La apropiación del pasado.

July 26, 2017 | Autor: J. Cortadella Morral | Categoría: History of Historiography
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Descripción

discussioni Federico Finchelstein Fascismo y peronismo Una lectura de Gino Germani

STORIOGRAFIA rivista annuale di storia . anno VI1

171

Carlo Scognamiglio 11 nazismo secondo i marxisti Dimitrov, Trotsky, Lukacs

Arauco Chihuailaf Ruggiero Romano, un hombre consecuente 203

Carlos A. Aguirre Rojas

"11 formaggio e i vermi" Un modello di storia critica per l'analisi delle culture subalterne 205

Jurandir Malerba Some remarks on the almost Western Brazilian historiography 227

diretta da

Massimo Mastrogregon

ESTRATTO

ISTITUTI EDITORIAL1 E POLIGRAFICI INTERNAZIONALI PISA

ROMA

sommario

studi

Frayob Hartog Ordres du temps, régimes d'historicité 9

La apropiación del pasado Leyendas y crítica histórica en la tradición historiográfica espaíiola*

Istvan Rev Underground stories, i Nazi and Communist horrors at the rHouse of Terror», Budapest

Jordi Cortadella

27

Massimiliano Ghiiardi Underground stories, 2 Miti e realta delle catacombe romane 71

Jordi Cortadella La apropiación del pasado Leyendas y crítica histórica en la tradición historiográfica española 101

Ilia Capiluppi Un "inviato speciale" di Mussolini in India La missione culnirale di Vittorio Macchioro (1933.1935) 117

Federico Pommier Vincelli Tra Machiavelli e Vico Croce interprete della letteratura politica della ragion di Stato 139

documenti Jacques Guesdon "Fumetti" contre "Comics" La propagande fasciste dans la Bande Dessinée 161

LA

idea de este artículo proviene de la lectura de diversos trabajos sobre la historiografia gallega, vasca y andaluza, los cuales me ayudaron a reflexionar sobre mis propios trabajos en historiografia catalana. En su conjunto, todas estas diferentes tradiciones historiográficas hispánicas muestran una serie de concordancias y diferencias que he creído conveniente resaltar y poner en relación con la historia que se ha escrito desde el centro político que, a falta de un nombre mejor, llamaré historiografia española. Para realizar mi objetivo, presento las diferentes historiografias en su diacronía, tomando el período que comprende desde el siglo xv hasta el xrx, con algunas referencias a la Edad Media cuando ello me parece necesario. El siglo xv ve la unión de las coronas castellana y catalano-aragonesa, el establecimiento de una sola Corte y la paulatina promoción de la historiografia de la corona castellana a la categoría historiografia española dejando a las otras tradiciones historiográficas, en cierta medida, en la marginalidad. Además, se asiste al triunfo del humanismo a nivel europeo con la renovación del interés por las raíces, los orígenes, de cada comunidad frente a la historia antigua clásica. En el otro extremo, el siglo xrx ve la creación del Estado moderno, que genera una historiografia positivista al mismo tiempo que patriótica y esencialista, mas centralizadora y excluyente que la anterior. Frente a ella, las otras historio* Una primera versión de este articulo h e presentado en forma de comunicación al irr Congreso Peninsular de Historia Antigua (Vitoria ,994) bajo el titulo: Pasado mittco y parado hktónco nr divmns nad¡~ none~hütoriogrdjcas erpniiolas (pre-actas pp. 315-321,actas inéditas). Debo a Antonio Balboa (Univ. de Santiago) las referencias bibliográficas básica y la problemática de la historiografia gallega: a Femando WulK Gonzalo CNZ (Univ. de Málaga) y Albeno Prieta (Univ. Autdnoma de Barcelona) lo referente a la historiografia andaluza; y a Antonio Duplá y Amalia Embomjo (Univ. del País Vasco) la introducción a la historiogafia vasca. Agradezco a Claudio A. Rubina la atenta lectura y corrección del texto.

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grafias o abandonan la liza para refugiarse en lo legendario o tienden a generar su propia historiografia positivista y exclusivista. 1.

