La canción del tomaco
Descripción
LA CANCIÓN DEL TOMACO Crónicas de viaje de una planta espiritual Federico Guzmán
Hombre tomate mujer tabaco. Dibujo digital. 2007
¡Hola! Ven, acércate y siéntate aquí. Me llamo tomaco, injerto de tomate y tabaco. Vengo del "Nuevo Mundo", donde he sido cultivado en todo el continente desde hace milenios. Dicen que pertenezco a la familia de las “solanáceas”, y que eso permite frutas de tomate y raíces de tabaco en mí. En realidad, soy la Vida misma, apareciendo en la Tierra como mata de tomaco. Ven, vamos a cantar a la luna llena. Nuestros labios cantarán a nuestros hijos, Y ellos otra vez a los suyos… Para que generaciones aún sin nacer puedan cantar a sus herederos. Ven, acércate y come mi fruta. Come tomaco. Bebe tomaco. Fuma tomaco. Cierra los ojos y observa las líneas de colores bailar. Sigue la canción. Sigue el calor...
Códex tomacum. Serie de 32 linograbados de 29 x 21 cm. cada uno. Edición de 30 carpetas, 2009
Desde el comienzo de la humanidad hemos sobrevivido con las propiedades nutritivas y medicinales de las plantas. Dicen que el número de especies vegetales en la Tierra se estima en 400,000, muchas de ellas desconocidas para los humanos. Mientras sólo una fracción han sido identificadas y categorizadas por los botánicos occidentales, podemos afirmar que muchas plantas desconocidas en Occidente son conocidas por los pueblos indígenas que conviven con ellas en su entorno natural. Todos estos pueblos ancestrales insisten en que su conocimiento de las medicinas vegetales proviene directamente de las mismas plantas y no de la experimentación por ensayo y error. Lo que es menos conocido es que muchas de estas enseñanzas de las plantas están en la base de descubrimientos modernos tanto en medicina como en alimentación.
En todas las culturas existe una tradición de percepción directa de la naturaleza a través de la inteligencia del corazón. Esta inteligencia es un flujo de conciencia, entendimiento e intuición que experimentamos cuando la mente y las emociones se alinean en coherencia con el corazón. Los estímulos eléctricos, electromagnéticos, magnetismos y radiaciones de un cuerpo pueden ser percibidos por una persona por resonancia. Descubrimientos recientes en neurociencia han demostrado que un 50 por ciento del corazón humano está formado por neuronas. El corazón es, de hecho, un cerebro en toda regla. La percepción centrada en el corazón puede ser extraordinariamente precisa y detallada en su capacidad para recoger información, tal como afirman los sabedores tradicionales e indígenas.
Cultivos de paz. Video instalación. La canción del tomaco. MEIAC Badajoz 2012.
Los chamanes que he conocido en Colombia y en España se distinguen por su elocuencia, su humildad y su sabiduría. Don Antonio Jacanamijoy, un venerable taita del Putumayo, explicaba cómo algunas personas se acercaban al conocimiento de las plantas para ahuyentar el infortunio o curarse una dolencia. Decía que estas personas venían a la planta siguiendo una llamada. Que no era uno el que decidía buscar la planta para curarse sino que era la planta misma la que lo llama a uno. Y que uno debe prestar atención para distinguir esa voz, que nos llama en sueños desde el mundo natural.
Raíz profunda mente cielo. Serigrafía/papel 24 tintas, 50 x 60 cm. Edición 50, 2015
El oficio del arte me ha puesto en el camino de las plantas. Avanzando en el camino, poco a poco, me he encontrado con gente-‐planta. Antiguamente no era tan raro que la gente se convirtiera en planta. Los antiguos sanadores vegetales conocían estas historias. Los viejos médicos sabían. Que este árbol era una niña, que esa flor había sido un niño. Esas cosas son verdad y su misterio todavía nos encanta. Dibujar plantas me conecta con la esencia de la vida. Creciendo como artista he pintado plantas de pequeñas a grandes. He dibujado semillas y hojas, plantado verduras y pintado árboles, he comido frutas y fumado flores. He dejado que las plantas dibujen a través de mí aquello que no se pensar. Dibujando me he dejado llevar y, en un momento mágico, figura y fondo se han intercambiado. He comprendido que no creamos el arte sino que es el arte el que nos crea a nosotros.
Pintando Fuego verde en mi taller de La Palmera 33, Sevilla 2008.
