La Composición Elemental de los Objetos de Metal. Análisis por ICP-AES de los objetos procedentes de excavaciones de urgencia de hábitats y necrópolis de la cuenca de París durante c. 1350 a 750 cal ANE

July 16, 2017 | Autor: N. Escanilla Artigas | Categoría: ICP-AES, Late Bronze Age archaeology, Archaeometallurgy
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LA COMPOSICIÓN ELEMENTAL DE LOS OBJETOS DE METAL Análisis por ICP-AES de los objetos procedentes de excavaciones de urgencia de Hábitats y Necrópolis de la cuenca de París durante c. 1350 a 750 cal ANE

DIRECTOR DE INVESTIGACIÓN Vicente ce te Lull u Sa Santiago t ago TUTOR C2RMF Benoît Mille REALIZADO POR Nicolau Escanilla Artigas UNIVERSITAT AUTÒNOMA DE BARCELONA DEPARTAMENT DE PREHISTÒRIA CENTRE DE RECHERCHE ET RESTAURATION DES MUSÉES DE FRANCE

LA COMPOSICIÓN ELEMENTAL DE LOS OBJETOS DE METAL Análisis por ICP-AES de los objetos procedentes de excavaciones de urgencia de Hábitats y Necrópolis de la cuenca de París durante c. 1350 a 750 cal ANE

DIRECTOR DE INVESTIGACIÓN Vicente Lull Santiago

TUTOR C2RMF Benoît Mille

REALIZADO POR Nicolau Escanilla Artigas

UNIVERSITAT AUTÒNOMA DE BARCELONA DEPARTAMENT DE PREHISTÒRIA CENTRE DE RECHERCHE ET RESTAURATION DES MUSÉES DE FRANCE

Agradecimientos y reproches El acontecer de este trabajo se inició en enero de 2007 cuando me planté en París para comenzar una estancia de seis meses en el Centre de Recherche et Restauration des Musées de France. Una estancia que significó para mí una experiencia maravillosa en lo personal y en lo académico. Que la estancia fuera maravillosa en lo personal, lo dejaré para más adelante, sin embargo quiero agradecer desde ahora la ayuda, la atención, las enseñanzas y la amistad que Benoît Mille me dispensó desde el primer día que aterricé al laboratorio. Sin duda, superaste en mucho lo que cualquiera esperaría de un tutor de stage. También quiero agradecer a Vicente Lull el haber sido útil cuando le requerí, confiar en mí y leerse con atención, pese a mi mala sintaxis, este trabajo. No obstante, estoy convencido que nuestra andadura arqueológica conjunta empieza a partir de ahora y espero que continúe durante mucho tiempo. Eres un objeto, para mí distinguido, que ha condicionado el camino andado desde mis inicios en el conocimiento de lo antiguo. Junto a ti, también he encontrado gran apoyo en todo el equipo de Gatas al haber llevado a cabo una práctica investigadora original, en ocasiones hiriente hacia el biempensante y de una calidad extraordinaria que me marcaron hondamente. Deseo de todo corazón que nunca os quitéis de encima el peso de la historia. En particular quiero reconocer la labor de Pedro Castro por haberme acompañado en los primeros pasos en el terreno de la arqueología, ser el artífice de mi inmersión en la arqueometalurgia y respaldar el inicio de este trabajo. La investigación llevada a cabo no sería posible sin la disposición de las arqueólogas Françoise Lafage, Rebecca Peake, Pascal Le Guen y Ghislaine Billan, así como de Jean Claude Blanchet quienes nos permitieron extraer muestras de los materiales inéditos presentados aquí. Especialmente agradecido me siento hacia Jean Claude Blanchet por el privilegio de tenerlo como guía arqueológico por la rica y bella región de Amiens. A David Bourgarit y a Émilien Burger, miembros del grupo métal del C2RMF, por compartir sus vastos conocimientos sobre metalurgia extractiva, el interés mostrado en el desarrollo de este estudio y por mostrarme los primeros pasos en la realización de metalografías con MEB. Sería muy injusto no recordar aquí a todas y todos los trabajadores del Colegio de España, del C2RMF y de la UAB el haberme facilitado unas condiciones de

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mantenimiento de la vida social privilegiadas para desarrollar la investigación. Especialmente, quiero recordar a Isabel, Conchi, Paqui, Ghislaine, Rachid, La madamme, Mohammad y Abdel quienes siempre tuvieron la amabilidad y la sonrisa pese a que sus condiciones de vida no eran comparables a las mías. A Houssam, por ser el mejor anfitrión culinario de todas las visitas y amigos que le trajimos en el mejor restaurante de París. En lo personal, tanto en París como en Barcelona, he contado con amigos que han tolerado mis bromas estoicamente y con quienes he compartido momentos que no voy a olvidar. Con algunos de ellos soy consciente que difícilmente volveremos a coincidir en nuestros andares, con otros sé que siempre estarán ahí. Gracias Jorge, Isra, Bárbara, Bea, David, François, Ermen, Antonía María (La Toña), Tamer, Hourya, Nora, Iván, Saïda, Aleix, Guifré, Marta, Joel, Carlos, Luis, Lourdes, Camila, Pol, María Inés, Francisco, Elisa, Matteo, Véronique, Cécile, Solène a todas las compañeras de stage del C2RMF y, a todos y todas que me dejo y que aportaron su granito de arena sin saberlo. Selina y Elena, además, tienen el mérito de haberse prestado a corregirme la ortografía y la sintaxis de una importante parte del texto. Gracias, también, a todos los y las Sans Domicile Fixe de París por aportar humanidad y solidaridad a una ciudad carcomida por el individuo y la depresión. Ojalá que algún día vuestra actitud hacia las demás personas sea ejemplo y no menosprecio, por ello hemos de luchar. En lo material, gracias al extinto espacio de tercer ciclo por ser capaz de hacer sentir la soledad necesaria para redactar en un mundo tan lleno como el nuestro. En tu interior me he llegado a sentir el único habitante de la Universidad y esa es una sensación muy extraña. Si alguien siempre ha estado allí desde el día que nací y, que mientras vivan, sé que siempre los tendré a mi lado son mis padres. Ellos me han dado todo el apoyo que no les he pedido y su aportación material hizo posible que yo estudiara. Gracias Mama por soportar mi buen humor al despertar y por no echarme de casa pese a que a veces me lo merecía. También mi familia que me sigue hablando pese a mis ausencias reiteradas en las reuniones familiares con la excusa que tenía que trabajar. Diana, mustahil expresarte en palabras todo lo que quisiera agradecerte, podría escribir la tesis con las emociones que desde hace ocho años compartimos. No obstante, escribirlas sería una tontería si podemos vivirlas. Juntos trazábamos los caminos antes incluso de sospechar que algún día escribiría los agradecimientos de un trabajo de investigación. Sé que sin ti jamás hubiera podido terminar la carrera ni empezar un doctorado, sin tu apoyo y tu motivación no hubiera proseguido los

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estudios. Fuiste tú quien tiraste de mí y me enseñaste a valorar la historia y la arqueología y, no obstante, ese es el menor de tus milagros. Porque tú, amor, con quien he compartido todas las ilusiones y desengaños, alegrías y tristezas, cotidianidades y excepcionalidades, me has enseñado a amar la vida y a luchar por ella, me has abierto las puertas a mundos desconocidos que nos son más próximos que los conocidos y me has amado como nunca creí que nadie pudiera serlo. Gracias a ti sigo siendo humano y no un cívico demócrata y cristiano (“un gusano”parafraseando a La Polla Records-). Eres mucho más que una compañera de viajes, conocimientos y luchas, andar junto a ti es lo que da sentido, cada día, al despertar. A ti te dedico este trabajo. Finalmente, y por obligación, tengo que mencionar que durante los últimos meses de esta investigación he contado con el soporte de una beca-contrato (precario) para la formación de investigadores de la AGAUR. Institución vanguardista en la neoliberalización de la enseñanza pública al hilo de las directrices del Banco Mundial. Entre las principales prioridades de esta institución figuran la conversión del/la investigador/a en vendedor de patentes a sueldo de corporaciones privadas y la mercantilización de la ciencia. Gracias AGAUR, y a todos aquellos entes públicos y privados (no hay distinción) empeñados en desmantelar y vender al mejor postor La Universidad y un mundo que, si bien era muy deficiente, aún tenía resquicios por los que se podía infiltrar la crítica al conocimiento establecido y el acceso de los hijos e hijas de los trabajadores y trabajadoras. Contra todos vosotros, nuestra rabia, nuestro odio y nuestra lucha.

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Tabla de contenido Agradecimientos y reproches ____________________________________________ 1 Tabla de contenido ____________________________________________________ 5 Introducción __________________________________________________________ 8 1ª PARTE 1.

La composición elemental del metal __________________________________ 14 1.1. 1.1.1.

2.

1.1.2.

La localización y extracción de los minerales __________________________________ 17 Génesis, morfología y utilización de minerales metálicos en la metalurgia prehistórica ____________________________________________________________________ 18 La procedencia de la composición_________________________________________ 23

1.2.

La transformación del mineral en metal______________________________________ 25

1.3.

Refinado, refundición y vertido en moldes ___________________________________ 26

1.4.

Las Aleaciones __________________________________________________________ 27

Las técnicas de análisis elemental de composición del metal ______________ 30 2.1. 2.1.1.

ICP-AES (Espectrometría de Emisión Atómica con Plasma Inductivo Acoplado) ______ 34 El Protocolo para ICP-AES en el C2RMF ____________________________________ 37

2.2. Otras técnicas para el análisis de la composición elemental usadas en el contexto arqueometalúrgico ______________________________________________________________ 45 2.3. Síntesis de las características más importantes de las técnicas expuestas en este capítulo ______________________________________________________________________ 51 2.3.1. Tabla comparativa de las técnicas examinadas ______________________________ 53

3.

Otras posibilidades de las técnicas de análisis arqueometalúrgico _________ 54 3.1.

Macroscopía y técnicas microscópicas. Morfometría y alteraciones “superficiales” __ 55

3.2.

Técnicas para la caracterización de estructuras ________________________________ 58

3.3.

El método de los isótopos de plomo _________________________________________ 62

2ª PARTE 4.

5.

Contextualización del objeto de estudio _______________________________ 75 4.1.

El paradigma de la edad del bronce _________________________________________ 75

4.2. 4.2.1. 4.2.2. 4.2.3. 4.2.4.

La cuenca parisina y el Norte de Francia entre el 1550 y 700 cal ANE ______________ 78 El Espacio de estudio ___________________________________________________ 79 Los tiempos __________________________________________________________ 81 El carbono 14 en sepulturas y asentamientos _______________________________ 84 El Bronce Atlántico y la arqueología del bronce final en la cuenca parisina ________ 91

Introducción a los principales yacimientos estudiados ___________________ 97 5.1. 5.1.1.

Asentamientos __________________________________________________________ 97 Les Pétreaux (Changis-sur-Marne, Seine-et-Marne) ___________________________ 97

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5.1.2. 5.1.3.

Le Gros Buisson (Villiers-Sur-Seine, Seine et Marne) _________________________ 106 Le Confluent (Choisy-au-Bac, Oise) _______________________________________ 110

5.2. 5.2.1. 5.2.2.

Necrópolis ____________________________________________________________ 113 Le Bois Plantés (Presles-et-Boves, Oise) ___________________________________ 113 Le Parc Scientifique (La Croix-Saint-Ouen, Oise) _____________________________ 116

3ªPARTE 6. El significado para la arqueología de la composición elemental de los metales prehistóricos ________________________________________________________ 118 6.1.

7.

Antecedentes e influencias en nuestro estudio arqueometalúrgico ______________ 119

La circulación del bronce c. 900- 700 cal ANE. Grupos, matrículas y complejos 125 7.1. 7.1.1. 7.1.2. 7.1.3. 7.1.4.

El metal de las Necrópolis ________________________________________________ 127 Les Pétreaux (Changis-sur-Marne) _______________________________________ 128 Les Bois Plantés (Presles-et-Boves) _______________________________________ 133 Le Parc Scientifique (La Croix-Saint-Ouen) _________________________________ 136 El metal de las necrópolis: estudio de conjunto _____________________________ 138

7.2. 7.2.1. 7.2.2. 7.2.3.

El metal de los asentamientos durante la fase final del bronce final (c. 900-700 cal ANE) 142 Les Pétreaux (Changis-sur-Marne) _______________________________________ 144 Le Gros Buisson (Villiers-sur-Seine) _______________________________________ 151 Le Confluent (Choisy-au-Bac) ____________________________________________ 161

7.3.

El metal de los depósitos frente al metal de los asentamientos __________________ 179

Conclusiones: el significado histórico de la composición elemental del metal a partir de su estudio comparativo y de su transformación durante el II y el I milenio ANE en el norte de Francia ___________________________________________________ 202 Índice de figuras _____________________________________________________ 208 Índice de Tablas _____________________________________________________ 211 Referencias Bibliográficas _____________________________________________ 212 Anexo 1: Resultados de los análisis de composición ________________________ 247 Anexo 2: Diseño de los objetos analizados ________________________________ 266 Anexo 3: Dataciones radiocarbónicas de las necrópolis del bronce final ________ 271 Anexo 4: Propiedades químicas de los elementos analizados _________________ 274

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Introducción A continuación presento mi investigación sobre la composición elemental de los objetos arqueológicos de metal de los asentamientos y necrópolis de principios del I milenio cal ANE en la cuenca parisina. No es una investigación sobre metalurgia en sentido estricto, aunque en ocasiones expedicione1 hacia esa dimensión; ni tampoco es una investigación completa y cerrada sobre la manufactura de los objetos de metal, dado que sólo he trabajado a partir de análisis elementales. El origen de esta investigación nace de mi estancia en el Centre de Recherche et Restauration

des

Musées

de

(C2RMF)

France

para

aprender

técnicas

arqueometalúrgicas. Desde este centro se han llevado a cabo programas de investigación

muy

importantes

dentro

de

la

arqueometalurgia

francesa

y,

personalmente, me interesaban las investigaciones que habían desarrollado allí a partir de los yacimientos del III milenio de Cabrières y Al Claus. El examen de los desechos de producción metalúrgica de estos sitios había servido para reconstruir los primeros procesos de metalurgia extractiva. Entre los resultados más destacados está la determinación del uso de minerales sulfúricos desde los primeros momentos metalúrgicos, en contra de los presupuestos que negaban el uso de estos minerales hasta momentos finales de la edad del bronce. Las posibilidades que dicho análisis nos podía brindar para el estudio de la metalurgia extractiva del Sudeste de la Península Ibérica, ámbito de mi interés, eran muy seductoras. Este fue el motivo por el que escogí el C2RMF para empezar mi aprendizaje práctico en el ámbito de la arqueometalurgia. Como las cosas nunca suceden como pretendemos, si no según las condiciones materiales dispongan, se me ofreció la posibilidad de trabajar en un estudio comparativo de análisis de composición sobre objetos de metal del bronce final. La investigación consistiría en el análisis por ICP-AES de una colección de objetos de diferentes yacimientos de la cuenca parisina. El objetivo fue comparar estos resultados con los ya conocidos de numerosos depósitos de la región y determinar si en unos y

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Expedición en el sentido de incursión en un lugar extraño.

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otros contextos arqueológicos se utilizaba el mismo metal para la manufactura de objetos. Acepté con ilusión la propuesta y me incorporé al equipo de metalurgia del C2RMF bajo la supervisión de Benoît Mille. En esos momentos no fui consciente de mi escasa formación en el marco histórico-arqueológico de la investigación y de las dificultades interpretativas que conllevaba, pero era una oportunidad única de formación y con la que adquirir experiencia en el campo de la metalurgia. Al comienzo de mi estancia en Paris no programé este trabajo de investigación. Pero, con el paso de los meses y visto el volumen y la dedicación que requería la cosa, tomé consciencia de la necesidad de que aquello se transformara en mi trabajo de investigación. Durante los primeros seis meses de estancia trabajé diariamente en el C2RMF junto a Benoît Mille, quien me guió y ayudó de forma ejemplar. La extracción, procesado y preparación de las muestras consumieron 4 meses y medio. Para las sesiones de análisis, sólo fueron necesarios dos días, dadas las características de la técnica. El procesado y la calibración de los resultados me llevaron 15 días más de trabajo. Después de estos seis meses en el laboratorio, comenzó la otra parte del trabajo que culminaría con la presentación de este manuscrito. Desde los inicios de mi formación “bibliográfica” en arqueometalurgia tuve muy claro que para poder desarrollar un buen estudio era imprescindible un trabajo integrado. La persona encargada de desarrollar y coordinar la investigación de la producción metalúrgica debía formar parte del proyecto de investigación y conocer los detalles y el desarrollo de éste. Ideal que en la práctica se traduce en “encargos” a diferentes laboratorios para que sus “especialistas” otorguen aires de cientificidad a estudios que, en ocasiones, carecen de ella. Sin embargo, el problema surge cuando se pide algo sin saber lo que se va a obtener. Durante muchos años esto ha sucedido en el caso de las dataciones por radiocarbono, dónde frecuentemente se entregaban muestras sin contextualizar a los laboratorios. Esas muestras no tenían un anclaje riguroso y muchas veces eran desechadas al proporcionar dataciones inesperadas. En la metalurgia ocurre un proceso similar, durante la segunda mitad del s. XX se lanzaron megaproyectos de análisis elementales, que dada su envergadura, dieron muy pocos resultados positivos. Los grandes proyectos de análisis elementales de los años setenta y ochenta (por ejemplo Junghans, Sangmeister, y Schröder, 1974) son el mayor exponente de estos fracasos.

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Por mi parte, mi estudio tampoco está exento de críticas. Entono el mea culpa de muchas de ellas por no haber sido perseverante en la comunicación con las arqueólogas2 responsables de las excavaciones que yo estaba analizando3. Esta falta de comunicación disminuye la potencialidad de los análisis y afecta, sobre todo, al anclaje cronológico de los materiales y a su asociación con las otras producciones de la vida social, ya que un buen conocimiento de los contextos de procedencia de los materiales es la piedra angular de cualquier estudio posterior. Debo añadir, que esta falta de conexión se agravó debido a mi ignorancia sobre el contexto histórico de los ítems que debía analizar. Ello es primordial en la selección de las muestras a analizar, los yacimientos que se incorporan al estudio y en las hipótesis de trabajo que pueden formularse. Cuando el trabajo arqueometalúrgico sale desde el seno del proyecto de investigación las lecturas y posibilidades explicativas del mismo son más ricas. Un buen estudio4 debería poder satisfacer las relaciones productivas en la obtención de objetos de metal y una reconstrucción de éstas; además, debería poder explicar el lugar que ocupa dicha actividad en el devenir de la producción de la vida social. Para conseguir este objetivo, debe superarse la aplicación de una sola técnica de análisis. Las contestaciones de las hipótesis surgirán de la combinación de múltiples pruebas sobre el registro arqueológico. El estudio de todos los elementos que participan de la producción metalúrgica debe integrarse para ofrecer soluciones conclusivas, desde el carbón utilizado en la reducción hasta los útiles líticos eliminar las rebabas. Hoy en día es posible la aplicación de un amplio abanico de técnicas arqueometalúrgicas gracias a los desechos y descubrimientos de la industria militar, la cual, copa los presupuestos de investigación en todos los estados todos los estados del capital globalizado. Entre las muchas técnicas disponibles, algunas no se diferencian demasiado entre sí en cuanto a las posibilidades que ofrecen; aunque como veremos más adelante, la elección de una u otra puede resultar determinante. Con todo, las condiciones de posibilidad, tanto de disponibilidad como de presupuesto, favorecen la aplicación de las mismas técnicas en la mayoría de investigaciones y gracias a ello los riesgos

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A lo largo del texto, utilizaré preferencialmente sujetos femeninos como opción política de visibilizar a unas agentes activas dentro de la arqueología que normalmente quedan cubiertas por el poder de la masculinidad y también, porque en la mayoría de casos son preferencialmente mujeres las personas a que hago referencia. Por el contrario, utilizaré sujetos masculinos cuando considere que el sujeto de la oración está compuesto exclusivamente por hombres. 3 Pese a que hubo una magnífica disposición para ello. 4 Si las condiciones materiales lo permiten.

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comparativos son menores en comparación a los que se deberían afrontar si se aplicaran técnicas diferentes5. Un último aspecto de la elección de la técnica está relacionado con el valor fetiche del objeto a analizar, pues si se trata de un objeto gestionado por un conservador de museo, raramente obtendremos el permiso para realizar pruebas que requieran la extracción o fragmentación de una parte del objeto, por minúscula que sea. Después del marco experimental que sitúa esta investigación, desarrollaré brevemente la estructura del texto que se articula en tres grandes secciones. La primera sección del proyecto tiene una esencia independiente de las otras dos. En ella desarrollo una aproximación bibliográfica sobre la composición elemental y las técnicas para su determinación y cuantificación. Presto especial atención a cómo los procesos productivos pueden condicionar la composición elemental. De forma secundaria, también desarrollo un acercamiento a otras técnicas de investigación en arqueometalurgia,

principalmente

aquellas

que

son,

o

pueden

ser,

usadas

complementariamente a los análisis elementales. La segunda sección es una contextualización espacio-temporal del ámbito de estudio. En ella, presento el marco ecológico de la cuenca parisina para entrar posteriormente en la definición de los tiempos que marcaran los límites cronológicos de las diferentes entidades arqueológicas. La última parte de esta sección está dedicada a la presentación de los yacimientos que he utilizado en la investigación de objetos de metal. En la tercera sección abordo el grueso de la investigación. En primer lugar, expongo los resultados analíticos para cada yacimiento arqueológico. El objetivo consiste en explicitar detalladamente las composiciones utilizadas, su homogeneidad interna y la posibilidad de determinar diferentes estandarizaciones. En los casos que se presten, busco variaciones diacrónicas en la composición, lo que revela una transformación en las redes de abastecimiento del metal y/o en los procesos de fabricación y manufactura. La extrapolación a posibles cambios determinantes en la organización de la producción será revisada cuando sea pertinente. En los casos en que ha sido posible, debido al contexto arqueológico y al tipo de materiales, también procedo a realizar un estudio comparativo con los depósitos del bronce final IIIb. La comparación se efectuó con depósitos de adscripción atlántica y

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Para ver un estudio comparativo entre técnicas comparativas me remito al artículo de Northover y Rychner (1998).

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del interior alpino. En esta sección intento poner a prueba la hipótesis de una producción diferenciada de metal entre los depósitos y los asentamientos. Al mismo tiempo compruebo la existencia de un bronce atlántico, si está estandarizado y si se produce en talleres específicos6. Igualmente cuestiono la existencia de un bronce alpino definido anteriormente por Rychner y Kläntschi (1995). Un extraño sabor de insatisfacción me quedó tras realizar este estudio. Probablemente, ello se deba a errores de planificación y previsión que me han impedido lograr lecturas más refinadas. También ha contribuido mi inexperiencia en investigaciones de este tipo aunque me he esforzado en superar las típicas etapas de aprendizaje. En cualquier caso, estoy satisfecho de lo aprendido y dispuesto a emprender futuras investigaciones en esta misma línea que superen los errores que haya podido cometer.

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Bronce atlántico que ha sido determinado, sobre todo, a partir de seriaciones tipológicas (Brun, 1991).

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1ª PARTE 1. La composición elemental del metal El estudio de la composición elemental del metal comprende la detección y la posible cuantificación de los elementos químicos que se encuentran en los objetos arqueológicos de cobre, bronce u otros metales y aleaciones que produjeron diferentes sociedades y que han perdurado, alteradas o no, hasta nosotros. En base a esta definición podemos fijar que el objetivo analítico radica en determinar la naturaleza del metal y cuantificar tanto sus componentes principales, (metal de base y metales aleados), como las impurezas o elementos traza7 (Figura 1). En la medida en que podamos cuantificar más elementos y que esta cuantificación sea más precisa, tendremos más datos para fijar una metodología más adecuada que permitan una mayor certeza en el momento de interpretar estos datos. Las principales preguntas arqueológicas a las que se ha querido en los últimos 100 años de estudios arqueometalúrgicos son la procedencia de los mineral de los objetos de metal, el tipo de minerales explotados, los grupos tanto tipológicos como de composición elemental que circularon durante la prehistoria o la reconstrucción de la tecnología puesta en práctica en la producción metalúrgica (en la que se incluye la reconstrucción de los procesos químico-físicos de la aplicación de estas tecnologías), entre otras. Sin embargo, éstas, no pueden apoyarse exclusivamente en los resultados de una sola técnica. Este hábito ha resultado ser infructuoso desde que los mega proyectos analíticos del grupo de Stuttgart (Junghans, Sangmeister y Schröder, 1960, 1968 y 1974), fueron puestos en entredicho y sus resultados se mostraron inútiles debido a sus grandes deficiencias metodológicas (Montero, 1994). Un proceso similar sucedió con los análisis de isótopos de plomo (Budd et al., 1996) y las intensas discusiones sobre cómo dar respuesta a la procedencia a través de la arqueometalurgia (como las reproducidas en el número 8 del Journal of Mediterranean Archaeology). No se conoce aún la técnica que por sí sola sea capaz de dar respuesta a las cuestiones que los arqueólogos y arqueólogas nos hacemos tan insistentemente. Sin

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Esta identificación dependerá de la técnica y el protocolo utilizado.

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embargo, podemos obtener buenos resultados mediante la complementariedad entre distintas técnicas que nos permiten obtener resultados más precisos, como por ejemplo los análisis químicos elementales y los análisis de la composición isotópica del plomo (Hunt, 2003). No obstante, no siempre estamos ante la posibilidad de poder efectuar todas las analíticas que desearíamos sobre el registro arqueológico que estudiamos como sucede en este caso en el que sólo contamos con análisis compositivos. Ello condiciona sin ninguna duda los resultados del estudio emprendido, pero a pesar de ello, es preciso poder sugerir lecturas de los datos extraídos que aporten nuevas perspectivas en la investigación y, asimismo, que abran nuevas cuestiones a las que dar respuesta. Existen varias opciones para presentar los datos de los análisis de composición. Una de ellas es la utilizada en obras de referencia obligada como la de Montero (1994), quien diferencia entre elementos mayoritarios, con más de un 2% en la proporción total del metal, elementos minoritarios, entre el 2 y el 0.1% y elementos traza, con menos de 0,1% del peso total del objeto. Otra opción es la que se utilizará en este trabajo. Con ella se diferenciará entre el metal de base, los metales aleados y las impurezas. Con este procedimiento se puede clarificar mejor la posición que juega cada elemento dentro del metal y, además, es aplicable a cualquier metal arqueológico que encontremos. Con el procedimiento anterior los elementos minoritarios confunden su rol dentro de la composición global. En nuestro caso será a partir del contexto histórico y el conocimiento acumulado que podremos ubicar unos u otros elementos en los metales aleados o las impurezas. En la revisión del contexto histórico deberemos interrogarnos sobre cuáles son los minerales explotados en la zona de procedencia del metal, las técnicas de reducción y moldeado empleadas, y la singularidad o recurrencia de los porcentajes de un

Figura 1. Ejemplo de cuantificación de la composición elemental. En este caso se representa un bronce ternario al plomo con impurezas de As >Ag >S >Sb >Bi y sin Co, Fe, Ni, Zn.

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determinado elemento en los resultados obtenidos. En nuestro marco contextual, las dificultades de interpretación proceden de aquellos objetos con porcentajes de plomo relativamente bajos (en torno al 1 o 2%), que a veces se combinan con porcentajes también bajos de estaño. Así, veremos como en algunos casos, nos encontramos con objetos con un 96% de cobre, 3% de estaño y 0,3% de plomo, seguidos de una acumulación de impurezas del 1%. Sugerir la causa de estos porcentajes no es tarea fácil, aunque sepamos que el estaño ha sido añadido al cobre en algún proceso de aleación. A lo largo de este trabajo veremos cómo proceder cuando nos encontremos en situaciones parecidas y qué interpretación podemos proponer en base a su relación con las otras variables del estudio arqueometalúrgico. Para poder caracterizar un metal no basta con determinar y visualizar los elementos de la aleación. La cuantificación de las impurezas juega un rol fundamental para poder distinguir distintos aspectos que resultan básicos para el conocimiento histórico. Por ello, la precisión con la que seamos capaces de distinguir y cuantificar estas impurezas se revela determinante, sobre todo, como veremos más adelante, para comprobar las relaciones entre elementos con el mismo comportamiento térmico como Ni-Co (Pernicka, 1999). Anteriormente, hemos insistido en la necesidad de conocer por qué los metales se presentan en determinadas proporciones. Para ello es necesario que conozcamos previamente todos los procesos que influyen y transforman la composición elemental, desde el mineral extraído en la prehistoria hasta el procesado de los datos en el laboratorio. En el capítulo que desarrollamos a continuación reemprendo los trabajos de Benoît Mille y David Bourgarit (2000 y 2003) sobre los factores que influyen en la composición final del objeto, que podemos sintetizar así: (1) la composición que ya estaba presente en el mineral o minerales de origen, (2) los cambios sufridos durante la transformación del mineral en metal y (3) los procesos que tienen como objetivo transformar el “metal” en “objeto”8 .

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Estos dos términos deben entenderse en el contexto de la oración, ya que el metal hace referencia al producto obtenido después de la reducción y antes de su fundición en el crisol y vertido en el molde.

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1.1. La localización y extracción de los minerales La práctica de la minería se remonta a unos cuantos milenios antes de la aparición de la metalurgia en el continente Europeo. Esta minería se centraba en la extracción de distintos minerales como el sílex o la calaíta (por citar los ejemplos más conocidos por la arqueología española). En la extracción de estas materias primas se utilizaron las mismas herramientas de trabajo que aquellas que encontramos en las primeras minerías metalúrgicas: las astas de ciervo y las mazas en sus diversas morfologías, para extraer el mineral de la roca; los omoplatos de grandes mamíferos como palas recogedoras; diversos tipos de huesos trabajados para ser utilizados como cinceles, punzones, espátulas, o la madera mediante la que se hicieron travesaños o escaleras (Hunt Ortiz, 2005). El traslado de la fuerza de trabajo hacia la actividad minera no supuso una novedad en la organización de la producción de las comunidades históricas, aunque quede aún por concretar el grado de especialización de la actividad minera en cada momento. Si la relación de las comunidades prehistóricas con la minería es muy anterior a la primera metalurgia, su relación con los minerales metálicos también se halla cronológicamente muy distanciada de la fabricación de los objetos de metal. El uso de óxidos de hierro (ocre) en las prácticas funerarias se documenta desde el paleolítico medio en Francia hasta algunos dólmenes de cronologías calcolíticas de la península Ibérica. Aunque constituyen el caso más conocido, el ocre no es el único mineral metálico aprovechado. La lista de minerales es larga, extensa y seguramente inconclusa, ya que los usos dados son bastante difíciles de detectar en el registro arqueológico. En lo que concierne a minerales de cobre, la azurita o la malaquita se utilizaron para la obtención de pigmentos que después eran aplicados para diversos fines (Hunt Ortiz, 2005). También la pirita fue utilizada en la prehistoria, un fragmento fue localizado entre las pertenencias del “hombre de los hielos” como parte de un mechero (Spindler, 1995). En consecuencia, ni la extracción de minerales metálicos, ni sus propiedades físicas eran desconocidas o constituían una novedad para las comunidades prehistóricas. En un principio, esta actividad, de desarrollo lento y gradual, fue una derivación de ciertas prácticas socio-económicas realizadas con anterioridad.

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Cuando

se

procede

a

investigar

la

minería

mediante

un

estudio

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arqueometalúrgico , los elementos traza detectados en los análisis elementales pueden ayudar a dar respuesta a dos cuestiones10: (a) ¿cuál fue el tipo de mineral utilizado para fabricar el metal? y (b) ¿cuál fue la fuente de extracción del mineral? Más adelante, la centralización de determinados sitios mineros y la utilización preferente en un territorio de un tipo específico de mineral nos ayudará a establecer los procesos de trabajo metalúrgico o determinar posibles centros o grupos humanos especializados en su producción, control y gestión. Un último paso consistirá reconstruir las relaciones entre las fuerzas productivas y los sujetos sociales implicados en ellas a partir del estudio de la circulación de objetos dentro de un territorio y la información arqueológica procedente de excavaciones y prospecciones.

1.1.1. Génesis, morfología y utilización de minerales metálicos en la metalurgia prehistórica La presencia de cobre en la naturaleza es muy abundante. Su estado primario es en forma de sulfuros. La calcopirita (CuFeS2), fue el mineral11 de cobre más abundante y utilizado en la prehistoria, como en Mitterberg (Austria), una de las principales regiones mineras de la edad del bronce (Moesta, 1986)12. El estado secundario en que se presentan los minerales de cobre es en forma oxidada, ya sea como óxido (cuprita: Cu2O), como carbonato (malaquita: Cu2CO3 (OH)2) o como sulfato (brochantita: Cu4SO4 (OH)2) (Bourgarit, 2003). En la Tabla 1 se han representado los principales minerales utilizados en la prehistoria con sus respectivas medias porcentuales de cobre que tienden a contener.

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Cuestionando el origen y la distribución del metal (control sobre los espacios de producción, las redes de circulación en cualquiera de sus variadas formas, de los objetos, la relación existente entre la producción y el uso/consumo de estos bienes). 10 Recordemos que la técnica por sí sola no es concluyente, y se debe contemplar como un primer paso “hacia”…, en espera de complementar los resultados con otras técnicas. 11 En inglés, se distingue entre el mineral que en un determinado momento histórico es considerado como explotable (ore), del mineral no explotable (mineral) (Tylecote, 1987). 12 La calcopirita es un sulfuro que necesita de un proceso diferenciado para su reducción (infra), otros sulfuros representativos son la Calcosina (Cu2S) o la Bornita (Cu5FeS4).

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También se encuentra cobre bajo forma metálica en estado nativo, éste puede formarse a partir de varios procesos de los que sólo algunos nos son conocidos. Sin embargo, sí se sabe que todo el cobre nativo se origina por la reducción del azufre con otros minerales en presencia de óxidos de hierro (Craddock, 1995). El estudio de la explotación del cobre nativo ha sido uno de los focos de interés de los estudios arqueometalúrgicos, sobre todo, fuera de los límites de la península Ibérica. Entre estas investigaciones que han generado un amplio debate se sitúan las publicaciones de Craddock (1995: 93-100) y Pernicka (1999). También se ha debatido abiertamente la posibilidad de que dicho metal fuera solamente forjado y recocido a baja temperatura o, por el contrario, fundido en lo que constituiría un proceso metalúrgico13. Para mí, uno de los aspectos principales del cobre nativo es que se presenta en formas extremadamente puras (las impurezas apenas alcanzan el 0,3% de la masa). Además, destaca por su vistosidad y por su escasa presencia en la superficie de la corteza terrestre. Cobres con esta pureza no se podrán producir artificialmente hasta el bronce final, pues se necesita un control técnico muy elevado durante los diferentes procesos térmicos a los que se somete el metal. En cuanto a sus propiedades mecánicas, el cobre nativo tiende a poseer una maleabilidad superior al cobre obtenido por reducción, ya que carece de las impurezas que muchas veces fragilizan la estructura cristalina del metal. Para poder entender las lecturas sobre la explotación de determinados tipos de

Tabla 1. Tabla con los principales minerales de cobre explotados en la prehistoria y los elementos metálicos que éstos pueden contener así como su contenido porcentual en cobre (Leblanc, 1997: 21).

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Detalle importante para poder situar en el tiempo la primera metalurgia.

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minerales, debemos comprender cómo se origina cada uno de ellos y cómo se presenta en la corteza terrestre. Pese a que en la mayor parte de las publicaciones arqueometalúrgicas se presenta un esquema simplificado de los depósitos de minerales de cobre (Moesta, 1986; Mohen y Éluère, 1991; Ottaway, 1994) que invisibiliza otras formaciones de depósitos minerales, es la manera más efectiva de comprender la formación mineralógica e interpretar las analíticas isotópicas y elementales que tenemos los que no estamos familiarizados con las ciencias geológicas. La formación de un depósito mineral está influenciada por multitud de factores deposicionales y postdeposicionales (Hunt Ortiz, 1998). Entre la mayoría de las formaciones explotadas antrópicamente, destacan aquellas donde el afloramiento de una

veta

sulfúrica

sometido

a

la

queda erosión

meteorológica. La acción de la lluvia y del oxígeno que ésta contiene, reacciona con el

sulfuro

del

mineral

produciendo un fenómeno de oxidación de los mismos. En el caso en que el mineral sea calcopirita, también

esta

provoca

reacción que

el

cobre oxidado se precipite a zonas

más

depósito,

bajas

quedándose

del en

superficie un óxido de hierro conocido como gossan o monteras

de

hierro

muy

vistosas. Ello ha supuesto uno

de

los

prospección 14

utilizados Figura 2. Representación simplificada de la zonación de dos depósitos con metal base sulfuro. El superior en forma de vena y el inferior con estructura diseminada (Ixer, 1999: 44).

14

en

los

métodos minera

de más

y reproducidos

tratados

mineros

históricos como el De Re

Ejemplo de visibilidad es Río Tinto donde se localizan los trabajos prehistóricos de Chinflón.

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Metallica de Agrícola. Por debajo de estas capas superficiales lixiviadas de hidróxidos de hierro, normalmente nos encontramos una capa llamada zona de oxidación que llega hasta el nivel freático del suelo (Figura 3). En esta capa es donde podemos encontrar los minerales oxidados o carbonatados de cobre y, en sus niveles más superficiales, pequeñas cantidades (en relación a los minerales) de cobre nativo (López García, 1991). La zona de cementación (supergêne) es donde aparecerán los primeros sulfuros enriquecidos, conocidos como sulfuros simples (Figura 2), fruto de la alteración de los minerales primarios por debajo del nivel freático (Ixer, 1999). Estos sulfuros resultan extremadamente ricos en cobre por lo que históricamente han sido muy explotados y, en cronologías recientes, se han convertido en las partes más rentables de la explotación minera15. Finalmente, nos encontramos con una última capa de minerales no alterados por la meteorización. Comúnmente, esta parte del depósito es originada por más de un fenómeno geológico primario, pues se forman durante momentos y condiciones distintas16. En cada caso, junto a estos minerales metálicos primarios, encontramos otros minerales no cupríferos que conforman la ganga (Ixer, 1999). Depósitos como el que acabamos de describir están a su vez franqueados por minerales no explotables como el cuarzo que, en ocasiones, son utilizados como fundentes en la reducción del mineral. Es importante tener presente este hecho

Figura 3: Zonación de los depósitos de la alteración supergénica en un depósito de sulfuros de cobre.

15

Son precisamente estos sulfuros los que en el sudeste de Francia se explotan conjuntamente con los óxidos en las primeras metalurgias extractivas (Bourgarit et al. 2003). 16 Es el origen temporal múltiple de los depósitos de cobre el que provoca diferencias, no sólo en la composición de los minerales, sino también de los isótopos de plomo. Por ello la cuestión de la procedencia de los metales sigue siendo una discusión compleja.

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cuando estudiemos las posibles utilizaciones de fundentes en procesos de reducción realizados en las inmediaciones de la zona de actividad minera. En base al esquema descrito la arqueometalurgia ha interpretado los procesos minero-metalúrgicos como la extracción de un solo tipo de mineral en cada período y su posterior conversión al metal mediante reducción. Esta tendencia ha favorecido lecturas evolucionistas que han establecido que después de una fase de aprovechamiento del cobre nativo superficial, se aprovecharían óxidos y carbonatos (Mohen, 1991: 38), no sólo por aparentar mayor simplicidad en la reducción, sino también, porque se encuentra en niveles más superficiales que los sulfuros (Mohen, 1991:95). Su vistosidad, es otro elemento utilizado en esta interpretación; basta recordar su explotación para fines no metalúrgicos (supra). Además, a partir de estas lecturas se pretende explicar la ausencia de metalurgia en gran parte del Este Europa a lo largo de la primera mitad del segundo milenio cal ANE. Justificando el abandono de las minas por un agotamiento de los óxidos y carbonatos, lo que provocaría la incapacidad de la reducción de los sulfuros para los que se necesita un proceso previo de tostación oxidante17. La contestación a esta visión unilineal, seguida mayoritariamente en Europa y también en la península Ibérica es la evidencia de la utilización de sulfuros desde las primeras prácticas minerometalúrgicas en el sudoeste europeo. La utilización de dos minerales distintos en el proceso de reducción puede ser observada a partir de las metalografías de las escorias, como ha confirmado la primera metalurgia extractiva18 del sudoeste de Francia (c. 3000 cal ANE), en los yacimientos de Cabrières y Al Claus (Mille y Bourgarit, 1998, Ambert et al., 1999, Bourgarit, 2007). En ambas el método utilizado en la reducción del mineral fue la mezcla de sulfuros con óxidos. Con dicha mezcla se aprovecha el oxígeno liberado por el óxido durante el proceso para tostar el sulfuro y reducirlo sin necesidad de someterlo primero a una tostación. Esto convierte la reducción de sulfuros en un proceso idéntico al de los óxidos, siempre y cuando se reduzcan juntos. Las hipótesis sobre el abandono generalizado de la metalurgia en gran parte del continente europeo durante los últimos estertores del calcolítico quedan cuestionadas con estas evidencias. Además contamos con el espectacular registro de Mitterberg, donde en cronologías del “bronce antiguo” se estaría explotando la calcopirita (infra).

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El proceso de tostación oxidante necesita de ingentes cantidades de combustible, ya que para eliminar totalmente el azufre y separar el cobre del hierro, se puede llegar a repetir el proceso hasta nueve veces (Moesta, 1986). 18 Por metalurgia extractiva se entiende la extracción de minerales y su posterior reducción a formas metálicas.

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Cuando no contamos con un buen registro del lugar de extracción, el indicador del uso de sulfuros puede ser la presencia de impurezas de azufre en los metales. Aunque en un principio sería lógico pensar que la presencia de azufre determina su uso mineral, las formas por las que un metal puede adquirirlo en su proceso de remineralización19 son diversas20 Por su parte, la ausencia de azufre no indica necesariamente la utilización de óxidos o carbonatos. Con las condiciones atmosféricas adecuadas de reducción, refinado y solidificación el azufre puede ser removido por completo. En consecuencia, sólo podremos asociar un tipo de metal a un mineral en los casos en que podamos analizar los productos de los diferentes procesos (mineral, escorias, adherencias, metal en bruto y objeto final). En cualquier caso, para acceder a este conocimiento siempre serán mucho más efectivas las metalografías. Los análisis de composición podrán usarse para contrastar esta información.

1.1.2. La procedencia de la composición Los yacimientos de cobre poseen una firma geológica singular (Leblanc, 1997). Sin embargo, cuando intentamos identificar la procedencia de un metal tenemos que ser conscientes de que no conocemos los lugares de extracción de la mayoría de los yacimientos prehistóricos, y los pocos que conocemos han sido objeto de explotaciones a gran escala en tiempos históricos. Además, el agotamiento de muchas de las vetas ricas en cobre explotadas y su total abandono hace imposible determinarlas mediante fuentes históricas. En consecuencia, la determinación de las áreas de extracción de mineral en la prehistoria es una tarea complicada que exige prospecciones arqueológicas y geológicas minuciosas. En numerosas ocasiones es muy difícil distinguir las cronologías de los trabajos mineros si no se encuentran los instrumentos utilizados, como mazas líticas, morteros, o restos orgánicos como cornamentas, huesos, tejido y/o maderas. En ocasiones, sólo así, podremos acercarnos con mayor precisión a la fecha de la actividad representada. Hay otros casos que se revelan mucho más útiles al estudio arqueológico. Sitios como Saint-Verán (Barge y Ancel, 2003), Cabrières (Carozza et al., 1997) o Chinflón

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También sería conveniente, si fuera posible, contar con un estudio donde se estudiaran las acumulaciones de azufre en el metal, se distinguiera entre estas acumulaciones superficiales y las internas y se explicara su presencia. 20 Por ejemplo la presencia de azufre en el suelo puede deberse a la degradación de materiales orgánicos.

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(Rothenberg y Blanco, 1981), no sólo permiten documentar las diferentes técnicas de extracción mineral registradas en la roca y su cronología exacta21, sino que además presentan los espacios asociados donde se efectuaba la tostación y/o la reducción del mineral. Estas áreas suelen calificarse como talleres que, en algunos casos como Al Claus o Cabrières, implicaría la especialización del espacio y del trabajo (Ambert, 2003). No obstante, resulta necesario realizar análisis críticos de esta especialización por las consecuencias sociales que implica, no sólo en la organización del trabajo también en el espacio que ocupó la metalurgia dentro de la producción de la vida social. Debido a las dificultades que comporta la identificación de las áreas de extracción de minerales cupríferos y para evitar errores del pasado, los estudios de procedencia deben tomar en cuenta todos los residuos de los trabajos minero-metalúrgicos. A partir de la relación entre mineral / escoria / adherencia / gotas / objetos podremos establecer la procedencia y las fuentes de extracción del cobre prehistórico (Montero Ruiz, 1994). No obstante, en raras ocasiones, se cumple la posibilidad de contar con todas las evidencias del proceso metalúrgico precarizando todavía más las condiciones sobre las que se realizan los estudios arqueometalúrgicos. Ante ello, se debe ser cauteloso con los resultados obtenidos, pues al igual que ocurre con los depósitos anómalos de los isótopos de plomo (infra), tampoco la composición elemental y las impurezas del mineral son siempre iguales dentro de un mismo filón de cobre22. Conociendo todos estos condicionantes, podemos comprender por qué las grandes series analíticas que tenían por objetivo situar las localizaciones mineras se encontraron con que la problemática era mucho más complicada de lo que habían supuesto, y que las preguntas debían enfocarse en otras direcciones. Además, estaba el problema de la falta de registro empírico para el conocimiento de las zonas de extracción de mineral. Todo ello propició el progresivo abandono de la cuestión de la procedencia mediante análisis de composición elemental a finales de los ochenta, hecho que coincidió con la puesta en práctica de los análisis de isótopos de plomo para responder también a la problemática de la procedencia de materias primas. Como veremos, tampoco el camino de los isótopos de plomo ha sido fácil.

21

El caso de Chinflón, es una excepción por todos conocidos. Debido, sobre todo, a los depósitos primarios compuestos por más de una mineralización que, con toda probabilidad, poseerán varias firmas isotópicas y elementales.

22

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En el caso de los análisis de composición elemental, recientemente, algunos equipos arqueometalúrgicos han puesto en marcha protocolos que permiten ampliar significativamente el espectro de elementos detectados, así como incrementar la precisión con la que son detectados (Mille y Bourgarit, 2003). Estos protocolos se sustentan en la mejora de los instrumentos de análisis permitiendo lecturas mucho más finas y una mayor libertad de elección sobre lo que se quiere analizar. Esta libertad de elección es la que después de mucho tiempo ha obligado a los laboratorios a cuestionarse la elección de los elementos que se utilizan en los estudios de composición elemental23. Gracias al replanteamiento de los elementos utilizados se han añadido buenos demarcadores geoquímicos como el selenio (Se) y el teluro (Te) o el níquel (Ni) y el cobalto (Co) que pueden ayudar a la comprensión de la procedencia del metal gracias a su relación geoquímica y térmica. En el presente estudio se han cuantificado los cuatro elementos aquí citados, no obstante será cuando se complementen estos resultados con los datos de minerales e isotópicos que se podrá evaluar su verdadero potencial.

1.2. La transformación del mineral en metal Este punto es de vital importancia para poder justificar la presencia o ausencia de determinados elementos en función de su comportamiento ante los procesos termomecánicos que se producen en la reducción y el refinado. La ausencia o no de estos elementos, también permitirá conocer las condiciones bajo las que se desarrollaron estos procesos. Durante la reducción se producen una serie de transformaciones, aún mal estudiadas, que afectan muy significativamente a la composición del metal. Estas transformaciones dependen de dos factores: (1) el tipo de mineral y los fundentes utilizados y (2) las condiciones bajo las que se lleva a cabo la reducción. Los posibles resultados de la combinatoria de las múltiples variables que intervienen en cada caso, nos son en gran parte desconocidos. Podemos indicar que, dentro de los óxidos, la temperatura de reducción determina la presencia del arsénico (As), el níquel (Ni) y el antimonio (As) (Mille y Bourgarit, 2000) o que, en condiciones

23

Hasta el momento los elementos analizados o bien eran los que permitía la técnica y el equipo utilizados o bien respondían a los que todo el mundo analizaba sin pensar el porqué.

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reductoras, el cobre se reduce a 700 grados y junto con él se reducen asimismo el antimonio y el arsénico; éste último, sin embargo, no se incorpora al metal totalmente hasta que éste no se encuentra en forma líquida. Por su parte, en condiciones reductoras el níquel no se incorpora al cobre hasta que se alcanzan los 1000º de temperatura. Cuando se utilizan sulfuros, la reducción viene precedida por un proceso de tostación a atmósfera oxidante para eliminar el azufre, el hierro y convertir el mineral en óxido de cobre (infra). El tiempo que dure la tostación y las temperaturas que se alcancen afectarán tanto al azufre como a otros elementos volátiles como el zinc (Zn), que también van a desprenderse del todavía mineral pese que su presencia quedará representada por impurezas más o menos importantes. Uno de los problemas irresolutos en el conocimiento de las transformaciones en la composición elemental, atiende a la utilización de fundentes en la reducción para rebajar la temperatura necesaria y facilitar la separación de la ganga del metal. Cuando los fundentes se añaden al mineral de cobre durante la combustión, las impurezas se reparten entre la escoria y el metal. Sin embargo, los estudios realizados sobre la repartición de estas impurezas no han conseguido determinar cómo se lleva a cabo por lo que nos prácticamente desconocida. Desde la arqueología se debe tener especial precaución en la documentación de fundentes utilizados en la metalurgia prehistórica ya que si queremos relacionar y conocer los metales producidos en estos trabajos metalúrgicos deberemos conocer asimismo los fundentes que se añadieron a la reducción. Un buen ejemplo de esta cuestión se recoge en Tylecote y otros. (1977), quienes consiguieron introducir arsénico en un metal a partir de un fundente que lo contenía, cuando el mineral original estaba desprovisto de él. Si los fundentes hacen variar la composición elemental del metal e introducen nuevas impurezas, otros elementos participantes en estos procesos térmicos también lo pueden hacer. Algunas veces se tratará de elementos presentes en herramientas de trabajo (crisoles, hornos), mientras que otras veces podrán ser elementos procedentes de los materiales de combustión.

1.3. Refinado, refundición y vertido en moldes Cuando se ha obtenido el metal bruto fruto de la reducción aún queda una serie de eventos que pueden afectar a la composición elemental del metal.

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Tal como su nombre indica, el refinado consiste en obtener un metal más puro que el obtenido después de la reducción. Durante este proceso se calienta el metal por encima de su temperatura de fusión. Una vez en estado líquido, se puede oxidar el metal a partir de insuflar aire beneficiando la pérdida de impurezas como el arsénico o el antimonio que tienen temperaturas de ebullición inferiores al cobre. También se puede conseguir una segregación de un determinado elemento de diferente densidad, el cual se acumularía en la superficie y podría extraerse con la ayuda de una vara. El control de la atmósfera es muy importante en este proceso, ya que el comportamiento de los diferentes elementos depende casi en su totalidad de la cantidad de oxígeno que entra en contacto con el material fundido. El comportamiento de los elementos durante la solidificación es desigual. Algunos elementos tienden a la segregación y se acumulan en determinadas partes del objeto. Esta segregación puede comportar diferencias en la concentración de hasta el 30% de un determinado elemento, según la parte que analicemos. Asimismo, la velocidad en la que se efectúe la solidificación del metal propiciará también la acumulación de ciertos elementos como el azufre o el hierro. Si la solidificación es lenta en molde abierto se favorece la oxidación que propiciará la aparición de estos elementos, mientras que, una solidificación rápida y/o en molde cerrado, evitará su presencia.

1.4. Las Aleaciones Uno de los últimos aspectos a destacar en el marco de los factores que determinan la composición elemental del metal, lo constituyen las aleaciones. A partir de fechas muy tempranas se empiezan a realizar objetos de cobre en aleación binaria. Las primeras aleaciones binarias de las que se tiene constancia son las de cobre con arsénico24 y el bronce binario, que es cobre con estaño25. En el caso del estaño, éste no contiene casi impurezas, por lo que afortunadamente no variará sensiblemente el esquema compositivo del metal.

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El debate sobre la incorporación intencionada o no de arsénico al cobre en el sur de la península Ibérica está lejos de cerrarse, y creemos que pese a las dudas vertidas sobre la intencionalidad de esta aleación (Rovira, 1994) debe tenerse en cuenta, sobre todo cuando las concentraciones de As en el cobre superan de forma recurrente el 3% de la masa del metal. 25 Para que un bronce estannífero obtenga las propiedades óptimas, en condiciones de dureza y elasticidad, el estaño debe situarse en torno al 10% de la masa total, y es a partir de un 13%, que el metal se volverá más quebradizo y frágil.

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Una de las aleaciones más empleadas durante la prehistoria reciente fue la del bronce “al plomo”. Durante el final de la edad del bronce (1550-850 cal ANE) esta aleación comienza a hacerse recurrente en toda la fachada atlántica. Como veremos más adelante, la circulación del bronce ternario se convertirá en uno de los ejes de esta investigación, pues gran parte de los análisis efectuados para este trabajo, así como de los análisis sobre depósitos realizados por el equipo del C2RMF (depósitos del bronce final) han sido de objetos plomados procedentes del Norte de Francia. El plomo aleado en los bronces ternarios prehistóricos

que

hemos

analizado,

se

presenta en proporciones que oscilan del 0,1% al 50% aproximadamente. Según los resultados obtenidos para el Norte de Francia (infra) el plomo no va acompañado de impurezas, y cuando se alea al cobre, el metal resultante del proceso contiene niveles de impurezas muy reducidos. Sin embargo, hay que ser conscientes que la galena, mineral del que se extrae el Figura 4. Esquema del sistema de reducción de la calamina utilizado por Theophilus en la edad media (Rehren, 2004)

plomo, contiene plata (Ag) que después de la copelación podrá aparecer en forma de impurezas bastante significativas dentro del

plomo. Pese a que durante el final del segundo milenio los “lingotes” de plomo que encontramos en la fachada atlántica prácticamente no contienen impurezas, este hecho no implica que, en otros contextos, el plomo sí alteró la composición de impurezas del cobre original26, con lo que este factor tendrá que tenerse en cuenta en cada caso estudiado. Los objetos de latón o aleación con Zinc (del 3% al 45% de la masa) tienen otro problema. El mineral de Zinc a partir del cual se fabrica el latón en la prehistoria es la calamina, que en su estado natural va acompañada de hierro en porcentajes de hasta el 10%. Debido al proceso de aleación del zinc con el cobre, es difícil que este hierro pueda pasar al cobre en forma de impurezas.

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Los estudios de Véber en cuanto a la aportación de impurezas del plomo durante la aleación han permitido sugerir que en ocasiones este pudo afectar al alza los contenidos en plata (Ag) y en bismuto (Bi).

