La comprensión del Orden y de la divinidad en el mito y la Revelación

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Descripción

Universidad Metropolitana
Facultad de Ciencias y Artes
Departamento de Humanidades
Epistemología

La comprensión del orden y de la divinidad en el mito y la Revelación

Independientemente de sus cualidades de origen, todo ser humano posee una necesidad innata de orden, el conocimiento de su lugar en el gran esquema de la vida, de la sociedad o incluso de la historia; es aquél clásico "¿de dónde venimos?" usualmente seguido de un "¿a dónde vamos?" que luego queda aplastado bajo el peso de "¿cuál es mi papel en toda esta obra?". Todas estas son cuestiones elementales para dotar de sentido a la existencia de la conciencia propia, y, por lo tanto, permitir que el hombre sea partícipe de la estructuración de la realidad que lo rodea. La percepción de un orden universal existente en el mundo inteligible implica un proceso de traslación, por así decirlo, que se vale de estructuras de conciencia tanto mitológicas como bíblicas.

La comprensión arcaica-cósmica señala que "el ser humano se encontraba totalmente inmerso en el mundo, incapaz de separarse de ese mundo. Eran uno y el mismo" (Mickunas, 1997). "El universo", "el Tao", la fuerza universal, un Todo solo definible por aquello que no es, disponía del orden natural de la vida, el ambiente y el destino de cada ser, ya que la conexión con el Cosmos y todo lo que ello implicaba era esencial para la supervivencia. La naturaleza cíclica del orden y el desorden, la integración y desintegración de la realidad, resultan claramente visibles en el hecho irrefutable de que la entropía estructural aumenta en el universo constantemente. El Orden como tal es una entidad preexistente, siempre presente, con la cual se ha de estar en armonía.

La concepción bíblica, por el contrario, indica que el ser humano posee un rol absolutamente céntrico en el mundo, dado por su capacidad de razonamiento, la cual le permite recibir una inspiración divina que aparece en su interior. "God reveals himself as the original and ultimate source of order in world and man, society and history, that is, in all world-immanent being" (Voegelin, 1956, pág. 24). La armonía con el Cosmos dejó de ser la principal prioridad, siendo la participación activa en la Creación una necesidad imperante. En esta visión, el hombre colabora en el desarrollo del orden en los diferentes niveles de la realidad, puesto que ha de "ejecutar la voluntad de Dios" y ser su vehículo de manifestación. Dicha voluntad llega en forma de Revelación íntima, visible en el concepto católico-romano de locución interior muchas veces expresado como "recibir el llamado [de Dios]" por los creyentes.

Cabe acotar que es necesario valerse del uso de estructuras de lenguaje "mitoespeculativas" (Voegelin, 1956) como lo son el pensamiento mítico-cosmológico y la visión monoteísta de la Revelación bíblica debido a que la razón nunca apresa del todo a la realidad, y menos aún los sistemas lógicos, por lo cual ambos recurren a aproximaciones que hacen comprensible la Verdad sin presentarla directamente. La comprensión de dicha verdad requiere que la persona esté en capacidad de procesarla, por lo cual es enmarcada con símbolos, analogías universales provenientes del inconsciente colectivo. Esto produce un paradójico pero necesario efecto de distanciamiento psicológico del tema a la vez que toma una imagen cercana y familiar para evocar un Conocimiento que solo puede ser obtenido por experiencia directa.

Lo mítico-simbólico le da coherencia a la conciencia, si bien el vínculo entre símbolo y significado ha sido malinterpretado; podría pensarse que "tallan esa pieza de madera y la llaman 'dios', pero sigue siendo un pedazo de madera," pero, si bien "en efecto es una pieza de madera, el árbol del cual provino fue hecho por ese dios" (Achebe, 1958). Se está en un mundo de interconexiones, lleno de dioses; la divinidad es algo que permea todos los aspectos de la vida. Todo depende de la Madre Tierra, de Gea, Gaia, una presencia esencialmente femenina asociada con la creación de vida. Como menciona Voegelin (1999) "because of their divine aura all things - earth, heaven, sea, stars, mountains, rivers, trees, animals, men - could imaginatively rise to the divine rank, to the rank of the 'gods'" (pág. 93).

Con respecto a la percepción de lo sagrado en el pensamiento monoteísta bíblico, éste sostiene que todos aquellos aspectos o símbolos no son sino facetas que indican la existencia de un Ser Supremo, un núcleo del cual, en palabras de Nikola Tesla, "obtenemos conocimiento, fuerza, inspiración. No he penetrado en los secretos de este núcleo, pero sé que existe." En este caso, el género de la figura Suprema ha mutado, y es al Señor a quien se refieren las Escrituras innumerables veces; simbólicamente se fecunda la tierra, cumpliendo un papel masculino, si se interpreta desde el punto de vista psicoanalítico. Sin embargo, este no es el único cambio de paradigma que se observa: se puede considerar que el desarrollo de la religión monoteísta fue un paso en la evolución de la autocomprensión y autoconciencia humana, al colocar al ser humano como agente de su propia historia.

Podría decirse que las diferencias y las preguntas que suscitan tanto la visión mítica como la bíblica van más allá de una simple cuestión de politeísmo versus monoteísmo, ya que involucran percepciones distintas del Orden entretejido en la realidad presente y generan diferentes propósitos existenciales; el rol del hombre como tal cambia según la visión utilizada - su presencia es, digamos, pasiva si ha de ser únicamente parte del gran Cosmos y amoldarse a éste, mientras que la Revelación requiere una presencia activa que lleve a cabo la voluntad divina. La conexión con la divinidad misma se lleva a cabo de maneras casi opuestas, ya que en lo mítico la comunión con el universo es el camino a la iluminación, mientras que a nivel bíblico se exige una búsqueda interior para recibir la Revelación. Sin embargo, ambas visiones del mundo no son mutuamente excluyentes en todas las áreas, y, evidentemente, tienen en común un propósito claro: la búsqueda de la Verdad.










Bibliografía

Davey, J., Harrison, M., & Achebe, C. (1992). Things fall apart. Oxford: Heinemann.
Purdy, M. W. (1988, 12). Structures of consciousness: The genius of Jean Gebser, an introduction and critique. International Journal of Intercultural Relations, 12(2), 171-174. doi: 10.1016/0147-1767(88)90047-8
Voegelin, E. (1987). In search of order. Baton Rouge: Louisiana State University.
Voegelin, E. (1956). Israel and revelation. Baton Rouge: Louisiana State University Press.

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