JUAN 20:19-31 Notas al Mensaje-Cree y Testifica: la Comunidad Cristiana que valora el creer en Cristo

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Descripción

Segundo domingo de Pascua (blanco o dorado)
Hechos 5:27-32
Salmos 150
Apocalipsis 1:4-8
Juan 20:19-31

TEMA: CREE Y TESTIFICA:
LA COMUNIDAD CRISTIANA QUE VALORA EL CREER EN CRISTO


I. INTRODUCCIÓN
II. LA APARICIÓN A LOS DISCÍPULOS (JUAN 20:19-23)
III. LA APARICIÓN A LOS DISCÍPULOS Y A TOMÁS (JUAN 20:24-29)
IV. CONCLUSIÓN DE LA RAZÓN DEL LIBRO (JUAN 20:30-31)
V. LOS TESTIGOS DE LA VERDAD
A. JESUCRISTO (APOC 1:4-8)
B. LOS APÓSTOLES (HECHOS 5:27-32)
VI. LLAMADO Y ORACIÓN FINAL ¿CÓMO RESPONDEMOS? (SALMO 150)

I. INTRODUCCIÓN
Este mensaje continúa la narrativa de la resurrección de Cristo, siendo el
segundo domingo de Pascua. En el primer domingo de Pascua (la cual
discutimos la semana pasada, a través del pastor) se habló sobre la
aparición de Jesús a María Magdalena en Juan 20:1-18 y no termina aquí,
sino que en los próximos cuatro domingos continuaremos discutiendo los
acontecimientos, mencionando la Ascensión de Jesús al Padre el quinto
domingo, seguimos con la narrativa de la resurrección de Cristo en el
séptimo día de Pascua, para luego discutir el Día de Pentecostés.

Así que en la medida en que pueda, trate de no perderse esta serie de
mensajes que fortalecen nuestras razones para creer en la resurrección de
Jesucristo.

Les hago dos preguntas, las cuales me hice mientras preparaba el mensaje de
hoy:
1) ¿Cuáles son nuestros motivos para creer en Cristo hoy domingo 3 de abril
de 2016?
2) ¿Cómo testificamos que Cristo vive?

Para efectos del mensaje de hoy, vamos a enfocarnos en la lectura de Juan
20:19-31, pero mencionaremos la correlación con las demás lecturas
asignadas para hoy (Hechos 5:27-32; Salmo 150; Apocalipsis 1:4-8), de igual
forma. Muchas de las cosas que discutiremos hoy, las podemos entender
mejor si volvemos a leer el capítulo 14 de Juan, así que léalo con calma,
pues la lectura de hoy pareciera ser la continuación o realización de las
palabras de Jesús mencionadas en el capítulo 14.

Estaremos siguiendo los textos bíblicos usando la Biblia Versión Dios habla
Hoy.

II. LA APARICIÓN A LOS DISCÍPULOS (JUAN 20:19-23)
Verso 19 Al llegar la noche de aquel mismo día, el primero de la semana,
los discípulos se habían reunido con las puertas cerradas por miedo a las
autoridades judías. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos,
los saludó diciendo: ¡Paz a ustedes!

En 1 Corintios 15:5, el Apóstol San Pablo nos narra la aparición de Jesús a
los Discípulos (Mateo 28:16-20; Marcos 16:14-18; Lucas 24:36-39), en medio
de su discurso de la resurrección de los muertos, en la cual menciona que
Jesús resucitado se le aparece a los doce discípulos.

Probablemente Pablo tenía sus razones para mencionar que Jesús se apareció
a los doce discípulos, pero de igual forma, quizá Tomás y Judas, no estaban
ahí. En Mateo 28:16 el relato menciona que Jesús se le aparece a los once
discípulos, ya que Judas había muerto (Mateo 27:3-10). En Marcos 16:14 el
relato menciona nuevamente aparición a once discípulos. En Lucas 24:36 no
hay mención de la cantidad de discípulos que estaban presentes en aquel
momento. Y llegamos a la lectura de Juan 20:19-31 en la cual tampoco hay
mención de la cantidad de discípulos presentes, y hay comentarista bíblicos
que mencionan que es posible que habían más de doce discípulos reunidos
aquel día.

La mención del primer día de la semana, demarca que la atención de Juan
está fijada en el domingo de Pascua. Los discípulos estaban reunidos con
las puertas cerradas,

ya que los líderes de los judíos sospechaban de cualquier reunión de los
discípulos de Jesús tomaba lugar. El hecho de que Jesús se aparece cuando
los discípulos se reunían con puertas cerradas, por miedo a los romanos, se
debe a que Dios se puede hacer presente en cualquier momento cuando dos o
más estén reunidos en su nombre, no importando la situación adversa. Aún
después del aviso de María Magdalena, de que Jesús había resucitado (Juan
20:1-18), ellos permanecían encerrados.

