La arquelogía de Jaca: Orígenes y evolución de una ciudad pirenaica

June 9, 2017 | Autor: Julia Justes | Categoría: Arqueologia Medieval, Arqueología romana / Roman archeology, Arqueología urbana
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Descripción

La arquelogía de Jaca: Orígenes y evolución de una ciudad pirenaica

Autores: Julia Justes Floría José Ignacio Royo Guillén Portada: Juan Latorre Durán

En el caso de Jaca, a pesar del número de excavaciones realizadas desde 1985, ha habido un largo silencio, con escasas y muy limitadas excepciones, sobre las diferentes intervenciones arqueológicas realizadas en su casco antiguo. En los últimos años, nos hemos implicado en un compromiso personal por difundir, en diferentes medios, los resultados de nuestros trabajos de investigación. En este sentido, a la síntesis sobre la arqueología

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Hace ya tiempo que los autores de estas páginas estamos vinculados a las intervenciones arqueológicas en los cascos históricos de nuestras ciudades. Esta circunstancia, nos ha permitido acumular una dilatada experiencia en este campo de la investigación y sobre todo, acceder a un conjunto de datos y materiales que en la mayoría de las ocasiones, permanecen depositados en los almacenes de los museos sin el necesario estudio científico que priva a la sociedad del conocimiento de sus raíces pretéritas.

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Introducción

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urbana de Jaca realizada por J. I. Royo en 2004, le ha seguido el trabajo sobre el cementerio Mayor exhumado en las excavaciones realizadas en la plaza Biscós (J. Justes y R. Domingo, 2007) y el estudio sobre los restos tardo antiguos localizados en la Plaza de san Pedro (J. Justes y J. I. Royo, 2010). En las páginas que siguen pretendemos acercar a los habitantes de Jaca algunos de los resultados más sobresalientes de las intervenciones arqueológicas de los últimos años en su casco histórico. Sólo el conocimiento y difusión de este patrimonio, servirá para que los jacetanos recuperen la apasionante historia de una pequeña ciudad surgida en el corazón de los Pirineos hace ya más de dos milenios. En este punto debemos citar el compromiso del Ayuntamiento de Jaca con su patrimonio cultural, el cual a lo largo de los últimos diez años, ha demostrado una sensibilidad ejemplar hacia los restos arqueológicos de su ciudad, apoyando las actuaciones arqueológicas y contribuyendo con ello al enriquecimiento del acerbo cultural de la misma.

I. NUEVOS POBLACIÓN

DATOS

PARA

UNA

VIEJA

La excavación arqueológica de la plaza de San Pedro de Jaca se realizó entre noviembre de 2002 y febrero de 2003, bajo la dirección de Julia Justes y la financiación del Ayuntamiento de Jaca. Tal y como era de esperar, en el proceso de excavación se localizaron los restos de la iglesia de san Pedro el Viejo, citada en repetidas ocasiones en la documentación medieval y moderna, que culminó su largo y apasionante periplo a mediados del siglo XIX, cuando fue derribada y su antiguo solar convertido en plaza.

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Excavaciones Arqueológicas en la Plaza de San Pedro

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A continuación realizaremos un sucinto repaso por las intervenciones arqueológicas que han aportado datos novedosos para el estudio del origen y posterior evolución de la ciudad. Dichas actuaciones se corresponden con excavaciones y sondeos arqueológicos (Plazas san Pedro y Biscós, sondeos en Casa Irigoyen, Antiguo Hospital…) o bien con seguimientos arqueológicos de obras de modernización en los viales del casco antiguo. En este caso se encuentran los trabajos arqueológicos llevados a cabo en las calles Mayor, Ramiro I, 7 de Febrero de 1883, Echegaray, La Rosa, Sancho Ramírez o Zocotín.

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Figura 1: Restos de la Iglesia de San Pedro, exhumada en las excavaciones de dicha plaza.

En el proceso de excavación se halló la cimentación de una iglesia de una sola nave rectangular y cabecera cuadrada (figuras 1-3). Este edificio estaba rodeado por un pequeño cementerio que debió ser utilizado desde los orígenes de la iglesia, en torno al siglo X, hasta el siglo XV (figura 4); a partir de este momento se generalizó el enterramiento en el interior. Este hecho se manifiesta en la gran cantidad de restos óseos retirados bajo los sucesivos pavimentos de la nave de la iglesia. El último enterramiento, según el archivo de la catedral, se llevó a cabo en 1819 cuando se inhumó a un monje franciscano en el periodo que esta comunidad hizo uso de la iglesia mientras era restaurada la suya. La arqueología suele depararnos resultados inesperados y en este sentido la excavación de la plaza de san Pedro nos ofreció interesantes y desconocidos datos de una época hasta ese

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Figura 2: Vista de la cabecera de la iglesia de San Pedro.

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Figura 3: Planta de la iglesia de San Pedro y de las tumbas halladas en su entorno y tipología de las tumbas tardoantiguas halladas bajo la nave de la iglesia y junto a la cabecera de la misma.

momento ignorada en los registros arqueológicos jacetanos. Bajo esta iglesia prerrománica se localizaron una serie de estructuras inconexas que fueron cortadas por la construcción de la iglesia. Estas estructuras son indicios de que con anterioridad al siglo X existió en este lugar un edificio o edificios indeterminados, junto a cuyos restos se localizaron 15 tumbas situadas bajo los enterramientos medievales. Teniendo en cuenta su interés, cuatro de ellas fueron objeto de datación radiocarbónica, obteniéndose unas fechas que se pueden extrapolar al resto de las tumbas localizadas a igual profundidad y que ofrecen un arco cronológico que abarca desde mediados del siglo VI a mediados del siglo VIII. Se trata de un

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Figura 4: Muro sur de la iglesia de San Pedro, y tumbas medievales anexas a dicho muro.

Aunque el fin de los trabajos arqueológicos no es el hallazgo de piezas excepcionales, o de gran valor crematístico, su alto significado cultural hace que nos detengamos brevemente en cuatro de las piezas localizadas en el proceso de excavación. La primera de estas piezas es un anillo de plata con entalle de pasta vítrea de color morado, decorada con una figura de Júpiter-Zeus sentado en un trono. Aunque el entalle puede datar del siglo II d. C., la joya que lo enmarca debe ser algo posterior. Sabemos por la datación radiocarbónica del difunto que portaba el anillo que fue enterrado en algún momento a lo largo del siglo VII. Por ello estamos ante la

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dato de gran interés ya que confirma la continuidad del hábitat en el solar jacetano en estos siglos oscuros.

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pervivencia de una joya de tradición hispanorromana, depositada en una sepultura de inhumación en pleno apogeo de la cultura hispano visigoda (figura 5).

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Figura 5: Anillo de plata con entalle de vidrio romano, procedente de una tumba hispanovisigoda de San Pedro.

En el interior de una pequeña estancia que fue cortada por la construcción de la iglesia, se localizaron dos broches y un extremo de cinturón que forman un lote de gran interés y singularidad. Uno de ellos, es un broche de cinturón de tipo liriforme decorado con motivos muy habituales en estas piezas, pero presenta una particularidad que lo hace único: en la base de la aguja aparece una inscripción que leemos como TEUDE/ MUNDUS/ VIVA (figura 6). La pieza de Jaca viene a enriquecer la

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Figura 6: Broche hispano visigodo procedente de las excavaciones de San Pedro. En la base de la aguja se lee: TEUDEMUNDUS VIVA (dibujo: J.M. Pesqué).

