La Condición Postmoderna: Un estado de la cuestión y propuestas breves 20 años después

May 24, 2017 | Autor: Héctor López Hidalgo | Categoría: History, Historiography, Postmodernism, Historia, Historiografía, Postmodernidad
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Descripción

La Condición Postmoderna: Un estado de la cuestión y propuestas breves 20 años después. Héctor López Hidalgo. Resumen: El presente artículo pretende establecer una visión somera, analítica e interpretativa del controvertido ensayo La Condición Postmoderna, de Jean François Lyotard, así como una comparativa de la misma con las ópticas de David Harvey, Jameson y, a través de la perspectiva historiográfica, avanzar nuevas propuestas para continuar el debate. Para su realización me propuse hacer un análisis histórico del texto. Desde la formación genealógica del “Postmodernidad” por parte de la sociología principalmente, aunque también en relación con un profundo debate filosófico establecido ya entre analíticos y continentales. Las escuelas de pensamiento europeo de la segunda mitad del siglo XX, así como los acontecimientos y procesos históricos del mismo nos servirán de telón de fondo para las comparativas. Siempre, por supuesto, con un enfoque explicativo. Abstract: The following articule pretends to set up a shallow, analitic and interpretative visión of the controversial essay The postmodern Condition by Jean François Lyotard as well as a comparative of itself with the visions of David Harvey, Jameson and, through historiographical perspective we want to improving and continuing the debate. For realization of it, I propoused making a historical analysis of the text. From genealogical formation of “Postmodernity” mainly by sociology, although in relation with a deep philosophical debate stableshed by continental and Analitics too. The european schools of thought as well as historical events and process of the second part of XX century shall serve us as backdrop for comparatives. Always, for sure, with an explanatory focus. PALABRAS CLAVE: Postmodernidad, Saber, Masa, Marxismo, Arquitectura. KEY WORDS: Postmodernity, Knowledge, mass, Marxism, Arquitecture.

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1. Estado de la Cuestión: 20 años de Postmodernidad.

Tras 20 años de debates, disputas y controversias en torno a los términos “Postmodernidad”, “postmoderno” o “postmodernismo”; no parece haberse resuelto el debate, e incluso, la cuestión parece abandonada. No es el objetivo de este trabajo recoger aquí dichas disputas. No obstante, tomaremos dos puntos de vista a la hora de hacer un breve, aunque esencial resumen para comprender el proceso de mutación conceptual, es decir, una historiografía del concepto: Las Vanguardias y la Sociología serán el foco. Perseguimos, por tanto, por medio de la historia, seguir el rastro de la palabra y el momento vital en el que el mismo se creó. Un poco de historia de las ideas no vendrá mal. Según Jameson1, el comienzo de la llamada Postmodernidad podemos situarlo en el período de las Vanguardias artísticas. Se lo relacionaba con una huida de los cánones estéticos anteriores, es decir, con una rica tradición de perspectivas y encuadres que se remonta hasta el trecento italiano. ¿Por qué debería ser este el punto de partida? Precisamente porque, en la estética y la comunicación de esa estética, podemos encontrar los elementos sustanciales de lo que será postmoderno. Del mismo modo que Walter Benjamin2 nos aseguraba las virtudes de los usos alternativos de la represión fabril o de la ciudad constreñida, la apertura de la cámara, su visión, su portabilidad y reproductibilidad son esenciales para entender como el marco del cuadro había sido superado. Se rompía o estallaba por los aires un modo de ver, una óptica que había configurado incluso el mismo comienzo de la modernidad o contemporaneidad en palabras de Hobsbawm3. Por tanto, “Postmodernismo” será un primer referente visual y gráfico que ahora veríamos tan normalizado como un anuncio de detergentes o una película alternativa4. No obstante, será a partir de los años 80, con la superación general del estructuralismo francés y con cierta calma en los acalorados discursos entre analíticos y continentales, enfrentados entre Análisis e interpretación5, cuando surjan, ya con precursores en los años 70, las aportaciones de la sociología en este ámbito. Por supuesto, hacemos este paréntesis entre Vanguardias y años ochenta porque será a partir de 1979 cuando el autor del que nos encargamos, Jean François Lyotard publica La Condición Postmoderna del saber. Comencemos por la sociología. En la búsqueda de definiciones e interpretaciones del tiempo presente, encontramos varios modelos, cuyas visiones coinciden precisamente con los momentos de inseguridad en los que vivieron. Bell y Beck merecen la pena ser mencionados por cierto cambio a la hora de entender la realidad de su tiempo. En intento de prognosis del capitalismo tardío6, Bell capta el movimiento constreñido contextualmente dentro de las sociedades, siendo para el determinante en el factor tecnológico. La sociedad industrial está limitada y es analizable. ¿Por qué? Porque Bell vivió en un período de transición entre los Treinta Gloriosos y la reestructuración post-industrial, la cual es principalmente en el caso europeo una industria de servicios, es decir, que lo industrial se encontraba en cambio. En el caso de Castells, en sus libros habla del fenómeno red7, entendiéndolo como la forma de organización humana por excelencia. La red permite operar de manera abierta, flexible e interconectada. Castells localiza la intensidad del mismo ante los cambios que se van produciendo desde Silicon Valley. Si Bell la caracterizó 1

