La agenda feminista argentina en los ´70 y ´80: continuidades y rupturas

June 12, 2017 | Autor: A. Delmonte Allasia | Categoría: Estudios de Género, Feminismo, Historia reciente
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Descripción

2010

2012

ISSN 1853-6883

ACTAS de las Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza

Hilda Noemí Agostino Ph.D Directora Junta de Estudios Históricos de La Matanza - Universidad Nacional de La Matanza

Florencio Varela 1903 (CP 1754) Buenos Aires - Argentina. Teléfono 4480-8967

ISSN 1853-6883 Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza

INDICE DE TRABAJOS PRESENTADOS MIÉRCOLES 17 DE OCTUBRE MESA

1. Temas de Historia Argentina.

Moderadora: Prof. Gabriela Silva 1.

Delmonte Allasia, Antonela. La agenda feminista argentina en los 70 y 80: continuidades y rupturas ……………………………………………………………………….15

2.

Derungs, Silvia. La nacionalización de los ferrocarriles británicos ……………………………………………………………………….34

3.

Re, Néstor Aníbal. La mujer intelectual en la resistencia peronista. Relatos de Marita Foix ……………………………………………………………………….48

4.

Nasti, Atilio. Objetos de origen europeo de uso cotidiano en las colonias del Río de la Plata en época de la Revolución ……………………………………………………………………….67

5.

Barboza, Claudio. El

Revisionismo

Histórico

en

el

nuevo

contexto

regional

latinoamericano ……………………………………………………………………….84

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6.

Silva, Liliana. La novela histórica como forma de divulgación científica y como obra de arte ……………………………………………………………………….104

MESA 1

Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza

PONENCIA 1 C. V. ABREVIADO DEL AUTOR Delmonte Allasia, Antonella Estudiante de antropología (UBA). RESUMEN Las décadas de 1970 y 1980 en la Ciudad de Buenos Aires fueron el escenario del desarrollo de distintas organizaciones feministas. El presente trabajo se propone realizar un recorrido histórico del movimiento feminista argentino durante el período señalado, observando cómo funcionaban sus organizaciones, cuáles eran sus reclamos y denuncias, qué vínculos tenían con el resto de los grupos sociales gays, de izquierda o peronistas, y cuáles eran sus actividades principales. Asimismo, se intentará realizar un acercamiento analítico y comparativo entre ambos períodos, prestando especial atención a la agenda feminista y a los reclamos que se desenvuelven en el período. Con este objetivo, se analizarán cuáles fueron las continuidades y rupturas de los reclamos entre ambos períodos, a quiénes estaba dirigido y cómo eran aquellos discursos.

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El trabajo se sustentará en la indagación de volantes de dichas organizaciones publicados en la revista Travesías en los años ´90 así como en ejemplares de la revista Brujas publicada por ATEM en los años ’80. Asimismo, se construirá el análisis a través del relato oral de mujeres militantes feministas y protagonistas de dicho período en torno a la experiencia vivida durante esos años.

Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza

LA AGENDA FEMINISTA ARGENTINA EN LOS '70 Y '80: CONTINUIDADES Y RUPTURAS (O UN ANÁLISIS COMPARATIVO) Las décadas de 1970 y 1980 en la Ciudad de Buenos Aires fueron el escenario del desarrollo de distintas organizaciones feministas. El presente trabajo se propone realizar un recorrido histórico del movimiento feminista argentino durante el período señalado, observando cómo funcionaban sus organizaciones, cuáles eran sus reclamos y denuncias, qué vínculos tenían con el resto de los grupos sociales gays, de izquierda o peronistas, y cuáles eran sus actividades principales. Asimismo, se intentará realizar un acercamiento analítico y comparativo entre ambos períodos, prestando especial atención a la agenda feminista y a los reclamos que se desenvuelven durante aquellos años. Con este objetivo, se analizarán cuáles fueron las continuidades y rupturas de los reclamos entre ambas etapas. Al comenzar, es necesario realizar un acercamiento al contexto histórico del período puntualizando en el estado de las corrientes feministas. Se comienza retomando lo acontecido en los años `60 a nivel general y en el feminismo en particular por considerarlo el antecedente inmediato del período en cuestión, así como por su incidencia en el feminismo argentino de los `70. Luego se realizará un recorrido histórico del movimiento feminista argentino durante 1970 y 1980 observando cómo funcionaban sus organizaciones, qué vínculos tenían con el resto de los grupos sociales de izquierda o peronistas, cuáles eran sus reclamos y sus actividades principales.

