La ciudad romana de Los Bañales: \"lapides clamantes\" (El Mirador de La Lonjeta, 48, 2015, pp. 50-54)

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Descripción

Nº 47 | DICIEMBRE 2014

El mirador

XIV JORNADAS DE CINE MUDO Los cuentos en el cine mudo UNCASTILLO INVISIBLE La Semana Santa de Uncastillo

Nuestros mejores deseos de felicidad en estas fiestas navideñas y de éxitos y prosperidad para el Año Nuevo

VII CATA DE VINOS ¡Mi reino por una medalla! COLABORACIONES Embalse de Anás Los trabajos y los días Las plantas medicinales en Uncastillo LA HISTORIA Y EL ARTE La ciudad romana de Los Bañales, una ciudad abierta Petrus Fragus Aragonius et Unicastrensis El significado iconográfico de la fachada del ayuntamiento CON EL DEPORTE Hay gestos que no se explican …sólo se sienten

Ganador del IV Concurso de Dibujos Navideños 2013 – Ainhoa Ramírez

Subvencionado por:

Literaturas ÁNGEL GUINDA

Arriba, los galardonados con las Bocinas de Piedra de las XIV Jornadas de Cine Mudo, y en la foto de abajo, una de las rutas del Club de Senderismo “Os andurriales”.

Sumario

1

EDITORIAL

2

Juntos llegamos lejos

AGENDA LONJETERA

3

Calendario de actividades 2016

NUESTRAS ACTIVIDADES

4 5 6 8 9 10 24 34 38 40

III Jornada de la Matacía Dibujos navideños Exposición de artistas uncastilleros Exposición “Lo que se ha hecho visible” Uncastillo Invisible Un brindis por las XV Jornadas de Cine Mudo de Uncastillo Muesta de Oficios Tradicionales: Muestra de Muestras VIII Cata de Vinos XVII Jornadas sobre la Muerte Exposición de fotografía antigua

OTRAS CITAS

42

¡Olé Uncastillo! ¡Viva la Virgen de Loreto!

CARTAS AL MIRADOR

46

Carta Madriles y carta Chavierín

COLABORACIONES

47 48

Uncastillo en Madrid Las plantas medicinales en Uncastillo. Cuaderno I. Parte 2 (1ª)

LA HISTORIA Y EL ARTE

50 55 59

La ciudad romana de Los Bañales, lapides clamantes Un diplomático de Uncastillo al servicio de la monarquí hispánica: Antonio de Fuertes y Biota (I) En recuerdo del centenario de la venta de la iglesia de San Miguel de Uncastillo

PÁGINA DE…

61 62 63 64

Asociación de Mujeres “El Cuco” Uncastillo… ¡Bien merece una obra de teatro! Ayuntamiento. “Lonjeta y Ayuntamiento: 25 años de colaboración” Fundación Uncastillo. “Un año intenso y fructífero”

CON LA MÚSICA…

67 68

Yo me llamo… Canciones que cantaban en la escuela en los años treinta

COORDINAN Víctor Gómez y Maruja Casaus Todos aquellos que quieran publicar un artículo en la revista o dar sugerencias y opiniones, pueden enviarlo mediante correo electrónico, a la siguiente dirección:

[email protected]

DISEÑO Y PREIMPRESIÓN Mundo Gráfico, S.L. DEPÓSITO LEGAL Z-328-91 ISSN 1885-0758

NOTA DE REDACCIÓN La Asociación solamente reconoce como propias las opiniones vertidas en el editorial. El contenido del resto de los artículos es responsabilidad de quienes los firman.