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El proceso de aleación del zinc se conoce como cementación27 y se basa en la alta volatilidad del zinc para extraerlo de la calamina e impregnarlo al cobre en forma de gas en ausencia de oxígeno. Pese a que Plinio y Dioscórides ya documentaron la obtención del latón (aurichalcum), el proceso mediante el cual se obtenía durante la prehistoria y en la antigüedad es prácticamente desconocido (Craddock, 1995). Algunos modelos experimentales que se han formulado al respecto nos son de gran ayuda para la comprensión de los posibles métodos usados durante la prehistoria (Martinón-Torres y Rehren, 2002; Rehren, 1999). El método consiste en introducir los diferentes elementos participantes en el proceso en un crisol cerrado. La calamina28 se introduciría en la parte inferior del crisol, encima se situaría el cobre y finalmente el carbón. Situando éste último en la parte superior se favorecería una atmósfera totalmente reductora e ideal para que el zinc evaporado de la calamina se impregnara en el cobre. (Rehren et al, 1993).

27

Ya hemos hablado de la cementación en el caso de los sulfuros enriquecidos de la supergêne en algunos depósitos cupríferos. 28 La calamina es el principal mineral del que se extrae el zinc (Zn).

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2. Las técnicas de análisis elemental de composición del metal En arqueología, en ocasiones, resulta difícil comprender los principios mediante los cuales funcionan las técnicas de las que hablamos. El término que las designa tiene poco sentido desde el punto de vista arqueológico y, en la mayoría de los casos sólo se recurre a los porcentajes finales en una tabla estadística para responder a las cuestiones planteadas. Desafortunadamente, no nos planteamos como han llegado los resultados ahí. Pensamos que la química es una “ciencia” libre de errores y que aquellos datos representan una verdad asentada. Con esa certidumbre en la consciencia emprendemos la labor de interpretar los resultados obtenidos sin más dilaciones. Sin embargo, esta “ciencia” acontece con los mismos problemas que cualquier otra y sus resultados están condicionados por las decisiones tomadas en el transcurso de su hacer. Una de las decisiones más determinantes es la elección de la técnica de análisis que aportará los resultados al estudio que queramos realizar. Cada técnica cuenta con una serie de especificidades que se hace necesario conocer antes de abordarlas. Dentro de esta “singularidad”, algunas de entre ellas, parten de principios comunes que nos indican unos procesos similares de análisis. Estas similitudes son las que encontramos reflejadas en los nombres de las técnicas y que nos pueden llevar a engaño, ya que podemos pensar que son más semejantes de lo que encontramos en la realidad. En algunos casos, la parte común del nombre se refiere solamente a la fuente de introducción de la muestra al analizador, es el caso del ICP-AES y del ICP-MS (infra). En el fondo, ICP (Inductive Coupled Plasma) únicamente nos informa que la muestra se introduce a partir de una fuente de plasma inductiva acoplada al espectrómetro. Palabras que a ojos del no iniciado pueden no significar nada. Se trata del método de excitación29 de la muestra para disociar la materia en átomos e iones30 libres a fin de poder analizarlos. En el caso del ICP se introduce un gas eléctricamente neutro pero muy conductivo, normalmente el argón que se calienta en una antorcha donde alcanza

29

Excitar la muestra significa alterar su estado estable, ya sea por medio de calor, como en el ICP o por otros medios como el movimiento, etc. 30 Átomo o agrupación de átomos que por pérdida o ganancia de uno o más electrones adquiere carga eléctrica. (RAE).

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los 7000ºC. La muestra en estado líquida es nebulizada31 para pasar entre el gas conductor. Es entonces cuando la muestra al calentarse a 7000º se atomiza. Sin embargo ¿qué interés tiene para el arqueólogo y/o la arqueóloga toda esta información? Muy poca y, en todo caso, de este proceso sería otra la información que nos interesaría; deberíamos conocer que el ICP es un método destructivo con el cual necesitaremos siempre una pequeña muestra (inferior a 20mg) que quedará totalmente destruida en el proceso de análisis. Por otro lado, en todos los nombres de las técnicas analíticas se nos informa a la vez del método utilizado para el registro de los resultados. Cuando hablamos de espectrometría, se nos indica que los datos se miden a partir de la lectura de la proporción de la masa, la carga, la longitud de onda, etc. de las partículas o radiaciones de una determinada característica. Como veremos, hay bastantes tipos de espectrometrías que se utilizan en arqueometalurgia, la espectrometría de fluorescencia por rayos X, la espectrometría de absorción atómica, la espectrometría de masas y la espectrometría de emisión atómica, entre otras. Sería inapropiado describir aquí detalladamente las partes y funciones de cada tipo de espectrómetro que se usa en el estudio de los materiales, sin embargo sí que voy a explicitar más adelante las características del espectrómetro utilizado en nuestro trabajo (infra). La selección de una técnica concreta de análisis elemental dependerá de diversos factores. Hay factores que condicionarán más los resultados que otros y, en este sentido, puede que una técnica concreta no nos interese porque sus resultados no se ajustan a los deseados en nuestras hipótesis. En este punto y, sobre todo, cuando las únicas técnicas materialmente utilizables no respondan a nuestras hipótesis de trabajo, deberemos plantearnos seriamente la conveniencia de destinar el esfuerzo y el dinero en estudios más útiles para el conocimiento social. Entre los factores que deben tenerse en cuenta para seleccionar una técnica de análisis de composición elemental se priorizarán, • El coste económico. Es el factor principal ya que mientras algunas técnicas pueden ser gratuitas o de bajo coste, en función de proyectos arqueometalúrgicos o convenios con laboratorios, otras tendrán un coste muy elevado que las hará materialmente imposibles. El coste también tiene la especificidad de ser universal a todos los resultados posibles, por lo que es aconsejable diferenciarlo de los otros factores aquí comentados.

31

Vaporizar un líquido o un gas. El nebulizador en este caso, también sirve para controlar la velocidad, la cantidad y la dispersión del gas vaporizado

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• La Precisión. Se refiere a la capacidad de una técnica para obtener resultados prácticamente idénticos en múltiples análisis de una misma muestra. • La Exactitud. Es la capacidad de que los resultados obtenidos en varios análisis de una misma muestra certificada se ajusten a los valores esperados. No debe confundirse con la precisión. El primero no requiere que los resultados se acerquen a los valores reales de la muestra si no que los diferentes análisis sean iguales entre sí. • La Sensibilidad32. Este factor hace referencia a los límites de detección y cuantificación de cada uno de los elementos que se analizan. El límite de detección hace referencia a la cantidad mínima necesaria de un elemento para que la técnica en cuestión pueda detectar su presencia. Normalmente se expresa en partes por millón o por billón, sobre todo en las espectrometrías (de masa o atómicas) y en la emisión de rayos X inducida por partículas aceleradas (PIXE). El límite de cuantificación, siempre superior al anterior, será la cantidad necesaria para que el elemento detectado pueda ser cuantificado. Por debajo de este límite podremos determinar su presencia; sabremos que se encuentra por debajo de una cantidad estipulada pero sin saber de qué cantidad se trata. Los resultados afectados por estos dos límites se presentarán según una forma convenida en cada laboratorio. • La Dinámica de cálculo. Algunas técnicas sólo permiten analizar los elementos que se presentan entre algunas partes por millón (ppm) y el 1% del peso total del objeto, por lo que únicamente serán válidas para calcular las impurezas o elementos traza. Otras, por el contrario, podrán analizar desde una parte por millar al 100% del peso total del elemento en el objeto, perdiendo exactitud cuanto menos (o más) presencia tenga el elemento. El margen entre la cuantificación mínima y máxima de cualquier elemento es la dinámica de cálculo. La dinámica de cálculo será uniforme para todos los elementos, pese a pequeñas variaciones según el elemento en cuestión. • El Número de elementos analizables. Cada técnica está preparada para poder analizar unos elementos específicos dependiendo de los instrumentos de lectura que incorpore. Algunas técnicas analizan varios elementos de la tabla periódica pero sólo uno en cada exploración. No obstante, la mayor parte de las técnicas,

32

Este es uno de los factores más importantes cuando se describen las diferentes técnicas analíticas ya que es primordial en el acercamiento a las hipótesis comparativas entre elementos traza. Es necesaria una buena sensibilidad para poder estudiar la circulación de metales o relacionar un objeto de metal a un tipo de mineral a partir de los elementos geoquímicamente determinantes.

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utilizadas

en

arqueometalurgia,

permiten

analizar

varios

elementos

simultáneamente, Algunas, como el PIXE (infra), pueden analizar la mayor parte de los elementos de la tabla periódica en una misma lectura, lo que las convierte en prácticas para realizar análisis de diferentes tipos de materiales. • Rendimiento. Se ciñe literalmente al tiempo que la máquina tarda en procesar la/las muestra/s y ofrecernos los resultados. Este tiempo puede resultar muy engañoso al no contabilizar los tiempos que cada protocolo requiere para la preparación y depurado de los resultados. Sin embargo, el protocolo no es inherente a cada técnica, si no que será asignada por el laboratorio o el grupo de trabajo. • El Protocolo. Largamente olvidado, es el factor que atraviesa todos los anteriores. La calidad de los resultados, el tiempo para preparar y depurar las muestras, los elementos analizables, todo ello queda condicionado al protocolo que el equipo de trabajo decida utilizar. En el caso de los análisis de composición, la utilización de un protocolo es sumamente importante. En primer lugar, estamos ante un tipo de análisis en que intervienen muchas variables, el cambio en una de ellas, por sensible que sea, afecta al resultado final. El uso de un protocolo nos previene de cambios involuntarios en estas variables; asegurándonos que los resultados finales son fruto de la composición elemental del objeto y no de fragmentos de corrosión no extraídos, o una mala solución que ha alterado la proporción elemental. El aspecto más importante de un protocolo reside en que las condiciones en las que se analiza una muestra sean idénticas para todas las demás; de manera que si se ha producido un fallo en algún momento del proceso analítico será más sencillo identificarlo y más rápido solucionarlo. Desgraciadamente, es muy difícil encontrar publicaciones en que los equipos de investigación expliquen el protocolo que siguen y, menos aun, que lo justifiquen. Esto nos advierte de que cuando se comparan los resultados de diferentes laboratorios, se debe tener mucha precaución y conocer muy bien aquello que se compara, aunque se haya utilizado la misma técnica de análisis.

Una vez conocidos los principales factores a tener en cuenta en la elección de la técnica adecuada nos introduciremos en las principales técnicas de análisis elemental de composición que se utilizan actualmente en la investigación arqueometalúrgica. Debido a que los análisis de composición elemental que presentaremos en este trabajo se han realizado mediante espectrometría de emisión atómica, debo comenzar la revisión con esta técnica y dedicarle, a nivel comparativo, un espacio más extenso y

33 | P á g i n a

una exploración más detallada. Además, será el eje referencial a partir del cual evaluaré las demás técnicas examinadas.

2.1. ICP-AES33 (Espectrometría de Emisión Atómica con Plasma Inductivo Acoplado) La espectrometría de emisión atómica con plasma inductivo acoplado es una técnica analítica basada en la lectura espectrográfica de la luz ultravioleta de los iones excitados. Permite realizar análisis elementales de composición de alta precisión con bajos niveles de presencia de los elementos. Con ella, podemos llegar a analizar hasta 70 elementos a la vez (Boss y Freeden, 1997). Para analizar la muestra, ésta tiene que estar en forma líquida. Para conseguirlos se disuelve el metal con Aqua Regia un conocido compuesto ácido (infra). Una vez disuelto, el

metal

se

controladamente

conduce hacia

el

centro del plasma de argón con una sonda. Para controlar la introducción de la solución se Figura 5. Diseño de la bomba de inyección utilizada en ICP.

utiliza

inyección

una que

bomba

de

bombea

mecánicamente por presión la muestra a través de la sonda. Para ello produce una succión

continua y constante mediante una bomba peristáltica34 (Figura 5). La cantidad de muestra introducida en el plasma debe ser exacta en cada análisis para asegurarnos que siempre analizamos el mismo volumen de muestra. El principio que rige esta técnica es el mismo que el utilizado en otras espectrometrías atómicas: se atomiza o ioniza la muestra con un plasma inductivo (nebulizado) y, al volver a su estado estable, los iones excitados emiten una luz característica que un polychromator separa según su longitud de onda. Acto seguido

33

También la podemos encontrar en la bibliografía como ICP-OES (inductively coupled plasma-optical emission spectrometry) por la confusión que puede generar con la Espectrometría de Auger por Electrones también siglada como AES (Boss y Freeden, 1997: ix). 34 El funcionamiento es muy similar al de nuestro intestino para impulsar los materiales de la digestión.

34 | P á g i n a

envía cada espectro de luz emitida hacia los detectores del espectrograma. En el caso del ICP-AES contamos con múltiples detectores, uno para cada elemento que queramos detectar. Su detección y lectura es programada previamente en base a los elementos deseados. Uno de los problemas comunes a las espectrometrías es que hay que ser muy consciente del número y los elementos a analizar. Cada elemento se manifiesta en múltiples longitudes de onda que nos son conocidas. Sin embargo, las longitudes de onda de algunos elementos se encuentran tan cercanas entre sí que pueden provocar graves interferencias. La presencia de un elemento en altas cantidades tapará la presencia de su elemento vecino e impedirá su correcta cuantificación. Por otro lado, el lector del espectrograma posee un espectro limitado de longitudes de onda detectables por lo que trabajaremos con un margen limitado de posibilidades. En consecuencia, resulta de suma importancia seleccionar correctamente las longitudes de onda con que se trabajarán y, también, preveer las composiciones que vamos a analizar. Una vez el detector capta la luz, envía la información recuperada a un procesador, punto en el cual finaliza la manipulación analítica y empieza la depuración y ajuste de los resultados. Los límites de detección y cuantificación variarán en cada sesión de análisis y, además, serán distintos para cada elemento analizado35. No hay límite máximo de análisis en ICP-AES, aunque es preferible que el porcentaje de la concentración del elemento base de un objeto sea la diferencia respecto a la suma de los demás elementos. En el laboratorio del C2RMF, para evitar problemas de interferencias de espectros, se analizan 25 elementos de los 70 posibles. Éstos han sido seleccionados previamente de acorde a sus posibilidades en la investigación que se lleva a cabo en diversos ámbitos de interés (Mille y Bourgarit, 2000). Básicamente, estos ámbitos se centran en la metalurgia del cobre; el estudio de las aleaciones, la circulación del metal o la procedencia mineral.

35

Pese a ello, la dinámica de cálculo siempre se moverá dentro de un margen conocido; en el ICP-AES este margen tiende a ser del orden de entre 1 y 10 partes por millón para la mayor parte de los elementos.

35 | P á g i n a

De entre ellos, quiero enfatizar la potencialidad del azufre (S), cuya presencia hemos visto que puede deberse a múltiples factores (supra), aunque queda por desentrañar las causas de su homogeneidad o heterogeneidad en colección cerrada. Una presencia importante de azufre es síntoma de la utilización de sulfuros para la obtención de cobre. Complementariamente, la ausencia de este elemento en un objeto, de un contexto arqueológico en el que abunda, nos puede indicar un metal procedente de una circulación o con un tratamiento singular (Mille y Bourgarit, 1998). Este elemento se analiza por primera vez de forma sistemática en el C2RMF y, como veremos, su estudio puede ayudarnos en la comprensión de las dinámicas metalúrgicas prehistóricas.

Figura 6. Conjunto de elementos que se determinan cuantitativamente en el C2RMF. (Mille y Bourgarit, 2000)

Las espectrometrías, y entre ellas la ICP-AES, son muy buenas técnicas para la realización de grandes series de análisis y tienen un rendimiento muy elevado. Todo el proceso de succión, atomización y lectura del espectro tarda entre uno y dos minutos para cada muestra analizada; lo que permite analizar en un solo día (si no hay contratiempos) una serie de entre 125 y 200 muestras,.

36 | P á g i n a

La precisión y exactitud también son muy altas. Las diferencias entre dos cálculos de una misma muestra son imperceptibles, como he tenido ocasión de comprobar en mis manipulaciones. Sin embargo, esta técnica no puede, de ningún modo, ser comprendida si no explicitamos asimismo el protocolo que complementa el apartado común de todo ICPAES. Sin explicitar el protocolo seguido en todas las etapas de la investigación, los resultados obtenidos estarían bajo la sospecha de posibles y probables errores y/o contaminaciones. Considero fundamental reseguir el protocolo que hemos utilizado en el C2RMF para el análisis de los objetos que protagonizan esta investigación; no sólo permite comprender hasta qué punto es necesario poder controlar todo el proceso, también conseguimos conocer los tiempos y la actividad real que requieren unos resultados fiables y exactos con ICP-AES.

2.1.1. El Protocolo para ICP-AES en el C2RMF 36 El aparato Optima 3000 SC de Perkin Elmer que hemos utilizado fue comprado por el laboratorio de los museos de Francia en el año 1997 (Figura 7). Durante los primeros años de funcionamiento se estuvo trabajando muy intensamente en la puesta a punto de un protocolo de investigación que permitiera superar y responder cuestiones importantes dentro de la composición elemental de los metales en arqueometría (Bourgarit y Mille, 2003; Mille y Bourgarit, 2000). Se enfatizó tanto el método de disolución de los metales para no perder información, la calibración del instrumento y muchos aspectos relativos al método ICP, como la creación de software específico (capaz de automatizar los procesos de obtención y presentación de los resultados) o la manera más adecuada para poder analizar elementos especialmente difíciles como el azufre. En su puesta a punto, dirigida por Benoît Mille y David Bourgarit, participaron diversos estudiantes de diferentes disciplinas.

36

Incluimos aquí la investigación desarrollada en el laboratorio que comprende desde la extracción de la muestra hasta la obtención y el procesado de los resultados. Desgraciadamente, queda excluida una parte fundamental que implica el trabajo de extracción y excavación arqueológica.

37 | P á g i n a

Figura 7. Imagen del ICP-AES del C2RMF con sus diferentes partes. Podemos distinguir la zona del nebulizador con la fuente de plasma, la zona del espectrómetro y la bomba. La bandeja con las muestras se sitúa justo al lado de la bomba.

El protocolo analítico se ha completado recientemente debido a que durante años ha estado sujeto a mejoras y revisiones. Se puede asegurar que el trabajo invertido ha permitido obtener una metodología que asegura un proceso totalmente controlado y en el que se pueden detectar la gran mayoría de problemas o contrariedades que puedan surgir durante la manipulación y la obtención de los resultados.

2.1.1.1. Extracción de muestras Cada vez existe menos reticencia hacia la extracción de una parte de los objetos arqueológicos para sus análisis arqueométricos. Esta mayor permisividad es fruto de dos factores: el primero, que presenta dos caras, engloba por un lado la pérdida del carácter fetichista del objeto arqueológico ya que poco las arqueólogas y los arqueólogos se quitan el yugo anticuarista y/o museístico de antaño. Y por el otro lado la proliferación de excavaciones de urgencia, donde las toneladas de material recuperado se quedan depositadas perennemente en almacenes públicos olvidados por la historia. Las arqueólogas, superando posturas precedentes anticuaristas, pueden empezar a valorar el objeto arqueológico como un contenedor histórico, al perder la noción de

38 | P á g i n a

objeto sagrado intocable que debe ser protegido por el polvo de una vitrina de museo37. En consecuencia, resulta lógico que quienes se siguen mostrando más reticentes a los análisis semi-destructivos sean algunos conservadores de museos. En todo caso, únicamente las “piezas” más espectaculares y singulares seguirán resguardadas de las

peligrosas

manos

de

la

investigadora y serán recubiertas de polvo en un museo. El segundo factor, deriva de la menor

cantidad

necesaria

para

de

materia

realizar

los

exámenes arqueométricos debido a la eficiencia tecnológica. A su vez, los análisis arqueométricos posibilitan respuestas Figura 8. Extracción de muestras con micro-broca

más

certeramente

históricas

a

la

investigación; siempre y cuando ésta

haya

planteado

correctamente las hipótesis y las metodologías de trabajo. En el caso del ICP-AES, son necesarios 10 mg de muestra para poder efectuar un análisis óptimo. Para obtenerla se utiliza un taladro especial al que se acopla una pequeña broca de 1 mm de diámetro38. El taladro utilizado tiene la peculiaridad de que el motor se encuentra separado de la zona de la broca y se acciona mediante un pedal. De esta manera se consigue una mayor precisión al reducir al mínimo la vibración causada por el motor, quedando una mano libre para sujetar la pieza y ajustar con precisión la zona a perforar. Cuando la conservación del metal impide la extracción por micro-broca se puede realizar el muestreo por extracción a la pince. En este caso, se recuperará un pequeño fragmento y no virutas de metal.

37

En una transmutación de objetos distinguidos a objetos comunes en la consideración del objeto arqueológico. La recuperación sistemática de los últimos ha facilitado este cambio (Lull, 2007). 38 El diámetro puede variar dependiendo del tipo de pieza. Así en piezas masivas como hachas o lingotes se pueden utilizar brocas de hasta dos milímetros, mientras que en piezas muy finas, delgadas o frágiles el tamaño de la broca puede disminuir hasta medio milímetro.

39 | P á g i n a

La dureza del metal varía mucho dependiendo del tipo de aleación y de los trabajos de forja y recocido aplicados. Cuando nos encontremos con un metal muy duro utilizaremos brocas de tungsteno (W), material mucho más resistente (aunque poco elástico) que el acero de las brocas normales y con el que se podrá perforar con éxito cualquier material39. Cuando perforemos con la broca, lo primero que se hace es limpiar cuidadosamente la superficie corroída de la parte a muestrear. El polvo de metal resultante de esta limpieza se tira para que no pueda mezclarse con el metal limpio. En ocasiones, la corrosión estará tan extendida que dejará muy poca parte de metal sana para trabajar. Antes de realizar la extracción de la muestra en estas condiciones, será necesario asegurarse de que no peligre la integridad de la pieza y, en caso contrario, recopilar toda la información que pudiera perderse si la pieza se fragmentara. Para extraer el metal sano se utilizará una hoja blanca limpia sobre la que se depositará el metal. Se trabajará con sumo cuidado para evitar la rotura de la broca, que en caso de romperse podría constituir una fuente de contaminación de no limpiarse cuidadosamente la muestra (Figura 8). Por último, el metal extraído se verterá meticulosamente en un tubo de muestras donde se anotará con rotulador indeleble la referencia de la pieza original y el número de muestra.

2.1.1.2. Preparación en estado sólido Concierne a la limpieza de la muestra de cualquier inclusión foránea al metal. Estas inclusiones pueden ser granos de corrosión superficial (figura 9.a), partículas ambientales como fibras o vello corporal, pequeños fragmentos de broca fracturada, etc. La limpieza de la muestra se realiza bajo la lupa binocular. Para retirar las inclusiones se utiliza un mondadientes o un escalpelo con el que se revisan los copos de metal y se sustrae las partículas contaminantes. El objetivo consiste en conseguir una muestra que asegure que únicamente se analiza el metal “sano” del objeto (figura 9b).

39

No obstante, cualquier vibración durante la perforación provocará la rotura de la broca.

40 | P á g i n a

Las muestras extraídas a la pince40 debido a su intensa corrosión seguirán un procesado diferente. En este caso, se sumerge el fragmento de metal en un recipiente de ultrasonidos con agua Milli-Q durante 30 minutos. Después, se revisa bajo lupa binocular y se limpian con un escalpelo las partes que presenten mayor corrosión. El producto resultante deberá ser pesado para recuperar una cantidad cercana a 10 mg (cantidad óptima para el análisis). El pesaje se hace con una balanza electrónica de precisión con cámara de aire cerrada que asegure la precisión de la medida. En ocasiones, sobre todo en pequeños objetos muy corroídos, será imposible alcanzar la cifra deseada. En estos casos, remarcaremos la cantidad de muestra disponible para verificar que no haya incongruencias en los resultados41. La selección de la muestra será inmediatamente depositada en un recipiente de látex previamente limpiado en ácido para evitar cualquier contaminación. Se utiliza el látex por ser un plástico extremadamente resistente a la corrosión. Debido a la electricidad estática producida entre los copos de metal y el látex es aconsejable mantener la sala en que se está trabajando a niveles elevados de humedad (en torno al 80%) pues, en caso contrario, podremos de perder importantes cantidades de la muestra a causa de los imprevisibles saltos de las volutas de metal. Una vez tenemos aproximadamente 10mg de muestra limpia aprisionada en el pote de látex, empieza la disolución del metal en ácido.

a

b

Figura 9. a) Muestra antes de la limpieza. Observamos granos verdes de distinto tamaño procedentes de la corrosión. Esta muestra además presenta corrosión intergranular. b) Otra muestra distinta después de la limpieza, vemos como sólo hay copos de metal.

40

Se suelen utilizar tenazas en esta operación. Como veremos seguidamente, los pesos de cada muestra se introducen en el programa informático que los utiliza para ponderar los resultados.

41

41 | P á g i n a

2.1.1.3. Disolución de las muestras La presente fase tiene como objetivo conseguir disolver el metal porque la ICPAES solamente puede trabajar con muestras líquidas. Para transformar el metal al estado líquido trabajaremos con una solución ácida conocida como Aqua Regia. En su fabricación utilizaremos: •

3/5 de ácido clorhídrico (HCL)



1/5 de ácido nítrico (HNO3)



1/5 de agua (H20). purificada y desionizada, utilizada en numerosas aplicaciones químicas, y comercializada bajo el nombre de Milli-Q42.

A este preparado se le añade escandio (Sc). El Sc es un elemento imposible de encontrar en el metal, pero analizable en el ICP-AES del C2RMF. En el protocolo diseñado se utiliza el escandio como elemento calibrador de la proporción de muestra analizada. Introduciéndolo en una cantidad controlada de 8mg/l, podremos re-calcular posteriormente los resultados en base a la cantidad de Sc detectada por el

Figura 10. Diferentes elementos que intervienen en la solución de las muestras descrita en este apartado. a) espacio de trabajo de seguridad; b) Recipientes de látex conteniendo la muestra disuelta en 2ml de Aqua Regia; c) Llenado de los recipientes con pipeta electrónica; d) Placa térmica en la que se calienta la muestra a 100º; e) Estado de la solución después de añadirle los últimos 3ml de agua purificada.

42

Marca registrada de Millipore Corporation.

42 | P á g i n a

espectrómetro. Para introducir el Sc en la solución, calcularemos la proporción necesaria y la introduciremos en lugar de la parte correspondiente al agua Milli-Q de la Aqua Regia. A título de ejemplo de lo anteriormente especificado, en la preparación de una solución para 200 muestras en las que queramos obtener 2ml de Aqua Regia por muestra utilizaremos: •

240ml de HCL



80ml de HNO3



76,8ml de H20 + 3,2ml de Sc

La solución resultante la dosificaremos en 2ml en cada uno de los recipientes de látex con la muestra metálica aun en estado sólido en el interior y acto seguido lo dejaremos en una placa térmica a 100º durante 2 o 3 horas para facilitar la disolución del metal. Cuando comprobemos que el metal se encuentra en estado líquido procederemos a añadir 3ml de agua purificada a cada uno de los recipientes conteniendo el metal disuelto. Con los 5ml resultantes de solución estaremos listos para traspasar el líquido a los tubos de ensayo definitivos para terminar la preparación y proceder a la sesión analítica.

2.1.1.4. La sesión analítica: Entre la calibración y la contaminación La sesión analítica es una fase sensible en la que se debe extremar el control sobre los elementos contaminantes. Por ejemplo, la sonda que introduce la solución hacia el plasma puede quedar contaminada después de pasar muestras con alto contenido en plomo. Cuando esto ocurra, se limpiará la sonda haciendo circular agua pura durante unos minutos. Los instantes fundamentales para la posterior calibración, son el principio y el final de la sesión. Diez muestras conteniendo únicamente agua Milli-Q serán pasadas al principio de la sesión, cuando se supone que tanto la sonda como la máquina están limpias; en consecuencia todos los valores deberán ajustarse a cero. Diez muestras iguales se volverán a pasar al final de la sesión. Estas muestras son conocidas como blancs de principio y final. Las diferencias entre ambos grupos de muestras nos indicarán la contaminación acumulada a lo largo de la sesión y, de esta manera, se podrá corregir. Después de estas primeras muestras se pasarán otra serie de muestras con cantidades controladas de cada elemento, que irán aumentando progresivamente.

43 | P á g i n a

Esta pequeña serie de muestras sirve para poder calcular la curva de calibración del instrumento y la calidad de la prueba para cada elemento. Estas muestras se preparan a partir de soluciones líquidas certificadas y siguen un proceso de preparación distinto que el seguido por las muestras arqueológicas. El siguiente elemento en el procesado será el análisis de muestras sólidas certificadas por laboratorio. Su elección se realiza en base a aquello que esperamos encontrar en los metales arqueológicos y su tratamiento será idéntico al de las muestras arqueológicas estudiadas, desde la extracción con micro-broca hasta la solución en Aqua Regia. Cada una de estas muestras certificadas tiene una composición diferente, normalmente se usan bronces binarios y ternarios con cantidades diferentes en los elementos traza; en algunos casos el elemento traza se encuentra en proporciones del 0,1% y en otros 0,0001%, así podemos comprobar la eficacia del análisis en diferentes cantidades

de

elementos

traza.

También

es

recomendable

incluir

algunas

composiciones más particulares como el latón para no tener problemas si alguno de los materiales arqueológicos está fabricado con este metal. El latón (Cu+Zn) tiene el inconveniente de que el Zinc es un elemento altamente contaminante

y

difícilmente

calibrable43.

Después

de analizar una 44

arqueológica con altos contenidos en Zn, se procederá a la limpieza

muestra

del mecanismo

y su comprobación con la referencia certificada antes de proseguir la sesión. Como ya he dicho, estas muestras se escogen en base a los metales que esperamos encontrar, por ello, la experiencia y un buen conocimiento previo de lo que se está analizando resultan básicas en la elección de las referencias utilizadas. La utilidad de las muestras sólidas certificadas no reside en la curva de calibración. El interés radica en ver la calidad del proceso analítico a lo largo de la sesión. En caso de observar indicios de contaminación se limpiarán los mecanismos del espectrómetro hasta estar seguros de haberla eliminado completamente y luego se pasarán estas muestras certificadas para comprobar el correcto funcionamiento del equipo. Finalmente, el último apunte o especificación que creo importante remarcar es que cada 10 análisis efectuados se realiza lo que denominamos QC (Quality Control). El QC consiste en pasar unas soluciones con una misma cantidad de todos los elementos analizados. Al final de la manipulación podremos observar la evolución de la calidad de la prueba y documentar posibles “momentos contaminantes”, ya que al

43 44

Lo mismo sucede con metales que contienen mucho plomo. Toda limpieza a la que haga referencia es con agua Milli-Q, a no ser que especifique lo contrario.

44 | P á g i n a

efectuarse regularmente podremos localizar e identificar las muestras causantes y las que se han visto afectadas para corregirlo en el procesado posterior de los datos.

2.1.1.5. Procesado de los resultados Las lecturas del espectrómetro son procesadas por un programa propio, el mismo que nos permite desde el ordenador controlar todos los pasos y muestras a analizar durante la sesión. Una vez tenemos los resultados en el ordenador procederemos a afinar la calibración y a comprobar muestra por muestra y elemento por elemento los efectos de la contaminación durante la sesión, y la correcta calibración de la curva espectrográfica. Al final del proceso, debemos conseguir ajustar a la realidad los resultados del espectrómetro a partir de la calibración mediante los QC, las muestras certificadas y los blancs (Milli-Q). Además, utilizaremos los “blancs” del principio y del final para establecer los límites de detección y cuantificación. Los resultados finales, en el caso del C2RMF, se importan automáticamente a un fichero Excel, adecuado para trabajar estadísticamente o bien para definir su edición. Aquí

se

termina

el

protocolo

de

análisis

de

ICP-AES

del

grupo

de

arqueometalurgia del C2RMF, encabezado por David Bourgarit y Benoît Mille. A partir de este momento empieza la interpretación de los resultados, aspecto que emprenderé en la tercera parte del estudio.

2.2. Otras técnicas para el análisis de la composición elemental usadas en el contexto arqueometalúrgico La técnica más empleada en el estado español para conocer la composición de los materiales, ya sean escorias, artefactos metálicos, minerales o adherencias, es la Espectrometría por fluorescencia de rayos-X mediante energía dispersiva (EDXRF). Es la técnica preferente en los análisis elementales de composición en España desde su utilización desde el Proyecto Arqueometalurgia de la Península Ibérica, referencia de la investigación arqueometalúrgica a nivel estatal. La EDXRF se basa en la excitación de un material mediante radiación de iones de rayos-X primarios. La reacción de los átomos del material son leídos por la lente que proporciona un espectrograma con los niveles de cada elemento.

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Pese a que la FRX puede utilizarse también mediante ondas dispersas (DCFRX), la mayor parte de los grupos de investigación utilizan la EDXRF, ya que con esta se consiguen resultados mucho más ajustados. No obstante, es una técnica que no proporciona resultados absolutamente cuantitativos y, en consecuencia resulta necesario contrastarlos si queremos asegurar los resultados obtenidos (Martín, J et al., 1998). Las medidas de error se dan sobre todo en los elementos traza y, en menor medida, en elementos minoritarios. En todo caso, la calidad de los resultados dependerá del equipo y la configuración utilizados y, claro está, de la persona que interpreta los resultados (Montero, 1994). Otro aspecto a tener en cuenta de la EDXRF reside en que no puede penetrar más de 300µm de la superficie del elemento, por lo que únicamente detectará la composición más superficial de la muestra. En el caso de las aleaciones, es usual que la concentración de los elementos sea diferencial en la superficie del elemento. Para superar estas limitaciones se utilizan métodos alternativos que ofrecen resultados más representativos; en este sentido, se lima o se limpia con chorro de arena una pequeña parte del objeto con el fin de evitar lecturas de pátina (Martín, J y otros, 1998; Montero, 1994). La reciente instalación de un equipo PIXE en el CMAM45 de la Universidad Autónoma de Madrid podría variar la balanza de las técnicas más utilizadas en los estudios de composición elemental. Sus características sobrepasan largamente las posibilidades de la EDXRF, aunque también la limitan al estudio de un tipo de objetos determinados (infra). La emisión inducida de partículas por Rayos X (PIXE) es una técnica que en lugar de bombardear con electrones (de masa más ligera), bombardea con protones con una masa 200 veces más pesada que los electrones. Su principio consiste en captar los rayos-X que el metal emite después de ser impactado por un rayo de protones. Para dar a los iones (protones) la energía necesaria para estimular los átomos del metal es necesario un acelerador de partículas (Figura 11). Entonces cada elemento emitirá un rayo-x característico. Para efectuar la aceleración de los protones se necesita una gran cantidad de energía del orden de 1 millón de voltios

45

Centro de Microanálisis de Materiales

46 | P á g i n a

Figura 11. Acelerador Grand Louvre de análisis elementales del C2RMF. A la derecha el acelerador de partículas. A la izquierda la línea con microsonda nuclear a presión atmosférica con un dispositivo de focalización de tan sólo 10 µm.

Mediante la PIXE se pueden obtener resultados elementales cuantitativos de la mayor parte de los elementos de la tabla periódica, aunque tengan una masa muy pequeña, sin

necesidad

de

usar

referencias

estándares

para calcular las

concentraciones absolutas. Con esta técnica, además, se tiene la ventaja de no necesitar cámaras de vacío, como en el MEB, siendo totalmente inocua para el objeto analizado. El mayor interés de este método reside en la posibilidad de efectuar análisis en áreas del objeto muy precisas, sin necesidad de extraer muestras y sobre objetos de cualquier tamaño. El análisis cubre una pequeña parte del orden de 0,1 mm, permitiendo abarcar una amplia gama de elementos analizables, desde el H hasta el Au, en el caso del CMAM, mientras que en el C2RMF son posibles los análisis de aquellos elementos cuyo número atómico varíe del 20 al 30 (entre el Na y el U). En consecuencia, es una técnica extremadamente adecuada para objetos que, en superficie, presenten diferentes aleaciones o decoraciones muy pequeñas. Su rendimiento es también muy elevado. En un par de minutos se obtienen los resultados de todos los elementos presentes en la zona analizada y la pieza no necesita más preparación que la limpieza de la parte a analizar; asimismo tampoco es necesario un proceso de depuración de los resultados. Sin embargo, el PIXE presenta un gran inconveniente en el estudio arqueometalúrgico de piezas arqueológicas. Su capacidad de penetración es inferior a 50µm (menor incluso que la EDFRX) lo que impide superar la capa de corrosión o la pátina de numerosas piezas de bronce o cobre que confeccionan nuestro potencial registro (Meyer-Roudet, 1999).

47 | P á g i n a

Antes de dar por finalizado este repaso de las técnicas más utilizadas en los análisis de composición sobre metales, es preciso tratar las espectrometrías atómicas, pues no en vano son las técnicas más usadas a nivel internacional. La Espectrometría de Absorción Atómica (AAS) es una técnica de análisis cualitativo y cuantitativo basada en la nebulización de parte de la muestra mediante la aplicación de un calor lo suficientemente elevado para atomizarla (mismo principio que la ICP-AES). Cada elemento crea una luz de determinada longitud de onda y la concentración de luz absorbida por el detector del espectrómetro permite cuantificar el elemento en cuestión (Hunt Ortiz, 2003). Hay dos formas de introducir y atomizar la muestra. La primera y más habitual es con un horno de grafito (GFAAS) que ofrece límites de detección más bajos y pocas interferencias espectrales. La segunda posibilidad es con una llama de acetileno con aire u óxido nitroso (FAAS). En este último caso, los límites de detección y cuantificación serán más elevados, sobre todo con determinados elementos; mientras que, por otra parte, el tiempo de análisis será mucho menor. El coste del FAAS también será más reducido y su manipulación más simple que la GFAAS. Con este método se pueden determinar hasta 40 elementos, aunque en cada ensayo solamente podemos detectar uno o dos de Figura 12. Esquema del funcionamiento de la AAS.

ellos. Cada vez que queramos cambiar el elemento analizado se tendrá que recalibrar el equipo. El

motivo está en que en lugar de utilizar un polychromator que separa la luz de onda emitida a diferente longitud y la dirige hacia múltiples sensores, utiliza un monochromator que detecta y desvía la fuente de luz del elemento previamente seleccionado. En consecuencia, el rendimiento es muy bajo en comparación con las técnicas anteriores. La exactitud de la AAS es bastante ajustada en los elementos mayoritarios con aproximadamente un error del 1% de media. Esta medida de error se multiplica por 15 en cuanto los elementos son trazas o minoritarios. La dinámica de cálculo permite lecturas con un rango que varía del 100% de la muestra, en su límite máximo, hasta varias partes por millón, en el mínimo. Los límites son parecidos a los que ofrece la

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ICP-AES, aunque con mayor sensibilidad y límites de detección inferiores para la mayoría de elementos (Boss y Freeden, 1997). Otras dos ventajas sobre la espectrometría de emisión atómica son remarcables. La primera radica en que pese q que se trata de una técnica que, pareja a la ICP-AES, necesita la extracción de una muestra, esta muestra puede ser mucho menor (en la AAS). La contrapartida es que al poder analizar un único elemento por ensayo la selección del elemento resulta fundamental. La otra ventaja es el menor coste económico del instrumento. Un ejemplo del uso reciente de esta técnica en el estudio de un adorno de plata de Peñalosa. Se quiso comprobar, a partir del porcentaje de Ag, si se había utilizado la copelación para la obtención de la plata y así poder determinar qué origen mineral tenía el metal trabajado (Moreno en Contreras, 2000: 169). Finalmente, la Espectrometría de Masas con plasma inductivo acoplado (ICP-MS), es otra técnica de gran similitud con la ICP-AES. Ésta es sin duda la más usada en el estudio de la composición de materiales (no únicamente metales) por sus características apropiadas al análisis de los elemento traza. Su utilidad no reside exclusivamente en el campo de los análisis elementales, ya que, como veremos en el próximo capítulo, es usada también en la obtención de los valores isotópicos de los metales. La base de esta técnica consiste en medir la ratio entre masa/carga (m/Z) de los iones salientes de la fuente de plasma (en ICP-AES se medía la luz de onda que emitían los iones excitados al volver a su estado normal). Cada isótopo de cada elemento corresponde a un valor único (igual que las longitudes de onda). Su lectura y detección nos permitirán determinar cuantitativa y cualitativamente la composición elemental de la muestra en cuestión. Para poder medir los iones cargados positivamente, se extraen, mediante chorros supersónicos, de la fuente de plasma a través de dos agujeros entre los cuales se establece sistema

un de

vacío lentillas

primario.

Un

electrostáticas

extrae y focaliza los iones cargados positivamente y los dirige hacia un filtro de masa cuadripolar (Meyer-Roudet, 1999). Finalmente, un detector registra Figura 13. Esquema de Funcionamiento de la ICP-MS.

los iones transmitidos por el filtro de masas y los conduce al sistema

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computarizado (Figura 13). Para cuantificar la concentración del elemento se contabiliza el número de iones detectados en cada ratio. De forma análoga a la espectrometría de emisión atómica, la concentración de una muestra puede ser determinada a partir de la calibración con muestras estándares. La precisión de esta prueba es idéntica al ICP-AES, así como su exactitud. La ventaja del espectrómetro de masas sobre cualquier otra técnica de análisis elemental de composición radica en que ofrece unos límites de detección y cuantificación sumamente bajos, del orden de partes por billón (ppb), muy superiores a las partes por millón detectables con la ICP-AES. Una desventaja, por contra, es que no puede analizar elementos que no se encuentren en cantidad de trazas en la muestra, ya que no podrá cuantificar aquellos que se sitúen por encima del 0,1% de la masa. A diferencia del AAS y parejo al ICP-AES, el ICP-MS, analiza entre 20 y 30 elementos simultáneamente, previamente seleccionados. Tampoco esta técnica se libra de algunas complicaciones. En primer lugar, como hemos visto, no podemos analizar elementos aleados y el metal de base. En segundo lugar, pueden producirse interferencias originadas en los iones moleculares del ICP (método de introducción de la muestra) que dificultan la lectura del espectrómetro de masas (Boss y Freeden, 1997). Es por ello que, tal como sucede en la espectrometría de emisión atómica, tenemos que elegir bien la ratio en la que analizamos cada elemento y, sobre todo, aislar aquellos elementos que puedan ocasionar picos de lectura muy elevados que invisibilizen otros cercanos en el espectrograma. Por sus características, la espectrometría de masas, es actualmente muy utilizada en los análisis de contaminación sobre todo tipo de materiales (agua, aire, tierra, cenizas...). Sin embargo, en el análisis de metales arqueológicos, únicamente tendría sentido cuando trabajáramos exclusivamente con elementos traza o micro-traza para cuestiones de procedencia, dejando la problemática de las aleaciones o los elementos mayoritarios de lado. Finalmente, mencionar que las muestras se pueden extraer mediante ablación láser, con lo que no haría falta una solución previa antes de introducirla en el ICP; en este caso las siglas de la técnica serán LA-ICP-MS.

50 | P á g i n a

2.3. Síntesis de las características más importantes de las técnicas expuestas en este capítulo

Siglas: ICP-AES Nombre: Espectrometría de emisión atómica con Plasma Inductivo Acoplado Nombre en Inglés: Atomic Emision Spectrometry Inductive Coupled Plasma Sensibilidad: Entre 0,1 y 20 ppm dependiendo del elemento y la sesión. Dinámica de Cálculo: Del 0,000001 al 100% de la masa en el metal. En cantidades por encima del 50% pierde precisión. Número

de

elementos

analizados

simultáneamente:

Entre

20

y

30

dependiendo de las longitudes de onda seleccionadas Rendimiento: 2 minutos por muestra en solución + el tiempo de protocolo y preparación muestra.

Siglas: EDXRF Nombre: Espectrometría por fluorescencia de Rayos X mediante energía dispersiva Nombre en Inglés: Energy Dispersive X-Ray Fluorescence Sensibilidad: Entre 10 y 100 ppm según los elementos Dinámica de Cálculo: Del 0,001 al 100% de la masa en el metal Número de elementos analizados: Entre 10 y 13 (para analizar el Mn, Co, Bi se necesita que su presencia en el metal sea elevada) Rendimiento: En el Proyecto Arqueometalurgia de la Península Ibérica, el tiempo de adquisición se fijo en 500 segundos (8min.) para los objetos de bronce (Rovira et al., 1997)

Siglas: PIXE Nombre: Emisión Inducida de Partículas por Rayos-X

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Nombre en Inglés: Particule Induced X Ray Emision Sensibilidad: Entre 1 y 10 ppm, dependiendo del elemento y la sesión Dinámica de Cálculo: Desde 0,0001 al 100% de la masa del metal Número de elementos analizados: Análisis simultáneo de los elementos con masa atómica entre el Na y el U (unos 80). Rendimiento: Unos cinco minutos por análisis (la preparación de la pieza es mínima).

Siglas: GFAAS Nombre: Espectrometría de Absorción Atómica Nombre en Inglés: Atomic Absorption Spectrometry Sensibilidad: Entre 1 y 10 partes por billón Dinámica de Cálculo: Desde ppb hasta el 10% de la masa. Número de elementos analizados: Aunque pueda analizar hasta 40 elementos sólo 1 puede ser analizado cada vez Rendimiento: Entre 2 y 3 minutos por análisis.

Siglas: ICP-MS Nombre: Espectrometría de Masas con plasma inductivo acoplado Nombre en Inglés: Mass Spectrometry Inductive Coupled Plasma Sensibilidad: Entre 0,001 y 1 partes por billón Dinámica de Cálculo: Inferiores al 0,1% de la masa del metal. Número de elementos analizados: Entre 20 y 30 elementos analizados simultáneamente. Rendimiento: 1 minuto por muestra en solución + el tiempo de protocolo y la preparación muestra.

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2.3.1. Tabla comparativa de las técnicas examinadas Nombre

Precisión

corta 0,1-2% ICP-AES

larga 1-5% corta

EDXRF

larga

GFAAS

1-10 ppm

larga corta

1-10 ppb

10-100 ppm

corta PIXE

Sensibilidad

Dinámica

Elementos

Tiempo

Cálculo

Detectables

Análisis

ppb – 100% 73 (25-30)

0,001

-

100% 0,0001 100%

-

2’

80 (13)

8’

82 (82)

5’

0,5-

5%

1-10 ppb

ppb-10%

+50 (1)

4’

1-10 ppm

ppm-10%

68 (1)

15’’

0,001-1 ppb

ppb-ppm

82 (25-30)

1’

larga 1-10% corta FAAS

0,1-

1% larga 1-10% corta

ICP-MS

0,5-

2% larga 2-4%

Leyenda: Precisión: los datos expresan el porcentaje de error sobre el resultado obtenido. “corta” y larga hace referencia a la duración de las sesiones analíticas. Sensibilidad: variará siempre en función del elemento, del equipo y de la sesión de análisis. “ppb” es la abreviación de partes por billón, mientras, “ppm” se refiere a partes por millón. La sensibilidad de FAAS es extremadamente variable en función del elemento analizado (Thermo Elemental, 2001:16-17) Elementos detectables: entre paréntesis los elementos detectables simultáneamente. Tiempo de análisis: se considera el tiempo de pasar una muestra y obtener los resultados para los elementos detectables simultáneamente. No se contempla el procesado de los datos.

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3. Otras posibilidades de las técnicas de análisis arqueometalúrgico Afortunadamente, el ámbito de la arqueometalurgia y, en consecuencia, el conocimiento arqueológico e histórico que podemos extraer de las evidencias de la producción metalúrgica, no se restringe a los análisis de composición elemental. Aunque en este estudio su examen copa gran parte del espacio, voy a dedicar unas páginas a exponer otras fuentes de conocimiento de la arqueometalurgia que considero fundamentales para la comprensión de la metalurgia prehistórica y las sociedades que la utilizaron. No obstante, las condiciones que rigen este trabajo impiden analizar todas las posibilidades, por lo que priorizaré tres de ellas. La primera responde a la observación macroscópica (o con lupa) que nos sirve para la inmediata y, a veces, intuitiva identificación del objeto. Dentro de este apartado encuentran su espacio toda aquella multiplicidad de acciones que alteran visiblemente al objeto. La utilidad reside aquí primordialmente en discernir los usos o los no-usos que definieron al objeto y la forma que adoptó en su transcurrir. En segundo lugar, examinaré el interior del metal, sus características, su examen mediante las metalografías, los diferentes instrumentos con los que se realizan y las de sus posibilidades de cada uno de éstos. Aunque la metalografía también pueda sugerirnos ciertos usos de los objetos, se utiliza fundamentalmente para aproximarnos las fuerzas termo-mecánicas manifiestas en su producción46. El estudio metalográfico de las escorias, adherencias y otros residuos de la reducción y fusión del metal, aportará también información diversa como los tipos de minerales utilizados o las condiciones en que se efectuó el proceso metalúrgico. Finalmente, me adentraré en una revisión de la técnica para determinar la procedencia de minerales a partir de los isótopos de Plomo47. Éstos, encumbrados como un Mesías salvador de la inconsistente cuestión de la procedencia a mediados de los ochenta, fueron defenestrados a lo largo de los noventa. Actualmente, su utilidad cobra vigencia después de una revisión extensa e intensa de la metodología y parámetros de trabajo.

46

Una vez se extraiga el metal frío del crisol o el molde. Aunque también ha sido utilizada para relacionar escorias, adherencias y artefactos metálicos entre diferentes asentamientos (Hunt Ortiz et al., 2007)

47

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3.1. Macroscopía y técnicas microscópicas. Morfometría y alteraciones “superficiales” La observación macroscópica es el primer examen y uno de los más importantes que dedicamos a todo objeto arqueológico. Empieza cuando observamos el objeto por primera vez todavía cubierto de sedimento y, gracias a ella, realizamos las primeras clasificaciones. “La primera impresión que nos produce cualquier objeto arqueológico pone en marcha todas las teclas del recuerdo en busca de un acorde similar y susceptible de entonar una síntesis de sentido” (Lull, 2007) Esta síntesis de sentido empieza con la materia del objeto: hueso, metal, cerámica, madera…; continúa con la “función”: artefacto, arteuso o circumdato; y finaliza en la forma-tipología: arma, útil, adorno, urna bitroncocónica… La mente de la arqueóloga se afana en colocar ese “nuevo” objeto en la bolsa correcta y con la etiqueta adecuada. La observación macroscópica y morfométrica se completa, después de esta primera impresión, con un trabajo sistemático de análisis morfométrico48, con el que se pretende extraer una información que nos acerque a prácticas recurrentes. Hacer una revisión exhaustiva de las problemáticas que conlleva el uso de las tipologías (como rectoras esenciales de las clasificaciones de objetos en arqueología) me obligaría a repetir el proceso con todos aquellos aspectos de la arqueometalurgia que desarrollo en este trabajo. En su lugar emplazo al lector a las observaciones dedicadas a este aspecto de los objetos de Lull (2007: 132-136). Una vez las relaciones tipológicas nos previenen de los posibles usos de un determinado objeto, acercaremos la mirada para poder contrastar esa idea forma/función que nos determina. La lupa binocular o el microscopio óptico de luz reflejada serán los instrumentos que nos permitirán detectar las trazas del transcurrir del objeto en el mundo. El análisis de trazas sobre metales es una dimensión por ahora poco explorada. Las condiciones de conservación de la superficie de los objetos arqueológicos impiden su observación en numerosas ocasiones. Sin embargo, negar la posibilidad de efectuar este estudio en aquellos objetos bien conservados, donde su observación es posible, sería renunciar absurdamente a una fuente de información que necesitamos si queremos

48

El cual partirá siempre de las hipótesis de trabajo planteadas y será justificado en base a éstas.

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establecer cuáles fueron las relaciones de un objeto antes de ser cubierto por el tiempo. Para desarrollar los análisis traceológicos sobre objetos de metal, una fuente valiosa de información procede de la experimentación. Con ella se pretende “copiar” los utensilios prehistóricos y son utilizadas para realizar la actividad que la tipología aconseja. Las marcas de uso resultantes son estudiadas mediante la lupa binocular o el microscopio óptico y fotografiadas para la construcción de una base de referencia sobre la que comparar las trazas de los objetos arqueológicos (Micó, 2006). Se sigue así el método clásico empleado en la industria lítica, pionera en el estudio traceológico, y guía que se sigue en estas primeras avanzadillas en arqueometalurgia. Aunque no tengo constancia de su aplicación a la arqueometalurgia, la microtopografía se revela como una técnica adecuada para estudiar sistemáticamente las trazas de uso en todo tipo de superficies. Es una técnica que se usa para delimitar las piedras gravadas y se ha revelado enormemente precisa en la correcta definición de los grabados sobre placas calcáreas decoradas (Melard, 2006). Si bien su aplicación a los objetos de base cobre aun no ha sido ensayada, las características de esta técnica permitirían diferenciar las marcas causadas por la corrosión de aquellas fruto del uso del objeto.

Figura 14. Equipo de microtopografía compuesto por el micro-rugosímetro, el escáner de lectura y el equipo informático preparado para el tratamiento de las imágenes obtenidas (Melard, 2006: 13).

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El funcionamiento de la micro-topografía es muy similar al del microscopio electrónico de barrido: reconstruye tridimensionalmente la superficie del objeto. El instrumento utilizado es un micro-rugosímetro (Figura 14), el cual realiza una lectura con luz blanca de la rugosidad superficial del objeto. Este dispositivo es usado corrientemente en aplicaciones industriales para el estudio de pulidos y solduras muy finas. También se utiliza en la investigación para obtener medidas de alta precisión de las superficies de diferentes objetos. El haz de luz emitida actúa como una línea continua de puntos que, al chocar con la superficie, son devueltos a un espectrómetro que lee las coordenadas X, Y y Z de cada punto y reconstruye una imagen de la superficie del objeto con una precisión de 1 micrón. Además, al eliminar los colores originales del objeto y sustituirlos por una colorimetría topográfica mejora la visibilidad de la superficie (Figura 15).

Figura 15. Relieve topográfico obtenido por el espectrómetro del rugosímetro del área de una traza sobre una placa calcárea magdaleniense (Melard, 2006:12).

Como podemos ver en la imagen (Figura 15), el resultado es óptimo para calcular los ángulos de las paredes de la traza, la profundidad y la sección, permitiendo una excelente identificación del tipo de material que provocó esa huella en el objeto. La colorimetría de la imagen también es fuente de información, pues nos delimita la zona afectada por el trazo y lo distingue de la superficie no alterada del objeto. ¿Será la micro-topografía aquella herramienta que incentivará definitivamente los análisis traceológicos sobre metal? Desgraciadamente, pienso que no. El elevado tiempo que requiere cada analítica, la dificultad de trabajar directamente con este instrumental y la poca atención que generan las trazas de uso en comparación con los grabados “artísticos” emplazarán el uso de esta técnica únicamente para los objetos distinguidos.

57 | P á g i n a

3.2. Técnicas para la caracterización de estructuras Los metales, y entre ellos el cobre, están formados como todos los elementos por átomos. Mientras el metal está en estado líquido, los átomos que lo forman están en movimiento que cesa cuando el metal se solidifica. Las estructuras del cobre y sus aleaciones se forman cuando éste pasa de estado líquido a sólido formando una red de cubos con átomos de cobre en los vértices y en el centro de cada una de las caras (Rovira y Gómez Ramos, 1998); es lo que se conoce como estructura cristalina. La mayoría de materiales presentan estructura cristalina, sin embargo, algunos de ellos, como el vidrio o el plástico, no lo hacen. A estos últimos los conocemos como materiales amorfos. Las estructuras cristalinas no son aleatorias; estas agrupaciones de átomos se hacen en arreglos repetitivos, constantes y ordenados. Hay diferentes, aunque limitadas, formas en que puede formarse la estructura cristalina de un material. En el caso del metal, las posibilidades se reducen a tres formas

tridimensionales

diferentes.