La canción del tomaco es un relato que dibuja las experiencias con una planta fantástica que se hizo realidad. El tomaco, injerto de tomate y tabaco, saltó a la fama en un memorable capítulo de Los Simpsons. En la fábula Homero se hace agricultor y vierte en la tierra mineral radiactivo. De manera accidental descubre el tomaco, un híbrido mutante de tomate y tabaco. Todo el que lo prueba se vuelve peligrosamente adicto. El tomaco es una droga poderosa. Justo cuando Homero está a punto de ganar cien millones de dólares con la venta del tomaco, unos aterradores animales adictos destruyen sus planes. Rob Baur, un agricultor y fan de los Simpsons de Oregon, probó a injertar tomate con tabaco en su granja produciendo el quimérico tomaco. La noticia se difundió por internet y así llegó a mis oídos el exótico nombre y la inesperada leyenda de la planta.
En el principio fue la COPIA…
Injerto 4 julio 2005. Finca Nueva Florida, Dos Hermanas, Sevilla.
En un recorrido de la ficción a la realidad, hemos copiado este invento para cultivarlo en nuestra tierra. El tomate y el tabaco pertenecen a la misma familia de plantas, las solanáceas, lo que permite su injerto y crianza en una sola mata. Aprendiendo su cultura lo hemos criado con cuidado en tierras de Andalucía, Extremadura y Colombia. Siguiendo la llamada de esta mata he aprendido que el tomate y el tabaco son plantas originarias de la cordillera de los Andes en Abya Yala, “la tierra en plena madurez” como la gente Kuna han llamado ancestralmente al continente americano, donde se han cultivado desde hace milenios. Uniendo su tallos y compartiendo su clorofila, las frutas de tomate crecen en raíces de tabaco, y funden sus nombres, mitos y genealogías. El tomate, sustancioso alimento, es el cuerpo; y el tabaco, planta sagrada y alucinógeno chamánico es el espíritu. El alimento del tomate y la medicina del tabaco coexisten discurriendo por su savia.
Especímenes de tomaco Libro facsímil del Siglo XVIII con dos especímenes del injerto de tomaco. 60 x 40 cms.
La arcaica “doctrina de las signaturas”, sostiene la convicción, presente tanto en la medicina antigua como en la medicina popular, de que las plantas, los animales o los minerales llevan a menudo sobre sí los signos que permiten conocer sus virtudes. Plinio el Viejo registra en su Historia Natural que en la medicina de su tiempo los órganos de los animales eran usados para tratar los males de los órganos humanos equivalentes. Se atribuye a Paracelso, enfrentado con la medicina galénica, la recuperación y nuevo impulso de esta teoría protocientífica, según la cual Dios puso en cada ser natural las señales necesarias para que, desde el principio, se conocieran sus virtudes terapéuticas. En una interpretación personal de esta teoría, imagino que la roja fruta del tomate es el corazón, y el metafísico tabaco es la mente. Me preguntaba si la unión de ambas plantas encarnaría la alineación de corazon y mente que me guiaría en la sabiduría. Tenía que probar en primera persona las propiedades del enigmático tomaco. Con esta semilla plantada en la imaginación comenzó todo el proceso.
Rama de tomate (Lycopersicum esculentum).
Hoja de tabaco (Nicotiana tabacum).
Los primeros injertos, Sevilla 2004.
Localicé plantones de tabaco en la localidad de Santa Fé en Granada y de tomate en Los Palacios, Sevilla. Así empecé a injertar las plantas en mi casa. Después de varios intentos fallidos, algunas matas agarraron e incluso llegaron a dar fruto. Animado por los resultados, en los meses siguientes pinté y dibujé al tiempo que compartía ideas con mis amigos: artistas, jardineros, antropólogos, y chamanes. En la primavera de 2005 y gracias a la invitación de Carlos Angulo surgió la oportunidad de ampliar la investigación con un cultivo de tomaco en su finca, la Nueva Florida en Dos Hermanas, una hacienda de olivar muy cerca de Sevilla.
Con la inestimable ayuda de José Gonzalez, un curtido hombre de campo, preparamos y abonamos el terreno; y tendimos dos líneas de unos treinta metros de riego por goteo para recibir cien injertos de tomaco en la roja tierra nazarena. Pedimos permiso a los dueños espirituales de este lugar y plantamos el tomaco. A lo largo de los meses de primavera y verano cultivamos y cuidamos nuestras plantas, viéndolas crecer con alegría. El huerto de tomaco se convirtió en mi taller al aire libre, recorriendo con deleite y criando con cariño a los habitantes de mi edénico jardín.