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escasa epigrafía hispano visigoda peninsular, al paso que ofrece un antropónimo de clara filiación germana, en lo que representa a uno de los primeros jacetanos del que conocemos su nombre: Teudemundo. Junto al anteriormente descrito se localizó un segundo broche de cinturón liriforme con decoraciones rectilíneas y onduladas igualmente típica de estos elementos ornamentales de tradición hispano visigoda. Pero sin duda el elemento más singular es el extremo de cinturón de plata con decoración sobredorada. Los motivos decorativos no son los habituales en esta época como tampoco lo es la morfología de la pieza, ya que la misma cuenta con escasos paralelos en la Península en cuanto a piezas de igual función y ninguno en cuanto a los motivos decorativos (figura 7). Por el contrario, al otro lado de los Pirineos menudean piezas muy similares tanto en su función como en los motivos que las adornan, como los localizados en la necrópolis de Verneque-Rivel (Alto Garona), o en el cementerio merovingio de Maltratl de Vouciennes. Volveremos mas adelante a comentar el significado de estos elementos, pero avanzamos que constituyen hitos de singular interés histórico ya que manifiestan la convivencia, en un mismo espacio y tiempo, de elementos provenientes de diferentes ámbitos

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Figura 7: Extremo de cinturón ricamente decorado, elemento propio de la orfebrería merovingia (dibujo de J.M. Pesqué)

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culturales: el hispano romano (anillo), el hispano visigodo (broches liriformes) y el centroeuropeo (extremo de cinturón).

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Excavaciones arqueológicas en la Plaza Biscós Las excavaciones arqueológicas desarrolladas entre septiembre de 2005 y febrero de 2006 en la plaza Biscós de Jaca se realizaron con motivo de la construcción de un aparcamiento subterráneo en ese lugar. La excavación arqueológica fue dirigida por J. Justes y R. Domingo, con la colaboración de Silvia Fuentes, Mª Victoria Pastor y David

Figura 8: Detalle de la excavación de la necrópolis medieval en la plaza Biscós.

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Nos parece evidente la estrecha relación

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Alonso. En los largos y complicados trabajos de excavación se constató la presencia del cementerio Mayor, del que se documentaron más de 850 tumbas conservadas in situ. Estas tumbas muestran unas características constantes como corresponde a los cementerios medievales cristianos. En ellos los difuntos eran colocados en decúbito supino, con la cabeza hacia el W y los pies al E; además comprobamos la ausencia casi total de elementos de ajuar o vestimenta personal, a excepción de algunos peregrinos de los que hablaremos mas adelante. Junto a características compartidas con otros cementerios medievales, en la plaza Biscós identificamos una serie de circunstancias que demostraban la larga e intensa ocupación del área; así las tumbas se superponen de forma reiterada, existiendo en algunos puntos hasta “cuatro pisos” de enterramientos. Por otro lado algunas estructuras fueron aprovechadas de forma reiterada, en un proceso de “reciclado” de algunas tumbas desarrollado a lo largo de varias generaciones. Estas circunstancias se hallan fuertemente vinculadas al carácter urbano del cementerio, y nos hablan de una ciudad viva, núcleo importante dentro del reino y lugar de tránsito para comerciantes, guerreros y peregrinos, que durante cinco siglos enterró a sus muertos en un mismo lugar.  

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16 Figura 9: Conchas de peregrino halladas en las excavaciones de la plaza Biscós.

que tenía el cementerio Mayor y los peregrinos del camino de Santiago, pero únicamente se recogieron 21 restos de conchas de Peregrino (Pecten iacobeus) (figura 9). En la mayor parte de los casos se encontraban junto a los cuerpos, colocadas en la cintura o sobre la cabeza (figura 10). Las conchas que se recogieron mostraban indicios de acompañar la vestimenta del peregrino, bien suspendidas (en este caso llevan dos perforaciones en la zona distal), bien cosidas al gorro o al manto de peregrino (en este caso además de las perforaciones en la zona distal aparece otras en ambos laterales).  Uno de los elementos relevantes de la excavación de la plaza Biscós era la posibilidad

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de poder documentar la presencia del Templete de santa Orosia, en especial del primitivo que conocemos por algunas imágenes de principios del siglo XX. Lamentablemente únicamente se localizó la cimentación del último de ellos, construido entre 1908 y 1911 y derribado a finales de los años 60 del siglo XX. Sondeos en la Calle Mayor nº 48 Con el objeto de conocer la existencia de posibles restos arqueológicos en el subsuelo de la antigua Casa Irigoyen y su afección o no por el proyecto de rehabilitación del inmueble, durante el mes de septiembre de 2008 se

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Figura 10: Peregrino inhumado en la necrópolis de la Plaza Biscós que conservaba dos conchas sobre su cráneo, posiblemente cosidas a su sombrero.

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18 Figura 11: Sondeo en una de las bodegas de la C/ Mayor 48 (Casa Irigoyen). Pavimento de cantos romano.

realizaron nueve sondeos, repartidos entre las bodegas y el patio exterior. El que ofreció resultados mas interesantes fue el situado en una de las bodegas, donde se pudo documentar la existencia de un pavimento empedrado de época romana alto imperial, posiblemente correspondiente a una calle (figura 11). La poca extensión del sondeo sólo permitió constatar el hallazgo, sin poder precisar su extensión o potencia. El resto de los sondeos realizados o bien ofrecieron resultados negativos o bien ofrecieron niveles de cronología moderna y contemporánea, como es el caso del patio exterior, con restos muebles del siglo XVI (figura 12).

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Sondeos arqueológicos en el Antiguo Hospital de Jaca Ante el proyecto de adaptación del Antiguo Hospital para nuevos usos y con el objetivo de conocer la existencia o no de restos arqueológicos en su subsuelo, en el año 2009 se realizaron cuatro sondeos, uno en el interior de la capilla y tres en el patio posterior (figura 13). Los resultados ofrecidos son uniformes, y aunque no se ha podido sondear toda la zona construida, creemos que las conclusiones obtenidas se pueden extrapolar al resto de la finca. A tenor de los resultados obtenidos, podemos concluir que bajo los niveles de cronología moderna (ss. XVI-XVIII) aparecen

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Figura 12: Platos y escudillas de reflejo metálico (siglo XVI), localizadas en el patio trasero de la Casa Irigoyen.

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20 Figura 13: Sondeo en el interior de la capilla del Antiguo Hospital

Figura 14: Fragmento de vaso realizado a molde fechado entre los siglos XII-XIII. Se aprecian dos figuras femeninas con las manos entrelazadas, posiblemente en actitud de danza. Localizado en el sondeo de la capilla del Antiguo Hospital.

La calle Mayor atraviesa de E a W la antigua ciudad amurallada y en su día unía las puertas de la Monjas y de San Francisco. Durante el control arqueológico de las obras de renovación de servicios, llevadas a cabo en 2006, se comprobó la profunda alteración de los niveles arqueológicos existentes acaecida a lo largo de las últimas décadas. Como en otras ocasiones son las zanjas laterales las que ofrecen los datos de mayor interés arqueológico. Así la realización de la zanja que discurre por el lateral S de la calle ha permitido comprobar la existencia de un estrato que aparece, de forma discontinua, a partir del Nº 21, hacia el E. Este estrato

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Seguimiento arqueológico de las obras en la calle Mayor

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otros de cronología medieval (ss. XI-XIV) (figura 14), que incluyen además de restos constructivos, materiales cerámicos que prueban las relaciones entre los mundos cristiano y musulmán. En algunos puntos aparece por debajo de los niveles citados, un estrato anterior al siglo XI, que puede pertenecer a la época de refundación de la ciudad en los albores del cambio de milenio, aunque no descartamos que incluso pueda ser algo anterior, posiblemente de cronología tardo antigua, como algunas de las piezas cerámicas parecen sugerir.

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Figura 15: Vista de la zanja en el lateral sur de la calle Mayor, en el punto en el que se hallaron restos romanos de cronología altoimperial.

arqueológico aporta fragmentos cerámicos de época romana. En general es un nivel pobre pero la densidad de hallazgos y potencia del estrato se incrementa en algunos puntos, como junto al Ayuntamiento o al antiguo solar de Escolapios, donde se detecta una mayor riqueza de materiales arqueológicos (figura 15). En esta intervención obtuvimos los primeros indicios de que la ciudad romana era mayor de lo que hasta ese momento se había mantenido.

Seguimiento arqueológico de las obras en la calle 7 de febrero de 1883

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Figura 16: Detalle de la zanja en el centro de la calle 7 de febrero de 1883, donde puede verse un fragmento de muro de cronología romana cuya alineación coincide con el viario actual.

