La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos

Share Embed


Descripción

La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos

Aníbal José Maffeo Chascomús - 2013

Quinta Jornada de Historia de Chascomús Julio de 2013

Una tumba en el cementerio de Chascomús Perdida entre otras de las tantas tumbas de nuestro cementerio, se encuentra la del coronel Juan Francisco Olmos. Una sencilla cruz se yergue sobre la sepultura. Sobre una loza nueva, construida por la Municipalidad para reemplazar la anterior, que se encontraba totalmente destruida, se encuentra una placa de agradecimiento de la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos de Chascomús. Yace allí una personalidad enigmática, un viejo guerrero, que a lo largo de su vida participó en varios hechos trascendentes de la Historia Argentina. En las breves líneas que seguirán, nos adentraremos en esta interesante historia de vida.

2 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

Los años antes de su llegada a Chascomús Según los datos biográficos, Olmos nació en San Nicolás, como lo indica su acta de bautismo, celebrado el día 29 de junio de 1800, si una constancia exacta de la fecha de nacimiento. Sus padres fueron Raimundo Olmos y Juliana Velo. Existía en San Nicolás una importante posta, conocida como la “Posta de Olmos”. Los hermanos John y William Parish Robertson en su obra “Cartas sobre Sud América y viajes por las riberas del Paraná y Río de la Plata”, hacen referencia a ella. “No es como otras un simple rancho sino la habitación confortable de un estanciero. La casa es de ladrillo y como su propietario y su familia residen en ella en la época de nuestro paso se notaba no sólo la evidencia de una comodidad sencilla y confortable, sino cierto refinamiento al cual no estamos acostumbrados, fuera de los límites de la ciudad”..., “nuestro anfitrión era a la vez estanciero y patrón de la posta...”, “la fama de la belleza de sus hijas era popular cerca y lejos...”, “no nos sorprendió la belleza de sus tres hijas, pero en cambio no estábamos preparados para apreciar su estilo y maneras. Eran ellas una jóvenes verdaderamente fashionables, educadas en Buenos Aires donde generalmente residían...”, “en vez de ser la parada en la posta de Olmos una demora fastidiosa para el cambio de caballos, resultó una visita matutina muy elegante”.

La primera pregunta que nos hacemos es si Juan Francisco formaba parte de esta familia Olmos. Lo más probable es que no, ya que de otro modo no se entendería como, perteneciendo a una familia evidentemente acaudalada (o, al menos, sin problemas económicos), trabajó como peón en campos ubicados en la zona del Tuyú. Menos aún se entendería que fuera reclutado en una leva e incorporado como soldado en las fuerzas del coronel Navarro. Es justamente allí cuando comienza su carrera militar, pasando a servir en el destacamento de Las Bruscas, en donde funcionó una prisión militar. Para 1821, ya era sargento del cuerpo de Blandengues, y tres años después, participó en la campaña de Martín Rodríguez. En la acción de Pillahuinó (o Pillahuincó) fue herido de lanza.

3 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

Puede que haya participado en la guerra con el Brasil, e incluso en la campaña del Perú. En tal sentido, puede existir una equivocación en el orden cronológico de los eventos por parte de los biógrafos de Olmos (ver nota 11)1. Para 1827, el coronel Ángel Salvadores lo designa como oficial. Era habitual en esas épocas, que, ante la carencia de oficiales, se ascendiera, en campaña, a los suboficiales que se destacaran en sus cualidades militares. Si bien no existen constancias, es probable que en 1828, Olmos haya participado en las acciones de Navarro (en el parte de Lavalle de Navarro, menciona a un comandante Olmos del regimiento 16, como herido, aunque quizás se trate del Olmos granadero) y Puente de Márquez. Para 1833, ya formaba parte de las fuerzas de Rosas en la campaña contra las indios.

Olmos y la Revolución del Sud En 1835, Olmos, ya con el grado de teniente coronel, fue designado comandante del 5to. Escuadrón del 6to. Regimiento de Caballería de Milicias. Por entonces, dicho regimiento estaba compuesto de las siguientes subunidades: -

Plana Mayor.

-

6 Escuadrones.

-

Escuadrón Escolta.

-

Cantón de la Boca del Salado.

-

Voluntarios de la Ensenada.

Entre todos, sumaban aproximadamente, 1500 plazas. El regimiento cubría el Departamento Sud, y el 5to. Escuadrón tenía su asiento en Chascomús. Justamente en aquel año, Juan Manuel de Rosas fue designado Gobernador y Capitán General de Buenos Aires, otorgándole la suma del poder público el 07 de marzo de 1835. A partir de allí, comienza una purga de funcionarios gubernamentales, que comienza con el segundo decreto dictado por Rosas, el 15 de abril de aquel año, por el que separa a Gregorio Tagle de la Cámara de Apelaciones. 1

No se descarta tampoco una confusión con el capitán Francisco Olmos, miembro del Regimiento de Granaderos a Caballo que regresó a Buenos Aires en 1826.

