José Watanabe: wabi sabi, mestizaje espiritual y la poesía como camino

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Descripción



Para conocer la manera en que opera el mestizaje cultural en la poesía de Watanabe Cfr. Tania Favela Bustillo, "El lugar es el poema" en José Watanabe, El desierto nunca se acaba, México, Textofilia, 2013, p. 16.
José Cabrera Alva, Agustín Prado Alvarado y Moisés Sánchez Franco, "Las paradojas del lenguaje: entrevista con José Watanabe" en José Watanabe, Ibid, p. 179.
Ibid, p. 191.
Andrew Juniper, Wabi Sabi. El 'arte de la impermanencia' japonés, trad. Nuria Martí, Barcelona, Oniro, 2004, p. 9.
Ibid. p. 31.
Ibid., p. 20.
Ibid. p. 23.
José Cabrera Alva, …, "Las paradojas del lenguaje: entrevista con José Watanabe", pp. 190-191.
José Watanabe, Poesía Completa, Valencia, 2013, p. 107.
Cfr. Jorge Luis Borges, "Paradiso, XXI, 108" en El hacedor, Buenos Aires, Emecé, 1975, pp. 39-40. En esta prosa de Borges habla sobre el rostro de Cristo y nos dice: "Tal vez un rasgo de la cara crucificada acecha en cada espejo, tal vez la cara se murió, se borró, para que Dios sea todos".
Arthur Rimbaud, "Cartas del vidente" en Iluminaciones, trad. Juan Abeleira, Madrid, 2010, pp. 113-115.
José Cabrera Alva, …, "Las paradojas del lenguaje: entrevista con José Watanabe" , p. 202.
José Watanabe, Poesía completa, pp. 379-380. A diferencia del poema "El envío", "Los gorriones" no fue escrito en prosa, lo transcribo así como una forma de ahorrar espacio porque me interesa que esté el poema completo.
José Cabrera Alva, …, "Las paradojas del lenguaje: entrevista con José Watanabe", p. 198.
José Watanabe, Poesía completa, p. 105. Este poema lo dejo en verso porque no es tan largo como "Los gorriones" y al tiempo me parece tan enorme, que sería algo parecido al sacrilegio moverle algo, por esos versos pasó el espíritu.
José Cabrera Alva, …, "Las paradojas del lenguaje: entrevista con José Watanabe", p. 189.
José Watanabe, Poesía completa, pp. 295-329.
José Cabrera Alva, …, "Las paradojas del lenguaje: entrevista con José Watanabe", p. 197.
Juan Miguel de Mora (trad. y edit.), El Rig Veda, México, Conaculta, 1989, pp. 275-276.
"José Watanabe vira rumbo poético con nuevo libro en España" entrevista consultada en línea 26/05/2015, http://www.caretas.com.pe/Main.asp?T=3082&idE=706&idS=75#.VWUhKs-qqko.
Iván Palacios Ocaña Poesía mística de España y la India
Colegio de Letras Hispánicas FFyL, UNAM

José Watanabe: wabi sabi, mestizaje espiritual y la poesía como camino

Callada tu mente y su prestigioso trabajo,
descubres, en el peligroso borde, que tu cuerpo es más inteligente
y que es tuyo y de todos. Todo cuerpo es tótem.
Levántate y muestra tu desnudez al alba que ya empieza.
A las 7 los cirujanos te abrirán el pecho con sus escalpelos.
No morirás: tus voces vegetativas siguen sonando
y ya son (y ya eres) parte del rumor panteísta que viene del bosque
y, al parecer, de un alba más remota.
