La Copa Mundial de Fútbol Brasil 2014

La Copa Mundial de Fútbol Brasil 2014
"El Fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes"
Jorge Valdano

Fernando Álvarez Simán*
Este jueves 12 inició la Copa Mundial de Fútbol numero veinte de la historia, Brasil 2014 con el partido inaugural a cargo de la poderosa y favorita selección anfitriona contra el equipo de una de las naciones más jóvenes del mundo; Croacia; el resultado no exento de polémica arbitral favoreció al combinado amazónico. El equipo mexicano vio acción el viernes contra Camerún en un encuentro también lleno de polémica por la actuación del árbitro central que le anula dos goles legítimos al "tricolor"; pese a ello el equipo se sobrepuso y gana el encuentro uno a cero.

El mundial en lo deportivo ha sufrido grandes transformaciones tecnológicas dignas de mencionarse por tratarse de un deporte que históricamente se ha resistido a darle cabida a propuestas que le alivien la carga al árbitro central. Por primera vez en Brasil veremos un sistema electrónico que podrá determinar si la pelota ha cruzado o no la línea de meta de la portería; acabando con ello la posibilidad de ver de nueva cuenta los llamados "goles fantasmas". También aunque esto ya lo hemos visto en la liga mexicana, una especie de espuma será rociada sobre el césped por el árbitro para marcar la distancia entre la barrera de los tiros libres y el balón y por último la final será filmada por primera vez en la historia con el sistema 4k, lo que significa que la imagen será cuatro veces más nítida que la de un televisor Full HD. En lo político y social el mundial llega por primera vez desde México 86 a un país latinoamericano, en este caso al considerado país más futbolero del planeta Brasil. El problema es que se realiza en un momento de gran convulsión social en el país amazónico que lleva por lo menos un año exacto; curiosamente desde la organización de la "Copa Confederaciones" un torneo futbolístico en el que participan las selecciones nacionales campeonas de justas continentales y que se considera una especie de ensayo general y termómetro que mide el nivel de organización para la justa mundialista. En ese sentido, cuatro son los aspectos a resaltar del momento político y social que se vive en Brasil; primero las quejas sobre la mala gestión gubernamental en materia de servicios públicos, segundo los estratosféricos gastos de preparación del mundial, tercero las protestas multitudinarias por lo anterior y una polémica desatada por las declaraciones de Lula Da Silva respecto a los indicadores brasileños y su comparación con México.

El papel regional y mundial del gigante amazónico

Brasil es el país más grande de América Latina y con una población estimada de poco más de 200 millones de habitantes, es el quinto país más poblado del mundo. Los especialistas en temas sociales y económicos dicen que es un país profundamente desigual, pero lo que no se niega es que bajo el liderazgo de Lula Da Silva, Brasil logró en solo diez años sacar de la pobreza a 40 millones de sus habitantes. Por este logro el mundo bautizó a las políticas sociales y económicas implementadas por Lula Da Silva como el "milagro brasileño" y porque además desde el 2003 Brasil ha tenido un crecimiento económico de cinco por ciento en promedio anual. Tanto que los pronósticos mundiales dictan que para el 2026 es bastante probable que Brasil sea la quinta potencia económica mundial.

Por lo pronto Brasil representa el 60 por ciento del total del PIB sudamericano lo que le otorga una gran influencia regional, pero la relación comercial con sus vecinos es desigual. Por ejemplo del total de las exportaciones brasileñas, más del 30 por ciento es con sus vecinos; pero de ese total, casi el 90 por ciento es con Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile; el restante diez por ciento le corresponde a Ecuador, Colombia, Perú y Venezuela. Esa es precisamente la razón de que primero Henrique Cardoso, después Lula Da Silva y ahora Dilma Rousseff busquen darle continuidad a la política de crear una región sudamericana integrada y desarrollada económicamente bajo el liderazgo brasileño. Incluso la diplomacia amazónica busca ser un protagonista del escenario internacional. En ese contexto internacional, Brasil junto con Rusia, India, China y Sudáfrica busca mayor influencia política internacional con este grupo de países denominados BRICS; un acrónimo formado por las letras iniciales de los países. Los BRICS se reúnen cada año en una cumbre donde el principal acuerdo de la última reunión realizada en el 2013 fue la creación de un banco de desarrollo común que sea una alternativa al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional, manejados por Estados Unidos y Europa respectivamente. La idea es que el banco de los países BRICS se ocupe de financiar el desarrollo integral y no solo se preocupe por el crecimiento económico.


La mala gestión gubernamental y las protestas

A pesar de que Brasil es un país que transpira fútbol en la vida diaria, las protestas por su realización han estado a la orden del día. Una de las razones es el alto costo de la Copa Mundial: 11 mil millones de dólares, por lo el brasileño promedio cree, considerando el alto costo de las cargas impositivas (impuestos del 36 por ciento del PIB) que además de que el costo será asumido por la población, lo ideal hubiera sido que el dinero se invirtiera en mejorar la infraestructura del transporte, de salud y de educación. Para las empresas que realizan encuestas, más de la mitad de los ciudadanos brasileños piensa que con el mundial, el país no obtendrá ningún tipo de beneficio y las protestas que siguen existiendo están siendo lideradas por maestros, trabajadores del metro y activistas sociales que presionan al gobierno de Dilma Rousseff a ceder a sus demandas por dos hechos fundamentales: primero por la imagen internacional de Brasil y segundo porque la mandataria tiene intenciones de reelegirse en las elecciones federales a realizarse el cinco de octubre, tres meses después del término de la Copa del Mundo. Por eso un campeonato impecablemente organizado y además con Brasil alzando el trofeo de campeón, sería la plataforma ideal para la reelección de Rousseff considerando el alto nivel de las protestas sociales.

