JUNG EN EL PERÚ… por qué entendió la complejidad de nuestra época como nadie

July 23, 2017 | Autor: Victor J. Krebs | Categoría: Psychology, Jungian psychology
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Descripción



La mayor parte de la gente que se aficiona a los sueños pretende generalmente encontrarse con alguna guía que les explique el significado de sus imágenes. "Si soñaste con cuchillos", a veces escuchamos, "eso quiere decir…." y dependiendo de la habilidad hermenéutica o la elocuencia de nuestro intérprete escucharemos alguna explicación de lo que significa esa imagen dentro del sueño, de lo que nos está diciendo acerca de nuestra vida.
Lo primero que hay que decir es que la interpretación de los sueños nunca puede regirse por un catálogo general de significados. Los diccionarios de sueños son simplificaciones de una ciencia que es tan compleja como son múltiples las variables que intervienen en cada imagen onírica.
Toda imagen–y este es un principio de la práctica imaginal del espíritu junguiano– es siempre una imagen concreta, situada en un contexto particular, cuyo sentido surge precisamente de los elementos únicos de esa ubicación espacio temporal que es la de cada alma. Elementos que conforman no solo la escena onírica, sino la compleja situación vivencial por la que pasa la persona –las cuestiones y vivencias que están poblando su horizonte psíquico y existencial.
La interpretación de los sueños involucra por lo tanto un aprendizaje lento de la (anti)lógica (i)rracional del inconsciente, mediante la cual se expresa; una cuidadose escucha de esa actividad imaginal en la que, según Jung, el alma expresa lo mejor que puede su necesidad más profunda. Los sueños son mensajes del inconsciente, revelaciones de potencialidades y vocaciones muy hondas.
En la práctica de sueños junguiana es también cierto que se utilizan las herramientas interpretativas que nos proporcionan las figuras e imágenes arquetipales. Me refiero a las imágenes de mitos, leyendas, cuentos de hadas, etc. Porque en cada una de esas se expresan siempre patrones familiares de a constitución psíquica del hombre que se repiten en nuestro imaginario personal, usualmente entretejido y articulando complejos propios de nuestra propia subjetividad.
Lo que encuentro fascinante de la aproximación junguiana a los sueños es que hace uso de las historias mitológicas para encontrar en nuestra actividad onírica los patrones psíquicos que estas registran, se hacen de esa sabiduría milenaria para interpretar lo que nuestra propia alma está manifestando en sus imágenes oníricas. Como si la fuente de nuestras fantasías nocturnas fuesen además parte de un gran lienzo que a través de la historia el hombre sigue pintando siempre de forma diversa, en los individuos, en las culturas, en las sociedades.
Freud hizo uso de esa intuición –quiero decir de la naturaleza arquetipal de nuestros sueños–, para explicar el desarrollo del temperamento y la identidad erótica de los individuos. Su gran mito, el mito de Edipo, es sin embargo solo uno de miles. Jung piensa que cada individuo puede vivir muchos mitos, cada uno con diferentes grados de intensidad o frecuencia en diferentes momentos y estadios de su vida; y que la importancia de cada mito es relativa al sujeto individual, a su carga psíquica personal, de donde emergen esas nuevas imágenes.
No hay que pensar, sin embargo, en esas imagenes arquetipales como fórmulas que podrían servir como definiciones del sentido de las imágenes en abstracto. Como lo he dicho, la individualidad del alma impide que haya tal cosa como una definición universal. Lo que hay son patrones que se repiten y que reconocemos por alguna facultad empática, por un oído interno a la resonancia que muestra en las múltiples e impredecibles formas que asumen los arquetipos, los sentidos universales de la psique humana que van conformando nuestras conciencias y nuestras vidas.


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