La crítica a la metafísica en Carnap

July 23, 2017 | Autor: Matías Aimino | Categoría: Philosophy of Science
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Descripción

La crítica a la metafísica en Carnap Matías Aimino Universidad Nacional del Litoral

En su compilación sobre el empirismo lógico, Ayer sostiene que el ataque a la metafísica aparece con bastante frecuencia en la historia de la filosofía, pero que en este caso adquiere un tratamiento original. Los empiristas lógicos, dice: hacen depender la imposibilidad de la metafísica no en la naturaleza de lo que se puede conocer, sino en la naturaleza de lo que se puede decir; su acusación contra el metafísico es en el sentido de que viola las reglas que un enunciado debe satisfacer si ha de ser literalmente significativo. (Ayer 1959: 16)

Sin embargo, aunque dicha afirmación no es incorrecta, cabe destacar que la crítica a la metafísica desarrollada por el empirismo lógico, y en particular por Rudolf Carnap, no puede considerarse como un emergente directo del análisis del lenguaje, sino que llega a asumir esta perspectiva de manera gradual, partiendo de una primera demarcación epistemológica e integrando luego algunos desarrollos lógicos y metalógicos a través de la influencia decisiva de Wittgenstein y de Tarski, respectivamente. En este trabajo pretendemos explorar los argumentos contra la metafísica elaborados por Carnap, indagar la relación de esos argumentos con otros aspectos relevantes de la producción filosófica de este autor y mostrar, asimismo, el proceso en que la crítica carnapiana se consolida, haciéndose progresivamente más sistemática, exhaustiva y abarcadora. El dominio de la metafísica y los límites de la ciencia En Der logische Aufbau der Welt (escrito entre 1922 y 1925, pero publicado unos años después, en 1928) Carnap trata de desarrollar un sistema de constitución para los conceptos de la ciencia empírica, cuyo resultado sea una genealogía conceptual cimentada en la



Publicado en Velasco, M., Venturelli, N. (eds.) Epistemología e historia de la ciencia, vol. 17,

Córdoba, Universidad Nacional de Córdoba, 2011, ISBN 978-950-33-0919-3, pp. 15-22

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experiencia inmediata, pero su intención no es describir la formación real de los conceptos, sino mostrar su “reconstrucción racional”, esto es, el modo en que podrían ser derivados a partir de lo empíricamente dado. Esta empresa es prioritariamente epistemológica, pero permite extraer algunas consecuencias relevantes para el abordaje de otros problemas filosóficos. Al definir los límites del conocimiento empírico mediante la teoría constitucional y al presuponer que la función de la filosofía es constituirse en lógica de la ciencia, Carnap traza una distinción fundamental que permite identificar a la metafísica como “el dominio extracientífico en su forma teórica” (Carnap 1928: 328). En efecto, Carnap excluye la posibilidad de que haya algún tipo de conocimiento que no sea accesible al pensar conceptual y, aunque reconoce que la intuición permitiría eventualmente “captar” algo, ese algo no puede ser considerado, en modo alguno, conocimiento, sino sólo un estado psíquico determinado. La teoría de la constitución se presenta, en este sentido, como neutral respecto de cuestiones metafísicas tales como “qué hay realmente en el mundo” o “qué es la realidad”, puesto que la concepción constitucional o empírica de la realidad no involucra una decisión acerca de su independencia de la conciencia cognoscente1. La metafísica, por el contrario, afirma o niega dicha independencia pero, al hacerlo, excede los límites de la ciencia. También se precipitan, más allá de estos límites, todas aquellas doctrinas metafísicas que se presentan erróneamente como presuntas orientaciones epistemológicas: tanto el realismo, que postula una realidad independiente, como sus diversos oponentes, el idealismo en sus variadas formas y el fenomenalismo, término con que Carnap se refiere al idealismo trascendental kantiano. Estas corrientes, según Carnap: coinciden en cuanto a la teoría del conocimiento. La teoría de la constitución representa el fundamento neutral que les es común. Solamente divergen en el campo de la metafísica, es decir (si han de ser teorías epistemológicas), cuando traspasan ese límite. (Carnap 1928: 332)

