La Comisión Histórica del Conflicto y sus Victimas

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Descripción

La Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas: una batalla de ideas o como se escribe la historia de un conflicto POR: CAMILO BECERRA Hay que cambiar de ruta y no tenemos brújula ENZO TRAVERSO

Desarrollar un proceso de paz, es concretar una cita con el pasado, porque es allí donde se encontrarán las causas que han provocado los distintos conflictos sociales que han concluido en conflictos bélicos. Además porque es una de las formas en que la sociedad inmersa en el conflicto logra hacer un proceso de catarsis social, para culminar el proceso violento en iniciar la reconstrucción de la sociedad. Empero, para lograr el proceso de catarsis la sociedad tiene que irremediablemente que redimir a las víctimas, pues no solamente es hacer un escueto recuento narrativo del pasado, sino que tiene que reconocerse como producto de ese pasado. Para estos procesos de catarsis y reconocimiento social con el pasado, vale la pena recordar a Walter Benjamin, quien en sus Tesis sobre el concepto de la Historia; esboza claramente el proceso que deben desarrollar las sociedades, cuando se encuentran dispuestas a reconciliarse, para contribuir a la culminación de los conflictos. Por ejemplo la tesis nueve llamada El ángel de la historia dice: Lo que a nosotros se prese presenta como una cadena de acontecimientos, él lo ve como una catástrofe única que acumula sin cesar ruinas sobre ruinas, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer los fragmentos. Pero desde el paraíso sopla un viento huracanado que se arremolina en sus alas, tan fuerte que el ángel no puede plegarlas. El huracán le empuja irresistiblemente hacia el futuro, al que da la espalda, mientras el cumulo de ruinas crece hasta el cielo. Eso que nosotros llamamos progreso es ese huracán.1

La acción de una sociedad que se dispone a superar el conflicto, debe asemejarse al ángel benjaminiano, porque la sociedad en su conjunto debe pedir perdón a las víctimas del conflicto, pues a pesar de imposibilidad de volver al pasado debe resarcir el daño cometido, y la mejor forma de hacerlo, es combatir el olvido que es propiciado por ese viento huracanado llamado progreso, y esa memoria se construye a partir del apoderamiento de “un recuerdo en un instante de peligro”.2 Como también fue planteado por el filósofo alemán. Pero allí también radica la dificultad, pues cuando un sociedad no está preparada para reconocer ese instante de peligro – momento histórico-, que es muy corto, no logra adecuarse a las necesidades que el exige la Historia, por lo tanto deja de perder oportunidades valiosas 1 2

Manuel Reyes Mate. Media noche en la historia (Madrid, Editorial Trotta, 2006). pp. 155. Ibíd. pp. 113.

para combatir las barbaridades producidas por el progreso y se adentra aún más en el conflicto, causando que la solución sea cada vez más compleja y exija mayores cualidades y compromisos sociales. Toda esta teoría benjaminiana sobre la Historia y la importancia de esta para las sociedades en peligro, la traigo a colación, como consecuencia del momento histórico que vive Colombia. Hoy este país latinoamericano se enfrenta a una nueva posibilidad de solucionar su conflicto interno que ha generado montañas de ruinas acumuladas en el pasado y preservadas por el olvido. Y peor, aún la sociedad colombiana se ha fragmentado tanto, a causa de los discursos de odio emanados por la extrema derecha y auspiciados por el establecimiento y el poder mediático. Sin embargo, a pesar de las diversas dificultades que han tenido que afrontar los negociadores en el proceso de paz, se han generado algunas acciones que muestran un importante interés por parte de los negociadores de ambos bandos. Una de dichas acciones, es la conformación de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, la cual es el primer paso para la conformación de una Comisión Histórica de la Verdad, y que por su puesto otorgara valiosos aportes al entendimiento del conflicto, ya que dicha comisión está integrada por doce intelectuales de distintas posiciones políticas y dos relatores encargados de condensar los ensayos de los doce integrantes en dos relatorías, para el mejor entendimiento de las causas y el desarrollo del conflicto colombiano. Por lo tanto cada uno de los ensayos presentados tiene posturas políticas e ideológicas claras, lo cual hace de la historia un campo de batalla como ha afirmado el historiador italiano Enzo Traverso. En este sentido a continuación analizo las dos relatorías presentadas, en cuanto a tratamiento que hacen los autores frente a los temas fundamentales en el desarrollo del conflicto colombiano, de acuerdo a su posición política e ideológica. Es válido señalar que dicho informe fue presentado al país en febrero de 2015. En Orden de presentación se encuentra en primer lugar el texto de Eduardo Pizarro, titulado Una lectura múltiple y pluralista de la historia, este texto tiene el carácter de relatoría, por lo tanto es uno de los dos escritos que condensan las investigaciones de los demás integrantes de la comisión, empero a lo largo del escrito es notoria una preferencia hacia los informes de los intelectuales que política e ideológicamente han estado más del lado del establecimiento. Por ejemplo, cuando Pizarro quiere referirse al papel del campesinado en el origen del conflicto social afirma: “…hubo Violencia porque no hubo un real movimiento campesino, no al revés.”3 Es decir, que Pizarro desconoce el papel del estado y el sistema políticoeconómico imperante en el surgimiento del conflicto colombiano en la segunda mitad del Siglo XX, y simplemente hace una afirmación sin ningún tipo de argumentación histórica, para culpar al campesinado por el origen de la Violencia. Desconociendo estudios anteriores 3

