La construcción conductista/propagandística del enemigo: El caso de Venezuela en El País

July 22, 2017 | Autor: P. Honrubia Hurtado | Categoría: Venezuela
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Descripción

La construcción conductista/propagandística del enemigo: El caso de Venezuela en El País Pedro Antonio Honrubia Hurtado Condicionamiento previo para la manipulación emocional de masas Los medios privados, los grandes medios, ponen mucho énfasis en la construcción de un pensamiento único acorde a la defensa de su status quo. Para ello utilizan principalmente el sesgo informativo. Silencian aquellas partes de la realidad que no les conviene que sean sabidas, y respecto de aquellas que tratan abiertamente, repiten una y otra vez, haciendo uso de una aparente pluralidad informativa, un mismo argumento, justo aquel que representa la visión del mundo según la defensa de sus propios intereses. Esto es algo que cualquiera mínimamente informado puede comprobar por sí mismo con apenas echar críticamente un par de ojeadas a cualquier medio de información en manos de la burguesía, da igual en prensa escrita, que en radio, en televisión o en Internet. Es algo, además, debidamente tratado y denunciado en cualquier medio de comunicación alternativa. Hay algo, sin embargo, mucho más difícil de percibir a simple vista: la manipulación que estos medios hacen, a través del tratamiento informativo que dan a las noticias, de las emociones de la ciudadanía. Detrás de la manipulación informativa no sólo se esconde la búsqueda de una tergiversación de la realidad, si no, sobre todo, y ante todo, la manipulación emocional de la ciudadanía frente a los estímulos que recibe en forma de noticias. Despertar sentimientos emocionales negativos respecto de determinados estímulos mediáticos es el objetivo prioritario. No importa tanto lo que el espectador pueda o no conocer, como el modo en que dicho espectador reaccione emocionalmente a la noticia en cuestión, al estímulo mediático que se le presenta en forma de noticia. Es puro conductismo. Puro condicionamiento previo. Simplemente “enseñan” a la ciudadanía a reaccionar de una determinada manera negativa ante un determinado estímulo, y, con ello, se aseguran que dicho ciudadano/a vea anulada su capacidad crítica. Conseguir que un ciudadano/a reaccione de una manera emocionalmente negativa ante un determinado estímulo es algo, huelga decirlo, infinitamente más efectivo para los intereses de la burguesía que cualquier sesgo informativo que puedan presentar. De hecho, una de las principales funciones del sesgo informativo y la manipulación consciente de la realidad es la de generar esa sensación emocional negativa en el espectador que recibe la noticia. La manipulación consciente de la noticia puede ser falsada y descubierta en cualquier momento, con lo que su efectividad puede resultar de corto alcance, pero si una reiteración de manipulaciones sobre un determinado tema acaban por hacer que el espectador asocie ese estímulo mediático con respuestas emocionales de tipo negativo (ira, odio, rabia, indignación, etc.), el éxito está

