La Crítica de Wittgenstein a la Teoría Russelliana del Juicio

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Descripción

Wittgenstein y la teoría russelliana del juicio

Moisés Macías Bustos

La crítica de Ludwig Wittgenstein a la teoría múltiple del juicio de Bertrand Russell, constituye un parteaguas en el desarrollo filosófico de ambos pensadores. Por un lado, la crítica marca el inicio de la independencia filosófica para Wittgenstein, por el otro, cambió el curso del filosofar russelliano. Fue en este punto cuando Wittgenstein se convenció de que su investigación lógica no podía beneficiarse más del contacto con Russell y de su estancia en Cambridge. Para Russell el cambio fue de tremenda importancia, la crítica de Wittgenstein le mostró que el enfoque en el que había estado trabajando varios años era incorrecto; en un sentido colapsó todo su proyecto epistemológico y lo hizo dudar de sus capacidades filosóficas. Si bien Russell escribió varios libros y artículos tratando con cuestiones epistemológicas, éstas estarían relacionadas con lo que podría llamarse “reconstrucción sintética” de la epistemología. No sería hasta The Analysis of Mind donde Russell desarrollaría una alternativa epistemológica analítica, que tratase los problemas del análisis de la creencia, etc. El monismo neutral.

1. Un trasfondo general de los problemas que ocupaban a Russell

La teoría múltiple del juicio surge del esfuerzo por resolver varios problemas filosóficos relacionados con las actitudes proposicionales y la teoría de la correspondencia de la verdad. Dos problemas cruciales que enfrentaba Russell para echar andar su proyecto epistemológico eran los siguientes:

(1) Dar cuenta de en qué consiste creer (juzgar, entender) una proposición. (2) Dar cuenta de cómo las proposiciones pueden ser verdaderas o falsas.

Las teorías de la proposición que Russell había desarrollado alrededor de 1903, en su The Principles of Mathematics (en adelante TPM) le permitían dar cuenta de

ambos problemas, pero a un costo que Russell no estaba dispuesto a pagar. Para empezar Russell habría tenido que aceptar una ontología exuberante, y habría tenido que explicar la cuantificación mediante la denotación (mientras que en On Denoting en adelante la denotación se explica mediante la cuantificación). Sin embargo el problema crucial es que las teorías avanzadas en TPM hacen imposible una teoría de la correspondencia de la verdad. La razón de esto se vincula a dos tesis a las que Russell se suscribe:

(T1): Intencionalidad: Todo acto mental tiene uno o más objetos. (T2): Realismo: Todo objeto genuino tiene ser.1

Si (T1) es verdadera entonces todo acto mental de creencia (juicio, entendimiento) i.e., toda actitud proposicional involucra a fortiori a las proposiciones como objeto del acto (por ejemplo: creer que p). Luego, por (T2) si las proposiciones son objetos genuinos entonces tienen ser. Si las proposiciones tienen ser entonces nuestra ontología incluirá tanto proposiciones falsas como verdaderas. Las proposiciones, para Russell, están compuestas por los objetos que aparecen en las mismas i.e., toda proposición está constituida por los objetos que menciona, y no por expresiones que denotan esos objetos. Dice por ejemplo: “Una proposición no contiene palabras: contiene las entidades indicadas por las palabras”.2 Como es bien sabido, la razón por la cual Russell caracteriza así a las proposiciones, es que quiere evitar el problema de dar cuenta de cómo las proposiciones pueden referirse al mundo sin incluir en las mismas los objetos a los que se refieren. Por todo esto, las proposiciones, tanto falsas como verdaderas, tienen ser y sin una teoría que nos permita construir las proposiciones de componentes más elementales, entonces la unidad de la proposición nos fuerza a aceptar tales falsas proposiciones en nuestra ontología. Sin embargo, en su filosofía temprana Russell parece identificar a las proposiciones con los hechos.3 La razón es que, si tanto proposiciones como hechos tienen los mismos constituyentes y exactamente la misma estructura, entonces parece ocioso querer diferenciarlos. Esto es inconsistente con otras cosas que también mantuvo. Sostiene, por ejemplo, que la Griffin, Nicholas, “Russell’s Multiple Relation Theory of Judgement”, Philosophical Studies, 47, 2, Springer Netherlands, 1985, p. 213. 2 Russell, Bertrand, The Principles of Mathematics, Londres, Norton, 1903, p. 47. La traducción es del autor. 3 Hanks, Peter, “How Wittgenstein Defeated Russell's Multiple Relation Theory of Judgment”, Synthese, 154, Jan. 2007, 121-146, p. 5. 1

inverosimilitud de la existencia de las proposiciones falsas, es el hecho de que es imposible creer que pudiera haber proposiciones falsas o verdaderas sin una mente que las juzgue (esta inverosimilitud no aparece con una ontología de hechos). La inconsistencia podría resolverse si se asume que cada proposición tiene su correspondiente objetivo.4 Éstos son semejantes a los hechos y existe la posibilidad de diferenciar entre proposiciones y sus correspondientes objetivos. Intentos de este tipo, me parece, descansan en una equivocación, sin embargo, es importante mostrar que la teoría de la correspondencia fracasa en ambas reconstrucciones de la posición de Russell. Por todo lo anterior podemos percatarnos que la teoría de la correspondencia de la verdad tendría que ser falsa. Si las proposiciones son idénticas a los hechos, entonces tanto proposiciones verdaderas como falsas existirían y por lo mismo, el mundo tendría que contener todo aquello que aparece en las proposiciones falsas. Si esto es verdad no sería posible distinguir la verdad de la falsedad. Si asumimos, por el contrario, que las proposiciones tienen objetivos, entonces, en cuanto las proposiciones son unidades, si no contamos con una teoría que nos permita descomponerlas sin perder su sentido, no tenemos razones para decir qué clase de entidades en el mundo y qué relaciones podrían corresponder al juicio verdadero de que p, o fallar en corresponder al juicio falso de que  p. La unidad de la proposición nos obliga a concluir que hay tanto objetivos verdaderos como falsos. Por lo que nos quedamos con la noción de que la verdad y la falsedad son indefinibles y que las proposiciones o tienen una de ambas propiedades o no la tienen y no tenemos criterio alguno para saber cuál se da entre ambas posibilidades.