4 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

Continuaría la separación de presbíteros, escribanos, de un defensor de pobres y menores, del Dr. Cosme Argerich (médico del Hospital de Mujeres y del Regimiento de Patricios), entre otros. Un hombre de estatura moral, el comandante Tomás Espora, optó por renunciar a la capitanía general del puerto, antes que continuar al servicio del gobernador, no compartiendo sus métodos. El 24 de julio de 1835, la purga llega a Chascomús, y se destituye al médico del pueblo, Remigio Díaz. Para 1839, el descontento contra Rosas había aumentado, y comienza a gestarse la Revolución del Sur. La poca discreción de los rebeldes, y el asesinato de los Maza aceleras las cosas. El 29 de octubre, se produce el Grito de Dolores. Para esa fecha, Olmos se encontraba custodiando la Boca del Salado, con aproximadamente 300 hombres. ¿Qué hacía Olmos allí fuera del asiento de su escuadrón?. Es probable que, bajo órdenes de Prudencio Rosas, comandante del 6to. Regimiento, se encontrará reforzando la guarnición de la batería y puerto del Salado (que no contaba con más de 30 hombres), ya que se trataba de un lugar ideal para que se produjera el desembarco de ayuda en hombres o materiales, provenientes de la escuadra francesa que bloqueaba el Río de la Plata. Como sabemos, Olmos se plegó a las fuerzas de Castelli. Sin embargo, su adhesión no estuvo confirmada hasta último momento. Lo veremos a continuación, en la correspondencia que intercambiaron Manuel Rico y Zacarías Márquez, dos de los líderes de la revolución. El primero de noviembre, Rico escribe a Márquez desde Dolores: Sr. D. Zacarías Márquez. Mi querido amigo, no le mando los caballos, porque pude pedir a los Alzags y demas amigos; pues Crámer me dice que él le dará tambien caballos. V. ríjase por todo lo que le diga Crámer, pues conozco que es hombre de consejo: me parece muy propio que se en caso se encontrase con alguna gente enemiga siempre evite el tirotearse, pues es mejor buscas los medios de la suavidad que los de romper el fuego, porque Olmos ya sabe de nuestro movimiento, por consiguiente, ha de tener algunas partidas y estas pueden encontrarse con las nuestras y es mejor ver si se pueden atraer, lo mismo que V. debe mandar algunos hombres, pero sin armas a fin de que vayan por las casas haciendo correr la voz de la reunión, que muchos se han de venir. Su amigo y compañero. Manuel Rico.

5 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

Para la fecha, Olmos estaba al tanto de los acontecimientos y del movimiento de los revolucionarios, aunque no existía seguridad sobre su adhesión. Sin embargo, con la misma fecha, Rico vuelve a enviar otra nota, en la que se plantean las dudas respecto a la conducta de aquel. Sr. D. Zacarías Márquez. Estimado compañero: En este momento, me manda avisar el teniente coronel Olmos que está pronto y decidido con toda la fuerza de su mando á venirse con nosotros. En esta virtud, le he ordenado se venga y ponga en contacto con V. comunicándose para las nuevas disposiciones. Le ordeno á V. que en el acto de recibir esta se ponga en marcha con la jente para la estancia de Buena-vista donde esperará que llegue. Sin embargo de la buena fe que considero á Olmos es necesario que lo observe muy de cerca, preparándose con anticipación para en que caso que sea engaño. Tan luego que llegue y se convenza V. de su buena fe, me lo avisará para nuestra inteligencia y conocimiento. Tome V. conocimiento de él, y sus pareceres, respecto á Chascomús para que si le parece bien marche alguna fuerza sobre ese pueblo. Esta carta preséntela a Crámer, de quien V. tomará siempre sus consejos y consultará todas sus medidas. Seria muy conveniente que Crámer presencie su entrevista con Olmos, y que su parecer me lo comunique en el momento. Su compatriota y amigo. Manuel Rico.

Rico no tenía plena confianza en Olmos, es así que le pide a Márquez que se encuentre preparado para el caso en que se trate de un engaño. También le sugiere que Ambrosio Crámer presencie la charla que se mantenga con el teniente coronel. De las comunicaciones de Márquez, se observa la plena confianza que tenían en el jefe francés. El 3 de noviembre, Rico vuelve a escribirle, informándole de los planes de marchar sobre Chascomús, y alzarlo en armas, formando una compañía de cívicos con las armas y municiones que allí se encontraran. Le indica a Márquez que la fuerza la encabezará Crámer, además de indicarle que haga lo posible por incorporar más hombres a las fuerzas propias, ordenándole que haga lo propio Olmos. Si Olmos se ha reunido y está de buena fé puede encargarlo de reunir gente, lo mismo que a Funes... ... Salud te desea tu amigo y compañero. Manuel Rico.

6 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

El paso de los acontecimientos se apresuraba, y esa misma noche (exactamente a la medianoche, según la data), Rico envía otra nota más, en un tono más informal, por la que comunica que se ha confirmado la incorporación de Olmos a los Libres del Sur. Querido Zacarías: Conforme con lo que te escribí, te aviso que el amigo D. Martin Alzaga ha vuelto del Salado y asegura que Olmos está con nosotros completamente. Ha convenido con él que mañana te va a oficiar a vos y a Girado también, y que solo espera juntar caballos para marchar, cuya marcha, será pasado mañana. Tuyo. Manuel Rico.

