La concepción del más allá en la Doctrina cristiana para la instrucción de los indios de fray Pedro de Córdoba, 1548

June 8, 2017 | Autor: Gisela von Wobeser | Categoría: Social History, Religious History, Historia Social, Historia Del México Colonial, Historia Religiosa
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Descripción

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L A CONCEPCIÓN DEL MÁS ALLÁ EN LA OBRA

D OCTRINA CRISTIANA PARA LA INSTRUCCIÓN DE LOS INDIOS DE FRAY P EDRO DE C ÓRDOBA (1548) Gisela von Wobeser Universidad Nacional Autónoma de México [email protected] Abstract

Written with a direct and persuasive language during the Conquest by the dominican Pedro de Córdoba, Doctrina cristiana ’s main objective was the conversion of the indians and the salvation of their souls. As well, it changed their believes and religious practices through a new cosmological view of the “after life”, presenting a humanized heaven, on one hand, and four different stages of punishment or purification depending on the state of the soul, on the other, such as: a limbo for the Holy Fathers, a purgatory, a children’s limbo and hell. The resurection of the flesh and the final judgement were also an important subject in this XVI century work. Key Words : conversion, after life, Pedro de Córdoba, Doctrina cristiana.

Resumen

Escrita con un lenguaje directo y persuasivo durante la Conquista por el dominico Pedro de Córdoba, Doctrina cristiana tuvo como objetivo princial la conversión de los indígenas y la salvación de sus almas. Esta obra no sólo incidió en el terreno de las creencias y prácticas religiosas sino que además modificó la cosmovisión de los nativos sobre el “más allá”, presentando una versión humanizada, no teocéntrica, de bienes materiales en el cielo, por un lado, y cuatro sitios de purificación o de castigo, a saber: el limbo de los Santos Padres, el purgatorio, el limbo de los niños y el infierno. La resurrección de la carne y el juicio final también fueron un tema recurrente en Doctrina cristiana. Palabras clave : conversión, más allá, Pedro de Córdoba, Doctrina cristiana.

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Recibido: 04-09-07. Aceptado: 02-12-07. Tópicos 34 (2008), 271-283

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El propósito de este trabajo es analizar la concepción sobre el más allá en la obra Doctrina cristiana para la instrucción de los indios editada en México, en 1548, por los religiosos de Santo Domingo1 . Esta obra, que de manera abreviada llamaré Doctrina cristiana, fue una de las primeras de su género escritas en el nuevo mundo y de singular importancia para la evangelización de los indios mesoamericanos. Hoy día conserva gran interés porque refleja el pensamiento religioso de los frailes dominicos hacia mediados del siglo XVI e informa sobre los principios religiosos que éstos inculcaron a los indios y sobre la nueva cosmovisión que les trasmitieron. La versión original de la obra se debe a Pedro de Córdoba, un fraile dominico radicado en Santo Domingo de la Española, quien la escribió entre 1510 y 1521. Después el manuscrito, o una copia de él, fue llevado a Nueva España, probablemente por alguno de los frailes de la misma orden2 . La obra fue publicada por primera vez en México en 1544, es decir veintitrés años después de la conquista de Tenochtitlan, con la aprobación del fundador de la orden de Santo Domingo en Nueva España, fray Domingo de Betanzos y del arzobispo de México, fray Juan de Zumárraga. El texto se reeditó en 1548, en versión ampliada y en forma de sermones. Con el cambio de formato se pretendía garantizar una difusión fiel de su contenido y, a la vez, facilitar la tarea de catequización. Es esta última versión la que consideraré en el presente texto. El objetivo principal que persiguieron los frailes dominicos con su obra fue la conversión de los indígenas. Se consideraban emisarios de Dios, encargados de rescatar a los indígenas de las garras del demonio, personificado por los dioses prehispánicos, y así salvar sus almas: Por tanto, debéis agradecer mucho a nuestro Señor Dios, y le debéis servir de toda voluntad y de todo vuestro corazón, Para la elaboración de este trabajo me baso en la edición moderna: Pedro de C ÓRDOBA: Doctrina cristiana para la instrucción de los indios. Redactada por Fr. Pedro de Córdoba, O. P. y otros religiosos doctos de la misma orden, impresa en México, 1544 y 1548, ed. Miguel Ángel Medina O. P., San Esteban: Salamanca 1987. 2 Véase Miguel Ángel M EDINA: “Introducción general”, en C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , p. 57. 1

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porque os ha mirado con sus ojos de misericordia a vosotros en enviarnos acá a los religiosos para que os hayamos venido a avisar, y para que os hayamos venido a decir la manera que debéis tener para libraros de aquel abominable lugar que hemos dicho del infierno [. . . ] para que con toda rectitud os digamos y enseñemos de qué manera debéis ir allá a la su casa real del cielo3 .

