La actitud del artista (introducción del libro)

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Descripción

LA ACTITUD DEL ARTISTA Ana Iribas Rudín (Ed.) Mariano Barroso Ayats · Juan Carlos Corazza · Carmen GarcíaOrmaechea Quero · Juan José Gómez Molina · Arnoldo Liberman · Pavel Machotka · Antonio Muñoz Carrión · Claudio Naranjo · Eckhard Neumann · Alejandro Togores Sosa

Título: La actitud del artista © Clepsidra Ediciones Cr. de Húmera 71-23 – 28224 Pozuelo de Alarcón, Madrid clepsidraediciones.es © Los autores © Traducción: Arte Traducciones (Ana Iribas Rudín) ISBN-13: 978-84-944693-0-5 Depósito Legal: M-34941-2015 Impreso en España – Printed in Spain Diseño de portada: A+A Diseño (Ana Iribas Rudín y Andrés Loiseau Lazarte) Imagen de portada: Autorretrato con boina y ojos muy abiertos, Rembrandt Harmensz van Rijn, 1630. (Museum Het Rembrandthuis, Ámsterdam.) Impreso por Ulzama Digital (Huarte, Navarra) Primera edición: 20 de noviembre de 2015 Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni e todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de los dueños de los derechos de esta obra.

¡Seguiré trabajando! –repetía Claude–. ¡Me matará, matará a mi mujer y a mi hijo, y a todo cuanto tengo! ¡Pero, por todos los demonios, que será una obra maestra! Émile Zola, La obra Lo que de verdad pintaba el ilustrador de auténtica fe era la lucha consigo mismo y su amor por la pintura […] pintar era observar este mundo pero mostrarlo como si fuera otro. Orhan Pamuk, Me llamo Rojo Las colinas y los ríos me han designado a mí para que hable por ellos. Ellos están en mí y yo en ellos. Busco las cumbres extraordinarias y las pongo sobre el papel. Nos encontramos y comprendemos unos a otros espiritualmente. Shih-T’ao, Discurso acerca de la pintura El director no debe aparecer en los créditos. ¡Además, juro que como director me abstendré de todo gusto personal! Ya no soy un artista. Lars von Trier y Thomas Vinterberg, Voto de castidad No hay arte sin artista, pero solo hay Arte sin artista. Publicado en el muro de Andrés Loiseau

AUTORES Mariano Barroso Ayats, Director de cine, guionista y productor. Juan Carlos Corazza, Creador y director del Estudio Internacional del Actor Juan Carlos Corazza, Madrid, director de actores. Carmen García-Ormaechea Quero, Profesora Titular de Arte Oriental, Universidad Complutense de Madrid. Juan José Gómez Molina, Catedrático de Dibujo, Universidad Complutense de Madrid, artista plástico. Ana Iribas Rudín, Investigadora en Arte y Psicología, arteterapeuta, artista plástica. Arnoldo Liberman, Médico psicoanalista, musicólogo. Pavel Machotka, Catedrático Universidad de California, pintor.

de

Psicología

del

Arte,

Antonio Muñoz Carrión, Profesor Titular de Sociología de la Comunicación, Universidad Complutense de Madrid. Claudio Naranjo, Psiquiatra, pionero del Movimiento del Potencial Humano y de la Psicología Transpersonal. Eckhard Neumann, Catedrático de Psicología del Arte y Arteterapia, Universidad de Berlín, artista plástico. Alejandro Togores Sosa, Artista plástico, periodista.

ÍNDICE Introducción: La actitud del artista ……...…….......…... Ana Iribas Rudín Aspectos psicodinámicos de la imagen del artista en la sociedad industrial ……….…...………………………. Eckhard Neumann El estilo en el arte: su significado para la persona …..… Pavel Machotka La actitud del artista. Una mirada sobre Franz Kafka y Gustav Mahler ……………………………....…....…... Arnoldo Liberman El proceso como resultado ……………...………....…. Mariano Barroso Ayats La creación colectiva: producción, comunicación y vivencia ………………………………………...…..… Antonio Muñoz Carrión Hablar con el dibujo y hablar del dibujo ………..…..… Juan José Gómez Molina Del shilpin al wenren-hua. El escultor indio de la imagen de culto y el letrado chino del ‘arte del pincel’.................. Carmen García-Ormaechea Quero La percepción y la mirada pura ………………...…....... Alejandro Togores Sosa Ser e interpretar, ser y actuar ………………....…...…... Juan Carlos Corazza El santo grial de la música ……………...…...……...… Claudio Naranjo Sobre los autores …………....……………..........……..

