La cuestión moderna en América Latina. Una mirada desde Giles Lipovetsky

June 7, 2017 | Autor: Leilany Estrada | Categoría: Modernity
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Descripción

UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS Y SOCIALES
ESCUELA DE ESTUDIOS INTERNACIONALES
PENSAMIENTO POLÍTICO CONTMPORÁNEO
Profesor: Fidel Canelón
Estudiante: Leilany Estrada Calles. CI: 20.825.894. Sociología – FaCES UCV

América Latina: anclaje latinoamericano en la era del individualismo. El posmodernismo como parte de la mecánica y la configuración del actual sistema mundo. Una mirada desde los planteamientos de Gilles Lipovetsky.

En el auge del siglo XXI, vale la pena cuestionarse, ¿cómo considerarnos posmodernos, es decir, a América Latina como unidad, si la modernidad aún es un tema en entredicho, para algunos países? Sin embargo, para Lipovetsky, el posmodernismo no requiere de una base material que lo sustente. En Venezuela, por ejemplo, esto calza muy bien, el posmodernismo llega, sin incluso, vivir la cuestión de la modernidad. Pero, ¿de qué modernidad estamos hablando? El prefijo ''post'' denota un significado de posterioridad, por ello, debemos entender que, los países latinoamericanos, pasaron por un post-modernismo sin necesidad de vivir una modernidad, propiamente dicha.
Para comprender mejor este planteamiento, vale la pena regresar al siglo XIX; la modernidad venía en forma lineal sobre el tren del progreso, junto con la idea de que, aquello que fuese bueno para Europa, también podría serlo para el resto de los países; sus colonias. Por ello, menciona Colombres (2004); ''… la modernidad negó de hecho la alteridad, desvalorizando la capacidad de las matrices simbólicas de reinterpretar y rearticular los elementos que reciben. '' Este era en sí, el proyecto de la ilustración, un devenir que buscaba arrasar consigo mismo todo lo que fuese tradición, dónde la modernidad, permitió que aquellos países ''centrales'' lograran tener ''desarrollo'' – económico – gracias a los países llamados por ellos mismos ''periféricos'', ahora modernidad, era también, sinónimo de dominación.
Lipovetsky define la modernidad o modernismo como ''…esa nueva lógica artística a base de rupturas y discontinuidades, que se basa en la negación de la tradición, en el culto a la novedad y al cambio. '' (LIPOVETSKY, 1986, PP. 81), en este contexto, ambos autores le brindan un sentido de ''innovación'' a la modernidad, dónde las cosas son valoradas según su carácter de ''nuevo'' sin siquiera evaluar la constitución que implica dicha ''cosa''. Es así como Lipovetsky ubica entre 1880 y 1930 al modernismo como su punto de máxima explosión, afirmando que ''…desde entonces, los artistas no cesan de destruir las formas y sintaxis instituidas, se rebelan violentamente contra el orden oficial y el academicismo: odio a la tradición y furor de renovación total. '' (Ibídem). El modernismo se inhibe en una contradicción, es como una destrucción que a su vez es capaz de crear.
A su vez, se observa como muchos autores le brindan a la modernidad, un carácter ritual, repetitivo y sin originalidad, que automatiza un agotamiento de la vanguardia, brindándole un carácter de individualismo, al que lo único que le importa es la innovación. Teniendo una cultura de –inmediatez- el pasado pierde su carácter de respeto e importancia. El futuro tampoco importa, si este no es inmediato, vemos entonces como se instaura una cultura totalmente fragmentaria. Es entonces, cuando podemos decir que no hemos pasado por la modernidad, porque ser moderno no se puede, es decir, siempre se está siendo moderno, es como una construcción a futuro, pues el modernismo o lo moderno no puede perder su carácter de innovación o desplazamiento constante. (COLOMBRES, 2004)
Es allí cuando el posmodernismo se convierte en una paradoja para Latinoamérica. Entendiendo que, lo no occidental siempre fue visto como formas de barbarie, la modernidad nunca pensó en que las tradiciones pudiesen ser conciliables entre ellas mismas como parte de una cultura propia. Lo indígena en América Latina, fue catalogado desde un principio como un impedimento para el progreso, algo que había que definitivamente, sustituir. A su vez, para modificar nuestro carácter hispánico colonial, se nacionalizó una cultura, que imitaba al europeísmo, negándonos a nosotros mismos nuestra propia identidad que a raíz de la ruptura modernista, fuimos perdiendo poco a poco la necesidad de acoplarla y de apropiarnos de ella, creando a su vez, sociedades imaginarias, futuros incomprensibles, que rompen totalmente con lo que se supone es propio de Latinoamérica.
Entonces, vemos como la modernidad no paso por nosotros, porque no fuimos capaces de construir en base a nuestras particularidades e historia propia, una civilización que partiese desde nuestros propios procesos históricos; los países centrales nos civilizaron, por tal motivo, es conveniente aceptar que la mayoría de los países latinoamericanos no son nada más que una Europa establecida en América. (Ibídem PP. 110)
Se vuelve necesario resaltar lo que Colombres dice en cuanto a la modernización para la validez del planteamiento;
…modernización equivale a asimilación al modelo ajeno, mientras que la verdadera modernidad es el proceso de cambio que permite reproducir las diferencias culturales, mantener una especificidad frente al otro. (COLOMBRES, 2004, PP. 112)

