La Arqueología Marxista: Una Perspectiva desde el Perú

July 7, 2017 | Autor: Henry Tantaleán | Categoría: Archaeology, Arqueología, Arqueología Social, Marxist Archaeology, Peruvian Archaeology
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Descripción

Revista de Investigaciones del Centro de Estudiantes de Arqueología (C.E.AR.) - UNMSM / 8 (2014), pp.17-28 ISSN 2079-3642

la aRqueología MaRxista: una peRspectiva desde el peRú*

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Henry Tantaleán**2 RESUMEN

En este artículo se realiza una síntesis de la arqueología marxista desde el punto de vista de un investigador peruano. Se utiliza la literatura disponible inspirada en el marxismo en la arqueología contemporánea que junto con el conocimiento de primera mano del autor genera un panorama de esta arqueología. Se establecen una serie de áreas de estudios marxistas en arqueología, especialmente en los Estados Unidos de América, algunos países latinoamericanos y España. Finalmente, se hacen unos comentarios sobre el estado de desarrollo de esta posición teórica. Palabras clave: Materialismo Histórico, Arqueología Marxista, Arqueología Social Latinoamericana, Teoría, Praxis. AbStRACt

This article presents a synthesis of Marxist archaeology from the point of view of a Peruvian researcher. The literature inspired by Marxism in contemporary archaeology along with firsthand knowledge of the author generates a panorama of this archaeology. A number of areas of Marxist studies in archaeology, especially in the United States, Spain and some Latin American countries are established. Finally, some comments on the state of development of this theoretical position are made. Keywords: Historical Materialism, Marxist Archaeology, Latin American Social Archeology, Theory, Praxis.

* **

Una versión corta en inglés de este texto apareció en la Enciclopedia of Global Archaeology (2014) editada por Claire Smith, Springer, New York. Instituto Francés de Estudios Andinos, Lima. E-mail: [email protected]

Henry Tantaleán intRoducción La tradición de investigación arqueológica vinculada directamente con el marxismo ocupa un espacio importante en la historia del pensamiento arqueológico mundial (Hodder & Hutson 2003; Trigger 2006; Preucel & Meskell 2007). Dicho espacio relevante ha sido ganado y reconocido, como tal, por su temprano planteamiento en el siglo XX y por su trabajo de campo y teórico en diferentes países del mundo. Su existencia y despliegue en diferentes contextos nacionales que la han posibilitado e, incluso oficializado, ha influido a diferentes niveles y formas en la construcción de la arqueología en esos países. Adicionalmente, aunque no menos importante, su práctica en el mundo contemporáneo es significativa, pues, plantea un conocimiento objetivo del pasado pero, a la vez, se diferencia de otras tendencias teóricas al plantear una crítica de este mundo con la finalidad de transformarlo creativamente. Por todo lo anterior, hablar de la arqueología marxista resulta relevante pero, a la vez, tarea difícil de realizar en un texto tan apretado como este. Por ello, para historias de la tradición arqueológica marxista más detalladas podemos remitir al lector a diversos autores (McGuire 1992, 2008; Vargas & Sanoja 1999; Patterson 2003, 2007; Navarrete 2006; Trigger 2006). Así, en este artículo queremos referirnos solamente a algunos de los principales grupos de arqueólogos marxistas conocidos y reconocidos como tales en Europa occidental y en las Américas, áreas en las cuales el autor se ha formado y con las cuales está más familiarizado. Así, en esta contribución tomaremos como ejes centrales a los grupos de arqueólogos que encuentran inspiración directa en los escritos de Karl Marx y Frederick Engels y que poseen una producción arqueológica sostenida. Por ello, en este texto reconocemos tres tradiciones principales: la arqueología marxista 18

