La construcción del otro en la lucha política entre el Estado peruano y Sendero Luminoso (1980-1992). Ponencia presentada en XV JORNADAS INTERESCUELAS/DEPARTAMENTOS DE HISTORIA, Comodoro Rivadavia 2015.

May 30, 2017 | Autor: Lourdes Murri | Categoría: Sociologia Histórica de América Latina, Historia Política Del Perú Siglo XX
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Descripción

XV JORNADAS INTERESCUELAS/DEPARTAMENTOS DE HISTORIA 16 al 18 de septiembre de 2015 Comodoro Rivadavia – Chubut

ORGANIZA: Departamento de Historia Sede Comodoro Rivadavia Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (U.N.P.S.J.B.)

Número de la Mesa Temática: 36 Título de la Mesa Temática: Conflicto rural y violencia en América Latina en el siglo XX y XXI Apellido y Nombre de las/os coordinadores/as: Lorena Soler, Verónica Giordano y Saúl Casas

LA CONSTRUCCIÓN DEL OTRO EN LA LUCHA POLÍTICA ENTRE EL ESTADO PERUANO Y SENDERO LUMINOSO (1980-1992)

Murri, María Lourdes Rocha, Andrés Raúl Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo [email protected]/ [email protected]

Introducción

El conflicto armado en el Perú se desencadena en el año 1980, por la decisión de Sendero Luminoso de iniciar la “guerra popular” para derrocar al Estado peruano. La fecha escogida fue el día anterior a las elecciones generales, el 17 de mayo de 1980, año en el cual Perú se reincorporaba en la vía democrática, tras la dictadura militar del general Velasco Alvarado (1968-1975) y su sucesor el general Morales Bermúdez (1975-1980).

El periodo del conflicto (1980-2000) incluyó la mayor crisis económica e hiperinflacionaria del siglo XX en el Perú, lo cual generó gran inestabilidad política, y un duro golpe a los sectores trabajadores con la implementación de políticas neoliberales que incluían despidos y privatizaciones a grandes escalas. En el plano ideológico, este periodo tiene como característica la lucha contra el terrorismo. La misma, enmarcada en la Doctrina de Seguridad Nacional durante la Guerra Fría, se correspondía a la influencia y dependencia respecto del principal socio económico del Perú, Estados Unidos.

En este trabajo, nos proponemos analizar el conflicto entre el PCP-Sendero Luminoso y el Estado peruano, a través de la perspectiva de la “construcción del otro” en la lucha política. Para ello, hemos consultado fuentes que involucran a los dos principales actores, el Estado peruano y el PCP-Sendero Luminoso.

Para comprender la visión que el Estado peruano construyó respecto a Sendero Luminoso, hemos recurrido a discursos presidenciales y leyes que se dictaron durante diferentes mandatos. También hemos consultado el Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (en adelante CVyR). Esta comisión fue conformada en el año 2001, durante el gobierno de transición de Valentín Paniagua. El objetivo de la misma fue esclarecer los hechos de violencia ocurridos en el Perú entre los años 1980 y 2000. El Informe final fue presentado en el año 2003, y resulta un documento indispensable para el estudio de esta época. El mismo se encuentra disponible en forma completa en la página web de la CVyR.

También nos hemos basado en los documentos del Comité Central del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (en adelante PCP-SL) y el libro “De Puño y Letra” de Abimael Guzmán Reynoso (2009), para identificar cuáles fueron las bases ideológicas en las que se posicionó el PCP-SL respecto al Estado peruano. De indispensable consulta resultaron

los periódicos de la época, que con diferentes

posturas, cubrieron la totalidad del periodo de conflicto.

Finalmente, buscaremos dilucidar el grado de importancia que jugó la construcción del “otro”, -entendido como sinónimo de alteridad y de diferencia 1- en el conflicto político que vivió el Estado y la sociedad peruana entre 1980 y 2000, y que con distintas características, persiste hasta la actualidad.

Siguiendo a Chantal Mouffe (2011), consideramos que el conflicto es constitutivo de “lo político”. El mismo puede tomar forma de lucha “agonista” donde se puedan confrontar distintos proyectos políticos, reconociendo la legitimidad del oponente, o bien si no existen estos canales, la lucha política se vuelve “antagonista”, y el que era un nosotros/ellos, pasa a ser concebido como un amigo/enemigo, es decir como una amenaza para el “nosotros”. Por ello entendemos que en situaciones de violencia política, el “otro” al que se le niega la posibilidad de diálogo y negociación, pasa de ser adversario a ser el “enemigo”.

Entendemos que no hay violencia política sin discurso. La gente necesita convencerse (y/o ser convencida) para aprobarla, o incluso, ejercerla. Foucault (1992) agrega que el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse o conservar.

En este plano, consideramos que la construcción del otro en la lucha política, adquiere el carácter de legitimidades en pugna que buscan ganar, o conservar, espacios de hegemonía dentro de la sociedad civil. Para ello, los actores enfrentados, apelan al discurso, diferenciándose de su oponente, desde la construcción del “otro”.

1

Biagini y Roig, Diccionario del pensamiento alternativo (2009): véase entrada de Alteridad

Hemos distinguido durante el conflicto tres momentos claves, que nos permiten entender cómo fue variando la construcción del otro, a partir de distintas circunstancias.

Un primer momento, lo ubicamos entre 1980 y 1982. Estos años corresponden al inicio de la lucha armada del PCP-SL contra el Estado peruano. El conflicto en este primer momento se localiza en la sierra. Un segundo momento, de 1983 a 1992, está marcado por la “militarización” del conflicto, y el despegue nacional del mismo ya que el conflicto se extiende de la sierra a la ciudad.

