La búsqueda de la belleza en La Meglio Gioventù

July 27, 2017 | Autor: Enrique Fuster | Categoría: Film Studies, European Cinema, Film Analysis
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Descripción

LA BÚSQUEDA DE LA BELLEZA EN LA MEGLIO GIOVENTÙ Enrique Fuster Pontificia Università della Santa Croce

La meglio gioventù es una película italiana dirigida por Marco Tullio Giordana a partir de un guión de Sandro Petraglia y Stefano Rulli.1 De una duración de seis horas (divididas en Primer y Segundo Acto), fue producida por la RAI y pensada originariamente para la televisión, pero el inesperado éxito del Festival de Cannes de 2003 —donde venció el Premio Un Certain Regard— hizo que se estrenase primero en las salas, en junio de ese mismo año, en dos películas de tres horas cada una, y que sólo después fuese transmitida por RaiUno en cuatro capítulos de 90 minutos, en diciembre de 2003. En España llegó a los cines en junio y septiembre de 2004, y en Estados Unidos fue distribuida en 2005 por Miramax. La película gozó de buena acogida por parte de público y crítica, y entre los múltiples premios que obtuvo destacan, además del mencionado de Cannes, los seis David di Donatello por Mejor Película, Director, Montaje, Productor, Guión y Sonido. El título proviene de una antología poética de Pasolini, que a su vez lo toma prestado a una canción alpina del tiempo de la primera guerra mundial: «Sul ponte di Perati bandiera nera, la meglio gioventù va sotto terra», referida a cómo esa mejor juventud durante la guerra es enviada a la matanza. En palabras del director, se trata de una generación que «ha vivido experiencias difíciles que la han confundido, y no siempre ha estado a la altura, pero ha conservado una especie de instinto, mezcla de generosidad e ilusión, y en este sentido es la mejor juventud» (Giordana, 2003).

El guionista Petraglia añade que la expresión es un modo de decir típico de Roma, irónico, para autodefinirse “los mejores” sin estar en realidad convencidos de ello (cfr. Petraglia y Rulli, 2007).

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Marco Tullio Giordana (1950, Milán) se estrenó como director en 1980 con Maledetti vi amerò!, pero su primer éxito no llega hasta el 2000 con I cento passi. Por su parte, Sandro Petraglia (Roma, 1947) y Stefano Rulli (Roma, 1949) gozan de amplia experiencia y prestigio como guionistas de televisión y cine, habiendo trabajado conjuntamente en la serie La Piovra y para directores como Bellochio, Moretti, Risi, Amelio o Placido.

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La película recorre casi cuarenta años de historia italiana a través de dos hermanos, Nicola y Matteo, desde 1966, cuando están empezando la universidad, hasta el 2003. Como argumenta Giordana, los dos han recibido la misma educación: «han tenido un padre liberal y entusiasta, que les ha transmitido el valor del riesgo, de la apuesta, del optimismo, de la capacidad de superar las dificultades; y una madre que les ha enseñado el rigor, además del valor de la literatura, la cultura, los libros. Su mundo moral y sus cualidades son las mismas: la curiosidad, la pasión, la generosidad... Pero es como si en uno estas cualidades floreciesen y en el otro se marchitaran» ( Giordana, 2003).