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INTRODUCCIÓN: LA ACTITUD DEL ARTISTA Ana Iribas Rudín Para las disciplinas que se ocupan del arte, la obra suele constituir el principal centro de interés. Este libro trata del arte en su acepción genérica (bellas artes, música, teatro, cine, literatura), pero lo hace indirectamente. Trata de obras artísticas concretas, pero lo hace anecdóticamente. Aquí la atención se dirige hacia el creador de arte y se centra, específicamente, en la actitud desde la que el artista trabaja, puesto que esta constituye el punto de partida y el condicionante fundamental de la creación. Concretada la pregunta por la actitud del artista, inevitablemente se abren nuevos interrogantes que invitan a considerar una multitud de factores que la determinan: la sociedad y la cultura en su conjunto, la situación del arte contemporáneo, el proceso de creación, las motivaciones y las defensas personales, el miedo y el goce, la autenticidad, el papel que juegan el ego y su trascendencia, etc. También es relevante el lugar desde el que se aborda la cuestión, es decir, desde dónde se habla al tratar la actitud del artista. Ningún análisis parcial puede dar cuenta de un fenómeno tan complejo, de modo que, para abarcar siquiera mínimamente la amplitud del tema, se hace necesario concitar diferentes puntos de vista que aporten su perspectiva particular. En un coro que intente esclarecer la actitud del artista tienen que oírse las voces de los creadores, tantas veces inhibidas por la prevalencia de otros discursos. Es con este marco conceptual que organicé y dirigí el curso de verano La actitud del artista, que tuvo lugar en el Campus de Colmenarejo de la Universidad Carlos III de Madrid, del 4 al 8 de

julio de 20051. Fue un intenso encuentro multidisciplinar que reunió a especialistas en sociología, historia del arte, musicología, psicología, didáctica y comunicación, así como creadores o practicantes de diversas disciplinas artísticas: cine, teatro, artes plásticas y música, con la suerte añadida de que una buena parte de los ponentes conjugaban el conocimiento de un campo teórico con la práctica vivencial del arte. Tal riqueza de contenidos y variedad de enfoques no debían disiparse. Es por eso que ha nacido el presente libro, para difundir el material del curso más allá de las personas que pudieron disfrutarlo de primera mano. Confío en que interesará y motivará al lector, sembrando nuevos interrogantes en su mente, tocando su corazón e inspirando su espíritu. Este volumen respeta, en su estructura, la secuencia cronológica de las intervenciones de los ponentes, que en el curso fueron englobadas en cuatro bloques temáticos. Algunos de los textos han sido elaborados como tales por sus autores, mientras que otros son transcripciones revisadas de sus conferencias o talleres. Aparecen también recogidos coloquios y preguntas, ya que tienen el sabor de la viveza y la inmediatez, además de aportar información complementaria. Psicología y artes plásticas Eckhard Neumann, en “Aspectos de la imagen del artista en la sociedad industrial”, enfoca las lentes de la psicología social y la historia del arte sobre la realidad del mundo artístico, el papel del artista y su identidad. En este análisis es fundamental el concepto de vanguardia. Su origen histórico se encuentra en el culto al genio tras la Revolución Francesa. Con el desarrollo de las artes liberales y del mercado del arte, se desmarcó del resto de la La grabación audiovisual del curso está disponible en la biblioteca del Campus de Colmenarejo de la Universidad Carlos III de Madrid, registrada con el código C/DVD-DAT 00010. 1

