Jumilla a comienzos del siglo XX: una mirada de cien años.

June 8, 2017 | Autor: F. Salmerón Giménez | Categoría: Historia Local
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Descripción

Jumilla a comienzos del siglo XX: una mirada de cien años.




A finales del siglo XIX dos elementos en cierto modo novedosos
vinieron a cambiar la situación de Jumilla y de sus habitantes: la vid y el
esparto. Es cierto que la población había vivido de ellos como recursos
complementarios desde hacía mucho tiempo pero en el momento al que nos
referimos el interior de España sufría una dura crisis agrícola, que en
aquel tiempo era como decir una crisis total, motivada por la depreciación
del valor de los productos agrarios por la llegada de barcos americanos
cargados con trigo y otros productos. Además se estaba estableciendo por
primera vez un mercado interior articulado en España. En este momento el
cultivo de la vid y la recogida del esparto tuvieron un valor esencial al
abrir el camino a un nuevo ciclo de progreso en la población.
En muchos lugares la crisis llevó a miles de trabajadores agrícolas a
lugares tan lejanos como Argentina. Hasta 600.000 personas partieron hacia
América del Sur, Francia o Argelia. Una especie de válvula de escape que
evitó en muchas ocasiones crisis sociales violentas.
Frente a una agricultura tradicional caracterizada en este período
por la ruina, el hambre y la miseria de los propietarios pequeños y de los
jornaleros y por el descenso de las tasas de renta y de beneficio, la
viticultura, representativa de una agricultura especializada constituyó en
aquellos años una excepción y donde se pudieron sustituir los cultivos poco
remuneradores por la vid, como sucedió también en lugares de La Mancha, La
Rioja, Cataluña y Valencia, pudieron considerarse afortunados.
En gran parte pudieron hacerlo por la enfermedad de las uvas
francesas, atacadas por la filoxera, que dejó a aquel país sin poder cubrir
las demandas de los mercados que había abierto en los años anteriores.
La extensión de la superficie destinada al viñedo, cuyo momento
álgido se produjo entre 1875 y 1894, constituye el rasgo más sobresaliente
de la agricultura de secano en este período y supone un proceso en el que
sobresale la adaptabilidad de los agricultores jumillanos y yeclanos a la
nueva situación, caracterizada por la aparición de la filoxera y la fuerte
demanda de los vinos españoles en Francia. Fue el vino común tinto y seco
el que constituyó el grueso de las exportaciones a Francia para ser
utilizado en el coupage, o práctica de mezclar vinos de la misma o de
diferente partida o cosecha con el fin de unificar sus cualidades o
complementar con las cualidades de unos los defectos de otros. Para dicho
proceso era muy adecuado el tipo de vino que el Altiplano podía ofrecer.

Supuso, por otra parte, la obtención de un volumen de beneficios importante
que en parte se derivaron hacia inversiones productivas en maquinarias. La
superficie dedicada a los viñedos se llegó a multiplicar casi por cuatro en
la región en sólo dos décadas. La crisis vitivinícola no se advirtió hasta
la primera quincena del siglo XX,[1] debido a un exceso de producción de
las zonas vitivinícolas españolas que tendió a agudizarse en los primeros
años del siglo XX, cuando la recuperación completa de la producción
francesa se suma a la expansión argelina.[2]
En el Altiplano Jumilla-Yecla, la vid constituirá el soporte para la
instalación en los últimos años del siglo de distintas industrias de
transformación de este producto, aunque en un primer momento sufren
distintos altibajos relacionados con la aparición en sus tierras de la
filoxera. En 1896-97 existían 22 fábricas de vino y aguardiente, así como 6
telares, aunque unos años después, en 1905, sólo seguían en marcha cinco de
ellas.[3]
Será por cierto el barón del Solar, cacique de Jumilla y, por
extensión, de todo el distrito electoral, una de las personas claves en el
proceso de mejora de cultivos en la comarca, destacando en el campo de la
experimentación agrícola y en el de la innovación, siendo el verdadero
impulsor de los cambios agrícolas que se produjeron en sus tierras. En el
Album del Partido Conservador de la provincia de Murcia podemos leer:
"Para dar una idea de sus aficiones por la agricultura, baste saber
que sus magníficas fincas son verdaderos campos de experimentación, en
donde los cultivos se hacen mediante todos los adelantos de máquinas
modernas, investigando a la vez los resultados de variedades de semillas
del país y extranjeras".[4]