1. UN GUIÓN LENTAMENTE MADURADO El punto de fuerza del filme son estos dos principales personajes, los hermanos Nicola y Matteo, recortados sobre el fondo del período histórico reciente. La buena realización, eficaz y sensible, se apoya en un guión de gran nivel, sólidamente estructurado pero no episódico, con una trama unitaria, sin caídas de ritmo, muy ajustado y hábil en el manejo de los géneros: de la comedia al drama, al melodrama, a la tragedia. Las historias se engarzan entre sí y con la Historia de modo natural.2 El guión proviene de la idea, lentamente madurada por Petraglia y Rulli, de escribir una película sobre la década de los 70, en la que cayeron numerosos valores que en ese momento se pensó, equivocadamente, que serían fáciles de sustituir; años en los que se vivía mucho en grupo y a la vez se estaba muy solo y con multitud de problemas. Los eventos debían estar al servicio de los personajes, y no al revés. No se trataba de hacer un retrato de la Italia de esos años, sino de la vida de Nicola y Matteo en un determinado periodo. Por eso ciertos episodios se muestran de refilón y otros, que algunos considerarán importantes, ni siquiera aparecen (cfr. Petraglia, 2007). Al mérito del guión hay que sumar el acierto de la puesta en escena, fotografía y montaje, así como la calidad de las interpretaciones y la magnífica selección musical, en la que destacan las nostálgicas piezas Oblivion y Remembrance, del compositor argentino Ástor Piazzolla. Pero la película no sólo gusta porque esté técnicamente bien hecha, sino porque toca el alma y posee un atractivo universal. No apunta sólo al pasado, mira al presente. El espectador se identifica con ella, no con éste o aquel personaje, sino con el significado del conjunto: ese incumplido anhelo de belleza y el esfuerzo de vencer el mal con el amor.

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Los propios guionistas destacan, entre los referentes, Rocco e i suoi fratelli, de Visconti (por el modo de llegar a la tragedia griega, a través de una crónica de la emigración), e Imitation of Life, de Douglas Sirk (por las heridas sentimentales, los desgarrones del paso del tiempo y el conflicto al interno de una epopeya familiar) (cfr. Petraglia y Rulli, 2007).

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Propósito del presente ensayo es demostrar este punto, algo sólo posible una vez concluida la segunda navegación, 3 por usar una terminología cara al profesor GarcíaNoblejas; lo que requiere, en primer lugar, hacer el viaje con los personajes, para a continuación, desde el final, teniendo presente la totalidad de la obra, recorrer de nuevo el camino e intentar aprehender, de este modo, el escurridizo sentido del relato.

2. HISTORIA DE DOS HERMANOS La película comienza a principios del verano del 66 en Roma, en casa de los Carati. El padre, Angelo, trabaja como representante; la madre, Adriana, es maestra de escuela. Los hermanos Nicola (Luigi Lo Cascio) y Matteo (Alessio Boni) estudian respectivamente Medicina y Letras. La hermana mayor, Giovanna, ejerce de magistrado en Venecia. La pequeña, Francesca, tiene siete años. Nicola y Matteo están muy unidos pero son también muy distintos. Nicola es extrovertido y jovial; Matteo, un año menor, es inteligente y taciturno, amante de la poesía y la soledad. Matteo abandona un examen por discrepancias con el profesor, mientras que a Nicola el catedrático le redondea la nota del último examen con el “coeficiente de simpatía”. Al día siguiente deben partir hacia Noruega con sus amigos Carlo y Berto, y Matteo se presenta con la joven Giorgia (Jasmine Trinca), enferma mental a la que ha ayudado a fugarse del hospital para evitar el tratamiento de electroshock. Matteo convence a Nicola de que lleven a Giorgia a su familia, en Rávena, y después se reúnan con los otros dos en la frontera. Pero Giorgia es rechazada por su padre y posteriormente detenida por la policía. Desconsolado, Matteo vuelve a Roma y se enrola en el ejército, mientras Nicola prosigue solo su viaje por Escandinavia, donde conoce el movimiento hippie y tiene una aventura con una noruega. En noviembre, los amigos coinciden de nuevo en Florencia, adonde acuden para ayudar a limpiar la ciudad devastada por un aluvión. Matteo llega con el ejército. En ese contexto, Nicola se enamora de Giulia (Sonia Bergamasco); para estar cerca de ella, decide proseguir la carrera en Turín y convence a Carlo de acompañarle. En el 68 comparten piso con Vitale, un iletrado obrero sindicalista, y participan activamente en la protesta estudiantil. En el 74, Nicola es un joven psiquiatra que lidera el proceso contra un médico acusado de haber maltratado a sus pacientes mentales. Vive con Giulia y tienen una hija, Sara, 3

