La Celestina de Fernando de Rojas (1499): Amores desencantados del Renacimiento

Share Embed


Descripción

La Celestina de Fernando de Rojas, o Tragicomedia de Calisto y Melibea (1499): Amores desencantados del Renacimiento Asher S. de Sadeleer Université catholique de Louvain noviembre de 2010

O

bra de numerosas ambigüedades, tan morales como contextuales de su escritura, La Celestina es un abanico de valores debatibles, entre cuales se puede destacar el amor. Pivote conceptual de la extensa Tragicomedia, se halla en cada página,

proteiforme como las versátiles mentes de los personajes, a veces dudoso como los demonios de Celestina, y por fin vilipendiado por Pleberio en eco a la voz del propio y astuto Rojas. De esta profusión de perspectivas puede emerger el amor en La Celestina a la luz de un nuevo realismo social, que bajo un barniz religioso supone la relativización, en contraste con la época anterior, del poder de sus lazos – y eso cualquiera sea su forma, entre las cinco aquí evocadas. Primero, el amor de los amantes sostiene un tono paródico a lo largo de la obra. El idilio de Calisto y Melibea se calca sobre el esquema de la cortesía medieval; sin embargo, el pequeño mundo de intrigas que hace prosperar no deja de rebajarlo. Los suspiros de Calisto fastidian a la alcahueta tuerta a que hizo su Cupido: “[c]esa ya, señor, ese devanear, que me tienes cansada de escucharte”1, se atreve a decirle. La imagen divina que tiene él de Melibea está dañada por las de sus servidores, de modo machista con las razones de Sempronio (“ella es imperfecta, por el cual defecto desea e apetece a ti, e a otro menor que tú”2), o mezquino con el recelo de Elicia (“¿Gentil es Melibea?[…]Aquella hermosura por una moneda se compra de la tienda.”3). Los criados y las prostitutas practican una sensualidad sin ambages, y mientras sus señores se libran a una seducción codificada, resulta irónico su efecto idéntico: “¿[c]ómo no miré primero el gran yerro que se seguía de tu entrada, el gran peligro que esperaba?”4 llora Melibea después de la visita de su amante, exasperando a los sirvientes. La amistad que Celestina intenta hacer compartir a los mozos de Calisto puede plasmar otra forma de amor desilusionado. Estamos lejos de la fraternidad ideal tal y como pudo 1

ROJAS Fernando (de), La Celestina, Tragicomedia de Calisto y Melibea, Burgos, Colección Worldwide Classics en http://www.badosa.com/, primera edición 1499, edición de 2006 por Alberto DEL RÍO NÚÑEZ, sexto auto, en http://www.badosa.com/bin/obra.pl?id=n266-09, línea 25 de Celestina. 2 Ibíd., primer auto, en http://www.badosa.com/bin/obra.pl?id=n266-04, l. 52 de Sempronio. 3 Ibíd., noveno auto, en http://www.badosa.com/bin/obra.pl?id=n266-12, l. 3 de Elicia. 4 Ibíd., catorceno auto, en http://www.badosa.com/bin/obra.pl?id=n266-17, l. 8 de Melibea.