SUBVENCIONADO POR: Comarca de Cinco Villas Gobierno de Aragón. Departamento de Educación, Cultura y Deporte

La Historia y el Arte 50

LA CIUDAD ROMANA DE LOS BAÑALES, LAPIDES CLAMANTES Se descubren cuatro inscripciones, dos de ellas imperiales, en el foro de la ciudad La campaña de excavaciones transforma el aspecto de la ciudad romana Si hi tacent, lapides clamabunt: “os aseguro que si estos callan, las piedras hablarán”. Pocas sentencias como éstas, procedentes de un conocido pasaje evangélico, sirven mejor para retratar el modo cómo, a través de la investigación, se construye conocimiento en las denominadas Ciencias de la Antigüedad y en la Historia Antigua de Roma y de su presencia en la Península Ibérica en particular. Un conocimiento que, desde luego, es acumulativo pero que se genera sólo a partir de la capacidad del historiador de escudriñar fuentes diversas y, también, a partir del concurso, siempre necesario, del azar y de la fortuna que, normalmente, se presenta en forma de nuevos hallazgos. Y aquélla, sin duda, hace varios años que –desde luego sólo como recompensa a un hercúleo y generosísimo trabajo de tantas personas, remedio inevitable para afrontar la crisis que ha cercenado la investigación arqueológica en tantos lugares– nos sonríe en Los Bañales. Pero lo cierto es que este año podría decirse que esa sonrisa de la suerte ha tenido un rictus, si cabe, aun más sorprendente, más espectacular, seguramente por su carácter inesperado y, también, por la magnitud de la información revelada. Entre Mayo y Julio de 2015 la VII Campaña de Excavaciones en Los Bañales, posible una vez más gracias al apoyo de la Comarca de las Cinco Villas, de la Fundación ACS y de General Eólica Aragonesa con la colaboración, también, de los consistorios de Layana, Biota, Uncastillo y Sádaba, nos ha posicionado de nuevo ante una ciudad, la de Los Bañales, efectivamente, abierta –como decíamos en una anterior contribución a El Mirador de La Lonjeta– y que guarda aun, seguro, muchísima capacidad de sorpresa, esa misma capacidad de sorpresa que, desde luego, este año, ha superado lo que nunca podríamos haber imaginado. Los hallazgos llevados a cabo en esos tres meses estivales han convertido, de nuevo, a Los Bañales en el yacimiento de moda, el número de seguidores del proyecto en las redes sociales se ha multiplicado notablemente y la presencia del lugar en los medios durante todo el verano (Fig. 1) condujo a una Jornada de Puertas Abiertas que concentró a más de un millar de personas que vibraron, de nuevo, con este proyecto de recuperación, puesta en valor y dinamización del patrimonio arqueológico que tantas alegrías nos ha dado y habrá de darnos, aun, en el futuro (Fig. 2) haciéndolo, además, de la mano de quienes, durante esos meses fueron protagonistas de la aventura arqueológica y humana en que se convierte cada campaña en Los Bañales: los estudiantes, venidos de todos los rincones del país y este año, también,

