La cronología absoluta de la minería de sílex en Casa Montero (Madrid)

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La cronología absoluta de la minería de sílex en Casa Montero (Madrid) ■ SUSANA CONSUEGRA1, PEDRO DÍAZ­‑DEL­‑RÍO2

R E S U M E N Presentamos 13 dataciones absolutas sobre madera carbonizada y fauna doméstica que cubren la práctica totalidad de la extensión de la mina de Casa Montero, un yacimiento con casi 4000 pozos de extracción de sílex documentados. El test del Χ2 indica que 11 de ellas son estadísticamente iguales, con un 65% de probabilidades de que la totalidad de los acontecimientos mineros datados sucedieran entre 5327­‑5215 cal AC. Contrastamos esta hipótesis con otras evidencias, para concluir que la escala de las acciones mineras debió necesariamente requerir la movilización de varios pequeños grupos en una sucesión de acciones colectivas probablemente estacionales. Palabras clave: Minería. Neolítico Antiguo. Dataciones absolutas.

We present the radiocarbon dates for thirteen charcoal samples covering the complete area of the mine field of Casa Montero (Madrid, Spain), a site with more than 4000 plotted shafts. The Χ2 test shows that eleven of them are statistically identical, with a 65% probability that all mining episodes occurred between 5327 and 5215 cal BC, a time span of approximately four generations. We test this probable hypothesis against other archaeological evidence and conclude that the comparatively large scale mining actions at Casa Montero would have necessarily required the mobilization of several small scale Early Neolithic groups into a succession of collective actions, probably performed in a seasonal manner. Keywords: Flint mine. Early Neolithic. Radiocarbon dates.

1. Introducción La minería del sílex en la Europa prehistórica tiene lugar en un marco cronológico bien conocido. Hay esca‑ sas y ocasionalmente ambiguas evidencias de explota‑ ciones del Pleistoceno (p.e. Baena et al., 2011), alguna dispersa para el Mesolítico, unas pocas minas neolíticas del Sexto milenio cal AC (Galiberti, 2005; Díaz­‑del­‑Río et al., 2006; Schild, 1995) y un incremento importante en la cantidad de minas al final del Quinto y sobre todo el Cuarto milenio AC. La minería de sílex persiste en un buen número de regiones europeas más allá del Tercer milenio, mientras que las transformaciones sociales y económicas que sucedieron durante la Edad del Bronce modificaron sustancialmente los procesos productivos, la circulación y el uso de las herramientas sobre sílex en gran parte del Continente (e.g. Karimali, 2005). Más allá de esta imagen un tanto impresionista con‑ curren problemas graves que tienen un efecto directo sobre la posibilidad de establecer una perspectiva com‑ parada en el estudio de las minas de sílex prehistóricas. Entre ellos se encuentra la falta de conjuntos contextua‑ lizados de fechas radiocarbónicas para la mayoría de las minas de sílex conocidas, en especial de dataciones

sobre muestras de vida corta y, cuando éstas existen, los graves problemas para establecer secuencias detalladas para cada uno de los yacimientos, por no mencionar las dificultades para definir procesos regionales. Como resultado de todo esto ha sido prácticamente imposible construir las historias específicas de las distintas minas en sus contextos locales y regionales. En consecuencia, dado que se trata de un proceso productivo que tiende a generar una gran homogeneidad en el registro arqueoló‑ gico, se ha tendido a asumir que los ciclos de explotación de las minas deben medirse en la mayor parte de los casos en milenios, restringiendo inevitablemente la posi‑ bilidad de desarrollar interpretaciones históricas. Ade‑ más, no es infrecuente que entre los especialistas domine el interés por aquellos aspectos más técnicos de la explo‑ tación del sílex, lo que de alguna manera ha propiciado que una de las materializaciones más monumentales del Neolítico sea utilizada sólo como una fuente secundaria para la interpretación social de la prehistoria europea. Esta dinámica sólo puede ser subvertida aumentando nuestro interés por construir interpretaciones histórica‑ mente contingentes de las minas. Para ello podemos empezar por evitar dos presupuestos. En primer lugar, el asumir que un conjunto de fechas de radiocarbono