El asunto no es banal porque al inicio de la gestión gubernamental y antes de la Copa Confederaciones, el nivel de aprobación de la presidencia de Dilma Rousseff era casi del 80 por ciento y hoy ronda entre un 30 y 40 por ciento, sin embargo la corrupción gubernamental documentada por la prensa carioca, los altos costos de las obras para el mundial, una serie de decretos que le permiten a la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) el casi monopolio absoluto sobre las ganancias del mundial en detrimento del empresariado nacional, se conjugaron para la ola de protestas que tiene en jaque al gobierno de Rousseff. A ello debe sumarse la desaceleración de la economía carioca que si bien mantuvo diez años continuos de crecimiento de cinco por ciento en promedio, en los últimos tres años el desempeño ha ido a la baja con solo dos por ciento de crecimiento

El cambio en la coyuntura mundial

El 54 por ciento de las exportaciones totales de Brasil son materias primas no transformadas y alimentos. La coyuntura mundial sufre una tremenda transformación cuando en el 2002, el precio internacional a futuro de los alimentos y el petróleo comenzó una tendencia al alza empujada por las necesidades d la creciente industria china e hindú. Hasta el 2010, el crecimiento de las exportaciones mundiales fue de casi cinco puntos porcentuales anuales, cuando el conjunto de la economía mundial solo creció dos por ciento por los efectos de la crisis financiera internacional.

Para el 2013 la tendencia cambió; puesto que los precios internacionales de muchas materias primas han retrocedido porque los grandes compradores internacionales, China e India han re-direccionado sus políticas públicas a la promoción del mercado interno en un intento de evitar el contagio de la crisis financiera mundial que para estos países ha significado una desaceleración de sus niveles de crecimiento; la India por ejemplo que creció diez años a ritmo de ocho por ciento anual ha cerrado el 2013 con un cinco por ciento. China que crecía a casi diez por ciento, ha bajado a solo siete por ciento.

Con el primer mundo en crisis económica y los gigantes asiáticos dándole preferencia al mercado interno, era inminente que a pesar de que el motor del crecimiento mundial ya no dependía de los países desarrollados si no de los emergentes, era solo cuestión de tiempo que la demanda mundial de materias primas sufriera un crecimiento más lento que el de los últimos años.

Las comparaciones con México

Estrictamente a Lula Da Silva le toca terminar las reformas políticas y económicas iniciadas por su antecesor en el cargo Fernando Henrique Cardoso y sobre todo un periodo de gobierno donde existió en los mercados internacionales una explosión de la demanda de materias primas; por ello también de una elevada confianza de los inversionistas internacionales hacia Brasil por la enormidad de sus recursos naturales lo que significó una enorme derrama económica. El problema actual de Brasil y Dilma Rousseff es que necesita sostener las mismas políticas sociales impulsadas por Lula para evitar las protestas sociales, para seguir reduciendo la pobreza y la desigualdad y de paso asegurar la reelección; pero en un contexto internacional diferente.

Ese contexto diferente al de hace algunos años es precisamente lo que provocó las declaraciones de Lula Da Silva en un seminario en la ciudad de Porto Alegre; el ex presidente rechazó que México sea la nueva nación en ascenso y aseguró que su país es ahora una potencia mundial, que pronto podrá convertirse en la quinta mayor economía del mundo. Agregó que se enteró en México de los fundamentos de nuestra economía y que todo está peor que en Brasil. La respuesta de México no se hizo esperar y llegó primero de la mano del Secretario de Hacienda Luis Videgaray quien mesuradamente comentó que "No es lo más constructivo entrar en la polémica con un ex presidente" pero aseguró que México tiene indicadores financieros mucho más robustos que Brasil en aspectos como la inflación y las tasas de interés y declaró también que las afirmaciones de Lula Da Silva se dan en el contexto de la copa del mundo y de las futuras elecciones. Por su parte el presidente Peña Nieto aseguró que "No es competencia y que respetamos la ruta de Brasil, pero México tiene la suya". En realidad entre México y Brasil las condiciones sociales y económicas son bastante parecidas, por eso también los objetivos de sus políticas sociales y económicas son los mismos; reducir la pobreza y la desigualdad; la diferencia radica en dos elementos, el primero de ellos es el contexto internacional que saca a la luz otra diferencia: Brasil es líder mundial en producción de materias primas que son el 54 por ciento del total de sus exportaciones, México es líder en varios productos manufacturados y el 80 por ciento de sus exportaciones son precisamente manufacturas. Con el mercado internacional de materias primas deprimido, Brasil es el que pierde en el contexto actual y México espera recobrar la ruta del crecimiento porque el segundo elemento es que nuestro país espera la recuperación Norteamérica, mercado a donde llega la inmensa mayoría de las exportaciones aztecas. Aunado a ello México realiza reformas estructurales en materia educativa, energética, laboral y política que seguramente impactarán en el crecimiento futuro. Lo concreto es que la coyuntura internacional no favorece a Brasil y México puede hoy adaptarse mejor a ella porque estamos atados al crecimiento americano que se ve con optimismo para los próximos años. No es asunto debatir quien está mejor que el otro cuando lo define la coyuntura y el contexto, los dos países tienen enormes problemas de desigualdad y esa debe ser la preocupación principal de sus dirigentes. Mejor que ruede la pelota y en el Mundial gane el mejor y que México supere sus expectativas.

*Docente Investigador de la Universidad Autónoma de Chiapas