La demarcación entre ciencia y metafísica basada en la teoría constitucional está apoyada, además, por la teoría de los signos que se desarrolla en el Aufbau. Siguiendo a Frege, Carnap distingue entre el signo mismo (Zeichen), es decir, su representación física, escrita u oral, la referencia (Bedeutung) que indica el objeto al que el signo se refiere, y el sentido (Sinn) que expresa el contenido de la representación mental del signo2. De modo que, por ejemplo, ‘Cervantes’ y ‘el autor del Quijote’ son signos idénticos en cuanto a su referencia, pero no son equivalentes en cuanto al sentido. Esta misma distinción vale 2

también para las proposiciones y permite examinarlas a la luz de la teoría constitucional, puesto que sólo las proposiciones de referencia, o extensionales, pueden ser integradas a un sistema conceptual y reducidas a los componentes elementales que les proveen una base empíricamente contrastable. Esto supone que las proposiciones de la metafísica no son necesariamente ilegítimas o carentes de sentido, pero el hecho de que sus términos no puedan, siguiendo una analogía espacial, ser localizados en el sistema de los conceptos empíricos, las hace irrelevantes para la ciencia y para el desarrollo de una teoría del conocimiento. En su Autobiografía intelectual, Carnap declara: con respecto a la crítica a la metafísica tradicional, en el Aufbau simplemente me abstuve de tomar partido, y añadí que si se pasa de la discusión de las formas de lenguaje a la de las correspondientes tesis metafísicas sobre la realidad o irrealidad de determinado tipo de entidades, se va más allá de los confines de la ciencia (Carnap 1963: 52).

En efecto, aun cuando comparte una perspectiva antimetafísica, Carnap se limita a establecer, en el Aufbau, una distinción entre ciencia y metafísica que no supone una crítica explícita a esta última, como la que ensayaría en los años posteriores en el marco del Círculo de Viena. La crítica a la metafísica en el Carnap vienés En 1924 Carnap conoce a Moritz Schlick por intermedio de Reichenbach, y en el otoño de 1926 se traslada a Viena, donde reside hasta 1931. En este contexto intelectual, su posición antimetafísica se radicaliza, particularmente por influencia de Wittgenstein, cuyo Tractatus logicus-philosophicus se discute profundamente en el interior del Círculo de Viena. Una de las ideas wittgensteinianas que influye decididamente en Carnap es la afirmación de que numerosas proposiciones de la filosofía, en particular las de la metafísica tradicional, constituyen en realidad pseudoproposiciones carentes de sentido. A diferencia de la teoría de signos que Carnap presenta en el Aufbau, Wittgenstein sostiene que los signos sólo poseen referencia (Bedeutung), mientras que el sentido (Sinn) es un atributo de las proposiciones. Esto significa que el sentido se obtiene en la configuración proposicional a través de la concatenación de significados y que, a la inversa, al analizar el sentido de una proposición, no se obtienen sentidos parciales, sino solamente términos con referencia. Con esto, según afirma Terricabras, “Wittgenstein recupera precisamente una de las tesis