La

estructura cúbica centrada en el cuerpo (bcc), la estructura cúbica centrada en las caras (fcc) (Figura 16); y la estructura hexagonal compacta

(hcp).

Sin

embargo,

algunos

metales son polimórficos, como el hierro en el que su estructura cristalina varia en base a la temperatura en que se encuentre (Hinojosa, 2000). La estructura de los materiales y los

Figura 16. Estructura cristalina del cobre caracterizada por ser cúbica centrada en las caras.

enlaces de los átomos para formarla es lo que determina las características físicas que tendrá el material. Los enlaces son la forma en la que los diferentes átomos se unen para formar la estructura cristalina. En el caso de los metales, y concretamente en el cobre, hablamos de enlaces primarios metálicos. Las características de este enlace se definen por una asociación muy compacta donde los electrones de valencia quedan liberados de moverse libremente por la estructura cristalina. Esto otorga a los metales algunas de sus propiedades más importantes como es su ductibilidad y su gran conductividad térmica y eléctrica.

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Después de esta excursión hacia las estructuras de los materiales voy a centrarme en aquellos aspectos que conciernen a la caracterización de las estructuras en arqueometalurgia. Para ello tenemos que volver al momento en que el metal se solidifica y se forma la estructura cristalina. Las dendritas son el nombre bajo el que conocemos los cubos de metal una vez se solidifica el metal y antes de recibir cualquier tratamiento termo-mecánico. La estructura que adoptan las dendritas nos informa, en primer lugar, si la solidificación fue lenta o rápida, además de cómo se alearon los diferentes componentes del metal. Las estructuras resultantes de esta red de dendritas se conocen con el nombre bruto de colada. El bruto de colada proporciona una estructura heterogénea debido a los diferentes tiempos de solidificación de cada elemento. Al recristalizar el metal con la aplicación de calor (sin llegar al punto de fusión) se homogeneízan las dendritas que adoptan la forma de polígonos. Este proceso se conoce como recocido, y se acostumbra a realizar después de trabajos de forja que hacen perder la ductibilidad del objeto volviéndolo frágil, al causar grietas en su estructura cristalina. La forja es otro proceso mecánico que altera la estructura cristalina. El martilleo del metal permite otorgar una mayor dureza, tornándolo a su vez más frágil. Durante la forja las estructuras cristalinas se deforman y forman grietas que provocan una mayor resistencia a la ductibilidad. Cada zona del objeto recibirá un tratamiento específico en función de la forma y las propiedades deseadas49. Debido a esto se realizarán observaciones específicas de las partes que, a priori, suponemos alteradas o que han recibido un tratamiento más intenso. En todo caso, la observación estará condicionada, principalmente, por las hipótesis que orienten el estudio en cuestión. Mediante el examen de las estructuras podremos conocer si una herramienta fue fabricada previendo un uso específico, o bien se fabricó sin optimizar las características para usarla tal como su tipología preveía (Rovira Llorens y Gómez Ramos, 1998). La metalografía es la técnica que nos permite examinar las estructuras internas del metal. Para este propósito se usa el microscopio óptico de reflexión, mientras que para

la

observación

de

las

escorias

y,

como

veremos,

para

identificar

49

Por ejemplo el tratamiento que recibirá una espada en los filos no será el mismo que el aplicado en su empuñadura o en la parte central de la hoja.

59 | P á g i n a

compositivamente las inclusiones e impurezas en las escorias y estructuras metálicas se usa también el Microscopio Electrónico de Barrido (MEB). El problema que tiene esta técnica, y que no es debido a la misma sino al objeto, es que la estructura metálica, dependiendo del los procesos de trabajo recibidos, mostrará únicamente el último proceso, sobre todo si éste ha sido realizado con éxito. Así, si un objeto de metal ha sido forjado en frío, recocido y, luego de ser utilizado, forjado en caliente para mantenerlo útil, el único proceso que observaremosr será la última forja aplicada sobre él. El procedimiento de preparación de las muestras debe realizarse con suma precisión. El objetivo es obtener una superficie totalmente plana e impoluta que permita examinar sin equívocos la superficie de la muestra. Para ello se prepara una solución de epoxy en la que se inserta un fragmento de metal o de escoria que vayamos a estudiar. Si bien es cierto que para un óptimo estudio sería preciso alterar el objeto y seleccionar una pequeña muestra, el examen metalográfico no es destructivo. La muestra podrá ser reutilizada tantas veces como sea necesario. Una vez solidificado el epoxy, tenemos una pastilla de 3-4cm de diámetro con la muestra aprisionada en una de sus superficies planas. Para conseguir un alisado perfecto se llevarán a cabo una serie de pulidos. El pulido puede efectuarse a mano o automáticamente con un papel de lijar con polvo de diamante, donde tamaño de este último es menor en cada proceso de lijado. Finalmente, se lija la pastilla con un papel con polvo de diamante del tamaño de un micrón que dejará la superficie de la pastilla totalmente lisa y sin ralladas. En ocasiones, para una mejor observación de la estructura cristalina y las inclusiones sumergiremos la muestra en un compuesto ácido que resalte la colorimetría del material. El estudio de la superficie, puede mostrarnos estructuras que no son características del interior del objeto. Eso depende en parte de los procesos aplicados o de de los elementos que componen el metal y que se acumulan de forma desigual a lo largo de la estructura Figura 17. Ejemplo de metalografía donde se observan la estructura y los trabajos de forja aplicados sobre el metal. (Hunt Ortiz, 1999).

del mismo (ya hemos visto este mismo problema en el caso de la

60 | P á g i n a

composición elemental). En las escorias, al carecer de valor fetiche, será más fácil trabajar

con

superficies

más

grandes,

algo

necesario

al

ser

materiales

extremadamente heterogéneos. Las metalografías sobre escorias nos permiten conocer las condiciones en que se desarrolló la reducción (las temperaturas que se alcanzaron y las fases de los minerales atrapados en la escoria). Sobre todo, con el MEB, podemos conocer los tipos minerales utilizados en la reducción. Gracias al espectrómetro que normalmente lleva incorporado podemos efectuar mediciones bastante precisas de puntos muy concretos de la muestra. La calidad de las mediciones compositivas dependerá del tipo de instrumento incorporado en el microscopio. El microscopio electrónico de barrido (MEB o SEM50) es una herramienta de análisis que permite avances significativos respecto a la microscopia óptica y respecto a la espectrometría cuando se utiliza conjuntamente con una microsonda electrónica. El MEB utiliza la conductividad de los materiales para crear imágenes tridimensionales de la parte analizada irradiando la pieza mediante electrones de alta energía. El resultado es una imagen a partir de los contrastes topográficos de la pieza. Una de las ventajas del MEB es que, mientras la pieza quepa en la cámara de vacío51, permite lecturas elementales de toda la pieza y, a la vez, de zonas muy concretas. El análisis de zonas concretas se consigue mediante “pinchazos” muy precisos que pueden resultar relevantes para el conocimiento de inclusiones metálicas en restos de fundición o en zonas concretas de un objeto metálico que han podido recibir un tratamiento diferencial. Cuando una muestra presenta pátina se recubre la pieza con una lámina de grafito o de oro, debido a que la conductividad no es la misma. El estudio de las metalografías conlleva el estudio de los cambios de estado en los metales puros o aleaciones debido a las altas temperaturas o a los cambios estructurales en estado sólido. Para conocer de forma precisa las temperaturas para generar estos cambios, se utilizan el termopar y el pirómetro electrónico, que han devenido instrumentos importantísimos en la correcta interpretación de las metalografías (Rovira Llorens y Gómez Ramos, 1998). Hay otras técnicas, como el Análisis térmico diferencial (ATD) que permiten caracterizar las temperaturas alcanzadas en materiales cerámicos o de arcilla a partir de los minerales utilizados como desgrasantes que, a determinadas temperaturas, sufren cambios irreversibles. Esta técnica ha permitido conocer qué

50 51

Las siglas en inglés: Scanning Electronic Microscope. Aunque las lecturas deben efectuarse sobre una superficie plana.

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temperaturas han alcanzado ciertos hornos, como el de Soto de Medinilla (Martín, J et al, 1998). Pese a ser un análisis rápido, tiene un carácter destructivo al requerir muestras de 10mg para su realización.

3.3. El método de los isótopos de plomo Los isótopos son átomos de un mismo elemento que, conteniendo el mismo número de electrones y protones, difieren en su número de neutrones. Esta diferencia en los neutrones les confiere una masa atómica distinta. Los elementos tienen un número variable de isótopos estables que, en la mayoría de ocasiones, no varían a lo largo del tiempo. Tal es el caso del cobre, la plata o el oro, pero no del plomo (Leute, 1987). El plomo tiene dos tipos de orígenes en la naturaleza que afectarán a su composición isotópica. El plomo primigenio, cuya composición isotópica corresponde a la de este elemento en el momento de formación de la Tierra, incluye los 4 isótopos del plomo, 204Pb, 206Pb, 207Pb y 208Pb (Santos et al., 2003). El plomo radiogénico deriva del declive radioactivo de dos isótopos de uranio (238U y

236

U) y uno de torio (232Th) hacia el plomo y comprende los tres isótopos de mayor

masa atómica del plomo

206

Pb,

207

Pb y

208

Pb. El isótopo

204

Pb no es radiogénico en su

origen por lo que indicará la edad geológica de formación del plomo (Santos et al., 2003). “For a particular ore body the present-day lead isotope ratios will be determined by the integrated effects of all associations with uranium and thorium between some initial time and a later time, when the ore was formed, after which the lead is usually no longer associated with a uranium and thorium” (Stos-Gale, 1989).

En síntesis, Pbactual = Pbprimigenio + Pbradiogénico52 Gracias a esta peculiar formación del plomo, su composición isotópica ha ido variando desde la formación de la tierra y nos sirve de indicador de la formación del depósito mineral ya que, normalmente53, en cuanto se forma el mineral de plomo

52

Fórmula repetida en numerosas publicaciones y que yo he tomado de J.F. Santos et al. (2003). En determinadas circunstancias es posible una nueva interacción con el uranio y el torio o con plomo de composición isotópica distinta o un intercambio con el plomo contenido en el carbón utilizado en la reducción o en el sedimento en que el objeto fue amortizado.

53

62 | P á g i n a

común, el uranio y el torio se separan y la ratio isotópica se mantiene constante a partir de ese instante geológico (Hunt Ortiz, 2003). El interés de la geología concierne a diversos aspectos: establecer modelos de evolución isotópica del plomo desde la formación del plomo en la tierra, la naturaleza del material de origen o el ambiente tectónico de formación (Santos et al., 2003). Desde la arqueología o la arqueometalurgia, el gran interés de los isótopos de plomo es que estos nos pueden guiar, teóricamente, hacia el depósito mineral original de cualquier metal, escoria, mineral en donde el plomo contenido no haya sido alterado del mineral original (Stos-Gale, 1989). A diferencia de los análisis de trazas, los isótopos del plomo no se ven afectados por los procesos químico-físicos posteriores a la formación mineral. El motivo es que los isótopos de un elemento dado difieren únicamente en su masa, y sus propiedades químicas son virtualmente idénticas. Teóricamente, sólo mediante procedimientos físicos o químicos muy meticulosos se pueden separar los isótopos de un elemento (Gale, 1989). Sin embargo, y por los motivos que veremos en las páginas siguientes, los isótopos de plomo nunca ofrecen un resultado absoluto ni pueden afirmar que determinado artefacto procede inequívocamente de un depósito mineral; para ser correctos, deberemos afirmar que determinado artefacto es consistente a un depósito mineral concreto Por contra, con las precauciones arqueológicas adecuadas, sí podremos negar de forma segura la adscripción de un artefacto de metal a una fuente mineral concreta (Hunt Ortiz, 1998; Stos-Gale, 1989). 3.3.1. Historia Los análisis isotópicos del plomo empezaron a realizarse después de la segunda guerra mundial gracias al espectrómetro de masas, un instrumento muy preciso que permitía identificar y separar los diferentes isótopos. El uso de los isótopos de plomo en arqueología se remonta a la segunda mitad de la década de los 60, precedidos por los estudios del C14 que ya habían acercado la dimensión isotópica a la disciplina arqueológica54. El primer equipo en presentar un estudio de isótopos de plomo estaba encabezado por Brill y Wampler en el 66th General Meeting of the Archaeological

54

El estudio de los isótopos de plomo ha sido recurrentemente comparado con el del 14C, aunque personalmente creo que hay una gran distancia entre el impacto real de ambas técnicas en los estudios arqueológicos.

63 | P á g i n a

Institute of America, celebrado en Seattle en 1964. A éste le sucedieron otros dos encuentros en 1965 y 1967. En 1966, paralelamente, otro equipo dirigido por Grögler, Geiss y Grünenfelder publicaba sus resultados mediante la misma técnica analítica (Craddock, 1989). Ya en el artículo de 1967, Brill y Wampler manifestaron algunos aspectos de los isótopos de plomo que, quince años más tarde, se convertirían en auténticas discusiones bizantinas en las que nadie cedería su posición. Entre ellas destacan: el problema de la precisión y el afinamiento55 de los resultados debido a que pequeñas diferencias en las ratios isotópicas pueden ser muy sensibles. Y cómo afrontar el reciclaje del metal (Brill y Wampler, 1967). Si bien los primeros trabajos de Brill y Wampler, pecaron de una metodología poco afinada fruto de una inexperiencia aun justificable, los prometedores resultados obtenidos fueron el incentivo de otros grupos para volcarse de lleno en la “adaptación” y uso de los isótopos de plomo en arqueología (Gale, 1989). Aunque aquí me interese principalmente explotar las posibilidades y resultados de los isótopos en objetos prehistóricos de base cobre, la lista de aplicaciones en arqueología, desde los primeros momentos, fue extensa. Estudios sobre minerales arqueológicos de plomo y de cobre, artefactos de plomo y de plata, artefactos de base cobre sin alear, artefactos de cobre con aleación intencional de plomo y fuerte presencia másica, artefactos de hierro o latón, pigmentos de pinturas, cristales y rocas cristalinas como la obsidiana (Gale, 1989). Antes de finalizar la década de los 70’, Gale y Stos-Fertner56, referentes posteriores como avaladores del uso de los isótopos de plomo en arqueología, publicaron los primeros artículos sobre isótopos en monedas griegas y materiales egipcios (Gale, 1979; Stos-Fertner y Gale, 1979). Paralelamente en 1978 emprenderían el gran proyecto que les ha llevado a ejercer de timoneles de la técnica: el estudio de las fuentes de plomo y plata en el Mediterráneo, centrándose en Grecia, Chipre y Egipto y pautando los avances y afrontando las feroces y, a veces acertadas críticas al método de trabajo. Con el tiempo, el método de los isótopos de plomo ha madurado hasta convertirse en un recuerdo de aquellas mesiánicas previsiones, pero en una herramienta útil (más no autosuficiente) para estudiar la procedencia mineral de los metales arqueológicos.

55 56

Traducción de los conceptos precision y accuracy en inglés, respectivamente. Muy poco después, Zofia Stos-Gale.

64 | P á g i n a

No es casual que fuera a finales de los 70’ y durante la década de los 80’ que los isótopos de plomo encontraran un inmenso espacio y financiación para desarrollarse. Justo en esos años, se asiste al desfallecimiento del otro gurú de la procedencia como lo fueron los análisis de trazas. Después de la incompetencia de los megaproyectos de Stuttgart, Londres y Moscú, los isótopos encontraron un ambiente que los acogió con entusiasmo. Todo ello, unido a la necesidad de justificar el renacimiento de la vieja Europa en fechas políticamente muy importantes57 hizo que los isótopos se asentaran en un marco privilegiado en el que no se los cuestionó sistemáticamente hasta comenzada la década de los 90’. Bien es cierto que durante estos primeros años previos a los grandes enfrentamientos, se dejó un margen de confianza para madurar el método de trabajo y demostrar los positivos resultados esperados (Stos-Gale, 1989). Los resultados presentados sembraron dudas que dieron origen a la mayoría de críticas posteriores; críticas o reevaluaciones que ya encontramos a finales de los años 80’ (Reedy y Reedy, 1988, Pernicka et al., 1989), pero que será en los convulsos 90’ que tendrán su apogeo en los debates monotemáticos de Archaeometry (1992, 1993) o de Journal of Mediterranean Archaeology (1995)58; sin contar los congresos o simposios donde, más o menos asiduamente, se reprodujeron. A mi entender hay tres textos que expresan el cambio de paradigma que se vivirá en el campo de los isótopos y que los situará en una dimensión madura y cercana a una utilidad real y más general para la arqueología. Se trata, en primer lugar, de una breve nota en la Editorial del volumen 68 de Antiquity, de Christpher Chippindale (1994). En ella, con humor inglés característico, resalta la evidencia de dos aspectos concernientes al estudio de la procedencia mediante isótopos. El primero, la insistencia de los “científicos” en hablar un argot incomprensible para todo el mundo exceptuando los pocos iniciados el cual se mantiene pese a los llamamientos a su abandono. Y segundo, la inseguridad, después de mucho discutir, en el método isótopos. El segundo artículo de este cambio de paradigma, lo firma E. Pernicka (1995) y se inscribe en el debate del número monotemático del Journal of Mediterranean

57

Estamos ante la formación de la Unión Económica Europea y los últimos coletazos de la descolonización del próximo oriente y norte de África, no siendo baladí que el estudio principal de los isótopos se centrara en la circulación de lingotes a gran escala por todo el Mediterráneo, ¿Cómo hacer entender a las ex-colonias la relación natural, en tanto prehistórica, que nos une? 58 Existe una multitud de autores imposible de citar aquí convenientemente, Archaeometry 34 (1), (2) y 35 (2); Journal of Mediiterrenean Archaeology 8 (1).

65 | P á g i n a

Archaeology. Después de apelar a la autocrítica de todos los implicados, así como al abandono de las pugnas interpersonales, su sentir transcurre en que la situación de ese momento (1995) no es una crisis de los isótopos de plomo sino el despertar de una fe ciega en una técnica que es buena pero no absoluta. Si se quiere avanzar, se tiene la necesidad de trabajar combinadamente con los análisis traza teniendo en cuenta las dificultades que ello implica. Finalmente, el último texto que quiero mencionar es el de Tite (1996), también en Antiquity. Su contribución defiende un análisis integrado en el que los isótopos de plomo, tomados conjuntamente con los demás datos arqueológicos, pueden constituir una fuente de información valiosa para entender el suministro y la circulación de metal en arqueología. Desde finales de los noventa hasta la actualidad, el estudio de los isótopos de plomo se ha abierto a nuevos grupos extra europeos (Srinivasan, 1999), a una colaboración más estrecha con arqueólogos (Hunt Ortiz, et al., 2007) y también se ha experimentado con el análisis de los isótopos de estaño y de cobre (Gale, 1997; Woodhead, Gale y Stos-Gale, 1999; Yi et al., 1999). Actualmente, nos encontramos en un período de madurez de la metodología de trabajo, menos espectacular que en su origen, pero más estable y afianzada en una dinámica de trabajo útil para la arqueología. 3.3.2. Metodología Excepto raras excepciones y nuevas experimentaciones, la técnica mediante la cual se realiza el estudio de los isótopos de plomo es la espectrometría de masas por ionización térmica (TIMS). Es una técnica muy útil para determinar las relaciones isotópicas de numerosos elementos a partir de muy poca cantidad de muestra (menos 100 nanogramos de plomo), con un error absoluto a 2σ de 0,01% en las ratios isotópicas59 (Santos et al., 2003). En lugar de la fuente de plasma del ICP-MS, el TIMS funciona mediante una cámara de ionización en la que la muestra se insiere para ser calentada. Para evitar la ionización inestable del plomo se usa gel de sílice que, al calentarse a 700-900ºC, se cristaliza conteniendo el plomo y consiguiendo una emisión más estable de sus iones (Santos et al., 2003).

59

Más allá de este límite estaríamos en órdenes de magnitud de incertidumbre absoluta.

66 | P á g i n a

El fraccionamiento isotópico60 durante el proceso de calentamiento de la muestra sucede por la evaporación de los isótopos más ligeros del Pb antes que los más pesados Éste se puede controlar mediante el uso sistemático de estándares de corrección y el cálculo de un factor de corrección hacia un valor teórico aceptado por todos (Santos et al., 2003). Este factor de corrección sirve a su vez para compatibilizar las lecturas de los diferentes laboratorios, al estar homogeneizando los estándares en cada máquina utilizada. Para detectar los isótopos emitidos, los TIMS utilizan dos métodos dependiendo de la intensidad de la señal de la cantidad de plomo presente en la muestra: las cajas Faraday, para las señales más intensas y los contadores de iones para las señales débiles. En un espectrómetro puede haber 7 u 8 cajas Faraday, de las cuales sólo se utilizarán cuatro, una para cada isótopo, haciendo mediciones “estáticas” de los cuatro isótopos simultáneamente. Para el contador de iones (SEM, en inglés), se medirá el isótopo menos abundante, que será siempre el

204

Pb, mientras se utilizarán tres cajas

Faraday para medir los otros. En casos excepcionales de señales muy débiles es posible utilizar el SEM para medir los 4 isótopos de forma consecutiva (Santos et al., 2003). La representación gráfica es uno de los aspectos más importantes, y a su vez, más discutidos del método de los isótopos de plomo. Cuando se hace una medición, el resultado que el espectrómetro muestra son las ratios o relaciones entre los diferentes isótopos, donde uno de los cuatro siempre ejerce de isótopo de referencia para calcular y representar gráficamente los resultados. De esta manera, siempre quedarán expresados en tres variables, algo que no debería complicar sus posibilidades de procesado y evaluación. En arqueología, después de los primeros ensayos de Brill y Wampler61, se adoptó el

206

Pb, como isótopo de referencia62. Usando el

206

Pb, los depósitos minerales

deberían quedar representados por una forma ovoide, más ventajosa para la distinción entre diferentes campos isotópicos. En geología, como el interés radica en la adscripción cronológica del depósito mineral, el isótopo de referencia es el

204

Pb que permite trazar curvas modelo de la

edad geológica de la muestra (Santos et al., 2003).

60

Éste ha sido otro de los puntos más discutidos en cuanto a la fiabilidad del método, ya que si los isótopos pueden fraccionarse al alcanzar ciertas temperaturas, la relación entre ellos varía y altera los resultados de los análisis. 61 En su estudio no utilizan un isótopo de referencia concreto. 62 Las tres variables serán el resultado de las ratios entre 208Pb / 206Pb; 207Pb / 206Pb; 206Pb / 204Pb.

67 | P á g i n a

Para presentar gráficamente las ratios isotópicas en arqueología se utilizan dos diagramas bidimensionales representados de la siguiente manera: 208

Pb/206Pb vs. 207Pb/206Pb

206

Pb/204Pb vs. 207Pb/206Pb

La manera ideal de visualizar los resultados de las ratios isotópicas sería con un diagrama tridimensional de difícil representación en una superficie bidimensional como el papel (Gale, 1989). Los dos diagramas permiten, en su defecto, detectar y diferenciar los grupos isotópicos. De todas maneras, las posibilidades que ofrecen la mayoría de software actual, en cuanto a representación de gráficas tridimensionales, facilita trabajar y visualizar previamente los resultados en el ordenador y, posteriormente, delimitar los posibles grupos en los gráficos bidimensionales. Además, no debemos excluir las posibilidades de trabajar con otras ratios para evaluar todas las posibilidades. Pese a que teóricamente la representación de las ratios debe diferenciar los diferentes campos isotópicos muestreados, se han probado múltiples técnicas estadísticas para mejorar la representación gráfica y poder separar los distintos solapamientos en los diagramas; calculando la normalidad estimada, o con estadística discriminante (Sayre et al., 1992; Scaife et al., 1996). Su aceptación no ha sido, ni mucho menos, unánime, y la discusión sobre el tema ha centrado parte de las discusiones más acaloradas (Budd et al., 1996). El uso de estadística discriminante se propuso cuando se constataron dos hechos. (1)

Los

campos

isotópicos

no

siempre

se

delimitan

en

formas

ovoides

tridimensionales, sino que muchas veces hay muestras que dan valores desviados del supuesto campo o huella isotópica; y (2) en cuanto se trabaja con un marco espacial amplio (o estrecho), es muy recurrente tener problemas de solapamiento entre los resultados de dos o más campos isotópicos (Sayre et al., 1992) y si; además, se proyecta la desviación estándar de todas las medidas, la confusión puede ser enorme. Una de las soluciones que Sayre et al. propusieron, y que creo que usado combinadamente con análisis de trazas puede ser de mucha ayuda consiste en utilizar la concentración de cada isótopo63 como medida discriminante entre las ratios que se solapen (Gale y Stos-Gale, 1992; Sayre et al., 1992), aunque ello conlleva procesos matemáticos considerablemente complicados.

63

Otro punto sería el uso de la concentración absoluta de plomo como variable discriminante en función del tipo de mineral muestreado y del tipo de producción interesada.

68 | P á g i n a

Los solapamientos y las muestras “desviadas” de su campo isotópico nos sirven para introducirnos en uno de los puntos más importantes de los isótopos de plomo. Se trata de la metodología de muestreo para construir los campos isotópicos (Gale, 1989). Como bien remarca Pernicka (1992) un adecuado muestreo no siempre significa mayor clarividencia, sino que en numerosos casos implica mayor confusión. No obstante, es la única salida para conseguir una adecuada metodología de trabajo. El principal aspecto a remarcar, cuando se hace la prospección mineral, es que no basta con ir seleccionando y recogiendo minerales arbitrariamente. La verdadera relevancia radica en conocer lo que se está muestreando. La elección de minerales debe hacerse en función de las áreas explotables prehistóricamente y con minerales utilizados para la fabricación de los artefactos que nos interesan64. Además, la interpretación de los resultados también dependerá de este conocimiento geológico previo y del muestreo efectuado. Por ejemplo, tenemos un solapamiento entre dos depósitos minerales. Uno caracterizado esencialmente por minerales de plata o zinc, y en donde los cupríferos tienen un porcentaje no “rentable” de cobre. Mientras que, en el segundo, los minerales de cobre sí tienen concentraciones significantes de este metal y casi no hay mineralizaciones de galena o calamina. Cuando un artefacto de cobre quede en el área de solapamiento entre las dos mineralizaciones, el conocimiento previo de la geología y mineralización jugará un papel decisivo en la elección de la mineralización “consistente” original. Si en un principio el muestreo mínimo necesario se estableció entre 30 y 50 muestras por depósito mineral (Gale, 1989); la experiencia posterior se tradujo en que no era tanto el número de muestras realizadas si no la elección correcta de las muestras. Ello implicaba la participación directa del personal responsable (Gale y StosGale, 1995; Stos-Gale et al., 1995) y un conocimiento preciso de las formaciones geológicas a estudiar. Un problema que nos encontramos en innumerables técnicas analíticas, como los análisis de composición elemental, son los resultados “desviados” de lo esperado. En el caso de los isótopos se había argumentado a favor de excluir los resultados anómalos a partir de estadística discriminante (Sayre et al., 1992). Alguna voz precavida, argumentó a favor de excluirlo únicamente en el caso de estar

64

Los primero ensayos experimentales concluyeron que en un depósito mineral no tenía relevancia el mineral utilizado, ya que todos, independientemente del tipo de mineral o de su naturaleza daban resultados indiferenciados entre ellos. Al mismo tiempo, sin demasiadas explicaciones, aconsejaban encarecidamente que las muestras utilizadas debían ser consistentes con la producción metalúrgica a estudiar con el fin de reducir y delimitar esos campos isotópicos (Gale, 1989).

69 | P á g i n a

completamente seguros de que no eran el resultado de un muestreo insuficiente, de un campo isotópico subrepresentado o de depósitos minerales con anomalías. Esta misma voz (Pernicka, 1992 y 1993) aconsejaba la comparación directa entre las muestras minerales y artefactuales, más allá de su adscripción a un conjunto concreto. Además, otros múltiples factores (intercambio de plomo con fundentes, combustible o suelos; reciclaje y aleaciones) provocan que una muestra se salga del campo de adscripción de la fuente mineral original. Mi perspectiva, en cualquier caso es que se debe ser muy precavido y contemplar todos aquellos factores, tanto arqueológicos como geológicos, que participan, aunque sea insignificantemente, en la alteración isotópica del plomo. En este sentido, en los debates que tuvieron lugar durante el período de maduración del método, casi nunca se puso en duda la técnica en sí, si no que la discusión versó sobre la metodología de trabajo y las interpretaciones de la misma (Budd et al., 1996). Un último comentario del asunto de la representación e interpretación de los resultados está en relación con la formación geológica de los depósitos minerales. Cuando se puso a punto el método se estableció, a partir de los depósitos minerales europeos y mediterráneos, que la variación isotópica de un depósito mineral stratabound o conformable no superaba el 0,3%, hallándose depósitos en Bleiberg (Austria) que no superaban el 0,1% en la variación de su campo isotópico (Stos-Gale, 1989). No obstante, en cuanto el muestreo se amplió, algunos campos isotópicos “amplios” empezaron a tener una variación de en torno al 2%, lo que provocaba numerosos problemas de solapamiento con depósitos cercanos (Budd et al., 1995b). Una de las soluciones que se propusieron fue la de intentar diferenciar distritos mineros que permitieran separar las grandes mineralizaciones (Gale y Stos-Gale, 1995), siendo el resultado muy discutido. En el lado opuesto, otro problema son los depósitos anómalos o multi-stage, en que dos o más depósitos minerales, ya sea por ser de una misma edad geológica o por otros procesos, se solapan (supra). En este caso, se ha probado la existencia de depósitos minerales en los que hay una enorme variación isotópica Ello puede ser fruto, de que en muchos depósitos los minerales primarios (sulfuros) son fruto de procesos geológicos distintos en momentos distintos (Ixer, 1999), lo que sin duda alterará

la

huella

del

campo

isotópico.

Sin

tener

constancia

de

nuevos

descubrimientos, hasta hace bien pocos años, no se conocía, para toda el área mediterránea, ningún yacimiento anómalo (Hunt Ortiz, 2003). Este desconocimiento también podría deberse a que, en realidad, son pocos los depósitos minerales muestreados adecuadamente.

70 | P á g i n a

Sabemos que, desde los primeros momentos, el reciclaje del metal se planteó como uno de los puntos infranqueables de los isótopos de plomo (Brill y Wampler, 1967). Aunque en un principio se pensó que los resultados de cobre reciclado de dos fuentes minerales diferentes quedarían en un punto intermedio, según fuera la concentración aportada por cada uno de los metales65, se ha observado que su distribución es difusa e impredecible. Una consideración sobre esta cuestión barajada por los Gale fue la inexistencia de reciclado o de reciclado de mineralizaciones diferentes en sus estudios de los lingotes de piel de buey, u otros objetos arqueológicos con los que han trabajado. La justificación se encuentra en el hecho de que sus materiales coincidían con los campos isotópicos barajados y en que el material que se amortizaba en lugares funerarios o deposiciones salía del circuito del reciclaje, como en los objetos procedentes de las tumbas micénicas (Gale, 1989). En todo caso, cuando se emprenda una investigación de isótopos de plomo, la cuestión del reciclaje deberá plantearse muy seriamente antes de perder tiempo y dinero. Las aleaciones representan un caso parecido, aunque diferente, pues si se mezclaran dos minerales o metales con cantidades parecidas de plomo, el resultado sería nulo. En la metalurgia prehistórica, las aleaciones que se efectuaron raramente afectan la composición isotópica del plomo del mineral de cobre. En la Península Ibérica la primera aleación que se dio fue de cobre con arsénico. Parece que existe unanimidad en que fue una aleación totalmente natural, en la se aprovecharon minerales de cobre ricos en arsénico (Montero Ruiz, 1992), acción que no alteraría los resultados isotópicos del plomo. En el caso de que la aleación fuera intencionada las probabilidades de que afectara al plomo del mineral de cobre también serían mínimas, por la mínima presencia de plomo en los minerales de As (Gale y Stos-Gale, 1982). Una aleación consciente fue la mezcla de cobre con estaño. Sin embargo, como la estannita o casiterita de la que procede el estaño se presenta extremadamente libre de impurezas, tampoco se alterarían los resultados de los isótopos (Hunt Ortiz, 2003). Finalmente, ante la aparición de los bronces ternarios, en los cuales se alea plomo en proporciones superiores al 4%, el resultado de los isótopos nos indicaría el posible origen de la galena mediante la que se obtuvo el plomo y no el mineral de cobre. La única disyuntiva en el caso de los bronces ternarios radicaría en distinguir claramente los casos en que se añadió plomo aleado de los casos en que formó parte del mineral de cobre original.

65

Lo que supuestamente facilitaría la “adivinación” de las posibles fuentes al situarse en puntos próximos del diagrama.

71 | P á g i n a

La contaminación por intercambio de plomo (tanto en la prehistoria como en el trabajo en el laboratorio) es otra de las cuestiones que se han planteado en las discusiones sobre la técnica. La contaminación o inclusión de plomo extraño en los metales prehistóricos podría producirse durante la adición de fundentes, la interacción con combustible rico en plomo o incluso debido al contacto con las cerámicas o paredes del horno. Todos los experimentos que se realizaron en su momento para comprobar y determinar esta contaminación dieron un resultado negativo inapreciable, teniendo en cuenta la desviación estándar de los resultados (Gale, 1989). Por su parte los estudios experimentales lograron falsar la posibilidad del fraccionamiento de los isótopos de plomo durante los procesos metalúrgicos prehistóricos (Budd et al., 1995a; Gale y Stos-Gale, 1996). Por otra parte, con el objetivo de poder optimizar el proceso analítico y conseguir medidas de error y desviaciones estándar cada vez menores, las condiciones de laboratorio se están perfeccionando continuamente. El plomo, es hoy en día uno de los metales pesados que se encuentran en mayor cantidad en la atmósfera terrestre debido a su inclusión en los combustibles como antidetonantes. Está presente en el aire que respiramos, las sopas que comemos y también en los laboratorios donde se analizan las muestras. La adopción de protocolos cada vez más desarrollados para evitar este tipo de contaminación, muy sensible cuando se trabaja con muestras muy pequeñas (100 nanogramos de metal), ha servido para conseguir resultados más precisos (Santos et al., 2003) y anular las posibilidades de obtener resultados desviados por culpa de contaminaciones. La contaminación por plomo durante los años ochenta obligó a rehacer muchos análisis de nuevo (Budd et al., 1996; Gale y Stos-Gale, 1995) El auge de los isótopos se produjo en gran medida por la depreciación de los análisis de trazas, y los grandes defensores de la técnica se caracterizaron en un principio por ser los mayores críticos a los estudios de composición (Gale y Stos-Gale, 1982; Stos-Gale, 1989). No obstante, con el tiempo, los estudios de composición elemental a nivel de trazas se han mostrado útiles para ser usados de forma combinada con los isótopos. Pernicka (1995) fue de los primeros en defender este trabajo combinado, aunque su recomendación tardaría en ser escuchada. Los conocimientos

adquiridos

sobre

las

formaciones

geológicas,

así

como

del

comportamiento de los diferentes elementos en los procesos metalúrgicos (Ixer, 1999; Leblanc, 1997; Pernicka, 1999) obligan hoy en día a trabajar conjuntamente con ambos métodos si se quiere contrastar los resultados. Considero que ésta es la mejor opción para resolver cuestiones arqueológicas relevantes, como la procedencia

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mineral de los metales arqueológicos, y por ello, le he dedicado a este método de los isótopos un espacio mayor que a otras técnicas. Esta técnica que nació como sustituta se ha convertido en compañera de viaje, y así sucede siempre en la historia, nada (ni nadie) individualmente es lo suficientemente bueno”. 3.3.3. Los isótopos en el estado español Para cerrar este apartado de los isótopos de plomo, quiero hacer algunas breves referencias a su uso en el estado español. Fue el Proyecto Gatas el primer lugar en el que se usaron los isótopos de plomo en la península Ibérica, en un intento de comprender la circulación de metales en el sudeste peninsular durante el período argárico y el bronce final (Stos-Gale, Hunt Ortiz y Gale, 1999)66. Los resultados obtenidos contradecían la hipótesis de una metalurgia de abastecimiento local aceptada ese momento (Montero Ruiz, 1998). No obstante, el hecho de que el depósito mineral “consistente” con parte de los artefactos estudiados estuviera en Sicilia no aportó mucha credibilidad en su momento al método isotópico (Stos-Gale, 2001), ayudado por la falta de una metodología de muestreo completa y de una desconfianza de las bases de los isótopos de plomo (Montero Ruiz, 1999; Montero Ruiz, 2002). Si bien el estudio analítico de Gatas se realizó en el Isotrace Laboratory de Oxford, uno de los integrantes del equipo de este estudio, Hunt Ortiz, ha sido, sin ninguna duda, el promotor de la metodología de los isótopos en el ámbito académico español. Tanto su participación en el estudio de Gatas como, sobre todo, el trabajo desarrollado para su tesis doctoral centrada en la metalurgia prehistórica del Sudoeste (Hunt Ortiz, 2003) y sus trabajos en “defensa” de los isótopos de plomo (Hunt Ortiz, 1998), favorecieron su aplicación en la arqueología peninsular. De forma casi paralela a los primeros trabajos de Hunt Ortiz, la Universidad del País Vasco, en colaboración con la Universidad de Huelva67, lograron poner a punto el método de los isótopos de plomo para su aplicación arqueológica (Santos et al., 2003). Con ello resultó el primer laboratorio (y único hasta ahora) del estado español en que se pudieron realizar mediciones isotópicas del plomo de carácter arqueológico. Fruto de esta puesta a punto, se ha emprendido el estudio del sitio de San Blas (Badajoz). Los resultados conseguidos son excelentes en cuanto se pueden correlacionar perfectamente artefactos metálicos de La Pijotilla con escorias de San

66 67

Desgraciadamente la totalidad del estudio arqueometalúrgico se limitó a esta técnica. Con presencia importante del Proyecto Odiel (Nocete, 2005).

73 | P á g i n a

Blas. Aunque no se haya podido atribuir un lugar concreto de extracción del mineral, que parecería de un origen múltiple, los resultados no dejan de ser prometedores en cuanto permiten realizar grupos de objetos asociados a escorias y desechos metalúrgicos (Hunt Ortiz et al., 2007).

74 | P á g i n a

2ª PARTE 4. Contextualización del objeto de estudio Después de vislumbrar las posibilidades de la investigación arqueometalúrgica, es momento

de

introducirme

en

la

contextualización

sociohistórica.

Muchas

investigaciones sobre la producción minero-metalúrgica se llevan a cabo sin un conocimiento suficiente de la situación histórica en la que ésta se encuentra. Ya en otro trabajo (Escanilla, 2005) explicité que el estudio de la producción metalúrgica no puede realizarse independientemente de la totalidad del trabajo arqueológico. También considero de extrema importancia que la o el responsable de la investigación arqueometalúrgica participe y conozca la excavación, la organización del espacio en cada período de ocupación, la localización y asociación de materiales y los posibles problemas de atribución que toda excavación des-cubre. En su defecto, cuando uno se encuentra ante la imposibilidad de participar directamente en la organización y excavación de un yacimiento, y debe analizar los materiales clasificados bajo la categoría de “producción metalúrgica”, la posibilidad que subsiste es intentar comprender lo más rigurosamente posible el contexto histórico, el yacimiento y los materiales objeto de investigación

4.1. El paradigma de la edad del bronce La edad del bronce es ya un concepto antiguo dentro de la arqueología. Su origen se traslada al conocido sistema de las tres edades que Christian Jürgensen Thompsen publicó de forma anónima en 1836. En él diferenció por primera vez los objetos prehistóricos de un museo en tres categorías según el material en que estuvieran fabricados (piedra, bronce y hierro), clasificando cada grupo de objetos dentro de una línea diacronía evolutiva, donde la piedra sería el más antiguo y el bronce el más reciente (Briard, 1972). Es también el comienzo de un sistema tripartito que dominará todas las divisiones y subdivisiones posteriores. Especialmente importante dentro de las divisiones tripartitas futuras será la adaptación que, desde la antropología evolucionista de finales del XIX, se hará entre salvajismo, barbarie y civilización y que poco después será adoptado por la arqueología (González Marcén et al., 1992). Otra variante del sistema tripartito, es la

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de dividir cada período en tres subfases, ya sea bajo formas de números, letras o la acepción de antiguo, medio, final. Representa la extrapolación, por un lado, del sistema evolucionista del siglo XIX o neoevolucionista del XX68 y, por el otro, de una concepción organicista de la realidad que asocia cualquier entidad social a la de un cuerpo que nace, se desarrolla y muere (Castro Martínez et al., 1996). El concepto pretende englobar, dentro de una propuesta evolucionista, el período que transcurre desde que “las sociedades” próximo-orientales y europeas fabrican y utilizan por primera vez objetos de bronce hasta que el hierro empieza a manipularse para la fabricación de herramientas. No han sido pocos los intentos de superar esta aproximación a las sociedades que habitaron en la prehistoria reciente, sin embargo, ninguna de ellas ha contado con unanimidad para imponerse a la majestuosa “EDAD DEL BRONCE”. ¿Es la fabricación de artefactos y arteusos69 de bronce aquello que caracteriza a las sociedades que los usaron? ¿Es gracias al uso de artefactos de bronce que aquellas sociedades se “desarrollaron” en formas de organización a veces diferentes a las anteriores y supuestamente más “complejas”? No creo que el bronce tenga todo ese poder espiritual por sí solo, aunque su perduración y exclusividad arqueológica puedan hacérnoslo creer. Conocemos otros lugares en los que se desarrollaron formas de organización de la producción mucho más “complejas”, según la clasificación evolucionista clásica, sin usar ningún tipo de herramienta de bronce o de hierro, aunque en el arte de exterminar se mostraran mucho menos eficaces que las que sí lo usaban. La edad del bronce, entendida como un período paneuropeo, que es de lo que aquí se trata, tiene poco sentido si lo que nos interesa es comprender la producción de la vida social (Castro Martínez et al., 1998). Abarca una amalgama de formaciones sociales de muy distinto orden, con un registro arqueológico muy diverso. Como categoría arqueológica sólo tiene sentido en el momento en que nuestro único interés es ordenar cronológicamente un conjunto de factores y establecer paralelismos cronológicos entre grupos arqueológicos difusamente diferenciados.

68

Con la fórmula de Fried (1967) de sociedades igualitarias, jerárquicas, estratificadas y estatales o de Service (1975) de bandas, tribus, jefaturas y estado (Lull y Micó, 2007) 69 Todos los materiales estudiados pueden englobarse como artefactos según la nomenclatura de Lull (1988, 2007).

76 | P á g i n a

Para intentar comprender las dinámicas sociales, ya sean evolutivas70 o sincrónicas, entre diferentes espacios, urge cambiar totalmente la perspectiva de estudio. Sin embargo, la arqueología como disciplina, por falta de interés y por ineficacia metodológica, ha sido incapaz de llevarlo a cabo. La edad del bronce, en consecuencia, sigue utilizándose como aglutinador temporal y como enlace conductor de una serie de evidencias que, en muchos casos, no están relacionadas. Entre las que sí están relacionadas encontramos una de las claves que convierten la edad del bronce en elemento fundamental para el constructo del discurso ideo-arqueológico que, como no podía ser de otra manera, está vinculado a la metalurgia. No podemos negar que en determinados, pero recurrentes, lugares históricos encontramos una circulación y deposición de artefactos de bronce a gran escala que han sido interpretados de distinta manera. Al respecto, Kristiansen llega a diferenciar hasta cinco tipos de depósitos en base a su función (Kristiansen, 2001), a los que deberíamos sumar los depósitos mixtos que mezclan varias de las categorizaciones propuestas (Gabillot, 2000). Las deposiciones de metal en todo el subcontinente han sido elementos fundamentales para asentar y difundir la idea de una Europa emancipadora con “hombres” emprendedores que montaron sus empresas comerciales y permitieron emancipar “sus” sociedades del padre tiránico y despótico oriental71 (Harding, 2000). Que la Unión Europea creara el Comité para los Pueblos de Europa y que una de sus primeras acciones fuera una campaña de divulgación bajo el título “edad del bronce, primera edad de oro de Europa” no es para nada casual y responde a la creación de un emblema que esencializa empresarial y económicamente los estados de la Unión Económica Europea (Ruiz-Gálvez Priego, 2001). ¿Qué pasa cuando se pretende dar la sensación de uniformidad a entidades arqueológicas tan heterogéneas como las que proceden de la edad del bronce en Francia?; los saltos que se deben dar para hacer coincidir las fronteras de un estadonación actual con las realidades arqueológicas pasadas son vertiginosos. La solución más actualista es realizar estudios en zonas muy concretas como valles de ríos o regiones administrativas departamentales (Bourgeois y Talon, 2005), que pese a resultar incompletas, presentan una mayor homogeneidad que las obras generalistas de carácter divulgativo (Carozza y Marcigny, 2007).

70

En el sentido de transformación diacrónica sin implicar una interpretación evolucionista. Una revisión de los diferentes planteamientos académicos respecto a las implicaciones sociales de la edad del Bronce la podemos encontrar en González Marcén, Lull y Risch (1992).

71

77 | P á g i n a

Debido a la falta de coherencia y la ausencia de evidencias arqueológicas correspondientes que abogaré por desarrollar la investigación en base a limitaciones geográficas próximas y relacionadas prehistóricamente. Para delimitar el tiempo y espacio sería deseable desechar los viejos paradigmas de objetos aislados o descontextualizados de metal y trabajar con “grupos arqueológicos” (González Marcén et al., 1992). Los útiles demarcadores de esta perspectiva arqueológica estarían compuestos por la información de la ocupación del espacio, los modelos de asentamiento en hábitats y de las prácticas funerarias y los objetos asociados a estos espacios arqueológicos.

4.2. La cuenca parisina y el Norte de Francia entre el 1550 y 700 cal ANE La tradición arqueológica francesa, cercana a la alemana, se ha caracterizado por el gusto a las tipocronologías cruzadas. No sería exagerar si afirmo que los delimitadores “culturales” franceses se han construido exclusivamente en base a objetos “preciosos” de bronce. Todos ellos proceden de depósitos, de los que con mucha suerte se conoce su localización y excepcionalmente han sido excavados en el marco de intervenciones arqueológicas y no “tesáuricamente”72. Los “estilos” metálicos de objetos distinguidos son la llave maestra mediante la cual se han construido “Culturas”, “Complejos”, “Grupos Culturales” y hasta “Sociedades”. Sin embargo, muy poco se sabe de la organización de la producción, de las relaciones sociales que dentro de ella se estructuraron, de las formas de organización del territorio, etc. Sólo recientemente (Brun et al., 2005; Le Goff y Guichard, 2005) se ha profundizado en alguno de estos aspectos, aunque el trabajo por hacer todavía es enorme. Una de las principales dificultades que encuentran las arqueólogas y los arqueólogos para mejorar la comprensión de la organización social de los grupos arqueológicos estudiados, estriba en que la mayor parte de los yacimientos (ya sean asentamientos, necrópolis o depósitos) se descubren en tierras agrícolas de los valles aluviales. Éstas han sido objeto de una agricultura intensiva durante muchos siglos y, recientemente, de extracciones de arena a las que ahora se suma la actividad incesante de los detectores de metal. Por ello, es casi imposible encontrar yacimientos “intactos” o que conserven un estado óptimo para la excavación e investigación

72

Me refiero a los buscadores de tesoros con detectores de metal que se deleitan destruyendo contextos arqueológicos y recogiendo preciados objetos cargados de fetichismo.

78 | P á g i n a

arqueológica. Además, se trata de yacimientos cuyas estructuras se construyeron exclusivamente con materiales orgánicos y tierra; y por tanto éstas han desaparecido debido a los múltiples procesos postdeposicionales ocurridos. La investigación de un registro arqueológico con estas características resulta especialmente delicada y obliga a incluir nuevas metodologías para recopilar el máximo posible de información (Carozza y Marcigny, 2007).

4.2.1. El Espacio de estudio En lo que se refiere al espacio, el centro de actuación corresponde a la zona que P. Brun (1991) intentó delimitar como el groupe culturel de la Manche dentro del “Complejo Cultural Atlántico” defendido para los últimos siglos del bronce final. La delimitación cultural-tipológica del espacio varía significativamente en propuestas cronológicas anteriores. En una revisión diacrónica podemos contrastar estas transformaciones formales, representadas por cambios en las prácticas funerarias (Le Goff y Guichard, 2005) y también, aunque de forma paulatina y mal documentada, en la organización de los asentamientos. En la Figura 18 vemos, dentro de la cuenca parisina, la delimitación de los Valles de los ríos Oise, Aisne, Marne y parte del Sena,

Figura 18. Detalle del Norte de Francia y las cuencas fluviales donde se sitúan los yacimientos que se tratan en este trabajo.

79 | P á g i n a

espacio en el que me centraré. La cuenca parisina es una de las formaciones naturales más extensas del actual territorio francés. Es una cuenca típica sedimentaria, con forma de cubeta abierta hacia la Mancha y el Atlántico. Comprende todo el valle formado por el Sena así como sus numerosos afluentes y los ríos costeros de la Meseta Picarda y la Normandía, configurando el Sena la costa oriental de esta última. La constitución general actual es la de una llanura agrícola o boscosa con unas pocas colinas de poca altitud (>100 m.s.n.m) que se presentan en forma de espolones por la erosión de los diferentes estratos geológicos en el este y sudeste de la cuenca. Los valles de los ríos ocupan una gran extensión del paisaje formando llanuras aluviales muy suaves. La formación geológica de la cuenca debe retrotraerse a las eras Secundaria (-250 a -65 millones de años) y Terciaria (-65 a -2,5 millones de años). Sin embargo, no será hasta el fin de la era Terciaria que la cuenca parisina, como la mayor parte de cuencas europeas quedará por encima del océano. A partir de este momento, la erosión fluvial y climática moldeará lentamente el paisaje sedimentario hasta la actualidad. Las mesetas calcáreas periféricas de la cuenca sedimentaria pueden llegar a cotas de 500 metros de altitud. Son elevaciones de los macizos hercinianos y regiones sedimentarias; un ejemplo de ello lo encontramos en el norte, en el antiguo macizo de las Ardenas, desgastado por una larga erosión. La sedimentación arenosa de la cuenca de París proviene de la erosión de formaciones

sedimentarias

mesozoicas

atribuidas

a

las

diversas

fases

de

sumergimiento de la cuenca y de la erosión climática. También, la erosión de las formaciones calcáreas periféricas aporta parte de la sedimentación que conforma el valle. Esta erosión ha alterado las rocas metamórficas terciarias dando lugar a suelos arcillosos silíceos, ácidos y poco beneficiosos para la agricultura (pre)histórica. También encontramos allí una aportación de loess procedente del transporte fluvial desde el Macizo Central o desde los depósitos eólicos del cuaternario. Es el río Sena, durante el Holoceno, quien deposita arenas y sedimento limoso, formando las islas interiores del río y los márgenes actuales. Estas zonas de la cuenca parisina conforman los espacios de mayor aprovechamiento agrícola de dicha región. En lo que se refiere al marco concreto de la investigación realizada, ésta se restringe a la vertiente este de la cuenca del Sena, bien en las orillas, o bien en alguno de sus afluentes. La mayor parte de los yacimientos se insieren en los márgenes del Oise y de su afluente, el Aisne, como Choisy-au-Bac que se halla en la confluencia de ambos ríos. Por su parte, Changis-sur-Marne se encaja en uno de los meandros del río Marne (Figura 19).

80 | P á g i n a

Todos

los

asentamientos

y

necrópolis de los que disponemos materiales se ubican muy cerca o en los márgenes de cursos de agua. Choisy-auBac

es

especial

un al

caso

situarse

estratégicamente

en

la confluencia de dos Figura 19. Ubicación de los principales yacimientos estudiados en la cuenca parisina.

ríos Villiers,

navegables. también

estaba delimitado por dos cursos de agua, uno de los cuales era un canal hoy desaparecido. En el punto 7 de este trabajo desarrollaré las especifidades de los yacimientos y su inserción en redes sociales más amplias, con atribuciones en los grupos arqueológicos respectivos.

4.2.2. Los tiempos La mayoría de investigadoras francesas siguen aplicando en sus investigaciones sobre la edad del bronce, el sistema propuesto por J.J. Hatt entre los años cincuenta y los setenta (Tabla 2). La periodización de Hatt es muy similar a la propuesta por Déchelette a principios de siglo XX, aunque ésta última incluía el calcolítico como bronce I, lo que hacía que la edad del bronce tuviera cuatro estadios (Guilaine, 1976: capítulo 1). En la cronología de Hatt, encontramos un bronce antiguo, desde 1800 a 1400 arq. ANE, subdividido en tres fases internas de un siglo73 y, un bronce medio, también subdividido en tres fases, desde el 1500 hasta el 1100 arq. ANE. En el caso del bronce final, subdividirá las fases II y III en dos subfases, A y B para cada una de ellas. Actualmente, debido a nuevas lecturas de las tipologías cruzadas, se ha apostado por juntar la fase I con la fase IIa y la fase IIb con la IIIa, restando la fase IIIb como fase final. Esta nueva clasificación no representa otra cosa que la adaptación del sistema de campos de urnas de Kimming (1951-52-54) al esquema de Hatt. También

73

Tanto en el bronce antiguo como en el Medio, el sub-período III tiene una horquilla de dos siglos, el último de los cuales se encabalga con la fase I del siguiente período.

81 | P á g i n a

se corresponden a las fases III, IV y V de Montelius para Escandinavia, periodización realizada a finales del siglo XIX (Kristiansen, 2001). Pese a que la mayoría de las investigaciones en Francia usan el sistema de Hatt, también se utiliza, en ocasiones, el sistema de Müller-Karpe (1959) para lo que sería el bronce final al este de la cuenca parisina. Desde esta perspectiva todo queda regido por influencia de los campos de urnas centroeuropeos al Hallstatt. Es bastante corriente encontrar en los textos referencias al Hallstatt B 2/3 para los siglos IX y VIII arq. ANE, ya que Hallstatt B2 de Baviera equivale al B3 de Suiza (Harding, 2000). Finalmente, también encontramos algunas publicaciones donde se usa la fase de Gündlingen74 como momento de transición entre la edad del bronce y la edad del hierro. Este momento de transición se solaparía entre el bronce final IIIb y el Hallstatt

Tabla 2. Tabla con las equivalencias de los diferentes esquemas de periodización en uso (Blanchet, 1984; Guilaine, 1976; Harding, 2000; Kristiansen, 2001). En rojo, las fechas radiocarbónicas calibradas, propuestas por A.F. Harding (2000) en combinación con la propuesta de Mederos (1997) para las diferentes zonas que usan cada esquema (Montelius para Escandinavia; Müller Karpe para Centroeuropa y J.J. Hatt para la Francia Atlántica). Es evidente que las equivalencias de los esquemas no coinciden con las dataciones absolutas.

