La Casa Pulideña: morada de historias y leyendas

May 24, 2017 | Autor: C. "Dr. Virgilio ... | Categoría: Património Arquitectónico, Historia de Barinas, Monumentos Nacionales, Venezuela
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Descripción

Nuestro PatrimonioH

La Casa Pulideña

morada de historias y leyendas Autor Edgar Pérez

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Casa Pulideña, hoy sede del Museo de Barinas Alberto Arvelo Torrealba ubicada en la ciudad de Barinas, Municipio Barinas, entre calle 5 de Julio y avenida Medina Jiménez, estado Barinas. Noviembre 2012. Fotografía: ©Samuel L. Hurtado C.

HACIENDO MEMORIA. Nº 6. BARINAS, NOV-DIC. 2012. ISSN: 2343-6026

Escritor, Investigador y Promotor Cultural

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En los comienzos del siglo XIX era ya emblema de la ciudad y aposento de una de las más importantes familias de la pujante Barinas de esa época. Erguida mansión de arquitectura colonial que ha estado desde su construcción unida a la historia de la ciudad con la fuerza de la mezcla real de sus paredes. Construida, según algunos estudiosos de la historia regional, por don Antonio Pulido y León, cuando ejercía cargos de Alcalde Ordinario de la ciudad y recién se había casado con doña María Inés Briceño, la nieta casi púber del Marqués de las Riberas del Boconó y Masparro y Vizconde del Pumar; amarrando con este matrimonio su destino de soldado de fortuna al de la ciudad que lo recibió unos años antes. Era don Antonio el primero de la saga, que luego haría historia, en estas tierras. Natural de Utrera, había llegado a América atraído por los que contaban los cronistas de india y persiguiendo fortuna como todos los que saltaban de España en pos de una América, en su imaginación, mágica e irreal. Dejaba atrás, sin embargo, la dilatada historia de sus ancestros. La cimentada leyenda adquirida en las luchas de la reconquista, las glorias contra los infieles; sin olvidar el escudo que bla-

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sonaba la familia Pulido: en campo de gules, un león rampante de oro; bordura de oro, con ocho cabezas de sierpe degolladas. Mansión blanca entre mansiones blancas; sería desde ese instante. Casa privilegiada hecha con mezcolanza de nobles elementos y “piedra granítica, de la misma que hace rodar el impetuoso Santo Domingo entre sus ondas” según afirmaba poéticamente don Lisandro Alvarado eran hechas las construcciones barinesas de esa época. De anchos corredores, muros elevados como los sueños de la emergente clase surgida en la ciudad; columnas cilíndricas, lisas, sin estrías que descansaban directamente sobre el piso o sobre un podio tal como era costumbre en la tradición toscana;amplios aposentos, balaustres de madera, patio andaluz, jardines olorosos a helechos y malabares. Ubicada a solo una cuadra de la Plaza Mayor, hoy Plaza Bolívar; próxima al Palacio del Marqués de Bocono y Masparro, hasta no hace mucho casa de gobierno del estado; al antiguo cuartel militar, hoy Casa de la Cultura “Napoleón Sebastián Arteaga”; y, la iglesia Matriz, actual Catedral de Barinas. Vecina, en fin, de la cuadricula privilegiada donde se asentaban en tiempos de la colonia

Casa Pulideña, hoy sede del Museo Alberto Arvelo Torrealba ubicada en la ciudad de Barinas, Municipio Barinas, entre calle 5 de Julio y avenida Medina Jiménez, Estado Barinas. Década del 80. Fotografía: Autor desconocido. Colección: ©Archivo Digital Junior Palacios.

las habitaciones y edificaciones públicas de los que por diversos manes y razones dominaban la vida y el palpitar de la ciudad. Luego sería el alma mater donde nacerían los primeros Pulido de la primera generación. Y desde entonces testigo de excepción de toda lo que tiempo después azotaría la ciudad: sus auges y caídas, el esplendor y la gloria, luego la ingrimitud y la clausura. En solo una década, los años que van desde 1800 hasta el grito de independencia, vendría el derrumbe y su historia, asociada a la ciudad como un tándem.

Residencia de Manuel Antonio Pulido

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Manuel Antonio Pulido y Pulido. Fuente: José León Tapia. La Saga de los Pulido. Caracas: Academia Nacional de la Historia, colección El Libro Menor, nº 196, pág. 62. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.

de la casa de la caballada puesto a órdenes para la causa de la guerra y la libertad por el Marqués de Boconó y el aprendizaje de José Antonio Páez, quien muchas veces gravitó como huésped de la casona,cuando el héroe de Mucuritas y el Yagual, trabajaba como peón en una de los hatos de la familia.