José Watanabe

José Watanabe fue un poeta peruano nacido en un pueblo de la provincia de Trujillo en 1945 y muerto en 2007, "picado por el cáncer más bravo que las águilas", hijo de un migrante japonés y una campesina indígena, recibió de parte de su padre el gusto por los haikús, que pertenecen a la tradición literaria zen, y se inspiran en el ideal estético del wabi sabi, del que hablaré más adelante; Watanabe es mestizo, pero lo interesante de esto es que en él, después de leer sus poemas, uno entiende que el mestizaje puede verse a un nivel más profundo: nuestra naturaleza mestiza de cuerpo y conciencia, materia y espíritu, la síntesis de este mestizaje (y del otro) es uno de los ejes de la poesía de Watanabe; si bien el mestizaje cultural (oriental, occidental) es lugar común al hablar de la poesía de Watanabe, no lo es apuntar al mestizaje espiritual que está en el centro de su poesía y del que tratará este trabajo.
En la crónica de una entrevista, leemos este curioso momento: "Al poco rato aparece [Watanabe] cargando una fuente con cuatro tazas humeantes de buen tamaño: 'éste es un té ahumado' nos explica." De esa entrevista también me interesa citar el siguiente fragmento: "Siempre me atribuyen una excesiva influencia del haiku. Será por mi cara, digo. Pero, efectivamente, tengo influencias del haiku. No tanto como forma, sino como espíritu." Aunque a primera vista estos fragmentos puedan parecer aislados, un lazo profundo los une: el lazo del wabi sabi.
Sobre el wabi sabi, Andrew Juniper dice:
Los monjes zen llevan una vida sencilla y austera siendo en todo momento conscientes de su mortalidad. […] El arte wabi sabi, en su calidad de porta voz artístico del movimiento zen, encarna las vidas de los monjes y se funda en los preceptos de la simplicidad, la humildad, la moderación, la naturalidad, […] descubrir la belleza íntima que se encuentra en los más pequeños detalles del arte presente en la naturaleza.
Aunque es un término que se usa en el arte japonés y más correctamente para el zen, es un ideal que no surgió en el zen, sino en el taoísmo, del que justamente procede el zen. Es difícil precisar el origen del wabi sabi, pero se dice que se remonta a la dinastía Song (960-1279), en esa época aparece la pintura wen-jen hua o pintura de los literatos. Este tipo de pintura se opuso a lo que creaban los artistas oficiales, los pintores wen-jen hua pintaban cosas sencillas, el tema de sus obras era un solo árbol u otro elemento natural del paisaje, una flor, alguna piedra rodeada de bambús, era un arte que apostaba por ver los objetos más sencillos y cotidianos con ojos contemplativos, fijándose en el detalle; con el tiempo esto llegó a relacionarse con el mujo: principio budista de impermanencia y cambio. Los objetos representados en el arte eran valorados como manifestaciones del mujo: la contemplación de los objetos sacaba a la luz los detalles en los que el objeto era imperfecto, en los que se delataba su falta de plenitud y su sometimiento al paso del tiempo y la impermanencia, igual en cualquiera de nosotros. Así, el artista puede meditar y contemplar sin necesidad de estar en un lugar especial para eso, de este modo la experiencia contemplativa se abre, sale del monasterio. El wabi sabi es un arte que supone una manera de acercarse al mundo, de experimentarlo y representarlo, y también está en relación con la intención del budista de alcanzar la iluminación. Este es el espíritu que está detrás del jaikú y la ceremonia del té japonesa, que tiene que ver con estar consciente en cada uno de los momentos de la ceremonia, ver la sala de té como una representación del macrocosmos en el microcosmos, cada momento de la vida puede estar abierto a la iluminación, incluso la hora del té, con esto se puede ver más claro el ánimo de llevar la meditación y la contemplación a la vida cotidiana, esto es, aceptar que la revelación puede estar realmente detrás de cualquier cosa, sólo basta que una mente despierta la encuentre.
La poesía de José Watanabe responde a este espíritu de acercarse a las cosas de todos los días con una mirada más profunda, escuchar lo que cada cosa tiene que decir. El poeta nos explica:
Si usas el verso libre, tienes la obligación de darle al lector una percepción distinta del mundo, desplazarlo de su punto de vista cotidiano a otro quizá más intenso. […] Esa actitud del hombre que contempla y que traslada la escena que ve a otros hombres. La traslada cuando intuye que hay algo que está más allá de la escena, algo de la aparición súbita que lo toca y lo eleva.
