La Casa del Tabaco (El Carpio, Córdoba). Un establecimiento neolítico en el interior de un meandro del Guadalquivir

June 14, 2017 | Autor: R. Martínez- Sanchez | Categoría: Late Neolithic
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Descripción

La Casa del Tabaco (El Carpio, Córdoba). Un establecimiento neolítico en el interior de un meandro del Guadalquivir ■ RAFAEL MARÍA MARTÍNEZ SÁNCHEZ1

En este trabajo queremos exponer parte de los resultados obtenidos en las actuaciones arqueológicas efectuadas en el interior de la península de la Huelga, área rode‑ ada por un pronunciado meandro del Guadalquivir y que engloba una plataforma sobreele‑ vada identificada con la tercera terraza del río. En concreto, presentamos los datos relativos a las primeras fases documentadas en un emplazamiento que muestra una ocupación dila‑ tada entre el neolítico y la Edad del Bronce. RESUMEN

Palabras clave: Estructuras siliformes, Neolítico Reciente, Vega del Guadalquivir

In this paper we would like to show some of the results of the archaeologi‑ cal works carried out within “La Huelga” peninsula, a raised platform that features the third river terrace level and surrounded by a sharp meander around the Guadalquivir River. Spe‑ cifically, data regarding the early documented settlement in this site is presented, which shows a long occupation among the Late Neolithic and Bronze Age. ABSTRACT

Keywords: Silo shaped pits, Late Neolithic, Guadalquivir River floodplain

Introducción El yacimiento de la Casa del Tabaco se encuentra en el término municipal de El Carpio, al norte del casco urbano de la localidad y en los límites de los de Villa‑ franca de Córdoba y Pedro Abad, al Este y al Oeste res‑ pectivamente. Su característica más notable reside en encontrarse rodeado y defendido en todos sus flancos (a excepción de su extremo Noroeste), por un meandro de lazo que engloba la llamada península de la Huelga, donde se halla el yacimiento, y que forma una doble curva junto al más conocido y encajado meandro de Alcurrucén (Pedro Abad). El emplazamiento aquí tra‑ tado se sitúa en una plataforma elevada sobre la margen derecha del Guadalquivir y su vega más baja, identificán‑ dose con la tercera terraza (T3), compuesta por un estrato de limos dispuesto sobre un paquete de grava y cantos cementados. La cota media de la superficie ocu‑ pada en la terraza se halla en la actualidad en torno a 140 msnm (Fig. 1). Los primeros vestigios de una ocupación prehistórica fueron detectados a partir de los trabajos de prospección previos a la construcción de una extensa planta termoso‑ lar (“Solacor­‑ 2”), obra prevista aprovechando la planicie de la llanura aluvial vecina al cauce del Guadalquivir. Los trabajos arqueológicos, consistentes en la apertura de sondeos a fin de determinar la extensión del yacimiento, su naturaleza arqueológica y su encuadre cronológico, se desarrollaron fundamentalmente entre los meses de

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marzo y junio de 2009. Como resultado, se pudo despe‑ jar una amplia superficie, superior a las 50 ha de terreno, en la que fueron localizadas una serie de evidencias de habitación humana dispersas entre al menos el IV mile‑ nio ANE hasta época romana. En particular, la ocupación propia del III milenio ANE consta por su extensión de especial interés, fase que muestra una mayor concentra‑ ción hacia el sector Noreste del yacimiento, en asocia‑ ción con algunos vestigios de fosos curvillíneos excava‑ dos en el sustrato (Martínez Sánchez, EP) (Fig. 1). Los testimonios documentados pertenecientes a la Prehistoria Reciente constan en su mayoría de estructu‑ ras negativas de planta circular, así como zanjas lineales, diseminadas en la práctica extensión del área interve‑ nida. La imposibilidad de asociar gran parte de las evi‑ dencias arqueológicas detectadas a una cronología pre‑ cisa, vino dada por los propios objetivos de la intervención de urgencia, limitada a la limpieza del horizonte edáfico en los sondeos y trincheras proyectados a fin de calcular la densidad y extensión de los restos, y sólo circunstan‑ cialmente a la excavación de alguna de dichas estructu‑ ras arqueológicas a fin de ajustar cronología. De esta manera tan sólo fueron intervenidas siete de forma par‑ cial y dos en su totalidad (entre más de 80 estructuras negativas detectadas durante los trabajos), a fin de proce‑ der a la caracterización cronológica aproximada del asen‑ tamiento, lo cual ha limitado enormemente el alcance de nuestras conclusiones. Tras la entrega y correspondiente estudio administrativo de nuestro informe (Martínez

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Fig.1 Situación y emplazamiento del enclave de Casa del Tabaco, junto al Guadalquivir. Abajo, a la derecha, la estructura 10.