en los Estados Unidos de América, la arqueología marxista en España y la arqueología social latinoamericana. Existen otras arqueologías marxistas poco conocidas en la literatura arqueológica escrita en inglés y español como, por ejemplo la importante tradición de arqueología marxista desarrollada en la URSS o en la China (Trigger 2006). Sin embargo, tenemos problemas para poder localizar dicha producción por su inaccesibilidad y por el lenguaje en el que están escritas dichas contribuciones. Interesantemente, también ambas perspectivas resultaron siendo bastante dogmáticas en su quehacer a causa de las políticas oficiales en esos países. Eso mismo, habría disminuido su impacto en Europa y América (aunque ver el caso cubano en Dacal & Watters 2005). Así pues, si bien las etiquetas que utilizamos pueden resultar reduccionistas ya que no recogen los diferentes matices dentro de la posición teórica marxista, estas nos ayudan a ver sus principales tendencias presentes en América y Europa Occidental, las cuales se mantuvieron interrelacionadas al compartir textos, ideas y aspiraciones comunes. En última instancia, nuestro objetivo es presentar un panorama sucinto pero significativo de las tradiciones arqueológicas más cercanas a los clásicos marxistas y que ha tenido trascendencia en la investigación del pasado y en la arqueología como teoría y práctica (también ver Patterson 2005). También, debemos indicar que para muchas de las arqueologías marxistas aquí expuestas, el trabajo del prehistoriador Vere Gordon Childe, sobre todo, a partir de sus publicaciones posteriores a 1936 será de gran importancia (Trigger 1994; Politis 1999: 6). la aRqueología MaRxista en los estados unidos de aMéRica La arqueología en los EEUU está incluida dentro de los Departamentos de Antropo-

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La arqueología marxista: Una perspectiva desde el Perú logía de sus universidades. De allí, su característica eminentemente antropológica con la que abordan el tema arqueológico. Por otro lado, dada la marginalidad en la que se desarrolló el marxismo en ese país, se produjo un desarrollo bastante tardío en el siglo XX, y más que grupos o escuelas en esta corriente, se pueden observar individuos aislados (y en muchos casos autodidactas) que la han promovido. David Hakken y Hanna Lessinger (1987: 4-5) señalan que la ausencia del desarrollo del marxismo en la antropología norteamericana se dio porque: “(…) en los Estados Unidos la interacción entre una intolerante política liberal (...) y un anticomunismo profundamente arraigado impidió en gran parte que esto sucediera”. Por su parte, para Maurice Bloch (1987), la tardía inclusión del marxismo en los círculos académicos norteamericanos también se explicaría por una perduración del pensamiento evolucionista de Lewis H. Morgan. De este modo, uno de los primeros grupos de antropólogos que se aproximaron al marxismo en la década de 1940 fueron los integrantes de la denominada Mundial Upheaval Society, entre los que destacaban Morton Fried, Elman Service, Eric Wolf, Robert Manners, Daniel McCall, Sidney Mintz, Stanley Diamond, Rufus Mathewson y John V. Murra. La influencia de Gordon Childe habría sido capital para su acercamiento al materialismo (Hakken & Lessinger 1987: 6). Sin embargo, muchos de ellos abandonaron dicha posición pasando, en muchos casos, a formar parte de la emergente New Archaeology o Procesual que, a partir de 1960, sería la teoría arqueológica más importante en EEUU. No obstante tal alejamiento del marxismo, en sus escritos todavía se puede percibir la influencia que esa tendencia tuvo en su formación. Otra manifestación temprana de la influencia marxista en EEUU también se

puede observar, por ejemplo, en el libro Outlines of Anthropology de Melville Jacobs y Bernhard Stern publicado en 1947. Sin embargo, este y otros primeros intentos de desarrollar una arqueología marxista en EEUU serán cortados radicalmente cuando en 1950 se realizó la persecución de partidarios y simpatizantes comunistas a cargo del Comité de Actividades Antiamericanas liderado por el senador Joseph McCarthy. Esta persecución, en la que muchos intelectuales con ideas de izquierda se vieron involucrados, obligó a que algunos profesores abandonasen sus puestos académicos (McGuire 1992: 39). Con esa fuerte represión, las investigaciones e interpretaciones arqueológicas explícitamente marxistas fueron apartadas del pensamiento antropológico norteamericano y aislado de los desarrollos teóricos y metodológicos que se daban principalmente en Europa. En ese ambiente intolerante al marxismo, muchos arqueólogos evitaron citar directamente los escritos de Marx o Engels y más bien tomaron como referencias los trabajos de Lewis Morgan los que, como sabemos, también ya habían sido tomados en cuenta por Engels en su momento y que podían ser mejor aceptados en aquel momento. Interesantemente, la década de 1950 fue el tiempo cuando el Neoevolucionismo comienza a surgir de la mano de investigadores como Leslie White y Julian Steward. Sin embargo, en la década de 1960, a consecuencia de la aparición de diferentes movimientos políticos, especialmente críticos, sobre la guerra de Vietnam, el racismo o la formación del movimiento feminista, hubo un resurgimiento del pensamiento marxista. La antropología no fue ajena a estos movimientos y ya para 1971 en la reunión de la Asociación Antropológica Americana de New York comenzaron a aparecer simposios con temas explícitamente marxistas (Lewis 2009:

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Henry Tantaleán 215). Asimismo, en 1972 Dell Hymes publicó la compilación de textos Reinventing Anthropology en la cual muchos textos compartieron un espíritu crítico inspirado en el marxismo, así como también, se fundó la revista Dialectical Anthropology. En esa nueva atmósfera, más abierta y tolerante al discurso marxista, algunos arqueólogos pudieron desarrollar dicha línea de pensamiento. Pese a ello, también hay que mencionar que existieron arqueólogos que utilizaron teorías o conceptos claramente derivados del marxismo pero que siguieron sin manifestar la fuente original de sus ideas (Spriggs 1984: 7). Por ejemplo, Matthew Spriggs (1984: 2) distinguió hasta siete visiones del materialismo marxista usado por algunos arqueólogos norteamericanos cuando escribió su texto, lo que evidencia ese eclecticismo en dicha posición teórica. Por todo lo anteriormente comentado, queda claro que por dicho escenario político, las posiciones teóricas marxistas fueron socavadas desde el propio Estado e interfirieron en su desarrollo sostenido. En realidad, lo que se puede notar es que los pocos arqueólogos que siguieron esa tendencia tuvieron que hacerlo de una forma inorgánica y en muchos casos autodidacta. Como ejemplo notorio de lo dicho tenemos el caso concreto de Thomas Patterson, quien hacia los primeros años de 1960, comenzó sus estudios en Perú y donde se reunió con arqueólogos peruanos marxistas con los cuales terminó de definir su perspectiva teórica (McGuire 1992: 74), la cual, ya había sido informada previamente por sus lecturas de escritores de izquierda. Patterson es uno de los arqueólogos norteamericanos que más ha desarrollado la perspectiva materialista histórica sobre temas trascendentales en la arqueología de los Andes centrales desarrollando, sobre todo, una explicación basada en la dialéctica entre las clases sociales originadas allí. 20

Figura 1. Thomas Patterson. Valle de Acarí, Arequipa, Perú, 1963. Cortesía de Wendy Ashmore.

Asimismo, en los últimos años se ha encargado de difundir la presencia del pensamiento marxista en la arqueología mundial (Patterson 2003, 2009). También acompañando a Patterson en algunas contribuciones encontramos a Christine Gailey, quien, a su vez, fue alumna de Stanley Diamond. Entre los trabajos de Gailey, uno de los más importantes, desde nuestro conocimiento de su producción científica, tiene que ver con lo que ella define como la explotación encubierta del hombre sobre la mujer y como esta “jerarquía de género” preparó el camino para la formación del Estado, planteamientos que están basados en sus investigaciones en las islas Tonga de la Polinesia (Gailey 1987). Otro investigador a resaltar aquí es Randall McGuire, actualmente profesor de la Binghamton University, State University of New York, quien investiga principalmente a las sociedades prehispánicas del suroeste de los Estados Unidos y de México. Asimismo, McGuire ha estado atento a los desarrollos teóricos marxistas en Latinoamérica y en la península ibérica y, de hecho, ha mantenido un intercambio bastante fluido con grupos de investigación en arqueología como los de la Uni-

