La aurora de los enanos. Decadencia y caída de las Universidades europeas

Share Embed


Descripción

LA AURORA DE LOS ENANOS José Carlos Bermejo Barrera

Índice Capítulo 1. De cómo en la Universidad se llegó a pervertir el lenguaje. Una breve crónica Capítulo 2. Novum Glosarium Academicum, o cómo hablar correctamente en la Universidad Capítulo 3. Declaración particular de los derechos de algunos, o doctrina universitaria del derecho y la virtud Capítulo 4. Cienciometría o nueva ciencia de la mecánica racional universitaria Capítulo 5. Anxietas honorum et delirium administrativum: una pandemia académica en el mundo occidental Capítulo 6. La Universidad triste. Un cuento para adultos idiotas

Capítulo 1 De cómo en la Universidad se llegó a pervertir el lenguaje. Una breve crónica1 Desde hace algunos años estamos contemplando asombrados un proceso lingüístico en el cual buena parte de los miembros de la Universidad española han decidido hablar, e incluso a veces aparentemente actuar, como si fuesen empresarios. No vamos a entrar en el hecho, en modo alguno banal, de que la Universidad pública realmente no es una empresa, jurídicamente hablando. No tiene propietario, o propietarios. Por el contrario, es una institución que forma parte de la estructura del Estado, central y autonómico, que es quien básicamente la mantiene. Dejando a un lado esta cuestión, a pesar de ser esencial, quisiéramos llamar la atención acerca de un fenómeno lingüístico e ideológico que podríamos llamar el mimetismo empresarial. Oyendo hablar a los gobernantes y a muchos miembros de la Universidad española, es evidente que no entienden los significados de una serie de términos, ya que parecen confundir sistemáticamente las palabras sistema, organización, institución y empresa. Normalmente utilizan siempre la misma metonimia (toman la parte por el todo) y así parecen creen que una empresa, que es un sistema, una organización y también una institución, es una realidad omnipotente, ya que se afirma que todos los sistemas, las organizaciones y las instituciones son empresas, y hay que tratarlos como tales. Como espectadores y lingüistas aficionados nos llama la atención que el vocabulario que se ha implantado no sea un vocabulario propio de la Universidad española, sino tomado del mundo empresarial y académico de los EE.UU. En los EE.UU, a lo largo de los años noventa del siglo XX, se introdujo en la política y las universidades el discurso de la excelencia y la calidad, tomado a su vez del mundo empresarial. Se trataba de un discurso en el que se pretendía racionalizar y optimizar el funcionamiento de las universidades, siguiendo un modelo empresarial. Ahora bien, ese discurso traía consigo una consecuencia: lo que se llamó en EE.UU el adelgazamiento de la universidad, o sea, dicho en términos más familiares, la

1

Una versión de este trabajo, de la que era coautor Ramón Fábregas Valcárcel, fue publicada en

A Trabe de ouro, tomo II, ano XVII, 2006, pp. 93-100, con el título “¿De veras queremos que a USC sexa unha empresa? As palabras e os feitos”.

reconversión de las universidades. En efecto en los EE.UU., un país que cuenta con 2.540 universidades, se cerraron numerosas facultades y se procedió a despedir, en algunos casos masivamente, a profesores y administrativos, a la vez que se reducían titulaciones y se limitaba el acceso de los alumnos a los estudios superiores. Los estudios más perjudicados fueron lo que en EE.UU. se llaman “humanidades”, suprimiéndose numerosas facultades de filología, historia, filosofía..., y reduciendo claramente la inversión en el mantenimiento de las universidades. Pasando de EE.UU. a España, hay algunos hechos que llaman la atención, desde un punto de vista empresarial. En primer lugar el lema del “adelgazamiento de la universidad” no ha sido asumido por nadie. Da la impresión de que en la Universidad todos los profesores y los PAS son absolutamente imprescindibles, empresarialmente hablando, lo que no parece creíble (aunque sí defendible desde puntos de vista políticos y sindicales). Del mismo modo, en las diferentes comunidades autónomas y en sus sistemas universitarios (si es que se les puede llamar sistemas, y no conglomerados) también parece no sobrar ninguna titulación. Las titulaciones se duplican, triplican o cuatriplican, no por las necesidades del mercado de trabajo, sino por razones de enfrentamiento entre las universidades de cada comunidad o por el interés de grupos de profesores. Da la impresión de que ninguna universidad española está dispuesta a cerrar ninguna titulación, aunque no tenga alumnos, o casi. Y Facultades que han visto reducidos sus alumnos a un tercio de los que tuvieron conservan las mismas plantillas de profesores. En el mes de octubre de 2005 publicaba The Economist un artículo en el que el autor, sin duda un partidario duro de la libre empresa, proponía que en las universidades no hubiese ningún profesor con contrato indefinido, sino que todos ellos dependiesen de la captación de fondos con proyectos y contratos. Los únicos “fijos” serían los gestores, lo cual tiene sentido en una universidad privada, en las que los gestores son propietarios, o dependen de los propietarios. Pero no en una universidad pública en la que los gestores son elegidos entre los profesores, o son funcionarios. Empresarialmente hablando no deja de llamar la atención que, mientras que en España se han llevado a cabo grandes procesos de reconversión industrial, mientras que se ha limitado la producción agrícola poniéndole frenos en función de los intereses y los mercados de la UE, e incluso mientras que una organización como el Ejército español ha reducido drásticamente sus efectivos, sus gastos, y se ha replanteado toda su

estrategia (quedando notoriamente adelgazado), sin embargo no ha habido reconversión (adelgazamiento) de las universidades. Han continuado creciendo, a pesar de la evidente pérdida de alumnos, y a pesar de que de todos es sabido que hay un problema de paro y subempleo de los universitarios, que poco a poco pasan a formar la generación de los “mileuristas”, un curioso fenómeno social y económico, en el cual personas de titulación superior y alta cualificación y especialización pasan a cobrar unos sueldos muy reducidos, que muestran claramente la existencia de un proceso de empobrecimiento de los trabajadores. Lo que estaría muy bien, según los teóricos de la libre empresa, diseñadores de deslocalizaciones, que permiten reducir drásticamente los costes salariales. Es evidente que las universidades no se pueden deslocalizar. En ellas no hay procesos de recortes de plantillas, ajustes salariales, ni reducción de sus dimensiones, sean cuales fueren las necesidades del mercado. Frente a una demanda elástica y fluctuante, la Universidad exhibe una oferta, o bien rígida o bien creciente (cuando ahora la demanda se contrae). Profesores y PAS, laboralmente blindados (nosotros diríamos que gracias a Dios), o bien contemplan con indiferencia esta realidad, o bien hablan como si viviesen en otro mundo en el que las palabras no parecen corresponderse con los hechos, quizás porque no se sepa realmente cuál es su significado, o quizás porque tras ese uso se escondan unas intenciones que abiertamente no se quieren confesar. A continuación vamos a exponer algunas medidas de adelgazamiento, que ya se han aplicado en el mundo anglosajón, y que en la Universidad española a nadie parecen habérseles pasado por la cabeza., a pesar del uso constante, e incluso machacón de la jerga empresarial. En primer lugar, dado que el llamado sistema universitario depende de las comunidades autónomas y está financiado con sus presupuestos, habría que proceder a una reducción, en algunos casos drástica, del número de Centros y Titulaciones a los que ha afectado la caída del alumnado, y que producen titulados destinados al paro o al subempleo .Una Facultad con tres mil alumnos no puede necesitar el mismo número de profesores que con mil. Una Facultad que pasa de tener doscientos o trescientos alumnos nuevos cada año a tener treinta o cuarenta no puede seguir necesitando la plantilla que ya tenía. Es evidente que, si se quiere ser consecuente con la lógica empresarial (que nosotros no compartimos, pero a la que apelan constantemente las autoridades académicas), habría que empezar por una reducción del profesorado, ya

fuese rescindiendo los contratos de los profesores contratados o procediendo a prejubilaciones, como se ha hecho en la agricultura, la industria y el Ejército. A ello podríamos añadir que, si se redujese el número de asignaturas optativas y se estableciese (donde haya una supuesta demanda , ya que en muchos casos la realidad ya demuestra el escaso interés de algunos estudios) un numerus clausus de alumnos conforme a las necesidades del mercado, entonces esa reducción aun podría ser mucho mayor. Lo mismo ocurriría con los PAS. No parece empresarialmente creíble que cuando una empresa reduce su actividad y pierde mercado sea necesario mantener exactamente la misma plantilla. ¿No se podría racionalizar empresarialmente la gestión? Si se dice que se quiere hacer, ¿no se deberían también prejubilar trabajadores y rescindir contratos? Si se habla constantemente como si uno fuese un empresario, aunque jurídicamente no sea el propietario de la universidad (o sea el dueño, a pesar de que por sus comportamientos algunos crean serlo), entonces hay que obrar en consecuencia. Si se actuase así, o sea, de acuerdo con lo que se predica , se podría invertir el dinero de los costes salariales, que consumen una parte desproporcionada del presupuesto universitario, en otro tipo de inversiones, destinadas a la docencia y a la investigación, que son las funciones propias de la universidad. Una vez que ha quedado claro que existe una retórica empresarial, claramente copiada y no originalmente elaborada, que no se corresponde con la realidad, porque, entre otras cosas, no parece verosímil ni creíble que se quisiese aplicar, podríamos pasar nuestro análisis a un segundo nivel, en el que el choque entre las palabras y los hechos, el lenguaje y la realidad da lugar a algunas contradicciones flagrantes y a la creación de lo que podríamos llamar auténticos “mitos empresariales”. Comenzando por las contradicciones, es curioso que cuando se comprueba que en muchas universidades existen gigantescas deudas, se proceda inmediatamente a afirmar que nadie es responsable de ellas (o en todo caso, que los responsables siempre estarían fuera de la institución). Ningún propietario de ninguna empresa admitiría que los gestores y directivos de la misma no tuviesen ninguna responsabilidad en la generación de un gran déficit, o que la culpa es de las otras empresas. Esos directivos serían despedidos, y no recompensados, ni relegados a un discreto segundo plano dentro de la misma empresa.

Desde hace algunos años los hablantes de la retórica empresarial han creado un mito: el mito del grupo de investigación-empresa, unos entes ficticios que son los llamados grupos de investigación rentables, que se caracterizarían por oponerse a los grupos de investigación gravosos, irrentables, y, por qué no decir lo que algunos piensan, parásitos. De acuerdo con este mito universitario, esos grupos “viven del mercado” y podrían subsistir en él, pero deciden no hacerlo y contribuir así gratis et amore a la financiación de la Universidad. En primer lugar hay un hecho que empresarialmente llama la atención: si esos grupos pueden vivir en el mercado como empresas y obtener pingües y legales ganancias ¿por qué no lo hacen? ¿Acaso por filantropía? La realidad es un poco más complicada. En España, al contrario que en los países tecnológicamente más desarrollados, la financiación de las Universidades y la financiación se hace mayoritariamente con dinero público. Como señala Clemente Álvarez en el diario El País (24 de mayo de 2006, p. 40), mientras que en Estados Unidos ocho de cada diez investigadores trabajan en empresas, en Europa la media es cinco de cada diez, y en España tres de cada diez. Se suele decir que vivimos en la época de la ciencia postacadémica, ya que la investigación científica y técnica depende, y cada vez dependerá más, del tejido empresarial y no de las instituciones públicas. En Japón y Estados Unidos, dos tercios de la financiación de la investigación corresponden a las empresas, y sólo un tercio al Estado (John Ziman, ¿Qué es la ciencia?, Cambridge University Press, 2003). En España, ocurre exactamente lo contrario. La estrategia de captación de recursos de las Universidades españolas es simplemente una estrategia de negociación y captación de un dinero que procede de la renta estatal y no del beneficio empresarial. Se confunde, pues, dinero con mercado, y captación de recursos con actividad empresarial. Pero no sólo eso. Un mítico grupo de investigación-empresa no sería viable en el mercado (si lo fuese sus promotores ya se habrían ido de la Universidad, siguiendo la lógica empresarial) por las razones siguientes. En su supuesta tabla de inputs-outputs estos grupos no computan los salarios de sus miembros, que casi en su totalidad (sobre todo en el caso de los salarios altos) se cubre con las nóminas. Ninguno de esos gruposempresa (suponiendo que verdaderamente capten sus recursos del mercado libre, y no de concesiones de la administración pública, de la que la Universidad forma parte) podría construirse su propio edificio, tras adquirir los terrenos, pagar sus gastos de

