LA ABSTENCIÓN COMO OPCIÓN DE SALIDA: CIUDADANOS DESAFECTOS Y CRÍTICOS EN ESPAÑA, 2000-20111

July 6, 2017 | Autor: Rocío Alarcón | Categoría: Voting Behavior, Voting, Elections and Voting Behavior, Abstentionism, Abstencionismo electoral
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La Abstención como opción de salida. V Congreso GIGAPP

30 de septiembre de 2014

LA ABSTENCIÓN COMO OPCIÓN DE SALIDA: CIUDADANOS DESAFECTOS Y CRÍTICOS EN ESPAÑA, 2000-20111 Abstract En los últimos años, la abstención electoral en España muestra una tendencia ininterrumpida al crecimiento. La presencia de sentimientos de desafección, pero sobre todo, y sorprendentemente de acuerdo con las concepciones tradicionales en la academia, de crítica, impulsan al planteamiento de la presente investigación, que busca relacionar las actitudes políticas de los ciudadanos con la abstención entre los años 2000 y 2011 en nuestro país, planteando que la crítica y la desafección llevan a los españoles a decantarse por la abstención como opción de “salida”, recurriendo a la terminología acuñada por Hirschmann (1970). Keywords: abstención, cambio, crisis, desconfianza, críticos, desafectos.

Introducción: El presente trabajo estudia la abstención en España en los últimos años, prestando especial atención a los recientemente estudiados perfiles de “críticos” y “desafectos” (Montero et al, 2013), debido al aumento de la desconfianza tanto en instituciones como, principalmente, en los partidos políticos. Mientras Montero, Sanz y Navarrete se plantean hasta qué punto los efectos de la crisis están reforzando una desafección ya existente (2013), aquí me centraré en el tipo “crítico”, que si bien muestra interés por la política, presenta también niveles menores de participación (con respecto, por ejemplo a los “cives”) especialmente participación electoral (2013: 86), lo que permite enlazar este perfil con el estudio de la abstención. Pese a la importancia de los factores institucionales (Anduiza, 1999) en la decisión de abstenerse, su impacto aquí será considerado de manera indirecta, en tanto que influye sobre las actitudes políticas de los ciudadanos. Así, centraré mis análisis en el nivel individual2. En estudios pioneros sobre la abstención, se entendía que los ciudadanos que no votan se encontraban al margen tanto del sistema político como de la capacidad movilizadora de los partidos (Anduiza, 1999, Magalhaes et al, 2010). Sin embargo, ¿podemos seguir entendiéndolo así? Los

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El presente trabajo fue presentado en el marco del V Congreso del GIGAPP, septiembre-octubre de 2014, en Madrid (España) resultado ganador en el mismo del Premio Joan Prats a Jóvenes Investigadores en la modalidad de Gobierno y Comportamiento Políticos. 2 Seguiré así el ejemplo de Manuel Justel (1995) antes que el de la propia Eva Anduiza (1999) quien desarrolla una investigación que combina la metodología individual con la agregada. Las variables de ambos autores, en todo caso, para el nivel individual, no entran en contradicción, y siguen la tradición académica en torno a la abstención, como se verá a lo largo del presente trabajo.

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ciudadanos que se abstienen no presentan un perfil homogéneo, ni son un grupo inmutable (Montero, 1986: 91). Por ello, otra posible interpretación de la abstención, en la que se ubica el presente trabajo, se deriva de la concepción de la misma como un fenómeno que expresa una opción “de salida”, inspirándome en la terminología de Hirschmann (1970), debido principalmente al descrédito y falta de confianza en los partidos políticos, quienes concurren a las elecciones. De entre los factores con incidencia en la abstención, prestaré especial atención a los políticos (interés por la política, compromiso político, valoración de la democracia y de los partidos políticos), y a cómo estos median en la abstención a través de las actitudes de los ciudadanos hacia la política y el funcionamiento de las instituciones nacionales.

Relevancia de la investigación: La relevancia de la presente investigación se justifica, socialmente, por el constatado crecimiento de ciudadanos críticos, así como por el sentir general de descontento y rechazo hacia formas convencionales de participación política o sus agencias tradicionales, esencialmente, los partidos políticos3. La presencia de nuevas actitudes, especialmente, el análisis crítico del comportamiento de los actores y su enjuiciamiento, y cómo puedan relacionarse con el comportamiento político de la ciudadanía requiere, pues, de la observancia por parte de los científicos políticos. De esta manera, se atribuye a la abstención un significado ya de partida (desde el momento mismo en que el ciudadano se decide por este comportamiento), en lugar de prestar atención a los efectos que la abstención pueda tener sobre la igualdad/desigualdad (Font, 1995: 34-35) o la estabilidad del sistema político (Font, 1995: 31), una de las tradiciones con más repercusión en la academia. Al fijarme aquí en las elecciones entre 2000 y 2011, estaré también extendiendo el estudio de Boix y Riba (2000) quienes analizan la abstención entre 1982 y 1996. Al incluir las elecciones de 2011 en el estudio, se estaría también estimando el impacto de la crisis, de manera muy sucinta y

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Lo cual es compatible, sin embargo, con el surgimiento de otras vías de participación, Como puede ser el crecimiento de la pertenencia a asociaciones de tipo social y político (excluyendo partidos y sindicatos), a plataformas sociales (como la PAH) y movimientos sociales (15M, DRY, mareas ciudadanas…). Así, además de continuar dándose formas ya clásicas de participación política como los boicots y la asistencia a manifestaciones, han aparecido nuevos actores, como las ya citadas Mareas, PAH, 15M etc que podrían encajar en la tipología de “nuevos movimientos sociales” (Norris, cit en Morales, 2005), con características específicas y diferenciadas. Los cambios, por otra parte, alcanzan también, según entiendo, a formas convencionales de participación no electoral, como las manifestaciones, convocadas ahora ya no tanto por sindicatos como por esta pluralidad de nuevos grupos. De otra parte, también las características sociodemográficas de los participantes están cambiando, pues personas mayores, a quienes antaño se atribuía una preferencia por formas de participación de bajo coste, como la electoral (Justel, 1995) muestran simpatía, incluso participación, por este tipo de grupos y sus iniciativas, siendo el ejemplo más reciente las “Marchas de la Dignidad” del pasado 22 de marzo.

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preliminar, sobre el comportamiento político de los españoles, siguiendo el ejemplo de Caravazza, 20134.

