La ciencia del crimen

July 23, 2017 | Autor: Lohitzune Zuloaga | Categoría: Criminologia, Seguridad Ciudadana, Código Penal 1890
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Descripción

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Deia – Domingo, 5 de abril de 2015

El Estado español tiene una de las tasas de criminalidad más bajas de Europa, que se ha reducido durante la crisis, pero uno de los códigos penales más duros. Foto: DEIA

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ÓMO convivir sin que nos matemos los unos a los otros. Eso es, precisamente, lo que estudian 240 alumnos en el grado de Criminología en la UPV/EHU: las interrelaciones que existen entre lo que se conoce como delincuencia, control social y victimización. “La idea principal es que si comprendemos las causas del delito podríamos disminuir el número de actos delictivos”, recalca Gema Varona, profesora de Criminología de la UPV/EHU. Pero, tal y como admite, es más fácil decirlo que hacerlo. “Tratar con personas es complicado y más cuando algunas conductas que analizamos producen mucho daño a la gente, como la violencia sexual”. Por ello, los criminólogos no se limitan únicamente a la intervención una vez acaezca el problema. Tanta o más importancia le dan a la prevención del acto delictivo y a la reparación y la reinserción de la víctima y el delincuente. “Al final, lo que intentamos es aportar soluciones más justas desde el punto de vista de los derechos humanos”, explica Varona. Medicina forense, derecho, psicología, antropología. “Para estudiar y tratar de resolver los problemas hay que abordarlos desde todas sus vertientes”, apunta Varona. Sin

Alrededor de 240 alumnos estudian en Euskadi el grado de Criminología de la UPV/EHU con el fin prevenir los actos delictivos y mejorar la intervención y la reparación de los daños en el caso de que estos se produzcan Un reportaje de Rubén Olveira Araujo

La ciencia del crimen embargo, añade que esa interdisciplinaridad, si bien es necesaria a la hora de entender la interrelación existente entre problemas complejos, también es un arma de doble filo. “Es complicada la salida laboral sin una especialización previa”. Aun así, resalta que el abanico de posibilidades no es menos importante: un criminólogo puede traba-

jar desde asesor en materia de control y seguridad de los ayuntamientos y de otras instituciones hasta de policía una vez haya opositado, y todo ello sin olvidar la seguridad privada o el peritaje criminológico. “Al no tratar únicamente la intervención, sino también la prevención y la reparación y reinserción, hay muchas vertientes por donde tirar”.

Pero para que todo este esfuerzo y formación dé sus frutos Varona opina que las autoridades también tienen que aportar su granito de arena y no mantenerse a la cola en esta disciplina. “En el Estado español tenemos una justicia que va a caballo cuando todo lo demás va en un coche de carrera”, critica. Una prueba, sin ir más lejos, sería Ley

de Enjuiciamiento Criminal, que data del siglo XIX. “Resulta inexplicable que no se haya modificado todavía”. Por no hablar de la carencia de medios que dificulta la adecuada investigación de delitos de cuello blanco, como la corrupción. “Hay que adaptarse a la realidad cambiante”. La criminología es una ciencia relativamente joven –su origen data del siglo XIX–, pero expertos en el tema como Varona aseguran suscita gran interés. “Pese a ser poco conocida, es innegable que la delincuencia y su estudio producen gran fascinación social”. Como ejemplo señala la proliferación de películas y series como CSI o los best sellers de crímenes. “Sabemos que nunca vamos a poder dar con una fórmula que explique de manera total la delincuencia, pero podemos minimizarla y, sobre todo, tratar mejor a las víctimas”.

DELITO COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL Lohitzune Zuloaga es una socióloga experta en políticas de seguridad, una de las ramas de las que se nutre la criminología. Según explica, lo que trata la sociología dentro de los estudios criminológicos es conocer los factores económicos, políticos y culturales que pueden servir para explicar el comporta-

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Deia – Igandea, 2015eko apirilaren 5a 5

OJO AL DATO

UNA JUSTICIA DEL SIGLO XIX ● Ley de Enjuiciamiento Criminal. Expertos en criminología como Gema Varona aseguran que en materia de justicia hay que adaptarse a la “realidad cambiante” y no permenecer mirando al pasado. “En el Estado español tenemos una justicia que va a caballo cuando todo lo demás va en coche de carreras”, critica. Como ejemplo menciona la Ley de Enjuiciamiento Criminal: “Resulta inexplicable que no se logre modificar cuando data del siglo XIX y la realidad presente no tiene nada que ver con la de entonces”. ● Un sesgo identificable. Según sociólogas expertas en políticas de seguridad como Lohitzune Zuloaga, el Código Penal tiene un sesgo muy identificable hacia los delitos que puede cometer una persona de clase social desfavorecida, entre otros. “En los últimos años todas las reformas penales han ido dirigidas a endurecer el terrorismo, la violencia sexual y la pequeña delincuencia, pero no la corrupción”.

