La construcción de la Barcelona mediterránea

May 24, 2017 | Autor: Elsa Soro | Categoría: Tourism Studies, Semiotics Of Culture, Tourism Destination Marketing, Urban Semiotics
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Descripción

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La construcción de la Barcelona mediterránea Elsa Soro En la web del Ayuntamiento de la ciudad de Barcelona, en la página dedicada al turismo, Barcelona es definida, ante todo, como “mediterránea”1. En la presente comunicación tratamos de abordar la “mediterraneidad” de Barcelona. Si no cabe duda alguna en definir a Barcelona como una ciudad del Mediterráneo, nos proponemos investigar en qué consiste su “mediterraneidad”, imaginándola como el resultado de un proceso de re-semantización de la ciudad, que ha supuesto una transformación profunda en su tejido morfológico y discursivo, y ha ido alterando la experiencia de su fruición. La premisa teórica es la vigencia del concepto de texto, necesario para comprender el espacio urbano de Barcelona, entendido como un entramado nunca acabado que procede de un continuo proceso de escritura y re-escritura, como el espacio mediterráneo en su totalidad. La premisa es determinar qué tipo de objeto semiótico es el Mediterráneo y, de la compleja trama de significados que conlleva, cuales son los semas adecuados para definir en qué consiste la “mediterraneidad” de Barcelona. Nuestra hipótesis es que ser/devenir una ciudad mediterránea ha significado ser/ devenir a la vez centro cultural y de ocio, a través de dos procesos paralelos y convergentes. Por un lado, a partir del Proceso Barcelona, empezado en 1995, la ciudad ha sido elegida como sede del secretariado permanente de la Unión para el Mediterráneo (UPM) y, gracias a esto, se ha visto modificada en su representación interna y externa, y en las prácticas que conforman su territorialidad. Por otro lado, en el período democrático Barcelona se ha abierto al mar físicamente. Desde el punto de vista de la ingeniería y de la arquitectura, esta apertura ha conllevado la limpieza del litoral de la ciudad, la eliminación de las edificaciones que impedían el acceso a la costa, y el consecuente aumento de la visibilidad del mar desde la ciudad. El proyecto de trasformación y de connotación de Barcelona como ciudad cultural y de ocio instaura, en nuestra opinión, la figura del turista como enunciatario. Adaptada al turismo cultural y al turismo de loisir, la mediterraneidad de Barcelona se presenta como una puesta en escena que intenta ofrecer un universo sin contradicciones, signado por la coherencia, la continuidad y la inalterabilidad histórica pese a que su tiempo agógico (Marrone, 2006) es sin duda rápido y frenético. De esta manera presentando las características de la ciudad que Lotman define como excéntrica (1998), y que mira hacia el futuro. Nos proponemos reflexionar sobre los pasos teóricos y prácticos de esta atribución de identidad.