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Entre el Mayo Francés y la Guerra de Vietnam. Feminismo de la “segunda ola”. En los años `60 nos encontramos con un nuevo auge del feminismo a nivel mundial, el cual se lo denominó feminismo de la “segunda ola” y se desarrolló principalmente en Europa y Estados Unidos. Este contexto histórico está caracterizado por una pugna entre dos polos: la Unión Soviética y los Estados Unidos, que desató la denominada Guerra Fría. Asimismo, es una época

Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza signada por el desarrollo de movimientos sociales que defienden los derechos civiles de distintos sectores de la sociedad relegados, como los movimientos anti racistas, movimientos de liberación sexual, movimientos de pueblos originarios, etc. Es también, la época de sucesos de especial importancia a nivel político y social, como fueron la Revolución Cubana, el Mayo Francés, la guerra de Vietnam y los movimientos de descolonización de Asia y África. A su vez, se desarrolla en Estados Unidos el movimiento hippie, con sus consecuentes cambios a nivel cultural y social. Es decir, que lo que caracteriza a los mediados y fines del siglo XX es que fue el escenario de grandes luchas políticas y sociales, y del desarrollo de colectivos políticos con intenciones de llevar adelante profundas modificaciones en la sociedad. En lo que respecta específicamente a las mujeres se producen distintos transformaciones: una amplia incorporación de las mismas al mundo universitario, la utilización de las píldoras anticonceptivas, con su consecuente modificación en la concepción del sexo, ahora separada de la reproducción y por último, comienza una insatisfacción con el mundo doméstico que las envuelve.

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En la composición social general del movimiento podemos apreciar que se conformó especialmente por los sectores medios y populares de la sociedad. Con respecto a los métodos, las marchas y protestas callejeras eran claves a la hora de manifestar los reclamos y denuncias. Como en los movimientos sociales de la época, estos métodos eran una forma de visibilizar los conflictos haciéndolos públicos. A su vez, se realizaron actividades como los talleres de concienciación.

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En este sentido, situar al movimiento feminista de la segunda ola en dicho contexto es de suma importancia, ya que denota que no fue un movimiento en auge aislado, sino que crece en diálogo constante con muchos otros colectivos en lucha. Asimismo, el ascenso del movimiento feminista se presenta con varias corrientes que se expresan y piensan de forma diferenciada. Se puede dividir a la segunda ola en dos grandes grupos: las feministas liberales y las feministas radicales. A grandes rasgos, se diferencian por su posicionamiento con respecto al capitalismo.

Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza Por último, en lo que respecta a los reclamos, a nivel general podemos destacar que en esta segunda ola se realiza un cuestionamiento de las fronteras entre lo público y lo privado, como destacan Tarducci y Rifkin (2010: 6), corriendo la definición de los límites de lo político, para tomar como problemáticas también la vida cotidiana de las mujeres. Esto se refleja por ejemplo en algunas de las consignas que caracterizaron esta segunda ola: “Las campañas por la liberalización del aborto, el cuestionamiento de la heteronormatividad, y las demandas en relación con la anticoncepción y el libre gozo de la sexualidad” (Felitti, 2010: 171). Es decir, que problemáticas antes consideradas “privadas”, como la sexualidad, comienzan en este período a ser cuestionadas y ubicadas dentro de lo “público”. Como veremos a continuación, en Argentina en particular, por estos años hubo cambios que atravesaron las mujeres de los sectores medios y urbanos que posibilitaron el surgimiento de nuevas subjetividades y conciencias femeninas, que participarían y llevarían adelante el movimiento feminista de los `70. Entre ellos, Karina Felitti nos menciona (2010: 171) la mejora en su situación jurídica, la creciente participación laboral, educativa y política y las nuevas pautas en relación con la sexualidad y reproducción (utilización de nuevos métodos anticonceptivos y mayor aceptación del sexo antes del matrimonio, entre otras). Feminismo en marcha. Voces feministas de los `70.

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Al analizar la historia del feminismo en Argentina durante 1970 se la puede separar en dos períodos, divididos por el punto de inflexión que constituyó para todo el movimiento social de la época, y la sociedad en general, el golpe militar de 1976. El primer período tiene como punto de partida el Cordobazo del año 1969, el cual evidencia el marco de un ascenso de luchas protagonizadas por sectores del movimiento obrero y también estudiantil. En el plano político, la caída de Onganía, el retorno de Perón, su muerte y la asunción de Isabel Perón como presidente dan cuenta de la convulsión del período. Durante esta época existieron varios colectivos políticos feministas en la Argentina siendo el primero de ellos -y el de mayor importancia numérica- la Unión Feminista Argentina (UFA) que se desenvuelve desde 1970 a 1976. Las

Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza mujeres de la UFA se definían como autoconvocadas y conformaron grupos de lectura, de discusión de autoras feministas, de concienciación al tiempo que realizaban “volanteadas”1, conferencias, etc. En el mismo año se conforma el grupo Nueva Mujer adherido a UFA, en 1972 nace el Movimiento de Liberación Feminista (MLF) que editó la revista “Persona” y dos años después el Movimiento Feminista Popular (MOFEP) integrado por mujeres militantes del FIP (Frente de Izquierda Popular). En 1974 se constituye la Asociación para la Liberación de la Mujer Argentina (ALMA), compuesto por mujeres provenientes de UFA y MLF, entre otras. Asimismo, en 1975 se constituye el Frente de Lucha por la Mujer que coordinaba actividades entre los distintos grupos.