LA I M P O R T A N C I A

DE U N O S B U E N O S O R ~ G E N E S

A medida que Castilla se va imponiendo políticamente, la historiografia castellana intenta monopolizar la representación de España.' En el siglo XIII Rodrigo Jiménez de Rada y Alfonso x dotan a Castilla de una historia propia basada en la apropiación de la historia visigoda (el goticismo).' Pero es esencialmente en el siglo xv cuando CastiIla genera una historiografia en consonancia con su política expansionista y hegemónica. Quedan como testimonio las obras de Pablo de Santa María, Alfonso Garcia de Santa María y Rodrigo Sánchez de Arévalo con su renovada visión de los visigodos (los godos como fundadores de la monarquía española y de la unidad política y religiosa). La historiogafia humanística oficial no modifica en lo substancial las propuestas anteriores, a pesar de a la renovada valoración de la época romana en la obra de 1. Sobre la historiografia española en general. hasta el siglo xviir, son aun imprescindibles las obras ALONSO. Htstona de la H i s t o n o ~ a j aEspañoh. Madtid, csic. 1944-50 (3 volr.); del mismo. de B. SÁNCHEZ Furntcs para la Histona Erpoñola e hirpanoamoicana. Madtid. csic. ,952 (ja ed.). Para una visión de conjunto de la hisrotiografia altomedieval española y el ongen del concepto de "reconquista" véase M. C. D í a u D ~ A zLa , histonoyoíia htspana desde la invasión árabe hiisto el ano iooo, e n "Settimane di Studio del Centro Int. di studi su1 Alto Medioevo", xvii, Spolctu. ,970. pp. 3,)-343 (discusiones pp. 353~55).En cuanro a la baja edad media y los husrnas. s i y r n siendo Útil el trabajo de G. CIROT.Les hütolresg&&aier d'Espague cntre Alphonre Xet Philippe o (1284-1556).Burdeos-Patis, ,905; pero hay que completarlo con los articulos de R. B. TATE,Ensayos sobre la histonografui peninsular del siglo rv, Madrid, Gredos. 1970; asi como la HUtonadores de los siglos xiiy xvn. Madrid. 1964. Para la histotiografia bajo los Borobra de S. GIL,I GAYA, bunes, véase especialmenteJ. CAVEDA, Sobre el desanollo de lor ertudios ht~t6ncosm Espana dridr el rPrnndo de Felipe V huta el de Fmando w, Madrid, ,985. Para la historiografia del xix. existen a l y n o s estudios de conjunto de los dos primeros tercios de siglo. entre otros las obras de M. MORENO ALONSO, HiStonogfaJ2 romántica española: introducción al estudio de la histona en el siglo xix, Sevilla. ,979; y de P. CIRUJANO, T. ELORRIAGA, J. S. PEREZGARZON, Hütotiogmifui y n~rionnlUmoespañol (1834-1868).Madrid. csic, 1985. Pero es mejor conocida la hisrotiografia del ultimo tercio del KIX y ptimera mitad del axgracias a los excelentes , guardiana de la H ~ t o aLa . hütonoprafia académica de la Restauración, Zaragoza, trabajos de 1. P ~ i n óLos

".

gnole contonporaini: état de la question. en "Stotia della storiografia", xr, 1987. pp. u z ~ i q o En . lo que con^ cierne a la Antigüedad, véase J. ARCEy R. OLMOS.eds., Histonograpn de la aryueologh y de Lz Hirtona Antigua en Esgana (siglos xviii-xr). Madrid, Ministerio de Cultura. 199%;G. MORAy M. DÍAZ~ANDREU, eds. La mtalización del pa\ado:genesü y desanolio del marco instirunonal de la arqueologia m Erpaña. Málaga, U n i ~ versidad de Málaga-Ministerio de Educación y Ciencia~csic.1997. 2 . Desde hace unos años la producción historiagráfica del Toledano es de fácil consulta gracias a las VALVERDE, Histona Romanomm, en "Habis". x~xi,,979~80,pp. i57.82; ediciones criticas de J. FERNÁNDEL HUtona Ostrogothowm, "Habis", KV, 1984, pp. 173-184; Hütona Hugnomm, Vondalomm, Suwonim, Aknomm et Sllingomm. en "Habis". xvi. ,985. pp. 201-28; H ü t o a de Rebur Hüpontar sive HUtona Gothicn, T u r ~ nhout. Brepols. ,987 ("Corpus Ctistianorun. Conrinuatio Mediaeualis", ~ x x i i ) ,(trad. española, Histona de los hechos de Erpaña, Madtid, Alianza Editorial. 1989). Al contraria, la historia alfonsina es bien cono^ cida desde el excelente estudio de M. PIDAL. Primero Cr6nica Gcnerni o Ertona dc España q u p mando escribir Don Aifomo ti Sabio. Madnd. ,906.

