La antropología en Sonora: historia y perspectivas. 2001

May 24, 2017 | Autor: J. Moctezuma Zama... | Categoría: Etnografía, Noroeste De Mexico, Antropología en México, Grupos indígenas México
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Descripción

~a antropología en Sonora: historia y perspectivas, por José Luis Moctezuma Zamarrón 261 Sonora al llegar el Siglo XIX. Las discusiones que no terminan, por Juan José Gracida Romo 281 El fin del milenio. Identidad y persistencia étnica en la frontera, los oodham, por Alejandro Aguilar Zeleny 291 Conca ac, gigantes del desierto, por Imuris Valle Padilla y Yury Ortiz Estivill ,...................................... 321 F

Las mujeres warihó: un estudio del género y violencia, por Claudia Jean Harris Clare 345

E

El cañón de Guaymas, Sonora. Recuperación de un fragmento de la historia sonorense, por Emiliano Gallaga M... .. . . . . . . . .. . .. .. .. .. .. .. 363

J

Representaciones simbólicas sobre la tierra, los geoglifos, por Júpiter Martínez Ramírez..... .. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . .. .. . . . .. . . .. . . . . . .. . .. . .. .. . . . . . . . . . . 393

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Arqueología del Alto Valle Bavispe, Sonora, por César Armando Quijada y John E. Douglas 409

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La política electoral de Sonora: un repaso de los últimos veinte años, por Juan Poom Medina y Mirna Moreno Moreno 431 Acercamiento al estudio de los procesos sociales, por Guillermo García Zamacona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44 7 Denuncios de tierras y litigios en el distrito de Álamos, Sonora, 1754-1788, por Gustavo Lorenzana Durán 459 Estadística e historia en un intelectual sonorense de la primera mitad del siglo XIX: el caso de José Francisco Velasco, por José· Marcos Medina Bustos , 475

La antropología en Sonora: historia y perspectivas

José Luis Moctezuma Zamarrón*

• Centro INAH-Sonora.

Este trabajo pretende hacer un análisis del estado actual de la investigación antropológica en Sonora y de sus perspectivas al entrar a un nuevo milenio. Para ello nos centraremos en los estudios más representativos realizados con grupos indígenas y dejaremos de lado aquellos cuyo enfoque va encaminado a explicar otras problemáticas, como son la ganadería o la pesca, por mencionar algunas de los más estudiadas en los últimos años. El balance de la investigación nos lleva a más de 25 años atrás, para poder entender cuáles han sido los aportes al conocimiento científico de los grupos étnicos que habitan esta región, aunque es notorio el avance que se ha hecho en el último cuarto de siglo, sobre todo de estudiosos mexicanos, para acrecentar la información sobre algunos aspectos importantes de las culturas nativas. Sin embargo, la investigación en el área dista mucho de estar completa, ya que se ha privilegiado el trabajo con algunos grupos étnicos, por no decir que casi exclusivamente con el yaqui, así como cierto tipo de temas, lo que ha dejado casi en el abandono algunos problemas importantes y en particular a grupos poco estudiados. De alguna manera esto ha influido para que se tenga poco o nulo conocimiento de las características culturales y sociales de algunas sociedades indígenas, no sólo en el centro de México, sino, y por desgracia, en el mismo estado de Sonora.

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XXV Simposiode Historiay Antropologíade Sonora