Juan no explica, sino que da por sentado la cualidad espiritual del cuerpo
resucitado de Cristo. Si seguimos el discurso del Apóstol San Pablo en 1
Corintios 15:44, hay mención sobre cómo resucitarán los muertos.

Jesús resucitado, en un cuerpo glorificado, aparece y les dice a los
discípulos Paz a ustedes. Estas palabras eran un saludo tradicional judío,
que en este momento adquieren un sentido más profundo. En Juan 14:27,
Jesús les había mencionado a los discípulos que les dejaba su paz y que no
se angustiasen ni tuviesen miedo, sin embargo la estampa nos muestra cómo
se reunían a puertas cerradas por miedo a la represalia de las autoridades
(y admito que si hubiese estado presente en aquel momento, también estaría
encerrado). En Juan 16:33 (en el discurso de Jesús, vencedor del mundo)
Jesús había mencionado que habríamos de sufrir en esta vida, pero que
tuviésemos la valentía y la confianza de que creemos en quien ha vencido al
mundo, y que en nuestro acercamiento y unión a Dios, podemos tener paz, ya
que Dios es nuestra paz (Efesios 2:13-14). ¿Ven como Dios transforma algo
ordinario y le da un nuevo sentido, específicamente en momentos cúspides de
nuestras vidas?

El saludo de la Paz les deja saber a los discípulos y también a nosotras y
nosotros hoy, que las bendiciones del Reino de Dios se han realizado en la
resurrección de Cristo. El saludo de la Paz es señal que la misión del
Hijo de Dios para salvación se ha completado y ha sido elevado a nivel del
Padre.



Verso 20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se
alegraron de ver al Señor.

¿Por qué Jesús les muestra a sus discípulos las manos y el costado? Lo
hace porque la esencia del testimonio de la resurrección recae en el
regreso del mismo Jesús de Nazaret con quien las personas estaban
familiarizadas (1 Juan 1:1-3). En el Nuevo Testamento se hace énfasis en
la tumba vacía con varios detalles, para continuar testificando sobre la
existencia del Jesús histórico. Las marcas en las manos (en los versos 25-
27) es la única evidencia explícita del evangelio que nos deja saber que
Jesús fue clavado en la cruz y no amarrado, como era la costumbre en
aquellos tiempos. Así que es importante que los discípulos comprendan que
la misma persona que caminó con ellos y les enseñó los valores del reino de
los cielos había vencido la muerte.

En Juan 19:31-37, en particular el verso 37, podemos hacer alusión a las
palabras del profeta Zacarías (Zacarías 12:10) cuando se refiere al que
traspasaron. Luego de que los discípulos reconocieran a Jesús, se alegran
porque cumplió su promesa de Juan 14:18 de regresar a ellos y no dejarlos
huérfanos. También hacemos mención de esta alegría en Juan 16:22 en el
discurso de que nuestra tristeza se convertirá en alegría, Juan 15:11 en el
discurso de la vid verdadera y Juan 17:13 mientras Jesús ora por sus
discípulos. (Una oración conocida como -la oración Sacerdotal-).

Si comparamos esta alegría con la lectura de Lucas 24:41, era tanta alegría
que no creían. Es cuando se nos da algo que esperamos, como cuando Dios
contesta esas peticiones de hace tiempo y entendemos que es "demasiado
bueno para ser cierto". No obstante, la alegría es una bendición
fundamental del reino de los cielos (Isaías 25:6-9, 61:1-3).









Verso 21 Luego Jesús les dijo otra vez: ¡Paz a ustedes! Como el Padre me
envió a mí, así yo los envío a ustedes.

Vemos la segunda mención de Paz de parte del Jesús resucitado, la cual en
base al contexto, es un recuerdo de paz (Juan 14:27), esta vez, como don de
despedida. El Cristo resucitado emplaza a los discípulos a la misión por
la cual oraba en Juan 17:18. Esta es la comisión de la Iglesia para
perpetuar el trabajo de la salvación divina realizada en Cristo. Eso es
así, ahora nos toca a nosotras y nosotros, con la ayuda de Dios.

Verso 22 Y sopló sobre ellos, y les dijo: Reciban el Espíritu Santo.

La imagen del soplo del Jesús resucitado, nos hace alusión al aliento de
vida en Génesis 2:7 en la primera creación de la humanidad. También en
Ezequiel 37:1-14, en particular los versos 9-10, Dios le pide al profeta
que hable en su nombre aliento de vida sobre el valle de los huesos secos.