Sin embargo, la incorporación de las fuerzas de Olmos al resto de los revolucionarios no se producía, lo que provocó que Márquez informara de tal situación a Rico. Ello significó la siguiente respuesta el 5 de noviembre. Al Señor comandante D. Zacarias Marquez. Se ha recibido la nota de ayer, en que el señor comandante dá cuenta y consulta lo que debe hacer, con relacion al teniente coronel Olmos y en su contestacion debo decirle que con fecha de ayer se ha recibido en esta division la nota que original le adjunto en la que el teniente coronel Olmos demuestra su decision por nuestra causa. Creo que el motivo por el cual el teniente coronel Olmos no se ha incorporado á esa división ha sido por tener que entregar en el Salado las armas y municiones que allí se encuentran, al capitan D. Crespin Peralta, que ayer se tuvo noticia de habersele quebrado la carreta en que las iba á trasportar, Hasta esta noticia nosotros tambien estuvimos alarmados con su inmovilidad, pero ya estamos tranquilos, y sin embargo le prevengo á V., que si mañana no se le hubiese incorporado Olmos a la division de su mando, yo, ó el señor Castelli pasaremos en persona á determinar que se le impela á la fuerza á cumplir sus compromisos con los libres. Por lo que respecta al trompa en cuanto aparezca uno le será enviado al señor comandante a quien me dirijo. Dios guarde al señor comandante muchos años. Se me olvidaba decir á V. que horas mas o menos a la en que V. reciba esta nota se le incorporará el comandante D. José Antonio Lopez con cerca de 300 hombres, de quien nadie tiene V. que temer. Saludo al señor comandante. Manuel Rico.

No obstante la explicación que da Rico sobre la delación de Olmos de unirse a las fuerzas de los Libres, es claro que aún queda un resquicio de duda sobre su actitud, la que, de no cumplirse por propia voluntad, se lo haría a través de la fuerza de las armas. Una nota del comandante del Fuerte Independencia, Pablo Muñoz dirigida a Rosas, dando cuenta de la sublevación producida, nombra a varios de quienes se han plegado a

7 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

Castelli, aunque no a Olmos. Es muy probable que la actitud de Olmos no fuera conocida por los federales sino hasta último momento. El día 6 de noviembre, Francisco Villarino, comandante en comisión de las milicias de Chascomús, remite desde la Boca del Salado una nota al contralmirante Le Blanc, comandante de las fuerzas navales francesas. En ella señala que Varios cantones se han sublevado, cuyas fuerzas se hallan hoy reunidas a la división, entre ellas la que guarnecia este punto al mando del teniente coronel D. Francisco Olmos, la de la Atalaya y Sauce, dejando esta ultima a su gefe.

Finalmente, el día 07 de noviembre se produce la batalla a orillas de la laguna de Chascomús2. Si bien el desempeño de Olmos en la batalla fue de los mejores, ya que logra desbaratar a las unidades con las que se enfrenta, José Balach, en su obra “Azules y Colorados en Chascomús”, critica su decisión táctica de retirarse del campo en persecución de Rozas, señalando que “debe reconocerse que Olmos se empeñó en una persecución ineficaz (contra Prudencia Rozas), cuando tanto podría hacer cargando por la espalda de Granada” y que “tuvo una actuación resuelta en la batalla de Chascomús, aunque con una mejor apreciación del momento pudo inclinar la acción para las armas de los Libres”. De todos modos, la acción de Olmos debe verse en el contexto general de la caótica batalla, en la que su unidad actuó quizás, como la única organizada y con un mando coherente. Las fuerzas de los Libres del Sur son derrotadas, y se produce un desbande general de la tropa. Muchos deciden retirarse hacia el sur, para enlazar en la costa con los franceses. Olmos se repliega con sus hombres hacia el puerto del Tuyú. Dos días después, Prudencio Rozas remite el general Corvalán un parte de la batalla en donde señala que “acaba de llegar un miliciano de Dolores y dice que el comandante Olmos ha caído derrotado con cien hombres y el general en jefe de ellos Pedro Castelli, con dos hombres; que mucha gente se ha ido dispersa a los montes”. 2

El trabajo de López Osornio y Balach “Informe sobre el lugar en que ocurrió la Batalla de Chascomús”, de 1939, propone, acertadamente, que se la denomine “Sorpresa de Chascomús”.

8 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

En realidad, Olmos sobrevive a la acción y consigue embarcar con la flota francesa, que parte hacia Uruguay.

La campaña libertadora del general Lavalle El 23 de noviembre, las fuerzas de los Libres arriban a Montevideo. Allí, piden incorporarse al ejército uruguayo. Ese mismo día, el mandatario Fructuoso Rivera, envía una nota a Alejandro Chucarro 3. S.D. Alejandro Chucarro Paso de la Calera 23 de Nov de 1839 Mi apreciado Amo ...Duce V. que el S. Varela se presentó, pidiendo, que la Fuerza desembarcase en el Cerro, y qo sobre ello, y sí podían incorporarse el Egto en estas circunstancias, se habían tenido varias conferencias con el S. Agüero, y con los Gefes Olmos y Ríos, habiendo terminado en que iban á consultar al resto dela emigracn, y darían cuenta de su resultado. La esperiencia y el de los sucesos, me hace conocer, qe lo que importa, es, que esos Argents marchen rapidamente á incorporarse a Lavalle, sin que quede un solo hombre, no solo de los del movimiento, sinó todos aquellos, que se habían marchado á unírseles desde esa capl....

Rivera no consideraba apropiado que las fuerzas se unieran al ejército uruguayo, y considera además, que un aumento de las fuerzas de Lavalle, le permitiría despreocuparse de la amenaza que podía suponer Manuel Oribe. El 28 de diciembre, Lavalle le escribe al contralmirante Le Blanc, en la que detalla los acontecimientos ocurridos en el sur de Buenos Aires, nombrando a Olmos. En esa misma nota, solicita la ayuda de los franceses, tanto en el aspecto económico (requiere un millón de francos para gastos de guerra), como militar (la destrucción de la batería de Rosario y la ocupación del río Paraná). El teniente coronel Olmos se une finalmente a al grueso de las fuerzas de Lavalle, e inicia la quizás más épica de las campañas militares argentinas, luego de las Guerras de la Independencia. Participa de las batallas de Villaguay (18 de marzo de 1840), Don Cristóbal (09 de abril de 1840), Sauce Grande (16 de julio de 1840) y Cañada de la Paja (23 de agosto de 1840).