Sánchez, 2009) y valorando las conclusiones finales extra‑ ídas tras el fin de actividad, el entorno del yacimiento fue finalmente excluido (y salvado al menos de momento) del proyecto de nivelación del terreno inherente a la construcción de las instalaciones termosolares.

La Fase 1 Ésta representa la primera fase de ocupación docu‑ mentada anterior al III milenio ANE, detectada en el extremo sur de la terraza (Fig. 1) tras efectuarse los son‑

deos 11 y 15. En el sondeo 15, pudieron detectarse dos estructuras de planta circular (estructuras 10 y 14) y una en forma de fosa alargada y de escasa profundidad (estructura 13). De ellas sólo la 10 pudo ser intervenida en su totalidad. Ésta representa una estructura circular de perfil ligeramente acampanado con un diámetro pró‑ ximo a 1,30/40 m y 0,45 m de profundidad, la cual con‑ taba con un agujero de poste excéntrico, situado en su sector oriental, de aproximadamente 0,30 m de diámetro y 0,20 m de profundidad. La total homogeneidad del sedimento que la colmataba, así como la reconstrucción de varias formas cerámicas halladas en su interior y

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cuyos fragmentos posteriormente remontados se detec‑ taron indistintamente tanto en los niveles superficiales como en posición vertical, sirviendo de calzo en el inte‑ rior del agujero de poste plantado en su base, obligan a plantear una colmatación repentina de dicha estructura, muy probablemente de naturaleza deliberada, y quizá relacionada con su condena tras la fijación del poste. Dentro del mismo sondeo (15), la estructura 14 cons‑ taba de un fondo circular, del que tan sólo pudo exca‑ varse su mitad norte, al quedar el resto bajo el perfil. Con 1,80 m de diámetro aproximado y 0,20 m de profundi‑ dad, contenía cierto número de fragmentos de elemen‑ tos de molturación en su interior, junto a restos cerámi‑ cos y líticos escasos. Por el contrario, la estructura 13 consistía en una zanja rectilínea de dirección Sureste­‑ Noroeste, con fondo en U y de la que se excavó el tramo detectado este sondeo. Su profundidad era escasa, con 0,15 m de potencia y 0,40 m aproximadamente de anchura, arrojando escaso material arqueológico. En el sondeo 11, que representó el sondeo más meri‑ dional de los proyectados, tan sólo pudo excavarse una cubeta de aproximadamente 0,80 m de diámetro y 0,30 m de profundidad (a la que denominamos estructura 3), la cual mostraba integrados una serie de bloques y ele‑ mentos de molturación trabados entre sí, algunos frag‑ mentados y en algún caso dispuestos en posición verti‑ cal, delimitando en apariencia una estructuración deliberada. Junto a la número 10 ya descrita, fue exca‑ vada en su totalidad.

Cultura material Industria Cerámica El material cerámico recuperado en esta primera fase, procede de las estructuras localizadas en los sondeos 11 y 15 (estructuras 3, 10, 13 y 14). Todos los fragmentos estudiados cuentan con desgrasantes inorgánicos, habi‑ éndose identificado macroscópicamente granos de cuarzo, partículas de mica y de calcita por este orden, siendo en su mayoría de tipo medio. En cuanto al tipo de fuego empleado, predominan cocciones irregulares. Los tratamientos de las superficies se decantan en su mayoría por el alisado sencillo (con el 81 % de los frag‑ mentos, seguidos a distancia por el bruñido (13 %) y por algunos ejemplos de espatulado, apenas el 4 %. Sin duda una de las características más destacadas de esta fase queda fijada por el empleo del engobe a la almagra, en algunos casos de destacada calidad, el cual se ha obser‑ vado sobre 32 piezas, entre fragmentos y piezas recons‑ truidas, algo más del 30 %. En la mayor parte de las oca‑ siones dicho engobe a la almagra precede a un cuidadoso bruñido o alisado de la superficie, no faltando ejemplos acompañados de un tratamiento más somero en donde el engobe interior (casi una aguada) queda interrum‑ pido en la mitad de la pared interna formando una franja

