\'La barraca de los monstruos\' (Catelain, 1924): \'Freaks\' a la toledana

June 14, 2017 | Autor: A. De Mingo Lorente | Categoría: Silent Cinema, Toledo
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Descripción

12TOLEDO

LA TRIBUNA LUNES 28 DE DICIEMBRE DE 2015

CINE EN TOLEDO | ÉPOCA MUDA

Parte del rodaje de la película tuvo lugar en el paseo del Tránsito. La fotografía, recientemente difundida por el Archivo Municipal en una exposición sobre el tráfico rodado en Toledo, procede de la Colección Alba.

La ciudad acogió en 1924 el rodaje de la primera gran coproducción hispanofrancesa. Fue dirigida, adaptada y protagonizada por Jaque Catelain, uno de los rostros más conocidos del cine francés de los años veinte

LA BARRACA DE LOS MONSTRUOS ‘FREAKS’ A LA TOLEDANA ADOLFO DE MINGO | TOLEDO [email protected]

E

n 1924, ocho años antes de que Tod Browning filmase en California esa sórdida e inolvidable maravilla llamada Freaks, la ciudad de Toledo acogió el rodaje de una película con ingredientes muy semejantes: una historia de amor no correspondido, un personaje malvado y una corte de inquietantes seres de circo obligados a conjurarse para sobrevivir o para que los suyos sobrevivan. Se tituló La barraca de los monstruos (La galerie des monstres) y fue la primera gran coproducción cinematográfica hispanofrancesa. Dirigida y protagonizada por Jaque Catelain (1897-1965), una gran estrella del cine francés de los años veinte -promocionado como «el hombre más guapo del mundo»-, esta película contaba también entre sus atractivos con la presencia de la actriz Lois Moran (1909-1990), hija del embajador de Estados Unidos en España, y del cineasta y teórico del cine Marcel L’Herbier (1888-1979), quien había dirigido con anterio-

ridad al propio Jaque Catelain en películas de ambiente español como El Dorado (1921) o Don Juan et Faust (1922). El rodaje de los exteriores se repartió entre Toledo y Pedraza (Segovia), mientras que los interiores fueron filmados en París. Conocemos gracias al diario El Castellano que se realizaron «varias impresiones en las cercanías de los cerros de la Virgen del Valle, proximidades del Alcázar, Cubillo de San Vicente y Tránsito, entre otros sitios de la ciudad histórica». Sobre estas líneas puede apreciarse uno de los travellings del film, realizado sobre un descapotable por el operador Georges Specht frente a la sinagoga del Tránsito y los jardines de la Casa del Greco. La acogida de los toledanos fue impresionante, tanto por la «típica cabalgata constituida con elementos de la localidad» como por la fama de su protagonista. Con estas palabras describió el encuentro la crónica de Arte y Cinematografía, publicada el 1 de febrero de 1924: «La chiquillería de Toledo descubrió a Jacque Ca-

Año: 1924. Título: La barraca de los monstruos, basada en un relato de Eric Allatine. Producción: Francia-España (Atlántida Films-Cinégraphic). Dirección: Jaque Catelain. Fotografía: Jimmy Berliet, Amédée Morrin y Georges Specht (B/N). Reparto: Jaque Catelain, Lois Moran, Jean Murat, Claire Prélia, Lili Samuel.

telain, no obstante su traje y maquillaje de excéntrico, su aspecto ridículo de bufo, como el intérprete de los films L’Herbier, y le hicieron una espontánea y ruidosa manifestación de simpatía, librando a su alrededor una verdadera batalla para conseguir fotografías. Y para verse libre en su camino, se vio precisado a repartir cuantas tenía, más las que reservaba para sus numerosos pequeñuelos amigos de Segovia, en donde tantas simpatías conquistara cuando allí se filmó el Don Juan. Y Catelain, hondamente preocupado, pensaba en que sus amiguitos segovianos le tacharían de ingrato». La barraca de los monstruos no fue una película para niños, sin embargo. Catelain, que había participado en El gabinete del doctor Caligari (Robert Wiene, 1920), confirió a las escenas una atmósfera de cierta inquietud -espoleada por los ágiles encadenados visuales de los números circenses- cuyo resultado se aleja de lo lúdico. Como anécdota, sería necesario recordar la participación, entre la troupe de artistas que componen el circo, de la cantante y ac-

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TRIBUNA

LOS PROTAGONISTAS JAQUE CATELAIN

«El hombre más guapo del mundo» Fue uno de los rostros más reconocibles del cine francés durante los años veinte. Director, protagonista y responsable de la adaptación de La barraca de los monstruos.

