La Bética en la geopolítica de Augusto.

June 9, 2017 | Autor: Javier Guzmán | Categoría: Augustus, Roman Baetica, Roman Spain, Rhine Frontier, Roman Olive Oil, Roman Principate
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Descripción

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Augusto

y la Bética

Aspectos Históricos y Arqueológicos

Coordinadores: Carlos Márquez y Enrique Melchor Universidad de Córdoba

Edición y Coordinación: Carlos Márquez y Enrique Melchor Edita: UCOPress, Editorial Universidad de Córdoba, 2015 Campus Universitario de Rabanales Ctra. Nac, IV, km. 396. 14071 Córdoba www.uco.es/ucopress [email protected] Autores: A. Fornell, F. J. Guzmán, M. A. Lechuga, J. P. Bellón, C. Rueda, E. M. Morales, M. Pastor, M. I. Fernández, M. E. Fernández, L. Baena, J. M. Campos, J. Bermejo, P. León-Castro, I. López, A. Monterroso, D. Ojeda y J. A. Pérez. Fotografías, figuras y gráficos: Los autores. Diseño de portada: Giuseppe Palmieri Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, traducida, almacenada ni difundida en forma alguna sin permiso escrito del editor. ISBN: 978-84-9927-182-8 Depósito Legal: CO-1937-2015 Diseño e impresión: Impresiones Guadajoz, S.L.L.

Índice Introducción de los coordinadores, Enrique Melchor y Carlos Márquez. 5 Fornell Muñoz, Alejandro, “El alto Guadalquivir en época augustea”

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Guzmán Armario, Francisco Javier, “La Bética en la geopolítica de Augusto”. 39 Lechuga Chica, M. A.; Bellón Ruiz, J. P; Rueda Galán, C.: “Iliturgi: conflicto, culto y territorio (s. III a.C-s. I d. C). 59 Morales Rodríguez, Eva María, “Augusto y familia: su presencia en las ciudades romanas del Alto Guadalquivir” 89 Pastor Muñoz, Mauricio, “Las ciudades de Bastetania en época de Augusto” 103 Fernández García, Mª Isabel, Fernández Barquero, Mª Eva, “Complejos artesanales romanos altoimperiales y legislación: el ejemplo de la Bética” 147 Baena, Luis, “Manifestaciones escultóricas de carácter cívico de época augustea en la Bética” 175 Campos Carrasco, Juan M., Bermejo Meléndez, Javier, “Las medidas políticas y territoriales de Augusto en el extremo occidental de la Bética” 195 León, Pilar, La cabeza colosal de Augusto del Museo Arqueológico de Sevilla” 217 López García, Isabel, “La ornamentación arquitectónica en la Colonia Genetiva Iulia Urbanorum Urso (Osuna, Sevilla). Evidencias de su monumentalización a través del estudio de los capiteles romanos” 229 Monterroso, A. “El modelo teatral de Augusto desde Roma a la Bética, entre triunfo, geografía y dinastía” 243 Ojeda, David, “No es Augusto. Un retrato colosal de Cayo César”

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Pérez Macías, Juan Aurelio, “Augusto y los distritos mineros del suroeste ibérico” 283 Figuras e Imágenes anexas 3

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l propósito del presente trabajo será estudiar la Bética en época de Augusto en conexión con su política exterior. Que nos acordemos de Augusto en el bimilenario de su fallecimiento tiene una razón de ser evidente. Hay un antes y un después de este personaje en la Historia de la antigua Roma, un cambio político que entrañará un nuevo desarrollo en la evolución del Imperio romano, un punto de inflexión que moldeará la propia configuración histórica de no pocos países, entre ellos el nuestro. Dicho propósito, en principio, no pretende ir más allá de establecer qué papel jugó la Bética, una de las provincias romanas más ricas y urbanizadas del tránsito de la Era, en la política internacional de un gobernante que actuó como bisagra entre dos grandes épocas de la Historia de Roma: la República y el Imperio; pero también de un estadista que igualmente dio una vuelta de tuerca a la política exterior romana, facilitando el tránsito de una política expansionista sine fine hacia una estrategia de estabilización de fronteras que habría de marcar el devenir del Imperio romano. De todos es conocido el intenso debate historiográfico creado en torno a la división, por Augusto, de las provincias romanas entre imperiales y senatoriales, presuntamente hacia el 27 a.C., aunque la cronología ha sido ampliamente discutida. En principio todo sigue apuntando a que el motivo que esgrimió Augusto era el de defender las provincias fronterizas o inseguras, cuando en realidad lo que pretendía era poseer el control de los ejércitos1. Sea como fuere, no es mi intención profundizar en este debate2, pero sí concluir que esta división resultó más teórica que real, y que el primero de los emperadores romanos, tutor de la República en la propaganda oficial y autócrata de facto, no dejó de intervenir en las pro-