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1. El espacio-ciudad Para definir lo que es un espacio en semiótica, es oportuno prescindir de su ontología y “reducirlo” a una realidad multifuncional, un elemento activo que influye en la estructuración misma de la sociedad, formando parte del entramado simbólico de los fenómenos sociales. El espacio, a partir del ensayo fundativo de Greimas (1976), resulta ser un conglomerado de seres y de cosas, una única forma social constituida por hombres y objetos. Por esto la semiótica del espacio debe tratarse como una semiótica sincrética. Lo que nos interesa del espacio son las relaciones entre espacio construido, espacio público y privado, y las interacciones entre espacio, prácticas sociales y formas de vida. Todo espacio debe ser analizado como un dispositivo discursivo cuya función es la producciónreproducción de una sociedad. En esta dirección utilizamos la noción de texto, siempre vigente a la hora de reflexionar sobre la construcción discursiva de la ciudad, y nos centramos en los procesos de escritura y re-escritura que dan forma a la Barcelona mediterránea. 2. La resignificación del mar Barcelona ha sido desde siempre una ciudad del Mediterráneo por su posición geográfica. El mar ha condicionado la vida urbana, su comercio, su defensa, su exposición a las invasiones, las migraciones y demás influencias externas. Al mismo tiempo, el mar como espacio de recreo no es una invención de la Barcelona postindustrial pues, como pone en evidencia Balibrea (2004), ya desde finales del siglo XIX la franja marítima era concebida como espacio de loisir por la burguesía; lo demuestra el hecho que en 1908 surge la Sociedad de atracción de Forasteros, que genera y difunde la imagen de Barcelona como “perla del Mediterráneo”. Sin embargo, durante los años veinte, y bajo la dictadura de Primo de Rivera, el impulso mediterráneo se redimensiona, o mejor dicho, cambia de dirección: en la misma Sociedad de Forasteros, Barcelona deviene la “perla de Europa”, quedando al mismo tiempo estancados los proyectos de reforma del paseo marítimo. La Barcelona mediterránea que esponsoriza el Ayuntamiento de Barcelona y que se difunde a través de canales turísticos e institucionales, es el resultado de un proyecto que ha supuesto unas re-significaciones profundas que han ido alterando las costumbres y la misma experiencia del lugar, modificando a la vez su morfología. Este proyecto se debe a un rol enunciacional complejo, con un estatuto compuesto por una pluralidad de enunciaciones que, según nuestra hipótesis, instauran una figura tópica de enunciatario, que hemos definido como “el turista”. Como toda proyectualidad, esta escritura del tejido urbano implica la imbricación del factor tiempo. En la relación biunívoca entre ciudad y factor tiempo, podríamos atribuir a la Barcelona de hoy algunas de las características de la San Petersburgo lotmaniana. Este modelo de ciudad se configura, a través de sus reformas urbanísticas y por su entorno discursivo, como una ciudad excéntrica, inclinada hacia el despliegue, como si fuese la capital extranjera del Estado en oposición a la castiza Madrid. 182

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La Barcelona mediterránea se presenta como una ciudad nueva, impulsada por el llamado “modelo Barcelona”. Cabe preguntarse en qué sentido Barcelona deviene mediterránea, a partir del amplio abanico semántico que tal atribución conlleva. 3. El Mediterráneo polisémico El Mediterráneo, prescindiendo de sus confines geográficos, se entiende como un depósito de representaciones, temas y figuras estratificadas en el tiempo y en las diferentes culturas, formando así un repertorio de estereotipos. Este carácter induce Violi2 (2008) a definir el Mediterráneo como un ornitorrinco conceptual, formado por diferentes caracteres semánticos, que juntos restituyen un efecto de coherencia y homogeneidad. El Mediterráneo como construcción discursiva, es la unión de varias atribuciones de sentido procedentes de una historia cultural que ha ido enriqueciéndose gracias a una pluralidad de representaciones. Cada representación pone en escena un aspecto diferente del Mediterráneo, se trate de sitios ejemplares o tópicos, o de caracteres pertenecientes a las poblaciones que comparten este espacio: Parlare del Mediterraneo come di una entità semiotica significa sottolinearne la natura di oggetto culturale, quindi unità dotata di senso, anzi di molti sensi “compossibili”, diversi e a volte parzialmente contradditori fra loro (Violi, 2008:116).

Fernand Braudel dibuja el Mediterráneo como un “personaje complejo, embarazoso, difícil de encuadrar”, que le ha costado “largos y gozosos años de estudios” (Braudel 1978: 12). Con el desafío de la reducción de su esencia heteróclita a una imagen coherente, caracterizada por la trinidad “trigo, parra, olivo” individua una división, anterior a las grandes religiones mediterráneas, entre la estructura de pensamiento de oriente, la tierra del misterio, y occidente, la tierra de la jerarquía. La obra de Braudel contiene una enorme cantidad de material derivado de las numerosas descripciones sobre el Mediterráneo que a lo largo de los siglos han fascinado a viajeros y antropólogos, hasta crear un Mediterráneo mítico semánticamente separado del mundo anglosajón. Si consideramos que cada espacio cobra sentido por su diferencia respecto a otro espacio, respecto a su heterotopia (Foucault 1967), el mundo Mediterráneo, en oposición al mundo anglosajón en nuestro imaginario simbólico, constituye un buen ejemplo de lo que se entiende como sentido diferencial. Recordemos la larga tradición de obras literarias de viajes y cuentos que refieren/ transmiten la imagen del viajero aristócrata que realiza el Gran Tour, que aparecen a partir del siglo XVI, y que se consolida durante el Romanticismo. Es la antropología anglosajona, con el método etnográfico y con trabajos centrados en el estudio de comunidades locales, como los realizados por Campbell (1964) sobre los Karckasanus, o los de Pitt Rivers (1963) sobre la Sirenaica, la que ubica grandes hilos temáticos como por ejemplo el honor, la vergüenza, el clientelismo y el patronazgo, intentando identificar afinidades con un proyecto comparativo de civilizaciones. 2 Patrizia Violi ha dirigido el proyecto bienal de la Università de Bologna “La rappresentazione del Mediterraneo fra memoria e progetto. Stereotipi, nuove politiche identitarie, costruzioni semiotiche”.

