LA BATALLA DE ACTIUM: ¿ES POSIBLE UN ESTUDIO TÉCNICO A TRAVÉS DE LA ICONOGRAFÍA

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LA BATALLA DE ACTIUM: ¿ES POSIBLE UN ESTUDIO TÉCNICO A TRAVÉS DE LA ICONOGRAFÍA? Alejandro Martín López, Universidad de Zaragoza Guillermo Morales Serrat, Universidad de Zaragoza

LA GUERRA EN EL MAR: PROBLEMAS PARA SU ESTUDIO

últimos treinta años para reconstruir la trascendencia, valor estratégico y tecnológico de las naves de guerra. Bien es cierto que los esfuerzos de autores como Casson (1971), Morrison y Coates (1986), Gabrielsen (1994), Gardiner (1995), Basch (1987), Bonino (2005) y Murray (2012) han centrado sus trabajos esencialmente en la investigación acerca de las naves de guerra griegas entre los siglos V y III aC. También en este cercano periodo de la historiografía naval se han comenzado a estudiar las naves de guerra romanas, especialmente aquellas que tienen especial relación con acontecimientos históricos que por su relevancia han sido objeto de una amplia bibliografía. Este es el caso de la batalla de Actium, que junto a otros enfrentamientos como el de Cabo Ecnomo, islas Egadas, o Nauloco, que constituyen los principales hitos del devenir naval de la República. Este especial interés por los grandes enfrentamientos navales viene marcado por la ausencia de yacimientos arqueológicos como documentación directa, obligando a los investigadores a recabar información de fuentes indirectas, sin duda cabe pensar que una victoria naval tiene una trascendencia iconográfica en monumentos, monedas y textos, del que adolece el trabajo diario de las naves de guerra. Así pues a continuación haremos un análisis de la información iconográfica y documental generada entorno de la batalla de Actium, entendiendo que es la mejor herramienta, que hasta la fecha conservamos para comprender la trascendencia estratégica y tecnológica de las naves de guerra en la segunda mitad del siglo I aC.

El estudio de la historia marítima de la Antigüedad se ha desarrollado desde el siglo XIX partiendo de la base de los autores clásicos que nos hablan de la navegación y el comercio, así como de los datos que los yacimientos terrestres aportaban en cuanto a distribución de mercancías (esencialmente material anfórico). La aparición en la segunda mitad del siglo XX del Sistema Autónomo de Buceo, permitió trasladar al lecho marino la metodología arqueológica y con ello aumentar la información que teníamos en cuanto a la relación del hombre con el mar. También desde mediados del siglo XIX se ha cultivado el interés científico por las embarcaciones de guerra de la Antigüedad, pero sin embargo en este campo la historiografía se ha desarrollado mucho menos que en el campo de navegación a vela y el transporte de mercancías. Por un lado los textos históricos centran su objetivo descriptivo en el desarrollo puntual de la batalla y en contadas ocasiones nos brindan datos técnicos más allá de someras pinceladas que además realizan, por lo general, profanos en materia naval. Por otro lado la naturaleza y función de las naves de guerra hacen que en los casos en que no son apresadas por el enemigo y reutilizadas, se precipiten sobre el lecho marino, y no se conserven debido a la ausencia de carga que proteja la estructura lígnea de las inclemencias del medio subacuático, no obstante, la excepción la constituyen los espolones, únicas evidencias físicas de estas embarcaciones con las que contamos. Así pues, a pesar de los avances en las técnicas de investigación subacuática, solo contados yacimientos han sido localizados en el Mediterráneo. Esta situación obliga al investigador a buscar la información a través de la contraposición de los pocos testimonios directos que conservamos, con una amplia panoplia de documentación indirecta, que encontramos en monumentos conmemorativos, la iconografía monetal, las estructuras portuarias y la documentación histórica. Este es el proceso que investigadores anglosajones y alemanes han desarrollado durante los

ACTIUM Y LA ICONOGRAFÍA NAVAL El enfrentamiento de las flotas de César y Marco Antonio frente al golfo de Actium, fue probablemente uno de los acontecimientos que más trascendencia tuvo en la sociedad del momento y en la tradición historiográfica. La victoria de la flota cesariana y la huida a Egipto de las naves de Marco Antonio y Cleopatra, dejando atrás a la flota derrotada, figuran en el imaginario histórico como el inicio de la época augustea.