Se entiende por “volanteadas” el acto de repartir volantes políticos en puntos estratégicos callejeros. 1

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Sus principales actividades eran la lectura y discusión de autoras feministas, producción de volantes, debates, conferencias. Asimismo, como señalan Tarducci y Rifkin (2010: 7), los grupos de concienciación integrados por mujeres, eran la modalidad de acción característica de los mismos, en los que a través de la socialización de la experiencia individual y sus análisis colectivos, lo personal se volvía político. Marcela Nari define los objetivos de los grupos como la búsqueda de “la raíz común entre las mujeres más que sus diferencias de clase, ideológicas, de edad, etc. Descubrirse como personas, como sujetos y, desde allí producir un cambio” (Nari, 1996: 2). La dinámica de funcionamiento consistía en reuniones periódicas donde se contaban las experiencias personales de cada participante de acuerdo a determinadas temáticas vinculadas a la cotidianidad. Estas funcionaban como punto de partida para poder extraer conclusiones más generales, encontrando los puntos en común entre las mismas. La forma de organización era horizontal, y en este sentido la coordinación era rotativa, buscando por este camino no repetir patrones sociales de jerarquización-subordinación que se desenvolvían en la vida de las mujeres. Como señala Alicia Campagnoli (2005: 1-2) a partir y alrededor de esta técnica se construyeron las feministas de los `70, intentando articular un

Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza discurso desde y para las mujeres, quebrando con el imperante discurso masculino y formando una nueva conciencia femenina. A través de estos grupos se producía o afirmaba en la conciencia de las mujeres la cuestión de que las experiencias individuales corresponden a patrones generales y no a problemas particulares, en este movimiento reflexivo lo personal deviene político. Como dijimos anteriormente, es necesario no perder de vista el contexto político argentino en el que estos grupos se desarrollan, el cual se caracterizaba por un aumento en la organización y manifestación del movimiento obrero y estudiantil. El feminismo se desenvuelve en constante diálogo y discusión con estos grupos, como nos marca Magui Bellotti estos enfrentamientos se definían en términos de participación o no de la manifestaciones, -más que en debates teóricos- (Bellotti, 2002: 4). De hecho, muchas mujeres practicaban una “doble militancia” en tanto que pertenecían a partidos políticos de izquierda o peronistas y a organizaciones feministas, lo que generaba tensiones políticas y personales así como también conflictos dentro de las mismas organizaciones. Al respecto, Karin Grammático (2005: 3) señala que para muchas feministas esta práctica fue vista como un intento de los partidos por realizar “entrismo” 2 en el movimiento. Asimismo, la autora advierte los problemas que pudo haber originado en los grupos feministas la ausencia de un debate acerca de estos aspectos que generaban gran heterogeneidad política al interior del movimiento.

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Estos contactos entre los movimientos feministas con la izquierda y el peronismo adquirieron en algunos casos acercamientos más orgánicos, como por ejemplo entre la UFA y el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) –de orientación trotskista-, quienes realizaron actividades en conjunto. A esto se le agregan las experiencias que hubo dentro de los mismos partidos en la

Se entiende por “entrismo” cuando una estructura partidaria intenta insertarse en otra estructura a través de la incorporación de militantes en la misma. 2

Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza organización de agrupaciones feministas 3. En palabras de Grammático, “las relaciones entre feministas y las 'políticas' asumieron diversas formas: la doble militancia, la adhesión de agrupaciones políticas a colectivos feministas (…), la porción de grupos feministas dentro de los partidos políticos (…)” (Grammático, 2005: 14). Sin embargo, para muchas militantes de la izquierda y el peronismo, el feminismo constituía una distracción pequeño burguesa que desviaba el camino de la transformación social; los problemas denunciados por las feministas se solucionarían una vez transformado el orden social vigente. Otro de los aspectos a destacar de este período es el surgimiento de las primeras organizaciones conformadas por el activismo gay. A fines de los sesenta, nace “Nuestro Mundo” antecedente del Frente de Liberación Homosexual de la Argentina (FLH) creado en 1971. El Frente estaba conformado por diversos grupos independientes que funcionaban de forma horizontal. Entre otras cosas, definen estrategias para enfrentar la represión y fomentar la “salida del closet”4, realizan lecturas y discusiones de autores y actividades callejeras como “volanteadas”. Entre el `73 y el `76 publican la revista clandestina Somos la cual incluía notas sobre el feminismo nacional e internacional y sobre el MLF y la UFA. El FLH tampoco se encontraba aislado del agitado contexto, tuvo vínculos con la Juventud Peronista y con la izquierda, aunque no duraron en el tiempo. A su vez, feministas y activistas gays realizan actividades en conjunto, llegando a conformar entre militantes de ambos espacios el Grupo Política Sexual (Felitti, 2010: 800).