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La calle 7 de Febrero de 1883 une la calle Mayor y la avenida Oroel. Tiene un trazado ligeramente semicircular de dirección N-S. El seguimiento llevado a cabo en 2009, ha confirmado la existencia de niveles de cronología romana bajo los estratos modernos. Dichos niveles se encuentran a una profundidad entre -80 y -140 cm. bajo el suelo del vial, apoyados sobre el terreno natural. En general aportan materiales de cronología romana de los siglos I-III d. C. En el mismo

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Seguimiento arqueológico de las obras en la calle Ramiro I

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estrato, y por lo tanto de igual cronología, se localizó un pequeño muro relacionado con una construcción doméstica (figura 16). Su sistema constructivo, a base de mampuestos y bolos, es el habitual de Jaca en época romana; la morfología y orientación N-S es idéntica en las estructuras romanas aparecidas en otras excavaciones realizadas en el área como en el solar de Escolapios o el Campaz.

El control arqueológico de la renovación del pavimento y servicios de la calle Ramiro I de Jaca, se realizó entre los meses de junio y julio de 2009. La documentación arqueológica de la obras, las más fructífera de todas la realizadas de la misma naturaleza hasta el momento, demostrando la pujanza de esta zona de la ciudad entre los siglos I y III d C. Bajo los niveles de reciente formación, aparecen varios estratos arqueológicos de cronología antigua, en los que se han documentado restos de estructuras de habitación de cronología romana, acompañados por restos materiales de la misma época. Destacamos la singularidad de una de estas estructuras, se trata de un hipocaustum, cámara subterránea destinada a permitir la circulación de aire caliente para caldear la estancia superior (figura 17). Esta

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sala, posiblemente relacionada con un elaborado sistema de calefacción de una vivienda privada, constituye un indicio claro

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Figura 17: Detalle de un suelo de hipocaustum localizado en la C/ Ramiro I. Al fondo se observan dos de las pilas de ladrillos sobre las que se apoyaría el pavimento de la sala superior.

Figura 18: Vaso de paredes finas fechado a mediados del siglo I d C. En su interior se halló un huevo de gallina, ofrenda ritual recuperada en la calle Ramiro I. (Foto: M. J. Arbués. Museo de Huesca)

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Además de restos de construcciones, el seguimiento arqueológico ha deparado una serie de hallazgos en los niveles de época romana relativos a la cultura mueble que debemos valorar como muy importantes. Junto a numerosos elementos de vajilla de mesa es de gran interés el conjunto de elementos de arcilla cocida relacionados con la sala con hipocaustum: se trata de los tubuli, tubos de cerámica destinados a permitir la circulación

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del alto nivel de romanización que alcanzó la ciudad en esta etapa histórica.

El trabajo arqueológico en la calle Echegaray llevado a cabo en la primavera de 2009, ha permitido documentar diversos restos arqueológicos entre los que destaca la localización del pavimento de una calle y restos de ocupación de cronología romana y altomedieval. El pavimento se ha localizado en tres puntos diferentes, siempre en el tramo norte de la calle. Tiene la morfología característica de los viales romanos, en los que la capa de rodadura se realizaba a base de losetas irregulares de rocas resistentes (figura 19). Este enlosado aparece cubierto por una fina

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Seguimiento arqueológico de las obras en la calle Echegaray

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del aire caliente. Pero sin duda el elemento mueble de mayor entidad es un vaso de paredes finas (tipo Mayet XVIII) en un estado excepcional de conservación y sin apenas signos de uso (figura 18). En su interior se hallaba depositado un huevo de gallina. Dadas las características del hallazgo, no tenemos duda de que nos hallamos ante una ofrenda ritual, habitual en la religión romana y que en este caso correspondería a un ritual fundacional relacionado con la construcción de un edificio romano en la segunda mitad del siglo I d. C.

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Figura 19: Vista general del lecho de calle empedrado de época romana localizado en la calle Echegaray.

capa de tierra de tonos verdosos que manifiesta la circulación de aguas residuales sobre el lecho del vial. En los últimos metros

Seguimiento arqueológico de las obras en la 1 calle Sancho Ramírez y plaza del Pilar La calle Sancho Ramírez y plaza del Pilar de Jaca se sitúan en el sector E del recinto amurallado. El control arqueológico de la renovación del pavimento y servicios, se realizó entre los meses de octubre a diciembre de 2009 y primavera de 2010. De nuevo se 1

El trabajo de campo fue realizado por el arqueólogo F. Pérez Guill.

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Asimismo se ha identificado un estrato arqueológico de escasa potencia, presente a lo largo de toda la calle Echegaray, de cronología alto medieval que aporta un grupo de cerámicas de cocción oxidante, formas redondeadas y gruesos desgrasantes, también aparecidas en otras intervenciones arqueológicas realizadas en Jaca. Por el momento fechamos este grupo de cerámicas, procedentes de un taller local, entre los siglos XI y XII.

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de la zanja W, la limpieza de dos tramos de este pavimento permitió localizar en los intersticios de las losetas de varios fragmentos de cerámica romana –Terra Sigillata, cerámica norteafricana…-, elementos que corroboran el origen antiguo de la ocupación de está área de la ciudad.

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comprobó la intensa alteración que los diferentes servicios han realizado en los estratos arqueológicos. A pesar de ello pudimos comprobar que en el extremo SE de la calle y en centro de la plaza parecen concentrase los hallazgos de mayor entidad, donde se ha recogido un lote de abundante cerámica romana, datada entre el siglo I a d C y el siglo II d C. Seguimiento arqueológico de las obras en la calle La Rosa2 La calle La Rosa une las calles Echegaray y Zocotín con trazado de dirección E-W. En el control arqueológico de las obras de renovación de dicho vial, realizado en el mes de marzo de 2010, se han documentado diferentes estratos arqueológicos, entre los que se encuentran dos estructuras de diferente funcionalidad y cronología. La primera de ellas la constituye parte de una calle cuyo pavimento lo forma un empedrado irregular, compuesto por losas de caliza y bolos y que sigue un trazado similar a la calle actual, aunque con menor anchura. El nivel que cubre dicho empedrado aporta muy escaso material cerámico alto medieval (siglo XI-XIII), entre el que han aparecido dos fragmentos de cerámica romana. Los restos de esta calle se apoyan en el terreno natural, 2

En el trabajo de campo contamos con la colaboración del arqueólogo F. Pérez Guill.

conservando un desarrollo próximo a los 25 m. y localizándose a una profundidad de entre -90 y – 110 cm. bajo la calle actual.

El control arqueológico de la renovación del pavimento y servicios de la calle Zocotín de Jaca, se ha realizado en dos fases: entre los meses de mayo y septiembre de 2010, el tramo sur y durante el otoño de 2011, el tramo norte. En el proceso de documentación arqueológica se han localizado una serie de estratos arqueológicos de cronología romana, alto y bajo medieval, así como modernos y contemporáneos. De todos ellos destacamos por su interés aquellos de cronología más antigua, fechados a partir del siglo I de d C. y

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Seguimiento arqueológico de las obras en la calle Zocotín

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La segunda estructura aparecida en el sector norte de la calle, consiste en un fragmento de muro de sillarejo y mampostería con una longitud total conservada de de 6, 60 m. Se apoya sobre un nivel alto medieval (XIXIII), similar al que cubre la calle. Por esta razón estimamos que la estructura, perteneciente a una construcción doméstica, ha de ser posterior a la cronología asignada al nivel sobre el que se apoya y por lo tanto puede corresponder a un edificio bajo medieval o moderno.

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que manifiestan que esta zona de la ciudad estuvo ocupada en esta época. La estructura mas destacada es, al igual que en la vecina

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Figura 20: Otro lecho de calle empedrado localizado en la calle Zocotín, con materiales romanos y altomedievales sobre su nivel de abandono.

Por el contrario en el tramo norte del vial los restos localizados son mucho mas recientes ya que se ha constatado la importe remodelación del área en las primeras décadas del sigo XX, cuando se amplió la anchura de la calle y se derribaron varios edificios en el extremo oeste de la calle san Nicolás, dando mas amplitud a la plaza la Ripa.