El tercer y último momento que señalamos, corresponde a los años entre 1992 y 2000. En estos años se produce una recesión del conflicto armado. Para los objetivos de este trabajo, sólo expondremos las implicancias que tuvo en la construcción del otro el año 1992, con el autogolpe de Estado de Fujimori y la captura de Abimael Guzmán. Siguiendo nuestra hipótesis, consideramos que la construcción “del otro” como antagónico, fue un factor clave para entender la magnitud de la violencia en la lucha política entre el Estado peruano y el PCP-SL. El choque entre un orden hegemónico y una alternativa de orden contrahegemónico se dio en el plano de la deslegitimación del oponente, considerado como enemigo, de esa manera ante un conflicto político la única alternativa a la violencia fue responder con más violencia.

Primer momento: Inicio de la lucha armada (1980-1982)

El PCP-Sendero Luminoso es resultado de la fragmentación del Partido Comunista Peruano que en 1964, cuando una fracción pro china se separó por considerar a los soviéticos como “revisionistas”, dio origen al PCP-“Bandera Roja” que buscaba la unificación de las tendencias maoístas (Bolívar Ocampo, 1995). Luego, en 1969, de una nueva división encabezada por Abimael Guzmán Reinoso, se funda el PCP-Sendero Luminoso, del cual éste será su máximo líder conocido como “presidente Gonzalo”.

Sendero Luminoso, siguiendo la ideología marxista maoísta, consideraba que: “El Estado peruano es un Estado terrateniente-burocrático, es una dictadura de terratenientes feudales y de grande burgueses bajo el mando del imperialismo norteamericano.” (Comité Central PCP, 1978)2

La influencia del pensamiento de Mariátegui se observa en cuanto que consideran que se deben aniquilar las dos formas de feudalismo que persisten en el Perú: el latifundio y la servidumbre (Torrassa A.E. en Aricó J., 1980:249).

Sobre esta base ideológica, Sendero Luminoso fundamentará el inicio, en 1980, de la “guerra popular” contra el Estado Peruano: “como la historia ha demostrado hasta la saciedad, únicamente puede llevarse adelante, mediante la lucha armada, la guerra popular que sigue el camino de cercar las ciudades desde el campo.”(CC PCP, 1979)

Desde la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, en Ayacucho, los cuadros senderistas, en su mayoría estudiantes, profesores y maestros rurales, fueron estableciendo contacto con las comunidades campesinas logrando un arraigo en estos sectores que ninguna otra agrupación se había siquiera propuesto. Escárzaga (2001) señala que “los senderistas instrumentaron militar y políticamente el conflicto étnico de manera muy eficiente y esto explica en buena medida sus grandes avances estratégicos y su permanencia temporal, factor que las otras fuerzas políticas no supieron manejar.” (Escárzaga, 2001:88)

Con la quema de las ánforas en el pueblo ayacuchano de Chuschi, el día previo a las elecciones, 17 de mayo 1980, el PCP-SL dio inicio al enfrentamiento armado contra el Estado. Podemos identificar que el modus operandi del PCP-SL en esta etapa fue de atentados aislados, por ejemplo, el derribo de una torre de electricidad en Huancavelica y la explosión de un local del APRA en Pasco. El área geográfica donde se concentró el accionar de PCP-SL en sus comienzos fue la sierra, principalmente en los departamentos de Ayacucho y Huancavelica.

2

Todos los documentos del Comité Central del PCP se encuentran en la página web Solrojo.

En principio, las autoridades percibieron estos ataques como hechos aislados, sin organización, así el conflicto fue “enfocado como una combinación de subestimación y desconcierto que permitió el crecimiento de la presencia senderista”. (CVyR, 2003:60)

Puede notarse en estos años un claro desconocimiento por parte del Estado y de las fuerzas del orden, sobre el tipo de lucha que estaban encarando, y la calidad de su adversario:

El gobierno (…) no terminó de comprender lo que implicaba el desafío

planteado al Estado por Sendero y su guerra popular. Fue tratado como un problema de delincuencia común susceptible de ser resuelto mediante la neutralización de individuos (los «delincuentes terroristas»). (CVyR, 2003:62-63) No sólo el Estado se vio desconcertado en estos momentos iniciales del conflicto. Los medios de comunicación, principalmente la prensa, también mostraron una parcializada comprensión del problema. La CVyR (2003) señala que una manera de responder a este desconcierto inicial

fue presentando los atentados senderistas como episódicos y

producto de mentes criminales. Sin embargo, entre los medios de comunicación podemos encontrar algunas diferencias.

Una postura, la mayoritaria, entendía los actos como perpetrados por terroristas sicópatas o delincuentes comunes. Esta perspectiva fue compartida por los gobiernos y, con matices editoriales, por la prensa tradicional y los medios como El Comercio, Expreso y La Prensa.3

Por otro lado, algunos escasos medios, si bien condenaban la violencia subversiva, resaltaban también las raíces del problema en las bases socioeconómicas del Perú, situación que los distintos gobiernos esquivaban. Podemos consignar aquí a la revista Caretas y el diario La República. Una excepción que podemos señalar fue El Diario de Marka y algunos otros medios de izquierda, que desconfiaban de la autoría de PCP-SL sobre los atentados, atribuyéndoselo

a las fuerzas armadas como un plan para

desacreditar a los revolucionarios. (CVyR, 2003)

3

Esta postura también corresponde a los programas dirigidos a públicos más plurales y populares como

los noticieros de televisión. Ver CVyR (2003).