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Ejemplos de esto son la creación en el seno del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) -partido comunista que desarrolla la lucha armada- en 1973 del Frente de Mujeres y en Montoneros -organización guerrillera de la izquierda peronista- de la Agrupación Evita. 4 Expresión que se utiliza coloquialmente para referirse a asumir socialmente y de forma pública el considerarse homosexual. 3

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Por último, otro de los elementos a destacar del movimiento feminista en este período es la rápida disolución de estas agrupaciones. Como señala Dora Barrancos, “el ajetreo de esa primera mitad de los `70 hasta el golpe de Estado fue intenso en materia de feminismos, aunque innegablemente todos los grupos tendían a disolverse, las disidencias aumentaban y había migraciones hacia nuevas fórmulas que, finalmente, también se extinguían” (Barrancos,

Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza 2007: 242). Asimismo, a pesar de la efectividad del método de concienciación como estructurante del movimiento, el mismo planteaba el problema del crecimiento numérico -quedando reducido a decenas de mujeres-. En este sentido, Alejandra Vassallo señala que “para el feminismo argentino de los `70, hubo una imposibilidad de transmitir esas 'pequeñas grandes revoluciones' en la conciencia de las mujeres militantes, en campos de acción a gran escala, o en niveles de acumulación que facilitaran la construcción política en contextos más amplios y en conjunto con otras organizaciones” (Vassallo, 2005: 4). “Lo personal es político”. Agenda feminista de los ´70.

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Con respecto a la agenda feminista de la época podemos observar que estos grupos tenían una serie de reivindicaciones de las que se destacaban el pedido de guarderías, el aborto legal y gratuito y la remuneración para el trabajo hogareño. Se consideraba que el trabajo de las mujeres al interior de sus casas estaba desvalorizado y que debía pasar a ser remunerado. Esencialmente “luchaban por explicar la naturaleza de las características comunes a todas las mujeres, pero trasgrediendo sistemática y hábilmente las distinciones tradicionales que separaban el reino de lo “personal” o “privado” del de lo “político” o lo 'público'” (Campagnoli, 2005: 1). El gran lema del feminismo de la época fue lo “personal es político”. En este sentido, se destaca que la opresión vivida cotidianamente por miles de mujeres tanto en sus casas como en sus trabajos es compartida al tiempo que no es casual o natural sino producto de una desigualdad estructural entre el hombre y la mujer. Se buscaba principalmente desnaturalizar los espacios y roles asociados a los géneros femenino y masculino valorados de forma diferencial, lo públicopolítico-dominante en contraposición a lo privado-personal-débil, mientras que se los enmarca en relaciones de poder. Las principales críticas fueron dirigidas hacia los roles tradicionales de “madres” y “amas de casa”. Con respecto a la sexualidad y a la reproducción no hay que perder de vista los cambios que se habían atravesado durante la década anterior. A mediados de los `60 se había difundido en los sectores altos y medios urbanos la píldora anticonceptiva permitiéndoles a las mujeres una mayor libertad y autonomía sobre su cuerpo. Asimismo, en este período comienzan a cuestionarse en dichos sectores pautas y prácticas cotidianas de comportamiento adjudicadas a

Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza la mujer, ya sea del orden sexual como del orden de las “tareas hogareñas”, así como también, el rol meramente reproductivo y materno de las mismas. Sin embargo, estos cambios en el nivel de lo cotidiano, eran incipientes y circunscriptos a determinados sectores sociales. A pesar de los avances logrados años antes, en 1974 se prohíbe a través de un decreto la venta libre de anticonceptivos en el país y las actividades de planificación familiar en dependencias públicas. En este contexto, siguieron vigentes para el feminismo los reclamos de anticoncepción y de una maternidad diferente (Felitti, 2010: 793). Al respecto, observamos en un volante de los ´70, sin fecha exacta, de la UFA: “El embarazo no deseado es un modo de esclavitud. Basta de abortos clandestinos. Por la legalidad del aborto. Feminismo en marcha”5.