sociedad burguesa la figura del bohemio marginal y melancólico. En medio de la sociedad industrial, esta posición, tan maldita como privilegiada, convirtió al artista en salvaguarda de valores de individualidad, libertad, creatividad, expresión, emotividad, sensualidad y espiritualidad. Las vanguardias artísticas ejercieron un poder fundamental en la sociedad y la cultura, que encontraba inspiración en conceptos sobre el ser humano, actitudes y valores defendidos por estos movimientos. Pero, con posterioridad, desde mediados del siglo XX, el mercado ha pasado de excluir al artista a abrazarlo, asimilándolo. Ya no hay desafío ni oposición al sistema: las antiguas vanguardias se estetizan y se utilizan como instrumentos puramente formales de mercadotecnia, en virtud de cuyo aspecto el público puede lograr una identificación vicaria con el papel del artista, una simulación banal desprovista de conceptos y valores. En este ‘todo vale’, el artista contemporáneo se ha convertido en un animador de la industria cultural y las múltiples corrientes son flores estilísticas de un día que reciclan, sin confesarlo, estéticas de las vanguardias históricas. La salida que ofrece Neumann a este impasse de enajenación es que el artista deje de lado su sed narcisista de reconocimiento externo y vuelva a sí, a su propia autenticidad y veracidad, a su voz interior; en definitiva, que sea fiel a sí mismo. En “El estilo en el arte: su significado para la persona”, Pavel Machotka recoge la investigación cualitativa que dirigió para intentar comprender el papel que juega la personalidad en la creación artística. Se estudiaron 72 sujetos, buscando relaciones entre su estilo artístico y su personalidad. La investigación no se orientó a encontrar un patrón común típico y normativo de la respuesta estética, sino que buscó hacer lugar a la diferencia personal. Los participantes fueron adiestrados en el manejo del programa Adobe Photoshop, tras lo cual se les ofreció una serie de imágenes para que escogieran una y, a partir de ella, crearan ‘una obra de arte’. Se tomaron registros del desarrollo de la construcción de la imagen y, una vez terminada, se preguntó a los

autores sobre el proceso de creación, sus intenciones, el posible significado de la obra y su experiencia pasada con relación a la creación y la contemplación de arte. Además, con el fin de obtener una imagen clínica, a cada participante se le hizo una extensa entrevista individual de carácter psicodinámico. A la hora de analizar las características de las imágenes se buscaron rasgos de estas y, mediante un método estadístico de análisis de conglomerados, se perfilaron siete tipos de imágenes, que se correlacionaron con siete respectivos temperamentos y preocupaciones de sus autores. Cada grupo, por lo tanto, estaba caracterizado por defensas específicas y por maneras visuales particulares a la hora de ejecutar la obra. Sin tener pretensiones de universalidad, esta investigación ha demostrado que la relación entre personalidad y estilo artístico es estrecha y se ajusta a reglas, y que en las producciones plásticas se ponen en juego, mediante una expresión simbólica, los mecanismos de defensa y las estrategias de afrontamiento de sus autores. El arte total En “La actitud del artista. Una mirada sobre Franz Kafka y Gustav Mahler”, el psicoanalista, ‘musicóloco’ y lector impenitente Arnoldo Liberman, pletórico de erudición, hace suyos los meandros de la asociación libre y va hilvanando conceptos clave en un discurso que oscila entre la razón discursiva, la defensa de la emoción y la reivindicación del misterio, y que gira en torno a preguntas que, por su naturaleza, no pueden tener respuestas conclusivas. Como referencia histórico-social de estas reflexiones está el espíritu de la Viena Fin de Siglo, marcado por la ambivalencia, la desilusión, la incertidumbre y el anhelo de totalidad. El arte es el acto humano por excelencia: hace posible lo potencial, exteriorizándolo. Nos rescata de un mundo desencantado y nos devuelve el deseo y la vitalidad. El arte es apertura y polisemia. En su temblor creativo, el artista se mueve