JAMESON, F., Teoría de la Postmodernidad, Ed. Trotta, 2001, Pp. 52-65. BENJAMIN, W., El autor como productor, Ed. Ítaca, 2004, Pp. 20-46. 3 HOBSBAWM, E., Historia del siglo XX, Ed. Crítica, 2012, Pp. 320-345. 4 FOUCAULT, M., Las palabras y las cosas, Ed. Siglo XXI, 1997, Pp. 189-220. 5 D´AGOSTINI, F., Analíticos y continentales, Ed. Cátedra, 2012, Pp. 17-56. 6 BELL, D., El advenimiento de la sociedad post-industrial, Ed. Alianza, 1976, Pp. 17-53 7 CASTELLS, M. (Ed.), La sociedad red: Una visión global, Ed. Alianza, 2004, Pp. 27-75, así como CASTELLS, M., Comunicación y poder, Ed. Alianza, 2009, Pp. 33-85. 2

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como Postindustrial8, Castells, desde prácticamente finales de los años 80 comenzará a denominarlas Sociedades de la Información u informacionalismo9. Desde otra óptica, y también preocupado por las sociedades ultratecnologizadas, Ulrick Beck dedica un libro a las sociedades de Riesgo, es decir, a entes socio-culturales que viven dentro una economía que, debido a su enorme potencial genera riesgos constantes derivados de nuestro uso industrial del medio10. ¿Por qué hemos reproducido estos autores aquí y cuál es su relación con las teorías de las vanguardias? ¿De dónde sale la relación? De lo nuevo. La novedad, lo esencialmente cambiante, como el cuadro de una pintura por el collage benjaminiano de la ciudad. En palabras de Baudelaire “La modernidad es tensión”11, eso significa que el análisis por parte de la sociología ha pretendido explicar qué hay de nuevo en nuestras sociedades. La respuesta fue habitual: O continuidad (Modernidad Tardía12, Líquida), o rupturista (el prefijo post). Lo postmoderno parece querer decir, al final, que estamos algo lejos de la modernidad inicial. Escuchándolo a murmullos entre el ruido del debate intelectual, parece querer decir final. No entramos en la óptica de Fukuyama, por supuesto13. Reservándonos a los autores principales del concepto para un análisis más concienzudo, aunque somero, aclaramos que esta breve introducción sigue arrojando los mismos problemas: ¿Debe el análisis ser mundial, local o glocal? ¿Debe hacerse por escalas? El rechazo a los marcos modernos ¿Es un rechazo a valores europeos, o al pasado? El deseo de investigarnos a nosotros mismos, como mirándonos el ombligo por no haber perspectiva histórica cuando comenzó el análisis ¿No es el momento de revisar el concepto sobre la base del final de una época?