A su vez, Lipovetsky brinda un carácter revolucionario a la post-modernidad; se trata de una revolución que va contra los valores y las normas que rigen las sociedades, donde menciona que, esta ''revolución'' está lejos de reproducir los intereses de la burguesía. La burguesía, acostumbrada a mantener la validez de las instituciones, los valores como el trabajo, o el simple hecho de ahorrar y su propio ascetismo, se ve amenazada, bajo esta corriente de post-modernismo. Pues los innovadores, solo buscan vivir a la máxima intensidad, se basa en el culto al Yo-ismo ilimitado. Es el consumo de masas que configura el hedonismo propio de la época narcisista. (LIPOVETSKY, 1986)
Visto el hedonismo como un elemento constitutivo de las sociedades actuales; llenas de publicidad, moda, mass media, el deseo por el lujo, la lujuria y el elemento principal – el crédito – que sustituye el principio del ahorro, ya que, al tratarse de una era hiper-consumista, la invención del ''crédito'', destruye por completo a ''La ética protestante''; con una tarjeta de crédito, todo lo que una persona desee consumir, puede obtenerlo de forma inmediata, ya no hace falta ahorrar por ello y de esta forma, aumentan las deudas y el despilfarro, Lipovetsky, invita a desligar el capitalismo de la idea que lo constituye como un todo; cada vez más, existen diversos ''divorcios'' entre distintas esferas, gracias a la súbita entrada del hedonismo; imponiendo su cultura como valor inmediato, el capitalismo pierde a su vez, su voluntad; ''…La crisis de las sociedades modernas es ante todo cultural o espiritual. '' (Ídem, PP. 85)
Pero, ¿qué sucede en América Latina?, al estar sometida bajo una enorme influencia occidental, podemos hablar propiamente de una transculturización. Para entender porque los postulados de Lipovetsky pueden ser vigentes en nuestro continente, Bronislaw Malinowski define la transculturación como;
…proceso en el cual emerge una nueva realidad, compuesta y compleja; una realidad que no es una aglomeración mecánica de caracteres, ni siquiera un mosaico, sino un fenómeno nuevo, original e independiente. Para describir tal proceso, el vocablo de raíces latinas ''transculturación'' proporciona un término que no contiene la implicación de una cierta cultura hacia la cual tiene que tender la otra, sino una transición entre dos culturas, ambas activas, ambas contribuyentes con sendos aportes, y ambas cooperantes al advenimiento de una nueva realidad de civilización. (Malinowski citado en Podetti, 2004)

El concepto de transculturación va también de la mano del de globalización, el cual como proceso, como pensamiento único, rechaza la alteridad de nuestros pueblos americanos. Es entonces, cuando vemos el principal problema de Latinoamérica, la identidad. Estos procesos post-modernos, son de gran magnitud; hacen que el hombre ya ni siquiera se rodee por sus semejantes sino de objetos, que como menciona Lipovetsky son tildados de cool. Esto, aunado al bombardeo de imágenes e información que recrea un imaginario colectivo y personal, dotado de distanciamiento e impersonalidad, permite hablar igualmente, de una revolución del consumo. Se habla entonces del cambio de significación de la cultura, incluso la religión gana un carácter innovador; profetas sospechosos, el yoga, el taichí y la ''new age'' (carencia total de sacralidad que en su momento representaron las religiones más tradicionalistas). Menciona Colombres, que;
''… la Secretaría del Culto de la Argentina tenía registradas en noviembre del año 2000, 2.371 entidades religiosas no católicas, correspondientes a las variantes de treinta corrientes religiosas, aunque extraoficialmente se decía que la cifra era de 5.000 entidades… '' (COLOMBROS, 2004, PP. 134)