Diseño de investigación y selección de caso: El estudio que propongo es fundamentalmente cuantitativo. Para ello, se han utilizado datos de encuestas, procedentes del banco de datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Se emplearán las encuestas postelectorales de las Elecciones Generales en España de 2000, 2004, 2008 y 2011. Se han seleccionado las elecciones generales por ser las que los españoles consideran de primer orden, frente a autonómicas y municipales y europeas 5. Por ello, de acuerdo con la literatura (Font, 1995; Boix y Riba, 2000), cabría esperar menores niveles de abstención, y un mayor significado, por lo tanto, de la misma, ya que, al contradecir nuestras expectativas, ha de entenderse como una llamada de atención, pudiendo esconder un mensaje. Se ha seleccionado España por ser nuestro entorno inmediato, y

un país que presenta,

tradicionalmente, bajos niveles de participación electoral6, que vienen arrastrando un decrecimiento continuo y notable desde el año 2000, punto de arranque de mi investigación, coincidiendo, además, con la primera mayoría absoluta del Partido Popular (PP). El análisis se extiende hasta 2011, últimas elecciones generales celebradas y en las que se produce no sólo el cambio del partido en el gobierno (el PP obtiene la victoria sobre el Partido Socialista Obrero Español, PSOE) sino también otra mayoría absoluta del PP (con más del 44 por ciento de los votos 7 ).De esta manera, además, se

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De ello se ocupa específicamente el capítulo 12, páginas 159-169. Según una cita del sociólogo Robert Castel, recogida por los autores (Cavazza, Corbetta y Roccato), la crisis ha azotado al mercado laboral italiano generando un “retorno de la inseguridad”, producto de las políticas de flexibilización del mercado electoral, que tendría su eco en la esfera social y política, caracterizadas no sólo por la inseguridad sino por la incertidumbre, que generan unas condiciones de vida “stressante in grado(…) nella vita della persona (…) nella visone della societá e della política (2013: 160). 5 En España, las elecciones generales son las consideradas como de primer orden. Véanse Anduiza (1999) Font , (1995) y Boix y Riba (2000) y Justel (1995:8). La importancia (tanto simbólica como real, como apostillan Boix y Riba, 2000:101) que la institución que se va a elegir tenga influirá también en la abstención, y es por ello que suele esperarse mayor abstención en elecciones de segundo orden, por lo que los resultados para Cortes Generales son aún más sorprendentes. Al igual que Justel (1995), no abordaré qué partidos se vean beneficiados o perjudicados por la abstención. 6 Véase, por ejemplo, Montero, Torcal y Teorell (2006:14), donde aparecen datos para las medias de participación política en 12 países europeos para el periodo 1999-2002.También Justel (1995:5, 69-81) y sobre todo Font y Matos (2004) comparan esta participación con la Europa de los 15 entre 1990 y 2005. España , cuyos niveles de abstención son tradicionalmente elevados, presenta entonces una media de participación algo menor al 75 por ciento, que está por debajo del 77 por ciento de la media de los países europeos, que oscila entre el 92 por ciento de participación en Bélgica (donde el voto es obligatorio, al igual que en Luxemburgo, el segundo país que más vota, pero al contrario que Dinamarca, con una media de voto del 85 por cien) y el 65 por ciento de Portugal. Por otra parte, según datos del Ministerio del Interior, en 2011 votó el 69 por ciento de los españoles, mínimo histórico, por detrás tan sólo del 68 por ciento de votantes en las elecciones generales de 1979. 7 Fuente: www.infoelectoral.mir.es, última consulta, 17/02/2014.

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incorpora al análisis el estudio de la “coyuntura política8” (Font, 1995) como factor con capacidad explicativa sobre la abstención. Por otra parte, ubicar este estudio en España, se debe a las particularidades

que

presentan

las

actitudes

hacia

la

política

en

España,

desde

la

Transición,9(Montero, Gunther y Torcal, 1998). El estudio se ha realizado tratando mediante técnicas estadísticas los datos de encuesta obtenidos del CIS para la validación de la hipótesis planteada. El recurso a los datos de encuesta nos permitirá conocer los factores individuales (actitudes) con influencia en la abstención y estimar también su evolución en el tiempo. La abstención, un mapa teórico: En los últimos años, se ha registrado un notable aumento de la abstención, en las Elecciones Generales en España, como puede verse en la tabla 1, que se presenta a continuación. Tabla 1. Evolución de la abstención en España Año

Congreso

Senado

2000

24

24

2004

24

25

2008

26

26

2011

31

31

*Datos para Elecciones Generales. En tanto por ciento Fuente:www. infoelectoral.mir.es

Nótese que la tendencia es bastante homogénea para Congreso y Senado, que suele ser visto como una cámara de importancia notablemente inferior. Ello puede explicarse por el hecho de que la elección a ambas cámaras es simultánea, lo que, en una economía de escala, reduce los costes de votar en sendos casos10.Por otra parte, entre 2008 y 2011 se produce el mayor de los aumentos de la abstención, que crece en un 5 por ciento. Esto, de acuerdo con mi hipótesis, podría deberse a que son 8

Mientras que Font asocia la coyuntura a lo competidas que sean las elecciones, aquí añado a dicha definición el contexto económico, político y social en el cual se desarrollen. 9 Montero, Gunther y Torcal, (1998) demostraron que la legitimidad, la desafección y el descontento eran términos teórica y empíricamente distintos, y que presentaban una pauta curiosa en su evolución en España desde la Transición. Así, mientras la legitimidad de la democracia se ha mantenido estable en niveles elevados, también lo ha hecho la desafección política (1998:44), que, por otra parte, se transmite de manera continua a través de las generaciones (no así el descontento, por ejemplo, que depende de cambios en el entorno y aparece especialmente vinculado a momentos de crisis política y, sobre todo, económica), y cuando se hable de eficacia, será en estos términos.

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De cualquier forma, dada la asimetría del bicameralismo español, y el hecho de que el gobierno emane de la cámara baja, cuando se hable de abstención electoral estaré tomando como referencia el Congreso de los Diputados.

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las de 2011 las elecciones celebradas durante la crisis, momento en que la desconfianza hacia los partidos ha alcanzado puntos cumbre. De esta intuición y de los datos que se muestran en la tabla, surge mi pregunta de investigación:¿De qué manera se relaciona el aumento de la abstención con las actitudes políticas de los ciudadanos y especialmente con la desconfianza hacia las instituciones y, fundamentalmente, los partidos, sin perder el interés por la política?O dicho de otro modo, ¿cómo podemos relacionar la abstención con el aumento de actitudes críticas entre los españoles? La hipótesis que subyace a su formulación, y que trataré de validar para dar respuesta a mi pregunta de investigación es la que sigue: H1: El aumento de la desconfianza hacia los partidos y las instituciones se traduce en un incremento de la abstención electoral como opción “de salida”. Así, estaría aumentando el número de ciudadanos “críticos” que se abstienen, en señal de desconfianza o rechazo. H1.A: De entre los abstencionistas españoles, podemos distinguir entre desafectos y críticos, habiéndose producido un incremento de estos últimos. De partida, estaré rechazando, como hipótesis cero, el siguiente planteamiento: H.0: Debido a la alta movilización política procedente de partidos e instituciones durante la campaña electoral y al bajo coste del voto, los ciudadanos que se abstienen son fundamentalmente los desafectos. Con ello se rechazan los determinantes sociodemográficos (Boix y Riba, 2000; Justel, 1995 del ; Font y Matos, 2007; Justel, 199511)y algunas teorías de voto como el economic voting (véase Fraile y Lewis-Beck, 2013), y además, se diferencian dos modelos distintos de ciudadano entre los abstencionistas, cuya principal distinción radica en la motivación de tal comportamiento12. Mientras para los desafectos la razón de la abstención pueda encontrarse en que, al no tener interés por la política, son menos sensibles al mensaje movilizador de los partidos, para los críticos, que sí