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Figura 1. Reconstrucción del altar de Nikopolis y tres de las hendiduras de los rostra (Murray 2012: 39 y 41).

De hecho, la victoria sobre Marco Antonio, se extiende con rapidez por la sociedad romana, que entre el año 31 y 23 aC. ve como la iconografía naval en referencia a Actium se generaliza. En esos ocho años monumentos, templos, relieves, monedas e incluso elementos de la cultura doméstica aparecen decorados habitualmente con una amplia panoplia relacionada con el mar y con la victoria. Sin embargo toda esta información iconográfica debe ser estudiada con cierta cautela, pues la relación que tienen las representaciones de naves de guerra en esta época y las galeras, no siempre es fidedigna. Entre el conjunto de información iconográfica que nos servirá para estudiar las naves de guerra romana distinguiremos tres grupos. Un primer grupo conformado por los restos arqueológicos de templos o monumentos construidos para la celebración de la victoria de Actium y que contiene información directa sobre las galeras. Un segundo grupo formado por elementos decorativos en los que aparecen representaciones navales que pueden relacionarse directamente con Actium. Por último, el tercer grupo incluye todas las amonedaciones realizadas en el contexto de la guerra entre César y Marco Antonio, y los años posteriores, hasta el año 23 aC., cuando casi desaparecen por completo. El primer grupo lo constituyen básicamente dos conjuntos arqueológicos: uno en Roma y el segundo en Nikopolis (Grecia). En el año 42 aC. César había recibido del Senado la autorización para la construcción de un templo en el Forum Magnum dedicado al culto al Divus Iulius, como parte del culto estatal. Tras la victoria de Actium se incluirán los rostra de las naves más grandes de la flota de Marco Antonio en el podio del templo romano.

Sin embargo los restos arqueológicos conservados en la actualidad, no pueden aportar datos de interés sobre las naves de las que fueron expoliados y solamente algunas acuñaciones posteriores nos ofrecen una imagen de cómo debían estar localizados. El segundo conjunto arqueológico que conmemora la victoria de Actium se sitúa en el propio contexto geográfico de la batalla. Un año después de la celebración del triunfo en Roma, en el 28 aC. César funda sobre el emplazamiento del campamento militar de su ejército en Actium una ciudad a la que da el nombre de Nikopolis. El conjunto urbano situado en el istmo entre el mar Jonio y la laguna Mazôma, se extiende en una suave ladera, en cuya parte más alta se encontraba la tienda del propio César (Murray, 2012 p. 38). Es precisamente en esta zona alta, donde se funda un santuario dedicado a Apolo, con unos juegos quiquenales además de diversos espacios religiosos. Uno de estos conjuntos es el que nos interesa, el altar dedicado a la batalla de Actium. Dedicado a Apollini Actio1, según las acuñaciones (RIC I, 365 y RIC I, 366) y a Marte y Neptuno, según la epigrafía localizada en el yacimiento (Murray 2012, 45) y las palabras de Suetonio (Suetonio, Augusto. 18.2.). Este altar ordenado en dos terrazas, se abre sobre el golfo de Actium con un espacio porticado en tres de sus lados en la parte superior, donde se encontraba una gran altar. El muro que separa ambas terrazas contenía además del epígrafe citado una colección de 36 o 37 rostra de seis tamaños diferentes, de los que solo queda el negativo en el muro (fig. 1). El estudio de estas hendiduras (Murray y Petsas 1989, 76), permitieron aseverar a los autores que en este monumento se colocaron espolones originales de

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Figura 2. Sección del relieve de la Duquesa de Cardona (Fotografía cedida por la Prfa. Magallón Botalla).

