La comprensión del enigma. Una disimetría en la hermenéutica diltheyana

July 3, 2017 | Autor: Manuel Palacio | Categoría: Hermeneutics, Wilhelm Dilthey, The Philosophy of Wilhelm Dilthey
Share Embed


Descripción

Editora Sylvia Eyzaguirre T.

Departamento de Humanidades Fenomenología y Hermenéutica Actas del II Congreso Internacional de Fenomenología y Hermenéutica

Primera edición: Noviembre 2010

O Universidad Andrés Bello Edita y distribuye: Departamento de Humanidades Facultad de Humanidades y Educación Universidad Andrés Bello Av. Fernández Concha 700. Las Condes Impresión y encuademación: R1L Editores Corrección y formato: Sylvia Eyzaguirre Diseño y diagramación: Jorge Ferrari Dirección de Marketing Vicerrectoría de Comunicaciones Universidad Andrés Bello Editores: Sylvia Eyzaguirre Tafra Felipe Johnson Muñoz Impreso en Chile ISBN: 978-956-7247-60-8

Queda prohibida toda reproducción de este libro sin premiso de la Universidad.

La comprensión del enigma. Una disimetría en la hermenéutica diltheyana M anuel D arío Palacio M uñoz U niversidad Santo Tom ás-Bogotá

Resumen El presente texto aborda la disimetría que existe en el esquema diltheyano de la hermenéutica, fundado en la vivencia-expresión-comprensión. La naturaleza de la disimetría obedece a una ontología de la finitud de la existencia humana, en la medida en que la vivencia del límite mismo se presenta como enigma y rompe el tradicional esquema de la revivencia (Nacherleben).

Conocida es la tríada diltheyana de la vivencia-expresión-com prensión: en la m edida en que la vivencia se expresa, es com prendida, y solam ente se com prende en la m edida en que es expresada. De ahí la necesidad de

narrar la historia, la vida, etc. Esta tríada podem os decir que form a una unidad determ inada, pues al com prender la vida com o autognosis se establece una identidad tácita entre la vivencia y su com prensión. Así, la vivencia y la expresión de la m ism a im plican un vínculo estructuralm ente indisoluble1. El pilar herm enéutico está fundado y funciona relativamente bien en la m etodología de las ciencias del espíritu.

Entenderla com o una unidad dinám ica y no com o una línea tem poral tiene su significado en la interpretación que proponem os. Es cierto que lógicamente una vivencia solam ente puede ser expresada tras ser

vivenciada, y posteriorm ente puede ser com prendida. En este sentido podem os representarnos el esquem a de m anera lineal. 1 Cfr. Dilthey, Wilhelm, Teoría de las concepciones del mundo, trad. Julián Marías, Barcelona: Altaya, 1994. p. 30. 503

M anuel D arío Palacio M uñoz

Sin em bargo, esta consideración resulta tan reduccionista com o aquel. _ que asum e la historia solam ente com o la linealidad sucesiva de

-

eventos que la conform an. E sta linealidad no expresa, em pero, el se n t:¿ . de la experiencia radical a la que D ilthey hace referencia desde sus m ás tem pranos textos. Sin em bargo, no es inválida en sí m ism a, pues resultaría absurdo negar la “sucesión tem poral” de estos m om entos, mas la experiencia no se reduce a esta linealidad, sino que m ás bien expre?. una estructuración tem poral distinta a la del desarrollo del m ism o, pue? la experiencia es la peculiar fusión de recuerdo y expectativa2, y por elle es una estructuración tem poral anclada en el pasado y en el futuro, ta n :: com o en el presente.

D ada esta diversidad cualitativa en las partes del tiem po, no nos e? dada la com prensión com o una linealidad transparente, sino que consiste en el encuentro entre subjetividades distintas, o com o seria m ás preciso decir, entre tem poralidades diversas. Efectivam ente la com prensión hace referencia a la com prensión del otro; mi propia vida m e es inm ediata y la conozco m ediante procesos de apercepción, per : la vida del otro m e es ajena. “Vida ajena, que ni es vivida por nosotros ni entendida por conceptos, sino com prendida”3. A sí, la com prensiór se expande sobre un horizonte de extrañeza relativa a un determ inad: individuo. N o es una extrañeza absoluta, pues no habría comprensiór. posible, ni tam poco es una ausencia de extrañeza, pues en este caso la com prensión sería innecesaria. Esa extrañeza es relativa respecto de las m anifestaciones de vida, que en tanto tal, son lo dado. A lo largo del desarrollo de esta tríada herm enéutica, D ilthey considera que esto dado es tanto las m anifestaciones de vida4 com o las palabras5; es decir, tanto 2 Cfr. Gadamer, Hans Georg, Verdad y Método, trad. Ana Agud Aparicio, Salamanca: Sígueme, 1977, p. 281. 3 Dilthey, Wilhelm, Teoría de la concepción del mando, trad. Eugenio Imaz, México: FCE, 1978, p. 98. 4 Cfr. Dilthey, Wilhelm, El Mundo Histórico, trad. Eugenio Imaz, México: FCE. 1944, p. 229 5 Cfr. ibid., p. 245. 504