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Su tarea semejaba a la de Cristo quien, mediante su sangre, redimió al género humano y le devolvió la posibilidad de acceder a la gloria. Dada la finalidad didáctica de la obra, los dominicos se valieron de un lenguaje directo y persuasivo, adaptado a la mentalidad indígena. Para resultar más convincentes mostraron originalidad en cuanto al tratamiento de algunos temas. Al ser la salvación de las almas de los indígenas el principal objetivo de la tarea misional dominica, ocuparon los problemas escatológicos, conocidos en la época como novísimos, una parte importante de la Doctrina cristiana 4 . En el presente trabajo aludiré a los principales aspectos relacionados con el más allá y mostraré cómo las enseñanzas contenidas en la Doctrina cristiana no sólo incidieron en el terreno de las creencias y prácticas religiosas de los nativos sino implicaron una transformación radical de su concepción de tiempo y espacio5 . Para que los indígenas entendieran los conceptos básicos relacionados con la salvación del alma, resultó necesario trasmitirles la cosmovisión cristiana, basada en la teoría tolemaica, en la que ocupaban un lugar importante los sitios del más allá6 . La tierra o “mundo” se ubicaba al C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , pp. 292-295. Los Novísimos comprendían los siguientes tópicos: muerte, juicio, infierno y gloria. 5 Fue necesario para los indígenas modificar su cosmovisión y adoptar nuevos sitios del más allá, en sustitución de los tradicionales. Además, tuvieron que transformar su concepto de tiempo y reelaborar su historia. Serge G RUZINSKI: La colonialización de lo imaginario, sociedades indígenas y occidentalización en el México español. Siglos XVIXVIII, trad. Jorge Ferreiro, México: FCE 1988. 6 La concepción del universo que prevaleció en Nueva España provenía de la escolástica medieval, y se fundamentaba en la ciencia natural aristotélica y la geografía ptole3

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centro del universo, rodeada de los cielos que se imaginaban “redondos y huecos de dentro”. Los cielos eran movidos por los ángeles, acción que provocaba la salida y el ocultamiento del sol y por ende el cambio de noche y día. El sol, la luna y las estrellas eran considerados “unas piedras muy claras y relumbrantes” que se movían junto con los cielos7 . A estos sitios se sumaban los lugares del más allá. “Arriba”, no se precisa el lugar, estaba el cielo, llamado también paraíso o gloria, y “abajo”, en el centro de la tierra, los infiernos8 . Éstos eran cuatro, en orden descendente: el limbo de los santos padres, el purgatorio, el limbo de los niños y el infierno propiamente dicho9 . La concepción sobre el más allá se da en el marco de la lucha cósmica entre el bien y el mal. Según la Doctrina cristiana, el mal había surgido en el universo cuando un grupo de ángeles se rebeló contra Dios, capitaneado por Lucifer, poco tiempo después de la creación del universo10 . Dios expulsó a los ángeles rebeldes del cielo, a la vez que los convirtió en demonios. Original y poco ortodoxa resulta la explicación sobre cómo llegó el mal a la tierra. Una vez expulsados los demonios del cielo algunos cayeron hasta el infierno, situado en el centro de la Tierra, que se convirtió en su nueva morada. Otros, al pasar por la Tierra, no continuaron el descenso sino se quedaron en ella. Allí se dedicaron a hacer el mal, lo que sucedió “por mandato y ordenación de Dios para que nos anden tentando siempre mientras en esta vida vivimos”11 . Dios quedó así del lado del bien junto con todas las figuras celestes asociadas a él: los ángeles, la virgen María, los santos y los bienaventumaica, así como la información bíblica sobre los sitios del más allá. Véase, por ejemplo, a Alonso de la Veracruz y Joseph de Acosta. Joseph de ACOSTA: Historia natural y moral de las Indias, ed. Edmundo O’Gorman, México: FCE 1962, libro 1, cap. 2; y fray Alonso DE LA V ERACRUZ : Sobre el cielo, trad., intro. y notas Mauricio Beuchot, manuscrito facilitado por el editor. 7 C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , pp. 405-406. 8 C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , p. 304. 9 C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , pp. 385-387. 10 C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , p. 304. 11 C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , p. 304. Tópicos 34 (2008)

