LA DEIDAD SOLAR EN LA HISTORIA

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Descripción

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Antilha

REVISTA LATINOAMERICANA DE HISTORIA, ARTE Y LITERATURA

año. 5

n° 15

Septiembre-diciembre 2016

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Antilha REVISTA LATINOAMERICANA DE HISTORIA, ARTE Y LITERATURA

Editores

América Malbrán Porto Enrique Méndez Torres Ana Igareta

Diseño editorial

Itzel Orozco Moreno

El contenido de los artículos y opiniones expresadas en Antilha son responsabilidad exclusiva de sus autores. Antilha es una publicación cuatrimestral editada y publicada por el Centro de Estudios Sociales y Universitarios Americanos S.C. (CESUA)

Certificado de reserva de derecho al uso exclusivo del título Dirección General de Derechos de Autor, Secretaría de Educación Pública, número (en trámite). Certificados de licitud de título y de contenido, Comisión Certificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas, Secretaría de Gobernación, números (en trámite), ISSN (en trámite)

Portada: Mujer orando, Itzel Orozco Moreno, Guatemala, 2016.

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Antilha REVISTA LATINOAMERICANA DE HISTORIA, ARTE Y LITERATURA

Comité Editorial Dr. Jorge Angulo Villaseñor

DEA-INAH,México.

Dra. María Elena Ruiz Gallut

IIE-UNAM, México.

Dr. Enrique Tovar Esquivel Dra. Lourdes Budar Jiménez Dr. Daniel Schávelzon Dra. Ana Igareta Mtra. América Malbrán Porto

INAH, México. Universidad Veracruzana,México CAU-UBA, Argentina UNLP, Argentina. FFyL-UNAM/CESUA, México.

Mtro. Alfredo Feria Cuevas

INAH-México.

Antrop. Alejandra Gómez Colorado

INAH, México.

Arqlgo. Enrique Méndez Torres

CESUA, México.

Arqlga. Ivon Cristina Encinas Hernández

Universidad del Tepeyac A.C.

Arqlga. Lizeth Azucena Cervantes Reyes

Cesua, Mèxico

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contenido Editorial

P.5

En una nuez Genaro Gómez

P.6

El patrimonio arqueológico Guatemalteco: ¿identidad o ausencia de memoria? Anaité Galeotti.

P.18

La Deidad Solar en la Historia Jorge Angulo Villaseñor

P.31

El Metztlapohualli y los Nueve Señores de la Noche: computo de 252 días David Wood Cano y Ofelia Márquez Huitzil

P.47

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LA DEIDAD SOLAR EN LA HISTORIA Jorge Angulo Villaseñor1

Es posible que a los astrónomos, arqueo-astrónomos y a un gran número de personas que trabajan en el campo, les parezca redundante, repetitivo y hasta obsoleta la primera parte de este trabajo en el que se señala que el calendario que rige nuestra vida diaria, está basado en el aparente desplazamiento del astro solar, observable sobre los horizontes oriente y poniente marcando la salida y la puesta del Sol respectivamente, a lo largo de los trescientos sesenta y cinco días y casi 6 horas que lleva de ida y vuelta al mismo punto de partida. Sin embargo, para otro gran porcentaje de personas que viven en las ciudades y concentraciones urbanas, rigiéndose por calendarios o agendas calendáricas impresas o digitales, en 1 Profesor investigador emérito. Dirección de Estudios Arqueológicos, Instituto Nacional de Antropología e Historia.

las que señalan domingos, días de fiesta, vacaciones, onomásticos, ceremonias y otros eventos cívicos o religiosos establecidos y solo se preocupan por saber los días de la semana o el mes, manteniendo una lejana conciencia de la estación en que se encuentran, este apartado puede resultar de gran interés. Además debemos reconocer que las cuatro estaciones en que se dice, se divide el año, varían diametralmente en el hemisferio Norte de las del hemisferio Sur, además de estar relacionadas con la latitud en la que se encuentren las poblaciones respecto a la cercanía o lejanía del Ecuador y de las franjas de los trópicos de Cáncer y Capricornio (Fig.1). No hay plena seguridad acerca de las fechas propuestas sobre sitios con Menhires, Dólmenes y las diversas estructuras megalíticas que algunos arqueólogos y as-

