La Angorrilla en el contexto del bajo Guadalquivir. Estudio geoarqueológico

July 26, 2017 | Autor: F. Borja Barrera | Categoría: Geoarchaeology
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Descripción

Álvaro Fernández Flores Araceli Rodríguez Azogue Manuel Casado Ariza Eduardo Prados Pérez (coordinadores)

LA

NECRÓPOLIS

DE ÉPOCA TARTÉSICA DE LA

ANGORRILLA ALCALÁ DEL RÍO, SEVILLA

Álvaro Fernández Flores Araceli Rodríguez Azogue Manuel Casado Ariza Eduardo Prados Pérez (coordinadores)

Sevilla 2014

Serie: Historia y Geografía Núm.: 271

Comité editorial: Antonio Caballos Rufino (Director del Secretariado de Publicaciones) Eduardo Ferrer Albelda (Subdirector) Manuel Espejo y Lerdo de Tejada Juan José Iglesias Rodríguez Juan Jiménez-Castellanos Ballesteros Isabel López Calderón Juan Montero Delgado Lourdes Munduate Jaca Jaime Navarro Casas Mª del Pópulo Pablo-Romero Gil-Delgado Adoración Rueda Rueda Rosario Villegas Sánchez

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación, sin permiso escrito del Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla

Este libro se integra en los objetivos y la difusión del Proyecto de Excelencia de la Junta de Andalucía “La construcción y evolución de las entidades étnicas en Andalucía antigua (siglos VII a.C.-II d.C.)” (HUM-3482), a cuya edición ha contribuido económicamente. El Grupo de Investigación “De la Turdetania a la Bética” (HUM152) ha contribuido también a la financiación de esta monografía a través del Proyecto “Sociedad y paisaje: alimentación e identidades culturales en Turdetania-Bética (siglo VIII a.C.-II d.C.)” (HAR2011-25708). Asimismo la Asociación Cultural Instituto de Estudios Ilipenses ha financiado la presente edición.

Motivo de cubierta: Jarro de bronce de la Angorrilla (foto C. López).

©

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© Álvaro Fernández Flores, Araceli Rodríguez Azogue, Manuel Casado Ariza y Eduardo Prados Pérez (coordinadores) 2014 © Por los textos, los autores 2014 Impreso en papel ecológico Impreso en España-Printed in Spain ISBN: 978-84-472-1557-7 Depósito Legal: SE 1359-2014 Diseño de cubierta: Santi García Maquetación e impresión: Pinelo talleres gráficos, s.l.

Índice Prólogo por Eduardo Ferrer Albelda....................................................................... 11

Parte I ILIPA DURANTE LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO La ciudad y el territorio Álvaro Fernández Flores, Araceli Rodríguez Azogue y Eduardo Prados Pérez.................................................................................. 17

La Angorrilla en el contexto del bajo Guadalquivir. Estudio geoarqueológico Francisco Borja Barrera y María Ángeles Barral Muñoz................... 41

Parte II LA NECRÓPOLIS DE LA ANGORRILLA La intervención arqueológica Álvaro Fernández Flores, Eduardo Prados Pérez y Araceli Rodríguez Azogue.......................................................................... 59

Catálogo de sepulturas Álvaro Fernández Flores, Eduardo Prados Pérez y Araceli Rodríguez Azogue.......................................................................... 85

El cementerio de época tartésica. Aspectos rituales Álvaro Fernández Flores, Eduardo Prados Pérez y Araceli Rodríguez Azogue.......................................................................... 251

Orientación de las tumbas y astronomía en la necrópolis de la Angorrilla César Esteban López...................................................................................... 321

Parte III EL REGISTRO FUNERARIO. LOS AJUARES La cerámica Manuel Pellicer Catalán............................................................................ 331

El armamento Fernando Quesada Sanz, Manuel Casado Ariza y Eduardo Ferrer Albelda.............................................................................. 351

Los cuchillos de hoja curva de hierro Eduardo Ferrer Albelda y Manuel Casado Ariza.................................. 379

Las fíbulas Eduardo Ferrer Albelda y María Luisa de la Bandera Romero.......... 393

Los broches de cinturón Eduardo Ferrer Albelda y María Luisa de la Bandera Romero.......... 403

Las joyas y adornos personales María Luisa de la Bandera Romero y Eduardo Ferrer Albelda.......... 429

Las pinzas Eduardo Ferrer Albelda y María Luisa de la Bandera Romero.......... 477

Los objetos de hueso y marfil Manuel Casado Ariza.................................................................................... 481

Los bronces rituales de la tumba 30 Javier Jiménez Ávila........................................................................................ 509

Las ofrendas de animales Ana Pajuelo Pando y Pedro Manuel López Aldana................................. 535

Parte IV EL REGISTRO FUNERARIO. INDIVIDUOS Estudio antropológico de la necrópolis de la Angorrilla Inmaculada López Flores............................................................................. 557

Aproximación a la dieta de la población de la Angorrilla. Resultados preliminares de análisis de isótopos estables del carbono y del nitrógeno sobre restos óseos Domingo Carlos Salazar-García............................................................... 605