Todos los volantes que se citan a continuación fueron extraídos de la Revista Travesías N°5 del año 1996. 5

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En otro volante sin fecha, la UFA denuncia las más notorias diferencias que consideraban se les imponían a las mujeres: “discriminación sexual y salarial, marginación política, la patria potestad, la subordinación económica, el embarazo no deseado, los quehaceres domésticos no remunerados”, etc. En otros volantes también denuncian las violaciones, maltratos, despidos por embarazos, etc. Asimismo, en el volante escrito en conjunto por el Frente de Lucha por la Mujer para el 8 de marzo de 1975 encontramos entre los reclamos: “igualdad real ante las leyes, igualdad de posibilidades, sistema de seguridad social que impidan discriminación y desempleo femenino, libre elección de la maternidad, campañas de capacitación, guarderías, salario para la ama de casa, etc”. Es decir, podemos observar que los reclamos y denuncias, en términos generales, mantienen un patrón de repetición: los grupos feministas de los ´70 hacen especial mención al problema de la maternidad y guarderías, al problema del trabajo doméstico no remunerado y a problemas del orden laboral como el desempleo. Asimismo, encontramos otros reclamos ligados en un nivel muy general con la sexualidad como el pedido del aborto legal, la posibilidad de elegir una sexualidad desligada de la reproducción por

Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza medio de los métodos anticonceptivos, y la posibilidad de elegir el momento de la maternidad. En conclusión, durante estos años el feminismo se encargó de visibilizar la situación desigual de las mujeres dentro y fuera de los hogares como un hecho social y político. En este sentido, el feminismo se encontraba dando el paso de la visibilización, que aunque necesario e imprescindible para poder realizar los posteriores análisis y pedidos, dejaba de lado otro tipo de reclamos. A su vez, el feminismo en cuestión se caracterizó especialmente por un trabajo “interno” de concienciación. En este sentido, lo que quiero resaltar es que el trabajo dirigido a la sociedad en general se centraba en charlas, volanteadas, conferencias y actividades relacionadas, sin desarrollar una importante actividad de conjunto de denuncia y exposición. Esto llevó a que los análisis y conclusiones que se generaban quedaban anclados a un grupo reducido. Por último, considero que no hay que dejar de lado la composición social del movimiento. Como se mencionó, las mujeres que pertenecían a los grupos feministas provenían mayoritariamente de los sectores sociales medios urbanos y la dinámica de trabajo se basaba en la experiencia de dichas mujeres.

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Voces silenciadas. Feminismo de catacumbas. Como se anticipó en un principio, la historia del país se ve marcada por el punto de quiebre que constituyó el golpe miliar del ´76 en tanto que significó la puesta en práctica de un plan sistemático de persecución y desaparición forzosa de personas para detener y socavar el desarrollo del mencionado movimiento social. Ahora bien, con el accionar de formaciones paramilitares y con el posterior advenimiento de la dictadura del ´76 los grupos feministas quedan en suspenso, clandestinos o en el exilio. Sin embargo, en los primeros años de la dictadura se producen pequeñas reuniones entre feministas en casas particulares en las cuales seguían estudiando y debatiendo autoras y hasta el ´79 se mantiene el Centro de Estudios Sociales de la Mujer Argentina ligado al FIP y se forma la Asociación de Mujeres Argentinas (AMA) constituida por el mismo. Ahora bien, como señala Magui Bellotti, “las condiciones políticas de ese momento no facilitaban la expresión pública de corrientes más radicalizadas. (…) la acción de las agrupaciones mencionadas no iba más allá de reuniones de discusión y reflexión y la realización de alguna charla”

Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza (Bellotti, 2002: 5). Asimismo, en 1979 el despido en Mendoza de una empleada del Poder Judicial por ser madre soltera y la repercusión mediática del hecho abrió el camino a algunas feministas para poder intervenir nuevamente en el espacio público realizando una campaña en defensa de las madres solteras. Al tiempo que esta campaña sirvió de antecedente y posibilitó una posterior por la reforma del régimen de Patria Potestad (Felitti, 2010: 803). En conclusión, siguiendo a Tarducci y Rifkin, durante los siete años de dictadura se produjo la “desarticulación de un incipiente movimiento feminista, del exilio de algunas de sus integrantes y de la organización en forma clandestina de otras en pequeños grupos de lectura, de reflexión, de concienciación” (Tarducci y Rifkin, 2010: 9). A este feminismo Nari lo llamó feminismo de catacumbas. Mujeres en Movimiento. Voces feministas de los ’80.