bronce, y no reproducciones de otro metal o de piedra. Evidentemente ninguno de estos ejemplares ha llegado hasta nuestros días, amortizando el metal probablemente en fechas muy tempranas tras su dedicación. El segundo grupo de materiales iconográficos que hacen referencia a Actium son sobre todo elementos decorativos, como las acróteras de la Curia Iulia, concluida por César. En este caso se trata de dos hombres que portan respectivamente un ancla y un remo de galera (RIC I, 266; Zanker 1992, 104; Carandini 2012, vol I, 169), para escoltar la representación de la imagen de la Victoria de Tarento, cuyo original se resguardaba en el interior de la sala. Sin embargo el ejemplo más representativo de este segundo grupo es el conocido como “Relieve de Actium”, conjunto fragmentado de un relieve que el I Duque de Alcalá (Trunk 2008 y 2010, 27-29) trajo en la segunda mitad del siglo XVI desde Nápoles a la sevillana Casa de Pilatos. La difícil contextualización de la procedencia de

este conjunto, así como su dispersión2 hacen que sea difícil explicar su existencia. Sin embargo podemos definir dos conjuntos: por un lado una escena de una batalla naval (Actium) donde aparecen dos flotas enfrentándose, conjunto este que permanece unido en la colección de la duquesa de Cardona en Córdoba; y por otro lado escenas de un desfile triunfal, donde aparecen una cuadriga conducida por un togado (Schäfer 2007, fig. 1), un soldado con panoplia militar sosteniendo un aplustre y una tensa3, este último conservado en el Museo de Bellas Artes de Budapest (Spanngel 1999, 86; Trunk 2010, 36-39). Las tres escenas anteriores hacen referencia directa a la iconografía relacionada con la victoria de Actium entre el 31 y el 23 aC., pues tienen además paralelos numismáticos con esta misma cronología. Será en la última parte de este artículo en la que se analice la veracidad o no de la escena de batalla naval recogida en el relieve de la duquesa de Cardona (fig. 2).

Sobre esta acuñación hemos de mencionar la teoría propuesta en su momento por Kraft (Gurval 1998, 59-60). Dicho autor interpretó que los tipos iconográficos presentes en una acuñación de la ceca imperial (RIC2, 272) con una personificación del dios Apolo en el anverso y un hombre conduciendo una yunta de bueyes en el reverso eran una alusión directa a la fundación de la ciudad griega de Nikopolis por César, sin embargo Zanker (1992, 109-110), interpreta esta imagen como el templo de Apolo en la casa del propio Cesar en el Palatino. 2 M. Trunk, incluye la única imagen de todo el conjunto expuesto en el resumen de su participación en las preactas de la VI Reunión de Escultura Romana en Hispania, concretamente corresponde a la figura 1, que aparece en la página 34. Se trata de una fotografía tomada entorno a 1930 en el palacio madrileño de los Duques de Medinaceli. 3 La identificación de esta escena como la aparición de una tensa en el desfile triunfal del 29 aC. no está libre de controversia. La similitud de la escena con la que aparece en algunas acuñaciones (RIC I, 258 y 259) y el relieve del Museo Británico (nº de registro 1805,0703.145 ), contrasta sin embargo con la tensa que alberga el Museo de los Conservadores de Roma (Sala Castellani II). 1

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SUPUESTOS TÉCNICOS DE LA BATALLA Para la batalla de Actium contamos con los datos aportados por Floro (Floro L II, 21), quién cita el número de naves cesarianas en cuatrocientas y las de Marco Antonio en doscientas. Además el autor latino indica la supuesta tipología de embarcaciones utilizadas, siendo las de César entre dos y seis órdenes de remos y las de Marco Antonio entre seis y nueve órdenes de remo, aunque probablemente, la armada de éste último contase con un gran número de embarcaciones de menor tamaño. Frente a los datos aportados por Floro, tenemos la información proporcionada por Orosio (6.19.8-9), quien cita el número de naves en ciento setenta para Marco Antonio y doscientas sesenta (treinta sin espolón) para César, siendo las de Marco Antonio de mayor tamaño. Plutarco (Antonio. 61, 64) cita el número de naves de Marco Antonio en quinientas por doscientas cincuenta cesarianas mientras que Dion Casio (50.23.2) no ofrece datos claros acerca de los efectivos, no obstante ambos autores sí que especifican que la flota de Marco Antonio contaba con navíos de entre tres (en menor cantidad) y diez órdenes de remos, e igualmente coinciden en que la flota cesariana usó embarcaciones de menor tamaño que la de su oponente. Adicionalmente Plutarco (Antonio. 68.2) cita que trescientas naves de Antonio fueron capturadas, a ello habría que sumarle las sesenta que huyen con Cleopatra lo que nos dejaría unas ciento cuarenta naves hundidas o no reutilizables. Estas cifras no parecen verídicas si las comparamos con las aportadas por los otros autores y especialmente, cuando observamos la táctica de estrechamiento de la línea empleada por Marco Antonio, posiblemente porque no podía igualar la de su rival, el cual aprovechó su superioridad numérica para el uso de maniobras de flanqueo (Dion Casio 50.31. 4-5). Todas las fuentes persisten en que las naves de Marco Antonio eran superiores en tamaño, no obstante inicialmente esta flota seguramente contó con embarcaciones de menor dimensión. Ejemplificando con la flota de Ptolomeo Filadelfo construida tan sólo dos siglos antes, Ateneo (Deip. 203D) nos ofrece un testimonio en el que cita un gran número de “súper galeras” pero el doble de embarcaciones de menor tamaño, concretamente de entre cuatro y dos órdenes y medio (trihemiolias) de remos. Por tanto, dos siglos después y con el progresivo declive de los reinos helenísticos, principales ingenieros de estas embarcaciones, es posible que aún se siguiesen construyendo “súper galeras”, pero no parece concebible que se hiciese esto en detrimento de otros tipos más ligeros. En el caso de Actium, hay