Las nuevas religiones arropan a toda Latinoamérica, el catolicismo ha ido perdiendo, con el nacimiento de nuevos cultos que exaltan al YO, su carácter imperial en esta nueva era descrita por Lipovetsky. Igual ocurre con el arte, que a su vez se vuelve hibrido, pues arropa distintos estilos al carecer de originalidad, tiene un lenguaje totalmente superficial y solo enaltece una indiferencia pura. Igualmente, observamos que lo real en los objetos se pierde quedando únicamente la ilusión de ellos, lo divino también pierde su manifestación de poderes sagrados y se vuelve simplemente un destello, encontrándonos en un ''individualismo sin verdaderos individuo; es decir, seres sin personalidad'' (Ídem, pp. 137). Para Lipovetsky, igualmente, el símbolo de nuestro tiempo es el Narciso, entendiendo que para la modernidad, no fueron sin más que Fausto, Sísifo o Prometeo. (LIPOVETSKY, 1984, PP. 49)
La post-modernidad también incita a desertar de la política. La apatía de las masas se encuentra despreocupada de los problemas cívicos de su sociedad. El nuevo hombre ''cool'' muy parecido a un zombie, desconoce las pasiones que en su momento sirvieron de fuerza y de eje para la historia. Además, se encuentra el reciclaje del cuerpo, como menciona Lipovetsky, se trata de una inversión narcisista por el cuerpo y a su vez, Baudrillard que nos dice que, ''…el cuerpo humano deviene el más bello objeto de consumo, al que se siente liberado luego de un milenio de puritanismo. '' (BAUDRILLARD, 1970, PP. 199). Pero no se trata únicamente de eso, el cuerpo es sin más sometido a pautas tanto estéticas como dietéticas, todo en pro hacia el culto narcisista. De no realizar tales prácticas, el ser humano, hombre o mujer, encarna la discriminación por la estética y la ''belleza'' o ''no-belleza'' del cuerpo, creando a su vez, distintos mitos y estereotipos sexuales. La belleza de corte moral, es desplazada, aquella que devenía del espiritualismo cristiano ya no encuentra lugar.
En cuanto al culto al cuerpo, en nuestras sociedades lo vemos de forma aflorada. Las reinas de ''belleza'' latinoamericanas son muestra de ello. Los certámenes de belleza reproducen este factor narcisista del culto al cuerpo, donde casi todos los países latinoamericanos participan, y vale acotar, Venezuela es quien ha recibido más coronas mundiales de América Latina. Certámenes que de alguna manera u otra disparan ese sentido narcisista y también representan rituales, terminan siendo discriminatorios, recreando una imagen en el imaginario colectivo sobre cómo debería ser la belleza del cuerpo, es así como el cuerpo también se vuelve una mercancía, como menciona Le Breton en la Sociología del Cuerpo (2002), también las apariencias personales ''son una especie de 'capital'', ya que, la apariencia se vuelve todo un desafío, las sociedades post modernas, constantemente envían información a los sujetos individuales solo con mostrarnos.
La apariencia se vuelve un capital porque de cierto modo nos vendemos, vendemos nuestra apariencia, ya que ésta, es capaz de comunicar cosas sobre nosotros mismos, inclusive, sobre nuestro ser. Los estereotipos muchas veces, ''se establecen sobre la base de las apariencias físicas y se transforman rápidamente en estigmas, en signos fatales de defectos morales o de pertenencia a una raza'' (LE BRETON, 2002, PP. 82). No hay nada más terrible que el maltrato que el cuerpo ha sufrido, durante estos años de la era cristiana, pasando de ser considerado, simplemente carne pecadora, a ser explotado por el capitalismo industrial, negado por las religiones occidentales, exaltando únicamente al alma como el medio de ''salvación'' para luego ser objeto de interminables experimentos (cirugías estéticas y demás).
Hoy en día la colonización es por medio de mercancías, propias de los fetiches, que le restan valor y significado a la realidad. Para muchos Latinoamérica, no es posmoderna, sin embargo, hay muchos elementos que hoy podrían sino identificarla como tal, considerarla encaminarse hacia ello. Las tribus urbanas por ejemplo, de interés por su relevancia social en las últimas décadas, representan a su vez, una forma de ''masturbación mental y colectiva'', son grupos que no aspiran la gloria, solo se agrupan sin pretender enviar algún mensaje a la sociedad. Latinoamérica ya participa en la post-modernidad, con algunas anomalías por sus asincronías. Para Colombres los que nos dominan, son las empresas multinacionales, muchos híbridos diseñados en Hong Kong, Tokyo o Seúl; es decir, la tecnología globalizada. (COLOMBRES, 2004, PP. 143)
Los centros comerciales, objeto, de consumo masivo, igualmente, se han vuelto el ágora de nuestra época; el cine, la comida rápida, librerías que engrandecen los best-sellers, teatros que reproducen el gusto por lo grosero, tiendas de deportes extremos que gozan también de un carácter individualista. Los centros comerciales, no solo quieren ser el ágora de nuestra época, buscan ser también el nuevo dios de la economía virtual. Y para ello, el silencio es – asesinado – no existe ningún espacio vacío, todos están cubiertos de pancartas publicitarias o de mensajes urbanos, incluso, los lugares se ven con la necesidad de llenarlos de ruido; música o televisión a 24.000 vatios. Próximamente, podríamos inferir que seremos sociedades de sordos. (LIPOVETSKY, 1986). Se configura la revolución de la perdida de sentido.