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O sea, lo que escribió Dión Casio (53, 12, 1-3). Nihil novum sub sole. Remito al trabajo de Pérez Vilatela, L. 1990: 99-125. 41

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vincias senatoriales, como harían sus sucesores, cuando ello convenía a sus intereses geopolíticos o económicos. El caso de la Bética es uno de los más significativos, pues Augusto no solo modificó sus límites en ocasiones, guiado por motivos estratégicos o de beneficio personal3, sino que controló de cerca la producción de recursos béticos, especialmente en lo que se refiere al abastecimiento de aceite4 para la Annona y al abastecimiento de metales preciosos para el Estado. La Bética, como circunscripción administrativa, abarcaba territorios donde la influencia senatorial había sido notable desde el principio de la incorporación del mediodía peninsular a la órbita romana. En tiempos de la guerra de Sertorio (77-72 a.C.), fue la única zona que se mantuvo independiente del dominio del rebelde. Así, desde muy temprano, observamos que los intereses económicos senatoriales obtienen en los predios béticos amplios rendimientos, y no es de extrañar que, con el tiempo, el primer emperador de origen extraitálico, Trajano, provenga de esta provincia. Pero, además, hay que tener en cuenta la ubicación de esta porción del Imperio romano, que se localiza en uno de los puntos más estratégicos del mundo antiguo. Todo ello explicará el interés de Augusto en el control soterrado de una de las zonas más boyantes y relativamente romanizadas del ámbito provincial. Y ello se corresponde con unos planes muy concretos en una visión geopolítica del mundo. La gran estrategia que opera en la política de Roma en el contexto de su expasión republicana y de principios de época imperial era la del bellum iustum5. Esta actitud justificaba la intromisión de Roma en los asuntos internos de las comunidades bárbaras, bajo la excusa de una defensa preventiva, la ayuda a los aliados6 o simplemente la misión de propagar la civilización (romana) por el mundo. En el caso hispano, la existencia de

3  Sobre todo vinculados al control de los recursos mineros. Vid. Albertini, E. 1923: 33 ss. 4  Sobre este particular, vid. Chic, G. 1997: 122 ss. 5  García Moreno, L.A. 1987: 81, define este concepto como “Aquéllas acciones armadas desarrolladas por o contra otro poder exterior legalmente constituido, y realizadas conforme a un reglamento considerado civilizado por institucional”. 6  Vid. Clavel-Lévêque, M. 1978: 17-31; Vallejo Girvés, M. 1994: 165-173. 42

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un bandolerismo endémico7 favoreció los planes imperialistas romanos. El propio Octavio Augusto se valdría de estos argumentos para incorporar el último sector libre de la Península ibérica al dominio de Roma a través de lo que se conoce como las Guerras Cántabras (29-19 a.C.)8. Y también lo intentaría en su fallido plan de anexión de Germania, cercenado por la matanza del bosque de Teutoburgo en 9 d.C., en que fueron aniquiladas las tres legiones del jefe militar de la Germania superior, Quintilio Varo9. Este trágico episodio de la Historia militar romana ya había tenido un precedente inmediato en la derrota del legado Marco Lolio (con la pérdida de una legión) en 16 a.C. frente a los germanos10. A partir del año 23 a.C., Augusto logró que se le concediera el imperium maius, lo cual le permitía obviar al Senado en toda cuestión relacionada con la política exterior11. Como ha señalado Bringmann, tamaño poder supuso que, a pesar de la división del 27 a.C. entre provincias imperiales y senatoriales, los gobernadores de ambas contemplaran la figura de Augusto como la última instancia de autoridad12. Esto explica la agresividad que desata contra las comunidades externas hasta la derrota de Teutoburgo, y no solo en Germania13: en 25 a.C. tomó medidas para consolidar la presencia romana en Numidia; entre 16-14 a.C., unas veces utilizando la diplomacia y otras la fuerza, potenció el control del Nilo, Arabia, el noroeste hispano y los Alpes. Algo más tarde haría lo propio en la Galia y el Bajo Danubio14. El desastre augusteo en tierras germanas, sin embargo, hizo replantear el esquema, de más de dos siglos de existencia, del logro de un