3

Había sido miembro de la convención constituyente uruguaya, y se había desempeñado como Ministro de Relaciones Exteriores.

9 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

Ya a las puertas de Buenos Aires, Lavalle, en una decisión que ha sido cuestionada varias veces, decide no marchar sobre la ciudad, y se retira hacia el norte, para continuar allí la campaña y enlazar con La Madrid. En su marcha, el Ejército Libertador toma Santa Fe el 28 de septiembre de 1840, y dos meses más tarde, el 28 de noviembre, Lavalle se enfrenta a Oribe. El choque se produce en Quebracho Herrado (Córdoba), en donde las fuerzas de este último que contaban con unos 6000 hombres, se enfrentaron a los 4000 de Lavalle (que además de ser superado en número, contaba con escasa caballería). La batalla resulta en un desastre, y las fuerzas del Ejército Libertador se desbandan. En el campo de batalla quedan 1536 cuerpos. Luego de la derrota, los sobrevivientes del combate comienzan a reagruparse, retirándose hacia la ciudad de Córdoba. El capitán José María Guerra, en su interesantísima “Memoria histórico militar”4, señala que uno de los jefes que logra escapar y arribar al punto de reunión es el comandante Olmos. Juan Lavalle logra reunir a sus fuerzas y las reorganiza. Así, forma dos columnas. Una marchará hacia Santiago del Estero, la otra, entre las que forma Olmos, marchará a Cuyo. Esta columna lleva como jefe a José María Vilela. El 07 de enero de 1841, el Ejército Libertador sufrirá otro revés. En Sancala5, la columna de Vilela (que se encontraba atrincherada en un corral, aunque sin una guardia efectiva) es atacada por el general Ángel Pacheco. Vilela sufre una total derrota, con más de 500 muertos, desintegrándose las mejores unidades con que contaban. En esta acción muere Manuel Rico, otro de los Libres del Sur. Tanto Olmos como Vilela logran escapar, y se reúnen con Lavalle. Los restos del Ejército Libertador, acosados por Oribe, presentan nueva batalla, esta vez en Famaillá (Tucumán), el 19 de septiembre de 1841. Allí son finalmente derrotados, y desaparece entonces la Alianza del Norte.

4

Es recomendable la lectura del testimonio de primera mano de uno de los participantes de la campaña libertadora, para conocer los padecimientos a los que se vieron sometidos a lo largo del épico periplo, los miembros de las fuerzas de Lavalle. 5 Usualmente nombrado como San Calá o San Cala, es en realidad un nombre indígena, Sancala.

10 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

Maltrecha, agotada, con escaso armamento y material, la reducida fuerza emprende la huída hacia Salta. Desde allí, Lavalle dirige una carta al general José María Paz el 04 de octubre de 1841. Luego de contarle el desastre de Famaillá y la captura de Avellaneda y Vilela, dice No podré sostener la capital que no tiene mas que cien cívicos armados de fusil, y haré la guerra llamada vulgarmente de recursos, si los habitantes se prestan a ello. De lo contrario siempre entretendré al enemigo todo el tiempo que pueda, y le mandaré enseguida los restos que conservo y que le serán a Ud. preciosos en aquel teatro. En este caso irá el coronel Salas del Tío, que es excelente sujeto, el comandante Oroño y otros oficiales de Santa Fe, el comandante Ocampos con un escuadrón de correntinos, y los de las misma clase Ornos y Olmos, irán como doscientos hombres de tropa, correntinos, santafecinos, cordobeses y porteños.

La intención de Lavalle era clara, imposibilitado de continuar sosteniendo una lucha de envergadura contra sus enemigos, había decidido desprenderse de sus tropas enviándoselas al general Paz. Mientras tanto, quizás como un solitario paladín con sus caballeros, continuaría, hasta donde pudiera, hostigando al enemigo. Entre los hombres que marcharían con Paz, se encontraba Olmos. Sin embargo, pocos días después un hecho imprevisto cambiaría los planes. El 09 de octubre de 1841, Lavalle muere en Jujuy, cuando tropas federales asaltan la casa en donde se alojaba. El crédito por el asesinato, se lo lleva el soldado José Bracho. Para evitar que el cuerpo del general cayera en manos enemigas, y ante la clara posibilidad de sufrir vejaciones en sus restos, lo que queda del Ejército Libertador empieza una penosa marcha hacia el norte, cargando el cadáver de Lavalle, mientras el enemigo les pisaba los talones. Durante el trayecto a través de la quebrada de Humahuaca, son perseguidos por las fuerzas del jefe salteño Puch, con las que habitualmente se traban en escaramuzas. En Huacalera, ya con el cuerpo de su querido jefe en estado de descomposición, deciden descarnar sus restos6. Finalmente, logran llegar a Bolivia, y, tras un agotador camino, arriban a La Quiaca, donde el general Juan Lavalle es enterrado con honores. Hasta allí lo habían acompañado tan sólo 35 oficiales (entre ellos Olmos), y 200 hombre de tropa al mando del general Pedernera. 6

Los autores difieren sobre la persona que estuvo a cargo de la ingrata tarea, unos citan al general Gramajo, otros al oficial francés, Alejandro Danel, lo que parece más acertado.

11 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

Con el jefe muerto y las tropas dispersas, los pocos que quedaron en Potosí, comenzaron a separarse. Siete oficiales acompañaron, a pedido de la viuda de Lavalle, sus restos hasta Chile. Olmos no se contaba en la partida7.