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BELL, D., Opus cit., 1976, Pp.17-53. CASTELLS, M., Opus cit., 2009, Pp.33-85. 10 BECK, U., La sociedad del riego mundial, Ed. Paidós, 2008, Pp. 15-43. 11 HARVEY, D., La condición de la Postmodernidad, Ed. Amorrortu, 2012, Pp. 17-26 12 GIDDENS, A., Consecuencias de la modernidad, Ed. Alianza, Pp. 15-39. 13 Véase su trabajo filosófico en FUKUYAMA, F., El fin de la Historia y el último hombre, Ed. Planeta, 1999, Ed. 200-247. 9

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La Condición Postmoderna de Jean François Lyotard: Postmodernidad y Lingüística.

Los juegos del lenguaje han sido un tema esencial en la filosofía contemporánea desde Nietzsche y su epistemología basada en la verdad como juego de convenciones (nomós)14. Ya que dicho autor facilitó lo que se ha llamado “plataforma rotativa” del problema del lenguaje, encontramos dos escuelas perfectamente enfrentadas y alineadas: Una fragmentaria e interpretativa (hermenéutica) y otra representada que entendía la posibilidad del análisis del lenguaje de manera positiva15. Analíticos y continentales arguyeron duramente toda la segunda mitad del siglo XX. De la lingüística, y en concreto de las connotaciones de la teoría del signo y el segundo Wittgenstein aparece la teoría de los juegos del lenguaje. François Lyotard, influido con bastante probabilidad por este contexto, desarrolló para el gobierno canadiense un librito cuyo subtítulo es Informe sobre el saber. Lyotard introduce su concepto de “Condición Postmoderna” en relación con el saber en las sociedades postindustriales. Recordemos que el final de los 70 coincide con la madurez de un proceso de apertura en las cadenas de televisión, así como en una caída en picado de los trabajos industriales, sustituidos lentamente por trabajos precarios, rápidos y de fácil despido, tal y como ilustra Owen Jones en la Inglaterra post-Thatcher16. Dicho saber se encuentra interpelado por la incredulidad o superación del metarrelato de la ciencia como emancipación. Superar la Estructura (clara influencia post-estructural) es superar la última pieza de la Ilustración, lo que nos lleva a resumir la actividad del saber a juegos del lenguaje a través de hacerlo mesurable por medio de las tecnologías de la información y la comunicación17. Se produce una transformación del saber en términos de producción y distribución. El conocimiento, por tanto, se verá afectado por su incompatibilidad o no con el formato de transporte, así como el Estado comenzará a verse como una figura oscura y extraña ante la transparencia informacional. Este breve resumen entraña una serie de presuposiciones y errores graves de presentismo. En lo que Lyotard entiende por relato superado es la emancipación de los seres humanos, aunque debería entenderse por occidentales, y en todo caso, por europeos. Ese relato nos resulta incrédulo e incluso contrario. Es imposible que dicho relato fallase si observamos el cráter moral que significo la II Guerra Mundial y en general, todo el período de entreguerras. Más bien, el relato triunfó. Como después afirmaremos. La compra-venta de saber cómo parte central de nuestras interacciones con el poder es interesante, pero de nuevo continúa en una especie de espacio onírico y teórico del que no es capaz de zafarse. Respecto de la transparencia informacional, la propia realidad del caso Snowden podría contradecirlo sin problemas. Pero repetimos, las críticas a esta visión desde el presente resultarían soeces. El principal argumento en contra del juego del lenguaje es que el relato no muere. El relato triunfa y se deshace en pequeños mini-relatos, aunque como veremos, sólo desde una óptica histórica esto es comprensible. La ciencia como motor de la teoría se legitima, en palabras de Gadamer18, por medio de la certeza, es decir, que es capaz de producir saber constantemente. Ello implica que la certeza se iguala al saber y, en un alarde casi focultiano, relaciona éste con el poder y con la ley. Saber y poder, certeza y ley19. Por tanto, el relato, si está descreído va a resultar que es porque se trata del triunfo del modelo moderno tras la II Guerra Mundial en Europa occidental. 14