El Sindicato Agrícola de Jumilla se constituyó en abril de 1900, sólo
una semana después que el yeclano[5], siendo su Presidente Roque Martínez,
quien llegaría a ocupar el cargo Presidente de la Federación Agraria de
Levante, lo que nos sugiere la relevancia del Sindicato jumillano en el
conjunto del Estado.
Estos Sindicatos actuarían como relevantes grupos de presión en el
ámbito político nacional, en defensa de los intereses agrícolas de los
propietarios del Altiplano. En 1905 ambos Presidentes escriben sendos
telegramas al Ministro de Gobernación con objeto de solicitar la
neutralidad del Gobierno en las elecciones a Diputados que han de
desarrollar en el distrito valenciano de Requena-Ayora, donde se presenta
como candidato Fidel García Berlanga, ante el temor de que quede
desplazado. Berlanga es un decidido defensor de los intereses
vitivínicolas, por lo que los dos Sindicatos mencionados, en el primer
intento corporativo conocido en la zona, presionan para que pueda conseguir
un puesto en las Cortes, como base de la defensa de los propietarios de
viñedos. [6]
De las noventa y dos Cámaras que llegaron a crearse en España hasta
el año 1918, una de las más destacadas y "prestigiosas" fue la Cámara
Agrícola de Jumilla, obra del barón del Solar, registrada desde el 10 de
marzo de 1891,[7]la cual contaría desde un principio con el apoyo del
Ayuntamiento jumillano, quien en agosto de ese mismo año decidió dotarlo
por su propia cuenta con la instalación de un laboratorio para el análisis
de vino para lo cual invirtió la cantidad de mil pesetas.[8] Fue pionera
del reducido grupo de Cámaras que fundó instituciones de crédito.[9] Porque
la mayor creación de la Cámara Agrícola de Jumilla sería la Caja de Ahorros
y Monte de Piedad de Jumilla, registrada desde julio de 1893[10], la cual
como otras Cajas de Ahorro tuvo un desenvolvimiento muy precario y lejano
al objetivo fundacional de convertir a los trabajadores en ahorradores,
pues la misión era imposible en sí misma, tratándose de un sector
pauperizado y que apenas tenía para mantener la propia existencia, con lo
que el valor de la previsión difícilmente podía entrar en sus modos de
vida. Como en otros lugares,[11] la intención que sus inspiradores
pensaron, la de difundir entre los trabajadores hábitos sociales como el
del ahorro, sólo consiguió llegar hasta una estrecha franja social
intermedia compuesta fundamentalmente por pequeños propietarios y
profesionales modestos.
Otra de las repuestas de éxito en cuanto a la readaptación a la nueva
situación económica que se produce en estos años tiene como protagonista a
una fibra textil que hasta pocos años antes había carecido de importancia
económica: el esparto. Esta fibra va a posibilitar un rápido proceso de
industrialización en la zona. Como exponente de este proceso señalemos
cómo, a partir de 1870 se produce en Cieza una acelerada industrialización
gracias al aprovechamiento del esparto como fibra textil, cuyo origen hay
que atribuir a la acción del capitalista francés Alfonso Brunet, instalando
la primera turbina para uso industrial y realizando los primeros ensayos
para la fabricación de borras y majado de esparto mecánico.
Como resultado de lo anterior, tierras hasta entonces sin valor van a
pasar a ser valiosas, montes despreciados porque en ellos sólo crecía
esparto van centuplicar su valor. Y en Jumilla se produce un proceso de
expoliación de estos terrenos sin comparación a lo que ocurrió en otros
lugares. En un periódico de la época podemos leer:
"Hasta el año 1870 al 72, en que los espartos empezaron a tomar buen
precio, pocas fueron las pérdidas sufridas por la riqueza comunal. Solo
algunas roturaciones de escasa importancia se llevaron a efecto. Pero desde
el día en que hubo quien se percató de que la propiedad de los terrenos
montuosos podía proporcionar una pingüe renta, sin gastos apenas, se
lanzaron sobre la propiedad comunal y comenzaron los amojonamientos,
deslindes, adquisiciones de títulos posesorios y otra porción de zarandajas
que hoy quieren elevar a la categoría de títulos legítimos para embrollar
el actual deslinde.