7  Vid. Domínguez Monedero, A. 1984: 201-218. 8  Vid. González Echegaray, J. 1990: 145 ss; Salinas de Frías, M. 1998: 165; “Lo importante es que todas estas imágenes confluyeron para proporcionar el retrato de una sociedad bárbara sobre la cual la conquista romana significaba no sólo el final de las depredaciones que practicaban sobre otros pueblos, sino la imposición de costumbres más dulces”. 9  Para el análisis de esta catástrofe militar, vid. Wells, C.M., 1976: 238 ss. 10  Bringmann, K. 2008: 193 ss: después de su viaje a Oriente en 19 a.C., Augusto se consagraría por entero al control de Occidente, labor que le llevaría el resto de su vida. Para el hecho histórico de Teutoburgo, vid. 209 ss. 11  Maschin, N.A. 1978: 235 ss. 12  Bringmann, K. 2008: 217. 13  Para su política externa entre 18-8 a.C., vid. Everitt, A. 2008: 309 ss. 14  Para estas operaciones, vid. Mann, J.C. 1979: 178 ss. 43

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imperium sine fine. Las legitimaciones propagandísticas de autores como Varrón (De re rust., I, 2, 1) o Vitrubio (De arch., VI, 1, 10-11), que defendían que Italia, gracias a su estratégica posición central y a sus condiciones internas, estaba capacitada e incluso predestinada al gobierno del mundo, comenzaban a perder fuerza. De hecho, no resulta caprichoso el hecho de que la primera vez que podemos hablar de una política fronteriza (es decir, de estabilización de fronteras más o menos oficiales) es con Augusto15. Es entonces cuando esa vigorosa distinción entre la supremacía de Roma-Italia y todo lo demás empieza a ser sustituida, tímidamente al principio, pero con energía a partir del siglo II, por la idea de una Roma al frente de las provincias y enfrentada a un Barbaricum independiente y amenazador allende los limites16. En lo que concierne a los germanos, a quienes Augusto consideró como el gran enemigo de Roma, ahora se comienza a pagarles subsidios, una práctica que se mantendrá inalterable hasta la llegada de los Antoninos17. La política externa de Augusto, si seguimos a M. Salinas de Frías18, se atuvo bastante a lo que Julio César había planeado con anterioridad: avance hacia el norte para controlar los recursos mineros19 y contención de los partos en Oriente, tras la severa derrota de Craso en Cahrrae (53 a.C.). Contra el enemigo oriental, Augusto practicó fundamentalmente la diplomacia, aprovechando que el Estado parto comenzaba a decaer por problemas internos. Su estrategia defensiva en el Este consistió en la creación de estados-tapón como Armenia, en el acantonamiento de un potente ejército en Siria, en la firma de tratados de paz20 que serían periódicamente renovados y, sobre todo, en reducir a la mínima expresión la acción arma-

15  Todd, M. 1975: 13. 16  Saddington, D.B. 1961: 92. 17  Vid. Gordon, C.D. 1949: 60-63. Para las estrategias de contención del bárbaro del norte en época imperial, vid. Guzmán Armario, F.J. 2013: 295-308. 18  Salinas de Frías, M. 1998: 161. 19  Weck, W. 2009: 59-60: antes del desastre de Teutoburgo Augusto ya había arrendado minas al este del Rin, lo que unido a la instauración de un culto provincial a la Dea Roma en Colonia nos muestra que ya el Princeps consideraba la Germania como una provincia romana. 20  Como el firmado por Augusto, en algún momento de los años 20 a.C. con el rey Fraates IV. Este era un tratado de societas y amicitia. 44