2. Introducción de la teoría múltiple del juicio

Una característica predominante en la filosofía de Russell es su entendimiento de la significación. La significación para Russell es semejante a lo que hoy en día llamaríamos referencia. Todo símbolo genuino lo es en virtud de que significa algo i.e., denota algo. Aquellos símbolos genuinos del lenguaje constituyen los así llamados “vocabularios mínimos” (aunque este término lo introduciría después), y los objetos 4

A algunos les ha parecido que ésta es su postura en On The Nature of Truth & Falsehood pero una rápida revisión del artículo y sus escritos sobre Meinong revelará que esto no es así. Y que su uso de

denotados por tales símbolos tienen una realidad ontológica incuestionable. Por ello la investigación sobre qué clase de símbolos son genuinos y cuales son símbolos que “no se supone deban tener significado aislados, sino son sólo definidos en ciertos contextos”5 i.e., los símbolos incompletos, es de tremenda importancia para Russell. Éste se percató de la importancia de sustituir construcciones lógicas por entidades inferidas desde temprano en su trabajo en filosofía de las matemáticas, en donde, como es bien sabido, los números y clases son ultimadamente símbolos incompletos. Russell contempló la posibilidad de que las proposiciones fueran símbolos incompletos desde su exitosa aplicación de esta noción en la filosofía de las matemáticas y su invención de la teoría de las descripciones. La importancia de esto es evidente en relación con lo dicho anteriormente. Un problema más que aparece para Russell al tratar de dar cuenta de la teoría de la correspondencia, aun cuando deja de identificar proposiciones con hechos, es que si las proposiciones son símbolos genuinos entonces necesariamente denotan y por lo tanto proposiciones verdaderas y falsas tendrán objetivos de una realidad ontológica incuestionable. La noción de construir denotaciones artificiales para las proposiciones falsas sólo podría generar una solución ad hoc altamente insatisfactoria para Russell.6 La solución propuesta, siguiendo la línea filosófica usual, será sustituir la construcción lógica de una proposición i.e., el juicio, los objetos juzgados y relaciones, por las proposiciones. En esto consiste la teoría múltiple del juicio (en adelante TRMJ), encontrar un conjunto de elementos cuya realidad ontológica sea poco dudosa y a partir de los mismos construir objetos que tengan las mismas propiedades que las proposiciones sin necesidad de comprometernos ontológicamente con estas últimas. Ya que el criterio ontológico de Russell siempre fue la navaja de Occam (criterio que se manifestó en sus escritos como el criterio ontológico de los vocabularios mínimos), una vez que lograba eliminar una expresión o construirla a partir de otras, consideraba que la ontología no necesitaba del objeto u objetos denotados por la expresión. Si era posible, por lo tanto, construir el objeto (proposiciones, objetos materiales, números, clases) a partir de algo más, entonces el proceder científico debía ser ese.

“objetivo” corresponde al uso de Meinong para proposición. 5 Russell, Bertrand y Whitehead, A. N., Principia Mathematica, Cambridge, Cambridge University Press, v.1, 1910-1930, p. 66. La traducción es del autor. 6 Si esto es cierto, una solución de tipo insatisfactorio sería que toda proposición verdadera denota un objetivo o hecho, pero las proposiciones falsas denotan el conjunto vacío. Esto claramente es insatisfactorio a la luz de los comentarios de Russell sobre construir referentes artificiales en On Denoting.

Un caso paradigmático es aquel en el que los constituyentes (componentes) de la proposición serán el juicio J, que un sujeto S hace de los elementos (a,b) en cierta relación R. Algo así: J (S, a, R, b)7

3. Versiones preliminares de la teoría

La idea original de Russell sugeriría el siguiente análisis para la proposición “Metternich ama a Napoleón” cuando juzgada por un sujeto S:

J (S, m, A, n) Podemos ver que la proposición analizada es en realidad “S cree que Metternich ama a Napoleón” en donde la proposición “Metternich ama a Napoleón” aparece como subordinada. Tenemos en este caso que la proposición contiene dos relaciones, una relación principal, que es la relación de la actitud proposicional y una relación subordinada, “amar”. Este esquema es el propuesto por Russell en On The Nature of Truth & Falsehood (en adelante ONTF). De acuerdo a Russell este esquema nos permite concluir que no hay tal cosa como las proposiciones, sino meramente un sujeto que juzga que entre un determinado número de objetos hay cierta relación. Si los objetos están en esa relación la proposición es verdadera, sino es falsa. La teoría parecería solucionar todos los problemas de Russell: las proposiciones desaparecen de la ontología; la teoría de la correspondencia de la verdad se reintroduce; hay claros criterios para distinguir entre la verdad y la falsedad; es claro cuáles son los objetos intencionales; es claro cuáles objetos tienen ser. Sin embargo, una revisión sugiere que esta descomposición enfrenta dificultades. Las proposiciones, como hemos dicho, tienen cierta unidad, cierta cohesión (Wittgenstein lo llama “sentido”) que se pierde el enumerar sus elementos. Una de las razones por las que esto ocurre es el hecho de que, así como está descompuesta, nada nos impide obtener del análisis una proposición distinta, no sólo eso, nada nos impide obtener del análisis una expresión

7

La teoría del juicio de Russell descompone también proposiciones atómicas donde aparecen un sujeto y un predicado, y otras clases de expresiones bien formadas.

mal formada. Estos problemas han llegado a conocerse como los problemas angosto y ancho de la dirección.8 El problema angosto consiste en el hecho de que del juicio J (S, m, A, n) es posible obtener tanto “Metternich ama a Napoleón” como “Napoleón ama a Metternich”. El problema ancho consiste en el hecho de que también pueden obtenerse sinsentidos como “Ama Napoleón Metternich”. Un intento para solucionar el problema angosto aparece en ONTF. Consiste en decir que la relación relacionante, en este caso el verbo amar, tiene un sentido y que éste nos permite reconstruir la proposición exitosamente. Esto claramente no ayuda, ya que así como están descompuestas las proposiciones, las relaciones aparecen como términos, por lo tanto pierden su sentido y claramente la proposición puede ser reconstruida de dos maneras distintas. Otro intento en The Problems of Philosophy, consiste en decir que es la relación de creencia (juicio, entendimiento) la que ordena el complejo subordinado. Un problema en esta defensa es que se le da a la mente una especie de poder para ordenar los constituyentes en el sentido deseado. Claramente esto no puede funcionar con proposiciones como “Metternich ama a Napoleón”, ya que sin duda esto jamás pasó y por lo tanto ninguna persona, sin importar cuanto lo crea, puede ordenar los constituyentes de tal forma que obtenga el sentido deseado. Es importante tomar en cuenta que el sujeto no está meramente juzgando constituyentes lingüísticos, sino objetos en el mundo. Esta es la razón por la cual le es imposible dar el sentido a cosas como (m, A, n).