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Juan Margarit (Paralipomenon Hispaniae, 1483)' y las criticas a los orígenes legenda"os de Nebrija. No obstante. el influjo del humanismo italiano se deja sentir más en la forma literaria que en los contenidos históricos. Siguiendo la idea expresada en su tiempo por E. Fueter, la historiografia humanistica española, como la alemana o la escocesa, se niega a admitir de buen grado que su historia antigua no pudiese compa~ rarse en igualdad de condiciones con la de la antigua Roma. Si no se iba más allá de los hechos aportados por las fuentes clásicas el resultado era decepcionante: tan solo un amasijo de acontecimientos míticos y referencias geográficas. Se pretendía poder contraponer la historiografia italiana a un estado civil nacional propio. Pero en definitiva, el humanismo en España, como en otros paises, ve el triunfo de la retórica de Lucio Marineo Siculo (De rebus Hispaniae memorabilibus, 1530) sobre la crítica textual de Lorenzo Valla. En este contexto se entiende la buena acogida en España de los reyes miticos creados por Annio de Viterbo y la continuación de la antigua leyenda según la cual el primer poblador de España es TúbaL4Aqui empieza la saga de los Florián de Ocampo (Crónica general de España, 1543.53). Ambrosio de Morales (Crónica general de España, 1574-86)y Pedro de Medina (Libro de las Grandezas y cosas memorables de España, 1543). que culminan en la famosa obra del padre Mariana (Histonae de rebus Hispaniae libn xxv, 1592-95),reeditada y continuada hasta bien entrado el siglo xix5 En opinión de Fernando Wulff, a diferencia de las visiones de sintesis de otras historiografias europeas (sajones-normandos en Inglaterra, galos-francos en Francia), la oposición entre hispano-romanos y visigodos frente a musulmanes, fue más dificil de salvar para la historiografia española. De ahi que se resaltase la pervivencia y continuidad de lo hispano, de la "pureza de sangre" hispánica, en oposición a lo musulmán. Sena interesante tratar más a fondo esta cuestión, especialmente para el siglo xvr en el que, a nivel europeo, seasiste al descubrimiento de las raíces prerromanas de cada país.6 3. Juan Margatit (el Cenindense) en su Paralipomenon Hirpaniae (1483. impreso en ,545) ponía de relieve la unidad peninsular en tiempos de Augusto justamente en el mornenro que Isabel y Fernando ha^ bian unido lar coronas. Véase R. B. T ~ ~ s , ] o aMargant n i Pnu, cardenal t birbr de Girona. Barcelona, Cutial, 1976. 4. Véase en general los capítulos correspondientes de E. FUETER.Htitonn de h hirtonografia m o d m , Buenos Aires, ,953. La leyenda según la cual TÚbal h e el pnrner poblador de España se remonta. por lo que parece. a Jerónimo. Fue retornada por Isidoro de Sevilla y continuada durante la Edad Media tanto por la historiografia castellana oficial como por lar comunidades judias hispánicas que veían en Túbal su padre fundador y, por tanto. un medio de escapar a la acuractón de deicidio. Sobre Túbal y el rubalisrno véase M. R. LID*DE MALKIEL, Túbnl, pnmnpoblndordeEspaña. en "Abaco". M, ,970. pp. 11-48 Para una b i ~ bliografia de los estudias sobre Annio véase G. BAFFIONI y P. MATTIANCEL~ e d s . Annio da Vitrrbo. do su^ menti r ncerche. Roma, 1 9 8 ~p.. q.nota 1. En cuanto a l a relación entre el tubalismo y los reyes miticos creados por Annio. véase]. CAROBAROJA, "El falso Beroro". en Lasfaklficariones de la Hütonn (en relaci6n con la de España), Barcelona, Seix Barral. ,992, pp. 49~78. 5. C. Cinor. Mariann Hirtotim. Burdeas, 1905. 6. Para algunos casos de recuperación del pasado prerrornano en diversos paises véase: C ~ C Du. sois. Celter et gauloü au xiiesikle. Led&~lopponnitlitteraired'un mytenarionole. Parir. Libraitie Philosophique J. Vtin. ,972; S. Piccor. Annent Btitomnnd thr Antiquanan Inmginatton. ldeufrorn theRennirranc~to the Regency, Londres. Thames and Hudson, i98y;J. RinÉ. LYmagedugmain dans lapmseeet la littkature allemandedela redécouvertede Taciteri lafindunile~ii~l~(contnbutton d l'éh86),Barcelona, ,988~90. 25. AA. VV.. Joonimo Zurita, su +oca y su escuela, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1986.