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da. Todo ello será seguido a pie juntillas por los integrantes de su dinastía. Gracias a esa economía de recursos militares en la frontera oriental diseñada por Augusto, los Julio-Claudios pudieron concentrar sus esfuerzos en otros frentes con problemas acuciantes21. Ello no implicaba que Augusto no tuviera apetencias territoriales en Oriente, como así expresan algunas fuentes22. En el régimen político que él había creado, donde el poder autocrático del Princeps se basaba en la lealtad de las tropas, no había lugar para la paz23. Simplemente su agudo cálculo político le inclinó a concentrar todos los esfuerzos en política exterior en la frontera del Rin y en la fachada atlántica del Imperio24. Y es en esa estrategia donde la Bética, por sus recursos, desempeñará un papel muy importante25. Se ha escrito mucho sobre esa gloriosa época de la Pax romana, iniciada por Augusto, un ambicioso proyecto de estabilización del Estado, tras un siglo de intermitentes y encarnizadas guerras civiles, que más tarde Tácito analizaría en sus escritos e interpretaría “no sólo como ausencia de conflicto (quies), sino como sistema de convivencia de populi dentro de un limes que preserva la civilización de la barbarie exterior”26; período de paz y reconstrucción, en definitiva, que proponía la armónica convivencia de las comunidades dirigidas por Roma, aunque sin renunciar al imperialismo, si la ocasión lo requería, para defender al orden romano de las amenazas externas 27. Porque 21  Wells, C. 1986: 81. 22  Suet., Aug., VI y Prop., Carm., 3, 4, por ejemplo. 23  Mann, J.C. 1974: 15: “It would not be unrealistic to say that Augustus had no frontier policy: his long-term aim, at least, was to dispense with the necessity for any frontiers at all, to rule an empire without end, an imperium sine fine”. Vid. Dio Cass., 78.36.3. Eck, W. 2009: 56: para evitar que las 28 legiones amenazaran su poder, Augusto sintonizó con las preocupaciones de los soldados y les garantizó una fecha fija de licencia y un retiro (R.G., 16). Ello supuso un gasto tal que el gobernante hubo de gravar a los ciudadanos romanos de Italia con el 5% sobre las herencias. 24  Veleyo Patérculo (II, 97) nos dice que Augusto convirtió el territorio entre el Rin y el Elba en provincia tributaria de Roma, y que en el año 2 a.C. erigió un ara en la orilla norte del Elba, manifestando de ese modo su autoridad sobre Germania. Naturalmente, esta información es puramente propagandística y antigermánica. 25  Lo afirmará Estrabón en III, 1, 6: la excelencia de los productos de la Bética la sitúan en un plano superior respecto de las demás provincias. A propósito, la idea de la “atlantización” del Imperio de Augusto y el rol vital de la Bética en el proyecto no es mía, sino que la ha desarrollado G. Chic en varios trabajos, de entre los que destaco Chic, G. 1995: 55-89. 26  González-Conde, M.P. 1996: 629. 27  Levi, M.A. 1985: 203-210. 45