LOIS MORAN

La troupe conmocionada ante la desgracia de uno de los suyos: la bailarina dramáticamente atacada por un león.

La hija del embajador de Estados Unidos en España

Enanos, forzudos, mujeres barbudas y Kiki de Montparnasse. Aunque muy alejada de la cali-

dad de Freaks -en donde Tod Browning llegó a convertir en categoría estética las deformidades de los personajes-, La barraca de los monstruos mostró videntes, enanos, forzudos, una mujer barbuda e incluso un remedo de ‘Peladilla’, castiza denominación del personaje de Charlot en nuestro país. Otro de estos singulares monstruos fue una de las protagonistas de la vanguardia parisina de entreguerras, Kiki de Montparnasse, arriba a la derecha.

triz francesa Alice Prin, más conocida como Kiki de Montparnasse, cuya espalda desnuda inmortalizó Man Ray es su celebérrima fotografía Le violon d’Ingres, realizada precisamente en 1924. Acróbatas, forzudos, enanos, pitonisas y mujeres barbudas completan el elenco de esta película, adaptación de una historia de Eric Allatine que en España se procuró presentar envuelta en un dramatismo rural tan del gusto de la época. La sinopsis del film era la siguiente para el periódico menorquín El bien público: «Ralda, la más hermosa de cuantas caras bonitas decoraban la serranía de Pedraza (Segovia), era una huérfana recogida por su padrino el señor Matías. Un día pasó por el pueblo Jorge, un joven que iba con una tribu de gitanos, y ella al oír por primera vez palabras de amor, siguió los impulsos de su corazón y marchó en pos de su amado» (29 de abril de 1926). Un tono más rei-

vindicativo había manifestado, un año atrás, el periódico valenciano El Pueblo: «La barraca de los monstruos es un asunto de hondo sentimentalismo, con escenas de fuerza dramática enorme, que mantendrá suspenso el ánimo del espectador. La barraca de los monstruos no tiene ‘españoladas’ a pesar de estar dirigida por extranjeros; antes al contrario, demuestra que en España, si se quiere, también se pueden hacer películas sin chabacanerías y sin navajas» (24 de febrero de 1925). El historiador del arte Miguel Ángel García Hernández, profesor de la UNED, se preguntaba hace algunos años -durante la exposición La noche española. Flamenco, vanguardia y cultura popular, 1865-1936 (Reina Sofía, Madrid, 2008)- «qué podría ser más monstruoso que ofrecer a los españoles, en España, una imagen de los españoles». Este especialista, para quien el pierrot interpre-

Alice Prin. Entre los seres desarraigados y deformes de la película es posible destacar la presencia de Alice Prin (1901-1953), más conocida como Kiki de Montparnasse, modelo del fotógrafo Man Ray en la celebérrima imagen titulada Le Violon d’Ingres (1924).

tado por Catelain en una de las escenas gira y salta hasta caer desmayado como una metáfora de la descomposición de las inquietudes de vanguardia, llegaba a contraponer a los monstruos del escenario con los monstruos que los contemplaban entre carcajadas, tocados con sombreros de paja o mantillas de domingo. La película, que concluye con final feliz -la pareja protagonista abandona el circo en una carreta por la carretera del Valle, con Toledo al fondo-, tuvo cierto éxito en Francia, pero no encajó en España. Es probable que su argumento resultase demasiado agresivo para el público primorriverista, acostumbrado -por mucho que uno de los periodistas que escribieron sobre La barraca de los monstruos dedicase a la película la consideración de ser una «égloga en honor de España»- a pasiones truculentas, pero mucho menos complejas.

Futura estrella de la Fox y amante de Francis Scott Fitzgerald, acababa de iniciar su carrera como actriz. Nada más terminar esta película se haría famosa con Stella Dallas, de Henry King.

MARCEL L’HERBIER

Uno de los padres del cine cultural francés Director y crítico cinematográfico, Marcel L’Herbier (1888-1979) ya había dirigido a Jaque Catelain en dos películas de ambiente español, El Dorado (1921) y Don Juan et Faust (1922).

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