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El proyecto antropológico está centrado en el reconocimiento de un ethos mediterráneo a través de los estilos de vida, mientras que, por ejemplo, la geografía cultural hace referencia a los significados atribuidos por las experiencias de las poblaciones. Micheal Herzfeld (1978) hace una reflexión sobre el “panmediterranismo”, llegando a la conclusión de que el Mediterráneo es una invención para políticas post-coloniales; Bernard Kayser (1996), también, más que en elementos comunes se focaliza en la fractura, la heterogeneidad, centrándose en la naturaleza propiamente discursiva del espacio sin ningún enlace con la “vida del Mediterráneo” que está “descuartizada”, sin ninguna identidad geográfica, ni un área cultural, como si la operación discursiva hubiese fallado, sin encontrar elementos comunes que puedan construir una identidad. Otro aspecto que ha caracterizado la reciente identidad del Mediterráneo es la presencia del litoral que lo trasforma en lugar de ocio. Hasta el siglo XVIII no existía la idea de las vacaciones y del veraniego, y la historia del turismo mediterráneo que hoy en día ha devenido un tópico, es aún más reciente. La construcción de instalaciones turísticas y la difusión-exportación del mediterráneo turístico han construido a lo largo de los últimos dos siglos este otro eje semántico que ha ido enriqueciendo la polisemia del Mediterráneo. 4. La Barcelona mediterránea La oposición espacio de trabajo (la urbe) y espacio de ocio (el litoral) se hace pertinente en Barcelona por las trasformaciones que han intervenido en su tejido y que han sido orientadas a englobar el mar en la ciudad, haciendo de Barcelona destino de un especial tipo de turismo. En el periodo democrático Barcelona se ha abierto al mar, con la limpieza del litoral de la ciudad, la eliminación de las edificaciones que impedían el acceso a la costa, comportando un gran aumento de la visibilidad del mar desde la ciudad. Estas transformaciones se engloban en el marco del llamado “modelo Barcelona”, expresión que define la estrategia de regeneración urbana referida a los profundos cambios, tanto socioeconómicos como urbanísticos (Balibrea 2004), que la ciudad había empezado a sufrir desde la mitad de los años 70 y que, con el impulso de los Juegos Olímpicos de 1992, contribuyeron a sanar el tejido urbano. Con la eliminación de los focos de chabolas, saneando barrios abyectos, se crean nuevas viviendas frente a las playas antes inhóspitas. El mar, con el equipamiento del paseo marítimo y la instalación de bares, discotecas y chiringuitos, deviene la zona de ocio de la ciudad. El respaldo discursivo es la difusión y la exportación de imágenes de la nueva Barcelona, olímpica y post olímpica a través de varios canales. Como observa Balibrea (2004), en la resignificación del Mediterráneo barcelonés la industria cinematográfica contribuye en larga escala a su difusión. En peliculas como L´auberge espagnol, “todos los personajes y comparsas aparecen disfrutando de y en la ciudad y de su de la oferta de ocio” (Balibrea 2004: 362). Al contrario, es significativa la ausencia del mar en el caso de otra película, En construcción de José Luis Guerín que presenta el modelo Barcelona críticamente, es decir, en las secuelas de marginación y exclusión que deja la especulación urbanística que trae consigo la regeneración urbanística de la ciudad. 184