José González en la finca Nueva Florida, Dos Hermanas, Sevilla.
Desarrollo y crecimiento del proyecto a lo largo de los meses entre abril-‐septiembre 2005.
Una gran artista y amiga: Lara Almarcegui en el mato de tomaco, Dos Hermanas 2005. La naturaleza no se hace mejor por ningún medio si la naturaleza no hace ese medio; así, sobre ese arte que decís que se añade a la naturaleza, hay un arte que la naturaleza hace. Veréis, dulce doncella, unimos un esqueje más delicado a la cepa más silvestre y hacemos concebir una corteza de una clase más baja por medio de un brote de raza más noble. Es éste un arte que enmienda a la naturaleza –o más bien la cambia-‐ pero el arte mismo es naturaleza. William Shakespeare.
¡El tomaco está en Colombia! Artículo de La Chiva, Medellín 2007
Amigos en El mato de tomaco, taller de plantas artificiales de los Encuentros MDE 07 en el huerto ecológico de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín.
Al tiempo que mi huerto me hacía soñar, avanzaba en mis estudios. Leyendo a Pierre Clastres conocí la hipótesis de que la llegada histórica de la civilización, con la agricultura organizada colectivamente, la alfabetización, la división del trabajo en dirigentes, administradores y trabajadores, la religión autoritaria, la propiedad privada y los grandes ejércitos, en resumen, el advenimiento del Estado, llegó a través del fallo de organizaciones sociales precisas que durante decenas de miles de años habían funcionado para guardarse y disipar la acumulación y centralización de poder político. La humanidad moderna (desde el 4.000 AEC) ha inventado su propia ignorancia del profundo pasado humano y ha llamado, a aquello que lo superó y suprimió, historia.
La Bella Embalada, 2007. hierro, resina, fibra de vidrio y poliuretano policromado. 400 x 160 x 175 cms. Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Monasterio de la Cartuja, Sevilla.
Hoy en día, la base de la subsistencia humana ya no está amenazada por ejércitos feudales sino por un modelo industrial arrasador y por un puñado de multinacionales que expolian los recursos naturales. La tierra, el agua, los alimentos, las medicinas, las semillas, la biodiversidad, los recursos vitales de la naturaleza, se han convertido en mercancías sujetas a las rígidas leyes del mercado. Los agricultores, los ciudadanos, los consumidores críticos, y los defensores de la tierra están en la primera línea de una lucha de toda la población por defender el territorio, la soberanía alimentaria y la justicia social. Esta lucha se alimenta de las múltiples experiencias que, de forma descentralizada, están surgiendo en todo el planeta frente a la dictadura del comercio globalizado. Experiencias que, a pesar de las dificultades que tienen para sobrevivir, se están dando en todo tipo de economías y situaciones construyendo el bien común y las esperanzas para un nuevo modelo de sociedad.
La fruta revolucionaria
A pricipios del verano, el poeta y botánico francés afincado en Extremadura Michel Hubert me escribió una carta interesándose en el cultivo de tomaco en Dos Hermanas. Michel me explicaba en la carta su relación con las plantas y la dedicación de años a la herborización desde que recogía plantas con su abuela en el bosque de Boulogne. Su relación poética y política con el mundo natural se vinculaba a la convicción de que el arte y la ecología son caminos convergentes en la lucha por hacer más habitable nuestro mundo. Fue así como iniciamos un diálogo en torno a las plantas que nos llevó del arte a la ecología y de la poesía a la ciencia y al cuestionamiento de un sistema de desarrollo y organización social que está destruyendo la vida en el planeta.