En un marco más amplio, ese soplo para los discípulos, al igual que a
nosotras y nosotros hoy, es el principio de la vida nueva de quienes creen
en el Cristo resucitado. Es la preparación para el cumplimiento de la
misión de la Iglesia. Significa la venida manifiesta y permanente, para
morar en los discípulos, por su representante. Es una parábola en acción,
una señal, indicando el otorgamiento del Espíritu Santo de Dios al cual
podemos hacer referencia en la conversación de Jesús con Nicodemo hallada
en Juan 3:1-15, en particular el verso 8 donde las personas nacidas del
espíritu de Dios se caracterizan por dejarse sentir y tener un constante
movimiento.

Luego les dice que reciban el Espíritu Santo, lo secundario a la
glorificación de Jesús (Juan 7:39) y al regreso a su Padre (Juan 16:7,
15:26-27 con el propósito de que nosotras y nosotros seamos testigos de
Dios). El enfoque de Juan es que se entienda que la resurrección carga una
conexión íntima con el ánimo de la Iglesia, por medio del Espíritu Santo de
Dios. Esto es descrito por el Apóstol San Pablo en 1 Corintios 15:45, al
describir a Jesucristo resucitado como el último hombre quien se convirtió

en espíritu que da vida.

Verso 23 A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y
a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar

Este verso se refiere a la acción de Dios, el cual se debe comparar en
paralelo con Mateo 18:15-22, en particular os versos 18-19, cuando Jesús
enseña cómo se debe perdonar al hermano (dirigiéndose a los discípulos,
antes de la resurrección) en conjunto con Mateo 16:19 (dirigiéndose a
Pedro, ya en un sentido luego de la resurrección). Cuando Mateo menciona
-el cielo-, se refiere a la acción de Dios o el obrar de Dios.

En Mateo, se refiere al imponer o remover una obligación por parte de una
decisión doctrinal autoritativa, muy unido al sentido de escritura
rabínica. En Juan, o la perspectiva de la comunidad juanina (Evangelio de
Juan, y las tres epístolas de Juan), se puede interpretar como el poder de
integrar o marginar a una persona de la comunidad cristiana. En Juan es
una cuestión mayormente moral y puede referirse más al perdón de pecados
para recibir la doble experiencia bautismal, más que a la predicación de
por si del perdón de los pecados, en Mateo la mentalidad es mayormente
jurídica.

Como estamos con las lecturas de Juan, nos referimos a una actitud de
arrepentimiento y de volverse a Dios. La esencia de la prédica del
evangelio (Hechos 2:38, 3:19, 10:43, 13:38) la cual no debemos perder de
norte. Es la prédica de la preparación para que Dios reine en nuestras
vidas. Por eso es importante, practicar la disciplina de la rendición de
cuentas, en la cual nos sentimos en el deber y la confianza de confesar
nuestras ofensas unos a otros (Santiago 5:16), ya que la verdadera iglesia,
no va a humillarle, ni a pelarle, ni a vociferar su problema o lucha o
falla particular, sino que le va a escuchar, le va a considerar y va a
ayudarle en lo que pueda, intercediendo a Dios por usted.


Quienes respondamos a tono con el mensaje central del arrepentimiento de
pecados, para alcanzar salvación y vida eterna en Cristo, seremos
candidatas y candidatos a que Dios more en nuestro interior.

El recibimiento del Espíritu de Dios está relacionado al poder que se le da
a la Iglesia para que continúe con el carácter judicial de Cristo (Juan
3:19 para quienes no creen, 5:27 la autoridad del Hijo de Dios para juzgar,
9:39 para quienes creen en Cristo puedan verle y quienes no creen no le
puedan ver). Acerca del pecado, en Mateo 9:1-8, en particular el verso 8
se refiere al poder de Dios dado a la humanidad para perdonar pecados y
obtener salvación, ya que en estos tiempos la mentalidad era que la
enfermedad era causada por el pecado. En Lucas 24:47 volvernos a Dios nos
lleva al perdón de pecados.

Es importante recalcar que Dios no les entrega la misión a los discípulos,
sino les deja ser partícipes de la misión, junto con el Espíritu Santo. Si
usted se preocupa hoy cómo va a ser un testigo del Cristo resucitado, sepa
que el Espíritu Santo de Dios estará con usted para ayudarle.

CREE Y TESTIFICA:
LA COMUNIDAD CRISTIANA QUE VALORA EL CREER EN CRISTO

III. LA APARICIÓN A LOS DISCÍPULOS Y A TOMÁS (JUAN 20:24-29)
El propósito de la incredulidad de Tomás, más allá de combatir el Docetismo
como herejía de aquel tiempo (quienes no creían en que Jesús tomó forma
corporal, sino solo espiritual mientras estuvo en la tierra porque pensaban
que la carne era mala e imperfecta), es demostrar fe en aquel quien
verdaderamente murió y se levantó en gloria. Juan concluye con esta
escena, como máxima expresión de fe, luego de revelar los misterios de la
muerte y resurrección de Cristo.