Lohitzune Zuloaga SOCIÓLOGA EXPERTA EN POLÍTICAS DE SEGURIDAD

“La nueva reforma del Código Penal responde únicamente a intereses partidistas”

La criminología trata de comprender las causas del delito con el fin de minimizar la delincuencia y el número de actos delictivos Según los expertos, se necesitan profesionales que analicen de manera integral los actos delictivos y no desde una sola disciplina miento delictivo, las situaciones de las víctimas y los métodos de control social por parte de las instancias de poder. “Pero sobre todo hacemos balance e interpretamos el éxito o fracaso de las medidas de prevención de la delincuencia”. Para ello, los sociólogos entienden tales fenómenos no como algo inalterable, sino como procesos complejos compuestos por múltiples elementos; es decir, como aquello que las personas cometen fruto de un determinado tipo de condiciones. Como ejemplo, Zuloaga señala el delito: “Mientras que en el derecho es todo aquello que esté tipificado en el Código Penal, la Sociología trasciende esa visión y considera el delito una construcción social”. Otro tema que también considera de interés es el control social ejercido por parte de las instancias de poder: “Es importante observar y estudiar como se reacciona frente al delito”. Además de la sociología, una de las ramas que más interés suscita entre los alumnos según los propios maestros es la medicina forense –también llamada medicina legal–. “Por la naturaleza de la materia, los alumnos ven inmediatamente sus aplicaciones y el aula siempre está a rebosar”, comenta orgulloso, Francisco Etxeberria Gabilondo,

profesor de Medicina Legal en la UPV/EHU. Mientras que la criminología explica el por qué, la criminalística –ciencia a la que pertenece la medicina forense– estudia el cómo. Asimismo, Etxeberria argumenta que la medicina legal no trata únicamente la patología forense –las autopsias– sino que su marco de acción se amplía a la psiquiatría forense y la valoración del daño corporal de sujetos vivos. “No solo nos dedicamos a abrir en canal a los muertos, como la gente piensa”. El año pasado salió la primera promoción de criminólogos de la UPV/EHU y para este curso se espera que completen el grado 60 estudiantes más. Aunque según muchos profesores su salida al mercado laboral es “complicada”, Etxeberria se muestra optimista: “Se necesitan profesionales que revisen, analicen y reflexionen los problemas de manera integral”. Asimismo, abunda en que el resto de los profesionales, como los psicólogos o los médicos forenses, se han especializado tanto en su “parcela de conocimiento” que han perdido la visión del conjunto. “Y la realidad consta de todas las ciencias”. Para él, el punto fuerte de los criminólogos reside en que son profesionales multidisciplinares. ●

Lohitzune Zuloaga, socióloga. Foto: DEIA

Expertos aseguran que durante los últimos años todas las reformas penales han ido dirigidas a endurecer el terrorismo, la violencia sexual y la pequeña delincuencia, pero no la corrupción Rubén Olveira Araujo BILBAO – ¿Por qué se ha ido endureciendo progresivamente el Código Penal del Estado español hasta convertirse en uno de los más duros de Europa? Esa es una de las preguntas a las que Lohitzune Zuloaga, socióloga experta en políticas de seguridad, intenta dar respuesta en su libro El espejismo de la seguridad ciudadana: Claves de

su presencia en la agenda política. ¿Hay necesidad de reformar del Código Penal? —Desde un punto de vista criminológico y sociológico, no. El Estado español, junto con el resto de los países del sur de Europa, tiene una de las tasas de criminalidad más bajas del continente y, durante esta crisis, contrariamente a lo que se había pensado, han bajado incluso más. Sin embargo, tenemos una de las cifras de encarcelamiento más altas. Nuestro Código Penal ya es particularmente duro y aún lo quieren endurecer más, cuando no hay ni una demanda social ni un problema objetivo, atendiendo a las tasas oficiales. ¿A qué se debe entonces la nueva reforma? —Responde simple y llanamente a intereses partidistas. No fueron los medios de comunicación los

que pulsaron el botón del pánico a principios del año 2000. Por aquel entonces la situación de delincuencia no era un problema objetivo y ni la opinión pública ni los medios mostraban especial preocupación. Pero en ese año el PSOE perdió las elecciones generales e, inspirado en la política de Tony Blair, tomó la seguridad ciudadana como piedra angular de su agenda política. Posteriormente, en el 2003, el PP se apropió del problema y se convirtió en el nuevo garante de la seguridad ciudadana. Hasta ahora ambos partidos han competido por mostrar quién era más duro contra la delincuencia y eso es lo único que explica la nueva reforma del Código Penal. ¿Se ha endurecido para todos por igual? —En los últimos años todas las reformas penales han ido dirigidas en una misma dirección: a endurecer el terrorismo, la violencia sexual y la pequeña delincuencia. Con esta última me refiero a pequeños robos, hurtos, tráfico de drogas, etc. Pero otros delitos, como la corrupción, no han sido recogidos con el mismo peso. Después de todo, el Código Penal no es algo que venga de forma natural, sino que es creado por un grupo de personas, principalmente de sectores privilegiados, que deciden qué es delito y qué no lo es. El Código Penal tiene un sesgo muy identificable hacia los delitos que puede cometer una persona de clase social desfavorecida y no de clase alta. No es que los ricos no delincan, es que el tipo de delitos que cometen es diferente y no están tan penados. ¿Qué papel ha jugado la baza de la inmigración en todo esto? —Ha servido de chivo expiatorio. En el año 2003, el por aquel entonces ministro de interior, Mariano Rajoy, utilizó discursivamente la inmigración para justificar que las tasas de criminalidad habían aumentado. Aumentaron ligeramente, sí, pero por una causa circunstancial, no porque los inmigrantes hubieran delinquido más. Hay muchísimos estudios que demuestran que la asociación entre inmigración y delincuencia es muy compleja y no algo tan sencillo como decir que mayor inmigración va a acarrear mayor delincuencia. Se argumenta que hay un mayor número de detenidos extranjeros. —De detenidos y de encarcelados, es cierto. Pero la explicación no es que ser inmigrante te haga más proclive a delinquir, sino que el tipo de delito que se persiguen en el Código Penal tienen mucho que ver con los que cometería el perfil del inmigrante. Estos tienen que ver con la pobreza, con la exclusión social y con la vulnerabilidad, entre otros. Culpar al inmigrante es una manera fácil de escurrir el bulto y de darle a la ciudadanía una explicación sencilla sobre la delincuencia que en absoluto se corresponde con la realidad. ●

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