La caída de Osama o cómo esconderse bajo las ruedas de un tanque enemigo

July 15, 2017 | Autor: Othón Partido Lara | Categoría: US Foreign Policy
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La caída de Osama o cómo esconderse bajo las ruedas de un tanque enemigo Othón Partido Lara. Publicado en PueblaMedia. 3may. 2011. Aún más sorprendente que la ejecución de Bin Laden el domingo pasado, es el hecho de que el líder de Al Qaeda se haya escondido por cinco o seis años en Abbottabad, a unos metros de una academia militar y de ¡un campo de golf! En 2001, cuando Osama estuvo a punto de ser capturado en la zona montañosa de Tora Bora, en la frontera de Afganistán, escapó gracias a una competencia de sobornos entre el grupo terrorista y el ejército norteamericano para granjearse la complacencia de las tribus locales. Pocos imaginaban entonces que el líder fundamentalista optara por refugiarse en un poblado a menos de cien kilómetros de Islamabad, capital y centro neurálgico de una potencia nuclear como Pakistán, que se cree tiene entre 60 y 100 armas de este tipo. El paradero de Osama era un tema contencioso para Pakistán y Afganistán, naciones con relaciones extremadamente tensas entre sí y con Occidente. La inteligencia afgana aseguraba que el dirigente no se encontraba en su territorio, mientras que algunas contrapartes pakistaníes lo creían muerto o en la compleja orografía fronteriza, que el ex combatiente mujaidín dominaba por su experiencia en la guerra contra la Unión Soviética. Y aunque Estados Unidos da apoyo financiero a ambos, siempre sospechó de la confiabilidad de sus aliados regionales. La posición internacional de Pakistán hoy es tan incómoda como insostenible. Según el New York Times, el presidente Asif Alí Zardari, viudo de Benazir Buttho (ultimada en un ataque terrorista) es conocido como el señor “10 por ciento”, por las comisiones que cobra a particulares por la ejecución de obras. En una muestra de su debilidad, hace algún tiempo transfirió la potestad de las armas nucleares a su primer ministro, aunque el Ejército y no el poder civil, es el que realmente controla el arsenal y por lo visto, también la situación política. Se sospecha que Bin Laden pudo tejer complicidades entre sectores de la milicia y la inteligencia pakistaní, por lo que no sería extraño que existiera algún pacto con alguna facción gubernamental para conceder al jeque saudita un pequeño exilio, justo bajo las ruedas de un tanque, o un lugar donde nadie sospechara de su presencia. Por otra parte, es impensable que el financiero del 11/9, aceptara ocultarse en un lugar tan peligroso para su seguridad, sin tener suficientes garantías de que nada iba a sucederle. Sin embargo, no pudieron haberlo encontrado en peor lugar. Su estancia en Abbottadab entrañaba riesgos gravísimos a la seguridad internacional. Bien sabido es que

Osama pretendía adquirir pequeñas cantidades de material radiactivo para planear un ataque de enormes proporciones en alguna capital europea o en Estados Unidos. El caso tiene un ligero paralelismo con Pablo Escobar, quien hizo un acuerdo secreto con el gobierno colombiano para ser recluido en una prisión, a cambio de la promesa de no ser extraditado a la Unión Americana. La caída de Bin Laden tiene muchas más incógnitas de las imaginables. Algunos medios en el mundo, siguiendo a la televisión pakistaní, La Jornada entre ellos, cometieron el error de publicar una foto truqueada que se conocía desde hace un año en Internet. Hay muchas versiones contradictorias sobre el operativo de las fuerzas especiales norteamericanas. Aparentemente, el asalto se realizó sin el conocimiento de Pakistán, pero los helicópteros despegaron de pistas en ese país y aun no hay claridad sobre la delimitación de responsabilidades. Si EEUU quería hacer un manejo pulcro de la crisis, todos los ingredientes para el misterio se están dando, pues hasta hoy no hay una evidencia fotográfica de que el dirigente fuese abatido durante la operación. Seguramente la Casa Blanca decidirá muy pronto hacer públicas las evidencias gráficas para acallar rumores y sospechas que crecen inevitablemente. La pregunta relevante es qué sucederá ahora. En la magnífica cobertura de diarios como El País y The Guardian, se señala que Al Qaeda es muy flexible y heterogéneo, con una gran descentralización de mando y grupos regionales que actúan con autonomía. Especialistas como Jason Burke consideran que, más que un movimiento bien estructurado, la organización es una red unida por el fundamentalismo y una interpretación torcida del Islam, que al parecer no concita ya un respaldo decisivo por parte de las expresiones sociales por el cambio en el Medio Oriente. El golpe actual puede resultar decisivo para Al Qaeda. La mayoría de los dirigentes principales han muerto o están en la prisión de Guantánamo, con excepción del número dos, Aiman al-Zawahiri, considerado el cerebro de los ataques del 11/9 y autor del atentado contra el presidente egipcio Anwar el Sadat a principios de los ochenta. Se menciona sin embargo que al-Zawahiri no tiene el carisma o liderazgo de Bin Laden y es muy probable que la operación recientemente ocurrida facilite su captura. Cabe subrayar, que esta red terrorista podría tener gran capacidad de regeneración. Algunos de los dirigentes intermedios aun sobrevivientes son jóvenes que rondan los cuarenta años y aun podrían tener fuertes incentivos para continuar. Debemos recordar además que, como lo refleja la periodista Pilar Urbano en su libro Jefe Atta, sobre los atentados del 11/9, Osama Bin Laden tenía una función más importante como

patrocinador que como orquestador, de manera que Al Qaeda perdió capacidad financiera e ideológica, pero no necesariamente operativa. Aunque los medios de ejecución extrajudicial siempre dejan algunos sabores amargos, Barack Obama tuvo razón al señalar que el mundo es mejor sin Bin Laden. Además del ataque a la zona cero, su red patrocinó los atentados al metro en Madrid en 2004, Bali, Kenia, Tanzania, Indonesia, Yemen, Sudán y otros. En el mediano plazo, la disolución de Al Qaeda podría facilitar la retirada definitiva de EEUU de Afganistán y ser un obstáculo menos en el proceso de reconstrucción política en Medio Oriente. Tal parece que, con este indudable triunfo para el presidente demócrata, también se hace evidente que los operativos quirúrgicos son mucho más efectivos que las incursiones a gran escala, que emprendió Bush junior durante su periodo. En otras palabras, Obama demostró, en cuarenta minutos, la superioridad de su estrategia y tendrá muchas razones para sonreír.

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