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Todo sobre mi madre es otra película que esposoriza el modelo Barcelona. Pese a tratar un tema de conflicto social y una historia de marginación, no se representan nunca conflictos urbanos y la ciudad se reduce a imágenes y sensaciones centradas en su fruición sensorial. Si analizamos la reciente regeneración urbana de Barcelona a través de las sensaciones físicas que suscita su nuevo diseño, se puede destacar una creciente tendencia hacia la homogeneización sensorial. La “Barcelona Mediterránea” ha sido construida a través de una eliminación de lo conflictivo alrededor de un elemento isotópico tan heterodoxo como el Mediterráneo. Por un lado, el Mediterráneo homogenizado se ha recuperado para satisfacer experiencias de disfrute sensual relacionadas con el cuerpo, promocionando lo que se podría definir el acercamiento “mediterráneo” a la vida. Por el otro, ha servido como elemento memorial común para legitimar la posición institucional de Barcelona, que se ha propuesto, en los últimos años, y a partir del Proceso Barcelona, como capital de la Mediterrània. El tiempo de la Barcelona mediterránea aparece despegando hacia el futuro por su anhelo de transformación y de modernidad y, sin embargo, se alimenta de construcciones memoriales que ponen en el centro la reconstrucción histórica de un pasado compartido entre los países riberos del Mediterráneo. La memoria es siempre una construcción que gestiona las representaciones del pasado y construye con ellas un relato. Los textos de la memoria que informan la Barcelona de hoy, no tratan en realidad tanto del pasado como del presente y de las instancias actuales que lo construyen. Un texto de la memoria nos cuenta cómo es una cultura, cómo sus actores narran su relación con ella y con su identidad. A la hora de encontrar representaciones comunes para individuar la identidad mediterránea, los textos institucionales que analizaremos brevemente ponen de relieve el factor “cultura”. Si con Lotman entendemos por cultura la información no genética, memoria no hereditaria de la colectividad, expresada en un sistema determinado de prohibiciones y prescripciones (Lotman 1992), ésta exige, para su propia existencia, otras dos características de extraordinaria importancia, es decir su organización sistémica y su dimensión comunicacional. De hecho la memoria cultural, tanto en su vertiente de recuperación del pasado, como en su despliegue hacia el futuro, ha sido el centro del modelo Barcelona, a través del cual la ciudad se presenta como fuertemente connotada culturalmente. La cultura no sólo ha aportado novedades en el ámbito laboral, dilatando el espectro de las profesiones, sino que también se ha introducido como forma de gobierno de la ciudadanía efectiva en el plano urbano, modificando el perfil mismo de la ciudad. El papel de la cultura marca discursivamente la ciudad de Barcelona. Un amplio entramado de industrias culturales alimenta el sector terciario: diseño, arquitectura, moda, cine y medios de comunicación, software de entretenimiento, teatro, música, danza, museos y patrimonio, publicidad, restauración, sector editorial y hotelero. A medida que se va perfilando esta economía, se va transformando también el perfil social y de clase de la ciudadanía. La cultura se promociona a través de los grandes eventos, pensemos como casos emblemáticos y paradigmáticos de este doble despliegue, al primer Forum Universal de las Culturas (2004) y al Sónar, el Festival internacional de Musica Avanzada que involucra a un público joven y tecnológicamente alfabetizado. 185