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Manuel Justel, en su libro de 1995 “La abstención Electoral en España, 1977-1993” hace un completo repaso de las distintas teorías en base a las cuales se ha interpretado la abstención. Véanse páginas 27 y siguientes. 12 En cualquier caso, se comparten las limitaciones en el análisis que ya han afectado a estudios previos (Justel, 1995, Font, 1992) como la “finura de los datos”(la “mentira piadosa” en tanto que el voto es un fenómeno socialmente mejor aceptado que la abstención, a la hora de responder a la encuesta), los factores “técnicos” que “fuerzan” la abstención”, etc.

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muestran interés por la política, abstenerse supondría un rechazo de la oferta partidista y del funcionamiento del sistema político, esto es, tomar la “salida” de Hirschmann (1970)13. Dicha hipótesis se basa en los descubrimientos de estudios anteriores, como Justel (1992), quien relaciona abstención con actitudes hacia los partidos, en Hirschman (1970), en tanto el recurso a las términos de “salida” y “voz”, en Montero, Teorell y Torcal (2006), quienes aplican ya estas categorías a la participación política en España, y en Montero et al (2013), donde se acuña el término “críticos” para distinguirlo de “desafectos”14. La variable dependiente, por tanto, será la abstención, medida a través de la variación en el porcentaje de abstención en las elecciones celebradas entre 2000 y 2011; la variable independiente serán las actitudes hacia la política mostradas por los ciudadanos. De entre las distintas actitudes, prestaré atención a la desconfianza (y otras cercanas como la insatisfacción o las valoraciones negativas del funcionamiento de la democracia española) como posible explicación del abstencionismo. Con ello, estaría focalizando el estudio hacia dos perfiles de ciudadano ya mencionados. Existen distintas tradiciones desde las cuales podemos aproximarnos al estudio de la abstención. Así por ejemplo, para Peter Mair (2005), el declive de la participación electoral es una tendencia en alza y generalizada, que afecta al conjunto de las democracias, debido a la cartelización del sistema de partidos 15 . Desde una perspectiva individualista, como la teoría de la elección racional, la abstención ha sido considerada como el comportamiento más racional de entre los posibles (Downs, 1957; Aldrich, 1993 16 )Sin embargo, esta tesis se asienta sobre la apatía y el desapego de los

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Una interpretación similar como “rechazo a pronunciarse ante la oferta” puede encontrarse en Mossuz-Lavau y Sineau, 1978 (op. cit. en Justel, 1995:31). No obstante, en los estudios anteriores en que esta explicación se ha aceptado como posible, también se ha considerado como residual, mientras que para mi trabajo adquiere un potencial explicativo predominante. 14 Más adelante se definirán con mayor precisión ambos términos. Sin embargo, y en aras de clarificar la lectura posterior, diré aquí que la principal diferencia entre críticos y desafectos subyace en su interés por la política. Los ciudadanos críticos serán aquéllos que muestren interés por la política, y, sin embargo, desconfíen de sus agentes e instituciones tradicionales. Los desafectos aunarán desconfianza y desinterés. Cabe esperar por tanto que aquéllos con interés político se orienten de un modo u otro hacia la participación, por lo que si éstos huyen del voto, la desconfianza que ello demuestra podría interpretarse como aún más aguda. Los críticos, extendiendo por tanto definiciones anteriores del término, como la de Montero (2013) que nos sirve aquí de referencia, buscarán formas de canalizar su interés y afán de participación distintas a los modos tradicionales. Incluso, cuando recurran al voto, podrían decantarse quizás por partidos minoritarios, o “pequeños”. 15

En España, los niveles de participación electoral y, más ampliamente, de participación política convencional (afiliación a partidos y sindicatos) han sido, empero, tradicionalmente bajos (Montero, Torcal y Teorell ,2006; Morales, 2005). 16 Los abstencionistas evitarían los costes derivados del hecho de votar (tiempo dedicado al voto en sí mismo, a tomar la decisión de por qué partido o candidato votar) de acuerdo con el autor (1993:248), aunque incurrirían también en otro tipo de costes, como la renuncia al valor del voto en sí mismo (1993: 259, 266). Pese a todo, y de acuerdo también con Downs y su definición de utilidad (1957:37), la abstención seguiría siendo el más racional de los comportamientos posibles.

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ciudadanos hacia la política, mientras que, como Montero et al (2013) encuentran, en los últimos años ha aparecido una nueva categoría de ciudadano que, si bien considera que la democracia y las instituciones no funcionan todo lo bien que debieran, recela de los partidos e instituciones tienen un elevado grado de interés por la política. Estos son los ciudadanos críticos (sobre lo cual volveré más adelante). La presencia de este tipo de ciudadano en España llevaría, así, a descartar las tesis de Mair17.Esto, además, resultaría coherente con la interpretación de la abstención como una opción “de salida”, inspirada en Hirschmann (1970). Recurrir a los términos de salida y voz de Hirschmann no es nuevo en la ciencia política, ni en particular en el caso español. Ya Montero, Torcal y Teorell (2006), como se dijo, presentan un estudio del comportamiento político a nivel europeo en el cual generan un modelo de participación basado en estas opciones. Hirschmann (1970:13-14) definía la salida como el abandono de una organización por parte de aquellos clientes que deciden dejar de consumir. Una de las razones que demandan la salida es el descenso en la calidad del producto. En este sentido, ante la percepción como escasa de la propia capacidad de influencia, o debido al descontento con las opciones electorales presentadas, la abstención, entendida como el rechazo, como “consumidor”, del mercado electoral 18 .Esto se basaría en una valoración crítica de los bienes ofrecidos en el mismo (desconfianza en los partidos a raíz, entre otras cosas, de los escándalos de corrupción que han salido a la luz en los últimos años, la muy extendida opinión de que “todos son iguales”, y por tanto, el voto a uno u otro partido no supone, en verdad, diferencia alguna, base de la famosa sentencia del 15M “no nos representan”). El recurso de la salida se tomaría, así, una vez que la voz ya no es mecanismo eficaz (1970:42), lo que se relaciona directamente con la eficacia política externa. De esta manera, además, la salida constituiría, en sí misma, un mensaje hacia el mercado, ya que la salida no implica que no se esté ya preocupado por la calidad de la demanda o del conjunto de bienes (Hirschmann, 1970:98). En otras palabras, la abstención como salida supondría estar manifestando un desacuerdo o una postura crítica con el funcionamiento de la democracia y el comportamiento de sus principales