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Junto a esta estructura se localizaron indicios de ocupación en época romana altoimperial en varios puntos de la calle, el situado más al norte, muy próximo a la confluencia con la calle La Rosa. La alta Edad Media está ampliamente representada en los estratos arqueológicos identificados, ya que de nuevo hemos documentado la presencia de fragmentos de los recipientes de cerámica realizados a torno lento, de cocción oxidante o bicocción, de formas redondeadas y gruesos desgrasantes, ya vistas en otras intervenciones arqueológicas realizadas en Jaca, y datados entre los siglos XI-XII. La gran dispersión de este tipo de cerámica indican que en esta época se produjo uno de los momentos de mayor expansión de la ciudad.

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calle Echegaray, un fragmento de un vial empedrado localizado en el lateral W de la calle, indicando que es muy posible que el trazado de la calle Zocotín coincida con un vial antiguo (figura 20).

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II: NOVEDADES SOBRE LA MURALLA MEDIEVAL DE JACA

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Antecedentes sobre la investigación de la muralla de Jaca A la vista de los datos existentes, podemos suponer la existencia de una muralla anterior perteneciente a la ciudad ibero romana, tal y como citan las fuentes clásicas: Según Livio (XXXIV, 21), Catón se presenta ante los muros de la ciudad y con una argucia consigue que los defensores abran las puertas, descuido que aprovecha para entrar en ella. De la protección que rodearía la ciudad nada o casi nada se ha conservado –al menos con constancia arqueológica clara- y todavía hoy no conocemos su trazado, dadas las dudas razonables que existen sobre la extensión real de la ciudad antigua. Algo mejor conocemos la muralla medieval. Gracias a los trabajos del profesor Domingo Buesa sobre la evolución histórica de Jaca, publicados en 1982 y 2002, sabemos que el establecimiento del conde Galindo II en las primeras décadas del siglo X en Jaca, obedece a la confluencia de varias circunstancias favorables, como es la pervivencia de la vieja fortaleza tardorromana, la proximidad a la vía que unía la tierra llana con el Bearn a través del Summo Portus y la existencia de buenas tierras de labor en los alrededores que

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La naciente ciudad debe dotarse de un elemento de protección que englobe los espacios construidos de antiguo y los que habrán de poblarse en el futuro. La documentación medieval conservada sobre el origen de la muralla medieval jacetana, nos muestra la falta de un proyecto constructivo unitario para la edificación de la muralla. Ya el Fuero de Jaca, en 1077, en su artículo 2, declara que “cada uno cierre su parte según sus posibilidades”. Un siglo más tarde, a mediados del siglo XII, Ramiro II “exime de peajes a los burgueses a condición de que cierren la villa”. Este hecho demuestra la penuria económica y de falta de proyecto único que caracterizan al recinto defensivo jacetano, ya que la muralla no estaba concluida un siglo después de que el fuero promulgara su construcción. En 1142, se obliga

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pudieran mantener a la población. En este momento el hábitat se articulaba en tres núcleos: el monasterio de San Pedro el Viejo, la iglesia de Santiago y el viejo castro en torno a San Gines. Esta situación se modificará en el siglo XI, cuando gracias al impulso real, empieza a construirse un recinto que engloba los tres primitivos núcleos. De esta forma los núcleos originarios se vieron desbordados en sus límites y formas por las nuevas circunstancias de la villa, que recupera y supera la extensión que tuvo en la antigüedad.

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al cabildo a pagar 200 sueldos para la fábrica de las murallas, por lo tanto en esta fecha todavía no habían concluido los trabajos de construcción. A partir de este momento las citas en la documentación conservada respecto a la muralla de Jaca son más habituales: en distintos documentos se habla de reparaciones y mantenimiento, por lo que Buesa propone que puede darse por concluido el cerramiento de la ciudad a finales del siglo XII. A la vista de los datos arqueológicos, podemos constatar que en el proceso constructivo de la muralla jacetana estriba su debilidad, ya que no existía un diseño uniforme de la obra defensiva, sino que ésta iba surgiendo de la intervención de variadas entidades que construyen los diferentes lienzos según sus posibilidades económicas. Por ello surgen problemas en su conservación casi desde el momento en el que se concluye la obra. Una de las reformas de mayor entidad fue la promovida entre 1489 y 1491 por el rey D. Fernando, en la que ordenaba la construcción de un foso alrededor de la misma y una reparación general, ya que los muros estaban en mal estado, como muy bien señala D. Buesa en su monografía de 1982. El transcurso de los siglos y los cambios en las condiciones socio políticas de Jaca, hicieron que la muralla fuera perdiendo paulatinamente su función defensiva, entrando a lo largo del siglo XIX en un proceso de

deterioro que culminó en el siglo XX. En 1914, un pleno del ayuntamiento de la ciudad marcó el fin de la existencia del recinto amurallado.

Las intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en la ciudad en los últimos años, han permitido documentar arqueológicamente varios tramos de la muralla medieval, siendo el de mayor longitud el localizado en el año 2006 en la plaza Biscós con motivo de la

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El trazado de la muralla en la Plaza Biscós

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Según las propuestas realizadas por los investigadores Betrán y Vielza sobre la evolución urbanística de Jaca a partir del siglo XI, el recinto tiene un contorno que se adapta al terreno y a las circunstancias de lo construido, pudiendo haber existido modificaciones en el trazado original ya que la existencia de la calle del Coso en una situación interior, y no exterior como le correspondería, parece indicar el trazado de un primer recinto. Sabemos que el recinto amurallado definitivo, el que perduró hasta las primeras décadas del siglo XX y del que se conservan varios planos militares de los siglos XVIII y XIX, tendría una extensión aproximada de 1,8 Km. En él se abrían siete puertas, albergando en su trazado un número próximo a la veintena de torres de diferente morfología, tanto de planta cuadrada, semicircular o poligonal.

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construcción del Parking que se ubica en dicha plaza. En su límite norte, ya en el vial de la avenida Jacetania, se sacaron a la luz dos tramos de la cimentación de la muralla medieval, muy afectados por la instalación de las redes de servicios públicos. El tramo de mayor longitud es el localizado en el sector NW, con 10 m de longitud y 1,5 m de anchura (figura 21). Este tramo conserva un máximo de dos hiladas realizadas mediante bolos careados, con una talla tosca para facilitar su asiento. Igualmente aparece algún mampuesto utilizado en el exterior de la muralla, mientras que el interior se rellenó de forma desordenada a base de estos mismos

Figura 21: Cimentación de uno de los tramos de muralla localizados en la plaza Biscós.

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elementos constructivos trabados con abundante mortero de baja calidad. La muralla se asentó en el terreno natural, realizándose ocasionalmente alguna “cama” a base de bolos que permitiera el mejor asiento del lienzo. Al final del tramo descrito se encontraba parte de una torre semicircular. Esta torre manifiesta evidentes diferencias en el sistema constructivo respecto al lienzo de la muralla: se construyó a base de bolos y mampuestos de menor tamaño, dispuestos en hiladas con abundante mortero de gran consistencia.

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El trazado de la muralla en la calle Seminario Durante el mes de febrero de 2007, se acometió la renovación del tramo inicial de la calle Seminario. Bajo el pavimento se apreció la existencia de restos pertenecientes a un tramo de la cimentación de la muralla medieval y parte de una torre circular (figura 22). El fragmento de cimentación de la muralla

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Al E. de la plaza se localizó un segundo tramo de 2,5 metros de longitud, del que se conservaban hasta cuatro hiladas de un lienzo construido con doble paramento de mampostería y relleno interior. En este caso no pudimos conocer la anchura total del lienzo al haber desaparecido por las intensas remodelaciones urbanísticas de la zona a lo largo del siglo XX.