El presidente Belaúnde Terry (1980-1985) dio un tratamiento exclusivamente policial ante las primeras acciones senderistas pero no obtuvo ningún resultado favorable para el gobierno. Mientras, el PCP-SL se fue fortaleciendo haciéndose cada vez más visible. Vale aclarar que Belaúnde se mostró reacio a incorporar a las Fuerzas Armadas en la lucha contrasubversiva, no sólo por tener una equivocada imagen del conflicto, sino también porque su primera presidencia culminó en un golpe de Estado por parte de las mismas fuerzas.

Este primer momento del conflicto concluye con dos hechos que marcarán una victoria inicial del PCP-SL en cuanto al apoyo explícito o implícito de la población. 4

El primer hecho fue el asalto a la cárcel de Ayacucho el 2 de marzo de 1982 por parte de militantes de Sendero Luminoso para liberar a sus compañeros presos. Este ataque fue el primero de gran magnitud que hizo el PCP-SL. Tras esto, la policía respondió con represalias, asesinando a senderistas que estaban internados en el hospital de Ayacucho. Esta noticia adquirió carácter nacional y generó una imagen de Sendero como guerrilla víctima de la corrupción y abuso policial. (CVyR, 2003)

El segundo hecho que aumentó el consenso en ciertos sectores respecto al PCP-SL, fue el asesinato en un enfrentamiento policial de Edith Lagos, joven senderista de 19 años, en setiembre del mismo año. La conmoción fue tal, que a su entierro acudieron treinta mil personas. Edith Lagos se convirtió en la cara visible de la juventud senderista luchadora y fue figura referente para otros movimientos juveniles por fuera del PCP-SL. Si bien todos los medios de comunicación condenaban la violencia de los métodos senderistas, la CVyR (2003) señala que la prensa no pudo evitar construir historias y personajes de los subversivos en un intento de captar la atención emotiva del público. Los reportajes y dramatizaciones en formato periodístico se alejaron de la objetividad para despertar sentimientos a veces de rechazo, pero la mayor parte de empatía hacia ciertos individuos que participaban abiertamente en el conflicto armado. El caso de Edith Lagos fue un claro ejemplo de esto, ya que la prensa más que atacarla se

4

Sendero considera la acción armada como “exitosa, creciente y de brillante perspectiva, que hasta hoy nos ha dado grandes conquistas”. (CC PCP, 1982)

solidarizó con la joven asesinada. Incluso se hizo una gran excepción con su imagen al no catalogarla de terrorista, sino de “guerrillera”.5

Éste quizás fue el momento de máximo apoyo y simpatía de la población respecto a Sendero Luminoso. La imagen del gobierno que se construyó en este momento fue de un Estado débil, por demás ausente, y con un aparato represor corrupto que no respetaba la vida y dignidad de las personas.

Por otro lado, Sendero Luminoso supo explotar al máximo las ausencias del Estado en zonas como la sierra, creando una imagen de impartidor de justicia. Símbolos como Edith Lagos sirvieron para atraer a una juventud con espíritu de lucha, dispuesta a entregar la vida por una causa justa.

Así, el conflicto fue visibilizándose a nivel nacional en un terreno donde la opinión pública aunque no simpatizara con las ideas comunistas, veía con cierta aprobación la lucha contra un régimen de gobierno injusto. Este es el caso de sectores de la izquierda legal que en esta primera etapa o bien aprobaron abiertamente la lucha de Sendero, o bien no la condenaron, dándole así un gesto de apoyo.

Ante el crecimiento de las bases senderistas y sus zonas de influencia, el 30 de diciembre 1982 el gobierno entregó a las Fuerzas Armadas el control de la zona de emergencia de Ayacucho.

Segundo momento: Profundización del conflicto (1983- 1992)

Las Fuerzas Armadas pasaron a ser desde principios de 1983, el órgano encargado de la lucha contra Sendero Luminoso. Las mismas tuvieron el control de las llamadas “zonas de emergencia” por más de quince años. La CVyR denomina “militarización del conflicto” a este momento, ya que “en ningún momento anterior del siglo veinte se había producido un fenómeno similar de

5

Por ejemplo el diario El País del 15 de setiembre de 1982, titula a la nota: “Duelo multitudinario en el entierro de una dirigente guerrillera peruana”.

constitución de instancias político militares de conducción de la respuesta estatal al fenómeno subversivo.”(CVyR, 2003:66)

En esos años el Perú se encontraba atravesando una grave crisis económica en camino a una hiperinflación que desestabilizaría aún más la hegemonía del gobierno democrático.

El año 1983 fue testigo de las primeras masacres del fuego cruzado entre el PCP-SL y las Fuerzas Armadas. La ejecución de los ocho periodistas en Uchuraccay a manos de los campesinos mostró la confusión reinante en las comunidades. Este hecho, ocurrido el 26 de enero de 1983,

llevó a que la mirada de Lima se pose sobre la sierra,

atendiendo a lo que allí ocurría. Cientos de periodistas de los más importantes diarios citadinos se solidarizaron con sus colegas asesinados. El 3 de abril senderistas asesinaron a 69 campesinos en Lucanamarca y el 17 de octubre del mismo año, militares asesinaron a 41 campesinos en Umasi, mientras que los sinchis (policías locales), mataron a 32 campesinos en Soccos. De esta forma, el asesinato se fue propagando por los años siguientes hasta convertirse en una guerra sin límites. El 23 de agosto de 1984 se descubrieron fosas con 49 cadáveres en Pacayacu atribuidas a la acción del Ejército.