mantenimiento y los impuestos correspondientes a sus trabajadores (si no son becarios, nueva forma de servidumbre, o trabajadores con contrato-basura) y a la propia empresa. Ninguno de esos grupos se autorregula, o cierra, si en un determinado momento tiene que enfrentarse a una falta de contratos. Eso afectaría a los becarios, pero no a las cabezas del grupo, salarialmente blindadas. Pero es que además de ello, y eso sería muy grave desde un punto de vista mercantil, esos grupos utilizan la “marca comercial” de sus universidades, y es basándose en ella como consiguen sus contratos, ya que los avala el prestigio de estas instituciones. Se nos dirá que como compensación de todo ello las Universidades les retienen una parte de su presupuesto para utilizarlo para fines comunes, a veces con malestar por parte de los directores de esos grupos-mito, que suelen cariñosamente llamar a esa retención “impuesto revolucionario”, dando a entender por ello que podría ser abusivo. En realidad, si se hiciese un balance de lo que las Universidades retienen y lo que cada grupo recibe (como nóminas, infraestructuras, gastos de luz, agua...) se podría comprobar que todos esos grupos son económicamente inviables. Si los supuestos generadores de riqueza en el mercado libre no son viables al margen de sus Universidades (y si lo son que marchen y lo demuestren), si las Universidades como instituciones que prestan servicios básicos a la sociedad no son empresas rentables, primero porque no son realmente empresas, y segundo porque el Estado tiene la obligación de cubrir servicios que por definición no pueden ser rentables (como la sanidad pública, la defensa, la educación pública o el sistema de pensiones) entonces ¿por qué sus dirigentes hablan como si fuesen empresarios? Un empresario que no sólo hablase, sino que también fuese consecuente con lo que dice diría que las Universidades españolas son instituciones que forman parte de la red de asistencia pública, que pagan más personal del que necesitan (no creo que a ese empresario le fuese muy dificil prescindir de un tercio o un cuarto de los profesores y otro tanto de los PAS) y que entretienen a miles de jóvenes retrasando su entrada en el mercado de trabajo y maquillando así las cifras del paro. Si de verdad se quisiese que las Universidades fuesen empresas no sólo habría que hablar como empresarios, sino serlo. ¿Es que alguien quiere que las Universidades sean empresas? A lo mejor algunos empresarios de fuera de ellas sí, pero dentro de ellas nadie que sea consecuente, ya sea por defender sus privilegios, o porque sea consciente de cuál son las verdaderas naturaleza y funciones de la universidad.

Las Universidades españolas son unas instituciones con una estructura administrativa y económica que al parecer no funciona muy bien. Los sistemas universitarios de las comunidades autónomas no son sistemas integrados, sino un conglomerado de centros y titulaciones explicable más por circunstancias históricas, políticas, locales, o por intereses de grupos de profesores que promueven su implantación que no por ningún tipo de racionalidad académica. Que algo sea razonable no quiere decir que tenga que ser rentable. Lo que muchos miembros de la Universidad quieren es que se diga lo que se hace, se haga lo que se piensa, y que se piense, cuando se trata de las instituciones públicas, en función del bien común o del interés general. Cuando no se dice lo que se piensa, y se habla contradiciendo lo que uno hace, es que no se quiere decir lo que uno quiere.Y cuando uno no quiere decir lo que quiere, es que quiere ocultar algo ¿Es que hay algo que ocultar?

Capítulo 2 Novum Glosarium Academicum o cómo hablar correctamente en la Universidad Cita previa “Pues los dones que poseemos no nos hacen superiores a las bestias, sino que por ellos somos incluso inferiores a muchas de éstas, en rapidez, en fuerza y en todas las demás cualidades. Pero la capacidad que ha sido puesta en nosotros de convencernos mutuamente y llegar a una inteligencia entre nosotros mismos acerca de todo lo que queremos, no sólo nos libera del tipo de vida de los animales, sino que nos permite agruparnos para vivir en común y formar estados, crear leyes e inventar artes. Es el lenguaje el que nos ha permitido realizar casi todo lo que hemos creado en materia de civilización… Por eso debemos considerar a los que desprecian la educación y la cultura tan odiosos como los que se rebelan contra los dioses”. Isócrates (orador y político ateniense, s. IV a. C.), Discurso a Nicocles, V, 2, 9.

Es el lenguaje uno de nuestros medios de comunicación más fundamentales. Por esa razón todos los académicos que se precien han de saber manejarlo con precisión y fluidez, con el fin tanto de poder expresar sus pensamientos como de llegar a conseguir un común entendimiento. El glosario que a continuación se ofrece pretende contribuir al logro de estos objetivos. Esperamos que, a partir de ahora, pueda llegar a ser un instrumento de trabajo y de consulta imprescindible.

Academia. s. f. Huerto privado del que fue propietario el filósofo Platón. En él se le dio culto al héroe Academos. Por extensión el término pasó a denominar a algunas instituciones docentes. Alumno/a. s. Persona, generalmente joven, que ingresaba en una Universidad para estudiar. Este término ha caído en desuso. Véase cliente. Asesor/a. s. Persona de gran capacidad intelectual que ayuda a los gestores a conseguir los objetivos de la gestión del mercado universitario y el desarrollo sostenible

(véase mercado universitario. Véase desarrollo sostenible). Puede ser sinónimo de evaluador/a. Aula. s. f. Espacio teatral en el que se gestiona el mercado docente. Bolonia. s. f. Ciudad italiana de antigua raigambre. En la actualidad referencia mítica del espacio europeo. Véase Jerusalén celeste. Calidad. s.f. Lo opuesto a cantidad. Cantidad. s. f. Aquello que se puede medir o numerar // cantidad (de la calidad). s. f. Suma compleja de factores convencionalmente establecidos que permiten distinguir cuantitativamente aquellos procesos, o personas, por los que se tienen preferencias cualitativas. En el lenguaje erótico coloquial, está atestiguada la expresión “está cantidad de buena/o”. Cargos (académicos). s. m. p. Complejo sistema institucioinal que garantiza la mejor gestión del mercado universitario (véase mercado universitario. Véase imaginario). Cliente. s m. Persona a la que una Universidad capta en el mercado con el fin de ofrecerle sus servicios. Véase mercado. Contenidos docentes. s. m. p. Conjunto de bits intercambiables que pueden ser indistintamente

gestionados

mediante

técnicas

pedagógicas

(véase

técnicas

pedagógicas). Democracia. s. f. Del griego demokratía, etimológicamente significa “gobierno del pueblo”. Académicamente hablando no significa nada. Desarrollo. s. m. Acción de incrementar algo // desarrollo económico. s. m. más adj. Acción de producción creciente de bienes y servicios // desarrollo sostenible. s. m. más adj. Acción de producir bienes y mercancías que permite sostener a uno/a o varios/as emprendedores/as. Emprendedor/a. s. El/la que emprende algo. También el/la que emprende una empresa (de la raíz prender, véase). Emprender. v. Iniciar una acción. Es muy utilizada la expresión “la emprendió a tortas”. Empresa. s. f. Organización sin ánimo de lucro que crea empleos y reparte beneficios. Empresario/a. s. Hápax o fenómeno lingüístico aislado. Existe la palabra, pero carece de significado conocido.

Espacio. s. m. Intuición pura a priori (según Kant) // espacio europeo. s. m. más adj. Hipótesis o conjetura según la cual las Universidades sufrirán un proceso global de regeneración y conversión (en griego metanoia, véase). Véase Bolonia. Evaluación. s. f. acción de evaluar. Evaluador/a. s. Persona o personas que poseen la pericia evaluadora (véase pericia). Evaluar. v. Acción que consiste en fijar un conjunto de criterios tales que, aplicados al objeto o personas evaluables, consigue que los resultados obtenidos sean iguales a los resultados deseados. Excelencia. s. f. Término honorífico con el que se designaba a la autoridad: “su Excelencia”. Académicamente se utiliza para poder discriminar a los miembros de la comunidad en sentido positivo, tras un proceso de evaluación (véase evaluar). Está atestiguada la expresión popular “es un muchacho excelente”, que forma parte de un estribillo con acompañamiento musical. Género. s. m. Característica gramatical propia de los sustantivos, adjetivos y artículos. Actualmente también las personas poseen géneros. Las diferencias entre los géneros sólo pueden ser tratadas gramaticalmente mediante la ingeniería fonética. De acuerdo con ella, se pueden suprimir todas las desigualdades entre hombres y mujeres mediante los siguientes algoritmos: 1- poner una “a” donde aparezca una “o”, separándolas por una barra: rector/a. 2- suprimir la “o” y poner todas las palabras en género femenino. Así, lo correcto sería decir “Adolf Hitler fue una dictadora que gestionó la Alemania nazi”. Gestión. s. m. Sustantivo derivado del verbo gestionar // gestión de la excelencia. Acción de lograr para uno mismo la discriminación positiva, gracias al manejo de los mecanismos de evaluación (véase evaluar). Gestionar. v. Acción que consiste en obtener los menores beneficios con los máximos costes (véase presupuestos). Gestor académico. s. m. Vendedor de mercancías imaginarias que mediante el procedimiento de minimizar beneficios y maximizar costes (véase gestionar) se desenvuelve racionalmente en el mercado universitario. Véase gestión de la excelencia. Imaginario. s. m. Lo que no es real pero expresa todo aquello que se desea o se teme. Investigación. s. f. Acción que consiste en gestionar dinero (véase gestión) para elaborar publicaciones (véase proyecto).

Jerusalén celeste. s. f. más adj. Ciudad ideal en la que convivirán todos los santos al final de los tiempos. Mercado. s. m. Mecanismo invisible que consigue un equilibrio casi perfecto entre lo que los vendedores ofrecen y lo que los compradores compran // mercado universitario. s. m. más adj. Conjunto formado por el número total de clientes, que sumado al número total de gerentes crea una serie de complejos sistemas en los que nunca coinciden la oferta y la demanda, porque nadie cansigue llegar a saber ni lo que compra ni lo que vende. Metanoia. s. f. Proceso psíquico de transformación global de una persona a partir de una experiencia religiosa. El ejemplo mejor conocido es el de San Pablo, que dio lugar a la expresión popular “caer de la burra”. Mierda. s. f. Propiedad específica de los trabajos de investigación. Se dice: “este trabajo es una mierda”; también está atestiguada la expresión “este trabajo es una puta mierda”. Normalmente se emplea si el autor/a del mismo no es amigo/a. Pedagogía. s. m. En griego designaba el complejo proceso de formación de los adolescentes (paides). Actualmente es una rama de la ingeniería (véase técnicas pedagógicas). Pericia. s. f. Habilidad que permite conseguir un fin que se desea. Posgrado. s. m. Etimológicamente significa “lo que viene después del grado”, partiendo de la raíz grado y del prefijo pos-. Por esta razón etimológica deben implantarse académicamente los posgrados antes que los grados. Esto es lógico si tenemos en cuenta que lo que ocurre después se sitúa cronológicamente antes de lo que ocurre antes, de la misma manera que los efectos son siempre anteriores a sus causas. Prender. v. Acción de coger algo. Referido a una persona, es sinónimo de detener. Se decía antiguamente “va preso/a” (véase preso/a). Preso/a. s. Persona detenida por la comisión de un delito. No obstante, ni todos los presos/as son emprendedores/as, ni todos los emprendedores/as son presos/as. Presupuestos. s. m. p. Cantidades de dinero público que se gestionan, o se gastan. También se usa la expresión técnica “ejecutar los presupuestos”. Profesor/a. s. Sinónimo de maestro/a. Persona que transmite un conjunto de conocimientos. Término en desuso. Véase gestor académico. Proyecto de investigación. s. m. Cálculo del dinero necesario para gestionar la producción de publicaciones. Un proyecto de investigación también puede contribuir al desarrollo sostenible (véase).

Publicación. s. f. Texto con respaldo en papel o digital en el que se exponen los resultados de la investigación (véase mierda). Rector/a. s. m. Empresario/a que gestiona la Universidad (véase gestión). Técnicas pedagógicas. s. f. p. Conjunto de procedimientos infalibles gracias a los que se consigue que la gestión de mercancías imaginarias en el mercado académico llegue a alcanzar la excelencia en el logro de los mínimos beneficios con los máximos costes. Universidad. s. f. Antiguamente designaba a una asociación libre de maestros y discípulos. En la actualidad designa a un tipo de instituciones que se creen que son empresas, aunque no saben ni lo que compran ni lo que venden, ya que viven en el mercado imaginario. Véase mercado. Véase imaginario. Vicerrector/a. s. Vicegerente. Véase rector/a.