Estudio del ADN mitocondrial de los restos humanos hallados en la Angorrilla Sara Palomo Díez, Eva Fernández Domínguez, Cristina Gamba y Eduardo Arroyo Pardo................................................................................. 617

Parte V EL REGISTRO FUNERARIO. VARIA Análisis de fitolitos de restos sedimentarios del jarro de la tumba 30 Marta Portillo Ramírez y Rosa Maria Albert Cristóbal..................... 635

Estudio de los restos textiles de la Angorrilla Carmen Alfaro Giner.................................................................................... 639

Análisis antracológico de las sepulturas de cremación Mª Oliva Rodríguez-Ariza............................................................................ 645

La Angorrilla en el contexto del bajo Guadalquivir. Estudio geoarqueológico Francisco Borja Barrera* María Ángeles Barral Muñoz**

INTRODUCCIÓN Después de realizar una somera descripción del medio físico del entorno de Alcalá del Río (Sevilla), la presente aportación al conocimiento del sitio de la Angorrilla se centra en el estudio del contexto geomorfológico del yacimiento. Apoyados en el análisis cartográfico y la fotointerpretación de fotogramas aéreos de diversas épocas y escalas, se lleva a cabo una caracterización general del emplazamiento, al objeto no sólo de caracterizar los rasgos morfo-topográficos generales y de detalle del yacimiento, a través de sus distintas fases de su ocupación (Calcolítico, Tartesos, Roma), sino asimismo de contextualizarlo en el marco geomorfológico regional del valle bajo del Guadalquivir. Esta valoración de conjunto del medio físico del yacimiento da paso, ya en la segunda mitad de nuestro trabajo, al análisis geoarqueológico del yacimiento propiamente dicho, así como a la interpretación, desde este mismo punto de vista, de los perfiles arqueológicos levantados durante 2003 y 2004 (Fernández y Rodríguez, 2005). Finalmente, a partir de los datos obtenidos –ya sea mediante el análisis edafo-sedimentario del techo de la terraza fluvial que ocupa el yacimiento (perfiles tipo, variaciones laterales…); o a través de la descripción de los procesos de remoción superficial de materiales (decapitación de horizontes edáficos, génesis de coluviones en vaguadas…); o, finalmente, mediante el estudio de las formaciones superficiales antrópicas directamente vinculadas a la ocupación humana– se procede a la ordenación en fases cronológicas del proceso evolutivo general del espacio antropizado, lo cual permite plantear una primera reconstrucción paleogeográfica del entorno de la Angorrilla (Borja, 1993).

ÁREA DE ESTUDIO

* Departamento de Historia II y Geografía. Universidad de Huelva. ** (Col.)

El yacimiento de la Angorrilla se localiza al suroeste de la localidad de Alcalá del Río (fig. 1), una villa sevillana cuyo casco antiguo descansa sobre un llamativo resalte topográfico constituido, básicamente, por materiales arcillosos pertenecientes a la formación geológica conocida como las margas azules (fig. 2; IGME, 1976). Estos materiales han sido datados en el fondo de la

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Figura 1. Localización del área de estudio al suroeste de Alcalá del Río, a unos 10 km al norte de Sevilla.

vega hispalense como pertenecientes al periodo Messiniense (Mioceno superior) (Borja, 1992). En origen, hace unos 5 millones de años, las margas azules constituían un potente depósito arcilloso acumulado en fondos marinos muy profundos. Una vez liberadas de las aguas, estas arcillas carbonatadas exhiben su típico color azulado sólo cuando están frescas, ya que a medida que se meteorizan se tornan amarillentas, merced a los procesos de oxidación que les afectan una vez sometidas a condiciones subaéreas. En las inmediaciones de Alcalá del Río estas margas presentan, además de las mencionadas impregnaciones de óxidos de hierro, una particular abundancia de concreciones de yeso. Superpuestas a estos depósitos margosos mediante una importante discordancia estratigráfica, al suroeste del caserío alcalareño se identifican dos formaciones detríticas escalonadas, pertenecientes ambas al sistema de terrazas fluviales de la margen derecha del bajo Guadalquivir. La denominada QT1 según el mapa geológico del IGME es la más alta,