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rados,12 mientras Lucifer y todos los demonios quedaron del lado del mal. Las deidades prehispánicas fueron consideradas “demonios malditos, engañadores y falsos” y se asociaron al mal. La Doctrina cristiana recomienda apartarse, olvidar y aborrecer a “Uchilobos, Tezcatlipoca y Quetzalcoatl [sic ] y Titlacauan y Michtlantecutli y Tlaloct [sic ] y Xiutlecutli, con todos los otros a los cuales adorabais y a los cuales ofrecíais sacrificio [. . . ] pues os tenían odio y os engañaban y escarnecían de vosotros”13 . A nivel de la cosmografía las fuerzas antagónicas del bien y el mal estaban representadas por el cielo y el infierno, sitios contrastantes en cuanto a su concepción y representación, así como en cuanto a la vida que en ellos llevaban las almas resucitadas. El cielo estaba destinado para los cristianos “buenos”, que aceptaban respetar los mandamientos de Dios y el infierno para los cristianos “malos” que cometían pecados y no atendían a la voluntad de Dios, así como para todos los paganos y herejes. Dios: [H]a de llevar a los buenos allá a la su casa y palacio real al cielo, en cuerpo y en alma para que estén allá para siempre jamás porque guardaron y cumplieron los sus mandamientos, y porque aborrecieron para siempre los pecados en esta vida. Sin embargo, a los malos los ha de echar en los infiernos, asimismo en cuerpo y alma, y a los ha de castigar para siempre, que nunca jamás de allá han de salir, porque no guardaron sus mandamientos14 .

Para lograr que los indígenas adoptaran la religión católica fue necesario que los dominicos les inculcaran la existencia del Dios cristiano y los convencieran de su poderío. A la vez descalificaron y denigraron a los dioses prehispánicos. C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , pp. 406-407. 13 C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , p. 318. El diabolismo fue un fenómeno común en la colonización de América. Véase Fernando C ERVANTES : El diablo en el nuevo mundo. El diabolismo a través de la colonización de Hispanoamérica, Barcelona: Herder 1994. 14 C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , p. 348. 12

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La Doctrina cristiana se refiere con gran detalle a estos lugares del más allá en distintas partes de la obra, exaltando las cualidades del cielo y subrayando los horrores del infierno. La insistencia en el tipo de vida que esperaba a las almas en estos dos sitios del más allá constituye uno de los ejes fundamentales del discurso, encaminado, como ya se dijo, a atraer a los indígenas al cristianismo y apartarlos de sus creencias ancestrales. El cielo es descrito como un lugar de deleite y placer, en el que estaban ausentes todos los problemas. Allí: [H]ay todos los placeres eternos y perdurables, y todas las riquezas y todo el descanso y gloria, mas sin comparación que nosotros podemos pensar ni decir. Porque allá ni hay trabajo ni enfermedad, ni dolor ni pesar, ni tristeza, ni allí hay tampoco pobreza, si mengua, ni hambre, ni sed, ni cansancio, ni tampoco hay frío, ni calor, ni hay otra cosa alguna que nos dé ni sea ocasión de alguna fatiga o desconsuelo o tristeza15 . En el cielo las almas no envejecen ni mueren y, por el contrario, gozan de eterna juventud y conservan su belleza, “siempre están lindas y mozas y alegres y muy gozosas, contentas y gloriosas”16 . La Doctrina cristiana concibe al cielo, además, como un lugar colmado de bienes materiales. Prometía a cada indio que lograra salvarse un palacio celeste para disfrutarlo con sus “amigos”17 . Estos palacios eran “muy grandes y suntuosos y de admirable hermosura y compostura y atavío, adornados de oro y de piedras preciosas, y de perlas y de margaritas y de rosas y de flores de admirable fragancia”18 . La alusión a las flores, ausente en la mayoría de las descripciones celestiales de la C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , pp. 292-295. C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , p. 296. 17 El término amigo aparece con frecuencia en la obra. “Y allí en aquella casa hemos de estar todos los buenos cristianos. Y también estaréis vosotros, y tendrá cada uno de vosotros otro palacio muy hermoso, si queréis ser amigos de este gran Dios. La cual amistad alcanzaréis de Él si creyereis en Él y os bautizareis y tornareis cristianos”. C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , p. 201. 18 C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , p. 296. 15 16