Capítulo 3 Declaración particular de los derechos de algunos, o doctrina universitaria del derecho y de la virtud

Desde que en la Roma antigua se creó el derecho ha llegado a estar totalmente claro que la existencia de un sistema jurídico ha de basarse en los siguientes principios. En primer lugar las normas deben ser conocidas por todos y consecuentemente hacerse públicas, preferentemente por escrito. En segundo lugar esas normas deben ser agrupadas y sistematizadas, de modo que se pueda establecer una jerarquía entre las mismas, con el fin de saber , por ejemplo cuál debe prevalecer en caso de que hubiese una contradicción entre dos de ellas. Y por último, y esto ha de constituir la cúspide de cualquier sistema jurídico, todas las normas han de poder ser deducidas a partir de unos principios genéricos. Siendo la Universidad el lugar en el que nacen y se incuban las ciencias y los universitarios las personas elegidas para garantizar que el desarrollo de las mismas pueda lograrse de la forma más racional y objetiva posible, es especialmente necesario sistematizar, jerarquizar y sacar a luz cuáles son los principios filosófico-jurídicos sobre los que ha de construirse la imponente pirámide de la legislación universitaria. Pero además, teniendo en cuenta que las instituciones no pueden funcionar si sus miembros no interiorizan los principios que las rigen, creemos que sería conveniente completar la doctrina universitaria del derecho con otra doctrina: la doctrina universitaria de la virtud, pudiendo deducirse fácilmente una de la otra. Titulo primero: de la libertad. Artículo 1: debemos admitir como una verdad evidente que todos los hombres son por naturaleza desiguales. Glosa: el artículo apenas merece comentario. En efecto, si dos hombres fuesen absolutamente iguales entonces serían el mismo, y por lo tanto ya no serían dos hombres. Del mismo modo un hombre nunca puede ser igual a una mujer, porque si no el hombre no sería un hombre y la mujer una mujer, y consecuentemente no tendría sentido que existiesen esas palabras. Y las palabras siempre existen por algo.

Artículo 2: del hecho de la existencia de la desigualdad se derivan enormes beneficios para la colectividad. Glosa: en efecto, si considerásemos como iguales a seres que por naturaleza no lo son, alteraríamos el orden natural de las cosas. Como el orden natural de las cosas es conocido, y directamente reflejado, por el conocimiento científico, si actuásemos de ese modo no sólo estaríamos violando un principio jurídico, sino también incumpliendo la misión y pervirtiendo la esencia del conocimiento científico. Cuando se altera el orden natural de las cosas, la propia naturaleza vuelve a reestablecerlo mediante los mecanismos de defensa que posee, que consiguen eliminar aquellos elementos que en un determinado momento puedan ser extraños, gracias al uso de la coerción y la fuerza. Artículo 3: el mantenimiento de la desigualdad ha de ser el mayor bien jurídico a proteger en los sistemas legales universitarios. Glosa: dado que de la existencia de la desigualdad sólo se derivan beneficios para la colectividad, y dado que en la propia naturaleza - tal y como lo establece la ciencia - existen precisos mecanismos de represión y control, debemos desarrollar todas las medidas posibles para mantenerla. Artículo 4: aquel mecanismo que consiga mantener a toda costa la desigualdad ha de ser la clave de nuestro sistema jurídico. Por ello debe establecerse como garantía del mismo la figura del VERDUGO. Glosa: la palabra verdugo debe entenderse sólo metafóricamente, puesto que no se puede instaurar en nuestro sistema jurídico la pena de muerte, por las razones siguientes: no se puede ejecutar a los que son superiores porque es de ellos de donde la colectividad obtiene la mayor parte de sus bienes. Y no se debe ejecutar a los inferiores porque su existencia es necesaria para que pueda ser posible la existencia de los superiores, no sólo desde el punto de vista gramatical, sino también desde el punto de vista lógico. La articulación jurídica de la figura del verdugo será competencia del Título 3: de los órganos de gobierno. Artículo 5: los miembros de la comunidad universitaria deben ser considerados geométricamente, y no aritméticamente, pues ello es la esencia de la desigualdad.

Glosa: se llama igualdad artimética a aquella en que cada elemento o miembro es igual a todos los demás e intercambiable por ellos. Se llama igualdad geométrica a aquella que establece que la magnitud de unos miembros es mayor que la de otros, debido a su propia naturaleza, por lo cual les ha de corresponder una mayor proporción en el reparto de todos los conceptos. Artículo 6: la esencia de la desigualdad académica no reside en el nacimiento, ni en los caracteres raciales, sino en la capacidad intelectual. Glosa: los seres humanos son de dos clases: tontos y listos. Se llama listos a los que poseen un mayor grado de inteligencia, y tontos a los que tienen menos. No se puede ser listo si uno no sabe que es listo, de lo que se deduce que los listos, además de serlo, tienen también el derecho a decir que ellos son listos y que los demás son tontos. Los tontos no tienen derecho a decir que los listos no son listos, porque ellos no lo saben, precisamente porque son tontos. Artículo 7: la desigualdad académica es una desigualdad en los grados del saber, pero esa desigualdad quedaría desnaturalizada si la jerarquía del saber no estuviese avalada por la jerarquía del gobierno. Glosa: no cabe duda de que los listos, como son más inteligentes, no sólo saben más que los tontos, sino que además también son capaces de producir nuevos conocimientos. Si la comunidad pretende que se logre un fin bueno, debe poner al alcance de aquellos que puedan hacerlo posible los medios necesarios para que puedan cumplir su cometido. Como sólo los listos saben, se deduce que sólo ellos pueden saber cuál es el fin a conseguir y cuáles son los medios necesarios para ello, por lo que a ellos les ha de corresponder toda la capacidad de tomar decisiones, que es la capacidad de gobernar. Artículo 8: en un sistema desigual, en el que el bien común se logra gracias al saber y a las capacidades de las minorías, sólo las minorías merecen ser libres. Glosa: esto es evidente. Si la mayoría fuese libre podría tomar decisiones, pero dado que la mayoría está compuesta de tontos, entonces todas sus decisiones estarían equivocadas, puesto que carecen de las capacidades de análisis y prospectiva. De ello se deduce que la verdadera libertad de la mayoría consiste en aceptar la libertad de la minoría, que es la única que les puede garantizar que las decisiones que

ellos no deben tomar - ya que sólo han de acatar las de la minoría- son las más adecuadas para el logro del bien común de esa mayoría intelectualmente menos dotada, que es incapaz de conocer su propia naturaleza. Artículo 9: el fin del derecho ha de consistir en garantizar que la libertad de la minoría pueda ejercerse sin ningún tipo de cortapisa. Glosa: un sistema ha de componerse de una serie de partes que, al funcionar coordinadamente, consiguen crear una entidad nueva, que es capaz de lograr determinados fines. Un sistema jurídico ha de ser consecuentemente un entramado de normas convenientemente jerarquizadas que permitan que se logre de la mejor manera el fin que se deriva de la esencia del derecho: el establecimiento de la desigualdad.

Titulo segundo: de la propiedad. Artículo 10: una persona no puede ser libre si no posee bienes. Glosa: el derecho humano más fundamental no es la vida. Todo el mundo está vivo, y eso no es ningún mérito. Todo ser vivo tiene que atender a un conjunto de necesidades biológicas. Esas necesidades biológicas, en el caso de los seres humanos, han de satisfacerse socialmente mediante el uso de una determinada serie de bienes. El uso de un bien está garantizado por el derecho de propiedad. Luego el derecho de propiedad es el derecho fundamental. Todo ser humano es, por esencia, un propietario. Artículo 11: dado que todos los seres humanos son desiguales, unos seres humanos tienen derecho a poseer más bienes que otros. Glosa: esto es evidente. Si para ser libre hay que poseer bienes, y unos seres humanos tienen derecho a ser más libres que otros, entonces, consecuentemente también tenderán derecho a poseer más bienes. Artículo 12: de la desigualdad de las riquezas se deriva el bien común.

Glosa: conseguir un bien es conseguir un fin. Para conseguir un fin hay que planificar una acción. Para planificar una acción hay que ser inteligente. Como hay seres humanos inteligentes, y otros que son tontos, consecuentemente los más inteligentes habrán de conseguir más fines. Al conseguir más fines conseguirán más bienes. Pero como de la libertad de la minoría se deriva el bien de la mayoría, de ello se deduce que del enriquecimiento de unos pocos se deriva el enriquecimiento de la mayoría. Artículo 13: consagrar la desigualdad de las riquezas es el fin del sistema jurídico, para lo cual ha de poder utilizar todos los medios posibles, y sobre todo su medio capital: el VERDUGO. Glosa: no debe consentirse que la mayoría de los tontos reivindique la igualdad en la posesión y el uso de los bienes. Ello supondría la perversión del sistema legal, y acarrearía el empobrecimiento de la colectividad. Si lo reivindican es debido a su falta de conocimientos e inteligencia, por lo que será conveniente instruir a la mayoría, en la medida en la que su inteligencia lo permita, que siempre será limitada. Por esa razón siempre han de estar en vigor los mecanismos coactivos. Artículo 14: únicamente se puede lograr la riqueza gracias al uso de la inteligencia. Por ello sólo los ricos han de ser libres. Glosa: no se pueden tomar las decisiones adecuadas si uno no es libre. Si uno es libre e inteligente se hará consecuentemente rico. De la riqueza de la minoría deriva la prosperidad de la mayoría. Por esta razón los ricos han de poder ejercer su libertad sin cortapisas, de modo que todo el mundo pueda beneficiarse de sus decisiones. Artículo 15: los profesores universitarios tienen pleno derecho a ser ricos. Glosa: la Universidad es el lugar en el que nace y se desarrolla el conocimiento. Quien sabe más tiene más derecho a ser libre. Quien es más libre tiene más derecho a ser rico, luego los profesores universitarios, que son los que más saben, son los que tienen más derecho a ser ricos. Artículo 16: todas las instituciones que componen la Universidad deben estar reguladas jurídicamente y subordinadas al logro del fin que es propio de esta institución, que es la consecución de la riqueza.

Glosa: si un sistema jurídico se compone de un conjunto de elementos coordinados y jerarquizados con vistas a la consecución de un fin que le es propio, y el fin propio de la Universidad es la producción y transmisión del conocimiento, todo su sistema legal debe estar dirigido al logro de ese fin. Pero como la consecución del conocimiento no es posible si no existe la libertad, y la libertad no es posible sin riqueza, consecuentemente el fin de la Universidad es la consecución de la riqueza. Artículo 17: los dos valores básicos que han de regir los sistemas universitarios son la riqueza y la pobreza. Glosa: debe entenderse que la riqueza es buena y está unida al conocimiento y la inteligencia y al establecimiento de la desigualdad. Del mismo modo la pobreza, que es mala, sólo es una consecuencia de la falta de inteligencia, que trae consigo la prentensión del logro de la igualdad y prentende subvertir los sistemas legales y académicos. Artículo 18: unos profesores universitarios han de ser más ricos y otros más pobres. Glosa: dado que la riqueza, por naturaleza, se distribuye de un modo desigual, también en la Universidad debe haber profesores ricos y pobres. Dado que los ricos son más ricos porque son más inteligentes, consecuentemente los profesores más inteligentes serán los profesores más ricos. Ello corresponde al orden natural de las cosas, a cuyo estudio están dedicadas todas las ciencias. Artículo 19: los profesores más ricos son los que tienen más derecho a gobernar la Universidad. Glosa: todos los profesores son desiguales por naturaleza. La base de la desigualdad es la inteligencia. Sólo los inteligentes tienen derecho a gobernar a la mayoría de los tontos. Dado que todos los inteligentes son ricos y todos los ricos son inteligentes, tanto en la Universidad como en el resto del mundo, consecuentemente son los profesores ricos los que deben siempre gobernar. Artículo 20: el gobierno de la Universidad es un mecanismo básico de creación de la riqueza.

Glosa: toda riqueza deriva de la inteligencia. La Universidad es el lugar natural en el que vive la inteligencia, luego toda la riqueza deriva de la Universidad. Las sociedades son ricas en tanto que tengan Universidades (a eso se le llama “sociedad del conocimiento”). Consecuentemente si las sociedades se enriquecen gracias a las Universidades, las Universidades también tienen derecho a enriquecerse a costa de las sociedades, pero teniendo siempre en cuenta que ello debe hacerse de forma desigual. Cuanto más se beneficie la sociedad de la Universidad y la Universidad de la sociedad, más se conseguirá el bien común, porque el incremento de los beneficios individuales sólo produce beneficios colectivos. Artículo 21: los profesores que gobiernan las universidades tienen derecho a ser más ricos. Glosa: ello es lógico por las razones siguientes: los profesores que gobiernan las universidades son los más inteligentes, ya que sólo los inteligentes tienen derecho a gobernar. Los más inteligentes tienen derecho a acumular más riqueza, en aras del logro del bien común; luego los más inteligentes tienen derecho a ser más ricos. Dado que los profesores que gobiernan las universidades son los más inteligentes es lógico que, si no son ricos, lleguen a serlo, debiendo las universidades implementar todas las medidas necesarias para el logro de este fin justo.