El propio Barón del Solar se encuentra en el punto de mira de los que
acusan a los propietarios de estos hechos. Así aparece en la prensa de
Murcia, en el mes de marzo de 1895, en otra noticia que tiene que ver con
las expoliaciones que en Jumilla se producen en estos años. Hace referencia
a la oposición de los dependientes del barón del Solar a que la Comisión
oficial encargada de realizar la medición de los montes pueda hacerlo en
las tierras de su patrón, aunque lo justifican y lanzan los dardos hacia
otro personaje que debía de estar en el bando liberal al que culpan del
mismo delito del que pretenden exonerar al jefe conservador:
"... un individuo de la Corporación, el padre de pobres, en virtud de
no se qué orden y no sé qué concesión, con no sé qué motivo, tala y devasta
predios de la más rica y más feraz zona arbórea forestal de nuestro
término, dando motivo a que la guardia civil presente a una denuncia que
seguramente el influjo político arrojará en algún armario del juzgado o
audiencia".[12]

Estos hechos que suponen un expolio de terrenos que son de todos van
a ser decisivos en los años siguientes, pues los tres primeros años del
siglo XX fueron tres años consecutivos de malas cosechas, derivadas de una
gran sequía, lo que llevó a miles de jumillanos a una situación
desesperada. En un periódico de Cieza se lee lo siguiente en referencia a
Jumilla:
"La pertinaz sequía de aquellos años había dado de sí una total
paralización de brazos y, por consiguiente, un estado de miseria
insospechada, desesperante hasta la locura".
El hambre se cernía con todas sus consecuencias funestas por los
hogares proletarios. Se recogían por las calles las cortezas de las habas
verdes y de los campos baldíos toda clase de hierbas comestibles, con cuyo
cocimiento y comida podían sobrellevar los desvalidos aquella penuria que
depauperaba a muchos cuerpos rebosantes de salud".[13]

Muchos jumillanos emigraron, principalmente hacia Valencia, pero los
más permanecieron en Jumilla y buscaron solucionar su miseria del mismo
modo que sus antepasados habían hecho cada vez que un período continuado de
malas cosechas había originado una hambruna capaz de acabar con la vida de
miles de personas: buscando su sustento en los montes comunales:
"No obstante la prohibición de coger leña y esparto, único medio de
vida de la familias pobres, los necesitados de pan irrumpieron en sus
propios montes para extraer de ellos modestos alimentos de que
carecían..."[14]

En municipios como Cieza, Jumilla o Archena era frecuente el empleo del
esparto de los montes comunales para realizar con él labores que pudieran
reportarle a la familia los medios económicos necesarios en los momentos en
que la producción agrícola no necesitaba de su trabajo, con lo que el
paisaje urbano se llenó de corros que en las calles hacían lía. La ruptura
con estos modos tradicionales abocaba a los jornaleros a la miseria por lo
que se originaron en algunos lugares revueltas sociales muy violentas,
El día uno de mayo 1903 se desarrolló en Jumilla una manifestación que tuvo
por escenario el Ayuntamiento mismo, ya que la población esperaba,
expectante, que en la reunión que debía celebrarse ese día se acordara
alguna concesión relacionada con los pastos, con la cual se pudiera
remediar "algo la triste situación de los pobres que se dedican a la corta
de pequeñas cantidades de esparto". Por ello, esa mañana a primera hora ya
estaba el Ayuntamiento invadido por un público muy numeroso interesado por
la cuestión de los montes. En los alrededores había algunos grupos formados
por trabajadores y mujeres del pueblo en actitud nada tranquilizadora,
según el Periódico El Liberal, de Murcia.[15] El Ayuntamiento acababa de
acordar, según sus propias palabras, "tomar los medios posibles para
atender las necesidades de las clases braceras", cuando las Casas
Consistoriales fueron invadidas por la multitud.
El Concejo se creyó en la necesidad de "recurrir al auxilio de la
fuerza armada para el sostenimiento y seguridad del orden público. Las
turbas aumentaron y de aquí los desagradables que se experimentaron en este
día", se lee en el acta capitular de esa fecha.[16]Efectivamente, los
agentes municipales se veían imponentes para imponer el orden. El Alcalde
intentaba hablar, pero imposible que se le escuchara dado el griterío del
pueblo, por lo que decidió llamar a la guardia civil, mientras la gente
seguía gritando ¡Vivan los montes libres! y pidiendo la libertad de los
detenidos.[17] La llegada de la guardia civil fue recibida a tiros por
parte de los manifestantes y el cabo que iba al mando cayó herido de dos
balazos. Entonces, los guardias hicieron fuego, matando a dos personas e
hiriendo a otros muchos. Se entabló entonces una terrible lucha cuerpo a
cuerpo. Los guardias civiles hicieron uso de sus armas, poniendo en
dispersión a los manifestantes y produciéndose un inmenso pánico en todo el
pueblo. Después de despejada la vía pública, la guardia civil tomó las
bocacalles limítrofes al Ayuntamiento, mientras el Alcalde resignaba el
mando en la Autoridad militar. En el suelo quedaban tres personas muertas y
los heridos huyeron para que sus propias heridas no les delataran.
En una entrevista concedida al periódico murciano "El Liberal" [18]
por el Barón del Solar éste expresa su opinión sobre los sucesos,
manifestando que "...son efecto de la acción de elementos extraños a este
pueblo, que exaltan con predicaciones atrevidas a las masas obreras". Cree
que no es esta la ocasión oportuna de suscitar competencias políticas
ajenas a los lamentables actos de violencia ocurridos.
"El momento --dice-- es de unirse todos los buenos jumillanos para
soluciones prácticas en beneficio de las verdaderas clases necesitadas,
reprimiendo todo lo que produzca perjudicial perturbación".