NIETZSCHE, F., Sobre verdad y mentira en un sentido extramoral, Ed. Tecnos, 1999. D´AGOSTINI, F., Opus cit., 2012, Pp. 17-56. 16 JONES, O., Chavs: The demonization of working class in England, traducido por Ed. Capitan Swing, 2004, Pp. 45-130. 17 LYOTARD, J.F., La condición posmoderna, Ed. Cátedra, 1998. 18 GADAMER, H. G., Verdad y método, Ed. Crítica,2003, Pp. 30-98. 19 LYOTARD, J.F., Opus cit., 1998. 15

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Metodológicamente, Lyotard uso el análisis desde el pragmatismo20. ¿Qué analiza? El enunciado, que en este caso parece mayor que el signo, pero conlleva limitaciones equivalentes. Las normas que permiten las acciones en red y que, a su vez, generan una agonística general, no serían posibles sin un marco aceptado de ideología transmutada en mito. El análisis del discurso, por tanto, debe hacerse de un texto, en el sentido peirceano o a través de la función enciclopédica de Eco21. Pasamos al lazo social moderno, es decir, o la unidad positiva y técnica de la ciencia (el conocimiento científico técnico) o la división crítica sobre la base del trabajo como exponente de la voluntad (ideología). Frente a esto el lazo social postmoderno se significa como ser átomo social inserto en redes de juegos lingüísticos de carácter agonístico22. Consideramos que, si algo es algo en esta interpretación del lazo social, sería más bien la necesidad de un mito para la modernidad, en el primer caso, mientras que el segundo es la consecución del mito23. Nuestro lazo social se corresponde con una necesidad de explorar las posibilidades que estableció el marco a través de un proceso histórico de larga duración24. Dentro del análisis de los sucesos que crea el lenguaje, en su pragmática, Lyotard pretende explicar el saber narrativo25. Se trata de un conjunto de prácticas y formas de entender la realidad sancionadas por la pragmática, ya que están establecidas desde tiempos inmemoriales. A ella contrapone la pragmática del saber científico. Ésta es la investigación como proceso y procedimiento del conocimiento que requiere, además, de un acuerdo o consenso colectivo. Tienden por ello, a un aislamiento del código. En relación con ello, entendemos que esta distinción es inoperante. Ambas pragmáticas poseen un atributo común que las entrelaza y fusiona. La necesidad de acuerdo colectivo es esencial para que una pragmática en el saber narrativo también se mantenga, e incluso mute, como lo hará en el saber científico. No tiene sentido considerarlo como tal ya que la ciencia se incorporó al discurso cotidiano y del saber desde la década de los años 50 en toda Europa Occidental. Considerar que este informe sobre el saber puede proyectarse a otro espacio geográfico es pernicioso y anacrónico. Por último, La ciencia está integrada en este discurso precisamente por un argumento del propio Jean François, en relación con la función narrativa de la ciencia que genera relatos de legitimación, los cuales son microrrelatos generados desde las universidades y, posteriormente, los Think Tanks. Ello, de nuevo, sólo sería posible asumiendo todos los relatos emancipatorios anteriores. La performatividad como legitimación es, según Lyotard, la base del poder que surge o re-surge bajo criterios de eficacia/ineficacia. Ello es, de nuevo, un producto directo de la II Guerra Mundial y el sistema que generó y en cuyas viejas ruinas vivimos.