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horizontal (Fig. 2: 7). Las aguadas, excluyendo el caso anterior, se encuentran compuestas en su mayor parte por almagra, quedando representadas de forma testi‑ monial. Pese a la exigüidad del registro cerámico analizado, el porcentaje de formas reconstruidas ha resultado propor‑ cionalmente alto, debido a la existencia de varios reci‑ pientes fragmentados originalmente a proximidad o in situ y depositados en el fondo de la estructura 10. Todo el conjunto localizado en ésta y en la estructura 3, 13 y 14, se muestra desprovisto de formas carenadas o de infle‑ xión marcada. Las formas derivadas de la esfera parecen contar con especial protagonismo, como los vasos y copas esféricas de paredes sensiblemente rectas (Fig. 2: 7 y 8), de 100 y 150 mm de diámetro en el borde respec‑ tivamente, vasos globulares cerrados (un ejemplar con 130 mm de diámetro del borde) (Fig. 2: 9) y un gran vaso ovoide de perfil sensiblemente vertical (cerca de 300 mm de diámetro) (Fig. 2: 4). Contamos de la misma forma con un vaso globular achatado y perfil convergente, dotado de cuatro pequeños mamelones equidistantes de escasa proyección, situados bajo el borde (Fig. 2: 1). Por último, los vasos o copas esféricas se hallan representa‑ dos por dos ejemplares, de 140 mm y 150 mm de diáme‑ tro de borde (Fig. 2: 3 y 6), el primero de ellos dotado de un labio de sección circular, exhibiendo el segundo un mamelón de botón de escasa proyección bajo el borde. Todos los recipientes descritos muestran un neto engobe a la almagra, a excepción de las piezas 2, 4 y 6 represen‑ tadas en la figura. Las grandes formas de perfil en “S” se reducen a un solo ejemplar, un gran vaso de 250 mm de diámetro en el borde, de tratamiento espatulado y con un mamelón de lengüeta bajo el labio (Fig. 2: 2). Entre las formas cerra‑ das de leve cuello o botellas, contamos dos recipientes. El primero de ellos, procedente como en los tipos descri‑ tos hasta ahora de la estructura 10, se ha identificado a partir de varios fragmentos (Fig. 2: 5). Con unos 100 mm de diámetro en el borde, está dotado de un neto engobe a la almagra de calidad en su superficie externa, asociado a un ligero bruñido. El otro ejemplar, procedente de la estructura 14 y de casi 140 mm de diámetro en el borde, cuenta de la misma forma con un engobe a la almagra, de peor calidad que el anterior y asociado en este caso a un mero alisado. Por último, también contamos con los restos de un posible soporte de perfil entallado (paredes cóncavas) y superficie espatulada verticalmente con engobe a la almagra, el cual muestra una cocción defi‑ ciente, deleznable al tacto (Fig. 2: 10). Como único artefacto de arcilla, no relacionado a priori con producciones vasculares y quizá sí con la pro‑ ducción textil, citamos un creciente (o cuernecillo) frag‑ mentado, de sección sensiblemente aplastada y extremi‑ dad perforada verticalmente. Su cocción es muy deficiente, no conservando apenas rastro de la superficie original (Fig. 2: 11), por lo que no podemos excluir que se halle deformado por diagénesis.

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Fig. 2 Selección del material cerámico hallado en la estructura 10.

Industria lítica tallada En cuanto a la industria lítica tallada, ésta consiste tan sólo en 109 elementos líticos tallados. Como cabe espe‑ rar, la mayor parte de los elementos estudiados pertene‑ cen al sondeo 15, procediendo en su mayor parte de la Estructura 10. La materia prima predominante es el sílex, casi el 70 % del total (Gráfico 1). Aunque en general apa‑ renta gran diversidad, consistiendo fundamentalmente en sílex procedente de cantos y bloques de escaso tamaño típicos de niveles de terraza y depósitos secun‑

darios aluviales del Guadalquivir, contamos con algunas muestras evidentes de material típico del Subbético Medio, sobre todo relacionado con soportes laminares estandarizados. A éste le sigue la cuarcita (23 %), mate‑ ria prima dominante en el dominio geomorfológico local, a la que le suceden de lejos el resto de los materia‑ les utilizados, tales como el cuarzo entre otras, así como el cuarzo hialino. Ello muestra una industria supeditada a las materias primas de fácil disponibilidad en medios detríticos aluviales de la vega del Guadalquivir y entorno inmediato.