Desde el retorno a la Argentina hasta la batalla de Vences. Olmos se une a las fuerzas de Urquiza. No hay, a ciencia cierta, datos claros de las peripecias de Olmos luego de su arribo a Potosí. Se indica que anduvo errante por Bolivia, Paraguay y Brasil, hasta que en 1843 retornó a Argentina, en donde continuó con su carrera militar, uniéndose a las filas de los Madariaga en su campaña contra Urquiza. Ese mismo año, participa de la campaña de Santa Fe. Tres años más tarde, participa en la campaña de Corrientes, luego que Urquiza avanzara sobre esa provincia, con el cierre de las negociaciones posteriores al Tratado de Alcaráz, el 17 de agosto de 1846. Ya con el grado de coronel, Olmos participa en la Batalla de Vences, una de las más grandes de las luchas intestinas. Allí, 6000 hombres del Ejército Entrerriano comandados por Urquiza, se enfrentaron a los 5000 de los hermanos Juan y Joaquín Madariaga, este último, gobernador de Corrientes. En el llamado Potrero de Vences, y con un movimiento en los flancos, Urquiza, que contaba con una caballería superior, logró rodear a sus enemigos, cayéndole por sus alas y venciéndolos. A diferencia de lo que había venido ocurriendo, no hubo fusilamientos, al menos masivos, entre los oficiales vencidos. Muchos años después de la batalla, el 24 de julio de 1869, el coronel Pedro Martínez, uno de los capturados por Urquiza, escribió en un artículo publicado en el diario “La Tribuna”,

7

La nómina que brinda Guerra es la siguiente: coronel Cayetano Artayeta, teniente coronel Martín Artayeta, comandante Atanasio Encina, comandante Mansilla, Pedro Lacasa, Félix Frías y él mismo.

12 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

En Vences no se fusiló un solo jefe u oficial del Ejército Correntino después de la batalla. Todos los prisioneros, en número de más de 4000 fueron respetados, y algunos a despecho de exigencias de jefes que pedían se les fusilase: a mí mismo, por haber evitado la víspera de la acción, hallándome de servicio entre líneas, que se pasaran al general Urquiza mi batallón y parte del Republicano, y por se entrerriano al servicio de sus enemigos. A la par mía se salvaron los coroneles Francisco Olmos, José Luis Ávalos y Eusebio Palma, comandantes Pedro Mansilla, Ignacio Benavides, Ramón Sánchez y Pimentel, capitanes Virasoro, Antonio Soto, ayudante Mariano Piedra Buena, tenientes Manuel Gil, Wenceslao Martínez, alféreces Ciriaco Torres y Agustín Maidana, etc.

Aquí, la historia de nuestro Olmos toma un rumbo inesperado. Por esos vaivenes de la vida, y en épocas de incertidumbre, el coronel Olmos pasa a servir en las filas de Justo José de Urquiza. A partir de allí, vive un período de relativa paz y calma, que parecía haberse instalado en el país. Sin embargo, esa paz duró sólo unos pocos años. El 01 de mayo de 1851 se produce lo que se conoció como “Pronunciamiento de Urquiza”. La provincia de Entre Ríos volvía a asumir la conducción de sus relaciones exteriores hasta la constitución de la república, desconociendo las facultades de Rosas. Inexorablemente, el estado de guerra fue declarado entre las provincias. Ahora, Olmos volvía a cabalgar contra Rosas, como parte del Ejército Grande. Para diciembre de 1851, Olmos, que conservaba su grado de coronel y se encontraba al frente de una unidad de caballería, figura en la Nómina de Socorros y Gratificaciones del Ejército Grande, percibiendo una suma de cien pesos. El 03 de febrero del año siguiente, se libra la batalla de Caseros, de la que Olmos toma parte, muy probablemente con las fuerzas flanqueadoras del general La Madrid. La batalla significó la derrota de las fuerzas federales y la renuncia y huída de Juan Manuel de Rosas al extranjero. Poco tiempo después, Vicente López y Planes, quien fuera autor de la letra del Himno Nacional, fue designado gobernador de Buenos Aires. Es interesante señalar en este punto, que Urquiza se reservó el derecho de utilizar el tesoro de Buenos Aires, pudiendo firmar órdenes de pago sin necesitar la refrenda del gobernador. Una breve mirada sobre la nómina de pagos efectuados por Urquiza, nos revela que resultó bastante abultada.

13 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

Un pago efectuado el 03 de marzo de 1852 tiene como beneficiario al coronel Francisco Olmos, por una suma de $40.0008. Posteriormente, Olmos se instala en la provincia de Buenos Aires, en donde pasa a comandar el Regimiento 10 de Guardias Nacionales de Caballería. Pero poco duraría la estabilidad en la provincia. El 11 de septiembre estalla la revolución. La Sala de Representantes, disuelta por Urquiza, vuelve a reunirse. Allí se decide remover a Vicente López, y se elige como gobernador al general Manuel Pinto, quien designa como ministro de gobierno a Valentín Alsina y como ministro de guerra al general José María Pirán. Ese mismo día, el ministro de guerra emite un comunicado a todos los comandantes de unidades del Ejército de Buenos Aires, por el que ordena que se deberán abstener de dar cumplimiento a cualquier orden o instrucción que no emanen de las autoridades de la provincia. En idéntico tenor lo hace Alsina, en oficio dirigido a los jueces de paz. Así, intentan evitar contraórdenes de Urquiza. El 14 de septiembre de 1852, Urquiza ordena al general Flores (comandante general del Departamento Norte de Buenos Aires), Se sirva ordenar, sin pérdida de tiempo, e invocando especial autorización del infrascripto, a los coroneles D. Eugenio Bustos, D. Juan Francisco Olmos y demás jefes del Departamento del Sud, que reúnan y tengan en armas las fuerzas de aquel departamento.