Con la llegada de Alan García al poder el 28 de julio de 1985 el conflicto no cesó. El 14 de agosto fueron asesinados 63 campesinos en Accomarca por la Infantería del Ejército. La confusión reinante se hizo evidente en la intensificación de represalias tanto del PCP- SL como de las Fuerzas Armadas.

Al asumir Alan García el mando, hubo expectativas de que se modificara la política contrasubversiva del Estado. Pero el PCP-SL no tenía la intención de otorgar ninguna tregua al régimen entrante y quería más bien deslegitimarlo en el plazo más corto. Por eso definió como la tarea partidaria fundamental «desenmascarar» al APRA, «quitarle la careta progresista», para seguir expandiendo la guerra popular. En un documento del Comité Central del PCP-SL se señala: “…el Apra, respectivamente, todos conocidos defensores del orden imperante; y entre ellos el sinuoso y acomodaticio Barrantes Lingán, falso mariateguista y verdadero y fiel defensor y sostenedor del sistema dominante.”(CC PCP, 1985)

Alan García propone el 14 de septiembre de 1985 la creación de una Comisión de Paz que, a juicio del diario El Comercio, corría el riesgo de dar un estatus de delito político al terrorismo. Pero luego de que en Lima se desencadenara la matanza de los penales del Lurigancho, el Frontón y Santa Bárbara, el 18 y 19 de junio de 1986, el presidente García tuvo que renunciar a llevar una política propia de seguridad interior y optó por el silenciamiento y la desinformación siguiendo las tácticas propias de las Fuerzas Armadas, dejándoles a éstas el terreno libre para su accionar en las zonas de emergencia. Desde 1989 el PCP-SL entró en la fase de “equilibrio estratégico”6 controlando gran parte del Perú. A partir de ese momento pasó a priorizar como eje central de su acción la ofensiva en las zonas urbanas de Lima. El gobierno quedó absolutamente descentrado en su reacción, tomando

una posición cerrada y desesperada que desencadenó la

represión militar, su único recurso para dominar la situación. Como Stern (1999) ha señalado La capacidad senderista para funcionar como una máquina política y de guerra tenaz y brutalmente efectiva, había hecho que se decretase la intervención militar de emergencia en numerosos departamentos del país. La guerra también había dado a los militares una plataforma para que llevasen a cabo una "guerra sucia", de estilo argentino (…) (Stern, 1999:18)

Luego de la masacre de los penales y conjuntamente con la delegación en las Fuerzas Armadas de la lucha antisubversiva, entre la prensa, y algunos sectores de intelectuales se generó el mito de “Sendero Ganador”. Entre 1986 y hasta 1992, entre los principales diarios se destacó la posibilidad de que Sendero Luminoso tomase el poder en un corto plazo. Esta visión justamente surge cuando se produce el traslado a la capital peruana de las principales acciones senderistas, creando una sensación colectiva en la sociedad civil de la imbatibilidad y crecimiento del PCP-SL. En general, todos los medios contribuyeron a reforzar el mito de “Sendero Ganador”. Esta idea llega a su cúspide en 1992 cuando coinciden una gran sucesión de atentados, explosiones y coches bombas que afectaron indiscriminadamente a la sociedad civil. 7 6

Ver documento: ¡QUE EL EQUILIBRIO ESTRATEGICO REMEZCA MAS EL PAIS! Comité Central Partido Comunista del Perú 1991 7

El más impactante fue el atentado del 16 de julio de 1992 en la calla Tarata, de Miraflores.

El discurso del gobierno se presentó como un verdadero llamado a la unidad nacional, constituyéndose la lucha antiterrorista, en una cruzada en defensa del Perú. De esta manera, se le otorgó al PCP-SL una identidad específica, ya no de aislados mercenarios, sino reconociéndole implícitamente el potencial destructor de su fuerza y la propagación de sus influencia que atentaban contra el orden existente.

Las Fuerzas Armadas no distinguían entre senderistas, comunistas, marxistas o “izquierdistas”. Para las fuerzas del orden todos eran enemigos a combatir.

Siguiendo

la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN), veían a Sendero como parte de una conspiración comunista internacional: “todos los izquierdistas eran igualmente responsables de las acciones senderistas y no había mayor diferencia a partir de alineamientos internacionales.”(CVyR, op. cit). La idea del enemigo interno, llevó a extranjerizar al “otro”, oponiéndolo a un “nosotros” peruano. Así se desnacionalizaba la lucha de Sendero Luminoso, remarcando que su lucha era por la destrucción del Estado peruano, confundiendo intencionalmente, Estado con Nación. Era la guerra del PCP-SL contra todos los peruanos. Se debía extranjerizar al oponente, afianzar el “yo” peruano apelando al sentimiento nacional con la intención de quitarle legitimidad a sus reivindicaciones. Era necesario silenciar el discurso revolucionario en un momento donde el Estado se encontraba debilitado.