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básicas de Frege: el papel primordial e irreductible de la proposición” (Terricabras 1996: 157). La lógica permite distinguir, entonces, entre las proposiciones legítimas de la ciencia, cuyo sentido y valor de verdad puede determinarse mediante la reducción a lo empíricamente dado, y las pseudoproposiciones (Scheinsätze) que carecen de sentido por estar construidas de un modo antilógico. La crítica a la metafísica que Carnap desarrolla en este período está plasmada en algunos escritos de divulgación relativamente breves y, también, en el manifiesto del Círculo de Viena que escribe junto a Neurath y Hahn en 1929. En estos trabajos, Carnap adopta argumentos de Wittgenstein y los combina, además, con ciertas consideraciones que se desprenden de su Aufbau. Según Carnap, es posible reconocer en principio dos tipos de pseudoproposiciones: las que contienen términos o signos que no refieren, y las que están formadas por términos o signos con referencia pero sujetos a una relación no pertinente, es decir, que la referencia no conviene a la estructura de la proposición. Mientras las primeras no satisfacen el criterio empirista del significado, según el cual los conceptos están dotados de referencia solamente cuando pueden ser reducidos a lo dado en la experiencia, las segundas incurren en una confusión de esferas, que consiste en relacionar objetos o conceptos que pertenecen a esferas diferentes, ajenas entre sí, y que no tienen por lo tanto ninguna clase de parentesco. 3 Otro tipo de pseudoproposiciones son las afirmaciones de existencia no definidas. La crítica apela, en este caso, a una analogía espacial. En las ciencias empíricas se supone que todo objeto físico está contenido en el espacio y que una afirmación de existencia, para que pueda considerarse válida, debe ir acompañada de las coordenadas espaciales que permiten ubicar ese objeto y contrastar empíricamente su existencia. De la misma manera, el sistema conceptual establece un espacio omnicomprensivo donde todos los conceptos se hallan conectados entre sí por relaciones lógicas, de modo que una afirmación de existencia debería justificarse indicando sus coordenadas conceptuales, es decir, la relaciones de reducibilidad y deducibilidad del concepto postulado con respecto a los otros conceptos que integran el sistema. Pero la indicación de este “camino lógico” raramente es ofrecida por la metafísica y menos aún por su madre insigne, la teología, cuando realizan afirmaciones de existencia acerca de, por ejemplo, Dios o el alma. El origen lógico de los extravíos de la metafísica debe rastrearse en su vinculación demasiado estrecha con los lenguajes naturales, que conduce a una concepción reificadora

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de conceptos funcionales tales como procesos, relaciones o propiedades, y en una confusión acerca del rendimiento lógico del pensamiento, que induce a creer que la razón puede producir conocimiento por sí misma, prescindiendo del material de la experiencia. El empirismo lógico reconoce solamente dos tipos de proposiciones legítimas: (i) los enunciados analíticos de la lógica y la matemática, que son estrictamente formales y no afirman nada acerca del mundo, y (ii) los enunciados sintéticos de la ciencia, que poseen contenido empírico y están sujetos, por lo tanto, a una decisión acerca de su verdad o falsedad. Toda otra proposición que no se ajuste a estos criterios, debe ser considerada una pseudoproposición carente de sentido o, en otros términos, carente de contenido cognitivo.

La superación de la metafísica, una crítica sintáctica En 1930, Carnap se pone en contacto con Tarski y el grupo de lógicos de Varsovia, quienes influyeron decididamente en el giro sintáctico de su producción filosófica. En su Autobiografía intelectual, describe este mérito de la siguiente manera: De mis conversaciones con Tarski me llevé la impresión de que la teoría formal del lenguaje era de gran importancia para la clarificación de nuestros problemas filosóficos... sería un gran avance desarrollar un método mediante el cual se pudiera hacer exacto no sólo el lenguaje-objeto analizado, es decir, el de la matemática o el de la física, sino también el metalenguaje filosófico utilizado en la discusión. (Carnap 1963: 60) 4

De 1932 es la crítica carnapiana a la metafísica que más se ha difundido por haber sido integrada a la compilación de Ayer sobre el empirismo lógico, se trata de La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje. En este trabajo, Carnap define las pseudoproposiciones como secuencias de palabras que, formuladas dentro de un lenguaje específico, carecen sin embargo de sentido. Considerando que todo lenguaje consta de un conjunto de palabras que poseen significado y de reglas sintácticas para la formación de proposiciones, Carnap distingue dos tipos de pseudoproposiciones: aquéllas que contienen una palabra a la que erróneamente se supuso un significado o aquéllas cuyas palabras constitutivas poseen significado, pero que por haber sido reunidas de un modo antisintáctico no constituyeron una proposición con sentido. (Carnap 1932: 67)