Asediada por el fuego Y con la diáspora, vino el abandono. Abandonada quedó, entonces: solos sus aposentos y corredores, a merced del deterioro que implica la dejadez de sus paredes, cerradas sus ventanales en eterna noche, anárquicos y sin concierto sus jardines y caminarías, asediada por el fuego de los incendios sus patios y techo, disminuida como muchos de los que aun caminaba por su frente, secretamente, eso sí, esperando en sus salones el tiempo del desquite. Hasta que en 1821 regresaron muchos de los que se fueron aventados por el huracán de la guerra tras la esperanza de la paz. Pero no todos

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Era en esos años ya residencia de Manuel Antonio Pulido, el primogénito de la primera generación. Uno de los barineses más influyente de la Barinas de ese tiempo. El tiempo barinés de antes de la guerra de independencia, del esplendor de una ciudad donde un crecimiento exponencial y violento la había llevado a convertirse, de casi un villorrio, unas décadas atrás, en una próspera y pujante ciudad que competía en todo con Caracas, la capital del país. Una ciudad que vivía la euforia de un desarrollo exponencial, económico y social; producto de que era una de las que en Venezuela con mayor eficiencia había acusado las política económicas de los Borbones; preocupados estos, en ampliar la base de la economía más allá de la minería, incorporando otros elementos de producción. Fue Manuel Antonio pronto ganado por el grito contra España. Y así como producto de una extraña dialéctica y bioquímica histórica desde 1810 (cuando se da el grito de independencia en Caracas y el eco llega a Barinas, el 5 de mayo), la alta y esbelta mansióncomo cuenta la prosa del doctor José León Tapia, sería abandonada por sus dueños. Aventados estos por la vorágine de la guerra, violenta e inmisericorde, por el deseo de ser libre y la única esperanza de asumir a pleno derecho su destino. Gestos y hechos emblemáticos precederían el asunto. La noche de la creciente de los muertos, donde se ahogarían parte de los habitantes de la casa, el baile en honor a Bolívar en 1813 en sus salones adornados de fiesta, el desfile al frente

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los que una década atrás fueron empujados por la guasábara bélica volvieron: Manuel Antonio Pulido, el del “Batallón sin nombre”, luego “Vencedor de Araure”, por ejemplo, había muerto lejos, en las Antillas, en ese otro llano que es el mar; el Marqués de Boconó y Masparro que en viaje a Caracas, por orden de Puy para embarcarlo a la prisión de Ceuta, murió en Guanare y fue empalado en la cárcel de esa ciudad. Y tantos otros que nunca retornaron. Quien si volvió fue José Ignacio Pulido Pumar, héroe de Junín para en los solares de la casa se encontrarse con sus ancestros y tratar de restablecer el auge perdido. Allí vivió mucho tiempo. Llegó a gobernador, presenció los inicios de la Guerra Federal, los asedios de las mesnadas de Zamora sobre la ciudad, el ascenso de su hijo a general federal y forjó una de las leyendas que forma parte de los haberes de la casa. El día que murió, en 1868, después de varios meses de sufrir una apoplejía, una banda de palomas blancas que alimentaba cada tarde con rutina y disciplina de retirado bajaron en bandada a despedirlo; posándose en el féretro que salía por el amplio portón; acto que inspiraría un poema de doña Atilia Arvelo, madre del poeta Alberto Arvelo Torrealba. General de División José Ignacio Pulido Pumar. Fuente: José León Tapia. La Saga de los Pulido. Óleo sobre tela de R. Avendaño. Colección: A partir de la muerte del viejo general Pulido ©Museo de Alberto Arvelo Torrealba. Fotografía: ©Samuel L. Hurtado C. Pumar, el hijo el general Pulido Briceño, se iría a vivir a Caracas, donde tendría alta figuración política y moriría bien entrado el siglo XX; así Heredarían los Canales, esta vez, la ruinosa como ya se habían marchado otro miembros de la casa; que ahora era centenaria. Pulido, también familia aventados por la guerra y buscando nue- eran los Canales, pero sin el apellido, por baravos horizontes sobre todo en los Andes. jos que a veces el destino somete a los hombres y las familias. Se cree que en esta época cuando fue Casa de Gobierno, sufrió modificaciones, aunque Un lugar lleno de historia guardando la estructura, cambiando solo los Volvió, entonces, la casa otra vez a ser pasto balaustres de las ventanas de madera por balausdel abandono y la ruina, aunque seguía en pie. tres de hierro. Un testimonio escrito refiere la situación dela casa Y otra vez vaivenes de la historia del país afecPulideña en 1871, a tres años apenas de la muerte tarían sus paredes. Con Castro y el predominio del general Pulido Pumar. Dice Catalina de Ruiz andino, la caída del liberalismo amarillo, acabaría Guevara que en un documento de la venta de un con la hegemonía de los Pulido. Pasando a ser inmueble en Barinas, asentado en San Cristóbal entonces patrimonio de Isilio Febres Cordero, el en 1871, se dice lo siguiente: “situada en la calle nuevo hombre fuerte del estado.Con este la casa principal de dicha ciudad de Barinas, encerrada seguiría siendo esplendora mansión, y escenario bajo los siguiente linderos; por el oriente con la de acontecimientos importantes para la ciudad. calle publica que la divide de la de los escombros Como cuando fue cuartel de la Libertadora, el que fueron del finado Manuel Pulido”. movimiento que encabezó Manuel Antonio Ma-

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Patio central de la Casa Pulideña, hoy sede del Museo Alberto Arvelo Torrealba. 9 de febrero de 2011. Fotografía: ©Samuel L. Hurtado C.