Experimento de tabaco transgénico bioluminescente
Códex tomacum. Serie de 32 linograbados de 29 x 21 cm. cada uno. Edición de 30 carpetas. 2009
La primera visión que Michel me planteó fue la del injerto del tomaco como una intervención técnica en el mundo natural que por su carácter tradicional significa una crítica a la manipulación tecnológica de la ingeniería genética de hoy en día, al tiempo que un elogio del saber ancestral del horticultor y el jardinero y de una visión poética más que científica de la naturaleza. Mi crítica se dirige al carácter mercantilista de biotecnología, donde el beneficio económico es el factor que determina cómo y hacia dónde se orienta la investigación. Su objetivo es la industria farmacéutica y la agroindustria. En segundo lugar, cuando hablamos de biotecnología hablamos de patentes y de la privatización de unos bienes comunes como el patrimonio genético de las especies vegetales y animales. Los acuerdos comerciales internacionales están en camino de que un puñado de multinacionales sean propietarias de los principales elementos de la vida del planeta, comercializándolos de la forma y bajo el precio que quieran, habiéndolos sustraído arbitrariamente del saber tradicional y del común.
Tomacco Fields Are My Home, Acuarela y spray sobre papel. 152 x 204 cms.2004. Colección Bundesbank, Alemania.
Mientras continuaba nuestra conversación Michel también se mostraba interesado en la toxicidad del tomaco. Se preguntaba por los peligros de un camino al conocimiento del veneno y de la aún más peligrosa ignorancia; y a las peligrosas tentaciones de las adicciones, donde uno no se ha de dejar llevar por los cantos de sirena de la autodestrucción. El veneno o pharmakon (griego: veneno, o rey), la droga, es a un tiempo embriagante y sanador, medicina y brujería, reactivo químico y color de artista. Es también nuestro aliado, y nos habla. El espíritu del tabaco habla de una sociedad enferma, consumida por las adicciones que para sí misma ha creado. A veces somos como la palabra navajo chindi: fantasmas hambrientos. Cuando Carl Jung visitó a los indios pueblos en los años veinte, el caballero indígena con el que conversaba dijo: “vosotros los blancos sois como saltamontes hambrientos. Nunca os asentais. Llegais, devorais y os desplazais a otro campo”. Y dijo: “nosotros lo tenemos todo aquí, hemos llegado. Vosotros estais siempre desasosegados”.
Familia de la noche. Dibujo mural en tiza. La canción del tomaco. MEIAC Badajoz 2012. Foto Adam Newby
Las raíces de la vida. Dibujo mural en tiza. La canción del tomaco. MEIAC Badajoz 2012. Foto Adam Newby.
¿Está nuestra existencia tan atascada en su propio embrutecimiento que ha eliminado la capacidad de oír a la voz del mundo natural? Si nuestra cultura está enferma, y casi todos estarán de acuerdo, el camino de las plantas y la inteligencia del corazón ofrecen una vía posible y sensata a la curación. Este camino no es el del exceso o la mera recreación. Es sobre todo de la muerte. Una señora de un grupo desana explicaba al antropólogo Gerardo Reichel Dolmatoff que “beber yagé es la muerte”. Nuestros cuerpos son mortales es verdad, pero hay sistemas, leyes, ideologías y muros que limitan nuestro potencial de trascender. Las plantas tienen una llave. La muerte es tanto metafórica como literal. Algunos venenos de las plantas pueden matarte. Pero no si se usan responsablemente. La mayoría benefician el cuerpo de manera física y medicinal. El tipo de muerte que traerán esos venenos es el de la muerte del ego y la remisión gradual de una forma de vida, de vivir en desarmonía no sólo con las plantas sino con otros humanos también. La disolución de los yos fabricados que nos separan de los otros y del mundo natural.
Una noche tuve un sueño con el tomaco especialmente vívido, de los que los sufis llaman “sueños verídicos”. En el sueño, el tomaco es una decocción curativa que purga el cuerpo y limpia el alma. Al comer tomaco, su medicina entra dentro de mí en la forma de una serpiente enorme. Retorciéndose en mis tripas engendra una nausea incontenible. Sueño que mi alma se desprende del cuerpo y se remonta libremente. Me veo desde fuera levantarme tambaleándome. Al apoyarme contra un muro la nausea explota en un torrente de vómitos. Oigo los rugidos ancestrales de una bestia primitiva. Una y otra vez regurgito sufrimientos que desaparecen por una grieta del universo. Despiero al sueño de ser Esto: una mariposa que sueña.