garantizado para los objetivos políticos y económicos de los propietarios de los medios de manipulación masiva. Esto es, una vez consiguen que una mayoría de la ciudadanía reacciones de manera negativa (con odio, rabia, indignación, malestar, etc.) ante un determinado estímulo informativo, tienen ganada la partida. Un ejemplo evidente de este proceso de manipulación emocional lo tenemos en el tratamiento informativo que se da a todo lo relacionado con la República Bolivariana de Venezuela. Las mentiras que cuenta a diario sobre su realidad política o social, o aquellas otras cosas que ocultan, pueden ser fácilmente descubiertas y denunciadas, como de hecho se hace también casi a diario a través de los medios alternativos. Sin embargo, de poco sirve esto cuando ya existe una amplia mayoría de la ciudadanía que con el simple hecho de escuchar la palabra “Venezuela”, “Chavismo”, “Chávez”, “Maduro”, o similares, desata todo tipo de reacciones emocionales negativas. Simplemente se vuelven sujetos irracionales, que movidos por esas emociones negativas aprendidas de manera condicionada, son incapaces de analizar la realidad desde otros puntos de vista diferentes al que previamente han interiorizado. Es un condicionamiento previo para la alienación masiva de la ciudadanía, un sometimiento emocional a priori que anula la capacidad crítica del ciudadano/a y facilita la instauración de un pensamiento único, hegemónico (en sentido Gramsciano), entre eso que denominan eufemísticamente “la opinión pública”. Basta con asociar determinados estímulos informativos, a base de repeticiones sistemáticas y diarias, con otros que provoquen reacciones de malestar en la ciudadanía, para lograr el objetivo. Es decir, basta con asociar las palabras “Venezuela”, “Gobierno de Venezuela”, “Chavismo”, “Chávez”, “Maduro” o similares con otras palabra como “dictadura”, “régimen”, “violencia”, “represión”, “falta de libertades”, “hambre”, etc., para que el objetivo de condicionar emocionalmente, en sentido negativo, a la ciudadanía respecto de Venezuela, está conseguido. Esa es la realidad actual en la que viven insertos los ciudadanos y ciudadanas en el estado español, y otras muchas partes del mundo, en relación al conocimiento y reacciones que tienen sobre Venezuela. Venezuela, crónicas de una “guerra” Como decimos, el caso de Venezuela, al igual que el caso de Cuba, es paradigmático a este respecto. Los grandes medios capitalistas han conseguido con ello convertir a Venezuela en un enemigo de la democracia y la libertad, según el discurso hegemónico y las reacciones de tipo emocional que han logrado, vinculadas a dicho discurso, hacer brotar en la mente de una amplísima mayoría social cada vez que enfrentan noticias relacionadas con dicho país y su situación política, social, o económica. El tratamiento que dichos medios dan a tales noticias se similar al tratamiento que dan a noticias que hablan sobre países en plena guerra, trasladando así una imagen del país que se asemeja más a los que podría ocurrir en las calles de Bagdag en estos años atrás, que a lo que de verdad ocurre en la inmensa mayoría de los pueblos y ciudades del país caribeño, donde la población, más allá de hacer frente a determinados problemas que no se negarán (inseguridad en algunas ciudades, y cosas similares), hace su vida con normalidad, estudiando, trabajando y viviendo como cualquier otro país democrático y pacífico del mundo.

Las crónicas, noticias y opiniones que se publican sobre Venezuela a diario, cada día recuerdan más a las crónicas, noticias y opiniones que se pudieran publicar de cualquier país en guerra. Venezuela está en guerra y el mundo sin haberse enterado aún, parece ser la consigna mediática que mueve los hilos en las redacciones de los principales medios de la prensa escrita española, y específicamente del diario El País. Estudiantes y opositores en huelga de hambre, presos políticos que purgan su disidencia en las cárceles, manifestaciones pacíficas de la oposición reprimidas violentamente, cierres masivos de medios de comunicación, prohibición de series de televisión, terremotos y otras catástrofes naturales, tiroteos en las calles, inseguridad ciudadana, secuestros de empresarios, secuestros de bancos, escalada armamentística en el país, desabastecimiento de alimentos, prohibiciones de refrescos inocuos, declaraciones de guerra a videos juegos violentos, penalización de las protestas ciudadanas que pasan a ser delito por ley, amenazas a gigantes farmacéuticos, críticas internacionales al rearme venezolano, denuncias de venta de armas a grupos “terroristas”, leyes mordaza, catastrófica situación económica, detenciones masivas de opositores, criminalización de las ONG, relaciones peligrosas con los países del eje del Mal, narcotráfico a gran escala, expropiaciones masivas de intereses legítimos, autoritarismo dictatorial alarmante, ataques a los derechos humanos, dramáticos llamamientos a la comunidad internacional contra el avance de la dictadura, veto a cantantes internacionales, existencia de grupos “terroristas” extranjeros en el país convertido en un narco-santuario, asesinatos de opositores, amenaza constante de crisis económica, adoctrinamiento infantil, implantación forzosa de la cultura chavista, linchamientos ilegales en las calles, desastrosa gestión gubernamental de los recursos del país, prisiones que son las más peligrosas de América Latina, dependencia petrolera, etc., esa es la realidad venezolana que nos cuenta cada día el diario El País desde hace más de una década. La de un país caótico, un país en guerra, un país que vive sometido por una cruenta dictadura que además no es capaz de proporcionar nada positivo al pueblo venezolano. Todo es ruina, miseria, catástrofes, prohibición, represión, muerte, asesinatos, encarcelamientos, sangre, hambre, pobreza, en una palabra: caos. Que, como recordaba hace unos años Vicenç Navarro en uno de sus magníficos artículos sobre el trato mediático que la prensa española da a Venezuela, el Gobierno de Chávez haya sido uno de los pocos gobiernos que ha conseguido sobrepasar el objetivo del programa de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas (de reducir la pobreza extrema a la mitad), disminuyéndola de un 25% de la población en el año 2003 a un 7,6% en 2007, que haya sido también uno de los países de América Latina que haya reducido más las desigualdades y el desempleo, que ha incrementado más el número de beneficiarios de la Seguridad Social, doblándolo, que ha reducido su deuda pública más extensamente, pasando de un 30% del PIB a un 14%, y que ha tenido un mayor crecimiento económico, con una tasa promedio del 10,4% durante los últimos 20 trimestres, habiendo aumentado su PIB de 99.000 millones de dólares en 1999 a 227.000 en 2007, nada de eso importa. Todo lo que hace el gobierno venezolano es prohibir, amenazar, reprimir, expropiar bienes legítimos, comprar armas sin ton ni son, llevar al país a la bancarrota, y nada más. Así que todo lo que ocurre en Venezuela es eso. Venezuela es un país caótico, su gobierno es un gobierno dictatorial e ineficiente, sus calles son un campo de batalla constante y todo aquello que sucede por allí es siempre algo negativo. Es, como digo, un país en situación de guerra: la “guerra venezolana”. Una guerra a la que, por supuesto, se le ha de dar una cobertura diaria, con su parte correspondiente.

