La Ciudad de los Caminos Cortos, la ciudad sin el poder

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Descripción



Felipe Delmont
Esport-are il centro storico
Triennale di Milano Brescia
12 sept 2015

LUANG PRABANG
La Ciudad de los Caminos Cortos,
la ciudad sin el poder


Había una vez un príncipe… Fa Ngum, que al verse desterrado del imperio Khmer se instaló al norte de Laos, en pleno altiplano « rugoso » e inexpugnable, en tierras sin dueño de montañas y selva, de ZOMIA. Allí pudo fundar a salvo el reino de Lan Xang Hom Khao, del "Millón de Elefantes y la Sombrilla Blanca".
El millón de elefantes, animal difícil de someter, simboliza los indoblegables pueblos ocultos en aquellos inaccesibles terruños de libertad. La sombrilla blanca es símbolo que cobija, plaza pequeña y vacía en medio de dos grandes ríos, Luang Prabang. Alli, el príncipe que no quería ser gobernado, reinó a traves de sus relaciones personales con multitud de jefes locales. No podía el príncipe gobernar de otra manera, por carecer de los arrozales propios de tierras planas con que acumular riqueza y alimentar un ejército. De suerte que fue su espíritu libre y tolerante lo que le valió el respeto de sus vecinos de ZOMIA que lo adoptaron como digno representante de su independencia y libertad.
Su Palacio en Luang Prabang era el sitio de todos y de nadie. El sitio donde confluían dos ríos y la gente que acudía a intercambiar productos y opiniones, compartir sus maneras o simplemente a mezclarse como las aguas. Bajo el nombre de la sombrilla blanca que significa el lugar donde se aglomeran los pueblos vueltos barrios : la ciudad de todos, ciudad sin el poder, la Ciudad de los Caminos Cortos. Mal podía la frágil sombrilla erigirse como símbolo de conquista, explotación o dominación, ni siquiera de desarrollo.
Tiempo después, engolosinado con el poder el príncipe decidió trasladarse a una región mas dócil y productiva, la llanura de Vientiane, hoy capital del país. Los Lao Lum con sus arrozales le dieron el poder de mantener momentáneamente un ejército que pronto dominó los pueblos expuestos en la llanura, aguas abajo en la ribera izquierda del Mekong, al pie del altiplano. El millón de elefantes dejó entonces de estar coronado por aquella simple sombrilla blanca, dulce símbolo de amparo y confort. Un déspota ambicioso y armado posado sobre los elefantes y bajo la sombrilla, simbolizaba ahora su creciente poder. Este nuevo símbolo ya no representaba la ciudad orgánica, al servicio sostenible de múltiples terruños y de su gente, sino el de una capital pretenciosa, aunque obediente y sumisa, edificada como instrumento de explotación insostenible de los recursos de un pais que ya no era paisaje. Sin embargo, Luang Prabang siguió siendo de nadie y de todos. En su iconografía, la silla sobre los elefantes, permaneció vacía bajo la sombrilla blanca erecta en el perfecto equilibrio que le daba la voluntad de sus pueblos/elefantes de compartir un reino que seguia siendo paisaje.
Sobrevivió incluso al "protectorado" francés que en el siglo XIX le otorgó corte y protocolo a un rey, inventados en L'Ecole des Beaux Arts de Paris, con Palacio, historia, trajes y símbolos, escuela y casa para el maestro, prisión para los malos y hospital para los enfermos. Mucho esfuerzo y dinero, urbanismo y edificaciones para una colonia francesa que, creyendo gobernar, solo necesitó una docena de funcionarios para mantener las apariencias. Ni siquiera hicieron falta porque Luang Prabang y su paisaje se seguían gobernando solos. En orden y sin poder seguian habitando la ciudad gentes distintas, cual embajadores de un amplio territorio de donde provenían su economía y sus saberes, su lengua y su cultura, su historia y su riqueza, sus creencias y diferencias, con respeto y libertad.
Según Jean Michaud esos reductos de pueblos "cimarrones", pueblos prófugos, aprendieron a convivir en paz y tolerancia, desarrollando el arte de no ser gobernados. Pueblos, erroneamente designados como "primitivos" o "salvajes", que históricamente escogieron vivir al margen del estado, y así lograron la proeza cultural de establecer un orden al margen del poder.
Como ya lo entendia Pierre Clastres: "Lo que nos muestran los salvajes, es el esfuerzo permanente por impedir a los jefes, ser jefes. Es el rechazo de la unificación. Es el trabajo de conjuración del todos somos uno, del Estado. La historia de los pueblos que tienen una historia es, como se dice, la historia de la lucha de clases. La historia de los pueblos sin historia es, como se dirá con la misma verdad, la historia de su lucha contra el Estado." Llama Clastres "pueblos sin historia" a estos pueblos del antipoder, rebeldes y prófugos, en contraposición a los "pueblos con historia" que son los pueblos del poder, "civilizados" y dominantes.