Las fuerzas, ubicadas en la campaña, acatan las órdenes de Buenos Aires, aunque se mantienen expectantes. A fines de octubre, Valentín Alsina es elegido gobernador. El 01 de diciembre, el general Hilario Lagos 9, comandante general del Departamento Centro, se sublevó contra las autoridades de la provincia. Logró que casi todas las unidades de la campaña acompañaran su movimiento, y atacó la ciudad de Buenos Aires. Al ser rechazado en su ataque, el 06 de diciembre decide poner sitio a la ciudad.

8

Para ser justos, debemos decir que no fue el único beneficiado. Entre otros que recibieron pagas podemos citar algunos nombres conocidos: Paunero recibió $12.000, La Madrid $50.000, Pirán $40.000, Bartolomé Mitre $16.000, y Granada, quien se había enfrentado con Olmos en la Batalla de Chascomús, recibió un pago de $20.000.

14 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

Ante esta situación, Alsina renuncia y vuelve Pinto a ocupar la gobernación. En este marco, Olmos participa, junto con Bustos, Marcos Paz y Francisco Casiano de Belaústegui, de conversaciones de paz con los porteños. Las propuestas, entre las que se encuentran las de reconocer a Pinto como gobernador interino hasta que la legislatura elija uno nuevo, declarar vigentes los pactos nacionales y reconocer a jefes y oficiales de línea y de las milicias que se hayan sublevado, no tienen eco y la lucha continúa. Con Buenos Aires sitiada, los porteños deciden conformar una fuerza cuyo objetivo es caer sobre las espaldas de los sitiadores. Pedro Rosas y Belgrano, desembarca entonces en el riacho de Ajó y comienza a organizar las fuerzas que intentarían el movimiento de contracerco. Se encarga de reunir tropas dispersas y de convocar a algunos indios. En total, logra convocar unos 4500 hombres. Con ellos marcha hacia el norte. Para enfrentarlos, el general Gregorio Paz conforma una fuerza que pone al mando del general Hilario Lagos y del coronel Olmos. El 14 de enero de 1853, las avanzadas de Rosas y Belgrano traban lucha con la caballería de Olmos, a la que ponen en fuga. Luego, se dirigen hacia la desembocadura del Salado. El 22 de enero, en los campos de San Gregorio, se produce el choque entre ambas fuerzas. Las indiadas de ambos bandos, conferencian entre si y defeccionan. La batalla no es tal, sino un pobre intercambio de disparos a la que sigue una impetuosa carga de la caballería al mando de Olmos. Éste, que mandaba tropas entrenadas, pone rápidamente en desbandada al variopinto conjunto al mando de Rosas y Belgrano. Olmos se alza con la victoria, y a las cinco de la tarde remite su parte a Lagos. En estos momentos acaba de quedar triunfante y gloriosa nuestra querida causa y nuestra Patria brillante y feliz libre de sus infames y traidores enemigos, no por la fuerza el poder ni los armas, sino por el irresistible encanto de nuestra opinión.

9

Lagos combatió en Caseros al mando del ala izquierda de la caballería rosista, para luego refugiarse en un buque francés. Luego de la batalla, fue reincorporado al ejército como comandante del Departamento Sur.

15 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

Olmos habla de unos 30 muertos en la batalla, aunque un año después, publicaciones señalan que aún se encontraban insepultos unos 80 cadáveres en San Gregorio (es probable que se refiriera a los caídos en las filas propias). La derrota impidió a que las tropas enlazaran desde el sur y efectuaran la maniobra de contracerco. Sin embargo, el sitio fracasó, luego de constantes deserciones en las fuerzas sitiadores y de la entrega de la flota federal a los porteños por parte de John Coe. Finalmente, el 13 de julio de 1853, el sitio fue levantado y las fuerzas de Urquiza se retiraron.

Olmos invade Buenos Aires. Buenos Aires continuó separada de la Confederación. Desde junio de 1853, el abogado Pastor Obligado era gobernador de esa provincia. Para 1854 las tensiones entre los porteños y Paraná aún continuaban, aunque no se habían sucedido hechos de armas desde el fin del sitio. En noviembre de ese año, el general Jerónimo Costa, acompañado por los coroneles Laprida, Lamela y Juan Francisco Olmos, con una pequeña fuerza, cruza el Arroyo del Medio e invade Buenos Aires. El 08 de ese mes, en las cercanías del arroyo Tala10, próximo a San Pedro, las fuerzas invasoras son enfrentadas por el Regimiento 2 de Infantería de Línea, más otro de caballería y una unidad de artillería, al mando del general Hornos. Las minúsculas fuerzas de Costa son puestas en fuga, y escapan hacia Santa Fe. Urquiza, que intentaba mantener relaciones cordiales con Buenos Aires, retiró su apoyo a la invasión de Costa (al menos abiertamente), por lo que éste y sus seguidores debieron embarcarse hacia Montevideo. En 1856, Costa se embarca en una nueva aventura, y Olmos lo acompaña. Por segunda vez, invade Buenos Aires. En enero de ese año, desembarcan en Zárate, con 125 hombres, a los que se les unen otros 200 al mando de Ramón Bustos. Sin embargo, en esta oportunidad la situación a la que se enfrentaría sería distinta. El 28 de enero, Pastor Obligado dispone

16 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

Todos los individuos titulados jefes que hagan parte de los grupos anarquistas capitaneados por el cabecilla Costa y fuesen capturados en armas, serán pasados por las armas inmediatamente al frente de la División o Divisiones en campaña, previos los auxilios espirituales.