De hecho, aunque los enlaces citados, nos remiten a noticias publicadas en el país anteriores al año 2009, desde entonces nada ha cambiado la situación, sino más bien al contrario. Si recurrimos a dichos enlaces es, precisamente, para que se pueda observar, a lo largo del tiempo, como se ha ido construyendo la imagen actual, de caos, violencia, represión y gobierno dictatorial, que actualmente tiene sobre Venezuela la mayor parte de la ciudadanía española. Desde entonces, pese a la existencia de dicha “guerra”, y pese a lo mal que está todo en el país, el PSUV y sus aliados han ganado, nada más y nada menos, que seis elecciones, incluidas dos regionales, unas parlamentarias y dos presidenciales. Debe ser que los venezolanos están locos. Para conocer todo lo que El País publica a diario sobre Venezuela, desde ese citado año 2010 en adelante, y comprobar de primera mano la relación entre noticias que presentan una imagen como la relatada de Venezuela y aquellas otras que hablen sobre algún aspecto positivo que se pudiera dar en dicho país, pueden consultar el siguiente enlace y comprobar por ustedes mismos: http://elpais.com/tag/venezuela/a/ No obstante, para comprender mejor cómo se construye conductista/propagandísticamente esa imagen de Venezuela como país caótico, dictatorial y represor, en situación de guerra, analizaremos algunos ejemplos recientes sobre el tratamiento dado por el diario español a noticia relacionadas con Venezuela y su comparación con noticias similares ocurridas en otros países. Empezando por la plena actualidad. La construcción conductista/propagandista del enemigo venezolano Alcalde venezolano vs alcalde colombiano Un primer ejemplo lo tenemos en la comparación dada a las recientes destituciones en Venezuela y Colombia de dos alcaldes, Gustavo Petro, alcalde de Bogotá en Colombia, y Daniel Ceballos, el alcalde de San Cristóbal en Venezuela. En Venezuela se destituye a un alcalde por fomentar, financiar y dar cobertura a protestas violentas contra el gobierno, incluso hay fotos que probarían su participación, encapuchado, en ellas -por todo lo cual deberá enfrentarase a la justicia-. Acto seguido se anuncia que se convocarán nuevas elecciones para elegir un nuevo alcalde en la ciudad. En Colombia se destituye al principal alcalde de izquierdas del país, desoyendo los mandatos de la CIDH, por haber osado desprivatizar el sistema de recogida de basuras de la ciudad (Bogotá), el nuevo alcalde pasa a ser, por el momento, un ministro del Gobierno. Los titulares y contenidos en El País para un caso y el otro son los siguientes: “Detenido el alcalde de San Cristóbal, epicentro de las protestas en Venezuela”, “Apresados dos alcaldes opositores en Venezuela”. En la primera noticia se afirma que “La detención de Ceballos forma parte de la ofensiva iniciada por el chavismo para recuperar en definitiva el trastocado orden público. El lunes tomaron el emblemático reducto de las protestas opositoras en Caracas, la plaza Francia de Altamira, y el martes la mayoría chavista en la Asamblea Nacional aprobó una moción para solicitar a la Fiscalía General de la República que