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La historiografia liberal española incorpora la noción de pueblo y el concepto de progreso como meta de la historia. Pese a que no son las primeras en su género, tienen mucha trascendencia las historias del francés C. Romey (1839), de A. Alcalá Galiano (1x44)y de E. Chao (1848-5i),pero es la obra de Modesto Lafuente (Historia Generale de España, 1850-59)la llamada a convertirse en el prototipo de la historia que todo español debe conocer. El sujeto de su historia no es ya la monarquia sino la Nación. Estructura la obra en base a dos parámetros: el origen y evolución de la Nación española y los factores que aceleraran o retrasan el proceso unificador. A los tres momentos claves de la historia de España (monarquia goda, Reyes Católicos, Guerra de la Independencia) se une el concepto de "carácter español" que se remonta a los tiempos primitivos y que los invasores no modifican porque unos son asimilados (romanos, godos) y otros expulsados (cartagineses, árabes). En este sentido, los romanos habrían aportado la unidad cultural. Los visigodos la unidad religiosa y la soberanía nacional. Esta visión de la historia de España y el lugar ocupado por la historia antigua es el dominante, pese a los intentos de fueristas y federalistas por presentar otras alternativas historiográficas. La respuesta a Lafuente por parte del fuerismo tradicionalista proviene del catalán 26. Véase mi articulo Histona Antigua y reconstmcción histonogrdjcn en Lz Cataluña del siglo xviii, en "Rivista di Storia della Storiagrafia Moderna", xv-1-2, 1994,pp. 95~126.

Jordi Cortadella

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Victor Gebhardt (Hütoria general de España y de sicr Indias, vol. i 1861), defensor de la monarquía foral (carlista) frente al Estado centralista. La réplica federalista a Lafuente surge de Fernando Patxot (Anales de España, desde sus oriyenes hasta el tiempo presente, 1957.59) el cual hace el paralelismo entre el "espíritu tribal ibérico y el ideal federalista contemporáneo. Según Patxot, la unidad española (entendida como Estado federal) proviene de la primitiva Iberia, donde se encontra latente el sentimiento nacional. En cambio, Roma y los godos son épocas de cautividadpara España. La "reconquista" representa así un retorno a la verdadera Península Ibérica, no un proceso en la recuperación de la vieja unidad. Estamos, por tanto, ante un nuevo concepto de Nación y de su construcción y constitución, diferente al centralismo jacobino. Frente al nuevo Estado burgués, las otras historiografias hispánicas reaccionan de diferente manera. Como la historiografia española, también ellas han salido malparadas de la critica del xv~iiy el esfuerzo por construir un nuevo pasado sin los mitos y leyendas de antaño no es trabajo fácil ante las nuevas exigencias de rigor critico. En opinión de J. Juaristi, en el Pais Vasco la aparición en el siglo XIX de la literatura histórico-legendaria es una consecuencia en buena parte de la crisis del discurso histórico tradicional." Este tipo de literatura decimonónica, surgida en tiempos de Isabe11 ti, asume las funciones de legitimación ideológica del régimen floral ante el desprestigio y las severas criticas suiiidas por la historia apologética del Antiguo Régimen. Su primer representante es el vascofrancés Joseph Augustin Cbaho con su leyenda Aitor (1843) de inspiración ossiánica (Aitor encarna para Chaho al nejo patriarca mítico de los vascos). En el caso de Francisco Navarro Viiloslada (Amaya o los vascos en el siglo vrrr, 1879),es una figura femenina, Amaya, la que personifica la alianza entre godos y vascos para enfrentarse unidos a la invasión árabe, inicio por tanto de la "reconquista" y base de la Nación española. Otro ejemplo es la obra de Juan Venacio de Araquistain, Tradiciones Vasco-Cántabras (1866) que contiene la leyenda patriótica Los Cantabros. A partir de la Restauración y la abolición de los fueros (1876) hasta la fundación del PNV (1893), la literatura histórica fueñsta, con sus ideas sobre el vascocantabrismo y el vascoiberismo, no es más que una continuación de la historiografia del Antiguo Régimen con la diferencia de que aparecie por primera vez un fuerte interés por defmir el "hecho diferencial" vasco en términos estrictamente biológicos, con autores como Nicasio Landa (Visiones en la nieb1a:perreros enskaldunes, 1878)y Vicente de Arana (Los últimos iberos. Leyendas de Eicrkaria, 1882). El movimiento fuensta reclama la reinstauración de los fueros sin poner en cuestión la unidad de España, sino todo lo contrario: el Pais Vasco se levanta como el ideal de la España conservadora. Aunque el movimiento fuerista defende la idea de una primitiva independencia del pueblo vasco, considera que la unión con la Corona castellana se ha realizado por un pacto libre entre iguales. Por el contrario, el objetivo del Sabino Arana Gori es la creación de un Estado vasco independiente. Sabino Arana toma del movimiento fuerista las nociones de particularidad étnica,