más antigua y más extensa de dichas plataformas componiéndose, por lo general, de barras de gravas y gravillas con intercalaciones de bancos de arena. Su límite inferior es de carácter erosivo y en ocasiones presenta un dispositivo de lechos acanalados, sensiblemente incididos sobre el sustrato margoso (Borja, 2007a); mientras que su techo está compuesto por depósitos limo-arcillosos intensamente edafizados, muy abundantes en carbonato cálcico y rasgos hidromorfos, con una estructura subpoliédrica predominante y un color pardo-rojizo generalizado, como corresponde a los típicos suelos pardos mediterráneos, tan frecuentes en este sector de la cuenca. Aunque el talud de la QT1 se encuentra muy próximo a la margen derecha del actual cauce del Guadalquivir, entre ambas alineaciones aún queda hueco para que se desarrolle un segundo nivel de terraza fluvial (QT2), lógicamente más bajo (su techo se sitúa en torno a +10 m) y de cronología mucho más reciente que la del nivel descrito con anterioridad (fig. 2). Por la altitud de ambas plataformas –entre +20 y +30 m la primera y en torno a +10 m la segunda– y atendiendo al contexto regional, ambas deberían incluirse entre las terrazas fluviales más recientes del Bajo Guadalquivir. Siguiendo los trabajos de F. Díaz y R. Baena (1997), los dos niveles detríticos reconocidos en el área de la Angorrilla podrían equipararse, por analogía, con las terrazas T13 y T14 descritas por estos autores, y asignárseles cronologías del Pleistoceno superior a la más antigua, y del Pleistoceno superior a Holoceno a la más moderna. Sin embargo, según recientes propuestas cronológicas (Navarro, Fernández y Baena, 2007), el nivel QT1 del IGME parece ser algo más antiguo de lo indicado (T12, tal vez). Siendo así, formaría parte de las denominadas terrazas medias del Guadalquivir, cuya génesis coincidiría con el tránsito del Pleistoceno medio al superior. De igual modo, en lo que respecta a la plataforma más reciente (QT2), las investigaciones realizadas en las inmediaciones de la plaza de toros de Alcalá del Río indican que esta formación es más reciente de lo que cabría esperar, y que dicha unidad sedimentaria está, en realidad, compuesta por dos niveles de terrazas de carácter plenamente histórico, ambos de cronología post-romana (Borja, 2007b). El yacimiento de la Angorrilla se ubica íntegramente, pues, sobre la más alta de las terrazas fluviales del entorno de Alcalá (+25 y +30 m). Una plataforma elevada que, junto al promontorio margoso ocupado por su caso urbano al menos desde época tartésica, conforman una de las referencias geoestratégicas más conspicuas del bajo Guadalquivir. No en balde,

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Figura 2. Detalle de la hoja 962 del Mapa Geológico Nacional (1:50.000) de Alcalá del Río (IGME, 1976), donde se aprecia la ubicación de la localidad de Alcalá del Río, a caballo entre la formación geológica del Mioceno superior conocida como las margas azules, y las terrazas fluviales del Cuaternario reciente de la margen derecha del Guadalquivir, sobre las que se emplaza el yacimiento de la Angorrilla.

aguas arriba de la cornisa del Aljarafe, compone el hito topográfico más importante que divisaban los marinos que venían del Atlántico, una vez habían atravesado, dependiendo de la época, la ensenada marina calcolítica, las marismas mareales protohistóricas, o el Lacus Ligustinus romano (Borja, 2013).

CONTEXTO GEOMORFOLÓGICO DEL ENTORNO DE LA ANGORRILLA El análisis espacial del entorno del yacimiento de la Angorrilla se llevó a cabo a partir del tratamiento de dos series de fotogramas aéreos de carácter estereoscópico. La información obtenida mediante la fotointerpretación de las imágenes pertenecientes a los vuelos de 1956 y 1990, contrastada con los trabajos de campo y apoyada por la bibliografía existente acerca de la zona, han permitido elaborar un esquema geomorfológico básico en el que identifican los principales componentes que articulan el modelado fluvial de este sector de la margen derecha del Guadalquivir. El denominado vuelo americano de fotografías aéreas se realizó en 1956 y se editó a escala 1:33.000. A pesar de su escaso detalle, se trata del soporte estereoscópico más antiguo con que contamos para el conjunto del territorio peninsular (fig. 3). Este es un hecho de sumo interés dado que esta herramienta nos brinda una oportunidad única de cara al

estudio de los paisajes previos a la intensa transformación del territorio acaecida durante la segunda mitad del siglo XX. El análisis geomorfológico realizado a partir de las imágenes de 1956 ha permitido cartografiar, además del afloramiento de las margas azules situadas al norte del área de estudio, los niveles de terraza QT1 y QT2, así como, entre otros, los talwegs de los arroyos del Barranco y Cagancha, localizados respectivamente al suroeste y al noreste del yacimiento (fig. 4). El curso del Guadalquivir en este tramo aparece flanqueado por formaciones sedimentarias pertenecientes, siguiendo la denominación del IGME, a la terraza QT2, aunque, como hemos indicado anteriormente, esta es una plataforma bastante compleja y muy reciente, asimilable antes que a una llanura aluvial, a una doble secuencia de terrazas históricas. Como tal, el asentamiento de la Angorrilla ocupa uno de los sectores más amplios de la QT1 que se han podido cartografiar en esta margen derecha del río, situándose a una distancia de setecientos metros del cauce actual. No sabemos cuál sería el trazado del Guadalquivir en este punto entre el Calcolítico y la época tartésica, pero habida cuenta de las fechas plenamente históricas que hemos otorgado a QT2, cabe plantearse que durante el periodo romano dicho cauce se encontraría mucho más cerca del sitio, a unos doscientos metros aproximadamente. A escala de mesomodelado, sobre el techo de la plataforma que acoge al yacimiento destaca la presencia, discurriendo hacia el suroeste, de algunas vaguadas que van a desembocar al arroyo del Barranco. De

Figura 3. Fotograma aéreo del denominado vuelo americano de 1956 (1:33.000) correspondiente al área de estudio.