Titulo tercero: del gobierno de las Universidades. Artículo 22: el gobierno de las Universidades ha de basarse en los siguientes principios: 1. establecimiento de la desigualdad y control de las mayorías 2. creación de la riqueza y reparto desigual de la misma 3. represión de la disidencia mediante el ejercicio de las funciones académicas del VERDUGO. Glosa: todos estos principios se derivan de los artículos anteriores, por lo que no necesitan explicación. Además, dado que en una Declaración particular de los derechos de algunos únicamente deben establecerse las normas fundamentales que rigen el funcionamiento del derecho, y no entrar en los desarrollos normativos

concretos, procede pues limitarse a definir las funciones jurídicas esenciales del instrumento fundamental del gobierno: el VERDUGO Artículo 23: son funciones esenciales del verdugo la ejecución de los reos y la tortura de los mismos. Glosa: ya se estableció anteriormente que la pena de muerte no tiene sentido. Ello no obsta para que el verdugo siga teniendo una función esencial. No obstante, esa función ha de ser redifinida en el marco de la “sociedad del conocimiento”. Artículo 24: dado que el bien fundamental de la “sociedad del conocimiento” es el conocimiento, serán las funciones del verdugo en esa sociedad: 1. suprimir a todos los obstáculos y neutralizar a todas aquellas personas que se opongan al avance del conocimiento, ya fuese reivindicando la libertad, la igualdad o la distribución de las riquezas 2. practicar la tortura de aquellas personas, grupos o instituciones que se nieguen a reconocer la naturaleza de las cosas y su expresión lingüística a través de las diferentes ciencias. Artículo 25: dado que en la “sociedad del conocimiento” la realidad física ocupa un papel subsidiario, la aplicación de la pena capital y la tortura no deberá entenderse de un modo meramente físico, tal y como ocurrió en otras épocas de la historia y como episódicamente ocurre en la actualidad en países que todavía no se integran plenamente en este tipo de sociedad, sino psicológica y lingüisticamente. Glosa: el conocimiento se plasma lingüísticamente, ya sea en lenguajes científicos y formales o en los lenguajes ordinarios (lenguas habladas). Esos lenguajes se transmiten a través de los medios de comunicación. Por ello el control de los medios de comunicación (informáticos, audiovisuales, impresos) y sus correspondientes desarrollos institucionales es fundamental para lograr el ejercicio de las artes del buen gobierno. Artículo 26: sólo quienes gobiernan el mundo y la Universidad tienen derecho a establecer los significados de las palabras y a fijar los criterios de la verdad y la falsedad.

Glosa: en la “sociedad del conocimiento” la realidad sólo puede ser conocida a través de los medios de comunicación y mediante los lenguajes existentes. A esa realidad se le llama realidad virtual. Los que gobiernan, gobiernan porque conocen la realidad gracias a su inteligencia. Si la realidad es virtual, ellos no sólo tienen derecho a controlarla, sino también a crearla, no sólo de la forma más inteligente, sino también con vistas a mantener la existencia de la desigualdad y a favorecer la producción de las riquezas y su reparto desigual, en aras del bien común. Por ello el producto resultante, además de ser bueno y justo , también será verdadero. Cuando un ser humano no conoce la verdad está equivocado. Cuando está equivocado toma decisiones que le perjudican. Si ello se hiciese colectivamente surgiría el caos social. Por ello , con el fin de evitarlo y lograr el bien común, quienes gobiernan tienen derecho a establecer los significados de las palabras, a regular su uso, y a fijar los únicos criterios válidos de la verdad y la falsedad. Artículo 27: serán, pues, las funciones esenciales del VERDUGO: 1. eliminar todos aquellos obstáculos y neutralizar a todas personas, grupos o instituciones, que se niegen a aceptar la realidad virtual tal y como es 2. torturar los lenguajes y los sistemas de comunicación, con el fin de alejarlos de la mentira y obligarlos a aceptar la realidad virtual. Glosa: todos los sistemas normativos de las Universidades deberán estructurarse de modo que se pueda lograr este fin. Una vez que esto se haya conseguido y que se pueda controlar a la mayoría disidente, gracias al incremento de su conocimiento, se lograrán cumplir los fines básicos de los sistemas académicos, a saber: a)-fomentar la desigualdad, gracias a la creación de élites diferenciadas por citerios de excelencia. b)-establecer el gobierno de los inteligentes. c)-permitir y obligar a que los inteligentes se enriquezcan, en aras del bien común. d)-construir un lenguaje y unos sistemas de comunicación obligatorios, que establezcan lo que es real y lo que no lo es, lo que es posible y lo que es imposible. e)-obligar a que la mayoría acepte ese lenguaje y ese gobierno, gracias a la institución del verdugo. d)-continuar denodamente la ardua labor de instrucción y educación de la mayoría de los tontos, con los fines siguientes:

1. que acepten que son tontos , y que no saben. 2. que acepten que deben ser gobernados por su bien. 3. que acepten que no están capacitados en modo alguno para saber quiénes son y cuál es el mundo en el que viven, y que no se puede salir de la realidad virtual. 4. que sepan que siempre estará presente el VERDUGO. Colofon: doctrina de la virtud. 1)-Llamamos hábito a la repetición de una acción. La repetición constante de una acción suele engendrar cierta inercia que nos lleva a volver a ejecutarla, por ello se suele decir que un hábito es una segunda naturaleza. 2) Existen dos clases de hábitos: las virtudes y los vicios. Se llama virtudes a los hábitos en los que tendemos a repetir una acción buena y vicios a los hábitos en los que tendemos a repetir una acción mala. 3)- Las virtudes y los vicios se corresponden con el orden natural de las cosas, que es objeto de estudio de las diferentes ciencias. Dado que según el orden natural de las cosas los hombres son por naturaleza desiguales, debe existir una doble moral: la moral de la minoría y la moral de la mayoría. 4) -La moral de la mayoría debe estar orientada a que la minoría pueda desarrollar su propia moral. Por ello puede darse el caso de que una acción que para un miembro de la minoría es un virtud, para un miembro de la mayoría es un vicio. Ello sería así si con la práctica de esa supuesta virtud se pervirtiese el orden natural de las cosas. Son Virtudes de la minoría: a)-el dogmatismo. Un miembro de la minoría debe estar totalmente seguro de poseer un saber absolutamente cierto, lo que deriva de su dominio del método científico, que maneja gracias a su inteligencia. b)-la omnisciencia. Un miembro de la minoría debe ser consciente de que se sabe todo. Si bien él no puede pretender saberlo todo, si que ha de saber que los que componen su grupo se reparten todo el saber entre sí. c)-la prepotencia. Un miembro de la minoría debe dar siempre a conocer su saber gracias a una actitud prepotente, en la que exhiba y muestre una gran seguridad en

sí mismo y en los demás miembros de su grupo. La prepotencia es necesaria para el ejercicio de la autoridad, que, tal y como habíamos mostrado, se basa en la existencia del Verdugo. d)-la arrogancia. Un miembro de la minoría exhibirá siempre su saber, sus méritos y honores y sus riquezas. Al hacerlo contribuirá a mostrar a los demás la seguridad que tiene en sí mismo y en su grupo. De este modo conseguirá intimidar a los miembros de la mayoría, que siempre deben ser gobernados mediante el temor. e)- la vanidad. Toda alabanza es poca si un miembro de la minoría se la hace a sí mismo, pero también debe intercambiar constantemente alabanzas con los demás miembros de su grupo, que a su vez deben despreciar constantemente a la mayoría. f)-la avaricia. Como de la producción de la riqueza y la acumulación de los bienes por parte de las minorías se derivan benficios para la mayoría, se puede deducir que el ansia de riquezas de cada uno de los miembros de la minoría, así como su lucha en dura competencia por las mismas, es la principal garantía del bien común. g)-la intolerancia. Un miembro de la minoría ha de ser intolerante, tanto en el campo del saber como en el ejercicio de las nobles artes del gobierno. Las opiniones son muchas, pero la verdad es sólo una. Cuando se posee la verdad no se puede ser tolerante con quien vive en la opinión equivocada, ya que quien vive en la opinión equivocada obra en contra de su propio bien. Esto se aplica tanto en el campo del conocimiento, como en el del gobierno. En el campo del gobierno, del error y el vicio dimana el desorden cuando no se consigue hacer creíbles las amenazas del verdugo. Por ello la intolerancia deberá ir siempre unida a la presencia en cada lugar y en cada momento de ese verdugo omnisciente, infalible y despiadado, que es la única garantía del orden social y el bien común. i)- la lujuria. Llamamos lujuria a la satisfacción de toda clase de deseos corporales de la minoría por parte de la mayoría o de la minoría misma. Los deseos corporales de todo tipo (sexual, culinario...) son un mecanismo básico de la producción de bienes materiales. Dado que de la producción de bienes materiales deriva el bien común, se puede deducir que de la satisfacción de los deseos corporales de la minoría deriva el bien común. Esto ya había sido formulado por Bernard Mandeville en el siglo XVIII, con el lema “los vicios privados son las virtudes públicas”. j)-el paternalismo. Los miembros de la minoría deben ejercer en la sociedad una función educativa, ya que ellos son los que saben. Por ello deben practicar el patrernalismo. Llamamos paternalismo a la acción de enseñar a los inferiores y de no

aprender nunca nada de ellos. El ejercicio del paternalismo debe aunar la displicencia y el desprecio con la compasión. k)- la displicencia. Es una consecuencia natural de la omnisciencia y la arrogancia. Consiste en saber siempre mantener la distancia con los inferiores, de modo tal que ellos siempre sean conscientes de la superioridad de los que mandan. l)-la compasión. Los que pertenecen a la minoría deben compadecerse de aquellos que son inferiores, pero siempre despreciándolos, del mismo modo que se compadecen de los animales. Cuando nos compadecemos de un gato no deseamos ser gatos. Por esta razón, la minoría en su ejercicio de la compasión no debe identificarse con los inferiores, sino distanciarse de ellos. Son Virtudes de la mayoría: a)-la inseguridad. Los miembros de la mayoría nunca deben estar seguros de que saben nada, si no los avala un miembro de la minoría. b)-la ignorancia. Pertenecer a la mayoría es básicamente ser un ignorante. Por ello los miembros de la mayoría deben reconocerlo así siempre y ser conscientes de su incapacidad intelectual y su inferioridad moral. c)-la humildad. De lo anterior se deduce la necesidad de la humildad. Si los miembros de la mayoria son ignorantes, incapaces, y además no están seguros, ¿de qué van a estar orgullosos? d)-la generosidad. Los miembros de la mayoría deben ser generosos, con los demás miembros de la mayoría, y sobre todo con los miembros de la minoría. Ya que es de la avaricia de los miembros de la minoría de donde ellos obtienen la mayor parte de sus beneficios. e)-la tolerancia. Los miembros de la mayoría deben ser tolerantes y comprensivos. Ello es lógico. Como son inseguros e ignorantes, deben practicar la tolerancia con los miembros de su grupo y con los miembros de la minoría. La práctica de la tolerancia con los miembros de la minoría es el único mecanismo del que disponen los miembros de la mayoría para evitar que entre en acción el verdugo. f)-la sumisión. Los miembros de la mayoría deben someterse siempre a los deseos de la minoría, ya fueren sexuales u de otro tipo, y ser conscientes que de ello deriva la mayor parte del bien y el placer común. g)-la admiración abyecta. Los miembros de la mayoría deben admirar constantemente las capacidades intelectuales, los bienes, los honores y los privilegios de

los que gobiernan. Deben hacerlo sin complejos ni rebozo, dando así muestras del conocimiento de su naturaleza inferior, lo que constituye la única vía posible para salirse de su baja condición y superarse a sí mismos. d)-la perfidia y la traición. Los miembros de la mayoría han de estar siempre dispuestos a someterse a quien manda. Si se diese el caso de que algunos de los miembros de su grupo, presas de su ignorancia y falta de control de sí mismos, pretendiesen alterar el orden natural de las cosas, deberán engañarlos, delatarlos a sus superiores y ponerlos en manos del Verdugo, porque el dolor de los muchos es la principal fuente del placer de los pocos, y el placer de los pocos es la principal fuente de la que mana el bien común.

