LA ACTIVIDAD DEL ALMA DE LOS JUSTOS DESPUÉS DE LA MUERTE

July 5, 2017 | Autor: J. Coronel S. | Categoría: Teología, Antropologia filosófica
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Descripción

LA ACTIVIDAD DEL ALMA DE LOS JUSTOS DESPUÉS DE LA MUERTE
Nota técnica, noviembre 2014
Curso de antropología teológica II
En una conferencia en la Universidad Panamericana sobre la doctrina aristotélica respecto del alma humana, el Dr. Berti mencionó el problema de su actividad cuando el cuerpo muere (suponiendo que esa alma realmente perviva, cuestión también problemática en el planteamiento de Aristóteles). De hecho, en el mismo ámbito cristiano, al no tener una explicación plausible para esa actividad, algunos aluden a la expresión bíblica que compara la muerte al sueño. Así, podría decirse que el alma 'duerme' a la espera de la resurrección. Sin embargo, la gran mayoría de las expresiones católica no respalda esa interpretación de un alma dormida, al menos para los santos. En efecto, toda la comunidad de santos en la gloria es celebrada no solo como un conjunto de personas ejemplares, sino también como intercesores: actuantes a favor nuestro en la presencia de Dios.
El mismo cambio de palabra introducido por el cristianismo para el lugar de los muertos (cementerio, en lugar de necrópolis) hablaba, es verdad, de un 'dormitorio', pero de un 'dormitorio' (que eso significa la palabra ) de cuerpos, no de almas. Antes incluso de la formulación del símbolo apostólico y del credo de Nicea, que pudieran –como apunta Berti- sugerir una resurrección completa (siempre con la posibilidad de una interpretación que refiera esa resurrección solo al cuerpo), está el testimonio evangélico. "El Nuevo Testamento –dice el Catecismo de la Iglesia católica en el n. 1021- habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf Lc 16, 22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf Lc 23, 43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf 2 Co 5, 8; Flp 1, 23; Hb 9, 27; 12, 23) hablan de un último destino del alma (cf Mt 16, 26) que puede ser diferente para unos y para otros". El 'estar con Cristo' del que se habla como premio inmediato ("hoy mismo estarás conmigo", en la promesa al buen ladrón y en la afirmación paulina en Filipenses: "deseo irme para estar con Cristo") pierde mucho de su carácter de recompensa, si es un 'estar' no actuante.
El número abrumador de oraciones de intercesión, y de acompañamiento de santos que hay en la liturgia de la Iglesia es elocuente. Muestro un trozo de la plegaria eucarística breve (quizás la más usada en la misa, y como toda plegaria eucarística, dirigida al Padre celestial):
"… para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, san N –santo del día o patrono- y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda".

El catecismo de la Iglesia católica recoge del Vaticano II esa realidad en su número 956 sobre la intercesión de los santos: Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad... no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra... Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad" (LG 49):
No lloréis, os seré más útil después de mi muerte y os ayudaré más eficazmente que durante mi vida (Santo Domingo, moribundo, a sus hermanos, cf Jordán de Sajonia, lib 43).
Pasaré mi cielo haciendo el bien sobre la tierra (Santa Teresa del Niño Jesús, verba).

Enseñanza elocuente de la posición activa de los justos en la gloria es la que ofrece S. Tomás de Aquino. No hay duda, de que su estudio del alma separada, es aristotélico. La muerte, como disolución del cuerpo, deja al alma en situación anti-natural. Así, además de la afirmación citada por el profesor Berti ("el alma del hombre no es persona"), dirá gráficamente del príncipe de los apóstoles, que "el alma de Pedro no es Pedro". Toda la cuestión 81 de la prima pars insistirá en la incompletez en el alma, antes de la resurrección corporal. Pero también apunta pinceladas sobre su posible y real actividad: puede conocer, aunque de modo distinto al actual (a.1 c); p.e recibiendo especies por influjo divino (a1 ad 3); y, aunque no conozca todo lo natural (a3), ni permanezca en ella aquella parte del hábito científico adquirido que reside en las facultades inferiores (a5), sí permanece en ella lo que existe ya en el entenimiendo mismo (ibidem). Adelantando incluso lo que expondrá en la II-IIae, alude a la opinión de Gregorio magno sobre los justos, que ven ya a Dios, y conocen "lo que aquí sucede" (a8).