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Gráfico 1 Repartición de materias primas silíceas (lítica tallada) por estructura.

En todo el conjunto, prácticamente la mitad los sopor‑ tes es la lasca, con un total de 52 piezas (48 % del total). En este sentido, 33 de los talones conservados en estos soportes son lisos, seguidos aunque muy de lejos por los corticales (tres) y facetados rectos (dos), lo que eviden‑ cia una escasa preparación previa a la extracción de los soportes. Las piezas informes o chunks cuentan 17 pie‑ zas (el 16 % de total). Dos de estas piezas parecen respon‑ der a restos muy deteriorados de núcleos poliédricos de pequeño formato, estando repartidos de forma casi equi‑ librada entre el cuarzo, la cuarcita y el sílex. Junto a éstos se han contabilizado 11 astillas de talla, correspondiendo en su mayoría a fragmentos de sílex de escaso formato interpretables como restos de procesos de talla de escasa o nula caracterización tecnológica. Los soportes laminares recuperados representan en total 10 ejemplares (hasta el nueve por ciento), siete frag‑ mentos de lámina y una pieza completa junto a dos soportes de pequeño formato definidos como laminillas (Fig. 3: 4 y 7). En general, éstos destacan por su escasa tipometría, siendo en al menos cinco casos piezas de sec‑ ción trapezoidal y plena producción. Así la anchura de los soportes laminares se sitúa entre 10 y 14 mm, siendo en los tres ejemplares que muestran dos aristas paralelas (Fig. 3: 1­‑ 3), de entre 13 y 14 mm. De entre estas últimas, tan sólo en un caso conserva el talón (Fig. 3: 1), siendo facetado convexo (aunque con un angle de chasse recto). Este ejemplo se suma al de dos talones lisos documenta‑ dos tanto en un fragmento de lámina, como en una pieza completa (Fig. 3: 8), en ambos casos producto de una extracción por percusión directa o indirecta. Tan sólo una de las laminillas conserva talón, siendo éste en apa‑ riencia puntiforme (Fig. 3: 7). Si bien no contamos en ningún caso con estricto reto‑ que sobre láminas de sección trapezoidal (o al menos sobre sus lados), contamos con una muesca o escotadura directa proximal previa en el lado izquierdo de una pieza (Fig. 3: 3), la cual pone de manifiesto la voluntad de pro‑ ceder a una fracturación oblicua controlada de dicho