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define el tiempo continuo de explotación de una mina, y no los límites cronológicos en los que probablemente sucedieron un número indeterminado de acontecimien‑ tos mineros. Este tipo de razonamiento pasa por alto la naturaleza probabilística de las fechas de radiocarbono y elude el hecho de que todos los acontecimientos con dataciones estadísticamente iguales pueden (o no) datar el mismo episodio minero. El segundo aspecto, de alguna manera relacionado con el anterior, es aceptar el cálculo de trabajo por día como una estimación veraz de la realidad del pasado. Este tipo de estimaciones son fundamentales si queremos compa‑ rar el trabajo invertido en distintas minas o entre diferen‑ tes acontecimientos mineros. Pero dado que el tamaño de cada uno de los distintos acontecimientos mineros es frecuentemente difícil de conocer, los cálculos de trabajo por día tienden a utilizarse como una estimación verosí‑ mil de la magnitud y ritmo de trabajo en las minas. Como resultado, las interpretaciones más parsimoniosas tien‑ den a considerar el coste mínimo, tanto en personas como en tiempo de trabajo. Cuando combinamos estas cifras con los amplios rangos temporales que ofrecen las series radiocarbónicas, terminamos por aceptar ­‑en muchos casos de forma acrítica­‑ una reducida inversión de trabajo minero, por parte de pequeños grupos de per‑ sonas (hombres ¡cómo no!, Gero, 1991), para uso domés‑ tico o un intercambio «down­‑the­‑line», años tras año, siglo tras siglo, durante milenios. Por supuesto es posible que toda o parte de esta inter‑ pretación sea cierta. Las interpretaciones arqueológicas son fundamentalmente infradeterminadas: con frecuen‑ cia se pueden construir distintas hipótesis alternativas y razonablemente parsimoniosas a partir de los mismos datos. Pero lo que queremos destacar es que esta imagen de la minería de sílex prehistórica con frecuencia difu‑ mina la posibilidad de pensar en escenarios sociales y políticos alternativos para cada uno de los distintos acontecimientos mineros. Para decirlo en otros térmi‑ nos, evita la posibilidad de que se dieran diversas cir‑ cunstancias mineras contingentes. Sin embargo, si somos capaces de construir una interpretación alterna‑ tiva sólida y elegante para un único caso de estudio, entonces quizá podamos pensar en la minería de sílex neolítica, no como una actividad pre­‑industrial homogé‑ nea, sino como un conjunto variado de prácticas cultu‑ rales históricamente contingentes.

2. Casa Montero La geología regional de Madrid es conocida por la abun‑ dante y ubicua presencia de sílex. Este hecho hace que la existencia de la actividad minera neolítica en sí sea bas‑ tante sorprendente, tanto para la región como el periodo de los acontecimientos. Durante nuestra prehistoria regio‑ nal el sílex fue utilizado al menos desde el Paleolítico hasta la Edad del Bronce. El momento álgido del uso masivo del