4. La primera crítica de Wittgenstein

Basado en una investigación exhaustiva sobre la correspondencia de Russell, sus alteraciones a sus textos, y comentarios relevantes que hizo en varias publicaciones, Nicholas Griffin presenta fuertes razones para creer que la primera crítica de Wittgenstein a la teoría del juicio, estaba relacionada con la siguiente carta que le envió a su maestro en enero de 1913: He cambiado mis puntos de vista sobre los complejos ‘atómicos’: Ahora creo que las Cualidades, Relaciones (como Amor), etc. ¡Son todas cópulas! Esto significa que analizo la proposición sujeto-predicado, digamos, ‘Sócrates es 8

Griffin, Nicholas, “Wittgenstein Criticism of Russell’s Theory of Judgement”, Russell 5, 1986, p. 135.

humano’ en ‘Sócrates’ y ‘Algo es humano’ (que me parece no es complejo). La razón de esto, es muy fundamental: ¡Creo que no puede haber distintos tipos de cosas! En otras palabras, cualquier cosa que pueda ser simbolizada por un nombre propio simple debe ser de un tipo. Y además: Toda teoría de tipos debe ser hecha superflua por una teoría correcta del simbolismo: Por ejemplo, si analizo la proposición ‘Sócrates es mortal’ en Sócrates, mortalidad y ( x, y)1(x, y) necesito una teoría de tipos que me diga que ‘Mortalidad es Sócrates’ es un sinsentido, porque si trato ‘Mortalidad’ como nombre propio, como lo hice, no hay nada que me impida hacer las sustituciones del modo incorrecto. Pero si lo analizo (como hago ahora) en Sócrates y (x) x es mortal, o generalmente en x y (x) x se vuelve imposible sustituir de forma incorrecta porque ambos símbolos son de diferente clase ellos mismos. *Proposiciones que antes escribía  (a, R, b) ahora escribo R (a, b) y las analizo en a, b y ( x, y) R(x , y) que no es complejo. (5) 9

Es evidente que la forma ancha del problema aparece en la carta de Wittgenstein. Esto es un claro antecedente a su crítica más conocida. Pero no sólo esto es criticado en la carta. Otra crítica de igual importancia aparece, esto es, la fuerte crítica a la idea de que es posible tratar a propiedades y relaciones en el mismo nivel que a los sujetos lógicos. Evidentemente Wittgenstein, como Russell, no aceptaba la existencia de diferencias ontológicas en el nivel de tipos i.e., no creía, ninguno de los dos, que había objetos de diferentes tipos lógicos.10 Pero ciertamente ambos creían, en virtud de la paradoja de Russell, que era necesario que, al menos en el simbolismo, hubiese restricciones sobre aquellas fórmulas que tenían sentido y aquellas que no. Como es bien sabido, Wittgenstein era de la idea de que toda teoría de tipos debía ser superflua, no porque quisiera construir lenguajes simbólicos donde toda cuantificación, toda predicación tuviera sentido, sino porque un lenguaje simbólico adecuado haría perspicuo qué fórmulas eran bien formadas y cuales no, meramente prestando atención a la sintaxis lógica. Es muy posible que la crítica, a la cual Russell refiere que le hizo Wittgenstein el 21 de mayo de 1913, esté relacionada con la que aquí aparece. Ahí él comenta que:

Wittgenstein llegó con una refutación de la teoría del juicio que solía sostener. Estaba en lo correcto, pero creo que la corrección requerida no es demasiado seria.11

9

Wittgenstein, Ludwig, Letters to Russell, Keynes & Moore, G. H. von Wrigth (ed.), Oxford, Blackwell. Es importante observar que hablar de diferencias ontológicas al nivel de tipos lógicos, no es lo mismo que hablar de una ontología de diferentes tipos de entidades. La idea es, por ejemplo, que aun si existen particulares y universales, si bien son distintos tipos de entidades no son de distinto tipo lógico, en el ámbito ontológico (aunque quizá así aparezca en la sintaxis). 11 Griffin, Nicholas, “Russell’s Multiple Relation Theory of Judgement”, op. cit., p. 227. 10

Es mi impresión que Russell no comprendió la fuerza de tal crítica, o que, si la comprendió, suponía que las modificaciones que había hecho a su teoría alrededor de 1913 eran suficientes para bloquearla. Hay un par de pasajes, sin embargo, en el Russell de TPM que muestra cuan consciente estaba de los problemas que aquí plantea Wittgenstein. Son estos problemas, y el hecho de que Wittgenstein mostrara definitivamente que no pueden resolverse en la teoría de Russell (en principio), los que finalmente causaron su parálisis y le hicieron abandonar su proyecto de 1913. El pasaje es el siguiente:

La relación de diferencia que ocurre en la proposición (A difiere de B) de hecho relaciona a A y B, mientras que la noción de diferencia después del análisis es una que no tiene conexión con A y B. 12

Y también:

El hecho es que una relación es una cosa cuando relaciona y otra cuando es enumerado como término de una colección. 13

Mi punto de vista es que Russell pensó que su teoría del juicio ultimadamente sería capaz de resolver las dificultades sobre la unidad de la proposición haciendo los ajustes necesarios. Sin embargo Wittgenstein terminó por mostrarle que, en principio, ninguna posible modificación de su teoría podría evitar estas consecuencias. Sobre esto volveré al final.

5. La versión de 1913

Dos ideas notables fueron introducidas en la versión de la teoría del juicio que apareció en Theory of Knowledge; éstas son: las formas lógicas aparecen como constituyentes del juicio (aunque no como entidades)14 y se introducen posiciones para resolver el problema angosto de la dirección. 12

Russell, Bertrand, The Principles of Mathematics, op. cit., p. 49. Ibídem, p. 140. 14 Es sabido que Russell pensaba que si las formas lógicas aparecían como entidades en los análisis de la proposición, entonces tendría que existir una forma extra que diera cuenta del ordenamiento presente en la forma lógica. Para evitar el regreso el infinito la forma lógica aparece como constituyente, pero no como una concatenación de entidades. Para evitar la acusación de introducirla como pluralidad, su formulación última “algo tiene alguna relación con algo”, al ser incapaz de análisis, debía ser considerada como simple. 13

Esto funciona como sigue. El problema ancho de la dirección permite construir los componentes analizados sinsentidos, como en “Ama Napoleón Metternich”, sin embargo la introducción de la forma lógica debe bloquear tales construcciones. En el presente análisis la proposición “S cree que Metternich ama a Napoleón” se descompone así:

J (S, m, A, n, xRy)