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Aun cuando esta caracterización esté formulada desde una perspectiva sintáctica, tiene un claro correlato con la distinción realizada por Carnap en su período vienés5, salvo por las afirmaciones de existencia, que son inmediatamente rechazadas porque no cumplen ni siquiera el primer requisito de la lógica, que consiste en la especificación de la sintaxis de la palabra. En el caso de la palabra “Dios”, por ejemplo, la forma proposicional elemental que le corresponde es “X es un Dios”, por lo cual “Dios existe” no puede siquiera ser expresado sintácticamente. El primer tipo de pseudoproposiciones deben ser examinadas teniendo en cuenta que el significado de una palabra se define mediante su criterio de aplicación, lo cual supone que se han fijado sus relaciones de derivación respecto de proposiciones protocolares. Ahora bien, si puede establecerse el criterio de aplicación de una palabra, de modo que exista una relación empíricamente observable, entonces se debe admitir su significatividad cognoscitiva. Carnap propone, como ejemplo, que el término “principio” tendría significado si se concediera como criterio de aplicación que decir “X es el principio de Y” equivale a decir “Y se deriva de X” en el sentido de una sucesión regulada por leyes naturales, pero si no se puede establecer el criterio de aplicación empírico porque existe la aspiración de que esta palabra pueda significar algo más, es decir, algo de índole metafísico, o bien se ofrece un criterio para que la palabra adquiera ese otro significado (algo que sin lugar a dudas no puede hacerse), o bien se rechaza la palabra por ser asignificativa y constituir un pseudoconcepto. El segundo tipo de pseudoproposiciones, aunque puedan ser inobjetables respecto de su estructura gramatical, no pueden ser expresadas a través de relaciones lógicas, puesto que suelen incurrir en numerosos errores de sintaxis, como la hipóstasis, la confusión entre categorías sintácticas6, la enunciación de existencia sin conexión con un predicado, la contradicción entre la función proposicional asignada a una palabra y su definición, entre otros. La carencia de sentido de estas pseudoproposiciones no se manifiesta a primera vista, sino que requiere del análisis de su sintaxis lógica, y esto es así porque los lenguajes naturales pueden resultar confundentes. La deficiencia de nuestro lenguaje comprobada aquí reside, por lo tanto, en que a diferencia de un lenguaje lógicamente correcto, admite igualdad formal entre secuencias de palabras con sentido y carentes de él. (Carnap 1932: 76)

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Carnap considera que las pseudoproposiciones de la metafísica no son traducibles a un lenguaje lógicamente correcto y, por lo tanto, no poseen ningún significado cognoscitivo o teórico, es decir, no son pertinentes para describir relaciones objetivas. Esto no significa, sin embargo, que estén impedidas de asumir otros contenidos, sino que, por el contrario, sirven para expresar una actitud emotiva ante la vida y permiten vehiculizar ciertos contenidos emocionales. El error de la metafísica consiste en haber utilizado una forma equívocamente teórica, cuando existen medios más idóneos para desarrollar este cometido, como las expresiones artísticas y particularmente la música, que permite evitar cualquier confusión de dominios al prescindir de un lenguaje referencial. Consideraciones finales En razón de lo expuesto, la crítica a la metafísica en Carnap podría describirse como un proceso gradual, en el que los argumentos se hacen progresivamente más sistemáticos y exhaustivos sin registrar, sin embargo, resto ni pérdida. En efecto, Carnap integra, en cada nueva formulación, los argumentos de las críticas anteriores, que pueden considerarse como distintos niveles de análisis en torno de un mismo problema, ya anunciado en el Aufbau, que consiste en decidir “si la metafísica tiene sentido o derecho a existir” (Carnap 1928: 341). El hecho de esta progresiva integración puede constatarse en el artículo La superación de la metafísica..., donde Carnap indica que, para que una proposición P pueda considerarse legítima, debe haber una respuesta a los siguientes interrogantes: (i)

¿De qué proposiciones es derivable P y qué proposiciones pueden derivarse de P?

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¿Bajo qué condiciones P debe ser verdadera y bajo qué condiciones falsa?

(iii) ¿Cómo puede ser verificada P? (iv) ¿Cuál es el sentido de P? (Carnap 1932: 68)

La pregunta (iv) es propia de la filosofía tradicional y presume que el sentido de una proposición radica en sus condiciones de verdad, por lo que, siguiendo a Wittgenstein, podría formularse más apropiadamente a través de la terminología de la lógica, como en (ii). La pregunta (iii) es de índole epistemológica y podría ser respondida con el auxilio de la teoría de la constitución, mientras que la (i) constituye, para este último Carnap que hemos considerado, la formulación correcta en términos de la metalógica, también designada