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sílex parece haber sido la Edad del Cobre, periodo en el que se produjeron mayoritariamente grandes cantidades de herramientas expeditivas a partir de materias primas locales, probablemente provenientes de fuentes secunda‑ rias. Los primeros grupos neolíticos del centro de la Penín‑ sula Ibérica seleccionaron Casa Montero, y no otros depó‑ sitos primarios o secundarios para la adquisición de piedra, por una combinación de factores geológicos (Bustillo et al., 2009), tecnológicos (Castañeda et al., 2008), locacionales y, sobre todo, sociales. La mina de Casa Montero se sitúa en un reborde ame‑ setado sobre la confluencia de dos de los principales ríos de la provincia de Madrid, Jarama y Henares (Fig. 1). La excavación en área (4 ha) permitió documentar 3794 pozos mineros: cilíndricos, con un diámetro medio de 1,12 m y una profundidad máxima de 9,26 m. Las estruc‑ turas mineras se concentran en una superficie de algo más de 2 ha formando una banda de explotación donde los pozos en las zonas de mayor densidad distan escasos centímetros (entre 4 y 30 cm en la zona oriental) pese a lo cual se cortan accidentalmente en contadas ocasiones (el 3,4% de los pozos documentados en planta). En los 324 pozos neolíticos excavados se han recuperado 65 toneladas de restos de talla en sílex. Estimamos que el total de sílex manipulado y desechado in situ durante el Neolítico Antiguo debió ascender a 740 toneladas. Nuestro diseño de la excavación se orientó específica‑ mente al análisis de las posibles variaciones tanto de las estrategias mineras como de la cronología de los distin‑ tos eventos mineros (Capote et al., 2008). Durante las dos primeras campañas nos centramos en la definición de la variabilidad individual de los sistemas de extracción de sílex, lo que posteriormente nos permitió decidir la mejor estrategia para la tercera y última campaña de excavaciones. Para ésta se diseñó y aplicó un muestreo sistemático alineado, excavando todos los pozos inclui‑ dos en cada una de las dieciséis cuadrículas de diez por diez metros, distribuidas regularmente en todo el yaci‑ miento. La idea principal detrás de esta estrategia era poder contar con una muestra estadísticamente repre‑ sentativa de poblaciones de pozos distribuidas por la totalidad de la zona minera (Díaz­‑del­‑Río et al., 2007). La excavación fue acompañada por una prospección superficial intensiva con muestreo sistemático de mate‑ riales superficiales y una exploración mecánica del sub‑ suelo (retroexcavadora) en los dos kilómetros cuadrados al oeste de la zona minera. Asimismo se ha realizado la prospección de un entorno de 60 minutos alrededor del yacimiento. Todo ello ha configurado una imagen más precisa de la escala, la temporalidad y la variabilidad del registro arqueológico prehistórico.

3. Las dataciones radiocarbónicas Las excavaciones en Casa Montero han permitido recuperar un exiguo conjunto de restos orgánicos de vida

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Fig. 1 Plano de localización de la mina de sílex del Neolítico Antiguo de Casa Montero.

corta datables. Los restos de fauna son extremadamente escasos, la mayoría anillos en distintos momentos de producción, desde matrices sobre huesos largos hasta productos finales ya pulidos (Fig. 2) (Yravedra et al., 2008). Se ha evitado utilizar estos elementos para obte‑ ner dataciones absolutas, fundamentalmente por su escasez en el Neolítico regional e ibérico y su potencial museográfico. A pesar de todo, y como se verá a continu‑ ación, finalmente se optó por datar una matriz de Ovis aries. Por el contrario, los restos de madera carbonizada son relativamente abundantes. Los 3019 restos de carbón identificados constituyen probablemente una de las mayores colecciones de carbones del Neolítico Antiguo de la Península Ibérica (Ruiz­‑Alonso y Zapata, e.p.). De todos modos, los depósitos que colmatan los pozos mineros no eran especialmente ricos en macrorestos vegetales. Las muestras, en su mayoría pequeños frag‑ mentos dispersos de madera carbonizada recuperados individualmente, se obtuvieron exclusivamente de 90 de los 324 pozos excavados. Para la primera serie de dataciones se preselecciona‑ ron muestras de trece unidades estratigráficas pertene‑ cientes a cinco pozos diferentes, todos excavados durante la primera campaña de excavación. Se trataba de restos

carbonizados principalmente de Quercus ilex/coccifera. Quercus ilex (encina o carrasca) es un árbol de conside‑ rable tamaño. Quercus coccifera (coscoja) es un arbusto del mismo género que por lo general no rebasa los 2 metros de altura y con raíces densas pero superficiales. Estas indicaciones son interesantes en relación con el debate sobre el uso de restos orgánicos de larga duración para obtener dataciones de radiocarbono y la frecuente (y por otra parte razonable) llamada a datar muestras de corta vida. Mientras que la encina vive un promedio de 400 años, la coscoja rara vez supera los 40. Desafortuna‑ damente, ambas especies son imposibles de distinguir a través de un análisis antracológico estándar, ni polínico. Sin embargo, algunos botánicos sugieren que las condi‑ ciones del suelo en la Casa Montero favorecerían la pre‑ sencia de coscoja. Como veremos a continuación, no es improbable que la mayoría de las muestras datadas de Quercus pertenezcan a la especie arbustiva. Las primeras muestras datadas fueron dos fragmentos individuales de Quercus ilex/coccifera procedentes de sendos pozos de la primera campaña (Díaz­‑del­‑Río et al., 2006, Fig. 3). Pese a que la cronología relativa fundamen‑ tada en las escasas cerámicas halladas indicaba la ads‑ cripción al Neolítico Antiguo para la mayoría de los pozos, las fechas radiocarbónicas obtenidas, ambas del