Ya que x e y son de distinto tipo lógico que R, debe ser prima facie imposible sustituir de manera que se generen sinsentidos. El esquema lógico indica cómo debe constituirse la proposición. Este análisis satisface en apariencia los requerimientos de Wittgenstein de que el simbolismo me indique cómo sustituir. Desde luego esto introduce nuevos problemas relacionados con el “principio de conocimiento directo” y la idea de conocimiento directo con las formas lógicas, y problemas de otro tipo que no voy a tratar aquí. Independientemente, empero, de estas cuestiones, la introducción de la forma lógica es sugerente para resolver el problema ancho de la dirección. La solución del problema angosto de la dirección es más rebuscada. Requiere de la introducción de posiciones para fijar la secuencia en el complejo subordinado. Es evidente que aquellos complejos problemáticos son los que involucran una relación asimétrica y en donde los objetos en las posiciones (x, y) son del mismo tipo lógico. Si, en este caso, m o n fueran de distinto tipo lógico el problema angosto no se presenta en cuanto que m no puede ser legítimamente sustituida por n. Aquellos complejos donde los tipos lógicos impiden cambio de dirección, Russell los llama heterogéneos 15 (en la Parte II, Cap. II “Análisis y Síntesis”). Aquellos en donde se presentan los problemas son los complejos que por razones obvias Russell llama permutativos, y en contraposición a heterogéneos, homogéneos. La solución de Russell es convertir estos complejos en homogéneos, esto requiere analizar juicios aparentemente atómicos como moleculares. La forma en que se efectúa este análisis es como sigue: el complejo subordinado, con la forma lógica xRy, lo denotaremos, por ejemplo, con  y decimos que m y n tienen diferentes relaciones P1 y P2 con . Así hay dos posibles complejos, donde las relaciones son imposibles de permutar:

15

Russell, Bertrand, Theory of Knowledge the 1913 Manuscript, Collected Papers of Bertrand Russell, v. 4, Londres, Allen and Unwin.

(1) m P1  & n P2  (2) m P2  & n P2 

Puede verse que (1) y (2) no son vulnerables al problema de la dirección porque m y n son de distinto tipo lógico que , por lo que no es posible invertir los términos. Ya que Russell jamás escribió la parte del libro donde analizaría los juicios moleculares, no enfrentó los problemas que se suscitarían al querer aplicar la TRMJ a juicios moleculares. Aunque sabemos que es posible efectuar tal análisis al menos con conjunción y negación, la cual Russell trata como D (de Disbelief) y la antepone a los juicios. Sin embargo, por razones mejor explicadas en el artículo de Griffin Russell “On The Nature of Logic”16, esto no es suficiente para asegurar completud veritativofuncional y los problemas que se presentarían con el análisis de la disyunción en juicios moleculares son muchos y muy complicados. En este último análisis la forma del complejo sería: J (S, m, A, n, )

Es evidente que las enmiendas que efectúa Russell, aun si algunos pudieran llamarles meros juegos formales, son ingeniosas y prima facie parecen efectivas en bloquear los problemas recurrentes de su teoría del juicio. Más abajo veremos por qué no funcionan.

6. La teoría múltiple del juicio y Principia Mathematica

La TRMJ de Russell es de gran importancia filosófica para Principia Mathematica (en adelante PM), digo “filosófica” porque aún si la teoría es rechazada, el formalismo, demostraciones y en general el corpus deductivo de PM no son afectados. Sin embargo Russell deseaba utilizar su TRMJ para justificar filosóficamente algunas elecciones que hizo en PM, por ejemplo, su introducción de órdenes. Recordemos que la teoría de tipos lógicos presentada en PM, es la teoría ramificada de tipos, que subdivide las proposiciones en tipos lógicos y órdenes. Existen razones puramente

16

Griffin, Nicholas, “Russell on the nature of logic”, Synthese, v. 45, n. 1, 1980, pp. 117-188.

pragmáticas17 para aceptar la teoría ramificada de los tipos. Como es bien sabido, Russell desea disponer no sólo de las paradojas lógicas, sino de las semánticas. Era, empero, importante para él poder proveer de alguna justificación filosófica a su elección de tal teoría de tipos. Russell introduce su TRMJ en PM como sigue: Daremos el nombre de ‘un complejo’ a cualquier objeto como ‘a en la relación R con b’ o ‘a teniendo la cualidad q’ o ‘a y b y c están en la relación S’… llamaremos un juicio elemental cuando meramente afirma tales cosas como ‘a tiene la relación R a b’, ‘a tiene la cualidad q’ o ‘a y b y c están en la relación S’. Entonces un juicio elemental es verdadero cuando existe un complejo correspondiente, y falso cuando no hay tal complejo correspondiente. Pero toma ahora la proposición ‘todos los hombres son mortales’… dadas las funciones proposicionales ´x y ´x, hay un juicio afirmando x con cada x para la cual tenemos x. Tales juicios los llamaremos juicios generales. Es evidente que la definición de verdad es diferente en el caso de los juicios generales de lo que es en el caso de los juicios elementales. Llamemos al significado de verdad que dimos para juicios elementales ‘verdad elemental’. Entonces si afirmamos que es verdad que todos los hombres son mortales, lo que queremos decir es que todos los juicios de la forma ‘x es mortal’, donde x es un hombre, tienen verdad elemental. Definimos esto como ‘verdad de segundo-orden’. Entonces si expresamos la proposición ‘todos los hombres son mortales’ en la forma (x) & x es mortal, donde ‘x es un hombre’ y llamamos a este juicio p, entonces ‘p es verdadera’ debe tomarse como significando que ‘p tiene verdad de segundo orden’, lo que significa en turno que ‘(x)’ & ‘x es mortal’ tiene verdad elemental, cuando x es un hombre.18

La TRMJ tiene entonces la responsabilidad de generar órdenes a partir de proposiciones (juicios elementales); recordemos que en gran medida la teoría de Russell no es sólo una teoría sobre las actitudes proposicionales,19 sino una teoría sobre las proposiciones y evidentemente tendría que tener alguna relación con las proposiciones de PM.

7. La segunda crítica de Wittgenstein

El 25 de Mayo de 1913 Russell y Wittgenstein tuvieron una reunión. En esta reunión Russell mostró a Wittgenstein parte de lo que estaba escribiendo, Wittgenstein

17

Con esto, lo que se quiere decir es que la teoría de tipos lógicos es capaz de resolver tanto las paradojas lógicas, como semánticas y que, independientemente de supuestos filosóficos, si posee estas cualidades se puede adoptar sólo en virtud de ello. 18 Russell, Bertrand y Whitehead, A. N., op. cit., pp. 44-45. 19 Ejemplos de actitudes proposicionales: creer que P, juzgar que P, entender que P, etc. Toda relación de la mente a una proposición.

le dijo que todo estaba mal, que él ya había tratado lo que Russell sugería20 y sabía que no iba a funcionar. Russell manifestó21que Wittgenstein fue muy poco articulado, pero que sentía en los huesos que seguro tenía la razón. El 14 de junio de 1913 Russell recibió una carta de Wittgenstein en donde, es muy posible, se hace alusión al encuentro arriba descrito y se hace explícita la crítica a la teoría del juicio:

Ahora puedo expresar mi objeción a tu teoría del juicio exactamente: creo que es obvio que, de la proposición ‘A juzga que (digamos) a está en la relación R con b’, si correctamente analizada, la proposición ‘aRb . v . ¬ aRb’ debe seguirse directamente sin el uso de ninguna otra premisa. Está condición no es satisfecha por tu teoría.