inicie un antejuicio de mérito –un requisito previo para levantar la inmunidad parlamentaria que tienen los parlamentarios- contra la diputada independiente María Corina Machado”. Y en la segunda que “Luego de lucir durante un mes contra la pared y desconcertado por las protestas estudiantiles y cierres de calles que brotaron por toda Venezuela, el Gobierno de Nicolás Maduro ha pasado a la ofensiva en términos más policiales que políticos. Aunque propuso desde muy temprano un remedo de diálogo para ganar tiempo, en apariencia ha decidido echar a pique su propia iniciativa para adoptar la represión más abierta. En menos de 24 horas dos alcaldes de oposición fueron hechos prisioneros”. En el segundo caso el titular “Santos ratifica la destitución inmediata del alcalde de Bogotá”. Y en ella se dice que “La fiesta se le aguó a Gustavo Petro. Cuando apenas había convocado a sus seguidores a la emblemática Plaza de Bolívar para celebrar que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos le había otorgado medidas cautelares y que solicitaba que se suspendiera la destitución que le impuso la Procuraduría —algo que tenía que decidir el presidente Juan Manuel Santos—, el mandatario colombiano finalmente firmó en la noche del miércoles el decreto que lo saca del segundo cargo de elección popular más importante de Colombia”. El uno se trata con lenguaje criminalizador y guerrerista, el otro con guante de seda. Y eso que uno ha sido destituido –y llevado ante la justicia- por hacer la guerra en las calles y generar caos y violencia, mientras el otro lo ha sido por hacer políticas en contra de los intereses privados. Pero la dictadura es la primera, y la segunda pura democracia. Y no solo eso, sino que mientras a uno se le presenta como una víctima de la “represión”, al otro se le dice “que se le ha aguado la fiesta”. Obviamente, la recepción de tales noticias por parte de los lectores, está claro hacia dónde apunta, emocionalmente hablando: Venezuela: dictadura; Colombia: democracia. Venezuela mala, Colombia buena. El Gobierno turco y el régimen venezolano en el caso de las redes sociales Titulares de El País sobre Turquía: “Turquía aprueba la ley que permite bloquear webs sin orden judicial“. “El Gobierno turco contra Twitter“. “Golpe de Erdogan contra las redes sociales“. Titular sobre Venezuela: “El régimen venezolano estrecha el cerco sobre internet”. En el primer caso se habla sobre la censura a las redes sociales durante las protestas en Turquía del año pasado, y sobre la reciente prohibición, censura, total, de twitter y youtube por el gobierno turco. Hechos confirmados y asumidos sin problema por el propio gobierno turco. En el segundo caso, la propia “noticia” de El País se refiere así al tema: “Este diario posee una comunicación suscrita por Harris Viáfara, jefe de la División de Telecomunicaciones de Conatel, en la que convoca a varios proveedores a una reunión en la mañana de este miércoles. Dos fuentes comentaron que en esa cita Conatel informó de sus planes de automatizar el control sobre los IPS mediante un sistema similar al que mantienen con los grandes proveedores del servicio de internet de este país (la estatal Cantv y las privadas Directv, Movistar e Inter) para impedir la difusión