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Los fotogramas aéreos de 1990, por su parte, se editaron a escala 1:8.000, un detalle al que pueden cartografiarse elementos morfo-topográficos que pasaban desapercibidos en el vuelo americano (fig.  5). Para estas fechas más recientes, en efecto, el área de estudio ha sufrido importantes modificaciones, fundamentalmente debidas a las labores agrícolas y también, aunque en menor medida, al trazado de nuevas vías de paso. Uno de los elementos del paisaje más sensiblemente modificados es la red de drenaje, habiendo desaparecido prácticamente la línea de vaguada que se extendía en 1956 al este del yacimiento (fig. 6). La escorrentía del ámbito ocupado por el asentamiento se evacua ahora acomodada a un camino, que a su vez sirve de linde entre distintas propiedades agrícolas. El análisis topográfico del estricto ámbito del yacimiento de la Angorrilla, hecho ahora con el detalle que permite esta nueva serie de fotogramas aéreos, ha permitido identificar una serie modelados menores consistentes en montículos de forma y magnitudes diferentes. El más llamativo de estos mogotes presenta una planta circular y se extiende por el sector oeste del yacimiento. Junto a él, hacia el este, se constata la presencia de tres pequeñas motas de planta igualmente circular, así como de una última elevación alargada en dirección noroeste-sureste, la cual se dispone en el extremo meridional del sitio. Es precisamente este último elemento alargado, a tenor de su morfología y su orientación principal, el que podría corresponderse con el túmulo de época tartésica (fig. 6).

Figura 4. Esquema geomorfológico del área de estudio llevado a cabo a partir de la fotointerpretación de los pares estereoscópicos correspondientes al vuelo americano de 1956 (explicación en texto).

igual modo, cabe señalar que parte de los depósitos de la plataforma QT1 se prolongan hacia el noreste hasta adosarse a las laderas meridionales del cerro margoso que sirve de peana al casco antiguo de Alcalá del Río. Ambos sectores de la plataforma, no obstante, quedan desconectados entre sí gracias a la labor de erosión y encajamiento llevada a cabo por el arroyo Cagancha, otra de dichas vaguadas secundarias que drenan el techo de la terraza fluvial y, en este caso también, de las margas azules, en cuya ladera de levante se han reconocido formaciones coluvionares vinculadas genética y cronológicamente al manejo humano del cerro durante la ocupación romana de la ciudad (Borja, 2007a).

Figura 5. Fotograma aéreo del vuelo de 1990 (1:8.000) correspondiente al área de estudio.

La Angorrilla en el contexto del bajo Guadalquivir. Estudio geoarqueológico

catas 4 y 5 de la calle 6, la cata 4 de la calle 7, las unidades arqueológicas (U.A.) de los sondeos 1 a 5, y las unidades estratigráficas (U.E.) 1329 y 314 (fig. 7). A partir de dichos perfiles se estableció el siguiente registro geoarqueológico: Calle 6, Cata 4, Perfil N —— U.A.200 (+28,00 a +28,40 m). Depósito de limos pardos con restos cerámicos y constructivos que prácticamente desaparecen en el perfil sur. Se corresponde con el nivel de cultivo (fig. 8). —— U.A.202 (+27,85 a +28,00 m). Depósito de matriz heterogénea con abundantes gravas y gravillas, sin restos arqueológicos. Calle 6, Cata 5, Perfil N —— U.A.200 (+28,73 a +29,13 m). Depósito de limos pardos con fragmentos cerámicos y constructivos escasos, correspondiente al nivel de cultivo. (fig. 9). —— U.A.202 (+28,43 a +28,73 m). Depósito de gravas imbricadas, con cantos de arenisca muy descompuestos (cantos alterados). Calle 7, Cata 4, Perfil S —— Depósito compuesto de abundantes gravas de tamaño diverso que presentan lechos de carbonato cácico muy próximos al techo1.

Figura 6. Esquema geomorfológico del área de estudio llevado a cabo a partir de la fotointerpretación de los pares estereoscópicos correspondientes al vuelo de 1990 (explicación en texto).

ANÁLISIS GEOARQUEOLÓGICO Según nuestro procedimiento metodológico (Borja, 2007a), el análisis geoarqueológico consiste en la caracterización integral de los rasgos y los componentes de las formaciones superficiales, ya sean de origen natural o antrópico. Durante las intervenciones arqueológicas realizadas en la Angorrilla entre 2003 y 2004 se practicaron aperturas del terreno de diversa índole (Fernández y Rodríguez, 2005). Siguiendo la denominación y las referencia arqueológicas, por nuestra parte se procedió al levantamiento de los perfiles correspondientes a las

Sondeo 1 —— U.A.1 (=U.A.200) (+26,28 a +25,50 m). Depósito de limos pardos con restos constructivos y cerámicos escasos. Se corresponde con el nivel de cultivo sólo en su parte superior (fig. 10). —— U.A.2 (+25,50 a +25,25 m). Depósito limo-arenoso, compacto, de color verdoso-negruzco, con rasgos hidromorfos, que incorpora restos arqueológicos de época romano-medieval. —— U.A.4 (+25,25 a +25,00 m). Depósito de matriz limo-arenosa con gravas abundantes, de color grisáceo oscuro que no presenta fragmentos arqueológicos. Sondeo 2 —— U.A.1 (=U.A.200) (+25,96 a +25,39 m). Depósito limo-arcilloso de tonalidad parda con restos cerámicos y constructivos indiferenciados. Techo asociado al nivel de cultivo (fig. 11). —— U.A.4 (+25,39 a +25,00 m). Banco de limos anaranjados con gravas y abundante carbonato pulverulento. Sin presencia de restos arqueológicos. 1.  No se cuenta con las cotas a las que culmina este depósito, y en el momento de la revisión el sondeo aparece anegado.

