\"Juan O\'Donojú\" en Diccionario de la Independencia de México

Share Embed


Descripción

DICCIONARIO DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO Alfredo Ávila Virginia Guedea Ana Carolina Ibarra Coordinadores

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Comisión Universitaria para los Festejos del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana

O’DONOJÚ, JUAN

pañoles que las pidieran en matrimonio. Afirmaba que ellas debían preferir como esposos a los americanos, pero advirtiéndoles a éstos que se casarían con ellos hasta que el territorio quedara completamente liberado. Les recomendaba que les dijeran que: “estáis resueltas a no dar ni entregar vuestro corazón sino al que haya sabido antes libertaros de la esclavitud en que todos gemimos”. De esta manera, pensaba el autor, las mujeres podían presionar a los hombres de la ciudad para que abandonaran el estado de indiferencia y se sumaran a las filas de los rebeldes. El espionaje fue otra de las misiones que encomendaba el autor. A las esposas de los empleados al servicio del gobierno colonial les sugería que ellas convencieran a sus maridos para que éstos sirvieran de informantes de los rebeldes insurgentes o que ellas escribieran “las perfidias, tiranías y crueldades del déspota Venegas y de su perversa junta de seguridad” y las remitieran a los insurgentes para que esa información fuera publicada en los periódicos de los rebeldes.A las madres les aconsejaba explicaran a sus hijos los males que el gobierno de los “gachupines” había provocado a los americanos, que les hicieran saber las injusticias que éstos habían cometido, les informaran que las prisiones estaban llenas de americanos injustamente detenidos y les hicieran saber que

121

eran ellos, los peninsulares, los que no seguían los principios adoptados por la Constitución de Cádiz. En síntesis, las madres americanas debían educar a sus hijos sembrando en ellos los valores de la rebelión. Sin duda alguna, el contenido y la intención que perseguían los editores de El Semanario Patriótico Americano respondía a la necesidad que tenían los líderes insurgentes de hacer que la ciudad de México, capital del virreinato, sede y residencia de los poderes del régimen colonial, se declarara por la independencia. María José Garrido Asperó

Orientación bibliográfica

Amelang S., Jamis y Mary Nash, eds., Historia y género. Las mujeres en la Europa moderna y contemporánea. Madrid, Ediciones Alfons el Magnanim/Instituto de Valencia, 1990. Duby, Georges y Michelle Perrot, Historia de las mujeres. Madrid,Taurus, 1993. Lavrín, Asunción, comp., Las mujeres latinoamericanas: perspectivas históricas. México, fce, 1985. Tovar Ramírez, Aurora, Mil quinientas mujeres en nuestra conciencia colectiva: catálogo biográfico de mujeres de México. México, Documentación y Estudios de Mujeres, 1996.

+O’DONOJÚ, JUAN + Descendiente de irlandeses emigrados a España por motivos religiosos a principios del siglo xviii, nació en Sevilla en 1762. Muy joven se alistó en las fuerzas armadas españolas. Luego de varios años de correcta aplicación en la carrera militar, alcanzó el grado de teniente general. Protagonizó significativas acciones bélicas en contra de los ejércitos napoleónicos durante los primeros años de la invasión

a la península ibérica, lo que le significó que la Regencia lo nombrara ministro de Guerra y como tal continuó su resistencia contra el francés. Participó en la elaboración de algunos proyectos fiscales y de crédito nacional e incluso llegó a desenvolverse como intérprete entre españoles y británicos. Fue separado del cargo en 1812 por oponerse, según algunos testimonios, al nombramiento del duque de

122

PERSONAJES

Wellington como general de todas las tropas de la península. Liberal declarado, en la época de las Cortes de Cádiz se involucró en la masonería, ámbito en el que alcanzó enorme relevancia. Poco tiempo después de que Fernando VII volvió a ocupar el trono español como rey absoluto, O’Donojú fue acusado de participar en una conspiración contra el soberano, motivo por el que fue perseguido, capturado y finalmente recluido en el castillo de San Carlos en Mallorca, en donde se dice que llegó a ser torturado. Puesto en libertad, condescendió a la conjura constitucionalista encabezada por Rafael de Riego en 1820. Obtenido el triunfo y restablecida la Constitución, fue compensado con el cargo de jefe político de Sevilla. Como tal tuvo la oportunidad de aplicar algunas medidas anticlericales. Sus inclinaciones políticas lo hicieron atractivo a los ojos de los diputados americanos en las Cortes de Madrid, en particular Miguel Ramos Arizpe. En el entorno favorable de aquel congreso dominado por liberales, una real orden fechada el 25 de enero de 1821 lo nombró capitán general y jefe político superior de la Nueva España, ya que el sistema constitucional había abolido el título de virrey. La disposición recalcaba que, en conveniencia al mejor servicio del Estado, se conservara unido el mando político al militar. Dificultades burocráticas lo retuvieron algunos meses en la metrópoli, hasta que finalmente se embarcó, junto con su familia y colaboradores cercanos, en el navío Asia que zarpó de Cádiz los últimos días de mayo. Desembarcó en Veracruz el 30 de julio. En vista del inminente dominio de los trigarantes, se trasladó con presteza al fuerte de San Juan de Ulúa. El 3 de agosto el gobernador y capitán general de la provincia de Veracruz, José Dávila, le tomó juramento. Pronto comprobó que las fuerzas virreinales leales al gobierno metropolitano no controlaban más de