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Fig.1. Paralelos terrestres. Tomado de Clavijo, 2012.

trónomos tratan de demostrar corresponden al periodo Paleolítico, cuando las tribus nómadas o clanes familiares deambulaban de lugar en lugar buscando comida en presas de caza y abrigo en refugios o cuevas ni, de la etapa Mesolítica, cuando vivían estacionados en campamentos de verano cercanos a los cuerpos de agua que aprovechaban para surtirse de la pesca o de la caza de los animales pequeños que se acercaban para abrevar a sus orillas (Cornwell, 2009; Pearson, 2013).

En cambio, hay mucho más claras y precisas evidencias de que a partir del periodo Neolítico, cuando las culturas comenzaron a vivir de la agricultura y a establecerse en sitios fijos como Stonehenge, el referido desplazamiento del tan importante astro, considerado como dador de la vida entre muchas de las culturas iniciáticas o prístinas, pudo ser observado desde un punto fijo a lo largo de su aparente movimiento a lo largo de todo el año, sobre el horizonte oriente, tanto como el horizonte poniente.

33 Se podría decir, a manera de un resumen parcial, que desde las primeras sociedades humanas, se aprendió a medir el tiempo y sus cambios climáticos a través del movimiento cíclico del Sol en su trayectoria celeste. Una observación que creó la necesidad de que todas las sociedades humanas se relacionaran, sino es que se subordinaran a las fuerzas cósmicas o energías celestes que se manifiestan en los fenómenos que ocurren en la naturaleza, conduciendo al ser humano a estar consciente de su propia dimensión, dentro la natura. El Sol conceptuado franca o disimuladamente como la deidad principal Este aparente movimiento solar, fácilmente registrado sobre los horizontes oriente y poniente, fue observado inicialmente por casi todos los grupos con religiones politeístas, cuyas historias míticas relatan que lo consideraban como aun dios. Es notable que la adoración a esta deidad haya trascendido hasta las religiones monoteístas, que de alguna manera lo comparan, ya en forma humanizada con su mesías. Se podría decir que estos conceptos o creencias, basados en un sistema

armónico del movimiento cósmico, con sus variantes cíclicas de cortos y largos periodos que existen por naturaleza, han tratado de ser descifradas con diferentes planteamientos filosófico-cosmogónicos regionales que, después de repetirse en forma incansable por generaciones, se fueron convirtiendo en credos religiosos con dogmas, supersticiones, liturgias y hasta en los evangelios que las religiones monoteístas utilizan como libros sagrados para controlar a sus fieles. No hace falta señalar que entre las tácticas que el cuerpo sacerdotal manipula para mantener la devoción de su rebaño, se utilizan inimaginables miedos al castigo eterno que sufrirán las almas que desobedezcan las liturgias establecidas por el cuerpo sacerdotal de la religión de que se trate. Aunque en algunas religiones, para compensar tales miedos al castigo después de la muerte, hay conceptos extrapolados con promesas de una vida eterna en un paraíso reservado a quienes sigan fielmente los ritos y ceremonias de alabanza, crean en los llamados misterios o en las leyendas mítico-metafóricas elaboradas en supuestos pactos hechos por el hombre con el dios o

34 los dioses que moran el ámbito celeste (espacio donde circula el Sol), para que los “pueblos escogidos” de cada religión, pudieran entrar al paraíso celestial correspondiente. Sin embargo, esa promesa que los sacerdotes repiten sin cansancio y que periódicamente modifican para actualizar la “verdad” sobre la deidad vigente, o sobre el hijo que tuvo con la joven pura que escogió para engendrarlo como el hombre-dios que trasmitiera sus enseñanzas al pueblo escogido, a cambio de alabarlo, obedecer las liturgias sacerdotales y hasta ofrecerle los sacrificios físicos y económicos que le aseguren al creyente, su entrada a un utópico paraíso que cambia de fisionomía según la religión que lo prescriba. Correlaciones astronómicas con los datos arqueológico-antropológicos En las últimas décadas del siglo XX los astrónomos y arqueo-astrónomos han revitalizado viejas teorías sobre una serie de observaciones relacionadas con la mítica y la importancia del movimiento de los planetas, de la Luna y sobre todo del llamado Astro Rey, manifiesto en las orientaciones arquitectónicas