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época, manifiesta la intención de los dominicos de adaptar su mensaje a la mentalidad de los naturales, quienes tenían un gran gusto por ellas y cuyos palacios contaban con jardines floridos “de exquisita y variada fragancia”19 . Esta concepción del cielo, centrada en los placeres mundanos,20 no hace énfasis en una de las ideas centrales del catolicismo, la “visión beatífica”, es decir, la contemplación y alabanza de Dios, considerada como la máxima realización de las almas en el cielo21 . Probablemente, los dominicos optaron por una visión humanizada del cielo porque creyeron que el teocentrismo hubiera resultado demasiado conceptual y, por lo tanto, difícilmente comprensible y poco atractivo para los indígenas. En contraposición al cielo estaba el infierno, citado numerosas veces en la obra. Se situaba en el centro de la tierra y era la residencia de Lucifer y de los “demonios engañadores”22 . Era el lugar más temible porque allí se reunían todos los males y penalidades, tales como dolores, enfermedades y temperaturas extremas. A esto se añadían los tormentos aplicados por los demonios, entre ellos el cocimiento de las almas en “muy grandes ollas y calderas de hierro, las cuales están llenas de pez y resina espantable y hierro derretido, hirviendo sin cesar y cociendo a Véase la descripción de los jardines palaciegos indígenas de fray Diego de VALA cristiana, México: UNAM; FCE 1989, cap. 4. 20 De acuerdo con el concepto manejado por McDannell y Lang el tipo de cielo ofrecido a los indígenas era antropocéntrico o no teocéntrico. Colleen M C DANNELL y Bernhard L ANG: Historia del Cielo, trad. de Juan Alberto Moreno Tortuero, Madrid: Taurus 2001, p. 337. 21 Véase, por ejemplo, la Constitución Benedictus Deus, de 29 de enero de 1336, del papa Benedicto XII, en la que se proclama: “(Los bienaventurados) vieron y ven la divina esencia con visión intuitiva y también cara a cara, sin mediación de criatura alguna que tenga razón de objeto visto, sino por mostrárseles la divina esencia de modo inmediato y desnudo, clara y patentemente, y que viéndola así gozan de la misma divina esencia y que, por tal visión y fruición, las almas de los que salieron de este mundo son verdaderamente bienaventuradas y tiene vida y descanso eterno, y también las de aquellos que después saldrán de este mundo, verán la misma divina esencia y gozarán de ella antes del juicio universal. . . ” Enrique D ENZINGER: El magisterio de la Iglesia, Manual de símbolos, definiciones y declaraciones de la Iglesia en materia de fe y costumbres, Barcelona: Herder 1997, pp. 180-181. 22 C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , pp. 385-387. 19

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borbotones”23 . La estancia en el infierno era eterna y no había posibilidad de salir del lugar, por lo cual las almas “siempre están llorando y dando grandes alaridos y gemidos”.24 Utilizando la “pastoral del miedo” la obra insiste una y otra vez que era éste el infierno que deberían afrontar los indígenas no cristianizados25 . Para ejercer presión, el texto asegura, con carga dramática, que allí estaban sufriendo los padres, las madres y los demás antepasados de los indios26 . Imaginémonos lo que habrán sentido estos últimos al escuchar que sus padres y abuelos padecían los tormentos del infierno y que en ese lugar tendrían que permanecer por toda la eternidad sin posibilidad de recibir ayuda27 . En el sermón XXX que versa sobre las almas y de los lugares del infierno, la obra destaca que el infierno tenía otros tres compartimentos: dos limbos y el purgatorio. Estos sitios, sólo mencionados en esta parte de la obra, son descritos de manera muy escueta. El limbo de los niños se ubicaba inmediatamente arriba del infierno propiamente dicho, y al-