del precio del dólar en el mercado no oficial. Esos mismos testigos, que hablaron bajo la condición del anonimato, también refirieron que los funcionarios hablaron de regular el ingreso a Youtube y a Twitter, aunque reconocieron que será difícil por la manera cómo están configurados estos portales. El presidente de Conatel, William Castillo, no respondió a las consultas hechas acerca de este tema ni a través de su correo electrónico ni a su cuenta de Twitter (@planwac).“. Es decir, rumores, fuentes anónimas, pamplinas y gilipolleces sin demostrar, que, para colmo, “serán muy difícil de cumplir”. Pero el régimen es el de Venezuela. Incluso aunque en algunos puntos de sus notas cuestionen la actitud del gobierno turco al respecto, el titular para el caso venezolano parece estar un poco “hinchado”, sobre todo si tenemos en cuenta de que en el primer caso los hechos son irrebatibles, y en el caso de Venezuela pura palabrería sin demostrar de fuentes anónimas. Pero lo importante no es lo que se dice en la noticia, es, una vez más, cómo se dice: “régimen”. Protestas democráticas vs protestas violentas Por supuesto, no podemos dejar de analizar el tratamiento que el diario da a las protestas violentas, que han generado ya más de 30 muertes en el país, solo cuatro de ellas atribuibles a acciones de la fuerza pública –y cuyos responsables están siendo convenientemente castigados y procesados por ello-, y a las protestas ciudadanas que se dan en el estado español, tales como el 15-M, el 25-S, las luchas mineras, Gamonal, las acciones contra la visita del FMI a Bilbo, o las marchas de la dignidad. Mientras las primeras son presentadas como luchas por la libertad y la democracia, las segundas, junto a otras muchas, son presentadas como violentas y perturbadoras de la paz y la democracia. En “El corazón de las protestas”, El País nos “presenta” a Carlos Vargas, un “líder estudiantil” venezolano, pacífico, democrático, sacrificado, luchador por la libertad, en fin, el hijo que toda madre querría tener, que, por supuesto, es reflejo de lo que son en sí las protestas actuales en Venezuela, más allá de que haya podido haber algo de “violencia”, que, por supuesto, no invalidan la lucha democrática de este muchachito, que, junto a otro líder estudiantil también presentado en la noticia, “mantienen intactos sus orígenes democráticos”. Ya puestos, El País podría haber entrevistado a este otro líder estudiantil, Lorent Saleh, que, como se puede comprobar en el siguiente enlace, también tiene unos profundos orígenes democráticos: http://rubenluengas.com/index.php/actualidad/item/343-lider-estudiantil-anti-chavistalorent-saleh-asisti%C3%B3-como-ponente-al-lanzamiento-de-partido-nazi-encolombia. Pero eso, claro, no lo verán en El País. Lo que sí verán, en cambio, es un listado con las peligrosas organizaciones antisistema que amenazan la estabilidad de la democracia española, en las cuales se mezclan, indistintamente, “izquierda” y “derecha”: http://elpais.com/elpais/2014/03/05/media/1394035351_110123.html Y, por supuesto, con su correspondiente parte de actuaciones peligrosas y violentas en los últimos años en el estado español (Rodea el Congreso, Huelga General del 14-M, Ataque a la sede del Foro Universitario –y fascista- Francisco de Vitoria, etc.):

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/03/15/madrid/1394901702_112540.html En el cual al lector le debe quedar claro que “aunque parezca que la ultraizquierda y la ultraderecha están muy alejadas, les unen bastantes aspectos y formas de actuar”. Nada que ver, por supuesto, con los democráticos y pacíficos “estudiantes” venezolanos. Una oposición venezolana que, además, es fuerte y está consolidada en el país. “La oposición venezolana demuestra su fuerza, a pesar de las discordias”, nos decía el diario el pasado 16 de Marzo, que presentaba así la noticia: “Una multitudinaria marcha de la oposición en Caracas y otras ciudades del país, mostró este domingo que los sectores contrarios al gobierno de Nicolás Maduro todavía no se cansan a pesar de tener más de un mes de protestas en las calles”. Y entre todas las pancartas que ese día se vieron en las marchas opositoras, según el diario, “destacaba omnipresente la etiqueta de las redes sociales, ahora impresa en franelas y garabateada sobre cartones, de la campaña opositora conocida como La salida: El que se cansa, pierde”. La salida, como ya sabrán, es un llamamiento a sacar al gobierno por la fuerza de su mandato. Todo muy democrático. Nada que ver con ese 15-M que, tras unas primeras semanas pacíficas se decidió por asolar a políticos e instituciones, mutado en “grupos radicales que rodean con violencia” y ejercen la “violencia”, lleno de ignorantes que pensaban que se podía hacer política en las plazas, que ejercían contra políticos “acciones de repudio como las que organiza el régimen castrista”, muy violentas, y finalmente debilitado por ese mismo uso de la “violencia”, o ese otro violento “rodea el congreso” que trataba de subvertir el orden establecido., compuesto por un “popurrí de indignados y grupúsculos de extrema izquierda”, o tantos otros casos por el estilo, como Gamonal y sus destrozos, las manifestaciones de apoyo a las luchas mineras, y tantas otras. Los venezolanos son demócratas, y eso vale por todo lo demás. Los de este lado, es más cuestionable que lo sean, por lo menos pacíficos seguros que no son. Allí el enemigo nuestro debe ser el gobierno, aquí los que se manifiestan. Y así, día a día, se construye imaginario social, se da forma al enemigo, se asienta el sistema y su orden establecido en la mente de las personas, y, por su puesto, se garantiza que alternativas políticas como las que representan la revolución bolivariana, no quepan, ni como mera hipótesis, en la mente de estas mismas personas. Todo perfecto… para el sistema y sus intereses.

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