La relación entre la reunión donde Russell y Wittgenstein sostuvieron un acalorado debate y la carta, es que en ésta Wittgenstein dice que ahora puede expresar su objeción “exactamente”. No era inusual que Wittgenstein fuera inarticulado en momentos de intensa discusión o emoción, como lo muestra la descripción del primer encuentro entre ellos. En esa ocasión Russell menciona que Wittgenstein hablaba muy mal inglés pero se rehusaba a hablar en alemán. Es muy improbable que Wittgenstein hubiera olvidado su excelente conocimiento del inglés durante tal encuentro. La explicación es que posiblemente fue también poco articulado. Respecto al contenido de la carta, lo primero que resulta evidente al leerla, es que el requisito que Wittgenstein exige de la teoría del juicio es que haga imposible juzgar sinsentidos. La razón es la condición que impone: “aRb v ¬ aRb” al ser una tautología se sigue de cualquier proposición. Claramente, la concepción que Russell y Wittgenstein tenían de las proposiciones, sin importar sus diferencias, era que fuera lo que fueran tenían que ser verdaderas o falsas, o, para Wittgenstein, verdaderas-falsas. No existen posibles valores intermedios y ninguna concatenación de símbolos que den lugar a un sinsentido puede ser una proposición. Aparentemente la única forma en que los juicios russellianos podrían dar lugar a sinsentidos como los aquí descritos es incurriendo en el problema angosto de la dirección, pero parecía que Russell ya había resuelto ese problema. Stephen Sommerville sugiere que la formulación peculiar de la crítica de Wittgenstein tiene que ver con PM * 13.3:

20

Quizá Wittgenstein quería decir que ya había intentado la introducción de formas lógicas, en vista de que su primer carta sugiere que al menos estaba contemplando métodos sintácticos para evitar los problemas en los complejos permutativos. 21 Monk, Ray, Bertrand Russell. The Spirit of Solitude, Londres, Jonathan Cape, 1996, p. 297.

*13.3ª :: aRb v ¬ aRb .  :. xRy v ¬ xRy .  . x = a & y = b . v . x  a & y = b . v . x = a & y  b . v . x  a & y  b.22

Esto ciertamente requiere que lo que sea que implique una tautología debe satisfacer ciertas condiciones de significatividad i.e.,

debe ser una fórmula bien

formada. Sommerville y Griffin han defendido una interpretación sobre lo que ocurre, que adquirió popularidad en los noventas. Ellos concluyen que Wittgenstein le muestra a Russell que su TRMJ incurre en peticiones de principio, además de ser inconsistente con la teoría de tipos. La razón es que, para efectivamente bloquear los problemas angosto y ancho de la dirección se deben introducir premisas adicionales al análisis del juicio. Por ejemplo, si deseo inferir aRb v ¬ aRb de J(S, a, R, b, ) es necesario introducir las premisas que digan que a y b son individuos, que R es una relación de primer orden, que  es la forma de un complejo diádico de primer orden. Y esas premisas, de acuerdo a Griffin,23 requieren del concepto de “juicio” que supuestamente es explicado en su manera más elemental por el análisis russelliano i.e., se requiere juzgar que tales objetos poseen esas características. No sólo eso, los juicios que son requeridos son mayores a juicios de primer orden, tales juicios, en su interpretación, están construidos a partir de la TRMJ mediante la definición cumulativa de juicios de primer orden. Por lo tanto no podemos usar juicios de segundo orden para evaluar juicios de primer orden. Si esto es correcto ciertamente explica por qué ninguna modificación a la teoría del juicio puede en principio resolver los problemas de la dirección y la unidad de la proposición. Hay sin embargo algunos problemas con esta interpretación. En un artículo influyente Graham Stevens ha avanzado una serie de consideraciones y críticas a la interpretación Sommerville-Griffin.24 De acuerdo a Stevens, la más reciente investigación nos muestra que hay un error en suponer que los tipos lógicos se construyen a partir de la teoría del juicio; en su opinión son sólo los órdenes los que usan a la TRMJ como sostén filosófico. Basado en la investigación técnica de Gregory Landini nos es posible concluir, argumenta, que la razón por la cual 22

Russell, Bertrand y Whitehead, A. N., op. cit., pp. 171-172. Griffin, Nicholas, “Russell’s Multiple Relation Theory of Judgement”, op. cit., p. 242. 24 Stevens, Graham, “Re-examing Russell’s Paralysis: The Ramified Theory of Types and Wittgenstein’s Objection to Russell’s Multiple Relation Theory of Judgement”, Russell, 2003, pp. 6-26. 23

Russell titubeó tantos años entre utilizar o no una teoría de tipos lógicos para evadir las paradojas, era que no deseaba comprometerse con la existencia de tipos lógicos a nivel ontológico. Es manifiesto que Russell consideraba la lógica como la ciencia más universal, cuyo objeto de estudio era básicamente “todo” en su forma más general posible. Tales sentimientos se manifiestan en TPM donde Russell permite que implicaciones del tipo: (1) P  Q

Tengan como sustituciones legítimas: (3) Frege  Russell (4) Sócrates es mortal  Platón es mortal25

El inciso (2) resulta ser falso en virtud de que sólo las proposiciones pueden implicarse unas a otras. Evidentemente, el temor de Russell en TPM era que al restringir el rango de la variable pudiera cuestionarse la universalidad de la lógica. Más tarde en su Introduction to Mathematical Philosophy escribiría la conocida frase:

La lógica tiene como objeto el mundo real, tanto como la zoología, sólo que en sus rasgos más abstractos y generales. 26

Lo que el trabajo de Landini sobre PM y la teoría sustitucional de Russell hacen ver, es que Russell buscó una teoría que pudiera resolver las paradojas y que introdujera tipos lógicos mediante la mera sintaxis, como resultado de ciertas combinaciones gramaticales legítimas. La teoría sustitucional es tal teoría; en ella es posible generar tipos y órdenes a partir de la mera sintaxis sin asumir que la lógica no versa sobre todo a nivel ontológico. Tal teoría sufre el problema de que la paradoja se puede regenerar en su notación, y sólo entonces Russell decidió usar una teoría de los tipos, pero una notablemente diferente a la que esbozó por primera vez en TPM. Éste no es el lugar para profundizar sobre el trabajo de Landini y examinar con cuidado los detalles técnicos, pero sin duda recomiendo a todo aquel que sienta interés por la lógica que