con notable presencia de estudiantes internacionales (Fig. 3) todos becados por el programa de becas que constituye uno de los pilares del proyecto de Los Bañales. En estos últimos cuatro años, desde 2011, Los Bañales ha aportado al parco repertorio de inscripciones latinas que conservamos en Aragón –de conservación muy mediatizada por la proverbial escasez de piedra que ha padecido siempre el Ebro Medio y por el afán del hombre de reutilizar la empleada por sus ancestros– un total de trece nuevos textos, todos ellos, además, de carácter público, todos procedentes del foro de la ciudad y nueve de ellos, además, en posición primaria, conservados in situ, en el mismo lugar en que, hace dos mil años, interactuaron con la soberbia arquitectura de un foro que, cada vez está más claro, debió construirse algunas décadas antes del cambio de Era en el marco de la gran transformación sufrida por las tierras del Imperio con el advenimiento del Principado de Augusto y con la consecuente potenciación de la red urbana. A las ya conocidas –las cuatro del recinto promovido por Pompeia Paulla para honrar a varias divinidades del panteón romano (Fig. 4) y las cinco del soberbio espacio consagrado a la Victoria Augusta por M. Fabius Nouus y Porcia Fauentina (Fig. 5)– se han añadido este verano cuatro más, las cuatro, además, más antiguas que las de los otros conjuntos –seguramente fechados ya a finales del siglo I o comienzos del siglo II d. C.–, tres pertenecientes a una galería de monumentos ecuestres presidida por una estatua al emperador Tiberio y promovida por la generosidad testamentaria de un, hasta ahora desconocido, Quinto Sempronio Vítulo (Fig. 6) y una dedicada, seguramente por la ciudad –que, sin embargo, no ha querido aun revelarnos su nombre– a Lucio César, el hijo adoptivo del emperador Augusto, inscripción que parece haberse convertido en una de las primeras y más antiguas manifestaciones del hábito romano de grabar inscripciones, un medio de comunicación y de expresión que, sin duda formó parte básica de la vida cotidiana, y especialmente de la desarrollada en ámbito público a lo largo y ancho del medio millar de ciudades con que Roma articuló el territorio peninsular. Aunque no fue la primera pieza en aparecer, el monumento más antiguo en fecha de los cuatro localizados el pasado verano –todos ellos aparecidos arrojados sobre los niveles ya de amortización del monumental y soberbio criptopórtico con que se cerraba, por el Este, el foro de la ciudad (Fig. 7) y cuyo estado de conservación podría

LOS BAÑALES, LAPIDES CLAMANTES

Fig. 2. Instantánea de la expectación que despertaron, en la VII Jornada de Puertas Abiertas en Los Bañales, el pasado julio, las inscripciones descubiertas (Foto: L. M. Frej).

Fig. 1. Página de Heraldo de Aragón, en Mayo de 2015, dando noticia a cinco columnas del hallazgo del pedestal dedicado al emperador Tiberio.

Fig. 3. Foto de grupo de los estudiantes de la Tanda A de la VII Campaña con uno de los fragmentos escultóricos descubiertos el pasado verano (Foto: J. Andreu).

Fig. 5. Recreación, en el marco del proyecto Forum Renascens, de Pablo Serrano, del recinto de los Fabios y las Porcias presidido por una dedicación a la Victoria Augusta. Fig. 4. Las inscripciones del recinto promovido por los herederos de Pompeia Paulla en el foro de la ciudad cuando aun no se había descubierto el recinto epigráfico contiguo (Foto: J. Andreu).

LA HISTORIA Y EL ARTE

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permitir una restauración de algunos de los elementos del edificio que se alojó sobre él– fue el dedicado a Lucio César. Con un brevísimo texto pero con unos caracteres capitales grabados de un modo soberbio con un bisel de trazo ciertamente envidiable en su factura técnica y en su estado de conservación –acorde con la del monumento en sí mismo (Fig. 8)–, sus dos brevísimas líneas –L(ucio) Caesari Augusti f(ilio)– nos ponían tras la pista de la presencia de la imagen imperial en el foro de Los Bañales algo que, desde luego, ya los hallazgos escultóricos de la estatua de Domiciano (Fig. 9) y de los retratos de Germánico y acaso Druso, descubiertos entre 2013 y 2014, nos habían permitido ya constatar. Ahora, sin embargo, quien se manifestaba en Los Bañales era Lucio César, hijo del matrimonio entre la hija de Augusto, Julia la Mayor, y su favorito general, Agripa, y que –en el año 12 a. C., a la muerte de éste– fuera adoptado por el emperador y pensado, junto con su hermano Cayo, como heredero del Imperio cuando él muriera. Augusto, que proclamó a ambos, a Cayo y a Lucio, principes Iuuentutis, “príncipes de la juventud”, se ocupó de que su presencia llenase las plazas públicas de muchísimas ciudades del Imperio. Una de ellas fue la plaza, el foro, de la ciudad romana de Los Bañales una ciudad a medio camino –equidistante– entre dos programáticas ciudades del Valle del Ebro, Caesar Augusta –fundada en el año 15 a. C. por el propio emperador, y a la que dio su nombre– y Pompelo –fundada en la década de los setenta del siglo I a. C. por el general Pompeyo y también ciudad epónima– y que por este homenaje, y por los otros aparecidos en esta última campaña de excavaciones, sabemos que estuvo especialmente abierta a los programas iconográficos oficiales emanados del poder imperial. La datación de este monumento, debido a la brevedad de su texto, resulta compleja pero probablemente debamos buscarla o en el año 5 a. C. –momento en que se desató la gran fiebre de homenajear a Lucio y Cayo, que murieron prematuramente en los 2 y 4 d. C. respectivamente frustrando el sueño sucesorio de Augusto– o, dado que el aspecto trasero, con dos claros rebajes, del pedestal, invita a pensar en su condición de homenaje ecuestre, acaso antes, hacia el 12 a. C. En cualquier caso, el hallazgo –que permite poner la pieza en relación con una “vieja conocida” de la epigrafía cincovillesa, el homenaje a Cayo César descubierto e Rivas a finales de los años ochenta y hoy en el Museo de Zaragoza y que, casi puede asegurarse, debió ser llevada allí procedente de Los Bañales (Fig. 10)– constituye uno de los documentos epigráficos más antiguos del Aragón Romano al menos en lo que a documentación de época imperial se refiere. El descubrimiento de este sensacional pedestal –cuya publicación científica está ya confirmada para el próximo año en la revista italiana Epigraphica, una de las más