Me gustaría citar un poema de Watanabe para mostrar cómo estos puntos se expresan en su obra. El siguiente poema se llama "El envío" y lo escribió mientras estuvo hospitalizado en 1986 por un cáncer pulmonar; en el siguiente poema, veremos cómo un objeto común en cualquier hospital (la bolsita de sangre que cuelga junto a las camas de los enfermos) es también una ventana a verdades más profundas:
Una delgada columna de sangre desciende desde una bolsa de polietileno hasta la vena mayor de mi mano. ¿Qué otro corazón la impulsaba antes, qué otro corazón más vigoroso y espléndido que el mío, lento y trémulo? Esta sangre que me reconforta es anónima. Puede ser de cualquiera. Yo voy (o iba) para ser misántropo y no quiero una deuda sospechada en todos los hombres. ¿Cuál es el nombre de mi dador? A ese solo y preciso hombre le debo agradecimiento. Sin embargo, la sangre que está entrando en mi cuerpo me corrige. Habla, sin retórica, de una fraternidad más vasta. Dice que viene de parte de todos, que la reciba como un envío de la especie.
Elegí este poema en especial porque además de ser buen ejemplo de la manera como Watanabe se acerca o ve al mundo, la revelación de este poema es particularmente simétrica con las que nos hacen los místicos: apelar a una hermandad más vasta, una semejanza que nos une profundamente más allá de cualquier diferencia.
En Rimbaud encontramos una idea similar a la planteada antes referente a que a partir de la contemplación puede surgir la revelación, en términos más literarios:
Yo digo que hay que ser vidente, hacerse vidente. El poeta se hace vidente por medio de un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos. Él busca por sí mismo y agota en sí mismo todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura, todos los venenos, para no quedarse sino con sus quintaesencias. […] Se convierte, entre todos, en el gran enfermo, el gran criminal, el gran maldito, ¡y en el supremo sabio! ¡Porque alcanza lo desconocido!
Podemos pensar el "desarreglo de todos los sentidos" el "agotar en sí mismo todas las formas" como tener una experiencia intensa del mundo, agotar los sentidos quiere decir conocerlos hasta el límite, saciarse en ellos y explorarlos en cada rincón. Se parece a la forma como san Juan de la Cruz nos habla de la naturaleza en los comentarios al Cántico espiritual, sólo a través de conocer los sentidos totalmente, podemos guiarlos o suspenderlos para empezar a intuir lo que no se siente con los sentidos, lo que los excede. Digo esto porque aunque José Watanabe siga el ideal estético zen, él no es monje ni una persona dedicada a los trabajos del alma, él es poeta, pero Rimbaud ya explicó el camino por el cual un poeta se puede asemejar al místico. Al respecto, el mismo Watanabe nos dice: "Pienso que las palabras hay que experimentarlas, hay que vivirlas. El poeta debe tener experiencia real de la palabra".
La poesía de Watanabe se distingue, entre otras cosas, por apelar a situaciones o imágenes que todos han experimentado, los motivos de sus poemas podrían parecerse a un museo del hombre común, pero es la manera de presentarlos lo inusitado, es el significado que adquieren lo que hace tan entrañable la poesía de Watanabe, pues es quien nos habla de los misterios que habitan las cosas del día a día. Pero para llegar a la fuente de esas inusitadas imágenes comunes, debe desprenderse de lo que el objeto en particular que sea el motivo del poema le diga a la persona José Watanabe; la persona José Watanabe debe abstraerse, llegar al punto de la consciencia individual donde se encuentran los secretos, debe entrar en donde él es otro; sólo así el poeta accede a la experiencia verdadera, detrás del velo de lo que el mundo le dice a José Watanabe, el poeta debe escuchar lo que el mundo le dice al Hombre, a esa identidad que guarda nuestra profundidad. Para el poeta esto significa, como ya lo dijo Rimbaud, agotar el conocimiento de los sentidos, trascender la sensación superficial para sentir el borde entre el mundo y la sensibilidad, con los sentidos el poeta explora el mundo, la poesía es el arte de los sentidos.