C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , pp. 292-295. C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , pp. 292-295. 25 El miedo al infierno también se propagó a través de la iconografía. Véase, por ejemplo, el convento de Actopan y la visita de Xoxoteco. María del Consuelo Lucía G ARCÍA P ONCE: Santa María Xoxoteco. El pensamiento escatológico cristiano que llegó a la Nueva España con los primeros misioneros en el siglo XVI, tesis de maestría, México: Centro Universitario de Integración Humanística, 2005 y María Elena G ERLE RO DE E STRADA: “Los temas escatológicos en la pintura mural novohispana del siglo XVI”, en Traza y Baza. Cuadernos hispanos de Simbología, Arte y Literatura, Barcelona: Universidad de Barcelona 1978, pp. 71-88. 26 “Y porque los vuestros padres y abuelos que murieron mucho tiempo ha no creyeron la nuestra santa fe católica, [. . . ] por tanto, allá (en el infierno) padecen y son atormentados [. . . ] en los perdurables tormentos del infierno, así como lo dice el santo Evangelio que dijimos: qui vero no crediderit. . . ” C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , p. 295. 27 La hermana Juana Esperanza de San Alberto, sirvienta del convento de carmelitas descalzas de Puebla “en algunas ocasiones decía llorando que tenía particular sentimiento en su alma de que sus padres estaban en el infierno, y que no los hubiesen bautizado como a ella.” José G ÓMEZ DE LA PARRA: Fundación y primer siglo. Crónica del primer convento de carmelitas descalzas en Puebla. 1604- 1704, intro. Manuel Ramos Medina México: Universidad Iberoamericana y Comisión Puebla Quinto Centenario 1992, p. 312. 23 24

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bergaba a los infantes no bautizados, muertos antes de “tener razón”28 . En aquel sitio no había fuego, ni tormentos; los niños sólo estaban sometidos a la “pena del daño”, es decir estaban privados de ver a Dios. Pero, la aparente bondad del lugar contrastaba con el hecho de que la estancia en él era definitiva; las almas de los niños no podían acceder nunca al cielo, razón por la cual no había forma de ayudarlas29 . El texto insiste que allí pararían los hijos de los indígenas, al igual que los de los españoles, no bautizados. El siguiente nivel estaba ocupado por el limbo de los “santos padres”. En él habían estado las almas de todas los hombres y mujeres “buenos”, que murieron en el lapso de tiempo comprendido entre la creación y la muerte de Cristo. Este último bajó al limbo, tres días después de su muerte, los liberó y condujo al cielo. Desde entonces no habían ingresado más almas a este lugar, por lo que estaba vacío30 . Los dominicos no consideran la posibilidad de que este lugar pudiera haber sido el adecuado para los indígenas paganos que no conocieron el catolicismo, por vivir antes de la llegada de los españoles, así como los que vivían en zonas todavía no cristianizadas. Haber abierto el limbo para los indígenas reacios a aceptar la nueva religión hubiera debilitado enormemente la pastoral del miedo. El limbo tal vez hubiera significado un resquicio por el cual se hubieran fugado muchos potenciales cristianos. Otra explicación la podemos encontrar en el terreno dogmático. Al concebir a los dioses prehispánicos como encarnaciones demoníacas, todo lo relacionado con ellos, tanto en el pasado como lo contemporáneo se consideró obra del demonio. Así, el culto que se les había profesado y que todavía se les profesaba se equiparó con el culto al demonio, considerándolo un gran pecado que merecía un castigo, tanto en “esta vida” como en la del más allá31 . C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , pp. 385-387. C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , pp. 385-387. 30 “Y ahora no hay nadie, porque nuestro redentor Jesucristo, rey glorioso, los subió consigo allá a la su casa real de la gloria cuando subió allá a los cielos.” C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , pp. 385-387. 31 “Porque los que hacen cosas semejantes han de ser terriblemente castigados en esta vida y muertos, y sus cuerpos han de arder en el fuego, y después que fueren muertos 28 29