prestigiosas publicaciones internacionales en materia epigráfica– confirma dos cosas que ya se intuían pero que debieron marcar la Historia de la ciudad romana de Los Bañales y, también, la de su azarosa –y no siempre ejemplar– conservación hasta nuestros días. Por un lado, la fundación de Caesar Augusta en el año 15 a. C., por el propio Augusto en persona y, con ella, la reorganización viaria de toda la red de comunicaciones del Valle del Ebro, debieron cambiar el signo y el aspecto de la ciudad que nos ocupa convirtiéndola en un auténtico escaparate del modo de vida romano y del poder de sus dirigentes. Por otro, si, como parece, la pieza de Rivas procede de Los Bañales y fue llevada allí en el constante proceso de desmonte y amortización de la otrora gloriosa arquitectura cívica de la ciudad en los tiempos medievales y modernos, el radio de dispersión del material procedente de Los Bañales se amplía notablemente evidenciando, también, lo monumentales que debieron ser sus restos durante siglos y siglos de abandono en que aquéllos fueron convertidos en cantera a cielo abierto. El segundo gran conjunto epigráfico descubierto este pasado verano destila, también, altas dosis de emoción casi novelesca y también acaba de ver la luz en el Zeitschrift für Papyrologie und Epigraphik la revista internacional de Epigrafía Latina de mayor impacto mundial. De muchos personajes de la Antigüedad nunca se ocuparon los grandes historiadores, nunca figuraron en los pasajes de Livio, de Suetonio o de Tácito. Su única vía para la trascendencia histórica ha sido la presencia de su nombre, inscrito sobre piedra, en algún tipo de inscripción bien de carácter privado –este verano, gracias a la colaboración ciudadana de un vecino de Uncastillo también hemos recuperado un pequeño fragmento de epitafio alusivo a una señora llamada Octavia Gemella y que fue hallado hace algunos años entre escombros en los aledaños de la ermita de Nuestra Señora de Los Bañales– bien de carácter público. Ése fue el caso de Quinto Sempronio Vitulo, un militar, acaso oriundo de Los Bañales que, con su presencia en tres soberbios pedestales monumentales descubiertos en la ciudad romana –y que, acaso, obraron, como el de Lucio César, en la parte Norte, porticada, del foro de la ciudad– nos ha regalado muchísima información sobre la ciudad y, a la vez, se ha convertido ya en un icono del yacimiento habiendo sido, además, recreado hace apenas unas semanas, por el genial ilustrador Iñaki Dieguez, para servir de hilo conductor a un nuevo cuadernillo pedagógico sobre la ciudad romana y sus restos editado por ADEFO Cinco Villas (Fig. 11) y sobre el que va a gravitar la campaña de dinamización pedagógica del yacimiento prevista para este año y que, seguro, atraerá, como ha sucedido en años anteriores, a millares de estudiantes procedentes de diversos rincones de Aragón, La Rioja, Navarra…

