La crisis en Europa oriental y la izquierda en América Latina

July 12, 2017 | Autor: Antonio Romero Reyes | Categoría: Latin American politics
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Descripción

El Pnrcro

DE LA RAcToNALTDAD

A¡,nxoIcr

lo que facultri a Mariátegui descubrir los más escondidos y sutiles hilos que urden la historia. Esa racionalidad alternativa, no tanto sus afirmacioñes puntuales, sobre asuntos puntuales, es lo que le otorga presencia viva entre nosotros, porque n()s permite ah«rra penetrar la realidad, elaborarla desde dentro de su historicidad concreta. El núcleo central de esa propuesta histó-

rica, como articulada de elementos hist(lricos y estructuralmente

heterogéneos, y que de ese modo no puede ser ni sistemática, ni orgánica, ni cambiar como una sucesi(rn de homogenidades, como en el eurocenlrismo. Así, son las exigencias de indagar cuestiones equivalentes en escenarios análogos, lo que en primer término c()nvoca a la éscritura y a la reflexión mariateguianas a participar en nuestro debate, porque ellas están elaboradas cnócimientdde nuejbtra iealihad,P?:."1 j' deniro del nuevo contexto mundial. Es decir, de la .reconstitución a" crítica revolucionaria del poder existente, de krs supuestos y categorías ""á4iP.que o;gP se produzcan en ese trabáio, que permitan produiir o ir pí-oduc"iendo una "-f

nueva ukrpÍa, como proyecto de un nuevo séntido históriio de Ia existencia social en estas tierras. Lo que no asuma esa larga y delicada tarea, que es -en parte de la lucha cotidiana contra de la expltitaiión y de Ia domin'ación difícilmente sería distinto 619 l¿ "i2quie¡61¿,, que hoy'sigue tratando de cogobernar el orden existente. De otro lado, la propaganda capitalista insiste en que es el socialismo lo que llega al final de su hisioria, enla crisis de los regímenes de Europa del Este. Sin embargo, la cuestión no es tan simple. De hécho, la mayoría ile las posiciones que están en debate dentro de-la izquierda, no adñriten el

carácter socialista de aquellas sociedades: Capitalismo de Estado (Bettelheim); Co_lectivismo^Burocrático (Mellotti); nüevo tipo de sociedad

de dominacjón (Bah¡o); muchos estudiosos en la propia Rusia sostienen hoy el carácter de clase del poder existente (Davies), ionio Dlilas antes (La Nueva Clase); eso se acerca a la hipótesis de la posible mutación de la "deformación burocrática", si llegara a durar más de Io previsto, en un poder de clase (Trostsky); el propio Gorbachov emplea la formula de de comando

adminisirativb" iara el dominio dé un partido único "sistema en el Estado. Y esta lista-no es en moilo alguno exhaustiva. Se trata, como no podría ser de otro modo, de una problemática vasta y compleja, que excluyie un debate simpllsta o mal lntencronado. En el período que termina, el debate fué entrampado en un falso problema: si propiedad privada o propiedad estatal; si empresa privada o empresa estatal. Pero 70 años después no hay modo de no üer qu-e se trata, en ilefinitiva, de las dos caras de 1o mismo. 'Fue una economía'de controi estatal que se llamó socialista, y es ella la que se derrumba. El capitalismo privado pretende cantar victoria. Inclusive proclama, Fukuyama ¡irediante, nada menos que el fin de la historia y el cómienzo del ete-mo reinado del capital y del liberalismo. La historia, sin embargo, apenas comienza en realidad. El socialismo como proyecto altemativo al capitalismo no se originó en el sueño de un 47

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La CnIsts E¡¡ Eunom OnrrNrel y Le Izeursnoa EN Aurnrce L¡r¡Ne nuevo poder estatal, cualquiera que fuese su carácter. Fue el proyecto de la democracia directa: elección y control directo de la autoriilad; debate y decisión como su modo normal de ejercicio; reciprocidad como relación social básica, piso de la solidaridad social: espacio creciente del libre desarrollo individual. Unica fuente y cauce de un continuado proceso de

erradicacitin de la explotación y dá la dominación. Esa fue iambién la inferencia de Marx después de la Comuna de París. Ese proyecto no es lo que ahora colapsa con el "socialismo realmente existente>>.

Se sabe que ese debate ya está activ() entre los explotados y d«rminados, inclusive en Rusia y otros países que se liberan de la represi(rn burocrática, como 1o está en varios otros lu¡;ares, y ciertamente en América Latina. Entre los nuevos movimientt¡s populares de esta región, así como en otras partes del mundo,,, los más importantes vienen de esas nuevas "tercer fuentós y se orientan en esa direcci«in. Las formas específicas que sus instituciones cobren, asi como las formas de su enfrentamiento con el poder vigente, difícilmente serían idénticas en un mundo heterogéneo. En América Latina, la reconstituciírn de instituciones de tipo comunitario en las ciudades empobrecidas, o la revitalización y cambio de las comunidades rurales de larga y continuada historia, puede ser mirada como parte de ese proceso. Y estamos apenas en los umbrales del nuevo período histórico. Los regímenes formados en los procesos revolucionarios previos, y que lograron sostenerse hasta hoy, como en e[ caso de Cuba, difícilmente podrÍan c«rntinuar sosteniéndose con todas sus actuales características aisladas. "Ya no hay campo socialista,, ha dicho el propio Fidel Castro. Pero no es cierto oue la única ooción alternativa sea la olena restauración del capitalismo literal. Por el cbntrari(), sc trata allÍ, conio en todas partes dtrrr-

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de fuera posible, de una profunda transformación en la dirección de una democracia directa como la expresión precisa de la democracia socialista, altemativa a la democracia liberal. Peró son las propias masas las que alli como en los demás lugares, tienen la palabra. Mientras parece que se hunde el .socialismo realmente existente", el poder del capital se extiénde a escala planetaria. La explotación y Ia dominación no se han terminado, en consécuencia. Y esa ei, exactamente, la cuestión central del socialismo: la lucha contra la exolotaci(rn v contra la dominación, en todo tiempo y en todo lugar donde uiirtu.,, bajó cualquier forma. No solamente contra los explotadores y dominadores específicos del capitalismo. En ese sentido, la experiencia cón el réalmente "socialismo existente», así como las tendencias actuales del poder capitalista y de los nuevos movimientos sociales y políticos, conducery sin duda, a una fundamental redefinición de la idea rrüsma de una revolución socialista. Eso parte de liberarla de la falaz disyuntiva en que el estalinismo y el liberalisnio la entramparon hasta hoy, entre el capitalismo privado y la estatización de Ia econoÑa y de la sociédad. Las luchas contia la explotación y la dominación se ori'entarán, en adelante, hacia la democraciá directa, éomo la más eficaz manera de asegurar y desarrollar la solidaridad social, la libertad individual y la democracia cotidiana de la sociedad. Esa es, después de todo, la más larga y continuada utopía de la historia de América Latina.

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