74

Nombre de un tipo de espadas las cuales constituyen variantes orientales de una serie de espadas atlánticas “protohallstáticas” que en la zona atlántica aparecen asociadas a los primeros objetos de hierro. Son espadas de 700 mm de largo, aproximadamente, con hoja tripartita (Mohen, 1977)

82 | P á g i n a

antiguo de Hatt. Recientemente se han venido publicando algunos textos en los que se trata de equiparar las dataciones de C14 a los sistemas tipocronológicos al uso (Kristiansen, 2001). Lo que destaca de estas revisiones es que el bronce final de la zona Atlántica vuelve a reducirse a sólo tres subfases (I, II, III o inicial, media, final, dependiendo del autor). Otra vez volvemos a encontrar el esquema tripartito clásico en el que los grupos arqueológicos, nacen, crecen y mueren. Dada la dificultad para asimilar todas estas cronologías cruzadas, readaptadas y modificadas a lo largo de todo el siglo XX he tratado de sintetizarlas en la tabla 2, donde reúno la información de las diferentes propuestas, con las actualizaciones llevadas a cabo a lo largo del último siglo. Advierto que, en este caso, sólo se trata de equiparar las propuestas más utilizadas en la arqueología francesa y centroeuropea. La validez cronológica de la misma queda en evidencia al contrastar las propuestas con la información del C14. En una segunda tabla (Tabla 3) he procurado sintetizar, más allá de la compatibilidad tipológica, las diferentes propuestas basadas en el radiocarbono para cada fase, período o “cultura” del bronce final.

Secuencia tipológica Cronología Mordant JJ. Hatt (1977) (1998)

Ruiz-Gálvez Priego (1998)

Bronce Final I-II/a

Fase Antigua 1350-1150 cal ANE

Bronce Final I 1250/1200-1100 cal ANE

Bronce Final IIb-III/a

Fase Media 1150-950 cal ANE

Bronce Final II 1100-940 cal ANE

Bronce Final III/b

Fase Final 950-800 cal ANE

Bronce Final III 940-750 cal ANE

Mederos (1997)

Castro et al. (1996)

Bronce Final I 1425- Secuencia Penard 1300/1275 cal ANE 1500-1200 cal ANE Bronce Final IIa a IIIa 1375/1325-925 cal ANE

Secuencia Huelva 1250-1000 cal ANE

Secuencia Baiões Bronce Final IIIb 925Vénat 1000800 cal ANE 800 cal ANe

Harding (2000) Francia

Harding (2000) Centroeuropa

Bronce Final I-II 1400-1200 cal ANE

Bronce D 14001200 cal ANE

Hallstatt A1-A2 12501050 cal ANE Hallstatt B1 11001000 cal ANE Bronce Final IIIa y IIIb 1300-800/700 cal ANE Hallstatt B2/3 (1050-750 cal ANE)

Tabla 3. Cronologías absolutas calibradas propuestas para la cuenca de París durante el bronce final.

Sobrepasaría la dimensión y la temática de este trabajo poder explicitar los tipos de objetos que caracterizan cada uno de estos períodos, principalmente, porque muchos de los tipos propuestos se encuentran también en otras cronologías. Una muestra de los trabajos estadísticos para la asociación de tipos a un período concreto y su atribución “cultural” se puede encontrar en el ensayo de quien define el bronce atlántico y sus subdivisiones culturales en Francia (Brun 1991, p. 14-15). Creo interesante anotar que estas tipologías se han hecho teniendo en cuenta, en gran medida, los objetos de metal de las deposiciones no funerarias. Estas deposiciones aisladas de todo lugar de actividad social constituyen uno de los

83 | P á g i n a

registros

arqueológicos

más

resbaladizos

que

poseemos.

¿Qué

son

estas

deposiciones no funerarias de metal? Es posible, como algunas autoras han apuntado, que se trate de reservas de metal de artesanos metalúrgicos (Verger, 1992), pero, ¿por qué no pueden ser el botín escondido de saqueadores de tumbas de períodos posteriores? Una hipótesis igualmente indemostrable que explicaría por qué algunos depósitos como el de Vénat contienen piezas que distan más de trescientos años entre sí! (Coffyn, Gómez y Mohen, 1981). Las hipótesis sobre el significado de estas deposiciones siguen abiertas y, mientras la mayoría de ellas sean descubiertas por saqueadores, gran parte de la información queda perdida para siempre.

4.2.3. El carbono 14 en sepulturas y asentamientos Si queremos delimitar correctamente los horizontes temporales de unas prácticas sociales diferenciadas, debemos utilizar las dataciones absolutas por carbono 14 (Castro, Lull y Micó, 1996). Pero no sólo es necesario enviar muestras al laboratorio sino, sobre todo, conocer qué estamos datando. El uso del método del radiocarbono en el estudio del bronce final en la cuenca parisina ha sido escaso hasta fechas muy recientes. Su elevado coste, la confianza absoluta en las tipologías cruzadas y la ausencia de contextos de prácticas sociales recurrentes propiciaron las reticencias a un método de datación que, además, proporcionaba un margen de error superior a los intervalos cronológicos que se pretendían datar. Otro de los elementos que ha obstaculizado el uso del C14 es la propia dinámica arqueológica de la región. La extracción de arenas de los márgenes de los ríos de la cuenca parisina y sobre todo en los aledaños de Ile-de-France ha sido muy intensa durante el siglo XX. Estas extracciones han afectado sensiblemente los yacimientos que allí se ubicaban, principalmente asentamientos y necrópolis. No obstante, es gracias a estos trabajos que hoy en día tenemos un conocimiento mínimo sobre los patrones de asentamiento y la organización de la producción durante las diferentes secuencias del bronce final. Las extracciones de arenas han propiciado el desarrollo de una arqueología de salvamento a gran escala con actuaciones que, en ocasiones, superan las ochenta hectáreas (Carozza y Marcigny, 2007) y que han permitido en los últimos veinticinco años aumentar considerablemente el número de sitios conocidos y excavados.

84 | P á g i n a

El problema de la arqueología de salvamento, se halle en Francia o aquí, es que es muy difícil llevar a cabo una investigación completa de los materiales y del yacimiento por falta de tiempo y de presupuesto. La remarcable ausencia de monografías es su prueba más palpable. Estos condicionantes han repercutido durante mucho tiempo en la carencia de dataciones absolutas de los materiales contextualizados, refugiándose las arqueólogas en las secuencias tipo-cronológicas pre-aceptadas. No ha sido hasta momentos muy recientes cuando, gracias a un programa impulsado por el laboratorio de Gröningen, que ha aumentado considerablemente el número de dataciones disponibles para las necrópolis y los asentamientos del bronce final. Estas dataciones por AMS se están realizando sobre la apatita de los huesos, sean éstos humanos o animales. El método utilizado procura unas dataciones con un margen de error muy bajo que se sitúa casi siempre en los 30-40 años. Ello ha favorecido que muchas arqueólogas que hasta ahora se mostraban reticentes a la datación absoluta porque la tipología daba menos margen de incertidumbre que el C14, hayan empezado a cambiar de opinión y a prestar sus materiales para datarlos de forma absoluta. Resulta muy interesante, por citar un ejemplo, disponer de veintidós dataciones radiocarbónicas para Changis-sur-Marne (Lafage, c.p.), ocho para Marolles-sur-Seine (Peake y Delattre, 2005) o diez para Presles-et-Boves (LeGuen, 2007). La mayor parte de estas dataciones se está realizando sobre huesos incinerados en contexto funerario. Esperemos que dentro de poco el ritmo de dataciones se expanda hacia los asentamientos. Gracias a la disponibilidad de parte de estas dataciones de estructuras funerarias de la cuenca parisina para la totalidad del bronce final, estoy en condiciones de observar cómo éstas se ajustan a las secuencias tipológicas. No es mi intención proponer otro esquema cronológico (creo que ya hay demasiados), tan sólo pretendo poner de relieve las contradicciones entre adscripciones tipológicas y dataciones absolutas por AMS. Además, cualquier nuevo ensayo de periodización y atribución arqueológica necesita superar las tipologías de objetos metálicos procedentes de depósitos para abarcar también la organización socio-económica y las prácticas sociales mediante la excavación sistemática de asentamientos y necrópolis.

85 | P á g i n a

En total cuento con 46 dataciones75 para todo el bronce final, procedentes de 6 necrópolis ubicadas todas ellas en la cuenca parisina. Concretamente, hay ocho dataciones para Marolles-sur-Seine, La Croix de la Mission (Seine-et-Marne), una para Éligny, La Pêcherie (Seine-et-Marne), diez para Presles-et-Bovés, Les Bois Plantés, tres para Thourotte, Le Grelot, otras tres para La Croix Saint Ouen, Le Parc Scientifique y veintiuna para Changis-sur-Marne, Les Pétreaux. Tres de los seis yacimientos (Les Bois Plantés, Le Parc Scientifique y Les Pétreaux) han aportado materiales para el estudio arqueometalúrgico de la parte 3 de este estudio (Tabla 4). En cuanto a las atribuciones crono-tipológicas de las sepulturas datadas, 28 de ellas (61% del total) se emplazan en el bronce final IIb/IIIa, mientras que el bronce final I/IIa y el bronce final IIIb acumulan el 22% y el 17%, respectivamente (Figura 20). Una de las explicaciones a esta sobrerrepresentación de la fase IIb/IIIa se explica por la mayor facilidad en la adscripción tipológica del ajuar y la cerámica del este de Francia al grupo arqueológico RSFO (Figura 20)76. El ajuar consiste en fragmentos de objetos de adorno de bronce y de hueso, y hair rings77 de oro. En algunos casos también

Sitio

Comuna / Departamento

Núm. Dataciones

Tipo Sepulturas

Le Parc Scientifique

La Croix-st-Ouen, Oise

3 Inc. e inh. en fosa

Le Grelot

Thourotte, Oise

3 Incineración en cercado

La Croix de la Mission

Maroilles-sur-Seine, Seine-et-Marne

8 Inc e Inh en fosa

La Pêcherie

Éligny, Seine-et-Marne

1 Inhumación en fosa

Le Bois Planté

Presles et Bovés, Aisne

10 Incineración en fosa

Les Pétreaux

Changis-sur-Marne, Seine-et-Marne

21 Incineración en fosa

Tabla 4. Esquema de los yacimientos datados y del número de dataciones realizadas en cada uno. * La columna “Tipo Necrópolis” hace referencia a los tipos de sepulturas halladas en el conjunto del yacimiento y no exclusivamente a aquellas que han sido datadas.

75

Para calibrar las dataciones he utilizado el programa OxCal 4.0 de Bronk Ramsey (2006) quien utiliza la curva dendrocronológica de alta precisión propuesta por Reimer en 2004. 76 Las sepulturas datadas por radiocarbono se seleccionaron en base a la presencia de ajuar o algún otro elemento distintivo que permitiera establecer paralelismos con otras sepulturas. 77 El hair ring es una pieza circular de bronce, de 10 a 12 mm. de diámetro aproximadamente y, menos de 1 gramo de peso, recubierta con una lámina de oro (aunque hay algunos que llegan a los 20 mm y hasta los 6 gramos de peso). Su presencia se suele asociar al bronce final IIIb o Hallstatt B2/3, sobre todo en Irlanda, aunque también en la fachada atlántica del continente. Las dataciones absolutas de sepulturas conteniendo uno o más hair rings, en la cuenca parisina, se remontan hasta el siglo XIV y no perduran más allá del cambio de milenio (LeGuen, 2007), quedando excluidas de su atribución cronológica. Su nombre procede de la suposición que serían ornamentos que se llevarían colgados del cabello, ya que su pequeño tamaño impide usarlos como anillos.

86 | P á g i n a

pueden encontrarse vasos cerámicos. La urna funeraria puede ser un contenedor orgánico o cerámico. También es la fase del bronce final con mayor perduración cronológica, unos 400 años, lo que puede explicar el mayor número de tumbas adscritas a esta fase cronológica. Durante la fase R.S.F.O, las urnas cerámicas poseen formas bitroncocónicas con fondo plano así como vasos a épaulement. La cerámica, a diferencia del metal, no acostumbra a estar afectada por el calor de la pira funeraria. Que el ajuar metálico siempre esté quemado y medio fundido por la pira funeraria sugiere que el cadáver lo llevaba encima en el momento de su cremación. Además, es muy poco frecuente encontrar en una misma sepultura adornos de bronce y ajuar cerámico (LeGuen, 2007). Un último comentario sobre las sepulturas del bronce final es que la práctica totalidad de ellas aparecen totalmente carentes de material de acompañamiento, independientemente de su cronología. Por poner sólo un ejemplo, en Les Bois Plantés (Presles-et-Boves, Aisne), de 197 fosas de incineración, sólo ¼ de contenía algún tipo de material78. Además, siguiendo la tendencia de todo el Valle del Aisne (Le Goff y Guichard, 2005) alrededor de un 90% de las fosas contenían huesos distribuidos de forma dispersa, los cuales no presentaban evidencias de haber sido depositados en un contenedor orgánico o cerámico (LeGuen, 2007). Con estas condiciones y ante la imposibilidad de datar todas las sepulturas que se excavan, las posibilidades sepulturas

de

de

diferenciar

diferentes

las

grupos

arqueológicos es casi imposible. Como muestran las dataciones que he utilizado79 (Figura 21), la ocupación de las necrópolis suele ser de larga duración, con marcos temporales que abarcan casi todo el bronce

final.

Estas

necrópolis

reutilizan espacios de cronologías Figura 20. Distribución de las dataciones según períodos cronológicos

anteriores, tanto del III como de la primera mitad del II milenio cal ANE.

78

Excluyendo los huesos humanos y las cenizas. Para la determinación de una tendencia central en las representaciones gráficas he utilizado la metodología propuesta por Castro et al. (1996: 37-38).

79

87 | P á g i n a

Esta

dilatación

temporal

queda mejor ejemplificada en el caso de las necrópolis con

gran

sepulturas

cantidad y

un

de

número

mayor de dataciones. La corta permanencia temporal de las necrópolis de La Pêcherie y Le Grelot se debe

a

una

falta

de

Figura 21 Comparación de los intervalos de ocupación de las necrópolis del bronce final a partir de las dataciones por C14.

representatividad a causa de las

pocas

dataciones

disponibles. El

largo

uso

de

un

mismo espacio cronológico supone

un

añadido

problema para

la

investigación de la evolución de las prácticas funerarias en el bronce final. Dado que la mayor parte de sepulturas Figura 22. Comparación de las estructuras percentílicas de dataciones en base a la adscripción cronológica de la fosa según las autoras.

no

contiene

material

de

referencia, sería de ayuda contar

con

contextos

arqueológicos cerrados de una sola fase de ocupación (cosa que no sucede); así se solucionaría el problema de la adscripción de sepulturas sin material. Del total de 46 dataciones utilizadas, 12 no contenían material o éste era irrelevante para una adscripción a un grupo arqueológico. Para no sesgar aun más la limitada muestra, he preferido incluirlas utilizando la fasificación propuesta por los autores de las fuentes bibliográficas (Blanchet y Talon, 2005; Gouge y Peake, 2005; Lafage et al., 2007; LeGuen, 2007; Peake y Delattre, 2005)80.

80

Quiero agradecer a Françoise Lafage el habernos cedido las dataciones de Changis-sur-Marne, aun pendientes de publicar.

88 | P á g i n a

La Figura 22 muestra la dispersión temporal de los diferentes grupos arqueológicos. Las nueve dataciones de la fase I marcan una cronología de 1450 cal ANE a 1200 cal ANE. El límite inferior está condicionado por tres fechas de Les Pétreaux (GrA-32315; GrA-32314; GrA-32309), de las cuales las dos primeras carecen de material de adscripción tipológica. Es posible que en futuras revisiones estas sepulturas se adscriban a la fase IIb/IIIa y remonten el límite inferior unos cincuenta años, hasta el 1250 cal ANE. La fase IIb/IIIa presenta una distribución cuyo límite superior, en el 90%, se ubica en 1325 cal ANE y el inferior en 975 cal ANE. Del conjunto de dataciones que integran esta fase, cabe subrayar dos dataciones de La Croix de la Mission (GrA-17937: 3130±50 BP y GrA-21754: 3050±60 BP) cuyas medianas del intervalo de confianza se emplazan en 1403 y 1312 cal ANE, respectivamente. Estas dos dataciones

Figura 23. Gráfico 1. Calibración de las fechas GrA-17937 y GrA-21754 y su representación en la curva de calibración. En el gráfico inferior pueden observarse los solapamientos si tomamos el intervalo de confianza de GrA-17937 a 1 sigma (sombra color butano) y si reducimos el intervalo de confianza al 54% (sombra verde).

89 | P á g i n a

corresponden a una misma sepultura que contenía los restos óseos de dos individuos, un adulto y un sub-adulto. Las dos fechas corresponden a cada uno de los individuos sepultados. En la fosa se encontró además una urna bitroncocónica, dos cuencos troncocónicos y un brazalete (extrañamente no quemado) por encima del montón de huesos. Sin duda es una sepultura peculiar: en primer lugar, por ser una sepultura doble; en segundo, por la sola presencia de ajuar; en tercero, por ser la única sepultura de esta fase de la necrópolis que tiene asociada cerámica R.S.F.O con un objeto de bronce; y en cuarto lugar, porque el brazalete de bronce de la sepultura se encontraba entero y sin alteraciones térmicas. La razón por la que destaco estas dos dataciones, aunque queden fuera del margen de confianza del 80% de la caja del diagrama, es que pertenecen a la misma sepultura. Si consideramos que el enterramiento y la cremación de los dos individuos se produjo en el mismo momento (en la publicación no se especifica), el solapamiento del intervalo a 1 sigma se produce entre el 1404 y el 1317 cal ANE; si bien con el programa OxCal 4.0, se puede ajustar el solapamiento entre 1404 y 1373 cal ANE, aceptando una probabilidad del 54% para GrA-17937 (Figura 23). Las fechas resultantes sitúan la existencia del grupo arqueológico R.S.F.O (Figura 22) a inicios del siglo XIV cal ANE, en la línea propuesta por Mederos (1997). Finalmente, en lo que concierne al bronce final IIIb o Hallstatt B2/3, el límite superior de las dataciones utilizadas lo marca el 900 cal ANE. Esta fecha supone un problema ya que tenemos un vacío de 50 años que no cubre datación alguna. A falta de más dataciones que clarifiquen la situación durante la segunda mitad del siglo X cal ANE, lo mejor es mantener este vacío temporal. El límite inferior del bronce final IIIb, se mantendría alrededor del 725 cal ANE, aunque en este punto la curva de calibración presenta problemas. De hecho la fecha más baja de esta fase (GrA-17939: 2590±50 BP) tiene un intervalo de confianza a 1 sigma de 225 años (820 a 559 cal ANE), lo que nos deja a la espera de más dataciones para ajustar el amplio margen que ésta presenta. Concluyendo, la cronología resultante de estas seis necrópolis, nos deja un cuadro que se complementa bien con la propuesta de Mederos (1997)81 para el bronce final atlántico y con la de Harding (2001) para centroeuropa. Según dichas periodizaciones se definiría un bronce final I/IIa con fechas entre 1450 y 1200 cal ANE, un bronce final IIb/IIIa entre 1375/1325 y 950 cal ANE y un bronce final IIIb entre 900 y

81

Las dataciones utilizadas por Mederos (1997) proceden de asentamientos, lo que probablemente nos indique una correlación entre las cronologías de éstos y las necrópolis, algo hasta ahora inédito por la dificultad de correlacionar materiales de ambos contextos arqueológicos.

90 | P á g i n a

750 cal ANE82. El mayor problema para la aceptación de esta propuesta resulta del solapamiento de gran parte de la fase I/IIa con la fase IIb/IIIa. Gran parte de la responsabilidad recae en la sepultura doble de La Croix de la Mision que ancla el inicio de la última fase a inicios del siglo XIV. No obstante, será sensato permanecer a la espera de una generalización de las dataciones por radiocarbono en las necrópolis a incineración de este contexto para poder ajustar mejor las adscripciones tipológicas a fechaciones absolutas, paso necesario para determinar correctamente los grupos arqueológicos representados.

4.2.4. El Bronce Atlántico83 y la arqueología del bronce final en la cuenca parisina La categoría Bronce Atlántico referida a una entidad arqueológica ya ha sido usada en algunos puntos del trabajo y adquirirá más importancia en la investigación que desarrollaré más adelante. Por ello, es interesante poder delimitar el contenido de esta categoría, académicamente difusa y ambigua. El nombre de Bronce Atlántico fue acuñado por primera vez por Santa-Olalla en los años 40’ para referirse, al hilo de las simpatías fascistas, a un período de la edad del bronce en la península donde las influencias “culturales” dejaban de venir del Mediterráneo para llegar desde el Atlántico y vincular así la península Ibérica con las “sangres celtas” de origen ario. Pocos años después fue Savory quien completó el trabajo estudiando la cronología y el contexto de las espadas en lengua de carpa (Coffyn, 1998). Paralelo a Savory, MacWhite restringió el Bronce Atlántico a la fachada atlántica peninsular, prediciendo la distinción de grupos culturales y etnias entre los territorios de esta zona (Bettencourt, 1998). Desde los años 50, el uso de Bronce Atlántico se fue extendiendo y delimitando. Numerosas autoras contribuyeron a establecer los tipos de objetos, influencias y cronologías de cada uno de los grupos culturales que iban definiéndose (Almagro Gorbea, 1986, Kalb, 1980, Ruiz-Gálvez, 1984). No fue hasta el trabajo de Coffyn (1985), cuando se determinó la categoría como una entidad de ámbito europeo. Para este autor el Bronce Atlántico, constituía una identidad geográfica personalizada en regiones del extremo occidental de Europa con

82

He ignorado conscientemente las fechas procedentes de asentamientos.

83

Utilizaré Bronce Atlántico en mayúsculas ya que representa una entidad con nombre propio.

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vocación marítima y riqueza en yacimientos minerales y que comprendía el noroeste, centro-oeste y sudoeste peninsulares. Las relaciones comerciales entre las zonas atlánticas de Gran Bretaña, Irlanda, la Bretaña Francesa y la península Ibérica permitían, según él, contactos tecnológicos y culturales plasmados en producciones metalúrgicas estandarizadas (Coffyn, 1985). En la misma publicación y emulando las propuestas de Ruiz-Gálvez del año anterior, consideró que las relaciones atlánticas a gran escala deben retrotraerse a inicios de la edad del bronce. Sin embargo, la fragilidad de la categoría Bronce Atlántico procedía de la misma fuente que su aspecto más emblemático: la estandarización de unas formas metálicas. Resulta imprescindible comprobar el paralelismo entre estas formas metálicas estandarizadas del final de la edad del bronce (armas como las espadas en lengua de carpa o las espadas pistiliformes) y las formas metálicas estandarizadas de circulación actual (el Euro), ambas elementos de coerción para reproducir el poder y a quien lo sustenta (aunque las actuales mucho más sutiles). Ni el fascismo de Santa-Olalla está tan alejado de las voluntades de recuperación actual de la edad del bronce y del Bronce Atlántico, ni las espadas en lengua de carpa se alejan tanto del Euro. En realidad, hasta mucho más tarde no se emprendería la tarea de conceptualizar su significado (Oliveira Jorge, 1998). La necesidad de esta conceptualización apareció en el momento en que la Unión Europea debía justificar la esencia de su existencia desde la edad de los grandes mercaderes de metal porque se acercaba el momento de volver a tener un metal único en los estados que ahora la constituyen. En esta conceptualización en la que intervinieron especialistas de diferentes países, se hizo evidente que el Bronce Atlántico era una entidad muy débil que suscitaba graves puntos de disensión (Kristiansen, 1998b; Nedham, 1998; Oliveira Jorge, 1998a; Shenan, 1998; Vicent García, 1998). El único punto en común que se alcanzó en este intento de definir el Bronce Atlántico como concepto histórico, fue la necesidad de superar los marcos transregionales y mejorar el desconocimiento total sobre la organización social a nivel local en cada uno de los territorios que quedan englobados en

su

marco

geográfico

(Kristiansen,

1998a;

Oliveira

Jorge,

1998b).

El

desconocimiento de todo aquello que fuera más allá de los tipos metálicos era absoluto, a excepción de algunas áreas nórdicas y peninsulares y ese encuentro lo puso en evidencia. Durante cincuenta años se habían entronado grandes guerreros y avispados comerciantes que viajaban por toda la costa atlántica depositando “sus” armas y adornos de bronce. Pero no se tenía ni idea del resto de la población que alimentaba, reproducía y mantenía a estos big man del I milenio arq. ANE.

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Hasta qué punto se ha tomado el Bronce Atlántico como entidad cultural y, el sentido mismo de entidad cultural como categoría social, son cuestiones que se vienen debatiendo en los últimos años84. Como suele suceder en la Academia cada interpretación (que puede pasar de la similitud entre objetos de metal a establecer un sistema de creencias comunes) responde a la corriente teórica del investigador que la realiza. Además, la mayor parte de de interpretaciones, al sustentarse exclusivamente en los objetos de depósitos, sólo han tomado como referencia posibles prácticas de unas élites, cuya distinción social quedaba reflejada en los adornos y armas que circulaban a largas distancias. Los intentos de Brun (1991 y 1998), de jerarquizar el Bronce Atlántico en complejos culturales, grupos de culturas y culturas, no hacen sino acentuar el problema que se viene denunciando. En efecto, todas estas jerarquizaciones fueron realizadas en base a la distribución de tipos en depósitos y hallazgos aislados. El ejercicio de síntesis fue inmenso, demasiado para la escasa representatividad histórica de los resultados. Aun así, un estudio de los asentamientos y lugares de recurrencia de los grupos que se insieren en las demarcaciones establecidas puede servir de guía. Con él se puede contrastar si las formas cerámicas o metálicas se corresponden a realidades históricas y a comunidades que compartieron prácticas sociales. En las investigaciones arqueológicas realizadas en la cuenca parisina, marco espacial que concierne a mi investigación, la adopción del sistema de Brun para establecer los espacios interpretativos ha sido mayoritaria. Allí debemos situar las lecturas de los asentamientos y las necrópolis que han surtido los objetos analizados en este estudio. Asimismo, también concierne a la propuesta que se siguió al programar mi investigación y, a partir de de la cual se propusieron las lecturas de los más de mil resultados procedentes de los depósitos; entre los recopilados bibliográficamente y los obtenidos en análisis efectuados en el laboratorio del C2RMF. Hasta ahora hemos constatado cómo las interpretaciones efectuadas se sustentaban en evidencias arqueológicas de hallazgos aislados y deposiciones de

84

No sólo se ha puesto en duda para el Bronce Atlántico, también Rychner admite que el fenómeno R.S.F.O. se relaciona exclusivamente con un sistema cerámico que muchas veces no se corresponde con la distribución de formas metálicas (Coffyn, 1998). Ambas entidades, pese a que en una se utilice el metal y en la otra la cerámica, son en realidad una misma cosa, una categoría que engloba un tipo específico de objeto en el tiempo y espacio.

93 | P á g i n a

metal. También hemos reclamado que para superar el estado de indefinición de la categoría de Bronce Atlántico resulta imprescindible trabajar a escala local o regional y comprobar la coherencia interna de las diferentes entidades humanas. A continuación, procedo a establecer, a grandes rasgos, las condiciones en las que se encuentra la arqueología de los asentamientos y necrópolis de la cuenca parisina y en todo el norte de Francia; conocer las condiciones de preservación y las prácticas arqueológicas es fundamental para evaluar los resultados y su fiabilidad. Las ocupaciones de los siglos XIV al VI cal ANE en la cuenca de París se encuentran en las planicies y los márgenes de los valles fluviales que cuartean la región. Las condiciones de conservación de los mismos resaltan por su deficiencia debido a la constante erosión eólica y fluvial. Además, en el caso de los fondos de valle, la posterior sedimentación de arenas por las crecidas de los ríos cubren totalmente las evidencias arqueológicas resultando decisivos los décapages extensivos para identificar los yacimientos. Por otro lado, en los yacimientos que se sitúan por encima de los niveles de precipitación de sedimentos durante las crecidas la erosión es muy intensa y su reconocimiento normalmente se efectúa por fotografía aérea85. La parquedad de estructuras de mampostería en piedra propicia que la erosión sea mucho más activa. Las excavaciones sistemáticas son sumamente raras y siendo la mayor parte de las actuaciones de salvamento. Como detallaré para cada yacimiento, ha sido la extracción de arenas de los márgenes fluviales lo que ha permitido la identificación y “excavación” de la mayor parte de yacimientos que hoy conocemos. El desarrollo de la construcción en grandes ciudades como París o Amiens ha conllevado una demanda enorme de arenas. Éstas, que son explotadas sobre grandes superficies, son las que contienen los asentamientos y necrópolis de los fondos de valle. La arqueología de salvamento, gestionada en toda Francia por el INRAP (Institut Nationale pour la Recherche Archéologique Préventive) ha desarrollado programas especiales para decapar la superficie de las áreas afectadas en busca de yacimientos arqueológicos. Estos décapages, que pueden alcanzar las 70 Ha, como en Les Pétreaux, permiten estudiar la sucesión de tipos de ocupación y el uso del territorio en grandes espacios. Aunque el método utilizado tiene muchos inconvenientes, hay un aspecto en el que supera a las excavaciones “cerradas” de un yacimiento visible: permite ver el

85

Son muy pocas las excavaciones realizadas sobre éstos yacimientos. Solamente aquellos en los que se puede justificar una actuación de salvamento tienen opciones de ser excavados.

94 | P á g i n a

registro arqueológico subterráneo de los alrededores de un asentamiento o una necrópolis y abarcar extensiones que en actividades sistemáticas serían impensables. Los procesos postdeposicionales como la erosión dañan gravemente las ocupaciones en fondos de valle sobre terreno arcilloso. Por ejemplo, no se conservan los suelos de ocupación ni los paramentos de las construcciones y tan sólo aquellas estructuras excavadas en el suelo y a cierta profundidad pueden detectarse. En los asentamientos sólo se pueden determinar fosas, cistas y/o hoyos de poste rellenos de material de uso cotidiano. Con estas evidencias estructurales resulta complicado establecer la estructura del hábitat. Según las interpretaciones al uso, se trata de “granjas” ocupadas por grupos de parentesco cercanos, las cuales contaban normalmente con un granero independiente de la estructura de habitación principal (Brun et al., 2005). Este sistema de ocupación en granjas variaría diacrónicamente agrupando más o menos unidades habitacionales, hasta que durante los siglos IX y VIII cal ANE, se estructurarían “verdaderas” aldeas o poblados que incluso serían dotados de sistemas de fosos y empalizadas, como veremos para el caso de Le Gros Buisson (Villiers-surSeine) (Peake, 2006) o en ‘Le Confluent’ (Choisy-au-Bac, Oise) ya en cronologías del siglo VII cal ANE (Blanchet, 1984). Uno de los pilares bajo los cuales se ha edificado gran parte de las interpretaciones y en contados casos explicaciones de carácter social en arqueología, es el estudio sistemático de las prácticas funerarias. La escasa presencia de restos humanos identificables debido a la extensión de las prácticas de incineración, así como una marcada ausencia de ajuares86, han sido la excusa a la prolongada ausencia de lecturas explicativas de las prácticas funerarias de estos grupos arqueológicos. Las más recientes, hijas de una visión idealista e individualista de la arqueología postmoderna87 (Delattre y Peake, 2005; Le Goff y Guichard, 2005), buscan la interpretación a partir de los gestos que llevaban a cabo estas personas dentro de una multiplicidad de posibilidades. Importa poco el porqué se ejecutaban esos gestos, puesto que, al ser tan inmensas las posibilidades, los motivos resultan inconcebibles (Brun, 2007).

86

Hay tumbas que sí tienen elementos ornamentales de ajuar metálico, básicamente anillos de oro y alfileres de bronce, así como vasos cerámicos. 87 Igual que la “Edad del Bronce”, el “postmodernismo” o “postprocesualismo” engloban un conjunto vasto y variado en tendencias, lecturas y prácticas arqueológicas que se resisten a ser definidas.

95 | P á g i n a

En las pocas sepulturas con material de ajuar o social skin (infra), éste tan sólo ha sido utilizado para adscribir el yacimiento a un tecnocomplejo o a una cronología determinada. Los estudios en los que se intenta establecer lecturas sociales a partir del número de sepulturas con ajuar y la asociación de materiales brillan por su ausencia. El protagonismo de las lecturas interpretativas se lo lleva el examen del peso de los huesos depositados en las sepulturas y los gestos realizados en la deposición de los mismos. Correlacionar esta información con presencia/ausencia de ajuar y su asociación y localización en la necrópolis es un camino todavía por andar.

96 | P á g i n a

5. Introducción

a

los

principales

yacimientos

estudiados El objetivo de este apartado es recopilar la información relativa a los yacimientos, tanto necrópolis como asentamientos, de los cuales hemos analizado objetos de metal. En esta revisión se analizarán las metodologías arqueológicas usadas y la información histórica y particular que nos ofrece cada yacimiento. Desgraciadamente, al ser de salvamento la mayor parte de las excavaciones, contamos con informaciones parciales e incompletas fruto de las memorias de excavación y de artículos preliminares en seminarios, coloquios y/o congresos. Aun así, creo muy importante comprender las especificidades de cada yacimiento a fin de poder plantear las hipótesis que guiarán la investigación y poder superar probables incoherencias de los resultados compositivos. El esquema de presentación de los yacimientos estará ponderado por el marco cronológico88. De todos los yacimientos, sólo el de Les Pétreaux presenta asentamiento y necrópolis. Este sitio será tratado en primer lugar ya que además presenta la ocupación más antigua (dentro del apartado de los asentamientos). En los demás casos procederé primero a presentar los hábitats en orden cronológico y seguiré luego con las necrópolis. Considero que es la manera adecuada para comprender la dinámica interna propia de cada sitio y, a la vez, comprender un poco las transformaciones territoriales que pudieron producirse a lo largo de la ocupación de los yacimientos.

5.1. Asentamientos 5.1.1. Les Pétreaux (Changis-sur-Marne, Seine-et-Marne)89 Este gran yacimiento de 70 hectáreas se halla en la ribera de un gran meandro del río Marne, cinco kilómetros más arriba de su confluencia con el Ourcq (Figura 19, número 4). El afluente del Sena corta en esta zona la meseta de Brie desarrollando a

88

Para determinar el orden de presentación se fijará el marco cronológico en la fecha más alta de ocupación. 89 Parte de la información que cito aquí procede de fuentes inéditas cedidas por F. Lafage, responsable de las excavaciones de Changis-sur-Marne. Además, también me he servido de dos artículos aparecidos en el Bulletin de la Societé Prehistórique Française (Lafage et al., 2006 y 2007)

97 | P á g i n a

lo largo del meandro una terraza aluvial areno-granulosa. Las estructuras arqueológicas se ubican a lo largo de la suave pendiente de la terraza y en la cima de ésta. Las actividades agrícolas modernas y las constantes reocupaciones han afectado los niveles arqueológicos, así como el tipo de suelo que presenta una erosión muy marcada en algunas zonas. La erosión ha ocasionado que las inhumaciones de la parte más alta de la ladera sólo se hayan conservado parcialmente. Otro condicionante que se repite en la mayor parte de los contextos arqueológicos del bronce final es la desaparición de los suelos de ocupación en los que sólo se conserva el material arqueológico en el contenido de las estructuras excavadas (basureros, silos, fosas u hoyos de poste). Las favorables condiciones de esta parte del meandro han propiciado una ocupación humana de larga duración. Este paisaje tiene unas condiciones muy positivas para el asentamiento humano, como son la orientación de la ladera hacia el sur, el suelo de limos, la rica cobertura vegetal, las posibilidades agropecuarias y piscícolas, sin olvidar la presencia de fuentes de abastecimiento de sílex y gres en un radio inferior a 5km. Podemos dividir la terraza de Changis en tres zonas en base al tipo de contexto arqueológico descubierto. En la primera, de mayor tamaño, se situarían las diferentes unidades domésticas que se construyeron durante las fases de ocupación, así como las inhumaciones más antiguas. Es el área que se ubica en la cota más baja y cerca del río. La segunda zona quedaría delimitada por el grupo I de la necrópolis de incineración. En ella se han documentado fosas de incineración de todo el bronce final hasta el Hallstatt antiguo. La tercera zona quedaría delimitada por el grupo II de la necrópolis y se situaría en lo alto de la colina que da lugar a la terraza aluvial. Aquí, las sepulturas del bronce final se solaparían con algunos enterramientos de La Tène, si bien y como en el caso anterior, toda la zona delimitada por las fosas de incineración quedaría limpia de cualquier estructura relacionada con el hábitat. No se sabe si, como sucede en otros yacimientos cercanos, las necrópolis estarían cercadas por algún tipo de estructura de postes, pero ningún basurero ni silo se mezcla con las fosas de incineración. La ocupación prehistórica del sitio se sucede desde el Neolítico (3970 a 3780 cal ANE) hasta la segunda edad del hierro (198 a 53 cal ANE). La ocupación más importante a nivel arqueológico, por la cantidad y la calidad del registro, es la que tiene lugar desde la fase del bronce final IIb/IIIa hasta el bronce final IIIb.

98 | P á g i n a

La primera ocupación, en la que se ha podido identificar un hábitat y un conjunto de inhumaciones dispersas en la ladera se produce a partir del segundo cuarto del IV milenio cal ANE, perdurando, según las dataciones de C14 de las inhumaciones, a lo largo de medio siglo (Lafage y Delattre, 2006). También, algunas inhumaciones han proporcionado dataciones de principios del II milenio cal ANE, lo que las situaría en fechas del bronce antiguo y/o medio90. La última ocupación del sitio se ha datado en La Tène final. La presencia de cerámica diagnóstica y una datación por C14, cuya calibración nos sitúa a lo largo del siglo I cal ANE, lo confirma. Durante este período la ocupación se caracterizó por un pequeño asentamiento con su propia necrópolis “familiar” y algunas sepulturas en antiguos silos reaprovechados. En total se han contabilizado 11 asentamientos de tipo alquería entre los distintos períodos de ocupación. La ocupación del bronce final ha sido dividida en cinco fases a partir de la evolución de la

Figura 24. Aspecto de uno de los 2 hair rings hallados en la estructura 6132 de Changis-surMarne (Lafage y Delattre, 2006).

cerámica (Lafage et al., 2006). Se ha documentado la presencia humana durante lo que conocemos como BF I/IIa por un solo fragmento de cerámica91. La falta de asociación contextual y la misma parquedad del registro hacen que no se incluya en la propuesta de fasificación que empezaría a partir del siguiente período. La primera fase comprendería el grupo arqueológico R.S.F.O., estando representado por una alquería segura y, dos más, probables, aunque en un estado de erosión muy avanzado, no hallándose materiales claros. Esta fase también estaría representada por un buen número de sepulturas de incineración tanto del grupo I de la necrópolis como del II. En las necrópolis, la diferencia más significativa durante este período es que mientras en el grupo I sólo se ha hallado un Hair Ring (Figura 27), en el grupo II se ha localizado el mayor número de estos adornos en una necrópolis de la cuenca parisina,

90

Otras dos incineraciones del primer grupo de la necrópolis han sido atribuidas al bronce medio, atribución que en base a las cronologías propuestas anteriormente debería trasladarse a inicios del bronce final. Además, esta nueva cronología se adecuaría mucho mejor a un cambio en las prácticas funerarias (de inhumación a incineración) y en la utilización de un espacio exclusivo como necrópolis, únicos espacios en los que durante todo el bronce final se llevarán a cabo la sepultura de los huesos incinerados. 91 Las dataciones de dos incineraciones atribuidas al bronce medio (infra) podrían situarse también durante esta fase del bronce final.

99 | P á g i n a

2292 (Figura 24), de los que doce aparecieron a pares. Además, mientras en el grupo I apareció una cuenta en pasta vítrea, en el grupo II se desenterraron conjuntos de cuentas en cinco ocasiones, sumando 18 cuentas de las que 9 se encontraron en una misma fosa. Pese a que el número de fosas sin material es mayoritario, en los dos grupos funerarios, parecería que, a falta de confirmación por las investigadoras responsables, existía una diferencia social entre los enterrados en el grupo I y el grupo II; diferencia que podía ser debida a sexo, a edad y/o, porque no, a clase social. Las dos siguientes fases detectadas comprenden lo que sería el bronce final IIIb93. Es en estos momentos en los que la entidad de las estructuras domésticas cobra mayor sentido. El esquema de asentamiento es idéntico a los modelos interpretativos propuestos para el Valle del Aisne (Brun y Pion, 1992; Brun et al., 2005). Este modelo interpretativo se caracteriza por unas Unidades Domésticas (U.D.) regidas por un gran edificio de tres naves (Figura 26) y una serie de estructuras cercanas tipo silos, fosas-basurero y graneros. El conjunto de estructuras deja un área central vacía cuya función aún no ha sido esclarecida. Los estilos arquitectónicos, identificados exclusivamente a partir de hoyos de poste, van variando en ocupaciones sucesivas. En la Figura 26 podemos ver esta transformación de los grandes edificios de tres naves y los de seis postes de soporte. Cada tipo de estructura se identifica a partir del número y la distribución de los hoyos de poste. Durante el bronce final normalmente se trabaja con la hipótesis de la existencia de alquerías aisladas que se van sucediendo diacrónicamente, trasladándose unas decenas o centenares de metros en cada nueva construcción. En el caso de Changis, la configuración del espacio durante su fase “IIIb clásico” (ver nota 93) podría plantearse la hipótesis (todavía por contrastar) de la presencia de una pequeña aldea con tres unidades domesticas94; que tendrían edificios principales con la misma orientación y espacios de actividad que no se solaparían. Las tres presentarían materiales asociados en las fosas de las mismas cronologías. La otra explicación pasa por considerar una renovación más frecuente de las U.D. que en los otros períodos (Lafage et al., 2006). Entonces intervendrían factores como los problemas de

92

La siguiente necrópolis en la que se han hallado más hair rings es Presles-et-Boves Les Bois Plantés con 15 hair rings. Entre ambos yacimientos acumulan 37 de las 42 sortijas (el 88%) recubiertas con lámina de oro descubiertas en toda la cuenca de París en los últimos 30 años. 93 En su fasificación se divide entre IIIb antiguo y Clásico. 94 El diámetro de dispersión de cada una de estas unidades domésticas comprendería entre 100 y 150m, abarcando un área de 5000 a 8000m². El total de terreno ocupado en este período se calcula en 5 hectáreas.

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conservación de las estructuras o el agotamiento del suelo inmediato a la U.D., si es que éste era utilizado para cosechas, horticultura o pastos. En cuanto a las actividades agropecuarias destaca el consumo de cereales (cebada, trigo, trigo salvaje, escanda, mijo), leguminosas (lentejas, algarrobas y guisantes) y otros productos recolectados como avellanas y bellotas. De esta última especie se ha localizado un área de torrefacción. En cuanto a la fauna doméstica, el consumo de oveja y vaca va variando a lo largo de los diferentes períodos, mientras que el consumo de cerdo se mantiene siempre en los mismos niveles. También se beneficiaban de la caza del ciervo o el jabalí, algunas aves como la oca, mientras que son muy pocos los restos de espinas de pescado identificadas. Suponemos, por la cercanía del río Marne, que la pesca jugó un papel destacado en la dieta de los habitantes de Les Pétreaux. Las últimas dos fases determinadas por P. Brunet en Changis comprenderían la transición de la fase IIIb al Hallstatt antiguo y todo éste último. Durante estas dos fases el modelo de ocupación del espacio parece transformarse significativamente, desapareciendo

las

áreas

centrales vacías y limitándose el número de estructuras a una gran casa, sin otras unidades de habitación

asociadas.

El

espacio de usufructo durante este

período

también

sería

mayor que durante la fase IIIb, llegando

probablemente

a

ocupar un área de 1,2 hectáreas (Lafage et al., 2006). Por el contrario, hasta el momento no hay evidencias que nos hagan suponer una continuación en el uso

de

las

incineración período,

necrópolis durante

después

de

de este una

Figura 25. Planimetría de Les Pétreaux con la distribución de los dos grupos de necrópolis del bronce final (A) y las áreas en que se han localizado prácticas funerarias de La Tène (B) (cortesía de Françoise Lafage.

101 | P á g i n a

continuidad que iría desde el 1500 hasta el 750 cal ANE. Hasta el momento, las investigaciones se han centrado en la ocupación del bronce final, tendremos que esperar a la publicación monográfica del sitio en el futuro para tener información relevante de los otros grupos arqueológicos. Los objetos de metal de Les Pétreaux está compuesta exclusivamente de herramientas y adornos, estos últimos exclusivos en las necrópolis. En el conjunto de excavaciones no se han detectado áreas que pudieran actuar como lugares de trabajo metalúrgico, si bien y como hemos dicho la conservación de los suelos de ocupación es deficiente. Con todo, tampoco tenemos constancia de la presencia de escorias, gotas de metal, moldes o crisoles que nos pudieran indicar la fundición y el trabajo metalúrgico in situ. Con estas evidencias, pensamos que los artefactos y arteusos de metal llegaban a Changis-sur-Marne a partir de redes de circulación, listos para ser usados y/o amortizados, y sin necesidad de ningún tratamiento previo de manufactura. En la zona de hábitat los objetos de bronce se localizaron mayoritariamente en fosasbasurero. Solamente una pieza fue hallada en un silo, esto es un alfiler muy bien conservado con cabeza de múltiples esferas. Antes de pasar a Le Gros Buisson (Villiers-sur-Seine, Seineet-Marne)

quiero

presentar

la

necrópolis del bronce final de forma global. Esto incluye los dos grupos y las investigaciones que se están llevando a cabo a fin de poder interpretar las prácticas funerarias y las lecturas sociales que de éstas puedan derivarse. El

total

de

estructuras

excavadas en los dos grupos asciende a 203, de las cuales una gran mayoría estaban totalmente desprovistas de material al igual que en las necrópolis de los valles cercanos y del mismo Marne. En el primer grupo, situado al norte y

Figura 26. Variabilidad sincrónica y diacrónica en las construcciones de mayor tamaño de las alquerías de Changis-sur-Marne (Lafage et al, 2006: 334).

102 | P á g i n a

a cota más baja (Figura 25), se han excavado un total de 60 fosas funerarias; mientras que en el segundo grupo, ubicado a mayor altura, el número de sepulturas excavadas asciende a 133. De un total de 203 estructuras excavadas, 174 contenían restos incinerados. Por el contrario, en 29 fosas se encontró únicamente un sedimento ceniciento, sin restos óseos ni presencia humana algunas. Las investigaciones del grupo I, han conseguido diferenciar dos “gestos”95 diferenciados en los restos funerarios. Un 24% de los depósitos presentaba una dispersión de los huesos en la amalgama de cenizas y tierra de la pira, mientras que en un 48% los huesos estaban depositados en un contenedor después de ser lavados. De estos últimos, en 4 (8% del total), el contenedor era una urna cerámica y en 18 (36% del total) la urna era de material orgánico96. Finalmente dos depósitos eran mixtos, en los cuales se mezclaba la urna cerámica con un contenedor orgánico o similar. En las 13 sepulturas restantes fue imposible determinar el modo de deposición. Aunque en otras necrópolis se ha podido relacionar el peso de los huesos enterrados con una mayor presencia de ajuar o social skin97, en Changis no existe tal relación. De hecho la única sepultura del primer núcleo que contenía varios objetos de adorno personal en bronce (un brazalete, un anillo y un pendiente) albergaba 87g de restos óseos (Figura 27), una cantidad muy inferior al peso medio (282g) de los huesos de Les Pétreaux. El peso medio de los huesos depositados atiende 282g (desviación estándar de 180g). Estos datos se sitúan muy por debajo de los 1500g que se calculan de peso medio teórico para un individuo adulto incinerado. Según las autoras del estudio de Les Pétreaux se hacía una selección consciente de los restos enterrados. Aunque en otras necrópolis se ha podido relacionar el peso de los restos con el ajuar funerario, esto no sucede en Changis, donde la única sepultura del grupo I con objetos de bronce asociados, sólo contenía 87g de restos óseos. La única relación positiva que podemos realizar en el grupo I es el mayor peso de los huesos en las fosas que

95

Las prácticas arqueológicas funerarias en Francia durante el bronce final se centran en “gestos” tales como el peso de los huesos enterrados, la selección de partes del cuerpo, el lavado de los huesos, la presencia de urna funeraria (orgánica e inorgánica), la dispersión de las esquirlas en el sedimento y/o su presencia en montones. Una descripción detallada puede encontrarse en Le Goff (2005). 96 La traducción correcta al español serían fardos, no obstante mantendré el uso de urna, tal como se utiliza en la literatura francesa, por la implicación social en la interpretación del “gesto” otorgada a la sepultura en urna. 97 Social Skin se refiere a aquellos objetos y señas que le dan el carácter social al individuo y el cual los lleva en señal de identificación o pertenencia a un colectivo determinado. La “piel social” en el caso de las sepulturas serían aquellos objetos que el muerto llevaba consigo en su vida cotidiana y que eran quemados junto a él. Por el contrario, el ajuar estaría compuesto por el material que los “vivos” depositan para acompañar al muerto, pero que no formaban parte de él como ser social.

103 | P á g i n a

contenían urna funeraria. Es posible que la urna actuara como conservante y evitara la erosión y percolación de los pequeños fragmentos entre la arena. La mayoría de las tumbas son individuales, aunque en cinco ocasiones un individuo adulto fue sepultado junto con uno infantil. La representación de los huesos en estas tumbas dobles es muy desigual; el promedio del peso de los restos de los individuos infantiles no supera el 6,5% del total de los restos óseos. Un caso excepcional es la tumba 2702 en la que se halló un individuo infantil con un peso de 180g de los huesos. Además, la sepultura tiene la particularidad de que el individuo fue depositado en un contenedor orgánico sobre una laja de piedra que actuaba como base y otra laja plana que actuaba de cobertura98. La interpretación de esta singular sepultura requiere de un estudio minucioso. Por el contrario, el resto de individuos infantiles enterrados reciben un tratamiento muy austero, tanto por el peso de sus restos como por el tratamiento recibido. La Social Skin en Changis queda

representada

por

los

objetos de adorno de metal que acompañaban en raras ocasiones al individuo. Como hemos visto, una parte importante de éstos consistía en hair rings de bronce recubiertos con una lámina de oro Figura 27. Urnas y adornos de bronce del Ha B2 en el grupo I de la necrópolis.

(conocidos

en

Francia

como

anillos tipo Longuesse). En las dos necrópolis se

descubrieron 8 objetos de adorno de bronce, de los que únicamente uno se encontró completo (aunque fragmentado en tres partes)99. Todos los objetos de la necrópolis presentaban un deteriorado estado de conservación, afectados por la corrosión producto de la alteración térmica de la pira. La conservación de los objetos procedentes del hábitat es, por regla general, mucho mejor100. Algunos de los 22 hair

98

Otro caso de distinción de un individuo infantil de 1 año lo encontramos en Marolles-sur-Seine, “La Croix de la Mission”, donde los 45g de huesos se dispersaron en 4 vasos cerámicos en el depósito más espectacular de la necrópolis. 99 Un pendiente se encontró en otra sepultura de incineración, no obstante se trataba de una estructura superficial de la zona del asentamiento. La datación radiocarbónica de esta sepultura se enmarca en el siglo X cal ANE (BF IIb/IIIa). 100 Una descripción más detallada de los objetos metálicos de Changis y los otros yacimientos, será presentada en capítulos siguientes.

104 | P á g i n a

rings descubiertos, así como las cuentas de vidrio azul, estaban también medio fundidos y, a veces, se habían adherido a trozos de carbón del combustible. En cuanto a las sepulturas con adornos de bronce de la necrópolis, sólo 8 de las 203 fosas contenían algún fragmento (1 en el grupo I y 7 en el grupo II), todos ellos adornos. Similar es el caso de las cuentas en vidrio que también hemos revisado ya. El material de acompañamiento localizado en el primer grupo de la necrópolis estaba presente en cinco sepulturas que presentaban una urna cerámica mientras que solamente dos tenían algún tipo de vaso de ajuar. En otros siete casos más, se localizaron fragmentos cerámicos dispersos en el depósito cinerario. Del total de cerámicas, únicamente 4 se adscriben a un grupo arqueológico determinado. En el grupo 2, el ajuar está representado por 3 fosas en las que aparecieron formas R.S.F.O.; 3 fosas más con cerámicas atribuibles a la fase IIIb y 23 depósitos con fragmentos de cerámica indeterminada. De 143, en total suman 28 las fosas con material cerámico en todo el núcleo 2 (19,6%). El porcentaje de tumbas con cerámica del conjunto de la necrópolis es de 15,8%101. Si hacemos un repaso al número de fosas que contienen algún tipo de material, ya sea social skin o material de acompañamiento como cerámica o fauna, tenemos 58 fosas de las 203 excavadas. Esto representa poco menos del 30% de las fosas, que se eleva a ⅓ si contamos las 174 tumbas con huesos. Las lecturas sociales que de este registro pueden extraerse son múltiples aunque la parquedad del registro hará que la mayoría se tenga que manejar a nivel de sugerencias. A mi entender, la principal cuestión a plantear debe incidir en por qué hay dos necrópolis funcionando sincrónicamente para un mismo asentamiento y por qué los hair rings se hallan exclusivamente en una de ellas. La diferencial presencia de objetos de adorno encaja a la perfección con la desigual repartición de las tumbas (otro aspecto a tener en cuenta). La presencia de cerámica en la necrópolis también parece adaptarse al número desigual de sepulturas. Considero que las lecturas que hasta ahora se han hecho se centran demasiado en el papel del individuo, sin entrar en consideraciones de conjunto sobre el rol colectivo de cada uno de los núcleos de sepulturas y su distanciamiento. En relación al tamaño del asentamiento y la información recogida, los datos procesados son relativamente pocos y las claves para contrastar estas hipótesis

101

Contando como tumbas las fosas cenicientas. Si se trabaja exclusivamente con las 174 con restos óseos el porcentaje se eleva hasta el 18,4%.

105 | P á g i n a

deberán esperar a la publicación completa de la información, que esperamos que sea pronto.

5.1.2. Le Gros Buisson (Villiers-Sur-Seine, Seine et Marne) El asentamiento de Le Gros Buisson se ubica en la orilla izquierda del Sena en el límite de Île-de-France con la región de Champagne-Ardenne, diecisiete kilómetros antes de su confluencia con el Yonne. El contexto geomorfológico es el típico de un fondo de valle. El curso del Sena ha modelado el paisaje ofreciendo pequeños altozanos de gravas rodeados de humedales producto de antiguos canales colmatados. El paisaje natural queda dividido en pequeñas zonas cultivables delimitadas por extensas zonas cenagosas. Como la mayor parte de sitios de fondo de valle en la cuenca de París, el hallazgo se produjo al levantar una gran área a fin de que una compañía de extracción de arena pudiera

explotar

el

sedimento

acumulado por el Sena. La

zona

del

yacimiento

comprende uno de estos cerros de gravas

y

adquiere

una

forma

triangular al estar cortado al sur por el río y al nordeste por un antiguo canal

colmatado

(Figura

28).

Únicamente es accesible por uno de los lados del triángulo. El desnivel de la loma es muy poco marcado; la Figura 28. Vista general de Le Gros Buisson en la que se pueden apreciar los 4 fosos concéntricos. Extraída de Peake (2006).

parte más alta sirvió de basamento al

edificio

más

grande

de

la

ocupación prehistórica. Similar al caso anterior, Le Gros Buisson también presenta una ocupación anterior fechada en el neolítico medio II. La cronología se ha podido establecer a partir de la cerámica encontrada en diez tumbas de inhumación localizadas en el borde del canal colmatado, en la parte este del altozano. El estado de conservación de las sepulturas es muy deficiente al haber estado muy afectadas por la posterior ocupación del siglo IX cal ANE, así como por la misma erosión natural de la zona donde se encuentran. La profundidad conservada de las fosas oscila entre los 4 y los 25cm.