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Así, insisten una y otra vez en la máxima “fuera de la Iglesia católica no hay salvación”y en diversas partes de la obra aluden a la circunstancia que los ancestros de los indígenas estaban en el infierno profundo y todos los contemporáneos que no estuvieran dispuestos a adoptar la religión católica tendrían el mismo destino. La tercera sección del infierno, situada en la parte superior del mismo, era el purgatorio, destinado a los católicos bautizados quienes, habiendo pecado en vida, se hubieran arrepentido y confesado sus pecados o que, por lo menos, hubieran tenido la intención de hacerlo, pero que no habían podido cumplir en vida las penitencias necesarias. Las condiciones punitivas de este lugar eran semejantes a las del infierno profundo, la Doctrina cristiana refiere que las almas debían sufrir “grandísimos tormentos”32 . Pero la intención con la que se aplicaban no era de castigo, sino de purificación. Además, la estancia de las almas en él era temporal. Los dominicos señalan que desde la Tierra, los allegados de las almas purgantes podían ayudarlas para lograr su liberación y acceso al cielo, mediante la realización de “obras de misericordia”, entre ellas el rezo de oraciones y la celebración de misas33 . Sorprende el escaso tratamiento del purgatorio en la obra, sólo mencionado en este sitio y de forma muy escueta, si se toma en cuenta que la creencia en este lugar ya estaba difundida y aceptada entre los sectores cultos de la Iglesia, a los que pertenecía la orden dominicana34 . No existe una explicación cabal de este hecho, pero sí varias hipótesis. La primera los ha de echar Dios allá en los infiernos para que sus almas ardan allá para siempre jamás, puesto que en estos dos lugares han de arder: en esta vida si la justicia tiene de ello noticia, y en la otra, porque este es el galardón o paga de esta suciedad y pecado no digno de ser hecho ni de ser nombrado”. C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , p. 355. 32 C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , p. 387. 33 C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , pp. 385-387. Sobre sufragios en apoyo a las almas del purgatorio, véase María del Pilar M ARTÍNEZ L ÓPEZ -C ANO , Gisela von W OBESER y Juan Guillermo M UÑOZ (coord.): Cofradías, capellanías y obras pías en el México colonial, México: UNAM 1998. 34 El primer pronunciamiento oficial de la Iglesia sobre el purgatorio se dio en el Primer Concilio de Lyon, en 1245. Jaime Ángel M ORERA G ONZÁLEZ: Pinturas coloniales de ánimas del purgatorio. Iconografía de una creencia, México: UNAM 2001, p. 41. Sobre la difusión que tuvo la creencia en Madrid en el siglo XVI véase Carlos M. N. Tópicos 34 (2008)

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es que, a pesar de que los dominicos estaban familiarizados con el purgatorio, éste todavía no constituía una parte esencial de su doctrina sobre el más allá. La obra es pretridentina, aunque su aparición coincida con el inicio del Concilio de Trento, y no hay que olvidar que en su primera versión data de la segunda década del siglo XVI35 . Refuerza esta hipótesis el hecho de considerar al purgatorio como parte del infierno, lo que remite a una concepción arcaica del lugar, correspondiente al periodo inicial en que surgió la creencia36 . La segunda hipótesis es que los dominicos restaron importancia al purgatorio por razones didácticas. Sin duda, resultaba más fácil predicar sobre el binomio cielo-infierno que explicar la compleja doctrina del purgatorio. La tercer hipótesis es que los dominicos no profundizaron en el purgatorio por temor que esta vía de salvación restara fuerza al infierno y debilitara la contundencia del castigo eterno37 . Finalmente, la Doctrina cristiana se refiere de manera muy explícita y con gran patetismo a la resurrección de los cuerpos y al destino de los muertos al final de los tiempos, evento que ocurriría en el futuro. En dicho momento histórico, cuya fecha se desconocía, sucederían una serie de acontecimientos fundamentales para la tierra y sus habitantes. En primer término se daría la resurrección de “la carne”, lo que significaría que las almas y los cuerpos de los muertos se volverían a reunificar. Pero los “buenos” no resucitarían de la misma manera que los “malos”. Los primeros adquirirían cuerpos inmortales, inmunes a daños, lesiones y enfermedades y no sufrirían ni cansancio, ni penas. Además, E IRE: From Madrid to Purgatory. The art and craft of dying in sixteenth-century Spain, Cambridge: University Press 2002. 35 El Concilio de Trento se inició en 1545 y se prolongó hasta 1563. Sus resoluciones se implantaron de manera paulatina y mayoritariamente a partir del Tercer Concilio Provincial Mexicano, celebrado a partir de 1585. 36 En sus orígenes el purgatorio se concibió como una parte del infierno y paulatinamente se le consideró como un lugar independiente, próximo al cielo. Sobre la creencia en el purgatorio véase Jacques L E G OFF : El nacimiento en el Purgatorio, Madrid: Taurus 1989. 37 Posteriormente, a partir del siglo XVII, se vio que la creencia en el purgatorio debilitó la posición del infierno en el imaginario cristiano. Ahora los católicos tenían la certeza de salvarse a través del purgatorio y el infierno sólo estaba reservado a los infieles, herejes y paganos. Tópicos 34 (2008)