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Fig. 2 Conjunto de industria ósea recuperada en distintos contextos mineros de Casa Montero.

sexto milenio AC, supusieron una sorpresa. Estas crono‑ logías son inusuales para la minería de sílex en otras regiones de Europa, con la excepción de la mina italiana de Defensola, en la península de Gargano. Por otro lado, era previsible que ambas fechas fueran diferentes a juz‑

gar por la experiencia en otras minas europeas, en las que la explotación se prolonga frecuentemente varios milenios. En cualquier caso, las dataciones resultantes sugirieron que los dos pozos se hicieron en un intervalo de unos pocos siglos lo que, habida cuenta de que la dis‑ tancia entre ambos era inferior a 25 metros, sugería que los casi 4.000 pozos distribuidos en las cuatro hectáreas documentadas habría sido el resultado de largos perio‑ dos de explotación del mismo lugar. De hecho, esta opi‑ nión fue expresada por otros colegas que sugirieron que la mina debió haber estado en uso al menos hasta el Ter‑ cer milenio AC. Sin embargo, la hipótesis de un uso pro‑ longado iba en contra de otras pruebas: ausencia de superposición entre los pozos o la coherencia cronoló‑ gica aportada por los artefactos recuperados, todos ellos pertenecientes al Neolítico Antiguo. La comprobación de la hipótesis alternativa requería nuevas muestras contextualizadas e identificadas para la datación. La razón básica de la segunda serie de fechas de radiocarbono era precisamente confirmar la duración completa de la mina y, si fuese posible, observar el creci‑ miento espacio­‑temporal de la misma. Con este fin, se seleccionó una serie de muestras procedente de once pozos mineros, abarcando 11 de las 16 unidades de muestreo (U.M.), muestreándose con ello la extensión

#

Código Lab.

U.M.

Pozo #

U.E. #

Material datado

BP

13C/12C

Cal BC 1σ

Cal BC 2σ

1

Beta-206512

_

2384

2382

Quercus ilex/coccifera

6410±40

-24.2 o/oo

5468-5357

5471-5322

2

Beta-206513

_

2701

2229

Quercus ilex/coccifera

6270±40

-26.2 o/oo

5300-5221

5324-5077

3

Beta-232884

B1

7244

7242

Quercus ilex/coccifera

6360±40

-25.4 o/oo

5462-5303

5469-5227

4

Beta-232885

B2

7564

7562

Quercus ilex/coccifera

6280±40

-24.9 o/oo

5303-5225

5359-5080

5

Beta-232886

B3

7490

7482

Quercus ilex/coccifera

6350±40

-25.6 o/oo

5452-5234

5466-5224

6

Beta-232887

D1

7967

7963

Juniperus Communis

6290±40

-22.2 o/oo

5309-5225

5367-5085

7

Beta-232888

D2

8147

8142

Quercus ilex/coccifera

6240±40

*

5303-5081

5310-5066

8

Beta-232889

D3

15849

15842

Juniperus Communis

6290±40

-22.3 o/oo

5309-5225

5367-5085

9

Beta-232890

D4

16309

16303

Quercus ilex/coccifera

6500±40

-25.6 o/oo

5512-5383

5534-5370

10

Beta-232891

D5

8615

8614

Quercus ilex/coccifera

6320±40

-26.2 o/oo

5338-5225

5460-5214

11

Beta-232892

E3

9332

9323

Quercus ilex/coccifera

6270±40

-26.2 o/oo

5300-5221

5324-5077

12

Beta-232893

E4

9630

9622

Quercus ilex/coccifera

6330±40

-25.6 o/oo

5363-5228

5463-5217

13

**

G3

16229

16221

Sus sp. Femur frag.