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Augusto no fue, precisamente, un líder pacifista, sino más bien todo lo contrario. Su propaganda, expresada en sus Res gestae (XVI) y en la obra de los poetas cortesanos a su servicio (Virg., Aen., I, 278-279 y Hor., Od., IV, 15; Carm., I, 12, 51; III, 5) así lo manifiesta28. Un año más tarde del descalabro de Teutoburgo, se hace representar en la Gemma Augustea como gobernante de un mundo unificado y pacificado, en el que los germanos, lejos de suponer un peligro, están asimilados 29. De hecho, la Pax Augusta ha sido calificada como un período de “violencia estructural”, en el que la ausencia de conflictos externos e internos se conjuga con el mantenimiento latente del proyecto expansionista y a la par con contradicciones y tensiones sociales en el seno del Imperio30. Las ansias de conquista augusteas en áreas septentrionales se prolongarán durante mucho tiempo, al menos hasta la llegada al trono de Cómodo (180 a.C.), que definitivamente las abandonará tras los infructuosos intentos de su padre Marco Aurelio31. Otra cuestión es que la situación interna propiciara una actividad imperialista en toda regla. Poco a poco se fue aceptando la idea de que los limites septentrionales del Imperio debían atenerse a las grandes líneas del Rin y del Danubio, recurriendo a fórmulas como la de los reinos-clientes, la diplomacia, los subsidios, la dependencia del comercio romano, etc. Los sucesores de Augusto así lo llevaron a la práctica. Tiberio siguió a pie juntillas la experiencia de su antecesor, y se limitó a asimilar a los antiguos reinos clientes (Recia-Nórico, Mauritania, Tracia); bajo Calígula (Suet., Gai., 43 ss.), y a pesar de operarse una concentración de tropas en las fronteras norteñas, no se produjo ningún avance territorial; con Claudio y Nerón (Tac., Ann., XII, 27-28) primaron las relaciones clientelares con los caudillos germanos... Solo hay una gran conquista en el siglo I d.C., la de Britania, iniciada por Claudio, y se trató

28  Lo mismo puede colegirse de Strab., XVII, 3, 25; Dio Cass., LVI, 33; Suet., Aug., XXI... Vid. Gabba, E. 1995: 11-14. Para la visión de Augusto en los historiadores grecolatinos, vid. Gabba, E. 1984: 61-88. Para la iconografía propagandística, el libro de Zanker, P. 1992, sigue siendo el libro de referencia. 29  Zanker, P. 1992: 271 ss. 30  Muñoz, F.A., 1991: 204 ss. 31  Alföldy, G. 1971: 96. 46

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más de una maniobra propagandística de este emperador que una parte de un proyecto imperialista en sí mismo32. En lo relativo al frente renano, termina aceptándose un sistema estático de fronteras. Lo que, por otra parte, no excluía las agresiones puntuales. En el año 13, uno antes de su muerte, Augusto llevó a cabo acciones militares en Germania y en el África proconsular. Y es que la política exterior de este gobernante se guió, en todo momento, por razones económicas33. Una tendencia muy distinta será la de su sucesor, Tiberio, hombre de armas con mucha experiencia cuyo ascenso al poder se vio acompañado de conjuras, rebeliones y de un severo problema de déficit en las arcas públicas, que aconsejaban limitar al extremo las acciones agresivas34. Así, la Germania libera ya se constituye en una entidad étnica y geográfica con carta de naturaleza, y lo continuará siendo en lo venidero35. Ya F.W. Walbank señaló un principio fundamental en la política romana que se inaugura con Augusto: el poder dependía del control de las legiones36. El primero de los emperadores romanos ambicionará la consolidación de la frontera del Rin37, proyecto que a su vez se engarzaba en otro de mayor calado geográfico: la llegada a fronteras naturales38 por toda la vertiente atlántica del Imperio. Política que no se completaría hasta el reinado de Nerón, con la definitiva asimilación de Britania. Desde esta perspectiva, una zona ampliamente romanizada como la Bética, y con abundancia de recursos económicos, jugaba un rol de primer orden, por más provincia senatorial que fuera. Eso mismo ya lo advertimos en Estra-

32  Whittaker, C.R, 1994: 45. 33  Jones, G.D.B. 1978: 117 ss. 34  Ober, J. 1982: 306-328; C.M. Wells 1976(2): 429 ss; Chic, G. 1997: 136-137: “Él no tuvo la suerte de contar con un tesoro como el egipcio para llevar a cabo una política de expansión, y de ahí que aparezca en la Historia con tintes más sombríos que los de su padrastro”. 35  C.M. Wells, 1976: 30; 1986: 86: “Augusto dejó a su muerte el Imperio “limitado por el Océano o remotos ríos” (Tac., Ann., I, 9), pero el Rin no fue por elección propia uno de esos “remotos ríos”, sino imposición de Arminio”. 36  Walbank, F.J. 1981:21. 37  C. Wells, 1986: 154: durante la dinastía Julio-Claudia, la frontera del Rin llegará a albergar a 90.000 legionarios. 38  Herodiano (II, 11, 5) nos habla de ese afán de Augusto por apoyarse en barreras naturales que definieran las fronteras de su Imperio. 47