El periodismo en esta etapa cumplió un rol fundamental poniendo al descubierto, a través de un tratamiento más profesional de la información la guerra sucia del Estado. A su vez mantuvo una postura antisubversiva denunciando la excesiva violencia contra la sociedad civil. Como aclara la CVyR,

en este contexto “el periodismo de

investigación pulió sus métodos para llevar a la población la información más cabal sobre la violencia y encontró, a veces accidentalmente, a veces porque las buscó, evidencias de crímenes y de violaciones a los derechos humanos perpetrados en nombre del Estado”.(CVyR, 2003:518)

Sendero Luminoso le dio importancia a la prensa en estos años, como forma de disputarle al Estado el consenso de la opinión pública. Desde marzo de 1987 el PCP-SL adquiere la presidencia de “El Diario”, periódico de izquierda fundado en 1980. “El

Diario” tendió a ser propaganda de los comunicados de guerra de Sendero Luminoso, pasando a convertirse en vocero del partido. En julio de 1988 “El Diario” publicó “la entrevista del siglo”8, en la cual se exponía un largo diálogo con Abimael Guzmán, el “presidente Gonzalo”. Allí se exponían las teorías, método y objetivos de Sendero Luminoso y su “guerra popular” para todo el público, y también en este medio se reforzaba la idea de un “sendero ganador”, dada la inevitabilidad de la victoria revolucionaria. Tras esto, “El Diario” fue clausurado por el gobierno aprista, por lo que continuó su circulación de forma clandestina. El PCP-SL buscando ampliar las bases de aprobación y consenso de la opinión publica, disputó un terreno hasta entonces sólo hegemonizado por el Estado y los medios de comunicación.

3º momento: Fujimorismo y recesión del conflicto armado (1992-2000)

De este momento analizaremos sólo el primer año, el cual resulta clave para nuestro análisis del conflicto. El 5 de abril de 1992 el presidente Fujimori realizó un autogolpe de Estado mediante la disolución del Congreso, quebrando el orden constitucional, para así “defender” la democracia. Ese mismo año, distintos decretos sancionaron leyes antiterroristas, que extendieron las prerrogativas militares, ampliando su poder en las zonas de emergencia, y reglamentaron más medidas contra la actividad subversiva. De esta manera quedaron legisladas las disminuciones de las garantías democráticas y de los derechos fundamentales de todos los ciudadanos; por ejemplo quedó decretada la suspensión del derecho de habeas corpus. La nueva legislación antiterrorista ampliaba la definición de “delitos de terrorismo” 9, careciendo los mismos de precisión. Amnistía Internacional Perú señala que Los acusados de estos delitos van desde aquellos que realizan "actos contra la vida, el cuerpo, la salud, la libertad y seguridad personales" hasta aquellos que por "cualquier otro medio" inciten a cometer delitos de "terrorismo", e incluyen también a quienes parezcan favorecer o disculpar estos delitos. Además, pueden ser acusados de "traición", un delito de "terrorismo" que se juzga ante tribunales militares, aquellos que sean acusados de 8

Ver “Entrevista al presidente Gonzalo”, Comité Central Partido Comunista del Perú 1988

9

El delito de terrorismo está tipificado por el Decreto Legislativo 25475 del 06 de mayo de 1992.

pertenecer a un grupo armado de oposición, ya sea como dirigentes de dicho grupo o como acusados de participar o ayudar a llevar a cabo operaciones destinadas a atacar y dar muerte a personas. (Amnistía Internacional, 2003)

Esta clara imprecisión sobre los delitos de terrorismo, tuvo como resultado la detención de miles de civiles, los cuales fueron declarados culpables de delitos sobre los que no existían pruebas. Si el delito era considerado “traición a la patria 10”, los civiles eran juzgados mediante tribunales militares, sin garantía de defensa. Otra característica de la época constituyeron los famosos “juicios sin rostro”, en los que los jueces aparecían encapuchados, u ocultos tras cristales tintados, haciendo distorsionar su voz por medio de micrófonos. El acusado no tenía tiempo de preparar defensa, muchas veces carecía de abogado, y más de una vez no entendía ni siquiera porqué se lo incriminaba.

Estos años, estuvieron marcados por el miedo de la población civil ante la gran violencia desde ambos bandos. El gobierno continuó con graves ataques a la población civil por parte de grupos de represión estatales y paraestatales. Uno de los casos más impactantes fue el perpetrado por el escuadrón de la muerte denominado grupo Colina, en los Barrios Altos, el 3 de noviembre de 1991, y en la universidad de La Cantuta, el 18 de julio de 1992. Por su parte, en 1992, Sendero Luminoso fue el autor del atentado con bomba de calle Tarata, en Miraflores y el atentado al canal 2. También Sendero Luminoso fue responsable del asesinato de la dirigente social María Elena Moyano.

El Estado justificó la coacción de los derechos fundamentales de los ciudadanos, y los numerosos casos de violación a los derechos humanos, como parte de una estrategia de lucha contra el terrorismo y en defensa de la democracia. Para ello, utilizó los medios de comunicación para demostrar a la población que sus métodos eran efectivos. Así, tanto en la televisión como en los periódicos, era cotidiano ver fotografías y filmaciones de los recién detenidos. También se comunicaban el alza de los índices de detenciones y condenas, desde la aprobación de las leyes antiterroristas.

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El delito de Traición a la Patria está tipificado por el Decreto Legislativo 25659 de 13 de agosto de 1992.

El principal golpe al PCP-SL lo dio la Dirección Nacional contra el Terrorismo (DINCOTE) con la captura de Abimael Guzmán Reynoso en 1992. El gobierno explotó al máximo la prisión de Guzmán, quien fue mostrado ante las cámaras en condiciones denigrantes. Claramente, tras la caída del “presidente Gonzalo”, disminuyeron las acciones senderistas. No así las zonas de emergencia y la propagando oficial contrasubversiva, por ello la CVyR señala que desde la captura de Guzmán “se mantuvo un esquema de contrasubversión sin subversión”. (CVyR, 2003:75) En este trabajo, consideramos que la lucha de Sendero Luminoso si bien continuó 11, evidentemente tras el duro golpe que significó la captura de su líder, para una organización tan verticalista,

la ofensiva senderista se fue reduciendo. Por ello,

entendemos que resultaba totalmente exagerado todo el aparato montado por el fujimorismo.