Este problema gira en torno al relativo olvido que ha tenido el norte de México por parte de la antropología mexicana, como ya lo han señalado Alejandro Figueroa (1988) y Juan Luis Sariego (1999). Quienes dictan las políticas de investigación han dejado de lado el trabajo en esta región, en la medida que su interés va encaminado al estudio de los grupos que componen lo que se ha llamado el área mesoamericana. Para ellos el norte es un ente homogéneo, caracterizado por culturas con poco desarrollo tecnológico, nulo sistema de mercado, gran dispersión y sistemas productivos muy diferentes a los encontrados en el centro y sur de la república mexicana. Para marcar esa .diferenciación se han utilizado varios términos, como Aridoamérica, Oasisamérica y la Gran Chichimeca, que contrastan con los términos de el Gran Suroeste (the Great Southwest) o el Suroeste, utilizados por la antropología norteamericana. En estos últimos casos se reconoce la pertenencia a un área compartida, pero se pretende incluirla dentro de un concepto etnocéntrico, visto desde la perspectiva norteamericana, cuando el territorio y los grupos que lo componen es tan importante del lado mexicano como lo es al norte de su frontera. Al ser incluida dentro del área del Suroeste, la zona norte de México ha tenido el privilegio de ser estudiada por importantes antropólogos norteamericanos y en algunos casos también por académicos europeos. Eso ha permitido a los investigadores mexicanos un cierto diálogo con quienes entienden mejor la problemática de esta zona. Mientras la discusión con estudiosos mesoamericanistas ha sido pobre en el mejor de los casos, debido al etnocentrismo que priva entre quienes ven a la región norte como la periferia de las llamadas grandes culturas mesoamericanas y sólo tratan de ver la influencia de esa área cultural en las sociedades indígenas norteñas, para la mayoría existe un profundo desconocimiento del lejano y agreste norte. Esta situación impide un verdadero diálogo 264

La antropologíaen Sonora: hístoria y perspectivas

entre dos áreas culturales que representan parte de la diversidad cultural del México profundo. Su entendimiento mutuo permitiría una mejor comprensión de elementos en común, pero también de aquellas diferencias que marcan la realidad pluricultural de la sociedad mexicana. En cuanto a su inserción en el área del Suroeste, la región del norte de México ha contado con el interés de algunos estudiosos norteamericanos, pero en términos cuantitativos ha sido mucho menor la investigación del lado mexicano. Thomas Weaver (1992:27) sostiene que esta región ha sido una de las más estudiadas del mundo, pero hay que anotar que sólo del lado norteamericano, porque es evidente el desbalance entre lo publicado sobre grupos nativos de ese país y lo poco que se ha escrito sobre algunos grupos étnicos, como es el caso de los guarijíos, pimas bajos y seris. Es notorio también que a la hora de hacer el recuento de los países involucrados en la investigación de esta área aparecen además de la Unión Americana, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Suiza y hasta Japón, pero no menciona la participación de académicos mexicanos. Eso demuestra el poco interés que la antropología mexicana le ha dedicado a la región norte, que sin embargo ha sido contrarrestado por el aporte de algunos académicos motivados por estudiar extensivamente los grupos de la zona. Ahora bien, las necesidades de interlocución, así como las de intercambio de datos han llevado a los antropólogos que trabajan en la zona norte a mantener un diálogo con especialistas de otras disciplinas, quienes han aportado datos importantes para un mejor conocimiento de los grupos étnicos. Las contribuciones de historiadores, lingüistas, arqueólogos, geógrafos, biólogos y médicos han sido claves en la construcción de un conocimiento sumamente atomizado, pero en donde cada dato es importante para entender la dinámica de las sociedades indígenas. Las contribuciones en ambos sentidos han servido para comprender procesos ocio-culturales y de otra índole que poco o nada han sido registrados 265

XXV Simposio de Historia y Antropología de Sonora

previamente y que sólo mediante la información de diferentes disciplinas ha sido posible reconstruir o reconocer. Los análisis elaborados por diferentes investigadores dentro del volumen 12 de "La antropología en México. Panorama histórico, precisamente sobre la antropología en el norte de México, son un valioso aporte a la revisión de la investigación en el área. Dentro de ellos destaca el artículo de Alejandro Figueroa que da cuenta del estado que guardaba la etnología hacia 1986. A casi tres lustros de distancia, otras contribuciones han sido importantes por lo que en este trabajo dedicaré particular atención a aquellas investigaciones que han dado sus frutos durante este tiempo, aunque no dejaré de lado a quienes han contribuido sustancialmente en el conocimiento de la región Sonora. Cabe destacar aquí la relación que guarda esta región con otras pertenecientes a lo que se ha denominado el Suroeste, particularmente porque la mayoría de los grupos étnicos de Sonora se encuentran también ubicados en otras demarcaciones políticas de México y la Unión Americana. Tal es el caso de los mayos, que se encuentran en el sur de Sonora y norte de Sinaloa, los yaquis que ubican en el sur de Sonora, Hermosillo y el sur de Arizona (en los pueblos de Pascua y Guadalupe). Los pimas bajos y los guarijíos (o guarijós) en ambos lados de la sierra que limita Sonora de Chihuahua. Los cucapás se localizan en el noroeste de Sonora y sureste de Arizona y los kikapú que tienen sus comunidades en la sierra norte de Sonora, Coahuila, Texas, Oklahoma y Kansas. Por su parte el grupo seri es el único que habita en territorio sonorense. Así, por la cantidad de grupos indígenas, su ubicación y sus relaciones con otras áreas, la región Sonora es básica para entender el noroeste de México, con toda su diversidad y particularidades, amen de los elementos en común que tiene con otros grupos y regiones, que van desde el llamado Gran N ayar hasta los indios pueblos de Estados Unidos. 266