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bón, el gran vocero de la Pax romana, que veía en la Bética un ejemplo a imitar dentro de las coordenadas del gobierno de Augusto39. En su planteamiento, Augusto contempló el abastecimiento del ejército renano a través de la navegación atlántica. Para ello, contaba con un valiosísimo puerto, Gades, con una tradición marinera de siglos, conocedora de las rutas atlánticas desde la convivencia entre fenicios y tartesios40, que ahora podía comunicarse con un litoral continental que, hasta la desembocadura del Rin, era enteramente romano. La propia ciudad se verá transformada por el peso específico de esta estrategia41. Favorecida al estatuto municipal romano por Julio César, a quien había apoyado en el contexto de la guerra civil con Pompeyo en la defensa de sus intereses marítimos y comerciales42, a la ciudad le esperaba experimentar un siglo brillante en todos los aspectos. Gades se apoyaba, asimismo, en el puerto de Hispalis, al que llegaba los recursos del interior de la provincia, especialmente el aceite, cuyo éxito en los mercados romanos le haría ganar en centralidad frente a ciudades históricamente más potentes como Gades o Corduba43. Esto transformaría la Bética, aupada ahora con mayor fuerza a la integración en los cuadros administrativos imperiales a través de una activa política de colonización y municipalización que ya había iniciado Julio César44. Ello fue acompañado de la creación de infraestructuras viarias y fluviales en el Valle del Betis que potenciaron el desarrollo

39  Vid. Arce, J. 1989: 213-222. 40  Vid. Millán, J. 1998; Chic, G., 2004: 40-62. 41  Chic, G. 2008: 327: “Cabe pensar, en principio, que pudo haber un motivo especial que ligase la labor edilicia de Balbo en Gades, a partir de determinado momento, con la labor reorganizativa de Augusto llevado a cabo en los veinte años anteriores al cambio de era cronológica”. 42  Chic, G. 1997: 4 ss. 43  Chic, G. 2006: 282. 44  Según Chaves Tristán, F. 2005: 207-245, es el control de los recursos económicos de las tierras del sur hispano las que ayudan a César a imponerse a Pompeyo y sus hijos a partir de 49 a.C.; ello tuvo también sus consecuencias en la ordenación del territorio, según Chic, G. 2011: 255: “las épocas de las colonizaciones de C. Julio César y Augusto debió suponer un paso importante en la extensión de esa forma de concebir la propiedad de la tierra, que al desintegrar las estructuras antiguas permitía el paso a otra moderna de más porte, marcada por el hecho administrativo de la organización del territorio en base a ciudades, que englobaban antiguos pagos y aldeas recogidos en última instancia desde aquellas”. 48

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de la provincia como hasta entonces no se había podido imaginar45, al mismo tiempo que las estructuras productivas de la costa se integraban a la perfección en las fórmulas romanas, de cara, precisamente, al activo mercado que suponían los establecimientos militares46. Todo ello se traduciría en la promoción política de las élites económicas de la Bética, que, pasando por el esplendoroso período del reinado de Claudio (41-54 d.C.), por el impulso dado por este gobernante al comercio annonario47, se manifestará en la entronización del primer emperador de origen provincial en 98 d.C.: Trajano. Pero, además, la Bética no solo era un engranaje valiosísimo en el mantenimiento de la estructura militar occidental, sino que con sus recursos agrícolas (especialmente el aceite, aunque también el vino, las salazones, etc.), contribuía al buen abastecimiento de la Urbs (y por lo tanto al orden público en esa ciudad)48, a la par que con sus metales (plata, fundamentalmente) tomaba el relevo de las minas de Carthago Nova y aportaba al Estado la vital materia prima para las cada vez más necesarias acuñaciones de moneda49. Las propias acuñaciones béticas contribuirían al pago de los salarios de los legionarios acantonados en el Rin50 y, por ende, a la estabilidad del régimen de Augusto. El control de las minas por parte del emperador de turno suponía un aporte de seguridad a su permanencia en el trono, y ello explica la tendencia creciente de los césares a monopolizar tales recursos, arrinconando cada vez más a las grandes compañías arrendatarias, como ocurrió con el episodio de la confiscación de las minas de cobre y oro de los Marii en Sierra Morena por Tiberio51. A pesar de ello, esas grandes compañías