Verso 24 Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no
estaba con ellos cuando llegó Jesús.

A Tomás le llamaban dídimo o también el gemelo (Juan 11:16).

Tomás no estaba con los discípulos. En una mentalidad de comunidad
juanina, para quienes era bien importante estar apegados (porque unidos
podían resistir la maldad), Tomás estaba apartado de la comunidad cristiana
y estar lejos de la comunidad cristiana debilitó su fe y le hizo a)dudar de
la resurrección de Jesús y b)establecer su propio criterio para creer en
Dios.

Verso 25 Después los otros discípulos le dijeron: Hemos visto al Señor.
Pero Tomás les contestó: Si no veo en sus manos las heridas de los clavos,
y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo podré creer.

Fíjese como nuestras mentes pueden desviarse del entendimiento y la
humildad a tener apertura a cómo Dios puede, o en este caso, debe de
revelarse a nuestras vidas.

En una nota personal, me caso en menos de tres semanas y entre Ilianet y
yo, decidimos arreglar el carro de ella, el cual está saldo, para no
echarnos encima una cuenta o deuda de cuatro o cinco años. Invertimos en
el vehículo sobre $2,000 dólares y el viernes en la mañana, cuando salgo a
trabajar, el carro se lo habían robado. El carro estaba estacionado frente
a mi casa, porque ella tenía el carro mío al momento y nunca me había
sucedido un evento de robo en mi casa. Pero eso se dio y no fue grato
enfrentar ese momento, y cuando voy a hacer la querella al cuartel, el
carro había aparecido desmantelado en el campo de Dajaos sin aros ni gomas,
sin batería, con el bonete doblado, son espejos retrovisores, sin cabeceras
de asientos, sin las herramientas que tenía en el baúl… ¿y me toca decirle
a Dios cuáles y cómo deben ser las experiencias que necesito para crecer en
mi fe cristiana y acercarme más a Dios? Tengamos cuidado de alejarnos de
la comunidad cristiana y volvernos arrogantes ante la presencia de Dios.

(Para no dejarlos en el aire, pude venderle el vehículo en $600 al oficial
que me atendió la querella, quien se interesó en comprarlo, cuando le dije
que le diría al

gruero, que dejara el carro directamente en el Junker. Así que en medio de
la pérdida, no fue una pérdida total. De paso me evité el tener que ver el
carro en malas condiciones frente a la casa, expuesto a más hurtos de
piezas y la probabilidad de que se lo lleven de nuevo. Dios es fiel,
siempre fiel).


Al Tomás poner su propio criterio para creer en la resurrección de Jesús,
denota un compromiso condicionado. ¿Por qué razón, le queremos poner
condiciones a lo que Dios quiere que creamos? Si Dios no cumple con las
condiciones que le has puesto hoy para servirle, ¿podrás creer en su poder
y fidelidad para con tu vida?

Versos 26-27 Ocho días después, los discípulos se habían reunido de nuevo
en una casa, y esta vez Tomás estaba también. Tenían las puertas cerradas,
pero Jesús entró, se puso en medio de ellos y los saludó, diciendo: ¡Paz a
ustedes! 27 Luego dijo a Tomás: Mete aquí tu dedo, y mira mis manos; y trae
tu mano y métela en mi costado. No seas incrédulo; ¡cree!

Jesús reta la incredulidad de Tomás. ¿Recuerdas alguna vez en que Dios ha
retado nuestra incredulidad? Recordemos que la incredulidad detiene el
obrar milagroso de Dios en nuestras vidas (Mateo 13:53-58). Es necesario
creer en que Dios es real y nos escucha y atiende, al acercarnos a Dios
(Hebreos 11:6). Menciono esto porque a veces venimos al templo a sentarnos
a escuchar la palabra de Dios y no la creemos, porque a veces sacamos
tiempo para orar, pero realmente dudamos de que Dios pueda intervenir en
nuestras situaciones presentes. Y a pesar de una previa aparición del
Jesús resucitado en el vero 19, seguían reuniéndose a puertas cerradas…y
Dios nos lanza el reto hoy de creer y testificar que El Vive.