Como es sabido, Juan José García-Noblejas no usa esta expresión en el sentido de Platón, sino para indicar un modo de análisis temático del texto audiovisual, que une la poética aristotélica y la hermenéutica de Ricoeur. En la primera navegación el espectador se hace con las estructuras de la superficie de la trama narrativa y dramática; mientras que en la segunda, accede a las estructuras poéticas profundas del texto y lleva a cabo su apropiación y aplicación vital (García-Noblejas, 2004b, p. 76). Esto es, precisamente, lo que intentaremos hacer aquí.

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pero la convivencia entre ellos es difícil: Giulia se vuelve cada vez más radical, insatisfecha y agresiva, acercándose peligrosamente al terrorismo. En esa época, a Angelo le diagnostican un cáncer. Tres años después, Nicola encuentra a Giorgia abandonada en el sótano de un manicomio en pésimas condiciones, y la lleva a su hospital. En Palermo, Matteo —ahora policía— ha conocido a Mirella (Maya Sansa), aspirante a fotógrafa, presentándose como Nicola. Camino de Turín para visitar a Giorgia, decide pararse en Roma a saludar a su padres, pero al verlos caminar por la calle y notar el decrépito estado de Angelo, prefiere seguir adelante. Apenas llegado a Turín, reciben la noticia de su fallecimiento. Durante el funeral, Carlo —el amigo de Nicola— queda impresionado por la pequeña de los Carati, Francesca, a la que no veía desde hacía años y que ahora está a punto de entrar en la universidad. Poco después, Giulia abandona el hogar para unirse a las Brigadas Rojas; Nicola intenta impedirlo, pero ante su insistencia la deja ir. En la primavera del 80, Francesca y Carlo (que ocupa una buena posición en la Banca de Italia) contraen matrimonio civil. Familia y amigos se reúnen para la ocasión; sólo falta Giulia, que no ha vuelto a dar señales de vida. Vitale, el amigo sindicalista, muestra a Nicola la carta de despido de la Fiat. Luce una jornada espléndida y todos bailan despreocupadamente, pero se presagian tiempos difíciles. El Segundo Acto comienza en 1982. Transferido a Roma, Matteo se aloja en un apartamento sin informar a su familia. En una biblioteca reencuentra a Mirella. Comienzan a salir juntos, hasta que Matteo —que le sigue ocultando su nombre y profesión— desaparece sin dejar rastro. Pero Mirella averigua la verdad y la noche de fin de año se presenta en la comisaría pidiendo una explicación, que Matteo le niega con malos modos. A continuación, Matteo pasa fugazmente por casa de su madre, donde se halla reunida toda la familia; Nicola nota algo extraño en su mirada e intenta retenerlo, pero al final deja que se vaya. Matteo regresa a su piso y, tras llamar a Mirella —que no responde a tiempo— se suicida tirándose por el balcón. Mientras tanto, Giulia ha reaparecido para informar a Francesca de que su marido Carlo se ha convertido en objetivo terrorista, y ha manifestado su deseo de ver a Sara. Nicola concierta una cita en el Colosseo e informa a Giovanna —en esa época juez en Roma— para que le tiendan una emboscada. Detenida, Giulia recibe en la cárcel la visita de Nicola, que le propone casarse, pero ella no acepta. Desde entonces, Nicola no dejará de escribirle. En el 92, Sara es una bella joven a punto de marcharse a Roma para estudiar restauración. Nicola visita Milán para una pericia psiquiátrica y por la calle ve el póster de una exposición fotográfica con el rostro de Matteo. Instigado por Giorgia (que en ese tiempo, suficientemente curada, abandona el hospital) decide buscar a la fotógrafa.