Hará todo lo que "su concurso sea necesario" para las negociaciones
de las obras del ferrocarril.
José María Bernal Tomás, quien es Alcalde de Jumilla desde sólo tres
meses antes y sólo lo será otros seis meses más, declara que no cree que el
conflicto tenga que ver con los montes, atribuyéndolo a "las predicaciones
exaltadas que se vienen haciendo hace tiempo entre las clases obreras, más
que al malestar de los trabajadores". El Barón del Solar conseguirá pronto
una línea férrea entre Jumilla y Yecla en la que se afanarán los jumillanos
desposeídos. Represión y "obras públicas", eran las máximas de los
mandatarios políticos de la época como vemos.
Pero ¿cómo consiguió el Barón del Solar la concesión de una vía
férrea hasta Yecla en tan poco espacio de tiempo?
La explicación debe comenzar invocando al azar. Antonio Cánovas del
Castillo, constructor del edificio político de la Restauración se casó con
María Concepción Espinosa de los Monteros, hija de Jacobo María Espinosa
Cutillas, cuarto Barón del Solar, Senador y gentilhombre de cámara de Su
Majestad. María Concepción era hermana de Eugenio María Espinosa de los
Monteros, por lo que ambos hombres eran hermanos políticos. Y lo fueron en
el doble sentido del término pues a partir de ahí Eugenio María Espinosa
organizó una plataforma política del que él se constituyó en mandatario
máximo, reservándole el distrito de Cieza a Cánovas, mientras que él mismo
se encargaría del de Yecla, en el que Jumilla estaba enclavada. Eugenio
María Espinosa de los Monteros Abellán reorganizó el Partido conservador en
la zona del Altiplano en el mes de junio del año 1890[19] y a partir de
este momento sería el "diputado natural" conservador del Distrito yeclano
representando a la zona durante muchos años en las Cortes. Era jefe
político conservador de la ciudad de Jumilla y, por extensión, de todo el
Distrito, incluida la propia ciudad de Yecla, donde se permite incluso el
nombramiento de los sucesivos jefes conservadores.
Un periódico liberal de Yecla llega a decir, en una figura literaria
afortunada, lo que sigue:[20]
"Puede el baile continuar y D. Eugenio, el puritano D. Eugenio,
recreándose en su obra, decir a sus íntimos: 'escuchad los acordes de ese
armonioso concierto, que yo soy el autor, y todos los músicos y bailarines
obedecen a mi batuta; y al mismo tiempo que dirijo, soy el primer
danzante".

