Juicio a Madame Bovary de Flaubert

July 28, 2017 | Autor: M. Massone | Categoría: Literatura Francesa
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Descripción

Flaubert

El juicio a Flaubert, en el año 1857, donde se acusa de inmoral su obra Madame Bovary, plantea ciertas problemáticas que pueden ayudar a pensar la posición de la mujer en el siglo XIX y la transformación de esta visión durante el siglo XX y el XXI.
Como dice Davidson el siglo XIX se caracteriza porque "fue la aparición de la sexualidad la que hizo posible, incluso inevitable, que nos preocupáramos por nuestra verdadera sexualidad". Es decir, todas las transformaciones sociales, clínicas y judiciales que se dan durante el siglo XIX empiezan a enfocar sus lentes sobre la problemática de qué es lo patológico y cómo lo es; poniendo como punto de inicio la histeria femenina y lo que en aquella época se creían como perversiones sexuales: el travestismo y la homosexualidad.
En el caso de la obra Madame Bovary, a ésta se la acusa de una falta a la moral religiosa y a las buenas costumbres. La defensa del abogado de Flaubert, en lugar de desarticular las buenas costumbres y la moral religiosa, intenta justificar que esta obra ayuda a educar a las mujeres lectoras para que no cometan adulterio. Lo que vemos así es que en ninguna de las dos partes de la querella cuestiona a la moral religiosa y a las buenas costumbres en sí mismas, más bien, éstas se dejan intactas. El abogado que acusa a la obra expresa:

"Las livianas páginas de Madame Bovary van a caer en manos más ligeras, en manos de muchachas, en ocasiones de mujeres casadas. ¡Pues bien! una vez que la imaginación haya sido seducida, una vez que esta seducción haya bajado hasta el corazón, y una vez que el corazón haya hablado a los sentidos, ¿Creen ustedes que un razonamiento bien frío será lo bastante fuerte contra esta seducción del sentimiento y de los sentidos?" (p. 42)

Como se ve en este fragmento, las manos "más ligeras", las que harían una lectura banal de la obra serían las muchachas y las mujeres casadas. Entonces, hay una concepción de antemano en este abogado y en la audiencia que lo escucha: las mujeres son menos dóciles para la lectura y más capaces de "caer en la tentación" que el razonamiento más frío y calculador del género masculino.
Si bien podríamos pensar que las tipificaciones y simplificaciones de los géneros que hacen los dos abogados (tanto el que acusa, como el que defiende) son marcas de época, no podemos dejar de notar que hay una cuestión por debajo que legitimará toda la querella: las "buenas costumbres" son subsumir a la mujer a la disposición y jerarquía del hombre, y es ahí donde Emma Bovary no se subsume.
La pregunta que no sólo recorre la querella sino también la obra de Flaubert, leída en el siglo XXI, es por qué Emma tiene que esperar que otro hombre la saque de su vida mediocre con su esposo; por qué tiene que ser otro hombre y no ella misma la que, por sus propios medios, transforme su situación patética de vivir con un esposo al que no ama.



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