de algunas ciudades prehispánicas, en cuyas estructuras se encuentran observatorios en los que se registra el movimiento del Sol, como sucede en Chichen Itzá, o en la alineación de las pirámides dedicadas a este astro, cuyo eje central de la escalinata viendo al poniente, se alinea con la puesta del Sol durante el cenit, mientras que las cabezas de serpiente sobre el final de las alfardas que delimitan la escalera señalan, desde el primer cuerpo de la pirámide, los puntos extremos del mismo movimiento solar al momento de alcanzar los solsticios de invierno y de verano (Fig.2). Un fenómeno que todavía puede observarse en la pirámide de Tenayuca, en la reconstruida Santa Cecilia y que pudiera comprobarse en Templo Mayor de Tenochtitlan o de la cima de la pirámide del Sol de Teotihuacan, desde donde puede detectarse el movimiento solar y registrar el momento en el que el astro parece detenerse durante los solsticios y equinoccios sobre algunos puntos de las sinuosidades del paisaje en el horizonte oriente, tanto como sobre el horizonte poniente (Fig.3), como lo observara Rubén Morante (1996; 2005). El énfasis que en este ensayo se le

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Fig.2. Pirámide, El Castillo en Chichén Itzá, durante el equinoccio se aprecia el juego de luces y sombras que pareciera formar una serpiente que se alinea con las cabezas que se encuentran en la parte inferior de las alfardas. Foto, América Malbrán Porto, 2016.

da a la observación del movimiento solar sobre el perfil del horizonte, radica en el ritmo del aparente desplazamiento con que “se mueve el sol” entre los equinoccios y los solsticios en los que, conforme se acerca más al límite solsticial, el camino es más y más lento, ya que parecen pasar uno o dos días de estancamiento o con un movimiento apenas perceptible rumbo al extremo final donde parece quedar fijo, paralizado o muerto por otro día, antes de iniciar su camino de regreso por el mismo

horizonte hasta el otro solsticio, en el que vuelven a pasar tres días sin que se note algún movimiento. En concreto, en cada meta solsticial, especialmente la del invierno que ocurre en el hemisferio norte entre el 21 y el 23 de diciembre (según la cercanía al año bisiesto) (Fig.4), entre las culturas antiguas y aún entre algunos grupos contemporáneos, se encuentran relatos sobre las ceremonias de sacrifico que se efectuaban en honor al Sol muerto, durante los tres o cinco días

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Fig.3. Perfil Poniente observado desde la pirámide del Sol, donde se observan los puntos de solsticios y equinoccios. Dibujo, Jorge Angulo V.

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Fig.4. Solsticio de invierno en el horizonte Teotihuacano.

que tarda en iniciar nuevamente su movimiento de regreso, aduciendo que resucitaba o volvía a nacer, trayendo los buenos augurios que se efectuarían a lo largo de su camino hacia el otro extremo de su trayectoria, propiciando otro tipo de celebración equinoccial, cenital y solsticial. Esto explica el porqué entre las religiones iniciáticas, por lo regular politeístas que acumularon una serie de observaciones de los fenómenos naturales que rigen sobre los ámbitos terrestres, tanto como en los movimientos astrales y estelares, con sus efectos en el paisa-

je geográfico, fisiográfico y en las variantes climáticas que ocurren cíclicamente, pudieron relacionar y atribuirles a estas fuerzas o energías de la naturaleza, facultades divinizadas cuyos efectos sobre los grupos humanos formaban parte de los designios de una armonía cosmogónica. Una concepción de aceptación e integración a los fenómenos de la naturaleza compartidos por varias religiones politeístas, con ideas naturalistas y prístinas, de las que por ahora solo se señalan algunas coincidencias o préstamo de conceptos