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como teoría de la sintaxis lógica del lenguaje, que estudia las relaciones de derivación entre proposiciones. La preocupación por consolidar una posición libre de metafísica tiene gran relevancia en la obra temprana de Carnap, y esto pone de manifiesto el interés fundamental del empirismo lógico en la elucidación de los conceptos de la ciencia empírica y, además, en la clarificación del lenguaje utilizado en la argumentación filosófica. Asimismo, la crítica a la metafísica permite rastrear, aunque de manera indirecta, el curso de desarrollo de la filosofía carnapiana desde el proyecto epistemológico contenido en el Aufbau hasta la consolidación de su perspectiva sintacticista con la publicación, en 1934, de la Logische Syntax der Sprache, obra en la que, según algunos autores (cf. Cirera 1990: 271), Carnap alcanza por primera vez una concepción filosófica coherente y completa. Notas 1

Esta concepción, que tuvo una extensa aceptación en el ámbito vienés, no fue compartida sin

embargo por todos los empiristas lógicos. Reichenbach, por ejemplo, luego de leer el manuscrito del Aufbau, le reclamaba a Carnap en una carta de 1927: “Encuentro dudoso que uno pueda hacer abstracción, al modo en que usted lo hace, de la relación de los objetos [conceptos] con algo real... Claro que usted puede considerar metafísico el axioma de la realidad, pero a falta de este axioma su sistema de constitución no pasaría de ser un juego de ajedrez, y así también toda la ciencia... Yo pienso que su neutralidad [entre el idealismo y el realismo] es un lindo sueño.” (citado en Coffa, 1991: 384) 2

En su definición de “sentido” Carnap se aparta intencionalmente de Frege, su intención es evitar el

platonismo que se deriva de otorgar al sentido un carácter objetivo y distinguirlo de la representación mental subjetiva. 3

Carnap adopta la distinción entre diferentes esferas de objetos siguiendo la teoría de tipos formulada

por Russell en 1908. 4

Aquí Carnap se distancia claramente de Wittgenstein, quien excluye la posibilidad de metalenguaje y

sostiene que las proposiciones de la lógica carecen de sentido. 5

Desde 1931 hasta 1935 Carnap reside en Praga, donde se desempeña como profesor de la

Universidad. 6

Las categorías sintácticas indican clases de objetos que se corresponden, como cosas / propiedades

de cosas / relaciones entre cosas, o bien números / propiedades de números / relaciones entre números, y así sucesivamente.

Referencias bibliográficas Ayer, A. J. (comp.) (1959) El positivismo lógico. México, FCE, 1986. Carnap, R. (1928) La construcción lógica del mundo. México, UNAM, 1988.

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––– (1929) “De dios y el alma. Pseudopreguntas en metafísica y teología”. En Signos Filosóficos, suplemento núm. 11, vol. IV, 2004, pp. 147-161. ––– (1932) “La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje”. En Ayer (1959), pp. 6687. ––– (1934) “Sobre el carácter de los problemas filosóficos”. En Cirera, Ibarra y Mormann (1996), pp. 25-43. ––– (1963) Autobiografía intelectual. Madrid, 1992. Carnap, R. , Neurath, O. y Hahn, H. (1929) “La concepción científica del mundo: el Círculo de Viena”. En Redes, vol. 9, núm. 18, 2002, pp. 103-149. Cirera, R. (1990) Carnap i el Circle de Viena. Barcelona, Anthropos. Cirera, R., Ibarra, A. y Mormann, Th. (eds.) (1996) El programa de Carnap. Ciencia, lenguaje, filosofía. Barcelona, CELC / Ed. del Bronce. Coffa, J. A. (1991) La tradición semántica de Kant a Carnap. México, UAM, 2005. Echeverría, J. (1996) “Teoría de los signos en Carnap”. En Cirera, Ibarra y Mormann (1996), pp. 91-109. Moulines, C. U. (1996) “Las raíces epistemológicas del Aufbau de Carnap”. En Cirera, Ibarra y Mormann (1996), pp. 45-74. Terricabras, J. M. (1996) “La lógica del Tractatus y la construcción lógica de Carnap”. En Cirera, Ibarra y Mormann (1996), pp. 149-167.

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