en la incertidumbre, se aleja de sí en pos de sí, se vacía para recibir y otra vez se vacía entregando su producto, se expresa a la vez que se trasciende, usa su voz pero comulga con la humanidad, moviéndose en una permanente ambivalencia entre contradicciones y abriendo interrogantes y significados que, en última instancia, apuntan al Ser. Como creadores emblemáticos de la modernidad, Liberman trata dos figuras: Franz Kafka y Gustav Mahler. El escritor ponía en duda la realidad y trataba como real a lo onírico, para despertar al lector a un conocimiento profundo de sí mismo. El músico conjugaba la banalidad con la trascendencia llegando, en su Novena Sinfonía, a testimoniar el límite: el silencio de la muerte. En “El proceso como resultado”, Mariano Barroso Ayats aporta la honestidad directa y viva de su testimonio como creador, a la vez que apunta conceptos clave para construir un buen guion o película. En un momento en el que la mercadotecnia parece regir el mundo del cine, favoreciendo las películas de acción, los recursos fáciles y los resultados previsibles, Barroso aboga por que el cineasta busque en sí mismo la motivación fundamental de su trabajo y viva plenamente el proceso de la creación. Defiende que el motor de la creación fílmica sea una motivación de honda raigambre emocional y relevancia personal para el director. La introspección honesta es lo que le permite llegar a tocar su incertidumbre existencial, que toma la forma de una pregunta tan compleja como profunda, formulada con nitidez pero imposible de responder a nivel consciente. Es esta pregunta, este problema, lo que otorga unidad a la película y lo que nutre el drama que la recorre. La búsqueda de la solución al problema se desarrolla en la acción de los personajes, más que en lo que dicen, y el final de la película debe ser a la vez sorprendente e inesperado. El cine se gesta de manera inconsciente, habla el lenguaje de los sueños e invoca al inconsciente del espectador. El trabajo creador se mueve intuitivamente en el caos, en la inevitable oscuridad del terreno desconocido. Por eso el cineasta creativo tiene que estar

abierto a lo imprevisto, integrándolo en el proceso, a la vez que, desde su propia incertidumbre, tiene que ser capaz de tomar decisiones y coordinar al considerable equipo que siempre requiere la factura de un filme. El reto está en poder habitar el misterio del no saber disfrutando la búsqueda misma, viviendo el proceso como el único resultado posible. Folclore y academia “La creación colectiva: producción, comunicación y vivencia”, de Antonio Muñoz Carrión, es un documento de carácter sociológico ricamente fundamentado. Arranca con un diagnóstico de la cultura contemporánea: vivimos en una época icónica y sensorial en lugar de discursiva, que favorece lo vivencial y lo emocional frente a lo inteligible y abstracto. La visualidad lo impregna todo, hasta el punto de estetizar la vida cotidiana, donde imperan el diseño y la atención a códigos visuales y tendencias y donde las identidades se construyen a través de su dimensión plástica. Los vínculos entre las personas se producen compartiendo experiencias efímeras (hacer juntos, interactuar), exponiéndose y participando en una comunidad emocional (sentir juntos). Si la experiencia artística tradicional consistía en que un espectador contemplaba una obra creada por un autor distante y expuesta en un recinto consagrado al arte, este nuevo paradigma se está percibiendo en una apertura del arte a la sociedad. El arte paralelo y el arte sociológico se desarrollan en lugares de la vida cotidiana, tienen vocación de encuentro en una relación empática y su creatividad es procesual, distribuida y participativa. Este tipo de arte vital dinamiza el orden social actuando desde su interior, procurando experiencias efímeras de transformación, desautomatizando la percepción y cuestionando las formas instituidas de atribución de sentido. Pero este hacer artístico colectivo y subversivo no es nuevo: su precedente se encuentra en los rituales del folclore profano, donde lo grotesco se

escenifica en breves expresiones creativas de la colectividad, procurando nuevas experiencias que suplantan al mundo ordinario. “Hablar con el dibujo y hablar del dibujo”, de Juan José Gómez Molina, comienza con un cuestionamiento de la llamada crisis del arte, tan antigua como los escritos de Plinio el Viejo, y una reivindicación de la buena concepción de la academia, entendida como lugar de pensamiento crítico e indagación. Todo el texto está permeado por una apasionada defensa del dibujo en tanto que construcción de conocimiento, proceso de organización de sentido y definición: dibujando se da nombre a las cosas. En su proceso creador, el artista no solo está indagando sobre el tema o el objeto de lo que representa; el dibujante está, también, pensándose dibujando, situándose en un contexto que condiciona cómo se ve a sí mismo y cómo se relaciona con el espectador. Gómez Molina aborda la descripción de cuatro diferentes actitudes del artista, ejemplificadas por sendos cuadros. Autorretrato como amonestador, de George Grosz, ejemplifica el maestro que transmite la realidad que el espectador debe ver. Alegoría de la pintura, de Johannes Vermeer, muestra el artificio complejo de la representación, en paralelo con la realidad. Los embajadores, de Hans Holbein el Joven, ofrece dos representaciones que resultan irreconciliables desde una sola posición del espectador. El complejísimo y profundamente conceptual cuadro Las Meninas, de Diego Velázquez, mira al espectador ocultando las huellas del proceso de su construcción. Siguiendo el hilo conductor del dibujo como idea y como proceso nominal, comenta una serie de actitudes que se sitúan a medio camino entre las de Vermeer y Velázquez, a partir de dibujos de Gian Lorenzo Bernini, Anton van Dyck, Ferdinand Hodler, Henri Matisse, Larry Rivers, Sigmar Polke y Jørn Utzon. Más allá del ego