El gobernador de Buenos Aires no toleraría nuevos intentos de invadir su provincia, y escarmentaría a quien lo hiciera. El 31 de enero de 1856, las fuerzas de Costa se enfrentan en Villamayor (en el actual partido de La Matanza), con el Batallón 1ro. de Línea, al mando del coronel Emilio Conesa. Tal como había ocurrido en 1854, nuevamente son derrotados. Pero en esta oportunidad, no pueden escapar y son tomados prisioneros. El 03 de febrero, todos los oficiales de grado mayor a capitán son fusilados, incluyendo al general Costa. Con esa buena suerte que pareciera haber acompañado a Olmos a lo largo de su vida, logra salvarse. No porque haya huido, sino gracias a los oficios de, supuestamente, la viuda del general Lavalle, quien quiso recompensar la fidelidad de Olmos a su antiguo jefe. Existen opiniones encontradas respecto a quién solicitó clemencia por Olmos. Muchos autores señalan a la viuda, Dolores Correa de Lavalle. Isidoro Ruiz Moreno, dice que “de los jefes, el único que salvó su vida fue el coronel Olmos, por empeño de la hija del general Lavalle, a cuyas órdenes había servido desde el Perú y Brasil” (Ruiz Moreno, “Campañas militares argentinas” Tomo 3)11. Esta confusión puede deberse a que la hija de Lavalle se llamaba igual que su madre. Es probable que quien haya intercedido por Olmos haya sido la hija del gran jefe. 10

La victoria en arroyo Tala, inspiró al italiano José Giribone (el paraje de nuestro partido lleva su nombre), que compuso una de las más hermosas marchas de nuestro ejército, “El Tala”. 11 En cuanto a la afirmación de Ruiz Moreno, sobre el servicio de Olmos bajo las órdenes de Lavalle en Perú y Brasil, las fechas no parecen coincidir con los datos existentes. Al menos con respecto a la campaña del Perú, en ese sentido, resulta improbable un servicio en estas tierras y en aquella campaña. Sin embargo, obsérvese que Olmos sirvió a las órdenes del coronel Ángel Salvadores, quien participó en la campaña del Perú, y que posteriormente sirvió como comandante de la prisión de Las Bruscas. Es probable que los biógrafos de Olmos hayan equivocado la secuencia de fechas, participando nuestro personaje de la campaña del Perú, luego de la guerra con Brasil, y finalmente servido en Las Bruscas, bajo las órdenes de Salvadores, quien lo asciende a oficial. Si así fuera, queda clara la conexión con Lavalle desde el principio de sus servicios militares.

17 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

Los últimos años de Olmos. Unos años después de las fallidas invasiones de Costa, en mayo de 1859, se formaliza el estado de guerra entre la Confederación y Buenos Aires. El 23 de octubre, se libra la batalla de Cepeda, No hemos encontrado constancias que Olmos haya participado de la batalla. Quizás porque sabía que su suerte se había acabado luego del combate de Villamayor. O tal vez, porque había decidido dejar sus aventuras de lado, ya que, pocos días después de Cepeda, el 31 de octubre, se casa en Rosario con Maclovia Moncada, una joven de tan sólo 19 años. El 11 de noviembre de 1859, se firma el Pacto de San José de Flores, y se acuerda que el ejército de Urquiza se retire a Entre Ríos. Sólo quedan en Buenos Aires algunas unidades de caballería, al mando de los generales Lagos y Laprida, y de los coronles Echegaray, Pita, Lamela, Nadal y Juan Francisco Olmos. Todas esas unidades se ponen a órdenes de Buenos Aires, luego de lo cual muchas son disueltas, y otras son enviadas a los departamentos Norte, Centro y Sur. También se acuerda que todos los oficiales del ejército de Buenos Aires que hubieran sido dados de baja y que hubieran servido en el ejército de la Confederación (como era el caso de Olmos), conservarían sus grados y pagas. Dos años más tarde, el 17 de septiembre de 1861, Mitre vence en Pavón. Según la Memoria del Ministerio de Guerra y Marina de 1866, Olmos formaba parte de la Plana Mayor Inactiva, con el grado de coronel de caballería. Ello equivalía a una situación de retiro actual, con pleno goce de su paga. El 24 (¿25?) de marzo de 1867, Juan Francisco Olmos fallece y es enterrado en Chascomús, en el cementerio viejo, a orillas de la laguna. Según Moncaut, en su “Biografía del Río Salado”, “en 1900 sus restos fueron trasladados al cementerio actual de aquella localidad en un ponchito de seda verde que usaba siempre”.

18 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

Otros datos sobre Olmos.