independencia ancestral, resistencia constante a la asimilación y pacto con la Corona castellana, excluyendo de ellas todo aquello que pudiesen unir a los vascos con los demás pueblos de España. Por tanto, no es de extrañar que rechace completamente el vascoiberismo. Pese a que el fuerismo toma el camino de la literatura histórica para evitar el rigor crítico, convendria estudiar más a fondo los historiadores vascos del xrx, entre los que hay figuras importantes como Nicolás Soraluce (Historia General de Guipiizcoa, 1870; Los iberos, ó sean euskeros, y el euskero, 1879), Labayru (Historia del Señorio de Vizcaya) e Isaac López Mendizabal (Cantabria y la perra cantabrica como medio de averiguar el estado en que se encontraban las actuales provincias Bascongadas en tiempos de Augusto, 1899). La historiografia gallega del xix supera el carácter apologético de la histoñografia anterior para situarse en una corriente reivindicativa con posibilidades de ser utiiizada como instrumento poli tic^.'^ José R. Barreiro ha demostrado que el celtismo substituye por lo general al tema de los primeros pobladores de Galicia." El mito celta, de origen francés, es introducido en España por Francisco Masdeu, para el cual los primeros habitantes de España son las tribus de Túbal (los celtas) y Tarsis (los iberos). No obstante, pese a las críticas del xviri, durante el siglo xrx sigue perdurando la idea del supuesto origen griego de muchas ciudades gallegas. Para el liberal José Verea y Aguilar (Hktoria de Galicia, 1838), el celtismo tiene una función apologética: los celtas, procedentes de la mitica Atlántida, habrían formado el substrato de la población gallega sobre el cual se implanta la colonización fenicia, cartaginesa y griega. Es a partir de Verea que la conquista romana de Galicia es vista como la destrucción de una civilización más depurada y que se exalta el tema de la heroica resistencia galaica en el monte Medulio. En la obra de Leopoldo Martin Paadin (Historia política, religiosa y descriptiva de Galicia, vol. I 1849), el celtismo es solamente una realidad histórica sin carga ideológica. Para él, los celtas llegan a Galicia por mar, desde Asia o desde Europa (o procedían de

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27. Sobre la historiografia vasca del xir véase J. Jumisrr, El hnnje deAitor. La invención de la tradición vasca, Madrid, Taums. 1987;J. M. SÁNCHEZ-PRIETO, El imaginario vasco. Representaciones de una conciencia hi,993. stórica, nacional y polirica en d escenario europeo, 1833-1876,Barcelona, EIVNSA,