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La arqueología marxista: Una perspectiva desde el Perú versitat Autònoma de Barcelona y con estudiantes de Latinoamérica. Además de su importante síntesis de la arqueología marxista en el mundo (McGuire 1992), su libro “Archaeology as Political Action” del 2008 marca un hito en la arqueología marxista norteamericana haciendo claro el compromiso político que debería estar involucrado en su praxis, como él mismo se ha preocupado por mantener. Dean Saitta, actualmente profesor de la Universidad de Denver, también ha desarrollado una perspectiva marxista en sus trabajos arqueológicos, sobre todo, influenciado tempranamente por los textos de Eric Wolf, especialmente “Europa y los pueblos sin Historia” (Saitta 2005). Asimismo, ha colaborado con otros arqueólogos marxistas como Randall McGuire en propuestas de explicación arqueológicas materialistas dialécticas como las planteadas para las sociedades prehispánicas del suroeste de los EEUU. Por su parte, Phillip Kohl realizó investigaciones arqueológicas, especialmente en Asia, desarrollando sus explicaciones desde la perspectiva marxista (Kohl 1987). También son significativas sus críticas al “uso y abuso” en arqueología de la “teoría del sistema mundo” de Immanuel Wallerstein y sus análisis críticos acerca de la relación entre el nacionalismo y la arqueología (Kohl & Fawcett (eds.) 1995). También se puede mencionar a Glenn Perusek, quien se alineó con el “materialismo de Marx” (Perusek 1994: 193) en contraparte a los diferentes materialismos existentes en nuestros días incluyendo al marxismo estructuralista (el cual ha influenciado a muchos investigadores norteamericanos) o a los neomarxismos, que toman prestados solamente algunos elementos del marxismo para sus interpretaciones. En el caso concreto de Perusek, este analiza el caso de la denominada “Fac-

tional Competition” y que tiene su correlato marxista en la lucha de clases como motor del cambio en las sociedades (para ampliar esta cuestión consultar la compilación editada por Brumfiel & Fox (eds.) 1994). Como se ve, mediante estos casos representativos, la arqueología marxista sigue vigente en EEUU y en la actualidad las primeras generaciones de arqueólogos marxistas de la década de 1960 y 1970 junto con investigadores más jóvenes siguen desarrollando e impulsando dicha perspectiva (McGuire 2008: 85) proponiendo diferentes temas y lugares de investigación, siempre mirando hacia Latinoamérica y, sobre todo, hacia Europa donde nació el marxismo. la aRqueología MaRxista en españa A partir de 1960, como ocurrió en otros países de Europa Occidental, en España hubo una renovación y un crecimiento de la disciplina arqueológica. Sin embargo, no va a ser hasta después de 1975 cuando se admita al materialismo histórico dentro de la academia y que, por cuestiones políticas, no podría haberlo sido durante la dictadura franquista (1939-1975), en la que se mantuvo una escuela de arqueología tradicional o “investigación rutinaria más que innovaciones tecnológicas, análisis epistemológicos y creatividad metodológica” (Vázquez & Risch 1991: 25). Algo que también es importante resaltar del ambiente previo a la creación de grupos de estudios marxistas en los 1980, es que en España la arqueología en las universidades está relacionada estrechamente con la historia (de allí que se denomine prehistoria) más que con otras ciencias sociales como la antropología, por lo cual, la influencia de esta última resulta mínima. Por otro lado, la cercanía a Francia facilitó la llegada de teoría y metodología de ese