Tras el asesinato de Cánovas, Juan De la Cierva se haría cargo del
partido conservador murciano pero Eugenio Espinosa continuaría con su
posición dominante en el Altiplano, manteniendo la jefatura local del
Partido Conservador en Jumilla. Además llegó a un acuerdo con el jefe de
los liberales para repartirse amigablemente el distrito. Conocido como el
"Pacto de Jumilla" fue signado por el Barón del Solar y por Luis García
Alonso y consistía básicamente en un tratado de "no agresión" que
permitiera el turno pacífico en la representación política del distrito
yeclano. Del siguiente modo se hacía eco del mismo el periódico "El Eco de
Yecla":[21]
"Dos señores ilustres y populares, miembro distinguido el uno de la
aristocracia de la sangre, príncipe predilecto el otro del periodismo
español y de la tribuna parlamentaria, el señor barón del Solar y D. Luis
García en vista de que... no deben destruirse en luchas cruentas, llegaron
a la solemne celebración del cómodo pacto, de repartirse pacífica y
amigablemente el tiempo de dominación sobre nosotros...
Por consecuencia de este pacto, que significa y supone un retroceso
de cincuenta años en la prácticas políticas de Yecla, Jumilla, Blanca ...
constituyen un feudo hoy de Luis García, mañana de su protector y amigo el
barón del Solar, bajo cuya sombra vive y bajo cuya férula se desenvuelve la
menguada política de nuestro menguado diputado: como en los antiguos
feudos, en estos modernos, ni hay ciudadanos ni votos, ni factores de
especie alguna en la política local, de la que estamos excluidos en
absoluto".

Porque la Restauración borbónica y el régimen político que Antonio
Cánovas del Castillo ideó para llevarla a cabo y al que sus principales
artífices atribuyeron como principal característica la conciliación entre
las principales fuerzas políticas, se basó en la pretendida puesta en
marcha de instituciones modernas que debían de representar al pueblo
español, gracias a la creación de un turno entre los partidos conservador y
liberal que hiciera innecesario el recurso a la fuerza para la ocupación
del poder, un uso que había sido utilizado como un recurso excesivamente
frecuente a lo largo del siglo XIX.
En realidad no fue sino una gran farsa. Nada era lo que aparentaba
ser en ese escenario de "aires modernos" que Cánovas había producido. Las
mayorías parlamentarias fueron fabricadas en todas las ocasiones con
antelación a la elección de diputados, elaboración que tenía lugar en el
Ministerio de Gobernación, donde se producía el "encasillamiento" de los
futuros representantes populares como una suerte de pacto entre los
partidos políticos de Turno, de modo que la minoría que en adelante
constituiría la oposición era elaborada en la misma probeta de donde había
salido la mayoría llamada al gobierno de la nación. Sin embargo, la
ficción en forma de representación, se cuidaba hasta el más mínimo detalle:
había una proclamación de candidaturas, un sucedáneo de lo que hoy
conocemos como campaña electoral, se introducían papeletas en las urnas
preparadas al efecto, se recontaban los votos y se designaban a los
diputados que iban a representar en Madrid a los distintos distritos
electorales uninominales.
Y así funcionó también en Jumilla, a pesar de que aquí se dio el
único intento en la Región de Murcia de superar ese Turno pacífico y falso
que fue la Restauración. Se produce hacia el año 1909, bajo la denominación
de "Unión Jumillana" y no sólo lo hace al margen de los Partidos Políticos
tradicionales sino que su nacimiento se produce como una reacción contra
éstos, considerándose por ello como una asociación "verdaderamente
popular". Su nacimiento tiene lugar a través de un manifiesto en el que sus
promotores tratan de definir las intenciones que los movían a dar este
paso: Protección de la enseñanza, cuidado de la "salubridad" de la
población, restablecimiento del crédito del Municipio, que a su entender se
había perdido por la gestión de los Partidos del Turno, "obrar con justicia
y equidad en la gestión del presupuesto" , así como en la recaudación de
los impuestos, el mantenimiento de la gestión municipal sobre los montes
comunales, además de velar por el mantenimiento del principio de autoridad
a partir de la defensa del derecho de propiedad.
Promueven una candidatura a las elecciones municipales que encabezan
Roque Martínez Pérez y Vicente Guillén Molina. Una candidatura que
encontrará en su camino toda suerte de obstáculos, como era habitual. Así
lo sintieron sus actores:
"A esa candidatura y a ese programa cierran el paso los caciques.
¿Qué ponen enfrente? Su historia llena de errores y egoísmos; la ruina de
la Hacienda municipal, el maridaje para asegurar la impunidad de las faltas
que se han cometido en la administración; la arbitrariedad, madre de odios
y violencias como único sistema de gobierno; el abuso del poder para
retenerlo en contra de la opinión del pueblo que no queréis que tenga la
debida sanción legal en los comicios". [22]