¿Cómo respondemos cuando Dios nos responde a nuestros criterios, con retos
que contrarrestan nuestras exigencias? La expresión de Jesús al
mencionarle a Tomás -No seas incrédulo; ¡cree!- le deja saber su terquedad
y posiblemente el endurecimiento de su corazón al estar apartado de la
comunidad cristiana. Puede que en ciertos momentos y etapas de nuestras
vidas, Dios cumpla nuestras demandas, para que

creamos, pero no siempre va a ser así. ¿Qué ha sucedido en nuestras vidas
que nos aleja del congregarnos y buscar a Dios en colectivo? ¿Qué ha
sucedido en nuestras vidas que ya no le creemos a Dios, como antes?

Verso 28 Tomás entonces exclamó: ¡Mi Señor y mi Dios!

La confesión de Tomás –Mi Señor y Dios- es el paralelo de la confesión de
María Magdalena (Raboni; mi maestro) en Juan 20:16. No obstante, en
contraste con María Magdalena, se concede la prohibición que Jesús le hizo
a María Magdalena en Juan 20:17 (no me retengas, porque todavía no he ido a
mi Padre).

La declaración -Mi Señor y mi Dios- (En Griego, Kyrios Theos, en Hebreo
Yahvé Elohim y también conocido en el aspecto político Dominus Deusque,
como expresión que atribuía deidad a los emperadores romanos, nos deja
saber que Dios es nuestro verdadero Señor y Dios, no los sistemas políticos
que nos rigen, aunque estamos llamados a orar por las autoridades y
someternos a nuestros líderes.

El acto de Tomás de creer no solo le relaciona con el Señor resucitado,
sino también con el Padre (basados en la unidad entre el hijo y el Padre de
Juan 14:9-11). Esta confesión eleva la cristología del Evangelio de Juan,
ya que trasciende del Dios personal que María Magdalena declara, a exaltar
a Jesús al trono de Dios, razón por la cual le acusaban el Sumo Sacerdote
de blasfemia en Marcos 14:61-62, especialmente el verso 62.

¿Qué es eso de Cristología? La Cristología nos ayuda a entender el lugar
de Cristo en nuestra fe Cristiana. Me explico, existe lo que se conoce
como la Alta Cristología y la Baja Cristología. A través de los evangelios
(Mateo, marcos, Lucas y Juan) podemos ver la historia de Jesús, narrada
desde Alta Cristología, implicando el Jesús Resucitado, el hacedor de
milagros, quien conoce nuestro corazón, sin nosotros hablar y de paso ver
la historia de Jesús desde Baja Cristología, con el Jesús histórico, el


encarnado que creció como humano, que se molestaba, que comía, quien lloró
y quien nos mira y habla con compasión y quien murió.

Así que cuando decimos que la confesión de Tomás eleva la Cristología,
entendemos que en estos textos, recordamos la humanidad del Jesús que
muere, al igual que el Señoría del Cristo que tiene poder sobre la muerte.
En estos versos tenemos una Cristología completa (alta y baja) sobre quién
fue Jesús y qué ha logrado.

Tomás es el incrédulo es quien afirma la naturaleza de Cristo. ¡Quién lo
diría! Tomás habla el lenguaje que se convierte en la confesión común en la
comunidad cristiana (Hechos 2:36 en el discurso de Pedro; Tito 2:13
expresión de esperanza; Hebreos 1:8 Dios del Reino de justicia).

También en 1 Corintios 12:3, dentro del discurso de los dones espirituales
(1 Corintios capítulos 12, 13 y 14) la declaración –Jesús es Señor- es una
afirmación de fe nuestra fe cristiana que hacemos teniendo o no teniendo
diversos dones espirituales. Solo podemos decir que Jesús es el Señor de
nuestras vidas, y que ello sea una realidad latente en nuestras vidas, si
nos arrepentimos de nuestros pecados y consecuentemente tenemos la doble
experiencia bautismal.

Verso 29 Jesús le dijo: ¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen
sin haber visto!

La pregunta de Jesús a Tomás no implica que creer en el Cristo resucitado,
sin haberle visto es mejor, ya que Tomás es el discípulo que nos representa
hoy día, pues no tuvimos el privilegio de ver al Cristo resucitado de
primera instancia. La afirmación de Jesús, dicha a Tomás en este verso
–dichosos los que creen sin haber visto-, nos podría recordar al texto de
Juan 13:17, cuando Jesús le lava los pies a los discípulos, y les menciona
la importancia de entender y aplicar la totalidad de nuestra fe cristiana,
la cual a través del servicio a Dios y al prójimo, tiene un impacto que no
podemos


medir en primera instancia, pero si a mayor escala, para la expansión del
reino de los cielos.

Las palabras de Cristo trascienden la comunidad presente, para alcanzar los
cristianos y las cristianas del futuro (1 Pedro 1:8-9). El Evangelio, como
poder de Dios (Romanos 1:16) será el motivo real y adecuado de la fe
cristiana (Juan 17:20 los que han de creer).