La postura se redondea en dos artículos de la II-IIae.Primero, se afirma la validez de la oración dirigida a los santos ( "para que, por sus preces y sus méritos, nuestras oraciones obtengan el efecto deseado", según lo apuntado en Ap 8,4, q83 a4c). En el mismo artículo, se abunda en la referencia a Gregorio: cómo a los bienaventurados "se les manifiesta en el Verbo lo que les conviene conocer de nuestras cosas, e incluso de cuanto se refiere a los movimientos internos del corazón" (Ibid ad2).
Finalmente, Tomás concluye el tema en el artículo 11, sobre la oración de los justos en la gloria: "como escribe San Jerónimo , el error de Vigilancio consistió en pensar que ҉«mientras vivimos podemos orar los unos por los otros; pero que, después de la muerte, no será escuchada a favor de otro ninguna de nuestras oraciones, como no lo fueron ni siquiera las de los mártires para poder impetrar la venganza de su sangre». Pero esto es del todo falso. Porque, proviniendo de la caridad la oración por los demás, conforme a lo dicho (a.7.8), los santos que están en el cielo tanto más oran por los viadores, a quienes pueden ayudar con sus oraciones, cuanto más perfecta es su caridad; y sus oraciones son tanto más eficaces cuanto mayor es su unión con Dios".
En su tratado clásico de teología dogmática Diekamp expone un resumen histórico de la opinión de quienes hablan del sueño del alma, e incluso de la muerte del alma (hipnopsiquismo, tanatopsiquismo). Y no duda en señalar como causa primera de esas expresiones, el sentido metafórico (aplicado en modo literal) del término bíblico dormientes.

Diekamp insistirá en la actividad del alma separada, apoyándose en la doctrina de la comunión de los santos. Hay una iglesia purgante pasiva, y sobre todo una iglesia triunfante actuante, cuyo estado no puede analogarse al sueño. Refiriéndose a la ausencia de sensibilidad insiste en la presencia de actos espirituales, siguiendo a S. Tomás, porque permanecen en el alma facultades espirituales que, en su raíz, no dependen de los sentidos; y porque retiene en ella ciencia ya adquirida, al igual que es capaz de adquirir ideas por influjo divino, etc.
La postura hipno o tanatopsíquica de algunos cristianos renace con cierta fuerza durante el s. XX, primero en el campo protestante, y luego en el católico. Ratzinger y otros ven la fuerza de esa propuesta incoada en la misma postura más radical de Lutero, quien en realidad se dirige contra la misma concepción hilemórfica. Ésta –dice el reformador- es la que permite hablar de la muerte de un cuerpo y de la vida de un alma sin cuerpo. Tal escatología 'intermedia' (y la misma distinción alma-cuerpo) es, según el reformador, "una porquería".

La acogida entre los católicos de esa postura ocasionó el breve pronunciamiento de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 1979. Ratzinger menciona 3 detalles elocuentes sobre la situación de entonces: el catecismo holandés abandona la doctrina de la inmortalidad del alma, sustituyéndola por una antropología de "grados de resurrección"; el misal de Paulo VI en sus primeras ediciones habla pocas veces del alma, sin articular su concepto; y el ritual de exequias alemán de esos años, de plano prescinde del término alma.