Se trató, como hemos dicho, de la primera asociación de estas
características. De un novedoso intento de ejercitar la acción política al
margen de la acción caciquil, con la adopción de un programa político, con
un manifiesto fundacional, con la edición de un periódico, "El Pueblo" y
con la intención de democratizar la vida pública a través de la sanción
electoral de su programa. Pero fracasó, aunque el periódico pervivió
durante bastantes años.
El otro intento de superar la situación provino del campo de los
trabajadores. Y su medio fue la asociación. Habrá una dura contestación a
los procedimientos caciquiles que tenían ancladas a estas sociedades en un
duro individualismo que impedía la libre asociación como mediadora de los
intereses de sus miembros, de modo que los caciques se arrogaban toda la
representatividad con otras instancias con las que hacían de mediadores.
"Yo no quiero que se hagan carreteras, porque electoralmente no me
convienen. Mi distrito es montañoso y a caballo lo recorro y gano las
elecciones. Nadie puede competir conmigo poniéndose en comunicación con
pueblos de tan difícil acceso".[23]

Lo cuenta Juan De la Cierva en su libro de Memorias refiriéndose a un
cacique albaceteño amigo suyo y resume este concepto mejor que de cualquier
otro modo que nosotros queramos hacerlo.
La siguiente década asistirá al nacimiento de las asociaciones
obreras y campesinas que terminarán rompiendo el aislamiento al que
aludíamos para acabar rompiendo el marco político y social en el que sus
miembros se encontraban adscritos, aunque en Jumilla ya se habían
desarrollado dos asociaciones de Socorro Mutuo, La Jumillana, en 1893 la
Previsión Obrera, en 1902. Una de las primeras asociaciones que nacen en la
Región con un carácter de reivindicación de derechos frente a otro grupo
social crecerá en Jumilla. Se trata de La Sociedad de Albañiles, creada en
el verano de 1901. El siguiente paso será la creación de un Centro
Obrero a donde puedan acudir los trabajadores:
"donde se trata solamente de instruir al personal y enseñarle la
senda verdadera, sin vicio ni compromisos… para el obrero jumillano que
dejando el fijo sendero del vicio, y tomando la unión con capacidad y
fuerza de voluntad, puede llegar el día en que seáis protegidos y mirados
por toda vuestra ciudad, porque cuando los obreros tienen los corazones
unidos y la fuerza de uno es la de todos, y todos los pensamientos es uno,
si pedimos los derechos del hombre no te serán negados pidiéndolos con
modos..."[24] según sus promotores.