LOS BAÑALES, LAPIDES CLAMANTES

Fig. 6. Instantánea del momento de documentación de la inscripción dedicada al emperador Tiberio por Quinto Sempronio Vitulo, descubierta este pasado verano (Foto: J. Andreu).

Fig. 7. Criptopórtico que debió alojar, sobre él, la basílica del foro de la ciudad al final de su puesta en valor en el otoño de 2015 (Foto: P. Ultra).

Fig. 10. Inscripción dedicada a Cayo César y recuperada en Rivas a finales de los años ochenta. Hoy se conserva en el Museo de Zaragoza (Foto: J. Garrido).

Fig. 8. Pedestal en arenisca con la inscripción a Lucio César, hijo adoptivo del emperador Augusto (Foto: J. Torrero).

Fig. 9. Perfil de la estatua de Domiciano tras su proceso de documentación fotogramétrica por parte de Paleorama S. L.

Fig. 11. Portada del cuadernillo pedagógico La ciudad romana de Los Bañales: Roma en el Valle Medio del Ebro, las cinco Villas de Aragón (Ejea, 2015) editado por ADEFO Cinco Villas y dirigido a estudiantes de Secundaria y Bachillerato.

Fig. 12. Primera de las dos inscripciones erigidas en honor de Q. Sempronio Vitulo (Foto: J. Torrero).

LA HISTORIA Y EL ARTE

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¿Quién fue Quinto Sempronio Vitulo y qué hizo en Los Bañales? Los tres pedestales descubiertos –y en particular, el central, dedicado al emperador Tiberio entre el verano del 31 y el verano del 32 d. C.– nos permiten constatar su devoción a la casa imperial y, también, los hitos de su carrera en el ejército. El resto de trazos de su perfil biográfico no es difícil imaginarlo a través de lo que, de él, quedó escrito en la piedra por voluntad del propio personaje. Probablemente, Vitulo habría nacido en Los Bañales –no se explica, si no, que en su testamento dejase prescrito, seguramente muriendo lejos de su patria, que se colocasen en Los Bañales, y no en otro lugar, las estatuas que en aquél dispuso, una en honor de Tiberio y otra en honor de sí mismo– y se habría enrolado en el ejército a partir de una de las unidades auxiliares de las legiones –IV Macedonica, VI Victrix y X Gemina– que en época de Augusto estaban presentes en la Península y que, sabemos, pasaron por la zona cincovillesa para abrir la vía que vertebró las ciudades del área y que las puso en comunicación con Caesar Augusta, con Pompelo, con Oiasso (Irún) y con el Pirineo contribuyendo, también, a dotar a la ciudad de Los Bañales, hacia el año 9-5 a. C., del acueducto que le garantizaría durante siglos su traída de aguas. La unidad auxiliar en la que Vítulo se alistó cuando aun era un adolescente fue el ala Tauriana de la que llegó a ser oficial (decurio equitum). Seguramente ya como ciudadano romano –pues se recibía ese rango a partir del ejercicio ejemplar, la honesta missio, de un cargo de este tipo– Vítulo, que transformaría entonces su nombre al modo romano: Quinto Sempronio Vítulo, pasó de la caballería a la infantería y fue llamado para servir en Germania –en las tierras del curso inferior del Rhin– como ayudante (subpraefectus) del comandante de una unidad de infantería compuesta por Germanos –la cohors Germanorum– y entre la que los Julio-Claudios, durante años, acostumbraron a reclutar a los miembros de su guardia personal (Fig. 12). Vítulo, muy probablemente, se convirtió en su destino germano en un hombre influyente que, en su testamento, quiso recordar a su patria y embellecerla con unos monumentos que, sin duda, debieron ser imponentes como lo era, por entonces, todo el aparato escultórico del foro de Los Bañales cuyo boato se nos ha ido manifestando campaña a campaña en las cuatro últimas, este último verano también con piezas no sólo marmóreas sino también de bronce. El encargado de ejecutar esa disposición testa-