La antropología en Sonora: historiay perspectívas

La investigación

antropológica en Sonora

Comencemos por hacer un recuento de los trabajos más importantes hasta 1986. En ellos destacan algunos de los más notables antropólogos norteamericanos herederos de los planteamientos particularistas de Franz Boas, lo que significa un aporte sustancial a la antropología de la región. Sus publicaciones fueron escritas en inglés y desgraciadamente muchas de ellas no han sido traducidas al español y son de difícil acceso debido a que varias fueron publicadas antes de que terminara la primera mitad del siglo XX. Entre las investigaciones más importantes están las de Alfred L. Kroeber, Ralph Beals, Carl Sauer y Ruth Underhill, quienes publicaron entre 1914 y 1945, básicamente en la serie Iberoamericana de la Universidad de California. Por su trascendencia, los trabajos de Sauer (1998) fueron publicados recientemente en español, así como el de Underhill Biografía de una mujer pápago, editado primeramente en 1936 y traducido al español en 1974. Hacia finales de esa época comienza a realizar su investigación Edward Spicer. Sin lugar a duda es la figura más importante en el trabajo de síntesis que lleva a proponer al Suroeste como una área cultural. El libro Cycles of Conquest (1962) es el trabajo mejor documentado sobre esta región y a pesar de su importancia para el norte de México aún no ha sido traducido al español. Además, su extenso trabajo de campo con los yaquis le permitió escribir varios textos sobre el grupo étnico, abarcando a las comunidades de Pascua (1940), en Arizona, y Pótam (1954), en el valle del Yaqui, que culminó con su extensa obra The yaquis: A Cultural History (1980), cuya traducción al español apareció en 1994.

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La otra figura significativa para la antropología de Sonora es Ross Crumrine. Al igual que Spicer, Crumrine realiza un extensivo trabajo de campo en el valle del Mayo, particularmente en la comunidad de El Júpare. Su labor con los mayos la lleva a cabo desde principios de los 60s, hasta casi finales de los 90s. Discípulo de Spicer, Crumrine aborda el problema del ritual como elemento fundamental de la identidad. Dentro de su extensa bibliografía destacan los trabajos El ceremonial de pascua y la identidad de los mayos de Sonora (México) (1974) y The Mayo Indians o] Sonora. A people who Refuse to Die (1977), Cabe señalar que el primero sirvió como su tesis doctoral para la universidad de Arizona pero fue traducido y publicado en español dentro de la serie de Antropología Social del INI. Es notorio que hasta ese momento la antropología que se hacia en Sonora era hecha por investigadores norteamericanos, específicamente de las universidades de California y Arizona. No fue hasta los años setentas que comienza un periodo de investigación realizada también por académicos mexicanos. La creación del Centro Regional del Noroeste del INAH ha permitido el desarrollo de la antropología mexicana en la región. Al principio de manera limitada y después un poco más extensiva, sobre todo en el campo de la arqueología, muchas veces ligada al trabajo etnográfico. Poco antes, con la creación del Museo Nacional de Antropología, hay un interés por saber más sobre el norte de México. Eso permitió a Fernando Cámara (1961a, 1961b, 196lc, 1962a y 1962b) y Margarita Nolasco (1965, 1967 y 1969) realizar trabajo de campo en la región y escribir algunos guiones y artículos científicos. Los contactos entre investigadores norteamericanos y mexicanos fue patente con la realización de la reunión que dio origen a los Simposios de Historia y Antropología de Sonora. Mé refiero al evento que dio como resultado el material de Antropología del desierto, editado por Beatriz 268