Que nosotros no tratamos de apoderarnos de los bienes ajenos… no lo
creáis así, que nosotros lo que queremos es trabajar, pero más moderados, y
no con estas costumbres añejas que tenemos. Con que trabajadores no
vaciléis si queréis renovar las costumbres que ya va siendo tiempo de que
pidamos horas para el trabajo, para el estudio y para el descanso nuestro",
escribe Roque Jiménez desde Jumilla en el año1915.[25]
Una parte de la información la hemos recogido de periódico murcianos
que se desarrollan ahora con una fuerza sin precedentes entre lectores
ávidos de conocer información y de acercarse a la cultura. Y ello a pesar
de que a fines del siglo XIX existía en España una escuela, un aula, por
cada 570 habitantes. Y de que Murcia era una de las regiones españolas
donde el índice de analfabetismo era mayor. Todavía en el reemplazo de
1919, el de aquellos jóvenes relacionados con el Desastre de Marruecos, la
región que más analfabetos aportaba era la de Canarias, con un 54%, seguida
de Murcia, con el 51%. Sólo sabía leer una de cada dos personas. O lo que
es lo mismo, aproximadamente sólo 8.000 de las 16.000 personas que
habitaban Jumilla a comienzos del siglo XX.
Como indicaba se produce una explosión de publicaciones periódicas,
como "El Pueblo", al que nos hemos referido o como la anticlerical
"Humanidad Libre", que en su primer número de su segunda época proclama su
intención de marchar "hacia delante, limpiando broza clerical, que buena
falta hace el que en este pueblo se deslinden los campos y que los curas
recen con las beatas y los hombres vayan donde deben ir", siendo la primera
proclama anticlerical que hemos leído proveniente de esta zona. O como "La
Opinión" que en 1922 recogerán la muerte de Eugenio María Espinosa. También
aparecen publicaciones de las nuevas asociaciones creadas, como la que
publica la Cámara Agrícola en forma de "Boletín".[26]
Estos periódicos recogían la transformación urbana que en estos años
se produjo en Jumilla, donde los propietarios beneficiados del auge de la
vid y del esparto construyen cerca del Teatro Vico, que se había inaugurado
en 1883, un ensanche en el que destaca una calle que necesariamente debía
de llevar el nombre de Cánovas del Castillo y que muestra sin reparos su
nueva pujanza a través de una serie de bellas construcciones modernistas,
en las que queda clara la influencia del modernismo catalán. Pujanza que
expresaron con el gusto estético de los edificios que construyeron y que
choca con la falta de sensibilidad que permitió la destrucción que de parte
de ellos se hizo en la etapa final del franquismo.
Hoy todavía podemos encontrarnos con la Casa se Dª Pepita, edificio
que se elevó en estos días hace justo un siglo bajo la dirección de Joan
Alsina i Arús, colaborador de Gaudí, quien colocó sobre él un amplio
voladizo de madera. Contiene un imponente mirador de forja construido para
mirar y para ser mirado.
Para mirar orgullosos cómo el pueblo crecía e incluso se hacía ciudad, pues
el 17 de julio de 1911 el rey Alfonso XIII nombra a Jumilla ciudad y a su
Ayuntamiento le concede el título de excelentísimo, en el contexto de una
política del Soberano tendente a propiciar el desarrollo económico de los
pueblos y que concede en ese año y sucesivos este título a cientos de
pueblos. Un título sin ningún contenido real pero que enorgullecía a los
pobladores y los acercaba al Rey.
Y para ser mirado y admirado por nosotros, cien años después, como
representación de otro tiempo, el que he pretendido referirles esta noche.
Muy amables.

-----------------------
[1] [2] Martínez Carrión: "Cambio agrícola y desarrollo capitalista
en el sector agrario murciano a finales del siglo XIX, 1875-1914". Pags.
135-136 y 154.

[3] [4] Carnero Arbat, Teresa: "Expansión vinícola y atraso agrario,
1870-1900." Pags. 296-297.

[5] [6] López Serrano, A: Yecla: un ejemplo de socialismo agrario
(1914-1918), pag. 30.

[7] [8] El texto citado y los datos anteriores en "Album del Partido
Conservador de la Provincia de Murcia".

[9] [10] Estadística I.R.S.

[11] [12] A.H.N. Fondos de Gobernación. Leg. 22A nº 4. Fechados 4
(Yecla) y 5 (Jumilla) de septiembre de 1905.

[13] [14] Estadística I.R.S.

[15] [16] Actas Capitulares del Ayuntamiento de Jumilla. Boletín
Oficial de la Provincia, 18-10-1891.

[17] [18] Martínez Soto, A: Tesis inédita, pag. 339.

[19] [20] Estadística I.R.S.

[21] [22] Esteban de Vega, M: "La asistencia liberal española..." Pag.
135.
[23] [24] "Diario de Murcia", 1 de marzo de 1895.

[25] [26] José Alarcón en "Libertad", 10-12-1932.
[27] [28] Idem nota anterior.
[29] [30] "El Liberal", 12-5-1904.

[31] Actas Capitulares del Ayuntamiento de Jumilla. En B.O.P. de Murcia
1-7-1903.
[32] [33] "El Liberal": 2-5-1903.

[34] [35] "El Liberal": 4-5-1903.

[36] "La Soflama", nº 27, 8 de mayo de 1892.
[37] "La Soflama", 17-I-1892.
[38] [39] "El Eco de Yecla", nº 9. 10 de agosto de 1902.
[40] Periódico "El Pueblo", de Jumilla, nº 12, de 25 de abril de 1909.
En De Lara, F. y Fresneda, R: "Catálogo de Publicaciones Periódicas de la
Región de Murcia (1876-1939)".
[41]
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