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Figura 22: Fragmento de muralla y torre documentado en la calle Seminario.

cuenta con un desarrollo de 2,05 m y una anchura de 1,40 cm. La torre semicircular, de tres metros de desarrollo lineal y 1,27 m de anchura, está realizada en mampostería irregular de caliza dispuesta en hiladas, con relleno interior de piedras y cantos trabados con mortero de gran dureza. El alzado máximo conservado es de 186 cm, de los que 1,5 m. corresponden a la cimentación. La construcción de la torre es posterior a la construcción de la muralla ya que se adosa a ella por el exterior, mostrando una diferencia significativa de aparejo y colocación de los elementos constructivos. Esta intervención ha mostrado datos de gran interés. En primer lugar confirma que el trazado de la muralla no coincide con la línea de fachadas de las viviendas actuales, sino que es la línea exterior de las torres las que marcan la actual línea de fachada. Por otro lado, la pérdida de la función defensiva de la muralla

El trazado de la muralla en la Plaza Cortes de Aragón

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El tercer tramo recientemente localizado se encuentra en el sector NE de la plaza Cortes de Aragón, donde se produjo el hallazgo de los restos de la muralla en el mes de mayo de 2009, como consecuencia de la apertura de una zanja. El tramo localizado corresponde a la cimentación de la estructura defensiva, situado en el lateral NE de la plaza. Se construyó mediante doble paramento y relleno interior, consiguiendo una anchura total de 1,35 m., mostrando una gran diferencia entre el aparejo interior y el exterior (figura 23). El lienzo exterior se realizó con sillarejo de caliza local dispuesto en hiladas. Por el contrario el lienzo interior se construye a base de mampuestos de tosca talla dispuestos en hiladas de una altura media de 10/14 cm. Como ya hemos apuntado, el pequeño tramo de muralla localizado en la plaza Cortes de Aragón ha permitido situar el trazado de la muralla en este sector de la ciudad, comprobando que el recorrido del muro defensivo discurría no junto a la línea de

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permitió que en las últimas fases de existencia, algunas viviendas se adosaran a ella por el interior, de forma que no existe muro trasero en la vivienda sino que la propia muralla ejerce como tal.

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Figura 23: Otro fragmento de cimentación de la muralla localizada en la plaza Cortes de Aragón.

fachadas sino por la calzada de la calle Domingo Miral. El trazado de la muralla en la avenida Oroel Las obras de mejora en la red de saneamiento llevadas a cabo entre septiembre y octubre de 2009, provocaron el descubrimiento de un lienzo de gran envergadura junto al ábside románico de la

En cuanto a la interpretación de este muro son varias las posibilidades que se abren. Si tenemos en cuenta el grabado de Parcerisa parece bastante probable la existencia de una barbacana en este punto del recinto amurallado, por lo que se trataría de un muro

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antigua iglesia de San Ginés. La estructura localizada tiene un desarrollo de 8 metros de longitud y una altura máxima de 90 cm, con una anchura superior a un metro. Se trata de un muro realizado mediante dos paramentos paralelos y relleno interior, la cara exterior realizada a base de sillares y sillarejos trabados con mortero (figura 24). El módulo de los sillares es muy variado, oscila desde los de 20 x 50 cm, hasta los 80 x 60 cm. El extremo norte del tramo localizado muestra una disposición anómala de los elementos constructivos hallándose éstos “girados” en ángulo de 90º, siendo posible que se trate del inicio de una torre o engrosamiento de una puerta.

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Figura 24: Dibujo del alzado de los restos del muro localizado en la avenida Oroel.

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de menor entidad que protegería la zona del ábside de la iglesia, pudiendo pertenecer los restos localizados, a la cimentación de esta barbacana. Una segunda posibilidad es que en origen el recinto defensivo discurriera por el exterior del ábside de la iglesia, correspondiendo el muro ahora localizado a la cimentación del mismo; con posterioridad, bien por ruina o bien por modificaciones planificadas, la muralla se retiró unos metros hacia el interior dejando en resalte parte de la iglesia de san Ginés. Posteriormente tendría que construirse la barbacana, al comprobarse la mala defensa de este sector. Aportaciones de la arqueología al trazado de la muralla medieval de Jaca La reciente renovación de servicios llevada a cabo en la ciudad de Jaca, ha permitido a los arqueólogos revisar algunos datos que hasta ahora sólo habían podido estudiarse a través de la documentación y del trazado urbano actual. Quizás sea ya el momento de iniciar una revisión sobre lo que hasta ahora se daba como seguro en el tema del origen, evolución y trazado de la muralla medieval de Jaca, y aunque carecemos todavía de respuestas concluyentes intuimos que algunos tramos de la muralla pudieron sufrir modificaciones de gran calado incluyendo incluso variaciones en su trazado.

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En este sentido un punto de interés es el situado al E del recito amurallado, en torno a la salida de la calle Mayor y la antigua iglesia de san Ginés. La localización de un muro de gran calidad que discurría por el exterior del ábside abre la posibilidad de que se trate del

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Figura 25: hallazgos arqueológicos realizados en el casco antiguo de Jaca (siglo II a d C- siglo VIII d C). En base a ellos, posible máxima extensión de la ciudad en época ibérica y romana.

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muro de la barbacana que protegería un sector de la muralla, necesitado de otros sistemas de apoyo por su debilidad. Pero en este momento, nos decantamos por otra posibilidad, la de que estemos ante el trazado original, y por otro lado el lógico, de la muralla altomedieval, englobando todas las construcciones de la zona y no dejando que una de ellas sobresalga del lienzo (iglesia). Esta interpretación implica que en un momento indeterminado, posiblemente en la baja Edad Media, se produjera un retranqueo de la muralla probablemente por ruina del lienzo original, dándole a la muralla el trazado y morfología que ha llegado hasta nosotros, tanto en los planos militares como en los lienzos conservados. En todo caso la respuesta la habrá de dar la arqueología, ya sea identificando otros restos ocultos en el subsuelo o bien realizando la arqueología vertical de los lienzos conservados y de cómo estos se imbrican con la antigua iglesia de san Ginés. A partir de la información que la arqueología urbana ha aportado en los últimos años sobre la muralla de Jaca se abren nuevas vías para profundizar en su conocimiento. Una de ellas sería el análisis de los diferentes sistemas constructivos. Si bien todos los tramos estudiados se construyeron a base de un doble paramento con relleno interior, vemos una gran diferencia entre los diferentes

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sectores, desde la escasísima calidad de la cimentación de los tramos localizados al norte de la plaza Biscós, pasando por la técnica intermedia de la calle Seminario, llegando a la mayor calidad del fragmento localizado en la plaza Cortes de Aragón, que por su tipología constructiva se asemeja en gran medida al tramo conservado en la avenida Oroel. Estas diferencias en los aparejos utilizados en la construcción de los muros, se evidencian igualmente en la anchura del muro, que oscila entre 135 cm hasta 150 cm. Otra línea de investigación a desarrollar indagaría en la forma en la que el urbanismo actual asimiló el trazado de la muralla. Si en la plaza Biscós la antigua línea interior de la muralla coincidía con la línea exterior de la acera actual, en la calle Seminario, la línea de fachada actual coincide con la línea exterior de las torres de la muralla. Diferente es la situación de la muralla en la plaza Cortes de Aragón y calle Domingo Miral, ya que la muralla discurre por el vial, a más de 1,5 metros de la línea de acera. Sin duda a medida que se documenten nuevos hallazgos, aportaremos más información acerca del urbanismo existente antes del derribo de la muralla y como las nuevas construcciones perpetuaron su antiguo trazado.

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III: DE LOS ORIGENES A LA CAPITAL DEL REINO: LA ARQUEOLOGÍA URBANA Y SU APORTACIÓN A LA HISTORIA DE JACA

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La arqueología como fuente conocimiento histórico de Jaca

para

el

Debemos insistir en la importancia de la investigación arqueológica de nuestras ciudades. Las sucesivas intervenciones en solares y viales de los cascos históricos han aportado en los últimos veinte años un caudal de información de una importancia tal, que de un modo u otro han contribuido a reescribir la historia de una parte importante de nuestro pasado. (Figura 25). Solamente el paso del tiempo y la continuidad de las investigaciones en curso, nos permitirán valorar en su justa medida la necesidad de continuar con estas intervenciones arqueológicas. En el inicio de este recorrido debemos hacer mención expresa a la privilegiada situación geográfica de Jaca, en pleno Pirineo Central, con una localización de marcada función geoestratégica que supone el control de las comunicaciones no sólo hacia el norte, sino también del valle del Aragón hacia Pamplona. Su posición marcó, desde su fundación prerromana, tanto su desarrollo económico y urbanístico, como su posterior función político-administrativa.