Y después de la revelación poética del mundo, se debe escribir el poema. El poema supone que su referente ya no está, supone una pérdida a la que se alude. Pero el signo no basta y le pregunta al referente: ¿a dónde te escondiste, Amado? José Watanabe, como san Juan de la Cruz, también se ha quedado balbuciendo; transcribo el poema "Los gorriones":
El trinar de los gorriones entró por la ventana abierta, pero yo desperté lleno de brumas: casi hasta el amanecer busqué palabras sin provecho de belleza. Los gorriones cantan una cascada de notas rápidas y precisas. Ellos ya resolvieron su problema y cantan por oficio de sus cuerpos, pero no los veo entre las espesas ramas del ficus. Quizás ya se fueron, quizás ya no existen gorriones en el mundo y ahora el canto que persiste es el gorrión verdadero, la dulce materia de los gorriones que se extinguieron. Y pregunto con solidaridad de insomne: ¿cuántos buscaron anoche con agónico deseo otras palabras o un movimiento nuevo del cuerpo en la danza o una melodía arrancada del inviolable silencio de las estrellas o un trozo de pincel que dibuje el universo entero como quería Utamaro? Acaso sea muy pronto para lograrlo, acaso aún somos muy densos. Mientras tanto balbuceamos, pergeñamos pero nadie podrá decir que no intentamos llenar la sima de nuestra angustia. Algún día, Dios mío, alcanzaremos a decirte de qué materia estamos hechos.
Por todo lo antes expuesto, podemos decir que en la poesía de Watanabe hay, mínimo, un movimiento doble: el poeta parte de los sentidos, con ellos conoce el mundo, pero al sentir con atención se da cuenta que tanto el mundo como sus sentidos le comunican algo más, entonces trasciende la mera sensibilidad y accede al mundo que esconde este mundo. Espíritu y materia se reconcilian en la poesía de Watanabe, se integran armónicamente en esa unidad que es el poema: "No tengo que reconciliar estos dos referentes. Se han ido conciliando solos. Es un aspecto de mi mestizaje" Watanabe no dijo lo anterior con relación a la materia y el espíritu, sino con su herencia oriental y occidental, sin embargo me parece que lo que dijo sobre su herencia se puede aplicar a la forma de entender, en su poesía, la dicotomía materia/espíritu por todo lo que ya he expuesto. Al descontextualizar esa cita, entendemos que ontológicamente somos mestizos, con una herencia corporal y otra herencia divina, y aunque podrían parecer a veces irreconciliables (como Oriente y Occidente) al final forman parte de la unidad de nuestro propio ser. Para ilustrar esta unión entre lo corporal y el espíritu, me gustaría citar otro poema, también escrito en la temporada que Watanabe estuvo hospitalizado, "Como el peje-sapo":
Nunca escuchaste canto más razonable
que el de los pájaros que anoche huían de la tormenta:
"Más vale / estar asido / del aire".
Porque en el peligroso borde palpas verso como ramita providencial
o frase de la filosofía como piedra para apoyar el pie,
Sí, más te hubiera valido aprender a asirte del aire.
Tendido, tu cuerpo suena sus tripas y te recuerda que
aún te quedan tus humildes voces
vegetativas. Sonríes
y con ternura maternal oyes tu borborigmo y tu pedo,
y te serenas:
en el peligroso borde te afirmas como el peje-sapo en la roca marina,
con el vientre.
Callada tu mente y su prestigioso trabajo,
descubres, en el peligroso borde, que tu cuerpo es más inteligente
y que es tuyo y de todos. Todo cuerpo es tótem.
Levántate y muestra tu desnudez al alba que ya empieza.
A las 7 los cirujanos te abrirán el pecho con sus escalpelos.
