La construcción de la civilidad en el Chile del siglo XIX

Mario Muñoz Plaza. Profesor de Estado en Historia y Geografía Master en Estudios Históricos Contemporáneos

La construcción de la civilidad en el Chile del siglo XIX El proyecto país de la segunda mitad del siglo XIX generado desde la elite chilena se enmarca en el proceso civilizatorio (Elias 1945) y de modernización de las estructuras económicas y socio políticas que se están desarrollando principalmente en Europa. Estas permiten la construcción del nuevo sistema mundo, cuyo rasgo principal es la interconexión y la rapidez de los flujos de mercancías y comunicaciones. Este proceso de construcción de modernidad, ligado a la puesta en práctica de los ideales de la revolución francesa en términos políticos, y a la revolución industrial (que logrará la transformación de las economías de “antiguo régimen biológico” en economías industriales de producción) (Mark, 2005), se caracterizará en Chile por la implementación desde arriba, es decir desde el Estado, versus la resistencia o adscripción voluntaria del bajo pueblo. La lucha por el control del Estado, (el poder legítimo reconocido) que permite la puesta en práctica de los proyectos de sociedad (Salazar,XXXX) se traslada a distintas esferas de discusión y acción (revueltas, levantamientos, guerras civiles, enfrentamientos políticos, discusiones en fiestas) que basarán su acción en la capacidad de generar disciplinamiento social, construcción intelectual y más tarde movilización social. Estas nuevas esferas soportan las distintas tensiones y distensiones entre los grupos de poder, lo que irá modificando las relaciones entre los grupos sociales que pueden acceder a ése poder afectando a los grupos que no pueden acceder a él. Esto significa que cada grupo buscara estrategias para acceder y beneficiarse del poder del Estado. Enmarcado en este proceso se desarrolla el proceso civilizador que va dotando a la sociedad chilena de una anatomía estructural que será canalizada por:  Una división del trabajo y su cadena de interdependencia de tendencia liberal, modernizando las estructuras coloniales.  Un precario equilibrio entre fuerzas “centrípetas” (centralizadoras) y “centrifugas” (descentralizadoras). El grado de ineficacia con que se realiza la centralización estable del Estado, se traduce en la pugna violenta por el control de éste.

Mario Muñoz Plaza. Profesor de Estado en Historia y Geografía Master en Estudios Históricos Contemporáneos

 La forma adoptada por el Estado concentrará una base colonial agraria con un sistema de intercambio liberal, haciendo que su grado de permeabilidad (grado de afectación de procesos externos e internos) sea elevado.  Un equilibrio de poder, estructuralmente determinado, entre los grupos que lo componen. Los intentos por llevar a cabo una pacificación social es una manifestación palpable de la centralización política administrativa en el Estado, que se puede entender como la necesidad de estabilidad política y social en su territorio, en especial de la plutocracia, para poder resolver los problemas de intercambio de fuerza de trabajo y extracción de elementos desde la propia sociedad. Esto se concreta en la instalación desde el sistema social de una triada de controles básicos que permiten guiar el proceso civilizatorio. Esta triada está compuesta por: El control sobre la naturaleza; el control sobre los nexos sociales y por último el control de las personas sobre sí mismas. Control sobre la naturaleza. El control sobre la naturaleza es el intento creciente de mantener un sistema productivo constante, que resuelva las crisis de subsistencia y que permita expandir los techos ecológicos de la sociedad. En el proceso modernizador chileno, esta se traduce en la adopción del liberalismo como sistema económico, naturalizado desde la doctrina de Adam Smith, y que permitirá la explotación de los recursos naturales, la introducción de maquinaria y tecnología industrial, la adquisición de patrones monetarios acorde a los modelos extranjeros. También significa el control sobre la natalidad y para esto es necesario la imposición de un sistema género que permita el posicionamiento de lo masculino por sobre lo femenino, relegando a la mujer a un espacio privado, reservando el espacio público al hombre. En el sistema género la religión confluye con los discursos científicos ejerciendo una naturalización de las relaciones sociales desiguales entre hombres y mujeres. Control sobre los nexos sociales. El control sobre los nexos sociales se manifiesta principalmente en la ley y la construcción de las relaciones laborales. La fuerza con que los distintos grupos sociales pueden acceder a los recursos escasos se traduce en la posición de

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dichos grupos en la escala social. La ley que es creada desde las elites políticas buscara la mantención del sistema tal cual les ha beneficiado. La propiedad de la tierra, los vínculos matrimoniales, el derecho a voto y la asociatividad son los ejes que vertebran las políticas liberales y conservadoras. Además la instalación de un “Estado docente” será la punta de lanza de la reproducción de la normatividad civil y el autocontrol. Autocontrol. Las repúblicas para mantener su estructura en el tiempo necesitan controlar la violencia, principalmente la violencia social y popular. Los recursos destinados por el Estado a esta tarea siempre han sido elevados, por lo que la solución más rentable es la regulación que cada persona pueda hacer sobre sus propias acciones, es decir, que las personas como seres autónomos sean capaces de rechazar la violencia en todas sus formas. El disciplinamiento social iniciado por la naciente República se traducirá en políticas destinadas a dotar de herramientas de autocontrol a las personas nacionales, además de instrucción que les permita ser agentes de continuidad de las estructuras de poder y control. Mario Muñoz Plaza.