La pacificación de las fuerzas represivas, más que contra el PCP, fue contra cualquier actor o sector social que pusiese en cuestión el régimen imperante. El gobierno explotó mediáticamente las últimas acciones exitosas contra los senderistas, al tiempo que continuaba alimentando los miedos de la población con la amenaza del «terrorismo». Como señala la CVyR: Las operaciones antisubversivas dejaron de ser un medio para capturar líderes subversivos y terminar finalmente con las acciones del PCP-SL y del MRTA, para convertirse en un medio de propaganda para el gobierno, en el mejor de los casos, y en una cortina de humo, en el peor, tapando los excesos y los delitos que se denunciaban cada vez con más frecuencia. (CVyR, 2003:76)

Tras la captura de Guzmán, el gobierno de Fujimori a través de Montesinos, controló toda la prensa e incluso persiguió a aquellos periodistas que eran críticos respecto al gobierno. Así, grandes sectores de la prensa respaldaron al gobierno autoritario de Fujimori:

11

Esta actitud se expresan los documentos del CC PCP del III Pleno del Comité en 1992, la “Declaración” del CC PCP el 7 de octubre de 1993 y el documento titulado “Contra la dictadura genocida y vendepatria, persistir en la Guerra Popular” de 1995.

Muchos medios de comunicación influyentes cayeron bajo la esfera de la corrupción y se convirtieron en instrumentos de una estrategia de control gubernamental, la cual consistió básicamente en señalar que los triunfos en la lucha contra la subversión se habían logrado gracias a la misma mano dura con la que el gobierno golpeó el 5 de abril de 1992. (CVyR,

2003:530) La construcción del otro: un análisis desde la lucha política A partir de la lectura de los tres momentos en que hemos dividido el conflicto, creemos que es necesario sacar algunas consideraciones para reflexionar sobre cuestiones inherentes al mismo.

El Estado peruano, durante todo el conflicto armado, fue formando una visión en la sociedad peruana de extremo antagonismo respecto a Sendero Luminoso. Buscando reforzar la “unidad nacional” de todos los peruanos, el Estado forjó la noción de un “otro” senderista extranjerizado, por fuera de la sociedad y hasta no peruano.

Como vimos, esta es una característica que aparece atenuada en los dos primeros años del conflicto, pero que en la segunda y tercer etapa se hace muy notorio. El decreto que considera delito de “traición a la patria”, del fujimorismo, constituye la materialización, mediante ley, de dicha idea.

Otra característica presente durante prácticamente toda la contienda, fue el desconocimiento que el Estado peruano, y sus respectivos gobiernos de turno, mostraron frente a su rival. Vimos cómo en la primera etapa, no se presentan mayores distinciones en cuanto al tipo de “delincuente” que se quiere combatir. Durante la segunda etapa, el Estado, ante el creciente avance de la acción del grupo guerrillero, toma conciencia de real peligro que representa por lo que decide modificar su estrategia otorgando a las Fuerzas Armadas el control del conflicto.

Desde la militarización del conflicto el Estado asume la lucha dentro de la Doctrina de la Seguridad Nacional, por la cual hay un enemigo interno y solo las fuerzas del Armadas

pueden

garantizar el orden. El ejército demuestra no comprender las

divisiones dentro de la izquierda, por ello cualquier militante de izquierda, revolucionaria o legal, podía ser sospechoso de terrorismo. Esta situación se potencia

durante el fujimorismo, cuando cualquier crítico u opositor al régimen y a su modelo neoliberal, podía ser considerado “terrorista”. En el fujimorismo la lucha contra la subversión fue el pretexto para acallar a la oposición sea cual fuese su color.

Por otro lado, la exposición y caricaturización de Sendero Luminoso, fueron recursos muy utilizados por el gobierno y los medios de comunicación

como forma de

deslegitimar al oponente. En una nota periodística al entonces presidente de la nación Alan García, llama la atención la falta de comprensión que éste muestra a diez años de iniciado el conflicto: “El presidente peruano dijo que Sendero Luminoso es como un "alienígena, como un octavo pasajero que está dentro de esta nave y no sabemos de dónde vino y qué objetivo tiene; sólo sabemos que es mortífero y parece inextinguible". (Diario El País, 16 de junio 1990).

La máxima expresión de esto aparece nuevamente en el gobierno de Fujimori, cuando se expone a Guzmán y a otros líderes ante las cámaras, encadenados, enjaulados, hasta desnudos, buscando humillaros mostrándolos derrotados política y moralmente.

En cuanto a Sendero Luminoso pudimos observar que mantiene una conformación de su enemigo siguiendo las bases del discurso marxista del Estado. La construcción del Estado esta rígidamente determinada por el dogma marxista-leninista-maoísta. El Estado burgués sinónimo de explotación y opresión se mantiene sin matices. Además es la estructura jerárquica y dogmática del partido, propia del maoísmo, la que no permite introducción de variantes.