A pesar de esto, observamos casos, como Bolivia, que si bien no gozan de excepcionalidad, o podría criticarse si se le atribuyese, podemos ver rasgos de una fuerte cultura tradicionalista y popular propia del país indígena, al saberse que es el único país latinoamericano en el que McDonald's quebró, sin embargo, no es una cuestión de que a los Bolivianos no les gusten las hamburguesas, solo que, prefieren no comprárselas a una empresa de carácter global, como lo es McDonald's. Con ello, parece ser el fin de las compañías de comida rápida en Bolivia.
Además, también vale la pena resaltar, el tema de los deportes extremos y su impronta universalidad. Canelón (2009), en Ensayos de Modernidad y Posmodernidad, indica que, el deporte a nivel mundial, también ha sufrido diversos cambios. El primer punto que señala, como medio de atención a las masas, es la relación que estos deportes tienen con la naturaleza, la cual a su vez es diferente, a la relación que los deportes tradicionales poseen sobre ella (PP. 216). Este elemento no puede ser ignorado, la naturaleza nos devuelve en calidad de majestuosidad, la necesidad de ser apreciada nuevamente, de recuperarla, para volver a asombrarnos de aquello que parecía carecer de sentido. Esto, posiblemente, a raíz de la inminente desgracia ecológica que hoy por hoy amenaza a la humanidad.
De igual manera, Canelón, hace una distinción entre los deportes de riesgo o extremos – tradicionales – y los deportes extremos – de nueva generación – resaltando tres grandes características;
i. El enfrentamiento que el deportista realiza, no es en contra de alguien más, sino que se trata de un enfrentamiento a lo interno. La persona se pone a prueba y debate una lucha consigo mismo, de este modo, el significado de la vida, vuelve a ser otro. Se trata de probar constantemente que tan osados somos.
ii. La forma de organización o estructuración del deporte, en el caso de los tradicionalistas, sigue un patrón jerárquico y cada uno de los integrantes del equipo tiene un cargo o función que debe desempeñar dentro de la temática deportista, en el caso de los extremos, se carece de dicha jerarquía, son más bien deportes individualistas y las reglas del juego, son propias de la naturaleza.
iii. Por último, el lugar donde se dan los deportes, en el caso de los tradicionalistas, ocurren bajo una estructuración perfectamente delimitada, controlada y construida, pero, en el caso de los deportes extremos, su lugar de ejecución es simplemente la naturaleza.
A su vez, Canelón menciona, que muchos deportes tradicionales que hoy en día gozan de cierta hierofanía, no tienen carácter de casual, en su momento, constituyeron representaciones históricas en alabanza a ciertos ídolos. Sin embargo, los nuevos deportes extremos, son hierofánicos, desde el inicio y ese carácter lo brinda, precisamente la naturaleza. La propia admiración por ella, hace que, inclusive, goce de un carácter sagrado, que representa las más antiguas culturas milenarias y brinda a quien intente desafiar la naturaleza, un carácter universal.
En contraste con lo posmoderno en nuestras localidades, se ve conveniente resaltar la observación de Canelón, al señalar que; ''… las situaciones de crisis en una comunidad o sociedad determinada – ya sea de tipo político, económico, social o espiritual – propician una búsqueda de manifestaciones sagradas o una reapropiación de viejos símbolos y ritos de carácter mágico – religioso. '' (CANELÓN, 2009, PP. 225).
Esto sin duda, brinda respuesta a situaciones recurrentes en América Latina, donde, el carácter sagrado-religioso, pierde validez al no saber dar respuesta a la continua búsqueda de sentido que repercute en la angustia generalizada de los individuos y entre ello, la infinitud de consecuencias que, han llevado al hombre moderno a sentir que debe necesariamente re-inventar nuevas formas de sentir y de pensar. Se hace alusión a la necesidad de retribuirle a la naturaleza su carácter de sagrado y brindarle respeto. Constantemente se desarrollan programas que vigilen y resguarden de ella, aparte del culto al yo-ismo, encontramos este culto a la naturaleza; la necesidad de ''conectarse'' con ella. Hoy por hoy, la tendencia son los deportes extremos y los lugares afrodisiacos donde puedan practicarse en Latinoamérica, desde la Patagonia, hasta el Aconcagua en Mendoza, e incluso, la Gran Sabana en Venezuela o Machu Picchu en el Perú, para re-encontrarnos con lo ancestral, regresar al pasado; el pasado que la modernidad quiso arrebatar por completo, bajo la idea del progreso y que la postmodernidad nos da la posibilidad de regresar a él, al menos para retribuirnos ese sentido de – vida al máximo -.
Sin embargo, y aquí volvemos al primer punto, sobre la modernidad; se reitera que, si la posmodernidad deriva de la modernidad, pero en Latinoamérica, no se puede hablar de modernidad propia, estamos hablando igualmente de colonización.
Y es aquí cuando, Colombres, menciona que, si la crítica a la posmodernidad se vuelve el punto de partida, se debería oponer a su subcultura, un modelo alternativo. Que a su vez indica que existen al menos dos tipos de posmodernidad;
''Una es hija del pragmatismo y un hedonismo narcisista que coquetea con el nihilismo, ensanchando así la era del vacío, mientras niega toda racionalidad ajena a las leyes del consumo masivo y degrada a los sistemas simbólicos con los que interactúa. La otra constituye una respuesta filosófica de occidente a los graves problemas que plantea la crisis de su razón, en alguno casos – como el de Habermas y Berman – para reconstruirla desde abajo hacia arriba, es decir, por la vía del consenso y no de la imposición. '' (COLOMBROS, 2004, PP. 147)