106 | P á g i n a

La última ocupación continuada del lugar corresponde a un asentamiento galoromano que perduró entre los siglos I y III DNE en dos fases. Un almacén, un pozo, diez fosas y vestigios de estructuras en poste, delimitados por un cercado rectangular de 1200m², conforman las estructuras asociadas a esta ocupación. La hipótesis preliminar de estas ocupaciones baraja la posibilidad de que fueran establecimientos agrícolas temporales, satélites de un asentamiento más importante situado en el sitio de Le Vallé, a 2Km. de Le Gros Buisson. La fase de ocupación que nos interesa aquí comprende los siglos IX y VIII arq. ANE o la transición al Hallstatt antiguo de J.J. Hatt102. El tipo de asentamiento se ha definido como hábitat aristocrático hallstático (Peake, 2006), por las 2 hectáreas de extensión del mismo y por el sistema de fosos concéntricos, uno de los cuales con una entrada monumental. A pesar de ello y del extenso número de fosas (hasta 460) y hoyos de poste (>200) excavados, se han

podido

únicamente

identificar

dos

grandes

edificios que abarcan un área de 94 y 258m², situados en la parte más alta del montículo (Figura 29). Destaca la gran cantidad Figura 29. Plano general del hábitat del siglo XI al VIII cal ANE. Edición a partir de Peake (2006), diseño original de P. Pihuit y C. Bertrand (INRAP).

de

recuperado, sobresale

material

en el

el

número

que de

artefactos y arteusos de metal,

muy por encima de la norma en los asentamientos de este período. La presencia de evidencias de producción metalúrgica in situ, queda demostrada por el hallazgo de moldes, crisoles, gotas de cobre y fragmentos de metal para trabajar. A partir de la estratigrafía de los fosos se han podido identificar tres fases de acondicionamiento de los mismos, desarrolladas a lo largo de dos períodos cronológicos, según las morfologías cerámicas. El sistema defensivo comprende un

102

También comprendería el horizonte de transición Gündlingen de la propuesta centroeuropea.

107 | P á g i n a

total de 4 fosos, de entre 100 y 150m de longitud por 6 a 10m de anchura103. No obstante, no funcionaron los 4 a la vez sino que primero se construyeron los dos más internos (Figura 29: estructuras 242 y 243) y, en una segunda fase de ocupación, cuando éstos se colmataron se construyeron los dos fosos externos (Figura 29: estructuras 239 y 244). En un tercer acondicionamiento se dejaría en activo solamente el foso más externo al cual se asociaría un último foso de menor tamaño, superpuesto a un foso anterior (est. 244) encargado de cerrar la parte sudoeste del yacimiento y formando una entrada en zig-zag. Las restricciones de acceso al asentamiento fueron reforzadas con una empalizada en el interior del segundo foso interno (el más exterior, en la primera fase de ocupación) la cual posee una entrada monumental bordeada de hoyos de poste. Una segunda empalizada se levantó en el borde justo del mismo foso cuando la primera desapareció y cuando éste estaba ya probablemente colmatado seguramente para poder expandir cinco metros hacia el oeste el área de habitación. Durante la primera fase la zona de hábitat estaba dividida en dos por el primer foso interno (est. 242) separando un espacio triangular de aproximadamente 6000m² al este, el cual, constituía el núcleo principal del

asentamiento.

La

zona

intermedia entre los dos fosos internos comprendía un área de 4500m². Las dos áreas presentaban una alta densidad de estructuras Figura 30. Vista desde el Norte de la entrada monumental de la empalizada y el foso interior (est. 242) en segundo término (Peake, 2006).

fruto de la excavación y relleno muy dinámico de las fosas. La mayoría de las fosas del

hábitat eran circulares u ovoides, con tamaños variables. Su profundidad media variaba entre medio y un metro. El estado de conservación podría considerarse bastante bueno, dado que las fosas del fondo de valle no superan los 0,40m debido a la erosión. La colmatación rápida de las mismas nos indica que actuaron como basureros, si bien es posible que antes de su colmatación sirvieran para surtir limo o arcilla para las

103

A excepción del foso más exterior cuya anchura está comprendida entre los 2,5 y los 4 metros

108 | P á g i n a

construcciones o para la producción de cerámica o adobe. Las estratigrafías presentan recurrentemente sellados de adobe quemado o placas de suelos de arcilla. Estas prácticas se interpretan como trabajos de saneamiento, la construcción de suelos para trabajos específicos o la reutilización de las fosas para la manufactura de arcillas o adobe. Los niveles de sellado siempre se localizaron en la mitad del relleno, por debajo de otro nivel de desechos que alcanzaba la colmatación total de la fosa. La hipótesis que me parece más adecuada es la del saneamiento a fin de evitar la pestilencia de la descomposición de la basura. Así se explicaría por qué este nivel de arcillas y adobes aparece siempre en el mismo nivel de la fosa, ya que sería una práctica preestablecida de higienización. Es probable que se aprovecharan como sello suelos de arcilla o adobe, debido a la renovación constante de estos materiales ante posibles desperfectos o deterioros. De hecho sería un relleno “protocolario” de la basura, dado que el adobe y la arcilla también lo serían. Aparte de los dos grandes edificios mencionados (UA 17 y UA 18), también se han podido delimitar, en la zona intermedia de los dos fosos interiores, cuatro pequeños edificios, que no alcanzan los 10m². La interpretación funcional de estas construcciones, de factura similar a los edificios pequeños de Changis, pasaría por su uso como graneros o espacios de almacenamiento. Las excavaciones en Le Gros Buisson han permitido recuperar más de 2,5 toneladas de cerámica, varias decenas de miles de restos faunísticos, un número importante de útiles de hueso y de asta de ciervo y pesas de telar o molinos de mano. En lo referente al metal, se han podido detectar 258 piezas entre las que se incluyen herramientas, adornos, armas y elementos de procesado metalúrgico como gotas, escorias, crisoles y moldes104 (Peake, 2007: 60). Una particularidad de significativa importancia de Le Gros Buisson radica en el alto porcentaje (entre un 40 y un 70%) de animales salvajes en relación a los domésticos en los residuos de consumo de carne105. El número de especies beneficiadas supera ampliamente la media que se suele encontrar en las excavaciones de este marco sociohistórico. Es el único yacimiento de la edad del bronce y del hierro en toda Francia en el que los porcentajes de fauna salvaje superan a los restos de fauna

104

Dejamos el estudio completo de la metalurgia para la siguiente parte del trabajo. Una primera estimación se hizo durante el lavado y la selección preliminar de los aproximadamente 50000 restos faunísticos; confirmada posteriormente por el estudio detallado de dos de las fosas excavadas. 105

109 | P á g i n a

domesticada. Las implicaciones sociales de estas prácticas se prevén muy interesantes, pese a que el estudio faunístico aun se encuentra en estado preliminar. Numerosas

evidencias

materiales nos informan de que el hábitat hallado en Le Gros Buisson, no era una “simple” granja,

ni

sus

residentes

únicamente granjeros. Pese a Figura 31. Localización de los objetos de metal y desechos de fundición en el asentamiento de Villiers-sur-Seine (verde).

que las técnicas constructivas no son

en

piedra,

espectaculares

ni

edificios,

hay la

presencia de elementos defensivos monumentales permanentes, la altísima proporción de fauna salvaje, la gran cantidad de objetos de metal (Figura 31) con la presencia de numerosos objetos “distinguidos” como espadas y la producción metalúrgica in situ, indican la presencia de unas prácticas socioeconómicas muy particulares. Es posible que los residentes del asentamiento formaran parte de unas élites que necesitaban defender sus apropiaciones coercitivas. Su cotidianeidad poco tenía que ver con las pastoras y campesinas de asentamientos cercanos a quienes seguramente desposeían de parte de su producción a punta de espada. Si bien es cierto que estos elementos le confieren un estatuto especial durante el período de transición al Hallstatt antiguo, se debería contrastar que este estatuto sea producto del hecho de que es el único asentamiento del s. VIII arq. ANE que se conoce adecuadamente para la región.

5.1.3. Le Confluent (Choisy-au-Bac, Oise) Le Confluent es el asentamiento más septentrional de mi investigación. Situado en la confluencia entre el Oise y el Aisne, a dos metros por encima de sus cursos de agua106, ocupa una superficie de 3 hectáreas. Disfruta de una posición estratégica para controlar el paso de dos ríos de gran importancia en las redes distributivas atlánticas y centroeuropeas. Al estar contorneado por los dos ríos, el yacimiento

106

A finales del siglo XIX se modificó el curso de los últimos trescientos metros del río Oise antes de Le Confluent. El nuevo curso destruyó el extremo oeste del hábitat protohistórico que quedó dividido por el mismo.

110 | P á g i n a

adquiere una forma triangular, de aspecto muy similar al de Le Gros Buisson, pero en esta ocasión la parte abierta se orienta hacia el este. Al nordeste de Le Confluent se levanta el Monte Ganelon, una meseta terciaria por cuya ladera oeste serpentea un pequeño afluente del Oise, el Ganelon (Figura 32). Aparte de esta meseta, la geología del sitio está integrada por los valles sedimentarios creados por los dos ríos a lo largo de su curso. El tipo de sedimento que encontramos es fundamentalmente loess aluvial, con limos y arcillas arenosas. En

esta

zona

se

han

expoliado

numerosas

deposiciones

de

metal.

Afortunadamente, se han podido realizar análisis elementales de los objetos de algunos de estos depósitos que utilizaremos

en

los

siguientes

capítulos. También es un territorio muy

completo

asentamientos

a y

nivel

necrópolis

de del

bronce final, sobre todo de sitios implantados en las orillas del Oise y que han sido objeto de numerosas investigaciones recientes sobre la organización del territorio y sus implicaciones sociales (Brun y Pion, 1992; Brun et al., 2005). El

sitio

de

Le

Confluent

presenta varias fases de ocupación, Figura 32. Situación de Choisy-au-Bac ‘Le Confluent’. En azul curso actual de los ríos. En rojo curso original del Oise. En verde área excavada. En amarillo, área afectada por la modificación del curso del río. Edición a partir de Blanchet (1984).

datando la primera de ellas en la transición del bronce final IIIb al Hallstatt

antiguo

que,

por

la

cerámica, se asocia al grupo de las espadas en lengua de carpa.

Sin embargo, la ocupación más densa e importante es la que tiene lugar en la segunda fase y que se asocia al Hallstatt antiguo de J.J. Hatt y que se desarrolla de mediados del siglo VIII y finales del VII arq. ANE. Es durante esta fase que un mayor número de estructuras ha podido ser excavado levantándose los planos de tres niveles arqueológicos en los que se sucedieron respectivas reestructuraciones del asentamiento. Es también al inicio de esta fase que se levanta el primer muro que cierra el yacimiento desde el Aisne hasta el Oise, con una apertura de 2 metros que configuraba la entrada al mismo. El muro fue excavado a lo largo de sesenta metros

111 | P á g i n a

de longitud y dos de anchura y contaba con un paramento de piedras interno y un foso externo anexo, de 4 metros de profundidad. Esta estructura defensiva fue destruida a lo largo de esta fase por un incendio, construyéndose otra más imponente, con basamento de piedra de tres hiladas de un metro de ancho de los tres metros que conservaba el muro cuando fue excavado. Esta segunda fortificación fue nuevamente destruida al final de la fase 2 de ocupación del sitio por un violento incendio. Uno de los principales aspectos de esta aldea es la conservación de un basamento de piedras en las habitaciones. Este factor que ha permitido la reconstrucción del perímetro de la mayor parte de las estructuras y la configuración del poblado en cada una de las diferentes fases. Es uno de los pocos hábitats de este período en los que se identifica el zócalo basal de las estructuras, quizás relacionado con el hecho de ser un sitio fortificado, ya que es posible que una parte de los basamentos provengan de la desmantelación del muro defensivo en la fase 3. En comparación, Le Gros Buisson estaba protegido por una empalizada rodeada de 2 fosos, pero aquí encontramos una verdadera muralla de tres metros de anchura con mampostería, levantada con barro y adobe con estructura de madera. Las estructuras identificadas como casas tienen planta rectangular de 6 a 8m. de largo por 4 a 5m de ancho. Su orientación varía en cada nivel estratigráfico. El zócalo de la mayor parte de las unidades domésticas está constituido por fragmentos cerámicos, adobe y restos faunísticos que en ocasiones se mezclan entre las piedras basales. Aparte de los edificios habitacionales, también se han identificado pequeñas estructuras que siguen las

mismas

técnicas

constructivas, las cuales se

han

interpretado

como cobertizos, talleres u hornos domésticos. Pese a que se han documentado 13 áreas de combustión sólo tres de ellas parecen haber sido Figura 33. . Planimetría de las estructuras de la fase II. Cada color representa una de las tres capas de esta fase. El perímetro en blanco representa la línea de muro. Las cuadrículas son de 5x5m. Edición a partir de Blanchet (1981).

hogares

para

calentarse o preparar la comida. Otras 2 fueron hornos

metalúrgicos

112 | P á g i n a

para el trabajo del hierro, asociados ambos al final de la fase III del yacimiento y a las primeras producciones férreas de la cuenca parisina. La gran mayoría de áreas de combustión, hasta 8, han sido interpretadas como hornos metalúrgicos para la refundición del cobre o bronce y se reparten a lo largo de las tres fases del poblado. A diferencia de los hogares que se han encontrado en el interior de las estructuras, los hornos metalúrgicos se sitúan siempre en el exterior, presentando una fuerte rubefacción de la arcilla de las paredes y a veces son construidos encima de un suelo compacto de fragmentos cerámicos. La presencia de objetos destinados al reciclaje y gotas de metal en las proximidades de estas estructuras confirmaría su función. También

fueron

excavadas

una serie de fosas basurero en las que

se

recuperó

abundante

material arqueológico. Alguna de estas fosas, como la estructura 24, bien

pudo

haber

funcionado

anteriormente como silo, dada su forma y dimensiones. En cuanto a los materiales se recuperaron un gran número de fragmentos cerámicos, tanto de cerámica Figura 34. Horno metalúrgico de Le Confluent (Foto de Jean Claude Blanchet)

fina

como

tosca.

Respecto a los restos faunísticos no tenemos ninguna información, mientras que sí conocemos la

presencia de un buen número de pesas de telar. Entre los objetos de adorno destaca la presencia de quince brazaletes de lignito que complementarían los numerosos objetos de adorno de bronce que forman parte del inventario metálico de Le Confluent. Éste está configurado por 177 objetos entre armas y herramientas, pero sobre todo una gran cantidad de evidencias de metalurgia, como lingotes a medio fundir, gotas u objetos reciclados (Blanchet et al., 1981; Blanchet, 1984).

5.2. Necrópolis 5.2.1. Le Bois Plantés (Presles-et-Boves, Oise) 113 | P á g i n a

La necrópolis de incineración de Presles-et-Boves ocupa una terraza aluvial a quinientos metros de la orilla actual del Aisne, afluente del Oise. Se encuentra en las faldas de una vaguada desde donde se controla visualmente la confluencia entre el Aisne y su principal afluente, el Vesle. La implantación del yacimiento parece vinculada a la presencia de este afluente, ya que se aleja de la llanura aluvial del Aisne. El contexto sedimentológico también es singular, pues la terraza aluvial se encuentra aquí recubierta por una espesa capa de sedimento eólico o coluvial. En el mismo sitio se excavó en 2001 un pequeño asentamiento Rubané formado por tres unidades de habitación separadas por 50 metros (Illet y Allard, 2006). A lo largo de las dos hectáreas que cubre la excavación de esta necrópolis se han podido identificar 197 fosas con incineraciones, un ustrinum107 y cuatro cercados tipo Langgraben, a una profundidad entre 35 y 50cm bajo el suelo actual. Veinticinco centímetros más abajo aparecieron 7 nuevas fosas a incineración, otro ustrinum y 23 estructuras funerarias con foso (LeGuen, 2007). Junto con Les Pétreaux, Les Bois Plantés es la necrópolis del bronce final más grande de toda la cuenca parisina, aunque ambas siguen la dinámica de la escasa presencia de tumbas con ajuar o en urna. En Les Bois Plantés el porcentaje de sepulturas que contienen algún tipo de material arqueológico (a excepción de los restos

incinerados)

se

sitúa

en

el

16%.

Estas

características

dificultan

considerablemente el estudio diacrónico de la necrópolis que, en base a las dataciones por C14, presenta una ocupación desde el siglo XIII al IX cal ANE. Las cronologías abarcan el bronce final IIb/IIIa (fase R.S.F.O.) y el bronce final IIIb, según las periodizaciones revisadas108. Las fosas de incineración presentan un perfil en forma de U con fondo plano, con una profundidad de entre 35 y 50cm y un diámetro de entre 40 a 80cm (media en 57cm). Los tipos de deposición son variados. En 16 casos se identificó la deposición a poignés (en uno de ellos las cenizas fueron recubiertas por una laja calcárea); en seis casos más el enterramiento fue en urna y en otros 12 en un contenedor orgánico.

107

Nombre romano para designar los “quemaderos” donde se incineraba la difunta. Utilizo la misma nomenclatura que las autoras que presentan el sitio. 108 De las diez dataciones realizadas sobre estructuras con materiales arqueológicos, todas las sepulturas con cerámica y/o hair ring corresponden a la primera de estas fases. Para la fase final IIIb, las sepulturas contienen adornos de bronce, vidrio y/o hueso.

114 | P á g i n a

La repartición espacial permite observar dos zonas de especial concentración de fosas, zonas que a partir de las

dataciones

radiocarbónicas parecen ser las primeras en ocuparse. Dos grandes fosas con relleno

ceniciento

descubiertas

en

fueron la

necrópolis; de las dos, una fue excavada. Su tamaño (1,95m de largo, 1,24m de Figura 35. Plano de repartición de las fosas y del material asociado.

ancho

y

0,16m

de

profundidad) y el tipo de relleno indican que se trataba de espacios en los que se

incineraba los cadáveres, aunque no se encontró ni un solo hueso humano. Una de las paredes mostraba un color rojizo fruto de la acción térmica, confirmando la función de la estructura como quemadero. La cerámica del sitio está compuesta por seis urnas y dieciséis vasos de ajuar, normalmente de pequeño tamaño. En ningún caso, la cerámica estaba alterada por el calor. Las urnas se encuentran siempre en la base de la fosa, mientras que los vasos de ajuar se encuentran encima de las cenizas o entre ellas. Un caso especial es la estructura 155 que contenía una urna tapada por una laja, con un vaso en el interior, sobre la osamenta109. Los adornos constituyen exclusivamente los objetos de metal de la necrópolis. Se continúa con el hábito de no enterrar armas ni herramientas junto a los restos incinerados. Pese a que la conservación de los mismos es pésima, al estar medio fundidos, se pueden identificar anillos, brazaletes, un alfiler y dos cuentas tubulares. Las autoras de la investigación en curso sostienen que algunos objetos fueron rotos intencionalmente.

109

En Les Pétreaux tenemos un solo caso de laja calcárea cubriendo los restos (supra)

115 | P á g i n a

Entre los metales, los hair rings son los únicos que se encuentran asociados a cerámica; los de bronce siempre aparecen con otros objetos de bronce o con adornos de hueso y/o cuentas de vidrio fundido110. Quince hair rings se han encontrado en doce fosas, por lo que hay tres fosas con dos hair rings111. Como sucedía en Les Pétreaux, los anillos de oro se encuentran concentrados en una sección de la necrópolis, en este caso en las fosas ubicadas al norte. Desgraciadamente, en ningún caso contamos con datos que nos sugieran quién llevaba estas sortijas, si hombres, mujeres, adultos o infantiles112. Entre la información procedente del estudio de los huesos humanos, que de momento sólo comprende 52 fosas, volvemos a encontrar la presencia de tumbas dobles (3), que siempre están representadas por un individuo adulto junto con uno infantil. El peso de los huesos es muy heterogéneo (de 0,6 a 1437g), concentrándose las más pesadas entre las sepulturas de urna orgánica o cerámica. Se ha podido comprobar, en base a la coloración y fragmentación de los huesos, que el volumen de huesos enterrado se relaciona con la temperatura que se alcanzó en la cremación.

5.2.2. Le Parc Scientifique (La Croix-Saint-Ouen, Oise) La información de la que dispongo de este yacimiento es muy incompleta. El yacimiento comprende 2000m² y se divide en dos sectores. El primero, donde se ubica la necrópolis está completado por un conjunto de fosas-basurero que formaban parte de un asentamiento del bronce final IIIb y otro de la Tène media y final que se superponen parcialmente con la necrópolis. El segundo sector estaba representado por una serie de ocupaciones discontinuas que se extienden desde la prehistoria reciente hasta época moderna. La necrópolis se encuentra ubicada en un montículo al borde de la llanura inundable del Oise, ocho kilómetros al sudeste del yacimiento de Choisy-au-Bac. La estructura más antigua de la necrópolis atañe a un gran cercado circular de 25m de

110

Hay una cerámica que en la publicación parcial de la necrópolis se cita en la misma estructura que un brazalete de bronce (est. 224), pero las autoras en la misma publicación niegan la asociación de cerámica y objetos de bronce (Le Guen y Pinard, 2007). 111 La proporción es similar a la de Changis-sur-Marne, donde de 22 anillos 12, se encontraron a pares. 112 Pese a que la cremación hace imposible identificar el sexo de los restos humanos, sí es posible detectar la edad. Son datos que aportarían información fundamental acerca de la organización socioeconómica y el acceso a productos restringidos. La misma condición es aplicable al resto de elementos de ajuar y al uso de urnas.

116 | P á g i n a

diámetro cuya tumba central fue extraída y depositada en el relleno del cercado. Una serie de siete tumbas de incineración, totalmente desprovistas de ajuar, reocuparon los alrededores y el interior de la gran estructura. Se han identificado tres inhumaciones al sur del cercado. Una de ellas (est. 42) se ha fechado en 2880±70 BP (BETA-127045), fecha muy alta para una inhumación del bronce final. Esta misma inhumación presentaba un ajuar excepcional compuesto de una cuenta, un anillo y un alfiler de cabeza de clavo de bronce, una cuenta en vidrio azul, una punta de flecha de tipo aveyronnaise y la parte superior de un gran pico de cormorán al que se practicó un orificio para ser suspendido y se le introdujo un varilla de bronce para reforzarlo.

Figura 36. Distribución de las estructuras de la necrópolis de La Croix-Saint-Ouen. En negro las fosas a incineración y en gris las inhumaciones. (Blanchet y Talon, 2005)

Figura 37. Ajuar de la inhumación de la estructura 42 de La CroixSaint-Ouen. (Blanchet y Talon, 2005)

117 | P á g i n a

3ª PARTE 6. El significado para la arqueología de la composición elemental de los metales prehistóricos Más allá de lo que puedan informar los análisis elementales de composición, es importante pensar en la información que queremos recibir como arqueólogas. Es muy posible que haya evidencias interesantes para la física o la historia de la tecnología, pero del todo irrelevantes para la comprensión de la organización de las relaciones de producción y su transformación. El estudio a abordar es doble: por una parte explicar cómo los análisis elementales de composición pueden ayudarnos en un estudio social y no tecnológico de la metalurgia prehistórica y, por la otra, analizar lo hecho hasta ahora para comprender donde acaba la física y empieza la arqueología. En mi caso, la investigación emprendida se justificaba en el conocimiento de si los objetos de bronce presentes en los asentamientos y necrópolis habían seguido los mismos parámetros productivos que los metales de los depósitos. La comparación tipológica se hacía extremadamente complicada al ser tipos de objetos distintos los que encontramos en los diferentes contextos. Únicamente algunos adornos, como los alfileres estaban presentes en los 3 ámbitos de estudio (depósitos, asentamientos y necrópolis). Por contra, una parte sensible de los objetos de metal de los hábitats eran herramientas de trabajo u objetos indeterminados. La tipología del primer caso no variaba o no se podía diferenciar durante todo el bronce final. Además, la amortización del bronce en los contextos de hábitat se produce cuando el objeto pierde todo su valor de uso y, en no pocas ocasiones, este se encuentra fragmentado e incompleto. En las necrópolis sucede un fenómeno parecido. Los objetos eran enterrados cuando aun podrían tener un valor social (sólo se encuentran adornos). Sin embargo, bien sea por el efecto de la pira funeraria o por una fragmentación previa, casi siempre aparecen pequeños fragmentos de metal. La alteración física de su forma y textura contribuyen a hacerlos indiferenciables tipológicamente. Los análisis elementales se presentan entonces como una opción a tener en cuenta para determinar si los grupos de metal proceden procesos productivos conscientemente diferenciados o, por el contrario, la producción metalúrgica, homogénea o heterogénea, no dependía del fin al que sería destinado el objeto. El

118 | P á g i n a

objetivo, además, se fijará en la determinación de ciertas composiciones distinguidas por determinadas formas o por su localización en contextos exclusivos.

6.1. Antecedentes

e

influencias

en

nuestro

estudio

arqueometalúrgico El aspecto analítico y el procesado de los resultados obtenidos se han realizado partiendo de trabajos anteriores de dos equipos. El primero de ellos, se corresponde a la investigación llevada a cabo por V. Rychner y N. Kläntschi (1995) sobre los objetos de bronce alpinos del bronce medio y final. El segundo, concierne al equipo del C2RMF, en el que me he integrado y del que he adoptado la metodología de trabajo. El aspecto primordial de Rychner y Kläntschi es la validación de la propuesta de Northover (1982), heredera de las SAM. Según ésta, en una serie de análisis de composición elemental, es posible aislar diferentes grupos compositivos. La hipótesis de partida se asienta en la experiencia de la interpretación y lectura de resultados compositivos. Ésta dice que en una zona o territorio el número de zonas de extracción activas simultáneamente era muy limitada, posiblemente solamente una. Si el metal pasaba por los mismos procesos de trabajo, un mismo metal original poseería la misma composición elemental final (Northover, 1982). Además, numerosos elementos de la composición son inalterables durante la refundición, por lo que el reciclaje de metales iguales no variaría el rastro de impurezas principales. Correlacionando estos grupos con la tipología, las técnicas de manufactura, las aleaciones y la información arqueológica en general, es posible identificar las zonas de circulación de los grupos de metal de cada período (Northover, 1982); sin excluir en ningún caso la posibilidad que varios grupos de metal estén circulando a la vez en un territorio. Una de las hipótesis más interesantes de Northover es que existe una diferente circulación según el tipo de objeto y los requerimientos técnicos para su manufactura. La idea radica en que podríamos encontrar diferencias tipológicas y compositivas entre el material de uso cotidiano y la producción metalúrgica exclusiva que requiere una inversión de esfuerzo, fuerza de trabajo y conocimientos avanzados. Esta producción exclusiva sería la que fabricaría objetos distinguidos. Su posesión, sería causa y legitimaría a la vez una diferenciación social respecto al resto de la población. Durante el bronce final, muchos de estos objetos distinguidos están en relación con la violencia armada (armas, armaduras, cascos, espinilleras, o accesorios a éstos), por lo que su

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uso permitiría a sus propietarios reproducir la organización de las relaciones de producción. Al ser una producción especializada, estos elementos excluyentes poseerán unas características más uniformes en su composición elemental, las técnicas de manufactura y la forma; a la vez que una distribución más vasta hacia las élites de otros espacios socializados. Según Northover, cuando el objeto circula lejos de su centro de producción su valor aumenta y únicamente será reducido a chatarra reciclable cuando haya perdido toda funcionalidad y/o valor social (Northover, 1982). Finalmente, Northover estima cuales deben ser las líneas básicas de cualquier investigación arqueometalúrgica completa. “In a worst case, a large scale programme of metal analysis for any (…) prehistoric bronze industry can be expected to determine the following features (…): 1. Changes in metal refining techniques with time and space; the indicators here are the population of oxhide and sulphide inclusions and iron; the appearance of a consistent level of iron can say something about both the ore type and the extraction process. 2. Changes in alloying practice with time and space: (…). These changes, which assist in refining bronze-based chronologies, can be the result of local industrial developments or changes in the source area from which primary or secondary bronze suppliers were obtained.

3. Changes in a number and nature of metal sources (…). Lead isotope and inclusion analyses can provide additional data for identifying meta-changes.

4. The use of solid samples means that changes in metalworking practice can be identified metallographically as well as from the external condition of the artefacts. For example, it is frequently possible to determine from the segregation of alloying elements whether an object was cast in permanent or clay mould.” (Northover, 1982: 46-50)

Los puntos tres y cuatro de los objetivos básicos que propone Northover me son imposibles de satisfacer porque implica abrir el abanico de técnicas analíticas y se escapa de mis posibilidades inmediatas. No obstante, espero a lo largo de esta parte del trabajo aportar datos que respondan a las dos primeras demandas que sí se ciñen a los análisis compositivos. He considerado necesario explicar los orígenes de los modelos de trabajo de Northover porque, en cierta medida, significa el impasse que permite superar la dependencia de la procedencia en los análisis elementales de composición. Pese a que una de las intenciones del autor sigue vinculada a este objetivo, aporta la posibilidad de formar grupos de metal homogéneos cuya evolución podemos asociar a

120 | P á g i n a

transformaciones en las redes de circulación y organización de la producción. Una lectura social superadora

de

la

tipología,

deviene por fin posible. Recuperando a Northover, Rychner

y

Kläntschi

con

su

trabajo sobre las impurezas en los metales alpinos de la edad del bronce,

hicieron

estudio

y

la

realidad

el

delimitación

de

grupos de composición elemental en

metales

Figura 38. Diagrama ternario de los objetos Alpinos del Ha B2, con la delimitación de los 7 esquemas de composición. Edición propia a partir de los resultados de Rychner y Kläntschi (1995).

prehistóricos.

Pudieron establecer que cada período cuenta con uno o varios rastros de impurezas principales que se distinguen bien de otros períodos.

El

estudio

de

las

impurezas se realizó, sobre todo, a partir de la relación entre tres elementos que se encuentran en el

cobre

como

Figura 39. Esquemas de composición de la relación entre las impurezas principales en los metales alpinos (Rychner y Kläntschi, 1995).

impurezas

principales: el antimonio (Sb), el níquel (Ni) y el arsénico (As). Esta relación se ponderó a su vez con

la

cantidad

total

de

impurezas (Figura 40). Los tres elementos citados se

encuentran

impurezas

entre

principales

de

las los

metales de base cobre de la zona alpina en el II y el I milenio cal

Figura 40. Distribución de los esquemas compositivos en los diferentes períodos de estudio. Las dos últimas columnas expresan los resultados para el Hallstatt B2 (Rychner y Kläntschi, 1995).

121 | P á g i n a

ANE y son buenos indicadores del metal utilizado113. Los objetos fueron divididos por su cronología y por la zona geográfica a la que pertenecían (Figura 40). Una vez realizados los análisis elementales, los resultados se formularon en diagramas ternarios para visualizar la distribución de las tres impurezas principales en grupos de objetos (Figura 38). La distribución expresada en el conjunto de los objetos permitió reconocer 7 esquemas compositivos (Figura 39); algunos de los cuales se repetían, pero con diferente intensidad, en las cinco fases estudiadas (Figura 40). Como se ve en el diagrama ternario, la tendencia normal hacía que una parte significativa de los objetos presentaran el mismo esquema compositivo (el tipo 6 para el Hallstatt B2). Ello indicaba que había un grupo de metal principal que circulaba en una gran región y que cada transformación social general implicaba un cambio en la producción metalúrgica, detectable a través de los grupos de composición. La intensidad de esta homogeneidad también variaba de un período a otro. Durante el bronce D/ Hallstatt A1, el grupo 3P114 es el predominante, aunque no llega al 50% del total, en cambio para el Hallstatt B2 el grupo 6N tiene un dominio absoluto, que le acerca a cotas del 90% del total de los objetos (Figura 38 y Figura 40). Aunque en el estudio de Northover, las repercusiones históricas que produjeron estos cambios en la composición del metal no se incluyeron, en nuestra investigación pueden ser muy interesantes. Tal como hemos visto, las variaciones en la composición elemental están vinculadas a transformaciones del proceso productivo, sea en el origen del mineral o en los trabajos aplicados sobre éste para obtener un artefacto. Su comprensión nos permite acercarnos a la explicación de la organización social de la prehistoria. El otro foco de influencia de mi investigación es Mille del C2RMF, junto a otras investigadoras (Mille y Bourgarit, 2000; Mille, 2005; Véber, Mille y Bourgarit, 2003; Véber, Pernot y Mille, 2005). La primera influencia y la más relevante es que mi investigación se ha desarrollado en el marco de este laboratorio y bajo la supervisión de los investigadores citados. En sus estudios sobre los hallazgos del bronce final han conseguido resultados interesantes en la aplicación de los modelos propuestos por Northover (1982), complementándolos con las propuestas de Nedham (1998) sobre la dinámica de las vías del metal entre las fuentes de explotación y las zonas de uso y

113

Al estudio estaba previsto añadir también la plata (Ag), sin embargo, por problemas con la solución de las muestras no fue finalmente posible. 114 La “P” se refiere a la cantidad de impurezas, en este caso serían pobres. Las composiciones pobres, serían aquellas no llegan al 0,42%, mientras que las normales (N), estarían entre 0,42 y 4%. Por encima del 4% se considerarían composiciones ricas.

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consumo. Además, se han aprovechado de la experiencia de Rychner y Kläntschi para comparar los resultados con la zona nord-alpina115. Sus trabajos son los que me afectan más directamente al haber estudiado la misma zona geográfica durante las mismas cronologías que en esta investigación. Los resultados de los depósitos que utilizo para comparar con los objetos ahora analizados proceden de esta fuente y han sido cedidos por Mille para completar éste trabajo. Sus

Figura 41. Histogramas acumulativos para los depósitos atlánticos y continentales para el BF IIIb. El histograma superior representa la acumulación de 9 impurezas principales; el inferior, la acumulación del estaño (azul) y el plomo (violeta). Fuente B. Mille c.p.

115

La zona comprendida como nord-alpina se ciñe a la parte norte de los Alpes, sobre-todo las regiones centro, este y oeste de Suiza y la región de la Lorraine hasta alcanzar el extremo este de la cuenca de París.

123 | P á g i n a

investigaciones de los depósitos del bronce final, han servido para demostrar que dos grandes grupos de composición circularon durante los últimos siglos de esta época. El primero de ellos, recurrentemente presente en los objetos del “Complejo Cultural Atlántico” (Brun, 1989), estaba caracterizado por una fuerte concentración de estaño (10-13%) y plomo (5-12%), mientras que el total de impurezas se situaba en niveles muy bajos, casi siempre en torno al 0,5%. En el segundo, por el contrario, los niveles de estaño son mucho más bajos (6-8%) y los de plomo también (1-3%). La impurezas de este segundo grupo generalmente superan el 1,5% y son extraños valores por debajo del 1%. En la Figura 41 podemos comprobar las claras distinciones que se establecen entre los dos grupos de composición a partir de los gráficos de barras acumulativos de aleaciones e impurezas. Cada barra representa la media de un depósito y en la leyenda, entre paréntesis, podemos ver el número de objetos analizados para el mismo. Aunque la homogeneización dentro de cada grupo parece bastante clara, un examen más profundo revela ciertos objetos atípicos que pueden alterar las medias y qué trataremos más adelante. En los estudios del depósito de Vaudrevange en el extremo este de Francia (Véber, Mille y Pernot, 2005) se ha combinado un exhaustivo trabajo tipológico y tecnológico con los análisis de composición por ICP-AES. Esto ha permitido relacionar estos objetos con el conjunto metálico del centro del continente y, particularmente, con los Alpes. El trabajo aporta elementos interesantes, como el uso del plomo para mejorar la solubilidad del metal y, su escasa presencia en aquellos objetos que requerían un intenso trabajo de deformación mecánica debido a los puntos de rotura que provoca la aleación con plomo116 (Véber et al., 2005). La influencia de este segundo grupo de investigación va a ser muy patente en el desarrollo de mi investigación. Sin embargo, es mi deseo poder aportar nuevos elementos que permitan vincular los estudios presentados a un ámbito social. Para ello, podré contar con información referente a los lugares sociales de procedencia del objeto y sus relaciones contextuales. Los datos contextuales son los que permitirán contrastar la relación entre depósitos, necrópolis y asentamientos.

116

En la primera parte del trabajo ya he expuesto las características de las diferentes aleaciones que encontramos en objetos de los siglos XIV a VIII cal ANE.

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7. La circulación del bronce c. 900- 700 cal ANE. Grupos, matrículas y complejos En las páginas que siguen abordaremos la contrastación de la hipótesis principal de esta investigación. Ésta platea: La diferencia en la composición elemental de los objetos metálicos hallados en los tres tipos de contextos arqueológicos estudiados (sepulturas, depósitos y asentamientos), lejos de ser aleatoria, es consecuencia de procesos productivos diferenciados. Es decir, la producción metalúrgica se realizó siguiendo procesos productivos específicos, que fueron determinados por el uso social para el que los objetos metálicos se produjeron. Pese a tratarse de una propuesta de estudio relacionada con un contexto sociohistórico concreto, debemos remarcar que, desde una perspectiva comparativa, la producción de objetos destinados a ser amortizados directamente en sepulturas ha sido ya documentada en otros casos, como el de las tumbas argáricas. El proceso de contrastación de la hipótesis implica validar (o falsar) la propia variable dependiente. Es decir, comprobar si existió o no una diferenciación en la composición de metal entre depósitos, asentamientos y sepulturas. La respuesta a esta línea de estudio puede sintetizarse de manera dicotómica:

1) Similar composición del metal en objetos documentados en contextos arqueológicos distintos. Ésta puede ser consecuencia de dos devenires productivos: a) Los objetos metálicos no fueron producidos para un fin concreto (deposición, sepultura, asentamiento) por lo que siguieron procesos productivos indiferenciados: utilización de objetos, herramientas y procesos de trabajo similares. b) Aunque los objetos metálicos sí fueron producidos deliberadamente para un

uso específico (deposición, sepultura, asentamiento), esta producción para un fin diferencial no implica contrastes en la composición elemental; o eventualmente, se produjeron objetos compositivamente semejantes a partir de procesos productivos distintos. La contrastación de una hipótesis como

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ésta exigiría la puesta en práctica de otra línea metodológica (por ejemplo el análisis tipológico117) lo que supera el marco de este estudio. En ambos casos, la hipótesis de partida sería falsada, al negarse que la propia variable dependiente haya acontecido. Por el contrario, en el caso de que se pruebe tal diferenciación en la composición elemental de los objetos de metal en relación a los tres contextos arqueológicos contemplados, procederemos a dar contenido a las relaciones entre ambas variables; analizando si la diversidad compositiva en relación al uso responde a parámetros de producción diferenciales o se debe a otras variables.

2) Diferente composición del metal en objetos de distintos contextos arqueológicos. Planteamos dos líneas hipotéticas posibles que especifican la relación entre variables dependiente e independiente: a) Los objetos de metal se fabricaron siguiendo parámetros diferenciales según una previsión consciente de su uso/amortización futuro. La contrastación de esta hipótesis principal implica el uso de otras técnicas como la metalografía (para caracterizar la estructura del objeto), los isótopos de plomo118 (para indagar la procedencia) o la observación de trazas y huellas de uso119 (que permiten verificar su funcionalidad real) que posibilitan determinar si las diferencias en la producción fueron generales o sólo afectaron algunas fases del proceso productivo120. (Hipótesis principal). b) Las diferencias en la composición elemental de los objetos no responden a una estrategia de producción específica según el contexto de destino de los objetos (asentamiento, sepultura, depósito), si no que pueden deberse a otras variables, que de momento, nos serían desconocidas. (Hipótesis alternativa). En aquellos casos en que los resultados analíticos falsar la propuesta explicativa principal he propuesto otras hipótesis alternativas121 en aras de aumentar las posibilidades explicativas del estudio; ayudando así a sugerir el rol que la producción minero-metalúrgica desempeñó durante el horizonte social de estudio.

117

El análisis tipológico permite determinar la asociación entre tipos de objetos y contextos arqueológicos (depósitos, sepulturas y/o asentamientos). 118 Para ver mi posicionamiento sobre el uso de esta técnica, ver capítulo 5.3. 119 Un mismo artefacto puede ser utilizado para diferentes actividades para las que se requirieran propiedades distintas 120 Lo que permitiría verificar si los objetos fabricados eran igualmente efectivos como artefactos o no. 121 Estas hipótesis han sido expuestas dentro de la exploración de los resultados.

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7.1. El metal de las Necrópolis Abordaremos a continuación los resultados de los análisis de composición elemental realizados a los objetos de metal hallados en las sepulturas. El escaso número de muestras procedentes de sepulturas con las que he trabajado así como la gran variabilidad cronológica de éstas han convertido en imprescindible la realización de una comparación diacrónica. Esta perspectiva comparativa ha posibilitado la observación de las transformaciones en la composición elemental de los objetos a lo largo del tiempo en un mismo yacimiento, así como, en algunas ocasiones, entre yacimientos diferentes de un mismo período. Una parte importante de los metales de las sepulturas presentan problemas para comprender los resultados elementales debido a su mal estado de conservación. En este sentido, su interpretación presenta dos problemas básicos: por un lado, la mayoría de los metales analizados se encuentran en avanzado estado de corrosión al haber sido sometidos al calor en el momento de la incineración del cadáver. Las temperaturas, que en ocasiones superaron los 600ºC, pudieron alterar la composición interna del metal produciendo la pérdida significativa de elementos volátiles como el arsénico o el zinc. Por otro, las desfavorables condiciones de conservación de los objetos han impedido, en no pocos casos, una extracción de metal suficiente para efectuar los análisis en condiciones óptimas122. Pese a los repetidos intentos realizados bajo lupa binocular para extraer la corrosión, en estos casos resultó imposible dado que implicaba acabar con la propia muestra. En consecuencia, debo remarcar que la mayor parte de los análisis de objetos de bronce procedentes de sepulturas de incineración han sido efectuados por debajo del mínimo óptimo para el correcto desarrollo de la prueba analítica. A priori, y a tenor del buen funcionamiento del equipo de análisis en el momento de realización de los análisis, la afectación de estos problemas de conservación a los resultados obtenidos fue mínima. No obstante, como veremos más adelante, la evaluación de estos condicionantes ha resultado clave a la hora de procesar los resultados. La identificación de los objetos ha sido realizada a partir de un sistema de siglado en el que constan tres letras de identificación del yacimiento, seguidas de un número identificativo. Esta “matrícula” permite diferenciar cada objeto. El listado de siglas de

122

Para ver cuáles son las condiciones de un análisis óptimo me remito al capítulo 2.1.1.

127 | P á g i n a

identificación por yacimiento ha quedado de la siguiente manera: “CMP” para Changissur-Marne, Les Pétreaux; “VLG” para Villiers-sur-Seine, Le Gros Buisson; “CHC” para Choisy-au-Bac, Le Confluent; “PBP” para Presles-et-Boves, Les Bois Plantés; “CSO” para La Croix Saint-Ouen, Le Parc Scientifique. Por otro lado, el número de las muestras no tiene una ordenación sucesiva, sino que responde a la estructura que las contuvo o al número de inventario de la excavación. Un último apunte que me parece importante remarcar antes de pasar a detallar los resultados de los análisis por yacimiento, se refiere al hecho que en las sepulturas del bronce final IIIb todos los objetos recuperados son adornos. La significación de estos adornos es importante, pues a diferencia de la cerámica de ajuar o de las urnas, se trata de objetos que la persona en vida, portaba, y que sin duda, la portaron por caminos más allá de su volición123. En este sentido, no puede pasar desapercibido el trato social recibido por estos objetos, comparable al recibido por el cadáver, tratándose de objetos personales e intransferibles, una verdadera social skin a la que hacíamos referencia anteriormente. Por todo ello, la lectura social de los escasos objetos de metal recuperados en las tumbas resulta tan importante. En este sentido y pese a que la interpretación resta incompleta al no conocer los códigos de significación de estos adornos-, la presencia exclusiva de este tipo de objetos en ciertas tumbas, junto con su asociación con hair rings u otros adornos de hueso o pasta de vidrio nos permite postular una posición social particular respecto a la mayor parte de población sepultada.

7.1.1. Les Pétreaux (Changis-sur-Marne) Se han analizado 17 objetos de Changis-sur-Marne, de los cuales 5 proceden de depósitos funerarios y 12 de fosas-basurero o de la colmatación de silos asociados a unidades domésticas. De los cinco objetos hallados en contexto funerario, cuatro procedían del grupo II de la necrópolis y el otro de una incineración superficial de la zona de hábitat. La atribución cronológica de la mayor parte de ellos procede de las dataciones por C14 de las sepulturas. De los 5 objetos, uno corresponde al BF I/IIa, 3 al BF IIb/IIIa,

123

Sin descartar la posibilidad de que se usaran mortajas funerarias, como sucede en muchas prácticas funerarias actuales e históricas, en las que la vestimenta que las personas incineradas o inhumadas no es la misma que la que llevada durante la cotidianeidad diaria. En este caso el significado del alfiler como elemento de distinción e identificación social se mantiene, ya que las mortajas funerarias no tienen porque ser homogéneas en el conjunto de una sociedad, y la diferencial presencia de alfileres informa que quienes eran enterrados con ellos gozaban de una posición social distinguida frente al 80% de la población que era enterrada sin ningún tipo de material inorgánico (metal, cerámica, pasta de vidrio…).

128 | P á g i n a

mientras que el último mantiene una cronología imprecisa dentro del periodo del bronce final. Los cinco objetos analizados se encontraban mezclados con las cenizas y los huesos incinerados. Es recurrente que los objetos de bronce se localicen en sepulturas sin ningún tipo de contenedor y donde las cenizas se esparcen mezcladas con el carbón de la pira. Tan sólo una varilla de bronce (CMP89) se asoció a una urna cerámica que contenía un individuo adolescente, La cronología de la urna sitúa la sepultura en el bronce final I/IIa (Ha A1)124. En todo el conjunto de la necrópolis tenemos únicamente otro caso en que una placa doblada de bronce (no analizada) se halló en un contenedor orgánico junto a un vaso de ajuar datado del BF IIb/IIIa). La Tabla 5 muestra como la mayor parte de los objetos se dividen entre brazaletes, pendientes y alfileres125, adornos todos ellos que el cadáver llevó en vida y que fueron quemados con él al morir. De las 9 fosas con objetos de bronce, tres de ellas contienen también uno o varios Hair Rings: En la estructura 2765 del grupo I de la necrópolis se hallaron dos adornos de bronce (no analizados), un hair ring y cuentas en pasta de vidrio; y en las estructuras 6069 y 6013 del grupo II, dos y tres hair rings respectivamente, se vincularon a un adorno en bronce. Dados los pocos elementos de la muestra, los resultados de los análisis de composición elemental de los cinco objetos de Les Pétreaux no son conclusivos pero

Tabla 5. Representación de la información contextual de los objetos de bronce de las sepulturas de Changis sur Marne. Las filas resaltadas corresponden a objetos analizados.

124

La datación radiocarbónica indica, por el contrario, que nos hallamos al principio de la fase siguiente (1260-1129 cal ANE). Nuevamente, nos encontramos ante una contradicción crono-tipológica. 125 Éstos podrían ser punzones, ya que no se han encontrado las partes superiores de las piezas. La varilla también podría corresponder a un alfiler o punzón, pues sólo se ha hallado un pequeño fragmento intermedio de sección circular.

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pueden servir como marco de referencia para futuras investigaciones similares. Detallaré a continuación los resultados obtenidos: En primer lugar, podemos constatar que las impurezas de la varilla del BF I/IIa (CMP89) son muy superiores al resto de objetos, llegando hasta el 2,5%. La impureza dominante de este objeto del BF I/IIa es el Sb seguido de As>Ni>Ag. El Pb, por su parte, se encuentra como traza con un porcentaje del 0,41%, en el límite del metal aleado. El único metal de aleación significante es el estaño, cuya presencia se sitúa cerca del 9%. Las composiciones de esta fase se caracterizan por ser muy heterogéneas y difíciles de adscribir a un grupo regional amplio. Por el contrario, sí resulta claramente visible la diferenciación en la composición respecto a los objetos del BF IIb/IIIa, cuyas impurezas no superan el 1%. Los tres objetos de la fase BF IIb/IIIa (CMP51, CMP83, CMP106) poseen un

Figura 42. Histograma de la acumulación de elementos de aleación (arriba) e impurezas (abajo) de las los objetos funerarios de CMP.

130 | P á g i n a

porcentaje de impurezas mucho menor que varía entre el 0,5 y el 1%. La relación entre las tres impurezas principales (As, Ni y Sb) no es homogénea. En dos casos el Ni es el elemento dominante (CMP 83 y CMP106), seguido por As>Sb; si bien en el alfiler (CMP106) los tres valores se encuentran muy ajustados. El tercer objeto (CMP51), está dominado por el As, manteniendo el Ni y el Sb cantidades casi idénticas. Si comparamos las impurezas principales concernientes a los objetos de las necrópolis con los datos que tenemos de los depósitos alpinos, el esquema compositivo con el Ni dominante concuerda con las propuestas de Rychner para el BF I/IIa126. En menor medida las impurezas coinciden durante el BF IIb/IIIa, ya que su cantidad se aleja bastante de las composiciones alpinas que son mucho más elevadas para este periodo. En lo que respecta a los tres objetos de la fase IIb/IIIa, tan sólo uno de ellos (el brazalete, (CMP51) es un bronce ternario (Cu+Sn+Pb), con 7,9% de Sn y 1,9% de Pb.

Figura 43. Diagrama ternario Sb/Ni/As para los cinco objetos de las sepulturas de CMP. (0= cronología imprecisa; 1=BFI/IIa; 2=BF IIb/IIIa).

126

Aunque éstas no siempre resultan las impurezas principales impurezas de los objetos metálicos, sí que pueden englobarse como las más estables dentro de ellas. Además, utilizar estos tres elementos queda justificado por la intención de posicionarse, a nivel comparativo, respecto de los trabajos de Rychner y Kläntschi de los bronces alpinos durante el BF IIIb.

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Tratándose en los otros dos casos de bronces binarios (CMP83 y CMP106) en los que el Pb se encuentra en forma de impurezas. Estos dos últimos tienen, por el contrario, mucha más presencia de Sn (12,5% y 9,6%), que el Brazalete (7,6%). Podemos constatar que el Brazalete (CMP51) se distingue de los otros dos objetos por ser un bronce ternario, por tener una presencia de Sn sensiblemente inferior y por presentar un esquema compositivo con el As como elemento dominante, frente al dominio relativo del Ni en los demás casos. Es interesante remarcar que el Brazalete procede de una sepultura ubicada en la zona de la ocupación doméstica, mientras que CMP83 y CMP106, fueron hallados en sepulturas del Grupo II de la Necrópolis. De esta manera, se observa que el metal de esta fase se distingue según la zona en que fue hallado, por lo que no podemos descartar que ciertas personas, pese a ostentar una posición distinguida tal como muestra el hecho de ser enterradas con objetos de bronce, no pudieran ocupar un espacio en uno de los dos grupos de la necrópolis. Una buena forma de poder trabajar en la contrastación de esta hipótesis, sería la comparación entre la composición de estos objetos y la de los objetos situados en el asentamiento. En el caso de que la composición de ambos grupos de objetos (asociados a la necrópolis y asociados al asentamiento) se correspondiera se invalidaría la hipótesis que acabo de plantear y se abrirían nuevas posibilidades127. Finalmente, en lo concerniente al objeto de cronología imprecisa, éste presenta una composición muy típica de los bronces nord-alpinos del Ha B2, equiparable al BF IIIb. Gracias a los trabajos de Mille (2005) y Véber, Mille y Bourgarit. (2003) ha sido posible distinguir un grupo de metal continental o nord-alpino a partir de las medias de 528 objetos procedentes de depósitos cuyas características son: una aleación de bronce ternario con Sn en torno al 7,3%±2,7 y una media de Pb de 2,3%±2,3 con una acumulación de las principales impurezas de 1,5%±0,9. En el caso de este objeto de cronología imprecisa, los porcentajes se fijan en 8% Sn, 0,7% Pb y 1,44% de impurezas principales128. En cuanto a la relación de las impurezas principales, el Sb domina claramente sobre As, Ni y Ag en este orden, lo que lo enmarca también dentro del tipo 6 del esquema de Rychner y Kläntschi, dominador absoluto de las composiciones del Ha B2/3 (BF IIIb) en la zona alpina con un 75% de representación. Ante la ausencia de una datación radiocarbónica que contraste la información

127

No obstante, no tenemos objetos de cobre de esta fase hallados en contexto doméstico. En el gráfico se representa también las medidas del azufre, las cuales no se tienen en cuenta en los cálculos comparativos de los objetos de los depósitos, ya que en ese caso los valores de este elemento no fueron medidos.

128

132 | P á g i n a

arqueometalúrgica, podemos sugerir que el brazalete de la tumba 6042 (del grupo II de la necrópolis) de Changis probablemente deba adscribirse al período BF IIIb129.

7.1.2. Les Bois Plantés (Presles-et-Boves) En las sepulturas de esta necrópolis se han recuperado 20 objetos130 de bronce, todos ellos adornos (Tabla 6). Para esta investigación, hemos realizado 6 análisis que se reparten entre tres objetos (se han analizado diversos fragmentos de un mismo objeto en dos ocasiones). El mal estado de conservación y la corrosión generalizada han dificultado la extracción de las muestras. En 4 casos se ha tenido que cortar un pequeño fragmento del objeto pues la extracción con taladro era muy difícil. Los adornos de bronce, como ocurría en Changis, se documentan solos o acompañados por otros objetos de metal (hair rings y/o otros objetos). Durante la fase Ha B2/3 (BF IIIb), las cuentas de vidrio y hueso131 se asocian siempre con objetos de bronce. Por su parte, un vaso cerámico de ajuar, fue encontrado junto a un brazalete

Tabla 6. Inventario de los objetos de bronce y su información contextual de las sepulturas de PBP. Resaltados los objetos analizados en esta investigación. Fuente Le Guen y Pinard, 2007.

129

A la espera de la refutación de la hipótesis que prevé una producción metalúrgica diferenciada según el destino (infra). 130 Como veremos más adelante quizás sean 21. 131 Únicamente se ha documentado un colgante con perforación central de hueso en la estructura 241 que no se asocia a ninguna sepultura con metal.

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de bronce (est. 224)132. Entre los tipos de adornos enterrados predominan los brazaletes con un 40% sobre el total, seguidos de los anillos. El porcentaje de elementos que ha sido imposible identificar a causa su alteración física es bastante elevado (29%). Los tres objetos analizados son tres brazaletes, uno de la fase BF IIa/IIIb (PBP181) y dos del BF IIIb (PBP238 y PBP269). Todos los objetos analizados tienen asignada la cronología a partir de fechas radiocarbónicas (Tabla 6). En Les Bois Plantés, el histograma acumulativo de impurezas muestra de manera muy

explícita

las

diferencias

entre las dos fases. En el caso del brazalete fragmentado en tres varillas de sección circular y 1,5mm de diámetro hemos comprobado que la composición es muy similar en Figura 44. Porcentajes de los tipos de adornos en la necrópolis.

los tres casos e idéntica en las muestra a y c. La principal sugerencia

que

se

puede

extraer es la probabilidad de que

los

tres

fragmentos

pertenezcan a un mismo objeto. De las tres, la muestra que presenta

características

composicionales

más

diferenciadas es PBP181-b, que superaría para elementos como el Ni o el As el error del 10% que se acepta en los resultados por ICP-AES (Figura 45). Las diferencias observadas entre

estas

tres

muestras

pueden obedecer a la propia Figura 45. Histograma de los elementos de aleación (arriba) y las impurezas (abajo) de las muestras analizadas de PBP. 132

variabilidad interna de un objeto

La proporción es la misma que en Changis-sur-Marne.