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Viaja a Palermo y se reúne con Mirella en el mismo bar donde ésta y Matteo se conocieron ocho años atrás, y donde fue tomada la fotografía de la exposición. Mirella le confiesa que de su breve relación con Matteo nació un hijo, Andrea, con quien vive en Stromboli. Emocionado por la noticia, Nicola convence a su madre para ir a conocer a su nieto. Adriana pasa en la serenidad de Stromboli los tres últimos años de su vida. Cuando fallece, Nicola vuelve a la isla, reencontrándose con Mirella; se percibe entre ellos una atracción no declarada. En el 2000, todos se reúnen en la casa toscana de la familia de Carlo, recientemente construida por la empresa de Vitale. Ahí están Mirella y su hijo Andrea, y el novio de Sara (han anunciado su propósito de casarse). Como al final del Primer Acto, sólo falta Giulia, que trabaja cerca, en un archivo de Florencia. Tras consultarse con su padre, Sara decide visitarla y le anuncia que espera un hijo. En la casa de campo, apurado el último whisky de la noche, Carlo dice a Nicola que él y Mirella deben dejar de pensar en Matteo como un obstáculo, porque si no acabarán odiándolo. Al día siguiente, Nicola sale a dar un paseo con Mirella. Aparece Matteo, que los acompaña un trecho en silencio caminando entre los dos; en cuanto se esfuma, se paran y se besan. Noruega, primavera de 2003. Andrea visita con su novia los mismos lugares que Nicola visitó años atrás. Andrea y su novia toman una avioneta para ir al Cabo Norte. Las últimas palabras de la película, de una carta suya a Nicola —por la que se deduce que éste se ha casado con Mirella— representan una exaltación de la belleza. «Creo que tenías razón —dice a su tío—: todo es verdaderamente bello».

3. ITALIA, 1966-2033 Como hemos dicho, la saga familiar narrada por el filme tiene como contexto la historia reciente de Italia, desde 1966 hasta 2003. El espectador asiste a un carrusel de eventos célebres que han marcado ese periodo, cuya ambientación viene reconstruida con esmero a través de vestuario, música y decorados, pero también de las actitudes y modas ideológicas de cada momento. Comienza significativamente con el traslado de un pequeño televisor al coche, para llevarlo al lugar de veraneo: la televisión ocupaba ya un puesto central en los hogares de los italianos, que ese año seguirían con tristeza la eliminación del Mundial del 66 en Inglaterra en la primera fase, al perder el partido definitivo contra Corea del Norte por 1 a 0 (por las calles se ven pancartas que exaltan el nombre del centrocampista de la selección Bulgarelli). La película registra este momento, como también el de la victoria contra Alemania Federal por 3 a 1 en la final del Mundial del 82 en España. En los sesenta crece la sensibilidad ambiental: Giovanna conduce el proceso contra una fábrica acusada de contaminación. En su viaje a Noruega, Nicola habla con un joven de color fugado de Estados Unidos para evitar ser enviado al Vietnam, y descubre el 5