La com prensión del enigm a. I na disim etría en la herm enéutica diltheyana

la vivencia com o la expresión de la m ism a, que si consideram os bajo una perspectiva m etodológica son la articulación de la unidad vivenciaexpresión. Por ello, a partir de la intelección de lo dicho, de la expresión misma, es posible la com prensión de la vivencia. De este m odo el conjunto de lo vivido, de la expresión y de la com prensión es el m étodo específico por el que la hum anidad existe para nosotros en tanto que objeto de las ciencias del espíritu. Estas se fundan en la interdependencia de la vida, la expresión y la com prensión.6 Esta posibilidad de la com prensión es la que está enm arcada en el concepto de re-vivencia (Nacherleben ). Este sentido de la “re-vivencia” no es la continuación de la tesis de Schleierm acher que opera bajo el supuesto de crear una identidad de vivencia entre el autor y el lector que explique el proceso herm enéutico. D ilthey postula, m ás bien, la revivencia com o la posibilidad lógica de la com prensión. En este sentido no está interesado en la explicación psicológica de la revivencia (em ociones de sim patía y endopatía), sino que lo m ueve el interés por “ la im portante aportación que supone el revivir en nuestra apropiación del m undo espiritual”7. La revivencia es posibilidad, en ella el individuo “puede revivir algo que se halla fuera de toda posibilidad de su propia vida real”8. D entro de este m arco, es posible revivir el contenido general de las m anifestaciones de vida, y por ende la com prensión se hace posible.

1. La D ificultad en la com prensión del Enigm a de la vida

Sin em bargo, cuando la vivencia es del lím ite m ism o de la vida, y su expresión no crea una conexión suficiente para la com prensión de la vivencia del lím ite, nos encontram os ante un problem a. Podem os

6 Ibid., p. 298. 7 Ibid., p. 239. 8 Ibid. 505

M anuel D arío Palacio M uñoz

preguntar, entonces: ¿cuál es dicha vivencia lím ite que desarticula la expresión de la vivencia y que por ende rom pe la com prensión c o m : revivencia? R espondem os entonces que esta vivencia es del enigm a de la vida. Este enigm a es el único, oscuro y espantable objeto de toa-

filosofía9. C onstituido por las contradicciones de cinco aspectos, el enigma es concebido por D ilthey sintéticam ente com o la m uerte; pero e s u concepción asum e las contradicciones m ism as que configuran la vid_ la generación y la relación de parentesco, la lucha inherente a la vida natural y social, la posibilidad hum ana de transgredir los lím ites (y not solam ente m orales) y la desproporción entre la grandeza del hom bre su im potencia ante los aspectos de la naturaleza. Tales consideraciones están expresadas religiosam ente en el lam ento del predicador: digo que

hay cosas que no tienen sentido'0. Y, sin em bargo, en ese no-sentido, d enigm a de la vida em erge com o horizonte de com prensión, esto es, coro c horizonte finito en el que se ancla la posibilidad de las rep re sen ta d o r.r' im aginativas que perm iten un prim er paso a su resolución. La m ism a procura buscar una solución a tales antinom ias, pues en el for.c: la consigna vital im plica conjurar el enigm a, aunque esto no sea posib e y sobre estas crear así su propio mundo. El enigm a de la vida es un cuestionam iento inherente a la vida hum ana, siem pre respondido pe: nunca de m anera definitiva: “Estos m isterios han preocupado tar.:. al sacerdote egipcio o babilonio com o hoy al serm ón del e c le siá st:.: cristiano, a H eráclito y a H egel, al Prom eteo de Esquilo tanto c o r­ al Fausto de G oethe.” 11 En ello reside el sentido m ism o de la vi¿¿ en que ella m ism a carece de un sentido m ás allá de sí m ism a. O cu—e exactam ente igual con la m uerte, y su sentido no se encuentra más a _ y si no nos liberam os de la cronología basada en la sucesión, tendrían: que decir que tam poco m ás acá de sí m ism a.