Los milagros, la evidencia histórica y la escena del toque físico de Tomás
ayudan a quienes buscan una fe, pero la gracia de Dios ha de hallarse,
recayendo exclusivamente en la predicación del mensaje de salvación (creer
en las obras y las señales que Jesús nos dejó) en donde la disyuntiva de
tener fe o ser incrédulo, se desempeña finalmente (Juan 4:48; 10:38).

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LA COMUNIDAD CRISTIANA QUE VALORA EL CREER EN CRISTO

IV. CONCLUSIÓN DE LA RAZÓN DEL LIBRO (JUAN 20:30-31)
Versos 30-31 Jesús hizo muchas otras señales milagrosas delante de sus
discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31 Pero éstas se
han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios,
y para que creyendo tengan vida por medio de él.

Es importante que las muchas señales que hizo Jesús, tomaran lugar delante
de sus discípulos, pues ellos fueron comisionados (verso 21) para continuar
la tarea de las enseñanzas de Jesús y lo hacen como testigos quienes le
vieron y le escucharon de él (Juan 15:27).

Los primeros discípulos creyeron en la presencia visible de Dios, pero aun
así, sin verle nosotras y nosotros hoy, tenemos la misma razón para creer,
ya que tenemos en la presencia viva de la Iglesia las señales que se nos
han enseñado. Hay muchas cosas

que no están escritas acerca de la vida de Jesús, al igual que muchas
experiencias que tenemos en nuestra fe cristiana. La Iglesia, quien
manifiesta la vida del Espíritu, manifiesta a Jesús mismo, su palabra
salvadora y su ministración salvadora.

En el verso 31 la frase -para que creyendo tengan vida por medio de él- se
refiere a que continuemos creyendo; para que nuestra fe continúe creciendo.
El libro se escribe para nutrir la fe que da vida.

En Juan 1:12 el valor de creer en Jesucristo es resaltado. Creer es la
respuesta de la humanidad con la mente, con el corazón y con todo su ser a
la acción salvadora de Dios, por medio de Jesucristo, ya que cuando la
humanidad cree, recibe la vida eterna.

Creer en Dios nos lleva a tener comunión con Dios (unión en intimidad), nos
llevan a mantener una relación con Dios, la cual asegura nuestra salvación.
Las apariciones a María Magdalena en Juan 20:11-18 y a Tomás en Juan 20:24-
29 se utilizan para mostrar dos tipos de mentalidad acerca del Señor
resucitado: María Magdalena es quien pretende retener a Dios en su vida y
Tomás es quien pretende condicionar la revelación de Dios.

La frase -El Hijo de Dios- es un título mesiánico en el cual se resume el
significado de la Cristología de Juan, para la cual la relación del Padre y
el Hijo es central y la entendemos en la conexión de la confesión de fe
Tomás, la cual propicia salvación.

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V. LOS TESTIGOS DE LA VERDAD
A. JESUCRISTO (APOC 1:4-8)
Dentro de las muchas cosas que podemos mencionar, destaquemos que estos
versos nos hablan de Jesucristo como Testigo Fiel, en su persona y en su
obra de la promesa de Dios y así como el fue testigo fiel, nos toca ser hoy
fieles testigos, que creen en el Evangelio de Salvación, que creen que Dios
tiene poder para vencer la muerte y proveernos la vida eterna, si tan solo
continuamos creyendo y viviendo como si Dios es el dueño y Señor de
nuestras vidas y que, como dueño y señor de nuestras vidas, tiene la
suficiente humildad para ser nuestro maestro, nuestro guía íntimo y
personal.

Por otro lado en Apocalipsis 1:8, la expresión -alfa y omega- hacen
referencia a la primera y última letra del alfabeto griego, dejándonos
saber que Dios es el principio y el fin, la esencia de nuestra
comunicación. Una vez comprendemos la importancia del Jesús atestiguar
sobre la grandeza y el amor de Dios, y comenzamos a ser testigos de igual
forma del poder de las buenas nuevas de salvación, podemos tener un
entendimiento más amplio del verso 6 de Apocalipsis 1, como resultado del
obrar de Dios en nuestras vidas… si decidimos y mantenemos firme nuestro
creer en Cristo.

B. LOS APÓSTOLES (HECHOS 5:27-32)
Pedro, como representante de la Iglesia, y los apóstoles manteniendo firme
su postura de testificar, con la ayuda del Espíritu Santo, la importancia
del Cristo resucitado en quien creemos hoy.