Sin embargo, resulta difícil detener todo el proceso que deviene del posmodernismo; la manipulación, la destrucción de nuestra tradiciones y sistema de símbolos y significados, pero, la idea no es quedarse de brazos cruzados, adaptándonos a esta apropiación de lo ajeno, la idea es repensar el proyecto que nos ha dejado la modernidad, de ''rearmarlo por completo en función de nuestras necesidades y de nuestro proyecto histórico'', como Latinoamericanos.

















BIBLIOGRAFÍA
BAUDRILLARD, Jean (2009). La sociedad de consumo. Editorial Siglo XXI. Buenos Aires, Argentina.
CANELÓN, Fidel (2009). Ensayos de modernidad y posmodernidad. Editorial: el perro y la rana. Centro Simón Bolívar. Caracas, Venezuela
COLOMBRES, Alfredo (2004). América como civilización emergente. Editorial: Arte. Caracas, Venezuela.
CORONIL, Fernando (2007) El estado de América Latina y sus Estados. Siete piezas para un rompecabezas por armar en tiempos de izquierda. Publicado en la revista Nueva Sociedad N° 210.
LE BRETON, David (2008) La sociología del cuerpo. Nueva visión. Buenos Aires, Argentina.
LIPOVETSKY, Gilles (1986). La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Editorial Anagrama, Colección argumentos. Barcelona, España.
PODETTI, J. Ramiro. (2004) Mestizaje y transculturación: la propuesta latinoamericana de globalización. Universidad de Montevideo. Comunicación presentada en el VI Corredor de las Ideas del Cono Sur, 11 al 13 de Marzo de 2004. Montevideo, Uruguay.
TOURAINE Alain. América Latina en los tiempos de Chávez. Entre Bachelet y Morales, ¿existe una izquierda en América Latina? Nueva Sociedad 205. 2006.
REGALADO, Roberto (2012) La izquierda latinoamericana. a 20 años del derrumbe de la Unión Soviética. Compilación. Editorial Ocean Sur.

RECURSOS ELECTRONICOS
ECOOSFERA: Bolivia: el único país latinoamericano que llevo a la quiebra a McDonald's. en Alimentación, corporaciones y mafias recomendadas. Publicado el: 29 de Noviembre de 2013. Disponible online: http://www.ecoosfera.com/2013/11/bolivia-el-unico-pais-latinoamericano-que-llevo-a-la-quiebra-a-mcdonalds/ Consultado por última vez: 02 de Agosto de 2015.


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