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Ibíd. BURKE, P. (Ed.), Formas de hacer historia, Ed. Alianza, 2012. Pp. 17-68. 22 LYOTARD, J.F., Opus cit., 1998. 23 ELIADE, M., El mito del Eterno Retorno, Ed. Alianza, 1980. 24 FEVBRE, L., Combates por la Historia, Ed. Alianza, 1978. 25 LYOTARD, J.F., Opus cit., 1998. 21

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3. Harvey y Jameson: Marxismo y Deconstrucción

Como hemos podido examinar, la “condición Postmoderna” de Lyotard nos sumerge en un mundo de interacciones entre enunciados diversos y constreñidos por inputs/outputs dentro del saber. Como bien hemos indicado a lo largo del análisis, la Postmodernidad entendida como juego no tendría sentido sin un marco de reglas de juego. El marxismo y la teoría deconstructiva, aunque interesantes como perspectivas, son hijas del tiempo en el que estos debates se caldearon. En los 80 y 90 como el acto final de la URSS y el supuesto final de la Historia, la respuesta a la pregunta se hacía incluso más acuciante. Hemos recogido a estos autores porque la perspectiva comparada ayudará a situar la óptica de la propuesta que ofrecemos como conclusión del artículo. David Harvey es un marxista heterodoxo, muy interesante por sus trabajos en torno al concepto gentrification26 y pretende, como respuesta a Lyotard, elaborar también una condición Postmoderna. Harvey, en su introducción, nos habla de lo postmoderno como rechazo de valores clásicos modernos, y de una tensión que explica a lo largo de una serie de capítulos en los que el capital internacional y su relación con las vidas y lazos sociales (o uniones para Harvey) modela, pero no supera la modernidad27. Harvey agrupa una serie de problemas esencialmente modernos que, desde una perspectiva marxista y de clase, podemos entender como los procesos de gentrification, por un lado, y la venta de cultura como post-. No obstante, cabría preguntarse qué significación posee la disolución de lazos sociales desde el XIX hasta la primera mitad del siglo XX. Su sustitución por producciones constantes de signos e imágenes, la ciudad, de nuevo, como collage, aparece en la visión de Harvey como la continuación de problemas cuya razón de ser es un esquema de dominados y dominantes28. Harvey realiza una crítica situándonos en un espacio que ha cambiado su apariencia, pero no su contenido. La modernidad queda, entonces, interpretada como un proceso histórico de establecimiento y rechazo de valores en apariencia, cuando lo que se mantiene es el capitalismo como motor29. De nuevo, el marxismo, aunque heterodoxo peca de universalización. Sólo Europa occidental puede mostrar estas características, por lo que el proceso histórico es europeo. Tony Judt ya lo expresó genialmente exponiendo que el ser europeo conlleva una serie de valores que se han reforjado tras el cráter de 194530. Y dichos valores, además, están en perfecta concordancia con el período anterior. Con respecto a Jameson encontramos un acercamiento desde la deconstrucción hacia el concepto. Recibe en este caso el nombre “Teoría de la Postmodernidad”. Podemos resaltar varios aspectos que conllevarán, de nuevo, una serie de taras en la interpretación de la definición. Jameson acepta que la venta de la cultura como mercancía, así como un fenómeno de “sordera histórica”, caracterizan este nuevo espacio a definir31. Ofreciendo una crítica bastante tautológica a la teoría de Lyotard (es interesante que el final del relato se exprese por medio de un relato), el autor pretende, de nuevo a través del marxismo, pero deconstruyendo el proceso por un lado, atender a qué función filosófica y social atiende el concepto; y por otro, sentar las bases de una nueva cultura, lo cual será para Jameson un acto revolucionario, en un sentido bastante walterbejaminiano. Describe, para ello, una serie de elementos como son la imagen como concepción esencial, el texto vs la obra y una ruptura con el mundo anterior. Esto merece un 26