Figura 3. Quinarius acuñado por César en el 36 a. C. (RRC sin número).

El último grupo que podemos emplear como herramienta para el análisis de las galeras romanas es el de la iconografía monetal. Es evidente que tras la batalla de Actium hay una serie de acuñaciones que hacen referencia directa a esta victoria. Sin embargo no resultan especialmente útiles pues se centran en aspectos simbólicos como la Victoria de Tarento sobre una proa de galera (RIC I, 264), o una imagen de César desnudo sosteniendo un aplustre mientras pisa un orbe (RIC I, 256). En otros casos encontramos referencias navales en trofeos militares que aparecen en el reverso (RIC, I, 265 a) o escenas del triunfo celebrado en Roma en el año 29 aC. en cuyo reverso vuelve a aparecer la tensa que aparecía en el relieve de Alcalá. (RIC I, 258 y 259). En cualquier caso, las acuñaciones monetales, tanto posteriores como anteriores a la batalla, nunca ofrecen información técnica o táctica acerca de las galeras de guerra o de su forma de batalla. Solamente el caso de la serie republicana (fig. 3) acuñada por César antes de la batalla, se pueden distinguir algunos de los oficiales de las naves como el prorates y el gubernator. El amplio repertorio de la iconografía entorno a la batalla de Actium resulta, sin embargo, poco útil a la hora de hacer un estudio de la tecnología que tomó parte en el enfrentamiento. Todo parece indicar que la información que trasciende a la sociedad romana durante los años posteriores a la batalla se circunscribe exclusivamente a elementos de “temática marina” y no hay información técnica que vaya más allá de las colinas de Nikopolis. Actium trascenderá en tanto en cuanto es un hito en la guerra entre Cesar y Antonio, y porque además apuntala el perfil político-militar de Agripa, pero especialmente de Cesar, obviando cualquier elemento técnico o estratégico reseñable. De esta forma a los ejemplos de la iconografía naval posteriores a Actium habrá que sumar la información histórica y arqueológica si se quiere acercar al escenario técnico de la batalla.