Fuente Vida. Acrílico sobre papel, 80 x 100 cm. 2014
Un Yo sin yo. Ni eso, ni eso. No una cosa, sino lo Único que hay. Visión asombrada. Presencia intocada, existencia inexistente, inocencia indefinible. Sonido de grillos y ladridos. Canto de pájaro nocturno. Arpa vibratoria. Pozo aurático. Fuente sagrada. Matriz potencial. Una resonancia primordial de profunda interrelación. El universo en todas las cosas. El campo unificado donde nada es separado. Uno con mi dualidad, nosotr@s Todo lo Mismo. Consciencia inconsciente, natural como la respiración. Espacio sin fronteras. Eternidad sincrónica. Forma vacía. Rueda girando sin esfuerzo. Realidad sin pensamiento. Amor vacui. Ausencia de creencias. Consciencia visceral de no-‐dualidad, no separación. Naturaleza jugando. Vida bailando sobre agua, fresca e intrazable. Despertando al sueño comprendo que artista y creación son indistinguibles. Una mente compasiva que descansa en inmanente transcendencia. Silenciosa verdad irradiando luz feliz fuera del tiempo…
Flores de tomaco. Lápiz / papel. 29 x 21 cm. 2009.
Aparece un luminoso colibrí flotando en el arcoiris, absorbiendo el néctar más dulce de la flor-‐ espíritu. Sosteniéndose entre mundos en quietud dinámica. Naciendo y muriendo en cada instante, como el Fuego Sagrado. Fecundando la espinosa palma de chonta, el Árbol de la Vida. Puedo tocar el alma de las plantas. Un aura blanca que se extiende desbordando la forma y sus ramas me abrazan con amor. Unos seres de luz altísimos posan sus manos en las partes del cuerpo que han de ser sanadas. No estoy solo…, balbuceo. Y me susurran que siempre van a estar a mi lado. De pronto, soplan medicina en mi pecho y mi corazón estalla en mil pedazos. Me expando al infinito, desapareciendo en la noche. Convertido en espacio mi cabeza es el universo. Mis hermanos vomitando al lado están todos dentro de mí, sanando, cantando el alma del ser único, inteligencia colectiva, solo vida no dividida por la alucinación del ego.
Mamá Tierra. Óleo / lienzo. 67 x 100 cm. 2011.
Sutilmente vuelvo a mi cuerpo y al murmullo de los grillos en la noche. Tengo los ojos llenos de lágrimas y veo con especial transparencia. Me siento liviano y con un profundo agradecimiento a la vida. Doy gracias a todas nuestras relaciones, a nuestra familia, a mi madre y a mis hermanos, a nuestros amigos y compañeros de viaje. Doy gracias al Gran Espíritu, Arrutan todopoderoso creador del universo. A la Madre Cósmica, a la Tierra que nos alimenta, a la Pachamama, a todos los animales, a los árboles y las plantas medicinales que nos curan y al suelo que nos sostiene para caminar libres, disfrutando de cada paso. Agradezco al agua, a las nubes, a la lluvia, a las fuentes, al arcoiris, a las cascadas sagradas, ninfas y hadas guardianas de los ríos, para que nunca nos falte el agua pura a todos los seres vivientes. Agradezco al viento, a los espíritus del aire que nos dan el aliento. Al padre Sol que nos ilumina y calienta. A su luz que roza la oscuridad expandiendo la consciencia del planeta. Agradezco al fuego sagrado que brilla siempre adentro. El psicólogo y antropólogo Josep María Fericgla explica que, en ciertos estados de conciencia expandida, ésta adquiere un carácter dialógico en que el individuo puede observar cómo dialogan sus personajes internos, desde la distancia y sin sentirse personalmente implicado (que es lo que se practica en algunas meditaciones). Fericgla explica que uno puede resolver conflictos internos integrando las contradicciones al transformarlas en paradojas. “La contradicción consiste en ver los elementos del conflicto como opuestos y excluyentes, mientras que la paradoja sabe cómo hacerlos convivir e integrarlos en su vida. Como por ejemplo, la persona que sufre porque quiere ser ella misma y lo ve incompatible con su vida familiar. En la contradicción no lo ves posible; en la paradoja; sabes integrar y hacer convivir ambos objetivos en tu vida. Una forma para evaluar nuestro desarrollo psicoespiritual y si estamos evolucionando, consiste en observar cómo vamos transformando las contradicciones en paradojas”.
Pablo Lafita, agricultor, ecologista y gran amigo.