45  Vid. Chic, G., 2010-2011: 286 ss.; 2008(2): 197-201. 46  García Vargas, E. 2010: 55-65. Para las salazones en la Bética de Augusto, vid. Chic, G. 1997: 92 ss. 47  Vid. Leal Linares, P. 2011. 48  Con la creación de la oficina de la Annona, tras una severa carestía que azotó a Roma en 6 d.C. Ello le llevó a replantear el abastecimiento de la Urbs, con fines puramente políticos y de orden público, y a contemplar de forma distinta las posibilidades del transporte marítimo que garantizaban dicho abastecimiento, así como todo lo relativo a la reglamentación del tráfico mercantil. Vid. Chic, G. 2009: 35 ss. 49  Vid. Chic, G. 2007: 11-34; 1997: 65 ss. 50  Chic, G. 1997: 70. 51  Chic, G. 1991: 76-128; 1997: 126 ss. 49

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particulares continuaron operando en la Bética, provincia senatorial al fin y al cabo, hasta fines del siglo I. En consecuencia, con Augusto asistimos a un programa de racionalización de la vida política y administrativa de la Bética, que ha glosado de forma exhaustiva el profesor G. Chic52, no solo basado en la división de la provincia en conventos y en la creación de ciudades administrativas que atendían básicamente a la eficaz explotación de los recursos económicos, sino también a la reordenación de la propiedad a través de un estudiado programa de colonización y centuriación53, el desarrollo de las comunicaciones, especialmente las fluviales54, la extensión del esquema de la villa como célula de explotación agropecuaria, la organización de los núcleos menores de habitación en el ámbito rural, la extensión del evergetismo como práctica social fundamental y la difusión de los usos y costumbres romanos en las ciudades55, entre otras estrategias. El plan se puso en marcha y las élites locales fueron progresivamente tomando el protagonismo en la iniciativa, para mejorar así sus beneficios o su proyección sociopolítica. Y todo ello ha de observarse a través del prisma del valor que la Bética tenía en los esquemas geopolíticos de Augusto, no únicamente en el plano exterior (el control de la fachada atlántica como medio de asegurar la frontera renana), sino también en relación con el adecuado abastecimiento de la ciudad de Roma. De todos modos, a Augusto hay que contemplarlo como el diseñador de un programa organizativo eficaz, de larga duración histórica, pero que llevaría tiempo poner en marcha para que alcanzara el acto de lo que, en el tránsito de la era, solo era potencia. Si atendemos a lo que nos transmite Estrabón, vemos que las provincias, la Bética no es una excepción, siguen formando parte de la periferia explotada por el centro

52  Chic, G. 1997: 20 ss.; 2005, 314 ss. 53  Chic, G. 1997: 76 ss. 54  Vid. Chic, G. 1999: 39-66. Para las comunicaciones en general en la Bética de Augusto, con distinción de sus motivaciones (económicas, político-administrativas, etc.), vid. Chic, 1997: 43 ss. 55  Chic, G., 1997: 40: “Numerosas ciudades, situadas en zonas abiertas, y destinadas más al control económico de los campos que al militar de la comarca, se fueron instalando en la región e irradiando una forma de ser propia del “homo italicus” que tendió a imponerse rápidamente, lo que incidiría en la ruptura progresiva de los esquemas sociales gentilicios”. 50