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Las cuales, no obstante, han sido ya rebatidas en otros sentidos, recuérdese la participación de Pedro Riera en el XII Seminario de Investigación UAM (2014). 18 De esa manera, la desmovilización que estará poniendo de manifiesto la abstención es también coyuntural (asociada a momentos de descenso de la calidad de la oferta), del mismo modo que una mayor movilización por parte de los partidos dependía del contexto (Justel, 1995; Font, 1995; Font y Matos 2007; Montero, 1986: 71-155). A medida que los ciudadanos perciban la oferta como de menor calidad, serán en mayor medida “inmunes” a la “publicidad” (o movilización, especialmente en campaña) que emane del “mercado”. Dicho de otro modo, la abstención está indefectiblemente unida al “desencanto”, como ya señalara Montero (1986: 75; también Justel: 1995:5). esto es coherente con la idea, ya apuntada por Linz (Montero y Linz, 1986: 646) de que en España, más que las preferencias de los electores, lo que ha cambiado es la “oferta” política ofrecida por los partidos. Como Justel ya (1995: 27) reconociera, la abstención es, cada vez más, un fenómeno que puede asociarse a la coyuntura y que, yendo más lejos, es cada vez menos dependiente de la posición social y en cambio aparece más unida a “motivaciones complejas” (por lo que más adelante se sostendrá que la abstención es un comportamiento “voluntario y firme”).

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actores (partidos políticos, esencialmente) basado en un interés por la política y la misma calidad de la democracia. Con ello, la abstención podría llegar a entenderse como una suerte de “comportamiento de protesta” al cual, al menos en ciertos casos, subyace una intencionalidad (abstenerse deliberadamente con el propósito de enviar un mensaje).También Joan Font (1995: 3135) se preocupa de los efectos de la abstención sobre la calidad de la democracia, relacionando abstención con deterioro de la igualdad y la participación, mas en ningún momento la entiende en los términos aquí planteados. De acuerdo con la pregunta de investigación y la hipótesis principal de este ensayo, y en base a lo dicho arriba, la abstención constituye un comportamiento de salida, con carácter voluntario y firme19, esto es, la abstención es una actitud premeditada a la que quienes se abstienen atribuyen un significado por sí misma, que en este caso sería un sentido de protesta, de rechazo ante la calidad de la oferta. Esta perspectiva no ha sido contemplada hasta ahora por la literatura, que sí ha apuntado hacia la existencia de una “espiral de apatía y cinismo” (Magalhaes et al, 2010), que influye en las actitudes de los ciudadanos hacia los partidos (a los que, a medida que la democracia se consolida, se exige “cada vez más”, de acuerdo con Justel [1995:83], Montero et al [2013:39-40]), y hacia el conjunto del sistema democrático y su funcionamiento. Esto supone dos cosas: la primera es la relación entre actitudes hacia la política y la abstención, que no ha sido estudiada a fondo hasta la fecha, y la segunda, que los abstencionistas varían de una elección a otra y que no son siempre el mismo grupo de ciudadanos (Font, 1995). Implica, además, que la abstención se da cuando la coyuntura política se deteriora, al contrario de lo que suponen Boix y Riba( 2010:117). Por todo ello, los perfiles de ciudadano a los que voy a recurrir son “críticos” y “desafectos”, de la tipología de Montero et al (CIS: 2013), que puede verse en la tabla 2, página 11. Así, la abstención no implicaría una falta de eficacia, una desafección, o una falta de legitimidad20(Montero, 2013), sino todo lo más (y nada menos) una fuerte y creciente insatisfacción con el funcionamiento de la democracia y sus instituciones. Tales actitudes y el contexto general de crisis actuarán mitigando la capacidad movilizadora de los partidos políticos (Anduiza, 1999: I ,Magalhaes et al, 2010; Font, 1995), no una falta de interés por la política entre los ciudadanos. El

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Con ello, me refiero no a que sea un comportamiento prolongado en el tiempo, sino más bien una decisión segura tras una reflexión. Así, entenderé que la abstención, y ello en mayor medida para 2011, es una abstención voluntaria, en oposición a “involuntaria” o “no deliberada” (véase Justel, 1995: 343 y ss). Se trataría, además, de una abstención del tipo “político” nombrado por el autor (1995:345). 20 La abstención se ha concebido tradicionalmente en términos de falta de apoyo al régimen democrático (Justel, 1995:5).

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interés ha registrado, de hecho, un incremento, como puede verse en el gráfico 1 21 (lo cual corrobora la aparición del ciudadano “crítico”), a pesar de su elevado coste 22 , y por considerarse, tradicionalmente, que la abstención implica falta de eficacia y desinterés (ya en Montero, 1986: 111). Como puede verse en el gráfico, en abril de 2008 arranca el último pico de subida del grado de interés por la política entre los españoles, coincidiendo con el punto de partida de la crisis, y sin dejar de crecer en los años en los que ésta tiene lugar. Esto podría llevar a suponer que la crisis esté teniendo también en España un efecto sobre las actitudes y comportamientos políticos de los ciudadanos, semejantes al “ritorno dell insecurezza” registrado en Italia (Cavazza et al, 2013: 59). Así, ante la incertidumbre derivada de la gestión de la crisis y su impacto en la esfera social, los españoles estarían más atentos que otrora a la actualidad política del país. Sin embargo, mientras en Italia crecería más la desafección, y la preferencia por opciones populistas (aparentemente novedosas y alejadas de lo que, en el imaginario popular, se comprende como partido político) como el Movimiento 5 Estrellas, (Cavazza et al, 2013: 167-68), en España se aprecia un notable crecimiento de, sobre todo, las actitudes críticas.En España, al no existir una opción similar a aquél partido, y de acuerdo con mi hipótesis, la desafección y la crítica habrían sido absorbidas por la abstención.