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Figura 7. Localización de las catas y sondeos descritos en el yacimiento de la Angorrilla 1 y 3.

—— U.A.5 (+25,00 a +24,63 m). Depósito de limos anaranjados con muy abundante presencia de carbonato cálcico pulverulento de tono blanquecino. Incorpora gravas de tamaño medio (Ø 5-1 cm) y grueso (Ø > 5 cm) y no presenta restos arqueológicos. Sondeo 3 —— U.A.1 (=U.A.200) (+26,57 a +26,13 m). Depósito limo-arcilloso pardo con restos cerámicos y constructivos, asociado al nivel de cultivo (fig. 12). —— U.A.2 (+26,13 a +25,79 m). Depósito limo-arenoso compacto de tonalidad oscura (verdoso-negruzco). Incorpora restos arqueológicos de época romano-medieval.

—— U.A.4 (+25,79 a +25,58 m). Lecho de limos anaranjados con gravas y carbonato pulverulento. Sin restos arqueológicos. —— U.A.5 (+25,58 a +25,45 m). Lecho de limos anaranjados con muy abundante presencia carbonato pulverulento que proporciona un tono blanquecino generalizado. Incorpora gravas de tamaño medio (Ø  5-1 cm) y grueso (Ø > 5 cm). Sin restos arqueológicos. Sondeo 4 —— U.A.1 (=U.A.200) (+28,37 a +27,12 m). Depósito limo-arcilloso pardo con restos cerámicos y constructivos, asociado al nivel de cultivos (fig. 13).

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Figura 8. Perfil N de la cata 4, calle 6.

Figura 9. Perfil N de la cata 5, calle 6.

Figura 10. Perfil resumen del sondeo 1.

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—— U.A.2 (+27,12 a +26,62 m). Depósito limo-arenoso compacto de color verdoso oscuro. Incorpora restos arqueológicos de época romano-medieval. —— U.A.6 (=U.A.2) (+26,62 a +26,21 m). Depósito limo-arenoso pardo-grisáceo con restos arqueológicos indiferenciados. —— U.A.4 (+26,21 a +26,00 m). Lecho de limos anaranjados con gravas y carbonato pulverulento. Sin presencia de restos arqueológicos. Sondeo 5 —— U.A.1 (+28,65 a +28,28 m). Depósito limo-arcilloso pardo, con restos cerámicos y constructivos, que forma parte del horizonte agrícola (fig. 14). —— U.A.5 (+28,28 a +26,40 m). Banco de gravas de matriz pardo-anaranjada con abundantes nódulos de carbonato. Sin restos arqueológicos. —— Fosa Circular nº 9. Silo circular excavado en la U.A.5, relleno de limos pardos con un gran resto constructivo a muro. U.E.1329 —— Perfil de la tumba de época romana en lecho de gravas (techo de la tumba a +29,42 / 29,49 m; techo de las gravas de base a +30,15 / 30,11 m). —— U.A.T-1 (+30,70 a +30,80 m). Nivel superior limo-arenoso con raíces medias-finas, levemente estructurado (subpoliédrico). Presenta una cierta acumulación de materia orgánica (fig. 15). Sin restos arqueológicos. —— U.A.T-2 (+30,50 a +30,70 m). Lecho arcillo-limoso con abundantes nódulos de carbonato arrastrados. Sin restos arqueológicos. —— U.A.T-3 (30,15 / 30,11 a +30,50 m). Banco arcillo-limoso rojizo a manchas, con pasadas de 2-4 cm de espesor de material negruzco algo más terroso y con restos de carbón. Presenta algo de gravas de pizarra y cuarcita de 2-4 cm de diámetro, así como restos cerámicos quemados muy escasos. —— U.A.T-4 (+30,00 a +30,15 / 30,11 m). Lecho de gravas gruesas imbricadas (8 cm Ø) sin restos arqueológicos. —— U.A.T-5 (+29,90 a +30,00 m). Lecho de arenas gruesas de color amarillento a rojizo, sin restos arqueológicos. —— U.A.T-6 (+29,42 a +29,49 m). Nivel de cierre de la tumba romana. Perfil de la U.E. 1314 (Silo) —— Techo del silo a +30,35 m; cota inferior del horizonte carbonatado a +30,69 m; y lecho de arcillas limosas rojizas (horizonte Bt) a +31,18 m.