“Del shilpin al wenren-hua. El escultor indio de la imagen de culto y el letrado chino del ‘arte del pincel’”, por Carmen GarcíaOrmaechea Quero, ofrece dos perfiles de figuras tradicionales de artista en Asia Oriental. Si bien se encuentran en su interés en integrarse con la naturaleza, por lo demás son muy diferentes. Cada una de estas visiones del arte y del artista prevalece en las áreas geográficas que caen bajo su respectiva hegemonía. En India, cuyo mayor legado a la historia del arte es la escultura, el maestro artista, el shilpin o intérprete de los manuales de arte es anónimo. Su función es hacer palpable y ‘paladeable’ lo trascendental religioso, haciendo de puente entre lo divino y lo humano. El llamado Triple Poder de la Imagen de la estética india establece que el primero es su poder de presencia física, el segundo, el diálogo intelectual que el espectador establece con la obra y el tercero, la experiencia estética trascendental, sublime y metafísica. El quehacer del shilpin indio se muestra en un recorrido por stupas de budismo popular didáctico, figuras estilizadas de Buda destinadas a incitar a la devoción y esculturas de dioses hindúes como Shiva. En China, en cambio, la figura del wenren-hua, el letrado del pincel, es individualista, elitista y laica. Ya desde el S. XII d.C., este funcionario ha quedado exonerado de ejercer funciones burocráticas y puede dedicarse libremente al cultivo del arte, la poesía, la música, la arqueología y el coleccionismo. Las vocaciones del wenren-hua son la sintonía taoísta con la naturaleza y el goce estético, disfrutado tanto en su actividad creadora individual como en el encuentro refinado entre colegas en lo que, en lenguaje contemporáneo, podríamos calificar de auténticos happenings. Como apoyo de esta actitud, se ilustra una serie de producciones de tintas de caligrafía y de los géneros de paisaje, bambú, flores y pájaros y figuras. “La percepción y la mirada pura” es un alegato de Alejandro Togores Sosa a favor de la conciencia no dual. Lo hace contraponiendo los paradigmas de nuestra cultura occidental y los

orientales del budismo y del taoísmo, tanto en relación con la visión del mundo como con el arte, en un discurso que oscila entre lo serio y lo humorístico, con alguna jugosa anécdota personal. Para Togores, la visión occidental dualista prima al hombre sobre la naturaleza y cree en la existencia de un ‘yo’ sustantivo que se toma demasiado en serio y por cuya pervivencia se afana, buscando dejar huellas en la historia. El empeño por la fama –explica– no es más que un miedo a la propia desaparición. El arte producido, con esfuerzo y voluntad, desde el ego personal, por mucho que aspire a la originalidad, no pasa de ser una obra condicionada y previsible, una reiteración de lo conocido que solo revela la personalidad de su creador o las modas a las que este se adapta. En contraposición a esto, la visión oriental parte de una desidentificación con el ego porque considera que el error principal es creer ser quienes no somos. El camino pasa por restar credibilidad a la realidad fenoménica y tomar la existencia con la ligereza de quien juega. La contracción del ‘yo’ se disipa en un abandono de sí y este abandono propicia la experiencia certera, no especulativa, de la no dualidad. El objetivo del arte oriental es saber del ser y alcanzar la felicidad; es una vía de conocimiento y de sabiduría vital. Desde el vaciamiento de sí, desde un silencio interior, en una acción sin autor, el artista fluye en dinámica sintonía con los ritmos y procesos de la naturaleza, dejando que la emergencia creativa suceda a su través, espontáneamente y en armonía con la totalidad. Carácter, teatro y música “Ser e interpretar, ser y actuar” es el título de la charla-taller ofrecida por Juan Carlos Corazza. El teatro es un encuentro vivo, de modo que no solo se pone en juego lo que aporta el actor (trabajo, disciplina, sacrificio, amor por lo que se hace), sino que el público también tiene que involucrarse de manera receptiva y