En los minutarios de la Escribanía Pública de Chascomús del escribano Castillo, se pueden encontrar algunos datos interesantes respecto a Olmos. En el minutario de 1866, en su foja 20, se observa que el 19 de mayo de ese año, Olmos extendió un poder especial a favor de Manuel Arrecochea de Buenos Aires, para perseguir el cobro judicial o extrajudicial la sumas correspondientes a sueldos adeudados por Miguel del Nero, acción que se endereza contra su viuda. Por su parte, en el índice del año 1867 (sólo existe éste, el minutario no ha podido ser hallado), se encuentra una entrada realmente extraña. Con fecha 30 de julio, se señala en la entrada “Olmos Juan Francisco. Sobre escrituración de un terreno de quinta”. No es extraño que Olmos haya escriturado un terreno, lo extraño es que Olmos murió cuatro meses antes. Al no contar con el minutario, resulta imposible saber qué es lo que quedó asentado en esa escritura. En cuanto a la sucesión de Olmos, no se han podido hallar en los archivos locales expediente alguno de ese proceso. Si a ello le sumamos la existencia de un oficio de un Juez de Primera Instancia de Buenos Aires solicitando un inventario y tasación de sus bienes semovientes, cabe concluir que su sucesión tramitó allí, y no en el Juzgado de Paz de Chascomús. El oficio citado data del 07 de agosto de 1868, y ordena al Juez de Paz local que efectúe un inventario y tasación de los semovientes propiedad de Juan Francisco Olmos, que se encuentran en el campo de don Gervasio Izurieta, a 4 leguas de Chascomús. Para ello, se designa como tasador a Mariano Gigena. Del inventario, surge el siguiente detalle: -

2252 ovejas a razón de $14 cada una, totalizando $31.528.

-

2192 majadas a razón de $13 cada una, totalizando $28.496.

-

8 caballos, más una yegua madrina con cría, totalizando 10 piezas a razón de $260 cada una, o sea un total de $2.600.

El monto total tasado por Gigena, ascendía a $62.624. Un monto para nada despreciable para aquellos años.

19 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

Finalmente, la placa de la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos (creada en 1863, contando con 36 socios12), que se encuentra sobre tu tumba, y en la que se refiere a Olmos con “su benefactor”, nos indica que el coronel hizo un aporte, y seguramente nada pequeño, a esa organización de beneficencia.

Juan Francisco Olmos en perspectiva. No hay duda que la de Olmos fue una vida de aventuras. El período que le tocó vivir fue una época de convulsiones y de luchas que forjaron a nuestro país y le dieron forma para desembocar en el siglo XX. Dice Alicia Lahourcade, en su artículo “San Gregorio, una batalla olvidada”, que Olmos “era el prototipo del soldado argentino del siglo pasado: eterno luchador, primero contra el indio, luego, abrazando un ideal partidario en la lucha civil y jugándose por él, siempre con valor indiscutido”13. Por su parte, Esteban Echeverría, en las notas a su poema “Insurrección del Sud de la Provincia de Buenos Aires” de 1854, hace una semblanza del coronel diciendo que “este Olmos era uno esos tipos singulares que solo produce nuestra tierra. Morador de los campos, sin educación alguna, tenía toda la nobleza y elevación de sentimientos de un patricio ilustrado. Después de la derrota, emigró en clase de segundo jefe con la división del Sud, hizo toda la campaña del Ejército Libertador, anduvo errante como tantos otros patriotas por Bolivia, de allí cruzando los desiertos, se trasladó al Brasil, y nueve años después del combate de Chascomús cayó prisionero en la jornada de Vences, peleando por la misma causa y bajo la misma bandera. ¡Admirable valor y perseverancia!”. Difícil catalogar o encasillar a Olmos en un estereotipo. Juan Francisco Olmos fue un aventurero, y sobre todo, un soldado ejemplar, de esos que formaron la masa de los ejércitos que forjaron nuestra Nación. Pero quizás, la definición que mejor le quepa sea la de Echeverría: un tipo singular, de esos que sólo produce nuestra tierra.

12

Lahourcade, Alicia, “Chascomús entre dos Siglos (1873-1917), pág. 181, 1980, Chascomús. Lahourcade, Alicia, “San Gregorio, una batalla olvidada”, en “Todo es Historia” Nro. 126, pág. 44, Buenos Aires. 13

20 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

Bibliografía Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, “La Campaña Libertadora del General Lavalle 1838-1842”, 1944, La Plata. Balach, José, “Azules y colorados en Chascomús”,1940, Buenos Aires. Balach, José, “Batalla de San Gregorio”, Colección Nativa, 1953, Buenos Aires. Bustamante, José L., “Memorias sobre la Revolución del 11 de septiembre de 1852”, Imprenta del Comercio, 1853, Buenos Aires. Departamento de Guerra y Marina, “Memoria al Congreso Nacional en 1866”. Echeverría, Esteban, “Insurrección del Sud de la Provincia de Buenos Aires, 1854, Buenos Aires. Guerra, José María, “Memoria Histórico Militar”, Comisión de Homenaje a los Libres del Sud, 1939, Buenos Aires. Lahourcade, Alicia, “San Gregorio, una batalla olvidada”, en “Todo es Historia” Nro. 126, Buenos Aires. López Osornio, M. y Balach, J., “Informe sobre el lugar en que ocurrió la Batalla de Chascomús”, Comisión Pro-Centenario de la Revolución del Sur, 1939, Chascomús. Moncaut, Carlos, “Biografía del Río Salado”, CEILP, 1966, La Plata. Registro Oficial del Gobierno de Buenos Aires, Tomo 14, 1835. Registro Oficial del Gobierno de Buenos Aires, Tomo 20, 1841. Ruiz Moreno, Isidoro, “Campañas militares argentinas”, Tomo 2, EMECE, 2006, Buenos Aires. Ruiz Moreno, Isidoro, “Campañas militares argentinas”, Tomo 3, Claridad,

Archivos Archivo del Instituto Historiográfico de Chascomús. Charlas Maffeo, A. J., “Juan Francisco Olmos, un coronel olvidado”, charla brindada en la Biblioteca Popular “Domingo F. Sarmiento”, 27 de noviembre de 2009.

21 La azarosa vida del coronel Juan Francisco Olmos – A. J. Maffeo

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.