La antropología en Sonora: historia y perspectivas

Braniff y Richard Felger y publicado primero dentro de la serie de Colección Científica del INAH (1974), para después ser reeditado por la revista oroeste de México en 1993 . Los ochentas sirven para arrancar con estudios de mayor profundidad por parte de antropólogos mexicanos. María Eugenia Olavarría y Alejandro Figueroa comienzan a trabajar en sus tesis de licenciatura para la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Ambos investigando a los yaquis. Figueroa se convierte en el primer etnólogo que trabaja en el INAH Sonora y Olavarría comienza su labor como docente en la UAMIztapalapa, desde donde realiza trabajo de campo con alumnos y promueve la investigación con el grupo yaqui. Hacia finales de los ochentas hay una mayor diversidad en el trabajo antropológico en Sonora. La presencia de investigadores mexicanos se va incrementando, mientras que los estudiosos norteamericanos son proporcionalmente menos, aunque no por ello dejan de ser determinantes en el devenir de la antropología de la región. La promoción que llevaron a cabo Donaciano Gutiérrez y Josefina Gutiérrez del seminario que llevara a la actualización de la sala del noroeste del Museo Nacional de Antropología permitió una mayor discusión sobre temas hasta ese momento poco tratados. Con la presencia de arqueólogos, antropólogos, historiadores, lingüistas y literatos mexicanos se dio un diálogo entre diversas disciplinas hasta entonces poco relacionadas que culminó con la publicación del libro El noroeste de México: sus culturas étnicas (1991). Desde finales de los setentas hasta los noventas se desarrolla una corriente de investigación sobre la identidad étnica a nivel de tesis doctoral. Los trabajos de Thomas McGuire con yaquis, Mary O'Connor con mayos, Alejandro Figueroa con yaquis y mayos, además de José Luis Moctezuma con estos mismos grupos pero desde la perspectiva de la

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XXV Simposio de Historiay Antropología de Sonora

antropología lingüística. Por su parte Cyntia Radding aborda la identidad étnica de pimas, ópatas y eudeves (de 1700 a 1859) desde el modelo de la historia antropológica. El problema se da en el momento en que no existen investigaciones de este tipo con los otros grupos étnicos de la zona. Eso determina un mayor conocimiento de las sociedades cahitas actuales, mientras que el resto de los grupos se ven relegados en cuanto a investigación antropológica se refiere. Aquí hay que hacer un paréntesis para señalar la desproporción de la investigación con mayos y sobre todo·yaquis con respecto al resto de los grupos étnicos de la región Sonora. Es evidente que la participación de los yaquis en la formación del estado mexicano, sobre todo a nivel regional, marcó un hito en la dinámica social entre grupos subalternos que pelean por mantener el status que habían logrado durante el periodo colonial y los grupos de poder que han tratado de imponer sus criterios de nación. Además, el hecho de que parte del grupo habite permanentemente en Arizona ha contribuido para que investigadores norteamericanos vean en ellos una fuente casi inagotable de material antropológico y de otros aspectos. Basta señalar aquí el trabajo de Carlos Castañeda (1994) en la serie de publicaciones que comenzaron con Las enseñanzas de Don Juan. Supuestamente un miembro del grupo yaqui de Arizona es su personaje principal, aunque en realidad poco o nada se sabe de quien se convirtió en uno de los mitos de la literatura de corte antropológico. Por su parte el grupo mayo ha sido estudiado con cierta profundidad gracias a su relación con los yaquis y por ser el grupo con mayor población en Sonora y Sinaloa. Sin embargo falta mucho por investigar, sobre todo por el hecho de que su lengua materna está en un acelerado proceso de desplazamiento por parte del español, junto con otros cambios sustanciales en sus rasgos culturales, lo que determina procesos de cambio cultural muy rápidos en una zona con un creciente aumento de la 270