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explotador. Los italianos continuaban siendo los elegidos para dirigir el mundo (Plin., N.H., II, 189-190; Flor., Epit., II, 1, 2; III, 13, 2). En cualquier caso, no toda la Bética se integraría en la romanidad en lo que a efectos de desarrollo se refiere. Este último aspecto sigue siendo un avispero historiográfico en el que no me voy a meter, por falta de espacio y porque aún mantengo las ideas que defendí hace ya algunos años. Lo que me parece claro, tanto que no requiere mayor demostración, es que la romanización admite grados56. Augusto supuso el principio de un proceso histórico para la Bética. Ese proceso estuvo marcado por el impacto de la derrota de Teutoburgo, que dio la vuelta a los esquemas de un régimen político que aspiraba a dominar el mundo. A veces las fuerzas motoras de la Historia se originan a mucha distancia. El por qué la Bética evolucionó en la forma en que lo hizo nace en Germania, en la incapacidad romana de dominar un territorio enorme, con una geografía y un clima hostiles, y en un mundo en que las limitaciones técnicas hicieron imposible el sueño del imperium sine fine. El testamento político de Augusto (que podemos leer en Tac., Ann., I, 11) lo deja bien claro. Se trataba de definir lo romano para un buen funcionamiento del Estado, que ya definitivamente se alejaba del tradicional marco de la pólis clásica para convertirse en algo mucho más complejo. Y para ello se necesitaba aquilatar especialmente lo fiscal. El último consejo de Augusto a Tiberio afirmaba la necesidad de controlar el interior antes de avanzar sobre el exterior57. Augusto apostó por reforzar la frontera del Rin, para lo que necesitaba la integración de la fachada atlántica del Imperio, con el fin de poder abastecer a su ejército58. Al mismo tiempo atendió las necesidades alimenticias de la población de la capital, Roma, mediante la Annona. Y el hecho de que se mantuviera casi medio siglo en el poder demuestra que logró tanto la seguridad externa

56  Guzmán Armario, F.J., 2002: 303-324; y desde luego sigo estando de acuerdo con Fear, A.T. 1996. 57  Whittaker, C.R. 1994: 35. 58  No era esta la única vía para el abastecimiento del ejército renano. Como ha señalado Chic, G. 1997: 111-112, ello podía lograrse también a través del curso del Ródano, hacia el norte. Esto ya lo había desarrollado el autor en 1981: 234 ss. Creo que, pese a la inseguridad de la navegación por el Atlántico en época antigua, la eficaz comunicación estaba más garantizada por vía marítima que por esa otra opción. 51

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como la interna que necesitaba. En esa partida de ajedrez, la Bética era una pieza importante. Esperemos que la bibliografía extranjera contemple este aspecto en el futuro: porque hasta el momento, la provincia del sur de Hispania brilla por su ausencia en todo estudio dedicado a Augusto que se publica en una lengua que no sea el castellano59. Estrabón lo dejará bien claro (II, 5, 8): el límite de la ecúmene es el de la cultura romana; fuera de él, no merecía la pena esforzarse en la expansión. La política fronteriza de Augusto se materializaría en piedra en tiempos de Adriano60. Un emperador, precisamente, de orígenes béticos. Y quisiera terminar este breve ensayo con un ejercicio de ucronía. ¿Qué destino le hubiera deparado a la Bética si Quintilio Varo, en vez de actuar con precipitación e incompetencia militar, no hubiera caído en la emboscada de Arminio en los tupidos bosques de la Selva Negra? ¿Habría dedicado la provincia una estatua de oro de cien libras a Augusto, en agradecimiento por haberla transformado en pacata?61¿Habría experimentado ese despegue económico, urbanístico y romanizador? ¿Habría llegado, de esa manera, un emperador bético al trono en la forma en que Trajano lo hizo? Parece razonable pensar que sí, puesto que, aún sin tener que atender las necesidades de miles y miles de legionarios en los frentes de guerra, la Bética tenía otros mercados importantes que aprovisionar (la propia Roma, por ejemplo). Pero, sin duda alguna, el triunfo de las élites béticas habría tardado mucho más tiempo en hacerse realidad, y probablemente ese triunfo habría tenido una naturaleza distinta.

59  Pongamos por ejemplo el ya citado libro de A. Everitt, de más de 400 páginas, traducido al castellano por la prestigiosa editorial Ariel: en él la Bética no aparece ni por asomo. Tampoco la biografía de Bringmann remedia el error, pues igualmente ignora la Bética. 60  González-Conde, M.P. 1991: 55: “La seguridad de la frontera norte ayuda a mantener el ideal de la fortaleza exterior para garantizar el orden interno”. 61  Ibidem, 50. 52

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