INTERPRETACIÓN GEOARQUEOLÓGICA Una vez caracterizado el registro geoarqueológico del sitio se procede, en primer lugar, a establecer sus diferentes unidades geoarqueológicas (U.G.), es decir, a diferenciar las unidades estratigráficas homogéneas desde el punto de vista de su génesis y/o evolución; y, en segundo término, a levantar la secuencia geoarqueológica, o sea, a determinar el marco de correlación espacio-temporal en el que encajan dichas unidades (figs. 16 y 17). U.G.1. Depósito de terraza fluvial con techo edafizado sin restos arqueológicos. Esta Unidad Geoarqueológica se corresponde con el muro del registro general de todo el yacimiento, estructurándose en cinco niveles: 1.1. (+29,90 a +30,00 m). Nivel constituido por bancos de arenas gruesas de tono amarillento a rojizo (se describe en la U.A.T-5 del perfil de la U.E.1329). 1.2. (+25,25/28,73 a +25,00/28,00 m). Banco de gravas abundantes en matriz de limo-arenas (descrita en la U.A.4 del sondeo 1). En algunos sectores, como en la mencionada U.A.4, el sondeo 1 exhibe un color grisáceo oscuro y rasgos de hidromorfía (+25,25 a +25,00 m). A tramos incorpora cantos alterados de naturaleza areniscosa (U.A.202, T-4) (+28,43/27,85 a +28,73/28,00 m). 1.3. (+25,58/26,21 a +25,45/26,00 m). Tramo de limos anaranjados con gravas de tamaño medio y grueso, y una importante acumulación de carbonato pulverulento de probable origen palustre, que aporta un tono blanquecino al este tramo del perfil (corresponde a las U.A.4 y U.A.5 de los sondeos 3 y 4). 1.4. (+28,28 a +26,40 m). Depósito de matriz limo-arenosa y abundante en gravas, de color pardo-anaranjado, con una importante presencia de nódulos de carbonato cálcico de probable origen edáfico (horizonte Bca). Este elemento se ha descrito en la U.A.5 del sondeo 5, debiendo ser diferenciado de los carbonatos pulverulentos asociados a los niveles de la U.A.5, en este caso, como hemos indicado anteriormente, de origen palustre. 1.5. (techo a +31,18 m). Nivel de arcillas con algo de limos, de color pardo-rojizo. Constituye el típico horizonte Bt de los suelos pardos fersialíticos. Esta unidad se corresponde, así pues, con el techo edafizado de la terraza QT1 del Guadalquivir por su margen derecha (Pleistoceno medio-superior), siendo, asimismo, la base natural de las formaciones superficiales antrópicas asociadas al yacimiento de la Angorrilla. Se trata de una formación de origen

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Figura 11. Perfil resumen del sondeo 2.

Figura 12. Perfil resumen del sondeo 3.

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Figura 13. Perfil resumen del sondeo 4.

fluvial compuesto a base de barras de gravas y gravillas que se intercalan con bancos de arenas gruesas de color amarillento a rojizo. En algunos sectores se han conservado los horizontes superiores de tonalidad pardo-negruzca de rasgos hidromorfos, aunque lo más frecuente es que éstos hayan sido decapitados y afloren los característicos horizontes pardo-rojizos del tipo Bca (o bien Cca) de los suelos pardos fersialíticos. Lateralmente aparecen lechos discontinuos con una alta concentración de carbonatos de tipo pulverulento, que pueden vincularse con la existencia de antiguos ámbitos de encharcamiento a techo de la terraza (?). Cabe destacar la importante variación de cotas que presenta el techo de esta formación de terraza fluvial (el desnivel máximo ronda los 5 m), la cual se explica debido a la labor erosiva

de la arroyada que se agudiza en torno a la vaguada localizada cerca de los sondeos 1, 2 y 3. U.G.2. Depósitos de coluvión de techo de la terraza, con incorporación de restos arqueológicos arrastrados. Esta Unidad Geoarqueológica incluye los depósitos coetáneos al periodo de ocupación del yacimiento, componiéndose de dos niveles principales: 2.1. (+30,15/30,11 a +30,50 m). Acúmulo de matriz arcillo-limosa, rojiza a manchas, con pasadas centimétricas de material terroso negruzco, así como con restos de carbón, algunas gravas y escasos fragmentos cerámicos quemados. Se ha descrito en el perfil de la U.A.T-3 (tumba romana). En otros sectores este depósito incorpora limo-arenas de color

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Figura 14. Perfil resumen del sondeo 5.

pardo-grisáceo a negruzco, incluyendo fragmentos cerámicos de época romana y medieval. Por ejemplo en U.A.2 y U.A.6 de los sondeos 1 (+25,50 a +25,25 m), 3 (+26,13 a +25,79 m) y 4 (+27,12 a +26,21 m). 2.2. (+30,50 a +30,70 m). Depósito arcillo-limoso que incorpora abundantes nódulos de carbonato arrastrados. Se ha descrito en el perfil la U.A.T-2 (tumba romana). El efecto erosivo de la escorrentía registrado a techo de la terraza fluvial da lugar a la formación de vaguadas, en cuyas pendientes se acumulan depósitos de arrastre (coluvión). Tales sedimentos han sido descritos en el tramo superior e inferior de la pendiente, caracterizándose, principalmente, por presentar una matriz arcillo-limosa a la que

se incorporan gravas y nódulos de carbonato, así como fragmentos carbón y abundantes restos arqueológicos. Tal vez del tramo medio de la ladera (catas 6 y 7), este tipo de facies haya sido eliminado por la actividad humana durante la fase de construcción de tumbas. Los restos cerámicos incorporados a los coluviones informan de cronologías diversas, llegando incluso a fechas medievales, siendo más abundantes en el registro del fondo de la vaguada (sondeos 1, 3 y 4). Carecemos de datos como para plantear si la remoción de los materiales ladera abajo habría persistido durante todo el lapso ocupacional del yacimiento, o si, por el contrario, se trata más bien de un proceso reciente (o incluso subactual) que desplaza materiales de todas las épocas consideradas.