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28. Para la historiografia gallega de los siglos xix y x ~ véase , A. Maro DOMINGUEZ, "La historiogafia gallega del siglo rix y primer tercio delxx", "La historiografia gallega del primer tercio del s. xx" y ''La histotiografia gallega desde 1936 hasta nuestros días", e n la voz Histonografia de la GrnnEnciclopedia Gallega xvri, Santiago ,974; X. R. BARREIRO FERNÁNDEZ, A historia da Historia. Aproximación a unha hirtoriogrnfúi galegd: de Murguia a Risco, en J. G. BEUMENDIed.. Galicin e a Hütoriogrnfia, ("Semata", 5). Santiago de Compostela, 1993, pp.183-zog. Sobre celtismo en Galicia véase R. MÁiz, Opensamentogolittco deMurguia, Vigo, Ediciones Xerais de Galicia, 1999.; A. MATODOMINGUEZ, Hi~toriografiny ~ c i o n a l i ~ m La o . conrtmcción histórica de Galicia por los historiadores gallegos del siglo xix y primer tercio del xx, Santiago de Compostela, 1981 (tesis de licenciatura); D. V ~ ~ r rTORREIRO, rs El Celti~moen la htstoriografíogallega, Santiago 1987 (tesis de licenciatura); E. PEMÁNPÉREZ,El ~ontdctoindigma y romano a través de la hütoriografin gallega (1700-1936). Santiago de Compostela, 1986 (tesis de licenciatura). y J. EHRARD eds., Nos ancetres les gnuloü? Actes du colloque 29. Para el celtismo en Francia P. VIALLANEIX Intmational de Clemont-Fmand, Clemont-Ferrand. 1982: completado para el xix con la bihliografia del articulo de E. yJ. GRAN-AYMERICH, Visionis de la Gaule independante nu xaesi8cle. Mythe historiqui et réalité nrchéologique, en "Caesarodunum", rxiii, 1988. pp. i o s ~ i i 9Para . el caso bretón en particular véase B. TANcuy, Aworiginei du nationaltsme breton, Paris, 1977;del mismo. De Ingallomnnieau nattonalisme breton, en P. VIALLANEIX y J . EHRARD e&., op. cit.. pp. 187~193:J. Y. G u r o ~ n nQuand , les bretonistes ripudiirmt la Gaule (1840-18~4), en: P. VLALLANEIX yJ. EHRARD e&., op. cit., pp. 195~201.Sobre celtismo en el Pais de Galesvéase P. M a n c ~ NFromadeath , to a v i v : laca~adelpnssntgal.lesenelp~oderomdntic, enE.J. H o s s s ~ w y T~. R ~ N ~ csn eds., LYnvent de la tradind, Vic, Eumo, ,988, pp. 51~99.

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la mítica Atlántida). Sin embargo, sigue dando importancia a la colonización griega. Más adelante, para los representantes del Rexurdimento, el celtismo adquiere una clara funcionalidad política dentro del discurso galleguista. Aunque menos clara en Benito Vicetto (Historia de Galicia, tomo i., 1865, tomo ti., 1866) para el cual los celtas acaban hsionándose con los colonizadores griegos posteriores, triunfa con Manuel Murguía (Historia de Galicia, tomo 1,1866) para el cual los elementos constitutivos de la nacionalidad gallega son la historia, la raza, la lengua, el carácter y la conciencia de la propia singularidad. Es significativo que Murguia no piensa que estos tengan una gran importancia etnológica, a pesar de creer en la existencia de viajes comerciales griegos, al igual que en la presencia de fenicios y cartagineses. Hay que resaltar la conexión entre celtismo y racismo en las obras de Murguia, Vicetto y Fernando Fulgosio (Crónica de la Provincia de la Coruña, 1865).A parte de este momento, los griegos van desapareciendo de la historiografia gallega para dejar su lugar a los celtas como base de la cultura y del componente étnico. A través de la Real Academia Galega (la Cova Céltica para sus detractores), las ideas de Murguia sobre el celtismo se convirten en dogma político del nacionalismo gallego. A partir de él, el substrato céltico es base de la nacionalidad y de una supuesta cultura gallega que habría permanecido inalterada a través de los siglos. Si a nivel español se sigue reeditando y prolongando la obra de Mariana hasta el siglo XIX,en Cataluña se reedita la historia de Pujades donde se recogen todas las leyendas y tradiciones apócrifas que constituyen buena parte de la historiografia del Antiguo Régimen." La obra de Próspero de Bofarull (Los condes de Barcelona vindicados, 1836) es una puesta al día crítica de las Gesta Comitum. Bofamii empieza su relato con Vilfredo el Belloso, ya que todo lo anterior pertenece, para él, a la historia antigua general de la p e ~ n s u l aLeyes, . usos y costumbres, idioma, indumentaria y el "ser materiai' de Cataluña derivarían de la lucha contra los árabes. Relaciona, por tanto, la formación de Cataluña con la creación de instituciones soberanas y defiende estas instituciones (lo antiguos fueros y libertades) frente a la unificación civil del nuevo Estado burgués. La reivindicación de los pueblos preromanos tiene uno de sus primeros representantes en José A. Llobet i Vall.llosera (De los pueblos que han invadido, conquistado o dominado Cataluña, 1847), seguidor del vascoiberismo. Los iberos (vascos actuales) son para Llobet la población autóctona de toda la península. Las invasiones posteriores modificarían y matizarían la homogeneidad primitiva de tal manera que la clase a@cola catalana pertenecería a la raza celtibérica y habría permanecido al margen de romanos, godos y francos.