Ciudadanos y abstención: los perfiles “crítico” y “desafecto”. A nivel individual, la pregunta que nos hacemos cuando queremos estudiar tanto el voto, como en este caso, la abstención, es la siguiente: ¿por qué votan (o no votan) los ciudadanos? Pese a los múltiples factores que influirían en el voto, y a ser este un comportamiento de lo menos racional, finalmente, la gente vota. Y lo hace porque quiere. ¿Sería razonable, pues, pensar que algunos abstencionistas se comportan así porque tras reflexionar, es justamente eso lo que quieren hacer? Si así fuera, la abstención supondría un comportamiento de comunicación con el sistema democrático, y no de rechazo del mismo; como Montero et al (2013)reconocen, (in) satisfacción y desafección y legitimidad son, y esto así lo corrobora, siguiendo la línea iniciada por ellos (Montero, Gunther, y Torcal, 1998) conceptos teórica y empíricamente diferentes. La desafección en España, por otro lado, se ha mantenido en términos relativamente elevados y estables (sin perjuicio de que los niveles

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Todos los gráficos pueden consultarse en el Anexo I. Carlos García Sancho (libro elecciones 2004 año:392-93) reconoce que, de hecho, interés e información políticos poseen un elevado coste (lo cual, por otra parte, incentiva a recurrir a heurísticos). Sin embargo, y tal como puede verse en los gráficos 1 y 2, interés e información (ambas necesarias para la discusión política, que se presenta en el gráfico 3) mantienen una tendencia al alza que se dispara desde el inicio de la crisis.Esto cobra un mayor sentido cuando lo relacionamos con la dimensión e la accountability. 22

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mayores se registren en los últimos años, debido a la crisis, pasando a ser los desafectos del 37 al 40 por cien de los ciudadanos), el significativo aumento del interés por la política que se presentó en el gráfico 1 y el sentimiento de hostilidad hacia los partidos políticos (gráfico 2, y 3, donde se muestra la caída de la intención de voto) nos obliga a repensar la desafección y otras posibles actitudes (me estoy refiriendo al perfil “crítico”). La tabla 2 resume los perfiles de ciudadano encontrados por Montero et al (2013) Resaltados, aquellos en los que se centra mi investigación. Tabla 2: Perfiles de Ciudadano Confianza (+/-) Interés (+/-)

Cives

Críticos

Deferentes Desafectos Fuente: Montero, Sanz y Navarrete, 2013.

Mientras los ciudadanos desafectos aúnen tanto desinterés como desconfianza, los “críticos” manifiestan desconfianza pero interés por la política, lo cual justifica su estudio en relación con la abstención, máxime cuando cabría suponer que sí muestren una participación política activa, aún cuando no sea electoral o a través de la afiliación. Para apreciar las “fluctuaciones” dentro del “core” de los abstencionistas, y hacer este comportamiento compatible con el interés político, al contrario de lo que plantaban Boix y Riba (2000:96), se analiza, a continuación, a “críticos” y “desafectos”. Tanto “desafectos” como “críticos” han aumentado (pasando del 37 al 40 por ciento y del 10 al 22 por ciento, respectivamente), siendo el crecimiento más espectacular para los “críticos”, razón por la cual será el modelo al que se preste más atención. Por tanto, las actitudes políticas aquí tomadas en cuenta, serán, principalmente, interés y (des)confianza. Hasta el momento, se entendía que la insatisfacción con la democracia conducía, casi inevitablemente, a la desafección, y por ésta entendíamos un alejamiento de las instituciones políticas, bajos niveles de eficacia y bajos o nulos niveles de interés por la política (Montero et al, 2013: 89-90). Sin embargo, y quizás sorprendentemente, durante la crisis, ha crecido el interés político de los españoles (también lo ha hecho el tiempo que se dedica a la discusión política, unindicador que reafirma el crecimiento del interés, tal como puede verse en el gráfico 3), y las

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formas de participación no electoral se han disparado23.En el gráfico 4, extraído de las series del CIS, puede apreciarse cómo desde 2008 los asistentes a manifestaciones han pasado de ser un 10 a un 15 por ciento. Ello demuestra que no sólo se han incrementado significativamente las manifestaciones y protestas celebradas, sino que a las mismas se han incorporado nuevos ciudadanos, (no sólo aquéllos “participantes profesionales”).

Análisis: Sabemos por Montero et al (2013:89) que los ciudadanos críticos muestran baja satisfacción con la democracia y menores niveles de participación electoral que otros (los “cives”), aunque participan a través de boicots, manifestaciones, etc. En las páginas siguientes se pretende ahondar en la relación entre abstención y desconfianza hacia los partidos, por un lado, y abstención y críticos, por otro, esperando que el perfil de ciudadanos críticos represente un porcentaje amplio dentro del “core” de los abstencionistas, y explorando brevemente, de cumplirse mis expectativas, posibles relaciones entre desconfianza hacia los partidos políticos y las distintas formas de participación que están teniendo lugar, y próximas a nuevos actores como el 15 M, en los últimos años. Antes de proceder a los análisis bivariados (tablas de contingencia sobre variables recodificadas), describiré brevemente las variables. Como ya se dijo, la confianza en los partidos políticos ha caído notablemente. En 2011, los españoles los consideraban como el tercer problema más acuciante del país, y la desconfianza mostrada hacia ellos pasó del 24 al 42 por ciento entre 2008 y 2011 24 . Así, la falta de confianza en los partidos políticos es, en todas las elecciones manejadas, una de las razones más importantes para no votar. No obstante, entre 2000 y 2011, el porcentaje de ciudadanos que se abstiene por esta razón desciende (pasando del 27 al 18 por ciento) siendo que la ausencia de alternativa aumenta (pasando del 26 por ciento en el año 2000 al 28 en el 2011). En cualquier caso, éstas son siempre las razones más repetidas a la hora de justificar la abstención, amén del deseo de mostrar descontento. Ello es congruente con la hipótesis de que la abstención sea una opción “de salida”, ya que no sólo el descontento aparece, expresamente, entre Incluso han aparecido una serie de nuevos movimientos, como el 15M, las “Mareas” temáticas y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que gozan de la simpatía de los ciudadanos, y del apoyo de éstos en las manifestaciones y otras acciones llevadas a cabo, cuyo surgimiento puede ser indicativo, de acuerdo con Saskia Sassen (2010), de la aparición de nuevos agentes de intermediación política. 24 La formulación de la pregunta sobre confianza en partidos políticos varía en 2000 y 2004, no sólo con respecto a 2008 y 2011, sino entre ambas fechas, por lo que aquí se han tenido en cuenta sólo las dos últimas elecciones. Por otra parte, la pregunta está formulada de manera que los ciudadanos sitúen su desconfianza entre 0 y 1, de 2 a 3, de 4 a 6, 7 a 8 y 9 y 1; por lo que, para desconfianza, se han seleccionado las posiciones de 0 a 3, dado que 4 aparece unido a lo que ya sería un “aprobado” (5-6). 23

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las razones argüidas para no votar, sino que la falta de confianza o de acuerdo con la “oferta” (no hay alternativas que me satisfagan/no confío en los partidos) parecen manifestar un rechazo de la calidad de los productos disponibles en este mercado electoral. Sin embargo, los porcentajes no varían en la dirección esperada (lo cual podría indagarse en investigaciones futuras), puesto que si la crisis fuera la razón esencial de la desafección hacia los partidos políticos, la abstención por desconfianza debería haber crecido desde 2000, y no al contrario. Pese a ello, los datos avalan la H1 propuesta. Tabla 3. Principales razones para la abstención, en porcentaje Año

Falta de confianza

Falta de alternativa

Expresión del descontento

Total

2000

27

26

15

78

2004

25

27

9

61

2008

26

23

11

60

2011

18

28

8

54

Fuente: elaboración propia en base a datos del CIS.