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Si bien se presentaban diferencias entre los distintos países de Latinoamérica encontramos que, a grandes rasgos inicialmente las mujeres en su mayoría provenían de los sectores medios. Al tiempo que se nutría de un movimiento más amplio de mujeres, conformado por diversos actores sociales: “(...) de la militancia de izquierda, profesionales de sectores medios, mujeres que asumieron como bandera la defensa de los derechos humanos, mujeres de origen popular que se organizaron en torno a los derechos humanos y a la sobrevivencia” (Guzmán, 1994: 27). Durante la década de los

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Entrando en los años `80, en América Latina, se presenta un escenario particular de acuerdo al país en que nos ubiquemos y al contexto sociohistórico en desarrollo. Sin embargo, en todos ellos encontramos durante fines de los `70 y principios de los `80 un ascenso del movimiento feminista que se manifiesta en el surgimiento de distintas organizaciones así como en el aumento de intelectuales y teorías feministas. Como señala Virginia Guzmán: “Los frutos de la modernidad, los cambios en el sistema político y social, el surgimiento de gobiernos revolucionarios, la instauración de férreas dictaduras, la recuperación de la democracia, los cambios en las concepciones del desarrollo, los efectos de la crisis, en fin, todos estos cambios condicionarán en distinto sentido, el surgimiento de las diversas expresiones del movimiento de mujeres.” (Guzmán, 1994: 23).

Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza `80 se desarrollaron dentro de este movimiento de mujeres: los colectivos e instituciones feministas, los colectivos de derechos humanos y las organizaciones populares de mujeres, como las ollas populares en Argentina. Una de las características fundamentales del movimiento son sus nuevas demandas mucho más cercanas a la vida cotidiana. Asimismo, el movimiento “logró debilitar los obstáculos que se oponían a la participación de la mujeres en el ámbito público.” (Guzmán, 1994: 35). Por otro lado, parte sustancial de su desarrollo fue la producción de conocimientos que posibilitaban rupturas epistemológicas y creaban nuevos paradigmas. A principio de los '80, Argentina se encontraba atravesando una crisis económica, política y social que llevó a cambios de gobernantes en la Junta Militar que mantenía el gobierno de facto. En este contexto, se enmarca la Guerra de Malvinas de 1982 cuya derrota fue uno de los factores que precipitó la necesidad de cambio del régimen político. Es así que en 1983 asume Ricardo Alfonsín (UCR) luego de ganar las elecciones presidenciales. Se abre una nueva etapa signada por la recuperación de los derechos civiles y por el desarrollo de movimientos sociales vigentes hasta la actualidad, tomando entre ellos un rol preponderante aquellos que levantaban las banderas por los derechos humanos.

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Ahora bien, durante los primeros años de dicha década, a pesar de la dictadura, el feminismo retoma la actividad pública imposibilitada hasta el momento. Su reivindicación fundamental se centra en la ampliación de los derechos civiles de las mujeres, específicamente en el pedido de la modificación del régimen de Patria Potestad que otorgaba derechos sobre los hijos exclusivamente a los padres, excluyendo a las madres, lucha que en 1985 concluye victoriosa. Con el retorno a la democracia, se conforman un conjunto de nuevas organizaciones feministas. Años antes, en 1981 nace la Organización Feminista Argentina (OFA) -grupo de feministas radicales-, también, LIBERA que se disuelve en 1985 y DIMA. Todas ellas agrupaciones que se forman en torno a objetivos legales. Asimismo, en 1982 nace ATEM “25 de Noviembre” Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer, en el mismo año se crea la Librería de la Mujer y al año siguiente nace Lugar de Mujer. ATEM Y Lugar

Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza de Mujer son consideradas por muchas intelectuales feministas las dos organizaciones más importantes en tanto que, en palabras de Silvia Chejter, “han sido los dos espacios nucleares de producción y debate de ideas feministas” (Chejter, 1996: 27). ATEM se nuclea en torno a dos pilares: la violencia contra las mujeres y los derechos humanos en contra del régimen dictatorial. Asimismo, según Magui Bellotti, la organización se diferencia del resto ya que pone el acento “en la opresión de género, la defensa de la autonomía y la organización horizontal” (Bellotti, 2002: 7). Desde sus comienzos, publican la revista feminista Brujas y realizan ininterrumpidamente la Jornada Feminista anual, espacio de discusión feminista.

Otro hito en la historia del feminismo en Argentina y América Latina son los Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe que se realizan a

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En 1983 se constituye la Multisectorial de la Mujer, para conmemorar el Día Internacional de la Mujer de 1984, en la que convergen distintos sectores, como feministas, militantes por los derechos humanos, militantes de sindicatos o partidos políticos. Los mismos dan una lucha conjunta por los reclamos específicos de las mujeres y escriben un documento común con los puntos de acuerdo entre las distintas organizaciones. Como señalan Tarducci y Rifkin, la multisectorial “fue pensada como una experiencia de unidad, solidaridad y lucha conjunta de las mujeres” (Tarducci y Rifkin, 2010: 3). Algunas de las demandas mencionadas en el documento gracias a la lucha del conjunto del movimiento de mujeres y feminista concluyeron de forma favorable. En este período se sancionaron leyes que remitían a la igualdad de los hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio en 1985; la paria potestad a madre y padre en el mismo año; convenio de igualdad de oportunidades para trabajadoras y trabajadores con responsabilidades familiares en 1986; y el divorcio vincular en 1987, entre otras.