La antropología en Sonora: historia y perspectivas

población mestiza que los trata de incorporar a un mundo cada vez más globalizado. El resto de los grupos no ha corrido con la misma suerte. Los trabajos de corte etnográfico son mínimos y sólo se han salvado en la medida en que investigaciones de otra índole han permitido tener un acercamiento a sus características culturales. Tal es el caso de los aportes hechos por Elisa Villalpando (1989), Richard Felger y Mary Moser (1985) sobre etnobotánica de los seris y de Conrado Santillán (1993) sobre la economía con el mismo grupo. Por su parte el médico Armando Haro comenzó dentro de El Colegio de Sonora un ambicioso proyecto del sistema de salud de los guarijíos. En coordinación con otras instituciones ha hecho importantes avances en torno a la antropología médica (1996). Su labor, junto con Teresa Valdivia (1995) han sido básicas para el acercamiento a la cultura de uno de los grupos menos trabajados del noroeste de México. Aquí hay que señalar los aportes de Wick Miller (1996) a la relación lengua-cultura de este grupo. Sus estudios sobre las características lingüísticas de los guarijíos han servido para acrecentar el poco conocimiento que se tiene de un grupo casi siempre relacionado a los rarámuris o tarahumaras y en menor medida a los mayos. Otra de las temáticas que han sido abordadas por la antropología del noroeste es el simbolismo. Este tipo de estudios es de lo más reciente en la región. En estos trabajos existen diferentes visiones y aproximaciones al fenómeno, desde aquellos más descriptivos, hasta los que buscan hacer una interpretación del papel que juega el simbolismo en la identidad étnica de grupos con características diversas. Así, los antropólogos norteamericanos han intentado diferentes aproximaciones al ceremonial del Víkita entre los tohono o'odham. María Eugenia Olavarría (1992) ha sido

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XXV Simposio de Historia y Antropología de Sonora

consecuente con su posición estructuralista y en varias publicaciones se ha enfocado a explicar las diversas manifestaciones del simbolismo entre los yaquis. Por su parte, Miguel Olmos (1998), uno de los pocos expertos en etnomusicología que han trabajado en el noroeste de México, ha investigado la relación entre la música y la mitología de yaquis y mayos, así como de rarámuris o tarahumaras. A su vez, Alejandro Aguilar Zeleny (1998) desarrolló en su tesis de maestría para la ENAH un estudio comparativo de la ritualidad y la identidad de los conc'ac o seris, tahono o'odham o pápagos, pimas y makurawes o guarijíos. Por último, en los últimos meses han aparecido algunos trabajos que tienen que ver con diferentes aproximaciones al fenómeno antropológico en su más extensa expresión. La bióloga Noemí Bañuelos (1999) relaciona el conocimiento y uso de las plantas medicinales con el papel de la mujer en la práctica de salud dentro del grupo mayo. Los lingüistas dedicados al estudio de las lenguas yutoaztecas presentaron una evaluación de los trabajos que se han realizado con cada uno de los grupos de la rama sonorense de la familia yutoazteca (a la que pertenecen la mayoría de las lenguas que se hablan en el noreste de México), junto con una puesta al día del estado que guardan los estudios comparativos, en donde arqueólogos, antropólogos y lingüistas comparten las mismas problemáticas. La edición del volumen estuvo a cargo de José Luis Moctezuma y Jane Hill (1999). Finalmente, a raíz de un evento que tuvo por objeto hacerle un homenaje a Alejandro Figueroa, se presentaron varios trabajos que tienen que ver con los grupos étnicos del noroeste de México, básicamente de yaquis y mayos, que fueron los grupos investigados por Figueroa (Moctezuma y Villalpando 1999). Aquí hay un importante aporte de los arqueólogos, quienes nuevamente se sientan a discutir el papel de la identidad entre los grupos norteños.