Ante la radicalidad de la crítica, se entiende que la intervención pontificia se haya extendido en afirmar "la supervivencia y la subsistencia, después de la muerte, de un elemento espiritual que está dotado de conciencia y de voluntad, de manera que subsiste el mismo « yo » humano. Para designar este elemento, la Iglesia emplea la palabra « alma », consagrada por el uso de la Sagrada Escritura y de la Tradición. Aunque ella no ignora que este término tiene en la Biblia diversas acepciones, opina, sin embargo, que no se da razón alguna válida para rechazarlo, y considera al mismo tiempo que un término verbal es absolutamente indispensable para sostener la fe de los cristianos".

En cambio, en las alusiones a la condición del hombre después de la muerte, el documento no se extiende; solo pide: a) evitar el peligro de representaciones imaginativas y arbitrarias (no se consideran tales las empleadas por la Biblia; y es abusivo vaciarlas de contenido; b) afirmar continuidad y ruptura entre la vida presente en Cristo y la vida futura. Es decir, el problema clásico de la relación entre la gracia santificante actual (participar ya de la vida divina, como un anticipo del Cielo, pero aún no definitivamente) y la gloria.

Este último problema fue abordado por la Comisión Teológica Internacional en 1990. Es precisamente la llamada escatología intermedia la que mejor muestra la continuidad y la ruptura del vivir presente y del futuro. Respetando la expresividad bíblica, dice la Comisión que la palabra de Dios propone la pervivencia del yo o núcleo personal del difunto (expresada con categorías como refaim, sheol, Psyché) capaz de comunión con Dios (y también de alienación) post mortem. Dicha Comisión califica las propuestas de suprimir la escatología intermedia como disonantes de la legítima tarea teológica.
Entre las muchas observaciones sobre la actividad de los santos, merece mención especial, por estar en la base de su actividad intercesora, su participación en la liturgia celeste, acción ésta que se recoge abundantemente en la liturgia cotidiana, verdadera regla de fe, lex credendi.



Pbro. Dr. José Antonio Coronel Salinas
Universidad Panamericana
campus ciudad de México