Capítulo 4 Cienciometría, o nueva ciencia de la mecánica racional universitaria

“El poder atonta” (Friedrich Nietzsche, Fragmentos póstumos) Siempre se debe saludar con alborozo el nacimiento de una nueva ciencia, ya que la firmeza renovada de los conocimientos que puede suministrarnos no sólo nos es de gran ayuda para conocer la realidad y a nosotros mismos, sino que es, a su vez, un instrumento indispensable para el ejercicio de las nobles artes del gobierno. En el caso que vamos a tratar, el de la Cienciometría, no hay nadie que pueda dudar de la utilidad de tan nuevo conocimiento, puesto que a partir de él, por primera vez, se puede establecer el gobierno racional de las Repúblicas de los sabios, también llamadas Universidades. El dominio de las sofisticadas técnicas de la Cienciometría capacita a aquellos que gobiernan para ejercer sus funciones de forma no sólo razonable, sino también paternal y benéfica, sobre todos aquellos de sus administrados que, debido a su temprana edad, escasa experiencia y falta de formación, no son evidentemente capaces de gobernarse a sí mismos. Como ha ocurrido históricamente con el nacimiento de la mayor parte de las ciencias, en el caso de la Cienciometría es sorprendente y admirable al ver cómo, partiendo de unos sencillos principios de validez universal, se pueden llegar a formular auténticas leyes matemáticas que, sin duda alguna, nos revelan la estructura profunda de la realidad. Nace la Cienciometría a partir de unas geniales intuiciones, que se pueden formular como axiomas, y cuyo desarrollo formal nos permitirá entender las complejas génesis y estructuras de todos los conocimientos científicos. Estos axiomas se pueden formular del modo siguiente. A-1: todo el conocimiento es numerable. A-2: en la producción del conocimiento existe una unidad mínima, o átomo del conocimiento, que se llama artículo (a partir de ahora paper, puesto que el inglés es el idioma de la ciencia por definición).

A-3: los papers se pueden sumar, pero no restar, porque todo artículo por definición es un mérito. A-4: los papers se pueden multiplicar, constituyendo asociaciones de autores que lo elaboran juntos, o también dividir, si se lee el número de firmantes al revés, y se da a cada uno lo suyo. A-5: un paper no posee valor por sí mismo; para que pueda ser valorado debe ser citado. A-6: todas las citas de un paper son siempre números enteros positivos. Corolario de A-6: si toda cita es positiva lo es más la cita de una cita. La cita de una cita es igual al producto de ambas: c.c=c2 Partiendo de estos axiomas se pueden desarrollar los siguientes teoremas: Teorema 1: se llama currículum al impacto que desarrolla un profesor a lo largo de un determinado tiempo. Siendo el impacto el número de sus citas. El currículum medio universitario corresponde a una campana de Gauss:

Teorema 2: todo profesor posee una masa, que es igual al número de sus papers. Mp=Mpapers Teorema 3: todo profesor se mueve en su carrera a una determinada velocidad, que es igual a su impacto dividido por el tiempo. Vp= I/t Teorema 4: todo profesor posee una aceleración, que es igual a su velocidad dividida por el tiempo. Ap=Vp/t

Teorema 5: todo profesor se mueve en su carrera con una fuerza, que es igual a su masa multiplicada por su aceleración. Fp=mp.Ap Teorema 6: todo profesor posee una energía cinético-académica, que es igual a su masa multiplicada por el cuadrado de su velocidad. Ep=mp.(Vp)2 Teorema 7: cuando un profesor, o un grupo de profesores logran la excelencia, y pasan del sistema de citas al de citas de citas, debemos abandonar la mecánica clásica y pasar a la relativística, en la cual: Ep=mp.c2 Siendo c no la velocidad de la luz, sino la cita. Teorema 8: todo profesor posee una masa (m), pero también una carga (Q). Los profesores se atraen en proporción a sus masas y se repelen en proporción a sus cargas, de acuerdo con las leyes básicas de la mecánica y el electromagnetismo: 1. Atracción: dos profesores de un campo (g) –esto es una constante de área (de conocimiento)- se atraen proporcionalmente al producto de sus masas y de modo inverso al cuadrado de su distancia académica. Así la fuerza de atracción es: FA=g.m1.m2 / d2 2. Repulsión: dos profesores de la misma carga se repelen –con una constante de área (K)- de acuerdo con la fórmula RR= K.Q1.Q2 / d2 Teorema 9: un sistema académico está en equilibrio cuando la distancia entre dos profesores es tal que ni se atraen ni se repelen. De modo que: FA=RR o bien: g(m1.m2/d2)= K (Q1.Q2/d2) o sea: (g.m1).(g.m2)/d2=(K.Q1).(K.Q2)/d2 Teorema 10: un profesor puede ser considerado como partícula –dotada de más o menos masa- o como onda de citas.

En la consideración de un profesor como onda de citas se debe tener en cuenta la frecuencia y la longitud de las mismas, multiplicando por (γ) la constante propia de su campo. De acuerdo con los teoremas anteriores puede establecerse una fenomenología o tipología de los profesores, por ejemplo: a) Profesor uniformemente acelerado, que incrementa a un ritmo exponencial al número de sus citas. b) Profesor uniformemente decelerado, en el caso contrario. c) Profesores en equilibrio. 1) Estable (que están bien) 2) Inestable (que no lo están) 3) Indiferente (que les da igual) Si examinamos a los profesores desde el punto de vista de la geometría euclidiana, la Cienciometría nos permite deducir resultados sorprendentes, por ejemplo, para la constitución y consolidación de los grupos de investigación, que a partir de ahora se podrá hacer de modo racional. Así, por ejemplo, sea P1 un profesor, el cuadrado de cuyas citas (Cp12) sea igual a la suma de los cuadrados de las citas de otros dos profesores: Cp12=Cp22+Cp32 Entonces estos profesores constituyen un triángulo rectángulo de acuerdo con el Teorema de Pitágoras. De ello podremos deducir: 1) Que la suma de sus ángulos será igual a 180º, lo que es de máximo interés. 2) Que por formar un triángulo rectángulo han de constituir un modelo de grupo de investigación 3) El profesor principal será llamado hipotenusa (para contribuir a la igualdad de género) y los otros dos catetos. Si conseguimos formar los grupos de investigación partiendo de las propiedades geométricas tendremos una base clara y firme sobre la que desarrollar nuestra política científica. Continuando en el campo de la geometría euclidiana podremos llegar a saber, por ejemplo, el área de un profesor.

Siendo C2 de sus citas igual a π2, ya que cuantas más tiene más se hincha, podremos calcular su área en el plano, de acuerdo con la fórmula: Areap= πr2=πc2 de lo que se deduce la preminencia de los profesores redondos, aunque lo mejor es que fueran esféricos, de acuerdo con la fórmula: Volp=4/3πr3=4/3πc3 lo que es muy difícil de conseguir, ya que uno debe llegar a merecer la hipercita (la cita de la cita de la cita). Por eso hay pocos profesores esféricos. Hay cosas que incluso en matemáticas son muy difíciles de explicar, pero que son ciertas. A eso se les suele llamar conjeturas. Si hacemos caso a las conjeturas de Goldbach, que dicen: 1) Que todo número par igual o mayor que cuatro es igual a la suma de dos números primos. 2) Que todo número impar igual a mayor que nueve, es igual a la suma de tres números primos. Nos encontraríamos con que: 1) Para todo profesor que tenga un número par de citas –mayor o igual a cuatrodebe haber dos profesores (profesores primos) cuyo número de citas sea impar y que sumados sean iguales a los del profesor principal. 2) Para todo profesor que tenga un número de citas impar –mayor o igual que nueve- debe haber tres profesores con citas impares que sean números primos cuya suma sea igual a las citas del investigador principal. Ahora necesitaremos tres profesores primos. Debe haber muchos profesores primos para que pueda desarrollarse la investigación. No hay ningún ordenador en el mundo que pueda falsar las conjeturas de Goldbach. Además los números primos son fundamentales en informática. De ello podremos deducir que una universidad se compone de dos conjuntos de profesores: el conjunto de los profesores primos y el conjunto de los profesores principales (pares o impares). Si no existiesen profesores primos no podría haber profesores principales, porque si dos números primos se ponen de acuerdo en no sumarse, desaparecen el número par –mayor o igual a 4- y el impar- mayor o igual a 9. Existen dos elementos peligrosos para la existencia del conocimiento científico.

El primero de ellos son evidentemente los números primos, cuya huelga general derrumbaría el sistema. El segundo son las magnitudes negativas. Establece el axioma A-3 que los papers se pueden sumar, pero no restar, y el A6 que todas las citas son positivas. Si eso no fuese así sería terrible, porque la suma de papers positivos y negativos podría ser igual a cero. Entonces: un profesor podría quedarse sin masa, sin velocidad ni aceleración, sin fuerza y sin energía.No se puede saber si podría avanzar para atrás, y tener entonces una carrera académica de este tipo.

O de este otro

En el segundo caso, su vida iría marcha atrás y penetraría en un universo paralelo de los que conjetura Stephen Hawking.

Aunque puede haber conjeturas brillantes la Cienciometría, que es una ciencia positiva y empírica, no las suele tener en cuenta, porque no son comprobables experimentalmente. Universidad sólo hay una, del mismo modo que sólo hay un universo. No estamos de acuerdo con la teoría de los multiversos, no creemos en la materia oscura, en los colapsos gravitatorios ni en las catástrofes cosmológicas. Quienes cultivamos la Cienciometría lo sabemos todo. Por eso gobernamos y tenemos derecho a gobernar. Sólo aquellas personas – o profesores ignorantes- que carecen de conocimiento y formación pueden poner en duda la validez de nuestros axiomas. Cuando lo puedan comprender se darán cuenta del principio que lo resume todo: “Todo está bien”.

Capítulo 5 Anxietas honorum et delirium adiministrativum: una pandemia académica en el mundo occidental “C´est toujours la chose génitale” J.M. Charcot (psiquiatra, París, fines del siglo XIX) “Esto eche de abaixo” J. G. R. (ex conserje de la USC, siglo XX) No cabe duda alguna que es precisamente la psiquiatría una de las ciencias que más han contribuido al estudio y comprensión de los comportamientos humanos, tanto considerados a nivel individual como colectivo. A lo largo de la historia del Occidente europeo se han producido una serie de pandemias psíquicas, en las cuales colectivos de mayor o menor extensión, comenzaron a experimentar los mismos conjuntos de síntomas de modo inexplicable. Estas pandemias, que en su momento suelen aparecer de un modo más o menos misterioso, también desaparecen de la misma forma. Por citar algunas, y sin caer en un deseo de exhaustividad que podría tener un cierto carácter obsesivo, podríamos recordar el famoso “baile de san Vito”, las cofradías de “flagelantes” que en la Baja Edad Media vagaron a lo largo de Europa, la “mania deambulatoria” de reclutas y conscriptos, que tantos quebraderos de cabeza dio a los psiquiatras de fines de siglo XIX, o el misterioso “síndrome de personalidad múltiple”, siempre unido a una etiología en la que aparecen los abusos sexuales en la infancia, y que fue objeto de especial atención en el DSM-IV (el manual de diagnóstico psiquiátrico de referencia mundial, que por supuesto está en inglés). La pandemia objeto de nuestro interés surgió en las universidades americanas de los años noventa del siglo XX, y a partir de ellas se difundió a las universidades europeas a fines del pasado siglo, en las que adquirió una fisionomía propia, que ha permitido a algunos estudiosos hablar del “Síndrome de Bolonia”. La extensión de la pandemia es fácilmente explicable por la gran movilidad que caracteriza al mundo académico, por la pasión de muchos profesores por viajar en avión (lo que ha dado lugar al nacimiento de una figura conocida con el nombre de “jet profesor”), y por la tendencia académica a reunirse frecuentemente en congresos, simposios y actos sociales de todo tipo. No obstante, y tal y como está perfectamente