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La otra cara de la ciudad mediterránea y cultural es la Barcelona institucional. A partir del proceso Barcelona, el Mediterráneo ha sido el centro de un proceso de constitución de identidad, que ha recogido la herencia de múltiples enfoques que a lo largo de los siglos han ido creando una imagen más o menos homogénea y pacífica o polarizada y plural del área en la búsqueda de una mediterraneidad El Mediterráneo es un ámbito esencial de la política europea de la Generalitat de Cataluña por su imbricación en los países de la cuenca mediterránea que las instituciones atribuyen a razones geográficas e históricas. La línea de actuación principal en el Mediterráneo es la que define el Partenariado Euromediterráneo, que se propone crear una zona de estabilidad y de prosperidad compartida entre Europa y los países no europeos ribereños del Mediterráneo. La voluntad es construir un proyecto común entre ambas orillas, con un espíritu de asociación. El proceso se inició, a nivel institucional, en 1995, cuando el gobierno de España y la Unión Europea, en la cumbre euro-mediterránea celebrada en Barcelona, lanzaron el denominado Proceso Barcelona, proponiendo diversas políticas comunes relacionadas, en primer lugar con el desarrollo económico y la promoción de un área de libre mercado y de intercambios culturales en la cuenca mediterránea. La presencia y la visibilidad del Mediterráneo institucional por crear se establece en la ciudad por la presencia física de lugares institucionales como el IEMed, el Instituto Europeo del Mediterráneo que tiene como misión pensar el Mediterráneo, potenciar su riqueza y diversidad cultural y construir un espacio de libertad, convivencia y prosperidad compartidas desde la ciudad Condal. El consorcio que lo gestiona fue impulsado en 1989 por la Generalitat de Cataluña, y también forman parte del mismo el Ayuntamiento de Barcelona y el Ministerio de Asuntos Exteriores español. Los textos, dispositivos de auto comprensión y auto descripción (Lotman, 1979) que respaldan y acompañan el establishment institucional, se centran en un factor de cohesión primariamente memorial. En la conferencia Euromediterránea del 27-28 noviembre del 1995, por ejemplo, se pactó un texto programático que dió inicio al proceso de formación institucional de una unión económica. Según los preámbulos del proceso Barcelona, un factor importante de cohesión es la memoria histórica, compartir un pasado común, que legitima la institucionalización del espacio. Hay, en el texto, un apartado que se refiere a la Colaboración en los ámbitos social, cultural y humano, destacando la importancia del desarrollo de los recursos humanos, el fomento de la comprensión entre las culturas y de los intercambios entre las sociedades civiles. Los participantes reconocen que las tradiciones de cultura y de civilización de todo el Mediterráneo, el diálogo entre estas culturas y los intercambios humanos, científicos y tecnológicos son un factor esencial para el acercamiento y la comprensión entre sus pueblos y para la mejora de su percepción recíproca. Con este ánimo, los participantes convienen en establecer una colaboración en los ámbitos social, cultural y humano. Para ello, confirman que el diálogo y el respeto entre las culturas y religiones son una condición necesaria para el acercamiento de los pueblos. En este sentido, destacan la importancia del papel que pueden desempeñar los medios de comunicación para la comprensión y el reconocimiento recíprocos de las culturas como fuente de enriquecimiento mutuo (Comisión Europea, 1995). 186