134 | P á g i n a

debido a la segregación de alguno de sus elementos, sobre todo al comprobar que los contrastes se concentran en unos pocos elementos como el As o el Ni. Ante estas reflexiones es posible plantear dos hipótesis alternativas que ayuden a interpretar la diferente concentración de impurezas (en el caso probable de que se trate de un mismo objeto. La primera de ellas propone que las mayores diferencias se encuentran en elementos más alterables térmicamente, como el As, mientras que los más resistentes a la volatilización, como el Sb o el Ag, se mantienen en valores iguales en los tres casos. De esta manera, es posible que el calor de la pira sepulcral provocara un refinado oxidante en esta parte del objeto, debido a una posición diferente respecto a las otras dos. La segunda hipótesis, por su parte, plantea que durante la solidificación del metal, algunas impurezas, como el As, se segregaran provocando diferentes concentraciones según la zona del brazalete. En cualquier caso, y con los resultados obtenidos, no se puede refutar totalmente la posibilidad de que sean fragmentos de dos objetos distintos que, en todo caso, se fabricaron conjuntamente. La composición general de los tres fragmentos es muy peculiar. La poca cantidad de Sn (1,5%) y la ausencia de Pb provocan que prácticamente sea cobre puro. El metal resultante de esta aleación, aunque resulta más difícil de fundir, mantiene una ductilidad superior a los objetos con proporciones mayores de estaño y/o cobre. Por su parte, la acumulación total de impurezas y la relación que observamos en el diagrama ternario sí es más corriente. Se trata

de

impurezas

cantidades muy

de

comunes

durante el Ha A2 en Suiza, y la relación del Sb/Ni/As responde Figura 46. Diagrama Ternario Sb/ni/As de las seis muestras de PBP analizadas.

al

tipo

4

del

esquema

de

Rychner y Kläntschi que domina las composiciones durante el Ha

A2 equivalente al BF IIb/IIIa. Las medias de los objetos alpinos de este período coinciden con los valores que tenemos en Le Bois Plantés. El contraste de las tres muestras del BF IIIb respecto a las del período anterior es muy notable. Las impurezas se reducen drásticamente hasta el 0,5%, cambiando también la relación entre ellas, pues el Sb pasa a ser el elemento dominante. La poca

135 | P á g i n a

acumulación de impurezas hace que este metal se aleje de las composiciones alpinas y se acerque más los metales atlánticos del BF IIIb en los que el Sb es elemento dominante. Por otro lado, las cantidades de Sn y Pb no son las típicas de los metales atlánticos que normalmente superan el 10% de Sn y el 5% de Pb. Así, nos encontramos ante un grupo de composiciones con aleaciones más cercanas al modelo alpino e impurezas próximas al modelo atlántico. De momento, no podemos avanzar más que la aparente homogeneidad de las tres muestras de las dos sepulturas distintas. Respecto a las diferencias entre los dos fragmentos de brazalete de la sepultura 269, no podemos afirmar si éstas se deben al hecho que se trata de objetos diferentes. La razón estriba en que es posible una contaminación mínima de la muestra PBP269a ya que aparecen trazas de W (tungsteno) que nos indican la presencia de un fragmento de broca, rota durante la extracción de la muestra. La presencia de este elemento es mínima, pero, en alguna medida ha podido alterar la proporción de los demás elementos.

7.1.3. Le Parc Scientifique (La Croix-Saint-Ouen) De las tres inhumaciones de la necrópolis de Le Parc Scientifique sólo en la estructura 42 se ha documentado ajuar. Se trata de un ajuar compuesto por 3 adornos de bronce, una punta de flecha de sílex, una cuenta de vidrio y la parte superior de un gran pico de cormorán que actuaba como colgante y dentro del cual se insertó una varilla de bronce para reforzarlo. Todos los elementos han sido encontrados completos (Tabla 7).

Tabla 7. Inventario de los objetos de bronce de CPS. Fuente Blanchet y Talon, 2005.

Al disponer en toda la necrópolis, de una única sepultura con ajuar y elementos personales, las deducciones sociales son imposibles. Se trata de un caso singular, tanto en la necrópolis como en toda la región. La falta de información detallada sobre las inhumaciones, la necrópolis en su conjunto, o sobre otros ejemplos de la misma

136 | P á g i n a

cronología, me extremadamente tratar

la

obliga

a

prudente

sepultura

como

ser y un

conjunto cerrado y exclusivo. La composición elemental de los tres objetos es muy parecida, solamente

el

anillo

presenta

diferencias sustanciales. Tanto la varilla como el broche de cabeza ligeramente

troncocónica

parecen ser el producto de un mismo proceso de refinado y moldeado, pues las diferencias en la mayoría de los elementos de las impurezas son del orden Figura 47. Histograma acumulativo de aleaciones e impurezas de los objetos de CPS.

del 0,01%; mientras que en otros, como el Fe o el As, éstas se

presentan

idénticas.

Por

encontramos

en el

cantidades contrario,

una

mayor

disimilitud entre los elementos de

aleación,

estableciéndose

tanto en el estaño como en el plomo una distancia de 0,3%. La poca cantidad de plomo no me permite discernir si es producto Figura 48. Diagrama ternario de los 3 objetos de la estructura 42 de CPS.

de una aleación intencional, o bien se encontraba en el cobre o el estaño como elemento residual.

Haciendo

una

valoración global, la composición de estos tres objetos se acerca a las medias del grupo de La Manche, tanto en la cantidad de los metales aleados como en la cantidad de impurezas. La única diferencia respecto al grupo arqueológico de La Manche es que el elemento dominante es el As y no el Sb como sucede aquí. La mayor presencia de estaño o plomo, significa inequívocamente una menor cantidad de cobre añadido en valores porcentuales. Al respecto es importante señalar

137 | P á g i n a

que las impurezas que encontramos en un objeto de bronce proceden todas ellas del cobre, ya que el estaño se presenta en formas muy puras y la copelación hace que el Pb muy raramente aporte plata u otras impurezas (infra). Pese a que no puede usarse como factor explicativo unilineal, es posible que las impurezas de un mismo metal original sometido a procesos productivos idénticos sean ligeramente menores en los objetos con una mayor proporción de elementos aleados. No obstante, la explicación a la diferencia de un 1% en la acumulación de impurezas no puede explicarse en base a esta causa. Por otro lado, la relación entre las tres impurezas seleccionadas en la representación del diagrama ternario se presenta casi idéntica. Si esta información la contrastamos con la similitud en los histogramas acumulativos podemos afirmar que los tres objetos sufrieron una fabricación paralela. Sin descartar la posibilidad de que el anillo fuera aleado independientemente de los otros dos objetos que, probablemente, fueron fabricados simultáneamente. El esquema compositivo que presentan los tres objetos se encuadra en el centro del tipo 6 de Rychner y Kläntschi, divergiendo de los otros objetos de la misma cronología que hemos visto en Les Bois Plantés donde el Ni era el elemento dominante. Dentro de las posibles explicaciones a las diferencias compositivas de estos tres objetos, resulta procedente valorar la importancia que pudo tener el hecho que éstos estuvieran contenidos en una inhumación en lugar de en una incineración, tal como sucede en el otro caso que hemos analizado; así como la calidad y cantidad del ajuar funerario. En todo caso es fundamental señalar la homogeneidad de la composición de unos objetos que estuvieron funcionando en un mismo momento cronológico y en un mismo contexto, en este caso funerario.

7.1.4. El metal de las necrópolis: estudio de conjunto Durante los siglos XIV al VIII cal ANE, la práctica funeraria documentada de forma más recurrente es la incineración de los cadáveres y su enterramiento en fosas desprovistas de material. Pocas veces el cadáver era recogido en el interior de una urna, siendo ésta orgánica en la mayoría de ocasiones. Por otro lado, pese a que en este periodo, circulaba una gran cantidad de objetos de bronce, tan sólo en contadas circunstancias se quemaban objetos de metal junto al cadáver, tratándose siempre de adornos. Sortijas de bronce recubiertas de oro, brazaletes, alfileres, pendientes y anillos de bronce conforman el repertorio de los objetos metálicos recuperados en estas incineraciones. A diferencia de la cerámica, los adornos de bronce siempre eran

138 | P á g i n a

quemados junto al cadáver y su valor quedaba así vinculado a éste y desaparecía al morir. El adorno actuaba como un atributo importante y distintivo de la persona que lo llevaba Ciertos adornos de metal adquirieron así un valor no alcanzado por ninguna otra producción de objetos133, un valor encarecidamente relacionado con la posición social de la persona y que le acompañaba en la muerte. Teniendo en cuenta el escaso número de sepulturas con materiales metálicos, resulta extremadamente significativo, que cuando éstos aparecen no lo hagan aisladamente. Los adornos de bronce

Figura 49. Histogramas acumulativos de Sn-Pb e impurezas de todos los objetos funerarios. 133

Las cerámicas de estas necrópolis son contenedores de los restos del individuo (urna) o de distintos elementos orgánicos que no han perdurado. La importancia en estos casos reside en el contenido, no en el continente, aunque no niego que en otros contextos arqueológicos sea la propia cerámica el elemento valorado.

139 | P á g i n a

aparecen recurrentemente acompañados de otros adornos también de metal, y, en menor medida, de vidrio y/o hueso. Parece existir una evolución cronológica en la asociación de materiales. Las sortijas recubiertas de oro (hair rings) aparecen fácilmente junto a urnas y vasijas cerámicas del grupo arqueológico RSFO (correspondientes al periodo cronológico que se sitúa entre los siglos XIV y IX cal ANE). Además, los mismos objetos aparecen junto a otros adornos de bronce y, al menos en un caso, junto a cuentas de vidrio. Por el contrario, los adornos de bronce muy raramente aparecen durante este período asociados a urnas o cerámicas de ajuar, no existiendo en ninguna ocasión una asociación de cerámica, hair ring y adorno de bronce. En las dos principales necrópolis estudiadas únicamente un adorno de bronce se asoció a una cerámica de ajuar. En Les Pétreaux, una varilla de bronce se localizó en una urna cerámica, y pese a que las fechas radiocarbónicas la sitúan en el siglo XIII y en plena ocupación del bronce final IIb/IIIa, las excavadoras emplazan la cerámica en un grupo arqueológico diferente, tradicionalmente adscrito al bronce final I/IIa. Ante la duda, y la no mención a problemas en la datación radiocarbónica, me inclino hacia la hipótesis que diferentes formas cerámicas diagnósticas estén conviviendo en un mismo tiempo y espacio. La cuestión es si las dos formas cerámicas, de las cuales una de ellas se asociaba a sortijas de oro (RSFO), forman parte de una misma entidad socio-histórica o no. Las tumbas con adornos de bronce o sortijas con oro, siempre se sitúan en el lugar de las primeras utilizaciones de las necrópolis. En Changis-sur-Marne, donde tenemos dos grupos de necrópolis contemporáneas, se hace evidente la existencia de diferencias sociales entre las personas que podían ser enterradas en cada una de ellas. El número de adornos en bronce, de cerámicas de ajuar y sobre todo de hair rings, es muy superior en el grupo 2 de la necrópolis. La relación de éstos últimos es de 21 a 1. La pertenencia a un grupo social determinado podía ser la causa de la selección de la zona en la que un sujeto concreto era enterrado. Dentro de este grupo la existencia de desigualdades sociales respecto a la apropiación de la producción social, queda expresada por la posesión de elementos distintivos o por el uso de urnas cerámicas para contener las cenizas. Durante el período siguiente, el cambio viene marcado por la desaparición de los hair rings y de las cerámicas RSFO. A partir de este momento, los adornos en bronce aparecerán exclusivamente junto a otros adornos ceñidos exclusivamente a formas diversas de bronce y cuentas de pasta de vidrio o hueso. Un caso excepcional, tanto por el tipo de sepultura (inhumación) como por el ajuar asociado, es la sepultura 42 de la necrópolis de Le Parc Scientifique. Junto a otras 7

140 | P á g i n a

sepulturas de incineración y dos inhumaciones, únicamente ésta propició elementos de ajuar (infra). Gracias a que la conservación del ajuar era mucho mejor a la habitual en las incineraciones, se pudo documentar un pico de cormorán con una varilla para reforzarlo que, de otro modo, hubiera desaparecido. La presencia de un arma entre los materiales de “ajuar” es otro rasgo distintivo. Particularmente, no creo que podamos incluir esta sepultura en el mismo grupo arqueológico que las incineraciones de las otras dos necrópolis. La situación más occidental del asentamiento y su cercanía respecto a la confluencia del Aisne y el Oise, lo sitúan en un área especial. La situación estratégica en la comunicación fluvial provoca una gran dificultad para discernir el por qué de esta inhumación; así como de las otras dos que comparten espacio con las incineraciones de Le Parc Scientifique. Una sola similitud se observa respecto a lo que hemos visto para el Ha A2/B1 (BF IIb/IIIa) en las otras dos necrópolis: la ausencia de cerámica en sepulturas con adornos de bronce. La imposibilidad de datar casi el 70% de las estructuras de estas necrópolis con al menos dos períodos cronológicos y más de 500 años de ocupación, es uno de los mayores obstáculos en estos momentos para sugerir lecturas sociales. Al examinar conjuntamente el grupo de objetos de las necrópolis, se observa que sólo el BF IIb/IIIa está representado en cada una de ellas. Para las otras dos fases contamos con materiales de un único yacimiento. Por el contrario, es posible echar un vistazo global a los resultados de la fase representada en todas las necrópolis e intentar averiguar si existe una relación entre ellas, en cuanto a los grupos de composición se refiere. No obstante, para poder extraer conclusiones definitivas resultaría

imprescindible

realizar

un

mayor

número

de

análisis;

complementar

así

los

como análisis

realizados con otras pruebas arqueometalúrgicas, como las metalografías. Cuando resultados

observamos

los

conjuntamente,

la

primera impresión es que no existe un patrón específico que permita trabajar a una escala mayor

que

necrópolis cada Figura 50. Diagrama Ternario Sb/Ni/As de los objetos del BF IIb/IIIa de la Necrópolis.

interna

fase

la

local.

presenta una

Cada durante

composición

homogénea,

aunque

141 | P á g i n a

totalmente contrapuesta a las otras necrópolis de la misma fase (tanto a nivel de aleaciones como de impurezas). Esta recurrencia puede estar indicándonos que cada población desarrollaba los últimos procesos metalúrgicos a escala local durante la fase BF IIb/IIIa, dejando abierta la posibilidad que el cobre-base procediera de redes de circulación distintas. Más importante todavía, es la contrastación de que en las necrópolis en las que contamos con resultados elementales de fases cronológicas sucesivas, éstos muestras que las transformaciones socioeconómicas se reflejan perfectamente en la composición elemental del metal, pues seguramente implicaron un cambio en las redes de abastecimientos o en los procedimientos técnicos de obtención de los objetos de bronce. En el diagrama de la Figura 50 aparecen dos grupos bastante definidos, si bien uno de ellos se presenta disperso: el primero de ellos (grupo 1 del diagrama) está compuesto por los tres objetos de Le Parc Scientifique y se ubica claramente en el tipo 6 de Rychner (Sb>As>Ni), tipo muy poco documentado en cronologías del BF IIb/IIIa en zona continental. Por otro lado, en lo que respecta a cantidades totales de aleación e impurezas se asemeja a las medias que tenemos para el grupo de la Mancha. El segundo grupo está mucho más disperso, pero el Ni aparece como elemento dominante (en 1 caso Ni = Sb). Todas las observaciones de este grupo se podrían clasificar en el tipo 4 (Ni>Sb>As, Ni=Sb>As, Ni>Sb=As). Este segundo grupo, que encontramos en Les Pétreaux y en Les Bois Plantés, es el que aparecería repetidamente durante el Ha A2 en la zona alpina.

7.2. El metal de los asentamientos durante la fase final del bronce final (c. 900-700 cal ANE) Los objetos de metal analizados procedentes de los asentamientos son mucho más numerosos que los de las sepulturas. A pesar de ello, las cronologías de los yacimientos pocas veces se solapan, por lo que, tal como ocurre en el caso de las necrópolis, las exploraciones sincrónicas de amplios territorios han resultado sumamente complicadas. Además, la mala conservación de las estructuras de los asentamientos ha imposibilitado determinar las áreas de actividad social o espacios de trabajo y la organización espacial de las actividades; sesgando profundamente las posibilidades

142 | P á g i n a

de interpretación social en lo que respecta a las actividades metalúrgicas y a sus objetos relacionados. Finalmente, las características de los asentamientos donde las estratigrafías se limitan a la extensión y profundidad de la fosa conservada, restringen las posibilidades de adscribir un objeto a una fase de ocupación determinada. En estas condiciones, el marco cronológico de los objetos ha debido reconstruirse a partir de referencias cerámicas cruzadas (la mayoría de casos) o a través de la datación radiocarbónica de la fosa. Estos problemas de asignación cronológica se hacen especialmente evidentes para un grupo de objetos del yacimiento de Choisy-au-Bac, cuya adscripción oscila desde el BF IIIb hasta los momentos finales del Hallstatt antiguo. Los objetos con una tipología definida, sobre todo algunos alfileres decorados, tampoco han podido ser adscritos de forma segura a ninguna fase cronológica, ya que se trata de objetos cuya utilización suele perdurar a través de generaciones diversas (pudiendo postular que se trata de objetos emblemáticos, identificativos e identificantes de la diferenciación de una clase o grupo social dentro de una formación social determinada. Tal como observábamos anteriormente, el yacimiento de Villiers-sur-Seine mantiene dos fases de ocupación, vinculadas por tipología cerámica, a los años de transición del BF IIIb al Hallstatt C. Esta cronología de un siglo de duración, entre 800 y 700 arq. ANE, será nuestro marco de referencia cronológico. La nomenclatura bajo la que aludo a este siglo será “Transición a Ha C”. Los datos disponibles no permiten distinguir la asignación de los objetos a una fase de ocupación u otra, convirtiendo en imposible el acercamiento a posibles cambios en la composición elemental, que mostrarían transformaciones en la organización de la producción y las redes de abastecimiento del metal. El primer yacimiento observado a continuación, Les Pétreaux (Changis-surMarne), es aquel que aporta menos objetos de bronce, pero por el contrario permite un mejor ajuste cronológico, posibilitando a su vez, la adscripción de la mayoría de objetos a una fase de ocupación precisa y abriendo así la posibilidad para una comprensión de las variaciones en la composición en tanto que marcadores de reestructuraciones sociales de las formas de producción. Debo remarcar que, por regla general, la conservación de los objetos en contexto de asentamiento es muy superior a la de las necrópolis, dado que en el primer caso los objetos no han sido sometidos a alteración térmica. La variedad tipológica de los objetos procedentes de los asentamientos es mucho mayor a la de los procedentes de las necrópolis. El registro incluye armas,

143 | P á g i n a

herramientas y subproductos metalúrgicos, apareciendo de nuevo los adornos, como tipos de objetos más recurrentes. La presencia de herramientas en el registro ha permitido realizar un acercamiento comparativo en términos de metal “fino” y un metal “vasto”, tal como sucede con la cerámica en ciertos contextos. El estudio de la metalurgia, por su parte, ha servido para contrastar las actividades productivas que se desarrollaron in situ, así como documentar las redes de circulación del cobre: “economía del metal dirigida” (cuando el cobre que llegaba a un asentamiento procedía de una única fuente) vs “intercambio generalizado” “metalurgistas

ambulantes”,

etc.

(cuando

se

utilizaba

metal

de

diferentes

procedencias). El esquema de presentación de los análisis de los objetos de metal de los asentamientos seguirá los mismos parámetros que la presentación del estudio de los objetos de las necrópolis. En el caso de Changis-sur-Marne, se intentarán establecer comparaciones para dilucidar paralelismos entre el consumo de metal en ambos contextos.

7.2.1. Les Pétreaux (Changis-sur-Marne) La distribución cronológica por fases de los objetos de Les Pétreaux se mantiene muy

repartida

imposibilitando

estudios

estadísticos

de

series

amplias

de

observaciones. De los 12 objetos de hábitat documentados, 8 han sido asociados al bronce final IIIb (BF IIIb), de los que según la cronología específica del yacimiento: 2 se asocian a cerámica del “BF IIIb antiguo”; 4 a cerámica del “BF IIIb clásico” los 2 restantes se clasifican dentro del BF IIIb en general134. Los 4 objetos restantes del sitio se reparten como sigue: dos pertenecen a la fase de transición al Hallstatt antiguo, uno es de cronología plenamente hallstáttica y el último al resultado de imposible ubicación cronológica135. Si en lo que referente a la necrópolis de este yacimiento, cuatro de los cinco objetos analizados proceden de sepulturas datadas por el radiocarbono, ninguna

134

Para facilitar el procesado de los datos y evitar demasiadas divisiones, hemos preferido incluir estos dos objetos como parte del BF IIIb clásico. 135 En el caso de Changis-sur-Marne no cuento con un inventario completo de los materiales metálicos, por lo que, a diferencia de los otros asentamientos, no podré realizar estimaciones porcentuales de la representatividad de la muestra sobre el total.

144 | P á g i n a

Tabla 8. Inventario de los objetos analizados del asentamiento de Changis-sur-Marne.

datación por C14 procede de las estructuras del hábitat. Ello nos deja a totalmente dependientes de las fasificaciones cerámicas realizadas. A partir de estas tipocronologías, he elaborado un listado en el que se contemplan los tipos de objetos analizados en función del periodo cronológico al que se encuentran asociados (Tabla 9Tabla 8). Del período BF IIIb, sin distinguir entre subfases, contamos con un buril (CMP76), una pinza de depilación (CMP80), un punzón (CMP77), un alfiler sin la parte distal136 (CMP68), un alfiler con la cabeza replegada sobre sí misma (CMP63), un alfiler con tres rodetes sucesivos (CMP62), un pequeño cincel (CMP65) y un fragmento de hacha (CMP140). Del período de Transición a Hallstatt antiguo contamos con un cincel (CMP74) y otro objeto que se corresponde a una pequeña plancha de 1,2 por 0,8cm y anchura de 0,1cm que no hemos podido identificar (CMP71). El único objeto del Hallstatt antiguo analizado corresponde a un pequeño fragmento, con forma de varilla plana cuyas dimensiones (1,3 por 0,4 por 0,2cm) parecen identificarlo en tanto que objeto de adorno. Finalmente, se ha documentado un único objeto sin atribución cronológica. Se trata de un remache de sección circular y dos centímetros de longitud (CMP73), muy similar a los típicos remaches de espadas o cuchillos. Las extremidades del mismo están cortadas oblicuamente hacia el interior.

136

También podrían ser punzones.

145 | P á g i n a

En

cuanto

resultados

del

composición

a

los

análisis

de

elemental,

los

dos alfileres de la fase antigua del

BF

IIIb

presentan

composiciones

muy

semejantes. Los niveles de plomo superan, en

ambos

casos, el 5%, los de estaño, el 8%. Los dos son bronces ternarios fuertemente aleados (+15% de aleación), facilitando el plomo la presencia un metal menos viscoso. La cantidad de impurezas también es muy parecida en ambos casos (en Figura 51. Histogramas de Sn-Pb e Impurezas del conjunto de objetos del asentamiento.

torno al 0,5%). El alfiler con cabeza de rodetes (CMP62) es el único objeto de Les Pétreaux en que no se ha detectado

azufre.

Los

dos

objetos de esta fase, que en el diagrama

ternario

posiciones

muy

ocupan próximas,

mantienen una composición típicamente atlántica, según los trabajos de Mille (2005). Respecto Figura 52. Diagrama Ternario de los Objetos de la fase IIIb e imprecisa.

clásica, fragmento (CMP140)

a

la

fase

solamente

el

de mantiene

hacha una

composición comparable a las anteriores. En los otros casos documentamos una fuerte variabilidad, que se debe, al menos parcialmente, a que el punzón y el cincel presentan niveles de aleación muy bajos, que no superan el 4%. La presencia de impurezas en las dos herramientas también se sitúa en niveles muy bajos que, sin

146 | P á g i n a

contar el azufre, no alcanzan el 0,4%137, aunque debemos destacar que la cantidad de azufre del punzón es igual a la suma de todo el resto de impurezas. El buril (CMP76), la tercera herramienta de esta fase, presenta una composición inversa. Si, anteriormente, el Sn y el Pb registraban niveles muy bajos, en el buril la cantidad de estaño alcanza el 14%, mientras que el plomo se sitúa en el 5%. Las impurezas triplican (sin contar el azufre) a la de las otras dos herramientas. Si en los casos anteriores parecía que se había utilizado un metal pobre en aleación, reaprovechando cobre muy refinado, ahora se trata de un metal para cuya consecución se derrocha una buena cantidad de plomo y estaño. La pinza depilatoria (CMP80), bien definida tipológicamente para el área nordalpina, presenta una composición de aleación e impurezas que concuerda perfectamente con las medias representadas en los trabajos de Mille para los depósitos de esta área. Por su parte, la composición del alfiler de cabeza replegada (CMP63) resulta más enigmática: los niveles de impurezas son relativamente elevados (por encima del 1,2%) pero los elementos de aleación, a diferencia de la pinza, se mantienen también en niveles altos, muy próximos a los observados en los alfileres de la fase antigua del BF IIIb. El hacha posee una composición muy típica de los tipos atlánticos del BF IIIb. La presencia de casi un 10% de plomo y un 10% de estaño, aproxima su composición a las hachas de depósitos en que éstas son exclusivas. Resulta interesante comprobar que este tipo la composición de estas hachas (a veces interpretadas como lingotes138) se hallaba también presente en los asentamientos. Al respecto podríamos postular que estas hachas servían como base (rica en plomo y estaño) para una mezcla con las barras de cobre para fabricar bronces ternarios más débiles en aleación. La respuesta, al no contar con otros elementos, deberá aguardar. Observando el diagrama de la Figura 52, se aprecia un grupo muy compacto dominado por el Sb, y en el que el Ni y el As se encuentran en cantidades similares (centro del esquema 6 de Rychner). Está formado por todos los adornos (y el buril CMP76) excepto el alfiler de cabeza replegada (CMP63) en el que el As es la impureza dominante. El resto de los objetos aparecen separados unos de otros y

137

Las cantidades de azufre no fueron incorporadas en los estudios comparativos de los depósitos porque muchos laboratorios no lo analizan. 138 Contra esta interpretación se ha observado como la práctica totalidad de las hachas presentan trazas y marcas de uso. El caso de la Fossé Creusette, depósito compuesto exclusivamente por hachas con una media de 60% de plomo, 5% de estaño y 35% de plomo es algo muy singular sin comparación con ningún otro depósito.

147 | P á g i n a

presentan un dominio compartido entre el Sb y el Ni o el Sb y el As. El alfiler de cabeza replegada (CMP63) se ubica muy próximo a la relación paritaria entre los tres elementos. Para el conjunto de la fase clásica parece que existe una gran heterogeneidad en los materiales, siendo posible la adscripción de algunos de ellos a las medias propuestas para las diferentes zonificaciones preestablecidas en base a la tipología presente en los depósitos de metal. No obstante, exceptuando algunos elementos “prefabricados”, como las pinzas, los datos apoyan la hipótesis de un escaso control sobre las composiciones, con la posibilidad que se realizaran continuamente reciclajes de objetos “cotidianos” en desuso; encontrándose en estos reciclajes el origen de resultados compositivos in-homogéneos139. Lo más significativo del diagrama es la unidad de casi todos los adornos, que contrasta con la heterogeneidad de los demás objetos140. Un caso interesante es el de las herramientas, que probablemente fueron fabricadas con metal sobrante de otras manufacturas al poseer muy poca cantidad de metal de aleación. El pequeño tamaño de la muestra de objetos metálicos analizados, impide realizar pruebas estadísticas de normalidad; aunque sí es suficiente para realizar un dendrograma141 que permita observar la distancia entre las composiciones elementales de los artefactos analizados (Figura 53). En la clasificación resultante, el punzón (CMP77) y el buril (CMP65), destacan por ser los dos objetos con una mayor similitud en la composición, formando un conjunto cerrado. Los dos alfileres con elementos decorativos (CMP62 y CMP63) forman el núcleo de un pequeño grupo completado por el buril y la pinza depilatoria (CMP80). Otro pequeño grupo lo integran el alfiler fragmentado (CMP68) y el pequeño fragmento de hacha (CMP140) cuya composición se acerca a la del grupo de los alfileres. El otro buril (CMP76) se une, en el gráfico, al grupo de la pinza depilatoria a una distancia semejante a la que este grupo mantiene con el hacha y el alfiler fragmentado. .

139

Dado que la mayor parte de metal sería de composición similar, la alteración provocada por el reciclaje, aun siendo sensible, no sería aleatoria. 140 Es probable que en niveles de impurezas muy bajos (que no acumulan más del 0,5%), sea mucho más difícil calibrar la relación entre las impurezas. Los estudios de Rychner y Kläntschi (1995) se llevaron a cabo sobre objetos con niveles de impurezas bastante elevados que normalmente superaban el 1,5%. Además a niveles tan bajos, el error del 10% que se acepta en ICP-AES puede significar cambios muy sensibles en la relación. Una investigación experimental se hace necesaria para comprobar esta hipótesis. 141 Para este análisis he utilizado 20 variables. Se han excluido aquellos elementos que únicamente estaban presentes en dos o menos objetos y como el cobre.

148 | P á g i n a

La diferencia entre las dos herramientas

y

el

grupo

de

objetos formado por los adornos y el buril es bastante marcada. Sin embargo, es el remache (CMP73) de cronología imprecisa el que se presenta más alejado de todos los objetos142.

otros Figura 53. Dendrograma clasificatorio de los objetos del período del BF IIIb (todos los elementos incluidos), para identificar los objetos más próximos entre sí a partir de su composición.

Esta

gran

diferencia en la composición se muestra

como

un

indicador

relevante para la caracterización de una diferencia en el proceso de manufactura

del

remache

respecto al proceso de producción de los objetos restantes. En el gráfico de la Figura 53 esta posibilidad queda expresada por el hecho que la distancia que separa al resto de objetos entre ellos (donde la distancia es igual a Figura 54. Diagrama Ternario (de las tres impurezas principales) comparativo entre los 2 objetos con plomo >20% y los objetos de depósitos con cantidades de plomo similares.

la variabilidad en su composición elemental),

corresponde,

como

máximo a la mitad de la distancia que separa estos objetos del remache. En

las

ocupación

últimas del

fases

de

asentamiento

observamos una transformación muy importante en la composición elemental de los objetos. Uno de ellos Figura 55. Dendrograma clasificatorio de todos los objetos del asentamiento (todos los elementos incluidos), para identificar los objetos más próximos entre sí a partir de su composición.

(CMP71),

posee

una

composición muy similar (7,4% Sn y 35% Pb) a la del remache de

142

He incluido el remache en esta prueba para cotejar si era semejante con algún otro objeto de este período.

149 | P á g i n a

cronología imprecisa. Asimismo, encontramos composiciones semejantes en 19 objetos del depósito de Les Rossignols (Compiègne), sobre todo, entre hachas tubulares y espadas en lengua de carpa. Las medias de las impurezas de los objetos con altos contenidos en plomo de los depósitos como el de Les Rossignols se ajustan a la perfección con los dos que proceden de Changis (valores en torno al 0,3% sin contar el azufre143). Por otra parte, la distribución en el diagrama de los objetos de los depósitos con pocas impurezas es muy dispersa. Los dos objetos de Changis por su parte se insieren bien dentro de esta dispersión, sobre todo en los rangos de las hachas tubulares de Les Rossignols (¡Error! No se encuentra el origen de la referencia.). Los otros dos objetos (varilla, CMP139 y punzón, CMP74) correspondientes a las últimas fases de ocupación destacan por su gran contenido en hierro. Se trata en ambos casos de bronces binarios sin plomo aleado, aunque éste último se halle como traza; y en ambos objetos todos los elementos, a excepción del Fe, S y As, se presentan en proporciones muy similares. Asimismo, tanto en un caso como en el otro, las dos impurezas más importantes son el hierro y el azufre. La varilla (CMP139) del Ha C dobla la proporción de hierro respecto a la del punzón de la fase de transición (CMP74). Mientras que el azufre presenta una relación inversa a la anterior. En el dendrograma de la Figura 55 donde quedan representados todos los objetos del asentamiento, estos dos objetos son los que muestran una mayor semejanza en su composición. No obstante, las principales diferencias de composición entre éstos se encuentran en tres elementos, As, Fe y Zn altamente volátiles en fundiciones oxidantes, y por tanto sensiblemente variables cuando cambian las condiciones de la fundición. Ello no excluye la posibilidad de que sean objetos que compartieron gran parte del proceso de producción. Los dos objetos más distanciados del resto de composiciones elementales son sin duda la plancha (CMP71) y el Remache (CMP73), la amplia diferencia entre ambos se debe a que les distancia más de un 10% de plomo; distancia que queda relativizada en la comparación donde ambos se presentan alejados del resto de impurezas. En este caso, es difícil discernir si ambos fueron producto de un mismo proceso productivo, lo que permitiría adscribir el remache a cronologías de transición. Lo que sí se puede afirmar es que ambos objetos no fueron producto de un único proceso de vertido, sino que se fabricaron, tal como sugieren las diferencias en la cantidad de plomo, en momentos diferentes.

143

Para ver por qué excluyo el azufre, supra.

150 | P á g i n a

7.2.2. Le Gros Buisson (Villiers-sur-Seine) La presencia de zonas en las que podemos identificar procesos de trabajo metalúrgicos como el refinado y la fundición del metal distinguen este yacimiento de otros asentamientos contemporáneos o anteriores como Les Pétreaux. Gracias a las numerosas gotas de metal que se han localizado en los rellenos de los fosos, hemos podido elaborar una comparación entre la composición de estas gotas y la de los artefactos amortizados. Aproximándonos, de esta manera, a una diferenciación en el valor social atribuido al metal utilizado en cada caso, a través de la exploración de las características de composición elemental específicas a cada grupo de objetos (gotas-artefactos amortizados). Finalmente, hemos constatado la existencia de un tipo de metal que llegaba al asentamiento en su forma final sin que se volviera a procesar ni reciclar. Además, ha sido posible identificar zonas de concentración o de desecho y zonas donde se usaba y amortizaba el metal. El extenso número de análisis realizados (39 sobre un total de 227 objetos del bronce final) permite una investigación menos minimalista pero con más significación estadística que en los casos de Les Pétreaux y las necrópolis al permitir incluir pruebas de normalidad. Por ello, cuando ha sido posible, he trabajado con grupos de objetos. La ponderación de los resultados ha sido efectuada en base al grupo funcional, a la estructura de localización del objeto y, cuando se trataba de un objeto morfométricamente distinguible, a través de comparaciones externas al sitio arqueológico.

151 | P á g i n a

Tabla 9. Inventario de los objetos de Villiers-sur-Seine analizados.

152 | P á g i n a

El registro de los materiales metálicos de Le Gros Buisson es muy variado. Se distinguen hasta 30 formas de objetos repartidas de forma muy desigual (Tabla 9). Algunos tipos como los anillos (o aretes) o las varillas se encuentran muy sobrerrepresentados, con más de 40 individuos cada uno (18% y un 20% del total de los objetos). En el lado opuesto, aparecen objetos muy singulares de marcado valor social, por ejemplo una espada de tipo Gündlingen, de la que se conserva la parte central de la hoja, una contera de forma naviforme decorada con dos círculos en forma de ojos y una punta de flecha de tipo bourget. Continuando con las formas menos representadas, se advierte un hilo de cobre que quizás fue utilizado como cadena de collar. Por otro lado, los alfileres (o broches) y los brazaletes se encuentran fuertemente representados en el cómputo general. Al tratarse de un tipo de objetos, presentes también en necrópolis y depósitos (posibilitando una comparación), éstos han sido especialmente privilegiados en la selección de la muestra analizada. Desgraciadamente, al seguir esta metodología de muestreo los elementos especialmente perjudicados han resultado ser las herramientas; sobre un total de 16 sólo hemos analizado un cincel144. Han quedado muy infrarrepresentados también los objetos que no poseen una funcionalidad concreta, como las varillas y diversos tipos de barras. Como podemos observar en el gráfico siguiente (figura 56), la representatividad de las grandes categorías funcionales, como los adornos o los subproductos de

Figura 56. Comparación de la distribución según categorías funcionales de los objetos analizados (derecha) respecto al total de objetos hallados en el yacimiento (izquierda).

144

En la selección también se ha valorado el daño que se hacía al objeto al extraer la muestra.

153 | P á g i n a

procesos metalúrgicos, se mantiene acorde entre el cómputo global y los análisis efectuados; mientras que en el caso de otros objetos, como los cuchillos145, existe una sobrerrepresentación al haberse analizado los tres ejemplares de los que se disponía. La distribución espacial de los objetos analizados en el interior del asentamiento, se encuentra restringida al límite marcado por los dos primeros fosos, los más internos. La mayor parte de los objetos de bronce de la fase de transición al Ha C fueron hallados dentro de esta área. Pese a documentarse una concentración absoluta de los materiales, hemos constatado, dentro del espacio demarcado, ciertos puntos de especial densidad. Especialmente relevante es el relleno norte del foso 242, el más interno y el primero en colmatarse. En su vaciado fueron recuperados 110 objetos de metal, casi la mitad de todos los metales recuperados en el yacimiento. Del relleno de colmatación del foso 242 hemos analizado 19 objetos metálicos, que corresponden a la mitad del total de objetos analizados. En contrapartida, sólo un objeto procedente el segundo foso (est. 243) ha sido muestreado. Por otro lado, numerosos objetos fueron localizados en fosas cercanas al primer foso, sobre todo entre el límite interior de este y el ángulo que forman los grandes edificios antes de llegar al canal. Los objetos de la zona intermedia entre los dos fosos se depositaron en fosas siempre al norte de la entrada monumental de la empalizada, que bordeaba el segundo foso. Todos los productos relacionados con la producción metalúrgica que no estaban en el relleno del foso 242 se documentaron en el exterior de los límites marcados por éste, ya fuera en la zona intermedia entre los dos fosos o en los rellenos que se ubicaban en el interior del paleocanal146.

145

Los cuchillos conforman una categoría específica, dada la doble funcionalidad que pueden ejercer en potencia (herramientas para descarnar o descuartizar, o bien armas). 146 Únicamente una plancha fragmentada en tres trozos fue localizada en el área de la zona interna. De momento, la he interpretado como desecho de fundición. No obstante, deberemos establecer su relación compositiva con el resto de materiales metalúrgicos y elaborar hipótesis alternativas sobre su condición.

154 | P á g i n a

A continuación se detallan los datos correspondientes a los análisis de composición elemental realizados. Antes de abordar el total de la muestra, nos detendremos en los resultados referentes a cinco objetos cuya composición resulta extremadamente atípica, y que por tanto debemos interpretar de forma separada. De estos objetos, cuatro son gotas de fundición, siendo una de las ellas cobre puro (Paleochenal, 5 y 6) cuya única impureza notoria es el azufre (1,2%)147. Que el único objeto de cobre puro únicamente contenga azufre como impureza, plantea un problema de interpretación; ya que en los estudios disponibles, la aportación de impurezas al metal se atribuye precisamente al cobre148 [todos los estudios realizados han demostrado que la casiterita, mineral del que se extrae el estaño, se encuentra en estado extremadamente puro y que las pocas impurezas que pueda aportar no varían la composición elemental en un metal en que el cobre es el elemento dominante149 (Northover y Gillis, 1999)]; mientras el plomo, como hemos visto anteriormente podría aportar en ocasiones y dependiendo de la eficacia del proceso de copelación Ag y algún otro elemento como el Bi . Dado el contexto espacial (la gota fue hallada en el sondeo del paleocanal y la estructura más cercana (est. 489) libró materiales de hierro y los resultados analíticos del resto de objetos resulta muy probable que esta gota

proceda

de

otra

ocupación

posterior y por lo tanto, ha sido excluida del estudio del contexto del asentamiento del siglo VIII cal ANE. Las otras tres gotas que tampoco responden a la distribución habitual de la composición (VLG242 “74”, “76” y “82”) fueron recuperadas en el relleno

del

foso

242,

entre

los

sondeos 4 y 2, por lo que su atribución

cronológica

a

nuestro

marco de estudio queda asegurada. Figura 57. Composición de las gotas de bronce de la estructura 242. Se aprecian claramente las diferencias entre los tres objetos de la izquierda (“típicos”) y los tres de la derecha a As (rojo) dominante.

Su distinción respecto a todos los demás objetos de Villiers reside en

147

Notoria en cuanto la sumatoria de las demás impurezas de esta gota no alcanza el 0,025% Pese a ello, no es infrecuente que los lingotes de cobre del BF IIIb, se presenten bajo composiciones elementales extremadamente puras (Mille, c.p.). 149 No obstante si es posible que el plomo aporte 148

155 | P á g i n a

que el As domina claramente en su composición, por delante del Ni; mientras que el Sb, que en los demás objetos es la impureza dominante, se mantiene muy por debajo de las otras dos impurezas principales (Figura 60). Asimismo, las cantidades de Ag, son muy inferiores a las de las otras composiciones del yacimiento (Figura 57). Los elementos aleados presentan también diferencias significativas. En los tres casos, el plomo aparece en porcentajes inferiores al 1,3%, mientras que el valor mínimo para el resto de objetos es 2,7%. El porcentaje de estaño en dos de las gotas a As dominante es, por el contrario, muy alto (>11%); mientras que ninguna de las tres gotas a Sb dominante alcanza el 10% de Sn. A tenor de los resultados de los análisis de composición, nos encontramos ante la evidencia que estas tres gotas son el residuo de un proceso productivo en el que se utilizó metal procedente de una red de circulación diferente a las redes por las que circulaban el resto de artefactos. En ningún caso, la composición de un artefacto se corresponde con los valores elementales las tres gotas en las que predomina el arsénico; por el contrario, la mayor parte de los artefactos coinciden en su composición con las otras tres gotas en las que predomina el antimonio (ver Figura 57). De esta manera, los datos disponibles no nos permiten afirmar el uso social de las tres gotas en las que predomina el arsénico, aunque no descartamos que pudieran utilizarse para mezclar metales a los que se les quería aumentar el porcentaje de estaño, metal que en todo cado debía actuar como metal secundario; sin que nunca constituyera el principal aporte de metal. Otro objeto que he tratado de forma individualizada es un anillo (VLG242 “8”) hallado también en el relleno del primer foso. Aquello que convierte a este anillo en un objeto singular es su acumulación inhabitual de impurezas, cuya sumatoria asciende hasta 7,79% (un 0,2% más que la suma de sus elementos aleados). Pese a que la relación entre Sb, Ni y As encaja a la perfección con la regla general, esta inusitada cantidad de impurezas nos indica una excepcionalidad. La posibilidad de que este elemento extremo altere las medias y los resultados del resto de los objetos obliga a tomar la precaución de dejarlo a parte del grupo general. Las cantidades se Sn y Pb se ajustan a los modelos que Mille (2005) ha planteado para el bronce alpino, donde, por otra parte, estos elementos con valores de impurezas altísimos, pese a ser atípicos, son posibles. Al respecto, resulta remarcable el ejemplo de un fragmento de espada de tipo alpino del depósito de Les Rossignols (Compiègne, Oise), el cual presenta una composición muy similar a la de este anillo, con un 7,5% de impurezas (también con el Sb como elemento dominante), un 5,9% de Sn y un 0,9% de Pb.

156 | P á g i n a

Finalmente, he descartado del análisis conjunto otro objeto que, pese a no resultar atípico en el marco del bronce final, se distingue de manera singular en el contexto de Villiers. Se trata de una cuenta (VLG242 “110”), que posee un 20% de Pb. Recordemos que anteriormente hemos observado dos ejemplares con una composición muy parecida, asociados al yacimiento de Changis (los cuales hemos relacionado a su vez con el depósito de Les Rossignols). Como examinaremos de forma detallada más adelante, esta coincidencia en la composición de algunos objetos entre los yacimientos de Villiers, Changis y Les Rossignols nos informa de una relación entre el metal de los depósitos y el de los asentamientos. Una vez descartados aquellos elementos que pueden alterar el conjunto de los datos obtenidos, pasamos a estudiar el conjunto de objetos “normal” que posibilita a priori extraer conclusiones significativas. No obstante, el primer impacto que proporcionan los histogramas nos previene sobre el hecho que no estamos ante distribuciones normales en las diferentes categorías seleccionadas150 (Figura 58). Tras

Figura 58. Histogramas de la distribución del Sn (arriba derecha), del Pb (arriba izquierda) y de la suma de impurezas (abajo).

150

Se ha utilizado el programa estadístico Past para representar los histogramas s de distribución de la composición. Como se puede observar en éstos aparecen varias curvas de distribución normal que responden a la prueba de probabilidad mixta que permite efectuar dicho programa.

157 | P á g i n a

comprobar si los histogramas obtenidos eran resultado de diversos grupos que se entremezclan en la composición general (siguiendo la hipótesis de que existe un metal nord-alpino y uno atlántico conviviendo en la cuenca de París durante los últimos siglos del bronce final), los resultados obtenidos plantean una lectura compleja. Mientras que en lo que respecta al estaño parece que nos encontramos ante dos grupos diferentes, la distribución del plomo responde a una aleatoriedad en su composición (aunque también es posible una propuesta de hasta 4 grupos). La lectura del histograma de las impurezas se ajusta a tres grupos de normalidad151, por lo que la interpretación conjunta de los tres histogramas se presenta problemática. Si atendemos el resto de objetos de Villiers, podemos afirmar que cuando el Sb aparece como impureza dominante, la distribución del resto de elementos suele situarse en torno al 9% de Sn, al 4%Pb y con un 0,73% de impurezas. No obstante, mi hipótesis plantea que en este yacimiento podemos encontrar como mínimo dos tipos de metales distintos: uno atlántico con altas cantidades de plomo y estaño y, un alto grado de refinado (sólo 0,5% de impurezas), y otro de procedencia alpina en el que el estaño no supera el 8%, el plomo no supera el 3% y las impurezas tienden a situarse en torno al 1,5%. Cuando observamos el gráfico de barras (Figura 59), en el que se representan los elementos aleados e impurezas de los objetos restantes de Le Gros Buisson (Villiers), se evidencia que la mayor parte de valores para el estaño se sitúan en torno el 10%, mientras que los del plomo (con mayor variabilidad) son más altos en aquellos objetos con los que comparte un alto índice de estaño. Por regla general, cuando el estaño y el plomo superan el 12%, las impurezas oscilan entre el 0,4 y el 0,8% (obviando el azufre, éstas alcanzarían máximos de 0,6%152). Hemos documentado tres objetos que pese a tener altas cantidades de los dos elementos aleados, mantienen un nivel de impurezas total más elevado (1%). Los tres presentan un esquema compositivo demasiado cercano para que las diferencias se deban a la aleatoriedad. Asimismo las diferencias en la aleación sugieren que no proceden de la misma colada. Carezco de argumentos para dar una interpretación conclusiva, sin embargo no podemos descartar que se trate de objetos producto del reciclaje de metales de diferente origen.

151

Aunque también es posible, si atendemos a las hipótesis de Limpert et al. (2001) sobre la distribución de los elementos en los minerales que su distribución se deba a una curva log. normal en lugar de a una curva gaussiana (curvas por defecto del programa estadístico utilizado), 152 He intentado en todo momento ofrecer los datos con y sin azufre porque en las mediciones de los depósitos con las que posteriormente los compararemos, el azufre es el único elemento de los que valoramos aquí que no se tuvo en cuenta. Las causas de su presencia, y la intensidad de ésta aún no han sido investigadas. Al contrario de lo que se supone, su uniformidad en la mayor parte de objetos que comparten otros rasgos, indicaría que está relacionado con el proceso de producción.

158 | P á g i n a

Por su parte, ésta parece ser la interpretación más plausible para otro grupo de objetos con cantidades de estaño cercanas al 5%, al mostrar cantidades de plomo muy altas (>3%) e impurezas demasiado bajas (Ni>As, aunque un nutrido grupo se separa de éste y se sitúa en equilibrio entre el Sb y el As, ambos por encima del Ni. No descarto que ambos sean un mismo grupo y que el vacío existente sea fruto de las distancias mínimas entre elementos de un mismo grupo. En este caso, podríamos decir que la relación normal entre las tres principales impurezas de los objetos de metal de Le Gros Buisson es la de Sb>Ni>As y Sb=Ni>As, pudiendo encontrarse algunos objetos que presenten Ni=As=Sb. Pese a las múltiples lagunas analíticas, podemos concluir que en el yacimiento de Villiers coexisten diferentes grupos de metal, con la predominancia de un metal atlántico (aprox. 10% Sn y >3% Pb, junto con niveles de impureza inferiores al 1%,

160 | P á g i n a

1,2% contando el azufre). Además se manifiesta la presencia de un metal alpino exclusivo para adornos (entre los artefactos). Éste no está exento de ser sometido a reciclaje y refundiciones, llevadas a cabo, en todo caso, en un espacio separado de las otras prácticas metalúrgicas. Si se documentara en otros asentamientos la presencia de alfileres y otros objetos de composición elemental alpina los cuales no son reciclados, se podría afirmar la existencia de una exportación de objetos distinguidos desde una red de circulación originaria del área alpina. Por el contario, el uso de metal atlántico era más común y susceptible de ser usado en la globalidad de los objetos que configuran los artefactos del poblado de Villiers-sur-Seine. El próximo paso será completar el estudio de los asentamientos con los resultados de los análisis de Choisy-au-Bac, asentamiento vecino del depósito de Les Rossignols y que pese al problema de los anclajes cronológicos que presenta puede dar pistas sobre la relación entre depósitos y asentamientos al final de la edad del bronce.

7.2.3. Le Confluent (Choisy-au-Bac) Pese a documentarse una fase ocupacional contemporánea al yacimiento de Villiers-sur-Seine, la mayor parte del registro arqueológico de Choisy-au-Bac corresponde al Hallstatt antiguo (Ha C de J.J. Hatt y de Müller-Karpe) de finales del siglo VIII arq. ANE. El correcto estudio arqueológico del que disponemos permite, junto con el amplio muestreo de análisis elementales de composición, proporcionan gran información sobre este sitio arqueológico, de alto valor estratégico dada su situación en la confluencia entre los ríos Oise y Aisne, en el seno de una zona donde se documenta una gran acumulación de depósitos153 Primero, deberemos poder asegurar la contemporaneidad entre ambas evidencias arqueológicas. Por otro lado, el estudio de los metales de Choisy-au-Bac aporta información acerca de los trabajos metalúrgicos realizados in situ en un asentamiento de finales del bronce final. Otra de las posibilidades que ofrece el yacimiento consiste en el estudio de la coexistencia entre la metalurgia del cobre y la primera metalurgia del hierro en la Cuenca Parisina.

153

Los objetos de estos depósitos han sido también analizados según la técnica de análisis elemental, proporcionando un espectro comparativo respecto al registro del yacimiento de Choisy-au-Bac. Aunque, para que esta aproximación comparativa puede llevarse a la práctica, en primer lugar deberá corroborarse la contemporaneidad de ambos sitios arqueológicos.

161 | P á g i n a

Tabla 10. Inventario de los objetos analizados en Choisy-au-Bac. En la columna Cuadrante, cuando aparece 1960 hace referencia a que es un objeto recuperado en las excavaciones de 1960 realizadas por Pierre Bouchain.

162 | P á g i n a

Se

han

analizado

50

muestras

pertenecientes a objetos de Le Confluent de un total de 177 registros recuperados en las excavaciones. La problemática principal a la que

hemos

debido

enfrentarnos

para

interpretar los resultados ha sido la falta de un registro cronológico ajustado para muchos materiales: un total de 20 objetos del total de los

analizados

carecían

de

atribución

cronológica precisa [dataciones que los sitúan Figura 61. Distribución análisis por periodos.

de

los

entre la fase de transición (Fase I) y la del Hallstatt antiguo (Fases II y III)].

Del total de objetos adscritos a una contextualización cronológica precisa, la mayor parte se enmarca en la fase III del poblado, que equivale, según las conversiones efectuadas por Jean Claude Blanchet (director de las excavaciones realizadas a finales de los años 70) a la fase final del Ha C de J.J. Hatt (Blanchet, 1984). De este periodo (Ha C) hemos analizado 24 objetos (de un total de 71 recuperados en las excavaciones). En lo que respecta al periodo de transición, hemos analizado 3 objetos de los 5 recuperados en las excavaciones. La importancia de estos tres objetos radica en pueden servir de elementos comparativos respecto a los registros de Le Gros Buisson, aunque debemos tener en cuenta que uno de ellos es de cobre puro y otro, un fragmento indeterminado, es un bronce con un 2% de estaño y un 0,7% de plomo. En la tabla de inventario de los objetos de Le Confluent (Tabla 10), aparecen únicamente 47 registros de los 50 objetos analizados, ya que los otros tres se adscriben a cronologías diferentes de las estudiadas aquí. Uno de ellos corresponde al Hallstatt final y los otros dos al periodo galo-romano154. Tal como muestra la Figura 62, el tipo de objeto predominante en el inventario del yacimiento de Le Confluent (Choisy-au-Bac) son las gotas de fundición (71 objetos); seguidas a gran distancia por los indeterminados (19 registros) y los cinceles155 (11 registros). Entre los adornos se recuperaron 10 alfileres, 10 anillos, 8 cuentas, 5

154 155

Los resultados de estos análisis son consultables en el anexo I. En algunos casos de confunden con barras de cobre puro.

163 | P á g i n a

brazaletes y 4 apliques o botones (con aro interior para pasar el hilo). En lo que respecta a los adornos, se han realizado 12 análisis (5 brazaletes156, 3 alfileres, 2 anillos y los 2 botones). El registro arqueológico analizado más numeroso para las fases correspondientes al Ha C, corresponde a objetos indeterminados o relacionados con la producción metalúrgica. Aparte de éstos, también se han analizado 3 herramientas, 3 adornos y un posible fragmento de hacha de tubular (Figura 62). A continuación nos adentraremos en los resultados de los análisis de composición elemental realizados. En primer lugar, debemos remarcar que se trata de una muestra de gran heterogeneidad tanto en lo que respecta a los elementos de aleación como a las impurezas de los diversos objetos, Esta heterogeneidad en la composición elemental de los objetos se manifiesta asimismo en la relación entre las impurezas principales, aunque una parte importante se concentra en el área de Sb>Ni>As (Figura 71). Esta heterogeneidad ha provocado que la interpretación de los resultados devenga especialmente compleja. En un intento de superar esta heterogeneidad imposibilitadora de una aproximación comparativa, se experimentó, en un primer momento, un agrupamiento de los análisis de los objetos por fases cronológicas o categorías funcionales, pero en ambos debía seguir trabajando con una gran disparidad en la composición elemental de los objetos agrupados en cada categoría. Finalmente, constatamos que el tipo de aproximación que permitía extraer un máximo de información fiable consistía en agrupar los resultados en tres categorías: objetos de cobre puro, objetos de bronce binario y objetos de bronce ternario (independientemente de la fase de adscripción o de la tipología)157.