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Henry Tantaleán país. Asimismo, los proyectos de investigación arqueológica alemana en España también supusieron una influencia, principalmente metodológica, en la formación de muchos de sus arqueólogos. De este modo, no fue sino hasta el inicio de la década de 1980 cuando aparecieron nuevas interpretaciones en la arqueología en España. Estas se desarrollaron, también, como consecuencia de un ambiente político diferente, consecuencia del regreso de la Izquierda al poder. De este modo, en 1983 Vicente Lull, publicó su tesis doctoral sustentada en 1980 sobre la sociedad de “El Argar” (2250 a.C.-1500 a.C.) en la que se empleó por primera vez una perspectiva materialista histórica de manera explícita (Vázquez & Risch 1991: 32). Como era de esperar, dicha publicación no fue ajena a todo tipo de críticas desde la Academia oficial, todavía conservadora. Asimismo, un espacio de discusión importante para las nuevas perspectivas marxistas en Barcelona fue el Congreso de Arqueología Teórica de 1986 en el cual la mayoría de las ponencias se centraron en la utilización del marxismo en la arqueología o la crítica desde aquél a otras escuelas teóricas. Para estos años, el grupo marxista original de Barcelona ya parece estar constituido formalmente y su aparición en la arena académica realizada en el Coloquio de Arqueología de Soria (1981) da por sentado el derrotero materialista histórico que siguieron posteriormente. Asimismo, en esa misma década se realizaron sus primeras investigaciones de campo con marcos teóricos materialistas y en los que supieron integrar a colegas de otras nacionalidades y posiciones teóricas que, posteriormente, harían del marxismo su teoría sustantiva como es el caso de Robert Chapman (2003). De este modo, el grupo de arqueología marxista de Barcelona, es una fuente de producción teórica y metodológica 22

Figura 2. Vicente Lull en la Reunión Internacional de Arqueología Social, XVII Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Mendoza, Argentina, Octubre de 2010.

significativa para la arqueología marxista, tanto en España como fuera de esta. Sus publicaciones abarcan muchos campos de la prehistoria y son tomados como referentes en diferentes espacios académicos. En ese sentido, el principal investigador de este grupo, Vicente Lull, reconoció desde un primer momento la dialéctica que debe existir entre la teoría y la evidencia material, en este caso arqueológica. De esta manera, Lull se distanció de muchos de los discursos marxistas mecanicistas que se habían realizado con anterioridad. Para la década de 1990 junto a su grupo de trabajo, desarrolló una serie de teorías y explicaciones sociales desde sus investigaciones arqueológicas fundamentadas en el materialismo histórico. En casi todas esas publicaciones uno de los objetivos principales es hacer patente que la sociedad se produce mediante la praxis, alejándose completamente de las categorías abstractas y normativas que se han hecho tan populares en los estudios marxistas mecanicistas. Como colofón a estos estudios, debemos mencionar aquí, que en estos últimos años Vicente Lull y asociados han comenzado a desarrollar una práctica bastante activa realizando conferencias tanto en diferentes partes

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La arqueología marxista: Una perspectiva desde el Perú de España como en Europa y América así como, también, ha visto la luz la síntesis de la teorías acerca del origen del Estado escrita conjuntamente con Rafael Micó (Lull & Micó 2007) y un libro-ensayo de Lull (2007) sobre su forma de comprender a los objetos arqueológicos desde el materialismo histórico. Asimismo, no podemos dejar de mencionar que compartiendo el mismo Departamento de Prehistoria de la Universitat Autònoma de Barcelona, otro grupo también marxista es el liderado por Jordi Estévez y Asumció Vila. Dicho grupo de investigadores complementarán la visión de conjunto de la prehistoria de la península ibérica, al enfocar sus estudios en las sociedades pre-clasistas, específicamente de las sociedades desde el paleolítico hasta los grupos cazadores-recolectores etnográficos. Incluso, este grupo ha realizado investigaciones arqueológicas en América, especialmente en Tierra del Fuego, colaborando intensamente con sus colegas argentinos (Estévez & Vila 1999). Una colaboración similar pero, en este caso, con sus colegas peruanos es la que ha realizado el equipo liderado por Pedro Castro-Martínez que ha enfocado sus estudios en la costa sur del Perú y que ha llevado a cabo varias campañas de excavación allí, con resultados que están comenzando a ser publicados en América y Europa. Finalmente, también queremos mencionar que en el Departamento de Prehistoria de la Universitat Autònoma de Barcelona se originó y promovió un enfoque feminista desde el marxismo, especialmente por parte de María Encarna Sanahuja (a quien hemos perdido recientemente) y que ha influenciado a otros marxistas de Europa y también latinoamericanos como es el caso de Iraida Vargas de Venezuela. Además del grupo de Barcelona, también se originó otro grupo marxista en la