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La antropologíaen Sonora: historia y perspectivas

Con este breve análisis podemos concluir que la investigación antropológica en Sonora está en una etapa nebulosa. Si bien ha avanzado en describir y explicar ciertos aspectos, al mismo tiempo falta mucho por hacer, sobre todo con algunos grupos étnicos muy poco estudiados y que se encuentran en peligro de ser asimilados por una sociedad cada vez más globalizada. Estos grupos indígenas presentan en general una densidad de población relativamente pequeña, lo que los hace más vulnerables a las presiones del estado mexicano que trata de incorporarlos a su esfera social y cultural. El caso de los mayos es diferente debido a que no son un número reducido pero padecen uno de los embates más extremos al estar inmersos en una de las zonas más productivas del noreste de México, lo cual ha atraído una creciente población mestiza que muchas veces se ubica dentro de las comunidades tradicionalmente habitadas por yoremes. Por otra parte podemos afirmar que hasta cierto punto la antropología en Sonora adolece de continuidad. Faltan proyectos institucionales de largo alcance que permitan una mayor profundidad en problemáticas básicas. A esto hay que sumarle el abandono de la investigación antropológica con grupos indígenas en la mayoría de los centros de investigación de ciencias sociales, tanto regionales como nacionales. El trabajo del INAH es aún incipiente y requiere de más apoyo y personal para hacer frente al inmenso trabajo que se requiere para completar un panorama hasta ahora solamente esbozado y en el mejor de los casos ceñido a un grupo indígena, de la importante gama de posibilidades en la región.

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XXV Simposiode Historia y Antropología de Sonora

Las perspectivas de la antropología en Sonora Una interesante perspectiva para la antropología de Sonora se abre con la puesta en marcha del proyecto "Etnografía de las regiones indígenas de México hacia el nuevo milenio". Este pretende poner al día el conocimiento etnográfico que se tiene de los grupos indígenas que habitan la república mexicana. Como proyecto nacional del INAH incorpora a más de 130 investigadores que trabajan de tiempo completo para la realización del estudio. Para la región .Sonora se cuenta con siete investigadores que trabajan en las cuatro subregiones en que se dividió la zona. Los valles, que comprende a yaquis y mayos; la sierra, que incluye a pimas y guarijíos (en donde se coordinan con los investigadores de la región Chihuahua); el desierto, en donde habitan los tohono o'odham y la costa, lugar de residencia de los seris. Entre sus objetivos está el realizar estudios intensivos de diversos temas que sean trabajados a nivel nacional. En este momento está por terminarse el primer tema que es el de estructura social y organización comunitaria, para inmediatamente después comenzar con el de territorialidad y sitios sagrados. A nivel regional se pretende realizar una etnografía extensiva de cada uno de los grupos. Hasta ahora existen avances sobre el conocimiento de algunos grupos pero, o están diseminados en varias publicaciones, o ya se han modificado al paso del tiempo, debido a que mucho del material conocido es de épocas anteriores y los procesos de cambio en la segunda mitad del siglo XX han sido muy abruptos, sin contar que falta bastante información en algunos aspectos etnográficos. Con ello se pretende cubrir un espacio hasta ahora con un bajo perfil en la región Sonora, ya que se ha privilegiado el trabajo etnológico sobre el etnográfico, este último tan socorrido en la antropología de nuestros tiempos en la medida que sirve

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La antropología en Sonora: historiay perspectivas

como base para la elaboración de análisis interpretativos de los fenómenos antropológicos. El tercer nivel en el planteamiento del proyecto tiene que ver con las investigaciones personales que realizaran cada uno de los integrantes de los equipos. De esta manera se pretende darle seguimiento a un problema específico dentro del marco del proyecto nacional y regional, de tal forma que en base a los materiales etnográficos que se van obteniendo en campo surjan análisis interpretativos que se enmarquen al nivel etnológico. Aunque el trabajo académico va encaminado a difundir el conocimiento entre especialistas, existe la idea de hacer aportes al nivel de la difusión para el público en general. Para tal fin se pretenden elaborar 23 atlas etnográficos, que corresponden a las 23 regiones en que se ha dividido el proyecto nacional. Además de eso, se intenta producir otro tipo de materiales que surjan a partir del la obtención de datos etnográficos, como son productos multimedia, muestras fotográficas y videos antropológicos. La importancia de este proyecto radica en la necesidad urgente de contar con materiales etnográficos de primera mano, en momentos en que los procesos de modernización y globalización han sentado sus reales en poblaciones hasta hace poco tiempo relacionadas de manera diferente a las regiones en donde se ubican. De ahí la necesidad de observar las dinámicas de cambio junto con las nuevas formas de adaptación y resistencia de los grupos indígenas ante los grupos hegemónicos.

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XXV Simposio de Historia y Antropología de Sonora

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