La obra de Victor Balaguer (Hutoria de Cataluña y de la Corona de Aragón, 1860), primer historiador general de Cataluña del XIX, responde al mismo modelo federalista de Patxot. La historia de Cataluña, para Balaguer, empieza con los primeros condes soberanos. Lo anterior pertenece a la historia universal (no a la historia de España). No obstante, ya las tribus ibéricas habrían manifestado su espíritu de independencia frente a cartagineses y romanos y la "reconquista" habría supuesto la reconstitución de las nacionalidades preromanas que Roma no consigue ahogar. Por el contrario, Antonio Bofamil (Historia crítica - civil y eclesiástica -de Cataluña, 1876-78),liberal moderado partidario de la monarquía constitucional de Isabel1 11, escribe su historia como reacción erudita a Balaguer. Encerrado en la estricta emdición, todo aquello que no se reflejaba en los documentos son para él calumnias y mentiras. No obstante, A. Bofamii también considera que Cataluña nacie en la Edad Media, pero a diferencia de los anteriores ve en los romanos a los introductores del espiritu nacional entre unos indígenas bárbaros e incivilizados. La invasión árabe, más que el renacimiento de las antiguas libertades, es para A. Bofarull la definitiva desaparición de las diferencias entre los pueblos indígenas. Ante los árabes, todos son "hombres de España" unidos contra el invasor común. El componente étnico del nacionalismo se manifiesta en Cataluña, como en el País Vasco y en Galicia, a partir del último tercio del siglo. En su desarrollo tienen que ver seguramente los avances en biología y las polémicas entre franceses y alemanes entorno a la supremacía racial de celtas o germanos." En Cataluña, Salvador Sanóere i Miquel (Orígens ifonts de la nació catalana, 1878) cree en la existencia de una raza primitiva peninsular (antecedentes de los vascos actuales) que se habría mezclado con los diferentes invasores de la península formando las etnias de las diversas nacionalidades, entre ellas la catalana (mezcla de indígenas y semitas). Por su parte, Joan Maluquer i Viladot (Aborígenes catalanes, 1880) considera que los primeros habitantes de Cataluña son de raza aria y, por tanto, hablan el sánscrito. En cuanto a José Pella i Forgas (Historia del Ampurdan, 1883), basa el origen de la nación catalana en la llegada de los fenicios, que habrían formado la confederación ibérica (del Ebro al Ródano). Para él, desde que los romanos acaban con la autonomía del pueblo catalán y crean una centralización uniformista. La historia política de Cataluña habría sido, por tanto, una continua repetición de lucha contra el centralismo. En definitiva, es la continuidad del fondo étnico el que contribuye a la permanencia del carácter nacional y de la unidad territorial catalana. E. Serra destaca acertadamente que mientras P. Bofamll, V. Balaguer y A. Bofamii reclaman la parte que corresponde a Cataluña dentro de la historia de España, Antonio Aulkstia i Pijoan (Historia de Catalunya, 1887) crea para la historia catalana un espacio de actuación propio y particular. Aulestia cree, como Sanóere y Pella, en un sustrato común a toda la península parecido al vasco actual sobre el que actuan diferentes influencias exteriores provocando su diversificación. Segiin Auléstia, en Cataluña, sobre el sustrato indígena, se deja sentir un cúmulo de influencias asiáticas, a diferencia del resto peninsular donde predominó el elemento celta. Griegos y romanos

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30. Para una rápida visión de conjunto de la historiografia catalana de este periodo véase E. SERM, Una ngriwtmadó a la hirtoriograjia cataiann: el noshe segle, en "Revista de Catalunya" (n. et.), xvii, 1989, pp. 44~55.Sobre la historiografia catalana en su conjunto, me remito a la reciente obra de síntesis dirigida por A. Simon., Diccionari d'historiograjia cataiana, Barcelona, Enciclopedia Catalana, 2003. con abundante b i ~ bliografia. En lo que atahe a la arqueologia, véase un estado de la cuestión enJ. C~RTADELLA, Historia de l'arquiologia a Catalunya, avui, en L'A~queologina Cntnlunya durnnt la República i d/rnnquisme (iyii~iy7j). Mataró. Museo de Mataró, 2003.