Facultad de Humanidades de la Universidad de Jaén, siendo los principales representantes de este grupo Arturo Ruiz y Manuel Molinos. Aquí también, podríamos incluir los significativos trabajos de Francisco Nocete (1988) sobre la formación del Estado prehistórico en el Guadalquivir y su mordaz crítica a la categoría sociopolítica de la Jefatura; así como también los trabajos de Oswaldo Arteaga y su equipo en Sevilla y los de José Ramos y asociados en Cádiz. Justamente, a consecuencia de la conformación de estos grupos de arqueólogos marxistas en el sur de España, una de las publicaciones más representativas: la Revista Atlántica-Mediterránea de Prehistoria y Arqueología Social (RAMPAS) ha hecho eco de sus planteamientos. Dicha revista, evidentemente, tiene una vocación internacional en la cual los arqueólogos latinoamericanos también han tenido cabida puesto que este grupo del sur de España ha estado bastante influido teóricamente por la arqueología social latinoamericana, en especial por la obra de Luis Felipe Bate quien obtuvo su doctorado en la Universidad de Sevilla (Bate 1998). la aRqueología social latinoaMeRicana (asl) Después de lograr su independencia, especialmente de España, a comienzos del siglo XIX, la mayoría de los países latinoamericanos siguieron procesos socioeconómicos y sociopolíticos que buscaron generar una identificación con su legado precolonial o criollo. Dicha identificación se generó en el seno de una clase social dominante local que ya se había gestado en la época colonial y que, al encontrarse como los nuevos dirigentes de estas jóvenes naciones, tuvieron que asumir la responsabilidad de recrear su historia. En ese proceso de afianzamiento trataron de formar identidades nacionales mediante la búsqueda de sus antepasados surgiendo, posteriormen-

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Henry Tantaleán te, los nacionalismos que se afianzaron a través de los estudios arqueológicos (Kohl & Fawcett 1995). Sin embargo, la arqueología científica como tal, no nació en estos países hasta las últimas décadas del siglo XIX (Politis 1995: 198-199) aunque, paradójicamente, iniciada por investigadores extranjeros procedentes, principalmente, de Europa occidental y Estados Unidos. Con ellos, la teoría Evolucionista Cultural será deslizada en la interpretación de las sociedades prehispánicas. Más adelante, la mayor influencia de los Estados Unidos se hizo notar a comienzos del siglo XX, tanto como su poder político y sus intereses económicos fueron en aumento. Pero también en los años en que el Difusionismo y el Historicismo Cultural adquirieron relevancia en EEUU, en países como Perú y México se desarrolló el movimiento social y político denominado “Indigenismo” especialmente influyente desde la década de 1920. Este “Indigenismo”, que se inició como un movimiento social reivindicativo, un poco más tarde se transformó en un tipo de nacionalismo que buscó afianzar la estructura del Estado por medio de la recreación del pasado prehispánico (inca y azteca, respectivamente). Este indigenismo, a la vez, pretendía rechazar el colonialismo, aunque con diferentes expresiones e intereses en cada país. A medida que el siglo XX fue avanzando, cada país latinoamericano fue generando historias políticas diferentes en las cuales tuvieron cabida gobiernos vinculados con partidos de izquierda, gobiernos aliados a las aristocracias locales con vínculos con los EEUU o el poder político fue simplemente secuestrado por dictaduras militares de derecha. De este modo, debido a coyunturas políticas, en las cuales se instalaron en el poder dictaduras militares con políticas nacionalistas (por ejemplo en el Perú de finales de los 1960), partidos de Izquierda 24