cinco ciudades, que Iturbide y los trigarantes se habían apoderado casi pacíficamente de la gran mayoría de las provincias (apenas unos días atrás había capitulado Puebla) y que en la capital las fuerzas expedicionarias al mando de Francisco Novella habían depuesto, un mes atrás, al virrey Apodaca. Aunque sus primeras proclamas exhortaron a la resistencia, muy pronto entró en contacto con enviados de Iturbide.También intentó establecer comunicación con Novella, pero las tropas trigarantes lo impidieron. Ante tal panorama, aceptó entrevistarse con el primer jefe del Ejército de las Tres Garantías y, escoltado por Antonio López de Santa Anna, llegó a Xalapa. El 23 de agosto se encontró con Iturbide en la villa de Córdoba, mismo lugar en donde al día siguiente ambos firmaron los tratados que reconocían el establecimiento del Imperio Mexicano vinculado a la Corona española. En dicho documento O’Donojú asumía la representación de España para desatar “sin romper los vínculos que unieron a los dos continentes”. El acuerdo —que no era más que una actualización del Plan de Iguala— comisionaba al sevillano tanto para presentar el caso ante el rey, como para negociar la salida de las tropas peninsulares de la ciudad de México y lo nombraba miembro de la Junta Provisional Gubernativa. Los siguientes días se dedicó a negociar, junto a Iturbide, la capitulación de la ciudad de México, sitiada por los trigarantes pero aún controlada por las tropas expedicionarias. Luego de entrevistarse con enviados de Novella, quien hasta el momento se había mantenido reacio a reconocer la autoridad de O’Donojú y mucho menos sus facultades para firmar los Tratados de Córdoba, el 7 de septiembre pactó un armisticio y permitió el abasto de la capital. Después de una serie de contrariedades, logró reunirse con Novella, el día 13, en la hacienda de la Patera, cercana a la Villa de Guadalupe. Aunque en la conferencia, a decir de Lucas Alamán, hubo “vivos altercados”, a Novella no

ORTIZ DE DOMÍNGUEZ, MARÍA JOSEFA

le quedó más remedio que aceptar las credenciales de O’Donojú y entregar el mando. En tanto se liberaba la ciudad, permaneció en Tacubaya con el Estado Mayor de Iturbide que poco a poco adquiría tonalidades cortesanas. Desde ahí emitió una proclama que anunciaba el fin de la guerra, encomiaba la libertad civil e instaba al cumplimiento de los Tratados de Córdoba y a la formación del nuevo gobierno. Todavía en Tacubaya y habiendo asumido el mando militar de México, asistió a las reuniones preparatorias de la Junta Provisional Gubernativa. El 26 de septiembre de 1821 —un día antes que Iturbide— hizo su entrada solemne a la ciudad de México, en donde fue recibido con honores de capitán general. Al día siguiente encabezó en Palacio la recepción oficial a Iturbide.Aunque algunos testimonios aseguran que el día 28 presenció la instalación formal de la Junta, prestó juramento y firmó el Acta de Independencia del Imperio Mexicano; todo parece indicar que su quebrantado estado de salud le impidió formar parte de estos acontecimientos porque quedó vacío el espacio para su firma en el acta. Una vez instalada, la Junta lo nombró como uno de los cinco miembros de la Regencia que quedó presidida por Iturbide. Así, como regente, se le asignó un sueldo de 120 000 pesos anuales, un millón de capital propio (asignado sobre los bienes de la extinta Inquisición) y veinte leguas de tierra en Texas; además, se disponía que recibiera el trato de “Alteza Serenísima”. A partir de entonces, empero, ya no participó en ningún acto público debido al empeora-

+ORTIZ

DE

123

miento de la pleuresía que once días más tarde (el 8 de octubre) le quitó la vida. En suma, Juan O’Donojú aparece como figura ineludible en el desenlace del proceso independentista. Si bien es cierto que cuando arribaron a la península ibérica las noticias de los Tratados de Córdoba, éstos fueron decididamente rechazados y se le reclamó al sevillano no tener autoridad para avalar un documento de semejante naturaleza, resulta precisa la expresión de Luis G. Cuevas al afirmar que, de alguna manera, O’Donojú puso “el sello de legitimidad a la revolución”. Rodrigo Moreno

Orientación bibliográfica

Alamán, Lucas, Historia de Méjico, desde los primeros movimientos que prepararon su independencia en el año de 1808 hasta la época presente. Ed. facs., 5 vols. México, Instituto Cultural Helénico/fce, 1985. Arenal Fenochio, Jaime del, Un modo de ser libres. Independencia y Constitución en México (1816-1822). Zamora, El Colegio de Michoacán, 2002. Bustamante, Carlos María de, Cuadro histórico de la Revolución mexicana. Ed. facs., 5 vols. México, Instituto Cultural Helénico/fce, 1985, t. v. López Cancelada, Juan, Sucesos de Nueva España hasta la coronación de Iturbide. Est. introd. y notas de Verónica Zárate Toscano. México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2008.

DOMÍNGUEZ, MARÍA JOSEFA +

Fue la única hija del matrimonio conformado por José Ortiz Vázquez y Manuela Téllez Girón; nació en la ciudad de México el 19 de

abril de 1773 y fue bautizada con el nombre de María Josefa Crescencia Ortiz Téllez. Su madre murió en junio de 1777, y su padre en

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.