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31. Para el tema del racismo sigo en particular el libro de L. P o ~ i a ~ oLe v ,mythe oryen. Essai sur les sour ces du racüme rt des nationalLcrnrs, Bruselas, Complexe, 1987.

Jordi Cortadella matizan el substrato étnico sin alterar su carácter. El contacto con la civilización romana produce una amalgama entre el espíritu de la tierra y las nuevas ideas y costumbres que fortalecen a los catalanes. La lucha contra los árabes da al pueblo catalán una misma lengua, religión, arte e ideal político. El padre del nacionalismo catalán, Prat de la Riba también es autor de una síntesis historica (Compmdi de la historia de Catalunya, 1898) en la amplia a todos los Países Catalanes (los territorios de habla catalana) los conceptos de raza-caracter-territorio postulados por Auléstia, en la antigüedad, y que las invasiones posteriores habrían desmembrado pero que la comunión lingüística rememoraría. Ya en el siglo xx, los avances en arqueología llevan a P. Bosch Gimera (Etnologia de la Península Iberica, 1932; Espanya, 1937) a reformular la vieja idea federalista a través de una nueva interpretación de la historia de la península basada en su diversidad étnica.'" En Andalucía la obra de Joaquín Guichot (Historia General de Andalucía, 1869) sigue en muchos aspectos el concepto de historia de Lafuente, defendiendo la idea de que Andalucia, a lo largo de toda su historia, ha contribuido al avance general de España. El planteamiento cambia radicalmente con Blas Infante (Ideal Andaluz, 1916). Para el fundador del nacionalismo andaluz, las etapas de la historia de Andalucía son: Tartessos como primer estado andaluz, la influencia griega (y ya no la fenicia), la participación de andaluces en el Imperio romano, y finalmente la conquista musulmana, que abre una nueva fase de esplendor malograda por la conquista castellana. 114

En el siglo XIX,la permanencia de leyendas históricas favorables a los particularismos puede responder a la incapacidad de estos para construir historias capaces de competir con el modelo de historia de España creado por M. Lafuente. Esto parece claro en el caso del País Vasco, pero en Cataluña se dia una evolución paralela entre la literatura histórica y la recuperación historiográfica con sesgos positivistas. Importantes literatos como Ángel Guimeri, Jacinto Verdaguer y tantos otros surgidos de la Renaixenra, comprenden la utilidad de la literatura para hacer llegar la historia al pueblo. La novela histórica, la poesía, el teatro acercan la historia al pueblo del mismo modo que los estudios sobre el folklore sirven para crear la imagen de una tradición inmemorial. Sería interesante ver la interrelación entre literatura e historiografia en otros lugares como Galicia. A lo largo del articulo defiendo la idea que la historia de la historiografia española no se puede hacer únicamente desde la posición del nacionalismo español. Tampoco se consigue nada invirtiendo los términos e intentando construir una historia de la historiografia catalana, vasca o gallega sin tener en cuenta la historiografia dominante contra la que, en cierta medida, actúan todas las demás. Hemos visto que, a grandes rasgos, en el Antiguo Régimen las diversas historiografias peninsulares enar~ bolan su "pureza de sangre", sus méritos para con el Rey o la Iglesia. En definitiva, rei32. Véase mi prólogo Hiitona dr un libro queserosteniaporsi mismo: l a E t n o l o g r a d e ! ~Peninrula Ibenca de Pere Borch Gimpera, en P. B o s c ~ GIMPERA, Etnologlll de L? Peni~uL? Ibenca, Parnpiona, Urgoiti, 2003 (1' ed. Barcelona, ,932). PP. Y"-CCXLIV.

La apropiación del pasado

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vindican su inclusión, su participación, en la historia de España. A partir del siglo xrx, se asiste a un fenómeno contrario. Ante la historiografia del nuevo Estado burgués, surgen respuestas que tienden a la exclusión, a la acentuación de las diferencias con respecto a la historia oficial del Estado. No descubro nada nuevo diciendo que cada modelo de Estado genera su propia historiografia. También cada tipo de nacionalismo produce su historiografia específica. Soy consciente que han quedado por tratar otras historiografias de no menor importancia como la aragonesa la valenciana, la extremeña, la cántabra o la mallorquina. Es mi deseo que futuros estudios comparativos permitan matizar los presentes resultados y avanzar en el conocimiento de las diferentes tradiciones historiográficas.

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