HARVEY, D., Ciudades Rebeldes, Ed. Akal, 2013. HARVEY, D., Opus cit., 2012. 28 Ibíd. 29 Ibídem 30 JUDT, T., Postguerra: Una Historia de Europa desde 1945, Ed. Taurus, 2013, Pp. 1145-1185. 31 JAMESON, F., Teoría de la Postmodernidad, Ed. Trotta, 2001, Pp. 9-29. 27

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análisis y una interpretación32: La imagen puede ser una concepción universal, pero sólo en relación a su ruptura de marcos y el juego ilimitado en la perspectiva; por ello es más bien el collage que la imagen en sí lo que caracteriza lo postmoderno, si aceptásemos esta óptica. Con respecto al texto vs obra, nos parece que es acertado, en tanto que la obra también constituyó un texto en épocas pasadas, por tanto, la ruptura del marco de inserción del artefacto cultural33 sigue siendo lo que determina su cambio. La “esquizofrenia presentista” que Jameson arguye es en todo caso una falta de memoria que tiene su origen, de nuevo, en el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando el tiempo anterior quedó destruido, y las sociedades desestructuradas o desarticuladas por la Guerra y los posteriores procesos internacionales que auspiciaron que dentro de un mundo singularmente europeo e industrial surgiese un mundo predominantemente europeo, postindustrial y post-colonial34.

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JAMESON, F., Opus cit., 2001, Pp. 9-29. WILLIANS, R., “La cultura es algo ordinario” en WILLIANS, R., Recursos de esperanza: Cultura, democracia, socialismo, Ed. Verso, 1989, Pp. 3-14. 34 JUDT, T., Opus. Cit., 2013, Pp. 615-656. 33

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4. Problemas actuales de la Condición: La apuesta historiográfica 20 años después, parece que, debido a la reactivación de Europa como entidad sociopolítica, el debate de la Postmodernidad vuelve con fuerza. La historiografía se quedó rezagada en los primeros años. Ahora podría ser buena hora para despertar. En primer lugar, porque la aportación de Hayden White35 como principal representante es insuficiente y huye del principio de realidad que persigue la Historia. En segundo lugar, porque, partiendo del razonamiento de la Larga Duración braudeliana36, un proceso como el de la Postmodernidad no tiene sentido desde ópticas o diálogos que no tuviesen en cuenta el factor tiempo de los procesos. Quitando toda la mácula estructuralista que, si poseía la segunda generación de los Annales, la tercera, muy cercana al análisis del discurso37 pecaba de la misma falta de visión para resolver estos problemas que, por lo general interesaron más bien poco. Peter Burke recoge de manera soberbia lo que sí ha cambiado en la disciplina: los métodos y los enfoques derivados de un potente fermento interdisciplinar dentro de la historiografía anglosajona38. Del mismo modo, por parte de Michel Foucault hemos encontrado aproximaciones a la historia de las ideas políticas de manos de la interpretación francesa del método genealógico nietzscheano39. En estas, el análisis de la modernidad como aparato weberiano de represión discursiva analiza con eficacia las taras filosófico-vitales de la modernidad. Desde la perspectiva actual, y en relación a todo el debate, podríamos hacer, aunque fuese, una serie de definiciones, con el ánimo de aclarar y dar una interpretación conceptual con la que podamos trabajar a la hora continuar este rico debate que, realmente trata de explicarnos a nosotros mismos. Postmodernismo nombra a una corriente que, aunque perteneciente a las vanguardias, ahora por su significación general, podría adscribirse como el nombre de un período de superación artística y de formas. Postmodernidad hace referencia a la superación de la modernidad producida entre los años de la postguerra mundial y 1989. Por último, Condición Postmoderna hace referencia a los cambios que se han producidos en los hombres y mujeres a partir del período 1945-1989. Ahora argumentaremos este intento de definición. Postmodernismo contiene, desde la óptica de nuestro tiempo y tras haber establecido una breve comparativa, una significación adecuada para hablar de los procesos del siglo XX europeo. Su estallido en el período de entreguerras, y su difusión posterior alimentan esta definición. Históricamente es el primer proceso de ruptura con lo anterior a nivel formal, a nivel de apariencia fundamental. Postmodernidad necesita de una revisión. El concepto surge sin un intento de ajusto temporal serio. Sin un tiempo desde dónde entenderlo u enfocarlo ¿Cómo se lo define? Las propuestas de finales de los 80 y 90 como comienzo de un mundo realmente postindustrial y sumergido en microrrelatos con el motor capitalista como fuerza parece que contienen en sí mismas la explicación del fenómeno europeo. Si queremos interpretar correctamente el fenómeno, no podemos desatender a la postguerra mundial ni a los años 60. Las relaciones socio-culturales, económicas y políticas de Europa occidental tras la guerra constituyen un marco esencial, un triunfo de un relato escrito en Potsdam y consagrado por las ideas de Europa que habían surgido