38 antropogénicos homotaxiales, sino es el efecto de las simbiosis de credos que se observan en culturas que, aunque florecieran separadas por siglos y hasta por milenios en continentes diferentes o a grandes distancias entre sí, coinciden en el mismo tipo de mitos sobre la creación y conducta de sus deidades. Razón por la que conviene remontarnos a algunos conceptos heredados que se aplican sin saber su origen ni significado original, como se ejemplifica adelante. Hazañas de los dioses creadores originando las deidades solares En muchas de las culturas prístinas o primarias, se conceptuaba a las deidades creadoras y destructoras como receptoras de los diversos y muy variados atributos asociados a las fuerzas y a los elementos de la naturaleza. Tal como sucedió en el Egipto Predinástico (3,500 a.n.e.), donde sobresale el mito de Osiris, Señor del tiempo, dios de la sabiduría, de las aguas subterráneas y, por ser el regenerador del Nilo, deidad de la fertilidad, la vida y, en la sequía, la muerte (Griffiths, 1980; Hart, 2005). Su hermana Isis, era considerada como la diosa de la tierra, la medicina, la magia y de la fer-

tilidad también, ya que enseñó a su pueblo a aprovecharse de la capa de limo que Osiris, el regenerador del Nilo, derramaba anualmente durante el llamado creciente fértil, en el que se producían abundantes cosechas de trigo, mijo y otros cereales que propiciaron el desarrollo de esta impresionante cultura (Hart, Op.cit.). Relatos de la misma leyenda mencionan que, después de varios trucos para tomar el lugar de Osiris, su celoso y envidioso hermano Seth, lo descuartiza y arroja sus desmembradas partes a lo largo de toda la rivera del Nilo. Isis, la devota y fiel enamorada de su hermano Osiris, se da a la tarea de recoger todas las desperdigadas partes del cuerpo de su hermano entre las sargas del Nilo, en donde encuentra todos sus miembros excepto uno, que talla en oro. Al restregarse con la parte de oro que faltaba, Isis queda preñada y engendra a Horus, quien se convertirá en una de las deidades solares egipcias, representado por un hombre con cabeza de Halcón, sosteniendo al Sol (Ídem.). Durante varias generaciones de faraones que formaron el Imperio Medio y el principio del Imperio Nuevo (1,371 a.n.e.), Akenatón pretende cambiar las creencias politeístas al

39 proclamar a Ra o el Sol, como deidad única. Un culto que duró hasta poco después de su muerte, cuando todo volvió a la normalidad y continuaron tratando de seguir las reglas de una moral regida por “las confesiones negativas” (Libro de los Muertos, 2003:194-199) que debían presentarse ante las deidades que juzgaban su entrada a la vida eterna o lo enviaban al monstruo de los avernos. …Es así que yo traigo en mi Corazón la Verdad y la Justicia, porque he sacado de él todo el Mal… Yo no he hecho mal a los hombres. Yo no empleé la violencia con mis parientes. Yo no reemplacé por la Injusticia a la Justicia. Yo no frecuenté a los malos. Yo no cometí crímenes. Yo no hice trabajar para mi beneficio con exceso. Yo no intrigué por ambición. Yo no di malos tratos a mis servidores. Yo no blasfemé de los dioses. Yo no privé al pobre de su ali-

mento. No cometí actos execrados por los dioses. Yo no permití que un amo maltratase a su sirviente. Yo no hice sufrir a otro. Yo no provoqué el hambre. No hice llorar a los hombres, mis semejantes. Yo no maté ni ordené matar. Yo no provoqué enfermedades entre los hombres. Yo no sustraje las ofrendas de los templos… (Ibíd.:194). Coincidencias o herencias míticas sobre la deidad solar y sus avatares En la Mesopotamia de la mitad del cuarto milenio anterior a la nuestra era y durante el Imperio Sumerio y Acadio (3400 a.n.e.), surge la figura de Marduk, proclamado como profeta de “el sol naciente”, quien iconográficamente representaba su poder, en la figura de un cuerpo de león con alas de águila ensambladas, cabeza humana con grandes cuernos de carnero (Bergua, 1960). Dentro de ese mismo imperio mesopotámico se encuentra la leyenda del Rey Sargón, (2,340 a.n.e.), cuya traducción relata:

40 “Sargón, el poderoso rey, rey de Agadé, soy yo. Mi madre fue una cambiante, a mi padre no lo conocí. Los hermano(s) de mi padre amaron las colinas. Mi ciudad es Azupiranu, la cual está ubicada en los márgenes del Eúfrates. Mi cambiante madre me concibió, en secreto me dio a luz. Ella me puso en una canasta de juncos, con betún selló mi tapa. Ella me echó en el río, el cual no se elevó sobre mí. El río me sostuvo y me condujo hasta Akki, el depositario del agua, Akki, el depositario del agua, me levantó cuando él sumergió su jarro, Akki, el depositario del agua, [él me tomó] como su hijo (y) me apoyó. Akki, el depositario del agua, me designó su jardinero. Mientras yo fui su jardinero, Ishtar me concedió su amor, y por cuatro y [...] años yo ejercí el reinado. El [pueblo de] cabezas negras yo dirigí, yo gob[erné]; Poderosas [mon]tañas con hachas de bronce yo conquisté. Las zonas altas yo escalé. Las zonas bajas yo [atra]vesé” (Andiñach,1993:109). La historia bíblica relata lo parecido de la vida de Moisés, copiada o

retomada de la del Rey Sargón de Acadia, cuando se relata que la madre de Moisés lo deposita en una canasta de bejuco sobre las aguas del Nilo que los llevan hasta las sargas de la orilla del gran río, en donde una princesa de la corte del Faraón lo encuentra y lo educa como hijo adoptivo del Faraón (Fig.5). Cuando ya adulto y aprovechando la confianza que el faraón le había otorgado a lo largo de su estancia en el templo-palacio, Moisés saquea los tesoros en ese acervo y huye, con un gran grupo de israelitas esclavizados hacia la península del Sinaí, cruzando un bajo por el estrecho Golfo de Suez que sirve de entrada al Mar Rojo, poco antes de que se originara una especie de Tsunami. Se dice que en una de las montañas de esa península, Moisés extracta del “Libro de los Muertos”, los “Diez Mandamientos” que han servido de base moral a las religiones judeo-cristianas que pululan entre las culturas occidentales. Coincidencias, simbiosis o préstamos de conceptos No queriendo abundar demasiado en los detalles de las coincidencias, simbiosis o préstamos de conceptos que se encuentran en todas las religiones politeístas y monoteístas,

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Fig.5. Moisés siendo rescatado de las aguas del Nilo. Grabado de Bartolomeo Biscaino,Tomado de National Gallery of Art, Washington

a continuación se sintetiza el concepto sobre las trilogías que existen como símbolo de poder político-religioso atribuidos a las deidades y a los gobernantes divinizados: • La Triada de Abydos en Egipto, compuesta por Osiris, Isis y Horus. • El Trimurti Hindú, compuesto por Brahma, Vishnú y Shiva • Las deidades de Zeus, Venus Afrodita y Apolo en el mundo griego.

• Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, en el cristianismo. • Maya: Kin Kak Mo, G I (Sol); Chaac, G II (tierra-agua) y Señor del Xibalba, GIII representado por el Balam Ahau. • Mexicas: Tonatiuh (Sol); Tlaloc-Chalchiuhtlicue (Agua) y Tlaltecuhtli-Mictalntecuhtli (Señor (a) de la Tierra y el Señor que rige bajo la tierra o el llamado inframundo).