Según James C. Scott, la dispersión física en terreno accidentado, prácticas agrícolas que facilitan la movilidad, junto a una voluntaria confusion de identidades étnicas, con una devoción por proféticos y oscuros líderes milenarios, y finalmente una persistente y extensa cultura oral, son las estrategias que los pueblos de Zomia han cultivado históricamente por permanecer, en orden y en paz, fuera del Estado y evitar la esclavitud, la recluta, el trabajo forzado, la epidemia, la guerra o el adoctrinamiento. Escondiéndose en una colina luego en una cañada, reinventando continuamente su historia y genealogías, borrando pistas en sus andanzas, siempre fuera aunque cerca del Estado.
En cualquiera de las numerosas micro-comarcas de la región cohabitan diversas etnias, en armonia aunque sin mezclarse, desde tiempos remotos hasta ahora. Sus gentes visten, hablan y rezan de forma diferente, viven en casas de arquitectura diversa aunque siempre livianas, fáciles de armar y desarmar, móviles. Es así como desaparecen de un día para otro, y pueden escapar fácilmente o eventualmente agregarse a la ciudad.
Esta suerte de aldeas, llamadas Ban, pasan raramente de 200 hogares, en cuyo caso se subdividen para formar otra aldea. El Ban constituye la unidad base del sistema de ocupación del territorio, estrechamente ligado a una economía rural. Cada Ban tiene una junta de jefes elegida por sufragio universal. Ejercen la democracia directa en asambleas abiertas, presididas por la junta, para discutir problemas comunes.
Cuando el Ban está a orillas de un río o cerca de su vega, es generalmente budista y se estructura alrededor de un monasterio, el Vat. El Vat además de lugar de culto es sobretodo plaza pública, sitio de encuentro, de enseñanza, de juego, de deporte y esparcimiento. Pertenece a la comunidad, no a los monjes o bonzos que sólo son sus huéspedes. La gente del Ban que utiliza sus espacios, lo mantiene. El Vat está abierto a todos, los bonzos viven a la luz pública con muy poca privacidad, comen lo que los vecinos les dan en un ritual diario de la ofrenda o "Binthabat". En el Vat los bonzos imparten consejos y enseñan religión, lengua, geografía, matemáticas y saberes agrícolas o del quehacer artesanal. Siguen los preceptos del budismo mas antiguo, - el Theravada, el del "pequeño vehículo", budismo perseguido, fugitivo-, cuya enseñanza propone como dogma el análisis y la introspección individual para salir, no del sufrimiento, sino, del desagrado.
En Laos no existe palabra para decir "ciudad". Lo que mas se le acerca es Meuang que significa dominio o poder, y por extensión, gobierno o Estado. El Meuang es entonces la pretension de gobernar una casual concentración de Bans que mantienen cada uno intacta su estructura rural en torno al Vat. Por eso la Ciudad-Meuang no pierde su escala humana. En Luang Prabang cada Ban o barrio se estructura alrededor de un Vat, como lo hacen los Ban rurales aislados en el paisaje. Esta estructura ha permitido que el budismo mantenga su fuerza e influencia en un país donde la autoridad única es el partido.
La combinación del "arte del no desagrado" - el "Dukkha" del Budismo Theravada -, y del "arte de no ser gobernados" - el "orden sin el poder" que tanto han cultivado los habitantes de Zomia -, es lo que ha preservado el valor ancestral de esta cultura.
En Luang Prabang, ciudad contenida en una homogénea heterogeneidad, ciudad en la ciudad, en todas sus partes, para todos y todo el tiempo, todo está cerca en todas partes, a distancia del peatón o de la bicicleta: el descanso, el trabajo y la diversión. Ciudad compacta con límites netos con su campiña, que preserva así un territorio de vida rural que es su ecosistema de vida, su base económica local, a escala humana. Es Ciudad de los Caminos Cortos.
Por eso en la salvaguarda de la diversidad que caracteriza al Patrimonio Mundial, tanto físico como inmaterial, viene al caso el ejemplo de Luang Prabang: ciudad que tiene su razón de ser en un territorio de vida propio, paisaje que le da sentido y razón a la ciudad, porque vive en estrecha simbiosis con ella. Se cuidan y se sostienen el uno al otro y así son mas. Ejemplo de urbanismo y gobernanza. Modelo de urbanidad. Ideal de Ciudad.
Hoy en el mundo la Ciudad y su paisaje se han separado, la ciudad ha abandonado su país. Vive de un mas allá despreciando el territorio que la constituía y por eso está perdida. Ha de refundarse en relación a sus territorios de vida, alcanzar la armonía sostenible entre el paisaje y sus paisanos, usando caminos cortos. La Ciudad de Los caminos Cortos, es la comprensión que tengo del mejor futuro de nuestras ciudades a partir de lo que me enseñó la ciudad de Luang Prabang.


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