9 Cfr. Dilthey, Wilhelm, Teoría de la concepción del mundo, op. cit., p. 93. 10 Eclesiastés 8, 14. 11 Dilthey, Wilhelm, Teoría de las concepciones del mundo, op. cit., p. 43. 506

La com prensión del enigm a, tilia disim etría en la herm enéutica diltheyana

Así, la solución del enigm a de la vida no es algo que constituya una parte de la vida o que sea un objeto captable del m undo que dé sentido a la vida m ism a: “ la solución del enigm a de la vida en el espacio y en el tiem po reside fuera del espacio y del tiem po” 12. Ese fuera del espacio y del tiem po im plica la no-resolubilidad (m ás que irresolublilidad del enigm a) en la vida m ism a. A quí se ve entonces, el origen del enigm a en la m ism a constitución de tensión que articula la estructura de lo que la vida es.

Por ello, la expresión del enigm a sólo puede darse en el ám bito de la “m etáfora, la representación sim bólica, la analogía e incluso la parábola” 13. Em pero, este tipo de expresión no resulta transparente en sí m ism a y por ende no perm ite m antener el concepto de com prensión desde

la revivencia:

ya W ittgenstein nos ofrece un interesante

contraargum ento. En su Conferencia sobre ética , el filósofo de Viena nos dice que: [... ] un sím il debe ser sím il de algo. Y si puedo describir un hecho m ediante un símil, debo ser tam bién capaz de abandonarlo y describir los hechos sin su ayuda. En nuestro caso, tan pronto com o intentam os dejar a un lado el sím il y enunciar directam ente los hechos que están detrás de él, nos encontram os con que no hay tales hechos. Así, aquello que, en un prim er m om ento, pareció ser un sím il, se m anifiesta ahora un m ero sin sentido.14

¿Qué significa exactam ente este sin sentido? Este sin sentido indica la disim etría existente entre la vivencia y la expresión de dicha vivencia; 12 Wittgenstein, Ludwig, Tractatus lógico-philosophicus, trad. Jacaobo Muñoz, Bar­ celona: Altaya, 1994, p. 181, § 6. 4312. 13 Gabilondo Pujol, Angel, Dilthey, vida, expresión e historia, Madrid: Cincel, 1988, p. 169. 14 Wittgenstein, Ludwig, Conferencia sobre ética, trad. Manuel Cruz, Barcelona: Paidós, 1989, p. 63.

507

M anuel D arío Palacio M uñoz

es decir, indica una lim itación inherente a la com prensión de la vida, com o enigm a, debido a su esencial finitud.

A quí encontram os propiam ente el m eollo de nuestro asunto. Si tras el sím il y la m etáfora no encontram os dicho algo, lo que decim os es entonces un abuso del lenguaje y no ha de ser dicho, no puede ser dicho. Existe así una cierta inconm ensurabilidad respecto a la expresión de la vivencia de acuerdo a la objetivación que se pueda hacer de la misma. Sin em bargo, y a pesar de la lógica - s o n los lím ites m ism os de é s ta - lo que no puede ser dicho se “apalabra” para ser expresado, en su propia vacuidad interna, m ás allá de las pretensiones de una com unicación perfecta, de una coincidencia entre el lenguaje y el m undo, m ás allá de la com unicación y la socialización intersubjetiva. N om brar el enigm a, definir la vida com o enigm a, no es algo que le com peta propiam ente a la lógica, sino que resulta ser m ás bien la expresión de un pathos, incom prensible para el ejercicio lógico ( logos) de cualquier entendim iento que se esfuerce en resolverlo de m anera absoluta.

2. La com prensión disim étrica del enigm a

C om prender el enigm a de la vida, en sentido esencial, im plica un¿ disim etría en la tríada. El sinsentido de la expresión m etafórica y alegórica con que se enuncia el enigm a no es referencial, no es predicativam ente falso respecto a un estado de cosas, sino que indica un fundam ental m odo de darse las cosas en el m undo, o para decirlo er térm inos w ittgenstanianos, expresa los lím ites del m undo: [ ...] veo ahora que estas expresiones carentes de sentido no carecían de sentido por no haber hallado aún las expresiones correctas, sino que era su falta de sentido lo que constituía su m ism ísim a esencia. Porque lo único que yo pretendía con ellas era, precisam ente, ir m ás allá del m undo, lo cual es lo m ism o que ir m ás allá del lenguaje significativo.15 15 Ibid., p. 65. 508