atestiguado en la historia de la psiquiatría, al llegar la enfermedad a un medio social y cultural diferente adquiere una fisionomía propia, que en este caso hará que el componente delusivo, o delirante, adquiera mayor vigor en Europa que en los EE. UU. En los EE. UU. los universitarios pasaron a creer que eran empresarios, y actuaron en consecuencia. En Europa también, pero no aplicaron lo que dijeron que eran. Intentaremos a continuación ofrecer un resumen de los conocimientos que se poseen actualmente acerca de esta enfermedad, dejar claros cuáles son los criterios diagnósticos de la misma, y explicar los tratamientos que hasta ahora se han intentado, con bastante poco éxito, para acabar proponiendo un “programa de investigación científica”, que, con la financiación adecuada, podría contribuir sin duda alguna a lograr una terapéutica definitiva, que sirviese de alivio de los sufrimientos individuales y colectivos propios de esta enfermedad. Criterios diagnósticos Para que se pueda hablar de una “ansiedad por los honores”, unida a un “delirio administrativo” deberíamos fijarnos en si el paciente, o el grupo de pacientes, presentan los siguientes síntomas. Se trata de una persona insegura, que intenta controlar su ansiedad y su miedo al caos y al desorden mediante esos dos tipos de comportamientos, que pueden resultar similares, en algunos aspectos, al TOC (transtorno obsesivo compulsivo). Si fracasa en el intento será víctima de crisis de ansiedad unida a ataques de pánico, que pueden cursar de dos maneras: con el desarrollo de una ansiedad psicótica, acompañada de alucinaciones, casi siempre de tipo persecutorio; o bien, y esto suele ser lo más común, con crisis de ansiedad que se manifiestan en cuadros de carácter somático que pueden cursar con vértigos, sudoración, temblores, nauseas y vómitos, insomnio y falta de apetito y deseo sexual. Con el objeto de evitar estas crisis los pacientes desarrollan varios tipos de estrategias defensivas de carácter social, en las cuales tratan de consolidar su autoestima mediante una necesidad patológica de reconocimiento académico y personal, que se manifiesta en el deseo de recibir constantemente elogios y alabanzas y de acumular signos de reconocimiento externo, consensualmente fijados. Manifiestan normalmente un gran orgullo por su capital simbólico acumulado. Un profesor con esta sintomatología, M. P. C., solía siempre repetir: “desde luego tengo un currículum que

no me lo merezco”, expresión que plasma muy bien la dinámica psicológica de la que estamos hablando. Pero estas estrategias de reequilibrio psíquico no tienen valor alguno si no se consiguen desarrollar en un entramado social; de ahí la necesidad que sienten imperativamente estos pacientes de formar grupos de alabanza y reconocimiento mutuos, en los que cada uno pueda verse reflejado en los demás, mediante un mecanismo inconsciente en el que el paciente siente, como decía uno de ellos: “ yo soy tú y tú eres yo”, frase especialmente interesante, ya que recuerda un famoso capítulo de la Fenomenología del Espíritu de Hegel que fue objeto de interés prioritario por parte de Jacques Lacan. Como resultado de estas estrategias socializadoras los pacientes desarrollan los siguientes síntomas: 1)

maquiavelismo compulsivo: intrigan constantemente entre sí y creen que todo el mundo está también siempre intrigando.

2)

transaccionismo febril: creen que todo se debe negociar y que siempre es necesario llegar a acuerdos que satisfagan a todos. Ello es así porque si hubiese un conflicto su mundo simbólico se les derrumbaría, al no poder soportar la agresión y la ansiedad.

3)

panglosismo social: creen (como el famoso doctor Pangloss de Voltaire) que viven en el mejor de los mundos posibles, en el que ellos siempre han de resultar beneficiados y los demás nunca serán perjudicados, lo que es notoriamente imposible, La razón de ello es la misma que la expuesta en el caso del síntoma 2.

4)

Verbalismo incontrolado: como en su profesión es fundamental el dominio del lenguaje verbal y escrito, canalizan todas sus agresiones y frustraciones verbalmente, y sienten la necesidad compulsiva de discutir, razonar y tener siempre razón, y convencer, o por lo menos callar al adversario. Este verbalismo será fundamental en su componente delusivo.

5)

Asociacionismo compulsivo: necesitan estar constantemente reunidos, y para ellos crean: comisiones, subcomisiones, grupos de trabajo, comités, asociaciones, congresos y todo tipo de actos colectivos en los que puedan reforzar su autoestima, frenar su ansiedad y encontrar seguridad.

6)

Pasión por las jerarquías y admiración por la autoridad. Su grado de satisfacción en un entramado social dado depende del logro de un estatus elevado, que sea el fruto del reconocimiento de un capital simbólico y un crédito académico acumulado. Por esa razón esa satisfacción se incrementa si pueden ejercen la autoridad y ascender lo más posible en la jerarquía social. De ahí la proliferación de cargos, títulos, rangos y distinciones que se desarrolló primero en los EE. UU. y posteriormente en Europa.

7)

Delirio normativo, o pasión por hacer reglamentos y regularlo todo, contemplando todos los casos. Este delirio es una consecuencia del síntoma 4, es decir de su verbalismo, plasmado en este caso por escrito. El delirio normativo refleja su necesidad de seguridad personal y es un mecanismo de control de la ansiedad.

8)

Delirio analógico-normativo. Es un desarrollo del anterior. Gracias al uso de la analogía, característico del pensamiento delusivo (o delirante), toda norma siempre puede ser desplazada metafórica o metonímicamente, con los mecanismos cognitivos siguientes: a mi no la aplico porque yo soy distinto (metonimia), y se la aplico al otro porque es igual cuando yo digo que es igual (metáfora).

9)

Holismo delusivo: su pensamiento y sus sistemas normativos son irrefutables. Lo contemplan todo, lo regulan todo y nadie los puede refutar, ya que las refutaciones siempre pueden ser salvadas con argumentos ad hoc (cinturón protector del delirio).

10)

Infalibilidad delirante: su delirio no es refutable, ya que hay dos clases de hechos en el mundo real: los que los confirman, que lo confirman, y los que lo refutan, que también lo confirman, ya que son elaboraciones resultado de los procesos de maquiavelismo y transaccionismo, descritos en los síntomas 1 y 2.

Este cuadro clínico es muy importante porque, al formar parte de una pandemia, puede, y de hecho ya ha llegado a condicionar, la vida colectiva de algunas instituciones académicas norteamericanas y europeas, alejándolas de sus fines específicos. Un delirio aleja a la persona que lo sufre de la realidad. Esa persona puede sobrevivir socialmente si sus recursos económicos y sociales le permiten alcanzar un

equilibrio con los grupos a que pertenece, sin entrar en contradicción con ellos. Sin embargo, cuando un delirio se hace colectivo puede ser peligroso, por dos de razones: o bien porque fruto del delirio común puede desarrollarse una agresividad grupal, como ocurre en algunos movimientos políticos de funesta memoria, en los que el delirio crea un enemigo imaginario que debe ser exterminado (este no es el caso del delirio administrativo); o bien porque el grupo delirante crea un sistema hipercomplejo y estanco que lo aísla de la realidad. Este suele ser el preludio de su fin, puesto que la diferencia entre el mundo verbal y normativo y el mundo real es tan grande, y la capacidad de adaptación del grupo tan pequeña, que ante determinados estímulos externos se derrumban. Ejemplos famosos de ello fueron el Bajo Imperio Romano, con su compleja administración y sus redes de funcionarios altamente jerarquizados, que no supieron ver que los bárbaros estaban a la puerta de sus ciudades; la URSS y los países del Este, en los que el mundo de la planificación económica, política y administrativa llegó a estar tan distante del mundo social que nadie pudo prever, ni mucho menos lamentar, su definitivo colapso. Estos colapsos sociales pueden tener correlatos biológicos, como el del fin de los dinosaurios: enormes y complejos sistemas autorregulados que no supieron responder a la fuerte agresión al medio que supuso el impacto de un meteorito, y que dieron la oportunidad de desarrollarse a nuestros antepasados: los mamíferos roedores. Con el fin de contribuir al interés común y evitar las trágicas consecuencias que un desplome del mundo académico podría suponer, expondremos a continuación las hipótesis científicas que podrían explicar estas patologías y las posibles terapias a desarrollar. Estas terapias han de dar lugar a importantes líneas de investigación que deben ser planificadas, mediante el desarrollo de proyectos I+D, y en las que la colaboración de la industria químico-farmacéutica podría desempeñar un papel fundamental. Estas hipótesis etiológicas son de tres tipos: anatómico-patológicas, bioquímicas, y psicosociales. Enseñanzas de la anatomia. Se propone desarrollar una línea de investigación que intente comprobar la siguientes conjeturas racionales. El síndrome de Bolonia obedece a malformaciones cerebrales de quienes lo desarrollan, debidas a :

1. insuficiente desarrollo del cuerpo calloso. 2. débiles conexiones neuronales entre el lóbulo frontal izquierdo y las áreas de Broca y Wernicke. El cuerpo calloso es una estructura anatómica que une los lóbulos frontales izquierdo y derecho. Esta más desarrollado en las mujeres que en los hombres, lo que explica la mayor flexibilidad mental que las personas de este género poseen (recuérdese la famosa frase según la cual los hombres no somos capaces de hacer dos cosas a la vez). El lóbulo frontal izquierdo está unido a las capacidades del pensamiento abstracto y a la habilidad espacial, así como al dominio del lenguaje, mientras que el lóbulo frontal derecho se relaciona con otras capacidades, como las de tipo artístico y permite el desarrollo de un pensamiento más flexible. Los enfermos del síndrome de Bolonia parecen poseer un déficit de desarrollo de este cuerpo, que les lleva al hiperverbalismo, al amor por lo normativo, lo abstracto y al deseo de control excesivo, dando claras muestras de falta de flexibilidad. Ello podría explicarse si su cuerpo calloso fuese anormalmente estrecho, como ocurre en otras enfermedades que cursan con delirios, como la “esquizofrenia con síntomas floridos”. Si a ello se uniese una conexión deficitaria entre las áreas lingüísticas del cerebro y el lóbulo frontal izquierdo, se podría explicar el verbalismo vacío y carente de conceptos, así como la necesidad de discutir y tener siempre razón que es característica de estos pacientes. Si esto fuese cierto se explicaría por qué en las universidades hay más hombres que mujeres como profesores y por qué los cargos los ocupan más personas de género masculino, sin necesidad alguna de recurrir a hipótesis históricas o sociológicas, las cuales, además de ser de dudoso gusto, carecen de la sólida base empírica y experimental sobre la que se construyen las auténticas ciencias. Para comprobar esta hipótesis se propone desarrollar una investigación anatómico-morfológica que las confirme, mediante la disección. Se tomará una muestra estadística compuesta de profesores de tres tipos: 1. con responsabilidades académicas 2. sin ellas, pero con alto estatus 3. sin ellas y de bajo estatus. Dado el desarrollo de la enfermedad y su impacto se propone que el 45 % sean del tipo 1, el 35% sean del tipo 2 y el 20% sean del tipo 3.

La disección se hace normalmente post mortem, pero esto tiene el inconveniente de que siempre será difícil obtener la muestra adecuada, y además que las patologías que hayan podido causar los correspondiente óbitos podrían alterar las estructuras morfológicas. Por ello se propone la práctica de la vivisección. Dado que los prejuicios morales impedirían hacer el trabajo en EE. UU. o Europa se propone conseguir financiación para montar una universidad en el África Subsahariana, favorecer el desarrollo de la enfermedad a sus profesores y posteriormente viviseccionarlos. Dado que la fundación de esa universidad contribuiría decisivamente al desarrollo sostenible en esa parte del mundo, no creemos que el correspondiente gobierno se opusiese al estudio, puesto que es bien sabido que la única parte del mundo en la que los gobiernos son corruptos es África. Mientras no se confirme la hipótesis no se recomienda utilizar la neurocirugía, a pesar de los grandes progresos que ha hecho, puesto que además no se trata de cortar, sino de pegar, y eso es más difícil. Por ello de momento sólo podemos recomendar la TEC (terapia electroconvulsiva), que tan buenos resultados vuelve a dar en el tratamiento de la depresión, y cuya caída en desuso sólo se puede explicar por los prejuicios anticientíficos en contra del electromagnetismo, que derivan de los escasos conocimientos que la sociedad posee de las ciencias físicas. Además, en el electroshock al cerebro le llega muy poquita corriente. Algunos pacientes tratados con la TEC, después de olvidar todo lo que habían aprendido, han llegado a recuperar la plenitud de sus conocimientos y han superado tanto su ansiedad por los honores como sus delirios normativos y verbales. Otros no, pero ya se sabe que el modelo determinista en la física está hace mucho tiempo abandonado. La química es la vida Desde el descubrimiento de los psicofármacos en los años cincuenta del siglo XX se han logrado tan espectaculares progresos en la psiquiatría que creemos que se puede afirmar que todas las enfermedades mentales tiene una causa bioquímica y que siempre se podrá descubrir una molécula que las cure. Ello es así en el TOC, muy similar al Síndrome de Bolonia. O en otros casos como el de la esquizofrenia. Creemos que una explicación posible del Síndrome de Bolonia puede encontrarse en el mal funcionamiento de algún neurotransmisor. Dado que se sabe que la dopamina sube de nivel en la esquizofrenia paranoide, en la que están presentes