mundo hippie y la poesía de Ginsberg y su Howl. Jóvenes voluntarios llegan de todas las regiones para ayudar a limpiar Florencia tras el aluvión de noviembre del 66. Dos años después, los estudiantes toman la universidad de Turín, protagonizando violentos encuentros con las fuerzas del orden. Aumenta el descontento social, la posiciones políticas e ideológicas se radicalizan, nacen las Brigadas Rojas. El psiquiatra Franco Besaglia (de quien Nicola se considera discípulo) inspira la ley del 78, que abolirá los manicomios y promoverá notables transformaciones en los tratamientos de los enfermos mentales. En mayo del 74, un periódico da noticia de la muerte de Duke Ellington. En el 80 hay que reconstruir el tejido industrial y la Fiat anuncia despidos masivos. En el 82 el cantante Gianni Morandi presenta en televisión el programa de fin de año. En los 90 estalla la campaña Mani Pulite, expresión que designa una serie de procesos contra la delincuencia de la clase empresarial y política, que sacaron a la luz un complejo sistema de corrupción conocido como Tangentopoli. En mayo del 92 el juez Giovanni Falcone, exponente de la lucha contra la mafia, es brutalmente asesinado con su escolta en Palermo. Los carteles, las vallas publicitarias, o las canciones de la banda sonora son también parte de la cuidada ambientación histórica. El desfile de los títulos de apertura viene acompañado por The House of the Rising Sun, en la versión de The Animals. En las verbenas del 66 suena todavía Ain’t that a Shame, de Fats Domino (1955), junto al más reciente éxito de Mina Ora o mai più (1965). Pero no se busca tanto la fidelidad histórica, como evocar el momento: en el jukebox de un bar, en el 66, Matteo y Giorga escuchan A chi, de Fausto Leali, que saldría en realidad al año siguiente. Y cuando Matteo y Mirella se reencuentran en una biblioteca de Roma en la primavera del 83, la canción que suena mientras se despiden, tras haber conversado y compartido una manzana en el parque, es Who Wants to Live Forever, de Queen, registrada en el 85 y presente en el imaginario colectivo por haber pertenecido a la banda sonora de Los Inmortales. 4 Mientras que la película que Giulia ve en un cine, de nuevo en el 83 —de la que sólo nos llega la música—, es Los paraguas de Cherburgo, estrenada en 1964.5

4. MATTEO, EL DETONANTE «Matteo es el elemento dramático más fuerte de la historia» (Petraglia y Rulli, 2007). En cierto sentido, es el detonante. En el primer tercio de cada capítulo es el principal protagonista, antes de que Nicola tome el relevo. Matteo posee una personalidad compleja y contradictoria: huye de su familia pero hace todo lo posible por encontrar al padre de Giorgia; parece no interesarse por la vida, y sin embargo se bate, como militar o policía, por una sociedad más justa (cfr. Petraglia y Rulli, 2007). En él se confrontan el deseo de independencia —asegura a su hermana Chicca que nunca se casará— con la 4 5

Highlander, dirigida por Russell Mulcahy en 1986. Le parapluies de Cherbourg, dirigida por Jacques Demy, con música de Michel Legrand.

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necesidad de afecto, que intenta colmar con encuentros epidérmicos e insatisfactorios (como los ocasionales con las meretrices). No acierta a encauzar su relación con Giorgia, que le hace explayarse y abrirse como ninguna otra criatura; ni con Mirella, a quien en el fondo teme convertir en una desgraciada. Matteo se siente incomprendido. Vive con la rabia dentro. Es un perfeccionista incapaz de aceptarse. Según Giordana, mientras que «Nicola tiene dentro de sí una especie de orden automático, Matteo está dominado por el caos, por eso busca el orden obsesivamente. Entra en la policía para ser gobernado por las reglas, por la comunidad, para esconderse en el grupo, en el uniforme, en el color verde-gris de la divisa» (Giordana, 2003).

Matteo ve el mundo y a todos desde fuera, como un espectáculo del que él no puede formar parte, como si le estuviese vetado participar en la felicidad que gozan los otros. Mirella le espeta que por eso le gustan los libros, porque uno un libro lo puede cerrar cuando quiera, la vida no. Te equivocas, responde él. Y luego, como para corroborarlo, se suicida.