(por ejemplo, en México), gobiernos comunistas como en Cuba tras su revolución de 1959 o una mezcla de dictaduras militares y partidos de izquierda (como en Venezuela), una arqueología marxista también pudo establecerse y desarrollarse. En el caso de Cuba, luego de su exitosa revolución y ya con la política comunista instalada en el poder, el marxismo no tardó en formar parte primordial de la interpretación arqueológica. En ese proceso, el arqueólogo cubano Ernesto Tabío publicó su Prehistoria de Cuba (1966), libro mediante el cual introdujo el marco de análisis de la arqueología soviética en la arqueología cubana y mediante el cual, muchos estudiantes latinoamericanos asimilaron dicha versión del materialismo histórico (Navarrete 1999: 24). Resulta interesante señalar aquí que, previamente a la Revolución cubana, Ernesto Tabío había realizado importantes investigaciones arqueológicas en la costa central del Perú. Posteriormente, en 1974, la publicación de obras como la Arqueología como Ciencia Social del arqueólogo peruano Luis G. Lumbreras y Antiguas Formaciones y Modos de Producción Venezolanos de Mario Sanoja e Iraida Vargas, formalizaron un discurso contrario y/o alternativo al de los arqueólogos extranjeros y sus seguidores en los países en los que fueron publicados estos textos con una amplia influencia en otros países latinoamericanos. Estos planteamientos iniciales trajeron como consecuencia una serie de reuniones donde se dinamizó la construcción de la llamada Arqueología Social Latinoamericana. La primera de ellas, impulsada por el mismo Lumbreras, se dio en el simposio denominado “Formaciones aborígenes en América” y que estuvo incluido en el XXXIX Congreso Internacional de Americanistas celebrado en Lima en el año de 1970 (Figura 3). Luego se realizó en México la Reunión de Teotihuacán en 1975

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La arqueología marxista: Una perspectiva desde el Perú impulsada por José Luis Lorenzo. En cada una de estas reuniones se pretendió establecer las líneas generales de acción en la perspectiva materialista histórica que cada uno de los participantes iba desarrollando en sus respectivos países. Luego de estos tempranos intentos y dado el descontento con el anterior grupo de trabajo, se formó el llamado “Grupo de Oaxtepec” en 1983, conformado por Luis G. Lumbreras, Manuel Gándara, Mario Sanoja, Marcio Veloz, Iraida Vargas y Felipe Bate. Para el Perú, Luis Guillermo Lumbreras es el principal representante de esta corriente y nos ha legado valiosas explicaciones sobre las sociedades prehispánicas, las cuales ha refrendado mediante sus investigaciones empíricas en varias zonas de los Andes, por ejemplo en el sitio de Chavín de Huántar. Si bien, su obra no ha estado exenta de diversas críticas, es indudable que sus investigaciones de campo, amplia producción bibliográfica, su visión panorámica de los procesos sociales y su posicionamiento político han influenciado notablemente a la arqueología peruana y la de otras partes del mundo. Por otra parte, si bien, en la década de 1980, Lumbreras constituyó junto a otros investigadores el Instituto Andino de Estudios Arqueológicos (INDEA) donde se posibilitó un espacio para la práctica y reflexión de la arqueología desde el marxismo, por diferentes razones no se generó una verdadera escuela de arqueólogos marxistas lo que se hace patente en la contadas publicaciones. Uno de los pocos grupos que entroncan directamente con el marxismo es el conformado por Carlos del Águila, Javier Alcalde y Fernando Fujita (Gabinete de Arqueología Social-GARSOC), quienes fueron alumnos del mismo Lumbreras en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Algo que puede explicar en parte la falta de una importante corriente marxista en la arqueología peruana es que en la década

Figura 3. XXXIX Congreso Internacional de Americanistas, Simposio “Formaciones aborígenes en América”, Lima, 1970. De izquierda a derecha: Carlos Ponce Sanginés, Mario Sanoja, Lautaro Nuñez, Luis Guillermo Lumbreras y José Luis Lorenzo. Cortesía de Luis G. Lumbreras.

de los 1990, durante el gobierno de Alberto Fujimori la intolerancia y persecución del pensamiento de izquierda en general, imposibilitó la explicación y práctica arqueológica inspirada en el marxismo. Para el caso de México, tras las bases asentadas por José Luis Lorenzo y otros intelectuales quienes emigraron desde España a causa de la dictadura franquista, la figura de Luis Felipe Bate debe ser señalada aquí. Tras su exilio de Chile a consecuencia de la dictadura de Pinochet, Bate se ha encargado de conformar un núcleo de arqueología marxista dentro de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), entre los que sobresale Manuel Gándara, generando una producción arqueológica importante y significativa que ha impactado especialmente en Latinoamérica y España (especialmente, Bate 1998). Asimismo, gracias a la participación de Luis Felipe Bate y asociados en la publicación del Boletín de Antropología Americana se ha posibilitado un espacio académico de difusión y discusión sobre temas relacionados en su mayoría con el marxismo.