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soporte, probablemente como paso previo a una confi‑ guración instrumental ulterior (quizá geométrica). De la misma forma, una serie de levantamientos planos de morfología escamosa producidos desde los planos de fractura presentes en un segmento mesial de lámina de tres aristas y escasa tipometría (11 mm de anchura), dan cuenta de la presencia de piezas astilladas sobre lámina (Fig. 3: 6). En general, los soportes retocados o dotados de modificación instrumental son escasos, seis en total. Junto a la lámina astillada (écaillée) ya descrita (Fig. 3: 6), señalamos dos muescas sobre lasca, dos piezas sobre lasca con golpe de buril (Fig. 3: 11) y una lasca retocada en el lado izquierdo, simple y profundo cóncavo, for‑ mando una leve escotadura. Tecnológicamente, el análisis de la industria recupe‑ rada viene a apuntar la doble naturaleza de los conjun‑ tos líticos de este sector geográfico durante el Neolítico Reciente. En este sentido, si bien la colección se muestra escasa y poco representativa, podemos visualizar una subdivisión doble de los modos de talla. Así, se observa una industria lítica de escasa inversión técnica muy determinada por la disponibilidad de las materias pri‑ mas locales en cantos y bloques de escaso formato, y una serie de técnicas de talla laminar muy desarrolladas, ejemplificadas por las láminas y fragmentos de lámina de sección trapezoidal de dimensiones medias y realizadas sobre materias primas alóctonas. Para el primer caso, contamos con la ventaja (difícil de obtener, por otra parte en este tipo de contextos) de algunos remontajes proce‑ dentes de la Estructura 10 que nos han servido para ilus‑ trar los procesos técnicos seguidos en la elaboración de industrias cadena operativa corta. Por otro lado, las industrias laminares de cadena operativa larga han podido rastrearse tan sólo a partir de los productos industriales hallados (láminas de plena explotación), los cuales, lejos de ser abundantes resultan determinantes a la hora de aproximarnos a estos procesos técnicos de mayor complejidad. Comenzando por esta industria de gran sencillez o de escasa inversión técnica, observamos que el sílex es la materia prima más empleada, siempre en forma de can‑ tos o pequeños guijarros de origen local y presente en la vega y en las terrazas del Guadalquivir. Ésta se ejecuta mediante percusión directa con percutor duro, fenó‑ meno rastreado a través de núcleos discoides de pequeño tamaño (Fig. 3: 9) y cantos explotados de forma unidirec‑ cional o multidireccional. Un caso ilustrativo de esta explotación de carácter oportunista representa el remon‑ taje obtenido (en la estructura 10) entre una lasca espesa y un pequeño canto de sílex con un solo plano de percu‑ sión, el cual muestra la extracción unidireccional de las‑ cas con percutor duro. También se constatan dentro de este grupo esquemas operativos más complejos, resultado de la explotación de lascas o lascas laminares, con la eliminación de tabletas de reavivado (Fig. 3: 12), abriendo la puerta a una recon‑ figuración ulterior del núcleo. Uno de los posibles usos o

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Fig. 3 Industria lítica tallada: 6, estructura 3; 8, estructura 14; 7, nivel superficial sobre la estructura 14. 1­‑ 5 y 9­‑ 12, estructura 10

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reciclaje ulterior de estos núcleos de lascas una vez ago‑ tados tras una primera explotación, es su reconversión como núcleos de laminillas, de los que contamos con un ejemplo que no parece haber sido sometido a calenta‑ miento previo (Fig. 3: 10). En términos generales, el resultado de esta talla de cadena operativa corta, es una industria con soportes de difícil caracterización tipoló‑ gica, donde la lasca de mediano y pequeño formato representa el producto industrial dominante, exhibiendo un alto índice de corticalidad y no contando en esta oca‑ sión más que con un reducido número de soportes reto‑ cados, consistiendo en este caso en tan sólo muescas y alguna lasca retocada entre los ejemplos documentados. En cuanto a las industrias de alta inversión técnica, éstas tan sólo pueden ser caracterizadas por la presencia de fragmentos de láminas y laminillas de aristas parale‑ las. De los seis fragmentos de láminas prismáticas de plena producción, cinco muestran sección trapezoidal. Si bien resulta extremadamente complejo inferir conclusio‑ nes respecto a los esquemas operativos implicados en la producción de dichos soportes, la escasa anchura de los elementos recuperados (entre 11 y 14 mm para los todos los soportes estandarizados y 13 y 14 mm para los de sec‑ ción trapezoidal y dos aristas paralelas), así como la mor‑ fología del único talón conservado en una lámina de aris‑ tas paralelas (facetado convexo de ángulo recto), permite aventurar una extracción a partir de un núcleo con un alto grado de preparación previa (Morgado Rodríguez et Alii, 2008, p. 325). En lo referente a otros soportes laminares de plena producción y escasa estandarización, los dos úni‑ cos casos conservados presentan talones lisos, siendo obtenidos probablemente por percusión (Fig. 3: 8). Las laminillas conservadas (Fig. 3: 4 y 7), ambas de 7 mm de anchura, poseen un brillo característico fruto del calentamiento que comparten con un segmento laminar de mayor anchura (11 mm) (Fig. 3: 6), mostrando una de ellas talón puntiforme. En este sentido podemos plantear la presencia de una técnica diferente, sobre núcleos de pequeño tamaño (con no más de 50 mm de altura del plano de extracción) con tratamiento térmico previo, preparados para la extracción de laminillas o láminas de tipometría reducida. Dichos núcleos pueden correspon‑ der tanto otros de mayor tamaño agotados, tratados tér‑ micamente tras su reconfiguración a fin de extraer lami‑ nillas, como a protonúcleos preparados desde el inicio para tal fin. Por último, respecto a la materia prima empleada en esta industria laminar de alta inversión técnica, como viene siendo habitual para la extracción de láminas de ciertas dimensiones sobre núcleos con un esquema complejo de preparación, son necesarios bloques líticos en óptimo estado y sin fisuras, por lo que la materia prima empleada para dicho proceso no pertenece a la esfera local. Ello obliga de nuevo a volver la vista a las for‑ maciones litológicas del Subbético Medio como posible origen de parte de ella (Martínez Fernández et Alii, 2006, p. 298; Morgado Rodríguez et Alii, 2008, p. 315).