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WHITE, H., El contenido de la forma, Ed. Paidós, 1992. BRAUDEL, F., La historia y las ciencias sociales, Ed. Alianza, Pp. 20-56. 37 LE GOFF, J. Pensar la historia, Ed. Paidós, 2005, Pp. 147-178. 38 BURKE, P. Opus cit. 2012, Pp. 17-68. 39 FOUCAULT, M., Nietzsche, la genealogía y la historia, Ed. Pretextos. 36

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de las cenizas. Postmodernidad es un concepto actual, que no es definible sino a través de aquellos que perciben o viven en dicha condición. La condición Postmoderna no es del saber, es del europeo occidental. Los estados del bienestar y la posterior reforma neoliberal de los 80 y 90 se encuentran insertos en un mundo nuevo, lleno de jóvenes, completamente diferentes de sus padres, pero con sus mismos objetivos: Vivir normativamente, dentro de lo establecido. En los 80-90 cambió y se individualizó más aún. ¿Cuál es este gran relato? Pues el relato de la técnica, el relato de la democracia representativa y el relato del estado del bienestar que triunfó y se aceptó socialmente. La modernidad liberal es la que ganó en Europa occidental. Pese a ello, si entendemos los sucesos de los años 60, también nos daremos cuenta de que, como ya dijo Baudelaire, existe una tensión. Algo se resiste a morir. El 68 fue un nacimiento y una muerte. 1968 significó el final de una forma de práctica y el comienzo de una nueva. Tanto la derecha como la izquierda de la actualidad poseen sólo sentido a la óptica de los fenómenos de 1968 a nivel mundial. No es posible, además, entender el problema de la condición Postmoderna si no la entendemos como condición colectiva que genera asociaciones y redes de fenómenos culturales. Queremos hacer mención también al concepto masa como el espacio de entendimiento esencial del siglo XX y del concepto Condición Postmoderna. La masa es el no-sujeto, definido además como no-concepto40 precisamente porque escapa a la confianza en la cuantificación. Huye de la tematización, así la sociología tiene problemas para trabajar con este concepto por su anticientificidad. Ya no se intuyen dentro del mismo ni a hombres ni a mujeres, tampoco gusto diferenciados. Se trata además de un concepto que surge con la expansión de la propia democracia en el siglo XX, por tanto, va de la mano, en cierto modo, de su carácter igualador. Es una ruptura en el sistema de clases, en las concepciones de cultura popular y alta cultura, así como una brecha con la clasificación socioeconómica del mundo laboral. Se trata de la negación del individuo singular en pro del hombre-masa, el concepto orteguiano que identifica al hombre que en todo se parece al resto, sin diferencias sustanciales en palabras de Ortega y Gasset41. El concepto, basado en el escape a las antiguas realidades que, pertenecen al siglo XIX y la primera mitad del XX, no es adecuado para definir el proceso en el que las democracias basadas en sistemas económicos avanzados están situadas hoy. Masa en sí, como concepto, no responde a ninguna categorización como bien hemos dicho. No obstante, si añadimos un adjetivo como el de “democrático”, nos permitirá comprenderlo mejor, ya que el proceso que vamos a describir se asienta sobre esta estructura política. La masa fue acertadamente definida desde el siglo XIX, donde Nietzsche en su obra El viajero y su sombra 42 analiza por primera vez el problema de la democracia de masas, es decir, el porvenir de una sociedad en la que las diferencias se vean eliminadas por la homogeneización. Sin embargo, ese concepto nunca pudo llenarse de contenido. Por un lado, una crítica aristocrática, como la de Ortega y Gasset, quien ya definía en La España invertebrada43 la alusión a élites y masas dirigidas en la que se imponían los valores del vulgo. Por otro, una democrática como la de Hannah Arendt, tal y explica Saz44 quien dice que la autora arguye que la masa no es culpable de nada, por lo que se caracteriza a las masas como el sujeto histórico más importante de la contemporaneidad, pero no se lo define debido a que su amplitud escapa a esta posibilidad. La respuesta la encontramos en la concepción de las masas democráticas. En base a