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que tener en cuenta que una parte importante de las dotaciones de las embarcaciones de Marco Antonio murieron a causa de una enfermedad o simplemente desertaron (Dion Casio 50.15.4), lo que obligó al general romano a quemar un gran número de naves entre las que posiblemente deberíamos encuadrar los tipos más ligeros. Por su parte, la arqueología parece secundar la participación de galeras de guerra de gran tamaño, puesto que las hendiduras de los espolones encontradas en Nikopolis pertenecen a espolones de mayor envergadura de los que actualmente conservamos, como indican Murray y Petsas. Respecto al armamento de las embarcaciones, los relatos de Floro, Orosio, Dion Casio y Plutarco ya citan la presencia de torres o estructuras sobrealzadas, especialmente en la flota de Marco Antonio, aunque posiblemente alguna de las naves cesarianas también estarían dotadas de estos elementos. Si admitimos la opinión de Tarn, las torres instaladas en las embarcaciones aparecieron en torno al siglo II aC., luego no resultaría extraño afirmar que cierto número de las galeras de César también contasen con estos añadidos, pues eran de sobra conocidos en las dos facciones (Tarn 1930, 149), e incluso fueron usadas con anterioridad en dicha flota, por ejemplo, en la batalla de Nauloco (Apiano. Syr. 5.121). Adicionalmente este dato es secundado por el relieve de la duquesa de Cardona, en el que se puede apreciar el uso de torres en las galeras de ambos bandos. El uso de proyectiles y bolas de fuego (y otros proyectiles no ígneos) aparece constatado en numerosos relatos antiguos y el de Actium no es una excepción. No obstante, las piezas de artillería precisan de altos cuidados y costes de mantenimiento, con lo que debemos suponer que sólo algunas de estas galeras estaban equipadas con estos elementos. A este respecto, la iconografía muy rara vez muestra la instalación de estos ingenios en las embarcaciones, siendo el grafito de la necrópolis de Anfushi una clara excepción. El transcurso de la batalla aparece brevemente desarrollado en Plutarco (65-68) y Dion Casio (50.31-35). El inicio del combate no parece muy claro, pero parece ser que las naves cesarianas, más ligeras y ágiles, buscaron embestir las bandas y popa de las embarcaciones más pesadas de Marco Antonio, mediante un primer movimiento de flanqueo. Las galeras cesarianas evitaban el embate frontal en favor de acciones de golpeo y retroceso en los puntos débiles de toda galera, evitando así quedar a merced de la superior posición de los arqueros enemigos y un posible abordaje. Finalmente los choques entre las naves de ambos bandos se ha-

Figura 4. Espolón auxiliar procedente de Actium. British Museum GR 1872.12.14.1. (https://www.britishmuseum. org/explore/online_tours/egypt/cleopatra_history_to_myth/ bronze_prow_from_a_boat_or_sma.aspx).

rían inevitables y comenzarían los sucesivos abordajes para capturar la nave enemiga. Precisamente este momento del combate es el que parece ilustrar el relieve de la duquesa de Cardona, en el que se aprecian cuatro naves que van a embestirse de forma frontal y como sus “infantes de marina” se preparan tanto para el impacto, como para el subsiguiente abordaje. Igualmente importante en este conjunto es la representación de espolones auxiliares, más pequeños y situados por encima de la línea de flotación, por la escasez de materiales iconográficos que lo plasman, siendo quizá, el máximo exponente la Columna Trajana. Por último, en un momento dado, Cleopatra, cuyo rol en la batalla parece que fue el de espectador, atravesó las líneas cesarianas con sesenta barcos y huyó de la batalla, seguida por Marco Antonio. En un combate naval, la toma de la embarcación enemiga era posiblemente uno de los objetivos principales, quizá con la intención de reponer las pérdidas propias, copiar diseños novedosos o aumentar el tamaño de la flota. En el caso de Actium observamos que las naves capturadas, en especial las de mayor tamaño, fueron desprovistas de sus espolones los cuales pasaron a formar parte del complejo monumental de Nikopolis. Sobre los elementos arqueológicos navales, ya aventurábamos su escasez. Quizá la proa de Actium conservada en el British Museum (fig. 4) puede corresponderse a un espolón auxiliar como los representados en el relieve de la duquesa de Cardona, aunque sin apariencia zoomorfa. Otro elemento arqueológico encontrado en 1994 en las cercanías del antiguo campo de batalla, fueron unos proyec-

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Figura 5. Proyectiles de catapulta bajo el agua (Murray 2012: 157).

tiles pétreos de catapulta (fig. 5), que no se pudo demostrar si pertenecieron a la batalla de Actium ya que se perdieron en las obras del túnel submarino de Préveza-Accio (Murray 2012, 151-154). La batalla de Actium constituye un punto de inflexión no solo en el devenir político histórico de Roma, sino también el final de un periodo en la forma de entender la guerra naval. Esta es la última ocasión en la que las “súper galeras” son consideradas un elemento estratégico fundamental, quedando relegadas a la extinción. El fin de los enfrentamientos civiles, así como la ausencia de potencias navales extranjeras, hacen que su función naval no sea necesaria. Las liburnas y trirremes, más pequeñas, maniobrables y con más funcionalidad cumplirán mejor las necesidades de transporte, control militar y fiscal que el Imperio necesita a partir de este momento ejercer en el Mediterráneo.

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Se incluye la cita de las preactas y la de la posterior publicación de las actas del mismo congreso, porque M. Trunk incluye material gráfico diferente en el resumen previo que en el texto definitivo. 4

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