Como señala Biondi y Zapata (1989) el discurso de Sendero Luminoso denuncia que el Perú es una patria injusta “culpa del viejo y podrido orden imperante”, que debe ser cambiado a través de la violencia revolucionaria. Así los autores aclaran que Sendero formula un corpus claro de los representantes de eso orden que lo componen los individuos de las clases altas de Lima, individuos que viven en los elegantes barrios limeños (Miraflores, San Isidro), que estudian en colegios elitistas y extranjerizantes, que se sujetan al imperialismo foráneo y que libran una aguda batalla entre sus facciones por controlar el poder. (Biondi y Zapata, 1989) Frente a esto consideran que el Estado es un orden “caduco” y que el pueblo donde se encuentra el campesinado, el

proletariado y la pequeña burguesía, debe, a través del Partido Comunista estructurar el orden de la “Nueva Democracia” 12.

Pero lo que si varía a través de los distintos momentos no es la forma de observar el Estado porque está claramente delimitado desde el partido, aún antes de iniciado el conflicto, sino su exposición pública. A medida que las acciones se multiplican y se vuelven recurrentes adquiriendo mayor envergadura, comienzan a repercutir en el espacio público, generando mayor impacto. De esta manera, Sendero se propone fortalecer su imagen, principalmente en el segundo momento donde tiene el control de la redacción de “El Diario” convirtiéndose en su portavoz oficial, aunque poco tiempo después fue censurado.

De esta forma podemos observar cómo varía la construcción del otro dependiendo de las características que toma el conflicto, reestructurando y reorganizando las estrategias. Ambos contrincantes buscan la eliminación de su oponente, ubicando a su enemigo en el extremo antagonismo.

Consideraciones finales

A partir de lo expuesto en el presente trabajo, daremos lugar a algunas reflexiones finales que dejan abierto el debate. La primera aseveración que nos interesa remarcar es que el conflicto entre Sendero Luminoso y el Estado peruano es nada más ni nada menos que el choque entre dos propuestas de orden totalmente diferentes.

Una

alternativa, la que predomina, es la del Estado que se constituye en el legítimo portador del poder. Sendero pretende la instauración de un nuevo orden a partir de la destrucción del Estado Nación burgués, y para ello considera como única vía la lucha armada.

En segundo lugar, entendemos que durante todo el conflicto ambos actores buscaron deslegitimar al oponente. De allí que la construcción del otro en la lucha política adquiera el carácter de legitimidades en pugna que buscan ganar o conservar espacios de hegemonía dentro de la sociedad civil. Sendero Luminoso apela a un discurso que 12

Biondi y Zapata (1989) señalan las pintadas y dibujos en muros y paredes como complemento del texto escrito senderista. De esta manera, Sendero Luminoso copa los espacios perdidos por el poder y afianza su dominio sobre una población mayoritariamente alejada de la lectura.

busca deslegitimar a su oponente realzando las falencias históricas de un Estado burgués caduco que ha gobernado solo para una minoría.

Es indudable que el Estado vio trastabillar su hegemonía ante el enorme avance de Sendero Luminoso no sólo en la sierra, sino también en Lima. Por ello la represión indiscriminada a la que el Estado apeló a través de fuerzas militares y paramilitares.

Así, el orden hegemónico desarrolla un discurso que intenta deslegitimar a su oponente utilizando la creación de un “otro” que amenaza a las sociedad civil, mientras que Sendero Luminoso a través de una propuesta contrahegemónica, cuestiona el discurso estatal por responder a la burguesía y el imperialismo.

Siguiendo con nuestra hipótesis, consideramos que la construcción del otro como antagónico fue un factor clave para entender la magnitud de la violencia en la lucha política entre el Estado peruano y el PCP-SL. El choque entre un orden hegemónico y una alternativa de orden contrahegemónico se dio en el plano de la deslegitimación del oponente, y por ello la única alternativa a la violencia fue responder con más violencia.

Sin embargo, como hemos señalado en el trabajo, dada la larga duración del conflicto, la construcción del otro fue ganando matices según las circunstancias que variaban. Por ello, distinguimos tres momentos en el conflicto entre Sendero Luminoso y el Estado: Un primer momento, de 1980 a 1982, constituye los inicios de la llamada “guerra popular”. La característica que sobresale en estos años, es el notorio desconocimiento de las implicancias de la lucha de Sendero Luminoso por parte del Estado peruano. Un segundo momento, de 1983 a 1992, está marcado por la “militarización” del conflicto, con la entrada de las Fuerzas Armadas, y el despegue nacional del mismo. Aquí surge la idea del “enemigo interno”, que va a justificar la libertad de acción (léase, represión), que el Estado va a otorgar a los grupos militares. El Estado, valiéndose de la idea del enemigo interno trasladó la noción del peligro comunista hacia a dentro de la sociedad peruana. El enemigo no era claramente identificable, no portaba uniforme, por lo tanto cualquiera que pensara diferente, que abiertamente cuestionara las desigualdades sociales y económicas, podía ser sospechoso de terrorista. Dice Jo Marie

Burt: “en una sociedad en la cual la segmentación por raza y clase es de por si profunda, el miedo exacerbó la sospecha del “otro” y devino en un rasgo que definía la vida cotidiana”. (Burt, 2011:44)

El tercer y último momento, entre los años 1992 y 2000, tiene como característica más notoria el despegue del fujimorismo, que logra imponer su control sobre todos los espacios políticos, acallando cualquier oposición. Estos años también se caracterizan por una recesión del conflicto armado tras la captura de Abimael Guzmán.

En estos momentos, podemos observar cómo a medida que Sendero Luminoso gana control y poder, el Estado reacciona modificando su perspectiva buscando recaracterizar a su enemigo. A lo largo del conflicto, el Estado va forjando una visión del “otro” senderista con la intención, a través de la coacción y la persuasión, de ir fortaleciendo una legitimidad en crisis.