La com prensión del enigm a. Una disim etría en la herm enéutica ;

ma

Si hem os dicho que el nudo básico del enigm a de la vida se e n c u e r— en la disim etría que en él se plasm a, nos hem os de preguntar

E -

dónde se encuentra la disim etría? Y ante ello respondem os: e~

-

problem ática correspondencia entre la expresión y la vivencia > _ difícil posibilidad de com prensión intersubjetiva. En los lím ites ce m undo, en la form ulación m ism a del enigm a, la expresión m etafó n .^ alegórica del m ism o im plica una vivencia fundam ental que m ás alia ce ser sim plem ente com prendida debe ser interpretada. En la vivencia ce lím ite, la expresión deviene ella m ism a enigm ática y la co m p ren si: r. llega incluso a sus lím ites propios, pues el pathos que palpita al fonc de la expresión solam ente es “dable” en una “re-vivencia” que es el;a m ism a com prensión. Para decirlo en una sola form ulación: la disim etría consiste en la no-correspondencia herm enéutica entre la expresión. la vivencia y la com prensión de la m ism a com o revivencia, y esto ocurre porque lo que se está expresando es la vivencia del lím ite m ism o de la vida, es decir, porque se expresa la finitud ontológica de la vida, que er el orden de ideas que llevam os, al no poner un m ás allá de los lím ites de la vida para hablar de ellos, resulta totalm ente enigm ático. Ilustrem os esta situación a partir de la interesante lectura que hace K ierkegaard del caso particular de A braham . A nte la experiencia lím ite, ante la form ulación radical del enigm a, la expresión se vuelve inconm ensurable con la com prensión y sim plem ente calla. N o porque no tenga nada que decir, sino porque no puede hablar. ¿Q uién com prende a A braham ? ¿El que oye su historia y sigue con su vida? ¿El que oye su historia y asesina a su hijo para ofrendarlo a D ios? ¿Puede com prenderse a A braham ? “El acto de A braham es grandioso y solam ente con espanto se com prende lo que es grande” 16.

Por ello la expresión m ism a hace parte del enigm a y surge de la vivencia de la finitud de la vida. Si se revisaran las “expresiones” de quienes

16 Kierkegaard. Saren, Temor y Temblor, trad. Vicente Simón Merchán, Barcelona: Altaya, 1994, p. 44. 509

M anuel D arío Palacio M uñoz

han vivido en el lím ite, si leem os a Trakl o a Philip Dick, si m iramos las pinturas de Van G ogh o escucham os a B eethoven, si repasam os la? expresiones de los m ísticos com o Santa Teresa, San A gustín o el libro de los m uertos de los egipcios, si nos rem ontam os a las construcciones m etafísicas de Spinoza, H egel, Parm énides o Platón, en todos los casos encontrarem os que la “expresión” expresa la vivencia del lím ite, y por ello m ism o es enigm ática, hasta el punto de convertirse en una expresión in-com prensible, en la m edida en que “en todo com prender se da un irracional, pues tam bién la vida lo es; no es posible representarlo m ediante ninguna fórm ula de nuestra actividad lógica” 17.

Es por ello que decíam os que la expresión del enigm a es tam bién parte del m ism o enigm a. En el m om ento en que D ilthey se propone analizar aquello que se expresa de m anera sintética en la m uerte, descubre la tensión propia de la vida, que denom inam os finitud, y que consiste exactam ente en esas lagunas, aspectos dispares, antagonism os que incitan al sujeto reflexivo a pensar, pero que al tratar de ser abarcados en conceptos devienen en contradicciones insolubles. El enigm a deviene el espacio de las decisiones fundam entales, acerca de la vida y de la m uerte, del sentido de los actos, de la bondad y la m aldad. Es aquello que W ittgenstein ha puesto tras los lím ites del m undo y que desde una expresión m eram ente lógica y referencial resulta indecible. Pero ya hem os visto que la expresión del enigm a expresa lo inexpresable y ello genera una disim etría en la com prensión de dicha vivencia del límite, que es la gestora de la conciencia de la finitud hum ana com o un rasgo ontológico m ás que una m era determ inación gnoseológica: “ D etrás de aquello que puede ser cam biado según reglas, queda un oscuro núcleo de realidad de donde irrum pen las decisiones sobre la vida y la muerte, la suerte favorable en las luchas pendientes, la salud en la enferm edad

17 Dilthey, Wilhelm, El Mundo Histórico, op. cit., p. 243. 18 Dilthey, Wilhelm, Teoría de la concepción del mundo, op. cit., p. 96. 510

L a com prensión del enigm a. U na disim etría en la herm enéutica d ilth i • ^ ~.