Eduardo Pizarro. Una lectura múltiple y pluralista de la historia. En Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia. (2015).

como La violencia en Colombia, producto de la comisión de la verdad en el esclarecimiento de las causas del conflicto colombiano en la década de 1940 y 1950, en donde se demuestra el papel de víctima que ha tenido que asumir el campesinado colombiano en los distintos conflictos internos del país. Continuando con el texto de Eduardo Pizarro que se va constituyendo en una especie de refrendación del poder político imperante en Colombia, posición que se ratifica cuando se refiere al Frente Nacional como “un diseño institucional exitoso”4 porque según Pizarro esto permitió la unificación bipartidista y la pacificación del país, nuevamente reduciendo la violencia colombiana a una disputa entre los partidos políticos tradicionales, omitiendo las desigualdades sociales imperantes en el país. Frente a la intervención de países extranjeros en el desarrollo del conflicto, específicamente Estados Unidos, Pizarro desconoce algunas de las relatorías que desarrollan a profundidad este asunto, y se avale del informe de Vicente Torrijos, quien desde su concepción ideológica pretende ocultar la participación estadounidense en el conflicto interno colombiano, argumentándose en la inexistencia de una movilización social en contra de un ocupante extranjero, cuestión que no niega la participación activa del país norteamericano en el desarrollo de la guerra contra la insurgencia en Colombia. De nuevo, Pizarro pretende ocultar pasajes del conflicto, acusando al movimiento social de desorganización y pasividad frente a algunos asuntos propios del conflicto, como ya lo había mencionado arriba en la cuestión de los orígenes de la confrontación y el campesinado; una vez más se ratifica la posición sesgada de la relatoría en mención, pues su autor ha hecho prevalecer sus intereses políticos por encima de la aspiración del conocimiento de la verdad del conflicto. También hay que resaltar que la pluralidad de posiciones ideológicas que se encuentran entre los integrantes de la Comisión Histórica, permite hacer análisis desde diversas afinidades y posiciones ideológicas, sin embargo, en la posición en que se encuentra el señor Eduardo Pizarro –relator de la comisión-, debió asumir dicho papel con mayor objetividad, dejando de lado sus preferencias para presentar una relatoría acorde a lo planteado por la totalidad de los miembros de la comisión. La segunda relatoría fue elaborada y presentada por el profesor Víctor Moncayo, quien la llamo Hacia la verdad del conflicto. El profesor Moncayo en la introducción a su relato clarifica la posición política propia de un texto histórico: “…aunque se trata evidentemente de un trabajo académico e histórico, no es ni puede ser neutral en la dimensión política.”5 De entrada el profesor Víctor Moncayo establece la diversidad de miradas e interpretaciones que se encuentran en los doce textos, él dice “…no puede ofrecerse una interpretación indiscutible sobre el conflicto armado, más aún cuando está en curso.”6 Por lo tanto es 4

Ibíd. pp. 21. Víctor Moncayo. Hacia la verdad del conflicto. En Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia. (2015). pp. 4. 6 Ibíd. pp. 9. 5