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Figura 15. Perfil de la U.E. 1.329 (tumba romana).

U.G.3. Formaciones Superficiales Antrópicas asociadas al proceso de ocupación. Las tres fases de ocupación del yacimiento han dado lugar a un extenso desarrollo, más en planta que en espesor, de facies de tipo tell, esto es: de acúmulos de origen exclusivamente antrópico caracterizados por una matriz terrosa muy heterogénea a la que se incorporan abundantes restos arqueológicos y estructuras localizadas in situ (silos, fosas, inhumaciones…) que penetran en el techo de la terraza y/o en los acúmulos de la vaguada (coluvión). De igual modo, dichas formaciones antrópicas se describen rellenando algunas de las mencionadas estructuras, una vez amortizadas, y, desde el punto de vista cronológico, se correlacionan con cualquiera de las tres fases de ocupación detectadas para el yacimiento, (Calcolítico, protohistoria y época romana).

la calle 6, cata 5 (+28,73 a +29,13 m), así como en la U.A.1 de los sondeos 1 (+26,28 a +25,50 m), 2 (+25,96 a +25,39 m), 3 (+26,57 a +26,13 m), 4 (+28,37 a +27,12 m) y 5 (+28,65 a +28,28 m), y en la U.A.T-1 del perfil de la U.E.1239 (+30,70 a +30,80 m).

U.G.4. Nivel orgánico culminante relacionado con el uso agrícola. Constituye la unidad correlativa de la etapa más reciente de la evolución del sitio, y se caracteriza por una matriz limosa de tonalidad parda, una estructura grumosa, así como por la presencia de materia orgánica y abundantes raíces medias-finas. Incorpora también restos constructivos y cerámicos acumulados en grandes bolsadas. La U.G.4 aparece especialmente documentada en la U.A.200 de la calle 6, cata 4 (+28,00 a +28,40 m), y de

Una vez identificadas las unidades geoarqueológicas y establecida su secuencia, se procede a concretar las diferentes fases de la evolución de los medios antropizados (Borja, en prensa), determinando para ello los factores que gobiernan el paso de unas etapas a otras, ya sean de orden natural o antrópico. En lo que respecta al yacimiento de la Angorrilla, y atendiendo a los resultados obtenidos en la presente investigación, cabe establecer las siguientes fases paleogeográficas:

En síntesis, esta unidad geoarqueológica se asocia con la intensa labor agrícola ejercida tradicionalmente en el área del yacimiento, la cual ha ido dotando poco a poco de las características desnaturalizadas que actualmente muestra esta capa culminante de la secuencia. La continua remoción que conllevan las labores agrícolas hace de esta unidad una formación sub-actual sometida a la continua transformación, restando con ello parte de su interés geoarqueológico.

RECONSTRUCCIÓN PALEOGEOGRÁFICA

La Angorrilla en el contexto del bajo Guadalquivir. Estudio geoarqueológico

Figura 16. Localización de los perfiles utilizados en la transversal de síntesis de la secuencia geoarqueológica del yacimiento

Figura 17. Transversal-resumen de la Secuencia Geoarqueológica presente en el yacimiento de la Angorrilla (Alcalá del Río).

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la evolución regional del bajo del Guadalquivir durante el final del Pleistoceno, entendiendo que vienen condicionados, principalmente y sin descartar factores de índole tectónica, tanto por la evolución climática de la zona como por los consiguientes cambios de la posición relativa del nivel del mar. Si tenemos en cuenta que la última vez que se registró un abatimiento global del nivel del océano fue hace unos 18.000 años, cuando la lámina de agua del atlántico en el golfo de Cádiz se situó en torno a 120 m por debajo de las cotas actuales, hemos de considerar que debió ser este el momento en que se produjo el episodio final de encajamiento de la red fluvial y, consecuentemente, que es a partir de entonces cuando las líneas maestras del modelado de la QT1 puede darse por definitiva, aunque no será hasta mucho después, cuando la población del Calcolítico inaugure la secuencia ocupacional del yacimiento de la Angorrilla.

Fase antropizada del Holoceno superior

Figura 18. Vista aérea del sector de silos calcolíticos en el yacimiento de la Angorrilla.