Los investigadores que han tratado el tema de la situación del oppidum prerromano de IaKa y su relación o con Jaca, sólo contaban con los datos aportados por las fuentes clásicas, en especial las citas de Livio (XXXIV, 20-21), sobre la conquista de IaKa por

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Los inicios: El oppidum ibérico de IaKa

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En este sentido, la relación de Jaca con las comunicaciones antiguas resulta clave para entender este proceso. Las comunicaciones en época romana entre Caesar Augusta y el Bearn han contado con diversas propuestas, siendo dos los posibles pasos utilizables en esta zona: el del puerto del Palo (Summo Pyreneum) y el del puerto de Somport (Summo Portus). Aunque en repetidas ocasiones se ha apostado por el puerto del Palo como conexión principal de esta vía romana, su complicado trazado y su elevada cota lo haría impracticable buena parte del año. La reciente propuesta de Isaac Moreno prioriza el paso por Somport, basándose en la menor altura del paso, pendiente mas adecuada para el tránsito de carros y otros testimonios como el miliario localizado en Olorón. De esta forma Jaca, al pie del camino natural que comunica el valle del Ebro con el otro lado de los Pirineos, estaría marcada desde su origen por la existencia de esta vía de comunicación.

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Catón en el 195 a. C., la de César en relación a la batalla de Ilerda, así como otras citas en Estrabón, Plinio o Ptolomeo. El análisis de las fuentes históricas, lingüísticas y numismáticas realizado por G. Fatás en 1978 es una de las mejores síntesis en dichos estudios. Habrá que esperar a los años 1985/88 para que las excavaciones realizadas en el solar de las Escuelas Pías de Jaca y los primeros hallazgos arqueológicos de niveles y materiales ibéricos en el subsuelo jacetano en otros solares de la ciudad, demuestren sin ninguna duda la situación de la ciudad indígena bajo el actual solar de Jaca, al igual que sucede en otras ciudades aragonesas de origen prerromano, tales como Zaragoza, Huesca, Calatayud, Borja o Daroca. Hasta el momento, se han recuperado diversos restos en los solares de la C/ Mayor 44 –Escuelas Pías-, la C/ Correos angular C/ Ramiro I., la C/ 7 de Febrero de 1883 angular C/ Cambras, o los datos inéditos del antiguo solar del Cuartel de los Estudios o El Campaz, a los que habría que unir otros hallazgos procedentes de las excavaciones realizadas en Jaca en los últimos diez años. El registro arqueológico conocido y la falta de estudios científicos sobre el mismo, impide por ahora un conocimiento preciso sobre el oppidum ibérico de IaKa. Sólo contamos con estratigrafías y materiales a partir del siglo II a. C., tratándose en la mayoría de los casos,

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Otra cuestión del máximo interés es la relacionada con la identificación de los Iacetani como un pueblo o como una civitates o ciudad. Durante mucho tiempo los principales investigadores del tema han defendido la existencia del pueblo iacetano como una más de las etnias ibéricas. No obstante, a partir del trabajo de F. Beltrán aparecido en 2001, se han planteado diversas cuestiones que no podemos pasar por alto. A partir de este trabajo, defendido posteriormente por otros investigadores, se

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de niveles muy alterados por las posteriores ocupaciones romanas y medievales. En estos contextos se han recuperado cerámicas indígenas realizadas a mano y a torno y algunas importaciones procedentes de la península itálica (cerámica Campaniense), así como el hallazgo de alguna moneda, entre las que cabe citar el As de Kelse recuperado en el solar de la C/ Correos angular a C/ Ramiro I. Los restos inmuebles sólo pertenecen al ámbito doméstico, con cimentaciones de casas de tendencia rectangular y orientadas norte-sur, sin que por ahora podamos comprobar su desarrollo urbano o la presencia de murallas u otras estructuras defensivas. Gracias a la dispersión de los restos indígenas recuperados, podemos intuir la posible superficie de esta ciudad prerromana que supondría una extensión del 40% del actual casco histórico.

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Figura 26: As de bronce acuñado en Iaka –Jaca(procedencia desconocida).

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52 cuestiona la existencia del pueblo iacetano a la vista de la ausencia de acuñaciones en plata por la ciudad de IaKa, de la falta de pruebas históricas de la existencia de dicho pueblo y de la más que probable confusión de los iacetani con los lacetani citados por los geógrafos latinos y de sus transcriptores medievales. Sobre este tema, creemos que el estudio detallado de los restos arqueológicos existentes podría aportar nuevas luces sobre esta cuestión (figura 26). La impronta de Roma: De la expansión del Alto Imperio hasta la crisis del siglo III De este momento conocemos restos recuperados en más de veinte intervenciones arqueológicas en el casco histórico de la actual Jaca. No obstante, seguimos sufriendo

A tenor de los resultados extraídos de las intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en calles o solares del casco histórico, podemos señalar que la Iacca romana altoimperial contó con una estructura urbana relativamente desarrollada, con estructuras domésticas y públicas que no se cubrían con las habituales tégulas romanas y cuyos muros

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Los escasos datos para el conocimiento de la etapa altoimperial de Iacca, pueden reconocerse en la excavación del solar de los Escolapios, donde se apunta que las estructuras correspondientes a los siglos I y II, en gran parte no parecen corresponder a restos domésticos, sino públicos, planteándose sus excavadores (J. L. Ona, M. L. De Sus, J. A. Paz y J. A. Pérez) que podríamos estar ante un macellum o mercado, aseveración que hasta la fecha no hemos podido contrastar por no existir una publicación con la planimetría detallada de dichos restos y de los materiales asociados a las citadas estructuras.

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la casi total ausencia de estudios o trabajos sobre dichas excavaciones: Sólo se han publicado estudios muy parciales de tres solares, el de las Escuelas Pías, el de la calle Ramiro I esquina calle Correos y el de la urbanización El Campaz. A estos podemos sumar ahora los obtenidos en los seguimientos realizados en las reformas de los viales del casco antiguo.

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se orientaban siguiendo ejes norte-sur o esteoeste. En este sentido quizás podamos empezar a intuir la trama urbana de la ciudad altoimperial, gracias a los restos de una calle bajo el edificio de la C/ Mayor Nº 48 (casa Irigoyen), y otros posibles restos bajo las calles Echegaray y Zocotín que nos permiten iniciar el dibujo de la trama viaria romana. En cuanto al periodo final de la etapa altoimperial, parece evidente que, al igual que la mayor parte de las ciudades romanas del valle del Ebro, Iacca sufrió de forma muy severa las invasiones franco-alamanas del último tercio del siglo III d. C. El nivel V del solar de los Escolapios es plenamente representativo de esta crisis, como lo demuestran sus materiales cerámicos y el monetario conocido. Es muy probable que los momentos finales del siglo III d. C. supusieran para Iacca una dura prueba, ya que es evidente la presencia de niveles generalizados de destrucción o abandono en varias intervenciones en solares jacetanos, los cuales permiten compararlos con otros similares del valle del Ebro (Turiaso, Bursao o Caesar Augusta…). No obstante, este periodo de crisis y destrucciones fue superado y la ciudad no se abandonó, como algunos autores han supuesto, y todo por una estricta razón de peso: la propia situación geoestratégica de Iacca como llave del paso central del pirineo a través del puerto de Somport y la necesidad de controlar dicho paso.