complejo llegar a conclusiones inamovibles en este periodo del conflicto, el mayor aporte de esta comisión es la presentación de diversos enfoques que se han edificado en la investigación histórica del conflicto interno colombiano y que seguramente abrirá un primer espacio para la conformación de una comisión de la verdad, que permita unificar criterios frente a los orígenes del conflicto. En su texto Moncayo resalta la violencia como un fenómeno social que ha estado a lo largo de la historia colombiana, desde que se alcanza la independencia de España, y que ha estado protagonizada por distintos actores, en cada una de sus etapas, y resalta la importancia que en la última etapa ha estado influenciada por un país extranjero, como lo es Estados Unidos, acá se encuentra una de las tantas divergencias que se encontraran en la relación el texto de Eduardo Pizarro, quien como se dijo, intentó ocultar la injerencia norteamericana en el desarrollo del conflicto colombiano. Otro aspecto resaltado en este segundo texto es el papel y el surgimiento de la subversión “como una consecuencia de “la incapacidad de nuestras instituciones liberales de garantizar universalmente un mínimo de civilización política.””7 Cuestión que no fue abarcada por la relatoría anterior y que en este caso se demuestra el surgimiento de grupos insurgentes, como consecuencia de la precariedad en la estructura del estado colombiano, y no como un simple hecho del azar. El tratamiento que Moncayo le hace a otro fenómeno social como lo es el narcotráfico, no es el esbozado por el establecimiento como una actividad criminal desde su origen, sino que por el contrario se concibe como una oportunidad de las “comunidades periféricas el acceso a los mercados, y se convirtió así en un medio de inclusión.”8 Hay que especificar que aquí se refiere al origen de los cultivos ilícitos, ya que después y durante el periodo de la violencia en las décadas de 1940 y 1950, muchas comunidades se vieron obligadas a replegarse hacía zonas selváticas y encontraron en estos cultivos una forma de insertarse económicamente dentro de la sociedad capitalista. Cuando se desarrollaron los carteles de la droga en varios lugares del país, es otra etapa histórica, por lo tanto merece un tratamiento histórico adecuado. Un propósito de Moncayo es posicionar el tratamiento de las FARC-EP, como una organización primordialmente política, como lo ha demostrado su participación en la mesa de diálogos, reconocimiento que le hecho el gobierno nacional a través de la presión internacional, dejando de lado el estatus de organización terrorista que había servido de justificación para la intervención militar por parte del estado colombiano con el auspicio de los Estados Unidos. Es destacable el papel de responsabilidad que Moncayo centra sobre el sistema económicopolítico colombiano que es el capitalismo, puesto que desde ahí se pueden encontrar distintas explicaciones a preguntas como la promoción de la contrainsurgencia, afirmando en base al documento presentado por Jairo Estrada, “…la contrainsurgencia,… no como un problema 7 8

Ibíd. pp. 15. Ibíd. pp. 16.

individual ni como imperfección o deviación de las prácticas estatales, sino como una dimensión estatal de la sociedad capitalista.”9 Ya que esta política contrainsurgente venia emanada desde los Estados Unidos, materializada mediante el plan LAZO que definió la política latinoamericana en los años sesenta. En cuanto al desplazamiento forzado el profesor Víctor Moncayo la interpreta desde la óptica marxista cuando asevera: La ruta de la Inglaterra estudiada por Marx, en la cual los grandes señores feudales crearon proletariado expulsando violentamente a los campesinos de las tierras donde trabajaban, usurpándoles su bienes comunes; es el proceso de “transformación de las tierras de labor en terrenos de pastos para ovejas”, mediante la expropiación o expulsión del campesinado con apoyo de la ley o en forma de arrasamiento drástico y brutal.10

Este proceso esbozado por Marx haciendo referencia a la Inglaterra del siglo XIX, puede aplicarse para entender el despojo de tierras a campesinos por parte de las fuerzas de contrainsurgencia –paramilitares- en la Colombia del siglo XX y XXI. Sumando a esto el interés de los industriales que hacen presencia en Colombia para generar grandes cinturones de miseria en las grandes ciudades, para incrementar el ejército de reserva, todo en las lógicas del sistema capitalista. Con la implantación del sistema neoliberal destaca Moncayo, el conflicto colombiano se incrementó, pues la intervención estadounidense aumento con la implementación del Plan Colombia. Con este pequeño análisis de las relatorías de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas es posible concluir que la escritura del conflicto colombiano es una batalla de ideas que se reflejan en las distintas apreciaciones acerca de la confrontación bélica colombiana. Un claro ejemplo son los tratamientos que cada autor le ha dado a cada uno de los aspectos que ha configurado el devenir del conflicto. Por ultimo resalto el aporte de la academia colombiana que presentó este informe como un aporte a la solución dialogada al conflicto y que por supuesto abrirá el debate acerca de las causas que generaron el conflicto.

BIBLIOGRAFIA TRAVERSO, Enzo. La historia como campo de batalla. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica. 2012. REYES, Manuel. Medianoche en la historia. Madrid. Editorial Trotta. 2006.

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Ibíd. pp. 25. Ibíd. pp. 38.

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Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia: Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas. Disponible en: http://static.elespectador.com/archivos/2015/02/1952328280f79f83ccb8b9929c8d8fa5.pdf

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