Los altos niveles de desconfianza y sentimiento de falta de alternativa en 2004 podrían deberse a la crisis de gobierno que suscitó la participación española en la Guerra de Irak, además de a la mal considerada gestión gubernamental de otras cuestiones como el desastre del Prestige. La abstención como descontento decrece desde 2000 (de lo que cabría suponer que el descontento pueda estarse encauzando a través de otros comportamientos, como la protesta, asistencia a manifestaciones, pertenencia a asociaciones o movimientos sociales…suposiciones todas ellas que escapan a los objetivos de la presente investigación), mas presenta, en 2008, un pico, que podría explicarse si recordamos la serie de políticas sociales (especialmente, la ley del matrimonio homosexual) que tuvieron lugar entre 2004 y 2008, con la victoria de Rodríguez Zapatero, y el clima de debate público que generaron25. En cualquier caso, la abstención como salida se confirma en más del 50 por ciento de los casos en todas las convocatorias electorales analizadas, por lo que H1 queda probada. Por otra parte, y avalando lo planteado por inspiración en Font (1995), se observa que los abstencionistas no son siempre los mismos. Así, mientras en 2000, de quienes no votaron, el 28 por ciento afirmaba no hacerlo nunca, en 2011 son el 33 por ciento quienes responde de esta manera,

25

Lo que llevó a calificar esta legislatura como la II Ola de Crispación, por Sanz y Balaguer, (2009).

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pasando por el 45 por ciento de 2004. Esto nos muestra, por un lado, que, efectivamente, se da una variabilidad en el “core” de abstencionistas. Por el otro, que, la diferencia del 12 por ciento de abstencionistas que “no votaban nunca” que se pierde de 2004 a 2011 nos indica que una cantidad importante de ciudadanos que tradicionalmente votaba, decidió abstenerse en las últimas elecciones generales. Como ejemplo, en 2011, se abstiene un 2 por ciento de ciudadanos26 que jamás lo había hecho, mientras en 2008 esta cifra no alcanzó el 1 por ciento, lo que corrobora esta afirmación. Yendo más lejos, entre los nuevos ciudadanos se incorporan a la abstención se percibe una fuerte duda sobre qué comportamiento adoptar: el voto o la abstención27. Esto podría tener que ver con un sentimiento cívico que conciba el voto como un deber (entre 2008 y 2011 tal pensamiento está presente en un 34 y un 33 por ciento de los españoles, respectivamente, donde apreciamos otro decrecimiento), o con que éste es un comportamiento aprendido (como parece serlo también la abstención, atendiendo a que algunos ciudadanos adoptan este comportamiento habitualmente) pero, en cualquier caso, revela una profunda reflexión, avalando mi idea de que la abstención es un comportamiento voluntario y firme, lejos de las interpretaciones racionalistas del fenómeno. Cabe apuntar que la abstención por motivos técnicos (fallos en el censo electoral, olvido de DNI, etc) es ínfima, por lo que no afecta en modo alguno a los resultados arriba presentados. De hecho, en 2011 y 2004 (momentos en los que, gracias a la formulación de la pregunta, podemos estimar por separado las razones técnicas de motivos personales como la enfermedad propia o de un familiar), la abstención técnica es del 0,3 y 0,4 por ciento respectivamente. Aún cuando no sea posible separar los motivos personales de los técnicos, son poco más de un 4 por cien de los ciudadanos (en 2000, el máximo observado) los que se amparan en estas razones. Así se comprueba que, como sostenía Justel (1995), una mayor abstención se corresponde con una abstención técnica cada vez menor, lo cual corrobora que la abstención sea un comportamiento deliberada y reflexivamente adoptado que constituye una llamada de atención hacia el sistema político, en tanto que expresa el deseo de salida. En 201128, con una N de 4.719 casos, encontramos significación estadística y una confianza superior al 95 por ciento para la relación que muestra que más del 61 por cien de los abstencionistas no confía en los partidos políticos, mientras que tan sólo un 6 por ciento de ellos se consideraba poco o nada eficaces políticamente, además de que la significación para la desconfianza en los partidos es

26 27

De entre quienes se abstuvieron en 2011 pese a que tradicionalmente votan representaban un 14 por ciento.

En 2000, un 4 por ciento de los españoles tuvo dudas entre abstenerse o votar; un 3 por ciento dudó, pasando a ser un 5 en 2008 y un 6 en 2011, según datos del CIS. 28 Al igual que en las siguientes encuestas, en la recodificación de variables se ha marcado la abstención técnica como perdida para que no influya ni distorsione los resultados.

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mayor, y según la prueba de V de Cramer esta es la variable con mayor peso de las dos sobre la abstención (V=0.165 frente al 0.072)29. Ello avala que es la falta de confianza lo que induce a optar por la abstención como salida, de acuerdo también con las principales razones aducidas para la abstención presentadas en la tabla 3. Si nos fijamos en las elecciones de 200830, son el 60 por ciento de los abstencionistas no confiaban en los partidos políticos, mientras que el 56 por ciento de los mismos había confesado no sentirse eficaz políticamente. En este caso, la H1 quedaría también probada (mayor porcentaje de abstencionistas y una V de Cramer de 0.141 sobre un 0.061) aunque considero que con menor fortaleza que para 2011, lo cual no obstante permite deducir que el impacto de la crisis (mala gestión, escándalos de corrupción en los partidos políticos) se hace notar, de manera que el efecto contextual existe. En 2004, por su parte, sabemos que de entre quienes se abstuvieron, el 9 por ciento lo hizo porque así lo había decidido, y no por motivos técnicos o de imposibilidad de lo mismo; sin embargo, en este caso el CIS no incorpora la información necesaria para desagregar la variable del mismo modo que se hizo para 2008 y 2011, además de que no contamos con una pregunta específica sobre la desconfianza hacia los partidos. En cualquier caso, sí sabemos que el 45 por ciento de los abstencionistas de 2004 reconocía no votar nunca (lo que nos deja un 55 por cien de abstencionistas que varían, confirmando la hipótesis de Font sobre la fluctuación que aquí he adoptado), mientras que el 17 por cien argumentaba, para ello, la falta de eficacia externa31. De esto caben dos lecturas igualmente interesantes: la primera, las variaciones en los sentimientos de eficacia (que pueden relacionarse con la receptividad de los distintos gobiernos, y en 2004 el incumbent era un Aznar que había desoído a la opinión pública con respecto a Irak, como punta del iceberg) frente a un 26 por ciento que aduce falta de confianza en los partidos, y un 9 por ciento que recurre a la abstención como forma de protesta. Estos datos, que se adelantaron en la tabla 3, corroboran la idea de que la abstención puede ser comprendida como una protesta, así como la H1 que concebía la falta de confianza como uno de los motivos de adoptar la abstención y que me llevaron a teorizar sobre ésta como un comportamiento “de salida”, en base a Hirschmann (1970). Por último, en el año 2000, se encuentra una formulación de las preguntas del CIS que coincide con 2004 y por tanto no con 2008 y 2011, lo que no permite