25 26

Ibídem, p. 11. Russell, Bertrand, Introduction to Mathematical Philosophy, Londres, Allen & Unwin, 1919.

estudie la teoría sustitucional de Russell y la historia de la lucha de Russell por tener una teoría de tipos a nivel puramente sintáctico. De acuerdo entonces a Stevens, Russell y Whitehead utilizan el argumento de “inspección directa” para justificar la jerarquía de tipos. Si una función es esencialmente ambigua, para ocurrir en una proposición debe ocurrir de tal forma que la ambigüedad desaparezca y una afirmación totalmente carente de ambigüedad resulte. Esto genera tipos lógicos en cuanto a que gran cantidad de expresiones no regimentadas por tipos, generan afirmaciones ambiguas. Si lo de arriba es verdad, se puede ver que la TRMJ no es inconsistente con la teoría de tipos y por lo tanto es posible usar los tipos para recuperar el sentido de la proposición a partir del juicio. Sin embargo, para que una proposición tenga sentido es esencial que Russell imponga una ontología de tipos lógicos tanto a relaciones como a propiedades. Russell nunca negó la existencia de universales, pero no deseaba sostener que éstos eran de distinto tipo lógico. Para recuperar la unidad de la proposición, es esencial que los universales y relaciones no sean tratados como “nombres propios”, como “sujetos lógicos” y eso requiere estipular que su tipo lógico es diferente. Una premisa adicional que ni Russell, ni Wittgenstein estarían dispuestos a aceptar. Ya que los constituyentes de los juicios no son elementos sintácticos, sino los objetos en sí mismos, no tiene sentido usar la teoría de tipos al grado en que la usa Russell, para que éstos no puedan constituir absurdos, a menos que tales distinciones existan a nivel ontológico. Entre la universalidad de la lógica y el abandono de la teoría del juicio, la elección fue fácil para Russell.

8. La parálisis de Russell Cuando Russell dejó su proyecto filosófico en virtud de la crítica de Wittgenstein, se lo comunicó y éste le contestó de manera característica:

Lamento mucho escuchar que mi objeción a tu teoría del juicio te paraliza. Creo que sólo puede removerse mediante una teoría correcta de las proposiciones.27

¿Por qué se paralizó Russell ante la crítica de Wittgenstein? ¿No le quedaban otras alternativas? Mi impresión es que no. La razón, como esbocé con anterioridad, es 27

Wittgenstein, Ludwig, Letters to Russell, Keynes & Moore, op. cit. (R. 13)

tanto el papel primordial que juega para Russell la actitud proposicional de “entender”, como su caracterización de lo que son las proposiciones. Dice por ejemplo en Theory of Knowledge: Cuando hablo de ‘entender una proposición’, estoy hablando de un estado mental en el cual la afirmación y la negación están del todo ausentes. Entender, sino me equivoco, está presupuesto en la creencia, y puede ser discutido en sí mismo sin introducir la creencia.28

Si esto es verdad y “entender una proposición” es la actitud proposicional fundamental, entonces definitivamente quien acepte esto no puede aceptar que sea posible juzgar un absurdo. Quizá Russell hubiera estado dispuesto a abandonar esta noción, pero lo considero dudoso, en virtud de que la esencia de la proposición, para Russell, es que ésta sea o verdadera o falsa. Russell fue un realista a ultranza toda su vida. En 1940 se anticipó a Dummett al sugerir que la disputa entre realistas y antirealistas dependía de aceptar o rechazar la ley del tercero excluido. Russell jamás hubiera podido aceptar que algo ni verdadero, ni falso pudiera ser una proposición, y por lo tanto que fuera posible que aquello fuera objeto de alguna actitud proposicional. Como intentaré hacer ver a continuación, es por razones similares que ninguna teoría del juicio que hiciera posible juzgar absurdos podía ser aceptable para Wittgenstein.

9. Una teoría correcta de las proposiciones

La formulación definitiva de la crítica de Wittgenstein a Russell se encuentra en su Tractatus Logico Philosophicus 5.5422: La explicación correcta de la forma de la proposición ‘A hace el juicio que p’ debe mostrar que es imposible para un juicio el ser una pieza de sinsentido. (La teoría de Russell no satisface este requisito).29

Debe resultarnos evidente, sin embargo, que así formulada no es una crítica a Russell exclusivamente. Es una crítica a toda teoría del juicio, sin duda motivada por las reflexiones de Wittgenstein sobre los problemas que enfrenta la teoría de Russell. Sin

28 29

Russell, Bertrand, Theory of Knowledge the 1913 Manuscript, op. cit., p. 108. Wittgenstein, Ludwig, Tractatus Logico Philosophicus, Londres, Routledge, 1974, p. 65.

duda Wittgenstein no podía hacer suya ninguna teoría del juicio que permitiera el juicio de sinsentidos. Las razones son similares a las de Russell, pero sólo en algunos puntos. Para empezar la visión de Wittgenstein de las proposiciones no es idéntica a la de Russell. No es que toda proposición sea verdadera o falsa, es más bien el hecho de que:

Toda proposición es en esencia verdadera-falsa. Por lo tanto una proposición tiene dos polos (correspondientes al caso de su verdad y al caso de su falsedad). Llamamos a esto el sentido de la proposición. 30

Esto es diferente de la concepción russelliana. En las Notes on Logic Wittgenstein empieza a escribir sus pensamientos sobre lo que debe constituir, como le mencionó a Russell en su carta, “una teoría correcta de las proposiciones”. Es evidente a partir de este fragmento, que cualquier cosa que sea una proposición debe tener sentido, una pieza de sinsentido necesariamente no tiene sentido. Es esencial para cualquier proposición el ser verdadera-falsa, el tener dos polos. Una pieza de sinsentido no podría tener tales características. Cualquier teoría del juicio que haga los sinsentidos admisibles tendría que ser inadmisible para Wittgenstein. Conectado con el tema del sentido es interesante notar que para Wittgenstein:

Sólo los hechos pueden expresar un sentido, una clase de nombres no. Esto se muestra fácilmente. En aRb no es el complejo lo que simboliza, sino el hecho de que a está en cierta relación con el símbolo b. Así, los hechos están simbolizados por hechos, o más correctamente; que cierta cosa es el caso en un símbolo dice que cierta cosa es el caso en el mundo.31