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Henry Tantaleán Para no abundar más en casos particulares, solo queremos señalar que en la actualidad la ASL sigue vigente principalmente en países como México, Venezuela y Perú, aunque ha comenzado a formar una perspectiva autocrítica con respecto a los fundadores, aunque siempre manteniendo el mismo vínculo entre teoría y praxis (ver Tantaleán & Aguilar (eds.) 2011). Asimismo, en Chile se ha dado un resurgimiento de dicha arqueología, la cual había sido perseguida y prácticamente desaparecida de los ambientes académicos y políticos durante el gobierno militar de Augusto Pinochet (1973-1990). Esta arqueología, tras la finalización de la dictadura de Pinochet, ha comenzado por reivindicar el marxismo como una posición teórica y política relevante. Trabajos en esta línea son los de Patricio Núñez, Mauricio Uribe, Luis Cornejo, Francisco Gallardo y nuevas generaciones constituidas por jóvenes arqueólogos como Benjamín Ballester, Jairo Sepúlveda, Alex San Francisco y Miguel Fuentes. Dicho resurgimiento de la arqueología marxista en Chile deja en claro que el marxismo siempre ha sido un posicionamiento político importante en este país y que sus intelectuales de izquierda han estado bastante vinculados con los peruanos, a pesar de los nacionalismos que se tratan de imponer y de la persecución política de la izquierda, sobre todo, en el país austral. coMentaRios finales Como hemos podido apreciar brevemente, la arqueología marxista ha tenido un largo recorrido por gran parte del siglo XX y con una proyección relevante en la primera década del siglo XXI. También como vimos, el sustrato histórico, la formación académica y el contexto académico y político en el que estos investigadores asumieron esta línea teórica estuvo dominado por otras formas de hacer arqueología, especialmen26

te la Histórico cultural y la Neoevolucionista. Por ello, a pesar de asumir mucho del materialismo histórico, algunos arqueólogos marxistas reprodujeron implícitamente presupuestos o epistemologías que creían haber superado. Además, los contextos nacionales y, sobre todo, las políticas oficiales promovieron, ralentizaron o cancelaron su desarrollo natural. Todo lo anterior, puede explicar en parte las diferentes contradicciones a las cuales ha estado sujeta esta posición teórica y a las cuales, sus detractores, han estado bien atentos. Sin embargo, si bien, en la actualidad es una arqueología minoritaria en términos cuantitativos, su influencia ha estado y está presente en la historia del pensamiento arqueológico mundial. Asimismo, a pesar de que muchas veces ha trabajado en equipos pequeños, e incluso aislados geográficamente, se puede notar que su vocación, a la manera marxista, es la internacionalista. De este modo, la arqueología marxista ha encontrado espacios para poder generar discusiones y colaboraciones que han trascendido las fronteras de los países y ha mantenido un diálogo bastante fluido con sus colegas. En ese mismo sentido, pesar de la percepción que se tiene de esta arqueología, ésta en realidad ha estado bastante relacionada con otras formas y enfoques de hacer arqueología. Como varios investigadores han señalado (Wolf 1982; Patterson 2003; Saitta 2005), han existido conversaciones de muchos arqueólogos con el “fantasma” de Marx. De esas conversaciones, muchas veces no reconocidas o inconscientes, se ha generado un enriquecimiento de la arqueología en general. Creemos que ese espíritu internacionalista se mantendrá en las próximas generaciones y la riqueza que pueda engendrar esta línea teórica estará, además de esta interacción con sus compañeros de posición teórica, con los demás arqueólogos. Sin embargo, también creemos que

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La arqueología marxista: Una perspectiva desde el Perú a la arqueología marxista todavía le falta mucho camino por recorrer y que, alejados del dogmatismo y retórica que en ciertos momentos los ha secuestrado de su capacidad para ser creativos, podrá generar metodologías y datos históricos objetivos y, sobre todo, significativos socialmente.

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