Los versos 29-32, son eco del anterior mencionado Discurso de Pedro en
Hechos 2:14-42, cuando aun se testifica en Jerusalén (antes de ganar
terreno en Samaria y en Judea), al explicar la manifestación del Espíritu
Santo de Dios, derramado sobre los judíos que habían venido de todas partes
del mundo y todos los que vivían en Jerusalén (Hechos 2:5-11).

El discurso de Pedro tiene unos elementos que no deben pasar por
desapercibido (4):

a) Es un Testimonio de Alta Cristología (Hechos 5:30-31, también hallado en
Hechos 2:33, 36). La Cristología nos ayuda a ubicar la importancia de
Cristo como centro de nuestra fe en dos vertientes básicas. La Cristología
puede ser Alta, haciendo referencia al Jesús divino y espiritual, como
también puede ser Baja, haciendo referencia a la naturaleza humana de Jesús
que caminó en la tierra enseñando y mirándonos con compasión y se
molestaba, lloró, entre otros ejemplos.

b) Recalca los temas centrales del proceso dinámico del arrepentimiento, el
perdón de pecados, y la doble experiencia bautismal en la vida de quienes
deciden vivir vidas que agraden a Dios y que tengan un compromiso real con
su prójimo (Hechos 5:32 y 2:38-39)

Pedro, quien nos representa como Iglesia, da el discurso de lo que sucede
antes, durante y lo que puede suceder cuando creemos en Cristo y nuestras
vidas comienzan a ser transformadas. Pedro da pinceladas centrales de los
pilares de la vida de una sierva y un siervo de Dios, quien experimenta un
proceso de cambio y crecimiento constante en los caminos de Dios, en una
vida nueva. Estos pilares centrales de la predicación del Evangelio de
Salvación en el cual creemos, siempre debemos tenerlos presentes.

Sin un arrepentimiento genuino, sin un cambio de mentalidad y de un rumbo
hacia los caminos del Señor, no podemos experimentar el perdón de nuestras
fallas constantes, de nuestro rechazo a hacer la voluntad de Dios.
Arrepentirnos de todo corazón debe ser una necesidad en la comunidad
cristiana que dice amar a Dios.

Ahora bien, sobre la doble experiencia bautismal, no es prudente establecer
un orden específico, pero si tener presente que deben estar ligados.

Sabemos que tenemos el bautismo de Juan el Bautista, conocido como el
bautismo del agua, un bautismo confesional (una declaración pública por
nuestra decisión de creer en Dios, de aceptarle, de obedecerle, de seguirle
y de servirle) que nos permite preparar nuestras vidas, para que Dios
continúe irrumpiendo y quebrantando nuestras vidas, moldeándonos según su
bendita voluntad.

Además tenemos el Bautismo del Señor o el Bautismo de Jesús, conocido como
el bautismo del Espíritu Santo y Fuego, en el cual recibimos el don del
Espíritu Santo de Dios como evidencia de que somos propiedad de Dios, de
que somos hijos de Dios


porque creemos en el Cristo vivo que se manifiesta en nuestras vidas y nos
permite ver su gloria.

**(Para propósitos de este mensaje, no entraremos en detalles sobre cuáles
son y cómo se manifiestan los dones del Espíritu de Dios, al menos los que
podemos mencionar; los que conocemos).**

Para las personas que no le sirven a Dios y nos visitan, mencionaré
aspectos importantes que deben saber sobre el estudiar la Biblia y el orar:

Cuando leemos la Biblia y meditamos en ella y la saboreamos y la ponemos en
práctica, estamos alimentando nuestro espíritu con el Espíritu de Dios.
Recibimos llenura espiritual, comprendemos mejor nuestra identidad
cristiana (nuestro rol y deber) y obtenemos la herramienta (en sentido
metafórico) de la Espada de doble filo, que nos permite hacerle frente a
nuestras situaciones diarias y defender nuestra fe cristiana.

Cuando separamos un tiempo designado para orar, sentimos gran paz en
nuestro ser, refrigerio espiritual, estamos en contacto directo con sentir
la presencia del Dios vivo, comprendemos la importancia de orar por las
demás personas y podemos recibir mucha sanidad, mayormente con la
oportunidad de perdonar a quienes nos han hecho daño y de paso, sentir el
perdón de Dios. La oración es la demostración de nuestra confianza en
Dios. La oración nos permite resistir la tentación de fallarle a Dios y de
ceder ante conductas dañinas que sabemos debemos modificar o eliminar, pero
no tenemos la fuerza de voluntad para hacerlo.