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En su rol de aclamada capital del Mediterráneo en calidad de de la Secretaría General, Barcelona se ve modificada en su representación interna y externa y en las prácticas que conforman su territorialidad. Dando su nombre al mismo Proceso Barcelona aporta un carácter centrado en el lugar, que denota una implícita valorización del local por parte de un organismo que aspira a una dimensión internacional y global. Entre estos dos polos oscilan, por una parte, las políticas urbanísticas, con las respuestas locales a ellas y, por otra, el encaje de las mismas políticas en un marco socio-económico global que resulta en el híbrido de una dimensión glocal. 4. La Barcelona del turismo Toda ciudad es, en su dimensión interna y en su desplazamiento hacia el exterior, una enunciación plural que establece contratos y negociaciones con sus enunciatarios, que viven la experiencia de su fruición. Nos preguntamos cuál es la estructura de recepción de la Barcelona mediterránea en su doble faceta de ciudad del ocio y de ciudad cultural-institucional. Nuestra hipótesis es que la ciudad, así reformada y conformada, se dirige a un enunciatario común, que encaja en la figura del turista. El turista, de puro loisir o en búsqueda de un ocio cultural, siente la exigencia de encontrar un universo sin contradicciones caracterizado por la coherencia, la continuidad, la inalterabilidad morfológica. El turista no arriesga porque siempre, gracias a barreras invisibles, se encuentra con otros turistas y evita las imperfecciones de la ciudad, sus irregularidades. Esta figura, que atraviesa la renovada Barcelona mediterránea, es la que emerge de un tipo especial de textos, las guías turísticas. Las guías pertenecen a lo que Greimas (1983) define como textos programadores, o sea, destinados a programar y ordenar una práctica, y que se podrían homologar a las recetas de cocina y a las partituras musicales. Textualizado en las guías, el turista es un semiótico inconsciente, condenado a atribuir constantemente un sentido a su fruición de la ciudad, ocupado en una actividad constante de búsqueda de diferencias y similitudes en el que los textos ofrecen un patrón de conducta. Los textos que circulan en la semiosfera y que construyen la dimensión del turista pertenecen a un amplio espectro (películas, textos institucionales, eventos, etc.), y crean un orden turístico, un destino, unos caminos privilegiados en la ciudad. Las guías turísticas, sin embargo, de manera explícita, destinan el turista a ciertos sitios y le ocultan otros, creando un mapa de la ciudad y ordenándola en base a jerarquías valoriales que tienen un margen de cambio en el tiempo. En este caso, sería interesante analizar una historia de los destinos turísticos de la ciudad de Barcelona, ya que la memoria de la ciudad cambia y se impone un nuevo orden. El mecanismo consistiría en valorizar paulatinamente espacios nuevos por una dinámica de acercamiento progresivo de la comunidad turística a sitios anteriormente desvalorizados; pensemos, por ejemplo, en el casco antiguo de la ciudad y en las zonas de puerto, que a través de mecanismos de traducción resultan englobados con el tiempo en la semiosfera turística. En la presente comunicación nos proponemos analizar la imagen de Barcelona trasmitida por tres presentaciones de la ciudad en una guía española, una francesa y una italiana, en sus versiones web, que en un esfuerzo de condensación sémica presentan la ciudad de Barcelona. La guía Lonely Planet presenta en estos términos una estancia en Barcelona: “Bañarse con los últimos rayos del sol y tomarse un refrescante mojito en uno de los bares de moda de la playa, darse un atracón de aceitunas, queso y suculento jamón en el espléndido Mercat de la Boqueria”. 187

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Barcelona mediterránea es una ciudad para comer y beber y para satisfacer plenamente el cuerpo. Su caracterización mediterránea es dada por la presencia del mar como telón del fondo de las vacaciones y por un elemento típico de los paisajes gastronómicos mediterráneos, las aceitunas. Es una ciudad para vivir al aire libre, entre el mercado y la playa, y los espacios exteriores se disfrutan gracias al clima cálido favorecido por la presencia del litoral. Este otro fragmento procede da la descripción de la ciudad de una Barcelona común a varias webs turísticas para el público francés. C’est une destination vivante affichant une tolérance prisée des jeunes et des moins jeunes qui trouvent ici une Espagne actuelle et entreprenante, moins folklorique, et volontairement à l’écart des nouveaux clichés du torero jet-setteur ou de la chanteuse flamenco-punk almodovarienne. Le centre historique s’organise autour de la Rambla, artère palpitante qui mène de la place de Catalogne au port, avec ses fleuristes et ses marchands d’oiseaux. Le soir, les Barcelonais s’y livrent à leur sport national, le paseo: on défile sur la Rambla en admirant les exploits du marionnettiste et de sa grenouille musicienne, ou encore la statue de Colomb qui vous salue.

También en este caso se subraya la dimensión exterior de la ciudad que se vive paseando, aprovechando el clima. Su esencia es netamente mediterránea en contraposición a la España más profunda, la de los toros y del flamenco. El público italiano también es invitado a pasear por la Barcelona mediterránea. La siguiente presentación es, como en el caso anterior, común a varios sitios web turísticos para viajeros italianos. La metropoli più cosmopolita e dinamica della Spagna, Barcellona, vi aspetta per mostrarvi il suo straordinario patrimonio di storia, cultura e gioia di vivere. Barcellona non mancherà di ubriacare il visitatore con le architetture da sogno di Gaudì, i grandi musei, gli oltre 30.000 negozi, i parchi, le migliaia di eventi, spettacoli, musica e la vita notturna più vibrante ed eclettica che possiate immaginare. Una città che invita a farsi scoprire passeggiando, in un ambiente baciato dal sole e dal Mediterraneo.