5. NICOLA, LA CONCIENCIA Si Matteo sustancialmente no cambia (comienza como un personaje oscuro y se va empecinando cada vez más en su oscuridad), Nicola sufre a lo largo de la historia una evidente transformación, exteriorizada en su rostro, en la pérdida de la sonrisa y de la jovialidad, en la mirada seria más allá del envejecimiento natural causado por el paso del tiempo. Al principio es un joven despreocupado y un tanto superficial, a la búsqueda de aventuras y novedades: la casa en el mar mencionada en la verbena, el encuentro con la prostituta, el momento hippie, el episodio fugaz con la noruega... Luego, las duras experiencias lo llevan a replantearse el concepto de libertad. Se arrepiente de no haber impedido marcharse a las dos personas que más amaba: Giulia y Matteo. 6 De no haber percibido, como amigo ni como psiquiatra, que en ese momento ellos en verdad querían, necesitaban, que alguien les parase los pies, aunque no fuesen capaces de expresarlo: «Pensaba que cada quien tiene el derecho de vivir como le parece, ¿pero qué libertad es morir?». Con el desencanto su visión adquiere profundidad, un sentido más realista y auténtico de las cosas. Por ejemplo, se da cuenta —gracias a sus padres, cuya fidelidad admira y envidia— que no es indiferente casarse, y por eso le propone a Giulia el matrimonio. 6

En los dos casos se antepone entre ellos y la puerta, pero luego cede, por un mal entendido respeto a la libertad ajena, tal como posteriormente reconocerá.

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Si Matteo es el detonante del relato, Nicola es la conciencia, quien juzga y reacciona. El espectador asiste a la historia sobre todo a través de sus ojos. Con él experimenta la nostalgia por lo perdido en el camino, la desorientación y la fragilidad ante el mal, la fortaleza de la amistad y de la familia, la facultad regeneradora del perdón. Y el inconmensurable anhelo de belleza.

6. CUATRO MUJERES Por motivos de espacio no podemos ocuparnos de algunos personajes secundarios de relieve, como los padres, Angelo y Adriana, la hermana mayor Giovanna, Carlo, Vitale o Sara. Nos centraremos, sin embargo, en cuatro mujeres que hacen de contrafuerte al protagonismo de los dos hermanos: Giulia, Giorgia, Mirella y Francesca. Giulia es muy parecida a Matteo. Tampoco ella se soporta. Y también ella es una perfeccionista: deja de tocar el piano porque no es suficientemente buena. Como Matteo, se asfixia en el día a día del hogar, y por eso escapa de la familia. Siente la necesidad de mirar lejos, a la sociedad, al mundo... que desea transformar mediante la lucha armada. Lo que Matteo busca en el ejército, lo busca ella en el terrorismo: no pensar más, obedecer a un superior, actuar. Basta tener fe ciega en que esa es la solución, el único modo posible de cambiar las cosas. Pero abrazar las Brigadas Rojas la lleva a enajenarse, a alejarse de sí misma, a convertirse en una desconocida para ella y para los demás. Por fortuna, la ideología no logra aniquilar todo lo que en ella hay de humano... y al final será capaz de reaccionar, aunque sea tímidamente, gracias a la confianza mostrada sucesivamente por Francesca, Nicola y Sara. Al ser perdonada por los demás, Giulia es finalmente capaz de perdonarse a sí misma, de aceptarse y aceptar la cercanía de los suyos. Según el director, Giorgia no materializa la figura del loco, sino del amor imposible que ninguno de los dos hermanos se atreve a confesar, de ahí que su personaje venga asociado al tema musical de la película de Truffaut Jules et Jim, compuesto por Georges Delerue.7 La voluntad de Giordana era crear un personaje distinto del prototipo de loco, sin la mímica exagerada con la que habitualmente son representados estos personajes. Alguien desequilibrado, pero de quien decir que está loco resultaría un tanto excesivo. La primera vez que la ve, Nicola comenta: «No está loca, tiene la mirada inteligente». En esta línea se sitúa la decisión de renunciar al maquillaje, al que a menudo acuden las enfermas mentales en el vano intento de conservar artificialmente la juventud. Por otro lado, el hecho de que Giorgia casi no envejezca pretende transmitir la idea de que la enfermedad la ha conservado inocente, niña (cfr. Giordana, 2003).

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Se trata concretamente de la pieza titulada Catherine et Jim.