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Industria lítica no tallada Dentro de este grupo incluimos tanto artefactos líticos pulimentados, industria macrolítica, así como arteusos sobre soportes naturales. En este sentido, la mayor parte de los elementos estudiados corresponden a artefactos macrolíticos de amplia superficie activa relacionada con la molienda y con su carácter abrasivo y contundente, bases de molturación activas y pasivas con superficie de trabajo nivelada por uso, la cual muestra en algunos casos evidencias de “picado” (para reavivar el plano laboral). En su mayor parte corresponden a cantos natu‑ rales del entorno inmediato, siendo frecuentes los cantos ovoides de perfil oval de entre 200 y 300 mm de longitud, varios de los cuales aparecieron en la Estructura 3, inte‑ grados en una interesante trabazón de cantos y bloques. En este contexto precisamente se extrajo un molino rea‑ lizado en arcosa (arenisca molinaza) de destacadas dimensiones (414 por 297 mm, encontrándose incom‑ pleto), fracturado de antiguo en dos mitades, una de las cuales se halló situada a escasos centímetros de la otra y dispuesta en posición vertical. La superficie activa de dicha pieza se muestra ligeramente cóncava, probable‑ mente fruto de su empleo continuado. La mayor parte de los artefactos relacionados con la percusión corresponden a cantos naturales con estigmas concentrados en áreas polares o próximas a ellas, a menudo asociadas a marcas de abrasión en áreas latera‑ les. Dichos estigmas han sido suficientemente testados mediante estudios experimentales vinculados a la talla lítica (Beaune, 1997, p. 92). Erosiones perimetrales equi‑ parables, asociadas a trazas de impacto, pueden obser‑ varse en algunos cantos procedentes de la estructura 10, un ejemplar en cuarzoarenita, esférico y de tamaño menudo (cerca de 60 mm de diámetro). De rasgos notablemente diversos se componen otros elementos, realizados sobre rocas de gran dureza y frac‑ tura concoidea, que parecen haber desempeñado el papel de bujardas a través de acciones de percusión lan‑ zada. En este sentido se han observado elementos nucle‑ ares modificados en sílex y oligisto, con sus filos y contor‑ nos agudos redondeados y enmascarados por astillamientos producto de impactos reiterados, lo que puede indicar un uso por percusión posada sobre mate‑ rias duras minerales. Este tipo de instrumentos resultan del mismo modo susceptibles de haber sido usados sobre un yunque de piedra, o bien en el reavivado del plano activo de un útil de molienda (Beaune, 2000, p. 51; Morgado et Alii, 2008, p. 320­‑ 321). Por último, entre los artefactos pulimentados bisela‑ dos, tan sólo hemos detectado un fragmento de una pro‑ bable azuela elaborada en una roca plutónica (quizá dio‑ rita o cuarzogabro, entre otras) conservando parte del filo y hallada en el interior de la estructura 10, el cual representa con seguridad una lasca desprendida por impacto, probablemente durante la vida útil de la pieza. Junto a estos instrumentos líticos contamos con el

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hallazgo de varios fragmentos de hematites (hasta cinco piezas), procedentes del interior de la estructura 10. Dichos elementos presentan diversas facetas conforma‑ das por abrasión o pulimento ejercido contra una super‑ ficie abrasiva a fin de extraer el colorante, lo que los con‑ figura para poder ser utilizados a modo de verdaderos lápices. El óxido de hierro resulta muy abundante en el reborde sur del macizo hespérico en diferentes formas, asociado bien a fenómenos de modelado calcáreo sobre calizas paleozoicas (oligisto, goethita), bien en forma de nódulos en depósitos secundarios próximos.