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Patio principal de la Casa Pulideña, hoy sede del Museo Alberto Arvelo Torrealba. Noviembre 2012. Fotografía: ©Samuel L. Hurtado C.

tos, apoyado por compañías petroleras, contra Cipriano Castro y como en ella, como referencia, cayó muerto el jefe de la rebelión, el general Barroeta, y centenares de muertos más que fueron sepultados en sus patios. O las inquietudes en sus corredores por las amenazas ciertas de algunos de los alzados como Maisanta o Emilio Arévalo Cedeño que combatían a sangre y fuego a Gómez, el eterno amo del poder. Después la apacible posesión de José Isilio Cordero y Francisca Contreras de Cordero “doña” Pancha, compartida con las largas estadías en Espinito, la fundación de Obispo, unida a la familia desde hacía mucho tiempo. El doctor José León Tapia, quien era sobrino de “doña” Pancha recordaría así como era la historiada casona en esos tiempos ya recientes: “Casa llena de historia, desde cuando fue residencia de la familia Pulido Pumar, de tantos sacrificios por nuestra independencia. La misma casa que con sus fan-

tasmas alucinantes ha formado varios capítulos de mis libros. Fantasmas que han estado conmigo desde cuando era un niño, en boca de quienes me contaban historias que de pronto invaden mi memoria, para con la fantasía recrear el relato”. Amplio zaguán de piso empedrado, anchos corredores de piso enladrillado e hileras simétricas de pilares redondos. Aposentos de grandes ventanales y patio central sembrado de claveles. Y en corral de atrás, las caballerizas y las aves de corral. En vida de José Isilio Cordero, un Buick largo y negro donde paseaba por las tardes, en compañía de su esposa, hasta el atardecer de canto de pájaros somnolientos. Con la muerte de la última dueña vino la incertidumbre del destino de la misma con las amenazas ciertas de que terminara convertida en un edificio moderno y extraño en ese escenario de la Barinas vieja.

Detalle de una de las paredes que conforman la Casa Pulideña, hoy sede del Museo Alberto Arvelo Torrealba, en el cual se puede apreciar su sistema constructivo. Noviembre 2012. Fotografía: ©Samuel L. Hurtado C.

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Declarada Monumento Histórico Nacional

En mayo de 1981 abre sus puertas como sede del Museo “Alberto Arvelo Torrealba”, pasando a ser epicentro de múltiples acontecimientos culturaHasta que 1976 el Congreso de la Republica, les, centro privilegiado de la barinidad y referencia por iniciativa y el esfuerzo de un grupo de gentes obligada en la historia de la ciudad. Un inmueble preocupados por su destino, solicita en sesión del unido umbilicalmente a Barinas, que ha caminado 13 de mayo, a la Junta Nacional Protectora y Con- con ella desde hace más de dos siglos y que es refeservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la rente real para encontrase con los buenos y los Nación que la Casa Pulideña sea Declarada Monu- malos tiempos de esta Barinas nuestra de cada día. mento Histórico Nacional. Se alegaba, con certera verdad, que había sido “habitación de los próceres de la Independencia Generales Manuel y José Ignacio Pulido, y de otros distinguidos barineses, habiendo sido incluso, casa de gobierno”. Se solicitaba, además, adquirir la casa por parte del Ejecutivo y LECTURAS RECOMENDADAS constituir en ella el Museo Histórico de los Llanos. TAPIA CONTRERAS, José León. La Casa de los Pulido. Barinas: Ediciones del Iampac, 2004. A finales de 1979 se inició la restauración.El Primera edición 1980. proyecto establecía una serie de normas técnicas, DE RUIZ GUEVARA TORRES, Catalina. “Contriburespetaba la esencia originaria de la casa y exaltación al estudio de la Casa Pulideña”. En: Actual ba el mejoramiento de las condiciones físicas; así (Revista de la Universidad de Los Andes). Mérida, como también perseguía adecuarla como sede del Nº 38, pp. 271-291. museo, respetando todo el pasado arquitectónico e histórico de la ciudad.

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Sala de Exposiciones del Museo Alberto Arvelo Torrealba. Noviembre 2012. Fotografía: ©Samuel L. Hurtado C.

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