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SAZ, I., “Una Masa es una masa. O la trasformación del siglo de la democracia en el siglo de las masas” en VV.AA. El siglo XX: Balance y perspectivas. Actas del V congreso de la Asolación de Historia contemporánea: Universidad de Valencia, 2000, Pp. 409-418. 41 ORTEGA Y GASSET, J., El tema de nuestro tiempo, Ed. El Arquero, 1999. 42 NIETZSCHE, F., El viajero y su sombra. Ed. Brontes, 2013. 43 ORTEGA Y GASSET, J., Opus. Cit., 1999. 44 SAZ, I., Opus. Cit., 2000, Pp. 409-418.

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Nietzsche, definimos masa en relación a su sistema político: La masa es un conjunto de individuos partícipes de los fenómenos históricos de la integración económica, político-social y cultural dentro de la Europa de 1945-1989. En consecuencia, podríamos preguntarnos cuáles son las rupturas esenciales a nivel histórico en un contexto europeo (Francia, Inglaterra y Alemania). Sin embargo, pese a la caracterización de la masa democrática, el concepto en sí no explica el proceso de triunfo de un modelo vital concreto dentro de la modernidad, ni tampoco especifica un fenómeno actualísimo como es el presente de las sociedades europeas. Por lo que aún debemos hacer una labor de ensamblaje conceptual, ya que podríamos ampliar aún su contenido y comenzar a explorarlo como concepto analítico y no meramente como algo peyorativo.

Conclusivamente, las definiciones aportadas traen preguntas. Si lo postmoderno se define temporalmente ¿Hasta dónde pueden llegar sus rastros en base a estas definiciones? Se intuye una labor interpretativa y hermenéutica como labor imperiosa para comprobar la validez de las definiciones. ¿Es relevante la medición del fenómeno? ¿Podríamos extrapolarlo a situaciones de confirmación o falsación? Como podemos observar, el concepto condición Postmoderna es un apelativo que conlleva un final o una ruptura. La historiografía debería realizar de cara a que conozcamos mejor nuestro mundo y aportemos vitalidad a la vida de nuestros contemporáneos. Su labor será por tanto perseguir, desde una perspectiva hermenéutica e interpretativa, las rupturas que conllevan el mundo post-Segunda Guerra Mundial y su desarrollo hasta 1989, cuando el deshielo de las relaciones internacionales cambia el contexto en el que se inició. Se debe perseguir al fenómeno, además, por medio de sus artefactos culturales, es decir, por medio de la persecución de anuncios, productos, discursos y textos. También de su vida material y su estructuración del tiempo. Con todo esto, la historiografía podría siempre manteniendo el factor tiempo (percibido y vivido) como el elemento coordinador a través del cual pretendemos un acercamiento distinto al problema45.

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BLOCH, M., Apología por la Historia, Ed. Fondo de Cultural Económica, 2014.

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