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Mirella exhala una alegría de vivir contagiosa, que atrae primero a Matteo y luego a Nicola. Por temperamento se asemeja al Nicola joven. Mientras que la sensibilidad, el gusto por la fotografía y los libros, la acercan a Matteo. No sabemos mucho de ella ni de su pasado. La chica de Stromboli queda envuelta en un halo de misterio. Pero sabemos lo suficiente para que el personaje funcione, enganche nuestro interés y haga avanzar la historia. A propósito de la hermana pequeña, Francesca (o Chicca), el guionista Stefano Rulli comenta que le gusta mucho porque podría haberse convertido en una grande arqueóloga, haber viajado por el mundo, y sin embargo decide tener hijos y ocuparse de su familia (cfr. Petraglia y Rulli, 2007). Ella y Carlo constituyen un neto contraste, una isla de «normalidad» en medio de todo el caos que los circunda y su historia es la que más se asemeja a la aventura matrimonial y familiar de Angelo y Adriana.

7. AUSENCIA DE “PIETAS” Y LA BELLEZA QUE SALVA En toda esta epopeya, la amistad se impone como el bien más apreciable y presente desde el principio, la más clara tabla de salvación ante las marejadas y los posibles naufragios de la vida. Los amigos están siempre ahí, nunca le fallan, a Nicola. Incluso su relación con Matteo puede considerarse, en el fondo, una relación de amistad fortalecida por los lazos de la sangre. También la institución familiar ocupa un lugar central en el relato, atravesándolo de inicio a fin. Nicola se va a vivir con Giulia sin casarse con ella y Carlo se casa con Francesca sólo civilmente; pero Nicola envidia la fidelidad de sus padres y Carlo funda una auténtica familia con Francesca, con quien tiene varios hijos. Los hijos son vistos siempre como una bendición, una bella sorpresa, aunque hayan llegado fuera del matrimonio (Sara, así como el futuro vástago de ésta) o incluso antes de una relación estable (Andrea). Parte de la belleza inherente a la generación reside en el dejar rastro, en perpetuarse. Así resulta muy claramente en el caso de Matteo, quien más aún que en la memoria pervive en Andrea. Se entiende más la importancia dada a este hecho cuando se piensa, por contra, en la ausencia de pietas religiosa8 —y por tanto de visión sobrenatural y de fe en un más allá— que domina el relato. Porque en el “mundo posible”9 de La meglio gioventù la religión, y más concretamente el catolicismo —ya que estamos en Italia— queda reducido a un fenómeno cultural o casi folclórico. Pienso que esta explícita falta de 8

Se entiende por pietas (o piedad clásica) «la veneración al propio origen, al autor de uno mismo» ( Polo,1991:132). En este sentido, la pietas guarda relación, en primer lugar, con Dios —que es a la que aquí nos referimos—, y luego con los padres y con la patria. 9 «Mundo posible» en el sentido que da a esta expresión García-Noblejas, es decir, según la verosimilitud o necesidad, objeto de la poética aristotélica (García-Noblejas, 2005: 18-19).

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trascendencia no es ajena al infundado optimismo del final, que deja en el espectador una sensación un tanto falsa, artificialmente edulcorada. Porque los desafíos de la vida continúan, y las nuevas generaciones parecen poco preparadas para afrontarlos. No cuentan, como en el pasado, con la fortaleza de una institución familiar que sale, del último cuarto de siglo, maltrecha y desarticulada; aunque los protagonistas no terminen de darse cuenta, como evidencia la difundida aceptación de las relaciones prematrimoniales. Pero este final ligeramente consolatorio que debilita el conjunto de la obra, se ve en parte compensado por la preponderancia y profundidad otorgada al tema de la belleza. El director, Marco Tullio Giordana, considera muy importante afirmar su valor porque «la belleza presume una serie de cosas, como la justicia, la economía, la política... Estas cosas son importantes porque su fin es la belleza; son cosas que de por sí non poseen ningún valor. Defender la belleza, tutelarla, insistir en que hay que buscarla, es presumir todas las demás cosas» (Giordana, 2003).

