarrolle un universo viable para la vida inteligente. De hecho, estimado Alk, este Universo que tenemos el gusto de habitar, de cierta manera nos lo eligieron ellos. Algo similar podemos hacer nosotros. El mensaje también dice cómo hacerlo. No podía imaginar al inicio de mi viaje que iba a enfrentarme con algo así. Hasta el momento, en muchos sistemas inteligentes buscábamos de manera obsesiva una forma de salvar lo que había-

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mos construido. Se nos presentaba ahora una manera de hacerlo completamente inusitada que, además, debía reconocerlo, humillaba nuestra inteligencia. Aparentemente, recibíamos la receta sin aportar nada a ella. Srinivasa pareció percibir mi frustración, pues después de un largo silencio dijo: —Debemos comenzar a trabajar de inmediato. Conocemos las limitaciones comunes a todos los sistemas inteligentes que habitan nuestro Universo. Podemos hacer muchas cosas para que después de la próxima gran explosión, la vida inteligente sea más viable. —¿Y si no lo logramos?— dije. —En tu viaje a este lugar apreciaste las grandes masas líquidas que cubren algunas partes de nuestro planeta, ¿no es cierto?— dijo Srinivasa. —Si— respondí. —Nuestros antepasados tenían por costumbre lanzar recipientes cerrados con mensajes dentro, con la esperanza de que fueran leídos. Créeme, Alk, es todo lo que podemos hacer— dijo Srinivasa. Debemos confiar en la inteligencia futura. La entrevista estaba a punto de terminar. Todo estaba dicho. No obstante, quise satisfacer una última inquietud. —Dime Srinivasa, ¿quién incluyó en los Vedas esta información? —Eso Alk, tal vez no lo sabremos nunca— dijo Srinivasa mientras cerraba sus orificios de observación. Salimos del edificio y descendimos hasta la nave. Los seres que se apoyan en sus cuatro extremidades continuaban su lento paseo por la planicie. Despegamos de inmediato. Mientras viajamos, repaso en mi mente los detalles de mi conversación con Srinivasa. Me resisto a enfrentar lo inevitable. Por lo visto, debemos renunciar a salvar de la destrucción al Universo. Sólo intentar con nuestra inteligencia, asegurar la existencia de la inteligencia futura. Por una fina cuerda del espacio–tiempo deberemos lanzar al futuro nuestro mejor aliento. Sin garantías, sin certidumbre. Al parecer, en el eco está la solución. ***

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En esta narración especulo acerca de uno de los misterios más grandes de nuestro Universo, ¿qué ocurrió antes del Big Bang? Como puede apreciarse, la propuesta del relato supone la existencia de un universo anterior al nuestro y que a través de la radiación relicta que produce esta gran explosión nuestros antecesores nos enviaron la manera de salvar la sabiduría acumulada por nuestra civilización. El relato apareció publicado en un volumen editado por la unam.32 Curiosamente, dos años después, el físico M. Bojowald de la Universidad de Pennsylvania propuso una teoría para explicar lo que había ocurrido antes del Big Bang (Bojowald, 2007).

Conclusiones

En la actualidad, nuestra civilización se encuentra enfrentada a la paradoja de necesitar cada vez más de las ciencias para su desarrollo y sobrevivencia a la vez que escasean los incentivos entre las nuevas generaciones para dedicarse a su estudio. La divulgación de las ciencias es una tarea vital para nuestras sociedades, toda vez que nuestro desarrollo como comunidad depende críticamente de ellas. En este trabajo, hemos pretendido mostrar que es posible trasmitir el amor por las ciencias a partir de divulgarlas por medio de la literatura de ficción. Esperemos que esta tarea sea acogida con el entusiasmo necesario por las nuevas generaciones.

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