Cuando Wittgenstein señala que una clase de nombres no puede expresar un sentido sin duda tiene a Russell en mente (como casi siempre). Se trata del análisis russelliano de las proposiciones que las descompone en, esencialmente, una clase de nombres, nombres para individuos, relaciones, propiedades, etc. Si, por los argumentos que ha dado, esto no puede expresar un sentido, entonces necesariamente no puede ser equivalente a ninguna proposición y claramente la teoría de Russell debe ser inadmisible. Relacionado con esto tenemos que:

Cuando decimos que A juzga que etc., entonces tenemos que mencionar toda la proposición que A juzga. No basta con mencionar sólo sus constituyentes o sus constituyentes y forma, pero no en el orden apropiado. Esto muestra que la proposición debe ocurrir en el enunciado que es juzgada. Como sea que -p

30 31

Wittgenstein, Ludwig, Notebooks 1914-1916, Chicago, Chicago University Press, 1969, p. 94. Ibídem, p.105.

sea explicada, la pregunta ‘¿Qué es lo que se niega?’ Debe tener significado.32

Las citas anteriores nos permiten no sólo apreciar una de las razones por las cuales ninguna teoría del juicio que haga posible juzgar absurdos puede ser aceptada por Wittgenstein, sino que también nos muestran el nacimiento de 5.542, en donde explícitamente se menciona que ‘A cree p’ etc. Son de la forma ‘’p’’ dice ‘p’ y que esto se desprende no de la correlación del hecho con un objeto sino de la correlación de los hechos mediante la correlación de los objetos. Evidentemente toda la proposición es mencionada en el juicio y es a partir de los hechos simbólicos i.e., que ese es el simbolismo, el que podemos comprender el rol de representación de las proposiciones. El propio Russell señala en su introducción al Tractatus33 que el punto de tal parágrafo, quizá se le escape a aquellos que no están familiarizados con esas controversias, y que la teoría que Wittgenstein ahí está criticando, es la suya. Creo que en este punto Russell tiene razón y que el análisis de Wittgenstein se relaciona con su punto de vista de que un hecho debe ser representado por otro hecho. Regresando a la última cita, es fundamental comprender, como señala Peter Hanks,34 que en el análisis russelliano del juicio la pregunta “¿Qué es lo que se niega?” no tiene un significado. Decir que ¬ (aRb) es inteligible, pero no lo es decir que ¬ (a, R, b). Como bien dice “negar dos objetos y una relación no tiene sentido”35 por lo que “toda la proposición debe ser mencionada en el `análisis de que a no tiene R con b`”.36 Toda teoría del juicio que permita juzgar una proposición como un absurdo no puede ser aceptable para Wittgenstein. Me parece que Guillermo Hurtado se percata de la evolución del rechazo del absurdo de Wittgenstein en los siguientes pasajes del Tractatus:

El pensamiento contiene la posibilidad del estado de cosas que piensa. Lo que es pensable es también posible. No podemos pensar nada ilógico porque de lo contrario tendríamos que pensar ilógicamente. Representar en el lenguaje algo ‘que contradiga a la lógica’ es cosa tan escasamente posible como representar en la geometría mediante sus coordenadas, una figura que contradiga las leyes del espacio; o dar las coordenadas de un punto que no existe. (3.02, 3.03, 3.032).37

32

Ibídem, p. 94. Wittgenstein, Ludwig, Tractatus Logico Philosophicus, op. cit., p. XX. 34 Hanks, Peter, op. cit., p. 24. 35 Ibídem. 36 Ibídem. 33

La teoría pictórica del Tractatus requiere que las proposiciones sean modelos del mundo (figuras de hechos). Una proposición puede representar en virtud de un isomorfismo con los hechos y de ciertas reglas de proyección. El isomorfismo se garantiza en cuanto a que las proposiciones mismas son hechos, y es la similitud estructural lo que hace posible tal representación. Claramente ningún absurdo puede ser modelo de nada. Sostener que es posible juzgar un absurdo es negar la verdad de la teoría pictórica. Las tautologías son necesariamente verdaderas, las contradicciones, necesariamente falsas, pero las concatenaciones de signos sinsentido no son ninguna y claramente no son modelos de nada. Es un hecho que Wittgenstein hizo un gran esfuerzo intelectual por generar una teoría de las proposiciones que no enfrentara las dificultades que enfrentó Russell con la propia. En su teoría las proposiciones no son idénticas a los hechos, ni son susceptibles de descomposición. No denotan hechos, no son nombres de hechos. Los representan gracias a que ellas mismas son hechos y poseen la misma estructura que lo representado. En su visión, la falsedad se explica aclarando que p y  p tienen el mismo significado, pero sentido opuesto. Sobre si la teoría de Wittgenstein es superior a la de Russell no me pronunciaré aquí. Pero creo que es una tendencia entre los académicos el suponer que todo lo que dijo Wittgenstein es una mejora sobre lo de Russell. Sobre esto sólo quiero agregar que no hay ninguna necesidad lógica que ello sea así.

10. ¿Podemos nosotros aceptar la teoría de Russell?

Ha sido sugerido que es posible el conservar la teoría del juicio para alguien que no acepte las presuposiciones del Russell maduro y el Wittgenstein temprano. Incluso ha sido sugerido que Russell pudo modificar su posición ya sea para aceptar que es posible juzgar absurdos ya sea para que el sujeto que juzga jamás acomodase los constituyentes en una pieza de sinsentido. Nicholas Griffin 38 es quien sugiere que no sólo deberíamos aceptar que es posible juzgar absurdos, sino que toda teoría del juicio efectiva debe dar cuenta de los mismos. Kenneth Blackwell39 es uno de aquellos quienes sugieren que ningún sujeto reconstruiría el juicio de manera absurda. A estas sugerencias y a otras atenderé en este momento. 37 38

Hurtado, Guillermo, Proposiciones russellianas, México, UNAM, 1998, p. 280. Griffin, Nicholas, Russell’s Multiple Relation Theory of Judgement, op. cit., pp. 240-241.