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Por otro lado, Lugar de Mujer se constituye con el objetivo de formar un espacio abierto y pluralista donde puedan concurrir las mujeres. Se definen como una asociación con “corriente feminista”. Poseen una biblioteca feminista, otorgan asistencia jurídica y psicológica gratuita y organizan charlas, talleres, grupos de reflexión, cine-debate y distintas actividades.

Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza partir de 1981, que con la vuelta a la democracia posibilitaron el diálogo e intercambio con mujeres feministas de América Latina. Este se puede marcar como el antecesor de los Encuentros Nacionales de Mujeres que se realizan en Argentina desde 1986. Es importante mencionar que durante este período se realizan una serie de reformas a nivel estatal relacionadas con la condición de las mujeres como es la creación en 1987 de la Subsecretaría de la Mujer. En este sentido, no hay que perder de vista que, como señala Dora Barrancos, “en el importante núcleo de mujeres que apoyó a Raúl Alfonsín había quienes se destacaban por la adhesión al feminismo, y esto fue decisivo para convencer al presidente y a sus asesores acerca de la necesidad de sostener una política que elevara la condición de las mujeres” (Barrancos, 2007: 278). Sin embargo, no todas las militantes feministas formaron parte del gobierno radical, sino que como se señaló, comienzan también a integrar organizaciones políticas, sindicales, comunitarias, entre otras. Este contexto, a su vez, se caracterizó por el desarrollo de distintas organizaciones de defensa de los Derechos Humanos, como las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. Estas organizaciones contribuyen al movimiento feminista, ya que como marca Magui Bellotti: “politizaron el mundo privado y colectivizaron la defensa de sus hijos, convirtiéndola en acción política” (Bellotti, 2002: 14). Es decir, que si bien parten de su rol de madres, plantean la defensa de sus hijos de forma política y como un problema de orden social. Desde algo “privado” cuestionan lo público y, en última instancia, al Estado.

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“Violación es tortura”. Agenda feminista de los ´80. Con respecto a la agenda feminista podemos mencionar que se produce una ampliación de los temas a reivindicar, en comparación con los contenidos de la década anterior. Uno de los ejes característicos de la agenda feminista de los `80 fue la lucha contra la violencia hacia las mujeres. De esta violencia se destacaba su aspecto social y político, manteniendo la tradición feminista en presentar lo “personal” como social y político, producto de un régimen desigual específico. Entre otras medidas, se denunciaban los mecanismos sociales que permitían tanto los actos violentos como sus silenciamientos. En la jornada de 1982 que organiza ATEM ya estaban presentes los temas de

Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza maltrato y violación como formas de violencia, dos años después la jornada se dedicó específicamente a dicho tema. Asimismo, en 1983 se crea el Tribunal de Violencia contra la Mujer “Mabel Adriana Montoya” del cual forman parte ATEM, la OFA y Libera. El mismo realizaba actividades de denuncia y agitación como marchas y afiches. Uno de los puntos que Silvia Chejter destaca como centrales es que el Tribunal denuncia la violencia contra las mujeres como un tema de derechos humanos (Chejter, 1996: 35). Uno de los ejes principales fue el reclamo por los derechos humanos que se presentó en conjunto con otras organizaciones sociales. Estos reclamos tomaron especial importancia durante los `80 consecuencia inmediata del terrorismo de estado llevado adelante durante la dictadura militar. La especificidad que le dio el movimiento feminista a estos reclamos se centró en la visibilización de las mujeres desaparecidas así como en la denuncia de las torturas “especiales” que les impuso la dictadura militar. Asimismo, se mantuvieron los reclamos en relación a los derechos laborales -como por ejemplo igual salario por igual trabajo- así como los relacionados con la remuneración del trabajo doméstico. Se continuó, con los pedidos de aborto legal, libre y gratuito y del derecho a decidir sobre el propio cuerpo y sobre la maternidad, defendiendo el uso y la información acerca de los métodos anticonceptivos; a esto se le agrega el histórico reclamo de guarderías infantiles gratuitas. También estuvieron presentes los reclamos mencionados más arriba en relación con la ampliación de los derechos legales.