_

_

_

_

14

Beta-295152

D4

15367

15363

Ovis Aries Femur

6200±40

-19.2 o/oo

5218-5068

5296-5045

Fig. 3 Dataciones radiocarbónicas AMS de muestras recuperadas en Casa Montero. Calibraciones y test de Χ2 realizadas con el programa Calib 6.0.1. La muestra n.º 13 no pudo ser datada por falta de colágeno.

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4. Combinando las dataciones con otras evidencias

Fig. 4 Plano del área excavada en Casa Montero con la distribución de los pozos (puntos negros) y aquellos datados. Los números se refieren al orden de las muestras presentado en la columna izquierda de la Fig. 3.

total del yacimiento, de norte a sur y de este a oeste. La colección total de restos recuperados en dichas UM incluía 190 restos carbonizados, 7 de los cuales fueron identificados exclusivamente a especie, mientras que los 183 restantes fueron asignados a sólo tres taxa, en orden de importancia: Quercus ilex/coccifera (94%), Juniperus communis (5%) y Quercus sp. (1%). Finalmente, se esco‑ gieron ocho fragmentos individuales de Quercus ilex/ coccifera, dos de Juniperus communis (enebro común) y un fragmento de matriz de anillos sobre fémur de Sus sp. Tanto el hueso como el enebro, otra especie arbustiva, tenían por objeto valorar el posible efecto del envejeci‑ miento de la madera en las fechas de radiocarbono obte‑ nidas de las muestras de Quercus. La serie completa de fechas de radiocarbono se pre‑ sentan en la Fig. 3 y su distribución espacial en la Fig. 4. Desafortunadamente la muestra de Sus sp. carecía del colágeno suficiente para ser fechada. La prueba de Χ2 demuestra que todas las fechas con la única excepción de Beta­‑232890 son estadísticamente idénticas. Recien‑ temente, se envió a datar otra matriz de anillos sobre un fragmento de femur de Ovis aries. El resultado, 6200+/­‑40 BP (Beta­‑295152), es estadísticamente igual a diez de las once dataciones anteriores. Si se asume la hipótesis plausible de que fechen eventos mineros diferentes, existe una probabilidad del 65% de que todos los episo‑ dios mineros se produjesen entre el 5327­‑5215 cal AC (1σ), un período de tiempo de apenas un centenar de años. Por tanto, estas fechas radiocarbónicas no permi‑ ten observar la evolución espacio­‑temporal de la explo‑ tación minera pero indican que el episodio principal de actividad en Casa Montero se prolongó algo más de un siglo, cuatro generaciones. Esta interpretación no es sólo posible, es probable.