No morirás: tus voces vegetativas siguen sonando
y ya son (y ya eres) parte del rumor panteísta que viene del bosque
y, al parecer, de un alba más remota.
¿Qué más corporal que los ruidos del intestino de un enfermo? Y son esos ruidos, la parte vegetativa, lo que lo acerca con una hermandad más vasta, y al ser total de quien viene el "rumor panteísta el mundo". Como vemos, en Watanabe el mundo físico, animal, no está en oposición al espiritual, el mismo Watanabe se encarga de aclararnos: "me di cuenta que debía valorar la función fisiológica. Para mí la función fisiológica tiene una lectura o una dimensión metafísica". Porque al final, todo lo existente participa del rumor panteísta. Tal vez en ningún poemario haya trabajado tanto con esta idea de ver en lo fisiológico una dimensión sagrada como en Habitó entre nosotros, compuesto sólo por poemas inspirados en escenas del Evangelio, aunque no por esto es un poemario religioso, no es poesía cristiana, el mismo Watanabe acepta que intentó buscar un Cristo ecuménico. Muchos poemas están centrados en las personas que tuvieron contacto con Jesús, ellos son quienes hablan, cuentan la experiencia que tuvieron en vida de Jesús. Le interesa el Jesús corporal, el que era mestizo como cualquier persona: "En otro poema, 'La samaritana', Cristo mira el paisaje durante el mediodía, cuando todas las cosas adquieren una presencia infinita, cuando hay una sensación de inmortalidad. Entonces, ahí se convence que sí puede ser inmortal, pero debido a esa contemplación que ha hecho del mundo".
Para concluir, podemos decir que la manera como José Watanabe concibe la poesía, guarda simetrías y semejanzas con concepciones y prácticas místicas. Al trabajar con las palabras, el poeta puede acercarse a experimentar la totalidad y dicho así, no puedo dejar de pensar en el himno védico a la palabra, pues si es la misma palabra quien sostiene a Varuna y a Mitra, quien tiene el dominio y muchas estancias, si es quien creó al Padre en la cúspide de este mundo, no debe sorprendernos que sea en el ejercicio de la palabra como Watanabe encuentra lo otro. Me gustaría finalizar con otra cita:
Ya estoy cansado de pensar que somos finitos, ya estoy cansado de decir que somos para la muerte. Me gustaría escribir otro tipo de poemas, más vitales. Esta inestabilidad del país nos hace más eróticos. Podemos perder nuestra vida tan rápido que provoca decir '¡ya basta, eroticemos la muerte un poco!'. Y en eso, pues, quizá sea budista zen, porque pienso que la muerte no es la derrota final.



Bibliografía
Borges, Jorge Luis, El hacedor, Buenos Aires, Emecé, 1975, pp. 114.
Cabrera Alva, José, Agustín Prado Alvarado y Moisés Sánchez Franco, "Las paradojas del lenguaje: entrevista con José Watanabe" en José Watanabe, El desierto nunca se acaba, México, Textofilia, 2013, pp. 179-209.
Favela Bustillo, Tania, "El lugar es el poema" en José Watanabe, El desierto nunca se acaba, México, Textofilia, 2013, pp. 9-27.
Juniper, Andrew, Wabi Sabi. El 'arte de la impermanencia' japonés, trad. Nuria Martí, Barcelona, Oniro, 2004, pp. 215.
Mora, Juan Miguel de (trad. y edit.), El Rig Veda, México, Conaculta, 1989, pp. 310.
Rimbaud, Arthur, "Cartas del vidente" en Iluminaciones, trad. Juan Abeleira, Madrid, 2010, pp. 99-131.
Watanabe, José, Poesía Completa, Valencia, 2013, pp. 468.
"José Watanabe vira rumbo poético con nuevo libro en España" entrevista consultada en línea 26/05/2015, http://www.caretas.com.pe/Main.asp?T=3082&idE=706&idS=75#.VWUhKs-qqko.




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