comprometida. La actitud del actor creativo tiene que ver con ponerse al servicio del personaje, de la acción (que siempre entraña conflicto), del texto y del arte. Para que esto sea posible ha de darse un previo vaciamiento de sí; el actor, como persona, tiene que desaparecer para que pueda aparecer el personaje. Esta plasticidad, este poder entrar y salir de la ficción, solo se adquiere con mucha técnica y maduración personal, que evitan que los asuntos propios interfieran con los del personaje. Actuar no significa solo dejarse llevar, encarnando mediúmnicamente a otro, sino también mantenerse desapegado, consciente de la ficción y cuidándose a sí mismo, al personaje y a los compañeros de reparto. El caos y el orden, la espontaneidad y la técnica van de la mano en este oficio. Dentro de los límites del espacio y del texto, el actor creativo es libre para imaginar, acechar lo imprevisto y reaccionar desde la autenticidad de su instinto, su emoción y su mente; contagiado y tocado, el público imagina, siente y piensa con él. En el escenario es inevitable el temblor ante lo desconocido, ante el cual se requiere tanto valentía como simple aceptación, sin luchar contra el miedo. Al fin y al cabo, el teatro es una verdadera ficción, un espejo del mundo. Estas cuestiones se ponen en juego, en una serie de experiencias dirigidas por Corazza, en las que los participantes prueban en sí mismos las posibilidades imaginativas y transformadoras del teatro. “El santo grial de la música” es el título que Claudio Naranjo ha elegido como símbolo de la capacidad de sanar a través del sufrimiento que tienen los grandes músicos. Según la teoría aristotélica de la catarsis, la expresión artística de emociones permite que el público se identifique con ella, sintiéndose expresado a través del arte y llegando a conocerse mejor. El artista comparte características con el místico y con el chamán. Con el primero porque tiene una capacidad para estar en el mundo sin ser del mundo, un desapego (paralelo a la intensidad de su pasión) y una capacidad de ‘hacerse nada’. Con el segundo porque el artista, al igual que el chamán, siente el dolor sin

anestesiarse, sin reducir su conciencia, y, atravesándolo, se sana. Cuando el artista se concentra en su dolor y lo sostiene, sufre mejor, transmutando la conciencia del sufrimiento en una conciencia amorosa; se podría decir que va secretando un antídoto ante el sufrimiento y aprendiendo a sufrir amorosamente. Dolor y amor son, pues, parte de la apertura a la vida, y el artista es alguien que siente, que expresa y que, a la vez, lo hace con una actitud filosófica, con una sabiduría que trasciende la dicotomía del placer y el dolor y que no puede enseñarse porque es fruto de su madurez psico-espiritual. Porque arte y vida están inextricablemente unidos, para comprender mejor el arte, sugiere que nos acerquemos a comprender a los creadores mismos. Ilustrando cómo grandes compositores clásicos, desde sus diferentes tipos de personalidad, han trascendido su dolor en diversas formas de amor, Naranjo guía la audición de fragmentos musicales de Mendelssohn, Schumann, Chopin, Mozart, Schubert, Beethoven y Bach2.

Se pueden seguir sus comentarios simultáneamente a las audiciones musicales en el vídeo de esta conferencia (ver nota 1 en el capítulo de Naranjo). 2

Para acceder al libro completo se puede:  Solicitar el libro impreso a la editorial: http://clepsidraediciones.wordpress.com  Acceder al formato Kindle (libro electrónico): http://www.amazon.es/actitud-del-artista-IribasRud%C3%ADnebook/dp/B018MXCFXG/ref=sr_1_1?s=digitaltext&ie=UTF8&qid=1448923347&sr=11&keywords=la+actitud+del+artista

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