delirios, miedo a la persecución y en la que le lenguaje, los ritos y las obsesiones desempeñan un papel fundamental, proponemos desarrollar un proyecto de investigación I+D en el campo de la neurología y la bioquímica con el fin de sintetizar la molécula de la familia del haloperidol o la risperidona, que cumpla en el Síndrome de Bolonia el mismo papel que estos psicofármacos en el tratamiento de la esquizofrenia paranoide. De este logro podría depender el futuro de nuestras futuras industrias químicas de calidad y excelencia La patente obtenida aseguraría la hegemonía de aquella industria o universidad que la lograse. Mientras tanto se podría probar, más que nada por ver si funcionan, diferentes tipos de antipsicóticos, ansiolíticos, e incluso antidepresivos, combinados a demanda. Y a ver qué pasa. Psicoterapia Es esta una técnica anticuada, carente de una sólida base molecular, o física, que dio lugar a ideas tan absurdas, como las de Charcot (impresionado sin duda por las convulsiones y los gritos de sus enfermas histéricas del hospital de La Salpétriere), y ya no digamos las cosas que dijo en su momento Freud, u otros psicólogos, que sólo les aguantan el rollo a sus enfermos para cobrarles por hora. Es cierto que la aguda observación del conserje J.G.R. (cita inicial) estaba avalada por una amplia base factual. Por ello algunos investigadores llegaron a creer que podría servir como validación de las hipótesis freudianas o charcotianas. Sin embargo un buen metodólogo sabe que la repetición sistemática de un hecho no valida siempre una teoría. Así, por ejemplo, del hecho de que algunos enfermos se curen en Lourdes no se deduce que se pueda demostrar la existencia de la Virgen María. Por esta razón no debemos poner excesivas ilusiones en la psicoterapia, aunque se puede utilizar, así como así, para ver si funciona. El problema de la psicoterapia es que no es cuantificable, no es medible, no respeta las normativas, no está avalada por las sociedades científicas, no está representada en los congresos, no tiene índices de calidad ni contribuye al desarrollo de la excelencia, no es programable, deja una puerta abierta al caos, sirve para cualquiera y cualquiera la puede aplicar. A veces se confunde con la religión y con la literatura. Hay enfermos que hasta parecen poetas. Y eso no puede ser. Los humanos huelen mal,

muchos andan por ahí sucios. No entienden el valor de la higiene, del orden, de los reglamentos. Circulan sin currículum, y consecuentemente no saben a dónde van. Debemos circular siempre por el seguro camino de la ciencia. No hay ninguna realidad que no se pueda explicar .Los que saben son los que deben gobernar. Entonces, ¿por qué tienen tanto miedo?

Capítulo 6 La Universidad triste Un cuento para adultos idiotas

I Cuenta una antigua leyenda que hubo una vez un maestro muy sabio, y como era muy sabio quiso que los demás seres humanos compartiesen su sabiduría. Entonces creó la Universidad. Pero ese maestro tenía un grave defecto: era muy vanidoso, y por eso quiso que le sucediese alguien un poco más tonto que él. Así fue, y lo mismo ocurrió con su sucesor. De este modo, en la Universidad los maestros empezaron a ser cada vez más tontos, hasta que llegó un día en el que el maestro que tuvo que elegir a su sucesor era tan tonto que no se dio cuenta de que elegía a un sucesor muy sabio y muy listo. Pero este nuevo maestro también tenía el mismo defecto que el maestro fundador: era muy vanidoso, y de este modo volvió a comenzar de nuevo el ciclo, que hasta el día de hoy se repite eternamente. II Dice la historia que las Universidades se crearon en la Edad Media. No sabemos por qué esa Edad se llamó así (probablemente fuese porque le faltaba la otra mitad). En la Edad Media el mundo estaba dividido entre los señores y los siervos. Los siervos trabajaban casi todos la tierra y los señores vivían de las rentas que les obligaban a pagar. Unos señores eran guerreros y siempre se estaban peleando, pero, eso sí, sin hacerse mucho daño. Ellos pensaban que era mejor que siempre hubiese guerra, porque así ellos siempre estaban ocupados y los demás pensaban que los señores eran muy necesarios para defenderlos. Otros señores eran curas y frailes, que vivían en los monasterios y las catedrales, y que también eran muy ricos. Lo que ellos hacían era hablar mucho. Unas veces hablaban con Dios, que casi nunca les contestaba (si alguno lo oía entonces pasaba a ser un santo), pero casi siempre hablaban mucho entre ellos y convencían a los siervos de que tenían que trabajar.

Los curas y los frailes decidieron una vez que podían reunirse entre ellos y enseñarse unos a otros lo que sabían, y así crearon unas asociaciones que se llamaron Universidades, en donde parece ser que se podía hablar libremente. En la Edad Media, como el mundo aún no era perfecto porque le faltaba la mitad, a todo el mundo le gustaba enfrentarse entre sí: los guerreros hacían torneos y se enfrentaban a mamporrazos; los curas y los frailes se enfrentaban lanzándose latinajos (el latín era una lengua antigua que ya nadie hablaba, pero los curas y los frailes la sabían muy bien y en ella discutían y escribían sus libros manuscritos). En las Universidades habían festejos en los que un estudiante, por ejemplo, debía defender públicamente una tesis de su maestro. El estudiante recogía todas las citas de los textos sagrados y de los textos de los antiguos griegos y romanos (que tenían mucho prestigio) que estaban a favor de lo que su maestro decía, y también todas las que decían lo contrario. Su mérito consistía en lograr demostrar que su maestro era el que tenía la razón, y si lo conseguía se le daba un premio con un título honorífico, y además hacían también una comida. Este rito lo inventó un señor que se llamaba Pedro Abelardo, que era muy sabio y se enamoró de una chica muy joven. El tío de la chica, que era un canónigo, castigó a Abelardo haciendo que lo castraran, y encerró a la chica, que se llamaba Eloisa, en un convento. Abelardo se hizo famoso por su desgraciado amor, pero en realidad por lo que fue muy importante es porque inventó las tesis doctorales y porque sabía mucho. En la Edad Media la Tierra era plana y por encima de ella había una esfera de metal en la que estaban los planetas y las estrellas. Los planetas y las estrellas eran de cristal, porque eran unos cuerpos perfectos e incorruptibles, y se movían porque los empujaban los ángeles. Los ángeles tenían que empujarlos, decían los sabios, porque todos los cuerpos son perezosos, y lo que les gusta es el reposo, como decía otro sabio muy antiguo, que se llamaba Aristóteles y escribía en griego. Cuando alguien, o el alma de alguien, conseguía subir muy alto y salir de la bóveda de metal entonces entraba en el cielo. En la Edad Media (esto es lógico porque como no era una Edad entera, la gente no era feliz), morían muy jóvenes, había muchas enfermedades, como la Peste Negra, que la traían las ratas, se pasaba hambre, por lo menos la pasaban la mayoría, y todo el mundo sabía que la vida era breve, brutal y triste. Por esa razón inventaron el cielo. Para ir al cielo había que morirse, pero el cielo tenía muchas ventajas. En él se podía ver el rostro de Dios. El rostro de Dios era muy

bello y cuando alguien conseguía verlo era muy feliz y tenía mucha paz, como ocurre cuando vemos el rostro de alguien que queremos. Además pasaba otra cosa, y es que ocurría que, como los planetas eran perfectos y de cristal y se movían con armonía, entonces el universo sólo producía una música maravillosa, que se llamaba la música de las esferas. Al escuchar esa música y ver el rostro de Dios la gente era muy feliz en el cielo. Pero también eran felices por otra cosa. Decía un fraile muy sabio, que se llamaba Tomás y había nacido en una ciudad que se llamaba Aquino, que el mayor placer que tenían los que estaban en el cielo era ver cuánto sufrían los que estaban en el infierno, que es donde estaban los que habían sido malos. Santo Tomás era muy sabio y casi seguro que le hablaban los ángeles (por eso lo llamaban el “Doctor Angélico”). Él también había leído una tesis, y si esto es así entonces lo que dice tiene que ser verdad. Los curas y los frailes discutieron tanto para ver quien tenía siempre la razón que al final ya no sabían de qué discutir. Había unos frailes que decían que eso de discutir tanto no era más que hacer ruido con la boca y le llamaban en latín hacer “flatus uocis”. Había unos que dudaban de todo lo que sabían, pero otros no, y siguieron discutiendo mucho tiempo sin dudarlo. Como en la Edad Media los sabios lo sabían todo sobre Dios, los ángeles, los demonios y los hombres, consiguieron inventar procedimientos muy interesantes para investigar, por ejemplo, si un demonio estaba dentro de una mujer. Lo que había que hacer era torturarla delante de un tribunal, para que pudiese confesar y liberarse del poder del demonio. Hacían eso porque si no tenía dolor no sería capaz de decir la verdad. A veces se equivocaban, porque si seguía diciendo que no estaba poseída la tenían que torturar más, hasta que se librase del poder del demonio. Si se moría no importaba porque se iba al cielo. Se iba al cielo y era una mártir si moría diciendo que no estaba poseída y no lo estaba; y también se iba si lo estaba, porque su dolor la liberaba del poder del demonio. Para ir al cielo era bueno sufrir mucho. Los curas y los frailes decían que Dios también había sufrido mucho por nosotros, y si él tenía que sufrir pues entonces los seres humanos no iban a ser menos. III Poco a poco se fue acabando la Edad Media, aunque muchas cosas siguieron igual. Y así empezó otro época, que llama Moderna porque es muy actual.

En la Edad Moderna el mundo cambió mucho porque la Tierra se convirtió en una esfera redonda, se descubrió América y la gente empezó a viajar por todo el mundo. En la Edad Moderna hubo muchas guerras, y esas guerras eran mucho más grandes y moría mucha más gente. Ya no se peleaban los señores, sino los reyes, casi siempre por cosas de la religión, porque los curas y los frailes, además de seguir discutiendo sin parar en las Universidades, decidieron que los reyes defendiesen sus opiniones teológicas a cañonazos. Y así pasó el tiempo, hasta que todo el mundo se aburrió de pelearse por la religión, y entonces inventaron una cosa que se llamó la Paz de Westfalia, que decía que cada reino tuviese la religión que le diese la gana y que no diese la lata. La gente cada vez se aburría más de las Universidades, y aunque los maestros seguían peleándose a latinajos (o en sus propias lenguas), y los frailes seguían buscando la verdad con la ayuda del potro de los tormentos y los abogados seguían ayudando a los reyes; una serie de personas empezaron a buscar la verdad a lo largo del mundo y decían que ya no valía la pena leer esos libros viejos. Así, hubo un señor que se llamaba Renato Des Cartes, que anduvo de mercenario por Europa adelante, que inventó una cosa que se llamaba la Geometría Analítica y otras cosas que después se llamaron Ciencia Moderna. Ese Renato nunca estuvo en la Universidad, aunque sabía mucho porque había estudiado con los jesuitas. Investigó muchas cosas nuevas, inventó una nueva filosofía y muchas ciencias y se murió de frío en Suecia, donde le daba clases particulares a una reina que se llamaba Cristina (también hay quien dice que lo envenenaron). Hubo otros, como Sir Francis Bacon, que empezaron a decir que la Universidad no servía para nada, que había que hacer experimentos y observar la naturaleza para que así los seres humanos llegasen a ser felices gracias a las ciencias. Francis Bacon era un señor muy poderoso, que estuvo en la Corte de Inglaterra. A veces era un poco bruto: decía, por ejemplo, que “la naturaleza es una puta que espera ser violada” (aunque él no violaba putas, porque era homosexual). Con eso quería decir que los seres humanos debíamos dominar y someter el mundo. A veces Bacon se equivocaba. Decía, por ejemplo, que el Doctor Miguel Servet, que murió quemado en una hoguera por hereje y por escribir libros de teología, no tenía razón y que no era verdad que la sangre circulase por el cuerpo. También decía que un canónigo polaco que se llamaba Nicolás Copernico(y que tenía mucho miedo, ya que