Fase fluvial del Pleistoceno medio-superior El diseño morfo-topográfico de la terraza QT1 queda configurado durante esta primera etapa paleogeográfica, gracias a un largo periodo de aluvionamiento y al posterior encajamiento de la red fluvial del bajo Guadalquivir. Una vez liberada definitivamente del influjo de la dinámica hídrica, dicha plataforma se ve sometida, por una parte, a los procesos de edafización que conducen a la aparición de los típicos horizontes carbonatados de los suelos pardos mediterráneos y, por otra, a la erosión ejercida por la arroyada superficial, responsable tanto las formas onduladas del techo de la terraza, como de la organización de la red de vaguadas encargadas de su drenaje. Este conjunto de procesos morfo-edafogenéticos debe evaluarse en el contexto de

Con el final del Pleistoceno superior y la entrada del Holoceno el nivel del mar se recupera, alcanzando su culmen hace unos 6.500 años, durante el Neolítico (Borja, 2013; Borja, Borja y Lama, en prensa). Este avance del océano sobre el continente provoca la formación de una gran ensenada litoral en la desembocadura del Guadalquivir que, con posterioridad, del Calcolítico en adelante, va colmatándose poco a poco hasta convertirse, primero, en una vasta llanura mareal y, finalmente, en una marisma inundada únicamente por las riadas. Mientras tanto, en los alrededores de Sevilla va afianzándose una llanura aluvial surcada ya por canales meandriformes, al tiempo que, en el entorno de Alcalá, adosados al talud de la QT1, se acumulan nuevos cuerpos sedimentarios levemente escalonados (terrazas históricas, QT2). En el entorno inmediato del yacimiento de la Angorrilla, a techo de la QT1, los procesos de arroyada desarticulan progresivamente los procesos de edafización, y refuerzan el modelado ondulado característico del techo de la plataforma. Las comunidades humanas asentadas en el entorno también debieron contribuir a la desestabilización de la dinámica edafo-sedimentaria de las vaguadas, al menos en los aledaños del asentamiento, donde ejercieron un influjo directo a través del manejo de la cubierta vegetal, la remoción y perforación de substrato, la interposición de infraestructuras con fines agrícolas o habitacionales, etc. Este tipo de acciones debieron favorecer el desmantelamiento y el desalojo de los

La Angorrilla en el contexto del bajo Guadalquivir. Estudio geoarqueológico

horizontes superiores del suelo, así como la configuración de coluviones. La fase de más intensa de interacción entre los procesos naturales y la incidencia antrópica en el entorno del yacimiento parece darse durante el periodo protohistórico, pero sus efectos pueden rastrearse de manera general entre el Calcolítico y la época clásica (fig. 18). Cualquiera de estas tres etapas ocupacionales conlleva una abundante horadación del techo de la terraza para la instalación de silos, fosos o tumbas de inhumación, los cuales vuelven a quedar sellados después por los mismos materiales extraídos, a los que se incorporan fragmentos de carbón y otros restos orgánicos, así como elementos arqueológicos (formaciones superficiales antrópicas). Los rasgos diferenciales de este particular relleno varían dependiendo de las características del material de origen y del uso humano que se hace del ámbito inmediato.

Fase agrícola sub-actual La evolución paleogeográfica del entorno de la Angorrilla se cierra, según su registro, con una última fase cuya génesis está relacionada con la remoción mecánica derivada del uso agrícola dado tradicionalmente a este sector del término municipal de Alcalá. La formación superficial correlativa de este episodio sub-actual progresa indistintamente a partir del techo edafizado de la terraza fluvial, del coluvión antropizado alojado en determinados tramos de las vaguadas, o de las formaciones superficiales antrópicas ocupacionales. La introducción a finales del pasado siglo de una maquinaria agrícola de gran capacidad tractora para el laboreo, ha favorecido la individualización de este horizonte agrícola con respecto a la secuencia general, provocando, además, la incorporación de abundantes restos de origen orgánico y la sobrefragmentación de los restos arqueológicos.

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LA

NECRÓPOLIS

DE ÉPOCA TARTÉSICA DE LA

ANGORRILLA ALCALÁ DEL RÍO, SEVILLA

En la primera década del siglo XXI se efectuó en Alcalá del Río (Sevilla) una serie de intervenciones arqueológicas en las que se detectaron los restos correspondientes a un poblado y a una necrópolis de época tartésica. La presente obra, aunque se centra en el análisis de los enterramientos, incorpora también la información recuperada en la zona de hábitat, al considerar ambos enclaves como partes integrantes de un mismo asentamiento. El trabajo se inicia con una contextualización de las sepulturas en el marco de la relación poblado-necrópolis, atendiendo al patrón de asentamiento, su relación espacio-temporal y la ubicación del cementerio en su contexto paleogeográfico. A partir de esta exposición se realiza un estudio centrado en la configuración general de la necrópolis y la distribución de las tumbas. El tercer nivel de análisis se ocupa de la investigación específica de cada sepultura y de los distintos elementos depositados en su interior, principalmente de los ajuares. Estos estudios se completan con una serie de análisis sobre antropología física y paleopatología, paleodieta, ADN, antracología, etc., cuyos resultados posibilitan la reconstrucción de los ritos funerarios y un acercamiento a la caracterización de la población enterrada, su hábitat y otros aspectos relativos a sus estrategias de explotación y adaptación al medio. En definitiva, los datos aportados por la excavación de la necrópolis de la Angorrilla, junto con las investigaciones desarrolladas en el poblado coetáneo, contribuyen al conocimiento de las comunidades que ocupaban el Bajo Guadalquivir durante el Hierro I, convirtiendo a este yacimiento en uno de los referentes fundamentales para caracterizar a dichas poblaciones y valorar cómo influyó la colonización oriental en este espacio geográfico.

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