Parece razonable aceptar que cuanto más breve sea el periodo de explotación de un complejo minero más uni‑ forme y homogéneo será el conjunto de evidencias (Doelman, 2008). En este sentido, la alta probabilidad estadística de una explotación breve de Casa Montero queda reforzada por la limitada variabilidad del registro arqueológico. Tal vez la evidencia más obvia sea la ausencia de inter‑ sección entre pozos. Su elevada densidad y la reducida distancia con los vecinos más próximos (el 18% de los pozos excavados está a menos de 0,50 m de otro pozo, el 46% dista menos de 1 m del pozo más próximo y el 62,5% si aumenta la distancia a 1,5 m), indica que las gentes que minaron en Casa Montero veían y evitaban las explo‑ taciones previas. El procedimiento de excavación de numerosos pozos estrechos y profundos aumenta la seguridad contra los potenciales colapsos del terreno y reduce la inversión de trabajo necesaria para acceder a las vetas de sílex. La variabilidad de la profundidad de los pozos es considerable (474 ± 194 cm de media) y está en relación con la oscilación de cota de los distintos niveles de sílex, aunque no sucede lo mismo en el caso de los diámetros de las bocas en la superficie (112 ± 28 cm de media). Es decir, hay una escasa variabilidad en la forma en que cada uno de los pozos mineros se diseñó y eje‑ cutó. Esta consideración se ve reforzada por el hecho de que el lugar potencialmente permite otros métodos de extracción, como pozos más anchos o frentes de cantera. Los rellenos de los pozos también son homogéneos: la variación cualitativa registrada durante el proceso de excavación entre los distintos observadores se puede reducir fundamentalmente a cinco tipos (Consuegra y Capdevila, e.p.). A diferencia de otras minas contempo‑ ráneas, como la italiana de Defensola, en Casa Montero la materia prima era extraída y procesada in situ. Esto dio lugar a una enorme cantidad de sílex desechado que fue arrojado de nuevo a los pozos abiertos junto con la tierra extraída. Por lo tanto, los pozos y su relleno son el resul‑ tado de acciones breves. La posibilidad de estimar la can‑ tidad mínima de pozos abiertos en cada acontecimiento minero ha sido posible gracias al remontaje de los clas‑ tos de cuarcita (Capote, 2011). Éstos fueron traídos desde las terrazas del río situadas a un kilómetro de la mina y se utilizaron en las distintas actividades de percusión. Muchos se fragmentaron durante su uso y terminaron por formar parte del relleno de los pozos. Los remonta‑ jes revelan que en un solo acontecimiento se abrieron numerosos pozos, algo que se ve reforzado por el remon‑ taje de varios fragmentos de cerámica entre pozos dis‑ tantes aproximadamente 60 metros. El hecho de que los grupos que tallaron en Casa Mon‑ tero siguieran el mismo patrón a lo largo de la totalidad de la explotación minera ofrece un apoyo adicional a nuestra hipótesis. Los restos líticos recuperados ascienden a 65

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toneladas, más de 1,5 millones de piezas, mientras que el total de sílex procesado puede estimarse en unas 740 tone‑ ladas (> 17 millones de piezas). La mayoría de estos restos son residuos de talla. El objetivo principal de estas activi‑ dades de talla fue la producción de láminas y, en menor medida, de laminitas, siendo el producto final más carac‑ terístico una lámina de 5x2 cm. Además, el análisis de los restos de talla ha determinado que las cadenas operativas son muy similares en todos los pozos estudiados, con una repetición sistemática de un procedimiento concreto: la eliminación metódica de las partes externas de ópalo de los nódulos con el fin de producir herramientas a partir del interior de cuarzo y el acondicionamiento de los núcleos de cara a la extracción de láminas con las dimensiones deseadas (Castañeda et al., 2008). Otras pruebas algo más circunstanciales provienen de la fauna. Más del 77% del escasísimo conjunto de macro‑ fauna (44 NR) es industria ósea. En ella está especial‑ mente bien representada (25 de las 34 piezas) la cadena operativa completa para la producción de anillos de hueso (Yravedra et al., 2008) que refleja la adopción de un patrón homogéneo de fabricación. Este tipo de útiles debió estar asociado con actividades que tuvieron lugar durante las acciones mineras. Algo similar sucede con la elevada uniformidad, tanto formal como tecnológica (Díaz­‑del­‑Río et al., 2011) de las escasas producciones cerámicas recuperadas en la mina. En resumen, la evidencia recuperada en Casa Montero es consistente con la hipótesis de que el periodo de explotación de esta mina madrileña bien pudo ser de un siglo aproximadamente. Estas acciones mineras pudie‑ ron ser estacionales, quizá en primavera, como sugiere Peter Topping (2011). Durante el invierno la arcilla del lugar dificultaría el trabajo de extracción dado que las herramientas tenderían a embotarse con cierta frecuen‑ cia a causa del barro. Por otra parte, durante el verano la sequedad habría endurecido el suelo y, como sabemos por experiencia, aumentado el riesgo de derrumbes. Es decir, en términos tácticos el mejor momento para pro‑ gramar esta actividad sería la primavera (mayo a junio), o el otoño (septiembre a octubre), cuando la probabili‑ dad de precipitaciones se reduce y la temperatura no alcanza valores máximos. La recuperación de una golon‑ drina en la unidad estratigráfica inferior del pozo minero 7209 respalda a la primavera como mejor hipótesis. Además, el carácter estacional de las acciones mineras habría evitado el dilema de quién convoca, es decir, cómo concentrar la suficiente fuerza de trabajo en un único lugar en el contexto de una sociedad en la que la toma de decisiones no está jerarquizada y donde es físi‑ camente imposible someter la voluntad de aquel que no desee participar. Este es un escenario razonable a juzgar por lo que sabemos sobre el exiguo tamaño de los prime‑ ros grupos neolíticos en esta región y, posiblemente, la capacidad limitada de los individuos para movilizar grandes equipos de trabajo más allá del ámbito de lo doméstico inmediato. Las evidencias neolíticas son muy