156

Uno de ellos se adscribía al Hallstatt Final y fue excluido. A tenor de los resultados creo que la adscripción cronológica de algunos objetos no es la adecuada, pues, en ocasiones, dos fragmentos presentan exactamente la misma composición y se ubican en períodos diferentes. Dada la extrema variabilidad existente en el registro, las posibilidades de que se trate de un hecho casual son nulas. 157

164 | P á g i n a

Según esta clasificación, contamos con 3 objetos de cobre puro. Uno de ellos es un fragmento de lingote (CHC46) y los otros dos se encuentran clasificados dentro de la categoría “objetos indeterminados” (CHC20 y CHC33). En los tres casos hemos constatado la presencia de plomo en cantidades de micro-traza (inferior a 100ppm). El lingote se diferencia de los otros dos objetos por su grado de pureza extraordinaria (99.95% Cu y 0,045% impurezas). Una pureza tan elevada que sólo se encuentra en objetos de cobre nativo o en cobres modernos. En lo concerniente a los dos “objetos indeterminados” de cobre puro (hallados en diferentes excavaciones, con diez años de diferencia), su composición evidencia que proceden de una misma colada o de un mismo proceso productivo (ver nota 157). En este sentido, destaca su composición, prácticamente indiferenciable, compartiendo porcentajes másicos en elementos como el Te (telurio), el Se (Selenio) o el In (Indio). Asimismo el nivel de impurezas alcanza en ambos casos el 1,3 %, destacándose el azufre como principal impureza (con un valor rondando el 1%); mientras que en el 0,3 % restante lo conforman el Ni (0,2%), seguido –en cantidades muy inferiores- por Ag y el Sb. En lo que respecta a la composición de los dos “objetos indeterminados”, cabe destacar que ésta es muy semejante a la composición de la gota de cobre puro (VLG Paleocanal ‘5’) de Le Gros Buisson (Villiers-sur-Seine); especialmente por la altísima presencia de azufre (más del 1%), la acumulación total del resto de impurezas (±0,2%), y la presencia de Pb. No obstante, la distribución interna de los elementos difiere entre ellos. En base a estos resultados, constatamos que los tres objetos son producto de un proceso productivo muy semejante, en el que se utilizó un cobre muy refinado y se dio

lugar

acumulación (posiblemente solidificación

a

una

fuerte

de fruto lenta).

azufre de Por

una el

contrario, mientras que los dos objetos de Le Confluent (Choisyau-Bac) proceden de la misma Figura 62. Repartición de los análisis a partir de las categorías funcionales. A la izquierda según el total de la muestra y a la derecha de los objetos adscritos al período del Ha antiguo.

fuente mineral, el de Le Gros Buisson

(Villiers-sur-Seine),

parece tener un origen mineral

diferente, tal como nos muestran las diferencias en las impurezas más estables térmicamente (ver anexo I).

165 | P á g i n a

Junto a estos tres objetos de cobre puro, hemos analizados dos objetos más (una gota (CHC38) y un lingote (CHC46) en los que la predominancia de cobre se conjuga con la presencia de estaño a nivel de trazas. Pese a esta semejanza fundamental en sus niveles de cobre y estaño, ambos objetos mantienen una estructura composicional muy diferenciada. Abordaremos en primer lugar, el análisis de la gota CHC38 localizada en las proximidades de la estructura de habitación número 14 de la fase III del sitio-. Se trata de un cobre sin alear, pero de origen diferente a los anteriores, tal como muestra la presencia de estaño y plomo en microtrazas. El único objeto del yacimiento cuya composición coincide, en un elevado número de elementos, con esta gota, es el lingote CHC46; no obstante ambos se localizaron en zonas del asentamiento muy distantes. Aunque no podemos descartar un mismo origen, la principal diferencia entre ambos es la presencia de Sn en la gota (CHC38) y de S (0,67%) respecto al lingote (CHC46) en el que no se detectó ninguno de los dos. Asimismo la cantidad de impurezas es inferior en el lingote (Figura 63). Por otro lado, volvemos a remarcar una semejanza composicional entre dos objetos del yacimiento de Le Confluent (Choisy-auBac), la gota CHC38 y el lingote CHC46, y la gota del Paleocanal de Le Gros Buisson (Villiers-surSeine). Aproximándose en los tres casos los niveles del Hg (mercurio), el In (indio), el Mg (magnesio) y el Te (telurio), especialmente

en

los

dos

objetos que presentan sulfuro (CHC38 y VLG Paleocanal ‘5’). Figura 63. Gráfico con la acumulación de los 3 objetos sin estaño y del que lo contiene a nivel de micro-trazas. Al ser todos elementos impurezas se presentan en un sólo gráfico.

El último objeto de cobre analizado, es un indeterminado

(CHC53) que presenta una composición marcadamente distinta al resto: la relación entre las impurezas no tiene paralelo con ningún otro objeto del asentamiento. Se trata de un bronce ternario en el que los elementos aleados no superan el 1% cada uno. La impureza dominante es el hierro, seguida de la plata, el arsénico, el antimonio y el níquel. La sumatoria de las principales impurezas alcanza el 0,4%, siendo la presencia de S nula. El contexto de localización de este objeto coincide con el lingote CHC46, en el que remarcamos también una ausencia total de azufre. Aunque el metal del lingote es mucho más puro que el de este objeto indeterminado (CHC53). En el primer caso

166 | P á g i n a

(CHC46) las pocas trazas de impurezas

coinciden

también

están presentes en CHC53. En efecto, los dos elementos más importantes puro

del

son

Ag

lingote y

Sb

158

extra que

coinciden con los dos elementos más difíciles de refinar de entre las impurezas principales del objeto indeterminado. Con estos datos, tan sólo podemos esbozar la hipótesis que este objeto indeterminado sea un metal en bruto refinado in situ, del que se fabricaban listos Figura 64. Comparación entre CHC46 y CHC53.

lingotes

para

de

circular.

cobre Estos

lingotes mantenían una enorme pureza y más tarde se refundían con metales ricos en estaño o en

plomo para la fabricación de objetos. El segundo grupo de objetos examinados está compuesto por bronces binarios (carentes absolutamente de plomo o en los que éste aparece en microtrazas). Se han realizado un total de 9 análisis de composición de objetos de este grupo. En primer lugar, encontramos una agrupación de 5 objetos, todos ellos de difícil filiación dentro de las categorías funcionales, que comparten una composición muy similar y que además fueron recuperados en el mismo cuadrante (CHC7, CHC21, CHC23, CHC25, CHC42). A éstos, se añade otro objeto (CHC10) de un cuadrante anexo cuya composición se ajusta con pequeñas diferencias a la de los seis anteriores. La característica principal de este subgrupo de bronces binarios es la presencia de estaño que varía entre el 8% y el 12% y una total ausencia de plomo (excepto en CHC10 que presenta un 0,014% Pb). En todos ellos la impureza principal es el azufre (0,1-0,2%). La suma del resto de impurezas raramente supera el 0,05%, lo

158

Debemos remarcar que mientras el Fe, el As, el Ni pueden eliminarse completamente durante el refinado, del Sb y la Ag siempre restarán micro-trazas.

167 | P á g i n a

que provoca que volvamos a encontrarnos ante un metal extremadamente puro159. Entre las impurezas principales, el Ni domina sobre el Sb y éste sobre el As; mientras que la presencia de Ni y Sb es muy regular en todos ellos, el As, la Ag y el Fe se muestran más variables (exceptuando el objeto CHC21, la muestra con el porcentaje más elevado de estaño y que carece de estos elementos. La mayor presencia de estaño y, en consecuencia, menor de cobre, puede ser la causa de estas alteraciones).

Así

la

media de Sn de este grupo de binarios del cuadrante

AA30

se

sitúa en 9,3%160, con una desviación típica de sólo 1,5%. La media de las impurezas es de 0,06% sin contar el azufre y de 0,21% si incluimos a éste en las mediciones.

Las

desviaciones estándares en ambos casos son muy bajas (0,012%

y

0,035%

respectivamente). Un

segundo

subgrupo dentro de los bronces binarios, está Figura 65. Comparación de los bronces binarios de Le Confluent. En sombreado el grupo del cuadrante AA30 y su vecino del AA29.

formado objetos

por

tres

(CHC30,

CHC32 y CHC39) que aunque no mantienen relación contextual alguna; comparten las cantidades de estaño (moviéndose en un margen de entre el 8% y el 12%) y de plomo (que se mantiene en valores muy bajos de entre el 0,04% y el 0,1%). Por el contrario, las impurezas nos

159

La acumulación de sulfuro se asocia sobre todo al proceso de solidificación, aun y cuando su presencia nos puede indicar el uso de minerales primarios. Como su análisis es muy reciente y pocos laboratorios lo realizan, no hay un estudio experimental que permita entender e interpretar las causas de su presencia. 160 La mediana también es un valor cercano, 9,3% Sn.

168 | P á g i n a

indican que se trata de metales muy distintos entre sí: CHC30, presenta niveles de azufre muy elevados (0,6%), el níquel y la plata son las otras dos impurezas principales, y el Sb y As se mantienen en niveles por debajo de 10ppm. El cúmulo total de impurezas sin contar el azufre es de 0,15%. Por su parte, CHC32 es el que presenta un porcentaje más elevado de estaño y más bajo de plomo. Sus impurezas están dominadas por el S (Azufre) (aunque en valores muy inferiores a los presentes en los objetos del subgrupo anterior); el As domina sobre el Ni y el Sb. Estos continuos cambios en el patrón de impureza principal nos indican que los objetos de este subgrupo no proceden de un mismo proceso productivo. El último objeto de este subgrupo es un posible cincel (CHC39) cuya cola de impurezas es mucho más parecida a las de los bronces ternarios [a su vez afín en cuanto al porcentaje de estaño e impurezas a los bronces atlánticos descritos por Mille (2005)]. Se trata del objeto más rico en plomo (0,1 %) de todos los analizados hasta el momento dentro de nuestro estudio de los materiales del yacimiento de Le Confluent. Su presencia, sin embargo dista mucho de ser una aleación intencionada161. Dadas sus características he decidido incluirlo también en el grupo formado por los bronces ternarios, con el objetivo de poder elaborar

un

análisis

comparativo

que

posibilite una mejor comprensión de su presencia. Hasta el momento, hemos constatado como en el yacimiento de Le Confluent (Choisy-au-Bac) en el periodo Ha C, se utiliza una gran variedad de metales para ser refundidos y aleados con plomo. Esta variedad puede ser consecuencia de su posición estratégica en la confluencia entre dos ríos navegables importantes en la Figura 66. Comparación de los bronces ternarios pobres de Le Confluent.

cuenca de París. Por otro lado, nos indica

161

Otros autores han sugerido que objetos con estas cantidades de Pb pueden ser resultado de aleaciones con metal reciclado, con lo que pese a ser Pb añadido, se trataría de una aleación accidental. Estas aleaciones suponen un grave problema para emprender trabajos de isótopos de plomo (Rychner y StosGale, 1998)

169 | P á g i n a

que las redes de circulación del período anterior, caracterizadas por distribuir metales mucho más homogéneos se han roto y, el metal se surte ahora a cada asentamiento desde un número mucho mayor fuentes. No descarto, aunque debería extenderse el estudio a yacimientos cercanos, que las y los habitantes de Le Confluent aprovecharan su estratégica posición para distribuir bronces ternarios en forma de objetos o lingotes que ellas y ellos mismos aleaban. En un intento de clarificar el estudio de estos bronces ternarios, he decidido dividirlos en base a la cantidad de aleación que presentan, pudiendo comprobar así si el rastro de impurezas presentaba regularidades. Se trata, sin duda, de una división totalmente artificial, pero que permite comparar los resultados elementales en aleaciones similares. No obstante, he intentado no perder de vista el elemento relacional que vincula el conjunto de bronces ternarios, sobre todo en el caso de aquellos que presentan cantidades similares de plomo pero en los que difiere la proporción de estaño. El primer subgrupo de los bronces ternarios lo conforman objetos con cantidades de estaño inferiores al 5% y en los que el plomo no supera, en ningún caso, el 1%. Tres muestras cumplen estas características: un objeto indeterminado (CHC5), un fragmento de metal fundido (CHC61) y un brazalete (CHC31. El objeto más pobre en elementos de aleación (CHC5) aporta unos niveles de impureza extremadamente altos, sobre todo si nos fijamos en la poca importancia que tiene el azufre entre éstos. Hasta el momento los metales que hemos observado del yacimiento de Le Confluent se caracterizaban, o bien por una ausencia absoluta de azufre, o bien por la presencia de este elemento en cantidades elevadas (por encima de cualquier otra impureza). En el caso de los objetos agrupados en este primer subgrupo de bronces ternarios, constatamos de nuevo valores de composición, semejantes a los evidenciados por los objetos metálicos de los yacimientos de Villiers-sur-Seine y de Changis-sur-Marne, en los que Sb se revela como impureza principal, por delante de Ni y As. Además, observamos que el metal utilizado contiene Co (cobalto) en cantidad suficiente para reflejarse en el gráfico (Figura 66). La sumatoria de impurezas para los tres objetos esboza, en líneas generales, un metal poco refinado en relación al observado anteriormente, con valores siempre por encima del 1,2%. A pesar de las diferencias, parece probable que el metal utilizado en los tres casos proceda de una misma red de distribución y que éstas sean fruto de procesos de refinado no estandarizados y probablemente no premeditados realizados durante la refundición.

170 | P á g i n a

El segundo subgrupo de bronces ternarios lo conforma un conjunto de objetos (N=19) cuyo porcentaje de estaño se sitúa entre el 7% y el 12%, y el de plomo entre el 0,5% y el 4%. Como se observa en el gráfico de la Figura 67, la variabilidad en la cola de impurezas entre los objetos de este subgrupo es muy elevada. Con el fin de discernir

la

existencia

de

subconjuntos y distinguir los elementos reproducido

atípicos un

he

dendrograma

que refleja la nivelación de las impurezas por subconjuntos de Figura 67. Resultados del segundo grupo de bronces ternarios. Ordenación según porcentaje de plomo.

objetos. La prueba revela la existencia de tres subconjuntos diferenciados (Figura 68).

El primero está compuesto por objetos cuyas impurezas están dominadas por Sb>As > o =Ni>Ag y cuya suma se ordena alrededor del 0,5%. Entre ellos se encuentran CHC26, CHC35, CHC56 y CHC1, con valores muy cercanos entre sí, a los que se les suman CHC63a y CHC43, a poca distancia. En cuanto a las categorías funcionales representadas, el grueso principal se reparte entre una gota, un indeterminado, una punta de lanza, un alfiler decorado con incisiones (recuperado en las excavaciones de los años sesenta), un anillo y una pieza de metal a medio fundir. De esta manera, advertimos cómo no se establece una relación causal entre el metal utilizado y el tipo de objeto fabricar, no empleándose un metal específico para cada tipo de objeto, pese a que su producción necesite de procesos de trabajo diferenciados. Por ejemplo, la punta de lanza (objeto que requiere una intensa forja), se fabricó con el mismo bronce que un alfiler (obtenido directamente del vertido).

El segundo subconjunto es el formado por objetos que registran entre un 1% y un 1,5% de impurezas (CHC54, CHC63b, CHC48, CHC59 y CHC37); éstas dominadas también por Sb>As>Ni>Ag. En ellos se aprecia la presencia constante de Co en proporciones de ±0,02%; Zn y Fe aparecen en valores mucho más variables (se trata

171 | P á g i n a

de elementos más volátiles o fáciles de retirar durante la fundición) y no siempre están presentes. Junto a este subconjunto, pero con pequeñas diferencias composicionales, encontramos otros tres objetos, entre ellos un buril y un remache. Su rastro de impurezas es muy similar tanto respecto a la proporción de elementos aleados, como por los valores de micro-trazas (es por ello que los incluyo en el mismo subconjunto). El último subconjunto de objetos (N=4), presenta una gran heterogeneidad y está formado por objetos cuyos niveles de impurezas se mantiene muy distantes entre sí, así como del resto de conjuntos. (Figura 68). En 3 de los 4 objetos de este grupo la suma de impurezas supera el 2% (CHC3, CHC51 y CHC15), mientras que en el cuarto, la impureza dominante es la plata162 y el cúmulo total no alcanza el 0,3% (CHC58).

Este

último

objeto, una gota de bronce cuyo contenido de plomo empieza a ser importante (3,7%), es sin duda el elemento más dispar de todos.

Aunque

contextualización

su parece

bien anclada en la fase III del

asentamiento,

es

probable que pertenezca a una Figura 68. Dendrograma de las impurezas de los objetos con Pb entre 0,5 y 4%.

organización

de

la

producción socioeconómica ajena. Su localización en el límite

sudeste

del

yacimiento, junto al borde de un foso de la fase IV (Hallstatt D) que será re-ocupado durante el período La Tène y también posteriormente, sugiere la posibilidad de que en realidad, provenga de otra época. Los otros tres objetos mantienen un esquema compositivo similar a los que hemos constatado en los otros subconjuntos, aunque Co, Fe y Zn aparecen en valores remarcables. No es descartable que su alta presencia se deba a la ausencia de refinado, por lo que, pese a ser metales cuya producción difiere del resto, es probable que provengan de un origen y redes de distribución similares. Al tratarse de tres

162

Único objeto del yacimiento de Le Confluent en que esto sucede.

172 | P á g i n a

objetos manufacturados163, estos análisis nos sugieren la forma en que llegaba el metal al yacimiento desde las fuentes de extracción y fabricación originarias, antes de ser refinado durante el reciclado en lingotes u otros objetos nuevos. Para el tercer grupo se han seleccionado aquellos cuyas cantidades de plomo superaban el 4% de plomo. Hasta ahora se ha observado, a través del análisis de composición elemental, los itinerarios por los que el cobre puro y el estaño llegaban al asentamiento. Por el contrario, no contamos con información sobre las redes de extracción, aprovisionamiento y circulación de plomo. El análisis de este subgrupo permitirá no sólo diseccionar la composición elemental de los objetos que presentan altas cantidades de plomo; sino también determinar simetrías con depósitos cercanos, como Les Rossignols164, en los que la media de Pb se ubica en torno del 14%165. Este grupo de objetos ricos en plomo resulta el primero en el que los adornos y objetos listos para su uso dominan en la distribución funcional; frente al predominio absoluto de los residuos metalúrgicos y restos indeterminados en el resto de grupos de objetos del yacimiento. De esta manera, alfileres, botones y brazaletes forman el grueso del grupo (CHC17, CHC18, CHC57, CHC16, CHC8 y CHC2). En él, también encontramos un buril (CHC52), un cincel (CHC12) y una gota (CHC12), ésta última se revela como el único indicador de metalurgia en este conjunto. Los adornos constituyen el 66% del total de objetos, pese a que se reparten equitativamente entre los tres tipos mencionados. Además, todos ellos presentan unos niveles de impurezas muy homogéneos (entre el 0,6% y el 0,8%); incluso el brazalete CHC2, que llega a acumular un 17% de plomo mantiene los mismos niveles. Sb vuelve a presentarse como la impureza principal, seguida de Ni>As. La peculiar ausencia de azufre en los dos botones se debe, muy probablemente, a las características de su fabricación y al tipo de molde usado. El anillo CHC43, que hemos visto en el grupo de plomos inferiores al 4%, presenta una composición de impurezas muy similar a la de uno de los botones (CHC18). Ambos objetos comparten, además de un rastro de impurezas muy bajo (±0,2%), la cantidad de As y de Bi (bismuto). La única diferencia sensible entre ambos es la mayor presencia de Sb en el

163

Se ha defendido que las hachas tubulares durante el bronce final actuarían como reservas de bronce con altos contenidos en plomo. Es posible que éste sea el caso para uno de los objetos (CHC3). Por otro lado los valores más altos de impurezas los tenemos en un anillo (CHC15). Salvando las distancias, en Le Gros Buisson también era un anillo el objeto que presentaba un mayor índice de impurezas, aunque en ese caso alcanzaba el 7,5% 164 Salvando las posibles diferencias cronológicas. 165 Hasta 205 objetos de este depósito se analizaron por ICP-AES en el C2RMF. Pese a la media enunciada hay una enorme desviación estándar. Por ejemplo la mediana de todo el depósito queda en el 7% Pb.

173 | P á g i n a

botón, su impureza principal, mientras que en el anillo (CHC43) lo es el As. Ambos adornos difieren bastante en la aleación, sobre todo en las cantidades de Pb (1,8% frente a 5%). Por otro lado, CHC43 difiere de la composición del otro botón (CHC17) en la cantidad total de impurezas y la importancia del níquel en éste último. A pesar de ello, es importante remarcar las semejanzas entre objetos de adorno de pequeño tamaño e intentar establecer elementos comparativos. Tanto la gota (CHC13) como el cincel (CHC12) destacan por el contraste en la acumulación de impurezas en relación a los adornos, aunque la relación interna de las impurezas sigue siendo semejante (Sb>As>Ni). En la gota, además, encontramos trazas de zinc y hierro, el primero de ellos totalmente ausente del resto de elementos del grupo (incluso de CHC12 que acumula mayor cantidad de impurezas). Las dos herramientas del grupo tienen composiciones dispares. El buril (CHC52) presenta una composición similar a la de los adornos, a no ser porque el As es, con escasa diferencia, el elemento dominante. En lo que respecta al cincel (CHC12), éste acumula la mayor cantidad de impurezas del grupo; ajustándose a la perfección la relación de éstas al modelo de Sb dominante con Ni y As iguales; sus impurezas son similares a los demás objetos (debemos remarcar que todo el subgrupo muestra una fuerte homogeneización en esta dimensión).

174 | P á g i n a

El último subgrupo de bronces ternarios analizados

está

formado por 3 objetos caracterizados por sus altas

concentraciones

de estaño asociadas a concentraciones plomo

muy

de bajas

(cercanas al 1%). Pese a tratarse de bronces ternarios

pobres

en

plomo, son los tres únicos

objetos

que

superan la barrera del 12%

de

estaño,

situándose el más bajo de ellos en el 14%. Por Figura 69. Comparación entre los 3 objetos con mucho estaño de Choisy-au-Bac y todos los objetos de depósitos con cantidades de aleación similares (ver nota al pie 167).

otro lado, y si bien los tres objetos mantienen valores muy similares

en la aleación, las impurezas se muestran muy diferenciadas entre sí166. La varilla CHC27 (con 19% de estaño) tiene como rasgo peculiar la total ausencia de plata entre las impurezas. La impureza dominante es el níquel seguida por As y finalmente Sb. Comparativamente hablando, es importante también la cantidad de Co que posee. Procede de un conglomerado de estructuras de habitación documentadas en el cuadrante T25 y adscritas a la fase IIa del asentamiento, primeros momentos del Hallstatt C regional. El segundo objeto del subgrupo (CHC11) corresponde a un pequeño fragmento de hacha que presenta un cúmulo de impurezas totalmente dominado por As, el elemento más volátil de entre las impurezas principales (dobla la suma del resto). Finalmente, el último objeto es un cincel (CHC29) que presenta un índice de impurezas superior al 3,5%, aunque no contiene sulfuro. A pesar de esta altísima cantidad de impurezas, la relación entre éstas es la dominante en el asentamiento (Sb>As>Ni e importante presencia de Ag).

166

Esto me lleva a cuestionar el posible origen de éstos y su función en el asentamiento.

175 | P á g i n a

Debido a la falta de referentes de bronces con una cantidad tan elevada de estaño para las fases, he decidido comparar los resultados de estos análisis con los datos de los que dispongo sobre los depósitos del bronce final IIIb y transición a Ha C167 (aunque no descarto la posibilidad que se trata de objetos de cronologías anteriores o posteriores al Ha C, momento de máxima ocupación del yacimiento de Choisy-auBac). Los resultados de esta aproximación comparativa, nos sugieren que , pese a que en los depósitos se encuentran fácilmente bronces con 14% o más de estaño, éstos van acompañados normalmente de porcentajes de plomo elevados. Cabe remarcar que ninguno de ellos, de los más de 1000 objetos de depósitos examinados, se corresponde con objetos similares en el cúmulo de impurezas (Figura 69). Dados los resultados, lo más adecuado parece ser interpretar estos tres artefactos como objetos singularmente atípicos o correspondientes a cronologías posteriores de las que carezco de elementos de comparación. De forma similar a como sucedía con una serie de objetos del

yacimiento

Buisson

de

Le

Gros

(Villiers-sur-Seine),

considero que debemos dejar estos tres objetos fuera del análisis de conjunto, pues deben ser consecuencia de procesos productivos singulares. Para concluir el estudio de los materiales del yacimiento de Le Confluent (Choisy-au-Bac), y comprobar

la

relación

composicional de los objetos tanto a nivel intragrupal como intergrupal, se representa en los Figura 70. Objetos con Pb superior al 4%. En sombreado los adornos.

diagramas

ternarios

la

plasmación de las diferencias

167

Se han seleccionado los objetos con estaño > 13% y plomo Ni>As; Sb>As>Ni y Sb>As=Ni. Recordemos que una gran parte de ellos proceden del mismo cuadrante (AA30) y probablemente corresponden a un mismo proceso productivo por lo que son representativos de una localización muy concreta. 169

177 | P á g i n a

metales se presentan en su mayor parte como elementos indeterminados o herramientas, así como posibles lingotes y deshechos de fundición. Los objetos “finales” que encontramos entre los bronces binarios y ternarios con escasa presencia de plomo son escasos y fragmentados. Por ello, la posibilidad de que se trate de metales fabricados in situ es muy grande. Esta manufactura, sobre todo en lo relativo a los bronces con escasos niveles plomo, se encontraba poco estandarizada, constatándose procesos productivos que varían en tiempo, intensidad y condiciones de fusión. Prueba de ello es la gran diversidad observada en la cantidad de impurezas presentes. Con estos datos, parece poco probable que existiese una especialización en el trabajo metalúrgico, tratándose más bien de prácticas de producción poco sistemáticas que ofrecían resultados muy diversos. Por el contrario, el tercer grupo de objetos, los adornos (con alto contenido en plomo), si parecen ser el resultado de una producción controlada y especializada. Las impurezas de estos elementos siguen un mismo esquema compositivo y se muestran

Figura 71. Representación en diagrama ternario de Sb/Ni/As. Ternarios P, se refiere a bronces ternarios pobres y bronces binarios a los que no contienen plomo

siempre en cantidades muy similares. Ello me obliga a postular la existencia de una sola red de aprovisionamiento de estos artefactos que, una vez perdido su valor de

178 | P á g i n a

uso, eran refundidos y mezclados con otros metales para fabricar herramientas (cincel) u otros artefactos170 Todas estas observaciones quedan condicionadas a los problemas, ya referidos, de las atribuciones cronológicas de los materiales de Choisy-au-Bac, y la indefinición en este sentido de buena parte de ellos. No obstante, éste es el mejor método que he encontrada para dotar de sentido interpretativo los resultados elementales obtenidos de los metales de este yacimiento.

7.3. El metal de los depósitos frente al metal de los asentamientos Como apuntábamos al inicio de esta tercera parte, la hipótesis principal que guía esta investigación propone que existe una diferencia en la composición elemental de los objetos de metal asociados a depósitos, asentamientos y sepulturas (variable dependiente). Proponiendo, en segundo término que esta diversidad en la composición es producto de procesos productivos diferenciados en relación al uso social171 o destino para el que los objetos metálicos son producidos (variable independiente) Sin embargo, la muestra disponible ha impedido la posibilidad de comparar los objetos de las sepulturas con el resto de objetos, pues únicamente tres de ellos se adscribían al bronce final IIIb y ninguno al período de transición al Ha C. En estas condiciones, la hipótesis ha debido ser reformulada a tenor de la información disponible, y centrarse únicamente en la comparación de los objetos de asentamiento y depósitos correspondientes a las mismas cronologías. La perduración en el tiempo de un objeto de metal puede resultar muy variable. Se trata de artefactos que pueden pasar de generación en generación conservando su valor de uso social y sin desgastarse, o bien constituir desechos de fundición o una gota de cobre, un producto inmediatamente desechado. La composición de un objeto reflejará las prácticas productivas de varias generaciones precedentes, mientras que la composición de otro ilustrará una práctica productiva del mismo contexto en que es localizado.

170

Ya que tan sólo una gota prueba la existencia de la fundición de bronces ricos en plomo y dado que las impurezas de ésta se sitúan muy por encima de las de los adornos, esta gota podría ser el resultado de la limpieza de las impurezas durante el refinado. . 171 Con el término uso social nos referimos al contexto en el que iba a ser usado el objeto: como herramienta de trabajo, como legitimador ideológico o simbólico; independientemente de su tipología funcional inferida desde su forma.

179 | P á g i n a

El

reciclaje

metal

es

de una

complicación añadida a la interpretación de la

composición

elemental

de

los

objetos de bronce de este estudio. La gran Figura 72. Histogramas de distribución de Sn (izquierda) y Pb (derecha), de los bronces de la zona nord-alpina (M= Media; S-D= Desviación Estándar; P= Probabilidad de distribución de los grupos.

cantidad

de

desechos

gotas,

metálicos, objetos

indeterminados

fragmentados

intencionalmente y lingotes en los diferentes sitios es un claro indicador de que (al menos

90

en Le Gros Buisson (Villiers-sur-Seine) y Le

80 70

Confluent

Frequency

60

(Choisy-au-Bac)

el

reciclaje

y

fundición de metales diferentes fue habitual.

50 40

La presencia de bronces binarios y de

30 20

cobre puro, indican que, al menos durante el

10 0 0

0,5

1

1,5

2

2,5

3

3,5

4

4,5

Ha

C,

las

prácticas

metalúrgicas

se

diversifican y que el bronce ternario se fabrica Figura 73. Histograma de acumulación de las principales impurezas de los bronces alpinos.

a partir de metales de diferente procedencia y aleación en el mismo asentamiento. Pese a estos limitadores y gracias a los

bronces de los yacimientos de Le Pétreaux (Changis-sur-Marne) y de Le Gros Buisson (Villiers-sur-Seine) ha sido posible efectuar una comparación entre los objetos metálicos asociados a los depósitos y aquello asociados a los asentamientos. Pudiendo así establecer si los grupos compositivos eran los mismos en unos y otros contextos arqueológicos. Asimismo, también contrastamos la repartición de los diferentes grupos compositivos para observar su distribución tanto en zonas atlánticas como alpinas. Esta comparación ha sido elaborada a partir de los resultados, que Benoît Mille se encargó de recopilar, y que recogen los análisis de composición elemental de 1046 objetos; 523 de ellos de depósitos localizados en la zona del “Complejo Cultural Atlántico” de Brun (1989), y otros 523 en la zona del “Complejo Cultural Nord-Alpino”.

180 | P á g i n a

Los metales de los depósitos, como sucede con los procedentes de asentamientos, son heterogéneos. Pese a que la suma de impurezas tiene una distribución normal, la relación entre las tres impurezas principales que estamos siguiendo es extremadamente variable, principalmente en los depósitos atlánticos. Y es que mientras los análisis de Rychner y Kläntschi mostraban una fuerte homogeneidad (tipo 6: Sb>As>Ni) para el caso de los depósitos nord-alpinos del Ha B2, no sucede lo mismo en el lado atlántico. Si representamos el diagrama ternario para cada uno de los complejos (Figura 74) el contraste es muy claro. La disparidad entre ambos grupos apunta hacia una producción metalúrgica muy controlada en la zona alpina172. Los procesos de reducción y refinado del metal, así como las aleaciones con estaño y plomo, siguen unas pautas normalizadas. El histograma de la cantidad total de impurezas principales también muestra una distribución normal, cuyo centro se erige en torno al 1,5%. Tan sólo un pequeño grupo parece aislarse del grupo principal y formar un subgrupo en torno al 3%. No obstante, este subgrupo no supera los 30 ejemplares de los casi 530 analizados. Además, la mayor parte de ellos, se mezcla con los extremos del grupo principal y procede de una sola zona geográfica, la Lorraine, más concretamente de los depósitos de Vaudrevanges, Basse Yutz 1 y Farebersviller173. La producción metalúrgica nord-alpina, en base a los resultados compositivos, es muy estandarizada, producto de un proceso altamente especializado y centralizado. El trabajo de Doonan (1999) sobre esta área documenta una transformación a lo largo de toda la edad del bronce, en la que se pasa de pocos, pero grandes sitios de metalurgia extractiva, a muchos

y

pequeños.

La

diversificación de los lugares de extracción

provocó

una

complejización de su control por parte de las élites pero al mismo Figura 74. Representación del diagrama ternario de impurezas principales para zona alpina (izquierda) y zona atlántica (derecha)

tiempo las concentraciones de hallazgos y, sobre todo, la gran estandarización

en

su

172

El estudio de la metalurgia extractiva en la zona europea que estamos abarcando ha sido muy discutida, aportando pocos resultados conclusivos tal y como sugiere Doonan (1999). 173 Aunque no hay un tipo específico de objeto que concentre la mayoría de casos de este grupo de impurezas, si que todos los anillos múltiples (Véber et al., 2005; Fig. 2) quedan concentrados entre los valores determinados (hasta el 2,7% de media de impurezas).

181 | P á g i n a

composición elemental, nos emplazan a pensar que las clases dominantes consiguieron mantener un control sobre lo producido. Según Donan (1999), esto fue posible porque el proceso de descentralización atañó tan sólo a la extracción minera en los altos valles (donde se realizaba el primer proceso metalúrgico para desechar la ganga). Sin embargo, los procesos finales de reducción y refinado se mantuvieron centralizados en los fondos de los valles, donde los mineros aportaban el mineral y desde donde se distribuía un metal ya listo para fabricar objetos. Únicamente contamos con los resultados de seis análisis de lingotes de cobre de procedencia alpina (Rychner y Kläntschi, 1995). En éstos Sb es la impureza dominante y, pese a esto, la ubicación en el diagrama ternario es sensiblemente distinta de los bronces ternarios de la figura anterior. Un mayor número de análisis y una muestra más variada de lingotes de cobre permitiría completar un estudio que confirmara la obtención de un metal homogeneizado desde la primera fabricación del cobre, o bien que éste

fuera

producto

de

los

posteriores

procesos de refinado. Se desconocen los lugares donde se aleaba el plomo y el estaño aunque vista la normalidad de la distribución de ambos, en comparación a la zona atlántica, no podemos descartar la posibilidad Figura 75. Histograma de las principales impurezas de los bronces Atlánticos (*escalas diferentes que en figura anterior).

de

que

en

estos

centros

reductores/refinadores de los fondos de valle también se llevara a cabo el proceso de

aleación (con un estaño y un plomo procedentes de zonas mineras lejanas). La poca concentración de estaño (media de 7,3% con desviación estándar de 2,7%) y de plomo (media de 2,3% con D-S de 2,3%) de los metales alpinos, aluden a una mayor dificultad en su obtención que en dominios atlánticos, más cercanos a las áreas de extracción de estos metales. El metal localizado en la zona atlántica se muestra más disperso en cuanto a la relación entre sus impurezas principales174. Ésta ocupa todos los espacios y relaciones posibles en el diagrama ternario. Una mayor concentración de objetos se localiza en el

174

He excluido del análisis la mayor parte de los objetos del depósito de la Verberie La Fossé Creusette, que son lingotes de plomo (5%Sn, 45%Pb de media). La alta cantidad de impurezas y los porcentajes de plomo de estos objetos (Mille, 2005) advierten del peligro de incluirlo en el examen.

182 | P á g i n a

límite entre el dominio de Sb y As, por encima del Ni (Sb=As>Ni). Es un esquema muy próximo a los metales del yacimiento de Le Gros Buisson (Villiers-sur-Seine), que hemos analizado en el capítulo 7.2175.El histograma de la suma de las impurezas principales (Figura 75) también muestra una normalidad más compleja de interpretar que en el caso alpino (Figura 73). Usando el mismo sistema de análisis mixto y probando con diferentes hipótesis de grupos de composición, la mejor opción en base a la probabilidad de distribución normal176 ha resultado ser distinguir tres grupos a partir de la acumulación de impurezas. En el histograma se pueden apreciar estos tres grupos (Figura 75). El primero de ellos, está compuesto por materiales muy refinados cuya media de impurezas no rebasa el 0,17% y su desviación estándar el 0,08%. Otro grupo, también muy puro, se sitúa en torno al 0,40% con una desviación estándar mayor (0,15%). Pese a haberme decantado finalmente por la distinción entre ambos grupos de composición, debo remarcar que los objetos de ambos comparten localización territorial y adscripción a categorías funcionales. En este sentido, mientras que las hachas tubulares conforman básicamente el primer grupo (metales de extrema pureza), éstas también se asocian con los valores de composición que definen el segundo grupo. Por el contrario, el tercer grupo se distingue netamente agrupando objetos que presentan en torno al 1,10% de impurezas. En el histograma (Figura 75) se aprecia, como, en lo que debería ser el extremo mayor de la curva, aparece un grupo de picos que nos advierten de un mayor número de objetos de lo esperado. Los valores de impurezas que comprende este grupo, coinciden con las medias que hemos observado en objetos del yacimiento de Le Gros Buisson (Villiers-sur-Seine) y que en su momento, hemos definido como fruto del reciclaje entre objetos atlánticos y alpinos. Me atrevo a plantear que esta hipótesis sigue siendo factible, ya que no podemos descartar que se produjeran mezclas de metales diferentes para la fabricación de objetos que se encuentran también en depósitos donde se han hallado metales de tipologías y composiciones nord-alpinas. El histograma de los elementos de aleación nos muestra un Sn homogeneizado, donde un 99% de los objetos encajan dentro de la curva normal (media de 10,75%).

175

Sería interesante poder contar en el futuro con trabajos que documentaran el comportamiento de elementos como el Sb, Ni y As ante procesos de refinado intensivos y estudiar la relación entre ellos en diferentes condiciones atmosféricas. Quizás así encontremos una nueva explicación de la dispersión en el diagrama ternario de los objetos con pocas impurezas que anulen lecturas interpretativas anteriores. 176 La subjetividad siempre condiciona la elección.

183 | P á g i n a

Un segundo grupo en el

histograma

del

estaño, formado por muy pocos objetos, se distingue por las altas concentraciones

de

estaño (19%) que ya vimos también en el Figura 76. Histogramas de Sn (izquierda) y Pb (derecha), de los bronces ternarios (sin lingotes de Pb)”Atlánticos”.

caso de los objetos del asentamiento de Villiers-sur-Seine.

En

la

se

Figura

76

aprecia un vacío importante entre el 10 y el 12% de Sn que podría indicar dos subgrupos distintos. Las pruebas realizadas con el análisis mixto no han dado resultados positivos en este sentido y primero han distinguido dos posibles grupos entre el 9 y el 11%, debido a que el extremo inferior del histograma es más denso que el superior. En cuanto al plomo (Figura 76), las pruebas realizadas dibujan claramente la existencia de tres grupos bastante bien definidos. El primero de ellos y más numeroso se sitúa con valores de plomo del 2,1% de media, englobando los bronces ternarios pobres en plomo. El segundo grupo, también bastante nutrido, lo forman objetos que presentan entre un 4 y un 8% de plomo177. El tercer grupo de objetos que distingue el análisis mixto es el formado por aquellos objetos cuyas proporciones de Pb superan ampliamente el 10% (pudiendo alcanzar valores de hasta el 30%). Como hemos visto en el capítulo 7.2, el depósito de Les Rossignols (Compiègne) registra numerosos objetos de estas características. De este tercer grupo, quedarían excluidos todos los lingotes de Pb que encontramos en otros depósitos de forma más aislada, como por ejemplo en el yacimiento de La Fossé Creusette. En estos lingotes, las altas cantidades de plomo, superiores al 40% en la mayoría de casos, se combinan con porcentajes de estaño cercanos al 5% e impurezas cuya suma se mantiene en torno al 0,20%.

177

Las divisiones que nos aparecen en los depósitos en cuanto a la presencia de plomo, se ajustan bien a las separaciones que he efectuado de los metales de Le Confluent, pese a que, en ese caso, no había podido realizar un tratamiento estadístico previo, a causa de la insuficiente muestra.

184 | P á g i n a

Queda patente que la cercanía de las fuentes de Bretaña, Cornualles e Irlanda, favorecen una mayor presencia de estaño entre el metal circulante por la zona atlántica que la que circuló por zonas más internas del continente. Sin embargo, debemos remarcar que el estudio de la producción de estaño en la prehistoria es extremadamente difícil, primero por la escasez de lingotes de estaño y segundo porque la poca presencia de impurezas dificultan tanto los estudios de isótopos de plomo como los de la composición elemental. Se ha probado, a tal efecto, el estudio con isótopos de estaño en ICP-MS (Begemann et al., 1999), pero los resultados no permiten asegurar su viabilidad y aún restamos a la espera de nuevos trabajos que ahonden en el estudio isotópico del estaño para conocer los lugares de su extracción y su reducción en la prehistoria. El drástico contraste en la presencia de plomo en los objetos de los depósitos de cada una de las zonas, permite hipotizar que la producción metalúrgica de la fachada atlántica y sus zonas de influencia se encuentra marcada por una disponibilidad de este metal en abundancia (que las y los productores podían utilizar para aumentar la solubilidad del cobre, así como para reducir la cantidad de cobre que se utilizaba en la fabricación de cada objeto). Dilucidar el origen del plomo resulta una pregunta de difícil respuesta. Aunque no podamos descartar una procedencia ibérica, fomentada por la sincronía de la extracción de plata en cantidades industriales en la región de Tartessos (Castro Martínez, c.p.), resulta más probable la opción de las islas británicas donde también se encentran fuentes de extracción de galena (Nedham, 1990). Presumiblemente, la intensa producción de bronces durante este período provocó que se incrementara la cantidad de cobre extraído, reducido y transportado, o bien que se utilizaran aleaciones muy ricas en estaño y plomo para atenuar la dependencia del cobre. La entrada de grandes cantidades de plomo desde el sur o desde las islas británicas posibilitaría esta hipótesis178. Después de constatar la probabilidad de la existencia de grupos de objetos diferenciados en base a su porcentaje, fue necesario comprobar si ello comportaba diferencias en la cantidad de impurezas y/o en la cantidad de estaño aleado. Establecer estos grupos me permitió contrastar la coincidencia entre el metal usado en

178

Niveles de plomo semejantes a los depósitos atlánticos franceses en depósitos de la península Ibérica han sido documentados en Vara (Lugo) o Fuente Tójar (Córdoba). Otros depósitos con altos contenidos en plomo, como Castro de Oro y Monforte de Lemos (Lugo), tienen estaño en mayor cantidad que la presente en los depósitos franceses de la fachada atlántica (Rovira et al, 1997).

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los asentamientos y el de los depósitos. De ser así resultaría imposible mantener mi hipótesis principal en la que se supone la producción especializada de metales para ser depositados. Para llevar a cabo este proceso de contrastación, utilicé la prueba de “K-medias” a partir de medidas estandarizadas. Esta prueba permite cotejar los resultados de los histogramas mixtos y los diagramas ternarios; a la vez que posibilita vincular una cantidad de plomo y estaño determinada con unos niveles de impurezas recurrentes. Esto podía indicarnos si los objetos de metal de aleación similar fueron producidos mediante unos parámetros normalizados, tanto en lo que se refiere a su origen como a su ciclo productivo hasta su deposición. Finalmente, representé el diagrama ternario de cada grupo composicional para establecer si la dispersión que aparecida en el diagrama general de los depósitos atlánticos se repetía en éstos. Antes de realizar la prueba fue necesario seleccionar los objetos que debíamos incluir. Dado que no todos eran comparables, la muestra fue seleccionada en base a su contexto o al tipo de metal. En la selección por período se incluyó aquellos objetos que aseguraran cronologías del BF IIIb y de la fase de transición a Ha C. En cuanto al tipo de metal, la selección se hizo más difícil. En primer lugar desechamos aquellos objetos que pudieron actuar como lingotes. Tal es el caso de los cobres puros o los bronces plomados (como los de La Fossé Creusette179). Mayor complejidad comportaba el buen número de objetos con poca cantidad de aleación (>2%). Se sabe que en el cobre que no ha sido aleado la cantidad de estaño raramente supera las 1000ppm, siendo normal su presencia entre 100 y 1000ppm. En el caso del plomo, sus cantidades en los lingotes de cobre permanecen muy variables; pese a que normalmente se sitúan entre las 500 y 5000ppm, cuando la cantidad total de impurezas es muy elevada pueden llegar a alcanzar hasta 30000ppm (3% másico).En base a estas observaciones se decidió finalmente incluir como cobre puro todos aquellos objetos con menos del 0,3% de estaño y/o el 1% de plomo. Con el objetivo de trabajar únicamente con bronces ternarios, todos estos objetos fueron excluidos de la selección para la prueba de K-medias. El número final de objetos incluidos, comprendiendo asentamientos y depósitos, fue de 1043180.

179

Otros lingotes de plomo de características idénticas a los de este depósito también fueron excluidos. Los objetos atípicos (por el alto contenido de impurezas) no se excluyeron de esta selección, sino que formaron un grupo propio, por lo que los restantes grupos no quedaban afectados.

180

186 | P á g i n a

En cuanto a las variables, me propuse trabajar con las cantidades estandarizadas de plomo, de estaño y de la suma de impurezas principales181. La estandarización de cada variable consiste en restar la media al valor de cada observación y dividir el resultado por la desviación estándar. De esta manera se consigue que las tres variables tengan el mismo peso en el cálculo estadístico. La prueba estadística de K-medias no resuelve por sí sola el número de grupos a determinar. Este constituye el mayor problema que presenta el uso de esta prueba ya que deja la elección en cierta manera a la intuición del o la investigadora. Para que las subdivisiones no lleguen a hacerse infinitas, se precisa una observación previa de los histogramas y otras fuentes de información que guíen la toma de esta decisión. Además, es aconsejable probar múltiples posibilidades y escoger aquella que presente una mayor homogeneización de los resultados, contrastables con la desviación estándar de las medias, coeficientes de simetría y pruebas de normalidad. Después de ensayar varias posibilidades, la solución que adopté, pretendía ofrecer unas pautas generales de composición elemental en la que se integraran los objetos de los depósitos y de los asentamientos. Por ello intenté simplificar al máximo el número de grupos a distinguir facilitando así la comparación interregional. Finalmente, opté por conformar cinco grupos, con la hipótesis previa, de que al menos uno correspondería a objetos alpinos (más homogéneos entre sí), otro englobaría un grupo de objetos atípicos con grandes cantidades de impurezas y, los otros tres incluirían la diversidad percibida de los objetos de los depósitos atlánticos. El resultado de la división en cinco grupos fue satisfactorio en cuanto aportó mecanismos para diferenciar el metal interregionalmente y, a la vez, definió los esquemas de la variabilidad compositiva. Sin embargo, la distinción no se ciñó a la previsión, sino que los metales atlánticos se subdividieron en dos grupos y los alpinos en otros dos. Por el contrario, el grupo de objetos atípicos sí quedó bien delimitado; independiente de los cuatro grupos anteriores. Las características de los 5 grupos que aparecen en la Tabla 11 permiten extraer conclusiones significativas. En primer lugar, constatamos que dos grupos (grupo 1 y grupo 5) copan ¾ partes del total de objetos, sumando cada uno de ellos más de 350 objetos. Las diferencias entre ellos son notables en las tres variables consideradas. Las variables de aleación del grupo 1 presentan valores mucho más elevados que los

181

De la mayor parte de análisis, solamente se disponía de la composición de 9 elementos que aparecen en los bronces como impurezas. La suma de estas impurezas (entre las que no se cuenta el azufre) resultó la mejor opción de trabajo.

187 | P á g i n a

del grupo 5, mientras que en el caso de las impurezas sucede exactamente lo contrario. Como podemos pensar a partir de los trabajos de Mille, los objetos del grupo 1 se distribuyen casi exclusivamente en depósitos localizados en la fachada atlántica y los del grupo 5 se localizan en la zona alpina. El segundo lugar en número de objetos, lo ocuparon los grupos 3 y 4 que difícilmente podrían ser más contrapuestos. Los objetos del grupo 3, también asociado a depósitos atlánticos, destacaron por la alta cantidad de plomo. Pese a que la media de este metal era de un 17%, no presentó un valor medio que acumulara la mayor parte de objetos, si no que éstos se distribuyeron uniformemente entre el 10 y el 20% de plomo. Los objetos con estos altos contenidos en plomo presentaron totales de impurezas inferiores al 0,50% de media y, por lo tanto, muy similares a los del grupo 1. Un poco más de la mitad de los materiales de este grupo, proceden del depósito de Les Rossignols (Compiègne, Oise), el resto se halla muy disperso; proviniendo un buen número de ellos, de depósitos como La Haute Queue (La Croix-Saint-Ouen, Oise), Vénat (Charente) o Civray (Cher). El grupo número 4, con 189 observaciones, se erigió como el tercer grupo en importancia. Su principal característica radica en que agrupaba objetos producto de aleaciones muy pobres en estaño y plomo aunque la variabilidad, de éste último elemento, se mantenía elevada. Por norma general los niveles de impurezas de este grupo eran muy altos, más incluso que en el grupo cinco. En cuanto a su localización, 11 de los 189 registros de este grupo procedían de depósitos situados en la zona

Tabla 11. Estadísticas descriptivas para los 5 grupos de composición elemental en los depósitos.

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atlántica. Éstos se diferencian de los localizados en la zona alpina sobre todo por la cantidad de impurezas, muy similar a la de los grupos 1 y 3 y, porque algunos poseían cantidades de plomo muy altas (entre el 10 y el 21%). El programa los incluyó en el grupo 4 debido al poco estaño que contenido en la aleación. No obstante, si se observan sus cantidades de aleación e impurezas, sólo uno de ellos sería semejante a los valores que muestran los objetos del mismo grupo localizados en depósitos alpinos. El resto, presentaba cantidades de plomo demasiado elevadas o una suma de impurezas que situada claramente en los estándares de la zona atlántica, cuando no fueron ambas variables las que se alejaron de los valores guía de este conjunto. Entre los objetos de procedencia alpina también se hallaron algunos cobres con menos del 2% de aleación, y otros con cantidades de plomo muy elevadas. Sin embargo, los porcentajes de estos ítems sobre el total de objetos, fue mucho menor que en los objetos de los depósitos ubicados en zona atlántica. Finalmente, el grupo 2 quedó constituido por cuatro objetos de los que tres procedían de depósitos alpinos. Su característica principal era un grado de impurezas superior al 5% del metal. Entre los elementos de aleación, tres de los cuatro objetos evidenciaron niveles de estaño bajos y casi no presentaban plomo. Si no fuera por su nivel extremo de impurezas, los objetos de este grupo hubieran podido enmarcarse en el grupo 4 (además, en éste grupo no pocos materiales alcanzaron el 3% de impurezas junto con poca cantidad de metal de aleación). En líneas generales, los cinco grupos delimitaban los perímetros de las composiciones elementales que circulaban durante el bronce final IIIb o Ha B2 en la fachada atlántica francesa y en la zona alpina franco-suiza. La distinción “cultural”182 efectuada por Brun (1989), de un complejo atlántico y un complejo alpino (exclusivamente tomando como referencia los datos tipológicos de objetos metálicos distinguidos) tomaría así sentido socio-económico en base a la distribución de las composiciones de los objetos de bronce de los depósitos. Los bronces de la zona atlántica de ambos grupos superaban a los alpinos tanto en estaño como en plomo. El tendía a situarse en torno al 10%, el ideal para dotar al metal de mayor dureza sin perder elasticidad. En la zona atlántica, además, se documentó un grupo de bronces en el que el plomo superaba ampliamente al estaño como elemento más importante de la aleación, sin duda reflejo de una mayor facilidad para surtirse de plomo que en la zona alpina.

182

Con toda la ambigüedad propia del concepto de “cultura”.

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Si como he mencionado anteriormente, a mayor cantidad de plomo mayor solubilidad y licuefacción, el uso de cantidades de plomo como las presentes en el grupo 3 produjeron un metal en el que se pueden producir fácilmente fisuras ante la presión mecánica. Debido a ello, se tiende a asegurar que los bronces con mucho plomo no son trabajados a la forja y, por el contrario, los metales que requieren una intensa forja, como las láminas o las planchas alisadas por martilleo, tenderán a contener poco plomo. Sólo 13 de los 111 objetos del grupo 3, resultaron espadas, navajas de afeitar o botones, elementos que, a priori, requerían la forja en su fabricación. Por el contrario, 60 de ellos se asignaron a hachas, elementos macizos obtenidos directamente del moldeo y forja de poca intensidad en el filo183. En síntesis, podemos asegurar que los objetos de bronce, en la zona atlántica, eran más ricos en la cantidad de metal aleado y con menores impurezas que en la zona alpina. En esta última, un grupo importante de metales (grupo 4) tenían una aleación muy por debajo del “ideal” de estaño, posiblemente, y como he argumentado, debido a un difícil acceso a este metal. Más allá de las líneas generales de composición de cada territorio que informan estos grupos, se observa una serie de particularidades detectadas en exámenes más detallados. Ello incide en que no debemos tomar los cuatro grupos como homogéneos y cerrados y también en que es posible

que

en

determinados

espacios más pequeños o para determinadas formas, se utilizaran aleaciones diferentes en base al metal

disponible

propiedades

o

buscadas

a

las

en

el

artefacto. El territorio184 más especial de todos los observados en cuanto a composición elemental se halla en la Lorraine. Algunos depósitos, como

Basse

Yutz

1

y

2

o

Figura 77. Gráfico de Cajas de los 4 grupos más numerosos. El símbolo representa la mediana y los segmentos son los valores percentiles 25% y 75%. 183

Aunque son muchos los elementos que apuntan a su utilización como lingotes (sobre todo para las hachas tubulares), algunas de ellas presentan trazas de uso en el filo. 184 Ante la carencia de delimitadores físicos o arqueológicos usaré los delimitadores departamentales actuales.