1

figurar en las tradiciones de caballería. Se acuerdan los compadres en días buenos, y hasta el inconstante y manejable Pármeno quiere realzar su felicidad con la confianza de Sempronio después de su noche con Areúsa, debida a Celestina; pero cuando no pueden sacar provecho, se bajan las máscaras de la hipocresía. La codicia de los cómplices desemboca en sus muertes. Quedan las alumnas de Celestina para perseguir un ciclo de relaciones interesadas en las que solo importa engañar primero: pronto pasa así con el ingenuo Sosia, el jactancioso Centurio. También el amor filial está comprometido en la curiosa representación de la cual es objeto. Pervirtiendo a Pármeno para despojar mejor a Calisto, Celestina le pinta su madre como bruja aún más famosa que ella misma, tirándole por la ascendencia a este margen social que ella ocupa. El noble registro del honor familiar parece burlado aquí, ya que al mismo tiempo, la alta casta de Melibea dormita, siempre realizando con retraso la astucia de la vieja matrona a quien abre las puertas de su casa. “[Y]o sé bien lo que tengo criado en mi guardada hija”5 juzga la madre de la doncella, cegada y crédula hasta la amarga conclusión de la aventura. Una penúltima forma de amor en la obra es el del servidor por el amo, continuación del vasallaje medieval. En el prólogo, Rojas asevera su propósito de poner en guardia contra “malos y lisonjeros sirvientes”6. Al inicio fiel, Pármeno se vuelve contra a Calisto como el amoroso loco paga sus consejos con palabras injustas. El clivaje entre el señor y sus criados culmina en la cómica escena nocturna a la puerta de Melibea: mientras Calisto alaba el coraje de sus auxilios frente a su amada, éstos apenas se detienen de huir sin él. Pero no sólo de ellos viene la ruptura de los lazos de lealtad. Como lo nota otro sirviente, los amantes son “alegres e abrazados, e sus servidores con harta mengua degollados.”7 Calisto satisfecho se exhorta a sí mismo olvidar la ejecución de sus criados: “ningún dolor igualará con el recibido placer”8. A esta pérdida de respecto mutua entre clases, un remedio es una vida dura pero independiente; lo reivindica especialmente la prostituta Areúsa.9 Sin embargo, otra vez se vuelve irónico el relato cuando los amantes perecen a pesar del ayudo de un nueve par de mozos, Tristán y Sosia, que no sólo se muestran bravos en defensa de su señor, sino también parecen esbozar una amistad que tal vez hubiera redimido la concordia trucada de Sempronio y Pármeno. Por fin, el supremo amor puesto en tela de juicio en la Tragicomedia es bien el de Dios. El final dramático entonado por Pleberio quita al mundo todo sentido superior: “[y]o pensaba, en 5

Ibíd., decimosexto auto, en http://www.badosa.com/bin/obra.pl?id=n266-19, l. 2 de Alisa. Ibíd., Prólogo, en http://www.badosa.com/bin/obra.pl?id=n266-03. 7 Ibíd., catorceno auto, en http://www.badosa.com/bin/obra.pl?id=n266-17, l. 3 de Tristán. 8 Ibíd., catorceno auto, en el monólogo de Calisto (“Oh mezquino yo”, etc.), en: http://www.badosa.com/bin/obra.pl?id=n266-17. 9 Cf. ibíd., noveno auto, monólogo de Areúsa (“Así goce de mí que es verdad”, etc.), en: http://www.badosa.com/bin/obra.pl?id=n266-12. 6

2

mi más tierna edad, que eras y eran tus hechos regidos por alguna orden.[…]Cébasnos, mundo falso, con el manjar de tus deleites; al mejor sabor nos descubres el anzuelo”10. Las pasiones humanas están acusadas de florecer en “una valle de lagrimas”, cargo que concluye la obra. Vale la pena notar la ausencia de personaje clerical o de escena religiosa,11 salvo cuando se ruega por el éxito de Celestina, la manipuladora cuyos maleficios mismos parecen alumbrar en el corazón de Melibea el amor más teñido de absoluto de la historia. Su vida termina paradójicamente con un grito para confesión, que resuena sin respuesta en las desgracias que deshojan los sueños medievales: así, La Celestina gira una página clave de la historia literaria.

___________________________________

10

Ibíd., veinte y un auto, en http://www.badosa.com/bin/obra.pl?id=n266-24, luto de Pleberio. Con excepción en el décimo auto (ibíd. en http://www.badosa.com/bin/obra.pl?id=n266-13), al principio del cual Melibea le pide a Dios darle fuerza contra su pasión; oración que termina con una evocación de Calisto, y precede la entrada de Celestina quien provocará su renuncia de luchar contra su sentimiento. 11

3

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.