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Otro de los nuevos temas, en comparación con el feminismo de los `70, son los reclamos relacionados con la prostitución femenina. Dichos reclamos se enmarcan, a mi parecer, en uno más general que se acentúa en esta década en contra de la violencia hacia la mujer. Al hablar de violencia contra la mujer

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Uno de los nuevos temas fue el lesbianismo y el problema de la heterosexualidad obligatoria. Sin embargo, este no estuvo libre de conflictos y en un principio quedó enmarcado y limitado al interior del movimiento, siendo excluido de los reclamos que se les presentaba a la sociedad. En Travesías se menciona en relación a ATEM: “había una actitud dual de las feministas hacia las lesbianas: amplia aceptación privada, silencio político” (Chejter, 1996: 39).

Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza se incluía, entre otras, a la violencia doméstica, a las violaciones, a la pornografía y a la prostitución femenina En palabras de Tarducci y Rifkin la década de 1980 fue: “vital para las feministas argentinas, con un amplio espectro de organizaciones visibilizando los problemas en las calles, en los medios de comunicación, ante el Estado; logrando incluso varias reformas legales. Se dio una experiencia inédita de confluencia entre feministas y mujeres de diversos sectores de la sociedad detrás de puntos comunes” (Tarducci-Rifkin, 2010: 5). En conclusión, en relación con los años anteriores el feminismo tomó mayor visibilización ante la sociedad e incorporó nuevos temas de debate, al tiempo que confluyó con distintos grupos de mujeres en pos de objetivos comunes. Podemos evidenciar una clara diferencia con la década anterior, ya que como se observó durante los `70 no aparecieron en Argentina estos tipos de discusiones y reclamos (por ejemplo contra la violencia y la prostitución). Entre las causas principales que entiendo posibilitaron que surjan nuevos temas fue el auge que tuvo el problema de las distintas formas de violencia hacia la sociedad en general y hacia las mujeres en particular. Es decir, posibilitó que se profundizaran las posibles variantes que puede adquirir la violencia, llegando a contemplar y a analizar a la violencia de género como una de estas.

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Es decir, considero que no hay que perder de vista que el movimiento feminista se nutre del diálogo con las organizaciones que luchan por la defensa de los derechos humanos a raíz de las torturas, desapariciones y persecuciones efectuadas durante la dictadura militar. Es en el marco de este diálogo a su vez que la lucha contra la violencia y la defensa de los derechos humanos también devienen centrales en las voces feministas. Es así que el contexto de época posibilitó e incentivó los reclamos en contra de la violencia hacia las mujeres. Asimismo, si bien el gobierno radical no aborda en profundidad los reclamos feministas, el contexto democrático permite la organización libre de las mujeres, aspecto imprescindible para garantizar cualquier tipo de debate y análisis. Por último, aunque se intenta remarcar cómo emergen nuevas problemáticas ausentes durante los `70, con esto no se quiere menospreciar los reclamos de aquellos años ya que estos fueron los que posibilitaron que la

Cuartas Jornadas de Historia Regional de La Matanza cuestión de la opresión de la mujer tome el carácter político correspondiente y que no se reduzca al plano de lo personal. En este ejercicio de devenir público lo privado se evidencia a la vez que la solución debe ser de orden social y en este sentido, se muestra la importancia de la organización para conseguir los pedidos formulados. Preguntas finales. Al final del recorrido quedan abiertos más interrogantes que en un principio; en especial me interesa remarcar la pregunta para futuros trabajos acerca de las mujeres que participaban en el movimiento feminista durante el período analizado. Es decir, analizar su agencia política cotidiana, ver cómo actuaban y cómo representaban este accionar: ¿Quiénes eran? ¿Cómo fueron sus experiencias en el movimiento? ¿Cómo las conciben hoy?...

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Volviendo al eje del análisis, se intentó recorrer el camino que realiza el movimiento feminista porteño durante los movilizados `70, años en los que se construye colectivamente partiendo de la experiencia de las mismas mujeres participantes una nueva subjetividad femenina, compuesta por nuevas representaciones acerca del “ser mujer”, así como por nuevas actividades como son los grupos de concienciación. Y es en esta acción colectiva y cooperativa en la que dichas mujeres realizan el ejercicio de visibilización y desnaturalización de las tareas y representaciones del rol femenino, poniéndolo en cuestión y corriéndolo de la esfera de lo privado. En este período, los reclamos se centraban en el trabajo doméstico no remunerado, el aborto, las guarderías, entre otros. Sin embargo, durante los`80 vemos como comienzan a aparecer nuevos reclamos. En un marco más amplio el movimiento feminista crecía en diálogo con otras organizaciones sociales que luchaban por la defensa de los derechos humanos. Finalmente, para las feministas, la lucha en contra de la violencia hacia la mujer fue uno de los ejes del período.

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