esperó a estar muerto para que se publicase su libro), estaba equivocado, porque la verdad es que la Tierra estaba en el centro del universo. Bacon, aunque se equivocó en algunas cosas, tenía razón cuando pensaba que la nueva ciencia iba a cambiar el mundo, y que en el futuro, gracias a ella, la humanidad podría llegar a ser libre porque conocería la verdad. Al conocer la verdad los seres humanos llegaría a ser ricos, dominando la naturaleza. Ya no pasarían hambre, se curarían sus enfermedades y nunca tendrían que aguantar el dolor. Además de ello podrían llegar a ser libres cuando no tuviesen que escuchar a los curas y los frailes, que tanta guerra habían dado, y cuando dejasen de hacer caso a los reyes y se gobernasen a sí mismos. En la Edad Moderna los planetas dejaron de ser de cristal y ya no los movían los ángeles. Estaban hechos de lo mismo que la Tierra y se movían solos, como si todos ellos formasen un gran reloj, gracias a una fuerza que se llamaba la gravedad. Cuando pasó eso también desapareció la música de las esferas y ya no se podía llegar al cielo saliendo de la bóveda celeste, porque el universo era infinito. Tampoco se podía encontrar el rostro de Dios y ser feliz, porque Dios se había escondido. Entonces algunos dijeron que eso no importaba porque se podía hacer en la Tierra la Ciudad celeste y algún día los seres humanos podrían ser felices. Siempre estarían sanos, porque la ciencia curaría todas las enfermedades, nunca tendrían hambre y todos podrían pensar y decir lo que quisiesen, sin que nadie los oprimiese. Incluso hubo un músico que se llamaba Luis van Beethoven que compuso una Sinfonía que se llama la Novena Sinfonía en la que dice que si todos los seres humanos consiguiesen cantar a la vez un mismo Himno, entonces desaparecería el mal del mundo y todos podrían ser felices. Pero en la Edad Moderna hubo un problema. Y es que la gente se dio cuenta de que nadie da nada gratis, y entonces la gente se tuvo que pelear. Ya no para hacer la guerras de los señores feudales, ni las guerras de religión, sino unos contra otros. Y es que hubo unos que, gracias a las ciencias, crearon unas máquinas con las que se hicieron ricos gracias al trabajo de la mayoría, que no eran siervos campesinos, sino de todo: campesinos, pescadores y obreros industriales. Todo el mundo tenía que pelear, de una manera o de otra, para conseguir algo. Hubo guerras y también otra cosa que se llamaron Revoluciones. En unas guerras se consiguió algo y en otras nada. Las Revoluciones consiguieron muchas ventajas para los que no eran ricos. Y además tenían

otra ventaja: como los ricos decían que las Revoluciones eran una cosa muy fea y les tenían mucho miedo, pues a veces daban cosas para que las Revoluciones no viniesen. Y así, entre peleas, guerras y revoluciones, y una vez que los seres humanos se dieron cuenta de que ya nunca podrían salir de la Tierra, se consiguieron muchas mejoras de todo tipo: la gente era más rica, sufría menos y era un poquito libre. Eso era así siempre con mucho esfuerzo porque ya se sabe, como todo el mundo decía, que nadie regala nada. IV Pero la suma de tantas mejoras hizo que llegase la última etapa de la historia que se llama la Edad Entera. La Edad Entera se llama entera porque no es media edad, como la Edad Media, y además porque en ella todo ya es perfecto. En la Edad Entera ya se sabe todo. Los sabios son como los de la Edad Media, y como ellos están en las Universidades. Esos sabios necesitan muchos aparatos y muchas cosas para poder violar a la naturaleza, como decía Francis Bacon. Para conseguir todo eso necesitan dinero y siempre tienen que pedirlo. En la Edad Media necesitaban menos, y además no tenían que pedir lo que les hacía falta porque se lo daban los campesinos. Ahora se lo dan las Universidades, que ya no son de los reyes o de los curas y los frailes, sino de una cosa que se llama el Estado, y que dicen que es de todos, aunque quizás lo digan porque todo el mundo le paga al Estado. También hay en la Edad Entera una gente que antes, en la Edad Moderna, que era más actual, se llamaban empresarios o capitalistas (eso era porque tenían mucho dinero), y que ahora se llaman Emprendedores. En la Edad Moderna los capitalistas tenían mucho dinero, y como tenían fábricas, pues ganaban mucho más. Así se hacían cada vez más ricos, mientras que había otros, que se llamaban los trabajadores, que eran bastante pobres. Los capitalistas siempre estaban hablando de la ciencia y de la tecnología, y de una cosa que se llamaba Progreso y decían que a ellos había que protegerlos para que no les quitasen sus cosas, porque gracias a ellos vivía todo el mundo. Incluso hicieron guerras para defenderse unos a otros, e hicieron todo lo posible para que no viniesen las Revoluciones. Mucha gente creía en las Revoluciones. Unos pensaban que eran buenas y otros malas, pero todos creían en ellas. Las Revoluciones andaban por todas partes, como si

fuesen fantasmas. Creer en las Revoluciones tenía una ventaja, y es que la gente aún podía tener una esperanza .Todo el mundo creía que las cosas se podían cambiar. La gente pensaba que saber la verdad era bueno, porque la verdad los hacía libres. También creían que lo que es verdadero es bueno, y que también puede ser bello. Así, decían, quizás algún día se pudiese escuchar en la Tierra la música de las esferas. Todo cambió al llegar la Edad Entera, en la que todo era perfecto y ya era necesario cambiar nada. Todo empezó con un genial descubrimiento matemático. Hubo uno que dijo la siguiente (así sencillamente explicado): nadie explota a nadie y todos somos iguales. Si yo (es un decir) sólo tengo diez euros y necesito un vaso de agua para no morirme de sed y usted es multimillonario y me vende el vaso de agua por diez euros, yo le estoy explotando a usted. En efecto, usted no se beneficia de nada. Su beneficio es mínimo, ya que a usted los diez euros ni le van ni le vienen. Sin embargo gracias a usted yo no me muero, con lo cual mi beneficio es máximo. Claro que yo me quedé sin nada, y a lo mejor me muero al día siguiente. Pero a usted eso no le importa porque no existen los beneficios económicos objetivamente considerados: los beneficios sólo pueden ser considerados subjetivos. En ese mundo cada uno gestiona su capital. Hay unos que son inteligentes y lo hacen bien. Otros, la mayoría, lo hacen mal. Si unos se diferencian de otros no es porque unos tengan más y otros menos, sino porque uno saben más y otros menos .Y los que saben están ahora en las Universidades y en las empresas que funcionan sólo gracias a su inteligencia y a que ellos dominan todo el amplísimo abanico de las ciencias, que es muy grande y muy complicado, y del que depende el futuro de la humanidad. Ahora en el mundo de la Edad Entera hay por ejemplo unos seres humanos que tienen la piel de color negro, pero que se llaman hombres de color subsahariano, que invierten su capital de un modo curioso: después de conseguir un gran crédito, que les facilitan unos empresarios que tienen una gran capacidad de organización, se embarcan en unos barcos de madera que se llaman cayucos o pateras y se lanzan al Océano Atlántico. Allí unos mueren ahogados, o de sed y de frío. A veces los barcos se pierden definitivamente en el mar o aparecen en el otro lado del Atlántico con sus cadáveres. Sin embargo otras veces llegan a Europa, que es el lugar del mundo donde pueden rentabilizar su inversión racional.

En Europa o en los EE.UU. muchos empresarios son muy generosos, pues para ayudar por ejemplo a la gente de color subsahariano o de color amarillo, llevan sus fábricas hasta sus propios países, y así les hacen un gran favor. Esas personas de colores cobran mucho menos que los europeos o los norteamericanos, pero como subjetivamente su beneficio es mayor, deben estar muy agradecidos a los emprendedores. En la Edad Entera continúa desarrollándose el proyecto baconiano de violación de la naturaleza, a veces con éxito y otras no porque parece que hay algunos importantes cambios en los climas, los mares y los cultivos. Además, el dominio de la naturaleza requiere muchos conocimientos, por lo cual los maestros de las Universidades y las empresas son ahora imprescindibles. Ellos lo saben y lo asumen. Ellos también son emprendedores y gestores que se mueven racionalmente y mueven racionalmente sus capitales. En el mundo de la Edad Entera ya no queda nada que esperar, porque ese mundo es perfecto. Todo el mundo es feliz. Como ya no hay trabajadores y empresarios sino agentes racionales que gestionan sus recursos en el mercado, entonces los que tienen necesidades es porque no tienen inteligencia. A los que tienen necesidades antes se les llamaba pobres. Los pobres sufrían y estaban tristes. Ahora no deben estar tristes porque ya se sabe que cuando la gente está triste es porque le falta la Serotonina, y entonces les dan unas pastillas que se llaman Antidepresivos, que las toman mucho los viejos, y que en muchos paises son consumidas por el quince por ciento de la población. A veces también ocurre que si le gente está demasiado contenta , o demasiado excitada, y no es un agente racional, también les dan otras cosas que se llaman Ansiolíticos y los tranquilizan. Eso pasa en los países en donde hay más emprendedores listos. Hay otros en los que no hay tantos. En esos no hacen faltan las medicinas. No se les pueden dar porque la gente es tan inculta que no sabrían tomarlas. Nunca sabría las horas de la medicación porque no tienen relojes. Hay incluso países en donde la gente es tan poco emprendedora y tan atrasada que no tienen Internet. Ellos dicen que es que no tienen luz eléctrica ni teléfono. Están tan poco formados que no saben lo que son los ordenadores portátiles y el Internet inalámbrico. Incluso dicen que tampoco tienen agua corriente porque no saben que el agua en realidad sale de los grifos.

No vamos a hablar más de esa clase de gente porque no tienen arreglo. Si estudiasen se darían cuenta que vivimos en la sociedad del conocimiento. Los pobres no saben que todo es virtual, que ya no hay mercancías, ni trabajadores ni empresarios, y que lo importante es promorcionarse gracias al diseño. Si fuesen listos, en vez de gastarse a lo mejor dos mil euros en ir en un cayuco comprarían por Internet un paquete turístico que los llevaría a las Islas Canarias mucho mejor, con viaje y hotel incluidos. Y además aprovecharían la temporada baja. Yo no sé por qué se lanzan al Océano Atlántico en el verano, que es cuando está más concurrido, cuando se viaja muchísimo mejor en pleno invierno. Naturalmente para saber todo esto hay que estudiar, sobre todo en las Universidades . En ellas ahora se sabe todo de todo. Si uno quiere que le expliquen algo, pues se lo explican. No desinteresadamente – eso sí- sino dentro de un plan de gestión estratégico. En las Universidades hay dos clases de personas. Unas son racionales y saben muy bien lo que hacen y además se lo enseñan a la gente. Saben que vivimos en un mundo muy complicado y muy perfecto, y que para entender eso hay que estudiar y saber mucho. Como son muy inteligentes y saben muchas cosas, pues saben cómo es el mundo y cómo funciona, cómo se comporta la gente, y qué es lo que tiene que hacer. Ellos son los que deben gobernar a los demás, pues los que no son ellos en realidad no saben lo que son, y si no saben lo que son ¿cómo se van a gobernar a sí mismos? Luego están también los otros. Los otros no son racionales, porque dicen que las cosas no están bien. Si lo dicen, claro, es por ignorancia. Ellos creen que no son ignorantes, pero ese es el problema de los ignorantes, que como no saben lo que no saben, pues no se dan cuenta de que no lo saben. En realidad podría darse el caso, como sostienen algunos, de que pueda llegar un momento en el que habrá que poner un tutor a esos ignorantes. Los ignorantes nunca están contentos porque no entienden el sentido de las cosas. Ellos esperan que las cosas puedan cambiar, y es porque como son modernos pues están atrasados. Por esa razón habría que vigilarlos, e incluso medicarlos, para que estén contentos o para que no se exciten. Ellos no entienden que el mundo y las Universidades forman parte de un todo complejísimo en el que todo encaja, y en el que las únicas diferencias que existen entre las personas se deben a que tienen mayor o menor inteligencia.

V Hay una antigua profecía que dice que un día llegará a la Universidad un maestro que será definitivamente tonto, cerrando así el definitivo ciclo de la decadencia intelectual y humana. Dicen los libros que como ese nuevo maestro será tan tonto – tan definitivamente tonto – ya no podrá elegir a nadie más tonto que él, ni tampoco a nadie con inteligencia. Entonces se acabará el ciclo del eterno retorno. Hay quien dice que debemos esperar la llegada de este nuevo mesías. Otros creen que esa bendición nunca será posible y dicen que mientras tanto, venga o no venga, como ya no podemos creer en que algún día veremos el rostro de Dios y oiremos la música que los ángeles tocaban al mover las esferas de cristal de los planetas, ya que nuestro universo es más bien un caos de galaxias, agujeros negros y estrellas que explotan, y en el que casi no se puede habitar debido al frío o al calor, únicamente podremos esperar escuchar juntos nuestra propia música.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.