La decadencia urbana de Iacca durante el Bajo Imperio (siglos IV-V)

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Hasta el momento, se ha constatado la presencia de niveles con materiales y posiblemente estructuras de esta época en varios solares jacetanos, en especial en aquellos con una secuencia de ocupación desde época indígena o altoimperial. Tal es el caso de la pequeña ocupación detectada en el solar de los Escolapios, con presencia

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Como muy bien explican Mª V. Escribano y G. Fatás en su libro sobre la Antigüedad Tardía en Aragón, a partir del siglo IV se producirá la progresiva disgregación del Imperio. A esto se une la presión constante de los pueblos “bárbaros” en las fronteras imperiales y su cada vez mayor intervención en la política regional bajoimperial, ya sea mediante su colaboración militar como foederati –tropas federadas- o simplemente como ejércitos de conquista o saqueo. Esta situación provocará que toda la zona pirenaica y el valle del Ebro sufra los efectos perniciosos del movimiento de tropas imperiales, federadas o incluso de bagaudas que durante los siglos IV y V d. C. causarán destrucciones y saqueos generalizados en ciudades y villas, provocando como consecuencia un prolongado periodo de inestabilidad que sin duda repercutió en la ciudad de Iacca, causando su retraimiento urbano.

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de cerámicas norteafricanas y de Sigillata Hispánica Tardía de los alfares de Tricio, ocupación que parece extenderse por alguno de los solares de su entorno inmediato, como en el caso del localizado en la C/. Escuelas Pías nº 7, excavado por I. Lafragüeta en 2008. Mayor interés supone la ocupación del siglo IV detectada en el solar de El Campaz excavado por N. Juste en 1987, donde se produjo la ocultación de un tesorillo de hasta seis monedas acuñadas por los emperadores Magnencio y Constancio II, aparecido junto a estructuras domésticas y cerámica Terra Sigillata Hispánica Tardía y Terra Sigillata Clara. En el cercano solar de la calle Ramiro Iangular a la calle Correos, en el nivel III se estudió otra ocupación con estructuras domésticas y cerámicas tardías, destacando otro pequeño tesorillo u ocultación compuesto por otras seis monedas de Magnencio y Constancio II, así como otra conmemorativa de Constantinopla (figura 27). Ambos tesorillos se fechan entre el 330 y el 350 d. C. y demuestran sin lugar a dudas que a mediados del siglo IV de la Era, la ciudad de Iacca todavía contaba con una población estable, aunque en un ambiente de clara inestabilidad –de ahí las ocultaciones monetales- que se ha querido vincular a la incidencia del movimiento bagauda en la ciudad tardorromana. A este mismo periodo

De lo anteriormente expuesto, debemos concluir que la ciudad de Iacca no se abandonó durante los siglos IV y V d. C. Una de las principales razones para su continuidad, estaría en su alto valor estratégico y en el control del paso por la vía romana del Somport, así como de los accesos hacia Pompaelo a través de la Canal de Berdún. Lo que si parece cierto es que la estructura urbana se contrae, como parece detectarse en la decadencia del espacio urbano.

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pertenecen los restos de estructuras y materiales recuperados en las excavaciones dirigidas por J. F. Casabona durante 20082009 en el entorno del claustro de la Catedral de Jaca, ampliando notablemente la extensión de los hallazgos relativos a esta época.

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Figura 27: Parte de las monedas tardorromanas localizadas en la excavación de la C/Correos. Todas ellas son fechadas a mediados del siglo IV d C.

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Un periodo de cambios: El establecimiento jacetano entre los siglos VI al VIII

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Sin ninguna duda, son las excavaciones arqueológicas en la Plaza de San Pedro de Jaca las que han aportado los datos más novedosos sobre esta época para el Alto Aragón. Por primera vez en Jaca se ha constatado mediante una excavación arqueológica la veracidad de algunas fuentes medievales, de las cuales Canellas dio a conocer en 1970 la cita que incluye el monasterio de San Pedro de Jaca entre los monasterios de tradición visigótica. Las estructuras localizadas bajo la iglesia prerrománica de San Pedro, asociadas a varias inhumaciones, constituyen escasos pero indudables indicios de la existencia de un hábitat, no muy lejano a este punto, que inhumó a sus difuntos en este lugar durante un periodo de algo más de tres siglos. De la casi decena de tumbas excavadas, se ha podido realizar un estudio exhaustivo que nos ha permitido elaborar una tipología de las tumbas, así como un breve análisis de su ritual, y lo que es más importante, datar cuatro de las inhumaciones mediante su fechación radiocarbónica. Es evidente que en los enterramientos analizados nos encontramos ante una sociedad que manifiesta notables diferencias sociales, tanto en las estructuras funerarias (desde sencillas inhumaciones en

La localización de hallazgos de tradición hispanovisigoda y su distribución en Jaca, nos permite diferenciar dos áreas bien definidas: un núcleo de posible hábitat, coincidente con el perímetro del “Castrum” citado en las fuentes medievales posteriores y que concentra sus hallazgos en los solares de los Escolapios y del Hospital Viejo, y otro núcleo de función religiosa y cementerial en el área de la Plaza de San Pedro y entorno del claustro de la catedral, en la zona de la Porteta y antiguo refectorio.

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Junto a los hallazgos mencionados en la necrópolis de la Plaza de San Pedro de Jaca, contamos con otras evidencias materiales aparecidas en la excavación como son un exiguo lote de fragmentos cerámicos, alguno de ellos con la superficie peinada y un pequeño número de vidrios, todos ellos localizados en contextos pertenecientes a los siglos VI-VIII.

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fosa simple hasta elaboradas tumbas en caja de losas), como en los elementos de vestimenta personal que portaban algunos de los inhumados. En este sentido hemos identificado algunos materiales asociados al estamento militar hispanovisigodo, como los broches de cinturón o un fragmento de lanza, mientras que otros ajuares parecen corresponder a un personaje que representa la tradición hispanorromana y que muy bien pudo pertenecer a la aristocracia o a la élite de Iacca.

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Aunque parezca extraño los elementos de la cultura material de estos siglos, aquellos recipientes utilizados en la vida cotidiana, han sido mal estudiados hasta hace escasas fechas. Todavía hoy estamos en proceso de caracterización de esta cultura material, en especial en el Alto Aragón. Por ello unos pocos fragmentos significan un importante dato que ayuda a conocer mejor estos “siglos oscuros” dentro de la arqueología aragonesa. De ahí el interés por identificar las producciones cerámicas de tradición hispanovisigoda, en especial de los fragmentos localizados en el antiguo Hospital de Jaca, en el extremo norte del “Castrum” de las fuentes medievales. Dichos materiales proceden de los sondeos realizados en 2009 y se trata de fragmentos de recipientes cerámicos realizados a torneta o torno lento, con acabados alisados o rugosos y coloraciones grises. Las formas son globulares con borde vuelto o recto. Estos materiales pueden situarse en un arco cronológico entre los siglos VI y VIII/IX d. C. Además de las cerámicas del solar del Antiguo Hospital de Jaca, existen otros restos similares, como los escasos fragmentos procedentes de la plaza de san Pedro, o como las cerámicas grises descubiertas en el entorno del claustro de la catedral en la zona de “la Porteta”, junto a cerámicas norteafricanas y Sigillata Hispánica Tardía,

A pesar de las cada vez más contundentes pruebas arqueológicas de la presencia de población tardoantigua en Jaca, resulta un tanto extraño encontrar un vacío absoluto en las fuentes tardías sobre esta ciudad durante el periodo que va del siglo IV al VIII. Esta ausencia de información histórica ha llevado a muchos autores a considerar el abandono de Jaca durante este periodo, a pesar de que ahora la arqueología dice lo contrario. La no existencia de sede episcopal en Jaca no excluye la importancia para esta población de la presencia de un posible monasteriolo en la zona de la Plaza de San Pedro vinculado a una necrópolis. Este conjunto religioso y funerario se relaciona a su vez con el asentamiento de

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Dentro de este conjunto de materiales cerámicos, quedan por valorar y estudiar los niveles tardoantiguos del solar de Escolapios, donde también aparecen estas cerámicas “grises” idénticas en forma, pastas y decoración a los hallazgos que acabamos de citar y que deben ponerse en relación con los materiales cerámicos de otros asentamientos altoaragoneses de clara filiación hispanovisigoda.