42 Diosas o vírgenes como madres de héroes culturales. Un aspecto más de coincidencias o repetitivos préstamos de conceptos, queda manifiesto en la maternidad virginal que da vida a los héroes culturales deificados, aunque se deben de considerar las siguientes observaciones Remontándonos a las culturas agrícolas que homotaxialmente florecieron durante el periodo Neolítico en todo el mundo, se puede decir que en aquella etapa cultural se conceptuaba a las jóvenes en plena pubertad como vírgenes en vísperas de ser asociadas a la fertilidad de la tierra y a la preservación reproductiva del grupo. Una consideración aunada al concepto de que, dentro de esas culturas agrícolas, las jóvenes vírgenes tenían que participar en el corte y la pisca de la cosecha que se efectuaba en agosto y septiembre, de cada año, coincidiendo con las fechas del signo zodiacal de virgo que regía en todos los países europeos y curiosamente con el día del santo de la Virgen María (Ash, 2011:61). En Xochimilcatzingo y Tetelcingo, Morelos, durante esos mismos meses, las adolescentes se tiñen el cabello de verde para participar en la

danza del “Jilote”, en la que mueven cuerpo y cabeza con el pelo suelto, emulando el hecho de sacar los cabellos de la mazorca, como parte de la celebración del momento cuando la Madre Tierra da vida a nuestro Señor el maíz. El concepto de virginidad y maternidad asociado a la fertilidad de la tierra. En Egipto la diosa virgen Isis procrea a Horus como deidad solar. En China, Lao Tse es engendrado después que un rayo de sol penetra por la boca abierta de una doncella virgen mientras dormía (Wu, 1993). La religión católica y otras sectas cristianas proclaman que el niño Jesús nació de la virgen María. Entre los mexicas existía la creencia que al estar barriendo uno de los templos, la diosa Coatlicue, puso una borla de plumas bajo su quexquemitl y quedó preñada de Huitzilopochtli, conocido como el dios solar y de la guerra que nació durante el mes de Panquetzaliztli, coincidente con el Solsticio de invierno. …Y esta Coatlicue allí hacía penitencia, barría, tenía a su cargo el barrer, así hacía penitencia, en Coatepec, la Montaña de la

43 Serpiente, y una vez, cuando barría Coatlicue, sobre ella bajó un plumaje, como una bola de plumas finas. En seguida lo recogió Coatlicue, lo colocó en su seno. Cuando terminó de barrer, buscó la pluma, que había colocado en su seno. pero nada vio allí. En ese momento Coatlicue quedó encinta… (Fernández,1963) El nacimiento de los dioses durante los equinoccios y solsticios Según la mítica egipcia, Horus nació en el equinoccio de verano, cuando el Sol parece detenerse en el extremo norte del horizonte, convertido en deidad solar, y “solo tres días” después de su nacimiento se enfrenta a la lucha contra el asesino de su padre (Fernández, 1963; Ash, Op.cit.:60). Reseñas babilónicas mencionan que “tres días después de la muerte del Sol viejo, (Solsticio de Invierno) nació Mitra quien rigió como el nuevo Sol o nuevo dios en la religión mesopotámica (Campos Méndez, 2006; Ash, Ibíd.:61). En el credo cristiano, Jesús nació el

25 de diciembre (Solsticio de Invierno), y se inició una nueva era que se desligó parcialmente de la religión judía. De la conocida leyenda del Quinto Sol de los mexicas, aquí solo se resume lo básico del texto que señala que al quedarse el Sol sin movimiento, los dioses tuvieron que ofrecer un sacrificio para que volviera a brillar y reiniciar su trayectoria para que nuevamente iluminara al mundo. En esta, forma, la leyenda menciona que pasaron cuatro días de angustia en la que el Sol quedó inmóvil y parecía haber muerto, hasta que el sacrificio de un dios pobre y enfermo se arrojó al fuego para salvar a los sacerdotes dirigentes de la nueva era (Cualquier parecido a la aprobación de los nuevos impuestos que el gobierno incrementa al IVA y al predial, “para favorecer a los pobres y a los enfermos”, es pura coincidencia, sin contar que se exime a las grandes compañías de pagar impuestos para que la economía “se restablezca” y se vuelva a beneficiar a los dirigentes político-religiosos que incrementan sus sueldos). IV cuatro días no se movió; se estuvo quieto. Dijeron los dioses: “¿Por qué no se mueve?” En-