El trabajo continuaba y mi amigo horticultor Pablo Lafita empezó a asesorarme y ayudarme con los injertos. Su gran conocimiento de la ecología se sumó a la conversación con Michel que avanzaba y se ramificaba como un árbol. El destino nos tenía preparado el encuentro con otro hombre-‐planta muy especial. Michel había presentado el proyecto del tomaco a la Fundación Ortega Muñoz, que nos puso en contacto con el eminente ecologista Joaquín Araújo. Joaquín es una persona maravillosa que ha dedicado su vida a transmitir el amor y la sabiduria de la naturaleza a través de libros, conferencias, exposiciones, documentales, programas de radio y enciclopedias, además de ser un naturalista insurgente que ha sembrado innumerables bosques a lo ancho del paisaje de una vida. Joaquín nos recibió en su finca de Las Villuercas en Extremadura. Nuestro diálogo nos fue emboscando en la palabra a través de conversaciones, risas y descubrimientos que se desarrollaron a los largo de las cuatro estaciones. Rodeados de encinas, alcornoques, robles, castaños y acebuches caminamos conversando por un bosque mediterráneo original preservado de la historia. Sin embargo, como nos explica nuestro amigo, cada árbol que vemos ha sido plantado por él a lo largo de los años, en una sabia interrelación con el medio, al igual que ha sacado de la tierra cada piedra con la que ha construído la vivienda familiar.
Plantando con Joaquín Araujo en Las Villuercas
Cultivos de paz
“Vivir es aprender de lo viviente”. Goethe
Fruta del paraíso
Flor de amanecer
Hemos plantado el tomaco en este paisaje de armonía y lo hemos visto crecer con alegría. Mirando su recorrido en el tiempo imagino el paisaje de nuestros ancestros en Abya Yala y pienso en historicidades fronterizas diversas, en tiempos no marcados por la linealidad historicista de occidente. Temporalidades cíclicas, espirales, que tienen otra visión del tiempo, como en las sabidurías andinas, donde el pasado está adelante, porque es un tiempo vivido y conocido, y el futuro está detrás, en la espalda, porque es un tiempo que aún no nace. Recuerdo las palabras del anciano guaraní Karai Miri Poty recogidas por Patricio Guerrero Arias: “debemos aprender a ser puentes para una nueva existencia”. Es verdad, debemos trabajar comprometidos con la vida en la perspectiva de construir un paisaje social, ético, estético, político que nos permita hilar sueños, luchas y esperanzas. La existencia y la felicidad como horizontes de nuestro trabajo. Sumak Kawsay, el buen vivir, en idioma quechua, que nace de la alegría del corazón
Tomaco, 2007. Látex, goma espuma, alambre y caña. 160 x 90 x 200 cms. Huerto ecológico de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín.
Nos acercamos al final de nuestro viaje en la finca de Joaquín. Nuestro amigo evoca una vez más a los maestros con una hermosa cita de Goethe: “aprender de la vida es aprender de lo viviente”. Criar el tomaco en Las Villuercas ha sido la experiencia de un milagro que se fue revelando a lo largo de los meses. Ahora, bajo un cálido sol y en la paz más absoluta, oigo a un ruiseñor cantar. Su canto dice: cuando tus raíces abracen la tierra, cuando el agua bese tus hojas, cuando el sol alimente tus frutas y cuando te conviertas en hogar de animales, entonces te verás como el paisaje que eres, una gran trama de tramas, donde cada elemento es sagrado porque es indispensable para sostener la vida. Ahora comprendo que el destino de este viaje es regresar al lugar de donde provenimos. No cesamos de explorar y el fin de todo nuestro explorar será llegar a donde partimos, y conocer por primera vez nuestro lugar. Se acaba el verano y me despido de Joaquín, de Pablo, de Michel y del tomaco. El injerto vuelve a dar ahora semillas de tomate y de tabaco que crecerán en el mismo huerto la próxima temporada. La brisa acaricia sus hojas y el tomaco parece saludar: ha sido un abrazo de amor y conocimiento. Mis plantas seguirán creciendo libres en el paisaje de la vida.
Tomaco canta a Luna Llena y me llama con su voz Me enseña cantando al oído y directo al corazón Existes porque resistes en un campo de dolor Riégame con tu sangre, cúltivame con amor Sus raíces nuestros ancestros, sus frutas nuestro manjar Tomaco orgánico, enteógeno, permacultural La planta profesora enseña con amor Cantando suave al oído y directo al corazón. Tomaco bamba wote Pililli Narbona
Puedes ver el videoclip de Tomaco bamba wote de Moakara en:
https://www.youtube.com/watch?v=dTGuG770lIw
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