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todo ello posiblemente asociado a estructuras inmuebles y a restos de enterramiento en fosa simple que se fechan a partir del siglo V d. C. a tenor de los datos aportados por su excavador, J. F. Casabona.

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una población de clara tradición hispanorromana, pero también con elementos de carácter militar y procedencia visigoda, pertenecientes a un destacamento acantonado en la ciudad desde el siglo V d. C. y encargado de la defensa y control del estratégico paso pirenaico del Somport y de un territorio económica y administrativamente configurado según la tradición imperial romana. ¿EL FINAL DE UNA HISTORIA? ARQUEOLOGÍA Y EVOLUCIÓN URBANA DE JACA De las páginas precedentes podemos extraer algunas conclusiones, que a nuestro juicio, deben servir para el esclarecimiento de algunas de las incógnitas sobre el origen y posterior evolución de la ciudad de Jaca. Sin ánimo de ser reiterativos señalaremos algunos aspectos que a lo largo de las páginas precedentes han quedado al menos esbozados. Desde la primera propuesta del profesor Lacarra sobre la evolución urbana de Jaca realizada en 1951, el plano de la ciudad antigua y medieval no se ha modificado sustancialmente durante la segunda mitad del siglo XX y primeros años del nuevo milenio. Todos los historiadores que han tratado el tema, entre otros Passini en 1988, Buesa en 1982 y 2002 o Betrán en 1999 y 2005, han seguido a Lacarra y su delimitación, con un núcleo originario en el

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En lo que concierne al origen prerromano de Jaca, se confirma la ubicación y extensión de la ciudad ibérica bajo el sector suroriental del casco urbano actual. La máxima expansión del asentamiento en su etapa antigua se produjo durante el periodo romano alto imperial, expansión que se ve frenada en el último tercio del siglo III de la Era. La aparición de estructuras en el subsuelo del vial de Ramiro I con orientaciones norte sur, por un lado confirma las alineaciones documentadas

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extremo oriental del casco urbano y un desarrollo medieval desde dicho núcleo. Con posterioridad, la primera síntesis realizada desde la arqueología por J. I. Royo en 2004, ha permitido plantear un límite para la ciudad romana que equivaldría a los ya establecidos para la ciudad medieval. El extraordinario desarrollo de la arqueología urbana jacetana entre el año 2000 y el 2011, nos permite hoy plantear una realidad más ajustada a los datos estratigráficos y materiales, demostrando que la ciudad romana se aproxima a los límites de la medieval, al menos en su etapa de máxima expansión, entre los siglos I y III d. C., salvo en su extremo norte, donde los datos conocidos y contrastados no permiten prolongar la trama urbana mas allá de la calle Bellido, con un pequeño núcleo en el Noroeste dedicado como área de carácter funerario y con mucha probabilidad extramuros de la ciudad romana (Plaza de San Pedro).

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en otros solares de la ciudad (Escolapios, Campaz, vial de 7 de febrero 1883), manifestando una ordenación claramente romana, pero por otro lado indica la apertura post romana de la calle Ramiro I que corta de forma transversal la retícula urbana de ese sector del casco antiguo de Jaca. Por el contrario la posibilidad de la existencia de viales de morfología romana bajo las calles Echegaray y Zocotín manifiestan una continuidad en el uso de un espacio público no exenta de interés y que se ha constatado en otros casos aragoneses, como en Caesar Augusta. Durante los siglos IV al VIII existe un cierto declive urbano, pero también se mantiene parte de la población, posiblemente vinculada a un acantonamiento militar de tropas federadas o visigodas cuya función principal sería mantener expedito el puerto de Somport o Summo Portus. Aquilatar la verdadera importancia de este pequeño núcleo, sus restos arqueológicos o las raíces de su población sólo es realizable a partir de la ampliación de los estudios de los contextos arqueológicos seguros de este “periodo oscuro”. Una de las consecuencias directas de la continuidad del hábitat durante estos años será el mantenimiento de un área religiosa y cementerial en el entorno de la Plaza de San

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Un tema pendiente de la arqueología jacetana y al que debe prestarse más interés en el futuro, es la definición y contextualización de los restos arqueológicos relacionados con la refundación de la ciudad a partir del siglo XI. En varias de las intervenciones realizadas en Jaca se han localizado estratos medievales, de los que conocemos fragmentos cerámicos de factura muy tosca, realizados a torno, de cocción irregular que en muchas ocasiones muestran en el corte la característica pasta sándwich. Las formas que se aprecian son muy sencillas con fondos planos y bordes redondeados y una ausencia total de decoraciones. Por contexto estratigráfico, fechamos estos depósitos entre un momento posterior al siglo IX y anterior a los siglos XIV-XV. Por ahora no podemos concretar o clarificar los elementos diferenciadores de este proceso, pero su presencia en numerosos puntos de la ciudad, está relacionada con un momento de expansión de la ciudad medieval.

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Pedro, lo que permitirá la pervivencia de un edificio religioso y la posterior fundación en el siglo X de un monasterio en dicho solar, que supuso en definitiva la perpetuación de un lugar sagrado que permitirá un siglo más tarde plantear la construcción de la catedral de Jaca, manteniendo el carácter sacro de un área de la ciudad que al menos durante seis siglos mantuvo dicha función.

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En lo referente a la muralla medieval de Jaca, la arqueología ha constatado la evidente diferencia de sistemas constructivos en los tramos localizados. Es posible que estas diferencias obedezcan a ligeras variaciones cronológicas, pero también puede deberse a su origen variado, tal y como refleja el Fuero de Jaca en el que se ordena que cada uno cierre su parte “trasera como mejor pueda”. Así podemos encontrar cimentaciones de bolos ordenados, mampostería más o menos cuidada o sillar de pequeñas dimensiones. También las dos torres localizadas manifiestan ciertas diferencias constructivas: la de la plaza Biscós se muestra más tosca en su factura y posiblemente integrada en el lienzo de la muralla, mientras que la localizada en la calle Seminario es más cuidada, de pared más estrecha y adosada al lienzo de la muralla. En lo que se refiere a su trazado, hemos constatado cómo el urbanismo posterior integró o se adaptó a la obra defensiva. La línea de la muralla se plasma en el parcelario actual de diferentes formas según las zonas. Así en algunos sectores, la línea exterior de la acera coincide con el interior de la muralla (plaza Biscós), en otros la línea actual de fachada coincide con la exterior de las torres (calle Seminario), y en otros la muralla discurre por un lateral del actual vial, muy alejada de la línea de fachada (plaza Cortes de Aragón).

Es labor de todos, arqueólogos, instituciones y ciudadanos, conservar y acrecentar nuestro conocimiento sobre las ciudades históricas aragonesas y en este caso sobre Jaca, la pequeña ciudad que nació en el centro de los Pirineos hace ya más de dos mil años para convertirse, por derecho propio, en la primera capital del primitivo reino de Aragón.

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Somos conscientes que las páginas que amablemente han suscitado el interés del lector, habrán sembrado de dudas y preguntas a las mentes inquietas y curiosas y muchos jacetanos pensarán incluso que los resultados de tantas y tantas intervenciones arqueológicas a lo largo de estos últimos veinticinco años, han arrojado un pobre resultado, pero lo cierto es que gran parte del conocimiento del origen y desarrollo de la ciudad de Jaca todavía se encuentra en el subsuelo de esta histórica ciudad, aunque otra parte importante, depositada en los museos, sigue necesitada de una investigación sería y exhaustiva.

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Se ha abierto una interesante zona de investigación en el sector E del recinto amurallado. El hallazgo de parte de un muro exterior al actual trazado puede interpretarse bien como restos de una barbacana que protegía una zona vulnerable, bien como restos de un primitivo trazado alto medieval posteriormente modificado.

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23 de abril de 2012

DÍA DEL LIBRO DÍA DE ARAGÓN

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Impreso en los talleres de El Pirineo Aragonés, cuarta generación de Imprenta Quintilla.

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