En medio de ambas prácticas, 1)recibimos revelación y guianza de Dios para
nuestras vidas y 2)muchas de las inquietudes, las peticiones y preguntas
que tenemos son contestadas por Dios. Ambas disciplinas cristianas
resultan en 3)salud para nuestro ser y de los seres quienes nos rodean y
permanecer en ellas nos permite, fortalecen nuestra fe cristiana, 4)nos
facilitan el obedecer a Dios y consecuentemente saber qué llamado
particular Dios tiene para nuestras vidas y 5)nuestras vidas son
transformadas.

Pero si debo hacer énfasis en que cada creyente debe procurar (en su
búsqueda personal y en su acercamiento ferviente y constante a Dios,
mayormente e inicialmente a través de la oración y el estudio de la Biblia)
tener la experiencia de ser bautizado por el Espíritu Santo de Dios y
permitir que el fuego de Dios purifique su vida y pruebe y refine su fe.

c) Nos recuerda la importancia del creer y obedecer a Dios y estar
conscientes de que creer y obedecer a Dios es medular para nuestra relación
con Dios y la expansión del reino de los cielos. (Hechos 5:29, 32, Hechos
2:38; Juan 14:15, 15:26-27)

En Hechos 4:17-20 nos demuestra que tan solo hablar de Dios esparce el
reino de los cielos. Hablar de Dios le costó a los apóstoles el ser
amenazados, inicialmente y luego el asunto escaló hasta ser encarcelados
(Hechos 5:17-18) por la envidia de los religiosos en posiciones de poder.

No obstante, hablar y enseñar acerca de Dios va más allá de un pasatiempo o
hobby; es parte de nuestra vida, de nuestra identidad, de nuestro
agradecimiento y los apóstoles no podían dejar de decir lo que habían visto
y oído del Señor, así como hoy en nuestras vidas, no podemos dejar de decir
lo que hemos oído y visto, en referente a cómo el amor y la misericordia y
el respaldo de Dios ha resultado en nuestras vidas.

CREE Y TESTIFICA:
LA COMUNIDAD CRISTIANA QUE VALORA EL CREER EN CRISTO
VI. LLAMADO Y ORACIÓN FINAL ¿CÓMO RESPONDEMOS?

María Magdalena quería retener a Jesús (y es posible que en medio de
nuestra necesidad de tener al maestro cerca, seamos egoístas).


Tomás quería verle y tocarle (y a veces pretendemos condiciona el obrar de
Dios en nuestras vidas).

Ambos dependían de la presencia física de Jesús, pero el Discípulo amado
demuestra una fe más madura y por ende, saludable, al poder creer sin ver a
Jesús físicamente.

En Juan 20:8 tenemos el dato sobre el discípulo amado, quien nos representa
a nosotras y nosotros hoy (personas formadas, transformadas y movidas
apasionadamente por el amor de Dios en nuestras vidas), quien creyó sin ver
el cuerpo de Jesús. La Biblia nos narra que este discípulo vio y creyó,
pero lo que el discípulo amado vio, fue el sepulcro vacío, no el cuerpo de
Jesús.

A veces, nuestra mejor manera de testificar sobre nuestras razones para
creer en el Cristo resucitado, está basado en cuánto amor hemos recibido y
cuánto le amamos. El Evangelio de Juan en los versos 30-31 del capítulo
20, nos insta a creer, a que seamos personas como el discípulo amado.

En el Salmo 150, la Doxología del Salterio, se hace un llamado a la
creación, para que adore y exalte al Dios todo poderoso. La adoración en
conjunto, como comunidad cristiana unida, es parte de nuestra demostración
de creer en el Cristo vivo, tan así como parte de nuestro testificar sobre
el Cristo vivo. Les invito a adorar a Dios, en medio de su circunstancia.
Que la paz de Cristo llegue en el momento de mayor tensión en sus vidas y
les permita adorar con sinceridad.

ORACIÓN FINAL:
Dios eterno, amante y perdonador, en esta mañana te damos gracias por poder
revitalizar nuestra fe en ti y retomar la valentía de poder creer y
testificar de tu veracidad y presencia viva en medio de nuestras vidas.
Damos gracias por tu paz, la cual eres tu, y nos alienta cuando más la
necesitamos. Damos gracias por tu ejemplo y por esa comunidad cristiana
que nos ha dado un buen ejemplo a seguir.


Hoy renovamos nuestros deseos, nuestra disposición y nuestra disponibilidad
para creer y testificar de tu grandeza, y te pedimos que sea tu quien nos
guíes y ayudes a poder mantener el mensaje de salvación y esperanza,
acompañado por una vida coherente con dichas palabras. Se tu quien
desarrolle los resultados sobre nuestra obediencia y sumisión a ti.

Todo esto lo pedimos, lo esperamos y nos comprometemos a testificar cuando
nos corresponda, en el nombre de Jesús, Amén.
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