En la película abundan los gestos bellos, los arranques de generosidad, los momentos contemplativos. Recordemos, por ejemplo, cuando Nicola conoce a Giulia, mientras ésta toca el Allegro Maestoso de la Sonata n. 8 en la menor de Mozart, en un piano abandonado en medio de la calle cubierta de fango. Una situación casi irreal, transformada por la belleza de la música... en una Florencia a la que jóvenes de toda Italia han acudido en tropel para salvar los libros, la belleza de la cultura. En los días que siguen al funeral de Matteo, Giovanna cuenta a Nicola que aún conserva una postal enviada desde Noruega en la que le decía: «Todo lo que existe es bello», con tres puntos de exclamación; y le pregunta si aún sigue creyendo en la belleza. Nicola responde que «en los puntos exclamativos no», dando a entender que en la belleza sí, que de la belleza nunca ha dudado, aunque los dolores de la vida le hayan llevado a matizar las euforias. El tema de la belleza se recoge de nuevo en la última escena del filme, cuando Andrea envía a su tío una postal desde Cabo Norte en la que le dice: «Estoy aquí, guardando el sol de media noche que baja hasta el horizonte, pero luego se detiene y no entra en el mar. Pienso en mi padre, pienso en la mamá y pienso en ti, que siempre me has dicho que todo es bello. Creo que tienes razón: todo es verdaderamente bello». A mi modo de ver, este elogio de la belleza con que se ha querido concluir el filme, ofrece un resquicio de trascendencia por el que asomarse, para alargar la visión puramente humana, inmanente, de los personajes y de los mismos autores (director y guionistas).10 Porque es verdad que en La meglio gioventù nadie habla de Dios, que 10

Sobre los “resquicios de trascendencia” véase lo que dice García-Noblejas en «Resquicios de trascendencia en el cine. “Pactos de lectura” y “segundas navegaciones” en las películas» (2004a), sobre todo en las páginas 65-67 a partir de la interpretación de Blade Runner.

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todo queda aquí abajo; de los difuntos preservamos sólo la memoria o la descendencia. Pero a la vez, hay que reconocer que el anhelo de belleza resulta innegable, como también el intento (humano) de dar un sentido a todo, de mostrar que vivir vale la pena, a pesar del dolor. Y la confianza en la fuerza regeneradora del amor, y en la belleza — que salva, en la medida en que puede ser vista por el espectador como germen de la Belleza, con mayúscula.

BIBLIOGRAFÍA CITADA: García-Noblejas, Juan José (2004a): «Resquicios de trascendencia en el cine. “Pactos de lectura” y “segundas navegaciones” en las películas», en Poetica & Cristianesimo (a cura di Rafael Jiménez Cataño, Juan José García-Noblejas), Roma: Edusc, pp. 29-70. García-Noblejas, Juan José (2004b): «Identidad personal y mundos cinematográficos distópicos», Comunicación y Sociedad, vol. 2, pp. 73-88. García-Noblejas, Juan José (2005): Comunicación y mundos posibles, Pamplona: Eunsa. Giordana, Mario Tullio (2003): Entrevista en los “Contenuti Speciali” del dvd distribuido por Warner Home Video. Petraglia, Sandro: Entrevista concedida con ocasión del Premio Amidei del 2007, en http://www.youtube.com/watch?v=KtXlo7nzrfw (consultado el 4/06/2013). Petraglia, Sandro; Rulli, Stefano: Entrevista del 14/02/2007, publicada en la página web http://www.cinemaitaliano.info/news/00276/intervista-con-petraglia-e-rullisceneggiatori.html (consultado el 4/06/2013). Polo, Leonardo (1991): Quién es el hombre, Madrid: Rialp.

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