Recojo la siguiente exposición sumaria del Dr. Berti: "The problem raised at this point by the supporters of the soul is if a soul understood in this way, i.e. in the Aristotelian sense, can survive the body. The answer seems likely to be negative: indeed, for which subject would such a soul have the ability to carry out certain functions? And what functions could it carry out without the body if, according to Aristotle, even thought requires, as a starting point, the images provided by the senses, that is, by the body? Thomas Aquinas, who was Aristotelian, was very much aware of this when he said that the soul, after the death of the body, is no longer a person (S. Th. 1, 29, 1 ad 5m; Pot. 9, 2, ad 14m, C.G. 4, 79), ….
The Christian faith, in its original formulation, suggests a belief in the resurrection of the whole person, body and soul, even before its belief in immortality understood as the survival of the soul separate from the body. Indeed, the Apostles' Creed recites, "I believe in the resurrection of the flesh" and the Nicene-Constantinopolitan Creed states,"I believe in the resurrection of the dead". The Church herself, in the prayer for the dead, says, "Eternal rest grant unto them O Lord", thus comparing the condition after death to sleep. The very canon of the Mass exhorts us to pray "for those who have fallen asleep in the hope of resurrection". Berti E. Mind and Soul? Two Notions in the Light of Contemporary Philosophy. En Neurosciences and the Human Person: New Perspectives on Human Activities Pontifical Academy of Sciences, Scripta Varia 121, Vatican City 2013, pp. 5-6
Summa Theologiae, II-IIae q83 a11 (Los santos que están en el cielo, ¿ruegan por nosotros?)Obj5:
"Nonnulli tenent dari statum intermedium usque ad resurrectionem mansurum, quem somnum animae vel mortem animae vocant. Terminus biblicus 'dormientes', qui habet sensum mere metaphoricum, in originem hujus erroris forsitan influxum exercuit. Tempore antiquo Nazarei, Tacianum, Thnetopsychitae et Hypnopsychytae hunc statum intermedium animae docuerunt. Quem errorem Anabaptistae, Arminiani, Sociani, Adventistae necnon sic dicti Biblia Sacra serio inquirentes innovaverunt. Luther ei favit, cum Calvinus eum impugaverit. Rosmini quoque eum iterum proposuit. – Nestoriani et nonnulli ex Graecis schismatis tenent animam usque ad iudicium universalem de sorte sua incertam manere. …Leo XIII a. 1887 doctrinam Rosmini docentis condicionem animarum defunctorum similem esse statui somni perpetui, damnavit (Denz. 1913)" [F. DIEKAMP, Theologiae Dogmaticae Manuale, Tomo IV, 1934, pp. 455, 457]
La Santa Sede aclaró, a través de la SCDF en julio de 2001 que "el sentido de las proposiciones, como las entendió y condenó el mismo decreto (de León XIII), no corresponde en realidad a la auténtica posición de Rosmini, sino a posibles conclusiones de la lectura de sus obras"
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20010701_rosmini_sp.html
El texto del decreto de León XIII de 1887 decía en la Proposición calificada como no católica n.23: In statu naturali anima defuncti exsistit perinde ac non exsisteret: cum non possit ullam super se ipsam reflexionem exercere, aut ullam habere sui conscientiam, ipsius conditio similis dici potest statui tenebrarum perpetuarum et somni sempiterni.
"Status quidem animae separatae ei non est connaturalis (I q89 a1) ipsaque actus potentiarum sensitivarum exercere non amplius valet (Suppl. Q70 a2); at remanent in ea actus potentiarum spiritualium, inquantum a sensibus non dependent. Scientiam aquisitam retinet atque auxilio divino connaturali adjuta per ideas acquisitas eo modo cognoscere valet, qui spiritibus puris est connaturalis (I q89 a5). Praeterea, quando in alteram vitam ingreditur, immediate propriam suam essentiam percipit atque per aliarum rerum essentiam cognoscit (a2). Insuper forsitan ideae infusae connaturles ei communicantur. Quidquid id sit, animae separatae actus vere spirituales, scilicet cognitionis et volitionis, sicque facultatem recipiendi praemium vel poenam denegare nullatenus cogimur (Ibid, p.462).
Cfr. SCHMAUS M., Teología dogmática vol. VII, pp. 329-331. Dentro del campo protestante, destacan Thielicke, Elert, Althaus, K. Barth y Cullmann.
cfr. su Escatología, 2ª ed 2007, pp. 88 y ss
[Werke, Kritische Gesamtausgabe ('Weimarer Ausgabe") Ti 5, 219].
(cf. op. cit. p.289).
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19790517_escatologia_sp.html
Cf.http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_cti_1990_problemi-attuali-escatologia_sp.html Y cf. también ALVIAR, JOSÉ, Escatología, 3a ed. 2011, pp. 323 ss.
"Un tema muy importante en el Apocalipsis de Juan está constituido por la liturgia celeste. Las almas de los bienaventurados participan en ella. En la liturgia terrena, sobre todo «al celebrar [...] el Sacrificio Eucarístico, nos unimos sumamente al culto de la Iglesia celeste, comunicando y venerando la memoria, en primer lugar, de la gloriosa siempre Virgen María, pero también del bienaventurado José y de los bienaventurados Apóstoles y Mártires y todos los Santos» (cánon romano). ...Pero esta liturgia celeste no consiste sólo en la alabanza. Su centro es el Cordero que está en pie como degollado (cf. Ap 5, 6), es decir, «Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, y que intercede por nosotros» (Rom 8, 34; cf. Heb 7, 25). Porque las almas de los bienaventurados participan de esta liturgia de intercesión, tienen también en ella cuidado de nosotros y de nuestra peregrinación, «como quiera que interceden por nosotros y con su fraterna solicitud ayudan grandemente nuestra flaqueza» (Credo de Pablo VI)" Ibid. n7



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