Algunas puntualizaciones al registro Queremos finalizar con algunas puntualizaciones res‑ pecto a la ubicación cronológica de estos contextos, sin abandonar el enfoque descriptivo (y por tanto arqueo‑ gráfico) propio de este trabajo. En la Depresión del Gua‑ dalquivir parece asistirse entre fines del V y a lo largo de la primera mitad del IV milenio ANE, a una serie de cam‑ bios en la cultura material que fueron observados en pri‑ mer lugar sobre los registros estratigráficos obtenidos en cueva. Coincidiendo a grandes rasgos con una última fase de la clásica periodización tripartita de la llamada Cultura de las Cuevas o Neolítico Andaluz, dichas muta‑ ciones se apuntaron inicialmente sobre las producciones cerámicas. En estos recipientes, los cambios observados suelen resumirse en un “empobrecimiento” de la fase Media, a partir de la reducción de los tipos decorados, que tienden a descender a favor de las superficies lisas (Acosta, 1986, p. 141­‑ 142; Gavilán y Vera, 2001, p. 153). Las formas abiertas surgen con fuerza (Pérez Bareas et Alii, 1999, p. 488), formas que tenderán a mostrar carena o inflexión marcada a partir de mediado el milenio, dando lugar a todo un complejo material encabezado por las denominadas fuentes o cazuelas carenadas, exponente director de la llamada “Cultura de los Silos” (Carrilero y Martínez, 1982), Horizonte de las Cazuelas Carenadas (Enríquez y Gijón, 1989, p. 87) o Neolítico Atlántico Tardío (NAT) (Escacena et Alii, 1996, p. 243­‑ 265; Gavilán et Alii, 2009, p. 142). Parece ser a partir de entonces cuando las evidencias de grandes asentamientos de superficie sobre tierras bajas de vega y campiña, a nivel arqueológico compues‑ tos principalmente por concentraciones superpuestas de estructuras siliformes, comienzan a resultar abundantes. Uno de los primeros enclaves conocidos ocupado a par‑ tir de este momento es el de Papa Uvas (Aljaraque, Huelva), situado junto al estuario del Odiel. La ocupa‑ ción más antigua de este enclave (Fase I) se define por la presencia abundante de formas cerámicas abiertas y glo‑ bulares, incluyendo perfiles en “S”, una destacada fre‑ cuencia de superficies tratadas a la almagra y una espe‑ cial incidencia de decoraciones sencillas compuestas por una línea incisa situada bajo el borde indicado del recipiente, fenómeno también observado en otros

emplazamientos al aire libre del mediodía peninsular (Armbruester, 2006). De la misma forma, destaca por su especial significación en este primer momento, en com‑ paración con sucesivos episodios (fases II y III), la total ausencia de formas carenadas (Martín de la Cruz, 1985, p. 64­‑ 66; 1986b, p. 229). Esta fase, fue calculada inicial‑ mente por éste investigador en torno al 3200/ 3100 a. C., lo que viene a significar dentro del primer cuarto del IV milenio ANE (Martín de la Cruz, 1986a, p. 313). En los contextos analizados en la Fase 1 de Casa del Tabaco no ha sido posible realizar hasta el momento dataciones absolutas. La escasez de restos orgánicos, a excepción de una docena de valvas de unionidos (bival‑ vos dulceacuícolas), ha impedido obtener muestras para radiocarbono, ya que la muestra ósea seleccionada (Beta­‑ 944444) dio negativo en colágeno al encontrarse el fragmento notablemente lixiviado. Sin embargo, a juz‑ gar por los rasgos tecno y tipológicos de los recipientes cerámicos y líticos, consideramos estos contextos inclui‑ dos probablemente dentro de la primera mitad del IV milenio ANE, contemporáneos a la Fase 1 de Papa Uvas (Martín de la Cruz, 1986a, p. 313) o también entre la Subfase IIIB y IIIA de la Cueva del Toro (Antequera) (Martín Socas et Alii, 2004), segmento temporal que podemos asociar al conocido por algunos investigadores como Neolítico Tardío, por contraposición dentro de la amplia división del Neolítico Reciente, al Neolítico Final de las formas carenadas (Asquerino, 1987, p. 82; Pérez Bareas et Alii, 1999, p. 488).

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Área de Prehistoria, Universidad de Córdoba, PAI HUM­‑ 262. [email protected]

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