Me parece que un poco de reflexión sobre la posición de Griffin la hace totalmente implausible. Mis razones para sostener esto es que juzgar un absurdo es, en esencia, tener una actitud proposicional hacia nada. Inclusive si diéramos a las lógicas polivalentes un estatus privilegiado sobre la lógica clásica, cualquier cosa que en estas lógicas gozara de otro valor de verdad, tendría que ser algo capaz de tener sentido (por ejemplo, la hipótesis del continuo). Los contraejemplos de Griffin consisten en imaginar a un loco que juzga que es perseguido por los números primos, o el metafísico que considera que la realidad es indivisible. Creo que en ninguno de los dos casos hay tal cosa como el juicio de un absurdo. Una razón para sostener esto es que cuando una persona cree que juzga un absurdo, por ejemplo, que es perseguido por los números primos, tiene en mente alguna representación que a fortiori no tiene nada que ver, más que incidental o metafóricamente, con la expresión dada. Por ejemplo, que algún objeto de forma peculiar lo persigue. O en el caso de la metafísica, si esta es absurda, como sostienen los positivistas, entonces lo que el filósofo está juzgando no es tampoco la expresión, sino alguna metáfora. En el caso del tiempo, por decir, la metáfora de que éste fluye ininterrumpidamente del pasado al futuro. Sin duda juzgar eso podría caracterizarse, si tales expresiones son sinsentidos, como el tener una representación de un rió que fluye, y es esto segundo, lo que se está juzgando. Se podría plantear un posible contraejemplo. Imaginemos que alguien nos dice que frases como “Soy perseguido por los números primos” o “Mortalidad Sócrates es” son frases que comunican a un

grupo de personas que hay una bomba, etc.

Evidentemente esto no constituye una refutación al punto de vista de Russell y Wittgenstein, de que es necesaria la existencia de una sintaxis como condición de posibilidad de la semántica. Lo que se puede decir es que tales frases no son proposiciones, y por lo tanto no son absurdos significativos. Tales frases funcionan como nombres, y como tales su rol es denotar y no describir. Ambas frases, en tal contexto, denotan, por convenciones en un grupo de hablantes, la proposición “hay una bomba aquí”, la cual es perfectamente significativa y satisface las reglas sintácticas. Consideremos, ahora, el conjunto de creencias que constituyen el así llamado “sentido común”. En muchas ocasiones una persona puede creer en el “sentido común” como tal conjunto de creencias, y dentro del mismo pueden existir dos creencias incompatibles. Quizá podría decirse que si tal individuo cree en la verdad del sentido común, entonces cree también en las inconsistencias presentes, creyendo por lo tanto 39

Block, Irving, Perspectives on the Philosophy of Wittgenstein, Oxford, Blackwell, 1981.

absurdos. Esta reconstrucción del “sentido común” como un conjunto de proposiciones es sumamente artificial, pero quizá pueda ser útil para fines ilustrativos. En todo caso es mi impresión que la persona no tiene nunca presente tal cosa como una inconsistencia, nunca juzga una inconsistencia. Ni tampoco tiene nunca presente el “sentido común” como conjunción de proposiciones. Si a la persona se le hace ver que existen ciertas inconsistencias entre grupos de proposiciones, buscará alguna manera de darles la vuelta o abandonará alguna de las mismas. Pero difícilmente en algún momento esté creyendo algún absurdo. Se ha señalado también que el hecho de que algunas personas tengan creencias religiosas puede deberse a la posibilidad de creer absurdos. Pero creo que aquí podría decirse algo semejante a lo que se dijo arriba. Suponiendo que las expresiones religiosas no podrían nunca ser descriptivas, entonces, si lo que la persona cree es susceptible de ser juzgado, a fortiori no puede ser una representación de la expresión religiosa (no hay modelo posible), pero sí, ciertas representaciones de objetos comportándose de cierta forma. Sobre lo que sostiene Blackwell,40 se presentan varias dificultades. Para empezar, la teoría de Russell no es una teoría diseñada para que los individuos descompongan y compongan proposiciones. No es del interés de ningún individuo hacer tal cosa en su vida cotidiana. Su rol es intentar una reducción de nuestra ontología y sugerir una teoría de la verdad de la correspondencia, útil y explicativa si se asume una relación epistémica sujeto-objeto. Si la teoría no puede, a partir de su análisis, generar lo requerido para obtener de éste la proposición analizada, entonces la reducción ontológica falla. También, como se dijo, la teoría de Russell no tiene que ver con palabras, sino con entidades. Simplemente no es posible que los objetos de un juicio se acomoden mediante la relación de juicio. Ésta no puede hacer lo que es de lo que no es, y tampoco puede hacer lo que es de lo que es. Estos constituyentes no son palabras, son objetos del mundo. Curiosamente la teoría del juicio de Russell da la impresión de embonar con el sentido común más que otras de sus teorías. Parece un truismo que lo que se juzga cuando se juzga una proposición es el si n objetos mantienen o no relaciones, o poseen propiedades. Esto podría tentar a algún filósofo wittgensteniano41 a reciclar la teoría en una versión más aceptable. Como no soy experto en la filosofía del segundo

40 41

Ibídem, p. 23. Esto es, a alguien que considere el “análisis gramatical” como el método filosófico por excelencia.

Wittgenstein, voy meramente a sugerir cómo alguien podría querer efectuarlo. El rol de la teoría, para este wittgensteniano, quizá sería elucidatorio. Su fin sería meramente elucidar afirmaciones diciendo que ciertas proposiciones afirman que ciertos objetos están en ciertas relaciones. Sin duda este wittgensteniano se desprendería del “principio de conocimiento directo” de Russell y de su bagaje metafísico; por lo mismo ningún wittgensteniano aceptaría que son los objetos del mundo los que aparecen en las proposiciones. Una proposición, como las palabras, no tiene sólo un fin. Proposiciones y palabras pueden ser usadas de diferentes formas y con distintos fines. Si ciertas expresiones sirven para referir a estados de cosas, eso está muy bien, pero ciertamente ninguna proposición estará constituida por los objetos del mundo. Creo que es evidente que algo así no tiene nada que ver con la teoría de Russell. No sólo su uso en este sentido sería enteramente trivial (difícilmente podría llamársele una teoría), también está totalmente desconectado de las preocupaciones metafísicas y epistemológicas de Russell. En esta visión la proposición está formada de palabras, y tanto proposiciones como palabras pueden servir para diferentes cosas. La teoría, en una reconstrucción así, se reduce a una elucidación lingüística. Nada más lejos de la visión russelliana. Para bien o para mal, mi opinión es que la elegante y sofisticada teoría de Russell es insalvable y está más allá de toda resucitación.

Bibliografía

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MONK, Ray, Bertrand Russell. The Spirit of Solitude, Londres, Jonathan Cape, 1996.

RUSSELL, Bertrand, The Principles of Mathematics, Londres, Norton, 1903. Theory of Knowledge the 1913 Manuscript, Collected Papers of Bertrand Russell, v. 4, Londres, Allen and Unwin. Introduction to Mathematical Philosophy, Londres, Allen & Unwin, 1919. RUSSELL, Bertrand y WHITEHEAD, A. N., Principia Mathematica, Cambridge, Cambridge University Press, v.1, 1910-1930. STEVENS, Graham, “Re-examing Russell’s Paralysis: The Ramified Theory of Types and Wittgenstein’s Objection to Russell’s Multiple Relation Theory of Judgement”, Russell, 2003.

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