29 30

Tanto estos datos como el resto de tablas de contingencia se presentan en el anexo 2

También con significación estadística y una confianza superior al 99 por ciento en ambos casos.N=5.867 casos. Tanto para 2004 como para 2000, las preguntas piden a los encuestados que seleccionen la razón principal, por ello, se ha decidido no recodificar las variables de manera que una razón excluyera la otra. Esto es, quienes sostienen que no votaron principalmente como forma de protesta, pese a que no seleccionaron como leivmotiv la falta de confianza en los partidos, podrían confiar o no en ellos, y dado que no es posible recodificar sin errar o sin que los resultados queden (o corran el riesgo de quedar) falsados, se ha optado por no recodificar y presentar los datos en los que sí podemos confiar. 31

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comparar con las dos últimas elecciones generales españolas pero sí con 2004, y, empero, hacernos una idea general de la evolución del sentido de la abstención. En este caso, son un 11 por cien los ciudadanos que declararon no haber votado porque así lo decidieron, mientras el resto de los abstencionistas sostuvieron que no pudieron votar (“fue a votar y no pudo/no fue a votar porque no pudo”. No obstante, también aquí se encuentran variaciones en el “core” de los abstencionistas (sólo el 28 por ciento se declara habitualmente abstencionista). De entre los abstencionistas, un 15 por ciento se declara no eficaz (menos que en 2004, quizás porque la mayoría del PP de 1996 no era absoluta, y el alejamiento de la opinión pública no fue tan elevado), un 27 por ciento mostraba su desconfianza hacia los partidos y un 15 por cien recurre a la abstención como muestra de descontento, ello en línea con la H1 propuesta. De acuerdo con los análisis mostrados, la hipótesis principal se considera probada, aunque se observa que la desconfianza hacia los partidos adquiere mayor importancia (y los análisis, más robustos, así lo confirman) para las elecciones de 2008 y 2011, especialmente en estas últimas. Ello permite además entrever un efecto contextual en la falta de confianza, toda vez que la influencia del contexto no pueda ser determinada con firmeza, no sólo por las formulaciones de las preguntas en los cuestionarios manejados sino también porque no tenemos otras elecciones, posteriores a 2011 y acaecidas una vez superada la crisis que permitan corroborar o falsar tal estimación. Queda ahora por comprobar la H1.A. A la luz de los resultados expuestos, cabría prever que en 2011 existiera una mayor cantidad de críticos entre los abstencionistas. Sn embargo, los análisis muestran que si tenemos en cuenta sólo estos dos perfiles a la hora de fijarnos en la abstención, los críticos serían un 14 por ciento, y el resto, desafectos. Para 2008 (nuevamente, las variables sólo han podido modificarse para su cruce en estos casos), los críticos eran el 12 por ciento. Aunque efectivamente, y con significación estadística, es posible diferenciar ambos perfiles, no se percibe una mayoría de críticos entre aquéllos que optan por la abstención-salida, aunque sí se ha probado tanto el incremento de los abstencionistas como de los críticos, y, en concreto, del perfil crítico entre los abstencionistas. Por ello, H1.A podrá quedar probada. Sin embargo, se ha de mostrar prudencia, pues aunque se puede confiar en los resultados (sig=0.00), debido al tamaño de la n (333 casos).

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Conculsiones: El presente estudio se ha distinguido de investigaciones anteriores sobre la abstención por la importancia capital que se concede a las actitudes32 como determinantes de dicho comportamiento, sobre otros factores, como los sociodemográficos (Font, 1992,1995; Justel, 1995; Boix y Riba, 2000), cuya influencia es, por otra parte, limitada, así como por la aplicación, para el estudio del impacto de los factores actitudinales en la participación electoral, de los perfiles de ciudadanos “crítico” y “desafecto”. Se pretendía con él probar, como de hecho así ha sido, la hipótesis principal H1, según la cual el aumento de la desconfianza hacia los partidos y las instituciones se traduce en un incremento de la abstención electoral como opción “de salida”. Así, estaría aumentando el número de ciudadanos “críticos” que se abstienen, en señal de desconfianza o rechazo. A la luz de los datos, y tras los análisis cruzados llevados a cabo, así como atendiendo a las respuestas de los españoles cuando son inquiridos por el sentido de la abstención, se ha comprobado que en España, la no participación electoral adquiere un significado político distinto al que tradicionalmente se le atribuía (la falta de capacidad movilizadora, ciudadanos al margen del sistema y repercusión en la igualad y la legitimidad) para adquirir un sentido crítico. La “antesala de la abstención” no viene ya determinada por una falta de interés político (Justel, 1995), ya que éste no ha hecho sino crecer dese el año 2000, lo cual refuta hipótesis previas sobre el fenómeno abstencionista. De hecho, como han probado los análisis presentados, la falta de confianza en los partidos políticos (o en el Parlamento, de acuerdo con Montero, 2013) o la percepción de una pérdida de calidad en la oferta (falta de alternativas que concuerden con los intereses de los electores, o que los satisfagan) partidista en lid adquieren cada vez una importancia y potencial explicativo mayores en relación con la abstención. Según los datos de encuesta disponibles, además, la abstención entre 2000 y 2011 responde, además, a un comportamiento firme y decidido, basado en la valoración de la oferta electoral disponible, lo cual me ha llevado a probar la hipótesis principal, y además, a coincidir con Justel en que, a mayores niveles de abstención, menor es la abstención forzosa (o de tipo técnico, ya que las razones aducidas para abstenerse que se presentaban en la tabla 3 superan ampliamente a las de este tipo).Se ha comprobado, además, que los ciudadanos que se abstienen varían, (la fluctuación en el núcleo de ciudadanos que adoptan esta posición) , entre unas elecciones y otras. En 2011, un 2 por ciento de ciudadanos que tradicionalmente votaba se decantó por la abstención. Esta cifra, aunque pueda parecer ínfima, duplica a quienes respondieron 32

293).