mentaria de Vitulo y de asistir a la dedicación de los monumentos proyectados en aquélla fue su liberto, portador del hermoso nombre griego Aesopus, y que, contento con su patrono, no sólo cumplió esmeradamente lo que aquél le había pedido sino que incluso complementó semejante donación cívica con una última estatua a su amo que obraría, acaso, flanqueando la principal, la dedicada al emperador Tiberio, el primero de los Julio-Claudios. El resto de la Historia es difícil de reconstruir peo tal vez fácil de imaginar y abre, desde luego, un panorama extraordinario y apasionante a la investigación en la que, ahora sí, Los Bañales está plenamente consolidado como yacimiento de referencia. ¿Fue Vítulo un caso aislado?, ¿colaboró de algún modo Los Bañales con la administración romana, por ejemplo, a partir del alistamiento de voluntarios a las unidades auxiliares del ejército, reservadas a población indígena?, ¿hicieron carrera política los descendientes de Vítulo cuando Los Bañales empezó, unos cuarenta años después de reinado de Tiberio, a funcionar como municipio?, ¿fue Vítulo nombrado patrono de la ciudad por su condición de benefactor de aquélla?, ¿hubo otros personajes como él que contribuyeran a ir dotando al foro de la ciudad del decoro y la ornamentación que exigía una ciudad que, precisamente, a partir de la época de Tiberio, se convirtió en un importante nudo viario? Son muchas las preguntas y, en muchas, desde luego, la respuesta se intuye afirmativa aunque también de difícil demostración. Pero, lo que Los Bañales ha vuelto a poner de manifiesto este verano es que cuando los textos antiguos callan son las inscripciones, y los restos arqueológicos los que hablan –¡y de qué modo lo han hecho en 2015!– para contarnos historias, historias de quienes –muy parecidos a nosotros pero hace dos mil años– vivieron en una ciudad muy simbólica para Roma y que, convertida en yacimiento arqueológico activísimo desde hace casi una década, con un gran y creciente apoyo institucional y un respaldo social envidiable y envidiado, va camino de convertirse –también casi veinte siglos después– en el reflejo de la grandeza de Roma que un día, en los tiempos de Vítulo, fue. En la mano de todos está que podamos seguir disfrutando del lugar y, sobre todo, dándole una vida –cultural y patrimonial– muy parecida a la que, durante más de cuatro siglos, le convirtió en una de las más hermosas ciudades de Roma entre el Ebro y el Cantábrico.

JAVIER ANDREU PINTADO Fundación Uncastillo/Los Bañales

Nº 47 | DICIEMBRE 2014

El mirador

XIV JORNADAS DE CINE MUDO Los cuentos en el cine mudo UNCASTILLO INVISIBLE La Semana Santa de Uncastillo

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VII CATA DE VINOS ¡Mi reino por una medalla! COLABORACIONES Embalse de Anás Los trabajos y los días Las plantas medicinales en Uncastillo LA HISTORIA Y EL ARTE La ciudad romana de Los Bañales, una ciudad abierta Petrus Fragus Aragonius et Unicastrensis El significado iconográfico de la fachada del ayuntamiento CON EL DEPORTE Hay gestos que no se explican …sólo se sienten

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Arriba, los galardonados con las Bocinas de Piedra de las XIV Jornadas de Cine Mudo, y en la foto de abajo, una de las rutas del Club de Senderismo “Os andurriales”.

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