44 viaron luego a Itztlotli (el gavilán de obsidiana), que fue a hablar y preguntar al Sol. Le habla “Dicen los dioses: pregúntale por qué no se mueve.” Respondió el Sol: “Porque pido su sangre y su reino.” Se consultaron los dioses y se enojó Tlahuizcalpanteuctli, que dijo: “¿Por qué no le flecho? Ojalá no se detuviera.” Le disparó y no le acertó. ¡Ah! ¡Ah! le dispara y flecha el Sol a Tlahuizcalpanteuctli con sus saetas de cañones de plumas rojas, y en seguida le tapó la cara con los nueve cielos juntos. Porque Tlahuizcalpanteuctli es el cielo. Se hizo la junta por los dioses Titlacahuan y Huitzilopochtli y las mujeres Xochiquetzal, Yapaliicue y Nochpaliicue; e inmediatamente hubo mortandad de dioses ¡ah! ¡ah! en Teotihuacan (Códice Chimalpopoca, 1992:122). No creo necesario enfatizar que dentro de la gran franja entre los trópicos, y en especial en el hemisferio norte, durante y a partir del solsticio de invierno (22 a 24 de diciembre), el Sol se desplaza desde el punto más al sur del horizonte oriental, en el que se observa su salida. Un punto en el que se puede registrar

su camino que llega al extremo norte del mismo perfil oriente, hasta el otro punto que determina el solsticio de verano (junio 21 a 23), en donde aparentemente se estaciona por tres o cinco días más, antes de reiniciar su trayectoria de regreso. Bibliografía Andiñach, Pablo R. 1993 “La leyenda acadia de Sargón” en Revista Bíblica, Año 55, Nº 50. Editorial San Benito. España. Pp. 103114. Ash, Milton 2011 La Biblia ante la Biblia, la Historia, la ciencia y la mitología, Tomo V. ArtGerust, España. Bergua, J.B. 1960 Mitología Universal. 2 vols. Madrid, España. Campos Méndez, Israel 2006 El dios Mitra. Los orígenes de su culto anterior al mitraísmo romano. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Gran Canaria, España.

45 Clavijo, Gladys 2012 “Ubicándonos en el Planeta” en Geografía, disponible en: http://uruyhue.blogspot. mx/2012/03/ubicandonos-en-el-planeta.html Códice Chimalpopoca 1992 Anales de Cuauhtitlan y Leyenda de los Soles. Primera serie Prehispánica Nº1, Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México. México. Cornwell, Bernard 2009 Stonehenge, Edhasa, Barcelona, España. Fernández, Justino 1963 “Una aproximación a Coyolxauhqui” en Estudios de Cultura Náhuatl, Vol. IV, Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México. México. Pp. 37-53. Griffiths, J. Gwyn 1980 The Origins of Osiris and His Cult, E.J. Brill. Leiden.

Hart, George 2005 The Routledge Dictionary of Egyptian Gods and Goddesses. Routledge. Londres, Nueva York. Libro de los Muertos 2003 Primera versión poética según el texto jeroglífico publicado por Wallis Budge, prólogo y notas A. Laurent, Editorial Aseri S.A. España. Morante López, Rubén 1996 Evidencias del conocimiento astronómico en Teotihuacan. Tesis Doctoral. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, México. 2005 “Origen astronómico del asentamiento de Teotihuacan: la hipótesis de la Pirámide de la Luna”, en Arquitectura y urbanismo: pasado y presente de los espacios en Teotihuacan. Memoria de la Tercera Mesa Redonda de Teotihuacan. Ruiz Gallut, María

46 Elena y Jesús Torres Peralta (Coords.), Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. pp. 639-655. Pearson, Mike Parker 2013 Stonehenge. Exploring the Greatest Stone Age Mystery. Simon & Schuster. New York. Wu, John C.H. 1993 Lao Tse. Tao Te King, Editorial Edaf, Arca de sabiduría. Madrid.

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