Para Justel, las actitudes son tan sólo la “vía indirecta” de influencia de otros factores sobre la abstención (1995:

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de la misma manera en 2008, dato ya de por sí preocupante que, de sentar tendencia, sería motivo de alarma33. Parece, pues que los españoles, entre 2000 y 2011 se decantaron cada vez más por la abstención, una opción de abandono o “salida” del mercado electoral, que los “productores”, o sea, los partidos políticos34, harían bien en considerar, para evitar que tal tendencia continúe y que la brecha entre representantes y ciudadanos sea cada vez mayor. Además, de acuerdo con H1.A (De entre los abstencionistas españoles, podemos distinguir entre desafectos y críticos, habiéndose producido un incremento de estos últimos) entre los abstencionistas el perfil de ciudadanos críticos tiene cada vez mayor presencia. No obstante, los resultados deberán contrastarse con elecciones posteriores para confirmar si lo que aquí se aprecia es, o no, el inicio de una pauta.

Por otra parte, el hecho de aplicar estos perfiles al voto y la abstención, de manera simultánea y comparada, puede darnos ciertas claves a la hora de conocer cómo se produce el trasvase entre otrora votantes y hoy abstencionistas, y viceversa, y apreciar la fortaleza de las pautas de uno y otro suceso, lo cual es aún más interesante cuando se analiza ligado a fenómenos del medio-largo plazo, como las actitudes, que pueden consolidar ciertos comportamientos. Los resultados y conclusiones aquí presentes así como algunas paradojas o evoluciones no esperadas, y que ya se han señalado, animan, en fin, a profundizar en los senderos aquí trazados y que apenas comienzan a despejarse.

33 Nuevamente, los perfiles pueden sernos útiles a la hora de analizar la volatilidad electoral y el destino de la misma o al tratar de estimar intenciones y probabilidades de voto. 34

De acuerdo con los datos disponibles de 2008 y 2011, los ciudadanos cercanos a algún partido pasan del 53 al 50 por ciento.

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ANEXO I. Gráficos Gráfico 1. Evolución del Interés por la Política

Fuente: CIS

Gráfico 2. Evolución de la confianza en los partidos políticos 2002-2013

Fuente: CIS

Gráfico 3. Evolución de la Intención de Voto

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Fuente: Ismael Peña López, Intención de voto en España 1978-2013. ¿Una Segunda Transición hacia una política extra-representativa? En ICTlogy (ISSN 1886-5208). Como puede apreciarse en el gráfico, la intención de voto, especialmente hacia los dos grandes partidos de nuestro sistema político cae dramáticamente desde 2011. El descenso de la intención de voto del PSOE coincide con la debacle electoral de 2011, y continúa ante la falta de cambios en la dirección y las malas valoraciones obtenidas por su líder, según las encuestas, lo cual concuerda con lo que sabemos sobre los votantes socialistas, tradicionalmente más críticos con su partido. La pérdida de intención de votos hacia el PP, por su parte, podría estar señalando el rechazo ante las políticas de recortes impulsadas por el gobierno.

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Gráfico 4. Evolución del tiempo dedicado a hablar de política en España

Fuente: Montero et al, 2013.

Como puede verse, el aumento del interés por la política se corresponde, coherentemente, con un crecimiento paralelo del tiempo dedicado a conversaciones de este tipo desde 2006. Gráfico 5. Evolución de la Asistencia a Manifestaciones en España

Fuente: CIS

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Tabla 6. Confianza en los partidos políticos entre los abstencionistas en 2008, en porcentaje Tabla 7. Sentimiento de eficacia entre los abstencionistas en 2008, en porcentaje Tabla2.4.Resúmenes Confianza completos en los partidos entre los abstencionistas en 2011, en porcentaje ANEXO de lospolíticos resultados y salidas de SPSS Confía No confía Total V de Cramer No se siente Confía No confía Total Cramerde análisis del A continuación se presentan las tablas que resumen los resultados presentados enVeldeapartado Se siente eficaz eficaz V de Cramer 60 40 100Total presente 61 trabajo. En ellas se encuentran 39 los coeficientes de las tablas 100de contingencia así como los estadísticos 56 100 sig (0.00) 44 0.141 independiente con las categorías de comparación. Por último, encontramos la tabla que relaciona la variable sig (0.00) 0.165 de ciudadanos manejadas en base a Montero et al (2013). (0.00) 0.061 N=5.867 sig N=4.719 N=5.867 Se propia, han tomado decisiones con respecto a los datos, como su dicotomización para proceder al Fuente: elaboración en basealgunas a datos del CIS Fuente: elaboración propia,deen contingencia base a datos del análisis a través de tablas (loCIS cual ha llevado a la recodificación en distintas variables, Fuente: Elaboración propia en base a datos del CIS.

conservando siempre la dimensión original), o el recurso a inicadores proxi cuando no existía la variable exacta necesaria (esto se hizo para medir el interés en política, ya que en las encuestas postelectorales de 2008

Tabla 5. Sentimiento de eficacia entre los abstencionistas en 2011, en porcentaje

y 2011 tan sólo se preguntaba directamente por el interés en la campaña, pregunta en que me he basado para

Se siente eficazen política, por No else cual siente V de Cramer estimar el interés se eficaz pregunta directamente Total en los sondeos, y que igualmente ha crecido, como ya se ha mostrado en un gráfico en el anexo anterior).

94

6

100

Con respecto a la variable “perfiles” ciudadanos, la misma ha sido creada0.072 en unión a las dimensiones sig (0.00) Tabla 8. Desafectos y Críticos entre los abstencionistas en 2011, en “Interés” (a través del indicador proxi mencionado) y la variable “confianza en los partidos”, como se enunció porcentaje. N=4.719 en la tabla 2 y en el diseño de investigación, y en congruencia con las hipótesis propuestas. Así, de entre los

Críticos Desafectos Total abstencionistas, se ha estimado peso de losdelperfiles Fuente: Elaboración propia enelbase a datos CIS. que mostraban desconfianza: críticos y desafectos. 14 86 100 A continuación se presentan los resultados para las elecciones generales de 2008, en los mismos sig (0.00) términos que en las tablas 4 y 5, relativas a los comicios de 2011. N=267 Fuente: Elaboración propia en base a datos del CIS.

Tabla 9. Desafectos y Críticos entre los abstencionistas en 2008, en porcentaje. Críticos

Desafectos

Total

12

88

100

sig (0.00) N=333 Fuente: Elaboración propia en base a datos del CIS.

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