De la misma forma, los medios de comunicación reelaboran sus estrategias y discursos de acuerdo a su relación con el Estado, sus posibilidades de acción, su libertad e intereses.

Por otro parte, Sendero Luminoso utiliza un discurso más estático, donde sus premisas se refuerzan a medida que amplía su acción y gana terreno en la lucha armada. Su construcción del otro, el Estado peruano, varía en cuanto al ocultamiento o ampliación de su mensaje al espacio público. Pero su concepción en cuanto a las relaciones de poder, por el mismo carácter dogmático del partido, se mantiene estanca. Para Sendero Luminoso el Estado, aliado al imperialismo, fue y seguirá siendo el instrumento de las clases dominantes.

A modo de reflexión final, vale preguntarse si realmente es susceptible de equipararse tanto la violencia estatal-y paraestatal-, como la violencia ejercida por Sendero Luminoso. Consideramos que el Estado tiene una enorme responsabilidad por lo sucedido, ya que hace quinientos años que las posibilidades de una confrontación agonal se han visto cerradas. El Perú es un país con mayoría nativa campesina, que ha sido testigo de distintas resistencias, todas reprimidas por parte del Estado. Sabemos por la historia, lo costoso que fue para los diferentes Estados latinoamericanos la imposición

de los planes neoliberales. Las resistencias se dieron en todo el continente. A propósito, Barrington Moore tiene una clara cita, que extraemos de Ansaldi y Giordano (2012): …horroriza la parcialidad abrumadora con que se ha analizado la violencia revolucionaria. Equiparar la violencia de quienes resisten a la opresión con la violencia de los opresores es ya no poco engañoso (…) el uso de la fuerza por los oprimidos contra sus amos ha sido objeto de casi universal condena… (Barrington Moore en Ansaldi y Giordano 2012: 289)

Pilar Calveiro señala que en este tipo de conflictos, la responsabilidad principal por la violencia suele señalarse en términos de quien la inicia, cuestión incierta y discutible, pero el asunto “no reside en la entrada en la violencia sino en cómo salir de ella, es decir quién y cómo puede o intenta desactivarla o limitarla, lo que coloca, de entrada, en muy distintos lugares al Estado y a las organizaciones de la sociedad civil.” (Calveiro, 2010) A través de nuestro análisis de la “construcción del otro” creemos que el Estado más que intentar buscar alternativas y respuestas ante las demandas de Sendero Luminoso, prefirió inclinarse a reprimir a su enemigo. Caricaturizándolo, catalogándolo de diferentes formas, todo tendió a generar un otro antagónico que era necesario exterminar.

También es importante señalar lo que aclara Degregori (2000), para Sendero eran revolucionarios o contrarrevolucionarios, no veía otro tipo de luchas y movimientos sociales que se generaban en una época de grandes movilizaciones y participación de la izquierda legal.

Lo expuesto aquí son avances en una investigación que pretende extenderse hasta la actualidad. El debate queda abierto a la reflexión para pensar si realmente hoy en día el Estado ha aprendido de lo sucedido o si sigue manteniendo la misma política de exclusión y antagonismo.

Bibliografía:

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Arico, José (1980) Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano, 2da edición. México: P y P. Biondi, J y Zapata, E (1989) El discurso de Sendero Luminosos: contratexto educativo. Lima: CONCYTEC.

Bolívar Ocampo (1995) Inteligencia y subversión en el Perú. Rev. Geopolítica, nº 56, año XX, pp.65-75 Buenos Aires.

Burt, Jo-Marie (2011) Violencia y autoritarismo en el Perú: bajo la sombra de Sendero y la dictadura de Fujimori. 2a. ed. Lima: IEP. Calveiro, Pilar (2010) “Apuntes sobre la tensión entre violencia y ética en la construcción de las memorias políticas”, Persecución penal del crimen de tortura en la Argentina, Buenos Aires, CELS, ICTJ.( http//www.cels.org.ar consultado 11 de mayo de 2015). Degregori, Carlos Iván (2000) “Discurso y violencia política en Sendero Luminoso” Bulletin de l'Institut français d'études andines, vol. 29, núm. 3.Lima: Institut Français d'Études Andines. Escárzaga, Fabiola (2001) “Auge y caída de Sendero Luminoso” Bajo el Volcán, vol. 2, núm. 3, segundo semestre, México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, pp. 75-97.

Foucault, Michel (1992) El orden del discurso,

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Traducción de Alberto González Troyano.

Guzmán Reynoso, Abimael (2009) De Puño y Letra-1a ed. Los Olivos: Mano Alzada.

Mouffe, Chantal (2011) En torno a lo político, 1a ed. 2a reimp. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica

Stern, Steve J. (1999) Los senderos insólitos del Perú: guerra y sociedad, 1980-1995., Lima: IEP/UNSCH.

Fuentes documentales: Amnistía Internacional (2003), “La legislación antiterrorista y sus efectos: una asignatura pendiente de la transición a la democracia”. Apartado de Amnistía Internacional Perú (http:// web.amnesty.org consultado 23 de mayo de 2015).

Diario El País, consultado desde 1980 en la página web: http://elpais.com

Documentos del Comité Central del PCP-SL desde 1978, disponibles en la página web: http://www.solrojo.org : Contra las ilusiones constitucionales y por el estado de nueva democracia.1978

Desarrollemos la creciente protesta popular. 1979

Desarrollemos la guerra de guerrillas, 1982.

¡No votar: sino generalizar la guerra de guerrillas para conquistas el poder para el pueblo!, febrero 1985.

Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, Perú 2003 disponible en: www.cverdad.org.pe

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