Los textos que describen Barcelona, tanto los que marcan su papel institucional, como los mas divulgativos, atribuyen a la ciudad una esencia mediterránea, marcada por un estilo de vida y por una identidad compartida. La observación que proponemos a modo de conclusión es que la textualización mediterránea de Barcelona se construye a través de un esfuerzo reductivo del concepto complejo de mediterraneidad. El “ornitornico conceptual” (Violi 2008) se reduce a unos poco caracteres que hacen referencia a una práctica de vida, el ocio, y a una memoria común no bien especificada. En esta reducción semántica no se guardaría la polisemia implícita en el concepto de mediterraneidad y en la misma esencia de la ciudad. Nuestra idea es que, en cambio, para captar el efecto-ciudad, en este caso de Barcelona, se precisa más de una línea de lectura, más que isotopía. Nuestro objeto de análisis se presenta como un espacio polilógico y presenta una complejidad intrínseca, caracterizada por el multilingüismo y la presencia de varios sistemas semióticos utilizados al mismo tiempo que precisan una visión estereoscópica. En esta dirección la ciudad mediterránea, reproduciendo fractalicamente la estructura del espacio global euro mediterráneo, es una formación semiótica “glocal” (Sedda 2008) en el sentido 188

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que se presenta como una formación loal que reproduce en su interior la estructura de la globalidad. En nuestra opinión es interesante individuar un principio de contradicción entre la “mediterraneidad” evocada en las declaraciones institucionales, abierta al poliglotismo y a la pluralidad y la “mediterraneidad” que es utilizada discursivamente para homogenizar conflictos de sentidos, colisiones entre isotopías de lectura, y para evitar como consecuencia usos subversivos por parte de los usuarios.

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Semiótica del deporte: análisis del espacio en los reglamentos del fútbol y del baloncesto Hibai López González Esta ponencia quiere poner en relación el deporte con los medios de comunicación de una manera nueva. El panorama investigador actual es el siguiente: al estudio del hecho deportivo desde todos los ángulos posibles se le suma el estudio de los medios de comunicación de masas desde todas las perspectivas imaginables. Tampoco son infrecuentes los análisis que cruzan deporte y medios para, en términos generales, comprobar la incidencia del primero sobre el segundo. Parece por tanto que todas las vías están ya transitadas. El nuevo problema que se quiere abordar en esta ocasión es de índole distinta. Para empezar, el objeto de estudio es el deporte en sí, es decir, el juego, y no ninguno de los múltiples elementos adyacentes que suelen constituir la materia de análisis de los trabajos científicos. En segundo lugar, la aproximación al juego nace del reconocimiento del juego como texto, esto es, de su tratamiento como discurso con significado, pregnante. El objetivo que se deriva de todo esto no es otro que la intención de analizar de manera pormenorizada y estructurada los mecanismos narrativos del objeto juego deportivo, la descomposición de sus partes y la descripción de su funcionamiento. Las obras de referencia alrededor de este objeto de estudio admiten una primera partición: por un lado, las que se interesan por el deporte como manifestación de lo humano e intentan definir su lugar dentro de la sociedad y sus relaciones con el resto de actores de ésta; por otro, las que entran propiamente en el juego en sí. Tomando prestados de la narratología los términos, he dado en llamar extradiegéticos a los primeros, por situar el lugar de observación desde el que se analiza el deporte fuera de la diégesis o relato que cuenta. A los segundos los llamaré diegéticos, pues se basan en el juego o narración que se desarrolla a lo largo de la acción deportiva. La mayoría del corpus de corte académico existente sobre deporte es extradiegético. Este corpus a su vez posee dos grandes áreas de desarrollo en las cuales se aglutinan la mayoría de publicaciones hasta la fecha. En el siguiente cuadro se recogen de forma esquemática los principales acercamientos al deporte:

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