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serían muy ligeros, podrían volar por todo el universo, penetrar por paredes y atravesar montañas. Los malos, por el contrario, recibirían cuerpos enfermos, hediondos y sucios, adoloridos y atormentados y sentirían grandes aflicciones, a la vez que quedarían condenados a permanecer en la tierra “pesados y torpes, con los demonios”38 . Una vez resucitados, Dios concentraría a hombres y mujeres en el valle de Josafat, ubicado cerca de Jerusalén y, una vez reunidos, descendería Jesucristo para juzgarlos. No se especifica el tiempo que transcurriría entre estos dos sucesos. En este juicio final Dios separaría otra vez a los “buenos” de los “malos”, para remitirlos, ahora en cuerpo y alma, los primeros al cielo y los segundos al infierno”39 . Nuevamente se recalca que los cristianos “buenos” eran los que “guardaron sus mandamientos” y los “malos” los que no los cumplieron, así como los que “no son cristianos, ni fueron bautizados”40 . Estos hechos trascendentales en la historia de la humanidad son descritos con un lenguaje épico, de gran colorido, que debió haber impactado fuertemente a los hombres de su tiempo. Los “buenos” entrarían de manera triunfalista al cielo, donde gozarían por toda la eternidad: Luego comenzarán los buenos ángeles y los amigos de Dios con todos, los santos muy excelentes y dulces y muy suaves músicas, y con diversidad de instrumentos, cantarán y tañerán. Y todos ellos se irán luego en compañía de nuestro gran Redentor Jesucristo, el cual los subirá a todos allá a la su casa real al cielo. Y luego les dará eternalmente aquellas casas y palacios reales y aquellas sillas que estaban vacías, las cuales habían dejado los malvados demonios según hemos dicho arriba. Y luego serán llenas aquellas sillas con los bienaventurados. En donde para siempre se han de gozar y recrear en cuerpo y alma, y en donde se han de alegrar en grandísima manera con nuestro gran Rey y Señor todos los

C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , pp. 322-323. C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , p. 349. 40 C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , pp. 322-323. 38 39

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sus amigos; que nunca jamás han de tener tristeza ni desasosiego ni cuidado, mas tendrán una perpetúa alegría y todo lo que ellos quisieren les será dado sin que deseen otra cosa alguna; porque tendrán todo contentamiento41 .

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El ingreso al infierno está relatado con gran carga dramática: Luego en presto se abrirá la tierra y tragará súbitamente a todos los que no son cristianos y a todos los malos cristianos e irán rodando y despeñándose y dando vueltas la cabeza abajo con los demonios, y todos juntos caerán e irán revueltos unos con otros hasta el infierno y caerán en medio del fuego a donde para siempre han de estar ardiendo en cuerpo y alma. Y luego se cerrará la tierra sobre ellos para siempre42 . El fin del mundo, si bien incidiría de manera drástica en la conformación del universo al desaparecer la Tierra, no modificaría la suerte de los resucitados. Éstos serían remitidos al mismo sitio que Dios había asignado a sus almas en el juicio individual, después de su muerte. No tendrían una segunda oportunidad, ya que su condición de “buenos” o “malos”, así como de cristianos o paganos, dependía de sus vidas en la tierra y no de su existencia ultraterrena.

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C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , pp. 324, 325. C ÓRDOBA: Doctrina cristiana . . . , pp. 324, 325. Tópicos 34 (2008)

“topicos34” — 2008/10/6 — 20:41 — page 4 — #4

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