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escasas en una región de ocho mil kilómetros cuadrados como Madrid, en que la investigación arqueológica ha sido desigual, pero ciertamente intensa. Únicamente se conocen 20 yacimientos que pueden adscribirse con alguna seguridad al Neolítico, de los cuales 14 han sido sistemáticamente excavados en los últimos años (dos de ellos cuentan con alguna evidencia de estructuras de habitación). Sólo un yacimiento tiene fechas de radiocar‑ bono que pueden ser contemporáneas a Casa Montero. Nuestro proyecto de investigación prospectó un buffer de 60 minutos en el entorno inmediato del yacimiento y no detectó yacimiento neolítico alguno. De hecho, nin‑ guno ha sido reconocido hasta la fecha. Sin duda, esta carencia de evidencias indica que los primeros grupos neolíticos eran probablemente muy reducidos y conside‑ rablemente móviles. Si este fuera el caso, las acciones mineras de escala relativamente grande en Casa Mon‑ tero habrían requerido necesariamente la movilización de varios grupos en una sucesión de acciones colectivas presuntamente señaladas mediante eventos naturales (por ejemplo astronómicos), lo que soslayaría la dificul‑ tad de la convocatoria. Casa Montero fue abandonado en algún momento alrededor de 5200 AC. No tenemos evidencia alguna de actividad humana hasta aproximadamente el 1600 AC, cuando algunos grupos consideraron la mina lo suficien‑ temente significativa como para enterrar ocasional‑ mente a sus muertos.

5. Conclusión A lo largo de este trabajo hemos argumentado que la mayoría de acontecimientos mineros en Casa Montero tuvieron lugar en el trascurso de unas pocas generacio‑ nes de grupos del Neolítico Antiguo regional. Por supuesto, el escenario histórico en el que se produjo la minería de sílex en Casa Montero no es necesariamente comparable al existente en otras zonas de la Europa Neo‑ lítica. Muchas minas de sílex europeas estuvieron en explotación durante períodos dilatados de tiempo, o al menos eso parece por sus fechas de radiocarbono. Sin embargo, habría ciertas dificultades para decidir si estas fechas en realidad representan miles de años de extrac‑ ciones a pequeña escala o episodios de gran actividad «generacional» distanciados en el tiempo. Si así fuese, la minería de sílex no habría sido una solución técnica a largo plazo a una necesidad práctica, sino una actividad social extraordinariamente significativa, oportuna e his‑ tóricamente contingente.

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G.I. Prehistoria Social y Económica. Instituto de Historia, CCHS CSIC. C/ Albasanz 26­‑28. 28037 Madrid. www.casamontero.org [email protected]

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G.I. Prehistoria Social y Económica. Instituto de Historia, CCHS CSIC. C/ Albasanz 26­‑28. 28037 Madrid. www.casamontero.org [email protected]