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Farebersviller, de esta zona poseían un número mayor de objetos con un contenido de impurezas de más del 2,3%185. Aunque objetos con esta cantidad de impurezas se encontraron también en Suiza, éstos se presentaban en mucha menos proporción que en la Lorraine. Parece probable que en la Lorraine se fabricara un metal propio aun más impuro que la “norma” alpina. Este mismo territorio se presenta también como una de las zonas alpinas donde se han determinado más objetos de los grupos 1 y 3 (de procedencia atlántica)186. También en la Lorraine, se documentó la presencia de otro subgrupo compositivo, con cantidades de estaño muy similares a las atlánticas (9-11%), pero cuyas cantidades de plomo e impurezas coincidían perfectamente con lo estipulado en los grupos alpinos 4 y 5. Estas particularidades de los depósitos de esta zona indican muy probablemente que se trataba de un espacio de interacción, circulación e influencia, tanto de redes atlánticas como alpinas. El estaño circulaba con mucha más fluidez que en áreas alpinas interiores y, seguramente, se puso en marcha una producción local independiente de los parámetros alpinos y atlánticos aunque condicionada por ambos, lo que dio una producción metálica de composición elemental ecléctica. Otra particularidad la encontramos en un depósito del que únicamente se ha dispuesto de los resultados de análisis de composición de cinco objetos, Choisy-leRoy (Val-de-Marne). Pese a situarse en una zona considerada como atlántica, el único objeto que coincidió plenamente con alguno de los grupos dominantes de esta zona fue un hacha de alerones. Las otras 4 composiciones, de las que tres son láminas de cuchillo/puñal y otra un brazalete tipo Homburg, destacaron por su cantidad de impurezas, muy similar a las de los objetos de la Lorraine (mediana 2,45%). Sin embargo, las medianas de estaño y plomo encajaron con las de grupo 1 y, por lo tanto, alejadas de los valores medios de aleación de los depósitos Lorrenos. No obstante, y dado que (a diferencia del caso anterior) tan sólo se ha contado con estos cinco objetos en todo el departamento de Val de Marne, resulta imposible asegurar que se trate de una generalidad que afecte a todo un territorio o, por el contrario, de una peculiaridad propia a este depósito y a los pocos objetos analizados. Finalmente, debemos mencionar el depósito de Les Rossignols (Compiègne, Oise). Se trata del depósito con más objetos analizados y con mayor representatividad junto a Vaudrevanges (Lorraine) sobre el total de 1043 objetos examinados. La

185

En Vaudrevanges se cree que se explotaban las ricas mineralizaciones locales (Véber et al., 2005) Una composición presente en brazaletes, espadas de tipologías adscritas a “culturas arqueológicas” alpinas y, en consecuencia, utilizadas en su la construcción de territorios arqueológicos. 186

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particularidad en este caso reside en el gran número de materiales con alto contenido en plomo que provocan que la mediana de plomo de este depósito supere el 9%. La distribución del plomo en los objetos se distribuyó uniformemente con despuntes en 1,5%, 6% y 15-21%. Las hachas tubulares concentraron la inmensa mayoría de objetos de la última punta, aunque un buen número de ellas contenía cantidades acordes con el grupo 1 que tracé para analizar los depósitos. El depósito de Les Rossignols se reveló como una de las claves para comprender la circulación del plomo, sobre todo en forma de hachas tubulares, en la cuenca parisina; aunque para ello se impone la necesidad de realizar un estudio arqueometalúrgico completo del depósito. Una vez examinada la forma como se han distribuido las líneas maestras de la composición elemental de los objetos de los depósitos, nos detendremos en la correspondencia entre estos análisis y los resultados obtenidos al examinar los objetos metálicos de los asentamientos. Para asegurar una concordancia entre las agrupaciones elaboradas para el caso de los metales de los asentamientos y las anteriormente realizadas para los depósitos, se ha seguido el mismo proceso, pero solamente con aquellos objetos del bronce final IIIb y de la transición al Ha antiguo; fases coincidentes con la cronología de los depósitos a comparar. Dado que en Le Confluent observamos que es posible que algunos materiales se adscribieran de forma errónea a la fase de transición, he preferido no incluir este yacimiento en la comparación con los depósitos. El conjunto de materiales comparado se compuso de 10 objetos de Les Pétreaux (de los que 8 se asocian al bronce final IIIb y 2 a la transición a Ha C) y 38 de los 39 objetos de Le Gros Buisson. El único material de este último asentamiento excluido del análisis fue la gota de cobre puro. Al realizar la prueba priorizó el tratamiento conjunto de los objetos de ambos asentamientos. Con ello, pretendí evitar el trabajo con conjuntos reducidos, ya que, de lo contrario, el grupo hubiera sido muy sensible a la presencia de valores extremos. Cuanto más pequeño es el grupo analizado, más afecta cada dato individualmente a la distribución del conjunto. Además, el hecho del no poder distinguir en los depósitos las dos fases (BF IIIb y Transición a Ha antiguo), influyó en la decisión de trabajar conjuntamente las distintas fases de los dos asentamientos187.

187

Sin embargo, debo señalar un factor que contradice esta decisión: cuando examiné los datos de Les Pétreaux, las composiciones de transición eran diferentes a las de la fase anterior tanto en aleación como en la relación entre las tres impurezas principales.

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La Tabla 12 muestra los resultados de los distintos grupos formados para los objetos de los asentamientos, que como se observa resultaron muy similares, en la morfología, de las composiciones esbozadas en el análisis de los depósitos. El grupo 1 fue el dominante entre las composiciones de los asentamientos, lo que indica una clara dominancia de un metal semejante al que circuló por el territorio atlántico procedente de los depósitos. Sin embargo la cantidad de elementos adscritos a los grupos alpinos 4 y 5 superó ampliamente los porcentajes de los depósitos ubicados en zonas atlánticas. Debido a ello, examiné más detalladamente el grupo 4 y, como se puede observar en la tabla de asentamientos, los niveles de impurezas se mantienen muy bajos comparados con el mismo grupo de los depósitos o con las medias de los depósitos alpinos que contenían este tipo de aleación. La causa de ello estriba en que algunos objetos prácticamente sin alear y con pocas impurezas de la fase IIIb de Les Pétreaux fueron incluidos en este grupo. Es importante observar que se trata de herramientas de trabajo totalmente ausentes en los depósitos, donde sólo se encuentran armas y adornos; existe la posibilidad de que ciertos útiles de trabajo cotidiano fueran fabricados con metal de poca calidad, probablemente sobrantes de aleaciones más efectivas. Sin contar estos objetos, la suma de impurezas resultaría un poco más elevada, aunque se mantendría por debajo del 1% (recordemos que el grupo 4 de los depósitos estaba formado por los objetos fabricados con el tipo de cobre más rico en impurezas (a excepción del grupo de impurezas atípicas). Una posible solución apunta a que el grupo 4 no sea comparable al de los depósitos; pese a no ser pocos los objetos, sobre todo alpinos, que presentaron

Tabla 12. Resultados de la agrupación por K-medias sobre medidas estandarizadas de Sn, Pb e Impurezas de objetos de asentamientos del BF IIIb y Transición a Ha antiguo.

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composiciones similares. Los principales depósitos de procedencia de estas composiciones se encontraron en Suiza y se incluyeron dentro del grupo 4. Objetos similares en composición elemental también se encontraron en Haute-Savoie, y en Lorraine. El último paso en este estudio comparativo fue la incorporación de los datos de los asentamientos a los grupos ya establecidos para los depósitos. Para ello volví a realizar la prueba de K-medias con los datos de ambos contextos. En el caso de que al incluir los datos de los objetos de los asentamientos se produciera una alteración de los resultados expuestos en la Tabla 12Tabla 11, señalaría que los 50 objetos de asentamientos son diferentes en su composición elemental e invalidaría el método utilizado. No obstante, los resultados obtenidos fueron positivos y validaron la utilidad de esta metodología al no alterar los valores medios de los grupos de los depósitos, al no distribuirse los objetos de los asentamientos en los extremos de dichos grupos188 y al no presentarse éstos agrupados entre sí (Tabla 13). En consecuencia, los objetos de los asentamientos no presentan una composición elemental muy diferente de la de los objetos de los depósitos y se distribuyen en los mismos grupos que éstos sin formar conjuntos independientes. Ello me lleva a afirmar que contrariamente a lo planteado en la hipótesis, el metal utilizado y los procesos productivos seguidos para fabricar los objetos de los depósitos fueron los mismos que

Tabla 13. Grupos guía de composición elemental una vez incorporados los objetos procedentes de los asentamientos.

188

La misma prueba de K-medias proporciona un coeficiente de distancia de cada observación respecto a los valores ideales del grupo.

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los de los asentamientos. Ello no impide, sin embargo, que la influencia de las diferentes redesde circulación de metal fueran diferentes en los asentamientos explorados que las documentadas para el caso de los depósitos. Para ilustrar este punto representé cómo los grupos de composición se repartían en cada yacimiento (depósitos y asentamientos). Con ello pretendía averiguar si los asentamientos estudiados se incluían en alguno de los complejos definidos en el centro-oeste de Europa, durante el BF IIIb. Anteriormente se ha observado como la presencia de metales alpinos en los asentamientos era muy superior a la de los depósitos caracterizados como atlánticos. Ahora se prestará atención a si realmente sucede lo mismo cuando conjuntamos los datos; muy atentos al comportamiento del grupo 4, que ya se ha visto que puede presentar problemas en la interpretación. Los resultados de la comparación pueden verse en la Figura 78. En ella se observa como los grupos 1 y 3 dominan abrumadoramente en los depósitos de la zona atlántica (grupo de la Mancha, grupo Armoricano y grupo del Centro-Oeste). En esta región atlántica la variabilidad interna fluctúa según la región. La zona armoricana es la más homogénea y, además, la única en que no se aprecia ninguna composición alterna a la de los grupos 1 y 3. En los dos depósitos de esta zona, el grupo 1 domina muy claramente alcanzando más del 75% del total de los objetos analizados. El grupo armoricano se relaciona en la bibliografía consultada muy estrechamente con el grupo arqueológico de la Mancha. No obstante, en los depósitos asociados a este último, apreciamos una diversidad mucho mayor en cuanto a los grupos compositivos. No sólo hay una mayor variación interna entre las relaciones de los dos grupos atlánticos, sino que existe también una presencia importante del grupo 5 que nos indica que hay objetos por debajo del 10% de estaño con impurezas generalmente por encima del 0,5%. La proximidad de la zona alpina favorece que encontremos pequeños grupos de metales con composiciones mucho más cercanas a las alpinas. Sorprendentemente estas composiciones no siempre se corresponden a tipologías alpinas que, de aparecer en los depósitos atlánticos, curiosamente poseen composiciones mucho más cercanas a las del grupo 1 (Mille, 2005). Sin duda, las imitaciones de formas nordalpinas se fabrican con el mismo metal que las formas atlánticas y sólo en algunos casos individuales se trata de metales fabricados con metal alpino. Por el contrario, en los yacimientos ubicados en territorio continental las formas definidas como alpinas sí se corresponden con la composición del grupo 5.

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Figura 78. Distribución territorial de los 5 grupos de composición. En la zona atlántica, los gráficos circulares pequeños indican la composición de cada depósito, mientras que los grandes lo hacen a escala de grupos arqueológicos definidos por Brun (1989), contando sólo los depósitos. En la zona alpina únicamente la Lorraine presenta gráficos individuales. Las flechas blancas señalan la localización de los depósitos en caso de superposición. Para los depósitos suizos, dada la homogeneidad intra-depósito y las pocas observaciones de cada uno, todos se encuentran agrupados según la territorialización de Rychner y Kläntschi (1995). Los dos asentamientos han sido representados separadamente in situ, a mayor tamaño que los depósitos; y para una mejor comparación pueden encontrarse otra vez abajo en el centro junto con su conjunción. Abajo a la derecha, identificación de cada color con el número de grupo que le corresponde.

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El depósito más sorprendente de este grupo es Choisy-le-Roy donde predomina el grupo 5. Una observación de los 5 objetos que completan los análisis, permite ver que efectivamente la cantidad de impurezas dominante es muy superior a las medias habituales en los depósitos atlánticos e incluso alpinos (supra). Sin duda, estamos ante un depósito singular que merecería un examen detallado. El gráfico regional se encuentra muy condicionado por el depósito de Les Rossignols, que aporta 4/5 partes del total del grupo de la Mancha (N=200). En éste, como he repetido anteriormente, la presencia de objetos con alto contenido en plomo es muy importante (el grupo 3 supera el 30% de los objetos de este depósito). En conclusión, podemos plantear que el grupo 1 domina absolutamente todos los depósitos atlánticos a excepción del de Choisy-le-Roy, variando entre el 65 y el 95%, según de qué depósito se trate. El segundo grupo en importancia en la región atlántica es el grupo 3 que, está presente en todos sus depósitos (en la región alpina se encuentra presente exclusivamente en Frouard). Su presencia varía entre el 5% de La Petit Villatte o de Coye-la-Foret al 33% de Les Rossignols, pasando por el 40% de los 5 objetos del depósito de Rue de Martray (Précy-sur-Oise, Oise)189. En la zona alpina, sobre todo en Lorraine y Suiza, el grupo 5 ejerce el mismo rol que hemos visto para el grupo 1 en espacios atlánticos. No obstante, el grupo 4, que implica pocos contenidos en estaño y plomo, se presenta especialmente en la zona oriental y centro occidental de Suiza. Esto se debe a que las personas responsables de fabricar el bronce hallado en estos depósitos, tenían dificultades para surtirse de estos metales, aunque, al estar situadas en zonas cupríferas muy ricas, no tenían problemas en utilizar todo el cobre que necesitaran. Los depósitos de Isère y Haute Savoie son los que presentan mayores porcentajes del grupo 1. Sin embargo, en estos dos casos no podemos obviar la mayor proximidad al mar Mediterráneo y la posibilidad de que fueran otras redes de circulación de metal las que surtan parte del bronce enterrado allí. En la Lorraine, por su parte, se mantienen unas proporciones entre los grupos compositivos muy similares a las que podemos encontrar en zonas plenamente alpinas, aunque con una mayor presencia de bronces con mayor cantidad de estaño y de plomo que en éstas e, incluso, con metales adscritos al grupo 3 en Frouard. La cercanía a zonas atlánticas y, sobre todo, a rutas fluviales procedentes de la costa y la

189

Éste último depósito no aparece en la Figura 78; sin embargo si se encuentra contabilizado en los totales del grupo de la Mancha.

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bahía del Somme pudieron beneficiar una entrada puntual de estaño y plomo de las islas Británicas o una mayor circulación con los grupos arqueológicos de la Mancha. En líneas generales, los objetos de los asentamientos mantienen patrones de composición más parecidos entre sí que con respecto a los objetos de los depósitos. El dominio de los grupos atlánticos se mantiene más atenuado en los asentamientos de lo que vimos para el caso de los depósitos de regiones cercanas, aunque éstos siguen destacándose como grupos principales. Los grupos 4 y 5 llegan en ambos contextos arqueológicos hasta el 40% del total de objetos superando con creces los registros de los depósitos atlánticos. Por su parte, el grupo 3 acumula muy poca importancia, mucho menor que en los depósitos que le rodean. Como señalaba anteriormente (al describir los diferentes grupos compositivos) debemos prestar atención a la composición del grupo 4 fuera de los espacios alpinos. En el caso de Changis-sur-Marne, el grupo 4 está compuesto exclusivamente por herramientas, ausentes en los depósitos. La composición de estas herramientas, con muy pocas impurezas, no puede equipararse al grupo 4 presente en los depósitos alpinos, ya que en el caso de este asentamiento, se trata de bronces muy pobres reutilizados. No obstante, no todas las herramientas son bronces pobres. El buril y el punzón del mismo asentamiento se encuadran en el grupo 1 y, en consecuencia, se distinguen como bronces ternarios similares a los de las armas y los adornos de los depósitos. Ciñéndonos exclusivamente al yacimiento de Le Gros Buisson (Villiers-sur-Seine), una de las explicaciones posibles a la diferente distribución de los grupos compositivos podría ser la metalurgia in situ. La realización de refundiciones y reciclajes afectaría la composición elemental del metal, sobre todo en los registros de las impurezas. No obstante, hemos visto en los análisis detallados anteriores cómo en ambos asentamientos encontrábamos metales cuya composición se ajustaba perfectamente a las medias obtenidas del grupo 5, y que seguramente fueron fabricados en zonas alpinas y, nunca refundidos o mezclados con metales atlánticos. Por otro lado, debo remarcar la existencia de una cuestión para la que todavía no puedo más que dejar abierta algunas sugerencias: ¿dónde se fabricaban los objetos que encontramos en los depósitos? ¿Quizás en los asentamientos (en los que tenemos una distribución diferente de los grupos de composición), o bien en talleres dispersos, cerca de las áreas de extracción? La homogeneidad en los diagramas ternarios de los asentamientos, en comparación a los objetos de los depósitos, sugiere más bien la segunda opción. Sin embargo, esta solución nos lleva a una gran

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contradicción; si en los asentamientos se producía una metalurgia diferenciada, ¿quién producía y, sobre todo, quién enterraba los objetos de los depósitos de metal? Ante lo complejo de la cuestión y las evidencias disponibles, no resulta fácil contestar a la hipótesis principal de este trabajo que planteaba la posibilidad de una producción metalúrgica diferenciada según los objetos fueran amortizados en depósitos

o

usados

en

los

asentamientos.

En

primer

lugar,

el

estudio

arqueometalúrgico debería completarse con pruebas metalográficas, isotópicas; así como con un mejor examen de la metalurgia local de los asentamientos. En segundo lugar, pese a que los depósitos de las dos zonas siguen unas pautas generales, no son totalmente homogéneos190. En base a estas pautas, no puedo más que apoyar la hipótesis de que el metal utilizado en los asentamientos procede de las mismas redes de circulación que el que encontramos en los depósitos. Sin embargo, en los asentamientos los objetos son sometidos a un mayor número de procesos de refundición y reciclaje, variando así su composición elemental. Por otro lado, y pese a tratarse de dos asentamientos ubicados en espacios atlánticos podemos asegurar que la entrada de metal alpino en los yacimiento de Le Pétreaux (Changis-sur-Marne) y Le Gros Buisson (Villiers-surSeine) era mucho más importante que la de los depósitos circundantes y demás depósitos atlánticos. Esto puede estar relacionado con unas prácticas selectivas en el origen del metal de los depósitos y, a la vez, con unas experiencias sociales o de relación, mucho más abiertas, en los asentamientos, que las que dejan entrever los depósitos. A partir de la evidencia metalúrgica, parece que la circulación de personas y de bienes en los primeros no se restringía únicamente hacia espacios atlánticos. La mayoría de los objetos de metal hallados en los depósitos atlánticos, eran aleados y refundidos en múltiples ocasiones, antes de ser amortizados191. Estos procesos seguían unas pautas de trabajo condicionadas, en gran parte, por la disponibilidad de cobre, estaño y plomo. No es para nada descartable que los

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Algunos depósitos, principalmente atlánticos, se muestren discordantes con su zona más inmediata. Tal es el caso de Triou (Centro-Oeste) o Coye-la-Foret (Mancha) que mantienen patrones de composición mucho más propios del grupo armoricano. Otros como Choisy-le-Roy, registran objetos con una composición totalmente contrapuesta a la zona en la que se encuentran, (con composiciones singulares y que también encontramos en Le Gros Buisson (Villiers-sur-Seine). Por su parte, otros depósitos próximos entre sí, como el de Vénat y el de Meschers, presentan una distribución de los metales plenamente similares. 191 Según se desprende de la poca cantidad de impurezas y de su distribución arbitraria en los diagramas ternarios.

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procesos de refinado se llevaran a cabo bajo condiciones no controladas, vista la gran variabilidad en las relaciones entre impurezas principales192. Al examinar los diagramas ternarios para cada depósito atlántico, en función del grupo de composición, se observa una gran dispersión. Ello incide en la posibilidad que el metal atlántico, a diferencia del alpino, procediera de un número mayor de fuentes y todavía por determinar193. La ausencia de mineralizaciones de cobre en la Francia atlántica obligaría a buscar múltiples redes de abastecimiento. Una vez obtenido el cobre, la aleación con estaño y plomo se efectuaría en base a los parámetros observados en los grupos compositivos, manteniendo asimismo unos niveles de impurezas constantes fruto de un refinado intenso en los procesos de aleación. En base a estas hipótesis, sería plausible que los objetos contenidos dentro de un mismo depósito procedieran de distintos procesos productivos. Gran parte de las interpretaciones de las deposiciones de metal barajan la posibilidad de que se traten de escondites de artesanos metalúrgicos donde resguardar el metal en momentos de peligro. En mi opinión, si esto fuera así debería observarse una mayor homogeneidad en la composición de las impurezas, pues estas personas, a nivel individual, tendrían unas fuentes de abastecimiento de cobre cerradas, y siempre practicarían los mismos procesos de trabajo, a los que estarían habituados. Los resultados, apoyan más la hipótesis de que los depósitos serían deposiciones colectivas en los que se entremezclaban objetos de origen muy diverso y que, además, se refundirían y se mezclarían con bronces de diferente composición antes de enterrarse. La estandarización de las cantidades de aleación sería fruto de unas prácticas territoriales en base a la disponibilidad de estos metales. La situación histórica facilitó la disponibilidad de estaño y sobre todo plomo, como lo atestiguan los lingotes de hachas de la Verberie con cantidades de hasta el 60% de plomo y, además, la cantidad de objetos con más del 15% de plomo que se fabricaron. No obstante, las hipótesis anteriores únicamente serían válidas para determinados depósitos. Otros, como el de la Fossé Creusette, podrían implicar prácticas muy

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Los lingotes de cobre hallados en la zona atlántica, presentan una composición muy diferenciada de los pocos lingotes nord-alpinos que disponemos (Mille, 2005). No se conocen las fuentes que aprovisionaban de cobre la zona atlántica durante el BF IIIB, no obstante la observación de lo lingotes advierte que éstas, seguramente, eran múltiples y/o fueron variando constantemente. La poca cantidad de impurezas de estos lingotes atlánticos (entre 0,5 y 1% frente a un 4% de media de los alpinos) sí los relaciona más estrechamente con los objetos de bronce que se presentan junto a ellos en los depósitos. 193 La presencia de plomo aleado hace inviable la técnica de los isótopos de plomo para determinar las mineralizaciones de cobre, aunque no las de plomo, utilizadas. Por el contrario, éstos sí serían útiles en un examen de los lingotes de cobre localizados en los depósitos y que no se analizan en este texto..

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diferentes, en las que la estandarización de formas y composiciones elementales sugieren un proceso de trabajo muy controlado cuyos resultados no serían azarosos. Muy diferentes se presentan los depósitos alpinos en cuanto a la relación entre impurezas. En estos casos, volvemos a estar ante dos posibilidades: la primera se fundamente en la utilización de mineralizaciones muy localizadas que son explotadas masivamente. La segunda, más acorde con las tesis de Doonan (cfr. supra), implicaría la posibilidad de que las mineralizaciones de gran parte del área alpina tengan una composición elemental poco variable, apenas alterada en los procesos de refinado efectuados. Sin embargo, lo que sí parece seguro, en base a la uniformidad de la cantidad de impurezas y la relación entre ellas, es que había un proceso de refinado estandarizado y efectuado siempre en unas condiciones determinadas y que posiblemente responderían a una gestión centralizada de la metalurgia del cobre. La presencia masiva de mineral de cobre en la zona alpina pudo facilitar un menor reciclaje que en áreas atlánticas. Además, el reciclaje se realizaría con objetos de origen y/o composición elemental igual. Con ello se conseguía que el nuevo metal tuviera una composición, en términos de relación entre impurezas principales, iguales a sus ascendentes.

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Conclusiones:

el

significado

histórico

de

la

composición elemental del metal a partir de su estudio comparativo y de su transformación durante el II y el I milenio ANE en el norte de Francia

Realizar una lectura social de los resultados obtenidos no es una tarea fácil. El objeto de mi investigación no constituía, además, un conjunto homogéneo de datos. Lo que en un principio debía ser una muestra comparable, correspondiente a un mismo horizonte sociológico, resultó no documentar más que pequeños retazos, en gran parte aislados del resto de elementos comparativos. Un ejemplo paradigmático lo constituye el sitio de Changis-sur-Marne. Es el yacimiento con la adscripción cronológica más precisa de sus objetos metálicos. Sin embargo, ningún material de la necrópolis es contemporáneo a los que estudiamos del asentamiento la fase mejor representada es Hallstatt B2 (BF IIIb) con ocho objetos (seis con la fasificación interna). En otros casos, como en Choisy-au-Bac, hemos documentado errores en la adscripción de parte de la colección. Errores que se suman a la incierta cronología de casi la mitad de los objetos muestreados. Tampoco en Villiers-sur-Seine, que pese a ser una ocupación restringida, padeció una importante reestructuración socioeconómica, no pude situar los materiales metálicos en uno u otro momento de la transformación. Finalmente, para el estudio comparativo entre asentamientos y depósitos, he podido contar con los objetos de Villiers y parte de los de Changis; siendo consciente de que tanto en los depósitos como en los asentamientos había dos fases cronológicas que estaba estudiando de forma conjunta (BF IIIb y transición a Ha C). Sin embargo, a pesar de estos condicionantes y la parcialidad de la investigación, pude extraer información muy interesante a contrastar en futuros y más ambiciosos estudios. Dado que la muestra total no permitía tampoco una comparación territorial me vi obligado a realizar un estudio local y extraer de él el mayor número de datos sociológicos. Para lograrlo, intenté someter a examen todos los yacimientos y sus

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contextos arqueológicos. Ahora es el momento de sintetizar esta información e intentar articularla en una visión global. Desde el siglo XIV hasta el VII cal ANE se sucede en la cuenca parisina un número aún por determinar de transformaciones en la producción de la vida social. Dado que muchos de estos cambios no tienen efectos sobre la variación formal de los objetos, y que todavía desconocemos gran parte de las reestructuraciones de los asentamientos de este período, no estaba en condiciones de detectar ni situar los cambios sucedidos. Debido a ello, localicé únicamente aquellos cambios que afectaron en mayor medida las formas artefactuales o, como hemos visto para las sepulturas, la asociación de los adornos de bronce con otros objetos. Todo lo expuesto condicionaba el estudio de cualquier dimensión de la vida social y tuve que remitirme a las perspectivas marcadas por delimitaciones cronológicas efectuadas en base a la evolución de los tipos de objetos en territorios extensos. Antes de continuar, y dado que mencioné las transformaciones socioeconómicas, cabría preguntarse cuál es el fundamento para diferenciar un período de transición al Hallstatt antiguo, tal y como hemos venido haciendo a lo largo de todo el trabajo. De hecho, hemos visto por la composición elemental de Villiers-sur-Seine, y sobre todo por las formas diagnósticas representadas, que es muy delicado distinguir entre ambos períodos. Además, tenemos el factor añadido de la ausencia de suelos de ocupación y la carencia de series de dataciones radiocarbónicas que confirmen la diacronía de estas ocupaciones. En Les Pétreaux, hemos visto cómo el cambio de periodización entre del bronce final IIIb y los tiempos de transición sí repercuten en la composición elemental. Los dos objetos de la fase de transición son muy diferentes a los objetos del momento anterior en cuanto a impurezas y aleación. No obstante, ambos objetos también son extremadamente diferentes entre sí, uno de ellos es el objeto con más plomo de todo el yacimiento y el otro, precisamente, el de menos. El único punto en común de ambos son las cantidades de sulfuro, muy superiores a los demás objetos del sitio (que son debidas al proceso de solidificación del metal y a las características del molde). El cambio de período, que denota la reestructuración del sitio queda contrastado por una diferente composición elemental que indica también cambios en la obtención y/o trabajo del metal. A pesar de lo escaso de la muestra creo adecuado utilizar los análisis elementales como reflejo de unas prácticas productivas condicionadas por la realidad socioeconómica. Podría añadir además que las prácticas que surten de objetos de metal el

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asentamiento de Villiers poco tienen que ver, en base a la composición, con las de Changis. Los tipos de aleación de los objetos de ambos espacios sociales de la fase de transición son muy diferentes. No obstante, vemos cómo la comparación con objetos del bronce final IIIb es mucho más positiva, sobre todo en los bronces ternarios que se acercan a las medianas establecidas en el capítulo 2.3 para los grupos 1 y 5. En cuanto a las lecturas sociales del estudio comparativo con los depósitos, hemos visto cómo es posible estudiar, a partir de grupos de K-medias, la distribución de la composición elemental en territorios amplios. Gracias a estos grupos y tras contrastarlos con los diagramas ternarios puedo exponer un conjunto de deducciones posibles. 1. En el área atlántica la práctica metalúrgica estaba muy diversificada y se aprovechaba cobre de fuentes muy diversas que más tarde era aleado con estaño y plomo. Pese a la dispersión general, la mayor concentración de puntos en el tipo 6 de Rychner podría significar que el cobre alpino era una de las principales fuentes de abastecimiento de la metalurgia atlántica. 2. Al contrario que en el caso anterior, los diagramas ternarios de la zona alpina aparecen muy concentrados, con la práctica totalidad de los puntos en Sb>Ni>As (tipo 6), tal como Rychner y Kläntschi presentaron en su trabajo. Esto sugiere la explotación de unas mineralizaciones lo suficientemente concentradas como para mostrar una composición similar y también abunda en que los procesos de aleación y refinado se llevaron a cabo bajo unos parámetros sistemáticos. La mayor cantidad de impurezas respecto a los bronces atlánticos de los grupos 1 y 5, puede deberse a varios factores: el primero debe tener en cuenta que las cantidades de Sn y Pb aleados son menores que en zonas atlánticas; el segundo es que el metal fue posiblemente sometido a procesos de refinado menos intensos, lo que podría significar menos refundiciones y reciclajes del cobre. 3. Las posibles interpretaciones de la cantidad de estaño y plomo en los metales las he considerado en base a 3 factores: (a) La distancia a las mineralizaciones, (b) Los efectos que tiene en la producción de bronces y en las propiedades del producto final y (c) La disponibilidad de cobre. a. La fuerte concentración de estaño y plomo de los objetos del área atlántica es la evidencia de un flujo importante y constante de estos metales desde puntos localizados en Cornualles, Bretaña, Galicia, Irlanda y/o quizás el sudoeste de la península Ibérica que en ciertos momentos del s. VIII está

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sobreproduciéndolo como consecuencia de la extracción de plata para el próximo Oriente. b. La proximidad de plomo y el estaño se combina aquí con la ausencia de mineralizaciones importantes de cobre. Éste está ausente en el espacio continental atlántico y debía transportarse desde las islas Británicas o centroeuropa y la zona alpina, donde sí es explotado en abundancia. Es en aquellos momentos cuando la abundante disponibilidad de plomo y estaño en los metales atlánticos deviene socio-económica. Añadir un metal que les era más fácil de conseguir que el cobre y que hasta ciertos límites no perjudicaba la aleación resultante era una manera de asegurar la producción de objetos. La alta presencia de metales que superan estos límites, y que, por trazas de uso, sabemos que fueron usados, podrían ser un claro exponente de la dificultad en la obtención regular de cobre. c. Las evidencias del área alpina hablan de una situación opuesta. En concordancia con los diagramas ternarios, la mayor disponibilidad de cobre se traduce en aleaciones con menos plomo y casi siempre con estaño por debajo del ideal (que se establece en ±10%). En las zonas más próximas a áreas atlánticas tenemos metales que superan las medias de los grupos 4 y 5.No obstante, las facilidades y la cercanía de las mineralizaciones y zonas de reducción de cobre facilitaban una mayor independencia de las aleaciones. Especialmente afectado resultó el plomo cuya aportación a las propiedades mecánicas del bronce son negativas.. Aunque no tengo elementos para confirmarlo, creo probable que la mayor parte del plomo utilizado llegaba incluido en el estaño, fruto de reciclajes y aleaciones anteriores; siendo el estaño un elemento que sí es importante para optimizar las propiedades mecánicas del cobre. La diferente distribución de las composiciones en los asentamientos nos habla de una realidad diferente a la que manifiestan los depósitos. Vemos cómo se produce una exportación directa de unos pocos adornos nord-alpinos en asentamientos del BF IIIb que muy raramente son reciclados y, cuando esto ocurre, se utilizan otros espacios que los habituales para trabajar los metales atlánticos. Esta particularidad les confiere un alto valor social acompañado de un probable elemento distinguido que llevaban, exclusivamente, ciertas personas. No obstante, la mayor parte de metal utilizado en estos es similar al de los depósitos del área atlántica. Más allá de los grupos atlánticos o nord-alpinos, la

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práctica in situ de metalurgia de fundición en Villiers ha permitido observar desechos (gotas de bronce) cuya composición no encontramos entre los artefactos. Ello evidencia una mezcla de metales distintos en la elaboración final de los productos. Esta mezcla, podría explicar por qué en los objetos de Villiers se hallan cantidades de impurezas sensiblemente superiores a los de los depósitos atlánticos. Para cronologías del Hallstatt C contamos con las evidencias de Choisy-au-Bac. Lo que más llama la atención respecto a los asentamientos de cronologías anteriores es la presencia de bronces binarios sin plomo. Estos bronces también se documentan en las fases de Hallstatt C y en la transición de Changis-sur-Marne. La circulación del metal se transforma ya desde finales de la transición y un nuevo tipo de metal, el bronce binario, que antes no encontrábamos entre los objetos de los asentamientos, empieza a circular de manera constante en forma de lingote y recibe un tratamiento específico en una zona acotada del asentamiento. Éste se refundiría junto con bronces plomados en asentamientos como Le Confluent para fabricar artefactos de bronces ternarios y desde allí se redistribuirían hacia otros asentamientos. A parte del bronce binario, en Le Confluent también encontramos lingotes de cobre puro y bronces ternarios. Es en el último grupo, el de los bronces ternarios, el único lugar en que los artefactos completos se presentan como mayoría. Por el contrario, en los bronces binarios y en los lingotes de cobre, la mayor parte de los objetos se presentan como lingotes o desechos metalúrgicos (por lo que estos metales servirían exclusivamente para refundirlos y fabricar artefactos en bronces ternarios). Además, la proporción de artefactos completos o con formas definidas aumenta conforme crece la cantidad de metal aleado y el plomo supera el 4%. Entre estos artefactos la presencia de adornos es muy importante y casi exclusiva del grupo. Es este grupo el que presenta una mayor homogeneidad interna en las concentraciones de impurezas por lo que no descarto que realmente existiera un control de los procesos metalúrgicos para conseguir un metal determinado. Por el contrario, las herramientas, sobre todo cinceles de Le Confluent, se fabricaron tanto en aleaciones ricas en plomo, como con bronces muy pobres en plomo y con mucho estaño (>14%). Además, algunas herramientas parecen ser producidas a partir de metales con muy poca aleación, quizás sobrantes de otros procesos metalúrgicos. Para concluir, quisiera tratar sobre una de las cuestiones más importantes que, paradójicamente, he evitado a lo largo del capítulo 3: ¿podemos aceptar la categoría de Bronce Atlántico como entidad sociohistórica a partir de los resultados obtenidos?

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Las comunidades que habitaron la fachada atlántica durante el bronce final tienen en común un mismo marco climático y una geografía atlántica costera. Como sucede cuando hablamos de los indios de la amazonia, son comunidades que comparten unas condiciones objetivas de existencia y posiblemente unas formas de vida, pero dentro de un inmenso territorio conviven prácticas socioeconómicas independientes a las que no une ningún sentimiento de identidad. El uso de pequeñas granjas, la ausencia de aldeas o poblados y formas arquitectónicas estandarizadas, nos advierte que no existía un poder centralizado ni grandes asentamientos que acumularan excedentes y apropiadores. En consecuencia, tampoco existirían grandes centros de poder, distribuidores de ideologías identitarias. Las prácticas en la producción metalúrgica demuestran que, pese a una amplia circulación de bienes distintivos, no se alcanzaron mecanismos estandarizados de fabricación y sugieren que, cada comunidad o cada pequeña región aprovechaban al máximo los recursos disponibles. No obstante, hemos podido documentar que ciertos adornos poseían en los asentamientos un valor social que superaba las fronteras de lo local y eran utilizados por unas pocas personas de cada comunidad como identificador social. Estos objetos distinguidos, son los que darían sentido al Bronce Atlántico como categoría sociohistórica. En consecuencia, ésta sólo sería válida para denominar a unas élites que compartían el acceso y el significado de determinados objetos.

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Índice de figuras Figura 1. Ejemplo de cuantificación de la composición elemental. En este caso se representa un bronce ternario al plomo con impurezas de As >Ag >S >Sb >Bi y sin Co, Fe, Ni, Zn. _______________________ 15 Figura 2. Representación simplificada de la zonación de dos depósitos con metal base sulfuro. El superior en forma de vena y el inferior con estructura diseminada (Ixer, 1999: 44). _______________________ 20 Figura 3: Zonación de los depósitos de la alteración supergénica en un depósito de sulfuros de cobre. _ 21 Figura 4. Esquema del sistema de reducción de la calamina utilizado por Theophilus en la edad media (Rehren, 2004) ______________________________________________________________________ 28 Figura 5. Diseño de la bomba de inyección utilizada en ICP. ___________________________________ 34 Figura 6. Conjunto de elementos que se determinan cuantitativamente en el C2RMF. (Mille y Bourgarit, 2000) ______________________________________________________________________________ 36 Figura 7. Imagen del ICP-AES del C2RMF con sus diferentes partes. Podemos distinguir la zona del nebulizador con la fuente de plasma, la zona del espectrómetro y la bomba. La bandeja con las muestras se sitúa justo al lado de la bomba. _______________________________________________________ 38 Figura 8. Extracción de muestras con micro-broca __________________________________________ 39 Figura 9. a) Muestra antes de la limpieza. Observamos granos verdes de distinto tamaño procedentes de la corrosión. Esta muestra además presenta corrosión intergranular. b) Otra muestra distinta después de la limpieza, vemos como sólo hay copos de metal. __________________________________________ 41 Figura 10. Diferentes elementos que intervienen en la solución de las muestras descrita en este apartado. a) espacio de trabajo de seguridad; b) Recipientes de látex conteniendo la muestra disuelta en 2ml de Aqua Regia; c) Llenado de los recipientes con pipeta electrónica; d) Placa térmica en la que se calienta la muestra a 100º; e) Estado de la solución después de añadirle los últimos 3ml de agua purificada. ____ 42 Figura 11. Acelerador Grand Louvre de análisis elementales del C2RMF. A la derecha el acelerador de partículas. A la izquierda la línea con microsonda nuclear a presión atmosférica con un dispositivo de focalización de tan sólo 10 µm. _________________________________________________________ 47 Figura 12. Esquema del funcionamiento de la AAS. __________________________________________ 48 Figura 13. Esquema de Funcionamiento de la ICP-MS. _______________________________________ 49 Figura 14. Equipo de microtopografía compuesto por el micro-rugosímetro, el escáner de lectura y el equipo informático preparado para el tratamiento de las imágenes obtenidas (Melard, 2006: 13).____ 56 Figura 15. Relieve topográfico obtenido por el espectrómetro del rugosímetro del área de una traza sobre una placa calcárea magdaleniense (Melard, 2006:12). __________________________________ 57 Figura 16. Estructura cristalina del cobre caracterizada por ser cúbica centrada en las caras. ________ 58 Figura 17. Ejemplo de metalografía donde se observan la estructura y los trabajos de forja aplicados sobre el metal. (Hunt Ortiz, 1999). _______________________________________________________ 60 Figura 18. Detalle del Norte de Francia y las cuencas fluviales donde se sitúan los yacimientos que se tratan en este trabajo. ________________________________________________________________ 79 Figura 19. Ubicación de los principales yacimientos estudiados en la cuenca parisina. ______________ 81 Figura 20. Distribución de las dataciones según períodos cronológicos __________________________ 87 Figura 21 Comparación de los intervalos de ocupación de las necrópolis del bronce final a partir de las dataciones por C14. ___________________________________________________________________ 88 Figura 22. Comparación de las estructuras percentílicas de dataciones en base a la adscripción cronológica de la fosa según las autoras. _________________________________________________ 88 Figura 23. Gráfico 1. Calibración de las fechas GrA-17937 y GrA-21754 y su representación en la curva de calibración. En el gráfico inferior pueden observarse los solapamientos si tomamos el intervalo de confianza de GrA-17937 a 1 sigma (sombra color butano) y si reducimos el intervalo de confianza al 54% (sombra verde).______________________________________________________________________ 89 Figura 24. Aspecto de uno de los 2 hair rings hallados en la estructura 6132 de Changis-sur-Marne (Lafage y Delattre, 2006). ______________________________________________________________ 99 Figura 25. Planimetría de Les Pétreaux con la distribución de los dos grupos de necrópolis del bronce final (A) y las áreas en que se han localizado prácticas funerarias de La Tène (B) (cortesía de Françoise Lafage. _________________________________________________________________________________ 101 Figura 26. Variabilidad sincrónica y diacrónica en las construcciones de mayor tamaño de las alquerías de Changis-sur-Marne (Lafage et al, 2006: 334). ___________________________________________ 102

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Figura 27. Urnas y adornos de bronce del Ha B2 en el grupo I de la necrópolis. ___________________ 104 Figura 28. Vista general de Le Gros Buisson en la que se pueden apreciar los 4 fosos concéntricos. Extraída de Peake (2006). _____________________________________________________________ 106 Figura 29. Plano general del hábitat del siglo XI al VIII cal ANE. Edición a partir de Peake (2006), diseño original de P. Pihuit y C. Bertrand (INRAP). _______________________________________________ 107 Figura 30. Vista desde el Norte de la entrada monumental de la empalizada y el foso interior (est. 242) en segundo término (Peake, 2006). _____________________________________________________ 108 Figura 31. Localización de los objetos de metal y desechos de fundición en el asentamiento de Villierssur-Seine (verde). ___________________________________________________________________ 110 Figura 32. Situación de Choisy-au-Bac ‘Le Confluent’. En azul curso actual de los ríos. En rojo curso original del Oise. En verde área excavada. En amarillo, área afectada por la modificación del curso del río. Edición a partir de Blanchet (1984). __________________________________________________ 111 Figura 33. . Planimetría de las estructuras de la fase II. Cada color representa una de las tres capas de esta fase. El perímetro en blanco representa la línea de muro. Las cuadrículas son de 5x5m. Edición a partir de Blanchet (1981)._____________________________________________________________ 112 Figura 34. Horno metalúrgico de Le Confluent (Foto de Jean Claude Blanchet) ___________________ 113 Figura 35. Plano de repartición de las fosas y del material asociado. ___________________________ 115 Figura 36. Distribución de las estructuras de la necrópolis de La Croix-Saint-Ouen. En negro las fosas a incineración y en gris las inhumaciones. (Blanchet y Talon, 2005) _____________________________ 117 Figura 37. Ajuar de la inhumación de la estructura 42 de La Croix-Saint-Ouen. (Blanchet y Talon, 2005) _________________________________________________________________________________ 117 Figura 38. Diagrama ternario de los objetos Alpinos del Ha B2, con la delimitación de los 7 esquemas de composición. Edición propia a partir de los resultados de Rychner y Kläntschi (1995). _____________ 121 Figura 39. Esquemas de composición de la relación entre las impurezas principales en los metales alpinos (Rychner y Kläntschi, 1995). ___________________________________________________________ 121 Figura 40. Distribución de los esquemas compositivos en los diferentes períodos de estudio. Las dos últimas columnas expresan los resultados para el Hallstatt B2 (Rychner y Kläntschi, 1995). _________ 121 Figura 41. Histogramas acumulativos para los depósitos atlánticos y continentales para el BF IIIb. El histograma superior representa la acumulación de 9 impurezas principales; el inferior, la acumulación del estaño (azul) y el plomo (violeta). Fuente B. Mille c.p.____________________________________ 123 Figura 42. Histograma de la acumulación de elementos de aleación (arriba) e impurezas (abajo) de las los objetos funerarios de CMP. _________________________________________________________ 130 Figura 43. Diagrama ternario Sb/Ni/As para los cinco objetos de las sepulturas de CMP. (0= cronología imprecisa; 1=BFI/IIa; 2=BF IIb/IIIa). _____________________________________________________ 131 Figura 44. Porcentajes de los tipos de adornos en la necrópolis._______________________________ 134 Figura 45. Histograma de los elementos de aleación (arriba) y las impurezas (abajo) de las muestras analizadas de PBP. __________________________________________________________________ 134 Figura 46. Diagrama Ternario Sb/ni/As de las seis muestras de PBP analizadas. __________________ 135 Figura 47. Histograma acumulativo de aleaciones e impurezas de los objetos de CPS. _____________ 137 Figura 48. Diagrama ternario de los 3 objetos de la estructura 42 de CPS. ______________________ 137 Figura 49. Histogramas acumulativos de Sn-Pb e impurezas de todos los objetos funerarios. _______ 139 Figura 50. Diagrama Ternario Sb/Ni/As de los objetos del BF IIb/IIIa de la Necrópolis. _____________ 141 Figura 51. Histogramas de Sn-Pb e Impurezas del conjunto de objetos del asentamiento. __________ 146 Figura 52. Diagrama Ternario de los Objetos de la fase IIIb e imprecisa. ________________________ 146 Figura 53. Dendrograma clasificatorio de los objetos del período del BF IIIb (todos los elementos incluidos), para identificar los objetos más próximos entre sí a partir de su composición.___________ 149 Figura 54. Diagrama Ternario (de las tres impurezas principales) comparativo entre los 2 objetos con plomo >20% y los objetos de depósitos con cantidades de plomo similares. _____________________ 149 Figura 55. Dendrograma clasificatorio de todos los objetos del asentamiento (todos los elementos incluidos), para identificar los objetos más próximos entre sí a partir de su composición.___________ 149 Figura 56. Comparación de la distribución según categorías funcionales de los objetos analizados (derecha) respecto al total de objetos hallados en el yacimiento (izquierda). ____________________ 153 Figura 57. Composición de las gotas de bronce de la estructura 242. Se aprecian claramente las diferencias entre los tres objetos de la izquierda (“típicos”) y los tres de la derecha a As (rojo) dominante. _________________________________________________________________________________ 155 Figura 58. Histogramas de la distribución del Sn (arriba derecha), del Pb (arriba izquierda) y de la suma de impurezas (abajo). ________________________________________________________________ 157

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Figura 59. Gráficos acumulativos de aleaciones e impurezas de los bronces de Le Gros Buisson. _____ 159 Figura 60. Diagrama ternario de todos los materiales de Le Gros Buisson _______________________ 160 Figura 61. Distribución de los análisis por periodos. ________________________________________ 163 Figura 62. Repartición de los análisis a partir de las categorías funcionales. A la izquierda según el total de la muestra y a la derecha de los objetos adscritos al período del Ha antiguo.__________________ 165 Figura 63. Gráfico con la acumulación de los 3 objetos sin estaño y del que lo contiene a nivel de microtrazas. Al ser todos elementos impurezas se presentan en un sólo gráfico. ______________________ 166 Figura 64. Comparación entre CHC46 y CHC53. ____________________________________________ 167 Figura 65. Comparación de los bronces binarios de Le Confluent. En sombreado el grupo del cuadrante AA30 y su vecino del AA29.____________________________________________________________ 168 Figura 66. Comparación de los bronces ternarios pobres de Le Confluent. _______________________ 169 Figura 67. Resultados del segundo grupo de bronces ternarios. Ordenación según porcentaje de plomo. _________________________________________________________________________________ 171 Figura 68. Dendrograma de las impurezas de los objetos con Pb entre 0,5 y 4%. _________________ 172 Figura 69. Comparación entre los 3 objetos con mucho estaño de Choisy-au-Bac y todos los objetos de depósitos con cantidades de aleación similares (ver nota al pie 165). __________________________ 175 Figura 70. Objetos con Pb superior al 4%. En sombreado los adornos. __________________________ 176 Figura 71. Representación en diagrama ternario de Sb/Ni/As. Ternarios P, se refiere a bronces ternarios pobres y bronces binarios a los que no contienen plomo ____________________________________ 178 Figura 73. Histograma de acumulación de las principales impurezas de los bronces alpinos. ________ 180 Figura 72. Histogramas de probabilidad mixta de Sn (izquierda) y Pb (derecha), de los bronces ternarios “Alpinos”. (M= Media; S-D= Desviación Estándar; P= Probabilidad de distribución de los grupos. ____ 180 Figura 74. Representación del diagrama ternario de impurezas principales para zona alpina (izquierda) y zona atlántica (derecha) ______________________________________________________________ 181 Figura 75. Histograma de las principales impurezas de los bronces Atlánticos (*escalas diferentes que en figura anterior). ____________________________________________________________________ 182 Figura 76. Histogramas de Sn (izquierda) y Pb (derecha), de los bronces ternarios (sin lingotes de Pb)”Atlánticos”. ____________________________________________________________________ 184 Figura 77. Gráfico de Cajas de los 4 grupos más numerosos. El símbolo representa la mediana y los segmentos son los valores percentiles 25% y 75%. _________________________________________ 190 Figura 78. Distribución territorial de los 5 grupos de composición. En la zona atlántica, los gráficos circulares pequeños indican la composición de cada depósito, mientras que los grandes lo hacen a escala de grupos arqueológicos definidos por Brun (1989), contando sólo los depósitos. En la zona alpina únicamente la Lorraine presenta gráficos individuales. Las flechas blancas señalan la localización de los depósitos en caso de superposición. Para los depósitos suizos, dada la homogeneidad intra-depósito y las pocas observaciones de cada uno, todos se encuentran agrupados según la territorialización de Rychner y Kläntschi (1995). Los dos asentamientos han sido representados separadamente in situ, a mayor tamaño que los depósitos; y para una mejor comparación pueden encontrarse otra vez abajo en el centro junto con su conjunción. Abajo a la derecha, identificación de cada color con el número de grupo que le corresponde. _________________________________________________________________ 196

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Índice de Tablas Tabla 1. Tabla con los principales minerales de cobre explotados en la prehistoria y los elementos metálicos que éstos pueden contener así como su contenido porcentual en cobre (Leblanc, 1997: 21). _ 19 Tabla 2. Tabla con las equivalencias de los diferentes esquemas de periodización en uso (Blanchet, 1984; Guilaine, 1976; Harding, 2000; Kristiansen, 2001). En rojo, las fechas radiocarbónicas calibradas, propuestas por A.F. Harding (2000) en combinación con la propuesta de Mederos (1997) para las diferentes zonas que usan cada esquema (Montelius para Escandinavia; Müller Karpe para Centroeuropa y J.J. Hatt para la Francia Atlántica). Es evidente que las equivalencias de los esquemas no coinciden con las dataciones absolutas. ______________________________________________________________ 82 Tabla 3. Cronologías absolutas calibradas propuestas para la cuenca de París durante el bronce final._ 83 Tabla 4. Esquema de los yacimientos datados y del número de dataciones realizadas en cada uno. * La columna “Tipo Necrópolis” hace referencia a los tipos de sepulturas halladas en el conjunto del yacimiento y no exclusivamente a aquellas que han sido datadas. _____________________________ 86 Tabla 5. Representación de la información contextual de los objetos de bronce de las sepulturas de Changis sur Marne. Las filas resaltadas corresponden a objetos analizados. _____________________ 129 Tabla 6. Inventario de los objetos de bronce y su información contextual de las sepulturas de PBP. Resaltados los objetos analizados en esta investigación. Fuente Le Guen y Pinard, 2007. ___________ 133 Tabla 7. Inventario de los objetos de bronce de CPS. Fuente Blanchet y Talon, 2005. ______________ 136 Tabla 8. Inventario de los objetos analizados del asentamiento de Changis-sur-Marne. ____________ 145 Tabla 9. Inventario de los objetos de Villiers-sur-Seine analizados._____________________________ 152 Tabla 10. Inventario de los objetos analizados en Choisy-au-Bac. En la columna Cuadrante, cuando aparece 1960 hace referencia a que es un objeto recuperado en las excavaciones de 1960 realizadas por Pierre Bouchain. ____________________________________________________________________ 162 Tabla 11. Estadísticas descriptivas para los 5 grupos de composición elemental en los depósitos. ____ 188 Tabla 12. Resultados de la agrupación por K-medias sobre medidas estandarizadas de Sn, Pb e Impurezas de objetos de asentamientos del BF IIIb y Transición a Ha antiguo. ____________________________ 193 Tabla 13. Grupos guía de composición elemental una vez incorporados los objetos procedentes de los asentamientos. _____________________________________________________________________ 194

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246 | P á g i n a

Anexo 1: Resultados de los análisis de composición

247 | P á g i n a

C2RMF, Métalurgia

Análisis por ICP-AES de objetos del Bronce Final del Norte de Francia ANEXO 1

Código Labo

Muestra

Identificación

Yacimiento

Cat. Funcion.

C2RMF61504

T11-1 fosse

Alfiler

Vendeuil

Adorno

C2RMF61505

CHC1

Punta de lanza

Le Confluent

Arma

C2RMF61506

LGGIII st.26

Alfiler

LGG

Adorno

C2RMF61507

Feuillères st.4

Brazalete

Feuillères

Adorno

C2RMF61508

Etouvie

Punta de lanza

Etouvie

Arma

C2RMF61508

Etouvie

Punta de lanza

Etouvie

Arma

C2RMF61509

PT1992

Hacha

Parc Tertiaire

Hacha

C2RMF64536

CHC2

Brazalete

Le Confluent

Adorno

C2RMF64537

CHC3

Hacha de anilla

Le Confluent

Hacha

C2RMF64538

CHC4

Buril

Le Confluent

Herramienta

C2RMF64539

CHC6

Indeterminado

Le Confluent

Objeto Indeterminado

C2RMF64540

CHC5

Indeterminado

Le Confluent

Herramienta

C2RMF64541

CHC7

Brazalete

Le Confluent

Adorno

C2RMF64542

CHC8

Alfiler decorado

Le Confluent

Adorno

C2RMF64543

CHC9

Cincel

Le Confluent

Herramienta

C2RMF64544

CHC10

Indeterminado

Le Confluent

Indeterminado

C2RMF64545

CHC11

Hacha

Le Confluent

Hacha

C2RMF64546

CHC12

Cincel

Le Confluent

Herramienta

C2RMF64547

CHC13

Gota

Le Confluent

Metalurgia

C2RMF64548

CHC15

Anillo

Le Confluent

Adorno

C2RMF64549

CHC16

Anillo o Brazalete

Le Confluent

Adorno

C2RMF64550

CHC17

Botón

Le Confluent

Adorno

C2RMF64551

CHC18

Botón

Le Confluent

Adorno

C2RMF64552

CHC20

Indeterminado

Le Confluent

Objeto Indeterminado

Masa (g)

Long (mm) Anch (mm) Esp. (mm)

2,79 24,27

nd: inferior al limite de detección º : inferieur al limite de cuantificación

89,00 .

Diam. (mm)

Conserv.

3,30 .

Completa

43,00

4,38

82,10 .

3,30 .

Completa

1,22

20,00 .

3,30 .

1 fragmento

170,71

192,20

51,60

2,20

28,00 Completa

170,71

192,20

51,60

2,20

28,00 Completa

230,00

111,20

22,70

4,60

32,60 Completa

6,33

34,00 .

5,30 .

1 fragmento

9,31

31,20

15,50

2,50 .

1 fragmento

7,46

54,00

6,00

2,50 .

1 fragmento

1,89

16,80

9,40

2,40 .

1 fragmento

1,69

22,10

5,00 .

.

1 fragmento

2,91

24,10 .

4,80 .

1 fragmento

2,40

41,00 .

3,10 .

1 fragmento

1,04

13,10

3,70 .

1 fragmento

1,17

13,40 .

5,80 .

1 fragmento

1,03

17,00

11,00

2,10 .

1 fragmento

0,79

22,40

3,00

2,40 .

1 fragmento

0,66

15,90 .

5,00 .

1 fragmento

0,63

15,50 .

2,70 .

1 fragmento

0,95

34,50 .

3,00

35,00 1 fragmento

5,08 .

.

1,60

33,00 Completa

0,55 .

.

0,90

10,80 Completa

1,84

Resultados en % ppm de la masa. La cantidad de cobre se obtiene por la diferencia

11,00

4,80

8,00 .

.

1 fragmento

Anexo 1_1/18

C2RMF, Métalurgia

Análisis por ICP-AES de objetos del Bronce Final del Norte de Francia ANEXO 1

Código Labo C2RMF61504

Muestra T11-1 fosse

Identificación

Sn

Sb

Al

Au

Ba

Bi

Cd

%

%

%

%

%

%

%

%

%

ppm

ppm

ppm

ppm

ppm

ppm

6

Pb 19

nd

0,031

0,38

0,0065

0,043

0.051°

0,052

nd

33

nd

39

nd

331

Alfiler

±0.6

11 C2RMF61505

CHC1 LGGIII st.26

Punta de lanza

±1

Alfiler

Feuillères st.4 Etouvie

±1

Etouvie

Punta de lanza

C2RMF61509

PT1992

±1

Hacha

CHC2 CHC3

Hacha de anilla

CHC4 CHC6 CHC5 CHC7

Brazalete

±0.8

CHC8

Alfiler decorado

C2RMF64543

CHC9

Cincel

CHC10 CHC11

Hacha

CHC12 CHC13

Cincel Gota

CHC15

Anillo

C2RMF64549

CHC16

Anillo o Brazalete

CHC17

Botón

C2RMF64551

CHC18

Botón

nd: inferior al limite de detección º : inferieur al limite de cuantificación

CHC20

Indeterminado

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