D ilthey postula, com o herram ienta para la “resolución” del enigr:^ de la vida, la teoría de la concepción del m undo. A partir de ella, el enigm a se resuelve en las grandes concepciones del m undo, pero no se soluciona, porque no puede ser solucionado. Estas form as de resolver el enigm a dependen de la m anera en que las concepciones del m undo operan con el m ism o enigm a y com o lo entienden en sí m ism as. En la posibilidad de resolver el enigm a de la vida subyacen las esperanzas de la vida hum ana. En sentido estricto, la teoría de la concepción del m undo no tiene com o m isión trascender la finitud hum ana y llevam os a un reino de esencias, sentido y salvación, com o en cierta form a lo cree D e M u í19, sino que su com etido fundam ental, y quizás por ello D ilthey m ism o quiso com prenderla com o “La C iencia del Espíritu"' por antonom asia, es totalm ente práctico, y no solam ente desde la perspectiva de una razón práctica, sino desde la m ás descam ada vida práctica. Es así que D ilthey “ [...] exige a las concepciones del m undo un carácter que, nitzscheanam ente, calificaríam os de ‘soportable’: hacer la vida soportable, o m ás exactam ente posibilitar la con-vivencia con el enigm a de la vida”20, y com o nuestro m ism o autor lo ha dicho, y la gran tradición filosófica lo ha expresado, y el gran U nam uno lo ha padecido hasta los tuétanos, el m ayor problem a de la vida es la presencia de la m uerte.

Vemos entonces que la presentación del enigm a de la vida es visto /

comprendido desde diferentes aspectos y facetas. Eso no im plica que por ende exista una ilimitada serie de posibilidades de resolución del enigm a, pues él m ism o, en el m om ento en que se tem atiza bajo la com prensión com o enigm a, im plica un m arco lógico de referencia que señala la estructuración, que a m anera de horizonte ubica el enigm a en una vitalidad real y concreta:

19 De Muí, Jos, The tragedy o f finitude, Dilthey’s hermeneutics oflife, traducido por Tony Burrett, New Haven- London: Yale University Press, 2004, p. 368. 20 Gabilondo Pujol, Ángel. Dilthey, vida, expresión e historia, Madrid: Cincel, 1988. p. 166. 511

.Manuel D arío Palacio M u ñ o /

En el nexo de los problem as contenidos en el enigm a de la vida y del m undo se dan relaciones lógicas según las cuales estos problem as se hallan en dependencia recíproca. Es preciso deshacer la m adeja. En todo caso, no hay m ás que un núm ero lim itado de posibilidades para hacerlo. Para ensayar tenem os infinitas posibilidades pero sólo un núm ero lim itado para salir adelante [...] el círculo de posibilidades de solución de cada problem a es lim itado.21 He ahí el carácter finito del m ism o enigm a. R esultaría paradójico que no fuera así. D icha finitud le es inherente y resulta estructural. La de-lim itación del enigm a a las posibilidades de resolución im plica la delim itación de lo enigm ático en el enigm a m ism o. Tenem os la m uerte com o determ inación básica, em pero, no es la descripción de todas las situaciones y desgracias hum anas que im plican una disim etría entre la expresión de la vivencia y la com prensión de la m ism a, y que podríam os denom inar com o enigm áticas. M ás allá de esto, a D ilthey le interesa la condición ante la que nos ubica el enigm a de la vida. Es decir, no es que la finitud sea el enigm a de la vida sino que nos ubica en el horizonte m ism o en que la vida se da com o enigm a. Por esto, y para terminar, podem os decir con el m ism o D ilthey que: Sem ejantes problem as, contradicciones, antagonism os, contenidos en la m ultiplicidad de aspectos de la vida, aum entan a m edida que avanza el pensam iento. Lo real y lo pensado, lo vivo y la ley, lo espiritual y lo físico, la regla de lo m oral y el afán por la dicha, el enigm a profundo de la caducidad en el tiem po y de la m ism idad de nuestra existencia, que reclam a la cancelación del devenir en el ser ¿quién podría enum erar todas estas cuestiones enigm áticas? [...] Pero estas son cuestiones que no resuelve ninguna ciencia particular, otros tantos problem as sueltos del gran enigm a de la vida.22

21 Dilthey, Wilhelm, Teoría de la concepción del mundo, op. cit., p. 117. 22 Ibid., p. 98. 512

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.