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AGRADECIMIENTOS



Hemos podido escribir este artículo gracias al trabajo colectivo del Equipo Casa Montero, especialmente de: Enrique Capdevila, Marta Capote, Cristina Casas, Nuria Castañeda, Cristina Criado y Aurora Nieto. Otros colegas han mejorado sustancialmente el texto con sus muy oportunos comentarios: David Field, Antonio Gilman y Peter Topping. El trabajo se ha realizado en el contexto del ‘Proyecto de Investigación Arqueológica en el yacimiento de Casa Montero (Madrid). Producción y circulación de sílex en el Neolítico de la Meseta’ financiado por Autopista Madrid Sur C.E.S.A. en el contexto del Convenio de colaboración entre la Consejería de Cultura y Deportes de la Comunidad de Madrid, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y Autopista Madrid Sur Concesionaria Española S.A para la investigación, conservación y divulgación científica de la mina de Casa Montero, y del proyecto HAR2009­‑14360­‑C03­‑02 «Análisis comparativo de las dinámicas socioeconómicas en la Prehistoria Reciente Peninsular (VI­‑II milenios AC): la Meseta Sur».

BIBLIOGRAFÍA

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5.º CONGRESSO DO NEOLÍTICO PENINSULAR

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estudos & memórias

5.º Congresso do Neolítico Peninsular VICTOR S. GONÇALVES MARIANA DINIZ ANA CATARINA SOUSA eds.

CENTRO DE ARQUEOLOGIA DA UNIVERSIDADE DE LISBOA

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estudos & memórias

Volumes anteriores de esta série:

Série de publicações da UNIARQ (Centro de Arqueologia da Universidade de Lisboa) Direcção e orientação gráfica: Victor S. Gonçalves

1. LEISNER, G. e LEISNER, V. (1985) – Antas do Concelho de Reguengos de Monsaraz. estudos e memórias, 1. Lisboa: Uniarch.

8. GONÇALVES, V.S.; DINIZ, M.; SOUSA, A. C., eds. (2015), 684 p. 5.º Congresso do Neolítico Peninsular. Actas. Lisboa: UNIARQ.

2. GONÇALVES, V. S. (1989) – Megalitismo e Metalurgia no Alto Algarve Oriental. Uma aproximação integrada. 2 Volumes. estudos e memórias, 2. Lisboa: CAH/Uniarch/INIC. 

Capa, concepção e fotos de Victor S. Gonçalves. Pormenor de uma placa de xisto gravada da Anta Grande da Comenda da Igreja (Montemor o Novo). MNA 2006.24.1. Museu Nacional de Arqueologia, Lisboa. Paginação e Artes finais: TVM designers Impressão: Europress, Lisboa, 2015, 400 exemplares ISBN: 978-989-99146-1-2 Depósito Legal: 400 321/15

Copyright ©, os autores. Toda e qualquer reprodução de texto e imagem é interdita, sem a expressa autorização do(s) autor(es), nos termos da lei vigente, nomeadamente o DL 63/85, de 14 de Março, com as alterações subsequentes. Em powerpoints de carácter científico (e não comercial) a reprodução de imagens ou texto é permitida, com a condição de a origem e autoria do texto ou imagem ser expressamente indicada no diapositivo onde é feita a reprodução. Lisboa, 2015.

3. VIEGAS, C. (2011) – A ocupação romana do Algarve. Estudo do povoamento e economia do Algarve central e oriental no período romano. estudos e memórias 3. Lisboa: UNIARQ. 4. QUARESMA, J. C. (2012) – Economia antiga a partir de um centro de consumo lusitano. Terra sigillata e cerâmica africana de cozinha em Chãos Salgados (Mirobriga?). estudos e memórias 4. Lisboa: UNIARQ. 5. ARRUDA, A. M. ed. (2013) – Fenícios e púnicos, por terra e mar, I. Actas do VI Congresso Internacional de Estudos Fenícios e Púnicos, estudos e memórias 5. Lisboa: UNIARQ. 6. ARRUDA, A. M. ed. (2014) – Fenícios e púnicos, por terra e mar, 2. Actas do VI Congresso Internacional de Estudos Fenícios e Púnicos, estudos e memórias 6. Lisboa: UNIARQ 7. SOUSA, E. (2014) – A ocupação pré-romana da foz do estuário do Tejo. estudos e memórias 7. Lisboa: UNIARQ.

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